fanfic_name = Inocencia

chapter = 3

author = Taira

dedicate = a todos los que amando hemos cometido errores con nuestra pareja

Type = Romance

fanfic = Parte III Revelaciones

 

Yo Seré El Aire,

Tu Serás La Piel,

Que Me Cubra la soledad,

Déjame Estar Junto A Ti

 

 

Mago de Oz

 

Temprano por la mañana, Azonia tuvo que ser despertada por una de sus meltrandis, ya que se había quedado dormida y a pesar de que ya había llegado la hora de partir, aún no había ido a donde estaba la cámara conversora para micronizarse.

 

Le fue muy extraño despertar de esa manera, sola en su cama, y se sintió más desorientada al ver a una de sus subordinadas despertándole en lugar de Khyron, a quien ya se había habituado al ver junto a ella por las mañanas. Más aun porque ella no les ordenó que viniesen a despertarla por si ella no lo había hecho cansada por su anemia. Entonces recordó la desagradable pelea la noche anterior y no pudo evitar que se le hiciese un nudo en la garganta. Ahora resultaba obvio por qué razón eran una meltrandi quien la había despertado y no Khyron.

 

-Señora, ¿se encuentra bien?- preguntó la meltrandi joven y menudita conocida como Akian que hacía las veces de segundo oficial medico, -Se le ve pálida y ojerosa-.

 

-No es nada.-respondió Azonia pasándose la mano por sus cortos cabellos rizos.-Solo estoy un poco impaciente por salir de aquí.

 

La muchacha, al ver salir a Azonia de su cuarto de reposo, intercambió por detrás de esta, sendas miradas con su superior, la oficial médica Shianne y se susurraron.

 

-Parece que pelearon con Lord Khyron…Mira la cara que tiene- dijo Akian, avispada por la experiencia de haber visto esas situaciones entre las mujeres micronianas.

 

-Esas ojeras y esos ojos hinchados y rojos…Debe haber estado llorando por un buen rato- corroboró Shianne la oficial médica.-Me cuesta creer que nuestra señora haya hecho algo así por ese loco.-

 

Azonia escuchó ese cuchicheo a su espalda y se giró lanzándoles una severa mirada, lo que dio abrupto término a la charla y ni Shianne ni Akian se atrevieron a decir nada más durante todo el tiempo que su señora tardó en prepararse para introducirse en la cámara conversora.

 

Una vez allí, cuando estuvo preparada, cedió su destrozado uniforme de comandante a Kyatta Hesh, su primer oficial, quien lo tomó para guardarlo. Llegando en instantes a la cámara conversora en la que Azonia, totalmente desnuda, con un suspiro, se introdujo rápidamente dentro de la cámara para dar inicio a la micronización, un proceso que encontraba repugnante pero necesario.

 

 

La noche anterior, después de haberse calmado un poco, Khyron se dirigió a la primera oficial meltrandi Kyatta Hesh, dándole las órdenes de preparar la cámara para Azonia y que pasaran a despertarla temprano por la mañana.

 

-¿Ud. no va a dormir ahí?- Preguntó Kyatta con preocupación, ya que no tenia ganas de verle durmiendo junto a Azonia cuando cumpliera su orden y como era lo que se rumoreaba sobre ellos.

 

-¡Tu solo limítate a cumplir mis ordenes, ¿esta claro?! Ella está muy debilitada por su pérdida de sangre y necesita descansar muy bien antes de partir.- respondió Khyron sin poder evitar que sus mejillas se tiñesen de rojo. Estaba sorprendido que se le hiciese una pregunta de ese tipo, recién vino a caer en cuenta cuan pública era su relación con Azonia, como para que una subordinada se animase a preguntarle algo así; era por eso que había dado semejante excusa sobre la debilidad de la líder meltrandi.

 

Después de dejar organizada la partida de Azonia, pasó a buscar unas cervezas garudanas que aún quedaban en el almacén de provisiones “no oficiales”, y se dirigió a la sala de mando derruida; ahí se bebió las cervezas y se dispuso a dormir en un sillón.

 

Lo que Khyron no sabía es que Gerao lo estuvo observando desde la puerta, sorprendido por encontrarle allí a esas horas; al verlo actuar así, el feo sargento meneó a cabeza. Sabía que cuando el jefe hacía cosas así es porque estaba pasando un mal momento, y que igualmente también era un mal momento para acercarse a él por el mal genio que tenía; pero nunca había visto así a su jefe, tan deprimido y no dejaba de preocuparle. Gerao era muy consciente de que el éxito de su misión, de poder salir de ese mundo, dependía de lo que su líder hiciera; y verlo en ese estado tan decaído no era un buen augurio.

 

“Meltrans” se dijo “Está claro que por eso deben vivir lejos de nosotros…Si no hay que mirar al jefe, que nada lo desanima…Humm cierto, aunque yo diga eso, la verdad es que ahora no sería capaz de vivir sin ellas…”

Gerao solo pudo apartarse de la puerta destrozada y salir de allí en silencio.

 

 

Khyron se despertó bruscamente a la mañana siguiente. Recordó que deseaba hablar con Azonia antes que entrase a la cámara y poder arreglar el mal entendido antes de que ella se hubiese ido a la hora señalada; no quería que se fuese enojada con él, creyéndole capaz de cometer las peores bajezas con ella solo porque ahora ese maldito mundo hubiese descontrolado su cuerpo.

 

Al ponerse en pie, sintió todo el cuerpo adolorido y un taladro en la nuca; la resaca le estaba partiendo en dos la cabeza, y además de las cervezas que tan malamente se había bebido la noche anterior, también le molestaba el haber dormido sentado. Salió rápidamente hacia las habitaciones que habían compartido hasta justo la noche anterior, pero ella ya no estaba allí, y cuando llegó a la cámara ya era tarde para charlar, ya se encontraba a mitad del proceso. Realmente Azonia había sido puntual a la orden del plan de micronización.

 

Viendo que no podía hacer otra cosa, salió a darles las últimas instrucciones a los soldados que la escoltarían, no quería que nada quedara al azar ni que pasara cualquier imprevisto durante el viaje. Dentro de una semana, Azonia debería estar llegando al Amazonas, y en ese tiempo, tal y como estaban las cosas, podría ocurrir cualquier problema.

