chapter = 6
author = Evi
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO
por Evi
CAPITULO VI
Rick volvió a la habitación de la comandante Hayes y la encontró mirando distraídamente a la ventana. Cuando él entró, ella se volteó para mirarlo y recibirlo con una pequeña sonrisa que el correspondió con un movimiento de cabeza.
- ¿Terminaste de lavar los platos?
- Si, bueno…
Rick se acercó a ella, queriendo ir directamente al grano. Con su mano tomó la muñeca de Lisa y la llevó a la cama, en donde ambos se sentaron.
- Lisa, estaba pensando… sobre lo que me contaste hace rato de tu casa y tu familia y todo… la finca de los Hayes, ¿qué tan lejos está de aquí?
- Pues… - Lisa estaba sorprendida con la pregunta de Rick. – No lo se, pero no muy lejos… tal vez a unos 100 o 120 kilómetros. No sabría con seguridad.
Rick asintió con la cabeza, meditando las palabras que diría a continuación. No quería alterar a Lisa de ninguna manera y sabía que necesitaba que ella aceptara su propuesta.
- Estaba pensando en lo que dijiste de la biblioteca de tu padre y su versión digitalizada y pensé que sería bueno recuperar ese material. – Rick levantó su mano para pedirle silencio a Lisa, porque ella obviamente lo iba a interrumpir. – Es que Lisa, creo que sería bueno para la misión… nosotros, es decir los Skulls, podríamos ir a recuperarlo si tú quieres… pero contigo las cosas serían más sencillas.
Lisa se puso de pie y comenzó a caminar por la pequeña habitación, meditando las palabras de Rick. Él la observaba sin hacer comentarios, dejando que ella analizara lo que él le estaba proponiendo.
- Rick… el que quieras ir a recuperar la biblioteca de mi padre es un detalle maravilloso de tu parte y te lo agradezco, pero—
- Lisa, por favor, piénsalo… no estamos tan lejos de tu casa y quizás esta sea la única oportunidad que tengas de recuperar algo de tu familia… yo no tengo muchas cosas de la mía y lo poco que tengo viene de ti. – Rick hizo referencia a los portarretratos. – No es que quiera ahora pagarte con esto para quedar a mano, no… es sólo que has hecho tanto por mí que… Lisa, no quiero que al paso del tiempo recuerdes este momento y te arrepientas de lo que no hiciste.
Lisa no hizo comentario. Otra vez estaba mirando hacia la ventana, su mirada perdida en el horizonte. Después de unos momentos su voz se escuchó como un susurro:
- La finca está fuera de la ruta de la misión, no podemos alterar los planes de vuelo.
- Sería sólo por unas horas y mientras tanto Max y Miriya se encargarían. Pensamos que mientras el Sahara 001 se mueve a su nueva locación hacía el sector noroeste, nosotros podríamos ir y venir a la finca. Alcanzaríamos al Sahara 001 mañana mismo. No perderíamos nada de tiempo.
- Parece que ya tienen todo planeado. – Lisa respondió con una pequeña sonrisa triste.
Rick fue a pararse detrás de ella y miró su reflejo en el vidrio de la ventana. Lisa mantenía su brazo derecho cruzado sobre su estómago, sosteniéndose su codo izquierdo, en una pose que era característica de la comandante. Él le puso las manos sobre los hombros y se acercó para hablarle al oído en un susurro.
- Se que no es fácil… se que tienes miedo de volver a tu casa pero Lisa, si no lo haces ahora, esto solo va a doler más y más. Además yo iré contigo… te prometo que voy a estar a tu lado todo el tiempo.
- Rick… yo… no se.
- Para mi es importante recuperar esa biblioteca… si es tan extensa y tan completa que el almirante Hayes la digitalizó para ser enviada como material cultural en las misiones espaciales, entonces creo que es un acervo y un patrimonio que no deben perderse… por el bien de la humanidad… y de la familia Hayes. Debes de recuperar algo de tu familia, Lisa.
- ¡Hace tanto que no voy a casa! – Lisa suspiró casi para sí misma. – Creo que desde que— desde que Karl se fue.
Rick hizo un gesto de disgusto cuando la escuchó mencionar ese nombre y en el reflejo del cristal vio los ojos de Lisa humedecerse. Desde que la había rescatado de la base Sara en Marte y había conocido la historia de Lisa y Riber – gracias a Roy Fokker -, siempre había sentido rabia contra aquel hombre que había abandonado a Lisa a pesar de que ella lo había amado hasta el punto de estar dispuesta a morir por él.
- Yo jamás quisiera ponerte en esa situación. – Rick pensó.
No hizo comentarios, sólo le dio a Lisa un apretoncito en el hombro, para que ella supiera que él estaba ahí con ella para apoyarla. Lisa levantó su mano y la colocó sobre la mano que Rick tenía en su hombro, regresándole aquel apretón afectuoso.
- La casa debe de estar destruida. – Lisa murmuró. - El bosque… las caballerizas…
- Tal vez… pero hay cosas que aun podemos salvar.
- Si, supongo que sí… pero aún así, la propiedad está llena de recuerdos familiares… ir hasta allá después de tanto tiempo… y ver la situación en la que ahora debe de estar… para mí sería toda una batalla, Rick.
- Lo se… - Rick le respondió en un susurro. – Pero, ¿Acaso no era tu padre, el Almirante Hayes quien decía que sólo cuando se libra una batalla se vive una vida?
Lisa se dio media vuelta para mirar a Rick de frente. Sus ojos brillaban, mostrando sorpresa por las palabras de Rick. No podía creer que él recordara esa frase que ella le había dicho hacía ya tanto tiempo. ¿Era acaso que Rick realmente le ponía atención y atesoraba lo que ella tenía que decir?
- Piénsalo Lisa… no quiero forzarte a nada y solamente tu sabes que es lo que más te conviene y lo que en realidad quieres. Pero piensa que esta puede ser la única oportunidad, tómala tú que puedes… yo no tengo la misma facilidad para rastrear a mi familia con su circo del aire… solo piensa que algún día podrás compartir el legado de tu familia con tus hijos.
Lisa estaba realmente sorprendida con las palabras de Rick y la manera como la estaban afectando. Recordaba a su padre y sabía que si él estuviera ahí, apoyaría a Rick y le daría la razón… si, a su padre le hubiera agradado Rick, ella no tenía la menor duda al respecto. Sintió que lo que el teniente Hunter le proponía era en realidad algo que ella le debía a su padre y a todos sus antepasados, el rescatar un poco de la historia de la familia Hayes. Ella siempre había tratado de vivir de manera que estuviera a la altura del nombre de su familia… ahora ella era la última de los Hayes sobre la faz del planeta, no podía dejar morir el legado de su familia.
- Rick… - su voz denotaba miedo e inseguridad. – Yo… tengo miedo de hacer esto—yo se que no va a ser fácil pero… se que tienes razón y te agradezco que me hayas hecho pensar en todas estas cosas…
- ¿Qué piensas hacer, Lisa?
Ella lo miró directamente a los ojos y asintió con la cabeza, adquiriendo una expresión valiente y resuelta en el rostro. Era la comandante Hayes regresando al cuerpo de Lisa.
- Lo haremos, teniente Hunter… - su voz se suavizó. – Pero voy a necesitar de tu ayuda.
- Lisa, eso no tienes ni que mencionarlo. – Rick sonrió. – Entonces déjame prepararlo todo… ¿Porqué no descansas un poco? Mientras yo voy a darles instrucciones en el puente y a hablar con Max y Miriya—
Rick se detuvo a la mitad de la frase, sintiéndose apenado. Lisa lo miraba con los brazos cruzados y una sonrisa entre burlona y divertida en el rostro.
- Lo siento… - Rick balbuceó torpemente. – Estoy actuando como si yo fuera el que doy aquí las órdenes, comandante… es decir, si usted quiere que yo me encargue…
Lisa dio un paso al frente y frotó el brazo de Rick de arriba abajo cariñosamente. Era su manera de agradecerle por todo lo que hacía por ella.
- ¿Qué te parece si vamos al puente? Yo doy las instrucciones para que el Sahara 001 comience a moverse mañana a primera hora. Mientras tú puedes buscar a Max y Miriya y nos vemos en el comedor en 1 hora, para darles instrucciones.
- Me parece muy bien, Lisa.
La comandante se dirigió a la puerta pero se detuvo, percatándose de que no estaba uniformada. Rick enseguida lo notó, se adelantó y le puso la mano sobre el hombro.
- No creo que a nadie le importe verte en ropa civil, Lisa… - el la observó. Con la sudadera y los pantalones que estaba usando se veía joven y relajada. – Deberías de quitarte el uniforme más seguido.
- Rick… - ella sonrió apenada.
