fanfic_name = La persona menos pensada

chapter = 7

author = Berenice Wright


dedicate = Para los lectores

Rating = AP15

Type = Humor

fanfic = Claudia abrió un ojo al sentir que Roy se movía y se levantaba. Lo notaba muy extraño esos últimos días. Estaba muy ensimismado, algo extraño en él que siempre hablaba con ella y le contaba lo que le ocurría. Lo sentía además alejado. Era como si de repente él estuviera en algún sitio y no pudiera alcanzarlo. A veces le parecía que una brecha estaba abriéndose entre ellos y le asustaba. No quería perderlo. Habían pasado por tanto para estar por fin juntos.

Se puso de pie y lo siguió hasta la cocina, donde lo halló preparándose un té.

-Algo no me cayó bien – dijo al verla. La joven se acercó, sentándose en una silla y apoyando la barbilla en las manos.

-¿Estás seguro de que no hay ningún problema?

Roy suspiró. Era injusto mentirle, él tampoco soportaría que ella estuviera en algo y no se lo contara. No le gustaría que existieran secretos entre ellos. Pero no podía hablarle de Aduzi.

Aduzi era una parte de su vida que había quedado atrás y allí debía dejarlo. No quería hacer sufrir a Claudia contándole sobre aquella otra chica a la que amó más que a su vida y de la que en el fondo aún estaba enamorado. No deseaba decirle que no podía olvidarla, que una parte de sí mismo había desaparecido el día en que murió.

-No es nada grave, Clau. Quizá haya alguito, pero tengo que resolverlo yo solo.

-Entiendo – dijo, desalentada. Roy seguía dándole la espalda.

Te amo, Roy.

¿Qué dijiste?

Me escuchaste perfectamente, Fokker.

-¿Por qué no impedí que te mataras? – murmuró él con voz apenas audible. -¿Por qué me quedé allí de pie viendo cómo acabas con lo nuestro?

A eso de las once de la noche comenzó a llover. Lisa miró a través de la ventana. Era una “señora tormenta”. Se encogió al escuchar un trueno que hizo temblar toda la casa.

¿Dónde estaría Rick? Hacía más de cinco horas que se había marchado.

Se sintió un poco miserable por haberse comportado con él de esa manera. Sin embargo, todavía no se sentía lista para una nueva relación. O no quería sentirse lista para eso.

Debería ir a buscarlo. Abrió la puerta y el viento la empujó hacia atrás.

-Vas a enfermarte, Lisa y eso no va a ser bueno para el bebé – murmuró, entrando. Suspiró. No podía dejarlo solo, pero dónde iba a ir a buscarlo.

Se encaminó hacia el “cuarto de Rick”. Había dividido su habitación mediante una mampara y los muchachos la habían ayudado a traer su cama y sus cosas, aprovechando que él estaría afuera. El único problema que tendrían sería el baño, ya que había uno para ambos ( sin contar el baño social, que no tenía ducha)

Observó los portarretratos que se hallaban sobre la cómoda, fotos de él y Roy, o de repente con algún amigo y había un hombre que debía ser su padre, sólo que unos buenos años más joven. A primera vista, hubiera dicho que era Rick, de no ser porque éste estaba en brazos del señor Hunter. Rió divertida, ya de pequeño tenía aquel cabello rebelde. No veía fotos de Minmei allí ( y el póster que había en su cuarto de las barracas había sido “ olvidado accidentalmente”) Abrió un álbum que descansaba sobre la mesa de luz y halló un sobre antes de la primera página. Al ver el contenido ¡Oh, sorpresa! Minmei sentada en una mesa de restaurante; Minmei con un sombrero; Minmei abrazando un perrito; Minmei... Minmei... Minmei con Rick... serían las fotos que aún no colocó en el libro.

-Eso me pasa por curiosa – se reprendió. ¿Qué caso tenía seguir con aquello? Era obvio que no la olvidaría. Sería mejor cortar eso por lo sano y si se peleaban y él nunca más volvía a dirigirle la palabra, sobreviviría. No estaba dispuesta a ser la sombra de otra.

Guardó las fotos y pasó una página, soltando una exclamación. En primera plana, había una foto de Rick... con ella. Fue un día en el que se encontraron por casualidad en la calle y se sentaron a tomar un café. Se encontraron con Vanesa quien acababa de comprarse una cámara y estaba ansiosa por probarla, así que les preguntó si podía sacarles una foto. Rick debió haberle pedido una copia después.

