fanfic_name = LAMENTACIÓN DE OTOÑO

chapter = 5

author = Evi

dedicate = Dedicado a todos aquellos que me han enviado e-mails y me han mantenido motivada para seguir escribiendo. ¡Esto va por ustedes! :)

Rating = AP15

Type = Adventure

fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO

por Evi

 

 

CAPITULO V

 

Los días que siguieron a la noche que Lisa y Rick habían pasado juntos fueron los más memorables que ellos tendrían de la misión Sahara. Max y Miriya notaron que sus compañeros parecían estar siempre de buen humor cuando salían a sus diarios vuelos de reconocimiento. Parecía que de pronto todas sus diferencias se habían terminado y ahora, cada vez que discutían en los sistemas de comunicación, lo hacían con un tono de burla y complicidad. Muchas veces los Sterling no entendían todo lo que Lisa y Rick se estaban diciendo, porque al parecer habían inventado un lenguaje lleno de bromas privadas y palabras con significados que solo ellos conocían. En más de una ocasión Max había descubierto al Skull-1 flasheando mensajes en clave Morse al VD01 de Lisa.

 

Aquello, lejos de molestar a los Sterling, los tenía muy contentos y emocionados. Max había intentado –infructuosamente – de hacer que Rick le explicara lo que había sucedido aquella noche, “la noche” cuando Rick se había quedado con Lisa. Por supuesto que no había obtenido ni un solo detalle por parte de su amigo, tan sólo algunas sonrisas traviesas acompañadas siempre por las mismas palabras: “no sucedió nada”. ¿Y qué si hubiera pasado? – Eso era lo que Max pensaba en cada ocasión. Lo único que él sabía era que después de esa noche las cosas habían parecido mejorar muchísimo entre sus dos amigos.

 

Los Sterling habían pasado noches enteras analizando la situación entre Lisa y Rick y habían llegado a la conclusión de que, les gustara o no, eran almas gemelas que tarde o temprano estarían juntas. Miriya, en su poco conocimiento de la cultura humana, se había tenido un ataque de rabia una noche, sin comprender por qué Lisa y Rick no se casaban de una vez por todas y terminaban con aquella tortura que era para ella verlos todos los días con los ojos llenos de deseo, pero tan tercos en su exterior, que ninguno se atrevía a confesar sus sentimientos. Max tuvo que explicarle a su esposa que no todas las relaciones tenían una propuesta matrimonial a tan solo unas horas de haberse conocido, como les había sucedido a ellos, sin embargo se sorprendió al pensar que hasta una Zentraedi podía ver lo que ocurría entre sus oficiales superiores, mientras que ellos parecían estar totalmente ignorantes de la situación.

 

- Supongo que así es cuando hay fuego, los que están afuera ven el humo antes que los que están adentro. – Max le dijo a Miriya. – Lo único que sé es que vamos a ver toda una telenovela entre esos dos, antes de que puedan confesarse lo obvio.

 

 

******

 

 

Aquella tarde los cuatro pilotos bajaron de sus respectivas naves que, cuando estaban en la base, eran estacionadas bajo la sombra protectora del Sahara 001, porque la nave no era lo suficientemente grande para albergar a los VTs en su interior. Los tres VTs en modo Guardián y la nave de reconocimiento Viento del Desierto de la Comandante Hayes comenzaron a ser revisadas por los mecánicos.

 

Rick se quitó el casco y tomo aire, dejándolo escapar lentamente por la boca después. Había sido un día largo, pero productivo y él estaba cansado.

 

- Bien, con eso damos por terminado este cuadrante, ¿no es así, jefe?

 

El teniente Hunter miró a Max, quien se estaba quitando su propio casco y asintió con una sonrisa en el rostro.

 

- Así es… somos el mejor equipo para este trabajo. Hay que llevar las muestras a la bodega. – Rick bajó la voz. – Lo que reunimos del material cultural de Lisa.

 

- No hay problema Rick, Miriya y yo nos encargamos de eso. ¿Van a ir a cenar al comedor?

 

- Si, supongo que si. – Rick se percató de que Max ya hablaba de él y Lisa como si fueran una pareja que hacían todo juntos.

 

- Bien, nos vemos por ahí más tarde jefe.

 

Max se adelantó para alcanzar a Miriya que ya se dirigía hacia adentro de la nave. Pasó al lado de Lisa, la saludó militarmente con una sonrisa en el rostro y le dijo algo sobre que la vería más tarde en el comedor. Lisa respondió el saludo y la sonrisa y caminó hacia Rick, quien examinaba el fuselaje de su nave.

 

- ¿Problemas con el Skull 1?

 

- No… todo está en orden. – Rick le sonrió.

 

Lisa se acercó un poco a los limites de la improvisada pista de aterrizaje debajo del Sahara 001 y se quedó ahí parada, mirando la lluvia que seguía cayendo sin parar. Rick la observó desde donde estaba, al lado de su nave y después se acercó a ella.

 

- ¿Tu crees que esta lluvia termine algún día?

 

- El planeta fue devastado, Rick. Nosotros mejor que nadie lo sabemos. Lo hemos visto… esta lluvia es la única manera de asentar el polvo, reducir los niveles de contaminantes y sobre todo, hacer que la vida vuelva a surgir en la tierra. Es toda la humedad del planeta que fue evaporada por los ataques de Dolza.

 

- Si, supongo que todavía vamos a ver llover por un rato…

 

- Por unos meses más, por lo menos. El Dr. Lang estimó que el daño sería reparado en aproximadamente un año.

 

- Sin embargo es romántico, ¿no?

 

Lisa miró a Rick de soslayo y se percató de que estaba sonriendo. Ella no pudo evitar una pequeña sonrisa en los labios y solamente asintió con la cabeza.

 

- ¿Qué fue lo que Max dijo de que nos veríamos para la cena?

 

- Bueno, preguntó si íbamos a cenar en el comedor, le dije que sí… ¿si vamos a cenar en el comedor, verdad?

 

Lisa se rió. Rick había sonado como un niño pequeño pidiéndole permiso a su mamá para salir a jugar con sus amiguitos.

 

- Claro que sí, Rick. – ella comenzó a caminar hacia la nave, seguida por el teniente. – Solo quiero escribir el reporte del día primero. Si dejo pasar un reporte luego se juntan y el trabajo comienza a amontonarse.

 

- Entonces déjame ayudarte con eso.

 

No hacía falta que Rick le dijera que la iba a ayudar, porque así lo hacía todos los días. Ambos se dirigieron a la habitación de Lisa. A medio pasillo ella lo miró y sonrió para sí misma:

 

- Me alegra que vengas conmigo, Rick. Hay algo que quiero darte…

 

- ¿A mí?

 

- Es un pequeño regalo que tengo para ti.

 

- ¿Un regalo? ¡Vaya, no sabía que era mi cumpleaños!

 

- Lo se, pero pensé que era algo que te gustaría.

 

Rick caminó en silencio, pensando en qué era aquello que Lisa podría tener que a él le interesara. También trataba de comprender el porqué de aquella actitud tan amable de Lisa en los últimos días. Ya no era la oficial intransigente y estricta del puente del SDF1, ahora se había vuelto una mujer sencilla y amable con la que era difícil discutir. ¿Era esa la verdadera Lisa? Porque si así era, esa Lisa le encantaba. Ahora que ella parecía haber soltado las riendas que mantenía tan apretadas sobre Rick, él había descubierto una mujer cariñosa y llena de vida a la que había llegado a querer mucho.

 

Entraron a la habitación de Lisa y Rick se dejó caer sobre la cama, exhausto. A ella pareció no importarle, de hecho aquello se había vuelto casi rutinario. Rick pasaba mucho tiempo en su habitación, jugando con su computadora, ayudándole con los reportes o simplemente conversando con ella.

 

Lisa fue directamente a su librero y tomó una pequeña caja de madera que le extendió a Rick. El se sentó lentamente en la cama y tomó lo que Lisa le ofrecía. Sus ojos fueron de la caja al rostro de su comandante, quien le sonreía no sólo con los labios, sino con los ojos.

 

- ¿Era en serio lo del regalo? – Rick le preguntó.- Pensé que era solo un pretexto para traerme a tu habitación, comandante.

 

- Yo no necesito pretextos para eso, Hunter. – Lisa bromeó. - ¿Bien? ¿Necesitas que te aplauda para que abras esa caja?

 

Rick soltó una risa divertida y abrió la caja. Su sonrisa pronto se desvaneció y en su lugar sus ojos se llenaron de una mezcla de… sorpresa y tristeza, Lisa pensó. Su mirada subió para encontrarse con la de Lisa y ella asintió con la cabeza, todavía sonriéndole con dulzura.

