fanfic_name = Inocencia

chapter = Capitulo 2

author = Taira

dedicate = A todos los que igual que yo, estan enamorados del amor

Rating = O18

Type = Romance

fanfic = Parte II Convalecencia

 

Nunca más podré dormir,

Nunca más podré soñar,

Con nadie que no seas tú…

 

Álvaro Henríquez

 

Ya habían pasado cerca de dos semanas desde el fallido intento de extorsión, y también ya había sido elegido el lugar donde establecer la nueva base. Este resultó ser la cuenca del río Amazonas, en medio de su densa selva. Allí habían encontrado un crucero meltrandi que se había estrellado casi sin sufrir grandes desperfectos y con solo poder reparar lo necesario ahora que ya sabían cómo hacerlo, podría despegar de ese planeta y volver al espacio. Además, como ese lugar tenía una vegetación tan espesa, resultaba de difícil acceso para los micronianos poder vivir allí, lo que les brindaba seguridad de no ser descubiertos fácilmente y por eso servía para esconder casi cualquier cosa de sus ojos inquisidores. Más también tenía el inconveniente de dificultar la visibilidad aun para los mismos zentraedis, ya que los árboles centenarios eran incluso de mayor tamaño que ellos, y la vegetación al ser muy tupida, podía esconder perfectamente al enemigo de la vista de ellos.

 

Azonia, por su parte, ya estaba totalmente recuperada de sus heridas, pero seguía sin encontrase bien porque no habían podido solucionar la severa anemia que le debilitaba en sobremanera. Puesto que era de origen agudo, su cuerpo aun no se había adaptado a funcionar con ese déficit de sangre, lo que le producía mucho cansancio, mareos si permanecía mucho tiempo de pie, e incluso después de esfuerzos normales, tenía sentarse a descansar o dormir una siesta. Todo eso le resultaba muy molesto porque nunca antes había estado en esa situación sufriendo tanta debilidad; las maquinarias médicas a base de protocultura solucionaban todos esos problemas, solo que ahora ya no contaban con ellas, e ignoraban los métodos que tenían los micronianos para solucionar el déficit de sangre.

 

Ese tiempo de reposo Azonia lo había aprovechado en buscar información acerca de los hábitos de los micronianos, su fisiología y sexualidad, porque a su pesar tuvo que admitirse que eran homólogos enanos de los zeltrans y temía qué podía pasarles a ellos como le había pasado a ella y al resto de las Meltrandi. Quería averiguarlo todo, saber cómo era que realmente torturaban a sus hembras para llegar a producir un embarazo, y cuál era el proceso molecular que requería tanto de los machos como de las hembras. Todo esto era porque el papel de las hembras como cámara gestatoria ya lo tenía claro, pero ¿qué tenía que ver el macho con ese proceso a nivel molecular? ¿Dónde estaba “la tortura” que ellas podía sufrir por parte del macho?

 

Eventualmente, eso lo pudo descubrir al leer información de bases de datos micronianas que eran intervenidas por los espías con la finalidad de saber acerca de los movimientos de estos; Azonia aprovecho toda esa información que ahora tenía, no solo la de tipo militar, para averiguar esta información que le era tan necesaria para calmar sus dudas.

 

Porque después de todo, la información que extrajo de las meltrans que regresaron de convivir con los humanos era muy vaga e imprecisa, con poco rigor científico, producto del miedo que ellas sentían y que les impedía ser imparciales. Por lo mismo decidió que debía averiguarlo por si sola; quería asegurarse que Khyron no le podría hacer daño, quería evitar que llegara a ser un animal como los micronianos.

 

“Ya estamos demasiado contaminados como para dar pie atrás.” pensaba “pero tampoco se trata de dejar que Khyron me haga daño o que otros zeltrans dañen a mis meltrans.”

 

Entendió de las lecturas y datos que obtenía de la red de conocimientos micronianos que para producir un “inmaduro” se necesitaban de un macho y una hembra adultos, con sus cuerpos totalmente desarrollados. Que la hembra tenía algunos días que podía ser fértil al mes – o sea, cada ciclo lunar-, y esos eran aproximadamente dos semanas después de haber sangrado.

 

A su vez, para llegar a producir un inmaduro, el macho tenía que se capaz de expulsar material orgánico que contuviese su información genética a través de su sexo; pero para que eso ocurriera, tenía que reconfigurarse: pasar de un estadio en reposo y flácido, a uno en que adquiría un mayor tamaño y se ponía erecto. Todos estos cambios eran para que pudiese entra en contacto con el material genético viable de la hembra; para eso debía introducir su sexo dentro de una hendidura que ella tenía entre las piernas dentro de los días fértiles del mes y que era por donde ella también sangraba. Ese proceso se le llamaba cópula, pero entre el vulgo microniano se le conocía como “hacer el amor”.

 

Como de costumbre, los micronianos eran incapaces de llamar a las cosas por su nombre y lo llenaban todo de eufemismos y dichos sin sentido. Lo más asombros es que ella había visto a las bestias realizar ese comportamiento, pero nunca había sabido para qué servía, y tampoco se le había ocurrido pensar que algo así pudieran hacerlo las especies superiores. Era un comportamiento totalmente primitivo.

