chapter = 9
author = Evi
Rating = AP
Type = Adventure
fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO
por Evi
CAPITULO IX
Lisa abrió los ojos lentamente, tratando de acostumbrarse a la luz. Sentía que no podía moverse y pronto se dio cuenta de que estaba en un lugar desconocido… no, de hecho ella reconocía aquel sitio… era un cuarto de hospital. Y ella tenía una intravenosa con suero y le habían puesto oxigeno. La cabeza le dolía y no tenía idea de cuanto tiempo había estado en aquel lugar. Sentía que había perdido por completo la noción del tiempo.
- ¿Qué sucedió? - murmuró.
-¡Vaya, vaya! Pero si es la bella durmiente que decidió regresar al fin al mundo de los vivos. – una voz conocida habló a su lado.
- ¡Claudia!
Lisa sonrió débilmente al reconocer a su amiga que se entretenía mirando por la ventana, pero que ahora se aproximaba a la cama al darse cuenta de que Lisa había despertado.
- ¡No te muevas! – Claudia le advirtió. – Te va a doler si te arrancas esa intravenosa… y te va a doler más cuando te la vuelvan a poner. Déjame ayudarte a que te sientes.
Claudia le ayudó a levantar la parte superior de la cama de hospital, hasta que Lisa estuvo en una posición cómoda y le acomodó las almohadas detrás de la espalda.
- ¿Está mejor?
- Mucho mejor Claudia, gracias. Ya no soporto estar acostada. Me duele todo el cuerpo.
- ¡No sabía que la comandante Hayes fuera tan quejumbrosa! – Claudia se rió.
Lisa se sonrojó un poco, pero enseguida se descubrió a si misma mirando alrededor de la habitación, como si buscara a alguien.
- Tu piloto no está aquí. – Claudia le sonrió. – Debo de hablar muy seriamente con ese muchachito. Te dejo sola con él por cinco minutos y terminas en el hospital.
- No fue su culpa, Claudia. – Lisa lo defendió. – El hizo lo que pudo… y sinceramente yo no estaba ayudando.
- Bueno… vi a Max y Miriya anoche, cuando regresaron de la misión. Estuvimos afuera del cuartel hablando por horas sobre las cosas que sucedieron… parecían bastante entusiasmados cuando me contaron de todo el tiempo que el teniente Hunter y usted, señorita Hayes, pasaron juntos… me dijeron que no sólo habían viajado solos a la casa de tu padre Lisa, sino que mientras estaban en el Sahara 01 era muy común que el teniente Hunter pasara mucho tiempo a solas contigo… en tu habitación. – Claudia le guiñó el ojo.
- ¿Eso dijeron? ¡Cielos! – Lisa se sonrojó profundamente. – Pero… las cosas no son como tú crees, Claudia…
Claudia sonrió y acercó una silla al lado de la cama, se sentó en ella y miró a Lisa directamente a los ojos, como preparándose para una larga conversación.
- Bien, entonces ¿por qué no me cuentas COMO son las cosas en realidad, Lisa?
- ¿A qué te refieres?
- Cariño, tu sabes perfectamente bien a qué me refiero… tú y ese chiquillo Hunter… ¿Cómo van las cosas? Supongo que tuvieron bastante tiempo para arreglar la situación entre ustedes… a juzgar por lo que los Sterling me contaron…
Lisa miró hacia la ventana, recordando todas las cosas que habían sucedido entre Rick y ella durante la misión. Habían tenido un acercamiento muy grande, pero al final las cosas habían sido difíciles y en esos momentos ella no estaba segura de cual era su situación con el teniente Hunter.
- No hay nada que decir, Claudia… todo sigue igual… durante esta misión yo comprendí cual es mi lugar… Rick es un hombre leal a morir, pero su lealtad no me pertenece a mí y eso es algo que debo de aprender a comprender, a respetar y a aceptar.
- No se si esté de acuerdo contigo, Lisa… bueno, es cierto que Rick Hunter es un hombre leal… pero eso de que su lealtad no es tuya… ¿Será esa acaso la razón por la que estuvo a tu lado toda la noche? Esta mañana casi tuve que llamar a la Policía Militar para sacarlo de aquí.
Lisa miraba a Claudia con una expresión de sorpresa en el rostro.
- ¿En serio?
- ¡Claro que si! Y si me preguntas, para un hombre cuya lealtad está en otro lugar… el teniente Hunter me pareció, y perdona la comparación, casi como tu perro guardián.
Lisa no respondió, solo se recargó en sus almohadas y suspiró profundamente, casi con frustración. Claudia decidió que aquello era suficiente como para darle a Lisa en que pensar, así que decidió no torturar más a su amiga y cambiar el tema.
- Vas a estar en observación durante tres días. – Le informó a Lisa. – No se que andarías haciendo allá afuera, pero atrapaste un buen bronquitis.
- ¿Tres días? – Lisa parecía alarmada con aquella noticia.
- Si… y da gracias de que fuiste traída a tiempo y esto no terminó siendo una neumonía. No te preocupes, relájate y déjate consentir. De todas maneras todos los miembros de la misión Sahara tienen una semana de licencia para que descansen. El almirante Gloval quiere un reporte completo, pero ya lo prepararas cuando estés buena y sana otra vez.
- ¡Vaya! – Lisa entrecerró los ojos, sintiéndose adormilada otra vez. – Tres días es mucho tiempo… ¿Porqué tengo tanto sueño?
- Son los medicamentos, cariño… antibióticos, cortisona… esta vez si te recetaron la farmacia entera.
Pero Lisa ya no escuchó las palabras de su amiga, pues volvió a caer en un sueño profundo. Claudia sonrió cariñosamente y le quitó el cabello de la frente, dejando al descubierto el vendaje que tenía ahí.
- ¡Descansa Lisa! Te lo mereces… creo que ya era tiempo de que alguien te obligara a tomar este descanso… aunque tengamos que anestesiarte para obligarte a permanecer en esta cama de hospital… de todas maneras no creo que te interesara escuchar la parte de la historia en la que Rick Hunter le dijo al personal del hospital que él era tu única familia. – Claudia soltó una risita.
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No habían pasado más de diez minutos de que Lisa se había vuelto a quedar dormida, cuando la puerta de la habitación se abrió y Rick entró con sigilo, como si tuviera miedo de perturbar el descanso de Lisa… o como si estuviera nervioso de enfrentar a Claudia una vez más.
- ¡Adelante teniente! No tenga miedo, le aseguro que no voy a morderlo… discúlpeme si esta mañana fui un poco agresiva, pero creo que necesitaba un descanso y un buen baño… ese uniforme que traía puesto estaba inservible.
- ¿Cómo está Lisa? – Rick preguntó con preocupación.
- Ella está bien, es un soldado fuerte… se despertó hace unos momentos, pero apenas y pudo mantener los ojos abiertos cinco minutos y se volvió a dormir.
- ¿Y qué dijo? ¿No preguntó por mí?
Claudia sonrió divertida y hasta entonces se percató de que Rick traía colgando de su hombro un maletín estilo mensajero en donde cargaba su laptop. Y en la mano traía una caja de regalo y una rosa blanca.
- ¡Vaya! Creo que esta habitación se va a ver muy beneficiada con el toque de una flor… es difícil en estos días conseguir flores, teniente… ¿De donde la sacó? Espero que no haya ido a robarla de los jardines botánicos, porque ese es un delito que—
- ¡No, no! – Rick se defendió. – Yo tengo mis contactos… quisiera haberle podido traer más, pero como tu dices, las flores son muy escasas en estos días.
- ¿Y qué significa una rosa blanca?
- ¿A qué te refieres?
- Bueno, las flores tienen significados, ¿sabías?
- Yo… bueno, no—en realidad…
- No importa, ya ustedes le darán el significado que crean más apropiado. Hmmm… un regalo también… es casi como la mañana de navidad. – Claudia se rió.
- Es que yo—
- ¿Y qué hay en el maletín? ¿Su laptop, teniente?
- Si… - Rick estaba feliz de que la conversación hubiera ido a un terreno más seguro. – Es que tenemos que entregar ese reporte en una semana y pensé que aquí tendría mucho tiempo libre, podría comenzar a trabajar en él… no quiero que Lisa tenga que hacerlo todo sola y yo… pensé que podría…
- ¿Es decir que ya ha planeado mudarse definitivamente a esta habitación por los próximos tres días? - Claudia sonrió. – Bueno… es su descanso después de todo, teniente, puede emplearlo como mejor le parezca… pero ¿haciendo reportes? ¿Sabe? Creo que algunas de las peores cualidades de la comandante Hayes han empezado a pegársele, teniente. ¡Tenga mucho cuidado!
Rick se rió con ese comentario de Claudia, al pensar que tenía mucha razón. Pero él no podía pensar en una mejor manera de pasar su descanso. Había considerado la idea de quedarse en su cama todo el día, descansando, pero no había podido. De pronto se había encontrado extrañando a Lisa y se había dado cuenta de que no podría pasar aquellos tres días apartado de ella.
- ¡En fin! – Claudia estaba diciendo. – El deber me llama, es hora de volver al puente. Rick, cuida a Lisa… asegúrate de que coma bien y tome sus medicinas.
- Lo haré Claudia, no te preocupes.
- En realidad estoy más preocupada por ti que por ella. – Claudia le dio un golpecito al maletín mientras iba de pasada. - ¡Lisa es una mala influencia para ti, Rick Hunter!