Él abrió la puerta y se inclinó galantemente, señalándole a Lisa el camino. Ella asintió y ambos salieron de la habitación, hablando sobre la misión que se les venía encima. Lisa había decidido tomar aquello simplemente como otra misión de recuperación, pero sabía que esta vez las cosas serían diferentes y confiaba en que Rick fuera el apoyo que ella necesitaba para llevar a cabo esa misión sin que sus sentimientos la sobrepasaran.
********
La comandante Hayes se dirigió al puente y con toda la autoridad que le había sido investida por el Capitán Gloval, dio las ordenes pertinentes a los operadores del Sahara 001. Les explicó que el teniente Hunter y ella saldrían en una misión de recuperación al día siguiente, que ellos deberían de moverse según los planes y a las coordenadas que ella misma especificó, buscar un lugar en donde establecer la base Sahara para llevar a cabo la última fase de la misión de recuperación. Debían transmitir su posición al Viento del Desierto en cuanto la tuvieran y mientras ella estaba ausente, el sargento Sterling estaría a cargo de todo.
Los operadores acataron las ordenes de la comandante sin cuestionarlas y comenzaron de inmediato con los procedimientos que se requerían para llevarlas a cabo. El Sahara 001 comenzaría a moverse a las 0600 del día siguiente y Lisa pensó que esa era una buena hora para salir en su misión con Rick. Al menos descansarían bien esa noche.
Cuando entró al comedor de la nave, Rick y los Sterling ya la esperaban. Los tres se pusieron de pie para recibirla, pero ella movió negativamente la cabeza y les sonrió. No eran necesarias esas formalidades con ella. Con gran familiaridad caminó por detrás de Rick, recorriéndole la espalda con la mano mientras pasaba, y fue a tomar su lugar al lado del teniente, quien galantemente le ayudó a acomodarse en su silla. Max y Miriya intercambiaron sonrisas y un guiño.
- Bien… primero que nada, lamento mucho el incidente de esta mañana. Mi comportamiento estuvo totalmente fuera de lugar.
- No te preocupes Lisa. – Miriya le palmeó la espalda. – Todos tenemos nuestros días. Sabemos lo que sucedió y estamos aquí para apoyarte, como siempre.
- ¡Gracias! – La voz de Lisa reflejaba su sinceridad y su cariño por los Sterling. – Me alegro de que sean ustedes y nadie más, mis compañeros en esta misión.
- Para nosotros siempre ha sido un honor servir bajo sus órdenes, comandante Hayes. – Max le sonrió. – Aquí el jefe nos informó sobre la misión de mañana. Miriya y yo nos encargaremos de todo, no tienes porque preocuparte por nada, Lisa.
- Se los agradezco mucho, Max… todos ustedes son maravillosos… mi mejor equipo.
Rick sonrió y le entregó a Lisa un papel que tenía las instrucciones que le había dado a Max, sobre la escolta del Sahara 001 y el inicio de las actividades de rastreo y recuperación en el sector establecido. Lisa las leyó y asintió con la cabeza.
- Supongo que Rick y yo estaremos fuera por no más de 24 horas.
- Estoy haciendo un estimado de 40 horas, comandante. – Rick habló. – Por cualquier eventualidad… en todo caso en cuanto volvamos tú podrás tomar el comando y proseguir con la comisión en donde vaya.
- Si, no hay problema.
- Otra cosa, Lisa… pienso que sería bueno que viajáramos en el Viento del Desierto. Es una nave con dos plazas. El Skull 1 puede ser transportado en el hangar de mantenimiento del Sahara 001. A menos de que desees que te escolte.
- No, de hecho me parece una buena idea. El vuelo será corto y el VD podrá hacerlo sin complicaciones. Me agrada la idea de que seas mi copiloto, Rick… porque supongo que sabrás que en mi nave yo soy la piloto. – Lisa bromeó, haciéndole un guiño.
- ¡Por supuesto!
Rick sonrió apenadamente y se pasó la mano por el cabello rebelde en tanto Miriya y Max reían y hacían bromas sobre Rick, el copiloto.
- Entonces todo está listo. – Lisa siguió. – Max, Miriya, les agradezco su apoyo y su comprensión.
- Para eso son los amigos.
- El Sahara 001 comenzará a moverse a las 0600 y a esa hora nos iremos, Rick.
- ¡Excelente! Eso significa que tenemos tiempo para descansar un poco. – Rick se estiró. - ¡Y vaya que podemos aprovecharlo!
Lisa se disculpó y se iba a retirar, pero Miriya no se lo permitió. La comida estaba a punto de ser servida y ellos querían comer juntos. Lisa no se hizo del rogar. Todavía le costaba trabajo hacerse a la idea de que tenía amigos, fuera del personal del puente. Pero la conexión y el cariño que sentía por los Sterling eran algo diferente de la camaradería y el compañerismo que la unían a sus amigas del puente. Eran diferentes maneras de apreciar a las personas… y luego estaba Rick.
Él por su parte la observaba, mientras ella departía alegremente con Miriya. Las dos se reían de algún malentendido de la Zentraedi y Rick no podía evitar sonreír cálidamente. Aquella sonrisa no pasaba desapercibida para Max, quien lo único que quería es que su jefe se diera cuenta en dónde estaba en realidad su corazón.
- Es gracioso. – Rick pensaba. – Todo el mundo le tiene un respeto a Lisa que casi es temor… los pilotos hacen bromas de ella, pero la respetan y le temen… nadie quiere cruzarse en el camino de la comandante Hayes, pero aún así todos le confiamos nuestras vidas cuando salimos a combate. Pero una vez que conoces a la verdadera Lisa Hayes, más allá del uniforme militar, no puedes evitar el quererla. Todos quienes estamos cerca de ella la queremos mucho, yo, Max, Miriya, Claudia, el Trío, Gloval… Roy también la veía como a una hermana… ¿Por qué Lisa insistirá en escudarse tras ese caparazón? ¿Por qué no puede dejar que las demás personas vean el hermoso ser humano que ella es, detrás del uniforme?
Los ojos de Rick estudiaban cuidadosamente a la comandante Hayes. El algún momento, durante la comida, Lisa había recogido su cabello en una cola de caballo que caía sobre su espalda, dejando al descubierto su cuello y sus orejas. Rick estaba maravillado con la perfección de sus rasgos. Sus ojos subían y bajaban por la línea de su barbilla, su cuello… sus hombros. Le encantaba cómo se veía Lisa con esa ropa tan informal. Estaba tan absorto en ella, que ni siquiera había notado que no había probado la comida y que no había dicho ni media palabra. Fue Max quien lo hizo salir de sus cavilaciones.
- ¿Te gusta, Rick?
- ¿Qué? No… yo…
Rick respondió con alarma en su voz, lo que hizo que Lisa y Miriya dejaran de conversar y lo miraran interrogativamente. Max soltó una risita y apuntó al plato de Rick con su tenedor.
- Te pregunto que si te gusta tu comida… es que no las has probado… si no, yo me la puedo comer.
- ¡Oh! – Rick se sonrojó. – Yo… adelante Max… en realidad no tengo mucha hambre.
Lisa y Miriya se encogieron de hombros y siguieron con su conversación. Rick le lanzó una mirada asesina a Max, quien fingió no percatarse de ello y siguió comiendo, tarareando una canción en voz baja.
- Max… - Rick le habló, asegurándose que las chicas no lo escucharan. – Mira… he estado pensando y tal vez… no se, es que no puedo estar seguro de la reacción de Lisa cuando lleguemos a su casa… tal vez quiera volver enseguida, pero tal vez quiera quedarse un par de días… en realidad las ordenes que te entregué son para 72 horas, solo por si acaso.
- ¡Oh, no te preocupes Rick! Tómense el tiempo que quieran… - le guiñó el ojo traviesamente. – Sólo manténganse en contacto.
- Claro que lo haremos… muchas gracias, Max.
- De nada. Rick, Miriya y yo pensamos que Lisa y tú realmente pueden aprovechar este tiempo que estarán juntos… así que háganlo por favor.
- ¿A qué te refieres?
Max suspiró casi con frustración y elevó sus manos en un gesto que significaba que con Rick no había remedio.
- Jefe, tú mejor que nadie sabes a lo que me refiero.
- No… no realmente.
- Rick… - Max sonaba un tanto frustrado y desesperado, lo cual era extraño en él. – Cuando estuviste en el hospital fue ella quien fue a verte, a llevarte flores… fue ella quien estuvo a tu lado cuando el comandante Fokker murió… ella por quién tu saliste a luchar en un VT armado que todavía no había sido probado, cuando fue enviada en esa misión a la tierra… fue a ella a quien rescataste de la Base Alaska… ¿Cuáles eran las posibilidades de captar su señal en una tierra devastada? ¿Y que fueras tú y nadie más quien captó la señal? Creo que todo esto significa algo, jefe…
Rick se limitó a tomar su vaso de agua y a mirar a Lisa de reojo. Se alegró de no tener que responder a lo que Max le decía, pues Miriya comenzó a hablar con él, desviando su atención. Lisa volteó a ver a Rick y le sonrió amistosamente. El trató de devolverle la sonrisa, pero no estaba seguro de haberlo hecho.
