fanfic_name = La persona menos pensada
chapter = 8
author = Berenice Wright
dedicate = A los que la lean. Espero que les guste.
Rating = AP15
Type = Humor
fanfic = La halló enseguida. Conocía ese pueblo como la palma de su mano. Apenas la vio, corrió hacia ella, muy asustado.
-Lisa – musitó, apartándole el cabello del rostro. La joven tenía la mirada perdida.
-Hijo de mil perras – murmuró. Rick se sintió dolido al oír el comentario. – El hijo de perra – gimió ella, cubriéndose el rostro - ¿Por qué hizo eso?
Comprendió que se refería a Riber. El muy desgraciado, si hubiera una forma de hacerle pagar por lo que le estaba haciendo a Lisa... Si pudiera retroceder el tiempo y evitar que regresara con él. Si hubiera podido alejarla.
La levantó y la cargó hasta la casa.
Si hubiera una manera de ahorrarte esta pena, pensó. Lisa se acurrucó en sus brazos y al rato se quedó dormida. Si te tuviera a mi lado, si me quisieras un poquito, no te dejaría ir por nada del mundo.
Al llegar a la casa y dirigirse a su avión, su padre se acercó.
-¿Pasó algo? – preguntó con preocupación.
-Sólo está dormida – musitó.
-¿Por qué no se quedan esta noche? Ya es tarde para volar y además, te ves cansado, muchacho.
Sería una buena idea. A decir verdad, estaba agotado. Y sería una excelente oportunidad para estar junto a su padre más tiempo y alejarse de la base y de los que tuvieran relación con ella.
Lo siguió al interior de la casa y subió a su cuarto. Dejaría allí a Lisa y él dormiría en el sofá de la sala.
Su habitación no había cambiado nada. Era como si el tiempo se hubiera detenido en ese lugar. Todos sus cuadros y maquetas de aviones estaban en sus mismos sitios y libres de polvo.
La depositó con suavidad sobre la cama y buscó unas mantas para cubrirla. Cuando se inclinaba para depositar un beso sobre su frente., lo asió de la mano.
-¿Podrías quedarte aquí, conmigo? – no deseaba estar sola después de lo que había visto. Riber casado...¿ se habría ido a causa de ella? ¿Era demasiado estricta o autosuficiente?
-Claro – musitó. Ella se corrió, haciéndole espacio. Se acostó a su lado. Su corazón comenzó a latir apresuradamente al sentir su tibio cuerpo junto al suyo.
-De veras lo lamento – dijo en voz baja. Lisa apartó la vista, fijándola en el techo. -Fue en la maldita época en la que peleábamos como perro y gato por cualquier cosa.
Estaba dolida por eso también... muy dolida. Aunque no podía compararse con lo de Karl. Había esperado a ese hombre durante tantos años, había suplicado poder verlo de nuevo. Y él le mintió. ¿En qué momento conoció a aquella otra mujer, y en qué momento se enamoró de ella como para desear casarse? ¿Por qué no le dijo? ¿Era tan difícil?
-¿Acaso yo era un juego? – preguntó con voz apenas audible.
-¿Dijiste algo?
-No debería asombrarme, de seguro otros también se quejarán o harán comentarios... y seguro lo hacen con sus novias o parientes.
Rick se ruborizó.
-Debo ser la persona más famosa e importante de toda la milicia, si viven hablando de mí. Todos me adoran. Debería ver en la red la web de mi club de fans. ¿ Y qué tal estarán las ventas de mis muñecas?
-¿Muñecas? – no entendió.
-¿Acaso Minmei es la única que puede tener muñecas? Yo también las tengo y vienen con su kitt de alfileres para ir clavándolos en donde quieran y el librito de maldiciones para cada ocasión.
Él ahogó una carcajada, mas al ver que ella reía, no pudo contenerse.
Se volvió hacia él. Era tan, tan hermoso.
