fanfic_name = La persona menos pensada

chapter = 15

author = Berenice Wright

dedicate = A los que la lean!!

Rating = AP15

Type = Alternative Universe

fanfic = Los primeros rayos del sol asomaban cuando Karl la encontró. Se hallaba en el mirador, sentada frente al mar. La brisa agitaba sus cabellos.

-Lizzie...

-¿Por qué no te vas al infierno, Riber? – preguntó , dándole la espalda.

Karl no se movió. Lisa se puso de pie, sobresaltándolo. Palideció al ver su rostro. Extendió los brazos hacia ella, mas Lisa se apartó.

-Sabías que iría ¿no? Conociéndome tan bien, sabías que iría.

Karl nada dijo.

-¿Era lo que querías, Karl?

-Claro que no, mi amor. – dijo él, desesperado. Lisa lo miró.

-¿Qué pasó con nuestras vidas, Karl? Todo iba tan bien hasta que te fuiste a Marte...

Él apartó los ojos.

-¿Por qué me dejaste, sabiendo que te necesitaba? – sollozó.

-Lizzie...

-Y cuando pensé que por fin estaríamos juntos, te fuiste de nuevo. Nunca pensaste en mí, siempre era lo que te convenía ¿no?

-Claro que no – intentó abrazarla, mas lo empujó.

-Yo te amaba Karl, eras mi ángel, mi mundo, eras mi todo. Pero no te importó. Quisiste irte para escaparte de esta estúpida guerra. –lloraba abiertamente ahora. Sentía que ya le

habían sacado lo último de dignidad que le quedaba en aquel cuarto.

-No fue así. Lizzie te amo – la tomó de los hombros – No es tarde para comenzar una nueva vida juntos, con nuestros hijos.

-No estabas seguro de que fueran tuyos.

-¿Vas a quedarte con él , después de lo que hizo?

Lisa no respondió.

-Es sólo porque te conviene ¿ no, Karl? – murmuró, un rato después, sin mirarlo – Estás pensando en qué quizás son tuyos en el fondo y te conviene estar bien conmigo y formar una familia conmigo para así poder verlos ¿ no?

La sacudió.

-¡No estarás hablando en serio!

Lo miró con furia.

-Dame una razón para tenerte confianza.

Él la miró sin poder creerlo.

-Las cosas cambiaron – siguió ella- Ya no te amo, ya no me importa que regreses a mi lado. No me importa nada de lo que hagas a partir de ahora. Sólo quiero que me dejes en paz.

-Lisa – dijo, desesperado.

-En paz, Karl. Se acabó. Tuviste la oportunidad y la arruinaste. Me dejaste en los momentos en los que más te necesité. –se apartó de él y se alejó, dejándolo solo en el mirador.

Al llegar a casa, no encontró a Rick. Se apoyó contra la puerta y se abrazó. Esa relación nunca podría funcionar mientras él siguiera pendiente de la muchacha. De seguro estaría en la prisión con ella, tratando de sacarla de allí. Y luego regresarían al cuarto en las barracas y él se quedaría a su lado, para evitar que hiciera otra locura.

Claudia estaría en la cocina. Se dirigió despacio al cuarto y vio despierto a uno de los bebés. Lo tomó en brazos y lo estrechó contra su cuerpo, echándose a llorar.

Estaba todo arruinado. A Rick tampoco le importaba. Debió haber seguido su intuición y no haber permitido que se involucrara.

Debía irse de allí. No podía regresar, no podía ver a Rick con Minmei, a Davies, a Riber ¿ cómo miraría a sus pilotos? Ya no tenía cara presentarse como si nada en la base. Podría recomenzar en otro sitio, con sus hijos lejos de aquel ambiente, donde nunca se enterarían lo que le habían hecho a su madre. Donde nadie se burlaría de ellos por tener una madre perdedora. No quería eso para ellos. No podía exponerlos a eso.