- Rick, te ves cansado… ¿porqué no vas a descansar? – Lisa le dijo, poniendo su mano sobre la muñeca de Rick.
- ¿Sabes? Si me siento algo cansado… supongo que no sería una mala idea pero… ¿Tú…?
- Yo también quiero descansar… y la verdad… es que quiero estar sola antes de la misión de mañana… siento que tengo mucho en que pensar.
- Si, lo comprendo.
Lisa se puso de pie y puso sus manos sobre los hombros de Max y Miriya, anunciando que se retiraba a su habitación y agradeciéndoles una vez más por todo. Enseguida se inclinó para despedirse de ellos con un beso en la mejilla. Pasó al lado de Rick y se detuvo. Él la miraba insistentemente con una sonrisita en los labios, como esperando también un beso.
- Gracias Rick. – Le dijo sinceramente. - ¿Te veo en la mañana?
- Ahí estaré, comandante. Y si necesitas cualquier cosa, no importa la hora, llámame, ¿De acuerdo?
- De acuerdo.
Lisa puso su mano sobre el hombro de Rick y le dio un beso amistoso en la mejilla, similar a los que les había dado a los Sterling. Enseguida se retiró del comedor. Rick la siguió con la mirada y sin poder evitarlo, suspiró.
- Bueno… - se puso de pie. – Creo que mejor voy a preparar todo para mañana. Voy a revisar el Viento del Desierto y a preparar el paquete de agua y provisiones.
- No olvides empacar un par de sacos de dormir. – Max le sugirió con un guiño. – La ventaja de esos sacos es que puedes abrocharlos juntos y hacer uno tamaño matrimonial.
Miriya se rió y Rick se sonrojó.
- Gracias Max, seguiré tu consejo.
Rick se acercó a sus amigos y se despidió de Miriya con un beso, tal y como Lisa lo había hecho y luego le golpeó la espalda a Max.
- Los veo más tarde… ¡cuídense!
Cuando Rick salió del comedor, Miriya tomó el brazo de su esposo y sonrió.
- ¡Espero que disfruten de su tiempo juntos!
- Yo también amor… el jefe es una persona brillante, pero parece que tiene problemas procesando datos en algunos sectores de su cerebro.
- Si… bueno, Lisa está en las mismas condiciones.
- Tal para cual, ¿no te parece?
- ¿Alguna vez ha habido alguna duda?
Max se rió y prosiguió con su comida, mientras él y su esposa continuaban hablando sobre la misión del día siguiente y los últimos acontecimientos en la historia de amor protagonizada por sus amigos, sobre todo el insólito hecho de que Rick Hunter, el hombre que nació para volar, había aceptado tan fácilmente ser el copiloto de Lisa Hayes, otorgándole con eso el control sobre su destino en esa misión; algo muy simbólico para los Sterling.
***********
Aquel amanecer era particularmente gris y helado. La lluvia suave pero constante seguía cayendo interminablemente sobre la tierra, haciendo que el ambiente húmedo calara hasta los huesos. Rick se encontraba de pie al lado del VD01 que esperaba, listo para llevarlos a él y a Lisa en busca de la finca Hayes. Su mirada estaba clavada en el horizonte y no parecía importarle mucho la lluvia que caía sobre él.
Todavía faltaban varios minutos para las 0600 cuando Lisa apareció en la plataforma de vuelo. Varios técnicos del personal del Sahara 001 ya se encontraban desmantelándola y la nave nodriza ya tenía los motores encendidos, lista para moverse hacia el sector noroeste. Lisa pasó en medio de su tripulación, saludándolos cordialmente. Rick no se percató de su presencia, sino hasta que ella estaba justo a su lado y lo saludó.
- Buenos días Rick… ¡vaya que hace frío el día de hoy!
- Si, un poco… ¿Dormiste bien, Lisa?
Ella sonrió y se sonrojó un poco.
- ¿Me creerías si te dijera que a las 8 de la noche ya estaba en la cama?
Rick sonrió y asintió, complacido de saber que la comandante había descansado. Se merecía ese descanso, trabajaba demasiado.
- Pues estamos listos para partir en el momento en que lo ordenes, Lisa.
Max y Miriya aparecieron en la plataforma, con sus uniformes de vuelo. Sus inconfundibles VTs, uno azul y el otro rojo, esperaban por ellos.
- ¡Lisa, Rick! – Miriya los saludó desde que los vio. - ¿Listos para partir?
- Esperaba poder despedirme de ustedes. – Lisa recibió a su amiga con un abrazo cordial. – Cuiden bien al Sahara 001, ¿De acuerdo?
- Tú ve sin cuidado Lisa… - Max le sonrió. – Nosotros nos encargaremos de todo aquí.
- Tú quedas al frente de todo, Max.
El sargento Sterling se rió nerviosamente, pero asintió a las palabras de Lisa. Era la primera vez que se le encomendaba una responsabilidad tan grande, pero Lisa sabía que podía confiar en él y esa confianza que ella le demostraba hacía que Max se sintiera completamente comprometido con la misión.
- ¡Buena suerte y buena cacería! – Max saludó, haciendo el saludo militar, el cual fue rápidamente imitado por su esposa.
- Gracias Max.
Se estaban dando las ordenes de despegue del Sahara 001 y se requerían instrucciones del sargento Sterling. Él sabía que debía despegar cuanto antes, para poder comandar el traslado desde el aire. Se despidió de sus amigos, deseándoles suerte y unos segundos después los Sterling ya se encontraban en el aire.
- Supongo que es nuestro turno. – Rick anunció. – Comandante, es hora de abordar.
Lisa asintió con la cabeza y subió a la nave VD, seguida por Rick, quien tomó su lugar como copiloto de la nave. Lisa lo miró desde su lugar al frente del aparato y mientras se colocaba el casco, le preguntó si no quería pilotear la nave. Rick sonrió, sabiendo que Lisa se lo decía porque ella mejor que nadie sabía que él había nacido para volar. Pero por esta ocasión decidió que quería que ella tomara el control.
- Tú lo harás muy bien, Lisa… además tú conoces tu nave y el área de vuelo… yo quiero ir de paseo el día de hoy… así que no seas floja y maneja tú.
Lisa se rió con ese comentario y enseguida comenzó a intercambiar información con la sala de control del Sahara 001. Rick revisó su ruta de vuelo y los instrumentos. Todo estaba listo para el despegue. Cuando la comandante Hayes recibió la autorización, el VD se elevó suavemente por los aires… había sido el despegue más suave que Rick hubiera experimentado en su vida y eso lo hizo sonreír.
Una vez en el aire rodearon el sitio en donde estaba el Sahara 001. Intercambiaron deseos de buena suerte con los Sterling en el radio y enseguida Lisa enfiló la nave hacia el este, mientras que a sus espaldas el Sahara 001 se movía hacia el noreste.
**********
Lisa piloteaba la nave de reconocimiento Viento del Desierto con gran precisión. Rick se mantenía ocupado en revisar las coordenadas en la pantalla y mirar alrededor, tratando de hacer contacto visual con la casa familiar de Lisa. Ella iba muy callada y aunque Rick intentó hacerla hablar en un par de ocasiones, muy pronto le quedó claro que ella no estaba de humor para hablar y decidió respetarle eso.
Después de un par de horas de vuelo, Rick notó que ella comenzó a volar en círculos. Aquello le pareció extraño.
- Lisa…
- Lo se, Rick. – ella le mostró una vez más por qué el capitán Gloval solía llamarla adivina. – Está por aquí… estoy segura.
Rick miró hacia la tierra pero lo único que pudo ver fueron unas montañas desoladas, el cauce de un río que ahora estaba lleno de lodo y los restos casi petrificados de algunos árboles y enormes piedras.
De pronto, al mismo tiempo, ambos hicieron contacto visual con una construcción en ruinas que se levantaba delante de ellos. Rick no tuvo que preguntar, estaba seguro de que aquella era la residencia Hayes. Lisa bajó la mirada y Rick se apresuró a tomar el control de la nave.
- Está bien Lisa… yo me encargo… ¿es ahí donde debemos aterrizar?
- Si… este es el lugar.
Rick llevó la nave hasta la puerta de la casa en ruinas y la aterrizó suavemente. Los ojos de Lisa estaban clavados en aquellas ruinas. En realidad no quedaba nada de la hermosa casa que por generaciones había sido el orgullo de la familia. Una vez que habían aterrizado, Rick miró aquella construcción y soltó un silbido. Aún en ruinas aquella era una casa impresionante.
Una parte de la casa había colapsado y la demás parecía que había sido presa de algún incendio. La puerta estaba a punto de desprenderse de su marco y los vidrios de las ventanas habían desaparecido. Y a su alrededor no había más que lodazales y restos carbonizados de madera que alguna vez habían pertenecido a los árboles del bosque.
