fanfic_name = Segunda Oportunidad
chapter = 7
author = gppr
Rating = AP
traductor = gppr / D.R.
Type = Suspense
fanfic = Capítulo 7
Punto Crítico
Las emociones de Scott se confunden
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Siendo la enfermera más nueva en el hospital, la tarea que nadie más deseaba le fue asignada a Marlene. Ella debería evaluar y, si era posible, tratar a los prisioneros Invid. Otros enfermeros y enfermeras se habían reusado a hacerse cargo del cuidado de los alienígenas. Más de uno había perdido familiares a manos de estos seres.
La enfermera entró en el área de seguridad y presentó su autorización. Tan pronto como puso pie en la instalación, Marlene escuchó las voces de los prisioneros retumbando en su cabeza. Se sintió abrumada. El guardia que la acompañaba notó que algo estaba mal y le preguntó si necesitaba ayuda. Ella se recuperó rápidamente. ¡Qué irónico! El humano expresó simpatía para con ella porque tendría que hacerse cargo de "esos monstruos" Si tan solo hubiera sabido que hablaba con una de ellos.
Los prisioneros sintieron que Marlene era una de ellos inmediatamente. Por suerte, no la delataron. Ella desempeñó su rol de enfermera profesionalmente. Mientras examinaba sus heridas, su voz hacía preguntas con respecto a su salud; pero su mente investigaba sus motivos para permanecer en la Tierra.
Marlene descubrió que, después de transmutar a la forma de humanoide, la mayoría de los Invid se sintieron extrañamente cautivados por los seres humanos y sus emociones. El plan de la Regiss había fallado parcialmente. Muchos de sus hijos rechazaron su llamada y permanecieron en la Tierra, esperando poder forjarse un futuro en el planeta. Marlene estaba escuchando su propia historia. Pero entonces, los prisioneros le confesaron que se habían equivocado. Ese sueño no se volvería una realidad. Demasiada sangre había sido derramada; los seres humanos nunca los perdonarían. Marlene se negó a aceptarlo. Si los prisioneros estaban en lo correcto, Scott y ella no tendrían un futuro juntos. Los Invid leyeron su mente y sintieron compasión por su ingenuidad.
Marlene sintió una presencia familiar cerca. Caminó entre los prisioneros tratando de acercarse hacia ella. La muchacha se encontraba agachaba en una esquina. Era la misma que había visto en el hospital de la ciudad.
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Kelly caminó hacia la cubierta de observación. La teniente sabía que Scott Bernard estaba ahí y se aseguraría de verlo. Ahí y entonces, él sabría lo que ella sentía por él y ella sabría si sus sentimientos eran correspondidos.
Scott se paseaba nerviosamente. Sus pensamientos y emociones estaban hechos un lío últimamente. Cerca del pasamano de la cubierta se detuvo, puso sus manos sobre él y se reclinó. Fijó su vista más allá del horizonte.
Admitió para sí mismo que Kelly Dawson le resultaba muy atractiva. Era humano después de todo, tal como ella. Durante la sesión de información, el capitán había luchado contra el fuerte deseo que sentía por mirarla a través de la habitación.
Scott se permitió pensar en lo que habría pasado si él se hubiera acercado a Kelly en Marte. En aquellos días, sus esperanzas de volver a ver a Marlene estaban casi muertas. ¡No! No debía ni siquiera imaginarlo. Sintiéndose culpable, empujó esos pensamientos lejos de sí.
Revivió recuerdos de Marlene. Estaba enamorado de ella, estaba seguro -debía estarlo. Con eso logró bloquear momentáneamente la imagen Kelly.
No tengo nada de que sentirme culpable, se dijo. Nada había sucedido entre él y la teniente; nada importante por lo menos. Sin embargo, sus emociones no se calmaban. Él sabía que una conversación estaba pendiente entre ellos. ¿Pero qué podría decirle? No sabía lo que sentía.
"Capitán Bernard," Kelly dijo suavemente, poniendo su mano sobre el hombro de Scott. La teniente no habría podido escoger un mejor momento, ¿o quizás peor?
"Teniente Dawson..." balbuceó cuando sus ojos se encontraron con los de ella "qué... qué la trae a la cubierta de la observación?"
"Me dijeron que usted estaba aquí," ella contestó suavemente. Scott tragó saliva mientras su confusión se intensificaba.
"¿Puedo ayudarla con algo?" le preguntó cortésmente, tratando de ocultar su nerviosismo.
¡Ahora o nunca! Pensó ella. "Necesito hablar con usted, capitán..." dijo y pausó insegura, "necesito decirle..." Scott sudaba frío. "deseé hacerlo en Marte... pero no me atreví. Sabía que usted se marcharía pronto..." Sus ojos azules estaban clavados en el piso, su cara, cubierta de rubor. Scott podía verlo claramente. Pero Kelly estaba decidida. "Te amo, Scott," declaró sin más, empujando las emociones del capitán dentro de un torbellino.
