Fanfic Name / Nombre del Fanfic: Viñetas Letra-K
Chapter / Capitulo: Capítulo-5 Descubriendo el Mundo
Author / Autor: Ameban
Dedicated to / Dedicado a: A todos los fans de los Zentraedi
Rating / Clasificacion: AP15 (For Teenagers = Para Adolescentes)
Adventure / Aventura
Angst / Drama
Fanfic: Fanfic de Robotech/Macross por Ameban (Isabel M.) Todos los derechos están reservados a la gente de "Harmony Gold-LTD", Estudios "Nue", Mikimoto, Noboru Ishiguro, etc...
Esto es solo desvaríos de una fan para pasar el rato. Yo no gano dinero con esto.
>>>Notas de este capítulo:
Aquí hay más referencias sobre la serie que en el capítulo previo, no obstante vuelvo a rogar a los fans puristas, tanto los de "Macross" como los de "Robotech", que no tengan en cuenta las menciones de una y otra historia. A mi me gustan ambos universos y no veo por qué tengan que estar enfrentados.
Espero que haya gustado la portadilla que hice para esta historia y que está en Deviantart.
Disfrutadlo!
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5- Descubriendo el Mundo.
"Hecho pura memoria,
hecho aliento de pájaro,
he volado sobre los amaneceres espinosos,
sobre lo que no puede tocarse con las manos."
-Vicente Alexander.
***
La misión de Grell y Gerao se dividió en dos ramas distintas y cada uno de ellos se ocupó de un aspecto del espionaje en particular.
Por un lado, Gerao se encargó de las cuestiones relacionadas con el aprovisionamiento; los espías seleccionados y mandados por él tenían la misión de conseguir alimentos (preferiblemente de origen natural, que eran mucho más demandados) y conocimientos prácticos que pudieran serles de utilidad como la reparación de maquinaria y el mantenimiento de la misma.
Por otro lado, Grell se encargó de los aspectos tácticos. Su principal misión era averiguar lo más posible sobre los movimientos de los Micronianos, su potencial de combate y su organización militar, lo que incluía posibles objetivos tácticos y militares que Khyron pensaba utilizar en el futuro, cuando ya estuviesen más preparados para hacer alguna clase de movimiento.
Entre ambos, poco a poco los Bottoru empezaron a conocer más sobre sus adversarios y sacar provecho de las cosas que iban descubriendo. Pero en todo momento había una cuestión clara: los espías tenían que estar profundamente comprometidos con su causa, y aunque trabajaran con sus antiguos camaradas, ahora Zentraedi renegados, y vivieran en la sociedad de los Micronianos, en ningún momento debían dejarse seducir por ellos y los atractivos intrínsecos de su cultura. Era por eso que Khyron había advertido que no se escogiera a los voluntarios, sino precisamente a los que mayor deseo tenían de permanecer junto a los Zentraedi auténticos. En ese aspecto, había algo más: sus movimientos debían permanecer en secreto, y no dar a conocer en ningún momento el nombre del Comandante Zentraedi que orquestaba toda aquella red de espionaje.
Ningún Microniano ni Zentraedi renegado debía saber que Khyron seguía vivo... aún.
Al principio la operación resultaba difícil. Debido al aislamiento, los espías resultaban más Zentraedi que la mayor parte de los que ya llevaban meses conviviendo con los Micronianos, tanto que incluso algunos se sentían todavía incómodos por la presencia de mujeres (una veintena de Meltrandi en una nave con unos 3000 Zentrandi era una diferencia abismal como para permitir una adaptación real) y muchas veces su ignorancia sobre lo que les rodeaba era tal que provocaban las risas entre sus compañeros Zentrandi ya más adaptados; solo sus ropas robadas de color púrpura les hacían realmente parecer Zentran integrados.
Pero eso solo fue al principio; tras unas pocas semanas, empezaron a verse los primeros resultados.
***
Los espías volvía a su base central trayendo curiosos descubrimientos, algunos útiles, otros valiosos y otros simplemente curiosos o banales. Lo que más rápido se empezó a distribuir, gracias a los hombres de Gerao, eran los alimentos de origen natural, que casi de forma inmediata, sustituyeron por completo a los compuestos de protocultura que habían ido rescatando de otras naves. La variedad era asombrosa, literalmente parecía que los Micronianos comían cualquier forma de criatura viva, ya fuese vegetal o animal... lo que incluía desde criaturas marinas, frutos, plantas y sus hojas, animales terrestres, marinos o aéreos, lo que fuera. Y además los cocinaban para que resultaran más sabrosos y poderlos digerir con más facilidad. El problema era que esas mismas criaturas solían tener tamaño "Microniano" y resultaban ser insuficientes, así que para poder abastecer a los gigantescos Zentraedi, los Micronianos habían resuelto el problema usando las propias cámaras conversoras con las que poder agigantar la comida... Y los espías empezaron a abastecer a sus compañeros aislados con esa comida aumentada de tamaño de forma regular, quedando el rancho estándar como suministro de emergencia, y solo como último recurso.
Los Bottoru y las Meltrandi que vivían con ellos habían sustituido su almuerzo habitual por el rancho Microniano en estado virgen, y eso cambiaría muchas cosas que ellos no podían ni imaginar.
Cuando los Bottoru recibieron los inmensos cargamentos de comida natural de origen Microniano, empezaron a desempaquetarlos con una mezcla de curiosidad y avidez. Khyron supervisaba la operación para que quedase claro que eso que ahora se iba a repartir entre sus hombres era una muestra de su preocupación por ellos y de su bien-estar, como correspondía a su política de mando dentro de sus tropas. Las cajas estaban llenas de cantidad de productos de origen animal y vegetal, donde destacaban montones de carne partidos en piezas de formas deliberadamente simétricas o transformadas en productos desecados embutidos en formas alargadas. La comida vegetal estaba cruda o preparada, y básicamente consistía en una mezcla de hojas y tubérculos, además de fruta… todos ellos aumentados de tamaño gracias a las cámaras conversoras.
Aparte de eso, también había grandes tanques de sustancias líquidas. Puesto que las cámaras de conversión de tamaño no podían actuar si algo inorgánico estaba en contacto con lo que se iba a modificar de tamaño, los alimentos líquidos no se podían meter en envases artificiales para agigantarlos… pero los Micronianos, ingeniosos como eran, habían resuelto el problema congelando esas sustancias hasta que estuvieran solidificadas y pudieran manipularlas en las cámaras para agigantarlas. Como consecuencia grandes tanques de cosas como zumo, leche y otras bebidas (menos el alcohol, fuertemente restringido al acceso Zentraedi) se habían convertido en cubos que luego se cortaban en raciones para ser distribuidos.
Los sabores que estos tenían eran tan variados como sus formas, colores y texturas, lo que comerlos era muchas veces algo realmente aventurero.
El problema de toda aquella súbita avalancha de nuevos alimentos era que no sabían qué eran muchas de esas cosas, y en otros casos ni siquiera cómo consumirlas o prepararlas. La dieta estándar de la armada Zentraedi simplemente se consumía según salía de las máquinas expendedoras y punto, pero resultaba que los alimentos naturales había que preparadlos cuando los Micronianos no lo habían hecho. Afortunadamente, aunque fuera de forma accidental o por los descubrimientos de los espías, cosas como que la carne se podía preparar poniéndola en contacto con el fuego hasta que se tostara pero sin quemarla, o bien sumergiéndola en agua hirviendo hasta que se ablandara, o combinando este proceso haciendo lo mismo con los vegetales, podía crear interesantes resultados. Los Micronianos conocían muchos de estos procesos, y entre ellos era algo habitual crear nuevas formas de cocinar; así que los espías enviados por Khyron pronto empezaron a distribuir esas enseñanzas entre los asombrados Bottoru que estaban aprendiendo a cocinar, aunque fuera de una forma tan rudimentaria. Cuando eso ocurría, desprendía un olor delicioso que invitaba a comérsela inmediatamente.
