El favor  El favor  El favor 

 

Título: El favor
Autor: Enia
Disclaimer: Puede que los personajes que no salieran de mi cabeza, pero les aseguro que las ideas, palabras, acciones y delirios me pertencen por completo, no a CC o a 1013 y mucho menos a la Fox.
Spoliers: es atemporal totalmente.
Dedicatorias: a mis super ciber-amigas, que me aguantan mis mails inacabables y encima me responden, Carol, Agus, Zulay (¡Perdida!), Lola, Giny, Brenda y a Isa, que aunque no lleva tanto tiempo leyendo mis memorandums, espero que lo pase en el futuro. Si no fuera por ellas, todo el mundo estaría harto de escuchar y leer mis tonteras x-philas.
Nota del Autor: La cosa es así, CC dijo que el niño era de Mulder y se rumorea que llegó a ser un cigoto a través de la inseminación artificial, pero más allá de si esto es así o no, me gusta pensar que tenerlo fue realmente una decisión de Scully y que ella quizo que Mulder fuera el padre. Su consideramos que no tenemos una fecha exacta para festejar el momento en que el matrimonio Siniestro decidió consumar su unión conyugal, me permito creer que lo consumaron después de esto, antes de la inseminación.
Tipo: ¡Uff! Ni idea. ¿MRS?
Feedback: ¡Qué sería de mi sin el feefback! ¡Vivo porque existe! Por favor, aunque sea para cachetearme, escríbanme a merodriguezARROBAinfovia.com.ar


Domingo, 27 de Mayo de 2000
Departamento de Dana Scully
Georgetown, Maryland
8.23 p.m.

Scully se paseó nerviosa por la sala de su departamento, retorciendo sus manos mientras miraba por centésima vez hacia el estacionamiento. Él ya debería haber llegado. Particularmente porque tan sólo le había dicho que quería hablar con él de un asunto importante pero no quiso aclararle nada. Eso debió ser suficiente para que la curiosidad lo trajera hasta su puerta más rápido de lo que lo habría hecho el saber que tenía al monstruo del lago Ness nadando en su bañera..
Decidida a tranquilizarse, respiro profundo y repasó mentalmente el discurso que había preparado, mientras se servía un vaso de agua fría y lo tomaba lentamente.
-Tranquila Dana, él es tu amigo y compreenderá la lógica de esta elección. No tienes que temer que vaya a espantarse… a lo sumo pensará que estás borracha… Borracha. ¡Eso es! Debería dejar que se tome una botella de vino antes de decirle… o tal vez debería tomarla yo.
El timbre de la puerta hizo que se sobresaltara, pero intentó calmarse con la técnica de la respiración que le había enseñado su hermana cuando tomaba clases de yoga mientras caminaba hasta la puerta. Tomó el pomo y siguió intentando un par de segundos más. Inspira, expira, inspira, expira… ¡oh! ¡Al diablo con la respiración!
De un tirón abrió la puerta y un Mulder sonriente la miró sosteniendo un casette de video en su mano derecha.
- Hola compañera.
- Hola Mulder, pasa.
Scully lo miró extrañada y se hizo a un lado invitándolo a pasar, cosa que Mulder hizo, entregándole la caja con la película antes de que cerrara la puerta. 
- Sé que dijiste que tenías algo importaante que decirme, pero pensé que después de hablar podríamos ver una película y, como es en tu casa, mantengo mi promesa.
Scully levantó una ceja mientras abría la caja.
- ¿Promesa?
El lomo del cassete decía “Magnolias de Acero”, lo que hizo que su ceja se elevara aún más. Mulder, que ya se había sacado su cazadora de cuero y se había instalado en el sillón, la miró sonriente.
- Te prometí la última vez que vimos unaa película en casa que en la siguiente ocasión sería aquí y podíamos ver Magnolias de Acero.
Scully recordó en ese instante y dejó la caja con su contenido sobre la mesa de café, segura de que Mulder no tendría ninguna gana de ver películas después de que ella le propusiera lo que tenía en mente.
- Tengo té helado, ¿quieres un poco o prrefieres cerveza?
- Cerveza está bien.
