fanfic_name = La persona menos pensada

chapter = 13

author = Berenice Wright

dedicate = A los fanàticos de Macross!!

Rating = AP15

Type = Humor

fanfic = Tuvo que pasar una semana para que fuera a verla. Durante ese período se había esfumado sin ver a nadie. Sus compañeros de trabajo estaba sorprendidos, algunos; otros ya intuían lo que había ocurrido, debido a que lo vieron con Minmei en varias oportunidades.

A medida que iba aproximándose a la casa, se sentía más angustiado.

Extrañaba tanto esa vida. Habían pasado por tanto juntos ¿Por qué cedió ante Minmei? ¡Lisa creía que él todavía la quería!

“Oh, Liz, si supieras la verdad”

Sin embargo ¿ de qué serviría? Tal vez Lisa no sintiera nada por él

Miró la puerta ¿ Qué podría perder si le confesaba sus sentimientos? Si ella no sentía lo mismo por él, aceptaría que fueran amigos ( aunque le doliera, pero lo aceptaría). No podía vivir sin ella. Esa era la simple y llana verdad.

Debió de haberlo visto a través de la ventana, ya que antes de que pudiera tocar el timbre, ella abrió.

-Hola, Rick – sonrió.

Contuvo el aliento. No estaba seguro de si era debido a que no la vio en una semana , pero le pareció que estaba más hermosa. Sus cabellos rojizos estaban completamente enrulados, lo que le pareció definitivamente sexy.

-Liz ¿qué te hiciste en el pelo?

Ella hizo una mueca.

-No consigo que se queden lacios. Es por la humedad

-Pues a mí me parecen geniales.

-¿En serio? – se ruborizó ligeramente.

-Bueno, me encantan los rizos en una mujer. Me resultan muy atractivos. – confesó.

Lisa sonrió y se hizo a un lado para dejarlo pasar. Rick sintió una pequeña punzada de dolor en el pecho al volver a ver esa sala.

-¿Te gustaría tomar algo?

-No te preocupes –se sentó en el sofá. Ella se ubicó a su lado. - ¿Y cómo estás?

-Bien. Nunca pensé que pasaría, pero acabo de descubrir que volví a enamorarme – dijo ella sonriendo. Contuvo el aliento. Los ojos de Lisa brillaban con emoción – Nunca me imaginé que me sentiría de esta manera.

-¿E-en serio? – tartamudeó.

-Sí. Es algo tan... indescriptible. Quiero decir, nunca sentí algo tan fuerte por alguien. Nunca imaginé que una persona pudiera generarte un sentimiento tan profundo.

-Sí – musitó él – Y si esa persona te faltara sería el fin del mundo.

Lo miró.

-Exacto. No podrías vivir sin esa persona.

-Y cuando no está a tu lado es como si algo te faltara – se inclinó hacia delante.

-Y estás contando los minutos para volver a verla... – se inclinó hacia él.

-Y estrecharla en tus brazos con fuerza...

-Y comerle a besos...

-Y decirle que nunca, nunca la vas dejar... – susurró, casi pegando su rostro al de ella. Si se movía un par de centímetros más hacia delante, podría besarla.

“ ¡Cómo te echo de menos!”

Ella sonrió.

-No pensé que lo entenderías. – musitó.

-Claro, que sí, si me pasa lo mismo. – murmuró, haciendo mucho esfuerzo para contenerse y no abrazarla.

-¿En serio?

Él tomó su mano entre las suyas y se las besó.

-¡Ay, Rick! Sentí que mi corazón se detenía la primera vez que lo vi.

El suyo acababa de detenerse al escuchar esa afirmación.

-Es lo más hermoso que vi en mi vida – continuó Lisa – Tiene unos ojos grises y enormes y ese pelito oscuro.. – suspiró - ¡Cada vez que lo veo me pongo babosa!

Estaba boquiabierto. Un momento... ¡¿De dónde salió ese tipo?! ¡Eso era injusto! ¡Él había estado al lado de Lisa en todo ese tiempo... y venía ese otro a fastidiarlo todo! ¿Era un piloto? ¿ Era un comandante? ¿De dónde había salido?¿ O era Jack Archer? ¡Él tenía ojos grises y el cabello oscuro!