 

- Pensé que te gustaría tener eso.

 

- Lisa… es que…

 

Rick sacó de la caja dos elegantes portarretratos de unos 24x18 cm. hechos de madera. En ellos había dos fotografías brillantes y llenas de color. Era como si las hubieran tomado ese mismo día… si el clima no hubiera estado tan lluvioso, por supuesto. Rick las reconoció en el acto, una era la foto de él con Roy, en el viejo avión amarillo de su hermano. La otra era la foto de sus padres. Las mismas que él le había enseñado a Lisa hacía no mucho tiempo. Iba a preguntar cómo es que ella había obtenido copias de esas fotos, pero su pregunta fue contestada por el pequeño estuche de cuero que también se encontraba en la caja.

 

- Lo dejaste aquí aquella noche. – Lisa le explicó, sin tener que siquiera especificar a cuál noche se refería. – Pensé en regresártelo enseguida… pero luego se me ocurrió escanear las fotos y restaurarlas con un programa de computadora… la de tus padres estaba en muy malas condiciones. No soy una experta, pero creo que no quedó tan mal… las imprimí en alta calidad y recordé que tenía esos portarretratos por ahí… pensé que te gustaría tener este recuerdo. Se bien que no tienes mucho de tu vida antes de Macross. – La voz de Lisa sonó triste con las últimas palabras.

 

- Lisa…

 

Rick no salía de su asombro. Más que las fotografías – que eran una sorpresa increíble y le habían encantado, - estaba realmente conmovido por la actitud de Lisa. Nadie jamás le había hecho un mejor regalo que aquel. Era obvio que Lisa lo observaba, tratando de captar todas las pistas que él enviaba… aun más, ella detectaba sus necesidades aún antes de que él mismo las conociera. No podía creer que Lisa fuera una persona que se preocupara tanto por él.

 

Por alguna razón su mente voló a aquel día en que Max y Ben le habían sido asignados como sus subordinados por Roy. Ese día lo habían ascendido y le habían dado una medalla. Recordaba perfectamente bien que ese día había sido el cumpleaños de Minmai y que ella, lejos de preocuparse por él o por el peligro que vivía, le había exigido un regalo de cumpleaños. Y él le había entregado su medalla. Ahora se arrepentía de haber hecho eso…

 

Pero Lisa era diferente… ella jamás exigía nada, jamás pedía nada, jamás esperaba nada… antes bien, lo daba todo, lo entregaba todo.

 

Rick miró a Lisa, quien seguía sonriéndole. En su rostro pudo descubrir que esa sonrisa no era porque ella esperara algo a cambio, tal vez ni siquiera esperaba que él se lo agradeciera. Ella sonreía así, porque se sentía satisfecha de lo que había hecho por él. Eso era lo único que a ella le quedaba, el saber que Rick estaba contento. Era todo lo que ella pedía de él.

 

- Lisa… - el repitió su nombre, como si fuera la única palabra que existiera en su mente en ese momento.

 

- Espero que te gusten, Rick.

 

Sin más, se dio media vuelta y aun con la sonrisa en el rostro, encendió su computadora, y se dispuso a comenzar con su reporte. Rick la miraba, sin salir de su asombro. ¿Eso era todo? ¿Acaso no esperaba nada de él? ¿Nada en lo absoluto?

 

Ella no tenía idea de lo que acababa de hacer por él, del significado que él encontraba detrás de sus acciones y detrás de ese regalo. ¿Podía Lisa Hayes ser tan generosa? ¿Qué era lo que ella realmente quería de él? Simplemente no lo comprendía, primero lo regañaba, lo amenazaba con enviarlo a corte marcial, lo avergonzaba, peleaba y discutía con él… y súbitamente comenzaba a acercarse, a mimarlo, a protegerlo, a ayudarlo… él simplemente no podía entender a aquella mujer. Todo sobre ella era un misterio que Rick quería descifrar pero no sabía por donde comenzar.

 

De pronto se encontró pensando en algo qué últimamente pensaba tal vez demasiado… en lo atractiva que Lisa era. Le gustaba su cabello, aquel color miel que tenía y lo sedoso y suave que era… y cómo es que siempre olía tan bien. Le gustaba cuando lo dejaba suelto, como aquel día. Sus ojos bajaron y se encontró admirando los contornos del cuerpo de Lisa… era una mujer increíblemente hermosa y atractiva y lo que la hacía aun más atractiva era el hecho de que ella no parecía saber lo bella que en realidad era. Rick subió su mirada, regañándose a sí mismo por tener esos pensamientos sobre Lisa.

 

Cuando sus ojos subieron, se encontraron directamente con los ojos verdes de Lisa que lo miraban sobre su hombro, como tratando de descubrir en qué estaba pensando.

 

- ¿Tienes a la mano las coordenadas del plan de vuelo de hoy?

 

Rick tardó un momento en contestar. Al parecer lo único que él podía ver en esos momentos eran esos ojos verdes tan brillantes y tan tristes a la vez. Esa era la eterna paradoja con Lisa Hayes, cómo podía ser tan brillante y tan triste, tan fuerte y tan vulnerable, tan llena de vida y tan solitaria. Rick sacudió la cabeza, queriendo volver a la realidad y comenzó a balbucear casi automáticamente las coordenadas que Lisa le pedía. Ella comenzó a escribirlas en la computadora, pero Rick se detuvo abruptamente y poniendo la caja sobre la cama, fue a arrodillarse al lado de Lisa.

 

- ¡Lisa! – su voz sonó casi como una orden. - ¡Nada de reportes, no quiero que trabajes esta noche!

 

- Pero Rick, te dije que—

 

- Yo lo hago, te lo prometo… Lisa…

 

- ¿Qué es lo que sucede, Rick? Yo pensé que—

 

Rick la tomó por los hombros y la miró directamente a los ojos, forzándola a hacer lo mismo. Aquello la tomó por sorpresa e inmediatamente, y sin percatarse de ello, hizo lo que siempre hacía cuando estaba nerviosa: comenzó a morderse el labio inferior. Rick lo notó de inmediato. Sentía como su corazón le palpitaba tan fuerte en el pecho que lo hacía sentir mareado.

 

- Lisa… - su voz sonó como una súplica y ella no supo que quería decir aquello.

 

- ¿Qué sucede, Rick?

 

- Gracias Lisa… ¡Muchas gracias!

 

- No fue nada. – Lisa sonrió, tratando de quitarle importancia al asunto. – Se que esas fotos significan mucho para ti, Rick. Pensé que sería bonito que las tuvieras así, para decorar tu habitación y que siempre—

 

- Lisa, no son sólo las fotos. – Rick la interrumpió. – Es todo lo que haces por mí, día a día… yo—se que no lo digo lo suficiente, pero apreció todas tus acciones y… sinceramente, no se que sería de mi sin ti, Lisa Hayes.

 

- No hay problema.

 

La voz de Lisa era un susurro. Hacía unos segundos que había dejado de escuchar lo que Rick le decía. Estaba tan cerca de él que se sentía embriagada con su aroma, con su calor, con su cercanía física. Sus ojos estaban clavados en el rostro de Rick, estudiándolo con interés y casi con devoción. Rick guardó silencio cuando se percató de la manera en cómo Lisa lo estaba observando.

 

- ¡Lisa…! - susurró sin poderse contener.

 

Imperceptiblemente Rick se acercó más a Lisa y ella sintió que el corazón le iba a estallar en el pecho. El teniente Hunter mantenía sus manos en los hombros de la comandante y ella notó que la presión sobre ellos aumentaba, como si Rick no quisiera dejarla ir. La frente de Rick se posó en la suya y ella tuvo que cerrar los ojos un momento, tratando de controlar su respiración. Podía sentir el aliento de Rick en el rostro y eso la estaba volviendo loca.

 

- Quisiera encontrar una manera de pagarte todo lo que has hecho por mí.

 

Rick susurró esas palabras casi contra la piel de Lisa, haciendo que una oleada de energía recorriera su cuerpo de una manera tan violenta, que la comandante sintió que se mareaba un poco.

 

- No es necesario, Rick. – ella le respondió en un susurro que más bien parecía una súplica.

 

Lisa se estremeció cuando sintió la nariz de Rick contra su mejilla y casi inmediatamente el toque suave de sus labios. Él no la estaba besando, ella sabía que no lo estaba haciendo. Simplemente mantenía sus labios cerca de su rostro, acariciándola con ellos. Sus ojos estaban cerrados, y pronto Lisa se encontró haciendo lo mismo, frotando su rostro contra el de Rick con suavidad y delicadeza. Era como la caricia producida por una pluma y aquello enviaba choques eléctricos a través del cuerpo de ambos.

