chapter = 7
author = Evi
dedicate = A mi buena amiga Caty, por todo el apoyo que he recibido de ella para seguir escribiendo esta historia y también por inspirarme a escribir algunas de las escenas incluidas en este capítulo.
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO
por Evi
CAPITULO VII
Rick no había podido dormir aquella noche. Después de que se había asegurado de que Lisa estuviera segura en la nave, él había regresado a la casa y había comenzado a empaquetar algunas cosas. Ya era tarde cuando por fin había decidido volver al VD01 e instalarse cerca de la puerta de la bodega, en donde había finalmente dormido solo por un par de horas. Apenas amanecía cuando él ya estaba levantado otra vez.
Fue a donde Lisa dormía plácidamente y le alegró verla así. Quería que descansara después del día tan agotador que había pasado. Sabía que había sido muy desgastante para ella, con todas las emociones que había tenido que enfrentar. Lisa se veía preciosa dormida así, tan tranquila y relajada. Él la observó por un buen rato y tuvo el impulso de acariciarle el cabello, pero no lo hizo por temor a perturbar su sueño. Al final simplemente colocó cerca de Lisa una ración de comida y una pequeña nota en la que escribió:
“Desayuno en la cama para mi comandante favorita. – Rick.”
Salió de la nave y fue al segundo piso de la casa, en donde estaba el objeto que más quería transportar a la bodega: el piano. Comenzó a trabajar en ello, llevando el piano cerca de la destruida ventana de la habitación. Luego volvió al VD01 y subió a la cabina, desde donde comenzó a manipular un brazo mecánico para bajar el piano y poder embalarlo correctamente para su transporte.
* * * * *
Lisa abrió los ojos cuando un ruido la sobresaltó. Miró a su alrededor y le tomó un minuto recordar en donde estaba. Se sentó lentamente, estirándose y tallándose los ojos para espantar el sueño. Se sentía bastante descansada aquella mañana. Sus ojos se toparon con la ración de comida y la nota de Rick. Ella sonrió con ternura cuando la leyó y pensó que para Rick siempre era una prioridad la comida, lo cual no era tan malo, porque ella frecuentemente se olvidaba de comer.
Otra vez el ruido hizo que Lisa saliera de sus pensamientos. Se puso de pie y fue a la puerta de la nave. Cuando la abrió vio como el piano aterrizó suavemente y en una sola pieza justamente fuera de la puerta de la bodega. Lisa miró hacia arriba y vio a Rick operando el brazo mecánico desde la cabina, con gran precisión.
- ¡Hey, buen día! – él la saludó, al tiempo que comenzaba a descender por la escalera. - ¿Dormiste bien, Lisa?
- Muy bien… pero… ¿Y esto, Rick?
- Bueno, - Rick saltó hasta el suelo y se recargó en el piano, limpiándose el sudor de la frente. Aquella mañana solo vestía unos pantalones cargo y una camiseta blanca. – Es que pensé que debería comenzar con el trabajo. No quise despertarte… ¿Ya desayunaste?
Lisa le mostró la ración que tenía en la mano y Rick se adelantó, la tomó de las manos de Lisa, la abrió y se la entregó.
- Listo, cómetela. Se que sabe feo, pero te hace bien… mira, voy a embalar el piano. Ya solo es cuestión de meterlo en la bodega. Si me das un poco de espacio lo haré ahora mismo.
Lisa sonrió y se movió a un lado de la puerta, en donde vio el saco de dormir de Rick en el suelo y enseguida supo que era ahí donde él había pasado la noche. Rick ya estaba empujando el piano con gran trabajo, pero con gran convicción también.
- ¡Déjame ayudarte, Rick!
Lisa se apresuró a poner su comida a un lado y a ayudar a Rick. Entre los dos el trabajo fue un poco más sencillo. Ya dentro de la bodega, Rick comenzó a embalar y a asegurar el piano, mientras ella seguía comiendo.
- Rick… quiero agradecerte por todo esto. – Ella le dijo con sinceridad. – Esto significa mucho para mí y yo—quisiera encontrar alguna manera de poder pagar todas tus atenciones y todo lo que haces por mí.
- ¡Ni lo menciones, Lisa! No estoy haciendo esto por obligación, y tú lo sabes.
Rick miró a Lisa sobre su hombro y ella se sonrojó un poco, sin saber por qué. Rick volvió a su trabajo.
- Además es lo menos que puedo hacer por ti… después de todo yo soy quien te debo demasiado, Lisa… tú me has hecho un buen piloto… tú me has sacado de muchos apuros. No sabes lo agradecido que estoy de que seas tú quien me comande durante los combates y las batallas. El saber que estás ahí siempre me da seguridad… en la última batalla fue realmente aterrador salir a luchar sabiendo que tú no estarías ahí para guiarme… lo único que escuchaba era la canción de Minmai en el sistema de comunicaciones… pero lo que en realidad yo deseaba escuchar era tu voz, guiándome a través del fuego enemigo.
Los ojos de Lisa se llenaron de lágrimas. Rick estaba hablando mientras continuaba trabajando, por lo que no se percató del efecto que sus palabras tuvieron en su comandante. Ella no podía creer que Rick prefiriera escuchar su voz que la de Minmai. Aquello hizo que el corazón se le llenara de alegría y esperanza. Rick miró a Lisa y le sonrió con cierta nostalgia, al tiempo que continuó hablando:
- Te debo la vida, Lisa…
- No lo creo, teniente… - Lisa habló con remordimiento. – Una vez casi te mato, Rick…
- Cierto… y gracias a que me derribaste sobre el Pacífico, hoy estoy aquí contigo. Si no lo hubieras hecho, dos días después los zentraedis me hubieran matado… porque yo hubiera estado al frente del Bermellón aquel día, en lugar de Roy. ¡Me salvaste la vida, Lisa!
La comandante Hayes sintió que la sangre se le congelaba en las venas cuando escuchó aquel comentario. Jamás lo había visto de esa manera, pero lo que Rick estaba diciendo tenía sentido. Si Rick no hubiera estado en el hospital aquel día…
Lisa sacudió la cabeza, no queriendo siquiera pensar en las posibilidades. Miró a Rick, quien casi terminaba de embalar y asegurar el piano. Se veía tan joven y tan lleno de vida. Su corazón comenzó a palpitar con fuerza. El teniente Hunter era demasiado atractivo… ¡Y se preocupaba tanto por ella!
- Bien, -dijo Rick recargándose en el piano y limpiándose el sudor de la frente. - ¿Terminaste de desayunar? Tal vez podemos ir ahora a ver que hay en el refugio. Si tenemos suerte quizás podríamos tener una buena comida… estoy seguro que tu padre aseguró algunas provisiones en el interior.
- Si, lo hizo. – Lisa le sonrió. – Mi padre era un hombre muy precavido y muy práctico. Siempre pensaba en todo y no dejaba nada a la suerte.
- Me hubiera gustado conocerlo.
- A mi me hubiera gustado que lo conocieras. – Lisa respondió con gran sinceridad. – Tengo la seguridad absoluta de que le hubieras agradado mucho, Rick… eran soldados como tú los que hacían que mi padre se sintiera orgulloso de las fuerzas armadas.
- ¿Soldados como yo? ¿A qué te refieres?
- Soldados que comenzaron desde abajo y que van subiendo por sus propios meritos y aptitudes… que han luchado, que han entregado el corazón en cada batalla, que han puesto su vida en peligro en nombre del deber… ¡Hubiera estado tan orgulloso de ti, Rick!
El teniente Hunter se sonrojó un poco y se rascó la nariz nerviosamente, al tiempo de dejaba escapar una risita. Por alguna razón el hecho de que el Almirante Hayes hubiera estado orgulloso de él lo hacía sentir orgulloso de sí mismo.
- ¿Y tú Lisa? ¿Estás orgullosa de mí?
Lisa se sorprendió por aquella pregunta lanzada a quemarropa. Sin embargo aquella sonrisa lenta y sincera que a Rick le gustaba ver aparecer en su rostro le dijo al teniente todo lo que necesitaba saber, aun antes de que Lisa dijera nada.
- Siempre he estado orgullosa de ti, Rick Hunter.
Rick le devolvió la sonrisa y lentamente se acercó a ella. Lisa sintió que el corazón se le volvía loco en el pecho cuando él la miró a los ojos y su mano tocó levemente su cabello, provocándole un chispazo de energía en todo el cuerpo. Rick acercó su rostro al suyo y le mostró algo que tenía entre los dedos.
- Tenías una pelusita. – Le dijo sonriendo.
- ¡Oh! – Lisa se ruborizó. - … ¡Gracias!
Rick soltó una risita traviesa y se alejó rumbo a la puerta.
- ¡Vamos comandante, no sea floja! Tenemos mucho que hacer el día de hoy.
Rick salió de la nave y Lisa se quedó inmóvil por unos segundos. A pesar de toda la tristeza y el dolor que había sentido el día anterior, ahora se sentía diferente. Rick siempre se las ingeniaba para hacerla sentir bien, aun en medio de las peores circunstancias. Cuando salió de la nave, Rick la esperaba al lado de la puerta de la casa. Se inclinó y galantemente le señaló la entrada.
- ¡Después de usted, señorita Hayes!
* * * * *
Lo primero que Lisa y Rick tenían planeado hacer aquel día, era entrar en el refugio subterráneo. Ella sabía que ahí encontrarían muchas cosas importantes y útiles. Rick había forzado la cerradura la noche anterior, lo cual no había sido fácil en absoluto. Aquello era una cámara totalmente sellada, impenetrable y muy segura. Aun con las armas Robotech que Rick había utilizado, la labor no había sido sencilla, pero él era lo suficientemente persistente – terco, diría Lisa- como para intentarlo hasta que lo había logrado.
- Aquí estamos. – Rick le dijo a Lisa, frente a la puerta del refugio. – Tuve que literalmente derretir el sistema de seguridad… después con el láser forcé los seguros que mantenían la puerta cerrada aquí y allá… había unos sellos en esta parte y en aquella que tuve que destruir también. Pero ya estuvo… la puerta finalmente cedió.
- ¡Vaya! – Lisa no sabía si estaba más impresionada por la seguridad de su padre o por el hecho de que Rick la hubiera traspasado.
Ella se adelantó y abrió la puerta lentamente. Una vez adentro del refugio, Rick localizó enseguida un panel de control que estaba parpadeando. Se acercó y oprimió un botón. El lugar se iluminó enseguida. Aparentemente ahí adentro había un sistema de energía independiente para soportar la vida humana por un periodo prolongado de tiempo. Miraron a su alrededor, sorprendidos de lo que vieron.
Aquel refugio era grande y espacioso. Ellos estaban en un vestíbulo, alrededor del cual había varias puertas que llevaban a habitaciones independientes. Cada una estaba perfectamente bien señalizada: departamento, almacén, cuarto de control.
El cuarto de control era pequeño y desde ahí se llevaba a cabo el monitoreo tanto externo como interno del refugio. Los sistemas estaban trabajando bien. En el almacén encontraron varios contenedores de aluminio, semejantes a los que tenían en el VD01. Ahí era donde estaban resguardados los artículos valiosos de la familia Hayes, Lisa pensó. También había agua y comida en abundancia, lo que hizo que ambos oficiales se alegraran, al saber que ya no tendrían que depender de las raciones que ellos traían consigo. Había artículos de limpieza como jabones y shampoo, que hicieron que Lisa prácticamente danzara de felicidad alrededor del almacén.
Finalmente entraron al departamento. Aquel lugar consistía en una pequeña sala central equipada con un sistema de entretenimiento y computadora. Había una pequeña cocina, un baño y una habitación con 2 literas y un pequeño almacén anexo en donde había ropa, sabanas, cobijas, toallas y otros enseres. Era un lugar acogedor y confortable, aun y cuando se encontrara bajo tierra.
- ¡Es increíble! – Rick finalmente comentó. – Tu padre en realidad pensaba en todo, Lisa.
- Si, lo hacía.
- ¿Quieres que vayamos a revisar las cajas?
- Si… bueno… antes de revisar las cajas quisiera…
- ¿Si?
Lisa sonrió misteriosamente y señaló hacia el baño del refugio.
- ¡Estoy muriéndome por tomar un buen baño, Rick!
- ¡Oh! – por alguna razón él se sonrojó un poco. – Si, claro… un baño… bueno, yo—mientras tanto yo voy a ir arriba a trabajar un poco más… regreso en una hora y si quieres… te ayudo con las cajas—yo…
- De acuerdo. – Lisa sonrió.
Rick salió del refugio y Lisa fue por jabón y shampoo, algunas cremas y demás artículos a la bodega. Luego fue a buscar algo de ropa limpia al almacén que estaba adosado a la habitación. Las toallas eran suaves y la ropa que eligió fue un pantalón cargo, muy similar al que Rick estaba usando, y un sweater color verde oliva, que resaltaba sus ojos. Ella reconoció que esa ropa era suya, la que tenía en la casa… la que no había usado en tanto tiempo. Recordó que ese pantalón y ese sweater eran su conjunto favorito cuando iba a montar a caballo. Aquello tenía un aire de extraña familiaridad que le encantaba.
Entró al baño y por la siguiente media hora dejó que el agua tibia acariciara su cuerpo, relajándola y haciéndola sentir revitalizada. Como el baño era demasiado pequeño, había dejado su ropa en la habitación. Se envolvió en una toalla y salió del baño, con rumbo al cuarto. Iba caminando sin prisas y sin preocupaciones, tarareando una canción, cuando la puerta del departamento se abrió y Rick entró.