Scully fue hasta la cocina mientras Mulder, sentado a sus anchas en el sillón, la miró alejarse, preguntándose qué diablos era lo que la tenía tan nerviosa. No había dejado de notar que parecía sobresaltada, sus movimientos eran un tanto bruscos y que se retorcía las manos. Scully jamás se retorcía las manos. Algo andaba mal. Y como siempre cuando de Scully se trataba, el rey del tacto y la diplomacia emergió de él y preguntó a boca de jarro apenas ella le entregó la cerveza.
- Y, ¿qué era eso tan importante que queerías decirme?
Scully se sentó en uno de los sillones individuales y sostuvo su cerveza entre las dos manos, tratando de poner en práctica el discurso que había ensayado alrededor de veinte veces delante del espejo. ¡Si tan sólo hubiera ensayado el mismo discurso y no veinte distintos! Ahora podría repetirlo en vez de estar buscando las palabras adecuadas.
Mulder, que la contemplaba mirar fijamente la mesa del centro, se dijo a sí mismo que la cosa debía ser más grave de lo que había pensado. Levantándose se acercó más a ella y tocó su mano.
- Scully, ¿estás bien?
Scully se sobresaltó al sentir que la tocaba como hacía mucho tiempo no se sobresaltaba y se ruborizó al ver la expresión de extrañeza en el rostro de Mulder. Hacía mucho que habían dejado atrás esa sensación de incomodidad involuntaria que surgía comúnmente cuando él la tocaba, ya fuera accidental o intencionalmente.
- Sí, sí… - se aclaró la voz y pasó una mano por su cabello, desordenando más de lo que ya estaba la cola de caballo con la que lo había sujetado esa tarde - lo siento, es que estoy un tanto nerviosa.
- Ya lo veo. ¿Puedo ayudarte en algo? ¿EEs por eso que me dijiste que querías contarme? Vamos Scully, no puede ser tan malo. Lo que sea sabes que puedes decírmelo y lo solucionaremos juntos.
Scully miró esos ojos verdes que reflejaban preocupación y curiosidad por partes iguales y reprimió el deseo de acariciar el rostro de huesos grandes y fuertes. La generosidad de su oferta la hizo decidirse a plantearle su idea, aún cuando después de que terminara él no accediera a que “solucionaran juntos” aquello.
- Mulder, no te lo he contado, pero hacee un mes, cuando fui a mi revisión médica de rutina, el doctor descubrió algo que se pudo confirmar la semana pasada.
El rostro de Mulder se ensombreció al escucharla y su cuerpo quedó petrificado al evaluar las posibilidades.
- Scully, … ¿es el cáncer de nuevo? ¿Acaaso…?
Scully lo miró y se dio cuenta que su nerviosismo y su actitud ensimismada le había dado a Mulder una impresión errónea de lo que ocurría, por lo que se apresuró a descartar la idea que, evidentemente, cruzaba por la mente de su compañero.
- No, no. No se trata del cáncer. <
Mulder se relajó apenas y la miró interrogante.
- ¿No es el cáncer?
- No, estoy bien Mulder. De echo, estoy perfectamente.
Mulder se respaldó y la miró interrogante.
- Pero me dices que el médico descubrió algo.
- Bueno, sí. De eso quería hablarte. Verrás, lo que el médico descubrió es que… bueno… puedo tener hijos Mulder. O al menos, puedo tenerlos en teoría.
Mulder abrió sus ojos y la miró por un momento, estupefacto. Luego una sonrisa le iluminó la cara.
- Scully, ¡eso es fantástico! Pero,… ¿cóómo?… Es decir…, tú eras estéril, ¿cómo es que ahora puedes tener hijos?
Scully le sonrió entre asustada y feliz. Esperaba que se alegrara con ella y por ella al saber que la esterilidad había desaparecido como por arte de magia, pero lo que en realidad quería era que mantuviera esa actitud al final de la velada.
- No lo sé. Simplemente parece que lo quue no podía ser antes puede ser ahora. No hemos podido establecer cómo ocurrió ni por qué.
Mulder tomó una de sus manos y se la apretó.