 

También leyó que una hembra cuando quedaba esperando un inmaduro, inmediatamente cesaba de sangrar, ya que el sangrado solo era la eliminación del material genético descartado, que se iba renovando mes a mes si no se producía la unión con el material genético que aportaba el macho. Esta información coincidía con lo que habían explicado Shianne y otras meltrandis que habían regresado del mundo microniano, así que ahora la podía dar como verdadera.

 

El inmaduro crecía dentro de la hembra por espacio de nueve meses, pasando por todos los estadios evolutivos; primero no era mas que un montón de células, luego un pez, después un ave, y por ultimo tomaba un aspecto mas parecido a un mono, para dentro de los tres últimos meses tomar un aspecto mas similar a un adulto.

 

Esto resultaba muy similar al proceso que ella había presenciado en las cámaras gestatorias de clonación que había visto al cargo de Reno, así que no le resultaba del todo increíble sino que tenía sentido. Luego, cuando estaba listo para salir al mundo exterior, era expulsado de dentro de la hembra por la misma hendidura por donde el macho había introducido su sexo. Ese proceso se le conocía como parto; Azonia se maravilló al ver las imágenes aunque la sangre no le produjo impresión: como guerrera que era la sangre no le alteraba, en cambio sí le parecieron horrorosas las caras de dolor que tenían las mujeres. Pero lo que más le llamo la atención que se mutaban a una de intensa alegría cuando les mostraban a sus inmaduros. Eso era algo extraño, ella nunca había visto que ninguna Meltran se alegrara especialmente de ver como los nuevos Zentraedi emergían de las cámaras de clonación; para ella, ese no era un motivo especial de celebración, sino algo normal y necesario dentro de una sociedad que sufría tantas bajas durante los combates.

 

Al procesar toda esta información, Azonia murmuraba para si “tengo tanto que aprender…”. Más aun cuando comenzó a leer acerca de cómo los inmaduros crecían y llegaban a ser formas adultas e independientes, algo que ella creía imposible porque siempre había visto a los Zentraedi nacer ya como adultos. Pero los inmaduros eran de verdad, les había visto entre los Micronianos y sabían que comían esa sustancia tan peligrosa que ellos llamaban “leche”.

 

Lo que más la confundía era que, después de haber leído todo sobre cómo ocurría el proceso, podía torturarse a una mujer. Shianne, Akian y todas las demás estaban totalmente convencidas de que los varones micronianos torturaban a sus mujeres, pero en todo lo que había leído no se decía nada sobre “tortura”, y el único dolor que había era el del parto. Recordó entonces que ellas dijeron que los hombres micronianos torturaban a sus hembras para llegar a producir el embarazo, así que tal vez todo lo que había leído sobre la cópula era la tortura en sí.

 

En ese caso, ahora lo tenía claro: tenía que evitar que Khyron hiciera algo así con ella.

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Khyron, en cambio, tenía la mente ocupada la mayor parte del día en otras cosas más bien de orden práctico que las preocupaciones que atenazaban a Azonia.

El traslado hacia el Amazonas ya había comenzado; Grell ya se encontraba allá junto con la avanzada que había llegado primero, y ahora se estaba ocupando de acondicionar el crucero para los que estaban en camino, además de hacer corredores de ruta seguros para no solo estar a salvo no solo de los VT, sino que también de otros zentraedis que no servían a los micronianos ni tampoco tenían señor. Esos bandidos se dedicaban al robo y el contrabando para poder sobrevivir y no seguían más que sus propias reglas. Un encuentro con ellos podía resultar especialmente peligroso, no solo por el entablar combate y gastar más aun el mermado arsenal, sino porque estos los delatarían sin problemas para poder conseguir las recompensas que ofrecía el gobierno micran.

 

Khyron se ocuparía personalmente del traslado de la cámara conversora, que era la parte más delicada de la mudanza no solo por el peligro de ser descubiertos con ella, sino que debía ser movilizada con extremo cuidado para poder preservar sus funciones. Por lo mismo se estaba posponiendo su traslado hasta que las condiciones fuesen las mejores.

 

Gerao se estaba haciendo cargo de coordinar el traslado del arsenal y los alimentos. Pequeños destacamentos estaban trasladando de forma fraccionada todas las armas que poseían debido al riesgo de ser descubiertos y perder parte de él. Hasta el momento las cosas iban resultando relativamente bien, pero también era consciente de que había bajas importantes debido a la gran distancia que tenían que recorrer, y el riesgo de ser descubiertos por sus enemigos, aparte había que sumar que algunos aprovecharon la oportunidad para desertar hacía la vida cómoda que les ofrecían los micronianos, o directamente se unían a los grupos de bandidos que localizaban durante el viaje. Khyron sabía que había muchos peligros en el viaje, pero contra cosas así no podía hacer gran cosa, solo evitar que sucedieran.

