fanfic_name = La persona menos pensada
chapter = 11
author = Berenice Wright
dedicate = Para los que la lean
Rating = AP15
Type = Humor
fanfic = Unos días después, cuando Lisa llegó del trabajo esa tarde y entró en la casa, frunció la nariz al sentir un olor levemente nauseabundo.
-¿Rick?
Su cabeza asomó detrás la puerta de la cocina.
-Hola, Liz. Ya casi tengo tu cena lista.
Lo miró perpleja. ¿Él cocinando? Dejó caer sus cosas sobre el sofá.
-¿Qué es ese olor asqueroso?
-Yo no huelo nada.
Se acercó. Él estaba de pie delante de la cocina, revolviendo la comida. Lisa frunció el ceño al darse cuenta de que era allí donde el olor era más intenso.
-¿Qué estás haciendo?
-Bueno, como siempre estás muy cansada, decidí hacer la cena.
-Eso es muy lindo de tu parte – sonrió. –Ahora que ya sé que te gusta cocinar podemos casarnos – bromeó.
A él se le resbaló la cuchara de las manos. ¿Ella lo dijo en serio?
-¿Estás bien? No te asustes, solo estaba haciendo un chiste – rió.
Se sintió decepcionado. Y pensar que por un momento...
Lisa se acercó a la ventana, tratando de descubrir de dónde provenía aquel extraño olor.
-Ya está – dijo Rick poniendo un plato sobre la mesa.
-¿Y no vas a comer?
-Eh... no, yo... tengo que salir.
¿De nuevo?, se preguntó. Ya hacía un tiempo que salía... a comer. Eso no era extraño, lo raro era que siempre salía muy bien vestido, como si fuera a algún sitio elegante.
-¿Vas a salir a comer con Roy?
-Eh.. sí – mintió. En realidad, no se animaba a decirle que esa tarde, Minmei lo llamó, diciéndole que necesitaba hablar con él.
Cuando lo llamó la primera vez, unos meses atrás pidiéndole verlo, al principio se negó, recordando lo que le hizo a Lisa. Ella comenzó a llorar y a pedir perdón.
Tal vez eso fue lo que lo ablandó y decidió aceptar esa cena y las siguientes.
Pero esta ya sería la última vez. Pondría muy en claro las cosas con ella. Se había terminado todo entre ellos, ya no quería verla. Y le haría entender de que si volvía a agredir a Lisa, se las vería con él. Era mejor hacerlo personalmente.
La dejó para ir a bañarse.
Al sentarse, Lisa descubrió de dónde provenía el olor. En su plato había una extraña masa de color gris verdoso. Tomó la cuchara, hundiéndola en la “cosa”, al levantarla, la masa se estiró como chicle.
-¿Qué diablos...? – musitó. ¿En serio creía que iba a comerse ese... ese “atentado a su salud”? Tuvo arcadas al intentar acercar ese engrudo a su boca.
Se puso de pie y arrojó todo al fregadero. Abrió el grifo dejando que el agua hiciera correr lo que fuera que Rick preparó.
Debía de estar tomándole del pelo. Abrió las ventanas, sin importarle el frío y roció la estancia con desodorante de ambiente.
Cuando Rick regresó, la halló de pie frente a la mesa. Su rostro tenía un extraño color verde.
-Ya lo comí todo – mintió. Él sonrió.
-¿En serio? ¿ Y qué tal? Intenté hacer una vieja receta de familia. No sé qué tal salió.
No pudiendo aguantar el olor de aquello que no podía llamarse comida, salió al patio.
-Creo que va llover vino como dijo tu padre.
-¡Qué bien! Bueno, por suerte hice más por si te gustaba. – señaló la cacerola.
Lisa lo miró con espanto.
Se acercó a ella para despedirse. Al inclinarse a darle un beso, sintió el perfume. Eso le llamó la atención. Rick nunca se ponía perfume.
-Lindo perfume.
Se ruborizó.
-Gracias.
-Claudia no me dijo nada de ninguna cena.
-Eh... es solo entre Roy y yo.
Levantó una ceja.
-¿Ya te amigaste con él?
-Eh... sí. – mintió. – No se puede estar enojado mucho tiempo con él ¿no?
-¿Y te emperifollaste tanto para salir con Roy?
Rick se puso como tomate.
-¡Bueno! ¿No puedo salir bien vestido? – preguntó de mala manera. Cuando se dio cuenta, ya era tarde. – Liz, lo siento...
