Fanfic Name / Nombre del Fanfic: La Rosa Roja

Chapter / Capitulo: 17

Author / Autor: Zeitzler

Rating / Clasificacion: AP (All People = Todo espectador)

Romance

Fanfic:  
 
Bueno, hoy es el gran día-dijo la asistente de Sue Graham mientras recorría las avenidas-todo esta listo para la boda entre la almirante Hayes y el almirante Hunter. Los cielos están convulsionados con todas las aeronaves que surcan el espacio aéreo de Macross hoy: Y con razón, porque desde la boda de Max y Miriya en medio de la primea guerra robotech, no se había visto una unión que significase tanto para el público como esta de el día de hoy…-siguió con la verborrea de experta en boletines noticieros, mientras las cámaras la enfocaban-y para trasmitirles a ustedes cada detalle de estos acontecimientos en vivo y directo en la pantalla de sus televisores , pues nada mejor que introducirnos en la vivienda del almirante Hunter que en estos mismos momentos esta preparándose para el día de su boda…-tocó teatralmente con los dedos sobre la puerta: un sorprendido teniente Mitchell abrió, ya de por sí su apariencia no era muy tranquilizadora, porque cargaba una serie de cajas de cartón encima de la cabeza en amenaza inminente de caer sobre cualquiera que se le acercase, amén de una bolsa que sujetaba por las correas de el asa de la misma metidas en medio de sus dientes… 
 
-Teniente Mitchell, ¿Me podría informar dónde está el almirante Rick, por favor? 
 
-etha trha la purta… 
 
-Ejem, teniente Mitchell, Estoy rodando para la televisión el día de la boda: ¿Podría tener la bondad de quitarse esa bolsa de la boca antes de contestar? 
 
-Está detrás de la puerta del comedor-dijo Mitchell muy apurado- yo y las chicas de comunicaciones lo estamos ayudando a empacar sus cosas para el próximo viaje al espacio a bordo del SDF… 
 
-Perfecto-dijo la asistente de Sue entrando sin más ni más- si nos permite a mí y a mi cameraman filmar el… 
 
-PESTES, FIJATE POR DONDE PISAS, MENTECATO-dijo el cameraman mientras Mitchell se enredaba con el cable del servicio eléctrico- HE… NO…NO SE TE OCURRA… 
 
-BLAM 
 
La chica se tapó los ojos para no ver el fenomenal trompazo que se dio su cameraman mientras todo el contenido de la caja que se balanceaba amenazadoramente sobre la cabeza de Mitchell caía estrepitosamente sobre la cámara: obtuvo unos estupendos primeros planos del techo, de la casa de Rick mientras los dos hombres rodaban por el suelo, junto con un sinfín de artículos domésticos: zapatos, pulóveres, tazas de café (Ay de la porcelana: hecha añicos) etc. etc. 
 
“Una periodista de éxito JAMAS se deja abatir por el desastre, por grande que este sea” le había dicho Sue: respiró hondo, mientras recordaba aquellas palabras, aferrándose a ellas como un naufrago a un madero. 
 
Trago saliva y se dirigió hacia el comedor: tuvo suerte. Ya de entrada una de las chicas de comunicaciones le salió al encuentro. 
 
-¿Qué pasa aquí? 
 
-Estamos tratando de rodar los preparativos para el día de la boda de los almirantes… 
 
-Oh, que bueno. ¿Me podría enfocar por mi mejor lado, por favor? Quisiera saber si podría aprovechar para mandarle un saludo a mi novio… 
 
-Veamos, a ver si…-Rick entro en el comedor: cargaba una caja de cartón, y vestía camisa negra de civil de manga corta, pantalones largos, deportivos de color marrón, y zapatillas de deporte, evidentemente no esperaba verse visitado, sobre su cabello se veían algunas motas de polvo.-…puedo poner estos libros por acá… ¿Eh? ¿Qué es todo esto? 
 
-Estos periodistas han venido a entrevistarme por mi mejor lado-dijo la chica hablando a trompicones- a ver, déjeme ocupar el centro de la cámara… 
 
-Almirante Hunter, querríamos saber que se siente despertar el día de su boda-la cortó olímpicamente la asistente de Graham-¿Podría dedicarnos algunos minutos? 
 
-Venga, pero mucho tiempo no tengo.-dijo Rick- Bueno, lo primero es seleccionar que cosas debo empacar para mi próximo viaje: es posible que esté años por el espacio exterior. Sin embargo, algunas cosas no harán falta a bordo de nuestra fortaleza, otras, se llevan por su valor sentimental: esas son las difíciles de elegir. 
 
-Ya, son algo muy personal. 
 