-Es tan lindo que parece un actor de cine.

¡Ah! Un actor ¿eh? Entonces no puede ser Jack.

-¿Y dónde lo conociste? – preguntó, tratando de disimular sus celos.

-En el hospital. –dijo con voz soñadora.

¿En el hospital? Frunció el ceño. Lisa no parecía del tipo de persona enamoradiza que creía en el amor a primera vista.

-Y cuando vi al otro... – suspiró de nuevo.

¿Otro? ¡QUE OTRO! ¡DE QUÉ HABLABA ESA MUJER!

Quizás si un rayo caía, logrando atravesar el techo y aterrizara sobre él, no lo sentiría.

-Deberías conocerlos. ¿ O ya los viste?

¿Ver? ¿¡Cómo iba a verlos si ni siquiera sabía de su existencia hasta ese momento?!

Abrió la boca y la cerró varias, como un pececito, sin lograr emitir sonido.

Lisa se puso de pie y tomó su mano.

-Vamos.

-¿Perdón?

-Que te los voy a mostrar..

¿Mostrar? ¿Acaso estaban ambos allí? ¡¿QUÉ DIABLOS ESTABA PASANDO ALLÍ?!

-Te vas a derretir cuando los veas.

¿Derretir? ¿Qué pensaba que era?

Tuvo que estirarlo y hasta empujarlo al cuarto, debido a que él se había empacado como una mula y se negaba a avanzar.

-Vamos, Rick – lo empujó, resoplando – No van a comerte.

-T-tal vez deba venir en otro momento, en el que no estés ocupada.

-No digas tonterías. Quiero que los veas.

Entró al cuarto, buscando a sus dos nuevos rivales, mas sólo halló una cuna. ¡Qué impresión le dio al ver esa parte de la habitación que había sido suya, sin sus cuadros ni sus cosas, sino llena de peluches y muñecos.

-Te presento a los dos amores de mi vida. – tomó a uno en brazos y se lo tendió.

Entonces comprendió de a quiénes se refería. Soltó una risita, sintiéndose un estúpido. Miró al niño que sostenía en brazos.

-¡Oh, rayos! Es tan pequeño – murmuró maravillado, viéndolo bostezar y estirarse. Le acarició una de las mejillas con el dedo, embobado. Se volvió hacia ella, topándose con esas esmeraldas fijas en él.

-Rick – musitó, acariciando su pelo oscuro y rebelde. Él rió como un niño ante un objeto que lo fascinaba.

-Son tan lindos. – el bebé agarró uno de sus dedos con su manita. –Ey, sí que tiene fuerza.

Lisa siguió acariciando sus cabellos, pensando en cuánto lo extrañaba.

-No me apartes de esto, Liz. – dijo bajito. -Esto es loco, pero de alguna manera también siento que son míos. Quiero decir, hasta tuve todo lo que deberías haber tenido y no tuviste.

Ella soltó una carcajada, comprendiendo.

-Sólo me faltaba parirlos.

Rieron hasta más no poder durante un largo rato.

-Gracias por estar a mi lado.

Él apoyó una mano en su mejilla, pensando en que lo haría un millón de veces más.

“Es el momento” gritaba la vocecita. “ Lisa, te amo. Es así de sencillito”

Observó sus ojeras. Claudia le había contado que no lo habían visto en una semana. Y ese día, en el que regresó a la base, se había quedado dormido en su variteh, minutos antes de dar la orden de despegue.

-¿Puedo seguir adelante... a tu lado?

Lisa señaló con la cabeza una revista sobre la mesa. Él estiró un brazo y la tomó. Dejó escapar una maldición al ver la tapa. Era una fotografía de él y Minmei, besándose a la salida del restaurante. La foto parecía haber sido tomada con un objetivo de largo alcance. Debajo de ésta, rezaba un titular “¿ Campanas de matrimonio?”

-¡Esto es mentira! –exclamó. – Te juro que no es cierto.

Ella se encogió de hombros.

-Debe de ser un invento de ella entonces. Pero según la nota que le hicieron, estaban planeándolo.

-¡No es cierto! ¡Está mintiendo! – dijo, desesperado.

-Calma, Rick.

-Es que no quiero que lo creas.

