Fanfic Name / Nombre del Fanfic: Rick y Lisa: La saga de la familia Hunter-Hayes

Chapter / Capitulo: X

Author / Autor: Cindy Rubattino

Rating / Clasificacion: AP15 (For Teenagers = Para Adolescentes)

Romance

Angst / Drama

Humor

Fanfic: Hoy presentamos: Sobre las olas 
 
La mañana era tibia. Se había sentado en una cómoda silla que estaba al pie de la cama con la mano derecha sosteniendo su rostro. Observaba a su esposa calladamente. La noche anterior la había poseído con locura. Varias partes de la casa fueron el escenario perfecto para el sexo antes de llegar a la habitación. La alfombra junto a la chimenea, la mesa de la cocina y hasta en la escalera que conduce al cuarto. Cada vez que la poseía era como si fuera la primera vez.  
 
Continuaba reparando en ella, desnuda, de espaldas a él, cubierta en parte solo por una delgada sábana. Con su largo cabello castaño. Era perfecta. La amaba demasiado, la deseaba cada día más. 
 
Había tenido un sueño extraño; en él se veía junto a Lisa en la expedición pasando muchas vicisitudes, aventuras y guerras. Veía a sus amigos cercanos, incluso a Roy Fokker, también a Breetai, Exedore, Maistroff y Lang. Lo más misterioso es que oía la voz de Edwards pero nunca lograba ver su rostro. Igualmente veía pequeños niños piloteando los verytecks. Solo logró reconocer a Dana y Bowie, los demás no los reconocía. Solo uno le habló. Era él mismo cuando era pequeño. 
 
-Rick...Rick Hunter! 
-Sí, soy yo. Quién eres tú, pequeño? 
-Yo también soy Rick Hunter... decía el niño riendo, mientras desaparecía como un espejismo. 
 
Siempre le pasaba lo mismo en aquella casa. Su madre decía que allí el siempre tendría una conexión especial con ellos, sus padres. Para él, aquel sueño podría ser algún tipo de presagio? Acaso Lisa tendría razón...eran ellos muy jóvenes para tomar tanta responsabilidad?  
 
En el fondo hubiera preferido mil veces que todo fuera como cuando era niño. Las guerras se peleaban en los países, no en el espacio con seres extraños y mortalmente más peligrosos. Hubiera preferido que no existiera nada allá afuera y así poder disfrutar de una vida normal con Lisa y hacer una familia con ella, como siempre había sido su sueño desde que supo que la amaba más que a nada. 
 
Pero él debía ser fuerte. Su deber era ser la piedra donde Lisa descansara. Su compañero, su amigo, su fortaleza. La conocía. Detrás de esa inteligencia, esa estratega innata, esa mujer fuerte, se escondía un corazón sensible con muchos sentimientos vulnerables. Y ni qué decir del momento en que se convertirían en padres... ella lo necesitaría mucho más. Nunca le había fallado y nunca lo haría. Sería capaz incluso de dejar de volar su Skull por ella. 
 
Como si sus pensamientos estuvieran conectados. Lisa sintió una leve caricia no necesariamente táctil, más bien psíquica. Despertó casi a medio día, aún teniendo en su cuerpo el aroma del perfume de su esposo y las huellas de una noche de amor salvaje. 
-Rick!- le llamaba, ya que no lo veía. 
-Buenos días, dormilona...estoy aquí- respondía él mientras ella se volteaba y alcanzaba a verlo. 
-Qué susto me diste, pensé que no estabas. 
-He estado aquí sentado desde aproximadamente dos horas con cuarenta y cinco minutos y varios segundos. 
-Y eso? 
-Quería verte. 
-Jajaja! siempre puedes verme... 
-Pero quería verte así, como hasta hace un momento, y aquí en mi casa.... Además de mamá eres la única mujer que ha vivido aquí. 
-Cariño... esto fue tan dulce...ven acá capitán!- y alzó su mano hacia él. 
-Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Te lo he dicho, verdad Rick? 
-Si- dijo él abrazando su cuerpo desnudo. 
 
Al mediodía, con un cielo parcialmente nublado y en ropa de expedición, subían parte de la montaña. Uno que otro árbol se erguía ante ellos para hacerles recordar que la tierra aún podía ser generosa. El iba adelante y tomaba la mano de ella para ayudarla a subir. Una vez en la cima miraron a su alrededor. Disfrutaron del paisaje y se sentaron a observar el horizonte ante el ocaso.  
 
Tiempo después, aun en la cima, ante ese paisaje gratificante y un silencio sepulcral, sin saber cómo ni porqué, miles de sensaciones agobiaron a Rick. De pronto la nostalgia se fue apoderando de su ser y sus temores salieron a flor de piel. 
-Quiero volver, Lisa- dijo Rick con tono triste- Quiero que volvamos. 
-Qué?- dijo ella con un nudo en la garganta al ver sus ojos azules apenas cristalizarse- Amor, qué te sucede? Por favor, dime! 
-Estos días han sido los más hermosos de mi vida y siempre estarán en mi memoria. Tú y yo en la casa de mis padres...-continuó- Sé que tenemos deberes y vamos a cumplirlos. Sabes que yo estaré siempre a tu lado, apoyándote en todo, Lisa. Pero quiero algún día poder regresar a esta casa, con nuestros hijos. Si no nacen aquí en la Tierra, quisiera que crezcan aquí, o que por lo menos que puedan disfrutar de esta belleza y que conozcan de donde somos. Eres mi única familia, no quiero perderte. 
 