Al pasar a la siguiente página, vio otras de sí misma, algunas tomadas de sorpresa por Claudia o las chicas. Entonces se dio cuenta de que las fotografías del sobre, eran en realidad las que Rick había sacado de ese álbum para poner las suyas.

Siguió observando, hasta que halló una que atrajo su atención.

Esta era una fotografía grande, casi del tamaño del folio. En ella se veía a Roy, unos buenos años menor y con el cabello un poco más largo, abrazando a una joven pelirroja muy bonita y a su lado un pequeño Rick de doce años. Los tres estaban junto a un varitech, cuando éstos apenas comenzaban a salir. Y había otra de Rick, sólo con la joven. Ambos estaban abrazados y sonreían felices.

No era su madre porque parecía una niñita y además la madre Rick era rubia, por lo que él le había dicho. Era una novia de Roy. Aunque nunca le había escuchado hablar acerca de una novia fija que tuviera siendo más joven.

Se lo preguntaría a Rick. Cerró el álbum y se dejó caer sobre su cama fijándose en sus posters de aviones. Apoyó la cabeza sobre su almohada.

Quizás lo había echado a perder. Quizás ya no volviera.

Se acurrucó, llorando un poquito (pero solo un poquito) hasta que se quedó dormida.

Cuando se despertó, eran las cuatro de la mañana. Se puso de pie de un salto.

-¿Rick? – miró el lado del cuarto que era suyo: no estaba allí. Fue hasta la sala, tampoco estaba allí, ni en la cocina. ¿Y si le había pasado algo?

Tal vez debiera llamar a Roy y preguntarle si no estaba con él. Levantó el tubo, mas lo pensó mejor. Si no se hallaba con él, metería al chico en problemas. Colgó y se sentó. Apenas escampara, iría a ver si no se encontraba en algún hospital. Quizás estuviera herido La idea la asustó.

Una hora después, oyó que la puerta se abría. Apenas lo vio entrar, se arrojó sobre él.

-¿Dónde estabas? Estaba por comerme las uñas

-Estaba volando – contestó.

-¿Volando? ¿Con este tiempo?

Rick esbozó una tímida sonrisa.

-Sobre las nubes, no.

-Es cierto. Pero no te quedes allí de pie, te vas a enfermar.

-Lamento haberme portado así contigo y haberte preocupado- dijo, sin moverse y con la cabeza gacha. Lisa lo tomó suavemente del mentó y le hizo levantar el rostro.

-Lamento haberme apartado.

Rick apoyó una mano en su mejilla.

-Te dije que iba a estar contigo, sin compromiso, sólo porque somos amigos... y lo primero que quiero hacer es darte un beso.

-No importa.. Lo importante es que volviste. – lo tomó de la mano y lo llevó hasta su cuarto – Tengo que mostrarte algo, espero que te guste.

-Lisa...- murmuró al ver su “nueva habitación”.

-Los muchachos me ayudaron, intentamos ponerlo todo como estaba en tu dormitorio. Sólo lamento el color lila de las cortinas, no tuve tiempo de cambiarlo.

Rodeó sus hombros con un brazo.

-No importa. – la miró - Gracias.

-Te hice un espacio en el armario para que pongas tu ropa. Y lamento haberme quedado con el lado del baño, pero es que me levanto mucho de noche.

Él rió.

-Entonces ¿ hacemos las paces? –le tendió los brazos.

-Seguro – lo abrazó.- ¡Uuf, Rick! Deberías bañarte ya – dijo riendo. El muchacho levantó un poco los brazos, e hizo una mueca de asco.

-Tendré que cambiar de desodorante – musitó, tomando una toalla y yendo a ducharse., todavía oyendo la risita de Lisa. Sin darse cuenta de que no había cerrado la puerta, comenzó a desvestirse.

Ella contuvo el aliento al ver su torso bien formado. Él pareció notar que lo estaba observando. La miró sonriendo con picardía, le guiñó un ojo y cerró la puerta.

-¡Wow! – musitó Lisa, apantallándose con una mano y abandonando del cuarto.

Al salir, la halló preparando el desayuno en la cocina. Se dejó caer en una de las sillas y agarró un pancito.

Lisa hizo como si allí no hubiera pasado nada. Tal vez eso sería mejor para el chico. Se ubicó frente a él, con un vaso de jugo en las manos. Permanecieron callados un rato.

-No sé qué me pasó- empezó él – lo de Minmei, después Claudia y Roy que me acosa a preguntas.