Si Riber había podido irse sin arrepentirse, por qué ella no. Si ocurría algo con Rick, no estaría engañando a nadie, puesto que el padre de su hijo ya había decidido formar otra familia sin incluirlos a ellos.
En un impulso, se inclinó hacia él y lo besó. De la sorpresa, al principio no reaccionó. Era como si una corriente pasara a través de él, o algo así. No sabía explicarlo, con Minmei no le pasaba eso. La estrechó entre sus brazos con fuerza, como si temiera que se esfumara de un momento a otro.
Ella abrió lentamente su camisa, acariciándolo con suavidad. Él dejó escapar un gemido, sin dejar de besarla y haciendo que la invadiera un sentimiento de posesión. Ese niño hermoso era solo suyo y de nadie más. Necesitaba tenerlo, deseaba tenerlo.
. Se acostó sobre su espalda, dejando que ella se ubicara encima de él. Echó hacia atrás la cabeza, permitiéndole tener un mejor acceso a su cuello.
-¿Estás... segura de esto? – preguntó en voz baja. Se apartó un poco para mirarlo ( y dejarle recuperar el aliento) – Temo ser un poco brusco y lastimar al bebé...es mi primera vez y n- no sé...
-¿Tu primera vez? – inquirió perpleja. Pensó que... ya había tenido otras novias. ¿No había acaso...? - ¿En serio?
Él asintió, ruborizándose en la oscuridad. Sintió asco de sí misma. Ese niño precioso estaba esperando a esa persona especial con la cual compartir aquel momento tan importante y tan lindo... ¡ y ella iba a aprovecharse de eso porque estaba furiosa con Riber!
Se levantó.
-En realidad me siento un poco cansada – murmuró - Y creo que mejor sería dormir.
Se incorporó sobre los codos, confundido. La camisa resbaló, dejándole medio torso descubierto. Lisa apretó los dientes. Hermoso, hermoso, hermoso. Debía salir de ahí, antes de hacer algo de lo que luego se arrepintiera.
-Voy a dormir en la sala – se apresuró a cerrar la puerta, dejándolo perplejo.
Se levantó a las cinco de la mañana, antes que su padre, de modo a que no viera a Lisa durmiendo en el sofá de la sala. Se sentía miserable. .
¿Qué rayos había pasado? Parecía que había algo entre ellos y de repente, ella se apartó. ¿Se habría decepcionado al saber que él no...? Sacudió la cabeza. Definitivamente no era eso. A ella no le hubiera importado. Tal vez estaba asustada de empezar una nueva relación. Después de todo, su anterior novio la dejó sin un motivo. Y al parecer ella todavía no podía sacárselo de la cabeza, y eso lo estaba volviendo loco.
Le sorprendió hallarla despierta.
-¿Vamos?
-¿No vamos a despedirnos de tu papá?
-Yo ya hablé con él anoche. Además, si queremos estar temprano, tenemos que salir ahora.
Le pasó un papel doblado.
-¿Le puedo dejar esta nota, dándole las gracias por todo?
Asintió y puso la carta sobre la mesa. La tomó de la mano y la guió hacia fuera. Ella se dejó conducir dócilmente.
Todo el camino, lo hizo en silencio y con la vista fija en la ventana. Él intentó empezar una conversación, más le resultó un poco difícil. Se veía vapuleada, parecía haber tirado su orgullosa frialdad por la ventana, ya no parecía la aplomada oficial que daba órdenes desde el puente.
Llegaron a la casa, silenciosos. Ella fue a darse una ducha, mientras él buscaba algo de comer. Al verla en la sala, decidió acercarse.
-Bien ¿cuál ahora es el problema? – preguntó. -¿Qué hice?
-Nada.
-¿Nada? ¿Me das un beso y luego... casi pasa algo y de pronto te levantaste y te mandaste a mudar? Y ahora ni siquiera me dirigiste la palabra durante el viaje.