 

Una de las manos de Rick bajó para aprisionar la mano de Lisa casi posesivamente. La otra mano subió y con sus dedos comenzó a trazar el contorno de la oreja de Lisa y la línea de su mandíbula. Rick notó que Lisa suspiró cuando le tocó la oreja, lo que lo motivó a ir un poco más allá, acariciando el rostro y el cuello no solo con sus labios, sino con su mano también y finalmente esta se posó en un costado de su cuello.

 

Lisa comenzó a hacer lo mismo, a acariciar el rostro de Rick con las yemas de sus dedos. Era una caricia tan suave que hizo que él simplemente perdiera noción de lo que estaba sucediendo. Un sonido apagado escapó de su garganta y Lisa sonrió, al tiempo que seguía frotando su rostro contra el de Rick delicadamente.

 

Sus narices se tocaron y por unos segundos juguetearon con ellas, ninguno de los dos quería abrir los ojos y romper la magia del momento. Rick se inclinó un poco y sus labios se movieron, como si estuvieran buscando los de Lisa. Ella entreabrió los suyos, esperando aquel beso…

 

En ese preciso instante, el sonido del intercomunicador se dejó escuchar en la habitación, haciendo que Lisa y Rick se separaran abruptamente. Ella dejó escapar un suspiro en el que trató de echar fuera toda su frustración. Rick se dejó caer de espaldas en la cama, gruñendo imperceptiblemente. Se cubrió el rostro con su brazo, tratando de controlar su respiración. Lisa alcanzó el intercomunicador y contestó:

 

- Lisa Hayes aquí…

 

- ¡Hola Lisa, soy Max!

 

- ¡Voy a matarlo! – Rick susurró.

 

- ¿Qué sucede Max?

 

- Miriya y yo vamos rumbo al comedor y nos preguntábamos si van a unirse a nosotros para la cena… ¿Ya terminaron el reporte? ¿Quieren que los esperemos?

 

- Estaremos ahí en unos minutos. – Lisa respondió.

 

- ¡Excelente! Ah, dice Miriya que no se tarden porque tiene hambre…yo no la haría esperar, comandante… ya sabe, apetito Zentraedi y todo eso…

 

Lisa se rió del comentario de Max y del hecho de que en el intercomunicador se escuchó un sonido seco seguido por un gemido de dolor. Lisa no pudo evitar imaginarse a Miriya arrojándole un zapato a Max.

 

Lisa se despidió y cortó la comunicación. Miró a Rick, que todavía tenía el rostro cubierto con su brazo. Ella respiró profundamente antes de poder hablar con Rick:

 

- Creo que los Sterling nos esperan en el comedor.

 

Rick se sentó en la cama, quedando frente a frente con Lisa. Ella retrocedió un poco, pero él le sonrió traviesamente.

 

- Muy bien, pero después de la cena voy a venir a terminar el reporte, ¿de acuerdo?

 

Lisa lo miró con una expresión entre dudosa y acusadora reflejada en el rostro y el se rió. Sabía que después de lo que había sucedido hacía unos momentos, esa no era exactamente una situación divertida, pero la expresión en el rostro de Lisa era bastante simpática.

 

- Bien. – habló la comandante. – Pero ahora si espero que sepa, teniente, que no toleraré más diversión, nos enfocaremos en el trabajo que tenemos pendiente.

 

- De acuerdo. – Rick sonrió, sabiendo que Lisa estaba bromeando, pero luego sonó serio cuando siguió hablando. – Cómo hoy terminamos el III Cuadrante, creo que necesitamos evaluar las rutas y elaborar los planes de vuelo para el cuadrante IV.

 

- Ya estás hablando como un oficial, Hunter.

 

Él se rió y se puso de pie, ayudándola galantemente a que se incorporara después. Ella lo miraba con cariño.

 

- ¡Gracias por este regalo, Lisa! No tienes idea de lo mucho que significa para mí.

 

- Me alegra que te haya gustado.

 

Rick puso sus brazos en torno al cuerpo de Lisa y la atrajo hacia él en un abrazo cariñoso y tibio. Ella sonrió y se relajo en aquel abrazo. Cerró los ojos y lo correspondió.

 

- Será mejor que nos vayamos. – Lisa susurró. – De otra manera podríamos perder al sargento Sterling… al parecer Miriya esta hambrienta y no sabe como controlarse.

 

- Si… - Rick le susurró al oído. – Pero espero que la cena termine pronto, porque estoy realmente ansioso de pasar la velada con usted, comandante Hayes.

 

Lisa se separó de Rick, mirándolo interrogativamente al rostro. El sonreía traviesamente. Le guiñó el ojo y enseguida se dirigió a la puerta, abriéndola para que Lisa pudiera pasar.

 

- ¡Primero las damas!

 

Lisa no hizo más comentarios. A veces la actitud de Rick la confundía. Lo que acababa de suceder entre ellos había significado mucho para ella, pero al parecer Rick no lo había considerado tan importante, ya que su comportamiento era casual. Lisa decidió pasar un buen rato con sus amigos… ya vería el rumbo que tomaban las cosas esa noche con el teniente Hunter.

 

 

**********

 

 

Lisa había notado aquella noche que por primera vez en su vida se sentía a gusto cenando con un grupo de personas, como lo eran Rick, Max y Miriya. Ella quería mucho a sus compañeras del puente, Claudia y el Trío eran más que sus compañeras, su familia. Muchas veces había salido con ellas y pasaba un buen rato, pero siempre sucedía que ellas comenzaban a hablar de moda, de los galanes del momento, de los últimos chismes del RDF y del SDF1. Lisa jamás había estado interesada en tener una vida social, por lo que esas conversaciones realmente no le interesaban, porque no conocía a las personas de quienes se estaba hablando. Cuando salía con las chicas, generalmente se disculpaba temprano y volvía a su habitación.

 

Pero con Rick y los Sterling era diferente. Ellos compartían muchas cosas en común, los temas de conversación eran del interés de los cuatro y además, con todo lo que habían pasado últimamente, todos compartían anécdotas, historias y experiencias. Rick y Max eran muy buenos amigos, desde que Roy había muerto Rick se había acercado mucho a Max y Lisa sabía que lo consideraba casi un hermano. Ella por su parte, también apreciaba a ese piloto que era el as de la RDF y había llegado a verlo como un amigo fuera de todo protocolo militar. En cuanto a Miriya, Lisa la consideraba una amiga muy querida. La primera oficial del SDF 1 se había acercado a ella con interés y curiosidad, tal vez para satisfacer su necesidad de aprender más sobre la ideología y modo de vida de los Zentraedis. Pero al paso del tiempo la amistad entre ellas se había solidificado y era Lisa a quien Miriya acudía cada vez que necesitaba consultar cosas de mujeres en las que Max no era de mucha ayuda.

 

Las bromas entre los cuatro amigos eran cordiales y la conversación fluía sin parar. Durante la noche hubo varias ocasiones en las que Rick observó a Lisa sin que ella se diera cuenta y se alegró al verla reír con tanta sinceridad. No era común ver a Lisa tan relajada y contenta y eso lo hacía sentir bien. Hizo una nota mental de que trataría de que los cuatro tuvieran ese tipo de convivencia más a menudo.

 

A Rick le gustaba observar a Lisa cuando reía. Sus ojos verdes adquirían una tonalidad pura y cristalina y brillaban como estrellas. Su rostro se iluminaba y sus facciones se suavizaban, lo que hacía que Lisa adquiriera un aire relajado y confiado. Había un aura, casi un resplandor alrededor de su cuerpo. Algo que le transmitía a Rick calor y seguridad.

 

Cuando finalmente ambas parejas se despidieron, todos coincidieron en que había sido una velada memorable. Todos estaban muy contentos y las despedidas fueron cariñosas y efusivas. Los Sterling se dirigieron a su dormitorio y Rick siguió a Lisa a su habitación.

 

- Ya es algo tarde Rick, - Lisa le iba diciendo. – Deberías ir a descansar… el reporte puede esperar.

 

- ¡Claro que no, Lisa! Te conozco muy bien comandante; si me voy a dormir, tú te irás a tu habitación directamente a tu computadora y harás el reporte de todas maneras. Te dije que te iba a ayudar, además es mi obligación hacerlo.

 

- De acuerdo. – Lisa sonrió, pues sabía que Rick tenía razón.

 

- Lo terminaremos en 10 minutos.