Ambos se detuvieron en seco y quedaron como congelados en el lugar en donde estaban parados. Los ojos de Rick se clavaron en Lisa y no pudo dejar de admirarla. Su cabello mojado le caía sobre los hombros… y la manera en cómo ella mantenía la toalla alrededor de su cuerpo dejaba expuesta prácticamente toda su espalda. Rick admiró la perfección de sus líneas y de su piel. Su mirada bajó hasta las piernas de la comandante… Rick sentía que le faltaba el aire, pero era a causa de que simplemente había dejado de respirar.
Lisa se veía hermosa… se veía tan joven, tan bella, tan perfecta… el efecto que ella había tenido en Rick había sido inmediato. Su corazón le latía con fuerza y sentía que todo su cuerpo estaba reaccionando ante la imagen de Lisa… y aquel aroma tan intoxicante que ella había dejado detrás de sí.
- ¡Rick! – Lisa protestó. - ¡Me voy a vestir!
- ¡Oh! – Rick finalmente tomó aire. – Si, si… lo siento Lisa, es que—yo no quería… uh…
Pero por más esfuerzos que hizo, no logró moverse de donde estaba parado. Lisa se sonrojó profundamente y entró a la habitación hecha un torbellino. Rick clavó su mirada en la puerta cerrada de la habitación y dio un paso atrás, buscando soporte en el muro a sus espaldas. Sentía que las piernas no serían capaces de sostener su peso por mucho tiempo más.
- ¡Dios mío, es preciosa! – murmuró, al tiempo que se frotaba las sienes.
Le tomó un momento a Rick el controlar su respiración y los latidos de su corazón. Pero no podía quitarse la imagen de Lisa de la cabeza. Lo que había visto le había encantado y lo había hecho querer ver más. De pronto se dio cuenta de que deseaba a Lisa Hayes. La atracción física que sentía por ella era algo que simplemente no podía evitar, no podía negar y no podía ignorar. Su comandante lo enloquecía y tuvo que admitirse a sí mismo, que en más de una ocasión él se había preguntado que se sentiría estar con Lisa en un plano más íntimo.
- Pero… ¿Qué te pasa, Hunter? – se reprendió a sí mismo cuando se dio cuenta de lo que estaba pensando. - ¿Cómo puedes pensar así de Lisa? Ella es una mujer que merece mucho más que esto… merece tu consideración y todo tu respeto… ella no es igual a ti… ella es sofisticada y muy distinguida… ella es demasiada mujer para ti… ella jamás se fijaría en un simple piloto, Hunter… y tu no deberías de tener esos pensamientos de una persona a la que le debes tanto respeto… además ella está vulnerable en estos momentos… ¡No puedes aprovecharte de ella en estas circunstancias! Eres un maldito insensible, Rick Hunter…
Rick se obligó a si mismo de salir del departamento, apenado de lo que había sucedido y sintiéndose miserable por lo que había estado pensando. Se dirigió al almacén, en donde comenzó a investigar las cajas de seguridad que había en aquel lugar, que eran arriba de veinte. Tenía curiosidad por abrirlas y ver que era lo que guardaban en su interior, pero decidió que eso le correspondía a Lisa.
* * * * *
Después de un buen rato, la puerta del almacén se abrió y Lisa entró. Rick estaba sentado en el suelo, con la espalda contra el muro y los ojos cerrados. Ni siquiera se percató de la presencia de Lisa. Ella aun se sentía apenada por lo que había ocurrido en el departamento, pero al verlo así se olvidó de todo lo demás. Rick se notaba cansando.
- ¡Lisa! – Rick se puso de pie de un salto. – No te escuché entrar… yo—solo estaba descansando mis ojos.
- Te ves exhausto… Rick, has trabajado mucho.
- ¡Nah! – sonrió Rick. – Estoy bien… iba a llevar algunas otras cajas a la nave, pero esta lloviendo muy fuerte.
- Me siento mal, Rick… no te he ayudado prácticamente en nada y tú estás haciendo el trabajo pesado solo… yo—
- ¡Olvídalo Lisa! Estoy bien… y tu has estado ocupada en tus asuntos, que es lo que más importa.
- Bien, pero esta noche te voy a preparar una buena cena, ¿de acuerdo?
- Eso si me gusta. – Rick le guiñó el ojo. – Aquí si que hay comida de donde elegir… todas esas latas…
- Voy a preparar algo rico. – Lisa fue a examinar las latas.
Rick la miró y sintió que la sangre se le calentaba en las venas otra vez. La ropa que Lisa traía puesta la hacía lucir informalmente magnífica. El tono de verde de su sweater hacía que sus ojos adquirieran un matiz oscuro, casi misterioso y eso le encantaba. Además resaltaba el color de su cabello. Él se preguntó si Lisa sabía lo bien que le quedaba aquel sweater. Sus ojos recorrieron la espalda de Lisa y una sonrisita apareció en sus labios al recordar lo que había visto unos minutos antes en el departamento. Pero enseguida sacudió la cabeza y se obligó a sacarse esos pensamientos de la mente.
- Lisa… - le dijo. - ¿Quieres abrir algunas de estas cajas de seguridad? No se, ¿Tú crees que aquí estén las digitalizaciones que tu padre hizo de la biblioteca y todo lo demás?
- Estoy segura que sí. – Lisa se acercó a las cajas.
- Es que pienso llevarlas arriba, para poder ponerlas en la bodega del VD01 más tarde, pero pensé que tal vez te gustaría echar un vistazo primero.
Lisa asintió con la cabeza y pasó la mano por encima de una caja. Sus dedos se detuvieron en la cerradura de seguridad y con un movimiento fluido ella ingresó un código. La caja se abrió de inmediato y Rick parpadeó sorprendido.
- Mi padre y yo teníamos asignado un código de seguridad secreto para este tipo de cosas. – Lisa le explicó, sonriendo nostálgicamente.
- Pues si, el almirante Hayes definitivamente pensaba en todo.
Lisa abrió la caja y examinó su contenido. Eran antiguos documentos familiares escrupulosamente acomodados en estricto orden cronológico. Lisa sonrió, feliz de saber que ese tipo de documentos se habían salvado del holocausto. Miró a Rick y con la mirada le agradeció el hecho de que hubiera sido él quien hubiera insistido tanto en ir a ese lugar a recuperar aquel acervo.
Lisa fue a la siguiente caja, mientras Rick examinaba con gran curiosidad el contenido de la primera, maravillándose de los antecedentes familiares de Lisa Hayes.
En la segunda caja Lisa encontró artículos que habían pertenecido a la familia por años, algunos relojes antiguos, bastantes joyas y otros muchos objetos de valor que representaban toda una fortuna. En otra de las cajas encontró una gran cantidad de dinero en efectivo y varios títulos comerciales y documentos bancarios, que Lisa supo ya no valían nada. También encontró antiguos retratos familiares y la colección completa de sus antepasados militares que su padre solía mantener en uno de los pasillos del segundo piso. Lisa estaba segura que su padre había mandado almacenar todas esas cosas cuando había iniciado la guerra.
Rick se sorprendía cada vez más con todo lo que estaba descubriendo en aquellas cajas. Sentía que con cada una que se iba abriendo, una parte del pasado de Lisa iba saliendo a flote… y aquello era algo que realmente lo hacía sentirse pequeño al lado de la comandante Hayes. Al ver todas aquellas joyas, aquel dinero, aquellos documentos familiares, los retratos de sus antepasados, Rick comprendió que Lisa era toda una aristócrata. Bien hubiera podido tener un título nobiliario, incluso ser una princesa.
Una princesa… eso era lo que Lisa era para él.
Rick notó que Lisa se había detenido en una de las cajas. Se veía seria y hasta un poco triste. Él se acercó y miró sobre su hombro, solo para encontrar una gran cantidad de videos VHS, video-8 y DVDs.
- Son videos caseros. – Lisa le explicó sin que él preguntara. – De cuando yo era pequeña… de mi mamá… de mi familia…
- ¡Eso es fantástico, Lisa! – Rick sonrió con gran sinceridad. - ¿No te alegra que esto haya sido preservado?
- Más de lo que tú podrías imaginarte, Rick…
Su voz había sido un susurro y Rick supo que aunque ella estaba feliz, al mismo tiempo aquel hallazgo la había puesto nostálgica. Tal vez iba a pasar un buen tiempo antes de que Lisa estuviera preparada para ver todos aquellos videos familiares… pero una cosa era segura, Rick quería verlos con ella.
Lisa cerró esa caja en particular y continuó revisando las demás. Todas tenían cosas importantes y de valor, tanto monetario como sentimental y Lisa agradeció a su padre por ser tan precavido. Gracias a él, ella era una de las pocas personas en la tierra que podía decir que conservaba el registro de su familia.
Finalmente Lisa llegó a un grupo de cajas – aproximadamente unas siete – marcadas con un sello de la RDF. Aquella era la colección completa de música, libros, revistas y otros materiales que su padre había mandado digitalizar. Y no se equivocó, en cuanto abrió las cajas, un gran número de discos aparecieron en cada una de ellas. Era la colección completa que había sido recopilada por la familia Hayes durante más de 100 años.
- Aquí está. – le dijo a Rick. – Esto es lo que venimos a buscar… supongo que significa que ha sido una misión cumplida.
- Si, supongo que sí.
La voz de Rick se escuchó triste. Era muy pronto como para volver al Sahara 001, él quería pasar más tiempo con Lisa en aquel lugar. Pero sabía que no podía disponer de su tiempo y que debía acatar las órdenes que Lisa le diera. Calculó que aun le tomaría un día más llevar todo a la nave VD01.
Lisa cerró las cajas y le sonrió a Rick.
- Gracias Rick… te agradezco lo que haces por mí.
- De nada. Ahora, si tú así lo dispones, voy a comenzar a llevar estas cajas a la nave.
- Rick… ¿Quieres que te—?
- No, estoy bien. –Rick se recargó sobre una de las cajas y le sonrió a Lisa. – Creo que tu misión aquí es proveer el sustento para la vida.
- ¡Oh! – Lisa le devolvió la sonrisa. - ¡Claro! Yo prepararé algo de comer… ¡Te va a gustar mucho, ya lo verás!
Rick asintió con la cabeza, sin dejar de sonreír, y comenzó a cargar las cajas. Lisa lo miró, maravillada ante la fuerza y la resistencia de Rick, a pesar de no ser un hombre con un físico particularmente impresionante. Pero era muy fuerte… sin que él se diera cuenta, Lisa comenzó a admirar su cuerpo bien formado… sus brazos musculosos… su abdomen plano. Cuando Rick abandonó aquella habitación, cargando una de las cajas, Lisa suspiró profundamente y sonrió para sí misma. Ella no pudo notarlo, pero incluso se ruborizó levemente.
- Bien señor Hunter… ¿Qué le prepararé de comer? Algo con muchos carbohidratos sería bueno… los va a necesitar después de ese trabajo tan pesado que está haciendo.
Lisa escogió algunos enlatados de la alacena y enseguida se dirigió a la cocina, en donde puso manos a la obra, empeñada en preparar la mejor cena que se pudiera para Rick.
* * * * *
Cuando el teniente Hunter terminó de almacenar todo lo que había empaquetado aquel día y las cajas del refugio, regresó al subterráneo. Sentía que cada músculo del cuerpo le dolía. Los brazos y las piernas le temblaban después del duro trabajo del día. Estaba agotado y hambriento.
Entró al refugio y fue directamente al departamento, en donde encontró a Lisa atareada, poniendo la mesa. Él no se había percatado sino hasta entonces de un pequeño comedor adosado a uno de los muros cerca de la cocina. Lisa estaba ocupada poniendo los platos y los cubiertos en la mesa y no se había dado cuenta de su presencia en la habitación.
Aquello le dio a Rick la oportunidad de observarla – o más bien de admirarla. Él sonrió con ternura al notar lo contenta que Lisa se veía. Estaba arreglando aquella mesa como si se tratara de un elegante banquete, aun y cuando los utensilios no fueran precisamente de porcelana china. Rick se sorprendió al pensar en lo elegante que Lisa era y cómo podía convertir cualquier situación en algo sumamente especial.
- ¡Rick! – ella lo saludó con alegría al notar su presencia en la habitación. - ¡Bienvenido a casa!
Aquel recibimiento y esas palabras tuvieron un efecto misterioso en Rick. Hicieron que sintiera una familiaridad y una paz que hacía mucho no sentía. Un ambiente de hogar y de familia que no había vuelto a sentir desde que su madre había muerto hacía ya tantos años. Era un sentimiento que solo Lisa podía provocar en él.
- Ya regresé. – Fue lo único que pudo murmurar.
- La cena está lista.
- Yo… quisiera tomar una ducha antes de cenar. Es que—estoy sudado y sucio.
Lisa le sonrió con ternura y asintió con la cabeza.
- El agua está caliente y en el baño hay todo lo que necesitas… déjame traerte una toalla.
- No, está bien Lisa. Yo iré por ella…
- Ahí hay ropa limpia… supongo que podrás encontrar algo que te quede.
Rick asintió con la cabeza y fue a la habitación, en donde estaba el compartimiento con la ropa. Por alguna razón se sentía ansioso, no podía esperar a estar con Lisa cenando, y no era solamente por la comida. Encontró en la ropa que estaba almacenada en aquel lugar un conjunto deportivo que le pareció cómodo para dormir. Era un pantalón gris y una camiseta gris con detalles azules. Fue directamente al baño y escuchó a Lisa tarareando alegremente en la cocina. Sonrió y se apresuró a darse el baño que tanta falta le hacía.