 

Sin embargo, su mayor preocupación estaba concentrada en Azonia; él no la veía en condiciones de poder recorrer esa enorme distancia que cubría desde el ártico al Amazonas. Sabía que, con la grave anemia que estaba padeciendo, era muy probable que no resistiese esa marcha y pudiese quedar muerta en el camino. Esa idea lo atormentaba, de solo pensarlo le producía una profunda angustia y rebeldía contra las circunstancias que se encontraban viviendo.

 

“No podría dejar que le sucediera algo malo.” pensaba casi de forma obsesiva “No con todo lo que significa ella para mí, y todo lo que hemos vivido juntos estos últimos día.” Con este pensamiento no pudo evitar el sonreír a pesar de lo preocupado que se encontraba, recordando los últimos descubrimientos que había hecho.

 

Como por ejemplo, que al fin le había encontrado una explicación y una solución a esa extraña inquietud en su entrepierna. Se dio cuenta que su problema en su condición de hombre realmente parecía deberse a Azonia: cada vez que estaba cerca de ella y ambos comenzaban a acariciarse, su sexo, que normalmente permanecía flácido y que solo le molestaba cuando deseaba orinar, comenzaba a cobrar vida propia, quedando cada vez mas hinchado y erecto…Lo que le resultaba muy perturbador y vergonzante porque se notaba su presencia a través del pantalón y porque a priori no podía controlarlo. Más aun cuando por ley estaba prohibido que ciertas partes del cuerpo fuesen vistas por otros, solo se hacían excepciones cuando se ocupaba una cámara conversora o por motivos de salud; por eso que su sexo aumentase de tamaño y quedase en evidencia sin poder controlarlo, le resultaba muy vergonzante, más en su caso personal que era el jefe y no podía dar la impresión de no tener control sobre su cuerpo a sus subordinados.

 

En una de esas sesiones de caricias, que en esos últimos días frecuentemente compartía con Azonia, se dio cuenta que estaba a punto de eliminar materia orgánica (algo que a pesar de todo le causaba un placer enorme pero que le seguía resultando desconcertante) y apenas alcanzó a salir corriendo a un baño privado para evitar que se ensuciara su ropa, todo esto ante la atónita mirada de Azonia que no sabía por qué razón había ido al baño con tanta urgencia. Al llegar y manipular su miembro para sacarlo del pantalón, se dio cuenta que con algunos movimientos y caricias sobre la piel del mismo podía incrementar el placer, tanto que incluso su respiración se aceleraba mucho, como si estuviera en combate, y finalmente llegaba a eliminar materia orgánica como las veces anteriores y coincidiendo con el momento en que sentía mayor placer.

 

Desde ese momento pudo dormir mejor; ya no ensuciaba la ropa de cama, ni tampoco corría el riesgo de que le sucediese un accidente estando con Azonia. Tan solo con aplicarse ese placentero tratamiento al menos una vez al día (a veces eran mas, todo dependía de sus pensamientos, el ejercicio físico que hiciese y la cercanía de Azonia) resultaba suficiente. Lo extraño es que nunca antes había imaginado que podía experimentar algo así, un placer comparable al del combate pero sobre su propio cuerpo. Que él recordara, nunca había sabido de ningún zentra que dijera que se podía sentir algo así solo por manipular esa zona de su cuerpo, así que la única explicación que había era que realmente se debía a una alteración más de las que estaba sufriendo desde que llegaron a ese mundo, o una enfermedad de origen microniano que él habría contraído por el contacto con los espías que habían vivido con ellos.

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También recordó con ternura, la batalla de la mermelada…Ocurrió que la tarde del día anterior, le llevó de regalo a Azonia un frasco de mermelada, que era una pasta hecha a base de frutos, y que según Gerao era bastante buena y no caía mal al estomago.

Azonia no le tenía mucha confianza a la mermelada ni a cualquier producto de origen desconocido y poco claro; aún recordaba el episodio de la leche y no quería llevarse sorpresas desagradables. Pero Khyron no tenía tanta desconfianza sobre esa sustancia que solo era un puré de frutas, y se puso mermelada en sus dedos color lavanda con los que comenzó a molestar, pasándoselos cerca de la cara para ensuciársela, dejando machas de color naranja sobre su piel mientras que reía con ganas. Azonia, para pelearle, también se puso mermelada en los dedos, y sin querer, la dulce pasta de melocotón le chorreó en la clavícula izquierda a Khyron.

 

Sin pensarlo siquiera, ella se inclinó y lamió la mermelada de la clavícula de él ahora que ya le había perdido el miedo, aprovechando de pasarle la lengua por el cuello, lo que les provoco en ambos un ataque de risa. En venganza, Khyron le pinto la cara con un poco de mermelada y de esa forma ambos continuaron atacándose mutuamente… No se dieron cuenta de cómo fue subiendo de intensidad, pero unos breves minutos más tarde, parecía un entrenamiento de lucha con mermelada condimentado con besos cada vez más intensos y apasionados.

