fanfic_name = La persona menos pensada
chapter = 2
author = Berenice Wright
dedicate = Para todos los lectores
Rating = AP15
Type = Humor
fanfic = -Menudo susto nos diste, cachorro – Roy arrojó el paquete sobre la cama. Rick sonrió, abriendo el regalo. - ¿Y cuándo vas a dejar de haraganear y regresar con nosotros?
-Te juro que esta vez no juego.- dijo desanimado. Roy suspiró imperceptiblemente. En realidad estuvo muy asustado. Rick estuvo un par de días en terapia. No se hubiera perdonado de haberle sucedido algo más grave . Max apoyó una mano sobre su hombro.
-Lo que te hace falta es una visita de Minmei.
Rick cruzó las manos detrás de la nuca y se echó hacia atrás.
-Naa, ella está muy ocupada y no creo que le interese un despojo humano como yo.
“A este paso, no va a levantarse nunca” pensó Roy, buscando la manera de ayudarlo.
-Entonces debería presentarle a alguien como yo, jefe. A un verdadero héroe de guerra – dijo Ben, con tono de chanza, sin embargo, Rick no se lo tomó de esa manera y le arrojó la almohada.
-¡Querrías que te rompiera la nariz, no! - exclamó
-Tranquilo, tigre. Él solo hace un chiste. – Roy apartó a Ben.
-Pues no me parece gracioso.
La puerta se abrió y Lisa asomó la cabeza. Se veía más pálida que el día anterior. Los tres pilotos se cuadraron y saludaron. Ella se llevó la mano a la frente, respondiendo.
-¡Hola, Liz! – exclamó Rick, animándose de repente ( lo que sorprendió a Roy).
-Hola – en la mano traía unas flores.
-Ey, ¿ en serio estás mejor? – Max la miró con preocupación.
-Sí, Claudia me contó – dijo Roy – Deberías estar en cama.
Rick los miró sin entender.
-No pasó nada – ella intentó sonreír, buscando alguna excusa para justificar lo que había sucedido. No le había dicho a nadie la verdad. Sabía que tarde o temprano se enterarían, mas no era el momento para hablar de ese tema. No deseaba recordar que Riber se marchó sin siquiera despedirse, sin siquiera una explicación.
No se dio cuenta de que Max le había acercado una silla para que se sentara.
Roy observaba a Rick con curiosidad. El rostro del joven había cambiado en apenas un segundo cuando la vio. No recordaba haber escuchado que estuviera interesado en Lisa Hayes, sino todo lo contrario. Lo único que oía de su boca eran insultos y quejas en contra de ella.
¿Y no era extraño que Lisa se presentara así de repente... de visita?
Se encogió de hombros. Bueno, al parecer Rick estaba oyendo sus consejos de tratarla mejor.
Agarró a Ben de las solapas del uniforme, despidiéndose de ambos. Max los siguió mansamente, agitando la mano.
Una vez que estuvieron solos, le tendió las flores.
-Gracias, Liz. Creo que allí hay un florero – dijo tomándolas. Lisa fue hasta el lavabo, tomando la jarra y llenándola de agua. - ¿A qué debo tu visita? –ella colocó las margaritas en el agua.
-Vine a pedirte disculpas por lo que pasó – comenzó a arreglar las flores.
-¿También? – inquirió con sorpresa - ¿Después van a venir las chicas?
Lo miró sin entender.
-Claudia estuvo más temprano, llorando a mares y pidiéndome perdón por lo que pasó.
-¿En serio?
Rick asintió.
-La pobre estaba desconsolada
-Pero si no fue su culpa...
-Fue lo que yo le dije.
-Fue mía, yo no di la orden porque estaba dormida y ella tuvo que hacerlo. Si yo lo hubiera hecho en su momento, no hubieses terminado en un hospital en terapia intensiva.
-¡Ey! Así como le dije a Clau, él único culpable soy yo, que no me di cuenta y que tomé una decisión equivocada. – al ver el rostro de Lisa, añadió - ¡Oigan mujeres! Dejen de echarse la culpa, sé que están locas por mí, pero no van a ayudarme sintiéndose culpables de mi accidente. Aunque debo sentirme halagado ya que tantas mujeres bonitas vienen a verme, desesperadas por mi perdón.
Lisa apoyó las manos en las caderas, y se volvió hacia él, reprimiendo una carcajada.
-¡Su modestia me impresiona, teniente!
-Pero al menos te hago reír ¿no? – sonrió con picardía.
Lisa tomó asiento.