Lisa regresó al comedor y sonrió al percatarse de que todo estaba listo para la cena. Se había esforzado bastante y estaba segura de que después de sobrevivir con la comida del Sahara 001 y las raciones en el VD01, aquella cena sería un cambio muy bien recibido. Había preparado tres tiempos: una sopa, el plato principal que además era una antigua receta de familia y el postre que incluía un delicioso café moka. Hacía tiempo que había estado soñando con uno de esos.
Se aseguró de que todo estuviera en orden para cuando Rick volviera y luego fue hacia donde estaba el aparato de sonido, el cual tenía mucha música almacenada. Era la música favorita de su padre. Puso el aparato a reproducir las canciones al azar y sonrió cuando la música comenzó a llenar el aire en aquel lugar.
Era un cambio muy agradable no tener que escuchar a Minmai, que parecía ser la única cantante que existía en el mundo desde que el SDF-1 había despegado hacía un par de años. Lisa pensó que tal vez de hecho Minmai era la única cantante que existía en el mundo… pero era agradable escuchar algo de música más tradicional, para variar un poco.
Lisa escuchó varias canciones, sonriendo con los recuerdos que se le venían con cada una de ellas. Recordaba que cuando era pequeña, odiaba que su papá pusiera su música, porque a ella no le gustaba particularmente. Pero ahora esas canciones le parecían simplemente maravillosas.
Una canción, que había sido una de las favoritas del Almirante Hayes, comenzó a escucharse y Lisa sonrió, con lágrimas en los ojos, al recordar que en una ocasión ella había sacado esa canción en el piano y la había tocado para su padre para uno de sus cumpleaños.
“Only tell me that you still want me here when you wander off out there to those hills of dust and hard winds that blow in the dry wide ocean alone…” [1]
Lisa no pudo evitarlo, comenzó a cantar esa canción en voz baja, sintiendo un nudo en la garganta pero a la vez un calorcito que le recorría todo el cuerpo. De pronto se sintió transportada a un mundo en donde el sol brillaba, había música en el ambiente, había amor, se sentía segura y donde la vida era más fácil.
Rick iba saliendo del baño, con la toalla alrededor del cuello, todavía secándose el cabello, pero se detuvo en seco cuando vio a Lisa, recargada en la mesa en donde estaba el aparato de sonido, cantando suavemente para sí misma. El teniente Hunter se recargó contra el marco de la puerta del baño, no queriendo interrumpir a Lisa.
“… but to stand with you in a ring of fire, I’ll forget the days gone by. I’ll protect your body and guard your soul from mirages in your sight…”
Rick sonrió, sintiendo que lo que Lisa estaba cantando era perfecto para describir lo que ella hacía por el… siempre había estado a su lado, aun en el peligro, cuando ambos se encontraban rodeados por el fuego… y era ella la que siempre estaba ahí para mostrarle el camino, para proteger su cuerpo y cuidarle el alma… sobre todo cuando había espejismos en su camino.
- Lisa tiene una voz muy hermosa. – Rick pensó. – No es como la de Minmai, pero es bonita… y se escucha muy bien cuando canta.
Se imagino a Lisa cantando una canción solo para él, en su oído y se estremeció con el solo hecho de pensarlo. Había habido un par de ocasiones en que ella le había hablado al oído y en ambas ocasiones aquello lo había hecho temblar de pies a cabeza.
Sus ojos se abrieron con sorpresa cuando se percató de que Lisa estaba moviéndose lentamente al ritmo de la canción, como si estuviera bailando… ¿O no lo estaba haciendo? Rick separó sus labios, sin poder quitarle los ojos de encima a la comandante, que seguía sin darse cuenta de su presencia en la habitación.
“… if your hopes scatter like the dust across your track, I’ll be the moon that shines on your path. The sun may blind our eyes, I’ll pray the sky above for snow to fall on the Sahara. If that’s the only place where you can leave your doubts, I’ll hold you up and be your way out… and if we burn away, I’ll pray the skies above for snow to fall on the Sahara…”
Lisa se movía lentamente al ritmo hipnotizante de la música. Rick sentía que el corazón se aceleraba en su pecho y que sus piernas se debilitaban. La voz de Lisa, sus movimientos lentos y acompasados, la manera en que el cabello le caía sobre los hombros… todo lo estaba volviendo loco. Sentía su respiración acelerada y una sensación extraña en el estómago que le provocaba cosquillas en todo el cuerpo.
De pronto Lisa se dio media vuelta y se detuvo en seco. Había quedado frente a frente con Rick. Ambos se congelaron en donde estaban, con los ojos muy abiertos y su mirada clavada en los ojos del otro. Lisa estaba sorprendida de encontrarlo ahí y Rick se sentía apenado de que lo hubiera atrapado espiándola… aunque en realidad no la estaba espiando, en el buen sentido de la palabra. La música proseguía, pero ellos no parecían poder romper el silencio.
Finalmente fue Rick el que pudo salir de su trance. Una pequeña sonrisa traviesa apareció lentamente en sus labios y sus ojos adquirieron un brillo de fuego cuando habló en voz baja:
- No sabía que le gustara bailar, comandante Hayes.
- Yo… es que… no… - Lisa se sonrojó profundamente.
- Tienes una voz preciosa, Lisa… deberías de cantar más seguido.
- ¡Rick! – lo regañó. - ¿Cuánto tiempo has estado aquí?
- Lo suficiente como para darme cuenta de que tienes muchos talentos escondidos… me pregunto que otras sorpresas tienes guardadas por ahí.
Lisa se sonrojó aun más y bajó su mirada. Rick se rió con una calidez y una sinceridad que hacía mucho no escuchaba en su risa. Dejó la toalla dentro del baño y se acercó a Lisa, quien había quedado inmóvil cerca del reproductor de música.
- Lisa, lo digo en serio… cantas muy bien.
- Gracias… - Lisa respondió sin poder controlar su sonrojo. - Yo… mejor voy por la cena…
- Déjame ayudarte.
- No, todo está bajo control. – Lisa salió huyendo hacia la cocina. – Por favor, toma asiento… espero que te guste la cena.
- Estoy seguro que será fantástica. – Rick tomó su lugar en la mesa. – Esa canción, la que estabas cantando… es muy bonita.
- Si… a mi papá le gustaba mucho.
Lisa apareció con una bandeja con la cena. Rick sonrió al darse cuenta de que olía deliciosamente bien. Lisa colocó ante él un plato de sopa e hizo lo mismo con el suyo. Se sentó frente a Rick, poniendo la bandeja con el resto de la comida a un lado, y con un gesto de la mano le indicó a Rick que comenzara a comer.
En la siguiente media hora, Rick no pudo dejar de repetirle a Lisa lo deliciosa que estaba esa cena y el buen sazón que ella tenía. Lisa estaba algo apenada con la entusiasta respuesta que el teniente había tenido con su comida, pero a la vez se sentía complacida al saber que él disfrutaba de algo que ella había preparado con tanto cariño.
- Así que te gusta bailar. – Rick le preguntó, al tiempo que le servía una taza de moka a su comandante. – Porque se nota que lo sabes hacer muy bien.
- No… - Lisa se sonrojó. – Bueno, mi padre me enseñó a bailar pero… no, en realidad no es una actividad que practique regularmente.
- Bueno, pues a mi me gustaría ir a bailar contigo alguna vez.
- ¿En serio? – Lisa lo miró con incredulidad, pero sintiendo que otra vez se sonrojaba.
- Si, bueno… lo haría, si supiera bailar… ¿Crees que algún día puedas enseñarme?
- ¡Por supuesto! - Lisa le sonrió.
- Lisa, todo estuvo delicioso… este café es el broche de oro… no creo que jamás haya tenido una cena tan deliciosa en toda mi vida, y lo digo en serio.
- Después de las raciones de la RDF, cualquier comida sabe bien.
Rick se rió con aquel comentario, pero volvió a asegurarle que era una cocinera increíble y que había disfrutado la cena.
- … y la buena compañía. – Rick finalizó.
- Yo también disfruto de tu compañía, Rick.
Rick tomó su taza de café y se fue a instalar en el sofá. Aquel lugar era bastante acogedor y cómodo, sobre todo para tratarse de un refugio. Lisa lo miró y él le sonrió, palmeando ruidosamente el sofá, indicándole con eso a Lisa que fuera a sentarse a su lado, cosa que la comandante hizo de inmediato.
- Me va a tocar lavar los trastes. – Rick se rió. – Pero vale la pena.
- No Rick, déjalos… tu ya has hecho demasiado.
Hubo un silencio entre ellos. La música de fondo seguía sonando suavemente. Lisa se escondía detrás de su taza de moka, como solía hacerlo cuando se sentía nerviosa. Rick la miraba insistentemente, sin poder controlar ese fuego que sentía quemándole por dentro. Lisa Hayes le gustaba… le gustaba mucho… le gustaba demasiado.
Los ojos de Lisa se encontraron con los suyos y Rick sintió que su corazón recibía un golpe directo. No sólo esos ojos lo hacían perder la razón, sino que además había algo en ellos… algo que lo hacía sentir culpable. Porque él se la había pasado todo el día tratando de controlar el fuego que lo estaba quemando por dentro, esa atracción física tan fuerte que sentía por Lisa… y ahí estaba ella, mirándolo a los ojos con la mirada más sincera y pura que él hubiera visto en su vida.
¿Cómo podía pensar en satisfacer sus instintos con Lisa, mientras ella lo miraba con esa mirada dulce y llena de inocencia? Era una mirada que casi era… ¿De amor? Nunca nadie lo había mirado de esa manera en su vida. Se sintió como un miserable, pensando en todo lo que Lisa había hecho por él… y lo poco que él le había dado a cambio.
Rick se estiró para dejar su taza de moka sobre la mesita de café, pero se quedó inmóvil, al tiempo que un quejido escapaba de su garganta. Lisa se apresuró a dejar su taza sobre la mesa y a poner su mano en el brazo extendido de Rick.
- ¿Qué te pasa? – le preguntó con preocupación. - ¿Te lastimaste?
- No… estoy bien. – Rick gruñó. – Creo que solo fue un tirón… en el músculo…
- Fue por mover tantas cajas pesadas hoy… ¡Oh Rick! Siento mucho que te haya puesto a trabajar de esta manera…
Él se recargó sobre el respaldo del sofá, dando masaje a su hombro derecho, que era el que le había dolido. Sabía que Lisa tenía razón, se había extralimitado con el trabajo de cargar cajas. Los músculos le dolían y se sentía totalmente exhausto. Aun así le sonrió a Lisa y lo negó con la cabeza.
- No te preocupes, estoy bien.
Rick sintió un choque eléctrico cuando la mano de Lisa se posó sobre su hombro y comenzó a frotarlo con firmeza. Él cerró los ojos y decidió dejarla hacer eso… se sentía muy bien. Sin poder contenerse, un gemido se escapó de sus labios.
- ¡Que rico!
- ¿Por qué no te volteas un poco, para que pueda darte masaje en ambos hombros?
Rick abrió los ojos y miró a Lisa interrogativamente. ¿Había escuchado bien? ¿La comandante Hayes quería darle un masaje? Notó que Lisa tenía una sonrisa nerviosa en el rostro y se había sonrojado un poco, como si estuviera sorprendida de su propia propuesta. Rick por su parte sintió como su corazón se aceleraba de cero a mil en una fracción de segundo.
- Bueno… te debo un masaje, ¿recuerdas? – Lisa intentó justificarse. – Después de que tu me diste aquel, en el Sahara 001… y supongo que este es un buen momento…
- Un momento tan bueno como cualquiera… - Rick le dio la espalda a Lisa. – La verdad es que un masaje sería fantástico, Lisa. Me siento un poco adolorido… los hombros, el cuello y la espalda me están matando.
Por un segundo hubo silencio entre ellos. Parecía que el tiempo se había congelado. Lisa se sentía nerviosa y no se atrevía a poner las manos sobre Rick… mientras que él, expectante, esperaba el momento en que ella lo tocaría. Los corazones de ambos latían con fuerza, anticipándose al momento.
Finalmente las manos de Lisa se posaron sobre los hombros de Rick y después de un segundo de duda, Rick sintió cómo ella comenzaba a aplicar presión. Él cerró los ojos y trató de controlarse y disfrutar aquello… aunque sentía que el corazón le iba a estallar en el pecho.
Lisa se sorprendió al sentir los músculos de Rick bajo su camiseta. Se sentían fuertes y firmes, acostumbrados al trabajo y al ejercicio. Pero también se sentían tensos y lastimados. Ella jamás había dado un masaje en su vida y no estaba segura de qué era lo que debería hacer o cómo debía hacerlo. Pero al parecer estaba haciendo un buen trabajo, porque Rick parecía estarlo disfrutando.
- ¿Te molesta si me recuesto en el sofá? – Rick le preguntó, mirándola sobre su hombro.
- Claro que no… ¡adelante!
Rick se acostó boca abajo en el sofá y Lisa se sentó a su lado. De esta manera tenía un acceso más fácil a su espalda, sus hombros y su cuello. Puso sus manos en los hombros de Rick y las bajó hasta su espalda baja, provocando que el teniente ronroneara como un gatito. Ella sonrió y comenzó a aplicar presión a lo largo de la columna de Rick.
- ¡Vaya! – Rick murmuró contra el cojín que usaba de almohada. - ¡Se siente muy bien!
- ¿Te gusta?
