fanfic_name = La persona menos pensada
chapter = 3
author = Berenice Wright
dedicate = A todas las personas que adoren esta serie fantàstica!!!
Rating = AP15
Type = Humor
fanfic = Al día siguiente, le avisaron que debido a un fuerte ataque de nervios, la capitana había sido enviada a casa. La extrañó mucho esos dos días en los que estuvo en el hospital y no la vio. Minmei ni siquiera llamó. ¿Cómo lo haría si ni siquiera estaría enterada?
Durante las siguientes tres semanas, todos se extrañaron al hallar diferentes caras del otro lado de la pantalla y no la de su comandante Hayes.
-¿La capitana Hayes sigue enferma, Sammie? – inquirió Rick, ya preocupado, sobrevolando la ciudad durante su guardia.
-Así parece, teniente. Tampoco apareció hoy.
El muchacho se puso nervioso. La llamó casi todos los días durante esas dos semanas y sólo consiguió conversar con ella un par de veces, en las que le pareció ausente. El resto de las veces, el teléfono no era contestado. Quizá Claudia supiera algo.
Aterrizó y descendió del varitech apenas prestando atención a su alrededor. Debía hallar a Claudia y preguntarle si Lisa estaba bien. De pronto se descubría echándola de menos y no sabía bien por qué. Sólo quería que ella estuviese allí, no importaba que lo estuviera regañando, quería escuchar su voz, ver su rostro. Quería estar seguro de que estaba bien y de que no le había sucedido nada malo.
Sintió una fuerte palmada en la espalda, que casi lo hace caer al suelo.
-¡Ey, niño! ¿Por qué esa cara?- inquirió Roy, caminando a su lado.- ¿Es por tu chica?
Rick frunció el ceño.
-Mi chica, no me ha escrito en casi tres meses y ni siquiera me ha llamado – masculló. No deseaba que le preguntaran por Minmei. Ella no le interesaba en ese momento. Siguió avanzando con paso rápido.
-Lo lamento, chico – musitó Roy, contrariado. Rick se encogió de hombros.
-De todas maneras yo no le importo. ¿Claudia no te habló de Lisa? – preguntó, cambiando abruptamente de tema. Roy lo miró con los ojos a punto de salírsele de las cuencas.
-¿Lisa Hayes?
-Nooo, Lisa tu vecina.
-¡Ey, no sabía que podía ser tan respondón!
-No sabía que eras capaz de hacer preguntas tontas. ¡Claro que hablo de Hayes! ¿Cuántas otras Lisas conocemos? – al ver el rostro apenado de Roy, se arrepintió del tono en el que le había hablado. Nunca se había dirigido a él de esa manera. Se pasó la mano por los cabellos desordenados – Lo siento, es que todo esto de Minmei y su primo me pone un poco nervioso. Y ayer sin darme cuenta, sintonicé un programa en el que hablaban de una relación entre ellos... ¡y yo soy el novio!
-¡Seguro, Hunter! – rió Jack Archer pasando justo en ese momento a su lado. Rick le gritó una grosería.
-Calma, Rick. Jack sólo está jugando.
-Seguro, todos están jugando conmigo en estos tiempos.
Roy no supo qué decirle. Sabía cuanto amaba Rick a la jovencita y cuánto debía de dolerle aquello.
-Además, ella ni siquiera se acuerda de que existo.
Su amigo apoyó una mano sobre su hombro. No sabía por qué, pero sentía que tenía que estar con Lisa. Roy tenía a Claudia, en el fondo no comprendería. Le diría que lo suyo era un típico amor de adolescentes y que ya se le pasaría... mas no quería que lo trataran como si todavía fuera un chiquillo. Y Roy hacía eso... a veces. Claudia inclusive, empero no Lisa.
Tal vez sería mejor que fuera a verla directamente. Hizo un vago ademán de despedida y se marchó, dejando a un Roy muy perplejo.
Por el rabillo del ojo, vio a Claudia acercándose. Ella miró a Rick, mientras éste pasaba a su lado y luego se volvió hacia Roy, señalando al muchacho. Roy extendió un brazo hacia ella y le rodeó los hombros.
-Es Minmei.- dijo.
-Pobrecito. No debería seguir pendiente de ella de esa manera.
-Te reto a que se lo digas. Cuando se trata de la joven, se vuelve sordo. Aunque en el fondo no puedo culparlo – suspiró. Aunque Rick no lo creyera, sabía lo que era estar tan enamorado de una persona que su ausencia era como un dolor físico, como si le faltara una parte. Y esa sensación todavía seguía sintiéndola luego de más de diez años.