-Como la porcelana de mi madre: fue lo único que se salvó de la Gran Batalla el día que salvé a Lisa cuando cayó la base de Alaska. ¡Lo que me ha costado conservarlas desde entonces! Me las llevaré al espacio y… 
 
-Ya no…-dijo Mitchell. 
 
-¡Las porcelanas de mi madre! Todo el juego completo hecho añicos…-dijo Rick con una voz que partía el corazón sólo oírla.  
 
-Bueno…sólo se retrasó una pérdida inevitable-dijo la chica de comunicaciones que acompañaba a Mitchell. 
 
-¿COOOOMOOO??? 
 
-Bueno, almirante: todos los hombres saben que la porcelana de su madre es lo primero que les va romper la esposa. 
 
-Se salvó esta tacita…-dijo Mitchell tímidamente. 
 
-¡Vamos!- Dijo Rick- A lo vuestro a lo vuestro, recoged todo esto y llevaos lo demás; a la sala. Junto con las demás cosas que se quedarán aquí. El resto, al comedor, donde pondré lo que me llevaré. 
 
-Cuantas cosas-dijo la asistente de Sue- se ve que esta tomando usted en serio este asunto. 
 
-Claro. Veamos… aquí tengo mi álbum de fotografías. He conservado aún la costumbre de hojearlo de cuando en cuando. Y mis discos de música. Es sorprendente como a medida que uno va cambiando, van cambiando las aficiones en cierto modo. 
 
Las cámaras lo enfocaban ahora de lleno, pero él no parecía incómodo por eso. Curioso contraste con Lisa, que siempre se mostraba algo tensa cuando la entrevistaban, penó la asistente. Y la verdad es que inspiraba confianza aquél chico: se le veía cómodo con sus ropas informales, y al mismo tiempo seguro de sí. De algún modo, no necesitaba para nada el uniforme. Era fácil percibir en su manera de hablar, en su manera de actuar, incluso sin que se lo propusiera, porqué los pilotos lo consideraban el jefe de su escuadrón. Era algo que estaba ligado a su persona, no a su cargo. De un modo u otro, había dado con la clave para mostrarse tal cual era en la intimidad sin que eso debilitase su imagen de líder ante los demás. Oficiales o civiles, comprendió la chica, todos confiarían en Rick Hunter. Seguramente nadie cambiaría de canal en ese momento. Supo entonces que debería alargar cuanto pudiera esa entrevista; sería precisamente la parte del programa que más recordaría el público. No importaba que tan colosales fueran las imágenes de la boda esa misma noche. Curiosamente, Rick convencía más al natural, en la simple espontaneidad de su manera de ser. 
 
-Esta casa esta hecha un desastre-decía con naturalidad-pero ¡Que importa! Lo que importa es sacar de ella todo lo que necesito. Al fin y al cabo, quién sabe cuando podré regresar. La verdad es que nunca estuvo muy bien organizada, excepto cuando Lisa venía a ordenarla cuando yo no estaba…cuando lo pienso. En fin, es curioso como los oficiales más minuciosos suelen ser muy desordenados en sus habitaciones privadas. Roy Fokker era exactamente igual.  
 
-¿Cómo se prepara para su boda, almirante? 
 
-Pues precisamente tirando todas las cosas que no me harán falta. La verdad es que me siento muy bien hoy desde que me desperté. Con mucho entusiasmo. Y optimismo. 
 
-¿Se siente nervioso? 
 
-¡Pues un poco sí, hombre!-dijo Rick riendo- pero la verdad es que no puedo quejarme; en honor a la verdad, soy muy afortunado. Cuando pienso en la suerte que tengo al compartir mi vida precisamente con... 
 
-¿Que significa para usted el partir en su viaje de boda directamente a la guerra en el espacio? Es un trayecto muy especial, muy poco frecuente. 
 
-Yo ya había hecho mi elección antes: había decidido ir al SDF-3 desde el momento mismo en que se anunció su construcción. En cuanto a dirigirme al espacio, no es nada nuevo para mí-Rick hablaba sin presunción alguna, pero eso sólo realzaba su historial como veterano de combate con dos trayectos al espacio en su haber, y en vísperas de un tercero como algo tan normal en cierto modo, que ni siquiera parecía concederle espacial importancia. Y fue entonces cuando la asistente de Sue empezo a comprender el atractivo que esa sinceridad natural podía ejercer sobre los pilotos de combate: aquél era un líder que no necestiaba vanagloriarse de sus campañas para llamar la atención; aludía a ellas simplemente como algo cotidiano, y con eso solo, ya impresionaba más-¡En mi primer viaje al espacio ya me vi envuelto en medio de una batalla por puro accidente! Y es algo que no olvidare jamás. Después de eso, en cierto modo aprendes a entender que el combate no depende de tí; sino de el enemigo y de sus intenciones. Luego, el ir de nuevo al espacio no es más que otra decisión más dentro de la cadena. Vas para que los otros se puedan quedar aquí, tal y como quisieramos todos. 
 