- Si… - Rick gimió. – Es delicioso…
Lisa sentía que se estaba derritiendo por dentro. La voz de Rick tenía cierto tono que la hacía volverse loca. Y el saber que ella, la comandante Hayes, le estaba produciendo esa sensación de bienestar a Rick era demasiado. La piel del muchacho se sentía cálida debajo de la camiseta. Lisa localizó algunos nudos en los músculos de omóplato y se concentró en deshacerlos, haciendo que Rick prácticamente gimiera contra el cojín.
- Creo que es mi turno de preguntarte en donde aprendiste a hacer eso, comandante Hayes. – Rick la miró, con una sonrisita en los labios.
- Es mi primera vez, Hunter. – Lisa le devolvió la sonrisa.
- ¡Vaya! Un talento natural… nunca dejas de sorprenderme, Lisa.
- Nah… sólo recordé la manera en cómo tu me hiciste el masaje aquel día… - Lisa tenía sus manos en los hombros de Rick y los masajeaba con cuidado. – Dicen que es mejor con aceites y todas esas cosas.
- Hmmm… - Rick sonrió traviesamente. - ¿No hay aceite en la bodega? A mi me pareció ver algunas botellas…
Lisa se sonrojó profundamente y asintió con la cabeza.
- Si, así es… ¿Te gustaría—?
- ¡Oh, me encantaría!
Lisa levantó las cejas incrédulamente. No podía creer que Rick le estuviera pidiendo aquello. Rick le sonreía traviesamente, pero dentro de sí él también estaba sorprendido de lo que estaba haciendo. Él era un chico tímido con las mujeres, jamás había sido tan directo con ninguna en su vida… pero Lisa le inspiraba esa confianza… y el deseo que sentía de que ella lo tocara iba más allá que la timidez que siempre estaba presente en él.
- Déjame ir por él…
Rick intentó incorporarse, pero ella lo detuvo.
- No… está bien, yo se donde está… no tardo…
Lisa fue hacia la bodega y Rick la observó, soportando el peso de su cuerpo sobre su brazo, y con su mejilla recargada en su mano izquierda. Sus ojos recorrieron el cuerpo de Lisa mientras ella se retiraba. Por más que quería sacarse esos pensamientos de la cabeza, no podía hacerlo. Cada vez que regresaban de alguna batalla, sus compañeros pilotos iban con sus novias o salían a la ciudad Macross a buscar compañía femenina. Había un dicho entre los soldados que después de una batalla venía una mujer. Ellos decían que era la única manera de sentirse vivos tras el combate.
Rick jamás había hecho eso. Él siempre le había sido fiel al amor que sentía por Minmai… ¡Ese amor que él le había declarado antes de la última batalla! El teniente Hunter suspiró frustradamente, pensando que aquella declaración había sido hecha al viento. A Minmai no parecía haberle importado mucho. Pero al final del día, cuando la batalla había terminado, no era Minmai a quien Rick acudía… siempre había sido Lisa la que estaba ahí para hablar con él, preguntarle cómo había salido todo, aun y cuando era ella quien lo había guiado en el combate… ella quien sabía los pormenores. Pero aun así, siempre escuchaba lo que él tenía que decirle.
Si, Rick también iba con una mujer después de cada combate… para sentirse vivo… y esa mujer era Lisa Hayes. ¿Por qué jamás había notado esa atracción tan poderosa antes? Era cierto que desde hacía tiempo él sentía que Lisa le gustaba… desde que la había rescatado de la Base Sara de Marte. Incluso cuando había estado en el hospital había tenido un sueño en el que él le decía a Minmai que Lisa le comenzaba a gustar… había habido varias veces en las que el deseo de besarla había sido demasiado… aunque siempre los habían interrumpido. Pero aquella noche Rick sentía que no podía más. Esos días que había pasado con Lisa lo habían vuelto loco de deseo. Quería sentirla cerca, quería sentirla viva… quería sentirla suya.
- ¿Cómo puede ser que mis hormonas se hayan desquiciado de esta manera por Lisa? Ella es una mujer a la que yo respeto demasiado… no es justo que trate de sobrepasarme con ella… ella no merece esto pero…
Rick se preguntó qué tan lejos estaba Lisa dispuesta a llegar con él.
Lisa volvió con el aceite en la mano y una expresión en el rostro que era como si se dirigiera al paredón de fusilamiento. Estaba nerviosa y no sabía que esperar de Rick.
- ¿Por qué está haciéndome esto? – Pensaba. - ¿Se dará cuenta de lo que provoca en mí? Dios mío… ¡Lo quiero tanto! ¿Acaso él no nota los sentimientos que tengo por él?
Rick se sentó en el sofá cuando Lisa regresó. Sin dar tiempo a que ella dijera nada, él mismo se sorprendió cuando se quitó la camiseta. Lisa se detuvo en seco y se sonrojó cómo nunca en su vida.
- Yo… - Rick se arrepintió enseguida de lo que había hecho. – Es que—pensé que…
- Si, bueno… si vamos a usar aceite, creo que esto es lo más normal. – Lisa trató de que su voz sonara calmada y profesional. – Acuéstate, Rick… veamos que podemos hacer con esto…
Rick se acostó boca abajo otra vez y sintió las manos tibias y suaves de Lisa deslizarse por su espalda, con la sensación lubricante del aceite que además olía muy bien. Rick trató de controlarse, pero un gemido se escapó desde lo más profundo de su garganta.
Para Lisa, el tener las manos sobre la piel desnuda de Rick era más de lo que podía soportar. Era tan suave, tibia… tan fuerte. Sus manos recorrieron toda la extensión de la espalda del teniente, aplicando una capa uniforme de aceite. Luego comenzaron a subir y bajar por sus costados, provocando que Rick se estremeciera bajo sus manos. Lisa fue más allá de la espalda, recorriendo la extensión de los brazos musculosos de Rick. Volvió a sus hombros y después la base de su cuello. Para entonces Rick ya no estaba en este mundo. Aquel masaje se prolongó durante casi una hora. Ninguno de los dos dijo ni media palabra durante ese tiempo. Lisa estaba cansada, pero no se hubiera detenido ni aunque miles de bombas hubieran caído sobre el refugio en ese momento. Se sentía conectada a Rick, en sincronía con él.
La respiración del teniente era profunda, suave, acompasada. Lisa se preguntó si estaba durmiendo, pero la verdad es que Rick estaba concentrado en sentir a Lisa, disfrutar las sensaciones que sus manos le provocaban y trataba a toda costa de controlar sus propias reacciones.
Las manos de Lisa se posaron en sus hombros y ahí se detuvo. Pensó que su trabajo ya estaba hecho. Rick parecía haberse dormido. Pero en cuanto sus manos se detuvieron, Rick volteó su rostro para mirarla a los ojos. Le sonrió adormilado y se sentó lentamente. Lisa lo miró sin hacer comentarios.
- Traía una leve jaqueca hace un rato, Lisa. – Su voz era suave y profunda. - ¿Te importaría frotarme un poco de ese aceite en las sienes?
- No, claro que no.
Rick asintió y sin darle tiempo a Lisa de reaccionar, se tendió de espaldas en el sofá, colocando su cabeza en el regazo de la comandante. Cerró sus ojos y suspiró profundamente.
Lisa lo observó un momento. Su cuerpo era perfecto… su pecho bien formado, sus músculos abdominales bien marcados… ella sacudió la cabeza, no queriendo ir más allá. Se vertió un poco más de aceite en las manos y las frotó para calentarlas un poco. Después con mucho cuidado y suavidad colocó sus dedos en las sienes de Rick y comenzó a frotarlas lentamente y con un ritmo suave y constante. Aquello hizo que el teniente gimiera otra vez.
- ¡Se siente tan bien, Lisa…! – murmuró casi sin aliento. - ¡Tú te sientes tan bien!
- ¿Te gusta? – Lisa le preguntó en un susurro.
Rick asintió con la cabeza y una expresión de absoluto placer apareció en su rostro cuando Lisa comenzó a masajearle el cuero cabelludo. Rick suspiró profundamente y comenzó a hacer pequeños sonidos con su garganta. Lisa sentía que todo el cuerpo le temblaba… sentía un calor que la estaba consumiendo por dentro. Sentía que su cuerpo entero palpitaba sin control.
De pronto, los ojos azules de Rick se clavaron en los suyos. Él la miraba, todavía recargado en su regazo. Lisa notó que el teniente había atrapado sus manos en las suyas.
- ¿Qué sucede, Rick? – Ella apenas y pudo hablar.
Rick no dijo nada, solo guió las manos de Lisa y las colocó sobre su pecho. Lisa estaba respirando con dificultad. Rick no rompió el contacto visual, pero comenzó a guiar las manos de Lisa por su pecho, de arriba a abajo con firmeza. Él no le decía nada, pero la mirada y la sonrisa que tenía en su rostro eran más que elocuentes. Lisa sentía que estaba a punto de desmayarse. No podía creer que estuviera haciendo lo que estaba haciendo con Rick… ya no era el teniente quien estaba guiando sus manos, ella misma las movía sin control, a través del pecho de Rick. El soltó un gemido de placer y cerró los ojos, queriendo enfocarse en las sensaciones que Lisa provocaba en él.
- Rick… - Lisa pensaba. - ¿Por qué no me dices que me quieres? Ahora es un buen momento…
Lisa tuvo que luchar con el impulso que tenía de inclinarse sobre Rick y besarlo. De pronto Rick se movió para yacer sobre su costado. Lisa pensó que finalmente se había quedado dormido, pero nunca se imaginó que Rick lo había hecho porque ya era difícil esconder las reacciones que Lisa había provocado en su cuerpo. Lisa le acarició el cabello por unos minutos, haciendo que Rick se relajara de una manera increíble. Aunque él no deseaba dormirse, ¡no en ese momento! Aun así las caricias de Lisa obraron su magia y él comenzó a caer en un estado de duermevela en donde las sensaciones y las imágenes de esa noche se mezclaban en su mente.
Lisa se movió un poco, colocando un cojín bajo la cabeza de Rick. Alcanzó una manta que estaba sobre el respaldo del sofá y la colocó amorosamente sobre él, asegurándose de que estuviera cómodo y arropado aquella noche.
Se puso de pie y lo observó por unos segundos, sonriendo complacida. Ahora ella misma se estaba frotando los brazos, pues los sentía un poco adoloridos después de esa sesión de masaje tan intensa.
- Duerme bien, Rick. – murmuró. – Descansa… ¡te lo mereces!
Lisa se dio media vuelta e iba a comenzar a caminar rumbo a la habitación, cuando sintió la mano de Rick cerrarse alrededor de su muñeca de una manera casi posesiva. Ella se dio la media vuelta y miró al teniente, que aun yacía sobre su costado, pero la miraba con atención. Atrajo la mano de Lisa hacia él y ella tuvo que dar un paso al frente. Sin decir palabra, Rick se llevó su mano a los labios, besándosela ardorosamente.
- ¿A dónde vas? – la voz de Rick sonó ronca, adormilada.
- A dormir… ya es tarde.
- Quédate conmigo.
Lisa se sorprendió con las palabras de Rick y con el tono que había utilizado para decirlas. No era una sugerencia, no era una petición, aquello había sido una orden directa. Ella negó con la cabeza y trató de dar un paso atrás, pero él no soltaba su mano y no le permitía alejarse de él. La atrajo con fuerza, pero con delicadeza. Lisa fingía resistirse, pero finalmente se sentó al lado de Rick en el sofá y él se movió un poco, haciendo espacio para ella. Puso sus brazos en torno al cuerpo de la comandante y la obligó a que se recostara a su lado, abrazándola por detrás.
Lisa cerró los ojos, sintiendo el cuerpo de Rick totalmente amoldado al suyo, como si fueran dos piezas de un mismo rompecabezas. Sus brazos la abrazaban posesivamente y aquella sensación le gustaba. Lo único que la separaba de Rick era la manta con la que ella misma lo había cobijado. Sintió cómo Rick hundía su rostro en su cabello y suspiraba profundamente.
- Lisa… - susurró en su oído.
- ¿Qué sucede, Rick?
Ella sintió la mano del teniente acariciándole el estómago, queriendo entrar debajo de su sweater. Aquello era más de lo que ella podía soportar. La respiración de Rick se había vuelto pesada y entrecortada. Lisa sabía que era lo que estaba sucediendo, y aunque ella también lo deseaba, sintió que no podía dejar que las cosas continuaran.
“Escapa del amor, antes de que este escape de ti.”
- Rick… - dijo sentándose de golpe. – El sofá es demasiado pequeño, es mejor que me vaya a la habitación, creo que ambos estaremos más cómodos así.
De pronto el teniente Hunter se percató de lo que estaba haciendo y de inmediato se sintió arrepentido y apenado con Lisa. Asintió con la cabeza, sin siquiera poder abrir los ojos para encarar a la comandante.
- De acuerdo. – apenas pudo murmurar.
- Duerme bien, Rick.
- Tu también Lisa… descansa.
Lisa se dirigió a su habitación sin prisa, tratando de mantener su dignidad. Rick abrió los ojos y la vio alejarse. Su corazón le latía sin control y sentía todo su cuerpo débil. Cuando Lisa desapareció de su vista, él se tendió de espaldas, mirando hacia el techo.
- ¿Por qué soy tan tonto? ¿Por qué siempre lo hecho todo a perder? Lisa no es como las demás mujeres… ella no es así… ella no es Minmai.