Claudia se dirigió a la puerta de la habitación y antes de salir le hizo un guiño amistoso a Rick. Él se sonrojó un poco, y cuando se vio sólo en la habitación, suspiró aliviado. Apreciaba a Claudia y la quería mucho, pero esa mujer lo hacía sentir nervioso… Rick sabía que la teniente Grant, vía Roy Fokker, conocía muchos de sus secretos y de sus debilidades y eso lo hacía estar siempre en desventaja frente a ella.
Enseguida se apresuró a poner el maletín sobre una mesa junto con el regalo y fue a traer un florero con agua, que colocó junto a la cama de Lisa y puso la rosa blanca ahí. Rick miró aquella flor por algunos minutos, tratando de imaginar cual podía ser el significado de la misma. Él no sabía que las flores pudieran tener un significado… pero al final decidió no romperse la cabeza con aquello.
Sus ojos se clavaron en Lisa, quien seguía durmiendo profundamente. Se acercó a acomodarle las almohadas y de ahí sus dedos viajaron al cabello de Lisa y a su mejilla. Rick sonrió enternecido. Lisa se veía tan pequeña y vulnerable en aquella cama de hospital que no podía menos que sentir esa necesidad de protegerla.
- Bueno, - pensó, yendo a instalarse al sofá, con la laptop en su regazo. – Creo que será mejor comenzar con este reporte cuanto antes… tal vez cuando Lisa despierte yo ya tenga un buen porcentaje de avance y eso la anime un poco… veamos… aquí tengo los planes de vuelo que cubrimos, los cuadrantes, mapas, material recolectado… sip, todo esta aquí.
Rick volvió a mirar a Lisa y sonrió suavemente para sí mismo, obligándose a concentrarse en el trabajo. Así comenzó a escribir el reporte, poniendo especial cuidado y atención a cada detalle. Quería que fuera perfecto. De vez en cuando se detenía sólo para mirar a Lisa, sobre todo cuando ella se movía y hacia algunos ruidos. Como Claudia había dicho, Rick parecía el guardián de Lisa.
Varias enfermeras vinieron a revisar a la comandante en el transcurso de las horas. Rick les hizo muchas preguntas sobre el estado de salud de Lisa y tomó notas de algunas de las recomendaciones que ellas le hicieron. Dentro del hospital, todos comenzaban a dar por hecho que la comandante Hayes y el teniente Hunter eran una pareja.
- La comandante va a despertar pronto. – Una enfermera le informó a Rick. – Y cuando lo haga, le voy a pedir que nos avise de inmediato para que le traigamos la comida.
- Por supuesto. – Rick le contestó. - ¿Ha mejorado?
- Tuvo suerte, teniente… la comandante Hayes es una mujer muy fuerte y está reaccionando bien al medicamento. No tiene de que preocuparse. Muy pronto podrá llevarla a casa. – La enfermera le hizo un guiño antes de salir de la habitación. – Por cierto, ¡bonita rosa!
Rick miró la rosa sobre la mesita de noche de Lisa e hizo un gesto de preocupación. Cuando él había estado hospitalizado, Lisa le había traído un hermoso ramo de flores… esas flores habían sido la única compañía de Rick durante sus largas horas en el hospital. Las flores y el avioncito amarillo de juguete que Roy le había regalado. Rick recordó que tenía ese avioncito guardado en su habitación y decidió sacarlo para ponerlo en exhibición sobre su escritorio. Enseguida volvió a pensar en las flores y se sintió mal de que lo único que él hubiera podido conseguir fuera una sola rosa.
- Por cierto, teniente Hunter, - la misma enfermera que apenas había abandonado la habitación hacia unos segundos, volvió a aparecer en la puerta. – Estoy segura de que la comandante Hayes aceptará esa rosa.
- ¿Qué quiere decir?
- Bueno… una única rosa blanca… “soy digno de ti”.
La enfermera sonrió y salió de la habitación y Rick se preguntó si Claudia había estado hablando con ella. Miró a rosa una vez más y pensó:
- ¿Digno de ti? No lo se…
Se encogió de hombros y volvió al sofá, en donde pronto se encontró totalmente concentrado en el reporte en el que estaba trabajando. Estaba tan ensimismado que no se percató de que Lisa se movió un poco en la cama y abrió los ojos.
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Cuando ella despertó, lo primero de lo que se percató fue del sonido rítmico, acompasado y constante de las teclas de una computadora. Parpadeó varias veces, tratando de espantar el sueño de sus ojos y su mirada buscó por la habitación, hasta que se posó en Rick, que no se había dado cuenta de nada y estaba trabajando totalmente enfocado en el reporte.
Lisa sonrió suavemente y por un par de minutos estuvo viéndolo trabajar en silencio. Rick arrugaba el entrecejo y sus ojos se hacían más azules y profundos cuando estaba concentrado. De pronto oprimió una tecla con gran ceremonia, mientras una enorme sonrisa aparecía en su rostro, signo inequívoco de que acababa de terminar con algún párrafo particularmente complicado.
- ¡Bien! – se felicitó a si mismo en voz baja.
Fue hasta entonces que sintió que alguien lo observaba. Levantó la mirada y se encontró con los ojos verdes de Lisa, que ni siquiera hicieron el intento de desviar la mirada. Ella estaba recostada sobre su costado, sus ojos entreabiertos y una pequeña sonrisa en sus labios, observándolo con atención.
- ¡Lisa! – Rick prácticamente voló a su lado. - ¿Cómo te sientes?
- Bien… algo adolorida… y con un poco de hambre.
Rick asintió y enseguida fue a la puerta para pedir que le trajeran la comida. Mientras él hacía eso, ella paseó su mirada por la habitación una vez más y una expresión de sorpresa apareció en su rostro cuando vio la flor sobre su mesita. Rick iba regresando, cuando se percató de que la rosa había capturado la atención de la comandante.
- ¡Oh! Se que no es mucho, pero…
Rick se detuvo cuando notó la mirada cálida y la sonrisa soñadora de Lisa. Aquello era simplemente una flor y ella la estaba mirando como si se tratara del tesoro más maravilloso del mundo. Rick se pasó la mano por su cabello ensortijado, como lo hacía cada vez que se ponía nervioso. Él le daba tan poco a Lisa y ella lo valoraba tanto…
- ¡Es hermosa! – Lisa murmuró.
- Me alegra que te guste.
- Hacía tanto que nadie me daba una flor… - Lisa susurró casi para sí misma.
Rick sintió una mezcla de tristeza y alegría, si eso era posible. Tristeza al pensar que todos veían a Lisa como una persona fría y sin sentimientos, alguien que ni siquiera merecía una flor… y alegría al pensar que había sido él quien le había llevado esa rosa. Ahora, cada vez que ella recordara ese detalle, pensaría en él. Sintió el impulso de tomar la rosa y entregársela a Lisa en sus manos, pero en ese momento una enfermera entró llevando consigo la bandeja con la comida de la comandante.
Rick se apresuró a tomarla de las manos de la enfermera y a colocarla en la mesita, mientras que ella iba a revisar a Lisa. Mientras la revisión de rutina era llevada a cabo, Rick se acercó a la ventana y miró al exterior del hospital, a las calles de la ciudad Macross. Sin querer había recordado aquella vez, cuando él había estado hospitalizado y todo lo que había sucedido… cómo Lisa había estado a su lado… como Minmai apenas y se había dignado a visitarlo, sin siquiera preguntarle cómo se sentía o por qué estaba ahí… y esa mañana en la que Lisa había entrado a la habitación con aquellas noticias tan terribles…
- ¡Hermano…! – Rick murmuró, tocando el frío cristal de la ventana.
- Bien, - escuchó a la enfermera a sus espaldas. – Entonces comandante, debe de comer… está mejorando pero debe de seguir su prescripción al pie de la letra si quiere salir de aquí pronto. Teniente, le encargo que vigile que se termine su comida.
- No se preocupe. – Rick miró a ambas mujeres, tratando de ocultar la tristeza que súbitamente lo había invadido. – Yo me ocuparé de ello.
La enfermera salió de la habitación y Rick fue a recoger la bandeja con la comida para dársela a Lisa. Ella lo seguía con la mirada, captando esa tristeza que súbitamente parecía haber embargado a Rick.
- Rick… ¿estás bien?
El teniente Hunter miró a Lisa con una expresión de sorpresa en el rostro. ¿Cómo era posible que ella adivinara sus pensamientos? Y más aún, ¿cómo es que esta mujer, quien estaba en esa cama de hospital, ponía el bienestar de él por encima del suyo propio? Cuando Minmai estuvo ahí, simplemente decidió dormir… pero Lisa…
- ¡Claro que estoy bien! - Rick respondió, sin querer darle mucha importancia al asunto. – Ahora, a comer, comandante. Dijiste que tenías hambre.
- Si… bueno, no creo que la comida del hospital sea exactamente estilo Cordon Bleu, pero debe de ser mejor que las raciones del ejército.
Rick sonrió y acercó la mesita a la cama de Lisa y sobre ella puso la bandeja de comida. Enseguida se sentó en el sillón a un lado de la cama y apoyó su barbilla sobre sus dedos entrecruzados, observando a Lisa con interés.
- Quiero ver que ese plato quede limpio. – Le dijo.
Lisa se quitó el oxigeno, lo cual alarmó a Rick, pero ella le aseguró que ya no era necesario. Se sentía mucho mejor. Enseguida comenzó a comer, sintiendo que con cada bocado la energía regresaba a su cuerpo. Rick sonreía complacido al no tener que forzarla a que comiera.
- ¿Qué es lo que haces, Rick? - preguntó después de unos minutos.