- ¡Bueno, qué importan los cómo y los poor qué! ¡Puedes tener hijos y eso es suficiente! ¡Cielos! Creo que deberíamos salir a festejar. Nada de películas lacrimógenas ni palomitas de maíz. Saldremos a celebrar como corresponde, ¿qué te parece?
Scully colocó una de sus manos en su brazo, impidiendo que se pusiera de pie.
- Verás, hay algo que quería decirte. Laa razón por la que te llamé no fue solamente para contarte esto.
Mulder se quedó en donde estaba, mirándola expectante.
- ¿No? ¿Qué ocurre?
Scully, incapaz de mantenerse quieta soportando la mirada interrogante de su compañero se puso de pie y comenzó a pasearse por la sala, recorriéndola ida y vuelta siguiendo un imaginario sendero de no más de cinco metros.
- El punto es que sospecho que esta repeentina recuperación de mis facultades para ser madre pueden deberse a algo que haya hecho Spender. No te lo conté, pero cuando fui de… viaje… con él… bueno, yo me dormí durante una parte del trayecto y desperté al día siguiente acostada en una cama… con una pijama puesta… y no puedo recordar cómo fue que llegué allí ni qué pasó entre que me quedé dormida en el auto y desperté.
Mulder la contempló tratando de reprimir todos los viejos y enterrados sentimientos de ira y miedo que habían echo de aquel par de días uno de los más siniestros de toda su vida.
- ¿Y piensas que Spender fue el causantee de esta recuperación? ¿Qué hizo algo para reparar tu esterilidad?
Scully lo miró y permitió que él leyera todos sus miedos y dudas en su rostro. Estaba feliz, y asustada, y furiosa, y agradecida. No recordaba haber experimentado tantos sentimientos contradictorios a la vez.
- Sí, eso es lo que creo. Y lo que temo es que esto no sea más que una ilusión creada. Que así como hoy puedo tener un bebé mañana amanezca otra vez estéril.
La desazón que tiñó su voz hizo que Mulder se sintiera invadido otra vez por todos esos sentimientos homicidas que lo asaltaban cuando se permitía recordar todo lo que el Fumador les había hecho a lo largo de los últimos siete años. Scully tenía razón, no podían estar seguros de que, en caso de haber sido el artífice de este nuevo estado, decidiera un día cualquier, por razones que les serían absolutamente desconocidas, dejarla de nuevo vacía y sin esperanzas de que un pequeño niño pelirrojo correteara por ese apartamento tirando todo a su paso. Pero no creyó necesario exteriorizar todo esto, por lo que le habló calmada y racionalmente.
- Creo que esa es una posibilidad real, pero no deberías permitir que eso te perturbe al grado de no poder disfrutar de la noticia, Scully. Hoy puedes ser madre y eso es algo que deberíamos celebrar.
Scully lo miró y le sonrió. Sabía que él la apoyaría, que en esta ocasión, él sería el que tomara las riendas del asunto y miraría el mejor lado. Así es que, tomando aire, recomenzó sus paseos por la sala.
- Mulder, a lo largo de todos estos añoss en los que nos hemos enfrentado a tantas cosas que no tienen ninguna explicación desde la ciencia o la lógica, he aprendido que nada es seguro. No puedo dar nada por sentado, porque lo que hoy es una realidad mañana puede haberse transformado en un sueño utópico que no podré alcanzar y que no lograré hacer realidad porque no conozco todas las variables en juego ni soy la que puede determinar sus valores.
Scully se detuvo delante de la ventana, contemplando las calles iluminadas y húmedas. Sin volverse, su voz le llegó a Mulder como un susurro temeroso y angustiado.
- Quisiera poder salir y festejar contiggo que soy una mujer entera de nuevo, pero el sólo saber que quizás no soy yo quien tiene la decisión final acerca del tiempo por el cual se me permitirá serlo me impide dar saltos con entera libertad. No me malentiendas, estoy feliz. Por primera vez en mucho tiempo me siento una mujer normal…
Mulder, que la escuchaba en silencioso respeto, se sentó en el borde del sillón para interrumpirla.
- Scully, no digas eso. Tu siempre has ssido una mujer normal.
Scully sonrió sin darse la vuelta.