-Es mejor que te vayas de una vez- dijo también de mala manera, entrando a la casa y dando un portazo..
Abrió los ojos al sentir el timbre del teléfono. Miró su reloj: medianoche. Estiró la mano y contestó.
-¿Lisa? Soy yo, Roy.
Se incorporó.
-¿Roy? ¿Qué pasó? ¿Le pasó algo a Rick? – inquirió inmediatamente, sintiéndose terrible por como se había despedido de él. Ni siquiera le había dado un beso. Sólo se limitó a cerrarle la puerta en las narices.
-No que yo sepa. ¿No está ahí contigo?
-¿No está contigo?
-Eh.. no.
-Me dijo que iban a cenar juntos...
Del otro lado de la línea solo hubo silencio. Lisa comprendió. Él le mintió. ¿Por qué lo haría?
Solo podía haber una explicación. Apretó el tubo con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos. ¿Cómo no se dio cuenta antes?
-¿Lisa?¿ Acaso estás sola? ¿Querrías que lo buscara?
-Eh... n-no, ahí está, en el baño – mintió, sintiéndose como una estúpida – Creo que estaba soñando que iba a salir contigo cuando llamaste.
Roy no pareció muy convencido.
-De acuerdo ¿ podrías decirle que me llame cuando salga? Tengo que hablar con él.
-Claro.
Bueno, no podía prohibirle que saliera con ella ¿no? Después de todo, él estaba allí en plan de amigo. No tenía ningún interés en ella ¿verdad? Sólo era su compañera de trabajo, que había sido abandonada por su prometido. No era graciosa, ni adorable como Minmei, ni tampoco era sexy como ella. ¿Cómo podía competir con eso?
Su voz interna le dijo que no debió haberse involucrado, que no debió haber esperado demasiado. Él se iría cuando las relaciones estuvieran bien entre él y Minmei.
Y sin embargo, la última vez que se besaron... él había correspondido.
Una lágrima corrió por su mejilla. Apartó las mantas y se puso de pie, enjugándose el rostro. Iría a la base. Al menos allí no tendría tiempo para pensar en ello. Deprimirse no iba a ayudarla en ese momento.
Al parecer, ya había gente que lo sabía. Por los pasillos, muchos la miraban con cierta compasión. Incluso, cuando entró en el puente, las chicas la observaron en silencio. Era increíble lo rápido que se enteraban de las cosas en esa ciudad.
El resto de la noche transcurrió con tranquilidad. No recibió ninguna llamada de Rick debido a que había apagado su teléfono celular. Quizás ni siquiera regresara a casa esa noche.
Cerró los ojos, recordando esa noche en casa de Rick, cuando casi sucedió algo. Cuando descubrió que Riber la botó a la basura, cuando Rick casi fue suyo. Qué hermoso era, qué inalcanzable era. Y cuando la besó en su casa, unas noches atrás....
Ahora estaría con Minmei, la que casi la hizo perder a sus hijos. Se sentó en el banco que habían puesto allí para ella, debido a que en esos últimos días casi no soportaba estar mucho tiempo de pie.
-¿Lisa? – escuchó la voz de Max. El muchacho parecía preocupado. Levantó el rostro hacia él, sin darse cuenta de que estaba llorando. Intentó hablar, mas no pudo. -¿Estás bien?
Asintió. Sintió una mano sobre su hombro.
-No te preocupes, Lisa – dijo Sammie con suavidad-¿Por qué no vas un rato a tomar aire? Yo me ocupo.
Kim la tomó de la mano y la acompañó hasta afuera, sorprendiéndose de ver a su comandante dejarse guiar como una niñita.
Escondió el rostro entre sus manos y comenzó a llorar con fuerza.
No supo cuánto tiempo estuvo así, hasta que sintió que alguien le pasaba un brazo protector alrededor de los hombros, intentando calmarla.
-Vamos, Lisa ¿ qué pasa? – preguntó Max. Le echó los brazos al cuello, sin dejar de sollozar. Él esperó pacientemente a se tranquilizara, lo que ocurrió unos minutos después.
-Lo siento – musitó, enjugándose los ojos. – Debo estar un poco sensible.
El joven rió.
-Rick debió haberte contagiado.
Ella esbozó una sonrisa.
-Puede ser.
-¿Por qué no vas a descansar a casa?