Había preparado una carta de renuncia cuando estuvo embarazada y la había guardado sin saber muy bien para qué en aquel momento. Abrió el cajón y tomó una lapicera de su mesita de luz. Firmaría la carta y se marcharía de allí. Lo sentía por su padre, lamentaba decepcionarlo, pero no iba a seguir en aquel sitio. No sería la burla de aquellos hombres.

Depositó un beso sobre la cabecita de Bruce y se levantó para ir a la cocina a buscar algo de leche para el pequeño. ¿Qué le diría a Claudia cuando la viera así? No le diría nada. No necesitaba explicarle lo sucedido.

Avanzó despacio, esperando verla de un momento a otro, mas se sorprendió al hallar a Rick, sentado con el gemelo de Bruce en brazos. Al escucharla, se volvió hacia ella. Tenía una expresión triste en el rostro.

-¿Siempre lo arruino, verdad? – inquirió. El pequeño Rick jugueteaba con los cabellos del joven.

-Algo así – replicó, deteniéndose en el umbral. - ¿No vas a ir a verla?

-¿Para qué? – murmuró. Se encogió de hombros. No le importaba. Rick se puso de pie y se acercó.- Lisa, te amo.

-Seguro, Rick – dijo con voz neutra. Él la miró sorprendido y dolorido.- Tanto que te pasaste llorando por Minmei y su cambio de profesión. ¿Quién llora por la “pobre Lisa Hayes”? Nadie, no importa. No es adorable, ni bonita, a quién le importa.

-No te hagas esto.

Ella dejó escapar una risita.

-Con todo lo que ya me han hecho. ¿Por qué debería preocuparme en mantener una dignidad que ya perdí? Fui su juguete y se divirtieron conmigo.

Rick palideció.

-¿Ellos no... no...? – no pudo completar la pregunta. Ella no respondió, dejándolo a propósito con la duda. -Lisa....

-Necesito que hagas algo por mí ,Rick.

-Lo que quieras.

Le tendió un sobre.

-Necesito que le entregues esto al almirante. Es un reporte sobre algo que él necesita saber. – mintió.

Rick tomó la carta con suspicacia, mas no preguntó de qué se trataba. Asintió en silencio.

-Gracias. ¿Por qué no vas ahora? Después hablaremos de lo nuestro ¿ Qué te parece?

No le gustaba la expresión de su rostro. Le pasó el bebé y se inclinó lentamente hacia delante, depositando un beso sobre su frente. Lisa no se movió.

Apenas se hubo ido. Alguien llamó a la puerta. No iba a contestar, hasta que oyó la voz de su padre.

-¿Qué hicieron contigo? – inquirió, horrorizado.

Se echó a llorar.

-¿Qué estás haciendo aquí?

-Vine por unas horas y entonces lo escuché. – acarició su rostro – Mi tesoro – murmuró

-Lo siento, papá. Puse el nombre de la familia en...

-A quién le importa eso. – la cortó – Lo único que me interesa es que no te hayan hecho nada.

-Quiero salir de aquí – sollozó como una niñita – Papito, quiero que me lleves contigo.

-Claro, mi amor, voy a sacarte de este sitio cuando antes. Nunca estuve de acuerdo en que vinieras aquí.

-¿Podrías llevártelos ya? – le tendió a los bebés – Tengo que ordenar algunas cosas, pero en cuanto termine, te sigo.

Él asintió, tomando a los pequeños en sus brazos.

-¿Cuánto tiempo te parece que vas a tardar? ¿No querrías que te espere?

Negó, enjugándose las lágrimas.

-No sé cuánto tiempo me va a llevar el trámite y quiero ponerlos a salvo.

-De acuerdo. – dio media vuelta y fue hasta el vehículo que lo aguardaba pacientemente. Los siguió con la vista hasta que se perdieron al doblar la esquina.

Cuando Rick regresó, la vio saliendo de la casa con una maleta. Corrió hacia ella. Sabía que algo no andaba bien. Lo presentía.