Lo miró con exasperación.
-¿Tu orgullo de machito está herido porque no quise que pasara nada anoche?
-¡Lisa! – gruñó. – No creo que a nadie le guste que lo rechacen dos veces.
Sí, podía comprender que se sintiera molesto. Cuando volvió a hablar, hizo a un lado su tono irónico.
-No me sentía bien ¿de acuerdo? Y estaba cansada porque no había dormido... además, esa primera vez debería ser especial, con la persona de la que estás enamorado.
-Pero yo te quiero, Lisa.
Lo miró en silencio unos minutos.
-Querer y amar no son la misma cosa, Rick.
-Pero es que siento algo cuando estoy contigo.
-Seguro, Karl también decía eso y luego se fue – musitó.
-No me compares con él.
Levantó una mano, pidiéndole que no siguiera.
-Realmente no quiero hablar de eso ahora. Voy a salir un rato, necesito estar sola.
La siguió con los ojos, preocupado.
No imaginó que la mayoría de los soldados de la base también irían a esa misma cafetería. En una esquina vio a Roy, Max y a Ben, conversando con las cabezas muy juntas.
Se dejó caer en una silla, y decidió pedir un vaso de jugo. Sacó un libro de su cartera y se puso a leerlo. No tenía ganas de pensar más. Ya no quería recordar ese episodio doloroso de la noche.
Había lastimado a Rick, lo sabía. Sin embargo, ahora su prioridad era ella misma. Odiaba herirlo, mas qué pasaría si fuera al revés. Si confiara en él y luego decidía que su noviecita era más interesante y regresaba con Minmei. No podía arriesgarse otra vez.
Rick no se hacía idea de cuánto lo adoraba y cuánto estaba agradecida de tenerlo a su lado en ese momento. Así como tampoco se hacía idea de cuán asustada estaba. Aterrada de estar sola otra vez. Ellos pensaban que no le importaba, porque toda su vida había vivido prácticamente sola, hasta que Karl llegó. Y luego él se marchó y de nuevo regresó y de nuevo se marchó, dejándola como antes de que empezaran... sola, con dos bebés. Bueno, ellos no estarían solos. Si se viera obligada a renunciar para cuidarlos, lo haría. Mas no cometería el mismo error de dejarlos con personas extrañas. No sería una persona ausente en la vida de sus hijos. Eso no.
Suspiró. A su alrededor, los murmullos se apagaron. Al levantar la cabeza, vio a la pequeña y simpática Minmei entrar y a los soldados seguirla con la vista, embobados.
Esbozó una sonrisa, moviendo la cabeza de un lado al otro y retornó a su libro. Al cabo de un rato, sintió que alguien se le había acercado y estaba de pie junto a ella. Al alzar la vista, la vio allí, observándola como si fuera alguna pieza que estuviera de remate ( o sea, estudiándola de manera detenida)
-¿No te da vergüenza presentarse en público después de lo que hiciste?
Decidió no contestar. No iba a bajar a su nivel. Además, si Minmei se hacía la víctima, quizás los muchachos hasta se pusieran de su lado. Actuó como si no existiera. Pagó su consumición y dejó una propina, poniéndose de pie, y dirigiéndose hacia la salida. La agarró del brazo con brusquedad. Por el rabillo del ojo, Lisa vio a Roy poniéndose de pie, junto con Max.
-¿Podrías soltarme el brazo? – pidió suavemente.- Yo no tengo ningún problema contigo, así que por qué no me...
-¡Me sacaste a mi novio! –exclamó. Lisa la miró como si estuviera loca.
-Yo no te saqué nada. Además, yo no lo dejé abandonado durante meses sin siquiera llamarlo.- replicó despacio y con total tranquilidad.
-¡No hables sin saber cómo fueron las cosas!
-Creo que todos los que estamos aquí sabemos cómo fueron las cosas –dijo un teniente, mirando a Minmei fijamente. – Ahora ¿podrías dejar de agredir a una mujer embarazada?
