fanfic_name = La persona menos pensada

chapter = 14

author = Berenice Wright

dedicate = A los lectores

Rating = O18

Type = Alternative Universe

fanfic =

Apenas llegó a casa, se abalanzó sobre Roy.

-¿Qué te pasó en el ojo?

-¿Qué hiciste? – inquirió, molesta, sin responder a su pregunta. Él la miró sin entender.

-¿Le hablaste a Karl de los bebés?

-Lisa, calma...

-Ni siquiera me lo consultaste.

Roy se llevó una mano a la frente.

-Lo lamento, peque. Se me escapó sin querer. Me encontré con Karl ayer, cuando salía del hospital. Me preguntó cómo estabas y cuando le dije que acababas de tener un par de gemelos, se puso como loco.

-¿Cómo supo que eran suyos? – se preguntó a sí misma en voz baja.

Levantó la vista hacia ella.

-¿Son de Karl? – se dejó caer en el sofá, perplejo. – Creí que no querías que lo supiera todavía por lo que había pasado entre ustedes. Entonces, Rick...

-Él siempre lo supo. Lo hizo porque no quería que renunciara.

Roy estaba sorprendido.

-¿Rick? ¿No quería que renunciaras?¿Desde cuándo? Que yo supiera, lo único que deseaba era que no estuvieras del otro lado del monitor.

-Es lo que yo me pregunto.

-¿Qué cosa? - - inquirió Rick, con los ojos cubiertos con los lentes ahumados.

Roy se puso de pie, sonriendo. Lisa fue a la cocina a buscar hielo, pensando en lo que éste le había dicho de Rick minutos atrás. Cuando regresó, Roy ya se había marchado. Rick estaba de pie, en la sala, cubriéndose sus cuartos traseros con un almohadón y protegiéndose por delante con otro, solo por si a Lisa se le ocurría recurrir a alguna que otra patada ( temía que le tomara el gusto y no deseaba que lo tomara desprevenido de nuevo)

-Hunter – Hayes – saludaron ambos al mismo tiempo.

Ella retiró la bolsa de hielo de su ojo hinchado, sin abrir la boca.

-Bien – dijo él

-¿Bien qué?

Suspiró.

-¿Por qué no hiciste nada en contra de Riber?

-¿Por qué no hiciste nada en contra de Minmei?

Rick no contestó. Lisa se sentó.

-Después de todo, Karl es el padre de mis hijos. No podía... – se encogió de hombros – tratarlo como &##@*

Los ojos del joven parecieron a punto de salírsele de las órbitas..

-¿Dijiste lo que creo que oí?

Ella se encogió de hombros, mordiendo una galletita.

-Es una palabra como #&** o como $%#&*...

-¡Wow, wow! Calma – fingió escandalizarse.

-¡Oh, el pequeño Ricky teme que sus delicados oiditos revienten por escuchar estas palabras sacrílegas! – dijo en tono burlón – Las chicas finas también decimos esas palabras... a veces - soltó una risita cuando él le arrojó un almohadón. Ella se lo devolvió y Rick de nuevo se lo tiró.

La joven lo esquivó y corrió hacia la cocina, riendo y Rick saltó sobre el sofá, siguiéndola , la tomó del brazo y la hizo dar vueltas, estrechándola en sus brazos. Lisa contuvo el aliento.

-Sabe comandante, todavía me duele esa patada.

-¡Ah, sí!

-Ahá- dijo en un tono meloso, que la sorprendió.

-Rick... – murmuró

-Y exijo una compensación – tocó la punta de la nariz de la muchacha con la suya. Antes de que ella pudiera responder, acercó su boca y la besó con suavidad, abriendo la chaqueta de su uniforme. – Lisa... – dijo con voz ronca.

-Karl...- Rick se quedó helado al oírla pronunciar ese nombre. No era lo que esperaba escuchar. ¿Entonces, todavía pensaba en él?

La comandante se apartó bruscamente, mirando hacia afuera – Karl está allí – señaló. Rick se volvió hacia la ventana y frunció el ceño.

-¿Qué diablos quiere?