- Sabes lo que quiero decir Mulder. El ppunto es que he pensado que no tengo que dejar pasar esta oportunidad.
Mulder frunció su ceño, sin llegar a entender lo que quería decir, pero por primera vez decidió quedarse callado. Podía sentir que lo que Scully quería decirle era muy difícil para ella y sabía que lo mejor era que le dejara tiempo y espacio.
Ante el silencio que siguió a sus palabras, Scully entrelazó sus dedos fuertemente unos con otros y se lanzó a decir su idea.
- No quiero perder la oportunidad de tenner un hijo ahora que sé que puedo tenerlo.
Un silencio un tanto denso se instaló en la sala después de semejante revelación. Scully esperó y esperó a que Mulder dijera algo, pero como parecía que si de él dependía eso se transformaría en un silencio eterno, giró para quedar de frente a él.
Mulder la miraba con los ojos muy abiertos, tratando de decidir si lo que estaba pensado era exactamente lo que Scully le estaba diciendo. Al ver la ansiedad en el rostro de su compañera tuvo que admitir que, en efecto, sus capacidades deductivas parecían estar intactas. 
- ¿Estás diciéndome que estás pensando ttener un bebé? ¿Ahora?
Scully, que no se sentía capaz de terminar con su exposición si se acercaba al sillón, se mantuvo parada de espaldas a la ventana, y asintió con la cabeza.
- ¿Has pensado bien esto?
- Sí.
- ¿Y puedo saber quién es el hombre con el que has estado manteniendo una relación?
La ceja de Scully se levantó al escuchar el resentimiento contenido en la voz de Mulder, pero se reprendió mentalmente por asombrarse ante la lógica conclusión a la que él había llegado. Era de esperarse que, si ella le decía que quería tener un bebé, él pensara que era porque tenía un padre para ese niño escondido debajo del colchón.
- El problema es que no estoy teniendo nninguna relación con ningún hombre.
Mulder se paró y se mezo los cabellos, tratando de seguir la línea de pensamiento de Scully. Ya estaba muy viejo para ese tipo de conversaciones y tenía que reconocer que, aunque sonara ridículo, el saber que no le había ocultado algún romance lo hacía sentir irrisoriamente aliviado. 
“Calma Mulder, ella no tiene ningún hombre en el ropero dispuesto a salir gritando ¡sorpresa! Calma.”
Oyendo su propio consejo, se estiró la piel de la cara y comenzó a recorrer el sendero imaginario que momentos antes Scully había trazado con sus idas y venidas.
- Entonces, ¿qué piensas hacer? ¿Ir a unn banco de esperma? Eso significa que serás una madre soltera, tu hijo tendrá un padre que no existirá en su vida. ¿Has pensado en lo complicado que será para ti, considerando el trabajo que realizamos, criar sola a un niño? Eso sin tener en cuenta el problema que representará decirle a tu hijo que en realidad su padre no fue más que una suerte de máquina expendedora de semen al cual jamás en tu vida viste más que en un libro con fotos y referencias.
Scully lo contemplaba pasearse por su sala como un si fuera uno de esos leones de circo, encerrados en una jaula demasiado pequeña, y en cierta forma no pudo evitar que le resultara divertido pensar en lo que pasaría cuando terminara de decirle lo que quería decirle. 
- Mulder,…
Como si no la hubiera escuchado, Mulder siguió hablando mientras agitaba sus manos.
- Sabes bien que no soy católico ni nadaa de eso…
- Mulder…
- …pero creo que la idea de comprar espeerma para tener un hijo no es muy cristiana que digamos… 
- Mulder…
- …puedes decirme anticuado si quieres, pero pienso que no deberías tener un hijo tu sola, sin un padre. No es… correcto, ni racional…
- Mulder…
- …sé que serás una gran madre y entienddo tu necesidad de asegurarte ahora que puedes, pero sinceramente, ir a un banco de esperma es…
- ¡Mulder!
Mulder detuvo su diatriba y su paseo y la miró. Scully, aprovechando que le estaba prestando atención, trató de hablar con su acento más calmo y racional. Estaba segura de que necesitaría de toda su lógica y racionalidad,
- No iré a ningún banco de esperma. p;
Mulder la miró extrañado.