-La boda entre Max Sterling y Miriya Parino fué todo un acontecimiento en medio de la contienda contra los Zentraedis, ¿Cree usted que su propia boda sea algo similar? 
 
-No. Es simplemente mi propio caso. Es algo muy personal.  
 
-Pero el público en medio de las últimas contiendas Robotech parece darle más importancia a estas ceremonias nupciales. ¿Cree usted que tengan algún significado especial? 
 
-Tal vez. Significan para la mayoría de la gente, un soplo de esperanza. Ver partir a sus almirantes en medio de un enlace nupcial, es como una señal de que no vamos a una guerra ordianaria; de que no combatimos por el gusto por el combate, sino por la superviviencia de la raza humana. Es natural que se celebren estas ceremonias de forma especial. Despues de todo, es por eso, por lo que estamos luchando en cierto modo. 
 
-¿Y que significa para uste estar casado con la almirante Hayes? 
 
-Con Lisa. 
 
-Bueno, pues, ¿que significado tiene? 
 
-Para mí: haber tomado la decisión correcta. Para los demás, no sé. Tal vez todo este espectaculo signifique una señal de que llevamos al espacio nuestra propia humanidad, de que no estamos olvidando lo que dejamos atrás. De que marchamos al combate precisamente por lo que dejamos aquí. 
 
-¿Y que siente usted en este día? 
 
-La verdad es que sólo puedo pensar en la suerte que he tenido. Tener la oportunidad de compartir tu vida con una persona como Lisa es algo muy especial. No he reparado nunca en lo que eso significa antes. Y la verdad es que he perdido mucho con eso. Pero felizmente, ya he tenido la oportunidad de comprenderlo. Y cuando lo pienso no puedo menos que pensar en lo mucho que esto significa... 
 
-Vemos que el teniente Mitchell le ayuda en todo. 
 
-Sí, pero no sólo él, esta también esta chica, y su compañera… la otra…¿Dónde esta? 
 
-Aquí estoy-se oyó la voz de una muchacha sentada en la cómoda de Rick: se la veía de espaldas, por lo que no se distinguían los contornos de su rostro; sólo sus cabellos y sus hombros caídos, como si estuviera contemplando el contenido de unos objetos recién sacados de una caja de cartón que reposaba abierta a su lado. Al juzgar por la posición de sus brazos, tenía la barbilla reposando sobre sus manos, mientras miraba hacia abajo los objetos que estaban en la cómoda; ocultos tras su cuerpo, mientras daba la impresión de estar leyendo algo.-Mirando tus revistas porno, Rick. Tienes una colección muy completa: Y por cierto que no te falta ni un sólo número. ¡CARAMBA CON ESTA FOTO!-dijo mientras hacía ademán de pasar una página. Sus hombros se hundieron y los cabellos sobre sus hombros se inclinaron bajaba la cabeza - Parece que te gustan las mujeres bien dotadas, Rick... 
 
-Ya deja eso-dijo Rick dolorosamente consciente de que millones de personas estaban viendo su cara por la tele cuando el cameraman le enfoco el rostro a bocajarro-ayúdame a encontrar el smokin para esta noche... 
 
-Pero si lo tienes a tu lado. ¿No te acuerdas que fue lo primero que pusiste aparte para que no se te olvidara? Por cierto que tiengo que ponerte la corbata de lazo antes de la ceremonia. ¿No te acuerdas que me dijiste que no sabes anudarla? Menudo lío vas a tener si todo el mundo se da cuenta cuando suenen las campanas... 
 
-Mier... 
 
-Bueno, nunca hay que preguntar por quién doblan las campanas-dijo la asistente de Sue rápidamente.  
 
-Ejem, sí. Bueno. ¿Que otra cosa? Ah sí los anillos. Aquí están. Bueno, el mío. El otro lo tiene Lisa. ¿Saben que tuve que comprarlos dos veces? Pues sí. Y se lo puse a Lisa en el dedo... 
 
-Fue algo muy romántico de su parte-dijo la asistente-en efecto, debió ser un momento muy emocionante para la almirante Hayes vivir ese instante. 
 
-¿Usted cree? 
 
-No a todas las mujeres nos ponen el anillo en el dedo de esa manera, almirante. 
Pero todas desearíamos un hombre que lo hiciera de esa manera. 
 