El almirante ya había escuchado la noticia, todos en la base lo habían oído y estaban preocupados. Global ordenó que los oficiales fueran sometidos a un juicio y que mientras tanto estuvieran detenidos en prisión. Serían condenados, eso podía adivinarlo. Y en cuanto a Minmei... estaba en una celda junto a su compañera.

-¡Lisa!

La joven se detuvo. Se acercó a ella.

-¿Qué estás haciendo? – inquirió con voz temblorosa.

-Me voy. – dijo en tono neutro.

-Querrás decir que estás huyendo.

No lo miró.

-¿En realidad qué te importa? Vas a tener el camino libre para estar junto a tu adorable palomita.

-¡No digas sandeces! ¡No la quiero conmigo!

-Te diste cuenta tarde. Adiós, Rick, gracias por todo. – reanudó la marcha. Él la atajó del brazo. Lisa se desprendió y se volvió hacia él.

-No puedo dejar que te vayas.

-¡Ay, Hunter! – gimió – Me he humillado por tu causa millones de veces, de todas las maneras en las que podrías imaginarte. Y esto fue lo último, llegué hasta el fondo. Por favor, dame un poco de dignidad, dejándome partir tranquilamente. De no haber aparecido en mi vida con tu estúpida noviecita, nada de esto hubiera pasado.

La miró sin poder creerlo. Lisa dio media vuelta, para no verlo más. No deseaba ver su rostro, no deseaba tenerlo frente a sus ojos.

-Lisa, perdón – pero sabía que eso no bastaba. No retrocedería el tiempo ni evitaría que le hicieran lo que habían hecho.

Cuando ella llegaba a la esquina, oyó un silbido sobre su cabeza, mas no le dio importancia. No debía ser nada de interés.

Y entonces se produjo la explosión y sintió que la onda la arrojaba al suelo. Levantó la cabeza y al darse vuelta, vio la calle envuelta en llamas. Otra bomba impactó cerca. El corazón le dio un vuelco. ¡Aquello era un ataque!

Era una suerte que su padre estuviera con los bebés, seguro en un avión blindado, rumbo a Alaska. El objetivo de los zentraedi era el SDF-1.

-¡Rick! – exclamó de pronto, al darse cuenta de que la bomba había caído cerca de su casa. Se puso de pie con el corazón en un puño, corriendo hacia el sitio. -¡Rick!

No permitas que le pase algo. Por favor, quiero que esté a salvo.

Aquello era un caos con todos aquellos edificio en llamas, apenas podía verse del fuego y del humo. Debía encontrarlo, así que siguió corriendo con todas sus fuerzas.

Oyó un gemido a su izquierda y entonces lo vio.

-¡Oh, no! – fue hacia él y se arrodilló a su lado.

-¿Qué pasó? – murmuró, tenía una mano apoyada en el costado.

-Estoy aquí, amor. No te preocupes. – lo cubrió con su cuerpo cuando otro misil pasó por encima de ellos. Se incorporó, tratando de ver en dónde había caído. Rick trató de levantarse y apretó los dientes al sentir un fuerte dolor.- ¿ Podrías ponerte de pie? – lo ayudó.

-¿Es un ataque?

-Parece que es una nave.

Rick trastrabilló. Lisa tuvo que emplear el máximo de sus fuerzas para sostenerlo.

-Debemos ir a la base. – musitó él – Deben de necesitar a todo el personal disponible en este momento.

-No podemos ir a ningún lado. Estás débil y yo tengo que cuidarte. Te amo, Rick.

La miró sorprendido.

-¿Es en serio? – inquirió con voz temblorosa, recordando que apenas minutos antes le dijo que de no ser por él y Minmei, ella estaría bien - ¿No estoy soñando?

-Claro que no – susurró.

- ¿Podrías perdonarme?

-¿Por qué?

Él dejó escapar un sollozo.

-No pude evitar que te hicieran... que ellos te usaran...

-No lo hicieron – murmuró.

-¿Es enserio?

Ella asintió. Rick la abrazó, dando las gracias una y otra vez.