Al salir de la cámara, Azonia se vistió con unas ropas traídas por las meltrans que regresaron de los micronianos y que habían conseguido para ella; eran ropas más bien graciosas y variopintas: una remera de color negro que se le ceñía al cuerpo, unos pantalones color caqui muy sueltos y con muchos bolsillos por todos lados que le daban mucha holgura de movimientos, unos botines de color café atados con cordones, complementados con una campera muy ancha que le hacia parecer enorme y una gorra con visera de color negro para protegerse del sol. Azonia había visto suficientes imágenes de Micronianos como para intuir cómo debía ponerse todo eso, pero seguía encontrándolo raro; según le explicaron, que fuera de los militares que ocupaban uniformes, ahí cada uno se vestía como mejor le parecía. Realmente los micronianos eran muy liberales en algunas cosas y su ridícula norma a la hora de vestir era una. Finalmente, ella misma les dio las ultimas instrucciones a sus oficiales y pidió ser llevaba donde partiría a su viaje.

 

“Esperaba que viniese a verme al menos.” pensó para si “No me puedo ir sin verlo…quizás no volvamos a estar juntos nunca mas…” esa idea le atasco algo en la garganta, “¡Qué torpe he sido!” se auto reprendió “Lo que el mas odia son los micronianos y le trate como si fuese uno. Debía haberle escuchado antes de reprenderle por algo que él ni siquiera sabía qué era.”

 

Finalmente ambos se encontraron, pero estaban rodeados de soldados y el tiempo apremiaba, así que tampoco era el momento para hablar. Azonia le miraba desde su nueva estatura de 1.75 m; era raro ser tan pequeña y vulnerable, además de encontrarse desvalida con su nueva estatura, se sentía muy culpable al saber que no había sido justa al tratarlo mal la noche anterior “No es su culpa si le suceden esos cambio y nuevas sensaciones en su cuerpo. Si yo también las siento y a pesar de todas las molestias que he sentido, también me han gratificado, ¿por qué el no puede tener derecho a sentirlas?” reflexiono “Se le ve pálido y ojeroso y su ropa esta desordenada… ¿estará enfermo de preocupación? ¿O seguirá furioso?”

 

Khyron, por su parte, sentía pena de que se fuera y no pedirle disculpas por ser tan irascible, seguía recriminándose en privado su mal carácter, por lo ocurrido la noche anterior. Le dolía verla tan pequeñita y frágil… tan microniana, e involuntariamente recordó cuando casi asfixió a Minmei por apretarla muy fuerte, llevado solo por la ira y el odio que sentía hacia esa microniana en particular, y eso le hacía recordar cómo podría haber reaccionado la noche anterior; le hacia sentir un escalofrío por su espina dorsal el pensar en esa posibilidad.

 

Le preocupaba que a pesar de sus instrucciones, alguno de los soldados por error la apretara, o sin querer se le llegase a caer. Además se encargo de revisar que llevasen suministros médicos para atenderle en caso de tener una reagudización de sus síntomas, raciones de comida en tamaño adecuado para ella, mudas de ropa de repuesto. Para trasladarla se ocupo una capsula acolchada y climatizada, que venia disimulada en medio del cargamento de comida, para evitar atraer la atención de los VT que pudiesen andar volando cerca de ellos.

Pero lo que más le apesadumbraba era saber que ella se iría de su lado, sin poder haberle pedido perdón por su fea reacción. “Ojala que los días pasen rápido, y que salga todo bien para que podamos hablar” pensó, sin quitarle le vista de encima a Azonia quien a pesar de su pequeño tamaño, no dejaba de serle atractiva en esa ridícula ropa microniana. “Se ve hermosa, aun vestida de forma tan extraña” se dijo para si.

 

Finalmente el destacamento partió hacia el sur, moviéndose a ras de tierra para no ser detectados por los radares. Khyron se dio la licencia de quedarse afuera, mirando hasta que les vio desaparecer en el horizonte, sin poder evitar sentir una extraña emoción que le oprimía el pecho.

 

Al entrar de nuevo en el interior del Queadol que había sido su casa durante tanto tiempo, se encontró con Gerao que venía de mal humor hacia donde su jefe se encontraba; eso era cosa rara en él y que divirtió mucho a Khyron, ayudándole a sentirse un poco mejor.

 

-Gerao, ¿por qué tienes esa cara?-le preguntó casi sin poder contener la risa al verle en ese estado.

 

-Es por culpa de una maldita meltran, jefe.-le respondió algo molesto por la situación incomoda en la que se encontraba-O quizás de todas… las Meltrandi solo dan problemas.-

 

-¿Si? –Le dijo alzando una ceja- Parece interesante, ¿qué será eso que te hicieron? No he recibido quejas de nadie más.-

 

- Lo que le hayan hecho a los demás, yo no lo sé… Yo solo paseaba inocentemente por el sector de las meltrandi…y sin querer, no me di cuenta…- al decir esto, se puso colorado como un tomate al ver la mirada divertida de Khyron que su jefe no se preocupó de ocultar, - Las estaba observando.- respondió confuso por la reacción de Khyron, sabedor que existía una prohibición expresa de no ir a ese lugar.

 

-Umm ¿no se supone que esta prohibido circular por esa área? ¿Y que fue lo que paso? –Preguntó Khyron casi a punto de echarse a reír por la cara de Gerao, pero el feo sargento estaba demasiado ofendido como para no contar lo que le había sucedido.

 

-Me largaron un balde de agua fría por la espalda.-confesó evidentemente avergonzado ante la risa de su jefe, quien después de todo sabía que Gerao le hacía “demasiado” caso a las meltrandi.

 

-¡Jajá jajá!!- Khyron no pudo contener las carcajadas a pesar de la cara de Gerao.

 

-No es gracioso jefe. Las meltrandi están todas locas… Antes de que alcanzara a decir algo, la primera oficial Hesh dijo “ordenes de Lady Azonia” y todas se rieron en mi cara.-explico el zeltran de feo rostro.- Serán la elite, pero no tienen ninguna disciplina si se comportan así.-

 

-Dime la verdad Gerao, ¿a quién andabas mirando?-mientras pensaba en lo ingeniosa que era Azonia al ordenar lo de arrojar agua a Gerao, que de paso mal no le venía.- Es de ti de quién he recibido quejas de parte de las meltrandi. No me extraña que Azonia ordenara que te hicieran eso.-sonrió aún más.- Como ves, no es una falta de disciplina.-

 

-Yo, yo eh…jefe...Yo…- mientras decía esto, ya parecía una berenjena de lo rojo que estaba su moreno rostro. -No sabía que se hubieran quejado de mí…- el sargento tenía miedo sobre cuál podía ser la reacción de su jefe.