- Yo… de hecho comencé con el reporte… espero que no te importe… claro que te lo voy a dar para que tu lo revises y lo apruebes, pero pensé que—
- ¿El reporte? – Lisa estaba sorprendida. - ¿De la misión Sahara? Pero… Rick, se supone que estas de licencia y deberías descansar.
- Nah… - Rick sonrió. - ¿Qué podría hacer? ¿Salir a la calle y caminar sin rumbo fijo por horas? ¿Y después qué? Solo me quedaría ir a cenar al comedor de la base, ir a mi habitación y dormirme temprano… mi vida es muy aburrida, Lisa. En realidad no creo que pueda decir que tengo vida fuera del ejército.
Lisa asintió a las palabras de Rick, comprendiéndolas perfectamente bien, pues eran su mismo sentir. Era por eso que ella aceptaba sin protestar turnos de 18 horas… y después de solo 6 horas de sueño, estaba de regreso en el puente. No había nada para ella que valiera la pena fuera del ejército.
- Así que pensé que podíamos avanzar con el reporte… de hecho ya llevo algunas páginas escritas. Además, quería estar aquí contigo cuando despertaras. Estaba muy preocupado por ti, Lisa.
- Claudia me dijo que pasaste la noche aquí. – La voz de Lisa estaba llena de emoción y agradecimiento.
- Bueno… si. Pero en la mañana Claudia me corrió.
Lisa se rió divertida, la manera en como Rick había dicho aquello había sido adorable. Era como un niño pequeño dándole una queja. Lisa tuvo el impulso de acercarse a él y despeinarle juguetonamente el cabello… aunque despeinar a Rick en realidad era algo imposible pues ya todo el daño estaba hecho.
- Estaba pensando en la reunión que tenemos con el Consejo la próxima semana y todo lo que les diremos sobre la misión. – Rick cambió el tema. – Espero que esta vez sea mejor que aquellas reuniones que tuvimos después de que fuimos prisioneros de los zentraedis.
- Esta vez tenemos material suficiente para sustentar nuestro reporte. – Lisa respondió, recuperando una vez más su tono profesional. – Además en este caso lo que estaremos reportando no es algo tan polémico como en su momento lo fue el contacto que tuvimos con la cultura Zentraedi.
- En la mañana escuché un poco de las noticias de la MBS, estaban hablando de los avances que hay en la construcción de la Nueva Macross. De hecho, en el camino entre las barracas y el hospital vi muchos sectores de la ciudad completamente desmantelados. En las noticias dijeron que incluso hay Zentraedis ayudando a la reconstrucción de la ciudad. Al parecer las cosas van más avanzadas de lo que creía… ¡Nos fuimos solo por unas cuantas semanas y las cosas avanzaron muchísimo!
- Eso solo demuestra la competitividad de la RDF. – Lisa habló con orgullo. - ¡No puedo esperar a verlo todo con mis propios ojos!
Lisa y Rick pasaron la siguiente media hora hablando de asuntos oficiales, del formato del reporte, de los acontecimientos que debían incluirse en el mismo, de los trabajos de reconstrucción y de los planes de desarrollo que se tenían con respecto a la Nueva Macross. Ambos se sentían bastante cómodos hablando de aquello… en realidad era como si los dos hablaran el mismo idioma y eso los hacía sentir bien. Por otro lado, esa conversación oficial desviaba su atención de la plática personal. En esos momentos ellos sentían que no estaban en condiciones de tener conversaciones demasiado personales.
Finalmente Rick le retiró a Lisa la charola y la puso en una mesa alejada de la cama. Ambos intercambiaron sonrisas y Rick fue a pararse al lado de la comandante.
- ¡Bien! Me da mucho gusto ver que te comiste todo sin protestar.
- Tenía hambre.
- Bueno… entonces, esto es para ti.
Rick le entregó a Lisa una caja de regalo no muy grande, envuelta en un papel metálico color verde y con un moño amarillo. Lisa lo miró sorprendida y el le sonrió, animándola a abrir su regalo.
- Rick… ¿Qué es esto?
- Solo algo para que te entretengas… cuando yo estuve en el hospital Roy me regaló un avioncito… fue una compañía agradable… y bueno, esta mañana vi esto en un aparador y pensé que te gustaría… no lo se.
Lisa sonrió de oreja a oreja y abrió el regalo con cuidado. Rick se desesperaba, en más de una ocasión tuvo el impulso de ir y romper el papel de envoltura, pero se contuvo, dejando a Lisa disfrutar su momento.
- ¡Oh Rick! – Su voz sonó tan alegre como aquel día en que la había rescatado de la Base Alaska. - ¡Es tan bonito! ¡Gracias!
Rick sonrió satisfecho pero un poco apenado con la respuesta tan entusiasta de Lisa. Aquello no era más que un caballito de peluche color miel, con las crines blancas, pero ella lo sostenía frente a sí como si se tratara de un diamante.
- Me alegra que te guste… es que me acordé que mencionaste que tenían caballos y que tu solías salir a cabalgar con tu padre y… bueno, pensé que te gustaría. Se que no es mucho pero… por lo menos te hará compañía mientras estés aquí.
Lisa acariciaba su mejilla con el pelo suave de su muñeco. No podía dejar de sonreír, pensando que aquello de hecho era un regalo que le había dado Rick… el teniente Rick Hunter… había pensado en ella, le había traído una rosa y aquel juguete. Aquello significaba mucho para la comandante.
Hacia mucho tiempo que nadie le regalaba nada, y cuando lo hacían, siempre eran regalos formales y costosos para quedar bien con la hija del almirante. ¡Solo Dios sabía cuantas plumas fuentes y artículos para escritorio había coleccionado a través de los años! Pero esta era la primera vez que alguien le regalaba simplemente un muñeco de peluche y una rosa. Lisa sentía su corazón hinchado de alegría.
Rick sonreía al ver su reacción. Hacia mucho que no la veía tan feliz y eso era suficiente para hacer que él se sintiera feliz. Se dio media vuelta y volvió al sofá en donde estaba la laptop. Pero de pronto su mente voló a un tiempo que parecía ya tan lejano… a una noche en qué él había estado de pie bajo la ventana de Minmai para entregarle un regalo de cumpleaños.
- En todo lo que ella podía pensar era en ese regalo… no le importaba nada más, ni el hecho de que hubiera salido a combate ese día ni el saber si había regresado en una sola pieza… y le di mi medalla Titanium…
Rick sintió un leve dejo de arrepentimiento. Por alguna razón ahora pensaba que le hubiera gustado conservar esa medalla para sí. Después de todo, lo más seguro era que estuviera abandonada en algún cajón en la antigua habitación de Minmai.
Miró a Lisa, quien seguía encantada con su caballito. Lo acariciaba mientras sonreía soñadoramente y le peinaba las crines. ¡Era tan fácil hacer feliz a Lisa! Y tan difícil complacer a Minmai… Rick suspiró, pensando que no debería de estar haciendo esas comparaciones. Durante la misión Sahara había quedado bien clara la situación entre la comandante Hayes y él mismo. Habían sucedido muchas cosas, pero ya habían sido aclaradas y ambos habían estado de acuerdo en que lo mejor era olvidarlo.
Sin embargo había una cosa que Rick no podía olvidar por más que lo intentaba… de entre todas las cosas que había vivido con Lisa en esas semanas, esa era la que más guardaba en su corazón, la que más recordaba.
Aquella mañana, después de que ambos se habían quedado dormidos juntos… la manera en que Lisa lo había abrazado y lo había besado en medio de los ojos. Él no sabía por qué, pero aquel había sido el gesto más significativo y amoroso que alguna vez alguien había tenido para con él en su vida. Miró a Lisa y deseó con toda su alma que algún día volviera a besarlo así. Cerró sus ojos y se estremeció al recordar la sensación de los labios de Lisa en su frente, lentamente, sin prisas… ¡y con tanto cariño!
- ¿Qué sucede Rick? – Hasta entonces se percató de que Lisa estaba hablándole. - ¿Estás bien?
- Si… muy bien… solo estaba, uh—ya sabes, tratando de pensar como comenzar el siguiente párrafo del reporte.
Lisa se recargó en sus almohadas y colocó su caballito sobre su pecho, sin dejar de acariciarlo. Aquello captó la atención de Rick, que por un momento deseo estar en el lugar de ese juguete. Lisa sonreía una sonrisita adormilada que la hacía ver adorable.
- ¿Por qué no me lees lo que llevas del reporte, Rick? Así podemos seguir haciéndolo juntos.
- Pero Lisa, no quiero que te esfuerces.
- No te preocupes… si de todas maneras me tienen prisionera en este hospital, creo que podemos aprovechar el tiempo. Así por lo menos podré descansar los días que me queden libres antes de que tengamos que presentarnos ante el consejo.
- Si, tienes razón… bueno, pues esto es lo que llevo hasta ahora…
Rick comenzó a leer el documento. Lisa lo escuchaba con atención, pero sin interrumpirlo, aprobando con movimientos de cabeza las observaciones y anotaciones del teniente, sin cuestionarlas. Rick apreciaba mucho el hecho de que Lisa no lo corrigiera ni le hiciera cambiar el estilo para adaptarlo más al suyo; ella le daba el espacio que él necesitaba para aprender y para crecer. En todo ese tiempo, ella no soltó a su peludo compañero. Estaba encantada con su regalo. “Cómo una niña con juguete nuevo… literalmente”, Rick pensaba.