-¿De veras? Me halaga usted. Espero que a Lisa le toque la oportunidad de ser entrevistada por una corresponsal de su clase... 
 
 
 
 
 
-ASPIRA HONDO LISA, Y METE PA`ENTRO-Miriya jalo con fuerza del corsé desintegrando literalmente la cintura de Lisa. Anudó con destreza la faja, y miro complacida su obra: una cinturita de envidia que lucía realmente soberbia en aquel traje de bodas. De esas que hacían suspirar a los hombres, excitándoles hasta la última fibra de su masculinidad e inspiraban compasión en las mujeres; pensando en el sufrimiento que debía de estar soportando la pobre chica con la tortura china de semejante faja de truco… 
 
-Quedaste perfecta. -dijo complacida-la verdad es que tu boda va a quedar mejor que la mía... 
 
-Uuuufff sí. Pero casi creo que me alegraré cuando todo esto haya terminado.-dio Lisa mientras intentaba acostumbrarse a racionar el aliento- esto esta resultando abrumador. 
 
-Cuando te sientas abrumada sólo tienes que verte en un espejo-dijo Miriya- !Mírate¡ !Estas maravillosa¡  
 
Lisa se contemplo a sí misma en el espejo, y tuvo que reconocer que la Zentraedi tenía razón: nunca había visto una novia tan radiante, tan brillante, ¿Esa soy yo? se pregunto. 
 
El vestido de novia realzaba su figura de una manera espectacular: el blanco inmaculado relucía como la luz ; hacía el contraste perfecto con el color de su pelo, y de sus ojos. No llevaba joyas ni las necesitaba; de algún modo toda ella resplandecía de una manera excepcional. Como todavía no se había puesto el tocado, podía ver la forma en que su rostro se veía con más color tras el esfuerzo. Pero le costó reconocerse a sí misma en aquella resplandeciente muchacha que lucía fresca y pura como el agua de manantial atrapada en el marco dorado del espejo. Le parecía que su imagen era más bien como la de un hada de un cuento, un hada que estaba prisionera en el mágico lago de agua dentro del espejo, como el de Blancanieves... 
 
-Espejito, espejito, ¿Quién es la mas bella de las almirantes sobre toda la tierra?  
 
Lisa descubrió una fracción de segundo demasiado tarde, que había pensado en voz alta. 
 
Miriya hacía esfuerzos para contener la risa.  
 
No lo logró. 
 
Lisa se rió también. 
 
-Me muero por ver como le irá a Rick con los preparativos; en estos momentos lo deben de estar entrevistando-dijo Miriya- menos mal que a nosotras no nos toca todavía la visita de la prensa... 
 
Es natural; la novia siempre necesita más tiempo para estar lista. Además, es de mala suerte que la vean antes de la ceremonia. 
 
-Vamos, dame ese control remoto-Miriya se hecho boca abajo sobre la cama para encender el televisor, mientras Lisa se acercaba a su tocador para revisar su peinado- quiero ver como le va a él... 
 
-Voy a tener que llevarme mi cepillo de plata, ¿Sabes Miriya? Me lo regaló mi padre cuando el día de mi graduación en la escuela de cadetes… 
 
-Pues espero que tenga mas suerte que esa pobrecita porcelana de Rick-dijo Miriya mientras miraba a un compungido Mitchell recogiendo los escombros mientras sostenía patéticamente la única tacita que se salvó-El chico todavía no se ha puesto su traje...pero que bien se ve en camisa de manga corta...mmmm...toda una tentación: la verdad es que sin el uniforme... 
 
-Ustedes los Zentraedis no se terminan de acostumbrar a vivir sin el uniforme siempre. Es como una segunda piel para ustedes, en cambio, para nosotros, lo natural es vernos libres de él. 
 
-Pues nunca lo había visto sin uniforme-insistió Miriya- se ve de maravilla. Y parece muy cómodo y desenvuelto. 
 
-Eso es algo natural en él-dijo Lisa de espaldas al televisor mientras se ponía un dedo sobre la barbilla pensativamente- ¿Sabes? No le cuesta ningún trabajo ganarse la simpatía y la confianza de los demás. A mí, en cambio sí me cuesta. No sé si será porque todos saben que es un piloto dispuesto a arriesgar la vida junto con los demás, o si será cuestión de magnetismo personal, pero de algún modo siempre se esta ganando a la gente... 
 
-Que considerado de su parte-dijo Miriya mirando la pantalla- te manda saludos; la mayoría de los hombres en un momento así habrían aprovechado para brillar ellos solos. Pero él no olvida dedicarte esas palabras sólo a tí. 
 