Pero hubo otro tipo de cosas que tuvieron consecuencias graves e imprevistas…
-¿Qué es esto?- preguntó Khyron alzando un vaso lleno de un líquido blanco ligeramente más espeso que el agua y que previamente había estado congelado.
-Es una bebida que los Micronianos consumen con mucho interés, jefe.- contestó Gerao ante la mesa repleta de múltiples muestras de la comida natural que su líder había demandado para sus tropas y que ahora revisaba.
-¿Algún tipo de alcohol? –preguntó Khyron intrigado. Nunca había visto algo así y el olor resultaba extraño.
Por su parte, Azonia, situada en una posición rezagada, le dirigió una mirada de desaprobación. Conociendo la fama del líder Bottoru, era normal que preguntara acerca de si una bebida era alcohólica o no… pero ese interés resultaba exagerado incluso ahora, viendo la cantidad de cosas que habían recibido para abastecerse, y cuyo apetitoso olor inundaba el ambiente.
Gerao acabó desmintiendo esa idea.
-No… Es una sustancia de origen animal que ellos llaman “leche”.- explicó con una mueca de estupor.
-¿De origen animal?- exclamó Khyron, sorprendido. Resultaba difícil de creer que un animal pudiera segregar semejante sustancia, aunque fuera mediante un proceso artificial.
-Si, eso dijeron mis espías.- contestó el poco agraciado sargento Zentraedi mientras barajaba otras muestras, -Al parecer lo produce un animal hembra que ellos llaman “Vaca”.-
-¿Vaca?- inquirió Grell en ese momento mirando a su compañero y el vaso que sostenía Khyron en la mano,- Pero eso también es una de las carnes que han traído los espías.-
-Si, es cierto.- Gerao se rascó el cogote con inseguridad, -Los Micronianos comen esos animales, las vacas, pero también se beben con mucho interés ese líquido blanco que ellas producen.-
Khyron había escuchado atentamente las explicaciones de Gerao y nuevamente olisqueó con interés el contenido su vaso, que desprendía un olor ligeramente dulzón.
-¿Será posible que… esto sea carne licuada?-aventuró como hablando para sí.
Y sin pensárselo más veces, comenzó a beber cada vez más del vaso que sostenía hasta apurarlo por completo; tenía un sabor extraño, entre dulzón y agrio, y su fría temperatura hacía agradable beberla, así que no tardó en tomar otro vaso más.
-No está mal.- anunció, -No es nada extraordinario, pero es agradable de beber.- hizo una pausa, -Nunca había probado nada como esto…-
Cuando acabó de beber sendos vasos de leche, Grell le miró con estupor mientras que Azonia hacía grandes esfuerzos por aguantarse la risa ya que ambos comprobaron que la blanca bebida le había dejado marcado un vistoso bigote del mismo color justo encima del labio superior que destacaba sobre el fondo lavanda de la tez de Khyron.
-Señor… Sería conveniente que se limpiara.- sugirió Grell señalando suavemente su cara.
-¿Huh…?-
Algunas horas más tarde tras aquella escena aparentemente inocente, tanto Grell como Azonia fueron informados por Gerao de que Khyron estaba gravemente enfermo; el sargento Bottoru era alguien en quien Khyron confiaba, y él solo había hecho saber a unos pocos que se encontraba en mal estado. Al parecer estaba sufriendo una aguda diarrea, un desajuste gástrico que ellos raramente sufrían dado que su sistema digestivo no se veía forzado a hacer ninguna clase de trabajo extra… hasta ahora que habían empezado a consumir productos de origen natural de forma regular. Sin duda tantas nuevas comidas les estaban afectando, pero en lugar de un empacho puntual, o incluso de la resaca después de una borrachera, esta vez Khyron estaba enfermo de verdad, algo prácticamente inaudito entre los Zentraedi.
E instintivamente sabía que la causa había sido esos dos vasos de la bebida animal que se había bebido sin meditar, la leche.
¿Cómo algo así que los Micronianos parecían consumir con tanto interés le había puesto tan enfermo? Era algo que no acababa de comprender, y que por ahora no podía hacer otras cosa que permanecer recluido en sus habitaciones alejado de la mayor parte de sus tropas para no demostrar su mal estado mientras se sometía a un lavado de estómago. Fue entonces cuando recibió la inesperada visita de Azonia.
Si una vez la líder Meltrandi se había encontrado en sus habitaciones completamente derrumbada por el desanimo y la desesperación, ahora era ella quien se había encontrado al líder del 7º batallón Bottoru con un tono de piel incluso más morado de lo habitual, el cabello pegado a la cara y el cuello por el sudor frío que le embargaba, y pesadamente cubierto de mantas para combatir los escalofríos que sacudían su cuerpo.
Pero además de enfermo, parecía profundamente azorado por la presencia de Azonia y que ella le viese en semejante estado de debilidad, allí sentado en uno de los sillones de los despachos de sus habitaciones hecho un ovillo entre las mantas. Incluso se había quitado la casaca de su uniforme para poder moverse con más facilidad en su convalecencia.
-…He venido a ver qué tal estabas en cuanto he sido informada. –anunció ella antes de que él tuviera la oportunidad de ladrarle cualquier reproche. –No es conveniente que las tropas sepan que su líder se encuentra enfermo por algo como consumir comida Microniana.-
Él la miró con los ojos vidriosos por una mezcla del malestar de su enfermedad y por la ira que sentía al verse en ese estado y que ella le encontrara así.
-Tienes razón.- admitió con impotencia, -Mis hombres no me seguirían si me viesen caído de esta forma y por ser responsable de algo que les podría haber ocurrido a ellos. –hizo una pausa y la miró con furia, -¿Y tú qué, Azonia?- inquirió, -¿Te divierte verme en este estado?-
Por primera vez en mucho tiempo, Khyron tomó consciencia de estar situado en una posición de inferioridad respecto a Laplamiz, y que ella literalmente estaba por encima de él en ese momento; cuando Khyron estaba así de malherido por algo que escapaba a su control, se volvía especialmente susceptible. Azonia, por su parte, era consciente de ello, y comprendía el temor que él tenía. Pero no estaba en sus planes hacerse con el poder de es forma tan poco Zentraedi, y también se sorprendió a si misma al sentir lástima por él al verle en semejante situación, tan débil y derrotado.
-¿Por qué habría de divertirme?- replicó ella en un tono ligeramente ofendido, -No es honroso ver a un Zentraedi caído de esa forma, por una enfermedad y no en batalla.-contestó ella.
Khyron esbozó una sonrisa irónica y murmuró para sí.
-Yo, que he sobrevivido a todo lo ocurrido hasta ahora y vencido en tantas batallas con tantas victorias... soy derrotado por consumir una bebida venenosa para los Zentraedi.-
Azonia no contestó a su comentario, pero entendió perfectamente el sentir del líder de los Bottoru, que ahora aparecía ante él con unas feas ojeras bajo los ojos, y el pelo pegado al cuello y la cabeza; no podía ver el resto de su estado dado que estaba cubierto con una pesada manta, pero sí notaba cómo temblaba suavemente.
Ciertamente Khyron debía sentirse bastante humillado por encontrarse de esa forma, y más ante ella.
-Grell se está encargando de dirigir todas las operaciones en el tiempo que tardes en recuperarte. - informó la líder de los Quadronnos con profesionalizad e intentando calmar el ambiente, - Pero considero que dado lo que ha ocurrido, yo debería hacerme cargo de algunas operaciones... Está claro que no podemos permitir que algo así pase con el resto de nosotros y de nuestras tropas.-
-¿Hacerte cargo?- exclamó Khyron levantando la mirada hacia ella, - ¿En base a qué? Grell es mi primer oficial y confío en su saber-hacer.-
Durante un instante Azonia temió haber sido demasiado osada al proponerle a Khyron la posibilidad de que ella se encargara de dirigir más operaciones mientras que él estaba convaleciente. Temía que se diera cuenta de que ella buscaba el mando.