Rick comenzó a revisar los niveles de contaminación y la calidad del aire antes de bajar de la nave. Lisa se quitó su casco muy despacio, casi ceremoniosamente. Sus ojos estaban clavados en las ruinas que se levantaban ante ella. Su boca estaba entreabierta y Rick notó que de pronto se había puesto pálida y sus ojos habían perdido el brillo.
- Parece ser que la atmósfera es segura. – Rick le informó, aunque de inmediato supo que ella no lo había escuchado.
Rick abrió la escotilla de la nave VD01 y comenzó a descender. El aire fresco le dio la bienvenida y el se percató de que aunque todo estaba húmedo, no estaba lloviendo. Aquello era un cambio muy bien recibido. Rick tocó el suelo y miró hacia arriba, esperando que Lisa bajara en cualquier minuto, aunque decidió esperar y no apresurarla. Ella lo haría cuando se sintiera preparada.
Rick se recargó en el fuselaje de la nave y comenzó a mirar los alrededores, tratando de imaginar cómo se habría visto aquel lugar hacía algunos meses, con el bosque, las montañas, el río… y aquella hermosa mansión. Él siempre había sabido que Lisa venía de una familia muy distinguida, y eso era obvio en el porte y la manera de comportarse de la comandante, pero hasta ahora él comprendió el verdadero status de la familia Hayes. Lisa era siempre tan sencilla, jamás se vanagloriaba de sus orígenes ni sacaba su árbol genealógico en ninguna conversación y Rick la admiró por eso. Ella trataba de hacerse valer por ser Lisa, no por ser descendiente de la casa de los Hayes.
Rick estaba tan perdido en sus pensamientos, que no notó que Lisa estaba descendiendo, sino hasta que ella estuvo prácticamente a su lado. Casi como un reflejo él se acercó y puso sus manos en la cintura de la comandante, para ayudarla a llegar al suelo.
- Bueno… - no sabía que decir. – Aquí estamos…
Lisa no respondió, sólo se limitó a caminar lentamente hacia la puerta de la casa, sus ojos perdidos en el espectáculo que se presentaba ante ella. Rick la siguió de cerca, atento a cada movimiento de su comandante. Ella estaba totalmente absorta, perdida en sus memorias, Rick pensó.
Después de unos momentos de silencio, Lisa puso su mano contra la puerta de la casa, la cual se movió un poco, rechinó y finalmente se desprendió del marco, cayendo pesadamente al suelo y haciendo que Lisa saltara. Rick estaba a sus espaldas, listo para recibirla y Lisa pronto se encontró entre los brazos protectores del teniente Hunter.
- Lisa, - él murmuró. - ¿Estás bien?
- Muy bien… - Lisa seguía distraída. – Es solo que… este lugar solía estar tan limpio, tan cuidado… ahí había una fuente. – Lisa señaló hacia el lugar en donde el VD01 había descendido. – Y el camino que iba hasta la entrada de la propiedad estaba flanqueado de árboles… y muchas flores.
- ¡Debió haber sido muy hermoso!
- Lo era…
Lisa se separó de Rick y siguió caminando por el frente de la casa. Rick la miraba, preguntándose cuando se atrevería a entrar. De pronto recordó los procedimientos y se acercó a la comandante, poniéndole la mano en el hombro.
- Lisa, debes de volver a la nave. Si queremos entrar a la casa, primero debemos de darle un baño de iones, para neutralizar cualquier residuo contaminante que hubiera en el ambiente.
- Si…
Lisa se dejó llevar sin oponer resistencia. Rick la hizo entrar a la bodega de almacenaje inferior del VD01 y él se apresuró a subir a los mandos de la nave. Preparó el procedimiento y lo ejecutó. Quería estar seguro que aquel lugar fuera perfectamente seguro antes de que Lisa entrara en él. El procedimiento de descontaminación tardaría 15 minutos y Rick regresó al almacén inferior.
Lisa estaba sentada sobre unas cajas de almacenaje hechas de aluminio, muy seguras y resistentes, que era en dónde almacenaban el material recuperado. Esas estaban vacías. Rick fue directamente al lugar en donde se transportaban las provisiones y tomó unas lámparas y otros objetos que necesitarían. Luego miró a Lisa y le ofreció algo de comer, pero la comandante lo rechazó.
- No tengo hambre… lo que en realidad quiero es… entrar en la casa.
Rick se acercó a ella y se sentó a su lado.
- Tomate tu tiempo, Lisa… mira, si crees que no… es decir, si no te sientes preparada para esto yo podría hacerlo por ti, yo—
- Está bien, Rick. – ella le sonrió con tristeza. – Ya estamos aquí y esto es algo que le debo a mi familia… además es mi deber como buen soldado recuperar lo que pueda… ¡Gracias Rick! Por que sin ti, yo no estaría aquí.
Rick no supo si ella se refería a ese preciso momento o lo había dicho de manera figurativa. De cualquier manera él se limitó a responder a su agradecimiento y enseguida le entregó una mochila que contenía el equipo básico de supervivencia. Era parte del procedimiento que ellos no abandonaran la nave sin ese equipo bajo ninguna circunstancia. Lisa tomó la mochila y se la colocó sobre la espalda mientras Rick hizo lo propio.
- Bien… - Rick revisó los controles que tenía en el puño de su uniforme. – El procedimiento se completó satisfactoriamente. Ya podemos entrar a la casa… cuando tú así lo dispongas, Lisa.
Ella asintió y la puerta del VD01 se abrió. Ambos salieron de la nave y Lisa se dirigió resueltamente hacia la casa.
**********
Cuando entraron a aquella mansión, Rick se quedó deslumbrado por la opulencia que alguna vez debió de haber tenido y al mismo tiempo totalmente devastado por la destrucción que se veía alrededor. Todo estaba en ruinas… los muros habían sido dañados, el techo había colapsado en varios lugares y el daño en algunas áreas era tan grande, que a pesar de que era una propiedad de tres pisos, se podía ver directamente hacia el cielo desde la planta baja.
Había restos de lo que alguna vez fue la decoración de la casa esparcidos por todos lados. Rick y Lisa caminaban cuidadosamente, como si no quisieran tocar los escombros y los pedazos de material que yacían por doquier.
- ¡Acabaron con todo…! - Lisa murmuró.
- Si… así fue. – Rick completó. - ¡Este lugar es impresionante!
- Aquella era la sala principal de la casa. – Lisa apuntó hacia una puerta. – Y ese era el comedor… el salón de banquetes, cómo mi padre solía llamarlo. La cocina está justo detrás… y ahí había unas escaleras que bajaban a un sótano que mi padre había acondicionado como refugio… pero supongo que nadie tuvo la oportunidad de usarlo.
Lisa comenzó a caminar hacia aquel lugar y Rick la siguió de cerca, no queriendo separarse de su comandante. Rick estaba bastante impresionado con todo lo que veía. Ya estaba comenzando a clasificar las cosas, en su mente, haciendo notas mentales del material que todavía podía rescatarse… que en realidad no era mucho.
Pronto se encontró de pie ante una escalera que bajaba hacia las profundidades de la residencia Hayes. Lisa miraba insistentemente hacia aquel lugar.
- Va a ser difícil entrar… la puerta es demasiado pesada y no tengo llaves…
- ¿No tiene alguna combinación?
- Si, la tenía… pero sin energía no funciona. – Lisa puntualizó. – Así que tendremos que hacerlo manualmente… pero no se cómo.
- Yo me encargaré… si pude sacarte de la Base Alaska puedo hacer lo que sea.
Aunque Rick se refería a la manera en como había perforado el muro para que Lisa pudiera escapar, enseguida se arrepintió de sus palabras, pensando que la comandante podría pensar que estaba alardeando sobre el rescate. Pero Lisa no tomó el comentario de esa manera. Sólo asintió con la cabeza y siguió caminando, en dirección a una escalera monumental que llevaba al segundo piso de la propiedad.
En ese segundo nivel, Lisa le mostró a Rick lo que había sido una sala de juegos, varias habitaciones de usos diversos y finalmente llegaron a una puerta que todavía se mantenía en su lugar, pero Lisa la pasó de largo.
- Lisa… - Rick la llamó. – Esa habitación…
- Era la biblioteca… y el estudio de mi padre.
Rick se detuvo en seco, recordando lo que ella había dicho de que todos sus recuerdos de su padre giraban en torno a los momentos que habían pasado en esa biblioteca. Rick sabía que Lisa tal vez no estaba todavía preparada para enfrentar esos fantasmas y decidió darle tiempo.