-...No sé porque a él le es tan fácil y a mí me cuesta tanto inspirarles confianza de esa manera a los demás-dijo Lisa hablando sola sin escuhcar ni a Miriya ni al televisor- periodistas, o soldados, no importa, los convenze en seguida. Y yo, en cambio, sólo entre los oficiales de muy alto rango puedo… 
 
-Pues no te creas, no; ¡Que plancha se le acaban de dar ahora mismo delante de todo el mundo con eso de las revistas por...! 
 
-...sólo entre ellos puedo destacar-dijo Lisa absorta en su monólogo sin haber oído a Miriya-y aún entre los que reconocen que soy la mejor siempre esta ese sentimiento de rivalidad, como de antipatía, no sé, no sé, pero de algún modo siempre esta ahí. Global me dijo en una ocasión que proyecto la impresión de ser demasiado fanática del trabajo, demasiado concentrada en mí misma, como si eso produjera en el fondo una impresión desfavorable… 
 
-¡Y ENCIMA RESULTA QUE TIENE QUE PEDIRLES A ESAS CHICAS A ESCONDIDAS QUE LE HAGAN EL NUDO DE LA CORBATA PARA QUE NO SE ENTERE TODO EL MUNDO EN PLENA IGLESIA DE QUE EL NO SABE COMO SE HACE!-exclamó Miriya escandalizada- la verdad Lisa es que tampoco él es la tan gran cosa como parece… y tanto que parecía el chico. 
 
-…que alguna vez tendré que dedicarme a luchar contra esa impresión que proyecto si quiero ser realmente un líder de hombres y no sólo de naves y flotas-continuó Lisa- pero no sé como, Miriya, realmente no sé como… 
 
-Bueno, lo mejor será que empecemos ahora con el tocado Lisa-dijo Miriya apagando la tele- si quieres estar realmente lista antes de que lleguen los fotógrafos. 
 
-No me preocupan-dijo Lisa- no voy a recibirles en lo absoluto; les mandaré unas fotos desde aquí mismo para que tengan algo que poner de mí ahora, y no me estén dando la lata después. Así me los quitaré de encima hasta el momento mismo de la ceremonia. 
 
-Buen plan: ponte junto al espejo Lisa; creo que vas a ser el sueño dorado de todos los hombres que te vean con ese traje de novia.  
 
 
 
 
 
 
Riber miraba melancólicamente las imágenes de Lisa trasmitidas en ondas mientras su chofer le llevaba hacia la iglesia. Escuchaba la radio contemplando aquella figurita blanca por el visor de su celular… 
 
Ella te pude hacer mejor sexo  
que las conejitas de Playboy 
Y en la cama no hay hombre  
que le ponga control 
No hay quien le gane  
ni el primer ring en  
eso del amor 
Es una fiera, la maldita es 
una súperhembra 
Ella sabe que esta sexy  
de la cabeza a los pies 
Esta tan buena  
y su cara es de telenovela 
POR ESO ES QUE LA TENGO QUE OLVIDAR... 
 
-Oficial Riber, ¿Debemos dirigirnos hacia la catedral de Macross ahora mismo? Llegaremos demasiado temprano a la ceremonia. 
 
-No importa. 
 
Contempló fascinado el talle flexible y perfecto a la vez. Los hombros exquisitamente moldeados, hombros hechos para ser besados en el nacimiento de aquél cuello delicioso, hombros hechos para ser acariciados, para ser… 
 
No hay quien  
le diga que no a esa bandida 
No sé que tiene pero  
cuando se le antoja  
Te enreda en su vida 
Te deja sin casa, sin carro,  
Sin un centavo en el banco 
YO si viví eso y te digo  
Que no eres el único. 
 
Cambió el dial de la emisora y se ajustó la octava condecoración (que esta algo torcida en su pecho) y se aliso los guantes blancos de su uniforme de gala: ¿Que podía hacer? 
 
Podía erguirse estoicamente y seguir adelante. Pero no eso no parecía servir de mucho... 
 
 
 
Te ha dejado de querer,  
tu bonita mariposa,  
te posaba entre las rosas  
para confundirte bien, 
Te ha dejado de querer  
o tal vez nunca te quiso 
después que hizo  
lo que quiso 
se fue sin explicar bien 
 
 
 
Lo peor era comparar aquella figura vestida de blanco con la que él había conocido, esperando su regreso, ansiosa, sólo pendiente de él; aquella chica que él conoció sólo viva para él... 
 
 
 
A mi también  
me paso lo mismo, 
también ame  
y cogio el camino. 
 
La mia se fue 
cortando las alas 
a un corazón  
que feliz volaba 
 
 
Y todavía la quiero,  
la extraño, la pienso, 
todos los días miro  
al cielo, sin hallar  
explicación. 
 