-Por mis propias Quadronno. -contestó ella esperando acertar, -Yo soy la responsable de lo que les ocurra, -Khyron frunció el ceño un tanto escéptico,- Y también ha que han sido ellas quienes ha descubierto la causa de tu... enfermedad.- explicó, omitiendo la palabra "diarrea" deliberadamente.
-¿Cómo?- exclamó él.
-Di orden a dos de mis oficiales científicos que analizaran los alimentos naturales que hemos recibido, -explicó ella anticipándose a cualquier pregunta de él, -Creí oportuno hacerlo después de lo que te ha ocurrido.-él la miró fijamente, y ella levantó una mano suavemente pidiendo paz. -No he informado a ninguna de ellas sobre la razón de mi orden. Tu verdadero estado solo lo conocemos unos pocos, ni siquiera mi primera oficial, Kyatta, está al tanto de lo que ocurre.-
Khyron esbozó una débil sonrisa cargada de ironía, algo muy propio de alguien que parecía reírse de todo, y luego negó con la cabeza.
-Discúlpame...- contestó débilmente,- No debí dudar de tu intención. Tu orden ha sido acertada.-
Azonia le miró perpleja, incapaz de creerse lo que acababa de oír. Khyron no era en absoluto alguien que pidiera perdón por algo, y si lo hacía, desde luego que no lo hacía convencido de ello, sino en un tono cargado de irreverencia y para salir al paso... Pero sorprendentemente ahora parecía que estaba siendo sincero.
-Es algo que debía haber ordenado hacer yo antes de empezar a consumir esas cosas sin ningún tipo de precaución.- hizo una pausa, -¿Han descubierto algo?-
-Bueno...- comenzó a decir ella más segura de si misma, - No tenemos todo el equipo necesario, y solo están trabajando dos de ellas, pero al parecer muchos de esos alimentos contienen fermentos y proteínas que nosotros no estamos habituados a consumir, y que nos pueden sentar realmente mal.-
-Menuda noticia...- exclamó él encogiéndose bajo las mantas que le cubrían al sentir un nuevo retorcijón en sus intestinos acompañado de un escalofrío a lo largo de su espalda.
-La leche es muy peligrosa. Tiene gran cantidad de calcio, pero también una proteína desconocida que nunca antes habíamos encontrado. Esa es la causante de que ahora... tú estés enfermo.-
Khyron gruñó y se pasó la mano por la cara en gesto de cansancio, enjugándose el sudor que cubría su frente y sienes. Ciertamente su color era más violáceo de lo habitual y Azonia volvió a sentir la misma punzada de lástima por verlo en ese estado, tan poco digno para un Zentraedi.
-Esos Micronianos están realmente locos.- exclamó con aprensión, -Se beben algo que es capaz de enfermar así a un Zentraedi. ¿En qué están pensando?-
-La leche es algo que los Micronianos consumen desde niños. Es posible que por eso sus organismos estén adaptados a beberla o que realmente la necesiten para sobrevivir. –explicó ella a modo de contestación.
El Zentran de tez ahora color morado, apartó la mano de su cara, dejando un curioso remolino de pelo encrespado por el sudor en su frente, y la miró interrogativamente.
-¿Que la beben desde niños?- exclamó repitiendo lo que Azonia había explicado, -¿Qué es “niño”?-preguntó.
Khyron había oído alguna vez esa palabra en el lenguaje Microniano, y por lo que había deducido se trataba de algo relacionado con jugar u obtener algo fácilmente. Pero Azonia había desmentido la idea; ella le miró con asombro al darse cuenta de que él no lo sabía.
De hecho había muchas cosas que Khyron, por su rango, nunca había sabido.
-“Niño” es como llaman los Micronianos a sus vástagos.- explicó, -Son los Micronianos inmaduros, que aún no están totalmente desarrollados.-
-¿De qué estás hablando, Azonia? –preguntó él un tanto exasperado por todo lo que ocurría, -Los Micronianos son melkeszants de sus hembras y punto… ¿Qué tiene que ver la leche con eso y con los Micronianos inmaduros?-soltó un gruñido, -¿Y qué tiene que ver eso con que yo me vaya a recuperar o no?-
Azonia inspiró profundamente y luego suspiró con pesadez.
-Hay algunas cosas que tal vez deberías saber, Khyron. –contestó ella despertando su curiosidad, - Cosa que solo conocemos los altos mando con detalle…-
Durante las siguientes casi dos horas, Azonia se había tomado la libertad de tomar asiento en una de las sillas del despacho principal del líder Bottoru, y ante la curiosidad de este le estuvo explicando una serie de procesos que solo los Zentraedi de mayor rango conocía con detalle. Azonia le habló de cómo ella, junto a Breetai, Reno, Wuer Matai y otros altos cargos habían supervisado las inmensas plantas de clonación de las satélites fábrica donde los Zentraedi eran, literalmente, creados. Dado que los Zentraedi nacían siempre en estado adulto y con todos los conocimientos básicos ya aprendidos, cuando llegaba el momento de melkeszants emergiendo de esas mismas cámaras, eran conscientes de su vida y de su existencia, incluso del nombre que iban a tener… pero ignoraban cómo habían sido “procesados”. Los altos cargos conocían el proceso, y Azonia había sido testigo de cómo los embriones Zentraedi pasaban por diferentes etapas de desarrollo en un tiempo relativamente corto hasta que alcanzaban la madurez y emergían como soldados de provecho.
Era por eso que ella sabía que esos Micronianos de formas poco desarrolladas, cabezas grandes y redondas y pequeño tamaño que correteaban junto a los Micronianos normales, no eran otros que versiones inmaduras de ellos mismo y que con el tiempo llegarían al mismo estado adulto que los Zentraedi siempre habían conocido. Al principio Azonia se había asombrado al ver que realmente se podía existir en ese estado de inmadurez fuera de las cámaras de desarrollo, pero finalmente tuvo que admitir que semejante posibilidad existía, y que de hecho debía ser una táctica que solo las mujeres Micronianas conocían, muy probablemente relacionada con algún conocimiento secreto sobre la protocultura.
Conocimiento que Mirilla debía haber adquirido, pues Azonia había sido testigo de que su antigua predilecta había engendrado por si misma un Microniano inmaduro, y que ese diminuto pueblo se había encargado de anunciar con su acostumbrado desparpajo como ella bien había podido comprobar.
Eso era un alivio, porque en las actuales circunstancias Azonia se había percatado de que con toda la flota Zentraedi derrumbándose de semejante forma tras la caída de Dolza, si no ponían remedio, los Zentraedi como tales podrían estar abocados a la extinción… Pero dado que los Maestros se encargaban de todo, incluyendo la existencia de su pueblo, esa era una posibilidad muy lejana.
Lo que estaba claro es que la leche tenía algo que ver con el desarrollo de los Micronianos inmaduros siguiendo esas técnicas secretas de la protocultura que ellos debían dominar, y que evidentemente los Zentraedi no podían asimilar porque ellos no seguían ese proceso. Khyron, ahora sentado delante de ella y con la misma mirada vidriosa que había tenido durante toda su convalecencia, era la prueba de ello.
Khyron, sin embargo, lo veía de otro modo. Al principio no entendía porqué Azonia le estaba contando cómo los altos cargos supervisaban el melkeszants para generar nuevos Zentraedi; él tenía un recuerdo muy vago de aquel momento de cuando emergió de su burbuja por primera vez, y no era algo que realmente le apasionara, pero comprendió que Azonia estaba compartiendo con él algo que no estaba al alcance de todos, y comprendió que esos mismos Micronianos sin desarrollar que él había visto junto a los que eran normales, no eran mas que proyectos de nuevos Micronianos, de la misma forma que los embriones que Azonia le había descrito. Esa bebida que tanto le había enfermado por beberla sin precauciones estaba relacionada con el procedimiento de desarrollo que los Micronianos tenían… Y como él no la necesitaba ni nunca antes la había consumido, su cuerpo la había rechazado de esa forma.