Siguió caminando y la encontró de pie ante la escalera que llevaba al tercer nivel. El paso estaba bloqueado por un derrumbe y era más que obvio que el tercer piso, en donde se encontraban las habitaciones familiares, había colapsado por completo. Rick se detuvo junto a Lisa, sin hacer comentarios. Sabía que en esos momentos lo único que ella necesitaba era estar sola con sus recuerdos y si él iba a quedarse a su lado, prefería ser discreto y mantener el perfil bajo.
Lisa suspiró con gran sentimiento y se dirigió a la última habitación del pasillo. Rick la siguió, siempre manteniendo un ojo en sus controles para revisar los niveles de contaminación, y el otro en los alrededores, tratando de evitar cualquier situación que pudiera ser peligrosa para la comandante.
Ella entró a la última habitación y una sonrisa triste y melancólica apareció en su rostro cuando vio lo que había en ella. Ahí, en medio de las ruinas y la destrucción, podían adivinarse los restos de una chimenea… y un piano que milagrosamente parecía haber sobrevivido al impacto. No estaba en perfectas condiciones, pero aun estaba en una sola pieza y eso hizo que Lisa sintiera un calorcito muy especial en el corazón.
Rick miró a su alrededor. Aquello debió de haber sido una sala de estar… y a juzgar por los destruidos ventanales, aquel lugar tenía una vista privilegiada del bosque y el río que alguna vez rodearon aquella propiedad. Rick estaba impresionado al darse cuenta de la clase de poder que la familia de Lisa tenía y de su situación económica tan holgada. Aquella casa no era para nada como Lisa… era enorme, fría, indiferente… Rick sentía un dolor en el pecho al pensar que Lisa había tenido que vivir en aquel lugar por tanto tiempo… totalmente sola.
Antes de que Rick pudiera volver de sus cavilaciones, Lisa ya se había adelantado y se había sentado ante el piano. Sus manos limpiaron el polvo de las teclas con amor, casi con reverencia. Tocó un par de notas que llenaron el ambiente con un sonido dulce y lleno de esperanza. Rick sonrió conmovido, viendo a Lisa ante el piano.
- ¡Que hermosa! – Rick pensó, no sabiendo si se refería a Lisa o a la canción que ella estaba interpretando con tanta maestría.
Súbitamente la canción terminó de golpe, con un sonido que nada tenía que ver con los armoniosos acordes que Lisa había estado arrancándole a aquel piano hasta hacía unos segundos. Varias de las cuerdas del piano se habían roto, produciendo aquel sonido tan penetrante. Rick enseguida se puso en alerta y Lisa dio un paso atrás, sintiéndose atemorizada.
Por un momento ambos permanecieron inmóviles. Como un reflejo, Rick había sacado su arma y la apuntaba hacia el piano. Lisa mantenía sus manos pegadas al pecho y una expresión de agonía en el rostro. Cuando Rick se dio cuenta de lo que en realidad había sucedido, volvió a enfundar su arma, pero cuando lo hacía, un sonido… un sollozo escapó de los labios de Lisa.
- ¡Lisa! – el se acercó con precaución. – Lisa, ¿estás bien?
- Bien… muy bien…
Lisa se alejó de él, dándole la espalda, no queriendo que la viera en ese estado. Rick sintió rabia una vez más. ¿Por qué Lisa siempre tenía que actuar así, tan autosuficiente y tan fuerte?
- Lisa… - Rick puso su mano en el hombro de la comandante.
- Teniente Hunter… - Lisa se dirigió a él por su rango, lo cual no era bueno. – Si no le molesta quisiera estar sola unos momentos.
Rick asintió, sabiendo que Lisa necesitaba algo de privacidad pero al mismo tiempo sintiéndose incapaz de alejarse de ella, ni siquiera por un minuto. Finalmente decidió que debía de darle su espacio.
- Yo—voy al VD01 a preparar las cosas… uh… las raciones y lo demás y—voy a ir trayendo algunas cajas de almacenaje… Lisa, si necesitas algo, envíame un mensaje y vendré enseguida.
- Gracias. – Lisa respondió, si siquiera voltear a verlo.
Rick asintió y salió lentamente de aquella habitación, sin perder a Lisa de vista. Cuando estuvo en el pasillo movió negativamente la cabeza y tuvo el impulso de quedarse cerca, pero lo rechazó de inmediato.
- Necesita estar sola… necesita digerirlo todo… ella es fuerte, se puede cuidar a si misma. Es por eso que la admiras tanto, Hunter… porque ella no necesita de nadie para que la cuide… ella puede cuidar de sí misma y con todo hay veces que te permite que tú lo hagas por ella…
Rick trató de sacarse cualquier pensamiento de la mente y simplemente volvió al VD01, donde comenzó a preparar la ración de alimento del día… y a acondicionar un lugar cómodo para que Lisa pasara la noche a bordo de la nave.
*********
Lisa estaba en aquel salón, inmóvil ante el antiguo piano que tenía delante de ella. Estaba bastante dañado y aquello la hacía sentir muy mal porque ese piano no solo había pertenecido a varias generaciones de Hayes, sino que además era el piano en el que su mamá le había enseñado a tocar… era el piano que su propia mamá solía tocar por las noches, después de cenar.
Lisa recordó muchas noches pasadas en aquel lugar. Ella se sentaba en un cómodo sofá cerca de la chimenea, mientras su madre interpretaba las más hermosas piezas musicales con una maestría excepcional. Antes de casarse con el entonces Coronel Hayes, su madre había tocado el piano en varios recitales de manera semi-profesional en varios lugares. Aun después de su boda, había seguido practicando regularmente y presentándose, aunque ya con menos frecuencia. Pero desde que su pequeña Lisa había nacido, se había dedicado en cuerpo y alma a cuidar a su hija.
- Mamá… - Lisa murmuró. - ¡No sabes cuanto te he extrañado todos estos años!
Lisa acarició las teclas del piano casi reverentemente, sintiendo lágrimas correr por sus mejillas. Sentía que podía tocar las yemas de los dedos de su madre en aquel marfil frío y sin vida.
Ella había estado en esa misma habitación la noche fatídica en que su madre había muerto después de una agonía de meses… ¡se había ido tan joven! Lisa lo recordaba tan bien que era casi como si una película estuviera siendo proyectada ante sus ojos. El salón estaba iluminado solamente por la luz del fuego de la chimenea. Afuera sonaban los sonidos de la tormenta y ella, apenas una niña, estaba acurrucada en el sofá, cubierta con una manta.
Su padre la había arropado unos momentos antes, cuando vino a buscarla y la encontró en ese lugar. Ella había fingido estar dormida y su padre, el General Hayes, se había inclinado sobre ella, contemplándola por un momento que para Lisa fue una eternidad. Finalmente su padre le había acariciado el cabello y le había dado un beso en la frente.
Esa noche varios doctores habían venido a la casa de los Hayes, aun en medio de la tormenta. Lisa los había visto subir y bajar… pero después de que su padre había venido a arroparla, ella escuchó en el pasillo la voz familiar del padre Williams. Él era un buen amigo de la familia y el asesor espiritual de su padre. Lisa se preguntó que hacía el sacerdote a esas horas en su casa… y después escuchó a su padre llorar en el pasillo. El padre Williams lo trataba de reconfortar sin mucho éxito. Después de eso el silencio, solo roto por el trueno resonando en la distancia.
Lisa no supo cuanto tiempo había pasado, pero cuando abrió los ojos su padre estaba de pie junto a la ventana, mirando hacia fuera. Estaba amaneciendo y era un amanecer gris y frío. La lluvia había cesado, pero el ambiente era frío y sombrío. El fuego de la chimenea se había extinguido. Su padre notó que había despertado y fue a sentarse a su lado.
- Lisa… - le dijo con dulzura. – Mamá ya no va a sufrir más… ya no, mi niña. Para ella ya terminó el sufrimiento.
Ella recordaba la expresión de dolor en el rostro de su padre, a pesar de que trataba de mantenerse sereno. A pesar de su corta edad, ella comprendía el significado de las palabras de su padre. Ella había visto a su madre desvanecerse durante tres largos e interminables meses, día tras día, hora tras hora… ella había sido testigo del dolor y la frustración de su madre… de sus ganas de vivir, de cómo había luchado hasta el final. La señora Hayes no era una mujer que se dejara vencer. Había luchado hasta su último aliento.
- ¿Algún día la volveremos a ver, papá?
- Algún día volveremos a ver a todos aquellos que durante nuestra vida sean importantes para nosotros, Lisa.
El General Hayes había abrazado a su hija, y Lisa sabía que su padre en ese momento le había prometido a su madre que él se encargaría de su hija, que la haría una mujer de bien.
- Nunca te rindas, Lisa. – Esas habían sido las últimas palabras que ella había escuchado de su madre la tarde anterior, antes de que los doctores llegaran. - La vida no es fácil, hay que luchar por lo que creemos, por lo que soñamos y por lo que defendemos. Lisa, vas a ser fuerte, jamás te vas a dar por vencida… vas a ser el orgullo de la familia. ¡Te amo, chiquita! ¡Te amo!