Al llegar al final de lo que Rick había escrito, Lisa solo hizo un par de observaciones y sugerencias que él aceptó de buen grado. Corrigieron lo que había que corregir y después siguieron redactado la siguiente sección del informe.
Trabajaron sin prisas, con gran compañerismo y de manera seria y profesional pero amigable por espacio de tres horas, pero el tiempo se fue sin ser sentido. Ambos hacían comentarios, sugerían, añadían observaciones, de vez en cuando recordaban alguna anécdota divertida o intercambiaban alguna broma o un comentario agudo. Mientras Rick tecleaba furiosamente, Lisa sonreía, observándolo embelesada. Le gustaba estar con él… y ambos hacían un equipo excelente cuando se trataba de trabajar… casi como Max y Miriya, cuando se trataba de entrar en combate.
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Casi como si los hubiera invocado, los Sterling entraron a la habitación de la comandante. Miriya parecía particularmente emocionada de ver a Lisa. Fue a abrazarla tan fuertemente, que Rick estuvo a punto de salir en defensa de Lisa. A veces la Zentraedi no sabía controlar sus fuerzas. Después de aquel abrazo, Miriya le entregó a la comandante la caja más grande de chocolates que Rick había visto en Ciudad Macross.
- Ella sabe que a la comandante Hayes le encantan los chocolates… pasamos la mayor parte del día buscando la caja perfecta, con un surtido variado y con el mejor aroma que se pudiera encontrar. – Max le explicó a Rick con una sonrisa divertida.
- ¡Vaya! Pues les agradezco mucho que se hayan tomado tantas molestias por Lisa.
- ¡Ni lo menciones, jefe! Ninguna molestia, tratándose de nuestra comandante preferida. Lisa se merece esto y más.
- Así es. – Rick sonrió, asintiendo con la cabeza.
Max se adelanto a saludar a Lisa y los tres comenzaron a hablar animadamente. Lisa se veía mucho mejor, aunque todavía se notaba cansada y de vez en cuando tosía. Rick estaba listo para acercarle su vaso de agua a cada momento. Ella le agradecía el gesto con miradas que querían decir mucho más que cualquier palabra. Los Sterling notaban aquel dialogo silencioso y sonreían entre sí.
Poco después la habitación se llenó de globos cuando Kim, Vanessa y Sammy hicieron su aparición. Además de la docena de globos de todos tamaños, formas y colores que introdujeron en la habitación, también le llevaron a Lisa una canasta con varios ejemplares de las revistas de moda en Ciudad Macross, “para que se enterara de los chismes que se perdió en su ausencia”, le explicaron. Rick hizo un gesto de resignación, sabiendo perfectamente bien que a Lisa esos chismes no podían importarle menos… pero aun así la comandante agradecía el gesto de sus amigas.
En esa canasta también habían incluido varios artículos de baño, “para que Lisa se relajara un poco”: jabones, aceites, velas aromáticas y mil cosas que Rick no sabía para que podían servir. Aquello pareció fascinarle a Lisa e hizo que Rick se preguntara si ella en realidad tomaba baños de espuma en la bañera… eso sin duda explicaría por qué ella siempre olía tan bien.
Entre el Trío y Miriya, aquel lugar pronto parecía un mercado. A Lisa parecía no importarle aquello, de hecho sonreía y respondía a las preguntas y comentarios de sus amigas. Max se había sentado en el sofá y sonreía al escuchar el interminable parloteo femenil, mientras parecía estar leyendo el reporte que Rick había dejado abierto.
Pero el teniente Hunter se había retirado a un rincón de la habitación. Su mirada estaba fija en Lisa, quien no soltaba su caballito y no dejaba de presumirlo. Rick apreciaba mucho a sus amigas, pero le preocupaba que pudieran cansar a Lisa, quien necesitaba paz y tranquilidad en esos momentos.
- ¿Pero qué estoy pensando? – se dijo a sí mismo. – Lisa puede cuidarse sola… ¿Desde cuando soy su guardián?
Silenciosamente Rick abandonó la habitación y fue al fondo del pasillo, a comprar un café de una máquina expendedora. El silencio de aquel lugar le pareció perfecto. Ya era de noche y las luces de la ciudad Macross ya estaban encendidas. Rick miró por la ventana, mientras bebía sorbo a sorbo su café negro, sin azúcar. Jamás dejaría de maravillarse de los detalles de los ingenieros del SDF1, y cómo habían tenido incluso el cuidado de simular el día y la noche dentro de la nave para hacerles la vida más llevadera a los habitantes.
De pronto, de la isla de las enfermeras al otro extremo del pasillo, comenzaron a llegar hasta él las notas musicales de una canción que él bien conocía.
- ¡Minmai! – pensó, al tiempo que recargaba la frente contra el vidrio de la ventana.
Now that I'm sure I've found
The man in my life,
I spend the days alone, chasing a dream.
Why do I hope and pray that he will care?
He never stops to see I'm even there.
Why do I love him so?
He lives in a cloud.
Why can't he hear my heart, when it's shouting aloud?
If he could only see how I feel deep inside,
He might come home and stay here by my side,
Here by my side... [1]
Rick cerró los ojos, sintiendo que el frío metal de una daga le atravesaba el pecho. Siempre que pensaba en Minmai y en ese beso que había protagonizado con Kyle durante la última batalla, ese era el sentimiento que tenía en su corazón. Un frío que le congelaba las entrañas al pensar en todo lo que pudo haber sido y todo lo que jamás fue.
- Tu siempre has sido un sueño para mí, Minmai… te he perseguido durante tanto tiempo… ¿Y para qué? ¿Realmente te importa? ¿Te importó alguna vez? Pero siento que no puedo dejar de amarte… siento que… tú eres a lo único a lo que puedo aspirar en esta vida… si tan solo Kyle no estuviera cerca y tú quisieras darme la oportunidad…
Rick fue sacado de sus pensamientos por una de las enfermeras que se acercó a él y le puso la mano en el hombro, sobresaltándolo un poco.
- Lamento interrumpirlo teniente, pero la hora de visita está por terminar y creo que las personas en la habitación de la comandante Hayes están pasando un—muy buen rato, por así decirlo. Ella necesita descansar…
- Bueno, - respondió Rick defensivamente. - ¿Y qué quiere que yo haga? ¿Qué entre y los corra a todos?
La enfermera retrocedió, sorprendida por la respuesta tan agresiva de Rick, quien de inmediato se dio cuenta de su error y comenzó a disculparse.
- Lo siento, no quise… es que yo—
- No se preocupe teniente. Solo pensé en avisarle que les voy a pedir que se retiren… lamento haberlo interrumpido.
La enfermera se retiró y Rick se odio a sí mismo. Cada vez que pensaba en Minmai se trasformaba en esa persona agresiva e irracional y aquello no le gustaba. Esta vez había sido la enfermera la victima de su frustración, pero Rick sabía que generalmente era Lisa quien debía lidiar con aquello.
- ¿Y si fuera a buscarla? – pensaba mientras se dirigía de regreso al cuarto de Lisa. – Tal vez quiera verme… ya han pasado meses desde la última vez que nos vimos y tal vez—bueno, podría intentarlo…
Rick tuvo que detenerse en la puerta de la habitación, pues las chicas iban de salida, conversando animadamente entre ellas. Ni siquiera se percataron de su presencia en el pasillo. Detrás de ellas salió Max, quien se detuvo a despedirse de él.
- Bueno Rick, cuida muy bien a la comandante.
- Creo que ella bien puede cuidarse sola. – Rick respondió, todavía sintiéndose frustrado.
Max parpadeó un par de veces, sin poder comprender la actitud de Rick.
- Si, definitivamente puede hacerlo sin problemas. – El siempre diplomático Max respondió sin perder la calma. - ¡En fin! Te veo pronto jefe. ¡Que pases una buena noche!
Max se alejó y Rick lo miró perderse hacia el fondo del pasillo. Se quedó de pie ahí por unos momentos, moviendo su taza de café, sin atreverse a entrar a la habitación. Hacia mucho tiempo que no escuchaba una canción de Minmai y el haberlo hecho lo había hecho sentir extraño.
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Cuando finalmente tuvo el valor para entrar al cuarto de Lisa, ella le sonrió amistosamente. Estaba hojeando perezosamente una de las revistas que las chicas le habían llevado.
- ¡Vaya! El desaparecido ha regresado.
Rick gruñó y fue directamente al sofá, en donde escondió el rostro detrás de la pantalla de la laptop. Lisa lo miró sin entender su actitud pero no quiso hacer ningún comentario. Simplemente siguió con lo que estaba haciendo, mientras Rick seguía tecleando sin parar en la laptop.
- Tal vez alguna de las chicas dijo algo que lo molestó. – Lisa pensó.
- Mejor me voy. – Rick estaba pensando. – No me siento de muy buen ánimo y no quiero arruinar las cosas con Lisa y si me quedo se que de una u otra manera vamos a terminar peleando. No tiene caso.
El teniente se puso de pie y cerró la laptop. Lisa lo miró interrogativamente y él comenzó a hablar, sin mirarla a los ojos:
- Se hace tarde y creo que tienes que descansar, Lisa… mejor me voy yo también.
- Pero… - Lisa estaba desilusionada.
Ella estaba consiente de que Rick debía volver a su habitación y dormir en su cama. Ella no iba a forzarlo a pasar la noche en el sofá del hospital… solo que tenía la esperanza de que pudieran hablar un poco antes de que él se fuera. En todo el día no habían hecho otra cosa que trabajar en el reporte.