Lisa lo miraba absorta y melancólica. Sabía que él era un hombre fuerte de carácter, pero al mismo tiempo tenía una sensibilidad alucinante. Además, pese a su fortaleza, Rick tenía veintitrés años. Era un muchacho, joven igual que ella. Sentía el mismo temor que ella sentía de nunca poder volver a la Tierra, pero hasta ese momento no había expresado sus angustias para no infundirle un temor mayor. Al verlo así, más que causarle algún tipo de temor, despertó en ella un espíritu protector...  
 
-Cielo- le dijo mientras tomaba su mano. La tierra es nuestra casa y es lógico que nos encontremos así ante todo lo que nos vendrá. Debemos conservar la tranquilidad para albergar la esperanza en muchísima gente. Gracias por traerme aquí Capitán y por recordarme nuevamente que tengo una misión con la humanidad, contigo y nuestros amigos a nuestro lado. Tú también eres mi única familia. Rick, Vamos a volver, te lo prometo!- agregó mirándolo muy firme y directo a los ojos.  
 
Una vez regresaron a la casa encontraron en la puerta un paquete de Macross Express que decía “dejamos el asunto donde nos indicó”. Al ver esto, Rick se alegró. Habían llegado con tardanza, pues solo les restaba tres días para regresar a la ciudad.  
-Ven, quiero enseñarte algo, cierra los ojos- dijo Rick. 
-Qué es? Dime!- le decía ella mientras caminaba de su mano con los ojos cerrados por la sala de la casa. 
-Ahora sí, puedes abrirlos. 
-Ahhh!...Rick!... no puede ser!- ante sus ellos estaba el más hermoso piano que sus ojos habrían visto desde el piano de su madre que trágicamente colapsó en un bombardeo. 
-Es tuyo, señora Hunter- dijo, mientras se maravillaba de verla tan feliz. 
-Con los ojos llenos de lágrimas y aún de pie, Lisa abrazó la tapa del piano, luego la alzo, le colocó el soporte y fue tocando una a una cada tecla. Do, Do sostenido, Re, Mi, Mi bemol...., escuchando el afinado sonido de aquella bella obra de arte. 
-Te gusta? 
-Rick, no tienes idea!...tengo tantos años sin tocar piano. Esto ha traído tantos recuerdos a mi memoria- dijo entre sollozos- como cuando di un recital en la Medici Chapel, en Florencia, Italia. Mis padres y mis maestros de piano, Ivo Pogorelich y Atsuko Seta estaban tan orgullos de mí. 
-Bueno, este es mi regalo de bodas. 
-Gracias amor- dijo mientras le daba un beso en la boca. 
 
-Pero, siéntate, quiero que toques algo para mí. 
-De veras? mmm...bueno, debes decirme qué melodía en especial, o que compositor prefieres. 
-Bueno, no se mucho sobre música clásica, así que puede ser una melodía de tu pianista favorito. 
-Jajajaja! es difícil, tengo más de veinte. 
-En serio? cuáles son? 
-Bueno, te los diré en orden alfabético, como me los aprendí siendo una niña. Albéniz, Arensky, Bach, Beethoven, Brahms, Bauer, Clayderman, Debussy, Di Blassio, Falla, Glazunov, Grieg, Haydn, Liszt, Mendelssohn, Mozart, Rachmaninov, Ravel, Rimsky-Korsakov, Rubinstein, Scarlatti, Schubert, Schumann, Smetana, Stravinsky, y Tchaikovsky.  
 
-Mmm...que apellidos tan complicados. Pues no sé, toca un Valls. 
-Jajajaja! como ordenes capitán- dijo ella-....Y como soy fanática de los Valls tocaré la adaptación a piano de mi Valls favorito, “Sobre las olas”, de Juventino Rosas. 
 
Al entonar el primer acorde, ambos sintieron una conexión total con aquella música. Ella sentía que con cada nota, volaba hacia el infinito mundo del tiempo y el espacio. Mientras él continuaba inmóvil, de pie, a un lado de ella, con el pensamiento extraviado en la melodía. 
 
Esto es un deleite para los dioses- pensó él- ante la magistral interpretación de su esposa  
 
Rick tomó asiento en el sillón de la sala, junto al piano, mientras seguía deleitándose al verla tocar. –Que melodía tan hermosa- pensó- Es como si el tiempo retrocediera. Me hace recordar los libros de historia que cuentan de cuando la tierra era totalmente verde, los ríos hondísimos y llenos de peces, la gente tomaba las frutas de los árboles y las flores esparcían su mejor perfume.  
 
Esa melodía le había hecho olvidar que vivían en un planeta constantemente amenazados. Deseó que ambos hubiesen nacido a principios del siglo veinte, en un mundo menos conflictivo sin ningún viaje al espacio que pudiera arrebatarle la vida a Lisa, la persona que más amaba en el mundo. 
 
...De vez en cuando cerraba los ojos y se veía junto a ella remontados a aquellas dulces y románticas épocas del siglo veinte donde casi todo era felicidad. 

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