 

-Bien, no me lo digas si no quieres o no puedes.- alentó Khyron en un tono cada vez más burlón, cosa que alivió a Gerao porque si su jefe hubiese estado de mal humor, le habría castigado- Pero creo que como son nuestros últimos días en mi Queadol, sería bueno, organizar una reunión para aligerar la carga de cerveza garudana.- al decir esto le guiña un ojo -Y de paso que nos sirva de consuelo…-

 

Al oír eso de “nos sirva de consuelo”, Gerao sonrió para si; él sabía que su jefe tampoco lo estaba pasando bien, después de haberle visto beber de esa forma la noche anterior y verle la cara que tenía “A mí me habrán dado un baño con el balde, pero seguro que él también era víctima de una meltran haciendo lío.” pero al menos lo van a pasar bien como en los viejos tiempos. La única lástima era que no todos podrían reunirse igual que antes, porque la mayoría como pasaba con Grell, ya había partido.

 

-Como ordenes, Khyron, ¿quiénes estarían invitados?- preguntó Gerao con la esperanza que podrían ir las meltras que aun quedaban en la nave

 

-Solo oficiales zeltrans de rango superior que quedan, si esa era tu pregunta.-le respondió Khyron de forma guasona, -Alguien debe quedar sobrio para el trabajo que tenemos por delante, y además que dudo quieran participar en una fiesta si Azonia no esta con ellas.- al decir esto no puede evitar sentir una puntada en el pecho, el también preferiría que ella estuviese, aunque sus hombres seguro que agradecerían un momento para relajarse de la tensión de sus últimos días. Khyron siempre había sabido cómo hacerse popular entre sus tropas a pesar de su fama.

 

-¡Voy a prepararlo todo!- exclamó Gerao, partiendo rápidamente a organizar la fiestita.

 

Pocas horas más tarde, cuando ya no salían más destacamentos hacia el Amazonas, los oficiales zeltrans que aun quedaban en la nave se reunieron en la sala de oficiales donde normalmente se juntaban para comer y socializar, solo que ahora el ambiente era incluso más festivo y relajado que esas veces.

 

Muchos de los que habían regresado desde los micronianos tenían unas cosas llamadas naipes que les permitían jugar de diferentes maneras y hacer apuestas, lo que hacia mucho más animada la reunión. Aunque entre los zentraedi de las tropas de Khyron, la música y todo lo que tuviera que ver con Minmey estuviese terminantemente prohibido, su líder les permitía licencias más inofensivas como los juegos de cartas y similares.

Finalmente, cuando ya estaban bastante bebidos y relajados como para sentirse desinhibidos, sirvieron en la mesa el resultado de una más de las cosas que habían aprendido a hacer en ese planeta, cocinar: un asado de carne de origen desconocido, aunque eso les importaba muy poco por el ambiente de fiesta en el que estaban. Mientras se servían generosos trozos de ese animal asado que comían con deleite, en ese momento de relajo y borrachera, fue cuando por fin algunos se pusieron a despotricar acerca de los inconvenientes que tenían que soportar desde que estaban viviendo en la Tierra, algo que les había estado molestando durante meses pero que hasta ese momento no se habían atrevido a decir en voz alta.

 

Khyron, quien no estaba bebido ya que aun sufría con un poco de resaca por la borrachera de la noche anterior, apenas se había servido una copa; más sereno que los demás, los escuchaba con gran interés, descubriendo así que no estaba solo en sus padecimientos, si bien jamás se animaría a compartirlos con nadie. Con la única persona quien se había sincerado hasta ese punto era con Azonia, y eso le había valido la pelea de la noche anterior; y el otro que sabía algo más sobre todos esos cambios era Grell puesto que por su posición y cercanía era inevitable que no se acabaran enterando.

 

-…Me siento la criatura mas apestosa de todo el cosmos.-dijo una voz anónima en medio del grupo-Si no me baño y me cambio de ropa a diario, podría matar micronianos solo con mi olor.- el dueño de esta voz era Daedo, un teniente bottoru que jamás había estado en contacto con micronianos, de modo que cualquier cosa referente a ellos le producía alarma.

 

-Eso es desagradable pero no tan molesto como los pelos.-añadió Zardo un cabo que se notaba muy velludo, no solo en su cara se esbozaba una barba rebelde que se notaba crecida aun antes de terminar el día, sino que sus brazos, pechos e incluso su espalda y dorso de las manos tenían pelos. -No solo me están saliendo pelos en la cara, sino que en los brazos, piernas, pecho, incluso en mi entrepierna… Un día me voy a levantar y no me voy a ver la cara por culpa de los malditos pelos. Voy a parecer una bestia.- al decir esto, agarró su bebida tragando el contenido de su copa de una vez.

 

-Sí, como la que te estás comiendo.- rió Gerao, mientras miraba el fondo de su copa.

 

Todos, menos Khyron, se largaron a reír por el comentario del sargento; parecía que todos estaban padeciendo algo parecido, pero compartirlo de esa forma ayudaba a aliviar la tensión.

 

-…Es por eso –dijo un tercero, que había regresado de los micronianos que se llamaba Salta y ostentaba el rango de sargento, al igual que Gerao. Vestía con el uniforme que llevaban los zentraedi que vivían entre ellos pero no tenía ningún rasgo físico reseñable - Que los Micronianos usan desodorante para disimular el olor y se afeitan el vello que les sale.-

 

- ¿Las mujeres también se afeitan?- Preguntó con sorpresa Zardo que jamás había tenido contacto con los micronianos y a pesar de vivir en la misma nave, menos aun con mujeres.

 

Otro de los retornados, el pelirrojo Utema se largó a reír al oír su inocente pregunta.

-¡Noo, jajá! Esa es una característica de sus hombres, y ahora de los zentrans… Pero a ellas les pasan otras cosas aun peores.- explicó divertido Utema.

 

-¿Como cuáles?- Preguntó Gerao muerto de la intriga y siempre ansioso de saber cosas nuevas sobre las meltrandi.

 

-Bueno…- comenzó a decir Utema que había vivido por casi dos años entre los micronianos y parecía saber más que los demás.- Por lo que sé, el cuerpo de ellas sangra, pero no me pregunten de que parte. Sé que les pasa todos los meses siguiendo a los cambios de la luna… ya saben, el satélite que tienen en este planeta.