Sus ojos comenzaron a cerrarse. A pesar de todo, el masaje que Lisa le había dado lo había relajado increíblemente y eso, mezclado con el cansancio del día, hizo que Rick cayera en un sueño profundo. Y por alguna razón, toda la noche soñó con su comandante, a quien, por más esfuerzos que hacía, ya no podía ver sólo como a su oficial superior.
* * * * *
Lisa entró a su habitación y fue directamente a una de las literas. Había pensado que le pediría a Rick que ocupara cualquier otra, pero bajo las circunstancias de aquella noche, pensó que un poco de distancia era lo más sano para ambos. Lisa se cambió de ropa y se metió entre las sábanas. Aquella cama era la más cómoda en la que ella había estado en mucho tiempo.
- No puedo culpar sólo a Rick de lo que sucedió esta noche… o de lo que estuvo a punto de suceder. Yo también fui demasiado lejos con ese masaje… con esas caricias.
Cerró los ojos y una sonrisa apareció en sus labios al recordar la textura de la piel de Rick, su calor, la manera en cómo él sonreía y respondía a sus caricias con aquellos sonidos que escapaban de su garganta y que a ella la hacían perder la razón. Rick Hunter la enloquecía. Ese hombre le fascinaba… le gustaba mucho, lo encontraba demasiado atractivo… y lo peor de todo, lo quería mucho… lo amaba con todo su corazón.
Pero ella estaba consciente de las cosas y de que Rick era el eterno enamorado de Minmai. A pesar de todo el tiempo que habían pasado juntos y a pesar de las constantes muestras de cariño que Rick le prodigaba, él jamás le había dado ninguna razón para pensar que sentía algo por ella más allá de la amistad y camaradería que compartían.
- Lo que sucedió esta noche… fue el calor del momento… Rick es un hombre con sangre en las venas… y yo lo estaba disfrutando. ¡Dios mío, vaya que lo estaba disfrutando! Pero…
Lisa puso sus brazos debajo de su cabeza a manera de almohada y cerró los ojos, recordando las sensaciones que Rick había provocado en ella… la manera en que él había tomado sus manos y las había guiado sobre su pecho… el sonido de su voz cuando le había pedido que se quedara con él. Aquello había sido demasiado para ella.
- Rick… - susurró. – Si me lo hubieras pedido una vez más… si hubieras insistido sólo un poquito más… no hubiera podido decir que no…
Suspiró profundamente, con cierta frustración reflejada en su rostro. Se dio vuelta, acostándose sobre su costado y abrazó su almohada.
- Pero lo que siento por ti va más allá de esto, Rick… te amo tanto que… que bajo ninguna circunstancia podría permitirme arruinar las cosas… si algo sucede entre nosotros, no quiero que sea así… yo no quiero ser la conquista de una noche de Rick Hunter.
* * * * *
A la mañana siguiente, Lisa se despertó con el aroma inconfundible de un buen desayuno. Era una mezcla de café con el olor del pan caliente y huevos. Aquello hizo que ella sonriera, era un sentimiento de familiaridad que le encantaba.
Se puso de pie y se acomodó el cabello. Había dormido en un conjunto deportivo que había decidido usar como pijama, así que no tuvo que cambiarse para salir.
Y encontró a Rick, ocupado como una hormiguita, preparando el desayuno.
- ¡Lisa, buenos días! – la saludó con alegría. – Ven, el desayuno está servido. Sabía que no podrías resistirte a este aroma tan increíble… siempre he sido bueno preparando el desayuno, ¿sabes? Vas a probar mi especialidad… un Desayuno a la Hunter.
- ¡Todo se ve delicioso! – Lisa miraba todo lo que Rick tenía sobre la mesa y se preguntaba si podrían terminarse todo.
- Siéntate… voy a traer el café… latte para la señorita.
Lisa sonrió, sabiendo que Rick ya parecía conocer sus preferencias y hábitos alimenticios. Tomó asiento mientras pensaba que lo más seguro es que Rick no fuera a hacer ningún comentario de la noche anterior. Y si él no lo hacía, ella tampoco lo haría.
Rick volvió, trayendo consigo una taza de café latte para Lisa y una de café negro sin azúcar para él. Lisa siempre bromeaba, diciéndole que esa era la causa de su hiperactividad.
- ¿Descansaste bien? – Rick preguntó con interés.
- Si, muy bien, de hecho… ¿Y tú?
- ¡De maravilla! Lisa, gracias por el masaje de anoche… la verdad es que los músculos me estaban matando, pero dormí como un bebé y ahora me siento de maravilla. – Rick tomó las manos de Lisa a través de la mesa y las palmeó cariñosamente. – Al parecer tienes el don de curar, comandante Hayes.
- Bueno, tú no estuviste tan mal cuando fuiste el masajista. – Lisa sonrió, retirando sus manos de las de Rick y regresando a su café.
El teniente se rió y se enfocó en la comida. Comenzó a hablar de lo que tenía que hacer ese día, de que ya casi había terminado de cargar la nave con el material rescatado y que esa mañana había hablado con Max al Sahara 001. Él le había informado que la nave había sido ubicada en una zona sin riesgo y que él y Miriya estaban llevando a cabo las labores de reconocimiento con gran eficiencia.
La conversación se dirigió entonces a los Sterling. Hablaron sobre su inesperado romance, sobre la boda que Lisa se había perdido, pero que había seguido con gran interés por la televisión – con su padre. Hablaron sobre sus aptitudes y su talento natural para el vuelo y cómo juntos eran el arma más mortal de la RDF.
Cuando se hizo un silencio en la conversación, Lisa aprovechó para anunciarle a Rick algo que había decidido la noche anterior.
- Rick… después de desayunar… quiero ir al estudio de mi padre.
El teniente asintió.
- ¿Sientes que estás preparada para hacerlo?
- Si… creo que debo de hacerlo hoy. Sólo quería pedirte un favor… ¿Podrías venir conmigo?
- ¡Por supuesto, Lisa!
- Bien… - Lisa sonrió. - ¿Sabes que es lo que más me agrada de Max y Miriya?
Rick notó que Lisa volvía a la conversación previa y decidió seguirla, sin hacer más comentarios sobre el estudio de su padre. Era la última habitación de la casa que les faltaba por revisar y Rick sabía que al hacerlo, ya no tendrían más excusas para quedarse más tiempo en la casa de los Hayes. Sería hora de volver al Sahara 001 y él se preguntó si Lisa lo había decidido de esa manera por lo que había pasado la noche anterior.
- ¿Acaso quieres huir de mí, Lisa? ¿O realmente estás preparada para enfrentar todos tus fantasmas?
De una u otra manera, él decidió que él iba a estar a su lado. Recordó la canción que Lisa había estado cantando la noche anterior, - ¡Otra vez esa imagen de Lisa bailando que lo estaba trastornando más y más a cada momento! – y recordó algunas de las palabras de la misma: “Si este es el único lugar en donde puedes dejar atrás tus dudas, yo te sostendré y te mostraré el camino de salida.”
Eso era lo que él iba a hacer. Él sería para Lisa un amigo incondicional que siempre la apoyaría, la ayudaría y jamás la iba a abandonar.
- Ella es mi luna… la luna que siempre brilla en mi camino y me marca el rumbo. – pensó, todavía parafraseando la canción de la noche anterior.
Lisa, ajena a sus pensamientos, estaba alabando su desayuno y lo delicioso que estaba. Rick sonrió para sí, sin poder quitarse de la cabeza un pensamiento que había estado atormentando desde esa mañana… el hecho de que cada día que pasaba, él sentía que estaba queriendo a Lisa más y más. Mucho más allá de la obvia atracción física que existía entre ellos, él comenzaba a sentir algo más por ella. Algo fuerte y profundo que iba mucho más allá que una simple noche de placer.
* * * * *
Cuando Rick por fin pudo abrir la puerta de la biblioteca de los Hayes, esta cedió con un rechinido ensordecedor. Era una puerta de doble hoja que se abría majestuosamente para dar paso a una biblioteca enorme.
Rick se quedó en la puerta, esperando que Lisa hiciera el primer movimiento. Ella se llevó las manos al pecho y entró, su mirada recorriendo el lugar con una expresión de incredulidad en el rostro que le dijo a Rick que lo que estaba viendo no era exactamente lo que ella estaba acostumbrada a ver en ese lugar. Él podía entender el porqué, ya que una parte de aquel recinto había colapsado, dejando nada más que ruinas.
Los enormes libreros que alguna vez albergaron miles de libros estaban prácticamente vacíos. Rick sabía que muchos libros habían sido salvados, pues había algunos en las cajas que habían sacado del refugio. Pero muchos habían sido pulverizados y los que habían sobrevivido ahora estaban mojados y deshechos, pues la lluvia se filtraba en aquel lugar. Rick volvió a admirar la providencia del Almirante Hayes y el hecho de que de antemano hubiera guardado una copia digitalizada de ese enorme legado cultural.
Las paredes del estudio estaban prácticamente desnudas. Rick no se preocupó, porque él mismo había visto todos los retratos a salvo en el refugio. Pero había un par de pinturas mostrando paisajes campiranos, que estaban prácticamente incrustadas en el muro y muy deterioradas. Rick pensó que era imposible rescatarlas.
Había restos de muebles esparcidos por todo el lugar, sobre todo lo que él pensó, con acierto, que habían sido sillas y enormes y cómodos sillones. Ahora estaban reducidos a cenizas y restos casi irreconocibles. Había algunas alfombras hechas jirones en el suelo mojado y tapices en las paredes en las mismas condiciones. Las pocas cortinas que habían sobrevivido a la destrucción estaban rasgadas y muy apenas cubrían los restos de lo que una vez fueron ventanas.
Y al fondo de aquel lugar, en la posición de honor, un enorme escritorio de maderas finas con incrustaciones… hecho añicos.
Lisa parecía dirigirse exactamente a ese lugar, mientras que Rick la seguía de cerca, observándolo todo en silencio. Cuando vio que ella puso su mano sobre los restos del escritorio y se recargó pesadamente sobre él, supo que ese era el lugar en donde generalmente pasaba su tiempo el Almirante Hayes. Rick no sabía que hacer. Se sentía como un intruso. Dio un paso atrás, pero se detuvo cuando vio que los hombros de Lisa se sacudían… entonces se dio cuenta de que estaba llorando. Trató de acercarse a ella, extendiendo su mano para posarla en su hombro y dejarle saber que él estaba ahí, pero se detuvo a la mitad del camino. No quería perturbarla. Simplemente no sabía que hacer.
- ¿Porqué las mujeres son tan complicadas? – pensó.
Rick comenzó a alejarse lentamente de aquel lugar, pero la voz de Lisa lo detuvo.
- Rick, por favor… no te vayas. – habló en un susurro.
- No me iré Lisa… aquí estoy.
Ella se enderezó y su mirada escudriñó aquel lugar. Era como si lo estuviera viendo con los ojos del ayer.
- Quisiera saber qué es lo que hay en tu mente… quisiera saber que es lo que piensas, Lisa… quisiera que me dejaras traspasar todos esos muros que has levantado a tu alrededor… y que no tuvieras miedo de mi… que pudieras abrirte, vivir la vida sin miedo a sufrir… se que te han hecho mucho daño pero… si sólo te dieras una oportunidad.
Los pensamientos de Rick fueron interrumpidos por la voz dulce de la comandante.
- Tengo tantos buenos recuerdos de este lugar… ¡Pasé tantas horas aquí! Cuando mi padre estaba lejos, este era mi refugio… había tantos libros… tanto que leer, tanto que hacer… y cuando mi papá estaba en la casa, nos sentábamos aquí por horas. Él me contaba muchas historias sobre la vida militar, jugábamos ajedrez… fue aquí en donde me enseñó a bailar.
Lisa sonrió nostálgicamente y Rick se alegró al pensar que tenía tantos buenos recuerdos de aquel lugar. Podía imaginárselo en su época de esplendor, con aquellos cortinajes de terciopelo verde cayendo hasta el suelo, que estaba cubierto de alfombras orientales. Miles de libros alrededor, los impresionantes retratos de la familia… y Lisa, una pequeña, sentada en aquel escritorio tan enorme, esperando a su padre. La imagen que Rick tenía en su mente era a la vez dulce y triste.
De pronto un grito agudo y penetrante hizo que Rick saltara casi golpeando el techo y que se pusiera en guardia. Lisa prácticamente estaba trepándosele encima y él no sabía que era lo que había sucedido o que era lo que ella había visto… ¿Un fantasma? ¿Un cadáver? ¿Un muerto resucitado?
- ¡UNA CUCARACHA! - Lisa gritó en su oído, dejándolo sordo.
- ¿Qué?
- ¡Mátala, Rick! ¡MÁTALA!
Rick estaba aturdido. No sabía como quitarse a Lisa de encima y no sabía donde estaba el monstruo que había causado tal terror en la Comandante Hayes, la misma que había escapado ilesa de una nave Zentraedi, que había sobrevivido a la Lluvia de la Muerte, que había ganado incontables batallas y había sido condecorada por su valor en combate más veces de lo que él podía recordar… y que ahora estaba aterrorizada por un bicho que corría por la pared del estudio, tratando de alejarse de la escena tan rápido como sus muchas patas pudieran llevarlo.
- ¡Lisa! – Rick se la quitó de encima. - ¡Ya se fue!
- ¡NO! ¡Se escondió y va a volver y se me va a subir encima!
- No, no lo hará.
Rick se estaba frotando la cabeza, todavía sin poder recuperarse de aquel grito que casi lo había hecho perder su aparato auditivo. No sabía que Lisa pudiera alcanzar esos tonos de voz tan altos.