Rick notó que su súbito cambio de actitud había confundido a Lisa. Suspiró profundamente, tratando de calmarse y fue al lado de la comandante y se sentó en la cama. Lisa lo miró a los ojos, sin comprender lo que estaba pasando.
- ¿Vas a estar bien? – Rick le preguntó con genuino interés. - ¿No necesitas nada antes de que me vaya?
- No… todo está bien Rick… y te agradezco que hayas estado aquí conmigo todo el día. Realmente no debiste de haberte molestado. Supongo que tienes mejores maneras de aburrirte que el pasar el día encerrado en un cuarto de hospital conmigo.
Rick negó con la cabeza.
- Hey, si de todas maneras me voy a aburrir, es mejor aburrirme con alguien conocido, ¿no?
Lisa soltó una risita con aquel comentario tan típico de Hunter. Aun sin proponérselo, él también sonrió y la nube de frustración que le oprimía el corazón pareció hacerse menos densa.
- Te veo en la mañana.
- No es necesario, Rick… en serio, si tienes otras cosas que hacer o si—
- Aquí estaré. – El le sonrió, tratando de aparentar una calma que estaba lejos de sentir. – Espero que descanses bien esta noche, Lisa… las enfermeras estarán al pendiente de ti, ¿de acuerdo?
- Si, gracias.
Rick la miró a los ojos y súbitamente sintió que se ahogaba en ese mar color esmeralda, en ese par de estrellas que lo observaban con atención.
- Duerme bien Rick… descansa y—muchas gracias por ayudarme con el reporte.
- De nada.
Rick se puso de pie sin romper el contacto visual. Dentro de él sentía el impulso de darle un abrazo, de decirle que le agradecía todo lo que ella hacía por él, cómo lo trataba y todo lo que ella lo motivaba, pero no lo hizo. Simplemente se limitó a sonreírle levemente y salió de la habitación.
Lisa estuvo varios segundos observando la puerta cerrada por donde Rick acababa de salir. Por más esfuerzos que hacía, simplemente no podía entender a aquel hombre. Era demasiado complejo como para poder comprenderlo. Lisa suspiró, sintiéndose un poco frustrada sin saber por qué. Acarició con cariño la cabeza peluda de su caballo de peluche y sonrió con tristeza.
- Al menos tú te vas a quedar conmigo hoy, ¿verdad? ¡Ay pequeñín! No sabes lo que daría por poder entender un poco de lo que pasa por la mente de Rick Hunter… lo más triste del asunto es que tengo la vaga sensación de que la mayoría de las veces ni siquiera él sabe que es lo que pasa por su cabeza.
Aquel pensamiento hizo que Lisa soltara una risita divertida. Siguió hojeando su revista sin muchas ganas, sintiéndose adormilada y cansada una vez más.
- Hubiera preferido que me trajeran un buen libro. – Pensó.
Y al dar vuela a la página ahí, de cuerpo completo, en toda su gloriosa belleza y a todo color, Minmai.
Lisa no pudo evitar hacer un gesto de disgusto, pero tampoco pudo dejar de ver aquella foto espectacular. Al pie de la misma decía que la estrella Minmai haría una serie de conciertos a beneficio de las obras de reconstrucción de Ciudad Macross.
- ¡Y adivina quién estará en primera fila! – Lisa pensó amargamente. – Bueno, supongo que la misión Sahara no podía durar para siempre… bienvenida de vuelta a la realidad, señorita Hayes. Espero que su viaje por ese mundo de fantasías e ilusiones haya sido placentero.
Lisa puso la revista a un lado y se acostó, mirando fijamente al techo. ¿Acaso Rick habría visto esa revista y eso había causado su cambio de humor tan repentino? Lisa se acomodó sobre su costado y de inmediato sus ojos se clavaron en la rosa que estaba sobre su mesita. Una sonrisa apareció en sus labios y abrazó a su caballito, escondiendo su rostro en el pelo del animalito.
- Al menos supongo que no le soy del todo indiferente.
Y con ese pensamiento, Lisa cayó en un sueño pesado y un tanto inquieto, provocado por los medicamentos que le estaban siendo administrados. No se percató de las enfermeras que vinieron a revisarla ni del doctor que pasó a hacer una revisión de rutina antes de cerrar el turno de la noche. Aquella medicina era suficiente para asegurar que la comandante Hayes dormiría ininterrumpidamente hasta el día siguiente.
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No muy lejos de ahí, en las barracas, era Rick quien no podía conciliar el sueño por más esfuerzos que hacía. No podía dejar de pensar en Lisa y en la manera en cómo se había despedido de ella esa noche… aun y cuando su plan original había sido pasar la noche en el hospital con ella. ¿En qué momento las cosas habían cambiado?
- No quiero que las enfermeras piensen que Lisa y yo somos algo más que amigos, pero parece que todo el mundo ha dado por hecho que entre nosotros existe una relación más cercana… tampoco me gusta que la gente piense que tengo la obligación de cuidar a Lisa… porque para empezar, ella sería la primera que no me permitiría cuidarla. ¿Creen que soy su guardián o algo así?
Rick sabía perfectamente bien que sus pensamientos estaban totalmente fuera de lugar, pues él mismo les había dicho en el hospital que él era prácticamente la única familia que Lisa tenía… y sus actitudes definitivamente les daban la idea de qué él estaba ahí para hacerse cargo de ella. Ahí en el hospital no había sucedido nada que él no hubiera provocado.
A pesar de saberlo, él prefería engañarse y no admitir que el verdadero motivo de su fastidio había sido escuchar la canción de Minmai. En un rincón muy profundo de su corazón, por un momento se odió a sí mismo porque cada vez que Minmai se metía en su vida, era Lisa quien debía pagar los platos rotos… aunque concientemente, Rick jamás lo admitiría.
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Cuando el teniente Hunter entró al hospital al día siguiente, ya era medio día. Había querido levantarse temprano e ir a ver a Lisa desde la mañana, pero se había quedado despierto hasta muy tarde y en la mañana no había escuchado su despertador, por lo que se quedó dormido y cuando abrió los ojos ya eran más de las 11 de la mañana. Se levantó de prisa, se dio una ducha rápida y prácticamente corrió al hospital. Pero ahora que ya estaba ahí, en el pasillo afuera de la habitación de Lisa, no se atrevía a entrar.
Durante unos minutos caminó nerviosamente de un lado al otro del pasillo, sintiendo remordimientos por su actitud de la noche anterior. Después de un tiempo respiró profundamente y llamó a la puerta, cosa que no había hecho anteriormente. La voz dulce pero firme de Lisa le respondió desde el interior y él se atrevió a entrar.
- Lisa… buenos días… o tardes, más bien.
Lisa lo miró desde su cama. Estaba recargada cómodamente en sus almohadas y estaba trabajando en la laptop. Cuando lo vio entrar al cuarto, le sonrió amigablemente, pero enseguida su atención volvió a la computadora.
- Pensé que no ibas a venir. – comentó casualmente.
- No… es que se me hizo tarde, me quedé dormido.
- Que bueno que descansaste… no habías dormido bien desde hacía días, ya te lo merecías.
- Si… - Rick se pasó la mano por el cabello nerviosamente. - ¿Qué haces?
- El reporte…
Rick notó que Lisa, aunque se portaba amable con él, tenía cierta actitud distante y un tanto fría que hicieron que él se sintiera aún más mal. Sin embargo comprendía a la comandante. Él se había comportado igualmente distante con ella la noche anterior.
- ¿Y cómo vas? – Rick trataba de hacer algo de conversación.
- Bien… no he avanzado mucho, Claudia estuvo aquí en la mañana, estuvimos conversando un buen rato.
- ¿De qué?
Rick estaba algo alarmado pensando que Lisa ya le había dicho a Claudia de la manera en que se había comportado y ahora la teniente Grant lo buscaría y él era hombre muerto.
- De todo en general y de nada en particular. – Lisa dejó de trabajar y miró a Rick. – Me estaba diciendo como van los trabajos de Nueva Macross y sinceramente estoy impresionada. Supongo que en cuanto regresemos al servicio nos asignarán como grupos de apoyo a las labores de reconstrucción. Se necesita mucha seguridad en el área. Se están recibiendo grupos muy grandes de zentraedis sobrevivientes y soldados experimentados, en especial pilotos de VTs se necesitan con urgencia.
- ¡Vaya! – Rick estaba aliviado de saber que la conversación no se había enfocado a él.
Lisa había querido hablar con Claudia esa mañana, decirle lo confundida que estaba con la actitud de Rick que en un momento se comportaba como un caballero y un minuto después su actitud era fría y distante. Sin embargo había decidido que lo mejor era no llenarle la cabeza de humo a su amiga. No quería que Claudia tuviera malos sentimientos contra Rick, y sabiendo que su amiga la consideraba su hermana menor, ella no quería causar conflictos entre Rick y Claudia, por lo que había decidido no hacer comentarios.
- Parece ser que a los militares nos van a asignar casas modulares en un suburbio cercano al SDF1. No puedo esperar para ver los planos de la ciudad de los que Claudia estaba hablando.
- Todo suena fantástico, Lisa.
- Si… Claudia dice que el trazo de la ciudad ha sido completado y ahora se está desembarcando pieza por pieza Ciudad Macross y se está comenzando a reconstruir en torno al lago. Se están utilizando los motores del SDF1 para proporcionar la energía necesaria y se está trabajando para lograr establecer una base industrial. La idea es que Nueva Macross sea un centro económico urbano que llegue a convertirse en la sede del nuevo gobierno de la Tierra Unida.