 

Hasta que de pronto, sin querer, Khyron le chorreó esta vez en el escote de la camisa de dormir…y estaban los dos tan entretenidos en el juego, que sin pensarlo siquiera Khyron se inclinó y le lamió el escote para limpiarla, comenzando a bajar con su lengua mientras que con su mano rechaza a un lado la camisa… hasta llegar al pezón y comenzar a rozarlo suavemente con la punta de la lengua. Azonia no pudo reaccionar, sino que por el contrario se quedó quieta con los ojos cerrados, apenas conteniendo las ganas de gemir de placer, disfrutando de las caricias brindadas por Khyron. Se había quedado asombrada y gratamente sorprendida por las caricias que le esta profiriendo Khyron y las intensas sensaciones tan placenteras que en ella despiertan, mas cuando estas caricias habían sido secretamente deseadas por ella; parecía que Khyron le hubiese leído el pensamiento y el deseo que ella había guardado secretamente por algo así durante los últimos días por fin se hubiese hecho realidad. Sin detenerse mucho más, Azonia se entregó por completo a disfrutar del intenso momento que estaban compartiendo, sonriendo en secreto para si misma por ver cumplido su deseo.

 

De pronto, sus manos parecieron reaccionar y comenzaron a recorrer los brazos de Khyron sintiendo sus músculos bien marcados tan diferentes a los de ella, más delgados y delicados en apariencia; le sacó la camiseta y se quedó mirando su pecho tan diferente al de ella, ahí era todo músculos en lugar de las protuberancias que ella tenía, y además observó que el tiene unos delicados vellos en el pecho que a simple vista no se notaban, pero que le dan un tacto diferente a su piel; no se resistió a tocarlos y recorrerlos porque ¿qué había de malo en ello cuando él mismo le había estado lamiendo un pecho? Si ella lo había deseado, seguro que él también.

 

Khyron recibió las caricias con sorpresa; no esperaba que ella, tan comedida como era, fuese a hacer lo mismo que él había hecho… ¿Acaso ella también había deseado acariciarle el pecho en secreto? Eso no importaba porque la sensación le resultaba muy placentera y simplemente se dejó hacer. Azonia recorría su pecho, despertando sensaciones en su piel, totalmente desconocidas y novedosas que le perturban y le excitan en sobremanera. Él, quien siempre había querido disfrutar de cada momento de su vida, ahora estaba totalmente entregado a disfrutar no solo de las intensas y gratificantes sensaciones táctiles que ella le proporcionaba, sino que de algo mas profundo el compartir su intimidad y su cuerpo con alguien tan importante para él.

 

No esta dispuesto a negarse nada, aunque no sabía a ciencia cierta a dónde llevaba a esa intimidad que estaban compartiendo, ni siquiera había imaginado nunca que algo así se pudiese hacer; solo se dejaba llevar por sus instintos como aquella vez que sintió el impulso de acariciar su cabello. Ahora es un impulso semejante solo que mucho más intenso y perturbador.

 

Él, a medida que le había ido recorriendo con sus manos y sus labios, torpemente había deslizado la camisa de dormir fuera del cuerpo de la meltran, que ha ido a parar al suelo. De esa forma, Azonia quedó prácticamente desnuda apenas vestida solo con sus bragas y sin que, sorprendentemente, reaccionara con disgusto o violentamente; parecía que hubiese estado esperando algo así, como cuando él la besó en el pecho. Khyron se quedó con la boca abierta, tan sorprendido por lo que veía como por la reacción de ella; mientras, observa con deleite su cuerpo esplendido pese a estar cubierto aun por las vendas y que había sido apenas insinuado por el uniforme. Khyron se sorprendió a si mismo por no estar preparado por lo que veía; en muchas transmisiones micronianas había visto innumerables veces a hembras en paños menores y aun incluso desnudas…Pero aunque sabía que eso era lo que iba a encontrar, (sobre todo después de haberle visto el seno a Azonia solo unas noches atrás), nunca le habían resultado particularmente llamativas porque las mujeres Micronianas le parecían tontas y endebles incluso aunque en secreto había reconocido que Minmey era hermosa. Pero sobre todo era porque nunca creyó que esas imágenes fueran algo importante, sino otra más de las tonterías que esos seres hacían… Pero ahora, verla a ella delante de esa forma, le producía una intensa excitación que le recorría como corriente eléctrica el vientre y se proyecta en su entrepierna, que responde al impulso con una hasta casi dolorosa erección. Ahora le había resultado más obvio que nunca que la presencia de Azonia, o mejor dicho, su cuerpo, era lo que provocaba esa extraña reacción en él. ¿Era por su desnudez? Tal vez, pero era la suya y no la de todas esas mujeres micronianas.