Lisa sentía que aun podía escuchar las notas de la canción favorita de su mamá flotando en el ambiente. Ahora aquel lugar estaba en ruinas y aquel mundo que ella una vez conoció parecía haberse desvanecido. Todo era como imágenes de un sueño que se mezclaban en su cabeza provocándole una jaqueca.
Ella se acercó a la misma ventana donde su padre había estado aquella mañana… o a lo que quedaba de ella, y miró al exterior. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando se dio cuenta que desde aquel lugar podía ver el lugar exacto, cerca de lo que alguna vez había sido el río que cruzaba la propiedad, en donde Riber le había dicho adiós antes de partir hacia Marte. Lisa sintió una mezcla de tristeza, rabia, impotencia y dolor al pensar que en ese momento, en ese lugar, su madre, su padre y Riber parecían ser fantasmas a su alrededor. Las tres personas a las que tanto había amado… y a quienes había perdido. Aquello dolía demasiado.
- Cuando amas sólo terminas sufriendo. – Lisa se dijo a sí misma. – Todas las personas que son importantes para mi terminan por irse de mi lado… al final siempre me quedo sola… y ellos se vuelven fantasmas a mi alrededor. Ya no quiero más fantasmas en mi vida, ya no…
Los recuerdos que guardaba aquella casa de esas personas a las que había amado comenzaron a venir a ella como una cascada de emociones que amenazaba con ahogarla. Aquellos que le habían dicho que la amaban, que le habían prometido que siempre estarían a su lado, que le habían asegurado que jamás estaría sola… ellos, los tres, le habían prometido que ellos siempre estarían a su lado. Sin embargo ahí estaba ella, en medio de las ruinas de una casa llena de recuerdos… sintiéndose sola y desamparada. Sabiendo que la única persona en la que podía confiar y con la que podía contar era ella misma. No quería volver a confiar, no quería volver a pasar por el dolor de la pérdida. Ya no podría soportarlo otra vez… ya no podría sobrevivir a otro golpe tan duro.
- Supongo que es mejor estar sola… que es mejor escapar del amor, antes de que él escape de ti.
Aquello fue casi como una promesa que se hizo a sí misma, una frase que ella se repitió una y otra vez, encontrándola cada vez más cierta. “Escapa del amor antes de que él escape de ti”.
En ese momento sintió una fuerte presencia en aquella habitación. Ella se limpió las lágrimas del rostro y miró sobre su hombro, solo para ver a Rick de pie en el umbral de la puerta, mirándola en silencio.
- Rick… ¿Qué sucede?
- Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien, Lisa.
- Estoy bien. – le respondió no muy convencida de sus propias palabras.
- De acuerdo… bueno… yo—preparé un lugar para que puedas dormir en el almacén del VD01… es que se está haciendo tarde y creo que nos va a llevar un buen rato recoger todo el material… las cajas de almacenaje ya están allá abajo y me voy a ocupar de ello tan pronto pueda abrir la puerta del sótano, que es lo que pienso hacer ahora… es sólo que no has comido y—bueno… aquí—
Rick se aproximo a Lisa y con mucho cuidado, casi temerosamente colocó una ración de agua y comida sobre la chimenea semidestruida. Enseguida se retiró de aquel lugar, como si temiera perturbar los pensamientos de Lisa.
- Tienes que comer… lo necesitas… yo—bueno, voy a estar abajo trabajando en la puerta del sótano. Si me necesitas sólo llámame, ¿de acuerdo?
- Gracias. – Fue lo único que Lisa pudo decir, asintiendo levemente a las palabras de Rick, sin tener el valor suficiente de verlo al rostro porque no quería que la viera llorar, a pesar de que Rick bien sabía que lo estaba haciendo.
- Bueno—te veo en un rato Lisa.
Rick se alejó de ahí y Lisa suspiró con tristeza. Miró la comida que le había dejado y muy a su pesar sonrió. Rick era una persona que siempre se preocupaba por los demás y eso era algo que ella admiraba profundamente de él. Aunque no tenía hambre, ni ganas de comer, se obligó a hacerlo, sabiendo que Rick tenía razón.
Una lluvia leve comenzó a caer una vez más y Lisa tuvo que abandonar aquella sala, no sin antes buscar algo con que cubrir el piano. Esa era una de las cosas que ella se iba a llevar consigo. Pensaba restaurarlo y atesorarlo por el resto de su vida.
Lisa se sentó en la parte más alta de la escalinata y comenzó a comer desganadamente. En la planta baja podía escuchar los sonidos provenientes de la escalera del sótano. Sobre ella, los sonidos de la lluvia.
Miró a su alrededor y de pronto sintió que todo cobraba vida, al tiempo que recordaba cómo había sido su casa en aquellos tiempos, cuando había estado tan llena de luz y de color. Su madre siempre se preocupaba por tener flores frescas en cada rincón y la música siempre estaba presente. Cuando su mamá se fue, las cosas se pusieron tristes en la casa y nadie jamás se recuperó de aquella pérdida. Todos habían aprendido a amar profundamente a su madre.
- Cuando mamá murió y mi padre regresó a su puesto en el Pacífico Sur, yo me sentí sola y abandonada… esta casa se convirtió en una cárcel… aun más, en un cementerio.
Comenzó a recordar las largas noches de invierno o los interminables días del verano, cuando ella estaba sola en aquella casa llena de personal de servicio. El tiempo que había pasado en diferentes internados la había hecho tímida y retraída. Cuando estaba en su casa se encerraba en el estudio de su padre… o pasaba tiempo con los caballos. Eso era lo único que parecía calmar un poco el dolor que sentía por la madre muerta y el padre ausente.
- Los caballos son buenos escuchándote. – Lisa se dijo a sí misma. – Jamás te juzgan ni te cuestionan.
Ahora todos esos recuerdos parecían tan lejanos…
Recordó aquella fiesta de navidad, la primera desde que su madre había muerto. Su padre había decidido celebrar su reciente promoción a Almirante de las Fuerzas de la Tierra Unida y había organizado una gran fiesta navideña. Muchos oficiales, personas importantes del gobierno y aun civiles fueron invitados. Lisa jamás había visto la casa tan llena de ruido y movimiento en su vida. Aquello la había atemorizado un poco. No estaba acostumbrada a estar entre tanta gente.
Se había retirado a un rincón de la sala, solo a observar a los invitados departir alegremente. Las luces navideñas, el árbol al centro del salón de recepciones, la música, la gente bailando, todo se mezclaba en su cabeza y se confundía con sus recuerdos de las navidades familiares pasadas hacía ya tanto tiempo. Ya habían pasado casi 10 años desde que su madre había muerto y Lisa ya no era una pequeña niña. Ahora era una adolescente que comenzaba a desarrollarse, dejando entrever a la hermosa mujer en la que algún día se convertiría.
- No me gusta estar entre tantas personas. Me siento fuera de lugar… nunca se que hacer o que decir cuando vienen a hablar conmigo.
Lisa recordaba aquella voz que había hablado a sus espaldas. Era la voz de un apuesto joven en uniforme, el hijo de uno de los colegas de su padre, el Coronel Riber.
- Me llamo Karl. – el chico le dijo. – Vine con mis padres a la fiesta… pero no sabía que hubiera nadie de mi edad por aquí. ¿Dónde te habías estado escondiendo?
Lisa sonrió tristemente a los recuerdos de aquella noche. Habían estado hablando por un largo rato y luego se habían escapado hacia las caballerizas, donde Lisa le había mostrado sus caballos favoritos. Luego habían tenido que volver a la casa, pues la presencia de Lisa era requerida durante la cena. Su padre estaba radiante esa noche y quería compartir su felicidad con su hija. Después de la cena había comenzado el baile, que había sido abierto por el Almirante Hayes y su hija.
La comandante Hayes sonreía con aquellos recuerdos. Por un momento fue como si la casa hubiera recuperado su antigua gloria y ella casi podía escuchar el compás de la música mientras bailaba con su padre esa noche. Ella se sentía muy orgullosa de él y pensaba que se veía muy apuesto usando su uniforme de Almirante con todas sus condecoraciones.
Después del baile de rigor, Lisa había escapado hacia un extremo de la pista, donde Karl Riber la esperaba. El joven le pidió que bailara con él y ella accedió. Riber ya no la dejó escapar y terminaron bailando durante un buen rato. Ella no tenía mucha experiencia con chicos… no, ella no tenía NINGUNA experiencia con chicos, Lisa se corrigió a si misma. Para ella Karl Riber fue el príncipe salido directamente de los cuentos de hadas, un apuesto caballero de brillante armadura…
Aquella noche Karl Riber la besó… y desde esa noche comenzaron a mandarse cartas, a llamarse por teléfono, a estar en contacto. Para la adolescente tímida y solitaria, Karl había significado una brisa de aire fresco, alguien que siempre estaba ahí, aun en la distancia. Alguien con quien ella siempre podía contar, a quien podía contarle sus secretos, sus miedos, sus sueños…
Sin embargo también había significado alguien que siempre estaba lejano, ausente, inalcanzable…
Lisa solo lo había visto dos veces en su vida. La primera fue aquella noche de navidad, la segunda fue aquel día de verano, cuando su padre, el Coronel Riber, había ido a la finca Hayes a hablar con el Almirante, que se encontraba de vacaciones. Karl había acompañado a su padre y mientras ambos oficiales pasaban horas en su reunión, Lisa y Riber habían ido a pasear por la orilla del río.