¡Ja! Incluso su organismo era rebelde.
La líder Meltrandi adjudicaba ese proceso de melkeszantsa algún tipo de dominio sobre las técnicas de la protocultura que los Micronianos debían tener para poder completar el proceso, pero que debía resultar similar al que ella conocía. Khyron sin embargo, no lo creía así; él sencillamente no pensaba que esas odiosas criaturas realmente tuvieran un dominio semejante de la protocultura, sino que como tantas otras cosas, era algo distinto, algo que correspondía a una forma de vida diferente a la suya. No obstante, comprendió que Azonia debía confiar bastante en su saber-hacer como para confiarle semejante información solo al alcance de los cargos del alto mando.
Ninguno de ellos lo sabía todavía, pero aunque el tema del envenenamiento por consumo de leche quedó claro (y la propia leche totalmente restringida a los demás Zentraedi), estaban empezando a aprender más allá de lo que los Zentraedi habían sabido nunca.
Tras ese tiempo, cuando por fin Azonia abandonó las habitaciones públicas de Khyron en un estado de confusión por todo lo que había ocurrido y la conversación que había tenido, el líder Bottoru sufrió un nuevo ataque y corrió al sanitario privado de sus habitaciones donde poder aliviarse mientras soltaba una serie de maldiciones en un vocabulario abundante y florido, entre las que se preguntaba qué clase de maldito rito de iniciación, proceso de maduración o lo que fuera realizaban los Micronianos para desarrollarse bebiendo algo tan potencialmente peligroso como era ese jugo blanco.
Lo único claro es que Azonia tenía razón, y se debía analizar cualquier cosa antes de su distribución entre sus tropas, y que por ahora debía seguir restableciéndose. Pero una vez hubiese conseguido salir de aquello… tal vez deberían contactar con Reno y su actual satélite-fábrica.
***
Una vez que se prohibieron determinados alimentos y sustancias entre las tropas, otro tipo de cosas menos peligrosas se empezó a distribuir entre los Bottoru, cosas como el material mecánico. Sabiendo el efecto que había tenido hasta entonces entre los Zentraedi, Khyron había sido lo bastante prudente como para impedir un tráfico desmedido de música y canciones, que los Micronianos disfrutaban y tanto se preocupaban en promulgar a viva voz, pues sabía que esos eran los factoras que habían desencadenado las deserciones en masa. Sencillamente no quería meter una bomba de relojería entre sus tropas.
Pero había otras cosas que sí resultaban más útiles, como los conocimientos técnicos y las reparaciones. Reparar desperfectos y averías era una idea muy tentadora, pero no resultaba tan fácil de poner en práctica: lo primero de todo, uno tenía que saber cómo funcionaba un aparato, y esto no quería decir que se supiera a que botón darle para que se encendiera, sino saber qué pasaba por debajo y los materiales que se usaban. Una vez aprendida la estructura funcional, se podía proceder a repararla en caso de avería. Lo asombroso es que los Micronianos incluso tenían material y herramientas específicas para reparar.
Los Bottoru que se especializaron en esta clase de conocimientos fueron divulgando sus recién adquiridos conocimientos entre sus compañeros que no habían tenido contacto con los micronianos. Y así, aunque de forma rudimentaria, los Bottoru aprendieron cosas tan básicas como cambiar una rueda pinchada a un coche Microniano. Con el tiempo, esos conocimientos se ampliarían de forma aritmética entre todos los Bottoru, incluido el propio Khyron quien de forma gradual fue adquiriendo interés en saber cómo funcionaba su propia nave y sus tres Graug y en más de una ocasión Grell le encontró armado con herramientas con las que intentar reparar el Graug que había sido inutilizado durante la operación en el planeta Marte y que desde entones había quedado inservible.
Esa era una situación peculiar. Grell había estado buscando a su señor cuando se lo encontró en medio del hangar donde se guardaban los vehículos dañados, en teoría para su posterior desguace, pero que ahora se estaban empezando a reparar. Junto a otros Bottoru que pululaban como hormigas por el gigantesco almacén halló a su líder sentado a horcajadas sobre el capot de su Graug. Khyron se había estado instruyendo en los conceptos básicos de reparación con varios de los espías que Gerao había seleccionado y ahora por lo menos quería empezar a ponerlos en práctica. En el momento que Grell le vio, estaba intentando cambiar la luna roja que cubría su Graug.
-¿Señor…?- preguntó Grell al verle sentado en lo alto del Graug y trasteando con una serie de palancas de aspecto extraño.
-¿Hmmmm?- preguntó él mientras forzaba las bisagras sin apartar la vista de las herramientas que sostenía en las manos.- ¿Querías algo, Grell?-
-Nada en especial... Solo quería recordarle que parte de las reservas que traíamos consigo no aguantarán mucho más tiempo. Quedan pocas, pero se podrían estropear pronto.- contestó el Zentran de duros rasgos.
-Ya...- contestó Khyron con la atención aún centrada en lo que tenía entre manos pese a enarbolar una media sonrisa en los labios. –Sería una pena desperdiciar eso que tenemos… En ese caso, creo que deberíamos ocuparnos de que no se eche a perder¿no te parece?-
-Por supuesto, señor.- contestó el Primer Oficial con una sonrisa al imaginarse acertadamente qué estaba pensando hacer Khyron después de que él le informara.
-Por supuesto, tú estás invitado... Y también Gerao.- añadió el Zentran de cabellos azulinos con la misma sonrisa cómplice.
-Allí estaremos los dos, Khyron.- contestó Grell con ilusión. Hacía mucho tiempo, incluso desde antes de que se estrellaran en su mundo, que no se reunían los tres en ese plan y resultaba reconfortante volver a pasar un buen rato todos juntos. Khyron podía ser peligroso, incluso para sus allegados, pero desde luego que sabía cómo hacerse popular y conseguir que sus tropas se sintieran a gusto.
En ese momento, el líder Bottoru levantó la vista de lo que estaba haciendo y le miró con un suspiro.
-La verdad es que me gustaría que viniera más gente, pero algunos de mis mejores oficiales ya no forman parte de este batallón.- soltó un gruñido, -Muertos en los ataques al SDF-1 o durante la batalla contra Dolza.-
-Lo sé, Khyron.- contestó Grell haciéndose eco de sus pensamientos e intenciones, y luego hizo una pausa.- ¿…Y qué hay de la comandante de los Quadronno, Azonia?- preguntó tentativamente.
Khyron soltó una imprevista carcajada, aparentemente divertido por la pregunta de su primer oficial.
-¿Cómo, ella¡Qué cosas se te ocurren, Grell!- exclamó entre risas, - Azonia es demasiado... formal como para unirse a nosotros, ella nunca lo haría. Y si lo hiciera, no tengo ganas de que se ponga a recriminar lo que hagamos.-
El oficial del uniforme enlutado sonrió para sí. Últimamente Azonia estaba ganando demasiado protagonismo dentro de la cadena de mando y sus sugerencias resultaban incómodas para Grell. Pero ahora quedaba claro que Khyron sabía diferenciar cuando se trataba de sus prioridades sociales; Azonia seguía estando fuera y Grell seguía estando cerca de su líder, al igual que algún otro de los primeros oficiales Bottoru, tal y como siempre había sido.
-Tal vez tengas razón.- contestó Grell en tono complaciente.
Khyron se limitó a encogerse de hombros y volvió a centrar su atención en las herramientas que sostenía entre las manos.
Entonces, por primera vez desde que llegó, Grell observó con más detalle lo que estaba haciendo su señor. Vio cómo manipulaba las bisagras que habrían la carlinga roja del deteriorado Graug, y como tras un movimiento de palanca, lograba desengancharla de allí, consiguiendo desprenderla y luego quitarla de donde estaba. A continuación, Khyron saltó al suelo desde los casi 20 metros de altura de donde se encontraba, pero merced de su organismo artificial, la caída no le hizo aplastarse por su propio peso, y con total tranquilidad empezó a manipular una de las placas que cubrían el morro del graug, justo la situada en el lateral izquierdo. Con un sonido seco, la placa –visiblemente dañada- calló al suelo estrepitosamente; al hacerlo, se levantó una fina nube de fino polvo rojo procedente de Marte, mudo testimonio de que ese era el Graug que había usado Khyron cuando llegó al sistema Sol y se había enfrentado al SDF-1 siguiendo las directrices de Breetai.