-No sé - ¿regresar? ¿para qué? ¿para encontrarse a un Rick que iba a dejarla.. o para llegar y darse cuenta de que no había vuelto?
Era la campeona de las perdedoras. Sus hijos nacerían sin padre, de una madre perdedora.
-Vamos ,Lisa , yo te acompaño. Ya terminó mi turno, así que no hay problema.
Se puso de pie.
-No te preocupes, Max. Puedo quedarme un rato más.
-¿Estás segura? Creo que ya deberías hacer reposo, teniendo en cuenta de que te falta un mes para que nazca el niño.
-Voy a ir dentro de un rato.
Al ver que él iba a agregar algo, se apresuró a añadir : - Lo prometo.
Max la observó irse, pensando en que Rick Hunter era un maldito afortunado y un maldito ingrato por tener a una mujer como Lisa y no saber cómo tratarla.
Si él hubiera tenido una oportunidad con ella...
Al llegar a casa, no lo encontró. Suspiró. ¿Debería ahorrarle tiempo y preparar sus cosas por él? Aunque se sentía muy cansada para eso.
Recostó la cabeza en la almohada de él.
Se sentía tan deprimida. Primero Riber, luego Hunter. ¿Por qué confió en ellos? ¿Por qué no se quedó donde estaba? Cuando se dedicaba solo a su trabajo no había problema. Al menos estaba bien. Nadie la lastimaba y no lastimaba a nadie. Así debió haber sido.
Maldita la hora en la que Karl regresó. Y maldita la hora en la que Hunter se metió en su vida.
Se incorporó al escuchar la puerta. Oyó los pasos de Rick. El muchacho entró al cuarto con el rostro desencajado. Parecía asustado.
Se detuvo bruscamente al verla sentada sobre su cama. Sus ojos estaban rojos e hinchados y se veía muy pálida.
-¡Por todos los cielos, Lisa! ¡Llevo horas buscándote! – se aproximó.
-Fui a trabajar. Estaba aburrida.
-¿Qué? Deberías estar descansando. Tendrías que haber tomado el permiso, después de todo solo te falta un mes.
Ella mantenía tercamente la vista fija en el suelo.
-¿Qué más da? Yo solo vivo para el trabajo.
-¿Qué te pasa, Lisa?- inquirió asustado.
-Si hay algo que tengas que decirme, es mejor que sea rápido, porque estoy cansada.
La miró sin poder decir palabra. Jack, ¡El muy desgraciado! ¡Él iba a hablar con Lisa de eso al regresar a casa! ¡Iba a decirle que la relación había terminado definitivamente, que era con ella con quien deseaba estar!
-Bien, entonces hablaré yo. Te agradezco lo que hiciste por mí durante este tiempo, pero ya es hora de que siga por mi cuenta. Puedo arreglármelas sola.
-Lisa...
Volvió la cabeza hacia él.
-Yo no soy un premio de consolación. Ya te lo había advertido.
-Nunca fuiste un premio de consolación. Jamás. – murmuró.
-Saliste con ella. Después de lo que hizo. Te pregunté si estabas seguro de esto. Te dije que tenía que ser sin condiciones.
-No es lo que estás pensando.
-¿La viste o no en otras ocasiones?
Rick no contestó.
-Qué tonta soy. En la base ya te habían visto, ahora entiendo por qué me miraban con tanta pena y sus silencios... – sintió crecer su enojo - Será mejor que te vayas. – musitó.
-Tenía que asegurarme de que lo que sentía por ella había terminado.
-No me importa por qué fuiste. Me mentiste, estuviste con ella sabiendo lo que hizo.- se puso de pie – Yo no voy a ser plato de segunda, Hunter. Yo no voy a repetir la historia de mis padres.
Al verla tan alterada, intentó abrazarla, mas ella lo apartó.
-Nunca voy a repetir esa historia. Nunca, nunca, nunca. – lo miró con furia - ¿¡ Que no me oíste?! ¡Quiero que te largues!
No podía dejarla sola en ese estado. Lisa no comprendía, si dejara que le explicara. Si ella no estaba a su lado se volvería loco.
Iba a ir a la cocina y esperaría allí a que se calmara. No quería ponerla más nerviosa de lo que ya estaba. Cuando dio media vuelta, escuchó un gemido a sus espaldas. Rápidamente regresó al cuarto y corrió en su ayuda.
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