-¿Y cómo está esa pancita? – quiso saber él. Ella se ruborizó, atónita. ¿Cómo pudo saberlo? -Es que la última vez me dio la impresión de que algo te había caído mal. Y me contaron que estuviste vomitando de nuevo.
Sonrió, levemente aliviada, frotándose el estómago.
-Parece que mejor.
-¿No viste a un médico?
Asintió.
Una de las enfermeras entró, trayendo la comida.
-Ya era hora – dijo Rick - Estaba por morir de hambre.
-No sea exagerado, teniente.
Rick miró su plato y frunció el ceño.
-Esto no va a llenar ni la mitad de mi estómago. – protestó.
Lisa y la enfermera rieron.
-Ya no se queje, teniente – la enfermera salía del cuarto.
-Lisa, cuando vengas a verme de nuevo, quiero que me traigas una hamburguesa. – dijo lo suficientemente fuerte como para ser oído por la enfermera.
-Seguro. Si no me la como antes.
En el rostro de Rick apareció una expresión de diversión.
-No te imagino comiendo una hamburguesa.
-¿Ah, no? ¿Y por qué? – inquirió, con curiosidad.
Tomó un poco de arroz con su tenedor.
-No sé. Te veo muy fina para comer con la mano.
-¿Muy fina? – Riber nunca le había dicho que fuera “fina”.
-Sí, muy...- pareció buscar una palabra mientras masticaba su comida - no sé, mi prima tiene unas muñecas, de esas antiguas, creo que son de porcelana y parecen tan delicadas, siempre bien puestas... no sé, muy elegantes. Siempre que te veo me acuerdo de eso.
Estaba boquiabierta. ¿Había oído bien?
-¿Es un cumplido? – tartamudeó, ruborizada. Riber nunca le había dicho esas cosas. Ni siquiera estaba segura de si la veía hermosa. Y nunca hubiera imaginado que Rick la comparara con una muñeca.
-Mmm... sí. Pero no pienses nada raro. Te lo digo como amigo.
Sonrió.
-Gracias, Rick. A decir verdad, no creí... no imaginé que me verías de esa manera – confesó, preguntándose si también pensaba lo mismo acerca de su novia – Si te escucha Minmei, de seguro te mata.
El rostro de Rick se ensombreció al oírlo.
-Lo siento, no quería hacerte sentir mal – dijo apenada. El movió la cabeza de un lado a otro e hizo un vago ademán.
-Dudo de que me escuche alguna vez.
Lisa nada dijo. No sabía si era su estado o por qué, mas de pronto estaba tan conmovida que se puso a llorar. Rick la miró con perplejidad.
-¿Lisa?
-¡E-e-es ( snif) que na-a-die ( snif) nunca me dijo a-algo ta-a-an boniiiito! – gimió, cubriéndose el rostro. Él le dio una palmadita amistosa en el hombro. Ella se puso de pie y fue hasta el baño a lavarse la cara. Tenía que volver al puente y no deseaba que vieran que había estado llorando.
Rick decidió permanecer en el molde, quietito, todavía comiendo. Sabía que sería peor si se levantaba a consolarla. Lisa no era del tipo de mujeres que le gustaba que la vieran llorando. Sabía que se sentía avergonzada de su arrebato, así que era mejor que fingiera que allí no había sucedido nada. ¿Cómo podía conocerla tan bien, mientras que Minmei le resultaba una cajita de sorpresas? Podía saber lo que Lisa pensaba, sin embargo, con Minmei era distinto. Y eso a veces lo hacía sentirse descolocado.
Lisa salió del baño.
-Bien, debo irme. –musitó. Él asintió.
-¿Vas a venir a verme más tarde?
Pareció sorprendida con su pregunta.
-¿Querrías que viniera?
-Claro. Me gusta que me visiten mis amigos.
-Mmm... Rick – dijo conmovida. – Sí vengo.
Él sonrió.
-Excelente. Y no te olvides de mi hamburguesa.
-¿Con doble queso, papas grandes y una gaseosa grande, sin hielo?
Ahora fue él quien se sorprendió.
-Exacto. Sí, es eso mismo.
Lisa regresó más tarde, a hacerle compañía. Sin embargo, no logró traer las hamburguesas. Rick rió al escuchar que lo había intentado, asombrado de que la comandante se atreviera a faltar a una regla.
Fue una tarde agradable, en la que conversaron de todo. Y se llevó otra sorpresa cuando la oyó hablar de aviones y confesar que le gustaban y que su abuelo había sido piloto durante la segunda guerra mundial.
Sin darse cuenta, se pasó pensando en ella toda la noche, preguntándose cómo no la había conocido mejor antes.
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