 

En esa situación, alzó la mano con suavidad y le descubrió la venda sobre su hombro a Azonia; allí tenía la cicatriz de la herida en el hombro que se hizo cuando los micronianos le tendieron la emboscada para liberar a Minmey. La tocó suavemente y depositó en ella un beso suave, delicado, que Azonia devolvió depositando un beso apasionado en su cuello, mientras iba subiendo con su labios hasta llevar a su oreja en donde le profirió unos pequeños mordisco mientras que el tupido cabello azulón de él le hacía cosquillas en la cara; eso le transmitió una descarga eléctrica por todo el cuerpo, que le embarga por completo, mientras a cada minuto que pasa, la deseaba aun más, incluso sin llegar a entender cuál era esa necesidad que sentía de ella…

 

Azonia también era consciente de sentir una intensa necesidad de contacto con Khyron, de abrazarlo. Él le había desnudado casi por completo y ella no se había negado sino que también había hecho lo mismo con él; mas no lo sentía como que estuviese mal, por el contrario es una necesidad urgente e imperativa que no iba a negarse, mientras se entrega con frenesí a ese desconocido contacto físico. “Nunca más” murmuraba entre dientes, mientras iba besando el cuello de Khyron, pensando que no iba a limitar sus sentimientos solo porque alguien había dicho que no era correcto, cuando se sentía mejor de lo que nunca se había sentido en toda su vida, ni siquiera en una de sus más sonadas victorias.

 

Terminaron rodando sobre la cama, intercambiando besos y caricias, sucios de mermelada, hasta que el cansancio y el hambre los venció, y debieron higienizase para poder pedir algo de comer, de lo contrario sus subordinados se habrían alarmado de verlos es esas pésimas condiciones, además de dar mal ejemplo en cuanto al aseo personal.

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Khyron fue sacado bruscamente de sus pensamientos cuando se dio cuenta de que esa no era su actual preocupación principal; debía centrarse en la realidad y dejar de soñar despierto. En ese momento tocaron la puerta.

 

-Pasa.- ordenó tratando de aparentar seriedad.

 

Cuando la puerta se abrió, dio paso al sargento Gerao.

- Jefe, ¿qué necesita?- le preguntó el feo zeltran sin rodeos. Gerao siempre era así de impertinente, pero a Khyron no le importaba.

 

-Azonia –contestó Khyron con rostro preocupado-…no esta en condiciones de viajar hacia el Amazonas, perdió mucha sangre y aun no se ha recuperado-.

 

- Es cierto jefe, ese viaje es muy largo y no esta exento de peligros. Ya ha visto los informes: no solo por esa travesía por lugares inhóspitos, sino que también por los micronianos y bandas de renegados zentraedis que se dedican a robar.- le dijo Gerao compartiendo la preocupación de Khyron, mientras se rascaba la cabeza.

 

- Lo sé, Gerao. Por eso es que te hice llamar, para buscar el modo de que Azonia pueda llegar al Amazonas sin sufrir daños. La lealtad de las meltrandi depende de ello.-

 

-Y jefe ¿por qué no la microniza? Así sería más fácil llevarla hasta allá. Ella podría viajar en un bolsillo suyo.-sugirió el sargento, sonriéndole de forma picara.

 

- ¡¿Cómo se te puede ocurrir una estupidez así?!- estalló Khyron – ¿cómo se te ocurre que Azonia pudiese ser reducida a esa miserable condición?-

 

-Jefe… no se ponga así porque sabe no es tan mala idea. –contestó Gerao, aparentemente sin miedo a la reacción de su impredecible líder,- Si ella es micronizada, no tendría necesidad de caminar ni esforzarse y podría viajar escondida. Incluso si desgraciadamente hubiese un encuentro con los micronianos, ella tendría posibilidades de escapar. Pero si ellos la encuentran y la reconocen, podrían matarla sin más trámites, o peor aun, que esa escoria de zentraedi renegados pudieran entregarla a los micronianos a cambio de su sucia recompensa. En cambio, micronizada, podría quedarse escondida y escapar después del enfrentamiento.-

 

- Admito que después de todo es una buena idea si lo vemos desde ese punto de vista.-respondió Khyron con más tranquilidad en el rostro y pensando que cómo no se le ocurrió antes y dejarse llevar por sus prejuicios hacia los micronianos. Era por cosas como esa que no le molestaba la impertinencia de su sargento de confianza. - Solo que no podríamos viajar juntos, debo ocuparme de la cámara y no puedo cuidar de ella también.-

 

-Pero la podría enviar con un destacamento de zeltrans que lleven comida. Así sería menos riesgoso en el caso de ser sorprendidos que si llevasen armas; en ese caso serían ajusticiados sin tramites, pero su sorprenden un inocente grupo con comida, pueden simular que van hacia alguna ciudad microniana. Yo puedo elegir a soldados de confianza que le custodiarían hasta llegar al Amazonas.- le respondió Gerao.

 

-Es una idea muy interesante.-respondió Khyron con cara de estar preocupado aun no del todo convencido - Lo reflexionare y mas tarde te doy una respuesta definitiva. Ya te puedes ir.-

 

“Jeejeje…” rió para sus adentros Gerao, mientras se adentraba por el pasillo principal “Seguro que lo va a pensar…más bien diría ‘le voy a preguntar a Azonia’. Eso debería decir en lugar de que solo va a pensar en ello. ”

 

Rápidamente, Khyron se retiró a los aposentos de Azonia (o sea, los suyos) para comunicarle el plan que Gerao había tenido. Por más que lo pensara, no le veía mejor solución a la partida de ella, estaban perdiendo un tiempo precioso y había que ponerse en marcha ya; cuanto más tardaran en salir de ahí, resultaba más probable ser capturados… Y él había retrasado la partida por causa de las heridas de Azonia. Pero la posibilidad de que ella no pudiese soportar el viaje le atormentaba y le estaba haciendo ser irresponsable con sus hombres y la misión. Como Zentraedi, Khyron sabía que no podía sacrificar a todos sus hombres por el bien de uno solo, eso era algo que nunca le daría la victoria.