-Si es que realmente está embarazada –dijo clavando las uñas en el brazo de Lisa hasta hacerla sangrar. Ella apretó los dientes, mientras una sola lágrima resbalaba por su mejilla, demostrando lo mucho que le estaba doliendo aquel apretón – O es solo su excusa para retener a Rick junto a ella.
-Bien, señores aquí está su “adorable y tierna Minmei” – masculló dolorosamente Lisa, ante la mirada decepcionada de los presentes, que no podían creer que su cantante estuviera comportándose de esa manera.
-Bien, ya basta, será mejor que la sueltes – dijo Ben, acercándose, seguido de Roy y Max. Otros soldados se pusieron de pie. El teniente que estaba más cerca de ellas, y que fue el primero en hablar, observó la sangre en el brazo de la capitana.
-Está bien, señorita, ya basta – dijo en forma imperativa.
-¡Pequeña ramera! – la empujó hacia delante y hubiera caído al suelo, de no ser por el teniente, que se apresuró a sostenerlo.
-¡Muy bien, perrita! – exclamó Roy, haciéndose sonar los nudillos – No agredo a mujeres, pero si no te vas en 3 segundos, vas a poder jactarte de ser la primera. Y no me importa que seas la reina del mundo.
-¡Si, nadie se mete con nuestra comandante! – exclamó otro. Los demás lo corearon.
-¡Señoras y señores, esta es la persona que nos inspiró en tantas batallas!
-¿Realmente seríamos capaces de morir por alguien así?
Minmei sintió que algo impactaba contra la pechera de su vestido, al bajar la vista, vio que era una rosquilla. Y de pronto una oleada de abucheos y silbidos invadió el sitio.
-¡Largo de aquí, antes de que te arrestemos!
No lo podía creer, nunca había sido rechazada por nadie. Nunca la habían abucheado. Siempre había sido la niña mimada de Macross. Agachó la cabeza y caminó de prisa hacia la salida.
-Gracias, Jack – musitó Lisa.
-Por nada, Lisa– dijo Archer. Roy se abrió paso.
-¿Estás bien, Lisa? ¡Diablos, qué te hizo en el brazo! – la sentó en una silla, pese a sus protestas. - ¡Santiago, un vaso de agua para la capitana! ¡O´Brian quiero que me consigas un botiquín!
-¡Y pog si acaso, también alguna vacuna antigábica! – exclamó una piloto francesa, recién incorporada. Lisa soltó una carcajada, dejando caer unas lágrimas debido al dolor que sentía en el brazo.
-¡Pero si no me llegó a morder!
-Pego estuvo a punto, señoga, a punto. – más risas.
Roy se acercó a mirar la herida en su brazo y frunció el ceño. O´Brian llegó en ese momento con unas vendas.
-No es para tanto, Roy.
Alguien le pasó un vaso con agua.
-Gracias, Santiago.
-Por nada, comandante Hayes – se volvió hacia su compañero, articulando “ Sabe mi nombre”.
-Esto te va a doler – dijo Roy pasando un algodón embebido en agua oxigenada por los cinco pequeños orificios en su brazo. Lisa apretó los dientes. - Podrías demandarla ¿Sabías?
-Para qué, es una mujer despechada. Esta molesta porque Hunter la puso en su sitio.
-Permiso para hablar, señores – pidió O´Brian
-Concedido – dijeron Lisa y Roy.
-Creo...
-Creemos. – dijo alguien detrás.
-Creemos que debería hacerlo. Si hubiera caído, hubiera matado a su niño. Será Minmei, pero no tiene derecho de maltratar así a las personas.
-Él tiene razón, Lisa – intervino Jack, preguntándose en dónde estaría Hunter. Estaba molesto con él por ser tan negligente. Después de la escena de Minmei, no comprendía cómo no había tomado precauciones para no dejar sola a Lisa. Meneó la cabeza. Era un verdadero descuidado.