Caminó un trecho con Claudia y de pronto se detuvo sobresaltada al ver a una joven de rizos rojos, de pie junto a un prototipo nuevo. No era muy alta y llevaba el uniforme de combate con los colores gris y negro. Al darse vuelta y ver su rostro, se dio cuenta de que era la piloto finlandesa que había ingresado hacía poco al servicio.
-¿Te pasa algo, Roy? Parece que vieras un fantasma- Claudia lo miró con preocupación.
-Eh... no.... me acordé de algo – murmuró, reanudando la marcha.
Por un momento, sí le pareció haber visto una aparición frente a sus ojos. Y ese nombre que no había escuchado en más de diez años y que había intentado hacer desaparecer de su memoria, se hizo presente en su mente.
“Aduzi...”
Oyó el timbre. No quería levantarse de la cama. Hacía frío y estaba cansada. Si no abría la puerta, sea quien fuese se marcharía y la dejaría en paz. Acomodó la almohada y se arrebujó en las mantas.
Afortunadamente, el timbre había dejado de sonar. Bien, ya se fueron. Cambió de canal, buscando algo más entretenido para ver. Tendría otra tarde para ella sola, sin que nadie la molestara.
Mas... no, allí estaba sonando de nuevo, con mucha insistencia. Se cubrió con la colcha y esperó.
Un rato después, el sonido cesó. Sin embargo, oyó que golpeaban la ventana... de su dormitorio.
-¡Lisa, sé que estás ahí! – dijo Rick, del otro lado. Ella asomó la cabeza y el joven se sorprendió al verla.
-¿Rick? – preguntó atónita, poniéndose de pie, dirigiéndose hacia la puerta y abriéndola de un tirón.
El chico sonrió tímidamente. En la mano traía una bolsa, llena de comida.
-Hola.
Lisa lo miró extremadamente conmovida, con los ojos llorosos.
-¿Viniste a verme?
Él asintió.
-Quería saber si estabas bien. Hace varios días que no te... – se detuvo cuando ella lo abrazó y se echó a llorar con fuerza. De la sorpresa, al principio Rick no supo cómo reaccionar. Lentamente apoyó una mano sobre sus cabellos despeinados ( nunca la había visto con el pelo sucio y desarreglado, y mucho menos vestida con un enorme pijama, que ocultaba su bonita figura)
Él estaba preocupado por ella. Lisa no podía creerlo. La persona que menos hubiera esperado, estaba allí, viniendo a visitarla.
Aunque, pensándolo mejor, eso no debería de extrañarle. No era mal muchacho, sino todo lo contrario, era uno de las personas más adorables que había conocido. Y lo descubrió por primera vez de la forma más rara, cuando cayó de ese árbol.
Fue un día en el que, luego de pasar el tiempo con las chicas de compras, se dirigía a su casa. Iba silbando una cancioncilla y pensando en lo mucho que se había divertido con ellas, cuando de la nada, un chico precioso cayó de un árbol y aterrizó a sus pies.
-Por favor, no me vengan con eso de que están comenzando a llover ángeles del cielo – musitó.
Se agachó a ver si no le había pasado nada, y descubrió que se trataba del repollito Rick Hunter.
-¿Estás bien? – preguntó, reparando en que el joven sostenía algo en los brazos. Rick se sentó, un tanto inseguro. Lisa observó que tenía un corte en la frente. De uno de sus bolsillos sacó un pañuelo y comenzó a limpiarle la herida. Los ojos azules del muchacho la miraron con sorpresa. Lisa sonrió. Ese chico Hunter era muy, pero que muy apuesto. Era una pena que tuviera un poco de mal genio de vez en cuando.
-Comandante... – musitó. Por el rabillo del ojo, Lisa vio que una niña se aproximaba. Rick se volvió hacia la pequeña, tendiéndole el ovillo que sujetaba en sus brazos, y que en realidad había resultado ser un gatito. La niñita sonrió y abrazó a su mascota.
-Gracias, señor.
Lisa lo miró divertida.
-¿Subiste a buscar a su gatito?
Rick se ruborizó levemente, asintiendo.
-Sí, no fue nada. . – ella volvió apoyar el pañuelo sobre su frente, con una suavidad que lo impresionó
-Seguro, sólo que casi te mataste con esa caída
Rick hizo una mueca. Lo último que necesitaba era que su superiora se burlara de él por no saber descender de un árbol. Lisa sonrió.
-Lo que hiciste fue muy lindo.
Rick sonrió.
-Gracias, Lisa.
Ella se puso de pie, ayudándolo a levantarse.