-Señor¿Qué está haciendo exactamente?- preguntó Grell confundido.
-Aprendiendo a reparar.- contestó él centrando su atención en el visor principal, -De momento solo sé cómo quitar piezas y volverlas a poner en su sitio.-
-¿Eso es “reparar”?- preguntó su primer oficial, perplejo.
-No, es solo un paso. Así sé cómo están montados mis Graugs y como volver a montarlos si es necesario.-
Grell torció el gesto; creía que “reparar” consistía en hacer que todo funcionara de forma automática, como los desconocidos procedimientos de la protocultura que manejaban los Maestros de la Robotechnia.
Pero ahora resultaba que “reparar” significaba destrozar cosas con herramientas al uso...
-No creo que esto sirva de mucho.- musitó.
Khyron le dirigió una mirada seria al oírle.
-No, no sirve.- contestó gravemente, - Esto es solo para saber cómo van montadas las piezas. No puedo reparar nada sin los componentes nuevos que sustituyan a los que están estropeados.-
- Entonces¿Para qué molestarse?- inquirió Grell, - Si no tenemos piezas para sustituir a las dañadas, todo esto no sirve de nada.-
El Zentran de tez lavanda levantó la vista del panel de circuitos quemado y lleno de polvo marciano que estaba manipulando en ese momento, y le miró gravemente.
- Hay veces que eres un verdadero cabeza-cuadrada, Grell.- espetó en un tono que parecía tan recriminatorio como divertido, - No tener esas piezas no significa que no sepamos cómo usar lo que ya tenemos. Debemos aprender a reparar y reutilizar lo que ya tenemos. En este mundo no tenemos ningún satélite-fábrica que nos ayude a salir de esta.- razonó.
Grell miró seriamente a su líder, y tras un incómodo silencio, afirmó:
-Tiene razón, señor. Debí haberme dado cuenta de ello.-
Un par de noches después, Azonia fue informada de que el alto mando Bottoru estaba bastante indispuesto, y esta vez no era producto de un consumo alocado de leche… sino de alcohol, la consabida cerveza garudana que Khyron guardaba en sus reservas personales y que pocos meses atrás ella había probado con gran deleite, aunque después de tantas comidas naturales, el interés ya no era tan grande. Durante ese tiempo, Azonia fue el único alto cargo que realmente estuvo capacitada para ejercer el mando, ya que no había sido “invitada” a esa pequeña fiesta, cosa que en lo personal tampoco parecía importarle.
-Ese loco irresponsable…- murmuró con molestia, -Solo piensa en pasárselo bien y no preocuparse de lo que tiene que hacer.- soltó un gruñido, - Nunca me uniría a esas fiestas de borrachos irresponsables.-
Sin embargo, en el transcurso de esos mismos días, Azonia acabó enfrentándose a otra clase de problemas, unos que no tenían nada que ver con beber demasiado alcohol. Aunque técnicamente su posición actual era cada vez mejor, le había empezado a ocurrir algo que no podía comprender.
-¿Pero qué…?- musitó de pronto al despertarse aquella mañana al ver sus ropas manchadas de sangre.
Rápidamente se levantó de su lecho y se inspeccionó en busca de heridas, pero no halló nada. Al contrario, la sangre parecía semi-coagulada y su color era oscuro; no había rastros de heridas que hubiesen podido segregar semejante herida, una que no producía sangre fresca.
“¿Alguna clase de parásito?” Pensó, y con esta idea en la cabeza, se dirigió hacia la unidad médica. Al llegar, afortunadamente no había nadie allí, así que pudo empezar a hacerse el diagnóstico libremente y en privado, lejos de las miradas de los Zentrandi y en general de cualquiera que pudiera encontrarla en aquel estado.
Le llevó un rato completarlo puesto que aquel aparato estaba diseñado para los Zentrandi y no las Meltrandi, así que primeramente tuvo que cambiar la configuración, pero eso siempre dejaba un margen de error.
-¿Nada¿ninguna herida?- exclamó al ver los resultados. Sus conocimientos de anatomía eran bastante limitados pero sí lo bastante grandes como para comprender los datos que allí se mostraban.
Dado el resultado, tecleó unos nuevos parámetros en la consola del escáner para buscar nuevas posibilidades. Pero no encontró nada; no tenía heridas, ni parásitos, ni ningún tipo de desajuste en su cuerpo. ¿Qué le podía estar pasando?
Por otra parte, pese al margen de error, esos mismos diagnósticos mostraban que su cuerpo no corría ningún peligro.
Finalmente, con un suspiro, se desprendió de la máquina de scanner y se levantó del sillón con pesadez. Había tenido que lavar sus pantalones manchados ya que no tenía otros que fueran de mujer en esa nave; afortunadamente los uniformes Zentraedi estaban muy por encima de las ropas convencionales y eran muy resistentes, así que pese a hallarse destrozado, sus ropas aguantarían semejante trato.
Viendo que no podía detener la hemorragia, pero que tampoco parecía entrañar ningún riesgo, improvisó unas cuantas gasas de la sala médica para poder taparla, y a continuación se dirigió a la sala de reuniones.
El deber estaba ante todo, y aunque se estuviese desangrando por dentro, debía aparentar total calma y frialdad.
Esa sería una situación que desde ese momento y durante los meses sucesivos tendría que aguantar y sufrir en silencio hasta que finalmente acabó descubriendo que ella no era la única en sufrir los efectos del ciclo lunar.
***
Asunto aparte fueron los conocimientos tácticos que los hombres de Grell empezaron a averiguar, que en principio no tenían relación con los descubrimientos de los hombres de Gerao.
Los espías seleccionados por Grell tenían que ser mucho más discretos que los de Gerao ya que sus objetivos eran mucho más secretos. No obstante, los primeros descubrimientos, aunque útiles, resultaban ser muy generales. Gracias a ellos, Khyron supo que su Némesis, el SDF-1, había logrado salvarse y que alrededor de sus restos estrellados había surgido la que tal vez era la ciudad Microniana más importante del momento. También supo que, aunque el mando del gobierno Microniano se encontraba un grupo de notables pero igualmente parecía realmente desunido, habiendo grandes diferencias en cuanto a mando y territorios en cada región. El algunos de ellos, los Zentraedi eran relativamente bien aceptados y convivían adaptándole a la sociedad Microniana sin excesivos problemas; en otros, eran claramente odiados y rechazados por lo que había pasado desde la Batalla contra Dolza, y en otros más, tenían que malvivir en medio de un planeta inhóspito de la misma forma que lo hacían otros muchos Micronianos.
El almirante que gobernaba el SDF-1 y el gobierno de su distrito era uno solo, un Microniano de edad madura, frondoso bigote bajo la nariz (el vello facial era una fea característica que los hombres micronianos según parecía) y cabeza rematada por un sombrero blanco con visera que contrastaba con su uniforme azul prusiano. Aunque en realidad quién le reconoció fue Azonia una vez que ella junto a Khyron y Grell veían una grabación obtenida por los espías Bottoru.
-... Ese hombre, el del sombrero blanco y el uniforme militar es el líder del SDF-1.- exclamó ella atrayendo sobre sí la atención de los otros dos Zentran.
-¿Cómo¿le conoces?- preguntó Khyron con sorpresa girándose hacia ella.
Ella se volvió hacia él como si estuviera diciendo algo obvio.