Roy se detuvo al ver que las heriditas comenzaban a sangrar.
-Max, dame tu teléfono celular.
Se lo pasó, comprendiendo lo que iba a hacer.
-¿Qué estás haciendo? – inquirió al ver que le tomaba unas fotografías a su brazo y luego devolviéndole el aparato a Sterling.
-Acumulando pruebas – Max guardó el teléfono en el bolsillo.
-Se las mando en un mail esta noche, jefe.
-De acuerdo, muchacho.
Lisa miró a su alrededor, fijándose en el todo el desorden que habían causado y en aquellos hombres, que siempre se quejaban de ella. Sin embargo, fueron los primeros en salir a defenderla y si no hubiera sido por ellos... comenzó a temblar con sólo imaginar lo que hubiera ocurrido. Abrazó su nada notoria pancita, como si fuera a pasarle algo.
-Podrían darle algo dulce.
-Tal vez deba llevarte a un hospital. – dijo Roy, viéndola pálida.
-Eh...no, creo que se debe solo a la impresión.
Rick se abrió paso como un loco y por poco aparta a Roy de un empellón.
-¿Qué pasó? ¿Qué te hizo? ¿Estás bien? ¿No le pasó nada al bebecito? – preguntó atropelladamente y más pálido que ella. - ¿En dónde está que la VOY A MATAR!!!!
-Calma, tigre. Ya nos encargamos de ella – dijo Roy.-¿Cómo supiste?
-Yo lo llamé – contestó Max.
-Hay que ir a un hospit... – se detuvo al ver la venda. -¿Qué es eso?
-Bien, señores, el espectáculo terminó, vayan despejando – dijo Roy, Lisa lo asió de la manga.
-¿Podrías decirles a los dueños que nosotros nos vamos a encargar de los daños si es que hubo alguno?
-Sí, comandante. Voy ahora mismo.
-¡Disculpen, señores! – Lisa se puso de pie. Los soldados y oficiales se detuvieron, con curiosidad. – Gracias por la ayuda de hoy – sonrió. Rick se levantó, apresurándose a asentir.
-Sí, gracias.
-Teniente Archer, gracias. Estoy en deuda con usted – le tendió la mano. El joven se la estrechó.
-No fue nada, capitana. Por favor, solo hice lo que tenía que hacer. – Rick lo observó con curiosidad. ¿Jack Archer? ¿Qué hizo? Se preguntó con una punzadita de celos. Sabía lo que sentía por Lisa. – Si hay algo que necesites, estoy a las órdenes.
-Está bien, Jack – intervino Rick, rodeando a Lisa con sus brazos en forma posesiva.
-Estoy hablando con Lisa, Rick. – masculló.
-Jack – uno de sus compañeros lo tiró de la manga. Jack lanzó una última mirada a Rick y lo siguió poco convencido.
Una vez que todos se marcharon, se dejó caer sobre la silla y comenzó a temblar. Rick la abrazó, intentando calmarla.
-Tranquila, tranquila, no va a hacerte bien ponerte así. De ahora en adelante no voy a dejar que andes sola por las calles.
-Tampoco. No es para tanto.
-¿Perdón? – interrumpió Ben - ¿No es para tanto? ¿Y lo que te hizo en el brazo? Y de no ser por Archer, hubieras perdido a tu hijo.
-¡QUE! – Rick se volvió hacia él. Roy dio un empujón a Ben.
-Andando, muchacho.
-Un momento ¿a qué se refiere?
Intercambiaron miradas entre los tres.
-Verás... ¿cómo te digo esto sin que pierdas los estribos? – empezó Max.
-La empujó, ¿sí?
-Gracias, Roy, encontraste la forma más sutil de largarle la bomba.