-¿Roy?

Asintió.

-¿Y qué tipo de preguntas?

Se encogió de hombros.

-Como desde cuándo comenzamos a salir, o cómo empezó todo. E hizo algunos comentarios similares a los que te hizo Claudia.

Lisa frunció el ceño. Aquellos dos sospechaban algo. Y no era para menos. Un mes y un poco más, ambos estaban inmersos en otras relaciones y hablaban todo el santo día de esas otras personas. ¿Quién hubiera podido imaginarse que de la nada, ambos estarían juntos... y esperando un hijo?

-¿Ya le contaste a tu padre? – la pregunta la sacó de sus cavilaciones. Lisa recogió sus cubiertos y fue al fregadero.

-No... – respondió abriendo el grifo. La miró sorprendido.

-¿Por qué no?

-Ya lo oigo: “¿Un hijo, tan joven?” “¿Y qué hay de tu carrera? ¿La vas a echar por la borda por haberte embarazado tan pronto? No pienso ver cómo mi hija desperdicia un futuro brillante por haber dado un mal paso” Pegaría el grito al cielo, especialmente al saber que no me casé.

-Sí fuera mi padre, estaría instalado aquí, ansioso por ver nacer a su nieto – replicó, enojado con el almirante Hayes. Lisa sonrió.

-Por desgracia, mi padre no. Antes que felicitarme, estaría un poco decepcionado de mí.

-No entiendo por qué. A mi padre le gustarías.

-Y por las cosas que escucho de él, a mí también me gustaría – dijo secando una taza.

A Rick se le ocurrió una idea.

-¿Qué vas a hacer hoy?

-Nada, creo.

-¿Querrías conocerlo? A mi papá, digo.

Lo miró.

-Me encantaría.

Rick se puso de pie, mas de pronto palideció. Lisa volteó justo al momento de verlo correr en estampida hasta el baño. Llegó a tiempo para sostenerle la cabeza mientras echaba el desayuno. El joven escondió el rostro entre los brazos y gimió. Lisa apoyó la cabeza en su hombro y le dio unas palmaditas en la espalda.

-¿Llamo a pedir turno para tu ecografía, cielito? – preguntó ella, pícaramente.

-¿Cuántas horas de viaje son? – inquirió, observando el pequeño avión con cierta inseguridad.

-Un par.

Lisa revisó su bolso., sí, allí estaban sus discos y su discman. O quizás dormiría un poquito. O se pasarían hablando como dos loros.

La ayudó a subir. Lisa cerró los ojos. Cuando volvió a abrirlos, hacía tiempo que habían despegado y volaban por encima de un bosque.

-Buenos días.

Se restregó los ojos.

-¿Cuánto tiempo me dormí?

-Tres horas.

Se arrellanó en su asiento. ¿No que sólo serían un par de horas? Bueno, no importaba. Estaba disfrutando del vuelo. Había volado un par de veces con él y debía admitir que era agradable hacerlo. Él tenía un don.

Rick le iba a presentar a su padre. Sonrió al recordarlo. Nadie lo hubiera imaginado, y mucho menos ellos dos, que vivían peleando.

Debían de ser unidos ( porque siempre hablaba de él), por eso quería que la conociera.

Pero ¿ en calidad de qué la presentaría? ¿Amiga, novia? ¿“ Papá te presentó a la madre de tu nieto”? “Es mi amiga, papá, y está esperando un hijo de otro, pero yo ( porque soy su amigo) me ofrecí a ser el padre del niño” ¿Por un mero sentimiento amistoso? ¿ Renunció a Minmei, de la noche a la mañana, para quedarse con ella... sólo porque es su amiga?

En realidad no comprendía el verdadero motivo de Rick. Estaba emocionada y hasta se sentía atraída por él, cada día que pasaba. Mas, no lograba encontrarle la vuelta a todo ese asunto. Los amigos de una la apoyaban y la ayudaban en todo lo que necesitara, mas no se tiraban de cabeza a asumir esa responsabilidad de ser padres sino hubiera algún sentimiento que fuera más allá de la amistad.

-Au – murmuró. ¿Será que Rick...? ¿ Será que él...?

Roy no se había ofrecido para ser el padre ( Claudia lo hubiera matado) ni Max tampoco ( y eso que estaba soltero y de tenerlo a su lado sería la más envidiada de todas las mujeres), ni Ben. Sólo Rick... el tipo que peleaba con ella hasta por el color de las baldosas del suelo de la base.