 

Y eso las pone de un pésimo humor porque no sangran como con las heridas de un combate. Tendrían que ver como se ponen: se enojan de nada, incluso llegan a llorar, también les duele la cabeza, la panza… Hasta que no lo vi, no imaginé que una mujer pudiese comportarse de esa forma. –Dio un trago a su bebida,- Además, aunque no lo crean, los micronianos se reproducen a través de ellas en lugar de ocupar las cámaras de clonación como nosotros. Y para que eso pase, tienen que llevar el vientre hinchado por 9 meses terrestres porque es ahí es donde se forman y crecen los inmaduros… Y después nacen, que es un proceso horroroso, peor que cualquier combate cuerpo a cuerpo contra un batallón Invid. Se ponen a gritar de dolor porque tienen que liberar de su cuerpo al inmaduro y en esa lucha sangran mucho… Y si eso no fuera poco, después les toca alimentar con una sustancia que sale de sus senos a los inmaduros que nacen de ellas, hasta que pueden comer comida que es cuando les salen los dientes.- termino de explicar Utema, sin sospechar el impacto que tendría su revelación; al haber vivido por largo tiempo entre los micronianos muchas cosas que al principio le confundían ahora le parecían muy normales, como explicar el proceso reproductivo microniano.

 

Hubo un silencio enorme en todo el salón, nadie se esperaba oír algo así. Algunos mientras escuchaban la revelación, se habían quedado pálidos de horror, otros en cambio lo dejaron para chistes de mal gusto, mas ninguno quedo indiferente.

 

-¡Prefiero afeitarme y tener muchos pelos!- gritó Zardo el que se había quejado de su mal olor y los pelos, embocando otra copa bebiéndola de un solo trago.

 

-¡Sí, es verdad!- corearon los demás.

 

El único que no dijo nada sobre lo que acababan de escuchar fue Khyron, quien se quedó pensando en la revelación que acababa de escuchar y que no era muy diferente de lo que Azonia le había contado, solo que ella no lo había hecho con tanto detalle. Pero antes de poder reflexionar más sobre ese descubrimiento, la conversación entre los oficiales que estaban bastante borrachos, le dio nuevas pistas acerca de que lo que le estaba sucediendo a Azonia; su temor hasta hace unas horas incomprensible por no saber más que una pequeña parte, ahora lo estaba encontrando razonable y también poder entender los cambios que estaban sucediendo en su cuerpo.

 

- Pues todo eso que les pasa a las mujeres micronianas será asqueroso… Pero nosotros también tenemos que sufrir. El afeitarse y los pelos son una cosa, pero los sueños raros, en los que amaneces mojado con la entrepierna endurecida es otra cosa.- apuntó un zeltran bastante jovencito (que solo tenía semanas de nacido cuando llego al sistema sol) que llevaba por nombre Walird y que hasta ese momento no había intervenido.

 

-Sí.- corroboró Daedo -Antes nunca me sucedía, ahora es cosa de todos los días.-

 

-Aunque si no fuera porque amaneces mojado, no puedes negar que es agradable.- intervino Gerao con su habitual desparpajo y desinhibición.

 

-Para mí que es culpa de este maldito planeta.- opinó con absoluta convicción Zardo.

 

-Culpa o no, a mí no solo me pasa cuando duermo, también cuando estoy despierto, jejee y ahí se aprovecha mejor- intervino otro zent con malicia y que también había convivido con los Micronianios. Este llevaba por nombre Martos y tenia su rostro azuloso surcado por cicatrices de un rebelde acné.

 

-¿Si? ¿Y cómo se puede aprovechar mejor?- Preguntaron varias voces al unísono.

 

-Solo es cosa de estar tranquilo por ahí, tocarse esa zona y tener cuidado en no ensuciarse la ropa.- respondió Martos que había dado la idea tan original.

 

Gerao se volvió a los zent que habían retornado de las ciudades micrans y les pregunto.

 

– Es la primera vez que oigo que algo así se pueda hacer… ¿A los micronianos también les pasa eso que su “condición de zentran” les causa problemas mojándoles la ropa y provocando sueños extraños? ¿Y cómo lo hacen para solucionarlo?-

 

-Sí.- le respondió con seriedad Utema el pelirrojo, antiguo miembro del batallan Agles bajo las órdenes de Breetai, pero que no se había logrado adaptar a la sociedad microniana -Desde que comienzan a madurar para convertirse en formas adultas. Para ellos esto es normal eso de tocarse ahí; ellos lo llaman masturbación y les sirve para aliviarse de los sueños molestos y evitar ensuciarse la ropa y no perseguir a las mujeres.-

 

- ¿Y por qué eso de no perseguir mujeres? ¿Qué tiene que ver con los sueños raros o la ropa mojada?- pregunto extrañado Walird; el tenia sueños raros que le hacían despertar con la ropa sucia y su entrepierna hinchada, pero no le veía relación con el perseguir mujeres, cierto que últimamente las encontraba interesantes en sus formas, especialmente cuando estaban en sus trajes de pilotos tan adheridos a sus cuerpos, pero de ahí a perseguirlas…

 

- No se bien por qué sucede y su relación, entre esos fenómenos pero esos cambios en los cuerpos llevan a los micronianos a mirar a las mujeres y aun más a querer estar junto a ellas uniendo sus labios. Para no pensar en ellas y que no les pasen accidentes acechándolas es que ellos buscan alivio con la masturbación.- respondió Utema que sabia vagamente del tema, mas no lo quiso confesar; pero muchos de sus compañeros zent en Macross y aun cuando él mismo tenían ese inconveniente.

 

Walird al escuchar esta respuesta quedo pasmado, el tenía todas las alteraciones antes descritas e incluso reconocía que se quedaba mirando sin querer a las meltrans, pero ¿perseguirlas? Eso le parecía algo bastante bizarro. No fue el único en pensar así, mas antes que alguien lo expresase en voz alta, alguien hizo otra pregunta.

 

-¿Y las a las hembras también les pasa? ¿Ellas también tienen sueños raros y se les moja la entrepierna?- Preguntó Daedo, intrigado. –Si tienen que sufrir tanto para crear nuevos Micronianos, algo bueno les tiene que pasar también, ¿no?- tenía curiosidad de saber si las meltrans experimentaban algo semejante a ellos, claro que jamás se animaría a preguntarles por temor a la paliza que le podrían dar por atrevido.

 

Al escuchar esto, Khyron no pudo evitar que un pedazo de carne se le atragantara en parte por el nerviosismo y la incomodidad de escuchar hablar de esa forma de las hembras, en parte por el descaro con el que sus oficiales estaban hablando sobre cosas que él ni siquiera se había preguntado…No podía apartar a Azonia de sus pensamientos y le resultaba vejatoria la forma como se referían a ellas los zent, sentía deseos de golpear al insolente que preguntaba tan descaradamente de las meltans. El problema no era que le importasen todas ellas, pero Azonia era una y su líder máxima; para él, escuchar hablar así era una ofensa directa hacia ella y por lo tanto a él mismo.