 

Ambos entraron a la habitación de Lisa y Rick cerró la puerta detrás de ellos. Cuando estuvieron solos, Rick sintió el impulso… no, más bien la necesidad, de acercarse a Lisa y abrazarla. Ella estaba de espaldas a él, ocupada en encender la computadora y recoger los portarretratos que Rick había dejado sobre la cama. Estaba hablando sobre algunas coordenadas y mapas, pero él no podía concentrarse en lo que ella le decía. Rick se mantenía con su espalda pegada a la puerta, tratando de controlar ese deseo que lo estaba quemando por dentro.

 

- ¿Qué me está pasando? – pensaba. – Lisa… ¿Por qué siento esto? Lo que sucedió antes de ir a cenar… ¿de que se trata todo esto? ¿Es solo la gratitud que tengo por ti o el hecho de que me hayas dado ese regalo tan especial o hay algo más?

 

Rick la miraba moverse alrededor de la habitación, hablando sin parar. Él la seguía con la mirada y aunque sus oídos registraban la voz dulce y musical de Lisa, su cerebro no procesaba lo que ella estaba diciendo. Rick sacudió la cabeza, queriéndose sacar esos pensamientos de ahí y enseguida se obligó a ir directamente a la computadora. Casi automáticamente comenzó a escribir el protocolo del informe del día en el documento que Lisa ya tenía abierto.

 

Ella notó que él estaba trabajando en eso y comenzó a hacer observaciones, al tiempo que consultaba sus órdenes de misión, para comenzar a trazar la ruta y los planes de vuelo para el IV cuadrante que comenzarían a explorar el día siguiente. Era ya el penúltimo cuadrante de su misión y el pensar en aquello hizo que Lisa se sintiera un poco nostálgica. Le gustaba estar ahí y sabía que iba a extrañar la misión cuando regresara al SDF-1. Trató de concentrarse, diciéndose a sí misma que la vida de un soldado era una sucesión de misiones y que ahora no podía comenzar a ponerse sentimental.

 

Rick por su parte deseaba mantenerse ocupado para no tener que enfrentar los pensamientos que tenía en su mente. Pero mientras escribía el reporte, no podía dejar de pensar en lo que había sucedido aquella noche antes de ir al comedor. También recordó aquella vez cuando el SDF-1 había llevado a cabo una transformación y él y Lisa habían quedado atrapados; había sido el día que se había estrenado la película de Minmai. Y de pronto su mente lo llevó a aquella mañana después del ataque de Dolza… el primer amanecer en la tierra después de haber sido aniquilada por la Lluvia de la Muerte… ese amanecer que había compartido con Lisa.

 

¿Qué tenían esos dos acontecimientos en común? Que en ambas ocasiones él había estado a punto de besar a Lisa… y no porque tuviera que hacerlo, no porque fuera una orden ni una estrategia de escape… había estado a punto de besar a su comandante porqué había querido besarla, tan simple como eso.

 

Rick miró sobre su hombro. Lisa estaba sentada en la cama con su mirada fija en los mapas y planes de vuelo que tenía frente a ella. Estaba demasiado concentrada en lo que estaba haciendo como para notar la mirada insistente de Rick sobre ella.

 

- Lisa… - Rick pensó. - ¿En qué momento comencé a sentir esto? ¿Por qué…?

 

Lisa pasó una hoja de los documentos en los que estaba trabajando y enseguida se acomodó un mechón de su cabello detrás de su oreja, dejando al descubierto su cuello. Rick la observó con detenimiento, sintiendo como la sangre se calentaba en sus venas. Ella se veía delicada y frágil, pero él mejor que nadie sabía que no lo era. Era una mujer fuerte y decidida, una verdadera guerrera en todo el sentido de la palabra. Tal vez no era el as Zentraedi que Miriya era, pero Lisa era una líder natural, una luchadora incansable y una oficial inteligente.

 

… aun más que eso, la comandante Hayes, Lisa… era una mujer muy hermosa.

 

Lisa comenzó a morder el extremo del lápiz que sostenía en su mano. Estaba demasiado concentrada en su trabajo. Rick suspiró, notando por primera vez el hecho de que los labios de Lisa estaban al natural. A ella no le interesaba particularmente el uso de maquillaje, por lo que su belleza era natural. Ella lo llamaba funcionalidad, el hecho de estar lista en la menor cantidad posible de tiempo. Rick lo llamaba belleza. Sus ojos subieron, contemplando la nariz de Lisa, su cutis perfecto, la forma de su rostro… y esos ojos verdes que últimamente lo hacían volverse loco.

 

- ¿Qué te sucede, Hunter? – Rick se reprendió a sí mismo, forzándose a volver al reporte en el que estaba trabajando. – Lisa no es la primera mujer hermosa que has visto en la vida… tal vez sea el hecho de que has pasado demasiado tiempo con ella… que sientes gratitud y admiración… no se, pero hombre, tienes que controlar esas hormonas.

 

Rick saltó en su asiento cuando sintió la mano de Lisa posarse sobre su hombro y su voz pronunció su nombre muy cerca de su oreja.

 

- Rick, - Lisa estaba hablando. – Aquí tengo el plan de vuelo para el día de mañana… necesito las coordenadas, pero mañana las solicitaré al control… me gustaría que le echaras un vistazo.

 

- ¿Eh? Si… si, claro… por supuesto.

 

Rick contestó nerviosamente, tomando los papeles que Lisa le ofrecía y sin tener el valor de mirarla al rostro.

 

- ¿Cómo va el reporte?

 

Lisa se inclinó sobre el hombro de Rick y el cerró los ojos, casi en una expresión de dolor. El cabello de Lisa le tocó el rostro y eso, junto con su aroma intoxicante, hizo que Rick volviera a perder el control. Lisa no se percataba de las reacciones que estaba provocando en el teniente. Ella se limitaba a leer el reporte y aprobarlo con movimientos de cabeza. Una sonrisa apareció en su rostro y miró a Rick, quien en su intento por controlarse, miraba hacía la ventana del camarote.

 

- ¡Excelente teniente Hunter! Creo que el reporte está listo para ser enviado al SDF-1. Voy a hacer mis recomendaciones para que obtenga una promoción pronto.

 

La voz de Lisa era alegre, pero la de Rick sonó demasiado oficial cuando respondió secamente:

 

- Gracias, comandante Hayes.

 

Lisa dio un paso atrás, sorprendida por la actitud de Rick. Él ni siquiera estaba viendo los papeles que ella le había pedido que revisara. Rick se puso de pie y fingió leer aquellos papeles, alejándose de Lisa. Ella se sentó en la silla y envió el reporte a la base. Enseguida sus ojos se clavaron en Rick. Ella trataba de leer en él algo que le explicara el porqué de su actitud. Hacía sólo unos minutos que él había estado actuando alegre, bromista y jovial… pero desde que habían vuelto a la habitación su actitud parecía haber cambiado.

 

- Rick… ¿te sientes bien?

 

- Solo estoy un poco cansado. – Él continuaba evitando su mirada.

 

- Te dije que deberías ir a descansar… el trabajo ha estado pesado y creo que debemos ocuparnos un poco más en nuestro descanso… últimamente nos hemos estado exigiendo demasiado.

 

Rick miró a Lisa sobre las hojas que tenía en la mano. Su mirada estaba clavada en la ventana y él sintió que estaba siendo injusto, haciéndola sentir mal y escudándose tras el pretexto del cansancio, cuando la verdadera razón de su actitud era que las ganas que tenía de acercarse a ella, tomarla en sus brazos, besarla y… quizás llegar más lejos, lo estaban quemando por dentro.

 

- Creo que tienes razón, Lisa. – Rick dejó el plan de vuelo sobre el escritorio. – Es mejor que descansemos un poco… mañana vamos a tener mucho trabajo que hacer.

 

- ¿Estás de acuerdo en el plan de vuelo?

 

- Si, bueno… hacen falta las coordenadas pero ya mañana me encargo de ellas.

 

- No te preocupes, yo hablo al control y—

 

- Yo me ocupo de ellas, comandante. – Rick no la dejó terminar. – Mañana por la mañana tendré el plan de vuelo completo, revisado y estaremos listos para partir en cuanto los VTs estén listos.

 

- De acuerdo.

 

Rick se dio media vuelta, queriendo salir de ahí tan rápido como le fuera posible. Sentía que si se quedaba ahí otro minuto, no podría controlar aquello que sentía por Lisa en esos momentos.

 

- ¡Rick! – La voz de Lisa lo detuvo. – Olvidas tus portarretratos.

 

Rick se detuvo en la puerta y la expresión de dolor que apareció en su rostro hubiera hecho que Lisa comprendiera las cosas, pero él tenía su espalda vuelta hacia su comandante, por lo que ella no pudo verla.