Rick escuchaba con atención, pero no hacía comentarios. Se preguntaba si aun en el hospital, lo único que le interesaba a Lisa eran esos asuntos oficiales.
- ¿Y pasaron toda la mañana hablando sobre eso?
- Bueno… no en realidad… Claudia tenía que regresar al puente. Pero poco más tarde vino Miriya.
Un imperceptible gesto de terror apareció en el rostro de Rick por una milésima de segundo. Si Lisa había hablado con Miriya, sus posibilidades de sobrevivir eran nulas.
- ¿Y que dice nuestra Zentraedi favorita? – Rick trató de ser casual.
- Estábamos hablando… ella dice… que no se siente muy bien, Rick.
- Si bueno, después de la misión Sahara creo que todos necesitamos un descanso. Miriya y Max trabajaron demasiado, supongo que también influye el hecho de que Miriya no está acostumbrada a la atmósfera terrestre y todo eso, pero es una mujer fuerte y se que va a estar bien muy pronto.
- Si, supongo que si…
Lisa volvió a su trabajo en la computadora y Rick se sintió preocupado. Lisa parecía muy distante aquel día. Pero a pesar de todo sonrió cuando se percató de que la comandante mantenía su caballito a un lado de la laptop y ocasionalmente lo acariciaba mientras pensaba como redactar alguna línea particularmente complicada del reporte. Rick se acercó a la cama y sin mayor preámbulo se sentó al lado de Lisa, acercándose mucho a ella, para poder ver la pantalla de la computadora.
- ¿Necesitas ayuda con eso? ¿Puedo ver como vas?
- Rick… - Lisa había sido tomada por sorpresa. – Si bueno… no he avanzado mucho pero si, revísalo. Me gustaría escuchar tu opinión y añadir tus observaciones.
Y ahí estaban otra vez, en el terreno seguro del trabajo. Parecía ser que cada vez que ellos se sentían incómodos con el otro, era el trabajo la única manera de reconciliar sus diferencias. Reanudaron la redacción del reporte, compartiendo ideas y observaciones. Rick insistió en teclear, mientras que Lisa era el cerebro creativo.
El teniente Hunter trataba de comportarse alegre y simpático, pero Lisa parecía estar actuando de una manera muy cautelosa. El cambio de humor tan drástico y repentino que Rick había tenido la noche anterior la había confundido. Él no se comportaba así cuando habían estado en la misión Sahara, pero al llegar a Macross una vez más Rick parecía volver a ser el muchacho confundido y voluble de siempre.
- Y yo se que la causa de esa actitud tiene un nombre y un apellido. – Lisa pensó.
Poco más tarde un doctor entró a la habitación acompañado de una enfermera. Era hora de revisar a Lisa, un examen completo. Rick se alejó de la cama y fue a instalarse en el sofá, llevándose la laptop consigo y fingió estar trabajando, aunque en realidad su atención estaba centrada en el médico y el examen que le estaba haciendo a Lisa. Vio como le tomó sus signos vitales, le revisó la garganta, los ojos, los oídos, le escuchó el corazón mientras la enfermera anotaba todo en el registro de pacientes. Por un momento Rick deseó estar en el lugar de aquel médico, pero se obligó a sacarse esos pensamientos de la cabeza y clavó su vista en la pantalla de la computadora.
- Es gracioso, -pensó. – Cómo todo lo que sucedió en la Residencia Hayes ha quedado reducido a diez renglones en este reporte. Se que debe de ser algo breve y conciso, pero lo realmente importante queda fuera. Todo es tan técnico.
Cerró sus ojos y sin querer se encontró pensando en aquel masaje que Lisa le había regalado una noche. Su corazón comenzó a palpitar sin control y sintió mariposas en el estómago. Miró de soslayo a Lisa, quien respondía algunas preguntas que el doctor le estaba haciendo. Rick suspiró y comenzó a oprimir letras al azar en el teclado.
- ¿Qué posibilidades tengo con Minmai? Ella es una estrella… jamás estaría dispuesta a compartir su vida con un simple piloto, a pesar de lo que sus canciones digan. La vida real es muy diferente… anoche que escuché su canción…
Rick ya no pensaba en nada. Estuvo así por un buen rato, hasta que se percató de que el doctor y la enfermera estaban recogiendo sus cosas para retirarse. Fue cuando se dio cuenta de que en la pantalla de la computadora, lo único que había estado escribiendo sin siquiera notarlo era el nombre de Lisa Hayes. Borró de inmediato todo aquel texto, mientras escuchaba al doctor decirle a Lisa que había mejorado mucho y que pasaría la noche en observación, pero que no tenía ningún inconveniente para darla de alta temprano al día siguiente, si le prometía que seguiría descansando y cuidándose en su casa.
La enfermera estaba retirando el suero del brazo de Lisa y la comandante, sonriendo agradecida, le prometía al doctor que seguiría todas sus instrucciones. Rick se puso de pie cuando el médico y la enfermera salieron de la habitación y enseguida se acercó a Lisa, sonriendo con sinceridad.
- ¡Así que mañana vas a estar fuera de este lugar! ¡Que fantástico! Pero Lisa, escuchaste al doc, vas a tener que cuidarte mucho, ¿de acuerdo?
- Lo haré, Rick.
Lisa sonreía para sí misma, contenta al saber que en pocas horas podría volver a su habitación. Mientras tanto se frotaba el brazo, en el lugar en donde había estado el suero. Le dolía un poco y Rick lo notó.
- ¿Estás bien? ¿Te duele?
- No… solo un poquito, pero ya se pasará.
Rick se sentó en el sillón que estaba al lado de la cama y tomó el brazo de Lisa; el lugar en donde había estado la aguja del suero estaba irritado, como si fuera un moretón. Rick lo cubrió con sus dedos y comenzó a masajearlo con cuidado. Lisa le dedicó una sonrisa tierna y llena de cariño.
- Gracias Rick… por todo lo que haces por mí.
- No me lo agradezcas Lisa… porque ahora que ya vas a volver a casa, me voy a asegurar de que sigas las ordenes del doctor al pie de la letra… y estoy seguro de que entonces me vas a mandar a corte marcial, comandante.
- Si, - Lisa se rió. – Es muy probable…
Rick bajó la mirada, lo había vuelto a hacer, había vuelto a tomar responsabilidad por Lisa. Aquello se sentía correcto, pero desde el día anterior se había encontrado a sí mismo asustado ante la idea de ser responsable por ella… a pesar de que él mismo había tomado esas responsabilidades por su propia mano. Lisa jamás le había impuesto nada, ella era una mujer fuerte e independiente que no lo necesitaba a él. Ella no necesitaba un héroe que la rescatara porque ella misma era toda una heroína. Sin embargo el hecho de estar con ella y ayudarla cuando las cosas se ponían mal era algo que a Rick le daba grandes satisfacciones.
Rick tenía muchos sentimientos encontrados con respecto a Lisa e incluso a Minmai desde que habían vuelto de la Misión Sahara. El haber pasado tanto tiempo a solas con Lisa le había dado la oportunidad de conocer al ser humano, a la mujer detrás del uniforme. Ahora la conexión que sentía con Lisa era fuerte y profunda… mucho más fuerte y profunda que la que alguna vez podría llegar a sentir con Minmai.
Minmai… a ella jamás la había llegado a conocer realmente. Él no podía decir que había llegado con ella a los niveles de intimidad emocional a los que había llegado con Lisa. Minmai siempre había sido una relación superficial, sin mucho fondo. Jamás habían tenido conversaciones significativas, jamás habían compartido sus miedos y sus frustraciones… sus sueños tal vez, pero eran sueños que parecían llevarlos en direcciones opuestas.
Sin embargo, ¿Por qué sentía ese amor tan ciego e incondicional por Minmai? Cuando se habían despedido antes de la última batalla, Rick se había resignado a que aquello era el adiós, él bien lo sabía. ¿Entonces porqué no se atrevía a cerrar ese capítulo y a continuar con su vida? Tal vez porque sentía que al cerrarlo, muchas cosas cambiarían. Tendría que admitir cosas que todavía no estaba listo para aceptar o para enfrentar… renunciar a Minmai significaba renunciar a un pasado que era mucho más simple que el presente que estaba viviendo y aun no se sentía lo suficientemente maduro para aceptar tales responsabilidades.
Hasta entonces se dio cuenta de que ya habían pasado varios minutos en los que él había estado completamente en silencio. Lisa lo observaba, recargada en sus almohadas, con una sonrisa tímida en sus labios y ojos entrecerrados. Él se percató de que aun mantenía su brazo en sus manos y seguía acariciándola en el lugar en donde había estado el suero. Aquello parecía haber tenido un efecto muy calmante en la comandante.
- Yo… ¿no te estoy lastimando? – Fue la primera pregunta que se le ocurrió para romper el silencio del momento.
- No Rick… está bien, gracias… de pronto te fuiste muy lejos.
- Si… - Rick se puso de pie y fue al sofá donde estaba la computadora. – Es que… no, no es nada… seguía pensando en el reporte. Ya casi está listo.
Lisa asintió con la cabeza, sintiendo que Rick no estaba siendo totalmente honesto con ella, sin embargo ¿Cómo podía juzgarlo cuando ella jamás había sido honesta con él?
El día continuó sin grandes sobresaltos. Una enfermera le trajo la comida a Lisa y Rick bajó a la cafetería del hospital a comprarse su propia comida. Después continuaron con el reporte, el cual estuvo finalmente terminado antes de que trajeran la cena para la comandante, quien finalmente parecía haber recuperado su apetito.