-N-no sé. Voy a ver. – abrió la puerta. Karl se hizo a un lado para darle paso. Se miraron en silencio. Ella no podía creer lo mucho que su vida había cambiado durante el tiempo en que él estuvo fuera. Le parecía imposible que todo hubiera terminado entre ellos... y ni siquiera le importaba. Sus tres verdaderos tesoros estaban en esa casa.

-Él está ahí ¿no? – ella asintió. Riber hizo una mueca – Lógico, si te casaste con él.

Lisa no se preocupó en sacarlo de su error.

-¿Qué pasó con nosotros, Lizzie?

-¿Querías que me quedara a esperarte de nuevo? Me dejaste sola, embarazada y ni siquiera me dijiste nada.

-¡Tenía una misión!

-Yo soy tu superiora. Podías haberme dicho algo. Sin embargo, nos dejaste a los tres. Me pasé buscándote durante un mes entero sin descanso y nadie podía decirme nada.

Él nada dijo.

-Quería que estuvieras a mi lado, quería que vieras nacer a tus hijos.

-¿Cómo sé que son míos? A los dos meses que me fui, Hunter estaba viviendo contigo y le dijo a todos que era el padre.

-Pues él quiso tomar esa responsabilidad, porque no quiso verme sola.

-¡Qué dulce!

Lisa perdió la paciencia.

-¡Bueno!¿Qué te importa si después de todo no estás seguro de que sean tuyos?

-No quiero que te hagan daño.

-¡Qué adorable!

-¡Bien! ¡Espero que no te estrelles con tu aviador! Y que te diga que su cuarto en las barracas está ocupado por Minmei.

Los ojos de Lisa se abrieron como platos.

-¿No te dijo? ¿No se te ocurrió preguntarte por qué no se la ve en ningún sitio?

Lisa no contestó. Había oído que se había separado de su primo y representante y desde entonces no se la había vuelto a ver. Pero... ¿Rick? Bueno, le estaría haciendo un favor a una amiga...

-Quizás, ella necesitaba...

-¿Sabías que todas las noches ponen músicas a todo volumen y los hombres entran y salen a cada rato?

Lisa palideció. Miró a Riber de una forma tal, que despertó en él un instinto sobreprotector.

-Lisa... – musitó.

En ese momento, sintió que la agarraba del brazo y la estiraban hacia delante. Karl la estrechó con fuerza entre sus brazos y la besó. Ella lo apartó de un empujón, abofeteándolo.

Dio la espalda a Riber y entró en la casa, cerrando la puerta de un golpe. Fue a la cocina, abrió la heladera y sacó el pote de 1 kg de helado de chocolate. Mientras comía, intentaba asimilar lo que Karl le había dicho.

Rick había pasado una semana encerrado en ese cuarto... y si ella ya estaba allí desde hacía tiempo...

¿ Sería cierto o solo era una mentira de alguien despechado?

Mejor que le preguntara a Rick. No podía volver a dudar de él. Le dijo que lo Minmei estaba terminado. Pero entonces... si ambos estuvieron juntos en aquel cuarto...

Sacudió la cabeza. Él no jugaría de esa manera con ella.

Este apareció un rato después, ya bañadito y cambiado. Notó que tenía una extraña expresión en el rostro.

-Te vi por la ventana – dijo, despacio. Lisa se puso de pie y se acercó a él ( sosteniendo la cuchara), echándole los brazos al cuello.

-¿No pensarás...?

Rick sonrió.

-Casi le arrancaste la cabeza – bromeó. Ella soltó una risita y luego comenzó a sollozar.

-¡Ey, amor! ¿Qué pasa? – inquirió asustado, no le gustaba verla llorar. Se asombró al escucharlo llamarla así.

-Rick, te quiero. Te quiero mucho. - gimoteó sobre su hombro. La apartó suavemente, de modo a poder verla.

-¿Qué te dijo Riber? ¿Qué pasa, Liz? – inquirió, con nerviosismo. No le gustaba la expresión de su rostro. Las cosas habían marchado tan bien entre ellos unos momentos antes.

-¿Es cierto? ¿ Escondiste a Minmei en las barracas? Bueno, en realidad, no lloro por eso – se enjugó las lágrimas – Sólo te lo pregunto porque ese es el nuevo comentario...

La miró perplejo.