 

-Sí, las micronianas también se tocan la entrepierna igual que ellos. Pero en ellas eso es diferente porque tienen ahí una pequeña hendidura en lugar de tener un miembro como nosotros pero pueden sentir cosas agradables igual que nosotros.- respondió Martos con tono de profesor.

 

Al escuchar esta explicación, la ira de Khyron se desvaneció por un momento y recordó con asombro el episodio de cuando la extraña reacción que tuvo ella la noche que él la tocó en el pecho y su cuerpo se tensó de esa manera tan extraña. ¿Sería lo mismo?

 

-Entonces ¿cómo orinaran?- quiso saber el peludo Zardo, ya que la alternativa de no tener un miembro para poder orinar le intrigaba sobremanera.

 

A lo que Gerao respondió rápidamente, -Eso que te importa a ti. Si quieres saberlo, te ves unas cuantas de esas películas micronianas que seguro que lo dicen.- y todos se largaron a reír producto de sus ingeniosos comentarios y de la borrachera.

 

Pero en realidad, a pesar de su jocosa intervención, Gerao se había alarmado al ver la mirada de Khyron que estaba muy-demasiado seria. Él sabía de sus repentinos cambios de humor y que la velada podía tener un mal final si alguno de los borrachos se animaba a preguntarle acerca de Azonia, en su sano juicio nadie se atrevería a preguntarle algo tan indiscreto. Además que por su cara seria intuía que algo le estaba molestando en sobremanera sobre todo lo que se estaba diciendo; después de todo, Khyron siempre había sido muy expresivo pero también muy reservado con sus cosas personales, incluso tratándose de enfermedades o molestias físicas.

 

Gerao sabía que los zent murmuraban a espaldas de su jefe, incluso él no era una excepción. Todos veían que entre Azonia y él había una relación mas allá de lo profesional, incluso se rumoreaba que compartían el lecho; todos sentían mucha curiosidad de saber detalles de lo que hacían, y Gerao tenía claro también que si alguno en un exceso de confianza se animaba preguntarle algo acerca de ese tema a Khyron, podía terminar muerto. La conversación muy bien podría irse de las manos en cualquier momento.

 

Después de un silencio algo embarazoso, el jovencito que llevaba por nombre Walird, se animo a hacer una pregunta.

 

-¿Algunos de Uds. alguna vez juntaron los labios?- Le pregunto a Salta, quien hacía poco había retornado desde las ciudades micronianas. Quizás si hacía esa pregunta, Khyron se animaba a responder algo que todos sabían que había hecho (suponían que en más de una oportunidad) y sin tener que preguntárselo directamente; mas no sospechaba la respuesta que tendría su pregunta.

 

-Sí.- respondió Salta de forma guasona, -Cuando cierro la boca.- el aludido sospechaba que le querían sonsacar información acerca de su vida privada entre los micronianos, por eso es que respondió de esa forma tan ocurrente. Aunque jamás había besado ni besaría a una hembra.

 

-¡Jajá jajá!- Se rieron todos al unísono por su ingeniosa ocurrencia.

 

-No me refiero a eso, sino que si alguna vez lo hiciste con una microniana como hacen ellos continuamente.- insistió Walird, que estaba en plena ebullición adolescente y todo lo que se refiriese al sexo opuesto le resultaba atractivo en sobremanera.

 

-Yo no.- respondió Salta con convicción. Había llegado hace poco, escapando del cerco que se tejió en torno a ellos después del fallido secuestro a Minmei – A muchos micronianos les da asco acercarse a nosotros, así que es difícil que eso pase aunque ellos lo hagan continuamente. Pero sí sé que uno de mis compañeros lo ha hecho, e incluso ha unido su cuerpo con el de una hembra. Es más, ellos viven juntos y simulan ser una pareja microniana; por eso no los han atrapado, parecen perfectamente “Micronianos”.-

 

-¡Quéee!- Exclamaron varios de ellos con enorme sorpresa, -¿Qué es eso de unir los cuerpos? Y ¿quién es el tipo que esta haciendo eso? ¿Y quién es esa microniana? ¡Ella lo puede delatar!- sus rostros mostraban pavor de ser descubiertos y que todos sus esfuerzos por sobrevivir y poder ganarles a los micronianos se quedasen en nada por culpa de un irresponsable.

 

-¡Ese tipo está loco! ¡Nos puede poner en peligro a todos!-gritó el jovencito Walird.

 

-¿Por qué no nos has avisado antes?- recriminó Daedo enfurecido, -¡Por su culpa nos capturarán a todos! ¡Ese tipo es un traidor! ¡Debe morir!-afirmó.

 

En ese punto, cuando el teniente Daedo afirmó esa posibilidad, todos se quedaron en silencio, mirando a Khyron…Esperaban que su líder se enfureciera al saber que uno de sus espías no estaba cumpliendo con sus deberes y que por su culpa todos corrieran tanto peligro. Lo que acababa de descubrirse iba a acabar sin duda alguna, con una ejecución reglamentaria por traición, tan pronto lo pudiesen atrapar; ninguno de ellos sentía pena por él, sino que por el contrario se sentían traicionados.

 

Pero lo vieron no fue furia en el expresivo rostro lavanda de su líder, sino una cara muy extraña, que mostraba tanto interés y curiosidad como cualquiera de ellos… Aunque con su jefe nunca se sabía que podía suceder y quizás solo quería conseguir la información necesaria para castigar a los espías de la forma mas cruel que fuese posible.

 

-Continua.-ordenó secamente Khyron rascándose la sien y revolviéndose nerviosamente en su asiento-Tienes muchas preguntas que responder.-

 

El pobre Salta temblaba de miedo al darse cuenta de lo que después de lo que había pasado, había puesto en peligro la vida de su compañero; temía por su vida la de su compañero y por la pareja de este. No le quedo mas remedio que respirar profundo y empezar a responder a las preguntas con resignación.

 

-Señor… El nombre de él, es Sargento Bagzent, bajo las órdenes del primer oficial Grell.- respondió Salta de una sola vez, casi sin respirar.

 

-Ese inepto de Grell… Incluso ha pasado por alto algo así. – gruñó Khyron mientras se acomodaba en la silla – Puedes continuar.-

 

- Pero se equivocan respecto a su pareja, no es una microniana, sino la Sargento quadronno Marla Stein, antiguo brazo operativo (quiere decir que hacia los trabajillos sucios) de Lady Azonia.- explicó Salta con resignación, esperando resignado el escándalo que se iba a generar. Tanto si era una microniana como una quadronno, todo serían problemas para Bagzent: si era una mujer microniana, le ejecutarían por traidor… y si era una meltran, por romper con las normas. Y en su caso el castigo llegaría por encubrir a los dos insubordinados, estaba entregado a la idea de ser severamente castigado.