 
 
...era entonces tan vulnerable, tan delicada... ciertamente latía en ella la semilla de lo que era ahora, pero cuando había jurado vivir sólo para él, (Y él había hecho lo mismo por y para ella) no cabía ni la más mínima duda de que lo decía en serio, mortalmente en serio... 
 
 
Hoy aprendí  
que hay que ser sincero, 
sino hay amor  
no digas te quiero 
 
Yo lo aprendí 
entre tanto daño 
nunca me amó  
y decía te amo. 
 
 
A PARRANDEAR 
no nos quejemos 
por que cantar 
pal dolor es bueno. 
 
 
Y ambos habían soñado con ese día; el día en que podrían vivir la boda: la unión entre los dos, sin límites, sin nada que se interpusiera entre los dos... 
 
"¿Sabes Karl?" solía decirle mientras jugaba acercando una flor contra su cara "...que cuando duermo sueño contigo?" 
 
"¿Realmente, Lisita?" le había preguntado él riendo, mientras sentía como ella le ponía la flor contra su rostro... 
 
"Y suelo quedarme dormida jugando conmigo misma: imagino cómo será nuestra noche de bodas, Karl. Imagino que me llevarás en brazos y descorcharás el champaña preguntando como quiero que empecemos..." 
 
Y él reía, abrazándola, jugando con ella, cargándola en brazos en medio del bosque, depositándola suavemente en medio de las flores como si estuviera en el lecho nupcial, besando delicadamente su mano, y ambos jugaban a imaginar la noche de bodas... 
 
"Sabía que siempre me dirías si ya sabía como querría yo que empezáramos..." 
 
"¿Y que me contestas tú?" 
 
"Te vas a reír, pero nunca me decido a decírtelo..." 
 
"¿Y yo que digo a ti?" 
 
"Eres muy considerado siempre Karl" reía de placer en la alfombra de flores, mientras se ponía boca abajo, con una margarita al borde de sus labios.  
 
"Te reías y me decías que mientras yo me decidía te dedicarías a posar tus labios en mi garganta..." y jugaba con sus dedos sobre su la línea de sus labios. 
 
"Y pasas tu boca por el nacimiento de mi cuello..." 
 
Lisa reía de placer sobre su vientre, imaginando el momento, traviesa y dulce como una niña, mientras recostaba la mata de sus cabellos sobre su pecho, él veía como disfrutaba sentir la manera en que se aceleraban los latidos de su corazón mientras ponía su oído contra su pecho mientras sus cabellos le acariciaban. 
 
"...y vas besando lentamente mi hombro izquierdo... el nacimiento de mi cuello, mis oídos...así..." le hacía sentir su lengua cálida sobre su oído izquierdo, a la francesa, delicadamente, su aliento fresco le trajo un aroma a hierba y leche fresca, mientras la escuchaba reír de placer entre sus brazos... 
 
"y entonces yo me decido y te digo por fin por dónde podemos comenzar..." 
 
"¿Y que me dices, Lisita?"  
 
le preguntaba él. 
 
"Es entonces cuando me despierto" le respondía siempre ella mientras posaba su boca sobre la de él.  
 
Formaba parte del ritual.  
 
Era el juego favorito de los dos. Lo jugaban todas las tardes entre las flores y el bosque cada vez que salían juntos.  
 
Lo jugaron antes de que él se despidiera de ella antes de partir al combate.  
 
Lo jugaron ansiosamente, la tarde que ambos sabían que sería la de la despedida, la tarde en que se habían quedado abrazados envueltos en la luz del ocaso, que inundaba el lecho de las flores, sumergiéndolos en el anaranjado rojizo de la agonía del día... 
 
¿Podían haber pasado ya esos días? 
 
¿Había sido falsas las promesas hechas por lo más sagrado de los corazones de los dos entrelazados? 
 
¿No había sentido el corazón de ella latir exactamente con la misma fuerza que el suyo la tarde del juramento? 
 
Era siempre tan dócil, tan obediente a el más mínimo gesto de él, tan dependiente de su voluntad... 
 
Vivía para él. 
 
Respiraba por él, era su esclava, y feliz de serlo. Tan Feliz como nunca había conocido a nadie... 
 
-Llegamos, oficial Riber. 
 
-Bien. 
 
El sol arranco brillo a las condecoraciones sobre su pecho. Relumbró sobre los guantes blancos de su uniforme de gala. Flameaba sobre los estandartes. Retumbaba sobre las salvas de honor a las que tenía derecho su presencia ante los pilotos. Recibió los saludos del escuadrón en la forma de un bosque de brazos elevados al nivel de las boinas coloreadas. Divisó a la asistente de Sue Graham entre las tropas. Se sorprendió de verla allí. 
 