-Sí. Ese hombre Microniano es el que estaba al mando del SDF-1 cuando luchamos contra la flota de Dolza...- explicó Azonia a los otros dos Zentran, -Se llama Global, y tiene el cargo de almirante de flota.-
-¿Quieres decir que él es el Microniano que comandó el SDF-1 durante todo el tiempo que luchamos contra ellos en el espacio?- preguntó el líder Bottoru clavando sus ojos negros en la imagen que se veía en la transmisión.
Azonia asintió sin que apartara tampoco la mirada de la transmisión.
-¡Ajá! Sí, es él.- afirmó, - Lo reconozco porque él y el Primer Nacido fueron quienes nos propusieron a Breetai y a mi la estrategia de luchar contra la flota de Dolza usando a la Microniana cantarina.-
-Minmey…- contestó Khyron lacónicamente. Finalmente ya no podía olvidar ese nombre.
El Bottoru de cabello azulino y tez lavanda se quedó mirando la transmisión mientras escuchaba lo que se decía en ella. Era un noticiario, o como llamaban ellos a las transmisiones en donde se informaba de sucesos reales que acontecían en el mundo de los Micronianos y de los Zentraedi.
Para Khyron era una suerte haber podido captar esa transmisión, muda evidencia de que la sociedad Microniana se estaba recomponiendo pese haber sido prácticamente aniquilada, aunque no le gustase lo que viese en ella. Global no era el único personaje que él veía, sino que también pudo distinguir junto a él a una mujer Microniana de pelo largo y castaño, y de mirada seria… y a alguien que de solo ver en ese estado, le revolvía la conciencia: junto a Global se encontraba, micronizado y vestido a la manera de ellos, el Primer Nacido, Exedore Formo.
En el pasado Khyron se había atrevido a afirmar que el viejo Exedore, venerado como una figura emblemática entre los suyos, era un tonto por no darse cuenta de lo evidente y preferir las conversaciones bizantinas a los hechos… Pero ahora no lo afirmaba, sino que estaba absolutamente seguro de ello. En lo que a él le concernía, Exedore era incluso más traidor que Breetai, ya que a un ignorante no se le puede culpar de la misma forma que de alguien supuestamente bien avisado de lo que ocurre.
Sin embargo lo que más captó su atención en ese momento fue conocer el verdadero rostro de quién había sido su enemigo hasta ahora… y que lo seguía siendo.
***
Ahora Azonia pensaba que casi hubiese sido lo mejor. A posteriori, la desaparición de Minmey podría haber sido una gran ventaja táctica
La última reyerta entre los nativos del planeta que habían venido a rescatarla y los verdaderos Zentraedi, casi había provocado su muerte.
Por culpa de aquellas circunstancias ella se veía forzada a ser curada por medios primitivos, en gran parte aprendidos de los micronianos tras el prolongado contacto entre ellos y los Zentraedi. Ahora, ella se encontraba reclinada sobre un camastro, incapacitada para moverse libremente, y cubierta de vendas que mantenían sus heridas cerradas. Una forma realmente primitiva de atender a los heridos.
Pero en su fuero interno, Azonia se alegraba.
Si no fuera por Quamzin, que una vez más la había salvado…
***
En las semanas sucesivas, Khyron siguió ocupándose de dirigir la red de espionaje que había encargado a Gerao y Grell, respondiendo a los descubrimientos que cada uno de ellos aportaba. Pese a la negativa de Grell, lo cierto es que Azonia había demostrado una vez más que ella sabía hacer las cosas mejor que su primer oficial, y el líder Bottoru estaba empezando a pensar que Azonia sería mucho más útil para sus planes que Grell, lo que demostraba que el rango de la gran Laplamiz no era casual.
Además de eso, ella era buena compañía; su agudo sentido de la sensatez le impedía disfrutar de las pequeñas cosas como jugar y hacer apuestas, pero su compañía cada vez resultaba más agradable, y pese a si mismo, Khyron no solo se había acostumbrado a la presencia de las Meltran, y de Azonia en particular… sino que la líder Meltran era realmente interesante, incluso en sus formas físicas, algo que siempre había encontrado extraño en las mujeres y que nunca antes se había atrevido a pensar de ninguna Meltrandi.
Al margen de esas cuestiones, y sin que él supiera por qué, al cabo de unos meses después del forzoso aterrizaje en la tundra canadiense, Khyron había tenido que empezar a asearse más a menudo. Por alguna razón, aunque su actividad física era la habitual y que el frío clima de esa parte de la Tierra tampoco acompañara, había empezado a notar que su olor corporal había aumentado y que su sudor exhalaba un olor más fuerte, así que debía asearse más a menudo. No es que el líder Bottoru fuese alguien presumido, se conformaba con estar decente y presentable, pero desde luego que no le gustaba oler de mala manera como si fuera una bestia salvaje.
Así que esa vez en particular, una vez que se hubo aseado otra vez, y viendo que no tenía nada mejor que hacer, empezó a seguir los movimientos de los Micronianos a través de las transmisiones que estos radiaban por TV. Tendía que saber más acerca de Global…
Ese fue el día que Azonia descubrió que ella no era la única cuyo cuerpo sangraba con el ciclo lunar, pero antes de saberlo por boca de sus Quadronnos, para ella el día había comenzado de una forma bastante tranquila.
Azonia seguía teniendo en mente el objetivo de alzarse con el poder sobre el resto de los Zentraedi que habían permanecido fieles y no unidos a los Micronianos, como había hecho Breetai. El viejo general con el medio rostro artificial podría ser el rango más alto de lo que quedara de los Zentraedi y su estructura jerárquica, pero para Azonia, y de hecho para el resto de los Zentraedi fieles, eso no significaba nada ya puesto que ahora estaba claro Breetai era un traidor, algo que ahora ya daba por sentado pero que antes no había visto de esa forma. Lo era por varias razones: en primer lugar, y la más obvia, porque Breetai había roto el juramento de luchar a su lado y la había dejado, literalmente, abandonada a su suerte durante la batalla contra Dolza, habiendo sido aquel llamado “el Traidor” quien la rescatara; la segunda razón era porque se había vencido a sus enemigos volviéndose de su parte aún a sabiendas de todo lo que había pasado por su culpa. Y por último había permitido que su sociedad y su gente se vieran derrumbadas de esa forma. Todos los desengaños sufridos la habían llevado a esa conclusión.
Y por eso mismo, siendo ella, Maruk Lap Lamiz, la siguiente en el escalafón, era justo suponer que ese puesto le correspondía a ella por derecho. Khyron simplemente era su instrumento que ella usaba desde su posición de inferioridad para conseguirlo; para ella estaba muy claro que Khyron seguía siendo inferior y en rango y en posición a ella misma, e incluso a Breetai, y no compartía sus métodos… Pero ahora le necesitaba.
Azonia así quería creerlo, y estaba convencida de conseguirlo… pero lo que ahora se disponía hacer, por mucho que intentase auto convencerse de que era para conseguir sus objetivos, en realidad lo hacía porque deseaba hacerlo. Al igual que en otras pocas ocasiones anteriores desde la convalecencia y satisfactoria recuperación del líder Bottoru tras su diarrea por consumo de leche (algo que solo unos pocos habían sabido), ella había ido a reunirse con Khyron y hablar un rato con él a solas en el despacho principal de sus habitaciones, la sala más pública de todas y que tanto ella como Grell, y algún que otro notorio oficial de los Bottoru, habían visitado en algún momento. En esta ocasión no había convocada ninguna reunión, así que Azonia se había tomado la libertad de irle a visitar allí, en teoría para conducirlo a su vera, pero en la realidad, ella buscaba su compañía; una necesidad que cada vez era más grande.
Khyron solía pasar mucho tiempo encargándose de su trabajo, o sea, monitoreando todas las actividades Bottoru y gobernando sobre ellas, o cuando no, aprendiendo los rudimentos de las reparaciones. Pero incluso él necesitaba relajarse un rato de tanta tensión, o directamente, algunas veces no había nada mejor que hacer y el Kravshera de cabello azulino se entretenía en otras cosas. Era curioso lo que se puede agudizar el ingenio a la hora de obtener entretenimientos cuando un Zentraedi no puede ejercer la milicia.