 

-…Azonia- exclamó Khyron, tragando saliva con dificultad cuando entró en el cuarto donde ella revisaba unas notas, ignorante de lo que iba a anunciarle.-Yo…yo creo que es mejor que partas mañana…- titubeo al decirlo- Ya es hora de irse. No se puede retrasar más, si lo demoramos más tiempo, será mas probable que nos encuentren.- se rascó la sien incómodo por la posibilidad que tenía que plantearlo a ella. -Pero será mejor que lo hagas micronizada. Así sería más fácil transportarte y poder esconderte en caso de ser descubiertos- le explicó con preocupación.

 

Khyron sabía que la micronización era un riesgo al quedar más expuestos a los elementos y a sufrir potenciales accidentes (como la vez que en un descuido arrojo un vaso sin tomar en cuenta que había cerca un zeltran micronizado) pero no había elección, Azonia no estaba en condiciones para enfrentar el viaje por si misma y eso era algo que ella también debía saber.

-Es verdad -asintió Azonia con rostro serio tras escucharle atentamente- No me gusta la idea de ser micronizada, me da… asco. Pero si apenas soy capaz de recorrer la nave entera, sé que por mis propios medios no llegaría al Amazonas. ¿Viajaremos juntos?-inquirió con ansiedad, buscando con su mirada los intensos ojos negros de Khyron.

 

-No, Laplamiz.-respondió Khyron con gravedad evitando mirarla a la cara; se le hacía difícil no solo decírselo sino que aceptarlo él mismo. -Yo debo ocuparme de la cámara. Sabes que es la parte más arriesgada y no quiero distracciones ni peligros innecesarios. Si vas junto a mi no me voy a ocupar de la cámara como es debido. No me gusta tener que elegir de esta forma, pero necesitamos la cámara para tu bienestar, y ya lo sabes hay: tiempo para cada cosa. Por eso es que no debemos viajar juntos-.

 

-Entiendo… la cámara es la principal prioridad. Aunque no me guste la idea de que tengas que elegir entre esa máquina y yo, ahora mismo es lo más importante.- afirmó Azonia con su mentalidad militar. – Entonces…- contestó coquetamente -Así será.- Y diciendo esto, se avino lentamente, y fue acercando su boca al oído de Khyron, -…Pero auque te preocupes tanto por esa cámara, eso no quiere decir que no me puedas dar una buena despedida…- al decir esto, le mordió suavemente el lóbulo de la oreja dejando claro qué quería hacer. Azonia había acabado por descubrir que él era particularmente sensible a ese gesto y sabía cómo usarlo con él.

 

A esa insinuación, Khyron le respondió:

 

-Será inolvidable.- y enlazó su cintura con el brazo, apoyando su cabeza sobre el hombro de Azonia.

 

Ella le respondió coquetamente en ese juego que ahora le gustaba practicar tanto con él, un juego desconocido hasta ahora por ellos pero que estaba lleno de insinuaciones y deseo:

 

-Humm… Eso esta por verse.- mientras pasaba su nariz apenas rozándole el cuello a Khyron.

 

El Zeltran sintió como una descarga eléctrica recorriéndole por el cuerpo, ella sabía bien cómo insinuarse de esa forma y él estaba comprobando cómo lo hacía con él, pero no le importaba sino que lo deseaba. Mientras esto pasaba, Azonia comenzó a desabrocharle la chaqueta de su uniforme color borgoña, que rápidamente cayó al piso dejándole en camiseta. Él la tomó de la mano y la condujo hasta la cama sin que ella se opusiera. Los dos sabían perfectamente qué venía a continuación.

 

Al llegar a la cama, Khyron fue quien tomó la iniciativa, rodeándola por la cintura y sentándola sobre el lecho que ahora compartían, mientras que él se situaba de rodillas frente a ella. Allí, comenzó a quitarle lentamente la chaqueta de su destrozado uniforme sin mangas, y la ropa interior que debajo había, hasta dejarla desnuda de la cintura hacia arriba, algo que después de lo del día anterior con la mermelada ya no le avergonzaba igual. Durante todo el tiempo no cesó de besarla sin que ella se resistiera con besos que recorrían sus labios, cuello, mientras que con una mano acariciaba uno de los senos y la otra estaba recorriendo tímidamente una de sus piernas; ahora sabía que a ella le gustaba mucho que la acariciaran de esa forma. Tenía la duda de si eso le ocurría a todas las meltrandi o solo a ella en particular, pero le llamaba la atención ver que Azonia fuera tan sensible con esa parte de su cuerpo en particular… Tal vez por eso las meltrandi siempre se protegían tanto el torso.