-No lo creeré. – se encogió de hombros. La observó con cierto recelo.

-¿Lo estás diciendo para hacerme sentir mejor?

-No. Quizás deberías llamar a la revista y desmentirlo.

-No sé, a mí solo me interesa que sepas que no es cierto. El resto no me importa. Y fue ella quien me besó, pero no sentí nada.

Lo miró con curiosidad.

-¿No te fijaste en mis brazos? – señaló la imagen con un movimiento de cabeza – Están a los costados, sin abrazarla.

Notó que tenía razón. Sonrió aliviada. Si él quería estar a su lado, a pesar de todo, no iba a impedírselo.

Alguien llamó a la puerta. Dejaron a los bebés en su cuna y fueron a la sala. Nada más al abrir, Roy entró como una tromba, a pesar de estar cojeando debido a una lesión en la rodilla y se dirigió directamente a Rick.

-¡Pequeño...! – lo agarró del cuello del uniforme -¡¿Qué diablos es esto?! – puso la revista delante de sus ojos, agitándola.

-¡Pues no es cierto! ¡Yo no tengo intenciones de casarme con ella!

Lisa apoyó una mano sobre el brazo de Roy, tratando de calmarlo.

-Deberías soltarlo.

-¿Y cómo es que estás tan tranquila? ¿O es por eso que lo echaste?

-¡No! No es por eso. Ella está inventando esto solo para vengarse.

Roy se apartó de Rick.

-Lo siento, junior. – gruñó. Rick respondió con otro gruñido, masajeándose el cuello.

El teléfono sonó.

-¿Hola?... Clau...¡Qué!... entiendo... ya voy – colgó y los miró – Hay una emergencia y nos necesitan.

-Diablos – musitó Roy, mirando la venda. –Yo estoy de reposo.

-¿Podrías entonces quedarte con mis bebés? – inquirió, preocupada.

Él asintió.

-¿No vas a quedarte dormido de nuevo? – Claudia lo miró con recelo a través de la pantalla.

-He tomado varios litros de café mientras venía para acá –respondió Rick.

-No quiero que te duermas en el aire – intervino Lisa. – De hecho, no sé si es buena idea – intercambió una mirada con Claudia.

-Estoy bien, señoritas. Haremos algo, si ven que me estoy durmiendo, regreso ¿de acuerdo?

-No me gustan las ojeras que tiene – murmuró Claudia. Lisa se mordió el labio, y pensar que no había dormido por su culpa. Si no le hubiera pedido que se fuera...

-¿Qué le pasó a Roy en la rodilla?

Su amiga se ruborizó y soltó una risita. La miró de soslayo.

-No me expliques, mi imaginación se encargó de hacerlo – musitó, ruborizándose también.

-Ey, Liz ¿ Roy no habla contigo? – inquirió en voz baja.

-¿Sobre? – la miró.

-No sé, está muy raro ¿No lo notaste?

Ella asintió.

-Sea lo que fuere, no me lo dijo. ¿Qué te parece que puede ser?

Claudia se encogió de hombros. No tenía ni idea y eso la desesperaba ya que Roy estaba cada vez peor.

-Lisa, hay alguien que quiere hablar contigo – informó Vanesa.

-¿Dijo quién era?

-No. Te está esperando abajo, en la sala de reuniones.

Se dirigió hacia allí despacio, preguntándose de quién podría tratarse. No sería su padre ¿ verdad? Le había contado lo de sus nietos. Él estaba tan contento con la noticia y le había prometido ir en cuanto tuviera un tiempo. Desde aquel día en el que fue a visitarla, las relaciones mejoraron entre ellos. Su padre la llamaba día de por medio para saber cómo estaba. No le había contado aún la verdad acerca del padre de sus nietos, ni le había dicho que Rick ya no vivía con ella. Debía explicarle la situación. No deseaba que le tomaran ojeriza a Rick por algo de lo que no era responsable.

Quizás fuera él.

Sonrió. Mas al abrir la puerta, el que estaba allí no era otro más que Karl Riber.

-Hola, Lizzie.

De la sorpresa, no pudo decir palabra, sino que se lo quedó mirando como si fuera una aparición.

-¿Q-qué estás haciendo aquí?