- ¿Alguna vez consideraste la idea de cantar opera?
- ¿Qué?
- No, nada… ¡Vaya! ¿Acaso es verdad? ¿Acaso acabo de descubrir una de sus debilidades? ¿Acaso la comandante Hayes le tiene miedo a las cucarachas?
- No, no es miedo… ¡Es terror! Odio a esos bichos… son asquerosos y además… ¡Vuelan!
Lisa se estremeció, y enseguida comenzó a mirar a su alrededor, asegurándose de que aquel feroz monstruo estuviera fuera de su vista. Rick se rió y a cambio obtuvo una mirada asesina por parte de su comandante.
- ¡No es gracioso, teniente!
- Es que— es increíble el pensar que…
Lisa hizo un gesto de disgusto y fingió estar ofendida. Se alejó de ahí tratando de mantener la compostura. Rick fue tras ella, todavía riendo y la tomó del brazo.
- Yo no le recomendaría ir para allá, comandante… parece que ahí es donde viven esos monstruos.
En efecto, de una grieta en la pared se asomaban un par de antenas. Lisa salió prácticamente corriendo de ese lugar y se fue a refugiar al otro extremo del salón.
- ¡Bichos del demonio!
- ¿Escuché bien, comandante Hayes? Una dama como usted no debería de usar ese lenguaje. – Rick seguía riéndose.
- Algún día encontraré tus debilidades, Rick Hunter… y entonces…
- ¿Me está amenazando, comandante? Porque eso es abuso de autoridad.
Lisa se hizo la ofendida y se sentó sobre los restos de un librero que había colapsado. Rick se fue a sentar a su lado y le dio un apretoncito afectuoso en el hombro. Muy a su pesar ella le devolvió la sonrisa.
- ¿Crees que podamos salvar algo de este lugar, Rick?
- Bueno… no mucho, a decir verdad… es que parece ser que aquí se recibió un impacto directo… pero voy a tratar de recoger lo más que se pueda.
- No, no te preocupes… yo se que esto ya no tiene remedio.
- Tal vez aquel globo terráqueo que está allá… y esa alfombra… y algunas cortinas… no lo se, voy a ver que puedo hacer, Lisa.
- Gracias Rick… por todo.
- De nada.
Rick sonreía, pensando que Lisa jamás dejaba de intrigarlo ni de sorprenderlo. A veces lo dejaba sin aliento, como la noche anterior, pero otras veces, como ahora, lo hacía sentir ternura… y lo hacía sonreír.
- Lisa… tú… ¿siempre supiste que querías ser militar?
- Bueno… jamás consideré otra opción… era la tradición familiar. Pero jamás me he arrepentido de mi decisión, Rick. ¿Por qué lo preguntas?
- No se… sólo se me ocurrió.
- Mi padre estaba feliz cuando le comuniqué mi decisión… claro que ya no estuvo tan contento cuando supo que Karl había tenido que ver en la misma.
Rick no hizo comentarios al respecto. Por alguna razón no le gustaba escuchar a Lisa mencionar a Karl Riber. Cada vez que ella lo hacía el sentía algo dentro de sí… algo como… ¿Celos?
- ¿Por qué? Riber era militar, yo pensé que a tu padre le agradaba la idea de que tú y él… -Rick se encogió de hombros.
- No, en realidad no. Mi padre nunca tuvo afecto por Karl… supongo que él sabía cosas que yo no, siendo amigo de su padre y todo. No lo se…
Lisa se perdió en sus pensamientos y Rick tomó una piedrita, arrojándola hacía un charco de agua que estaba a medio salón. Con una voz que intentó mantener casual preguntó:
- ¿Y jamás te volviste a enamorar, después de Riber?
- No, nunca… siempre he guardado su memoria en mi corazón. Nunca he estado particularmente interesada en los hombres y ellos tampoco parecen estar muy interesados en mí, así que el sentimiento es mutuo.
Rick la miró con curiosidad, notando la sinceridad en sus palabras. Él que Lisa siguiera siendo fiel al amor que alguna vez había tenido por Riber era algo comprensible, porque él sabía que Lisa era una persona leal y una gran romántica, a pesar de su apariencia de mujer profesional. Pero el que los hombres no estuvieran interesados en ella, eso era difícil de creer. Era una mujer hermosa, inteligente, una oficial con un futuro prometedor en el RDF.
- Si yo no tuviera a Minmai en mi vida, estoy seguro que bien hubiera podido enamorarme de ti, Lisa Hayes. La atracción física que siento por ti es mucha, pero yo se que en otras circunstancias yo bien podría estar enamorado de ti, especialmente ahora que te conozco tan bien.
- ¿Y qué hay de ti, Rick? – Lisa preguntó a quemarropa. - ¿Cómo van las cosas con Minmai?
- Lisa, tú mejor que nadie sabes que las cosas no son exactamente perfectas entre nosotros en estos momentos. – Rick respondió con cierto fastidio.
- Lo siento… - Lisa susurró.
- Es que no comprendo su actitud. – Rick lanzó otra piedrita al charco de agua. – Viene y me dice que me ama… y después actúa como si yo no existiera.
Lisa miró a Rick sorprendida. ¿Había escuchado bien? ¿Minmai le había dicho que lo amaba? Aquello fue como un golpe directo al estómago de la comandante.
- ¿Y qué le dijiste tú?
- Fue antes de salir a la última batalla… no se en qué estaba pensando, pero tenía el mal presentimiento de que algo podía pasar ese día… el olor a muerte estaba en todos lados y… antes de salir a combate… yo le dije que la amaba.
Lisa cerró los ojos, aquellas palabras le habían provocado un dolor físico en el cuerpo. Rick le había dicho a Minmai que la amaba… y Miss Macross le había correspondido. ¿Qué había sucedido? Lisa sintió que su mundo se venía abajo.
- En ese momento no dijo nada… o tal vez no la dejé decir nada, porque salí corriendo. Además Kyle estaba ahí… ya se había dado la orden de batalla. Pero ella fue a encontrarme a mi habitación y entonces… bueno, nos besamos antes del combate.
Lisa quería salir corriendo de ahí y no seguir escuchando lo que Rick le estaba diciendo. Él se notaba triste y frustrado, pero seguía hablando, a pesar de que Lisa quería que se callara de una vez por todas, aunque sabía que aquello había sido su culpa, ella le había preguntado.
- No lo se, Lisa… ¿Porqué las mujeres son tan complicadas? Me dijo que me amaba, me besó, me dijo que cantaría solo para mí durante la batalla… y tú has visto como están las cosas entre nosotros ahora. Ni siquiera me ha llamado y las pocas veces que la he visto, ha actuado casi como si no me conociera. No es que esperara que ella viniera corriendo a mis brazos después de la última batalla pero…
- Las emociones se desbordan cuando uno esta en peligro inminente. – Lisa habló débilmente. – Es comprensible que ustedes se hayan declarado su amor bajo la amenaza de la batalla… quizás lo único que necesitan es darse un tiempo… deberías de buscarla, Rick. Si es ella a la que quieres, entonces debes de luchar por su amor.
Lisa sentía que su corazón se le rompía en mil pedazos y que un dolor se le clavaba en el pecho con cada palabra que ella misma se escuchaba decir. ¿Qué podía hacer? Si Rick estaba enamorado de Minmai, y de hecho así era, ella no podía actuar como una colegiala celosa. Era una mujer madura y debía actual como tal. Rick y ella eran amigos, él jamás le había mentido respecto a sus sentimientos por Minmai. Y lo que había pasado la noche anterior… no había significado nada, había sido sólo una respuesta física, algo puramente instintivo. Lisa se alegró de no haber permitido que las cosas llegaran más lejos. Eso hubiera complicado aun más las cosas para ella.
- No lo se… - Rick se notaba molesto.- Dicen que los soldados revelan sus sentimientos antes de salir al combate, como yo lo hice… pero no se si haya sido un error. Es decir, yo amo a Minmai, de eso no tengo ninguna duda… sólo quisiera que ella lo comprendiera y no lo tomara tan a la ligera.
- Y ahí estaba yo, emocionada por aquel mensaje en clave Morse… esas palabras que significaron tanto para mi y que he guardado con cariño en mi corazón… y él le da a ella una gran declaración de amor… ¿Porqué Minmai es tan tonta como para no darse cuenta de lo que está perdiendo al tratar a Rick de la manera como lo hace?
- ¡En fin! – Rick quería terminar esa conversación. – Supongo que no hay más remedio que esperar pacientemente… cuando uno esta enamorado de esta manera, los únicos recursos son la perseverancia y la paciencia.
- Supongo que si.
- Y bueno… aparte de jugar ajedrez, ¿Qué otra cosa hacías con tu padre en este lugar? – Rick trató de cambiar el tema.
- Bueno… aquí pasábamos casi todo el tiempo. A veces también salíamos a recorrer la propiedad a caballo. Le gustaba salir de día de campo y construir columpios para mí. ¡Nos la pasábamos tan bien!
- Tu padre debe de haber sido un gran hombre, Lisa.
- Lo era… era muy tierno y dulce… - Lisa sonrió. – Es decir, cuando no tenía sus actitudes de Almirante conmigo.
Rick se rió y asintió.
- Si, esa parece ser una característica de los Hayes… pueden llegar a ser bastante dulces y tiernos cuando no se esconden detrás de sus rangos militares.
Lisa lo miró interrogativamente y luego se encogió de hombros.
- A veces pienso que el rango militar es lo único que en realidad tengo.
Ahora fue Rick quién clavó su mirada en Lisa. Ella la desvió y antes de que Rick pudiera hacer cualquier comentario, ella ya estaba hablando:
- Creo que una de las cosas de las que mi padre más se arrepintió toda su vida fue del poco tiempo que le dedicó a su matrimonio. Él estaba muy enamorado de mamá, pero sus obligaciones militares lo obligaban a pasar mucho tiempo lejos de nosotras. Ese fue el remordimiento más grande que tuvo.
- Si, supongo que la vida militar es más difícil de lo que suponemos. Se sacrifica demasiado.
- Cierto… - Lisa sonrió con tristeza. - ¿Sabes? Mi padre siempre solía decirme que cuando me enamorara lo hiciera de un militar para que así pudiéramos pasar tiempo juntos. Siempre me preguntaba por mi vida amorosa… y una de las preguntas que siempre me hacía era: “¿Hay algún soldado en tu vida?”
- Sin embargo no le agradaba Riber.
Lisa no sabía por qué Rick insistía en lo mismo. Ella no tenía explicaciones que darle, su padre jamás había hablado al respecto después de que Riber había muerto. Ella jamás supo cuales habían sido exactamente las razones por las que a su padre parecía desagradarle tanto Karl Riber.
- ¿Y tú piensas que es buena idea una relación entre militares?
- Si… - Lisa respondió sinceramente. – Hay mucho en común y lo más importante, como papá decía, la posibilidad de pasar más tiempo juntos.
Lisa tomó una piedrita e imitó lo que Rick estaba haciendo, arrojando la piedrita al charco de agua.
- ¿Fue aquí donde tu padre te enseñó a bailar?
- Si. – Lisa sonrió, pensando que Rick tenía pensamientos muy aleatorios. – Le gustaba mucho hacerlo… decía que un soldado que no sabía bailar, no era soldado.
- Entonces me hubiera odiado.
- No, no lo creo. – Lisa respondió con una sinceridad aplastante. – De hecho he pensado que tú le hubieras agradado mucho a mi padre, Rick.
- ¿De verdad lo crees así? – Rick estaba impresionado. - ¿Porqué lo dices, Lisa?
- Pues no lo se… pero como ya te dije ayer, tú eres el tipo de soldado que él admiraba, uno que ha comenzado desde abajo y ha ido escalando con esfuerzo, por sus propios méritos. Cuando le dije que me habías rescatado de la nave enemiga él se mostró muy agradecido contigo. Se que le hubiera gustado conocerte.
- ¡Vaya! - Rick sintió orgullo al pensar que el Almirante Hayes hubiera sabido de él por medio de Lisa.
Lisa… la hija de un almirante. Aquel pensamiento a veces era difícil de digerir para él. Ella era tan sencilla y tan accesible que a veces a él se le olvidaba que en realidad ambos venían de mundos tan distintos. Lisa, la mujer sofisticada, culta, educada… su mejor amiga.
- Espero que algún día cumplas con lo que me prometiste, Lisa… quiero aprender a bailar… no quiero que el Almirante Hayes tenga quejas en mi contra.
Lisa sonrió y se puso de pie, ofreciéndole su mano a Rick. Él la miró interrogativamente.
- ¡Arriba pues, teniente! Creo que ahora es un buen momento para tener una primera lección.
- ¿Ahora? – Rick tomó la mano de Lisa y se puso de pie. De pronto se estaba sintiendo un poco nervioso. – Lisa es que yo—la verdad es que no se bailar y me da pena…
- Yo no soy una experta, teniente… pero puedo enseñarle lo básico.
Lisa no soltó la mano de Rick, pero con su mano libre tomó la otra mano del muchacho y la colocó suavemente sobre su cintura. Aquello hizo que una corriente eléctrica los sacudiera de pies a cabeza a ambos. Por un momento se sostuvieron la mirada. Lisa sonrió y bajó sus ojos para observar sus pies.
- Es fácil, Rick… solo vas a tener que mantener un ojo en los pies… trata de no pisarme demasiado, ¿de acuerdo?
- Pero Lisa… ¿Qué hago?