Además, ¿habría llevado a sus otras “ amigas” a que su padre las conociera?

Se inclinó hacia delante.

-¿Puedo preguntarte algo, Rick?

-Adelante.

-¿Tu papá... la conoció?

Tardó un rato en responder.

-Sí.

Lisa decidió no preguntar más, sintiéndose ligeramente aliviada y al mismo tiempo triste de saber que no era la primera.

-¿Querrías saber qué me dijo después de verla? Dijo que estaba... bien.

-¿Bien?

-Bien. En realidad, era su manera de decirme que no le había gustado mucho.

-¿Y por qué no?

Rick suspiró. Por desgracia, no podía ver su rostro desde donde estaba.

-Apenas al llegar, comenzó a protestar porque no le había dicho que trajera zapatos cómodos ya que con sus tacos no podía caminar sobre el pasto. Luego, a la media hora dijo que tenía una sesión de fotos y que debía irse. Hacía meses que no veía a mi papá, por lo que me sentí un poco decepcionado al tener que irme tan pronto. Si ya tenía otras ocupaciones, me hubiera dicho que lo dejáramos para otro día.

-Lo siento, Rick. De veras es una pena.

-Pues sí... ya llegamos.

Hermoso lugar, pensó Lisa cuando él la ayudó a descender. Observó el inmenso campo que se extendía a su izquierda y el pequeño bosque que rodeaba una hermosa casa blanca de dos plantas, de la cual salía un hombre muy parecido a Rick, solo que un poco más robusto.

-¡Muchacho! – saludó, abrazándolo.

-Hola, papá.

Jack “Pop” Hunter reparó en Lisa. Pues sí tiene por quién salir apuesto, pensó sonriendo.

-¿Y esta niña preciosa?

-Ella es Lisa – Rick rodeó sus hombros con un brazo.

-Mucho gusto, señor.

-Igualmente. Pero pasen, muchachos – lo siguieron al interior – Disculpen el desorden. Llegan justo para la cena.

A ella le encantó la casa, era muy acogedora. No se parecía en lo absoluto a la fría residencia en la que había crecido sola.

Lo ayudaron a poner la mesa y cuando la comida estuvo lista se sentaron. Lisa miró de reojo a Rick, esperando a que no volviera a tener náuseas o que atosigara a su padre con algún antojo.

-¿Y cómo van las cosas, hijo?

-Bien papá.

-¿Y ese viejo zorro, Fokker?

-Muy bien – rieron.

-Esto esta delicioso, señor Hunter ¿usted lo hizo?

-Así es, es una receta de familia – dijo dándole una palmadita en la mano. Aquello sorprendió a Rick. O quizás fuera por el carácter de Lisa, Minmei no había siquiera intentado ser amable con él ( y era extraño porque ella era agradable) Sin embargo, a su padre, Lisa le había causado buena impresión. Y hasta ella se mostraba amorosa, algo que no había siquiera podido llegar a imaginar. Sonrió. Hasta él estaba sorprendido por lo adorable que era cuando estaba fuera de la base.

-¿Y Rick ya la sabe? – los hermosos ojos verdes se fijaron en él, con picardía.

-El día en el que este muchacho aprenda a hervir agua, lloverá vino.

-¡Ey, no me va tan mal!

Lisa rió.

-¿También estás en el ejército, Lizzie?

-Sí, señor.

-Rick, nunca me dijiste que en el ejército había chicas tan lindas y adorables. Quizás deba entrar.- rieron.

-No te hagas el vivo, viejo.

Pop le revolvió el pelo.

-¿Vuelan juntos?

-No, señor. Yo estoy en el puente, desde donde se dan las órdenes.

-Ah... ¿ no me digas que tu superiora es esa arpía de la que tanto habla Ricky?

Lisa miró a éste último, quien palideció.

-¿De veras es tan amargada la pobre mujer? Por las cosas que me contó Rick, preferiría saltar del balcón a tener que aguantarla todos los días.

Rick pateaba a su padre por debajo de la mesa.

-N-no sé, señor – tartamudeó ella, intentando mantenerse calmada.

-Creo que le dicen “ La dragona” o algo así ¡Ay! – Rick le dio una patada más fuerte.

-Eh... ella salió un par de meses antes de que yo llegara – mintió.

-Entonces te libraste de una buena.

Ella esbozó una sonrisa y se levantó a llevar los platos sucios a la cocina, no sin antes dirigirle a Rick una mirada asesina.