Y luego, le salvó la vida en la base Sarah, en Marte. Después, cuando estuvieron solos en esa nave zentraedi, no dudó en saltar a defenderla cuando aquel alienígena la atrapó. Otra vez, cuando quedaron encerrados debido a que Sammie ordenó la transformación ese día del estreno de la película de Minmei, en el que ella recordó a Riber y se animó a desahogarse con él, Rick le tendió su pañuelo para que se secara el rostro y después de eso le hizo compañía el resto de la noche, diciéndole que quería invitarla a cenar. A partir de ese momento, su relación dio un giro de 180° ,acabándose las peleas.
Y luego cuando fue a verlo a hospital. Aún resonaban en sus oídos las palabras de alabanza que le había dirigido, tratando de hacerla sentir mejor.
-¿ Por qué no vamos adentro? –susurró él. Hacía frío en la calle y ella parecía estar enferma. La joven asintió, secándose los ojos y se hizo a un lado para que pasara. - ¿Puedo poner esto en la cocina? – levantó la bolsa. Lisa asintió.
-Voy un rato al baño – musitó. Necesitaba cambiarse y darse una ducha.
El joven se quedó estupefacto al ver los platos sucios acumulados, dispersos por toda la estancia. Esa no podía ser Lisa Hayes, siempre tan ordenada y meticulosa.
Se rascó la cabeza, ansiando adivinar cuál podría ser su problema. Mientras lo intentaba, comenzó a asear la cocina.
Se notaba que ella estaba sola. Riber no había aparecido durante ese período, coincidentemente. Rick contuvo el aliento ¿Le habría pasado algo grave? ¿Sería por eso que su capitana estaba mal? Estaba más que seguro que allí estaba el problema. ¿Qué habría pasado? Parecían tan felices cuando estaban juntos. No pudo evitar molestarse con Riber, si le había hecho algo a la comandante, se lo haría pagar.
Se rió de sí mismo. Ahora que Minmei no estaba y le demostraba que no lo necesitaba para nada, iba a comenzar a actuar de forma galante y protectora con otra mujer que tampoco lo necesitaba... ¿ o sí? Parecía tan desamparada ¿ dónde estaba la Lisa de hierro que conocían? ¿A dónde fue a parar la mujer autosuficiente, que los tenía temblando con solo pronunciar su nombre?
Lisa salió del baño, ya cambiada y se conmovió al ver que Rick había limpiado la cocina, dejándola impecable.
-No tenías que hacerlo – musitó. Él sonrió, dejando el trapo en el fregadero.
-No es nada. ¿Qué te gustaría hacer? – en realidad, deseaba sacarla de esa casa. Permanecer encerrada no la ayudaría en nada. Ella se encogió de hombros.
-¿Estás bien como para salir a caminar? Digo... si no te molesta...
-Sí, quiero. Me gusta caminar.
Rick sonrió.
-¿En serio? A mí también me gusta. De hecho, ni siquiera tengo un auto, porque prefiero manejarme caminando.
-¿De veras? – estaba sorprendida – Yo también. La mayoría de las veces prefiero regresar caminando a casa. Y me levanto bien temprano, de modo a salir a caminar antes de ir al trabajo.
-Yo también – murmuró con los ojos muy abiertos.
Ambos se miraron como si hubieran encontrado al mismísimo Yeti y no supieran qué hacer con semejante descubrimiento.
Lisa fue a por un abrigo, emocionada por la preocupación del muchacho. Sí, era cierto, estaban llevándose mejor, podían conversar sin gritarse ni buscar peleas cada momento. Mas no se imaginó que él le tomaría tanto cariño como para estar a su lado en ese momento un tanto difícil. Aquel joven la sorprendía cada día más.
En el fondo, debía admitir que se sentía halagada.
Ya en la calle, él le ofreció caballerosamente su brazo, que ella aceptó agradecida, ya que se sentía un poco mareada. Sin embargo, necesitaba salir y espantar a sus fantasmas. Rick caminaba despacio, por temor a cansarla. Se sentía tan cómodo a su lado, como si estuviera acostumbrado a salir con ella... a estar con ella.
La brisa agitaba los cabellos rojizos de la muchacha, cuyo rostro estaba levemente sonrojado. Era preciosa la comandante. Y cuanto más la conocía, más hermosa la veía. Era tan elegante... y tan agradable. Era extraño que no se hubiera dado cuenta antes. Siempre escondida detrás de su rango de capitana, levantando de esa manera una barrera invisible entre sí misma y los demás... Riber les había mostrado a la verdadera Lisa... y posiblemente, con su partida, se la había llevado también, dejándoles sólo a “ La dragona”. Y no deseaba que la “comadreja gruñona” regresara.