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Marlene terminó su turno temprano. Sin razón aparente, le pesaba el corazón. Necesitaba desesperadamente ver a Scott; tenía mucho decirle.
Su encuentro con los prisioneros había quebrantado su su fe en una coexistencia pacífica entre Invid y Humanos. ¿Sería igual para ella y Scott? ¿Sería que su amor no debía ser? Ella no podía creerlo; no quería creerlo. Tenía que haber una manera y un lugar para que pudieran estar juntos.
La enfermera detuvo al transporte en que viajaba frente al edificio del centro de mando militar. Preguntó por el capitán Bernard y le fue informado que él se encontraba en la cubierta de observación. Ella sabía el camino.
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Scott se congeló, se ruborizó y tartamudeó. "Teniente... Dawson... Kelly," se detuvo confundido. Cálmate, Bernard, se dijo a sí mismo. "Me... siento halagado," Notó que los ojos de Kelly estaban brillantes y mojados. Se sentía como un total idiota. "Usted es... una hermosa... ¿soldado...?" ¡Maldición! se regañó. Jamás había sido bueno con este tipo de cosas.
"Hay... hay alguien en mi vida," dijo finalmente casi sin atreverse a mirarla. Sabía que la estaba lastimando pero no había nada que hacer al respecto. Había luchado demasiado para ganar el perdón de Marlene.
¡La enfermera! Kelly pensó enojada. ¡Llegué demasiado tarde! Jadeó, apenas logrando mantener las lágrimas dentro. "Ya veo," dijo. Su fuerza no duraría mucho más tiempo. "Deseo que usted y ella sean muy felices juntos," declaró sin sentirlo. Comenzó a alejarse, mientras Scott se sentía como un criminal.
"Teniente... Kelly," dijo, deteniéndola. "Espero que encuentres la felicidad también," agregó. Ella asintió y se acercó a la puerta de salida. Justo ahí, se vino a encontrar cara a cara con Marlene.
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¡Maldita mujer! ¡Maldita seas enfermera estúpida! Kelly pensaba mientras un velo transparente nublaba su visión. Nadie podía verla así. Caminó rápidamente por el pasillo y entró al baño de mujeres. De pie frente al espejo, la teniente vio su llanto caer. Las lágrimas eran muestras de debilidad. Ella no era débil, sin embargo, sus ojos no parecían comprender y no paraban de verter las saladas gotas.
Justo entonces Kelly Dawson oyó el agudo chirrido de una alarma en la base.
"¡Situación de emergencia! Todos los miembros del escuadrón viper diríjanse a la sala I 42. ¡Escuadrón viper a la sala I 42!" repitió una voz a través del intercomunicador. El deber llama, pensó suspirando. Salpicó su cara con agua fría y partió apresuradamente hacia la sala asignada.
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El perfume de Marlene todavía estaba en la mente del capitán cuando su unidad debió partir. Cuando la enfermera se acerco a él en la cubierta de la observación, él simplemente la abrazó. Había tanto decir, pero la alarma no les dio tiempo. La besó por unos pocos segundos y debió irse.
Pocos minutos después el escuadrón estaba en la sala asignada. Se apresuraron a equiparse con sus armaduras y proceder al sector A-4-52. Según un informe de inteligencia, un grupo de Invid se había acuartelado en un almacén abandonado. Pero eso no era todo; en ese momento exacto, un grupo civil armado se dirigía hacia ellos. Deseaban enfrentarse a los alienígenas con sus propias manos.
¿Y ahora tengo que escoger entre ser atacado por una multitud descontenta o por un Invid... cuál es peor? pensaba James mientras montaba en su ciclón. "Maldición!" dijo deteniéndose al lado de Kelly. "Estas feliz ahora, Dawson?" agregó enojado.
"Para el gimoteo," contestó ella y lo miró. Robert vio que ella había estado llorando.
"¿Qué diablos sucedió?" le preguntó. Pero no había tiempo para charlar. El capitán dio la orden y los ciclones partieron.
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Los humanos se están acercando, dijo una voz en su cabeza. Van armados, agregó. Los ojos azules del Invid chispearon encolerizados.
No los decepcionaremos, contestó el líder. El deseo de venganza llenó sus mentes mientras se preparaban para la batalla.
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Armados hasta los dientes, una multitud de hombres se acercaba al viejo edificio. No muy lejos, el capitán Bernard y el teniente comandante Bryant observaban los acontecimientos. El almacén no tenía ninguna puerta trasera.
¡Hay tiempo aún.... Salgan de ahí! Scott pedía silenciosamente. Pero no se veía movimiento alguno en el inmueble. La multitud seguía aproximándose.
"Dawson, active los sensores de protocultura," Bryant ordenó.
"Nada bueno saldrá de esto," le dijo Alex a Scott quien veía que la multitud había alcanzado la estructura.
Kelly cumplió sus órdenes. "Los sensores demuestran la presencia de cuatro mecha operacionales dentro del edificio, señor," la teniente informó.