 

Hubo expresiones de asombro por parte de todos los presentes, incluso de Khyron. Al menos como era una quadronno, no había peligro de que al leal Bagzent le tacharan de traidor.

 

“Es increíble” pensó Khyron, “No sabía que a otros también les sucediese lo mismo que a Azonia y a mí”. Y esa revelación lo intrigó en sobremanera; siempre había creído que eso era algo que solo les ocurría a él y Azonia, nunca pensó que otros zentraedis sintiesen algo parecido por una meltran en particular, y menos aun que lo hubiesen llevado más lejos que ellos. Por la historia que habían compartido ya hacía tanto tiempo atrás y por sus peculiares características de personalidad, Khyron creía que los únicos zentraedis que eran capaces de compartir esa intimidad y sentimientos tan perturbadores era Azonia y él, por eso es que se sorprendió al escuchar la peculiar historia de los sargentos, si bien había notado en varias oportunidades que otros zents como Gerao por ejemplo sentían una atracción evidente hacia las meltrandis.

 

- Bagzent está exculpado; está claro que no es un traidor… Pero si ella es leal a nuestra causa, ¿por qué no regresó con Azonia?- Preguntó Khyron con desconfianza - Debería estar trabajando a las órdenes de Azonia como el resto de las meltrandi.-

 

-Es que ella teme que su señora Meltrandi no la perdone por cohabitar con un zeltran. Sabe que eso es contra las leyes, y además ella es de gran ayuda a Bagzent en sus misiones. Es ella quien consigue los artículos para las meltrandis, y además se dedica a trabajar por los derechos civiles de los zeltrans descontentos que siguen entre los micronianos. Ella es quien logra contactos en muchos lugares sin llamar la atención. Por su aspecto, Marla no se diferencia de las humanas y pasa muy desapercibida. Es por eso que él es tan efectivo en su trabajo, porque ella tiene acceso a lugares restringidos para nosotros.- respondió tímidamente Salta, que estaba muy intimidado frente a Khyron.

 

-¡Ah!- exclamó Khyron, pensando que al final él no tenía derecho a juzgarlos; si Azonia y él tenían una historia parecida, solo que los sargentos habían ido mas lejos al cohabitar abiertamente aun a riesgo de ser castigados.- Aunque hayan ido en contra de mis órdenes, si es así y nos son tan útiles, entonces que sigan juntos, siempre que no traicionen a nuestra causa. Si en algún momento usan su posición en nuestra contra, serán ejecutados por traición.- ordenó- ¿Y qué era eso que ellos hacen? Digo…eso de unir los cuerpos que decís que hacen para simular que son micronianos.- Preguntó tratando de aparentar poco interés pese a que se moría de curiosidad.

 

-Ellos unen sus cuerpos…No sé qué será eso que les camufla tan bien ni cómo lo harán respondió Salta ya un poco mas tranquilo viendo que Khyron estaba más calmado y que no iba a castigar a su compañero. -Bagzent nunca me comentó mucho al respecto, solo que es el grado de mayor unión entre un macho y un hembra, que después de practicarla quedas unido con esa persona de por vida y que deseas continuamente volver a repetir la unión de los cuerpos.-

 

-Entonces debe ser algo agradable- intervino Brack un antiguo cabo del batallón Jiabao que paradójicamente había acabado uniéndose a los Bottoru, -Si dan ganas de repetir la unión…-

 

-Además, debe funcionar muy bien para que los micronianos les acepten como uno más de ellos.- intervino no del todo convencido Daedo; que una pareja de zentraedis tuviesen comportamiento de micronianos le resultaba sospechoso, aunque no del todo imposible de imaginar al haber visto a Khyron besando apasionadamente a Azonia durante el secuestro de Minmei, más todas las habladurías que circulaban por ahí.

 

-Pero esa unión de cuerpos trae consecuencias.- replicó Salta con preocupación de que fuesen a pensar que era algo inofensivo, -Puede llegar a producir un inmaduro dentro del cuerpo de la hembra como nos ha explicado antes Utema-

 

-¡Qué asco! ¡Esas criaturas deformes! – Gritaron varios soldados.

 

-Dan más asco después de saber cómo se crean.-añadió Walird.- No veo por qué ellos quieren hacer algo así.-

 

-¿Y Bagzent tiene un inmaduro con la meltran?- Preguntó Khyron levantando una ceja.- ¿Es por eso que los micronianos los aceptan tanto?- no sabía por qué, pero el pensar en un inmaduro, no le producía la repulsión que se suponía debía sentir, sino que en su lugar sentía curiosidad de saber si los zentraedis podían ser capaces de producir inmaduros prescindiendo de las cámaras gestatorias. Sabía que Mirilla había hecho algo así, pero que un Zentraedi pudiese crear a otro sin usar cámaras gestatorias era algo asombroso.

 

-No señor. Ellos aprendieron a tomar precauciones para no tener uno. Los micronianos lo hacen ya que unen sus cuerpos a menudo, pero pocas veces tienen un inmaduro. Estos nacen cuando ellos deciden criar uno o por un equivoco, pero la mayor parte de las veces es algo programado.- respondió el pobre Salta que estaba casi por sufrir un ataque; los repentinos cambios de animo que observaba en el expresivo rostro de Khyron lo tenían muy asustado y no sabía hasta qué punto estaba haciendo esas preguntas por curiosidad o por indagar acerca de la fidelidad de Bagzent.

 

Lo que él no sabía era que Khyron estaba deseoso de retirarse a reflexionar acerca de las nuevas revelaciones, así que decidió dar por terminada la fiesta pudiese tener la oportunidad de hacerlo.

 

Al quedar claro que Bagzent y Marla eran fieles a la causa zentraedi, la conversación tomo otros rumbos. Algunos ya daban muestras de estar muy borrachos y se estaban quedando dormidos apoyados sobre la mesa. Otros se pusieron a jugar otra vez a los naipes, apostando sus días de descanso, que era lo único que disponían como propio en sus limitadas vidas y que les eran concedidos como meros tiempos de recuperación física y mental. Los conceptos de vacaciones, diversión eran desconocidos dentro de la sociedad zentraedi; ese fue uno de los motivos de sus deserciones en masa al conocer el estilo de vida microniano. Por ese motivo, Khyron aconsejado por Azonia, había aumentado la frecuencia de días de descanso y trataba de promover en ellos actividades sociales para que sus soldados estuviesen conformes y no deseosos de desertar.