- ¿No?
- No. Estoy de acuerdo contigo en que noo es una buena idea tener un hijo sola y criarlo sin su padre. Como bien has dicho, nuestro trabajo es muy peligroso, nuestras vidas corren peligro con demasiada frecuencia y, como ya dije, soy muy conciente de lo efímera que puede ser mi existencia. Además, creo que tienes razón en que no es justo para el niño crecer sin un padre.
Mulder entendía cada vez menos.
- Pero me dices que no tienes ninguna reelación, si no recurrirás a un banco de esperma entonces, ¿cómo es que esperas quedarte…? ¡Oh no! ¡No me digas que estás pensando en ir a un bar a elegir a un tipo cualquiera que te parezca lindo y hacer la versión del banco de esperma pero siguiendo el viejo método tradicional!
Scully alzó sus cejas hasta casi el nacimiento del pelo ante tamaña idea. Realmente, Mulder no tenía igual a la hora de imaginar posibilidades descabelladas.
- Mulder, ¿podrías dejar de hacer conjetturas y escucharme?
Mulder la miró en silencio, cosa que Scully aprovechó para reunir nuevamente el valor que las ideas descabelladas de Mulder habían dispersado.
- Quiero tener un bebé ahora que puedo, pero no pienso tenerlo de cualquier manera. No saldré a buscar hombres a bares para pedirles que se acuesten conmigo y, sinceramente, no te pediré que me expliques de dónde ha surgido esa idea. El padre de mi hijo tiene que ser alguien que yo conozca, en quien confié, alguien a quien admire y respete, que esté ahí para mi hijo toda su vida porque será también su hijo y va a necesitarle. Alguien que pueda estar segura que lo querrá y protegerá si alguna vez me ocurre algo. Y alguien que comprenda por qué, al menos por ahora, no me casaré con él.
Mulder apretó sus labios y respiró hondo.
- No pides mucho, ¿eh? ¿Y ya has habladoo con ese dechado de virtudes o todavía no has elegido al afortunado padre potencial? ¿Estás pensando en alguien que conozco?
Scully retornó a su nervioso restregar de manos. 
- Bueno, en realidad sí. Yo… bueno, habíía pensado que… tal vez… tal vez podrías ser… tú.
Mulder la miró como si de pronto le hubieran salido cuernos de la cabeza. Lentamente se dejó caer en el sillón sin pronunciar palabras.
Scully, una vez lanzada la bomba, caminó hacia él y, sentándose a su lado, comenzó a explicarle a toda velocidad sus razones.
- Escucha, sé que esto es algo repentinoo, pero estoy segura de que comprenderás por qué te lo estoy pidiendo. Tú eres mi mejor amigo, mi compañero, la persona en quien más confío en esta tierra y uno de los que más respeto. Eres un hombre inteligente, bien parecido, sin historial de enfermedades en tu familia. Además, tienes todas las cualidades que querría que mi hijo aprendiera. Eres leal y apasionado, disciplinado en tu indisciplina, tienes valores y los defiendes, has sido un buen hijo, un excelente hermano y un increíble amigo y creo que no me equivoco si digo que eres uno de los hombres con el corazón más grande que he conocido. 
Scully hablaba con calma, pero un dejo de ansiedad se vislumbraba en su voz mientras trataba de escudriñar el rostro de Mulder. 
Mulder, por otro lado, estaba casi alelado. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿En qué momento la velada se transformó de “veamos Magnolias de Acero entre palomitas y pañuelos descartables” a “Mulder, ¿por qué no me das del fruto que produces para que tengamos un hijo?”?

- Mulder, sé que serás un magnífico padrre y te aseguro que he pensado todo esto detenidamente. Tu y yo tenemos la relación más estable que he mantenido en mi vida y, no te ofendas, pero pienso que también es la más estable de la tuya. Ambos estamos tan enfrascados en este trabajo que nuestra vida social es nula y, sinceramente, ambos sabemos que si seguimos como hasta ahora, más que hijos, tendremos nietos y… bueno, no sé. No hay nadie más a quien pueda o quiera pedirle este favor.