Rick permaneció durante unos segundos como petrificado. ¿Escuchó bien? ¿Minmei... empujó a Lisa? ¿Esa dulce jovencita...casi acaba con su hijo?
-¿Rick?
-Yo la mato.- siseó – La mataré y la cortaré en pedazos y los arrojaré a un lago lleno de pirañas, de modo a que no queden más que los huesos. Y después, incineraré esos huesos hasta que queden cenizas.
-Max, es mejor que preguntes si tienen unas cuerdas resistentes – le dijo Ben en el oído – Creo que vamos a tener que atar al jefe.
Roy lo sentó.
-¿Por qué no nos calmamos y salimos?
-Seguro, voy a calmarme después de saber que casi se...casi lo... – empezó con voz quebrada y sorbiendo con fuerza.
-Aw, no Rick – Lisa lo abrazó esta vez, intentando calmarlo.- No pasa nada.
Él inclinó la cabeza y comenzó a llorar.
-Esa... (snif).. esa...(snif, snif)... ¡CÓMO PUDO HACER ALGO ASÍ (SNIIIIF)!
Lisa depositó un beso sobre su húmeda mejilla. Roy le pasó un pañuelo. Rick se sonó la nariz con fuerza y se lo devolvió a Roy. Éste lo agarró con la punta de los dedos y se lo pasó a Max, quien no tuvo más remedio que tomarlo y luego se lo pasó a Ben, quien lo depositó sobre la mesa.
-Podemos demandarla. – dijo Roy inclinándose hacia él.
-¡SÍ! ¡Hagámoslo!
-Déjenla en paz. Está despechada.
-¡No tendría por QUÉ ESTARLO! ¡ELLA ME ABANDONÓ! ¡ SE PASÓ JUGANDO A LAS MANITAS CALIENTES CON SU PRIMO! – a Rick le agarró otro ataque de llanto( mucho más fuerte que el anterior) Lisa le palmeaba la espalda y le daba besitos en la mejilla, tratando de calmarlo.
-¡Nunca me escuchó, ni tomó en consideración MIS SENTIMIENTOOOOOSSSS!!! ¡Nunca se interesó en mis cosas, ni se tomó un tiempo para prestarme atención!
-¡Oh, cielos! Ya suena como una chica – musitó Roy.
-¡ ME CAMBIÓ PORQUE SU PRIMO SE VE MEJOR QUE YO Y ES MÁS ATRACTIVO!
-No es cierto que sea más atractivo – murmuró Lisa.
-¿Entonces fue por ( snif) el pelo?¿Me veo gordito?
-Te ves muy bien. – demasiado, bien, pensó ruborizándose. Miró a los tres aviadores con intención. Éstos se apresuraron a asentir.
-Sí, Rick.
-Sí, jefe, Claro.
-Usted es más bonito que Kyle, no lo dude. Si entrara a un concurso de belleza, de seguro ganaría. Sería el “Señorito Macross”.
-Ben... – Roy lo miró de soslayo.
-Señor...
-Ya basta.
Rick comenzó a llorar de nuevo.
-No es cierto... ustedes me lo están diciendo para hacerme sentir mejor – dijo con voz afinada a causa del llanto.
-¿Qué le pasa? – preguntó Roy, sin emitir sonido.
-Está embarazado – respondió Lisa, de la misma manera.
-Lo siento- dijo Rick un rato después, secándose los ojos – Es que ando un poco sensible últimamente. Pero ya sé qué me va a animar.
.
-¡Oh, no! No de nuevo – musitó el vendedor. – Teniente Hunter, ya le dije que no es temporada de calabazas.
-No vengo por calabazas. Vengo por las ciruelas.
-Pero señor, ya vendí la última docena.
Rick frunció el ceño.
-Pero cómo, si ayer tenía quinientos mil kilos. ¿Se acuerda que me ofreció?
-Y nos las quiso llevar. Y hoy ya no las tengo.