"¡Es increíble! Donde escondieron los Invid esas cosas para por tanto tiempo?" Scott dijo alarmado. La multitud tenía solamente armamento básico. Van a encontrarse con una sorpresa, pensó.
"Tenemos que detenerlos, capitán," dijo Alex.
El primer instinto de Scott fue dejar que la multitud encontrarlo lo que estaba buscando, pero él no podría hacer eso. Serían masacrados. Suspiró. "Aproxímense en silencio," les dijo a sus hombres. "Estén listos para intervenir a mi señal."
La multitud intentó reventar la puerta del almacén. La hoja metálica reforzada resistió su embate. Los vipers tomaron se apostaron detrás de los enojados humanos.
"¡Arrojen sus armas y retírense!" el capitán ordenó. "Tomaremos el control de la situación," agregó. La sorprendida multitud no estaba de humor para obedecer.
"Hemos oído eso antes. ¡Sabemos que los militares no les hacen nada a estas cosas!" gritó un hombre en la muchedumbre. "¡Nos haremos cargo de estos Invid nosotros mismos!" agregó. "¡Muerte a los alienígenas!" gritó otro.
"No me dejan ninguna opción," contestó Scott y ordenó a soldados someter a los rebeldes. Los militares llevaron a cabo la orden de su superior. No pasó mucho tiempo antes de que tuvieran a la muchedumbre bajo control.
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El segundo grupo de seres humanos ha tomado control, divulgó una Invid. Su líder se está dirigiendo a nosotros, ella agregó. Nos ofrece protección si no oponemos resistencia.
¿Qué? ¡Humanos desgraciados! ¿Piensan que vamos a entregarnos tan fácilmente?" dijo otro.
Mmm, ésta podría ser una oportunidad. Podrían llevarnos donde tienen al resto de los nuestros, pensó el líder.
Somos más fuertes, juntos. El pensamiento se fluyó entre las mentes Invid.
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Sudor comenzó a cubrir la frente del capitán. La multitud seguía agitada. Él no deseaba utilizar la fuerza para entrar en el almacén, pero no había habido contestación alguna. Repentinamente, las puertas se abrieron. Un Invid salió desarmado, listo a entregarse.
Entonces, todo fue mal.
De entre la multitud, un hombre se agachó y asió una arma que había sido dejada sobre el suelo. No perdió tiempo y disparó, dándole al Invid en el pecho. El alienígena cayó muerto instantáneamente.
"¡Maldición!" Scott rugió cuando los Invid dentro del almacén se apresuraron a regresar y cerrar las puertas tras de sí.
¡Es una trampa! pensó a líder. ¡Apresúrense, cierren las puertas! ordenó.
Apenas a tiempo, dos de las unidades de Scott alcanzaron las puertas y se interpusieron, logrando mantenerlas abiertas.
"Bryant, toma la mitad de los hombres y asegúrate de que la multitud no haga más contribuciones sorpresa," pidió a capitán. Él tomó el resto de su equipo y entró al almacén.
El fuego del cañón de un Enforcer Invid lo recibió. Una nube de polvo y humo llenó el lugar, mandando el nivel de visibilidad a cero. Los disparos Invid continuaron. Los alienígenas podían apuntar sin dificultad debido a sus sensores de protocultura.
Una mecha Invid tenía al ciclón de Scott en la mira. El capitán solamente veía sombras a través del denso aire. La Invid disparó. Fue muy tarde cuando Scott vio el rayo dirigiéndose hacia él. Oyó un grito y vio como un viper saltaba hacia él, recibiendo el fulminante impacto en su lugar. Ambos cayeron al suelo.
Scott recobró el sentido sintiendo un fuerte dolor de cabeza. Pronto, manchas borrosas y amarillentas se transformaron en flamas, abrazando todo a su alrededor. Trató de ponerse de pie pero no pudo. El soldado que lo había salvado permanecía inmóvil sobre el piso. A través del cristal roto de su casco, Scott reconoció a Kelly. El capitán logró ver a Bryant corriendo hacia ellos antes de perder el conocimiento.
Cinco minutos más tarde, todo había terminado. Un tercio del grupo Invid estaba muerto, el resto, en custodia. Weston estaría satisfecho.
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La nueva unidad se había encargado de la situación completamente. La operación requería discreción y la precisión de un cirujano; ambos atributos del capitán Bernard. A pesar del tiroteo, el general Weston estaba complacido con los resultados y no escatimó en felicitaciones. El general incluso visitó a Bernard en el hospital para expresar su gratitud personal.
Para Weston, la operación fue ejecutada sin bajas. Por supuesto, él no contaba con las bajas Invid. Estaba más preocupado por la muchedumbre entablando juicios contra las fuerzas militares que por los Invid fallecidos. Ninguna culpa caería sobre ellos. ¿A quien podrían importarle unos cuantos Invid muertos?
Scott sintió nausea y no tenía palabras. Aguantó a Weston estoicamente. Pero ahora, solo en su habitación, las emociones empezaron a hervir dentro de él.
Kelly, pensó, debiéndole la vida a la valerosa teniente.
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