 

Cuando Rick se dio media vuelta, se encontró directamente con Lisa, quien sostenía en sus manos la caja con los portarretratos. Sus ojos se encontraron por un segundo y Rick bajó su mirada, casi avergonzadamente.

 

- Gracias Lisa. – habló en un susurro, recibiendo la caja que ella le entregaba. – No sabes como aprecio lo que haces por mí… mañana a primera hora tendré listo el plan de vuelo con los datos que hacen falta, no se preocupe por nada, comandante. Vete a dormir, necesitas un buen descanso.

 

- Rick…

 

Lisa se detuvo. En realidad no sabía que decir. Rick mantenía su mirada baja, por lo que no vio el dolor, la frustración y la confusión que empañaban esos ojos verdes que tanto le gustaban. Lisa suspiró y dio un paso atrás, pensando que jamás comprendería aquel enigma que Rick Hunter era para ella.

 

- Buenas noches, teniente Hunter… y gracias por el reporte.

 

- Descanse, comandante Hayes… y muchas gracias por este regalo… lo atesoraré de por vida.

 

Rick la saludó militarmente y ella respondió el saludo. Cuando Rick bajó su brazo, su mirada se encontró con la de Lisa momentáneamente, pero ella la desvió, dándose media vuelta y dirigiéndose a su guardarropa a buscar su pijama. Rick suspiró y abrió la puerta.

 

- Sueña bonito, Lisa. – Habló con cierta nota de afecto en su voz. – Te veo en la mañana.

 

Lisa cerró la puerta de su guardarropa. Iba a responderle a Rick, pero la puerta ya estaba cerrada y el teniente ya se había retirado. Lisa recargó su frente contra la puerta del guardarropa y suspiró decepcionadamente.

 

- ¿Qué acaba de suceder aquí?

 

 

********

 

Aquella noche Rick no podía dormir. Estaba en su cama, pero por más que lo intentaba no podía conciliar el sueño. Daba vueltas y más vueltas sin poder encontrar una posición cómoda. No le había pasado eso desde aquella noche ya tan remota, la noche anterior a su primer vuelo de combate.

 

No podía quitarse la imagen de Lisa de la mente. Sobre todo, no podía olvidar la sensación del cuerpo suave y tibio de Lisa contra el suyo, la noche que habían dormido juntos. Aquello lo estaba volviendo loco. Aún con los ojos abiertos, los ojos verdes de la comandante aparecían ante él… y cuando cerraba los ojos era todavía peor. Recordaba lo confundida y herida que Lisa se veía cuando él se había ido de su habitación de la manera tan cobarde cómo lo había hecho aquella noche.

 

- ¡Tú y tus malditas hormonas, Hunter!

 

Finalmente se sentó de golpe en su cama y encendió la luz. Se puso de pie y fue a la ventana. Afuera seguía lloviendo y aquello lo hizo sentirse un tanto agraviado por alguna razón. Pegó su frente contra el cristal de la ventana y cerró los ojos. Tenía que hablar con Lisa, no podía dejar las cosas así.

 

- ¿Decirle qué? – pensó mientras se ponía un pantalón deportivo y una camiseta con el logo del SDF-1 en el pecho.

 

Salió a toda prisa de su habitación, dirigiéndose resueltamente a la de Lisa, que se encontraba prácticamente enfrente de la suya. Llegó y puso su mano sobre la manija, pero de pronto todo su valor lo abandonó.

 

- No puedo hacerlo… - pensó. - ¿Qué le voy a decir?

 

Frustrado y sintiendo una rabia inmensa contra sí mismo, Rick regresó a su habitación. Entró y dio un portazo. Se recargó pesadamente contra la puerta y suspiró. Casi de inmediato su mirada se posó en la caja que estaba sobre su escritorio, al lado de unos papeles sueltos.

 

- Los portarretratos…

 

Fue hasta ellos, los sacó de la cajita y los miró durante un buen rato. Lisa había dicho que no era una experta usando ese programa de restauración digital, sin embargo Rick no podía encontrar un solo error o defecto en aquellas fotografías.

 

- Lisa… ¿Tienes que ser tan perfecta?

 

Con mucho cariño, Rick colocó ambos portarretratos en su escritorio. No estaba seguro si el sentimiento que le venía al pecho cada vez que los veía era por lo que ellos y las personas en aquellas fotos representaban para él o porque eran regalos de Lisa.

 

- ¿Qué puedo hacer para corresponderte por todo lo que haces por mí, comandante Hayes?

 

Los ojos de Rick se posaron en los papeles que estaban sobre su escritorio. Eran los planes de vuelo que le había dicho a Lisa que tendría listos por la mañana. No queriendo defraudarla, enseguida se sentó en el escritorio y comenzó a trabajar en ellos. Hizo un trabajo excelente, que estuviera a la altura de los estándares de la comandante Hayes. Puso todo su empeño en aquellos planes de vuelo. Llamó al control de la misión para verificar coordenadas e informes previos de la zona. Ingresó todos los datos en la computadora y cuidó hasta el más mínimo detalle. Cuando terminó se sintió complacido consigo mismo, sabiendo que Lisa aprobaría aquellos planes de vuelo y se sentiría satisfecha con su trabajo.

 

Sobre todo, se sintió aliviado al darse cuenta de que trabajar en aquello le había hecho que le diera sueño y que dejara de pensar en Lisa… al menos de la manera en que lo había estado haciendo esa noche.

 

Se dejó caer sobre su cama y apagó la luz. Su última mirada se dirigió al reloj sobre su mesa de noche. Aún tenía tiempo para dormir… aproximadamente 4 horas.

 

 

*********

 

 

Todavía no amanecía cuando los Sterling salieron del Sahara 001 hacía la improvisada pista de aterrizaje y fueron informados que la comandante Hayes ya se encontraba en ella. Max y Miriya la saludaron efusivamente y aunque ella fue amable, era obvio que algo le preocupaba. No estaba tan contenta ni tan animada como lo había estado la noche anterior.

 

Dos minutos después Rick salió a la pista y apenas lo vio, Lisa abordó su Viento del Desierto. Max le lanzó a Miriya una mirada que significaba: “problemas en el paraíso”, y su esposa así lo entendió.

 

Rick saludó a los Sterling sin mucho entusiasmo y después hizo el saludo militar a Lisa. Ella lo respondió secamente desde la cabina de su nave.

 

- El plan de vuelo está listo, comandante… lo elaboré según las instrucciones que me dio anoche, ya lo puede consultar en la computadora de la nave. Ha sido verificado y solo espero su aprobación.

 

- Afirmativo, teniente Hunter. – La voz de Lisa sonó oficial. – Confío en usted.

 

Rick asintió y miró a sus amigos, que observaban la escena con cierta frustración.

 

- A sus naves. – Rick les ordenó. – Vamos a cubrir un área muy extensa el día de hoy, pero el pronostico metereológico es bueno, debemos de aprovecharlo.

 

Lisa miró a Rick desde su cabina, impresionada al darse cuenta de que no había descuidado un solo detalle del plan de vuelo. Los datos que tenía en su pantalla eran claros y precisos y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. Sonrisa que fue ocultada por su casco de vuelo, pero que era obviamente de orgullo.

 

- Grupo de reconocimiento Viento del Desierto listo para despegar. – Lisa anunció cuando se aseguró que los VTs estaban listos.

 

- Entendido comandante… pueden despegar a su discreción.

 

Las cuatro naves se elevaron por los cielos con una sincronización perfecta, nacida de muchas semanas de práctica. Lisa dio la orden a Líder Skull de que tomara el mando del escuadrón de vuelo. Mientras Rick daba instrucciones y hablaba con el control de la misión, Lisa comenzó a repasar los datos que aparecían en su pantalla.

 

No habían pasado más de 5 minutos desde que habían despegado, cuando Max anunció por el sistema de comunicación que había hecho contacto visual con lo que parecía ser una ciudad.

 

Lisa verificó y se dio cuenta de que efectivamente se trataba de las ruinas de una ciudad no muy extensa. Pidió a Miriya que se adelantara y llevara a cabo el examen preliminar de detección de vida, mientras Max se ocupaba de la fotografía aérea. Mientras los Sterling se adelantaban a cumplir las ordenes, Rick verificó las coordenadas de la ciudad, enviándolas al control de la misión con el objeto de que se identificara el sitio sobre el cual estaban volando.