Rick notó que el color estaba volviendo a su rostro y que se veía más animada y sonreía más a pesar de los pocos motivos que él le daba para sonreír. Lisa parecía de buen humor y aunque era obvio que ella sabía que Rick no estaba en el mejor humor del mundo, hacía lo que podía para mantener la conversación en un territorio neutral que no fuera a prestarse a discusiones ni peleas. Ella sentía que el hecho de haber vuelto a Ciudad Macross había tenido un efecto negativo en Rick, y no podía culparlo. Después de todo Minmai estaba ahí y el tener a la persona amada tan cercana y a la vez tan lejana era suficiente para que cualquier persona se sintiera confundida… Lisa sabía de eso.
Por eso le sorprendió a Lisa cuando, ya en la noche, Rick le pidió que se moviera en la cama, que le hiciera un espacio. Ella lo hizo y el teniente se sentó a su lado, recargándose en la cabecera y mirando a Lisa con interés.
- ¿Porqué no me cuentas más de cuando eras pequeña, Lisa? – él le preguntó, tomándola por sorpresa.
- ¿Porqué el súbito interés, Hunter?
- No es un súbito interés, tú lo sabes, Hayes. – él le sonrió.
Lisa no sabía que decir. Esas eran las actitudes de Rick que realmente la tomaban desprevenida. Él tenía cambios de humor que la hacían perder la paciencia, era experto en convertir cualquier tema de conversación en una discusión y había dominado a la perfección el arte de sacarla de sus casillas. Pero también era bueno cuando se trataba de tomarla desprevenida y con la guardia baja y ese era el aspecto de la personalidad de Rick Hunter que más la enfurecía.
- Creo que no te puedo decir nada más de lo que ya te dije cuando estábamos en la casa, Rick…
El teniente sonrió y comenzó a acariciar el cabello de Lisa de una manera casual, quitándole con cuidado los mechones que caían sobre su rostro. Lisa todavía tenía un vendaje en la frente y los dedos de Rick jugueteaban con él. Él la miraba con una sonrisa en los labios y una mirada llena de cariño que hizo que Lisa sintiera, por un momento, que todo iba a estar bien entre ellos.
- Lamento haberme portado como lo hice anoche. – Le dijo con suavidad. – No me sentía muy bien y el hecho de que hubiera tanta gente en la habitación… creo que me dio una jaqueca.
- No te preocupes, Rick… necesitabas ir a descansar.
- Si… estaba muy cansado. Lisa… ¿me perdonas?
Lisa lo miró con los ojos muy abiertos, sin tener idea de lo qué él estaba hablando.
- ¿Perdonarte? ¿Qué hiciste?
Rick se rió suavemente cuando vio la expresión en el rostro de Lisa. Sacudió la cabeza y habló, sin poder mirarla los ojos.
- Pues no se… a veces siento que soy demasiado injusto contigo… que te hago enojar simplemente por diversión… siento que… no se, que me porto como un tongo contigo y se que no es bueno pero… no lo se.
- En eso tienes razón. – Admitió Lisa.
- Pero jamás lo hago por molestarte, Lisa… - Rick la miró y sonrió divertido. – Es solo que… te ves muy… simpática cuando estás enojada.
“Simpática” no era la palabra que él hubiera querido utilizar, pensó.
- Simpática es lo mismo que chistosa… y chistosa es lo mismo que ridícula. – Lisa respondió con cierta nota de diversión en su voz.
- ¡Claro que no!
- No te preocupes, Hunter. – Lisa trató de evitar un bostezo, pero sin éxito. – Supongo que es terapéutico para ambos… solo tratemos de no abusar, ¿de acuerdo?
- De acuerdo.
Lisa cerró los ojos, pensando en que Rick realmente sabía como sorprenderla con sus pensamientos tan aleatorios. Ella jamás sabía que era lo que él estaba pensando o lo que él le diría a continuación. Rick era todo un enigma para ella. Una verdadera caja de sorpresas.
La medicina estaba haciendo efecto otra vez y Lisa ni siquiera hizo el intento de permanecer despierta. Sabía que Rick se iría pronto, pero el hecho de quedarse dormida así, mientras él estaba a su lado, acariciándole el cabello, era una idea demasiado tentadora como para dejarla ir. Ella se permitió a sí misma relajarse y disfrutar del calor y la cercanía de su teniente Hunter, mientras pudiera.
No pasó mucho tiempo antes de que él se percatara de que Lisa ya estaba profundamente dormida. La miró con curiosidad y sin poder contenerse, con cuidado e infinita ternura trazó con la yema de sus dedos el contorno del rostro de Lisa… su barbilla, su nariz… su boca.
- Cuando los Zentraedi atacaron la Tierra y pensé que te había perdido, Lisa… tú fuiste el primer pensamiento que vino a mi mente cuando vi nuestro planeta bajo la Lluvia de la Muerte. Y por primera vez en mucho tiempo lloré, Lisa… fue imposible contener esas lágrimas, a pesar de que me encontraba con Minmai y de que—pero el solo hecho de pensar que te había perdido…
Rick la contempló por un largo tiempo, sin querer perturbar su sueño, sin poder apartar sus ojos de ella. Estaba tan absorto en ella que ni siquiera podía pensar en nada, su mente estaba en blanco y no se percató del tiempo que había pasado.
- Lisa… - finalmente pensó. – Cuando te rescaté de la Base Alaska y tú me dijiste que podríamos ser los únicos sobrevivientes, yo pensé que eso no era tan malo… mientras esté contigo, cualquier cosa parece soportable. En ese momento, al calor de la batalla que acababa de terminar estuve a punto de decirte algo… pero no lo hice porque la canción de Minmai me interrumpió pero… ¿Y si lo hubiera hecho? ¿Qué tan diferentes serían las cosas entre nosotros ahora?
Rick seguía acariciando el cabello de Lisa, sin apartar sus ojos de su rostro. Aquella mujer le gustaba muchísimo y eso era algo que él no podía negar.
Finalmente se puso de pie, sacudiendo la cabeza y sintiéndose muy confundido.
- ¡Me duele la cabeza, ya no quiero saber nada!
Miró a Lisa una vez más y caminó resueltamente hacia la puerta de la habitación, pero cuando su mano se posó sobre la perilla de la misma, él se detuvo en seco y miró a la comandante sobre su hombro. Se veía tan tranquila y tan hermosa durmiendo en esa cama. Rick no podía obligarse a sí mismo a salir de aquella habitación dejándola sola otra vez, como la noche anterior. Lentamente regresó sobre sus pasos y fue por una almohada y una manta de las extras que habían en el cuarto. Se instaló en el sofá, de tal manera que pudiera observar a Lisa y apagó la luz de la lámpara.
Aun en la oscuridad él podía distinguir los rasgos y facciones en el rostro de su comandante. Así de bien la conocía. Pasó un buen rato mirándola en la oscuridad, escuchando su respiración tranquila y rítmica y pensando en lo mucho que ella significaba para él.
- Yo siempre he vivido mi vida sólo, jamás necesité de nadie para salir adelante. No lo niego, la soledad es una mala compañera pero al menos es fiel… es que no lo entiendo, un día mi vida cambió totalmente… y ese fue el día en que tu entraste en mi vida, comadreja parlanchina… - Rick sonrió con cariño. - ¿En qué momento te volviste tan indispensable para mi, Lisa Hayes? Jamás en mi vida había tenido a nadie que se preocupara por mi de la manera como tú lo haces… tú me motivas a ser una mejor persona, un mejor piloto… me inspiras, incluso me empujas cuando tienes que hacerlo… Lisa, hasta en esos momentos en que el mundo entero simplemente colapsó, fuiste TÚ quien estuvo a mi lado… ¿Por qué te interesas tanto en mí? ¿Qué significa esto?
Rick cerró los ojos tratando de meditar sus propias palabras, sin embargo su mente se puso en blanco y sin siquiera percatarse de ello, cayó en un sueño profundo y relajado del que no despertó en toda la noche.
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Temprano en la mañana Lisa abrió los ojos y se estiró perezosamente. Sentía que el cuerpo le dolía y ya no quería estar en esa cama de hospital. Se alegró al recordar que ese día la darían de alta, pero se detuvo en seco cuando sus ojos se encontraron con Rick, quien dormía plácidamente en el sofá, como si aquel fuera la cama más cómoda del mundo.
- ¿Rick? – Lisa se preguntó en voz alta. – Pero… ¿Qué está haciendo…? ¿Se quedó aquí toda la noche?
El sonido de su voz pareció despertar al joven piloto, quien entreabrió los ojos, parpadeó un par de veces, se estiró y bostezo. Enseguida se rascó la cabeza mientras hablaba incoherentemente entre dientes. Lisa no pudo menos que reír un poco al verlo despertar de esa manera. Rick abrió los ojos y la miró todavía adormilado.
- ¡La estoy escuchando, comandante! ¡No se ría de mí! - Rick gruñó juguetonamente.
- Lo siento. – Lisa sonrió divertida. – Es sólo que te ves muy… simpático cuando te despiertas.
- Bueno, simpático es lo mismo que chistoso y chistoso es lo mismo que ridículo. – Rick se sentó en el sofá y le guiñó el ojo, siguiéndole el juego.
- Eso es cierto.
Rick se rió y se acercó a la cama de Lisa, se sentó en la orilla de la misma y comenzó a tallarse los ojos, tratando de despertarse completamente.