-¿Me dejarías amarte?

-Todos los días de mi vida. – le acarició el rostro. Rick esbozó una sonrisa. Debían buscar un hospital. Debían verle esa herida. Avanzaron a trompicones por el medio de la calle.

Les costaba mucho moverse ya que él estaba muy débil y ella no era demasiado fuerte como para sostenerlo por mucho tiempo. Necesitaba encontrar pronto un medio de transporte. Aunque sería difícil entre los escombros.

-¿Y nuestros bebés? – Rick giró la cabeza hacia ella.

-Están con papá, rumbo a Alaska.

-Entonces sí pensabas irte ¿ no? – dijo entre aliviado y triste.

-No es momento para hablar de eso ahora – lo cortó – Lo importante es que están a salvo. – ese no era un ataque como el que provocó la destrucción casi total del planeta unos años atrás.

Tenía que comunicarse con la base y avisarles de que estaba bien y que iría en cuanto pudiera , siempre y cuando lo de Rick no fuera tan grave.

Vio un vehículo a unos metros, intacto en aquel bombardeo. No podía creerlo. Avanzó lentamente con él y descubrió que estaba abierto y con las llaves puestas. ¡Aquello era demasiado! Lo introdujo en el auto. Notó con alivio que funcionaba. Arrancó y aceleró como si sus vidas dependiesen de ello ( y de hecho, así era)

-¡Wow! ¿ Estamos en las carreras? – inquirió Rick, intentando hacer una broma.

-Algo así.

Cerró los ojos, cansado.

-¡No te duermas! – exclamó Lisa. Él abrió los ojos, sobresaltado -Necesito que estés despierto y que me hables de cualquier cosa. – dio un volantazo, esquivando lo que quedaba de un edificio.

-¿Cómo qué?

-¡Lo que quieras!

-Hace frío, Liz – murmuró, con sus enormes ojos azules mirándola.

-No, no hace frío. – dijo, observándolo de reojo – No vas a dejarme, Rick. No voy a permitirlo.

Él apoyó una mano sobre la suya.

-No lo haré –musitó –No vas a librarte de mí así como así. Si es necesario voy a perseguirte hasta Alaska.

Lisa dejó escapar una risita.

-No lo dudo. – dijo al sentir una leve presión sobre su mano. Le dio una pequeña sacudida al notarlo amodorrado. Rick se despertó, temblando de frío.

Tenía que encontrar pronto un hospital, mas en ese desastre era imposible distinguir algo. No podía creer que esa hermosa ciudad tan llena de vida ahora se había convertido en un montó de ruinas, con millares de personas desaparecidas o heridas o muertas. Le parecía inverosímil que algo así estuviese sucediendo.

Otro escuadrón de varitechs pasó por encima de ellos. No tenía idea de cuál podría ser.

De pronto sintió que la mano de Rick resbalaba y caía laxa a un costado.

-¡RICK! – exclamó. Éste abrió los ojos - ¡No vas a dejarme, oíste! ¡No voy a permitirlo!

¿Dónde había un maldito hospital? ¿Por qué cuando necesitaba uno, no lo encontraba? Intentó hacerlo hablar, tratando de mantenerlo despierto. No debía dejar que se durmiera. Notó que la mancha roja de su uniforme iba a agrandándose.

-Maldición – gimió. Observó otro escuadrón de varitechs volando por encima de la ciudad en llamas.

Siguió manejando, tratando de reconocer las calles en aquel desastre.

Distinguió el edificio de correos, semidestruido. Supuso que estarían cerca de la sede de la UN. Recordó que por allí cerca estaba un hospital. Llegar al de la base sería ya arriesgado e imposible debido a que quedaba demasiado lejos. No sabía si Rick aguantaría. Al doblar la esquina, lo halló. Era increíble que estuviera intacto en medio de aquel ataque..

-Ya casi llegamos – murmuró – Ya casi.

Dejó el vehículo frente a la puerta. -¡Rick, lo hicimos!

No obtuvo respuesta.

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