 

Mientras Rick estaba transmitiendo las coordenadas por el sistema de comunicación, Lisa se disponía a iniciar con los procesos rutinarios desde su nave de observación. Pero de pronto sus ojos se abrieron con sorpresa, casi con terror cuando terminó de escuchar los números que Rick estaba transmitiendo.

 

- Líder Skull, aquí Viento del Desierto… necesito que repita las coordenadas…

 

- Entendido Viento del Desierto… repito las coordenadas…

 

- ¡No puede ser! – pensó Lisa al escuchar aquellos números que Rick repetía. - Líder Skull, ¿Está seguro que son las coordenadas correctas?

 

- ¡Afirmativo, comandante! Yo mismo las verifiqué… puede revisarlas en el plan de vuelo de la computadora de la nave.

 

Lisa hizo lo que Rick le sugería, pero aquello sólo confirmó sus temores. Casi de inmediato escuchó la voz de Miriya diciendo que el análisis preliminar no mostraba signos de vida en la ciudad y que había hecho contacto visual con una serie de refugios destruidos. Su apreciación preliminar era que no había sobrevivientes en ese lugar.

 

Lisa sintió que una lágrima rebelde se escapaba de sus ojos cuando escuchó las palabras de Miriya. En la pantalla de su nave todavía se encontraban aquellas coordenadas. Por un momento Lisa escuchó a los tres VTs intercambiar información entre ellos y la base, pero a pesar de que escuchaba las voces, no podía comprender qué era lo que decían. Era como si su cerebro se hubiera desconectado de su cuerpo.

 

- Atención grupo de reconocimiento Viento del Desierto, - la voz de Lisa finalmente se escuchó en el sistema – hay un cambio de órdenes. Regresen a Sahara 001, repito, regresen inmediatamente a la base Sahara 001.

 

- ¡Lisa! – La voz de Rick sonó bastante molesta. - ¿De qué estás hablando? No podemos regresar… tenemos la ciudad ante nosotros y un plan de vuelo que—

 

- Necesito verificar las coordenadas yo misma.

 

- ¿Por qué? – Ahora Rick estaba furioso. - ¡Yo mismo las verifiqué anoche! ¡Son correctas!

 

- Repito instrucciones, escuadrón Skull, regrese a la base Sahara 001 inmediatamente. – Lisa ignoró a Rick.

 

- ¡Comandante Hayes! – Rick no podía ocultar su frustración. - ¿De qué se trata todo esto? ¡Tenemos trabajo que hacer!

 

- Sahara 001, envíen un equipo de recuperación a la ciudad… escuadrón Skull, regresen a la base.

 

- Entendido. – las voces de los Sterling se escucharon confundidas.

 

- ¡Lisa! ¿Por qué haces esto? Tú sabes que las coordenadas con correctas… además, eso no es excusa para— ¡Lisa! ¿Me estás escuchando?

 

- Teniente Hunter, no está usted en posición de cuestionarme ni de darme ordenes. Obedezca y regrese a la base, eso es todo.

 

- ¡Lisa! Pero… ¿Por qué?

 

- Porque soy su comandante, teniente Hunter. ¡Ahora obedezca!

 

Rick sintió que toda la sangre del cuerpo se le iba a la cabeza. Odiaba cuando Lisa usaba su rango para obligarlo a hacer las cosas. Hizo una arriesgada maniobra de circo en el aire, sabiendo que Lisa odiaba que hiciera eso, pero ella no hizo comentario alguno. Rick se adelantó a los VTs de sus compañeros, dejando al Viento del Desierto desprotegido en la retaguardia. De hecho el Skull-1 fue la primera nave en aterrizar en la base Sahara 001.

 

La comandante Hayes fue la última en descender de su nave. Los Sterling guardaban una distancia prudente del lugar en donde se llevaría a cabo la siguiente Guerra Mundial en los próximos segundos. Rick esperaba a que Lisa descendiera de la nave, y apenas la comandante comenzó a bajar las escaleras, Rick comenzó a gritar.

 

- ¡Tú sabes bien que las coordenadas con correctas, Lisa! ¿Por qué haces esto? ¿Sólo porque fue MI plan de vuelo? Estuve despierto toda la noche para tenerlo listo, ¡Trabajé muy duro en él! ¿Y me sales con esto? ¡Y aún cuando fueran incorrectas, estábamos sobre una ciudad y según el procedimiento diseñado por USTED misma, debíamos de haber hecho un reconocimiento a nivel de suelo! ¡Lisa!

 

Lisa no hizo caso. Bajó su cabeza y comenzó a caminar hacia la escotilla de la nave, sin siquiera dignarse a mirar a Rick.

 

- ¡Maldita sea! ¡Lisa! ¿Ahora vas a ignorarme? ¿No merezco una explicación al menos? Ahora se va a hacer la digna, ¿no comandante? ¡Lisa! ¡Te estoy hablando!

 

Cuando Lisa entró a la nave Sahara 001, Rick se detuvo de golpe y dejó escapar un gruñido de rabia y frustración al tiempo de arrojaba su casco contra el piso y entraba a la nave, pero ya sin intenciones de seguir a la comandante Hayes.

 

- Maximilian… - Miriya preguntó, confundida. - ¿Qué ha sucedido?

 

- Creo que una bomba H2 acaba de explotar… y todos sabemos que la onda expansiva de ese tipo de bomba es catastrófica…

 

- ¿Bomba H2?

 

- Si… Hunter-Hayes… no tiene caso Miriya… mejor vamos a desayunar.

 

Max puso su mano en el hombro de su esposa y entraron en silencio a la nave, dejando detrás de sí a un grupo de mecánicos bastante confundidos por la actitud de la comandante Hayes y el teniente Hunter.

 

 

*************

 

Dentro de la nave, Lisa se detuvo al final del pasillo de acceso. Puso sus manos sobre el muro y se recargó en él, buscando un apoyo. Sentía que estaba a punto de romper a llorar. Casi de inmediato sintió la presencia del teniente Hunter a su lado. Era lo que ella menos deseaba en esos momentos. Él tampoco parecía muy contento de haberla alcanzado.

 

- ¿Siempre tienes que ser tan intransigente? – Rick le habló con un tono de voz que nadie se atrevería a utilizar con la comandante Hayes. - ¿Te molesta que haya sido YO quien elaboró ese plan de vuelo? ¿Por qué siempre tienes que ser tú, la señorita Perfección la que hace todo el trabajo? ¡Ah claro! Olvidaba que fuiste la mejor de tu clase, graduada con honores, condecorada en batalla… y yo no soy más que un piloto acróbata de un circo del aire… yo no vengo de una familia con una historia militar de 100 años… ¡Ah, y yo no soy hijo de ningún almirante!

 

- Si ordené que regresáramos fue porque no hay nada más que ver por aquí… el equipo de recuperación trabajará en la ciudad el día de hoy y mañana mismo nos moveremos a la zona oeste del cuadrante.

 

Max y Miriya aparecieron en ese momento en el pasillo. Habían alcanzado a escuchar un poco de lo que Rick le había dicho a Lisa. Se detuvieron en seco, tratando de estar en un lugar seguro, lejos del fuego cruzado de Lisa y Rick.

 

- ¿Por qué? – Rick cuestionó a Lisa. - ¿Por qué no podemos seguir el plan de vuelo como yo lo diseñé? ¿Porqué es demasiado para usted el seguir el plan de vuelo de un piloto que jamás fue a la Academia Robotech y que por tanto no está a su altura, comandante? ¿Es eso lo que la molesta? ¿O el hecho de que a pesar de ello mi plan de vuelo era perfecto en el más mínimo detalle y usted no puede soportar que un granjero como yo pueda llegar a ser tan bueno como usted?

 

Lisa miró a Rick con una mirada que podría asesinar. Aquello hizo que Rick guardara silencio, pero casi de inmediato recuperó su actitud agresiva, avanzando un paso al frente y apretando sus puños. Dentro de él, en algún lugar de su mente, él pensaba que el verdadero motivo de la actitud de Lisa era lo que había sucedido entre ellos la noche anterior. Probablemente Lisa se sentía tan frustrada como él lo estaba y esa era la forma de vengarse de él por su cobardía de la noche anterior. Pero para Rick era inaceptable que ella mezclara sus asuntos personales con la misión, lo cual también le sorprendía, pues sabía que Lisa no era así.

 

La mirada de Lisa pasó de ser fiera a confundida y pronto Rick notó como los ojos verdes de su comandante se llenaban de lágrimas.

 

- Yo se que no hay nada más que ver en este sector del cuadrante IV… lo se porque de acuerdo a las coordenadas esta zona es… es el lugar en dónde yo viví toda mi vida.