-Vine a ver a mis hijos.

-¿Perdón?

Él se acercó a ella, mirándola con dulzura.

-Tu amigo Roy me lo dijo.

¿Cómo supo Roy? Levantó ambas manos, indicándole que dejara de hablar.

-Un segundo, Karl. ¿Qué te importa ahora eso? Quiero decir, estás casado y dejaste el ejército.

La miró horrorizado.

-Sí, la vi, era yo quien golpeó la puerta de tu casa esa noche. ¿Cómo pudiste?

-Lisa, yo...

-No me interesa – lo cortó –Nada de lo que tengas que decirme.

-Pero, si me dejaras explicarte.

-¿Qué cosa? Te fuiste de un día para el otro sin decir una palabra y tiempo después, me entero de que te habías casado en el momento en el que me dejaste.

-Yo no me casé con nadie.

Lo miró boquiabierta.

-¿Perdón, tu nombre no es Karl James Riber?

-Sí, pero en la base Sarah, también había otro Carl J. River. Con “C” y “B”. Y su segundo nombre era Jacob. Solíamos tener muchos problemas debido a eso.

Sacudió la cabeza, incrédula.

-Debe ser un chiste.

-¿Por qué tendría el uniforme puesto, si supuestamente había renunciado?

Se dejó caer en el sillón, con una expresión de perplejidad en su rostro. Él tomó asiento frente a ella.

-El almirante me envió en una misión secreta junto con otros pilotos. No pude avisarte, debido a que no me lo permitieron. Y si te parece que te miento, deberías ir a preguntarle al almirante.

Lisa nada dijo. Eso no borraba el dolor que había sentido durante ese tiempo. Por desgracia, el saber eso ahora ya no arreglaba las cosas. ¿Cómo Roy fue capaz de contarle? ¿Por qué lo hizo sin consultárselo?

¡Ella no lo quería en su vida! Estaba enamorada de otra persona. Debía de haber una forma de zafar de aquel brete. No deseaba perder a Rick, en especial ahora que sabía no planeaba casarse y que quería seguir a su lado.

-Creo que Roy está un poquito confundido, Karl. – dijo de pronto – Esos bebés no son tuyos.

-¿Qué?

-Eh.. supongo que muchos pensaron que serían tuyos, pero no.- añadió, disfrutando al ver la expresión de Karl. – En realidad el capitán Hunter y yo comenzamos a salir tiempo después de que te fuiste.

Él se puso de pie y comenzó a caminar por la estancia.

-¡No es posible! – exclamó. Ella se encogió de hombros.

-¿Qué querías, que me sentara a esperarte de nuevo otros ocho años?

La miró sin poder creerlo.

-Lo siento, Karl, pero ya no te quiero. Es decir, sí te quiero, pero ya no de la misma manera.

Sin saber qué decir, él salió del cuarto, dando un portazo. Lisa aspiró con fuerza y soltó el aire despacio. Mejor iría a esperar a Rick en el hangar. Estaba más que segura de que habían visto a Riber, y pronto le irían con el chisme de que estuvo con él durante largo rato en el salón de reuniones. Era mejor que ella estuviera presente y fuera la primera en decirle cómo sucedieron las cosas.

Cuando llegó al hangar, vio el varitech de Rick aterrizando. Y cuando caminaba hacia él, vio a alguien pasar a su lado como una exhalación.

Karl Riber corrió hasta Rick y se le arrojó encima, antes de que tuviera tiempo de poner un pie en tierra.

Lisa se apresuró en ir junto a ellos y sin pensarlo dos veces, saltó al cuello de Karl, tratando de separarlo de Rick. Karl intentó zafarse, y sin querer le dio un codazo en el ojo, y de la fuerza la tiró al suelo. Eso bastó para que Rick reaccionara y comenzara a golpear a Riber, hasta que fueron separados por otros pilotos.

Rick fue junto a Lisa y se arrodilló a su lado.

-¿Estás bien? – inquirió, apartándole el cabello del rostro.

-Me veo mejor por lo menos – comentó al verle los dos ojos que comenzaban a hincharse y el labio partido. En la frente tenía un pequeño corte.