 

Azonia no podía reprimir sus deseos de gemir al ser acariciada de semejante forma, y de quitarle la camiseta y los pantalones a Khyron para responder a todas sus atenciones. Lo más difícil de quitar fueron las botas con los zahones azules que las cubrían.

 

-Malditas botas.- gruñó en voz alta Azonia lo que le causo bastante gracia a Khyron de verla así, tan ansiosa ella que siempre tenía un regio autocontrol.

 

-Estás realmente impaciente.- rió –Déjame a mí.- y él mismo tiró de ellas para quitárselas hasta quedarse descalzo.

 

Finalmente, el Zeltran de piel lavanda, quedó solo en bóxer, de una forma que nadie más había visto en él salvo ella, tan diferente de su acostumbrado corte militar en uniforme. Ella se fue acostando boca arriba en la cama para dejarle espacio mientras él iba trepando sobre ella al tiempo que la seguía besado; hacía tan solo un mes todo aquello había sido impensable, pero ahora ninguno de los dos lo encontraba escandaloso, sino que solo era una muestra de la relación que tenían. En un momento, Azonia separó sus piernas de forma instintiva, situándose Khyron en medio de ellas y quedando en contacto ambas entrepiernas. Hasta ahora, nunca se habían permitido semejante contacto.

 

Fue en ese momento cuando Khyron hizo un giro imprevisto, de forma que ahora era Azonia quien estaba montada a caballo sobre él.

 

-¡Qué hermosa vista!-exclamó con picardía Khyron en referencia a los senos de Azonia que veía claramente desde su posición.

 

Mientras, ella ignoró su comentario y se inclinó sobre él para besarle con cada vez mayor intensidad. Khyron no paraba de acariciar sus senos que están cada vez más erectos, algo que parecía gustarle tanto a él como a ella.

 

Las manos de Azonia recorrían los costados de Khyron tocando cada metro de su piel lavanda, tan diferente de la de color rosado de ella, y llegando al límite del boxer, acariciándole por encima los muslos. En un momento, fue ella quien le había hecho girar de nuevo a Khyron hacia un costado y comienza a besarlo bajando por su cuello, pectorales, vientre… mientras que sus manos comenzaban a recorrer sus glúteos; si él podía tocarle el pecho, ella podía hacer lo mismo con su parte de atrás, ¿ o no?

 

Ambos sabían perfectamente que lo que estaba haciendo estaba prohibido por las leyes de su gente: besarse, acariciarse con el agravante de que alguien del sexo opuesto les viese sin ropa y más aun en ese estado totalmente fuera de control. Ninguno de los dos lo dijo en forma audible, pero no solo no se arrepentían de lo que estaban compartiendo, sino que no estaban dispuestos a renunciar a esa intimidad recién descubierta. ¿Qué tenía de malo si era tan placentera? ¿Por qué debía estar prohibida como decían las leyes de su pueblo? Era absurdo.

 

Pero a pesar de ser así, Khyron no podía controlarlo más; contra su voluntad, su entrepierna estaba cobrando vida propia…Empujado por ese extraño deseo, en un movimiento rápido, se ubicó nuevamente sobre Azonia, quedando otra vez atrapado entre sus piernas; de esa forma ambos comenzaron a moverse rítmicamente siguiendo el instinto. En un momento dado, Khyron sintió que ya no se va iba a poder controlar si Azonia seguía moviéndose de esa manera tan peculiar.

 

-De…detente...-le suplicó con la voz entrecortada.

Pero Azonia no entendía su petición y siguió sin detenerse, hasta que de pronto Khyron se desplomó sobre ella, diciendo su nombre entre jadeos dejando a la meltran sorprendida por su reacción.

 

En ese momento, ella se dio cuenta que había algo húmedo mojando su entrepierna… “¿Será que…? No, no lo creo, no creo que pueda ser eso…” pensó Azonia casi al borde de la desesperación al recordar todo lo que había leído solo unos días atrás.

 

Instantes después, Khyron parecía volver un poco en si; aun desplomado sobre Azonia, le dio un beso suave en la boca y la miró con cara de vergüenza y pena.

 

-Lo siento- se disculpó, algo extraordinario en él- Esto me pasa a veces desde que estamos en este planeta. No sé que enfermedad contagiada por lo micronianos será, pero la he contraído. No sé por qué, pero me ataca cuando estoy contigo o pienso en ti. Esta vez no lo pude controlar y emití ese líquido… pero sé que no es peligroso ni contagioso. Lo analicé y solo es un líquido orgánico que contiene material genético mío.-

 

Azonia escuchó asombrada su explicación. Ahora ya lo tenía todo claro; entendió el porqué de los besos cada vez mas apasionados, los juegos de manos sobre su cuerpo, el calor en su entrepierna… Todo esto estaba ¡preparando el terreno para ser torturada! ¡Y por Khyron! ¡Él que era la persona que más le había importado--- más incluso que sus más cercanas subordinadas! Debía arreglar ese equivoco cuanto antes, si no terminaría como pasó Mirilla y Seloy, siendo simples juguetes en las manos de varones micronianos pervertidos.