 

La voz de Lisa se quebró cuando pronunció las últimas palabras. Sin dar tiempo de que Rick pudiera digerir sus palabras o reaccionar a ellas, Lisa salió corriendo en dirección a su habitación.

 

El teniente Hunter se quedó clavado en donde se encontraba parado, totalmente incapaz de reaccionar a lo que acababa de escuchar. De pronto se había puesto muy pálido y sus ojos azules mostraban la sorpresa que las palabras de Lisa habían producido en él.

 

- ¿Esta es la tierra de Lisa? – se preguntó en voz alta y llena de incredulidad.

 

- No lo se jefe, – escuchó a Max hablar detrás de él. – Pero sinceramente creo que esta vez si metió la pata con la comandante.

 

- Es que— yo no sabía…

 

- Si yo fuera tú iría a disculparme con ella, Rick. – Miriya sonó bastante amenazadora con ese consejo que más bien parecía una orden directa.

 

- ¿Por qué no me dijo nada? En cuanto vio las coordenadas y se dio cuenta… ¿por qué no me lo hizo saber?

 

- ¿Le diste la oportunidad? – Miriya salió en defensa de su amiga.

 

- No lo se, amor. – Max intervino en defensa de Rick. – La comandante Hayes tampoco dio muchas explicaciones.

 

- ¿Y cómo quieren que se las diera? ¿No lo entienden? Este es el lugar en donde ella nació y creció… ¿Creen que ella estaba lista para explicar sus ordenes sólo 20 segundos después de que había descubierto en dónde se encontraba? ¿Por qué los hombres son tan insensibles? ¡No importa si son humanos o zentraedis, los hombres son hombres!

 

Miriya salió del pasillo hecha una furia. Rick miró a Max con preocupación en el rostro y su amigo suspiró pesadamente y se encogió de hombros.

 

- Más vale que vaya a tratar de calmarla. – Max habló. – Y te aconsejo que hagas lo mismo con la comandante Hayes, jefe… creo que Lisa está muy vulnerable en estos momentos… si lo piensas bien, no ha tenido la oportunidad de llorar por la pérdida de su padre… y ahora está aquí, en su tierra…

 

Max comenzó a caminar en la dirección en la que Miriya había salido corriendo. Al pasar al lado de Rick, le palmeó la espalda solidariamente y enseguida dio vuelta en la esquina del pasillo, dejando a Rick tras de sí, totalmente consternado y confundido.

 

- ¿Por qué soy tan tonto? – Rick pensó. - ¿Por qué Lisa es tan autosuficiente? ¿Por qué somos un par de malditos orgullosos?

 

 

**********

 

 

Inmediatamente Rick se encaminó a la habitación de Lisa, sin detenerse ni un momento a pensar en lo que le iba a decir o cómo se lo iba a decir. En esos momentos las palabras no importaban, él simplemente quería estar con Lisa y mostrarle su apoyo.

 

- ¡Lisa! – Rick llamó a la puerta de la habitación sin obtener respuesta. - ¡Lisa soy yo, Rick! ¡Abre la puerta!

 

Espero un momento, pero Lisa no respondió, lo que hizo que se sintiera aun más enojado.

 

- ¡Maldita sea, Lisa! ¡Te digo que abras la puerta! ¡LISA!

 

Silencio.

 

- ¡Lisa, voy a entrar!

 

Rick intentó abrir la puerta, pero se dio cuenta de que por primera vez desde que había comenzado la misión, aquella puerta estaba cerrada con llave. Aquello hizo que su frustración y su rabia crecieran más. Tenía ganas de tomar a Lisa por los hombros y sacudirla, hacerla entrar en razón, hacerla comprender que ella podía confiar en él, que no tenía por qué luchar contra sus fantasmas ella sola.

 

- ¡LISA! ¡ABRE LA PUERTA!

 

Rick estaba tocando y sacudiendo violentamente la puerta. Cuando se convenció de que aquello era inútil, pateó la puerta con una rabia que era casi odio y soltó una maldición. Enseguida, sin siquiera pensarlo, hizo algo que pensó jamás tendría que hacer: ingresó el código de seguridad a la consola de control que se encontraba afuera de la habitación de la comandante. Ella misma le había dado la clave en alguna ocasión “en caso de emergencia”, le había dicho… pues bien, ESTE era un caso de emergencia.

 

La puerta se abrió y Rick entró a la habitación sin mayor preámbulo, cerrando la puerta detrás de sí de una manera muy poco delicada.

 

- ¡Lisa! – su voz era aún agresiva.

 

Sin embargo su actitud y hasta su expresión facial se suavizaron cuando vio a Lisa, sentada sobre la cama, con sus rodillas pegadas contra su pecho y su cabeza escondida entre ellas. Se estaba abrazando a sí misma y su cuerpo se sacudía violentamente. Estaba llorando. Se veía tan pequeña y vulnerable que Rick sintió que su corazón se partía al verla así.

 

- ¡Lisa…! – su voz sonó suave, casi como un murmullo.

 

- Vete, Rick. – Lisa habló entre sollozos, sin levantar la mirada. – Quiero estar sola.

 

- No Lisa… - Rick se acercó a la cama, pero sin atreverse a llegar a ella. – No estás sola… ya no tienes por qué estar sola.

 

- Cuando vi las coordenadas… no podía estar segura… pero cuando nos acercamos a la ciudad… ya había pedido una confirmación de las coordenadas al puesto de control y—

 

Lisa no pudo continuar, rompió a llorar y aquello le dio a Rick el valor de acercarse a ella sin pensarlo dos veces y poner sus brazos alrededor del cuerpo de Lisa. Ella se dejó ir a los brazos que él le extendía, escondió su rostro en el pecho de Rick y su llanto se convirtió en una serie de sollozos violentos que hacían que todo su cuerpo se sacudiera con fuerza.

 

Rick no dijo nada, sólo la apretó tan fuerte como sus brazos se lo permitieron y recargó su mejilla en la cabeza de Lisa, sintiendo de pronto que unas lágrimas estaban escurriéndole por el rostro. Lisa se aferraba a él casi con desesperación. Parecía que no podía controlar el llanto… ese llanto que había guardado dentro de sí por tanto tiempo, Rick pensó.

 

- Lo siento Lisa, perdóname por favor.

 

Las palabras de Rick fueron apenas un susurro. Se sentía mal por haber discutido con Lisa, por haberle gritado en frente de todos y por haberla hecho sentir mal, sin siquiera conocer los motivos de sus acciones. Sabía que ella tenía parte de la culpa, por no hablar de frente con él. Aunque por otro lado, comprendía que aquello no era fácil para ella. El remordimiento comenzó a quemarle en el pecho. Recordó las fotografías que ella le había dado la noche anterior… recordó lo dulce y cariñosa que ella había estado comportándose últimamente… recordó la cena que habían tenido con los Sterling… todo aquello eran memorias que ya guardaba de Lisa… y finalmente recordó también la manera en cómo había cuestionado sus ordenes, cómo le había gritado y cómo había sacado sus propias conclusiones sin siquiera tener la delicadeza de ponerse a pensar que Lisa tendría razones de peso para dar las ordenes que había dado.

 

- Lamento no haberte comunicado sobre todo esto. – Lisa miró a Rick, tratando de controlarse. – Tú eres mi segundo, Rick… era mi deber informarte. Es sólo que— no me había dado cuenta de lo cerca que estamos de la residencia familiar de los Hayes, de la casa donde nací y crecí… no pensé que esto fuera a afectarme tanto…

 

Lisa trató de controlarse, pero las lágrimas seguían escapándose de sus ojos sin control. Se separó de Rick y se limpió el rostro con el puño de su uniforme. Él la miraba con preocupación y tristeza.

 

- ¿Quieres hablar de ello, Lisa?

 

- No creo que haya mucho de que hablar, Rick… - Lisa continuaba limpiándose el rostro. – Sólo quiero que sepas que tu plan de vuelo era perfecto… se que esforzaste mucho y debí hacértelo saber… Rick, espero que puedas ayudarme a hacer los planes de vuelo de los días siguientes.

 

- ¡Claro que sí, comandante!

 

- Se que trabajaste mucho en él… la gente del control me entregó un reporte en la mañana… en él me di cuenta de que todavía a las 0300 estabas trabajando… debiste de haber dormido solo 3 o 4 horas anoche… ¿Por qué no vas a tu habitación y descansas un poco? Una siesta no te caería mal…

 

Rick miró a Lisa y frunció el entrecejo, sintiéndose frustrado con la comandante una vez más. Ahí estaba ella, en medio de todo su dolor, anteponiendo las necesidades de Rick a las suyas propias.