Él se apresuró a ponerse de pie y la siguió, con la excusa de ayudarla.

-Puedo explicarte, Lisa.

-Ahora no – siseó. – No vamos a tener una pelea delante de tu padre.

Intentaron mantenerse el resto de la jornada como si nada hubiera sucedido. Mas él no pudo evitar pensar que algo se había roto entre ellos.

Ya era de noche cuando se despidieron.

-Espero verte por aquí a menudo, Lizzie.

-A mí también me gustaría, señor – dijo sinceramente. Adoraba al padre de Rick y hubiera pasado de maravillas de no haber sido por los comentarios del muchacho. Seguro esas mismas cosas se las diría a Minmei y ambos se reirían de ella sin parar ¿Acaso se pasaba hablando de ella a quien quisiera escucharlo?

“¿Por qué no vas a buscarte alguien de tu edad?”

“No entiendo de qué habla, vieja gruñona”

“¿Por qué siento que me acerco al polo norte, comandante?”

-¿Lisa?

“No deberías hacerle caso, Rick, las mujeres de su edad tienden a ser más histéricas”

Apoyó una mano sobre su hombro. Lisa se apartó.

-¿Arpía? ¿Dragona?

-Liz, puedo explicarte.

-Seguro, Hunter – dijo caminando por el sendero.

-¿Adónde vas? – la siguió.

-No te preocupes, regresaré en autobús.

-No hay autobuses a esta hora.

-Entonces voy a dormir en el pueblo y voy a esperar hasta mañana.

La tomó del brazo. Lisa intentó soltarse, mas le era imposible.

-Eso fue mucho antes de conocerte.

-¿Mucho antes de conocerme? ¿Hace dos meses? – le dio un empellón y siguió caminando. La alcanzó.

-Fue el año pasado. Yo ya no pienso eso. Por favor Liz, no quiero perderte.

Ella se detuvo.

-¿Qué dijiste? – inquirió , dándole la espalda.

Rick la abrazó.

-No me apartes de tu lado – murmuró.

Lisa lo empujó.

-¡No me toques! – exclamó, echando a correr.

Corrió sin parar, hasta llegar al pueblo. Solo necesitaba escapar de él... del recuerdo de Riber, de la gente de la base, de Minmei... escapar de todo. Se apoyó contra una pared, tratando de recuperar el aliento.

Fue entonces cuando lo vio.

-¿Karl? – murmuró sin creerlo. Sí, era él. ¿Qué hacía allí? Lo siguió hasta verlo detenerse frente a una casa, de la cual salió una mujer. Se dieron un beso y entraron.

Lisa se detuvo a medio camino, quedándose de una pieza.

¿Qué era eso?

Se aproximó. Tenía que verlo, hablar con él. Sólo quería saber por qué se marchó. No le pediría que regresara, no era su deseo. Mas, necesitaba una explicación. Se la merecía después de todo.

Llamó a la puerta. Ojalá estuviera equivocada, ojalá no fuera él.

Una hermosa mujer pelirroja abrió.

-¿Sí? – la miró con curiosidad

-Disculpe, busco al teniente Karl Riber.

La mujer se mostró perpleja.

-¿Es usted de la milicia?

-Sí, señora.- replicó con la boca seca.

-P-pero, mi Karl se retiró hace dos meses.

Contuvo el aliento.

-¿Karl J. Riber? ¿De la base Sarah en Marte?

-Así es, señora. Dejó el ejército, nos casamos y vinimos aquí.

¿Se casó? ¡El maldito... se casó!

-Comprendo, señora Riber – dijo, tratando de mantenerse calmada. Qué difícil fue pronunciar esas dos últimas palabras. “Señora Riber”. Apenas dos meses atrás, ella iba a ser la “Señora Riber”. ¿Cómo había podido ser capaz de hacerle eso? – Entonces ya no tiene objeto que hable con él. Disculpe la molestia - dio media vuelta y se alejó, oyendo de pronto la voz de Karl.

-¿Quién era, amor?

Echó a correr.

¿Karl... casado? ¿No que la amaba? ¿No le dijo que la había extrañado y que no se separaría nunca más de ella?

Se sentó en la acera. A su alrededor, todo comenzaba a dar vueltas.

Vomitó. ¡Rayos, ella estaba cargando a su hijo!

Se recostó sobre la fría vereda, sollozando, sin importarle ya nada.

State = Continuará/To Be Continue

feedback = Sí/Yes

email = berenicewrightARROBAyahoo.com