-¿No estaba usted cubriendo la ceremonia? 
 
-Exactamente eso mismo estoy haciendo, hijito. Aquí mismo. 
 
-Me refería a que esperaba que estuviera usted con el almirante Hunter. 
 
-De su casa vengo. Ya pasé en ondas las cosas allí. Ahora es en la catedral en donde esta mi trabajo. 
 
-Que rapidez. 
 
-Si no puedes ser rápida en esto, mas vale que te retires de este negocio. 
 
-No se haga la inocente conmigo. Usted no viene por la catedral. Vino a por mí. Supongo que desea filmarme a mí ahora. 
 
-Mi jefe vendería a su madre por obtener una entrevista exclusiva con usted, oficial Riber. 
 
-Lo esperaba. 
 
-He dicho que mi jefe lo haría. Yo no.-hizo una señal a su cameraman para que se alejara, mientras le daba el micrófono que llevaba en la mano. Se los llevó ante los ojos de Riber.-Usted es mi amigo. Y yo no juego con la gente. 
 
-Con Hunter... 
 
-Yo no tengo la culpa de lo que él dice en la tele. Mi trabajo es filmarlo. Con usted es diferente. 
 
-¿Porque? 
 
-Yo no juzgo a la gente, Karl.  
 
-¿Y yo merezco que me juzguen? 
 
-Usted sólo merece comprensión.  
 
Karl ya le había dado la espalda. Lentamente, muy lentamente giró sobre sus talones, y le ofreció su brazo. Ella lo acepto con naturalidad, y caminaron juntos por la alfombra roja. Mientras todas las chicas de la base la miraban muriéndose de envidia de tener aquel magnífico ejemplar de héroe a su lado, ella siguió hablándole, como si nada pasara a su alrededor. Riber empezó a contemplarla bajo una nueva luz. Era inteligente, sin duda, y además había en ella algo especial. Era como curiosidad, pero no exactamente curiosidad. Era... 
 
-Me propuse escribir la crónica completa de las guerra Robotes, Karl, la anterior y la que esta a punto de empezar cuando el nuevo SDF se dirija al espacio. 
 
-¿Y lo harás? 
 
-Por eso estoy trabajando, Karl. No es sólo un trabajo, es una meta personal. Alguien tiene que contar lo que fuimos, lo que sentimos, lo que estamos viviendo, es nuestro legado, Karl, el de toda una generación que esta viviendo algo que nunca había pasado antes, algo que tiene que quedar como una herencia para las demás generaciones. 
 
-No creo que a las demás les guste esa herencia. 
 
-Por eso quiero hacerlo. 
 
-¿Cómo? 
 
-No quiero que esto pase a la historia como una maldita leyenda más de héroes y villanos, de próceres y enemigos de la patria. Quiero que nunca, nunca se olvide jamás que todos tuvimos miedo, que todos éramos humanos, demasiado humanos, que el dolor y la tragedia formaron la parte más importante de todo esto, que no todo fue heroísmo y honor: que la cobardía, la traición, las intrigas personales, los errores y la estupidez estaban aquí también: que esa es la verdadera cara de la guerra. 
 
-¿Por eso te atraigo? 
 
-En pocas palabras: Sí. 
 
Riber sonrió amargamente. 
 
-Eres la única chica a la que le gustan los héroes caídos. 
 
-Mira a tú alrededor: todas esas chicas me miran con envidia sólo porque me llevas de tu brazo. ¿Y por que te tomas la molestia de escucharme? Porque no veo en ti sólo al héroe con destino trágico. 
 
-¿Que ves? 
 
-Un simple ser humano. 
 
 
 
 
 
 
Minmei salio del jacuzzi colmado de perfumes y espuma de jabón. Chorreando agua se envolvió en las toallas de seda y secó su cuerpo como se pule una joya. Luego abrió el armario de tres puertas, mientras se daba a la tarea de elegir el vestido para la ceremonia. Tendría que cantar en la boda de la perra esa. ¡Hay cosas que son puro masoquismo! Pensó por enésima vez, mientras hacía atronar el radio y desechaba uno tras otro las últimas creaciones de Cardin...  
 
(Demasiado sofisticadas: no pensaba rebajarse a utilizar un Cardin para superar a esa espantapájaros en traje de novia. ¡La gente podría decir que era mérito de Cardin y no de ELLA el lucir mejor!) 
 