- Solo relájate y déjame guiarte… vamos a movernos un paso adelante, uno atrás… sígueme Rick…
Rick hizo lo que ella le dijo. Se sentía nervioso y no sabía porqué. Sus manos le sudaban y no parecía poder coordinar sus pies. No pudo evitar pisar a Lisa en un par de ocasiones, pero aquello rompió el hielo, haciéndolos reír y relajarse. Fue entonces cuando Rick realmente comenzó a disfrutar aquella lección de baile.
Poco a poco él comenzó a darse cuenta de que no era tan complicado como había pensado. Solo era cuestión de coordinarse con Lisa, lo que parecía ser algo sumamente natural entre ellos, de hecho. Pronto encontraron un ritmo y una cadencia que pareció surgir naturalmente entre ellos. Lisa se sorprendía al pensar que ella y Rick siempre parecían estar en sintonía.
- Bueno… no es tan difícil… - Rick sonrió, perdiendo la concentración y con ella un poco del ritmo. - ¡Oh, lo siento!
- Vas bien Rick… adelante… atrás… adelante… ahora sígueme, vamos a comenzar a poner interesante el asunto…
Rick mantenía sus ojos fijos en sus pies. Ambos comenzaron a reírse, realmente disfrutando aquello. El teniente Hunter terminó por relajarse totalmente y en menos tiempo del que él hubiera imaginado, se encontró bailado con Lisa alrededor del salón, al sonido de la voz de Lisa, dándole las instrucciones. Aquello en realidad le pareció muy agradable, la voz de Lisa era la única música que él necesitaba.
Él ya no estaba viendo sus pies, antes bien, mantenía los ojos clavados en Lisa, quien sí seguía cuidando los movimientos de los pies, tal vez tratando de impedir un nuevo pisotón. Rick sonrió levemente y apretó más la mano de su comandante y la presión sobre su cintura. Aquello hizo que Lisa subiera su mirada y sus ojos se encontraron.
Lisa dejó de hablar. La mirada de Rick la dejaba sin aliento y esa manera en cómo le estaba sonriendo la hacía sentir en las nubes. El único sonido en la biblioteca era el de las gotas de lluvia filtrándose en la habitación.
De pronto era Rick quien la estaba guiando a ella. Lisa comenzaba a tener serias dudas de que Rick no supiera bailar, porque lo estaba haciendo muy bien. Por otro lado ella mejor que nadie sabía que Rick aprendía rápido. Ella le sonrió y sin romper el contacto visual, ambos siguieron bailando por la habitación. Había algo en la mirada de Rick que hacía que Lisa se sintiera nerviosa… era la misma mirada que había visto en él la noche anterior… una mirada llena de— ¿deseo?
Lisa no tuvo mucho tiempo para procesar sus pensamientos. Sin percatarse de ello, Rick la había empujado hasta un rincón de la biblioteca. Lisa sintió su espalda contra un muro y Rick soltó su mano, para poder atraparla entre la pared y su propio cuerpo, poniendo su mano sobre el muro, al lado de Lisa, para cerrar cualquier salida.
Lisa sintió que el tiempo se detenía. Rick la miraba a los ojos en silencio. La mano que mantenía en su cintura la aprisionaba posesivamente y su cuerpo estaba peligrosamente cercano al de ella. Lisa sentía el calor y la respiración de Rick… su aliento sobre su rostro. La respiración de la comandante Hayes se hizo agitada y su corazón comenzó a latirle con fuerza. Rick le había cerrado todas las rutas de escape y ella se sentía completamente indefensa. La mirada de Rick la quemaba, la hacía perder la razón… era una mirada intensa, llena de pasión y de deseo.
De pronto Lisa sintió que Rick se movía lentamente, acercándose aún más a ella. Ella trató de guardar distancia, pero el muro a sus espaldas se lo impidió. Levantó sus manos, poniéndolas sobre el pecho de él para mantenerlo a raya, pero el tomó sus manos por las muñecas, para evitar que ella lo rechazara.
- ¡Teniente Hunter!
Aquello fue lo único que ella pudo murmurar, antes de que Rick cerrara los ojos y reclamara su boca. Por el contrario, los ojos de Lisa se abrieron cuando sintió los labios de Rick en los suyos. Aquella escena se congeló por un segundo, hasta que Rick, sintiendo que ella no lo rechazaba, comenzó a besarla con urgencia y pasión. Lisa no salía de su sorpresa. Eso era lo que ella había esperado por tanto tiempo, un beso de Rick Hunter… un beso espontáneo, sin que ella tuviera que ordenárselo y sin público.
Y ahora que estaban ahí, todas las alarmas estaban sonando dentro de ella. Aquello no era correcto… aquello no debería de estar sucediendo.
- ¡Él ama a Minmai, me lo acaba de decir!
Lisa sintió los ojos llenos de lágrimas al pensar que Rick sólo necesitaba un cuerpo femenino para darle rienda suelta a las fantasías que tenía sobre su Señorita Macross. Por un segundo hubo una lucha interna en Lisa, entre lo que ella deseaba y lo que amaba. Deseaba aquel beso… pero amaba a Rick. Aquello no era correcto. No quería que él la estuviera besando, mientras pensaba en Minmai.
Rick quería más, su cuerpo descansaba contra el de Lisa, mientras que su lengua luchaba por intensificar aquel beso. Ella estaba inmóvil. Sus ojos se entrecerraron, como si por un segundo se hubiese rendido a ese beso, pero de pronto comenzó a luchar, tratando de liberarse de la prisión en la que Rick la tenía. Lo empujó, al tiempo que con un movimiento brusco, liberaba sus manos de las de Rick.
“Huye del amor, Lisa… huye, antes de que él huya de ti.”
Y enseguida aquel beso se rompió al golpe de un relámpago. Un sonido seco sonó en la habitación, al tiempo que Rick casi perdió el equilibrio. Su rostro le ardía, pero el no sabía exactamente que había sucedido. Su mano tocó su mejilla, que se sentía caliente. Miró a Lisa, quien mantenía su mano contra su pecho. Había una mirada de dolor y de furia en sus ojos verdes que Rick no había visto jamás. ¿Lisa lo había abofeteado?
- Teniente Hunter. – su voz casi se quebró al pronunciar aquellas palabras. – Espero que se de cuenta de que—
Pero no supo cómo continuar aquella frase. Violentamente volteó su rostro, mirando hacia la ventana y tratando de controlar su respiración. Rick bajó su mirada, apenado de lo que había hecho y todavía sin comprender por qué lo había hecho. Él quería decir algo, pero su voz pareció morir en su garganta. Todavía no podía procesar en su mente la idea de que Lisa lo había abofeteado… todavía mantenía su mano contra su mejilla adolorida.
Levantó su mirada cuando se dio cuenta de que Lisa se alejaba a toda prisa de aquel lugar, caminando con toda su dignidad y gracia militar. Rick se sintió empequeñecido ante ella. Cuando la comandante Hayes salió por la puerta, el teniente Hunter tuvo el impulso de salir tras ella, pero de detuvo, sabiendo que no tenía el valor de enfrentarla. Se dejó caer sobre los restos de un viejo sillón y escondió su rostro entre sus manos.
- ¿Qué hice? ¡Lo he echado todo a perder!
* * * * *
Al verse fuera de la biblioteca, completamente sola en el corredor, Lisa se detuvo por un momento. ¿Acaso esperaba que Rick saliera tras ella? Probablemente… pero ella sabía que eso no sucedería. Aquello había sido un impulso del momento y las hormonas, nada más. No podía esperar que ahora Rick fuera a buscarla… ¿Para qué? ¿Para decirle que aquello había sido un error? Si ella bien lo sabía… ¿O para declararle su amor?
Lisa sonrió con tristeza. Aquello jamás iba a ocurrir. ¿Acaso no hacía sólo unos momentos que él había estado hablándole sobre Minmai y todo lo que ella significaba para él? ¿No era cierto que antes de entrar a batalla, sabiéndose en una situación de vida o muerte, había ido con Minmai para decirle que la amaba? No podía imaginar a Rick diciendo esas palabras… Lisa recordó aquel día, cuando eran prisioneros en la nave Zentraedi y lo que Rick le había dicho entonces: “No te besaría a menos que se tratara de vida o muerte”.
¿A quién estaba tratando de engañar?
* * * * *
Lisa salió prácticamente corriendo de la casa. Afuera la lluvia seguía cayendo. No era una lluvia fuerte, pero si constante. Sin pensar siquiera en que se iba a mojar, Lisa salió de la casa y comenzó a caminar por las orillas de lo que alguna vez había sido el río y el estanque de la propiedad. La lluvia caía sobre de ella, humedeciendo su cabello y su uniforme, pero ella parecía no percatarse de ello, o parecía no importarle.
En su mente repetía una y otra vez la escena que había tenido lugar en la biblioteca hacía unos minutos… Rick acercándose lentamente a ella, atrapándola entre la pared y su cuerpo… buscando sus labios, besándola… ella todavía podía sentir el sabor del beso de Rick Hunter en sus labios.
Lisa hizo un gesto de disgusto cuando recordó la manera en que ella había luchado por escapar de aquello que había sido su sueño de tanto tiempo… cómo había peleado por liberase de las manos de Rick… y cómo lo había golpeado. Sentía que su mano todavía le ardía… así de fuerte había sido el castigo sobre Rick.
- Pero lo que sucedió no fue solamente culpa de Hunter. – Lisa pensó con tristeza. – Yo también deseaba aquel beso… quería cerrar mis ojos y entregarme a él… ¡Lo he deseado durante tanto tiempo!
Mientras continuaba caminando bajo la lluvia, Lisa pensó en Minmai y en lo mucho que Rick parecía amarla; en esa devoción incondicional y casi ciega que él parecía tener por ella. Si eso no era amor, entonces Lisa no podía imaginar qué era… ¿Acaso solamente una obsesión? No, ella sabía que Rick amaba a Minmai. Él había sido sincero con ella al respecto… pero entonces ¿Por qué la había besado?
Lisa pensó que Rick era un hombre que había pasado demasiado tiempo en su compañía. Tal vez era natural que él sintiera necesidades físicas… ella no podía estar muy segura de cómo funcionaba el cerebro de los hombres.
- Pero yo no quiero y no puedo involucrarme entre Rick y Minmai… si él la ama a ella, no hay mucho que yo pueda hacer al respecto. Yo no quiero ser tu premio de consolación, Rick Hunter… en estos momentos no estoy en condiciones de complicarme la vida con una situación de este tipo.
Lisa bajó la cabeza, tratando de olvidar o al menos ignorar las sensaciones que Rick había despertado en ella con aquel beso. Había sentido el deseo de Rick… porque eso era todo lo que había sido, deseo. Pero para ella aquello había sido un instante robado del paraíso. ¡Si tan sólo Rick pudiera comprender los sentimientos que ella tenía por él!
- ¡Si tan sólo YO pudiera comprender los sentimientos que tengo por él! – Lisa pensó. – Pero… no se ni siquiera cómo me siento realmente por él. No se que hacer, no se que decir, no se cómo actuar…
Mientras seguía caminando, miles de pensamientos confusos se amontonaban en su cabeza. Pero todo se reducía a lo mismo: Rick Hunter y el hecho de que la había besado. ¿Qué podía hacer ella para hacer que Rick la amara? Ella no quería que él la deseara, que la viera como a una mujer a su disposición… no, ella quería algo fuerte, algo eterno, algo real. No importaba el tiempo que tuviera que esperar, para Lisa era todo o nada.
Se sentía confundida al pensar en lo mucho que Rick la había hecho cambiar en el tiempo que habían estado juntos. A veces se descubría haciendo o pensando cosas que antes hubieran sido totalmente imposibles para ella. A veces sentía como si se estuviera transformando en una persona completamente diferente, ese era el efecto que Rick producía en ella.
¿Qué le estaba sucediendo? Ya no era aquella oficial fría y reservada que solía ser. Ya no era aquella persona que levantaba barreras en cuanto alguien trataba de acercarse demasiado. Al menos con Rick esas murallas no funcionaban. Lisa era una militar de carrera, estaba acostumbrada a dar órdenes y a ser obedecida. Siempre había estado en una situación de mando y por lo general eran hombres los que estaban bajo su comando.
Rick no era el primer piloto que conocía… no era el primer hombre con el que tenía que trabajar. Pero jamás le había pasado antes lo que ahora le sucedía con él. Rick Hunter, él no era más que uno más de sus pilotos… ¿Qué lo hacía ser diferente de los demás? A veces ella sentía la necesidad de bajarle los humos, de ponerlo en situaciones difíciles, de empujarlo hasta el límite… porque sabía que él podía hacerlo, pero también porque sentía que esa era la única manera de controlarlo.
Pero al final, ella se preocupaba por él. ¡Dios santo! Se preocupaba por Rick Hunter de una manera que jamás se había preocupado por nadie en su vida… ni siquiera por Karl Riber.
Lisa miró hacía la casa y se preguntó qué estaría haciendo Rick o qué estaría pensando. Bajó la mirada y siguió caminando. Sin darse cuenta sus pasos la llevaron hasta los restos quemados de un árbol… el mismo bajo el cual Riber se había despedido de ella hacía ya tantos años. Ahí se detuvo y se sentó sobre la tierra mojada.
- ¿Y si Rick viniera a buscarme y me dijera que me besó porqué me ama?
Lisa pensó, pero inmediatamente rechazó aquel pensamiento, sacudiendo la cabeza y suspirando profundamente.