-¿Estás bien, Rick? – inquirió al ver su rostro pesaroso.
Él asintió. Un deportivo rojo se detuvo junto a ellos y una joven de cabellos oscuros se apeó de este, vestida con un hermoso vestido rojo.
Rick hizo una mueca involuntaria ¿ Tenía que aparecer justo en ese momento?
-Rick ,querido, al fin te encuentro. – avanzó hacia él, deteniéndose de pronto al ver que no estaba solo.
-¿En serio? No recuerdo haberme perdido – murmuró él. – He estado aquí todo este tiempo.... ¿No que estabas de gira? – preguntó en voz alta.
Minmei sonrió.
-Bueno, sí, pero la suspendí.
-¿La suspendiste? – la miró perplejo.
-Sí, es que... ¿ no podríamos conversar en privado? – frunció el ceño. ¿Qué hacía él con esa mujer?
Lisa se apartó de Rick, a decir verdad se sentía cansada. Sería mejor dejar que los dos tortolitos se arreglaran de una vez.
Sin embargo, Rick no pensaba lo mismo, ya que la tomó de la mano.
-No te vayas – murmuró.
-¿Y ella quién es? – demandó saber la pequeña estrella, comenzando a molestarse.
El joven empujó a Lisa hacia delante.
-Ella es Elizabeth Hayes, te la presento.
Minmei la miró con los ojos como platos. Un momento... ¿ esa no era su jefa o algo así? ¿Desde cuándo estaban de tan buenas relaciones? Por las cosas que Rick había dicho anteriormente, se la imaginaba más como una mujer de mediana edad, fea y malhumorada., no esperó encontrarse con una muchacha muy bonita ( que en ese momento estaba haciendo, sin darse cuenta, que varios hombres que pasaban junto a ellos se dieran vuelta a mirarla con admiración)
-No puedo creerlo – murmuró, llena de rabia – Suspendo mi gira porque te extraño...
Rick soltó una carcajada.
-¿Me extrañaste? ¿Oíste bien, Liz? ¿Dijo que me extrañó? ¿Ya te cansaste de jugar con tu primo? ¡No me llamaste durante los tres meses en los que estuviste fuera! ¡Y mientras tanto, yo me tuve que quedar acá, escuchando todo tipo de cosas acerca de una nueva relación amorosa tuya!
Ella lo tomó del brazo con suavidad.
-Lo siento, cariño, es que no tenía tiempo ni de respirar. Por favor, voy a compensarte – dijo mimosa, cambiando su estrategia – Y no hagas caso de lo que dicen en la televisión. Son chismes sin sentido.
Lisa intentó soltarse, mas Rick apretó su mano con fuerza. No deseaba seguir escuchando. Ya se sentía muy miserable. Ya también había arruinado la relación del muchacho con la jovencita. Además, no se sentía bien y comenzaba a tener náuseas
Al final, todos tenían a alguien que se preocupara o pensara en ellos.... todos menos ella. Y la única persona para la que creyó ser importante, la abandonó sin explicación alguna..
-Vamos, Rick. ¿ No estás muy ocupado, no? – miró a Lisa con intención.
“No hay problema, pueden dejarme vomitar en la vía pública, estaré bien”, pensó sarcástica.
El joven se soltó.
-Pues sí, estoy ocupado.
-Estás dando un paseo. No es la gran cosa. A tu amiga no va importarle ¿ verdad?
-Estoy- dando- un- paseo-con- Lisa. Y- a- ella-sí- le- importa. – dijo él lentamente, pronunciando bien cada palabra. –No tengo tiempo.
-Rick, no te preocupes, voy a ir a casa – musitó Lisa, intentando zafar y muriéndose de vergüenza al ver que aparecían curiosos. Minmei abrió la boca como para decir algo.
-Lo siento, Calabacita – Rick agitó la mano a modo de despedida y comenzó a caminar, estirando a Lisa, quien de pronto sintió que la agarraban del brazo con fuerza y le daban una sacudida. Se llevó un susto, ya que podría pasarle algo al bebé.
-¿No te da vergüenza meterte con el novio de otra? Deberías buscarte alguien de tu edad y dejarlo en paz.
Rick se volvió hacia ella, hecho una furia. ¿Cómo se atrevía a faltarle al respeto de esa manera? ¿Qué se creía? Iba a decirle que se marchara, cuando vio que Lisa ( quien ya se había puesto de color verde) se inclinaba hacia delante y vomitaba sobre el flamante atuendo de la cantante, ante la sonrisa divertida de los presentes.
Lo último que Lisa escuchó fue el chillido de aquella arpía, cuando su almuerzo fue a parar sobre ella.
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