-¿Qué yo hice qué? ¿ Darle mi habitación? No recuerdo haberlo hecho.

-¿En serio? – preguntó, aliviada. Él sonrió.

-Claro.

-¿Y entonces quién está en tu dormitorio?

Rick frunció el ceño.

-No lo sé, pero de habérselo asignado a alguien me hubieran informado de ello. No entiendo.

-Un momento... esta semana que estuviste fuera¿ no estuviste en las barracas?

-No, fui a quedarme con papá. Necesitaba apoyo moral.

Suspiró aliviada. Rick frunció el ceño ,adivinando lo que había pensado.

-Catherine Elizabeth Hayes...

-No era que lo creyera...

-Sí, Lisa, seguro.

Deberían ir a averiguarlo. Rick leyó sus pensamientos, ya que respondió ante su muda pregunta.

-Yo iré, pero solo.

-¿Estás loco? No voy a dejarte solo con ella.

Él soltó una carcajada.

-No va a comerme.

No era su mayor temor. Su problema era que tenía miedo de que al hallarla, se diera cuenta de que seguía sintiendo algo por la joven. Si bien era cierto que no la veía desde hacía tiempo, no sabía cuál podía ser su reacción al reencontrarse con Minmei.

Lo asió de la manga, recordando la revelación de Riber. Si aquello era cierto, no deseaba que él estuviera allí sin alguien que lo contuviera en el momento de descubrirlo.

-Rick...

Él suspiró.

-No, Liz. No insistas, además, alguien tiene que quedarse con los bebés.

Decidió no decir más nada. Haría como que aceptaba e iría por su cuenta. Lo vio partir y luego corrió al teléfono

Cuando pasó por delante de la recepción, los que se hallaban allí se pusieron de todos los colores. Frunció el ceño, no era para tanto ¿o sí?

¿Habría llegado Rick? Si era así, fingiría que venía a buscar algo y se iría, ( y de paso lo vigilaría, ahora que él estaba a su lado, no se libraría de ella con mucha facilidad)

Era como si lo tuviera y al mismo tiempo no. Decía que la amaba, mas de alguna manera era como sino pudiera desligarse de su antigua novia y no comprendía el motivo.

A veces sentía que él enviaba miles de mensajes contradictorios.

Se detuvo frente a la puerta, donde aún la placa con el nombre de Richard B. Hunter se veía bien pulida, como si todos los días la limpiaran. Se apartó un mechón de la frente. Recordaba cuando habían estado juntos en la enfermería y él le había dicho que deseaba hacerse cargo de los gemelos. Todavía podía sentir su aroma, como si se hubiera quedado impregnado en ella. Recordaba cómo la había abrazado con suavidad, como si fuera algo precioso y frágil.

No lo haría, se terminó. Dejaría que Rick solo se encargara de aquel asunto. Si él estaba a su lado, no tenía por qué temer.

Cuando caminaba por el corredor, la puerta del cuarto de Rick se abrió y vio a éste salir, pálido. Miró en su dirección, mas pareció no verla y echó a correr en dirección opuesta.

Lisa se lo quedó mirando, asombrada. En eso, vio que unos oficiales jóvenes salían detrás de Rick, riendo y abrochándose las chaquetas mientras otros dos entraban. La puerta se cerró detrás de ellos.

-Entonces, sí es cierto – musitó. Dio media vuelta, no podía creerlo. Su primer impulso era buscar a Rick, mas éste preferiría estar solo en un momento como ese. Además, como oficial superior, tenía que detener aquella locura. Caminó por el pasillo, buscando a un par de soldados. Max y Ben tenía ya sus propias casas y Roy tampoco ya estaba allí porque vivía con Claudia.

¿Cómo lo supo Karl tan pronto?. se preguntó golpeando una puerta.

-Santiago – dijo cuando el joven abrió la puerta.

-Capitana – musitó atónito, escondiéndose detrás de la puerta, ya que solo vestía sus boxers. Su compañero lo hizo a un lado. Lisa entró y cerró la puerta.

-¿Qué le pasó en el ojo? – inquirió el muchacho.

-No se preocupe, fue un accidente. Teniente Franklin ¿ Qué ocurre en el cuarto del capitán Hunter?