-Pero... debió haber sobrado algo. Me moriré si no las como. Eh... quiero decir, mi esposa me matará si no se las compro. – señaló a Lisa, quien se apresuró a negar con la cabeza.
El vendedor suspiró, exasperado.
-Lo siento, teniente. Las recibiré la próxima semana.
-No puedo creerlo – murmuró - ¿Seguro que no le queda ni siquiera una?
-Seguro, señor.
Rick soltó el aire hacia arriba, haciendo que los mechones rebeldes de su frente se agitaran.
-De acuerdo – dijo yendo al otro lado del puesto – Voy a llevar otra cosa.
-Disculpe, comandante Fokker ¿ qué le pasa a su amigo? – quiso saber el buen hombre cuando Rick se hubo alejado unos pasos.
-No le haga caso, solo está preñado
Un rato después, Rick regresó con cuatro bolsas repletas, pagó y se marcharon.
-¿Cuatro kilos de cerezas? ¿Estás bromeando, verdad? –Roy lo miró engullir una fruta tras otra.
-Tenía ganas de comerlas desde ayer.
-¿Puedo ayudarle con una bolsa, jefe? – preguntó Ben.
-No, gracias.
-No vas a comerte todo eso ¿o sí?
Se encogió de hombros.
-Te vas a empachar.
-¿Estás jugando con Lisa una carrera sobre a quién se le va a agrandar la panza más rápido?
Rick lo miró con cara de pocos amigos.
-¿No querrías guardar algunas para más tarde? – preguntó Lisa, aunque sabía que más tarde ya no querría las cerezas... querría piña o naranjas... hasta una hamburguesa. Debía reconocer que Rick podía ser muy divertido cuando le agarraban sus “síntomas”.
Max observó su reloj.
-No quiero amargarles el día, pero tenemos que irnos a la base. Ya está por empezar nuestro turno.
-Bien, vamos. Nos vemos luego.
-¡Roy, tengo que pedirte un favor! – exclamó Rick, acercándose con sus bolsitas llenas de cerezas. -¿Podrías dejarlas en casa, dentro de la heladera? Aquí está la llave. Como nuestra casa está en tu camino...
-O sea la casa de Lisa.
-Exacto. ¿Podrías?
Roy lo pensó unos instantes. Sería una buena idea.
-De acuerdo- sonrió con inocencia. – Dame las cerezas.
-No te las comas. – Rick apretó las bolsas contra su pecho.
Suspiró.
-No las comeré.
-Te aviso que las conté.
-Rick...
Se las pasó, a regañadientes. Roy se despidió. Caminó una cuadra y luego sacó su teléfono móvil.
-Claudia, necesito que nos veamos en lo de Lisa.
Avanzaron con paso tranquilo. Rick le rodeó los hombros con un brazo.
-¿Estás mejor?
Ella asintió.
-Creo que debo hablar con Minmei.
-¿Para qué? Lo único que va a hacer es ponerse a llorar y a arrojarse en tus brazos. – dijo sin poder disimular sus celos. Rick la miró asombrado..y halagado.
-Solo quiero que sepa que no estás sola y que si te hace algo, no va a salir impune.
-Dudo que se atreva a acercar después de lo que pasó hoy.
Siguieron caminando, buscando un sitio en el que poder sentarse a conversar con calma. Debía decirle lo que había visto. Debía contarle lo de Riber. Mas no decirle que estaba en su misma ciudad, o iría a buscarlo para darle su merecido.
Al menos tenía derecho de saber el motivo de su cambio repentino de humor para con él. Si bien no se lo había preguntado directamente, quería saber qué había sucedido cuando la encontró en la acera.
-Debo buscarle algo a Jack – murmuró.
-¿Perdón?
-Bueno, él salvó a mi bebé, no puedo dejarlo pasar así como así.
-Ya le diste las gracias.
Se volvió hacia él, sorprendida por su enojo. Rick nada dijo.