La voz de Scully se fue apagando ya que el silencio de Mulder la estaba haciendo pensar que, después de todo, no había sido un plan tan bueno. Mulder no la miraba, no pestañeaba. ¡Diablos! Ni siquiera estaba segura de que respirara. Con cuidado alargó su mano para tocar apenas esa otra tan grande y fuerte que tantas veces le había dado apoyo y consuelo.
Mulder, al sentir el suave toque de la pequeña mano de Scully, contempló los dedos coronados de pequeñas uñas cubiertas de barniz transparentes. ¡No podía creerlo! ¡Scully quería tener un hijo con él!
- ¿Me estás pidiendo que sea el padre dee tu hijo?
- Como un favor especial.
Mulder repitió las palabras lentamente, como si eso fuera a hacerlas más reales y convincentes:
- Como un favor especial.
Scully, cuyo valor se había esfumado, estaba pensado cuánto le costaría adquirir una máquina del tiempo. Volvería atrás hasta el momento en que él le propuso ir a festejar y buscaría su bolso sin más para salir de juerga.
- No tienes que contestarme ahora, Muldeer. Yo entiendo que puedas tener muchos reparos y que no quieras hacer algo así, no te sientas en la obligación de hacer nada sólo…
Mulder, que se había puesto de pie mientras ella hablaba y miraba por la ventana, la interrumpió.
- ¿Y qué tipo de padre tienes en mente?<
Scully se desconcertó ante la pregunta. Esperaba algún sermón o una negativa, no una petición de los detalles de su plan.
- Pues, uno presente, claro. Es decir, ssería tu hijo y como ya dije, creo que serías un gran padre así es que supongo que podríamos llegar a algún acuerdo acerca de su tenencia. Quizás días repartidos o mudarnos a casas contiguas o algo que permita que estés la mayor parte del tiempo posible con él. Quiero que seas parte activa de su vida.
Mulder siguió sin moverse.
- ¿Y cómo se supone que planeas quedar eembarazada?
Vaya, hasta que llegamos a la pregunta del millón de dólares. Scully retorció sus manos una vez más en su regazo.
- Bueno, había pensado en la inseminacióón asistida y, si no resulta, tratar con la inseminación artificial. Es decir, no creo que sea buena idea... tú sabes... 
- ¿Seguir el ritual acostumbrado?
- Sí.
Scully se percató de lo que acaba de decir y se apresuró a agregar:
- No lo tomés a mal. No es porque piensee que ir a la cama contigo sea algo horrible ni nada parecido, es sólo que... tú eres mi amigo y yo... no... nunca...
Mulder volvió a interrumpirla, al ver que se estaba enredando en su explicación.
- Nunca me has mirado como alguien con qquién compartirías la cama para algo más que dormir.
Scully, demasiado avergonzada por el giro que tomó la conversación, agachó su cabeza y susurró.
- Sí.
Mulder se volteó para mirarla fijo, como tratando de decidir si esa que estaba ahí era la misma Scully que esa mañana entró en el despacho y lo reprendió por el desorden que estaba haciendo al buscar un expediente.
Pudo ver cuánto le estaba costando a ella pedirle aquello y, aunque una parte de él le decía que no tendría una mejor oportunidad que esa para ser padre, otra le decía que no podría llevar una vida de divorciado con Scully cuando nunca había estado casados.
Lentamente se acercó hasta donde ella estaba sentada con la cabeza gacha y, sentándose en la mesa frente a ella, cerró sus manos sobre las de Scully.
- Deja de retorcer ese pañuelo, no tienee la culpa de nada. 
Scully, que no se había dado cuenta de que en algún momento había tomado el pañuelo que tenía en el bolsillo, contempló el destrozado pedazo de tela, y sintió que el rubor teñía sus mejillas. Menuda negociante estaba hecha.
Mulder permaneció en silencio un largo rato, escrutando en ese rostro que conocía de memoria, tratando de leer en esa mente que últimamente había considerado un libro abierto y ahora descubría que no sólo no estaba abierto sino que, además, probablemente estaba escrito en jeringozo.
Scully finalmente levantó los ojos y se miró en esos otros, como tantas veces lo había echo antes, permitiendo que ese cómodo diálogo sin palabras se instalara entre ellos.