- No sabría que responderle… no podría siquiera mirarlo a los ojos… yo no sabría cómo reaccionar, yo—si el viniera y me declarara su amor, mi vida sería tan diferente… todo cambiaría para mí. Pero Lisa, eso no va a suceder jamás y tu bien lo sabes… no puedo involucrarme en una relación puramente física… no con Rick... te amo, Rick Hunter… siempre lo he hecho y siempre lo haré. Pero no puedo acercarme a ti, no mientras lleves contigo a Minmai…tengo que ponerle un alto a esto, antes de que salga de control. Y sobre todo, debo de huir de ti, porque de lo contrario serás tú él que terminará alejándose de mí, como todos los demás.
* * * * *
Rick estaba en la habitación al final del pasillo, la misma en donde había estado el piano y la chimenea. De pie, ante uno de los semidestruidos ventanales, observaba con atención a Lisa, que sin darse cuenta de que él la estaba mirando, se había dedicado a caminar alrededor del río, bajo la lluvia.
- ¿No se ha dado cuenta de que está arreciando la tormenta? – Rick se preguntaba.
Rick no podía dejar de pensar en ese beso que le había dado a Lisa esa tarde. Aquel momento se repetía una y otra vez en su cabeza, provocándole en todo el cuerpo las sensaciones más intensas que hubiera experimentado. Sensaciones de placer, de bienestar, de alegría, de calidez… de dolor, de frustración, de angustia…
- ¿Por qué hice eso? – pensaba. – Lisa debe de estarme odiando… no debí de hacerlo pero… es qué el tenerla tan cerca de mí… no se en qué momento perdí el control. Admítelo Hunter, ahora sí firmaste tu sentencia de muerte… las mujeres como Lisa no se relacionan con tipos como tú. ¿Qué te hace pensar que la comandante Hayes podría tener un interés especial en ti?
Rick pensó en todo lo que habían vivido juntos en los últimos días y cómo Lisa siempre parecía tan contenta y tan agradecida con él. Había descubierto nuevas facetas en la personalidad de Lisa que le encantaban. Había por fin encontrado a la mujer detrás del uniforme militar, a una amiga incondicional a la que le debía demasiado.
- ¡Y lo echaste todo a perder con ese estúpido beso!
No quería que Lisa sintiera que él se había acercado a ella sólo por obtener alguna promoción en el ejército. Tampoco lo había hecho por obligación. Si él se había acercado a la comandante era porque estaba sinceramente interesado en ella y quería conocerla mejor. Quería comprender todos los enigmas que él adivinaba en esos ojos verdes que algún día serían su perdición… quería conocer a esa maravillosa persona que él sabía que se ocultaba detrás del uniforme.
Rick no podía olvidar los ojos de Lisa, su sonrisa, su calidez y el sonido de su voz cuando se dirigía a él. Nunca nadie lo había mirado de la manera en que Lisa lo hacía. Y nunca nadie lo había tocado como…
Cerró sus ojos y recordó el masaje que ella le había dado. Nunca en su vida había sentido nada más placentero. La manera en que ella lo tocaba simplemente lo volvía loco. Sacudió la cabeza, pensando que no debería de tener ese tipo de pensamientos con Lisa. Ella merecía todo su respeto y su consideración.
- Una oficial como ella no puede estar interesada en un piloto de circo como yo.
Rick miró al cielo. La lluvia estaba arreciando y Lisa se veía tan frágil y vulnerable allá afuera, que el teniente Hunter no pudo contenerse más tiempo. Bajó y fue por un par de impermeables al refugio. Se puso uno de ellos y salió corriendo hacia donde Lisa estaba.
La comandante Hayes parecía no haberse dado cuenta de la lluvia que caía sobre ella. Fue hasta que la voz de Rick la llamó que ella se percató de lo que estaba sucediendo.
- ¡Lisa! – Rick le gritó para hacerse escuchar en la tormenta. - ¿Qué haces aquí afuera? ¡Te va a dar una pulmonía!
Lisa lo miró cómo si no lo reconociera. Rick hizo un gesto y puso el impermeable amarillo sobre los hombros de su comandante.
- ¡Vamos Lisa! ¡Estás empapada! Tenemos que volver a la casa… ven.
Rick la ayudó a ponerse de pie y aunque ella se resistió un poco al principio, después lo hizo por su propia voluntad. Sabía que Rick tenía razón, el clima allá afuera no era nada agradable y ella sentía que estaba empapada y congelada hasta los huesos. Rick puso su mano sobre la muñeca de Lisa y ambos corrieron hacia la casa, mientras la lluvia alcanzaba los niveles de tormenta.
Cuando entraron a la casa, Rick guió a Lisa a uno de corredores interiores, en donde la lluvia no penetraba.
- ¡Tienes que ir a cambiarte de ropa! – Rick estaba preocupado. – ¡Mírate nada más! Un baño caliente y una buena taza de té no te caerían nada mal.
Lisa asintió con la cabeza, sin poder realmente mirar al teniente al rostro.
- Seguiré su consejo, teniente.
Se dio media vuelta para marcharse, pero Rick la detuvo.
- ¡Lisa! – su voz sonó preocupada. – Lisa, antes de que te vayas… yo—yo solo quiero que sepas que siento mucho lo que sucedió. Jamás fue mi intención hacerte sentir mal. No se lo que me pasó, simplemente me dejé llevar, no tengo excusa… estoy dispuesto a aceptar la responsabilidad y el castigo. Yo se que le falte el respeto a mi oficial superior y—
- ¡Olvídelo teniente Hunter! – La voz de Lisa sonó seria y oficial. – Yo comprendo las cosas… se que los hombres están llenos de hormonas y tienen necesidades. Supongo que después de tanto tiempo que hemos estado juntos en esta misión, era inevitable que algo así sucediera… es decir, ha estado tan lejos de Macross y de otras chicas por tanto tiempo que— - Lisa se encogió de hombros. – Creo que lo más sano para ambos es que nos olvidemos de este incidente.
Rick la miraba incrédulamente. ¿En realidad Lisa creía lo que le estaba diciendo? Para el teniente Hunter aquello no había sido cuestión de hormonas… bueno, no había sido SOLO cuestión de hormonas. Había habido algo más, él lo había sentido. Pero el hecho de que Lisa se dirigiera a él de esa manera lo hizo sentir miserable.
- Lo siento mucho, comandante Hayes. – Rick bajó su cabeza.
- Acepto sus disculpas, teniente. Por cierto, mañana mismo volveremos al Sahara 001. Espero que todo esté listo a tiempo para partir a las 0800 hrs.
- Lo estará, comandante. Voy a terminar de cargar el material en la nave y mañana a primera hora de la mañana podremos partir.
- Bien… entonces voy al refugio a darme una ducha y a cambiarme de ropa.
- Yo creo que… voy a dormir en el Viento del Desierto esta noche.
Lisa no hizo comentarios, solo asintió con la cabeza y comenzó a alejarse de ahí en silencio. Rick no la perdía de vista, y cuando ella estuvo a punto de desaparecer por la escalera que llevaba al refugio, la voz de Rick la detuvo.
- ¡Lisa! ¡Espera, hay algo que tengo que decirte!
Lisa lo miró, sintiendo que una débil esperanza renacía en su pecho. Ella no dijo ni media palabra, sólo espero por las de Rick.
- Lisa… - Rick habló, sin mirarla a los ojos. – Tu eres una gran amiga… yo creo que no estoy equivocado cuando te digo que eres mi mejor amiga… Lisa, te quiero y me preocupo por ti. Lamento mucho lo que sucedió hoy y espero que eso no arruine nuestra amistad. Yo por mi parte… prometo no volver a mencionar este asunto. ¡Lo siento mucho, comandante Hayes!
Y ahí estaba… Rick Hunter pidiéndole disculpas por haberla besado. Lisa movió la cabeza afirmativamente, pensando en lo irónico que era todo aquello. Minmai, la siempre ausente Minmai, recibía los besos y las declaraciones de amor. Y ella, la fiel Lisa, recibía la disculpas por un beso que jamás debía de haber sido… y la solemne promesa de que aquello sería olvidado.
- Acepto sus disculpas, teniente Hunter. No se preocupe, por mi parte este incidente ya está olvidado.
Sin más explicaciones, Lisa entró al refugio subterráneo. Rick estuvo un buen rato en el lugar en donde estaba parado. Sentía la urgencia de salir corriendo detrás de Lisa y pedirle una oportunidad. Caminó un par de pasos, pero luego se detuvo en seco.
- ¿De qué serviría que le dijera que siento algo por ella? Las mujeres como Lisa no pierden su tiempo en gente como yo. Ese beso me dijo todo lo que necesitaba saber… por un momento pensé que Lisa podría… es decir, que ella estaba— ¡No, olvídalo Hunter! Si le hubiera hablado a Lisa de esto que siento por ella, seguro que se hubiera reído en mi cara. Tal vez es mejor así. Ella y yo somos buenos amigos y espero que nada cambie jamás eso. Así las cosas son menos complicadas para ambos…
Rick decidió proseguir con su trabajo de llevar todas las cajas que hacían falta a la nave. Después habló con Max por el radio, para pedirle las coordenadas correctas y pasarle el plan de vuelo que estarían siguiendo al día siguiente.
- ¿Cómo está la comandante Hayes? – Max finalmente preguntó.
- Bien… no ha sido tan fácil para ella, pero hemos ido saliendo adelante.
- ¡Cuídala Rick! Miriya y yo los veremos mañana entonces. ¡Hasta la vista, Jefe!
Rick cortó la comunicación y comenzó a recordar otra vez todo lo sucedido. Aquella escena de Lisa abofeteándole el rostro se repetía una y otra vez en su mente. Aquella bofetada no había ido dirigida a su rostro, sino a su corazón.
- ¡Lisa! – Rick murmuró, tocándose el rostro. - ¡Para alguien tan pequeño, tienes un excelente gancho derecho!
Rick cerró los ojos y una sonrisa apareció en su rostro. Aquella bofetada bien había valido la pena y los recuerdos de ese beso eran algo que a Rick le tomaría algún tiempo superar.
Finalmente decidió que lo mejor era sacarse todos esos pensamientos de la mente y enfocarse a su trabajo.
- ¡Deja de soñar, Hunter! Ella es demasiada mujer para ti. De ahora en adelante vas a tenerle respeto y consideración a tu comandante. No importa lo que suceda, jamás volverás a extralimitarte con ella. ¡Y es una orden directa!
Rick se encogió de hombros y siguió moviendo las cajas de la casa al CD01. Quería mantenerse ocupado aquella noche. No quería pensar en nada más—y menos en Lisa. A partir de ese momento decidió que iba a bloquear cualquier pensamiento que pudiera tener respecto a la comandante. Él tenía a Minmai y le debía respeto a ella también…
Y Lisa, bueno, la comandante tenía sus propias prioridades. La comandante Lisa Hayes, la hija del Almirante Donald Hayes, la heredera de la mansión y de la fortuna Hayes – o lo que había sobrevivido de ella. -, la mejor de su clase, la Primera Oficial del SDF1, la heroína de tantas batallas, la mente maestra detrás del Ataque Dédalo, la promotora de la paz entre humanos y zentraedis, la mujer más respetada en el Consejo y en la RDF… esa mujer jamás se interesaría en él, en Rick Hunter.
- Pon los pies sobre la tierra, Hunter. Tú sabes cuál es tu lugar y tu status. Tu deber es apoyarla y protegerla. Ella es tu amiga, y como tal debes de respetarla siempre. Ya no puedes permitirte esos arranques de adolescente con una mujer como la comandante Hayes.
Rick se prometió a si mismo que le iba a dar su lugar a Lisa Hayes, el lugar que ella se merecía y que se había ganado a pulso. Jamás iba a volver a sobrepasarse con ella ni a sacar ventaja de las situaciones. A Lisa la iba a respetar y a partir de ese momento, tenía que guardarse para sí los sentimientos que ella provocaba en él y el hecho de que se sentía tan atraído hacia ella. La comandante le gustaba y mucho, pero aquello no era correcto para un simple soldado como él.
Era hora de guardarse esos sentimientos y enfocarse en algo más real y más accesible: Minmai, porque al menos Rick sabía el terreno que pisaba con ella. Él la amaba y se lo había confesado… y ella lo amaba a él, también se lo había dicho. Minmai era una chica que, si bien era también un sueño, por lo menos no era tan inalcanzable ni tan perfecta como Lisa Hayes. ***
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Nota: Algunas de las escenas de este capítulo están inspiradas en la película de "Macross DYRL?". Simplemente no pude resistirme a la tentación de incluír algunos detalles. ;)
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[1] “SNOW ON THE SAHARA” – Anggun.
Only tell me that you still want me here / When you wander off out there / To those hills of dust and hard winds that blows / In that dry white ocean alone / Lost out in the desert / You are lost out in the desert.
But to stand with you in a ring of fire / I'll forget the days gone by / I'll protect your body and guard your soul / From mirages in your sight / Lost out in the desert ...
If your hopes scatter like the dust across your track / I'll be the moon that shines on your path / The sun may blind our eyes I'll pray the skies above / For snow to fall on the Sahara / If that's the only place where you can leave your doubts / I'll hold you up and be your way out / And if we burn away I'll pray the skies above / For snow to fall on the Sahara.
Just a wish and iI will cover your shoulders / With veils of silk and gold / When the darkness comes and darkened your heart / Leaving you with regrets so cold / Lost out in the desert...
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State = Continuará/To Be Continue
feedback = Sí/Yes
email = evi021ARROBAgmail.com