 

-Muy bien, es hora de retirarse señores.- anunció Khyron cuando ya hubo pasado un rato y la conversación se había olvidado,-Mañana tenemos mucho trabajo por hacer y no quiero a nadie quejándose por la resaca-. Espero por un buen rato hasta que vio las señas de cansancio en sus comensales, estaba muy apurado por retirarse a reflexionar acerca de los nuevos descubrimientos hechos en relación a las mujeres. Pero antes de retirarse, les hizo una advertencia, no fuesen a creer que por la conversación compartida, la disciplina dentro del Queadol se iba a relajar.

 

-Y recuerden una cosa…- dijo secamente y poniendo énfasis al hacer gestos con sus manos, -A pesar de todo lo que se ha dicho sobre Bagzent, está prohibido que se acerquen a las meltrandis, a menos que sea algo estrictamente profesional. No quiero recibir quejas por parte de ellas-. Diciendo esto, se retiró a sus aposentos a descansar.

 

 

Fue imposible evitar que algunos soldados murmuraran entre si después de todo lo que habían hablado.

 

-Es muy extraña la actitud del jefe- comentó Brack -Nos prohíbe tener contacto con las meltrandis, sin embargo él cohabita con su líder.-

 

-Si es muy extraño - respondió Zardo - Además ¿visteis el interés que puso al escuchar la historia del sargento Bagzent? ¿Por qué a él le perdona y a nosotros no nos deja?-

 

-Yo no me creo que sea solo porque Bagzent no es un traidor. Debe ser algo más.- dijo Walird. Tampoco comprendía la contradictoria orden de Khyron.

 

-Para mí que se sintió identificado.- intervino Utema -Y no tendría moral para castigarle por vivir con una meltrandi, si el también vive con una. Lo que no entiendo es por que nos prohíbe acercarnos a ellas.-

 

-Eso es egoísta por su parte. Bagzent y él sí, y nosotros no… ¿Por qué?-se quejó Daedo.

 

-Mejor no preguntes. Ya sabemos de quién estamos hablando.- dijo con preocupación Salta. Salvó por poco de ser ajusticiado y no quería seguir poniéndose en riesgo.

 

-Seguro que esa orden no es de él, sino de lady Azonia.- afirmó Daedo. Al ser teniente tenía mas acceso a saber como se dictaban las órdenes -No creo que le moleste si nos acercamos a ellas, solo que la líder meltran le ha pedido nos ordene que no lo hagamos.-

 

-¿Y por qué iba a ordenar ella algo así?-preguntó Walird con extrañeza.

 

-¿Acaso no te has dado cuenta?-replicó Salta, el que había contado lo de Bagzent, -Ellas seguro que ya sabían todo eso que hemos hablado sobre cómo se crean los inmaduros y tienen miedo de que les pase lo mismo por eso es que deben querer evitar nuestra cercanía.-

 

-Silencio uds.- ordenó Gerao de forma brusca, él venia caminando detrás y escuchando toda la conversación de sus compañeros. - Controlen sus lenguas, que hoy el jefe ha sido benigno con todos nosotros. No cuestionen sus órdenes.-

 

Lo cierto era que aunque él tampoco estaba muy conforme con esa orden renovada de no acercase a las meltran, ahora tenía que admitir que había una buena razón para que ellas no se le acercaran.

 

 

 

Un rato después ya en sus habitaciones privadas, Khyron notó que esa noche le quedaba muy grande la cama sin la presencia de Azonia a su lado; a pesar de todos los años que había dormido siempre solo, le había llevado muy poco tiempo acostumbrarse a dormir en su compañía, y la verdad era que ahora se sentía muy solo. El aroma de ella embargaba el lugar como si de una presencia fantasmal se tratara; no se había dado cuenta de lo mucho que la necesitaba para dormir con tranquilad, y tampoco había pensado en que incluso se puede añorar a alguien solo por sentir su olor. Ese era el grado de compenetración que había alcanzado.

 

Khyron, mediante un gran esfuerzo de voluntad, apartó esos pensamientos melancólicos de la cabeza y comenzó a reflexionar acerca de los descubrimientos que había hecho de forma tan casual escuchando a sus oficiales.

 

El saber que sus hombres tenían sus mismas dolencias y problemas que él le aliviaba, si bien él jamás admitiría frente a todos ellos que los padecía de igual manera, salvo excepciones como los pelos en la cara que no se podían disimilar; él era el jefe de su batallón, su líder, y de su moral dependían todos sus hombres. Pero lo que más le impresiono, fue saber eso de la unión de cuerpos, que practicaban Bagzent y su meltran y que al parecer era muy agradable de realizar, como que tenían ganas de repetirla muchas veces. Era la primera vez que había oído hablar de algo así; todo lo que había visto sobre el comportamiento de los Micronianos en las transmisiones de TV eran besos y abrazos… precisamente lo que él había acabado haciendo con Azonia y reconociendo lo muy agradable que resultaba. Pero ahí no se decía nada más que eso.

 

“Debe ser algo muy especial eso que quedas unido por toda la vida e incluso mas allá con una meltran”-reflexionó rascándose la sien, su gesto involuntario cuando estaba preocupado por algo “Si no, no se explica cómo es que la meltran prefirió quedarse con un simple espía corriendo peligros, en lugar de regresar a la seguridad junto a Azonia. Después de todo este tiempo, he podido ver cómo Azonia gobierna sobre sus tropas; todas sus meltrandi confiaban en ella como una especie de guía… Todas ellas le son fieles hasta el final, pero esa tal Marla ha preferido hacer… lo mismo que Mirilla y convivir por su cuenta con un varón al margen de las órdenes.” Gruñó molesto por la comparación.

 

“Pero hay algo que no me queda claro… La unión de cuerpos que ha explicado Salta debe ser la tortura de la que habla Azonia y que tanto le temen ella y las demás meltrandi. Está claro que es eso ya que ambas dan como resultado la producción de un inmaduro… Lo que no entiendo es como algo que dice Salta que es bueno porque Bagzent y su meltran lo experimentaron, también puede llegar a ser pernicioso.”

 

Se quedo un rato mirando al techo del dormitorio, mientras se estiraba tratando de abarcar todo el ancho y largo de la cama; de pronto sus negros ojos brillaron en la oscuridad del cuarto mientras se incorporaba en la cama, rascándose la sien. Se había dado cuenta de algo muy importante.