- Scully, ¿comprendes lo que me estás piidiendo? Si acepto ser el padre de tu hijo, cualquiera sea el método que elijas para concebirlo, seré el padre de tu hijo desde el primer instante. Ya no habrá marcha atrás. Estaremos unidos de por vida y tú sabes mejor que nadie lo que mi presencia causa en la vida de las personas. No soy exactamente un amuleto de la buena suerte.
Scully le sonrió tristemente. Muy típico de él pensar que sólo traía pesar y tristezas.
- Sé lo que has traído a mi vida. Me hass traído un objetivo, una razón. Hiciste que tuviera algo por qué pelear, me enseñaste acerca de la entereza, la voluntad. Una vez me dijiste que yo te había mantenido honesto, pero yo no te dije que tú me hiciste un ser humano completo. Yo sólo era ciencia y cerebro, una auténtica Reina de Hielo, pero tú me permitiste descubrir el compromiso, la confianza, la lealtad, la amistad. Contigo aprendí que hay muchas cosas más importantes que lo que se puede probar en un laboratorio y que lo esencial no se encuentra en un tubo de probeta, está en nuestro interior, invisible a los ojos. Nunca tuve un mejor amigo hasta que te conocí y, sinceramente, no sé qué estaré haciendo dentro de veinte años, pero estoy segura de que sea lo que sea, lo estaré comentado contigo a las tres de la madrugada cuando me llames porque no puedes dormir.
Mulder la escuchó en silencio, perdido en esos ojos azules, deseando creer en sus palabras, sabiendo que sentía lo que decía. Eso era lo bueno de su relación, no tenían que ocultarse nada.
- Mulder, sé que esto será difícil, partticularmente por nuestro estilo de vida, pero no puedo compartir mi vida, tal y como está ahora, con nadie que no la comprenda a la perfección. Sólo tú puedes ser el que me acompañe en esto y, si por alguna razón no crees poder hacerlo, entonces no lo haré. 
Scully se quedó callada, sintiéndose como si estuviera desnuda. No es que eso la molestara, era que no estaba acostumbrada a poner en palabras todas sus emociones y sabía que ese tipo de conversaciones no eran su fuerte. Y mucho menos el fuerte de Mulder.
Incapaz de permanecer quieta sentada frente a él, intentó ponerse de pie, pero Mulder la retuvo, apretando sus manos.
- Scully, quiero que sepas que me sientoo honrado de que me hallas elegido como el padre de tu hijo y que no podría pensar en una mejor madre para un hijo mío. 
Scully lo miró fijo, tan nerviosa que podía sentir los latidos de su corazón.
- Pero…
- Pero no puedo aceptar hacer esto hastaa que no esté seguro de algo.
Scully casi no se atrevía a preguntar. Él no le había dicho que no… todavía.
- ¿Qué cosa?
- Quiero que me prometas que por ningunaa razón, pase lo que pase, le pondremos Fox si es un varón.
Una sonrisa se dibujó lentamente en el pálido rostro de Scully.
- Vaya, y yo que siempre pensé que querrrías iniciar una larga sucesión de Foxs Mulders para perpetuar tu nombre.
Mulder le sonrió a su vez e hincándose en el suelo, la abrazó. SE sentía más feliz de lo que recordaba haberse sentido nunca, más completo y en paz de lo que habría imaginado, y todo debido a la gran muestra de confianza y amor que la pequeña mujer que lo abrazaba estrechamente acababa de darle.
- Gracias Scully. 
Scully, cuyo rostro estaba surcado por lágrimas, se separo se él y, tal y como había hecho hacía meses atrás, enmarcó su rostro con ambas manos y acarició las facciones grandes y seguras que conocía tan bien. 
- ¿Gracias por qué?
Mulder limpió las lágrimas con dulzura y se hundió en los azules ojos que tenía ante sí.
- Porque vas a hacerme padre.
La lluvia comenzó a caer afuera una vez más, como si quisiera lavar el rostro del mundo antes de que el nuevo día llegara a mirar cómo se veía, mientras dentro del departamente Mulder y Scully sellaban en silencio, fundidos en un estrecho abrazo, su acuerdo de amor y esperanza.

Continuará....