- Bueno, pues te van a dar de alta en un rato, Lisa. Supongo que solo van a hacer los últimos exámenes, como me los hicieron a mi cuando estuve en este lugar. Estaba pensando, si no te molesta, que tal vez mientras tanto pueda ir a tu habitación y traerte algo de ropa… o tal vez prefieras que llame a Claudia o a Miriya para que lo hagan, pero como ellas seguramente están en servicio…
- Está bien Rick… si tu lo hicieras te lo agradecería mucho.
- De acuerdo… entonces déjame ir a hablar con el doctor y volveré en una hora. También quiero tomar un baño, porque lo necesito. Te prometo que no tardo. De todas maneras aquí te quedas en buena compañía. – Rick le puso el caballo de peluche en las manos.
Lisa le sonrió y Rick le devolvió la sonrisa.
- Entonces… la clave de acceso a mi habitación es la misma que tenía en el Sahara. –Lisa le informó.
- Muy bien. Entonces no tardo.
Y sin más preámbulo Rick salió de la habitación, mientras que Lisa lo despedía con una sonrisita y un movimiento de su mano. Casi inmediatamente las enfermeras entraron para informarle que algunos exámenes de rutina eran requeridos y que después estaría libre de irse a casa.
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Rick fue a su habitación a bañarse y a cambiarse; enseguida fue a la de Lisa para recoger algo de ropa para ella. Aquello tenía un aire de familiaridad y confianza que lo hacía sentir seguro.
Ahora que mirar dentro del guardarropa de Lisa era algo que él no pensaba que alguna vez haría en su vida. Mientras lo hacía no podía evitar recordar las palabras de Lisa aquel día en que la conoció cara a cara: “No se cual sea tu problema en particular, pero no se ve bien que visites las tiendas de ropa para dama”. Rick se rió, pensando que ahora estaba, de hecho, curioseando nada más ni nada menos que en el guardarropa de la Comandante Hayes. Se sorprendió al descubrir que la mayoría de la ropa que Lisa guardaba ahí eran uniformes militares. Había muy poca ropa civil.
Finalmente, después de que se obligó a no ver más de lo que debía, eligió para Lisa un conjunto informal y cómodo de ropa deportiva. Antes de cerrar el guardarropa, no pudo evitar el mirar un poco a los vestidos formales de la comandante, que no eran muchos, pero Rick se encontró fantaseando sobre Lisa vistiéndolos. Estaba seguro de que ella luciría increíblemente hermosa en cualquiera de ellos.
Mientras ponía la ropa de Lisa dentro de una mochila, no podía dejar de mirar alrededor de su habitación. Todo era austero, pero tenía cierta calidez que no pasaba desapercibida y le daba a Rick un sentido de familiaridad y pertenencia. Aquella habitación era como Lisa, sin duda alguna.
En ese momento un mensajero llegó con una bolsa de papel. Rick la recibió, pagó y le agradeció. Había hecho el pedido antes de salir de su casa y había llegado justo a tiempo. Rick llevó la bolsa a la cocina y durante 20 minutos trabajó afanosamente, preparando el desayuno para Lisa. Quería que ella comiera algo mejor que las raciones de la RDF y la comida para enfermos del hospital.
Cuando todo estuvo listo, volvió a toda prisa a encontrarse con la comandante en el hospital.
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Rick entró a la habitación justo en el momento en que el médico y la enfermera se retiraban. El doctor se detuvo al lado de Rick y le sonrió:
- Bien, ya hemos dado de alta a la comandante. – le dijo, al tiempo que le entregaba unos papeles a la enfermera. – Todavía va a tener que tomar medicamento y estar en reposo por unos días, pero ya pasó el peligro. Reaccionó muy bien al tratamiento y su recuperación fue increíble.
- ¿Entonces ya se puede ir a casa?
- En este instante. – El doctor sonrió.
- ¡Gracias doc! – Rick le estrechó cordialmente la mano.- Le agradezco mucho sus atenciones.
El doctor asintió y se alejó de ahí. El teniente Hunter se dio cuenta de que Lisa no estaba en la cama y supuso, correctamente, que estaría en el baño. Fue hasta allá y escuchó el agua de la ducha corriendo.
- ¡Lisa! – llamó a la puerta. – Aquí está tu ropa… ¿Dónde te la dejo?
- ¡Oh…! - ¿Podrías ponerla por dentro del baño? – Lisa le contestó.
Aquella escena le resultaba extrañamente familiar a Rick. Lo mismo había sucedido cuando él y Minmai habían quedado atrapados en el depósito de carga del SDF1 y ella… ¿Por qué siempre tenía que volver a pensar en Minmai?
Rick entreabrió la puerta del baño y con cuidado introdujo la mochila con una mano, dejándola en el suelo y sin atreverse a mirar. Luego fue a sentarse en el sillón y alargó la mano para tomar una revista que estaba sobre la mesa de noche. Comenzó a hojearla distraídamente, esperando que Lisa terminara de tomar su baño. De pronto se detuvo cuando vio la imagen de Minmai en toda su gloria en una de las páginas de aquella revista.
- ¡Minmai! – murmuró entre dientes. - ¡Vaya!
Sus ojos brillaron cuando vio aquella fotografía. Hacía ya muchas semanas que no veía a Minmai y aparentemente, de acuerdo a la nota de la revista, había estado muy ocupada con su nuevo disco y preparando una serie de presentaciones a beneficio de la reconstrucción de la ciudad Macross. Rick sonrió, pensando que probablemente podría asistir a alguna de esas presentaciones… pero su sonrisa desapareció cuando leyó el nombre de Kyle en el artículo y sus declaraciones en contra de la RDF.
- ¿Es esto lo único que sabe hacer este tipo? – Rick estaba molesto. - ¡Si no sabe lo que dice mejor debería de mantener su bocota cerrada! Solo nosotros, quienes estamos dentro del ejército, sabemos los esfuerzos que en realidad se están llevando a cabo… ¿Cómo puede venir este inútil a decir estas mentiras como si fueran la verdad absoluta en el universo?
Rick cerró la revista y la arrojó al cesto de basura. Se cruzó de brazos y miró a la ventana, todavía con una expresión de disgusto en el rostro.
- ¿Qué ve Minmai en ese tipo? Ella tiene convicciones más profundas que esas… ¿Por qué todas las mujeres parecen estar fascinadas con Kyle? ¡Ni siquiera Lisa fue inmune a sus encantos!
Aquel pensamiento lo hizo sentir un vacío en el estómago. Él sabía de la relación tan estrecha entre Kyle y Minmai y no se engañaba sobre lo que era tan obvio, el hecho de que detrás de su cariño fraternal de “primos” había una relación mucho más… intima. Él recordaba aquella declaración que Kyle había hecho en el hospital, diciendo que solo esperaba el momento oportuno para pedirle matrimonio a Minmai. Aquello lo había hecho sentir mal, pero aquella noche en el mirador, él había terminado pensando en Lisa… en la ausente Lisa que se encontraba a miles de kilómetros de distancia, en la Base Alaska.
- Delta 1 a Skull 1. ¿Me escucha, teniente Hunter?
Rick parpadeó, como si despertara de un sueño y se encontró con Lisa, que lo observaba con una sonrisa en el rostro.
- ¿Dónde estás, Rick?
El teniente sacudió la cabeza y se frotó las sienes al tiempo que se ponía de pie.
- Es que… estaba recordando… olvídalo, no tiene importancia.
Lisa estaba ocupada poniendo sus pertenencias dentro de la mochila. Rick la observaba moverse alrededor de la habitación. Sus movimientos eran lentos pero ya se veía mucho mejor. Él se alegró de haber elegido ese conjunto para Lisa, pues el color del mismo resaltaba sus ojos esmeralda y su cabello color miel.
- Déjame ayudarte con eso. – Rick tomó la mochila. – Bueno… ¿nos vamos?
- Si… - Lisa miró a su alrededor para asegurarse de que nada hiciera falta. – Vámonos.
Rick abrió la puerta para ella y sonrió con ternura cuando vio a Lisa tomar su rosa blanca en la mano antes de salir de la habitación. Aquella flor ya no estaba en sus mejores momentos, pero aun así Lisa la sostenía como si estuviera hecha de cristal. Le sonrió a Rick y le mostró la flor.
- La voy a poner en agua en mi habitación.
- Pero Lisa, si ya está marchita.
- No… todavía no.
Lisa salió y comenzó a caminar por el pasillo. Rick la miró y suspiró, pensando otra vez en lo poco que él le daba a Lisa y lo mucho que ella parecía apreciarlo. Pensó en conseguirle una docena de rosas, aunque enseguida supo que en esos tiempos aquello era poco menos que una misión imposible. Al percatarse de que Lisa ya casi salía del pasillo, Rick corrió a su lado y galantemente le ofreció su brazo para que se apoyara en él. Lisa le agradeció el gesto con una sonrisa y ambos salieron del hospital, dirigiéndose a la habitación de la comandante Hayes. * * *
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[1] “THE MAN IN MY LIFE” (Lynn Minmai) – Traducción: “Ahora que estoy segura de haber encontrado al hombre de mi vida, paso los días sola, persiguiendo un sueño. ¿Por qué tengo esperanzas y rezo por qué a él le importe? Si el jamás se detiene siquiera para ver que yo estoy ahí. ¿Por qué lo amo tanto? Él vive en una nube. ¿Por qué no puede escuchar a mi corazón que grita a todo pulmón? Si tan sólo el pudiera ver lo que siento en mi interior, tal vez vendría a casa y se quedaría aquí a mi lado… aquí a mi lado.
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