El teniente Andrés Santiago salió del baño ya vestido. Franklin y él intercambiaron miradas

-Eh... digamos que hay música a todo volumen y...

-Por favor – musitó, preguntándose cómo el almirante no se había enterado aún de aquello. - ¿Y ustedes...?

-¡No! – exclamaron ambos al mismo tiempo.

-Para nada, comandante - Arthur Franklin negó con la cabeza – Yo voy a casarme en unos días y no voy a arruinarlo por ese tipo de diversiones.

-¿Y por qué no lo denunciaron?

-Con todo respeto, nos matarían. Una gran mayoría está más que contento de tenerla aquí.

-¿El capitán Hunter le dio su cuarto? – inquirió con voz temblorosa. Si bien él le había dicho que no, no sabía por qué necesitaba escucharlo de otras personas.

-No, comandante – dijo Santiago – Creo que él ni siquiera está enterado.

Lisa apretó los dientes, recordando el rostro de Rick al salir de ese cuarto. ¿Qué había sucedido allí adentro?

-Vamos a terminar con esto ahora.

-Espere comandante Hayes. Será mejor que llamemos a más compañeros por las dudas.

Lo miró sorprendida.

-¿No bastaría con una oficial superior?

Los tenientes dudaron antes de contestar.

-Es que esa chica es muy frecuentada por oficiales de alto rango, comandante, a los que les da un poco de rabia que usted sea quien esté a la cabeza de los escuadrones y que sea el brazo derecho del almirante junto la comandante Grant y además, Minmei anda diciendo cosas de usted...

Suficiente, se dijo Lisa, abandonando del cuarto.

-Será mejor que encuentres al capitán Hunter- dijo Santiago a Franklin, saliendo tras ella.

Al llegar, Lisa aporreó la puerta con ambos puños.

Un oficial, de rango superior al suyo, apareció en el umbral.

-¡Vaya! Alguien quiere unirse a la fiesta – estaba ebrio.

-¡Exijo que se acabe este espectáculo! – exclamó, tratando de no perder los estribos.

Oyó unas carcajadas sarcásticas provenientes del cuarto. Escuchó a dos mujeres en el fondo del cuarto.

-¡Ooooohhh!!! Lisa Hayes exige que terminemos.

-Capitana Hayes – siseó.

El mayor Davies, se apoyó contra la puerta.

-¿Te gustaría saber algo, Lisa? Quizás a tus soldados de menor rango los asustes, pero para nosotros...

-¡Te consideramos una perra! – exclamó otro, acercándose. Lisa no se movió, a pesar de que el joven mayor se aproximó a ella. – Una fría perra que se merece una lección. – la agarró de la muñeca y la estiró hacia dentro con fuerza. - ¡Vamos, Hayes, esto va a gustarte! – la arrojó al centro de la habitación. Al levantar la vista, se encontró con los ojos azules de Jan Morris y a su lado...

-¿Minmei? – murmuró. La joven estaba muy maquillada, vestida con una bata transparente que ya no dejaba nada a la imaginación. Sintió que la levantaban y la arrojaban contra alguien. Forcejeó, tratando de librarse, mas la atajaron con mayor fuerza y un nuevo estallido de risas inundó la habitación.

-Bueno, parece que por fin vemos una expresión en el rostro de la capitana. Debo decir que te ves bonita, Lisa – el mayor Davies la tomó del mentón – Incluso con ese ojo morado.- la besó con furia. – Siempre me pregunté si serías tan fría como dicen. – con un rápido movimiento desgarró su uniforme e introdujo la mano debajo de este, volviendo a besarla. – Rayos, no imaginé que tuvieras un cuerpo tan hermoso. – se apartó bruscamente, soltando un alarido cuando ella lo mordió.

Davies se miró los dedos con sangre del labio y sonrió.

-Así que te gusta jugar- murmuró, apretándose contra ella. Las dos mujeres reían.

El que se hallaba detrás, cuyo rostro no podía ver, comenzó a besarle el cuello, al tiempo que hacía la tela del uniforme a un lado, descubriéndole un hombro.

No podía terminar así. No podía permitir que hicieran eso con ella. No gritaría, no les daría el gusto.