Unos minutos después, ambos estaban sentados en la enfermería con bolsas de hielo sobre los ojos y riendo a carcajadas de lo que había pasado.

-Nos vemos como un par de mapaches.

-Yo no voy a tener los dos ojos morados.

-De acuerdo, dálmata, lo siento, solo vas a tener un ojo negro.

Volvieron a reír.

-No te imaginaba saltando al cuello de alguien para detener una pelea.

-Mmm... si supieras.

-Gracias por ayudarme.

-De nada.

-¿Dónde salió ese tipo? ¿Y por qué tenía que agarrarse a patadas conmigo?

Lisa se sacó la bolsa de hielo y fijó la vista en él

-Rick...

Como él no veía nada debido a que tenía una bolsa sobre ambos ojos, giró la cabeza hacia el lado contrario del que se hallaba Lisa.

-Estoy a tu otra derecha, Hunter.

Se descubrió los ojos.

-Lo siento. – se volvió hacia la joven.

-Ese era Riber.

-¡Qué! – se incorporó de un salto.

-Iba a decírtelo, cuando él apareció y te dio una golpiza. – a continuación le contó lo que él le había dicho. Rick la escuchaba, atónito.

-¿Y qué vas a hacer? – preguntó con un hilo de voz. Karl había regresado. Se daría cuenta de que esos bebés eran sus hijos. y querría a su familia con él. ¿Y si Lisa descubría que no había dejado de amarlo? ¿Qué pasaría entonces?

No lo soportaría. No podría verla con otro hombre al lado. Ni a los pequeños que ya los sentía como si fueran suyos. Miró a Lisa con desamparo, si se iba de su lado, nada valdría la pena. Se había dado cuenta de ello de manera dolorosa esa semana que pasó encerrado sin ver a nadie.

-En realidad, le dije que eran tus hijos.- respondió con timidez. Él sintió que el pulso se le aceleraba. –Lamento haberme tomado la libertad de hacerlo. Es solo que no lo quiero en mi vida. Además, estoy enamorada de alguien más – lo miró significativamente. Se sentó de lado de manera a quedar de frente a ella. Era el momento. Tenía que decirle, tenía que terminar con aquella novela.

-Liz, me encantaría ser el padre de los gemelos. No me dejaste que te dijera cuánto te amo....

Impulsivamente le echó los brazos al cuello y lo besó. Él le rodeó la cintura con los brazos y la apretó contra sí.

-Mmm... Lisa.... – dijo sin apartar sus labios de los de ella – el maldito hielo me está quemando la nuca.

Ella rió, sin separarse de él tampoco. Arrojó la bolsa al suelo y cuando iba a volver a besarlo, Rick giró la cabeza sin darse cuenta y ella se encontró con su mejilla.

Rick soltó un gemido cuando sintió los labios de la joven sobre su piel.

-Debo... decir... capitán... que hoy usted huele muy bien.- ronroneó bajando el cierre de la polera del uniforme de combate y dejando al descubierto parte de su cuello, que comenzó a besar y a morder con suavidad.

Él enterró el rostro entre sus cabellos.

-Mmm... usted también... co-comandante – dijo al sentir su lengua jugueteando con el lóbulo de su oreja. Ella apoyó la cabeza sobre su pecho, sintiendo el corazón de Rick latir apresuradamente.

-Por cierto, nunca te dije cuáles eran sus nombres. – dijo introduciendo una mano debajo de la tela del uniforme y acariciando uno de sus hombros. Él cerró los ojos, disfrutando de la caricia. - Uno se llama Bruce...

-¡Ey, como mi segundo nombre! – rió.

-Ahá y el otro es Rick, junior.

Se separó de ella, para observarla mejor.

-¿En serio? ¿Les pusiste mis nombres?

-Así es, capitán Richard Bruce Hunter. – soltó una risita.

-Bueno, al menos suena mejor que Catherine Elizabeth Hayes- bromeó. Ella hizo una mueca. –Hola, Cat. Voy a comenzarte a llamar así.

-¡No me gusta! – hizo un mohín.

-¡Ja!¿ Por qué no? ¿No te gusta que te digan “gatito”? – depositó un beso sobre sus labios. – De acuerdo, de acuerdo, no voy a llamarte así.