Lisa esperaba una gran declaración de amor de parte de Karl. Después de todo, en todas sus cartas él le había dicho cuanto la amaba y cuanto la extrañaba. Muchas veces le había dicho que quería pasar el resto de su vida a su lado. Pero al estar juntos esa tarde, las cosas se sentían extrañas. Ella lo sentía distante, lejano… diferente. Él había hablado de muchas cosas, pero no de sus sentimientos.
No fue sino hasta que alguien vino a avisarles que la reunión había concluido y que el Coronel Riber esperaba a su hijo en la entrada de la finca, cuando Karl dejó caer sobre Lisa esa bomba que le cambiaría su vida.
- Lisa, ¿Ves esa estrella roja allá arriba? Ese es el planeta Marte y es precisamente a donde me enviarán la próxima semana.
- Karl, ¿Quieres decir que la transferencia que tanto has esperado al fin te fue concedida?
- Si Lisa, me informaron hoy. Mi solicitud al fin fue autorizada. Quisiera que no fuera tan lejos pero donde quiera que busco aquí en la tierra, todos están en guerra.
- Es cierto… ningún sitio de la tierra es seguro. ¿Verdad?
- Si… podré ser soldado, pero ya no puedo tolerar tanta violencia. Ese puesto de observador en Marte es el indicado para mí. Pero es importante que guardemos el secreto, sin que lo sepa tu padre, ¿Está bien?
- No te preocupes, Karl. No le diré nada al almirante… supongo… que no volveré a verte.
- Nos reuniremos algún día, Lisa… cuando la paz haya regresado a la tierra.
- ¡Ya se! Me uniré a las fuerzas armadas e iré a Marte yo también.
- Espero que lo logres pronto, porque lo único que sé es que te extrañaré… bien, adiós.
- Y recuerda que te amo. ¡Cuídate!
Lisa bajó la mirada con tristeza, recordando su último recuerdo de Karl, mientras se alejaba para siempre de ella. También recordó a su padre, el Almirante Hayes, y lo mucho que a él parecía desagradarle Karl Riber. Era hijo de uno de sus más cercanos colaboradores, y por lo mismo sentía que tenía el derecho de inmiscuirse en la vida sentimental de su hija y decirle que Karl Riber era un hombre que había ascendido en la milicia y había logrado sus propósitos gracias al puesto que su padre tenía. Eso era inaceptable para el Almirante, quien creía firmemente que un soldado verdadero debe de hacerse a sí mismo… desde abajo.
Después de que Karl había partido hacia Marte, Lisa y su padre tuvieron acaloradas discusiones, sobre todo cuando el Almirante se enteró de que Karl había abandonado su comisión en la tierra y había sido transferido a la Base Sara de Marte, sin que su solicitud y transferencia siguieran los protocolos oficiales. Él sabía de los sentimientos que su hija tenía por Riber y aquello lo enfureció.
Cuando Lisa le anunció que se uniría a las Fuerzas Armadas, el Almirante Hayes sintió que su orgullo paternal se le desbordaba en el cuerpo. Siempre había soñado con tener un hijo que siguiera la tradición militar de la familia, pero el que su hija, su única hija siguiera sus pasos lo hacía el hombre más feliz y orgulloso del planeta. Desde el primer día él le dijo a Lisa que su puesto de Almirante no iba a interferir en su educación militar. Ella trabajaría y se esforzaría como todos los demás reclutas. No tendría privilegios ni consideraciones especiales… Lisa había tomado tan en serio su carrera militar y el orgullo familiar que de inmediato sobresalió por su capacidad, su disciplina y su entrega al servicio.
El día que ella se graduó de la Academia Militar con los más altos honores, su padre había estado ahí para felicitarla… y para dejarle saber que lo había hecho el hombre más feliz en el universo.
Pero ese día también habían discutido fuertemente, cuando ella le informó que había solicitado su transferencia a la Base Sara de Marte. Su padre comprendió las cosas y le dijo que impediría a toda costa que ella fuera asignada a la base de Marte. Lisa le había dicho que él no podía ni debía interferir en su vida militar, él mismo se lo había dicho. Las relaciones entre padre e hija se dañaron aquel día… pero por suerte para el Almirante Hayes, todas las transferencias a la Base Marte fueron puestas en espera… había peligro en aquel lugar.
Y poco tiempo después vino la noticia de que la Base Sara había sido atacada… que no había sobrevivientes.
Lisa no quería recordar los detalles, era demasiado doloroso. Solo recordó que para escapar del dolor, una vez más se concentró en la milicia… entró a la Academia Robotech y se graduó como la mejor de su clase… fue entonces cuando el Capitán Henry Gloval la selecciono personalmente para que fuera la Primera Oficial del SDF1. Al poco tiempo fue trasferida a la Isla Macross y… lo demás era historia.
- Hubiera querido que las cosas entre nosotros fueran diferentes, padre… pero jamás logramos superar esas discusiones sin sentido… y cuando por fin lo hicimos, ya era demasiado tarde.
Lisa recordó los restos de la Base Sara, en donde Riber había muerto… recordó los restos de la Base Alaska, donde su padre había muerto… y ahora estaba ahí, en las ruinas de la casa de los Hayes, el lugar en donde su madre había muerto.
- Ya estoy cansada de buscar a mis seres queridos entre las ruinas de la guerra… siento que ya no puedo con esta carga yo sola.
Bajó su mirada y las lágrimas comenzaron a correr por su rostro una vez más. De pronto, frente a ella apareció Rick Hunter. Ella levantó su mirada y se encontró con sus ojos, que la observaba con preocupación.
- Lisa… ¿Estás bien?
- Si… estoy bien. – se limpió las lágrimas.
- Está bien, Lisa… no tienes porque ocultar ni reprimir tus sentimientos. – Rick se sentó a su lado en la escalera.
Lisa miró hacia arriba. El techo había colapsado y desde ahí podían ver las estrellas que se asomaban tímidamente entre las nubes de tormenta.
- Quisiera poder sentir los rayos de sol sobre mi rostro otra vez. – Lisa habló.
Rick asintió con la cabeza, pero no hizo comentario alguno. No estaba seguro de que Lisa estuviera diciendo aquello literalmente o de una manera figurativa.
- Es una noche airosa. – Lisa comentó después de un rato.
- Debemos descansar… ha sido un día largo… ¿Te comiste tus raciones?
- Si Rick, gracias.
- Bien… bueno, te informo que pude romper la cerradura del sótano. El Almirante Hayes si que era una persona precavida, ese sótano es toda una fortaleza. No quise entrar, pensé que tú deberías de hacerlo primero.
- Supongo que mañana será un buen día… para revisar el sótano y la biblioteca. – Lisa bajó su mirada. – Si algo se pudo salvar y si algo podemos recuperar para nuestra misión, ese material lo encontraremos en esos dos lugares.
- Si… - Rick contestó casi ausentemente, preguntándose que clase de acervo cultural el Almirante Hayes tendría.
Los ojos de Rick se dilataron cuando sintió la cabeza de Lisa posarse suavemente en su hombro. Él la miró sorprendido, pero ella mantenía sus ojos cerrados. Se notaba exhausta.
- ¿Te sientes bien, Lisa?
- Si… Rick, gracias por todo esto… no te voy a negar que ha sido doloroso, pero lo necesitaba.
- No me lo agradezcas, Lisa… me alegra estar aquí contigo. Mañana voy a comenzar a empacar el material y llevarlo a la nave… supongo que el piano—
- Rick, - Lisa lo interrumpió. - ¿Recuerdas que te dije que siempre pensé que había fantasmas en esta casa?
- Si, lo recuerdo… y a decir verdad también lo creo.
Rick se alegró de ser precavido, ya que el salón principal estaba iluminado por un equipo de luces de emergencia que él mismo había instalado aquella tarde. Sin embargo, algo le decía que Lisa no se refería a los fantasmas que él tenía en mente… sino a sus propios fantasmas. Miró a la comandante y respiró profundamente, sintiéndose nervioso de lo que estaba a punto de preguntar, pero sintió que era el momento de saber la verdad.
- Lisa… hay algo que quisiera preguntarte pero… no se si sea un buen momento porque no quiero estresarte ni hacerte sentir mal.