Y ese era el caso, Azonia fue a buscarlo a una de las salas que constituían las habitaciones reservadas a los altos mandos. Con el tiempo había llegado a descubrir que Khyron solía adoptar una postura indolente ante prácticamente todo, y eso se hacía más evidente cuando no estaba “trabajando”, así que no le resultó extraño encontrarlo repantigado con indolencia sobre un sillón bastante amplio situado frente a una pequeña mesa de juntas alrededor de la que había otros sillones; sobre ella había un plato con viandas de origen Microniano, entre las que resaltaban unos frutos redondos del tamaño de un puño y de color verde que el líder Bottoru no había tocado. En líneas generales su estado era totalmente distinto al que había tenido meses atrás durante su convalecencia.
Lo que resultó extraño fue ver lo que estaba haciendo: viendo las cadenas de comunicación Micronianas, lo que ellos solían llamar TV.
-¡Ah, Azonia!- exclamó al verla entrar sin ningún atisbo de sorpresa, -¿Tú también te aburrías?-
-Bueno…- contestó ella sabiendo de alguna forma que ella era bienvenida, -… No tenía nada mejor que hacer, y he venido por si podía ser de ayuda.-
-¿Ayuda?- exclamó él con una sonrisa de buen humor, - Tu ayuda será necesaria para matar el aburrimiento.-
-¿De veras?- preguntó ella un tanto confundida por la actitud de Khyron, de tan buena actitud hacia ella.
-Por supuesto.- contestó él en el mismo tono jocoso, que Azonia acabó por reconocer como el que el líder Bottoru usaba cuando estaba de buen humor. Y para recalcar esto sonrió aún más ampliamente, tanto que incluso sus ojos parecía cerrarse.- Anda, siéntate. Tienes que ver esto.- invitó con un gesto de la mano.
Aún vacilante, ella tomó asiento a su derecha y vio lo que estaba haciendo: frente a ellos dos se abría una ventana bidimensional de las usadas por los Zentraedi para visualizar proyecciones, en este caso la TV Microniana.
-¿Qué estás viendo?- preguntó ella sorprendida.
-Una transmisión Microniana de ficción.- contestó él. -… Creo que lo llaman “pinicula” o algo parecido.-
-¿De ficción?- exclamó la líder Meltrandi, -¿Cómo de ficción?-
El desvió la vista de la proyección y se volvió hacia ella sin perder un ápice de su postura indolente, aunque su expresión ya no era tan jocosa, sino que había adoptado una mueca de concentración.
-Parece que a los Micronianos les encanta que les cuenten historias, y sin son ficticias, aún mejor.- explicó él, -Las retransmiten por sus sistemas de comunicaciones para perder el tiempo aceptándolas como si fueran de verdad. Usan muchos recursos en crearlas y transmitirlas.-
Azonia abrió los ojos sorprendida por lo que acababa de escuchar.
-¿Ver historias que son ficticias¿Con qué objetivo?- preguntó, -¿Tan miserables son sus vidas que tienen que animarlas viendo cosas que no son verdad?-
Ante esa sugerencia, Khyron rompió a reír. La observación de Azonia era muy acertada.
-Jajajajajajaja… Azonia, tienes toda la razón.- exclamó entre risas, y ella, de alguna manera, se alegró de escucharle decir eso. Hasta que recordó algo:
- Pero entonces, si ellos también utilizan la transmisión visual como método de comunicaciones¿Cómo diferencian entre lo que es verdad y lo que no?- preguntó incisiva, -¿Cómo sabes tú que lo que estás viendo ahora no es verdad?-
-Buena pregunta. –contestó él. La líder Meltran tenía razón, su pregunta era muy acertada; era por eso que a Khyron le gustaba charlar con ella. –…Al principio, cuando veía estas imágenes que ellos transmitían, no sabía diferenciarlas… Pero ahora ya sí.-
-¿Sí¿cómo?-
El Zentran de tez lavanda tamborileó un dedo sobre el brazo de su sillón mientras meditaba la respuesta.
-Es difícil de definir…. Pero las historias ficticias nunca ocurren en tiempo real, y siempre se pueden ver desde ángulos que ninguna de nuestras antenas de recepción es capaz de captar, o que no tienen razón de ser. – comenzó a explicarle a una atenta Azonia que le escuchaba detenidamente, - Además, las cosas que pasan en ellas son demasiado increíbles como para ser verdad.-
-Quamzin… Casi todo lo que hemos visto hasta ahora sobre los Micronianos, nos ha parecido increíble.- replicó ella en tono incisivo.
Él le dirigió una mirada seria; no se había esperado esa respuesta, pero de nuevo, la reflexiva Azonia tenía razón.
- Nos parece increíble a nosotros cuando no estamos acostumbrados a verlo… Pero es increíble cuando sabemos que eso nunca ocurre.- contestó él.
- ¿Qué quieres decir?-
-Hum… Yo no fui informado de unas grabaciones secretas que fueron enviadas a Dolza antes de que los Micronianos nos empujaran a esta situación… Pero tú me contaste que en esas grabaciones se veía a ese hombre Microniano que siempre acompaña a Minmey derribando a uno de los nuestros con un rayo de energía que salía de su mano.- contestó él en tono grave, - ¿…Crees que eso era verdad?-
-Es cierto… Yo no lo supe hasta más tarde, pero Breetai había mandado esas transmisiones a Dolza creyendo que eran tácticas militares alto secretas de los Micronianos.- contestó ella llevándose la mano a la boca en un gesto de insegura reflexión, algo que Azonia hacía de forma inconsciente cada vez que se encontraba en esa tesitura. Un gesto similar al que hacia Khyron cuando se rascaba la sien. –Creímos que era verdad después de lo que ocurrió con tu batallón en la ciudad Microniana de Ontario.-
Khyron chasqueó la lengua incómodo ante el recuerdo de esa batalla mientras su vista volvía hacia la pantalla donde se visualizaba la película Microniana.
- Esa grabación y lo que ocurrió en ese momento con mi batallón no tuvieron relación alguna, -contestó él molesto. –Dolza y todos vosotros fuisteis unos idiotas por creeros lo que aparecía en ella.-
Azonia puso una mueca. En ese momento ella también había creído que lo que ocurría en esa grabación era cierto.
-¿Cómo sabías tú que no era cierto?- replicó un tanto molesta.
-Lo sabía porque nunca he visto a un Microniano hacer algo así… Y si realmente pudieran hacerlo, ya lo habrían hecho contra nosotros hacia tiempo. Lo que realmente ocurrió en esa batalla fue producto de la tecnología de la maldita fortaleza de Zor.- contestó él con aplomo.
La líder Meltrandi se quedó muda, y de nuevo, se mordió el labio, un hecho que desde que conoció a Khyron se había repetido unas cuantas veces.
-… Tienes razón. Nos equivocamos gravemente….- murmuró ella bajando la vista. Entonces volvió a alzarla de golpe. -¿Eso es lo que estás viendo ahora¿una de esas historias ficticias?- preguntó.
El líder de los Bottoru sonrió con condescendencia y asintió con la cabeza para sorpresa de Azonia.
-Sí, son entretenidas por lo estúpidas y falsas que resultan.- contestó.
-¿Divertidas porque son falsas¿Es por eso que querías que la viera?- replicó ella. Algunas veces el sentido del humor de Khyron se le escapaba.
-Sí… En esta, por ejemplo.- contestó él mirándola de reojo sin perder su sonrisa guasona.- Por lo que he visto, un grupo de criminales Micronianos quieren conseguir esos bienes que ellos llaman “dinero”, y para hacerlo, mantienen prisioneros encerrados en un edificio a un grupo de hombres, mujeres y sus vástagos para cambiarlos por lo que ellos quieren, y si no lo hacen, los ejecutarán…- comenzó a explicar, -Sus prisioneros no pueden escapar porque son de esos Micronianos que no luchan… “Siviles” o como los llamen ellos… Y fuera del edificio hay un grupo de soldados Micronianos que intenta liberar a los prisioneros sin que tengan que cambiarlos por dinero ni que los ejecuten.- entonces su rostro adoptó una sonrisa aún más burlona si cabe por lo irónico que resultaba, - Al parecer los soldados Micronianos tienen a un As que los liberará a todos sin sufrir daño, pero no le gusta a sus superiores porque es indisciplinado, no cumple las órdenes, usa armas no reglamentarias, y siempre hace lo que quiere.-
Azonia le miró boquiabierta; no alcanzaba a creerse lo que había oído.