Lisa se incorporó, apoyando los brazos sobre su pecho, mientras Rick le acariciaba la espalda a través de la tela del uniforme.

-Me parece excelente.

-Los llamaste como yo- musitó, acariciándole el rostro.

-Nadie hubiera hecho lo que hiciste. Era justo que llevaran tus nombres.

Ella se puso de pie y él se apresuró a hacer lo mismo, cerrándose el cuello del uniforme. Volvió a abrazarla y cuando se inclinaba para besarla, alguien abrió la puerta. Impulsivamente, ambos se empujaron, apartándose y mirando hacia la puerta.

-Eh... disculpen, capitanes – el soldado se cuadró y saludó. Ambos se llevaron la mano a la frente, respondiendo. – El alto mando desea saber si van a presentar cargos.

-¿Cargos? – los ojos de Rick se fijaron en Lisa, quien se encogió de hombros.

-Contra el teniente Karl J. Riber por agresión.

Rick apretó los dientes. Se moría por hacerlo y darle una lección. Notó que Lisa no había abierto la boca y que lo miraba fijamente, como si la decisión dependiera de él. Bueno, él había sido golpeado por ese tipo. Era lo justo.

-¿Capitana Hayes?

-No, no vamos a presentar cargos.

¡QUEEEEEEEEEE!!!! Los ojos de Rick se abrieron como platos al escucharlo. Observó cómo el mensajero se marchaba con ese NO como respuesta.

Pero... pero... Karl lo agredió ...¿Y ella no hacía nada?

La miró con incredulidad mientras se dirigía hacia la puerta. Se volvió hacia él, esperando que la siguiera, cosa que hizo a regañadientes.

Salieron de la base.

-¿Te pasa algo?

-Nada.

Lisa se detuvo.

-¿Qué?

Rick dejó de caminar, mas se mantuvo tercamente de espaldas a ella.

-Decidiste no presentar cargos... sin consultarme.

-¡Aw, eso!

Giró la cabeza hacia ella.

-¡¿ESO?!

-Rick, por favor es un hombre despechado...

-¿Hombre despechado? No lo justifiques...

-¡Ey, yo no presenté cargos contra tu noviecita, y ella hizo algo peor!

Rick no dijo esta boca es mía. Sabía que la joven tenía razón. Sin embargo, no soportaba que hubiera salido en defensa de Riber.

-¡Y además, capitán, que yo recuerde usted tampoco presentó cargos contra ella...!

-No, pero... tampoco quisiste hacerlo, dijiste que era una mujer despechada...

-¡Y seguiste viéndola a pesar de eso! ¡TAMPOCO TE PUSISTE DE MI PARTE!

-¡Claro que sí! La última vez... la última vez le dije que no... se te acercara... ¡Y le dije que no quería verla nunca más!

Ella soltó una carcajada que más parecía un ladrido.

-¡Oh, cielos! La última vez...

-Al menos yo estuve de tu lado.

Revoleó los ojos, con exasperación.

-Lo que quieras, Hunter.

-¡De acuerdo! – exclamó él, dándole de nuevo la espalda y cruzando los brazos sobre el pecho.

-¡Bien!

-¡Genial! – se agachó a recoger la hebilla de su cinturón, que había caído al suelo. Lisa caminó hacia él con paso rápido y le dio una fuerte patada en el trasero.

-¡AAAAAAAAAAUUUUUUUUU!!!!!!!!!

-¡NO PUEDO CREER LO ODIOSO QUE PODÍAS RESULTAR A VECES!!!! – gritó dando media vuelta.

Los pilotos que estaban allí comenzaron a aplaudirla y alguien decidió imitar el acto de la comandante, ya que recibió otra patada en sus posaderas.

Rick gruñó, masajeándose las doloridas nalgas, mientras un grupo de pilotos iba hasta Lisa y la llevaban en hombros, como si fuera la jugadora que realizó el gol ganador en un partido de fútbol de alguna copa.

Un técnico, que estaba limpiando uno de los aviones, sin querer dejó caer un balde lleno de jabón, que fue a aterrizar sobre la cabeza del ya zarandeado Rick, quien comenzó a jurar en todos los idiomas.

-Este no es mi día – masculló, secándose el rostro con la mano.

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