Lisa levantó su cabeza del hombro de Rick y lo miró a los ojos.
- Si, claro… ¿De qué se trata, Rick?
El teniente Hunter se acobardó, pero enseguida trató de recuperar su seguridad y habló con una voz que sonó demasiado militar para el gusto de Lisa.
- Le pido permiso para hablar con libertad, comandante.
Lisa asintió con la cabeza, sintiéndose un poco frustrada de que Rick estuviera actuando de esa manera, porque ella pensaba que a esas alturas existía una confianza entre ellos que iba más allá de sus lazos militares.
- Bien… es que… desde que llegamos te he estado observando, Lisa… y se que el estar aquí te ha afectado, pero también se que al paso del tiempo recordarás esta experiencia y te alegrarás de haberla vivido… por tu propio bien y el de tu familia. Es solo que—
- ¿Qué?
- Bueno… es que tu mirada… la forma en como te has estado comportando y todo lo demás—me recuerdan mucho a la Lisa que… ya sabes, a la Lisa que estaba en la Base Sara de Marte.
Rick guardó silencio y observó el efecto que sus palabras tenían en Lisa. Deliberadamente había omitido mencionar el rescate de la base de Marte. No quería echárselo en cara. Ella miró a lo lejos y asintió.
- Si, tienes razón… me siento igual que como me sentí entonces.
- Lisa… - Rick quería llegar al punto, pero no sabía como hacerlo. - ¿Qué—qué fue lo que realmente sucedió entre tú y… ese chico Karl Riber?
La comandante miró a Rick con tristeza. No sabía como, pero él se las ingeniaba para leerle la mente una y otra vez.
- Te lo dije aquella vez que quedamos atrapados… él era el hombre del que estaba enamorada… murió en la Base Sara de Marte, creo que no hay nada más que decir.
- Es que—siento que… no se.
Rick en realidad no sabía por qué súbitamente había comenzado a pensar en Lisa y Riber juntos, pero lo había hecho toda la tarde y aquello lo estaba molestando cada vez más. Una vez había hablado sobre eso con Roy y lo que el comandante Fokker le había dicho lejos de tranquilizarlo, tras lo ocurrido en Marte, lo había hecho sentir aun más mal.
- ¿Porqué me preguntas esto, Rick?
- No se… debe de ser que recordé aquel episodio en Marte… es que… bueno, Roy me dijo, Lisa… y se que uno debe de ser respetuoso con los muertos pero… es que no puedo creer que se haya ido, que te haya abandonado.
- No me abandonó… solo fueron circunstancias.
- Es que—Lisa, no me tomes a mal lo que te voy a decir… pero no entiendo como pudo irse, dejando tras de sí a una mujer como tú… es decir, tu eres todo lo que un hombre puede desear… cualquier hombre con sangre en las venas estaría agradecido de tenerte a su lado… un verdadero hombre no huye así, dejando a su prometida a su suerte.
- Él no huyó, Rick… te dije que solo fueron circunstancias.
- Lamento haber preguntado sobre esto… es sólo que no lo entiendo.
Rick clavó su mirada en el piso y Lisa suspiró profundamente. Se hizo silencio entre ellos. La comandante Hayes comenzó a procesar las palabras de Rick y sintió que su corazón le daba un vuelco. ¿Le había dicho que ella era todo lo que un hombre podía desear? ¿Era cierto? ¿Realmente lo pensaba? Misteriosamente el nombre de Riber se borró de su mente, siendo reemplazado por las palabras de Rick.
- Lo siento, Lisa… no debí haber traído el tema a colación… estuvo totalmente fuera de lugar.
- Está bien, Rick… creo que Riber es alguien a quien debo de olvidar. A veces lo recuerdo con cariño, otras con nostalgia pero últimamente cada vez que pienso en él siento… frustración. Pienso que tal vez las cosas hubieran sido diferentes si él no se hubiera ido, si él no—
Lisa suspiró, no sabiendo como terminar aquella frase.
- Tu mereces algo mejor que eso, Lisa… mereces alguien que te ame, que siempre esté contigo, que no te abandone… alguien que se preocupe por ti, que te ponga a ti por encima de todo y de todos…tu mereces que te pongan el mundo a tus pies, Lisa… no puedes conformarte con menos.
Lisa sonrió con tristeza.
- Yo me conformaría con tan poco. – Susurró casi entre dientes.
Rick la miró y sintió ternura por ella. Tenía toda la razón, ella pedía tan poco… y él sabía que merecía tanto. Por su parte Lisa estaba impresionada. Rick había sonado exactamente como su padre, el Almirante Hayes. Aquellas palabras que Rick le acababa de decir habían sido textualmente las que su padre le había dicho el día que habían discutido cuando el Almirante supo que ella buscaba ser transferida a Marte. Ella estaba convencida de que a su padre le hubiera agradado Rick.
Recordó que durante todo el tiempo que Karl había estado en Marte, jamás había tenido noticias suyas. Ella jamás había querido admitirlo, pero aquello siempre la había lastimado demasiado. Ahora se preguntaba cuales eran los sentimientos que Riber había realmente tenido por ella. ¿Acaso en realidad habían estado comprometidos? ¿O era esa otra de las fantasías que ella guardaba en la mente sobre Karl Riber, el hombre al que había mitificado con el correr de los años?
Lisa sentía que la cabeza le dolía. De pronto se sentía vacía y deshecha. Sentía que el cansancio de toda una vida se había súbitamente adueñado de su cuerpo. Se puso de pie y comenzó a descender la escalinata. Rick la llamó con cierta urgencia:
- ¡Lisa!
- Estoy cansada, Rick. – ella se detuvo a media escalinata y lo miró con tristeza. – Quisiera dormir… ¿Podemos continuar con esto mañana?
- Claro, comandante… solo quiero que sepas dos cosas.
- ¿Y qué cosas serían, teniente Hunter?
- Primero, que estoy seguro que algún día vas a encontrar a un buen hombre que te sepa valorar y que te amará con locura y pasión Lisa, porque te lo mereces.
Ella sonrió con tristeza y movió negativamente la cabeza.
- Y segundo… que puedes confiar en mi… yo no te voy a abandonar Lisa, jamás.
Lisa lo miró y Rick le sostuvo la mirada por unos segundos.
- Todos prometen muchas cosas, pero al final todos se van. – Lisa pensó.
- ¿Lisa?
- Gracias Rick… se que tus intenciones son buenas, pero yo ya deje de creer en el amor hace mucho tiempo.
- Lisa… no son sólo intenciones.
Lisa sonrió tristemente y se encogió de hombros. Si Rick había querido decirle algo más con esas palabras, ella no lo había notado. Estaba demasiado cansada como para comprender las cosas.
- Buenas noches Rick… descansa bien esta noche y… mañana te veo. ¡Duerme bien!
- Espero que te agrade tu camarote, Lisa. Fue algo improvisado en la bodega del VD01, pero creo que lo hallarás cómodo. ¡Descansa y duerme bien también tú, Lisa!
Lisa asintió con la cabeza y se alejó de ahí, con un sentimiento de culpa en el corazón, pensando que debía de haberle dicho más a Rick, pero simplemente no encontraba las palabras correctas.
Cuando Rick estuvo sólo, miró a su alrededor. Estaba en la casa de los Hayes y aquello era impresionante. Miró el lugar por donde Lisa había desaparecido y bajó su cabeza, moviéndola negativamente.
- No puedo creer que una mujer tan hermosa e inteligente como tú no crea más en el amor, Lisa. – murmuró. – No lo puedo creer y no voy a creerlo… muy dentro de ti sé que eres una romántica incorregible y nada puede cambiar eso. Yo quiero verte enamorada y feliz, Lisa… yo me preocupo por ti.
**************
No muy lejos de ahí, en la plataforma de entrada al VD01, Lisa se detuvo para mirar al cielo por última vez antes de irse a dormir.
- Huye del amor antes de que este huya de ti. - se dijo a sí misma.
Lisa entró a la bodega y sonrió al ver los arreglos que Rick había hecho y su pequeña habitación ahí mismo, dentro del almacén del la nave VD01. Ella sabía que los días por venir serán cruciales, que iba a redescubrir una parte de su propia historia. Miró hacia la casa, donde Rick acababa de aparecer en la puerta. Sin darse cuenta de que estaba siendo espiado, clavó su mirada en la nave de la comandante y la miró casi con devoción.
- Buenas noches, Rick… ¡Gracias por todo!
Lisa se dirigió a su pequeña habitación entre los contenedores de aluminio que Rick había usado como bloques para construir los muros. Se acomodó en su bolsa de dormir y encontró una posición cómoda. No se permitió el pensar en nada y casi inmediatamente cayó en un sueño profundo. Se sentía desgastada y agotada, por lo que pensó que aquel sueño reparador haría maravillas con su cuerpo y con su espíritu. ***
State = Continuará/To Be Continue
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