 

“Sí eso debe ser; como los micronianos engañan y maltratan a sus mujeres, no lo pondría en duda. Esos tipos son capaces de cualquier cosa con tal de conseguir lo que quieren… No engañan solo para luchar, sino entre ellos mismos… Pero Bagzent es un zentraedi auténtico, uno de mis más fieles Bottorus. Él no miente, no esta en nosotros el engañar y la mejor prueba es que la meltran se queda con él por su propia voluntad.

Tal vez sea esa la diferencia… Cuando los micronianos usan esas prácticas, resulta doloroso para sus hembras; pero si nosotros lo hacemos, no lo es para ellas.” dedujo convencido de su conclusión con una sonrisa. “Criaturas miserables… siempre intentando demostrar que son mejores que nosotros.”

 

“Entonces no cabe duda. La unión de cuerpos y la tortura deben ser lo mismo porque ambas dan el mismo resultado, que es el poder quedar unido a una meltran en cuerpo y espíritu, además de producir descendencia. Sin duda alguna, tiene que ser eso, porque los micronianos no usan otro método para producir nuevas generaciones... Pero, ¿por qué Azonia no dijo nada de eso? Ella solo me explicó que el proceso era repugnante y que había asustado a todas las meltrandi que se unieron a mi batallón…Incluso involuntariamente eso me ha beneficiado y ahora tengo a algunas de las mejores tropas zentraedi sirviendo a mi lado.” Sonrió con satisfacción.

 

“Y si la tal Marla ha aceptado unirse así a ese espía de mis Bottoru es porque quizás debe ser algo bueno para compartir. Estaría bien poder hacer algo así con Azonia, me gustaría poder quedar unido a ella, aunque en verdad ya lo estoy, sin necesidad de la unión de cuerpos, pero aun así, me gustaría poder probarlo alguna vez con ella, con ninguna otra.

 

“Pero los micronianos, que son unos enfermos mentales y degenerados, transformaron la unión de cuerpos en algo morboso. Nada bueno se puede esperar de ellos y por culpa de ellos Azonia y el resto de las meltrandi sienten miedo y tengo que estar dando órdenes para que mis tropas no se acerquen a ellas… Si estos sigue así, podría haber un motín o una pelea entre zentrans y meltrans.” Bufó “Y por si no fuera solo eso, quizás nunca llegue a practicar algo así con Azonia; yo no sería capaz de hacer algo que le hiciese daño.

 

¿Hacerla daño? Sigo sin entender cómo… ¿Acaso todo este proceso es una tortura para ellas? Está claro que después de lo que ha explicado Utema debe ser muy doloroso tener que hacer el trabajo de una cámara de clonación. Tal vez sea eso lo que tanto las asusta y hayan confundido ese… proceso con el de la unión de cuerpos.” se rascó la sien con la palma de la mano de forma insistente. “¡Cosmos! ¡Qué complicado es todo esto!... Planificar un ataque a una colmena Invid es mucho más sencillo que averiguar qué les está pasando a todos ellos.” Hizo una pausa cuando tuvo una nueva idea “…Pero si esa unión de cuerpos que los Micronianos hacen es tan placentera como parece, al menos para los hombres Micronianos… tal vez sea eso lo que ellos hacen para mantener a su lado a esos zentraedi inútiles renegados que adoran el estilo de vida Microniano,” frunció el ceño al acordarse de Quaruxa, uno de sus Bottoru que tuvo la indecencia de responderle que quería renunciar a ser parte de sus tropas al conocer el canto de Minmey…

 

“¿Y si realmente esas son las armas que han estado usando contra nosotros? ¿Y si esa maldita ‘ave cantora’ no es lo único y las mujeres micronianas aceptan ser torturadas para conseguir que los nuestros se unieran a ellos? Si realmente esa unión de cuerpos tiene ese efecto tan… adictivo, es posible que por eso haya habido tantos idiotas que se unieran a ellos.” otra nueva idea irrumpió en ese razonamiento. “Tal vez sea eso lo que hacen Minmey realmente: atontarlos con su canto y luego hacer que se unan a ella para que olviden quiénes son, e incluso prefieran permanecer micronizados.” Apretó los dientes, “Maldita…Tuve suerte que conmigo no lo consiguiera. Si lo hubiese sabido, la habría aplastado cuando tuve la oportunidad. Habría tenido muchos menos problemas.”

 

“Ahora bien, sea o no todo eso verdad… Por lo que Utema explicó, para que eso pase, las emisiones de material genético viable que suelto por mi miembro me habilitan para poder generar descendencia… mientras que el cuerpo de Azonia al sangrar, es porque también esta apto para engendrar. Me pregunto ¿por dónde sangra Azonia? ¿Cómo será esa unión de cuerpos? Debe ser por la misma región de su cuerpo que le sangra, eso explica que para ella sea una tortura… Pero sigo sin entender, si es tan desagradable para ella, ¿qué papel juegan los besos, las caricias y mi miembro en esto? Todo eso no tiene nada de tortura, aunque está claro que el material genético que emito tiene que encontrar la forma de entrar en el vientre de Azonia…para hipotéticamente generar descendencia… Y eso, en definitiva, es lo que tanto miedo da a las meltrandi.”

 

Hundido en estos pensamientos sin poder encontrar una buena respuesta, Khyron se quedo profundamente dormido encima de la cama.

 

Los dos días siguientes estuvieron repletos de una actividad febril, preparando todo para el traslado de la cámara conversora y el abandono del Qeuadol que durante tantos años había sido su hogar. Además, se enterró parte de su arsenal que por el momento no podían llevar, para en algún momento en que se tuviese oportunidad, poder recuperarlo y usarlo de nuevo.

 

Khyron aprovechó los pocos ratos libres que tenía ahora que estaba solo sin Azonia en investigar las bases de datos micronianas que había pirateado sus espías, algo que nunca se había molestado en hacer más allá de solo lo necesario para lograr objetivos militares. El haber escuchado a Salta y Utema le despertó la curiosidad de una forma que antes no había pensado; ahora quería saber la mayor cantidad de información al respecto y evitar de cualquier forma hacerle daño a Azonia y también quería saber hasta donde podía ser posible compartir su cuerpo con ella. No deseaba que algo como lo que ocurrió la noche anterior a que ella se fuera pudiera ocurrir de nuevo.

 

Finalmente, el último grupo de bottorus partió con Khyron hacia el Amazonas siguiendo una ruta totalmente diferente a las que tomaron los otros grupos Atravesaron lugares aun mas apartados que por lo tanto harían mas larga la travesía, pero que corrían menos riesgo de ser sorprendidos por las fuerzas micronianas y por los renegados.

 

En espacio de dos semanas llegarían al Amazonas, en la última semana del mes de septiembre del año 2013.

 

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