Se detuvo delante de una vidriera y vio algo que le llamó la atención.
-¿Podrías esperarme en aquel parque, Rick?
-¿Qué vas a hacer?
-Tengo que ver algo.
-Te acompaño.
-No hace falta, en serio. Es sólo un ratito, por favor.
Dudó ¿ y si le pasaba algo mientras él no estaba? Minmei podría estar siguiéndolos. Sacudió la cabeza, apartando esos pensamientos. Demasiada paranoia.
-Sólo será un minuto.
Aceptó a regañadientes. De seguro iba a comprarle algo a Jack. El siempre oportuno Archer.
-¿Te compro algo de comer o de tomar? – preguntó, intentando mantenerse calmado.
-Una gaseosa.- dijo entrando en una tienda.
Rick compró un par de gaseosas y se sentó a esperarla, ligeramente preocupado. El saber que estuvo a punto de perder a ese pequeñito lo afectó más de lo pensaba. Sonrió, no podía dejar de pensar en él sino como en un varón. ¿Cómo sería cuando lo tuviera en sus brazos por primera vez? Y cuando lo mirara con esos pequeños ojitos.
Minmei casi había acabado con eso. La odió tanto en ese momento. ¿Cómo pudo haberla querido? ¿Qué le pasó por la cabeza para fijarse en ella?
Observó a un chico de cabellos negros largos, de pie frente al lago: Lynn Kyle. Debería agradecerle, pensó, gracias a él pude conocer a Lisa.
A su derecha oyó unas voces. Jack se hallaba a unos metros, rodeado de soldados que lo felicitaban. No podía creerlo ¡Ahora el tipo era todo un héroe!
Un par de bonitas tenientes pasaron junto a él, mirándolo de reojo y hablando entre ellas. Rick maldijo por lo bajo. Ya las oía: “Archer fue quien estuvo allí, mientras que Hunter apareció varios minutos después, cuando todo había terminado”
Suspiró, sintiéndose incómodo. Ahora nadie le perdonaría que se portara ( en el caso hipotético, aunque ganas no le faltaban) groseramente con Archer, puesto que él había “salvado a su hijo”. Sí, lo tomaría en cuenta para un ascenso.
-Rick...
Lisa estaba de pie a su lado, ligeramente ruborizada. Parecía estar escondiendo algo.
-¿Pasa algo? – se puso de pie.
-Te quiero mucho.
La miró perplejo, preguntándose si había oído bien.
-¿Qué pasó?
-Nada- sonrió.
-¿Seguro? ¿Qué hiciste?
El rostro de Lisa era pura inocencia.
-¿Qué podría haber hecho?
-No sé, pero es la primera vez que escucho un “te quiero mucho” de tu boca, y no creo que sea por nada.
Ella rió.
-Lo siento, no pude contenerme. Te prometo que te voy a devolver hasta el último centavo. – le pasó una bolsa – Usé parte del dinero que me pediste que guardara en mi cartera, ya que no me alcanzaba lo que tenía. Pero no usé mucho, en serio.
-¿Y qué es?
-Te sugiero que abras la bolsa.
Rick sacó un hermoso abrigo negro.
-¿Te gusta?
-¿Es para mí? – preguntó con cierta timidez. Lisa asintió.
-Es que vi el que tenías y se me ocurrió hacerte un regalo adelantado.
Rick comenzó a reír. En la cara de Lisa apareció una expresión de perplejidad.
-Es que estaba guardando ese dinero para comprarme un tapado nuevo.
-¿En serio?
La abrazó.
-Ya tengo el mejor regalo de navidad.
-Yo también.
Lo oyó sorber con fuerza.
-¿Estás llorando de nuevo?
Carraspeó.
-No... no para nada. –se apartó de ella – No sé qué me pasa últimamente.
-Debe ser tu parte femenina, dándose a conocer al mundo.
-Espero que no por mucho tiempo – murmuró.
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