 

-No es una enfermedad lo que tienes.-le respondió con gravedad a Khyron y tratando de serenarse para explicárselo de la mejor manera -Es algo que te sucede por comer alimentos sin protocultura, como a mí me sucede con el sangrado de mi cuerpo.-

 

Al escuchar esto, Khyron se incorporó y se sentó frente a ella sobre la cama; su expresión cambió desde la pena y rabia a una de curiosidad. En otras circunstancias Azonia había encontrado esos cambios en su gesto como algo gracioso, pero para ella nada de lo que acababa de pasar lo era.

 

- ¿Por comer comida natural? Entonces, ¿es parecido a que tu cuerpo sangra? ¿Quiere decir que puedo generar descendencia?- Le pregunto muy asombrado a Laplamiz, con los ojos muy abiertos de la impresión.

 

-Sí, es cierto, eso es lo que te pasa a ti por ser un Zeltran… Pero también es cierto que esa capacidad tuya puede generar mucho dolor y hacer daño a las Meltran…y en particular a mi -al decir esto, Azonia se cubrió con una sabana, ocultándose de él- Po …porque si seguimos avanzando en la forma en que intimamos, me llegarás a torturar, igual que lo hacen los micronianos con sus mujeres.-

 

Este ultimo comentario dado por Azonia con tanta seguridad, puso furioso a Khyron; nunca esperó ser comparado con un microniano, y menos por Azonia, en algo tan personal e importante para él, como eran los extraños sentimientos que le unían a ella desde hace ya tanto tiempo y que desde que estaban en la Tierra habían aumentado enormemente, hasta casi ocupar la mayor parte de su vida. No era su culpa padecer esa enfermedad o sufrir esos cambios en su cuerpo, él no la había buscado, no deseaba ser fértil ni comportarse como un animal, tan solo necesitaba de Azonia y esa era la única verdad. Pero esa afirmación de ser capaz de maltratarle le sacó totalmente de quicio.

 

-¡Cómo te atreves a decirme una cosa así!- Casi rugió de rabia levantándose de un salto de la cama, -¿¡Acaso te volviste loca!? ¡Yo soy un zentraedi, no un microniano degenerado!…Y lo que siento por ti no es una alteración química. Ya estaba presente en mí aun antes de venir a parar en este maldito planeta, antes de consumir alimentos sin protocultura, de venir a este sistema solar…incluso mucho antes de lo que imaginas. ¡Deberías saber que jamás te haría daño, sino hace mucho que estarías muerta! ¡Me escuchaste! ¡Muerta!-

 

Mientras decía esto, se iba vistiendo rápidamente con el uniforme que siempre llevaba, luego pateo una silla, y por último, se fue furioso de la habitación sin mirar atrás.

 

Azonia quedo estupefacta por su contestación; nunca espero que el reaccionara de esa manera ni las confesiones que le hizo acerca de la naturaleza de sus sentimientos hacia ella. Entendió que había cometido un grave equivoco al poner en duda la sinceridad de Khyron; después de todo, él era un Zentraedi y no mentía. Sin saber que hacer para reparar su error, enfrentándose a una situación emocional –el despecho- que nunca antes había sufrido, no se pudo controlar más su pesadumbre y se puso a llorar en silencio sobre la cama hasta que se quedo dormida.

 

Mientras tanto, Khyron se había ido a la antigua sala de mando que estaba semi destruida. Una vez allí, aprovechó de desahogar su ira producida por semejante despecho, pateando algunos de los muchos escombros que había allí hasta que se cansó. Pese a haberse desahogado, no podía creer que se hubiese descontrolado de esa manera frente a Azonia; él sabía que era razonable que ella tuviese temor, y no solo porque ella tenía una mente demasiado regida por las normas y el protocolo que estaban trasgrediendo, sino por todo lo que las meltrandi que habían huido de los micronianos le habían contado sobre las torturas que sufrían sus mujeres.

 

Aunque una cosa era compartirlo con él y otra pensar que sería capaz de maltratarla cuando él seria incapaz de hacerla daño de ninguna forma. Era cierto que a veces podía llegar a ser muy cruel con sus enemigos e incluso con sus subordinados… pero no con ella, la meltran que había poblado de sueños su vida, la que le había dado razones para esforzarse y querer ser más cuando el apenas era solo un teniente…

 

“Si ella lo recordara como hago yo… sabría que soy incapaz de hacerle daño.” Finalmente, se acomodo en un sillón que estaba al menos utilizable, hundió su cara entre sus rodillas y agarró en un puño sus tupidos cabellos acerados, tratando de controlar así la furia que sentía contra si mismo.

 

-¡Cosmos!-murmuró para si - Cómo me comporte con ella, ahora sí que no a va a tener dudas de que yo seria capaz de hacerle daño.-

 

Por primera vez en mucho tiempo, Khyron se recriminó a si mismo por su carácter violento.

 

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