-¡Pero eso es completamente ilógico!- exclamó asombrada, -¡Está totalmente fuera de lugar en una lucha real!... ¿Cómo pueden pretender cambiar a unos prisioneros por ese “dinero”¿Y desde cuando los prisioneros sirven para que un ejército no ataque?-
-A eso me refiero. ¡Todo es mentira!- contestó Khyron cruzándose de brazos, como si quisiera reafirmar su postura. –Solo espero que los nuestros se den cuenta de la falacia en la que están viviendo, se cansen de los Micronianos y vuelvan con nosotros.- suspiró.
Azonia le dirigió una larga mirada, ella también lo esperaba pero no creía posible que por lo pronto, eso ocurriera; solo podían esperar.
Por otra parte, volvió la vista hacia la pantalla de transmisión y comenzó a seguir el argumento de la llamada “pinicula”; en ella, efectivamente se veía al “héroe” Microniano, un hombre de edad media tirando a madura y ademanes insolentes que se infiltraba en la estructura del edificio, y que con una facilidad pasmosa iba ejecutando a sus adversarios uno tras otro como si fueran peleles incapaces de accionar las primitivas armas que llevaban. Azonia había estado en suficientes batallas reales como para saber que eso era imposible, y empezó a comprender lo que Khyron había querido decirle; por otra parte, resultaba curioso que los Micronianos consideraran “héroe” o “admirable” a alguien que era irreverente, rompía con la disciplina del combate y desobedecía órdenes abiertamente…. Y al pensar en eso, se volvió con una expresión interrogativa en el rostro hacia el líder Bottoru, que en muchos sentidos, también resultaba ser así¿Acaso la insolencia y la desobediencia de Khyron podían ser motivo de admiración entre los humanos? Sería interesante de averiguar…(1)
Pero cuando reflexionaba acerca de cómo hacer semejante pregunta al líder de los Bottoru, vio, una vez más, como una pareja Microniana formada por el héroe y una joven Microniana juntaban los labios en el ritual del beso, ese que tantas inquietudes había provocado entre los Zentraedi. Entonces se volvió hacia Khyron y vio que no parecía repugnado.
-…Deben encontrarlo terriblemente placentero para juntar los labios de esa forma todo el rato.- aventuró ella en tono casual. Por alguna razón, quería saber la opinión que él tenía al respecto más que la del concepto de “héroe” de los Micronianos.
-Sí, supongo.- contestó él sin desviar la vista, -Pero ahora… ya no me afecta igual que antes.- Azonia se le quedó mirando quietamente, y pudo comprobar que así lo parecía.
Los ojos de Quamzin Kravshera brillaban de forma extraña, en parte por repulsión, en parte por algo que no era capaz de identificar. Ella no podía saber exactamente que le estaba pasando por la cabeza al líder Bottoru.
-Debemos acostumbrarnos a ver actuar a los Micronianos…- continuó diciendo como si intentara excusarse, -O si no, conseguirán seguir derrotándonos de la misma forma que han hecho hasta ahora.-
Lap Lamiz asintió; a Khyron no le faltaba razón, pero ella seguía sintiéndose azorada, más cuando en determinado momento, cierto pensamiento hasta ahora inverosímil cruzó su mente… Se avergonzó de si misma e intentó desviar su atención de la “pinicula” Microniana, y entonces reparó como por casualidad en los frutos verdes que había sobre la mesa y que el líder Bottoru no había probado. Él vio cómo ella alargaba la mano para coger uno.
- Adelante, coge las que quieras…- ofreció,
Ella cogió uno de los brillantes frutos; su piel era tersa y se adivinaba una consistencia firme en su carne.
-¿Qué son?- preguntó.
-Las han traído los espías de Gerao… “Mansanas” creo que dijo que se llamaban.- contestó él desviando por fin la vista de la película. Entonces sonrió, -Al parecer los Micronianos tienen muchas leyendas sobre esas “mansanas”.-
-¿Leyendas sobre la fruta?- exclamó ella, -¡Qué primitivos son!- y diciendo esto, dio un sonoro mordisco a la manzana de color verde, y pronto sintió su sabor masticándola con avidez,- ¡Jum¡está buena!... Sabe dulce y ácida a la vez- exclamó mientras masticaba, -¿Quieres…?- dijo ella ofreciéndole su manzana al líder Bottoru.
-Bueno… No las había probado todavía.- contestó él y alargó la mano para coger la manzana que ella le ofrecía, para luego comérsela con tranquilidad.
–Una fruta de leyenda…- exclamó en tono burlón al acabar de comérsela.
Ella sonrió.
***
Poco después Azonia salió de la sala donde había estado viendo la película Microniana con Khyron. Estaba de buen humor, y eso era algo que solía pasar cada vez que pasaba un rato con él; sus reuniones eran productivas y el tiempo en que ambos estaban siempre peleándose parecía cada vez más lejano. La líder Meltrandi se sentía cada vez más satisfecha por ello queriendo convencerse de que eso servía para que ella tomase el control sobre todos los Zentraedi… pero en su fuero interno, aunque intentase negárselo a si misma, en realidad buscaba su contacto.
El recuerdo de lo que durante un instante había pensado al ver la película Microniana la revolvía la conciencia con una insistencia preocupante.
En ese momento vio a Grell yendo por otro pasillo hacia la habitación donde se había quedado el líder Bottoru; él no reparó en su presencia pero ella le siguió por el rabillo del ojo.
Azonia no tenía nada personal en contra de Grell, pare ella solo era el primer oficial de Khyron, un subordinado… y como tal debía ser tratado. Cierto que Grell cumplía su trabajo satisfactoriamente y que a su manera, el líder Bottoru le tenía aprecio, pero en ningún momento ella estaba por la labor de estar por debajo de él y de ningún otro (salvo la excepción de Khyron que seguía estando al mando) Por ello debía dejar claro en todo momento quién mandaba allí, empezando por él. En realidad el problema que tenía Azonia con el primer oficial de Khyron era que Grell aún no se había dado cuenta de que ella era un superior y él un cargo inferior.
Fue entonces, cuando sumida en esos pensamientos, cierta joven Meltrandi de cabello cortado en melenita que reconoció de inmediato como su primera oficial, se acercaba a ella con una expresión seria en el rostro.
-Lady Azonia, requerimos su presencia. - la llamó con educación pero tono urgente cuando la vio aparecer por el pasillo, - Debemos informarla que las Meltrandi estamos sufriendo una enfermedad no identificada.-
-¿Cómo?- exclamó ella sin saber aún de que se trataba.
Fue entonces cuando Azonia supo que ella no era la única Meltran cuyo cuerpo sangraba con el ciclo lunar, algo que acabaría convirtiéndose en uno de sus mayores problemas.
Durante los casi dos años siguientes, las Meltrandi que convivían entre los Bottoru y la propia Azonia tuvieron que acostumbrarse al desagradable hecho de sufrir esa extraña dolencia que acabó por sincronizarse entre todas ellas, ocultándola siempre a los ojos de los Bottoru y trabajando como si todas ellas siguieran como siempre habían estado.
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*NOTAS:
(1) Para esta escena me inspiré en cualquiera de las películas protagonizadas por Steaven Seagal o Mac Bein. La típica película de acción y argumento previsible; me pareció interesante hacer una crítica desde el punto de visa de una “cultura” diferente.
Continua en el capítulo 6 "La Luz al Final del Túnel".
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