 
...pero claro, Edwards había insistido tanto, que no le había quedado más remedio que aceptar. Que sujeto curioso ese Edwards, no parecía tener ninguno de los requisitos para ser persuasivo, y sin embargo lo era.  
 
 
(Bueno, tampoco iba a calzar una de las fantasías de Vercase para esta ocasión. Demasiado exótico, y ella podía ser lo que quieran decir de ella, pero no iva a desentonar en una iglesia) 
 
 
Maldita sea, ya no se conseguían buenos modistas. ¿Se habrían muerto todos en el último ataque Zentraedi o que? Buscar más de 10 minutos algo lo bastante adecuado para eclipsar a todas las demás chicas era algo que nunca le había pasado.  
 
(Mmmm... es azul estaría bien, podría combinar lo bastante como lucir mejor que el traje de novia. Porque Dios sabía muy bien que no iba a usar el rojo: nunca había necesitado el rojo para destacar y no iba a hacerlo ahora que la otra vestía de blanco) 
 
Se creía mucho sólo porque le sentaba bien el traje de novia, claro, pero ¡Que esperase apenas a que ELLA entrara en la iglesia! ¡Entonces TODOS verían quién era la mejor! Puso el estereo a toda marcha mientras se vestía. 
 
 
Que no quieres nada mas de mi 
Que te fuiste con esa infeliz 
Que importa. 
Que importa 
 
 
...lo peor era recordar que ella y Rick habían imaginado su propia boda en medio de las entrañas del SDF-1. Y ella había estado segura de tenerlo comiendo en la palma de su mano. ¡Era JUSTO el tipo de hombre que se desvivía por tener contenta a la mujer que quería, que la complacía en todo, que le era fiel siempre, que lo daba todo por ella! Se mordió los labios al recordar la imagen que había visto en la televisión hace un momento. Se le notaba que era justo el tipo de hombre en que se podía confiar. ERA MIO PUTA, Y ME LO ROBASTE. 
 
 
 
Que me va a matar la depresion 
Que me voy a vivir en el alcohol 
Que tú te fuiste sin decirme adios 
Que ya no dormiras en mi colchon 
Que ensuciaste mi reputacion 
QUE TE VALE MADRES ESTE AMOR. 
Que importa. 
Que importa. 
 
 
 
(Sí: el azul le quedaba justo como correspondía. ahora era sólo cuestión de encontrar algo para combinarlo. Naturalmente no iba a usar joyas costosas en esa ocasión; hubiera sido un insulto necesitarlas, claro) 
 
 
 
Que te quise demasiado... y que nadie te ha querido como yoooo 
Asi es la vida ... de caprichosa 
a veces negraaa 
a veces co...lor rosa 
Asi es la vida ... jacarandosa 
te quita te pone te sube te baja y a veces te lo da 
 
 
 
Y pensar que tuvo a ese hombre comiendo en la palma de su mano (Como a todos los hombres, ni más ni menos) ¡La carita buena y honrada que ponía cuando la miraba! Justo aquella con la que le decía con el corazón tembloroso que POR SIEMPRE estaría con ella...cuando estaban atrapados en medio de aquella nave gigante, y se habían "casado" los dos juntos... 
 
 
 
Que me desangraste el corazon 
Que ya me hara justicia la nacion 
Que importa.  
Que importa. 
Que tu vida es como un carnaval 
que tarde o temprano volverá 
Que importa. 
Que importa. 
 
 
 
Quién le iva a decir que después de haberse tragado al cascarrabias mandón de Kayle (que siempre estaba dando órdenes sin parar) el esquisito considerado, y buenazo y "siempreteamarécomounidiota" de Rick, que se la pasaba babeando el piso por ella, le iva a salir con esa jugada de dejarla por otra en su propia cara. ¡Para que se fie una ahora de nadie! Y es que así son lo hombres: si necesitas firmeza se te derriten en las manos; si quieres consuelo, te tiran una patada en la jeta, y si te parecen confiables y seguros de sí mismos, puedes estar segura de que se irán con cualquiera que los mande como a pinches de cocina (y en su propia cara además) y te dejarán plantada y con las ganas... 
 
 
El teléfono sonó. 
 
-¿Sí? 
 
-Soy Edwards, señorita Minmei, mi limusina espera junto a mí: la acompañaré a la catedral; ya esta lista la orquesta y afinados los instrumentos para que usted no tenga que perder tiempo en eso. 
 
Un hombre muy eficiente. 
 
-Bien, en unos momentos estaré con usted. 
 
Se asombró al ver que la limusina no esta sola; una escolta motorizada aguardaba junto a Edwards. 
 
-¿No esto un poco exagerado? Al fin y al cabo... 
 
-Es sólo parte del espectáculo. 
 
(Continuará)

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