Al sentir las manos del mayor descendiendo por su estómago, levantó una rodilla y le dio un golpe en la entrepierna

-¡Maldita ramera! –alguien le dio un golpe en el rostro, arrojándola al suelo. Sintió un fuerte dolor en el costado al caer sobre la cama. Quizás se hubiera roto una costilla - ¡Te lo buscaste!- le tiraron del pelo, tratando de ponerla de pie, mas ella se aferró a la cama, tratando de alejarse. Comenzaron a tironear de su falda.

La puerta se abrió violentamente y Rick se arrojó sobre el hombre que estaba encima de Lisa. Otros soldados entraron detrás de él.

Lisa se puso de pie y descargó una patada al primero que vio y siguió golpeando aún cuando ya éste estaba en el suelo. Gritó cuando alguien la agarró por detrás.

-¡Soy yo, Liz! – exclamó Rick - ¡Tranquila! – miró a Minmei. No podía creerlo, su dulce novia de la adolescencia se había convertido en una... movió la cabeza de un lado al otro. Aún tenía en la mente la imagen del primer momento en el que abrió la puerta y la vio con aquellos tipos.

Ella pasó a su lado, sin siquiera mirarlos, escoltada por la policía militar.

Se apresuró a sacar a Lisa de allí. Entraron en otro cuarto vacío. Ella se dejó caer sobre un sillón y se encogió, haciéndose un ovillo. Rick la cubrió con su saco y se arrodilló frente a la joven, obligándola a levantar la cabeza.

-Dios, Lisa – murmuró, viendo su rostro golpeado. Notó un fino hilillo de sangre descendiendo por su cuello. De pronto, se sintió furioso - ¿ Por qué tenías que venir sola?

Lisa no contestó. Rick comenzó a caminar como un animal enjaulado por toda la habitación. Dio un golpe a la pared.

-¡Pudiste haberme dicho! ¡Pero no! ¿Por qué? ¡Porque la señora AUTOSUFICIENTE NO CONFÍA EN MI! ¡NO IMPORTA CUANTAS VECES LE DIGA QUE LA AMO Y QUE ES LA MUJER DE MI VIDA!

-Ya no me retes – lloró. Se volvió hacia él – Lo siento.

Él pareció no oírla.

-No puedo creerlo, Minmei...

-Hacía tiempo que se dedicaba a eso – murmuró. Al ver el rostro perplejo de Rick, añadió – Santiago me lo dijo.

Rick se cubrió el rostro con las manos.

-Es culpa mía. No hubiera sucedido si hubiera aclarado las cosas. Ahora ella es... por mí. Si no la hubiera dejado así...

Aquello fue la gota que colmó el vaso para Lisa. De pronto dio rienda suelta a la rabia que tenía dentro.

-¡¿Eso es lo que vas a decir?! – estalló - ¡Necesito que me abraces! ¡Pero no, de nuevo estás hablando de Minmei! – se puso de pie - ¡ESTOY HARTA DE ELLA! ¡¡ESTAS AHÍ LLORANDO POR ELLA COMO SI FUERA LA VÍCITMA!! - gritó histéricamente, asustándolo. Intentó acercarse, mas lo empujó con una fuerza que no imaginó que tuviera. Su rostro esta mojado por las lágrimas - ¡A mí casi me violan y tu amiga lo único que hacía era reír! – se enjugó las lágrimas con violencia -¿Te creías tan especial como para que las mujeres hagamos cosas desesperadas al no tenerte? Pues te cuento que la “dulce Minmei” ya lo hacía cuando estaba a tu lado, por eso nadie te creía cuando decías ser el novio.

Los ojos de Rick, se abrieron más de la sorpresa. Una extraña expresión de dolor apareció en su rostro. Al verlo así, Lisa pareció alegrarse de que sufriera.

-Pues no Hunter, a ella nunca le importaste. – siseó.- ¿Por qué no vas junto a ella? seguro que ahora sí te necesita. – salió del cuarto, haciendo caso omiso de su llamado.

Rick se dejó caer en el suelo y comenzó a sollozar.

State = Continuará/To Be Continue

feedback = Sí/Yes

email = berenicewrightARROBAyahoo.com