 

- No quiero ir a dormir. – Rick contestó secamente.

 

- Bueno, tal vez quieras ir con Max y Miriya a distraerte un rato… - Lisa aun estaba luchando contra sus lágrimas.

 

- Nah, - Rick se encogió de hombros. – Seguramente los Sterling están practicando su deporte favorito en estos momentos…no quisiera interrumpirlos.

 

- ¿Su deporte favorito? – Lisa lo miró interrogativamente.

 

- Si, lucha libre de labios… dos de tres caídas y sin límite de tiempo.

 

A pesar de todo lo que traía guardado en el pecho en esos momentos, Lisa no pudo evitar el reírse con el comentario de Rick, que había salido tan natural. Aquel sonido fue el más hermoso que el teniente hubiera podido escuchar. Sonrió al pensar que había hecho reír a Lisa en esos momentos en que ella tanto lo necesitaba.

 

- Quiero quedarme aquí contigo, Lisa. – Rick habló. – Por favor, no me ordenes que me vaya porque en estos momentos no estoy de humor para desobedecer órdenes y discutir con mi oficial superior. Voy a quedarme contigo, Lisa. Punto final.

 

- Rick… - la voz de Lisa se suavizó. – No creo ser la mejor de las compañías en este momento.

 

- No me importa. Lisa, voy a ir a traerte un café, creo que te caería bien… cuando regrese quiero que estés con ropa cómoda y bien fresca, quiero que te relajes… y no te atrevas a encerrarte otra vez, porque si tengo que tirar la puerta, sabes que lo haré.

 

Lisa asintió con la cabeza, sonriendo levemente y muy a su pesar. Rick se puso de pie y puso su mano sobre su cabeza, acariciando su cabello por un segundo. Enseguida salió de la habitación y Lisa, casi inconscientemente, fue a cambiarse y refrescarse al baño, siguiendo las órdenes del teniente Hunter.

 

 

**********

 

 

Media hora después, Rick volvió a la habitación de Lisa trayendo el desayuno. La encontró sentada sobre su cama, mirando distraídamente a la ventana con la mirada perdida en el infinito. A él no le gustaba verla así de triste, pero en cuanto ella se percató de su presencia, se apresuró a limpiarse los ojos con el dorso de su mano y trató de sonreír.

 

Rick le devolvió la sonrisa, notando que ella había cumplido sus órdenes al pie de la letra. Se había quitado su uniforme y ahora estaba vestida con un cómodo pantalón y una sudadera. Se veía relajada y eso le agradó a Rick.

 

- Bien comandante, llegó el servicio a la habitación.

 

- Rick… pero ¿Qué…?

 

- No habías desayunado, y a decir verdad yo tampoco… y eso es un muy mal hábito. Así que aquí tienes… algo de fruta, yogur, pan caliente con mermelada… cereal, jugo de naranja… ¡ah! Y por supuesto tu café… uno no puede funcionar sin su dosis diaria de cafeína.

 

Lisa soltó una risita y tomó el café que él le entregaba. Sus ojos se iluminaron cuando se dio cuenta de que era un café latte, pues ese era precisamente el tipo de café que ella prefería por las mañanas y le pareció un gran detalle de parte de Rick que hubiera recordado eso. Él no hizo comentario, pero sonrió triunfalmente para sí mismo cuando se notó la expresión en el rostro de Lisa.

 

- ¡Y ella piensa que no he estado poniendo atención! – pensó. - ¡Te sorprenderías si supieras, Lisa!

 

- El desayuno se ve delicioso, Rick. ¡Gracias!

 

- Bueno, no hay nada como una comida apetitosa después de una misión fracasada. – Intentó bromear, pero de inmediato se arrepintió.

 

- Si, supongo que tienes razón. – Lisa sonó triste. – Lamento mucho lo que sucedió, Rick… no fue la manera correcta de proceder, yo soy la comandante y debí de haber—

 

- No Lisa.

 

Él la tranquilizó con ese tono de voz suave que ella sólo había escuchado aquella vez que había ido a verlo al hospital para pedirle disculpas por haberlo derribado.

 

- … yo me comporté como un tonto y te pido disculpas por ello. Dije cosas de las que me arrepiento porque no son ciertas. Después de tanto tiempo sirviendo bajo tu mando ya debería de saber que mi oficial superior jamás toma una decisión equivocada. Debí saber que tenías tus razones para dar la orden de regresar al Sahara 001, pero me enfadé sin pensar… a veces soy demasiado impulsivo.

 

- Todos tomamos decisiones equivocadas en la vida, Rick… yo no soy perfecta ni infalible.

 

Rick le dio un trago a su café, sin mirar a Lisa, sabiendo que ella estaba haciendo referencia a los comentarios que él había hecho esa mañana sobre ella.

 

- Lisa… lo siento mucho… lamento mucho todo lo que ocurrió, la forma en cómo te traté, las cosas que dije… y también lamento mucho que nos encontremos en este lugar que— bueno, tu sabes… es tu lugar.

 

Lisa negó con un movimiento de cabeza, tampoco atreviéndose a mirarlo al rostro. El único pensamiento que vino a ella fue que aquel lugar no era “su lugar”. Había vivido ahí, era cierto, pero ahora sentía que su verdadero lugar estaba simplemente donde estaba Rick. Deseó tener el valor de hacérselo saber, pero supo que a pesar de sus muchas condecoraciones militares, la medalla al valor por declararle sus sentimientos a Rick era una que jamás obtendría.

 

- Vengo de una familia con un linaje militar extraordinario que se remonta a hace 100 años. – Lisa habló, tratando de enfocarse en su desayuno para no tener que mirar a Rick. – La casa familiar de la Familia Hayes está cerca de aquí… es una casa grande, antigua y muy hermosa… una casa en la que crecí sola, rodeada de sirvientes pero totalmente sola…

 

Rick miró a su comandante, no sabía a donde quería llegar Lisa con aquel comentario, pero decidió seguirla en silencio. De todas maneras él no sabía que decir para hacerla sentir mejor.

 

- Cuando yo era niña, yo tenía la absoluta seguridad de que esa casa estaba embrujada. – Lisa soltó una risita melancólica. – Con el tiempo me acostumbre a vivir con todos esos fantasmas… y llegué a la conclusión de que si el linaje militar de los Hayes es tan antiguo, debía ser porque los Hayes entramos a la milicia para huir de nuestra soledad.

 

Rick bajó la mirada, conmovido por las palabras de Lisa. A cada momento se sentía más atraído por aquella valiente mujer que lo fascinaba. A la vez sentía la imperiosa necesidad de protegerla a toda costa, quería que ella supiera que no estaba sola. Él se lo había dicho muchas veces, pero ella no parecía comprenderlo.

 

- Necesita más que palabras, Hunter. – pensó. – Necesita acciones… y no has sido muy bueno que digamos para demostrarle tu apoyo… prometes muchas cosas, pero a las primeras de cambio eres tú quien siempre lo hecha todo a perder, cómo lo que sucedió anoche o esta mañana… ¡Oh Lisa! ¿Por qué eres tan complicada?

 

- Cuando mi mamá murió, el mundo cambió para mí… de pronto me encontré completamente sola en aquella casa tan enorme… mi papá venía a pasar el verano y la navidad conmigo, pero el resto del año se encontraba ausente… para compensar aquello, decidió enviarme a los internados más exclusivos del país. Aquello jamás ayudó.

 

- Hubiera querido que tu vida fuera más sencilla, Lisa.

 

- El problema es, - Lisa por fin lo miró a los ojos. – que toda la gente piensa que por ser la hija del Almirante Hayes, tuve una vida privilegiada… pero no fue así. Yo era la niña que siempre me quedaba en una esquina del patio de recreo… no creo que sepas como es eso, Rick… porque siempre he pensado que tú debiste de ser muy popular en la escuela.

 

Rick se encogió de hombros. Jamás fue él muchacho más popular, pero siempre tuvo amigos y personas a su alrededor. Él no podía decir que había estado sólo en la escuela… solitario tal vez, porque eso era un estado mental más que una situación física, pero solo jamás.

 

- ¡En fin! No creo que quieras pasar todo el día escuchando mis dramas.

 

- ¡No, Lisa! – Rick alargó la mano y la posó suavemente sobre la mano de Lisa. - ¡Por favor! Cuéntame más… de tu familia, de tu casa… ¿Cómo era esa casa embrujada en la que viviste? ¿Tenía 100 habitaciones, caballerizas, un salón de banquetes, un salón de baile, un ejército de sirvientes, fantasmas en el ático, una enorme biblioteca, retratos de los antepasados en un salón de la fama y un ropero que te llevaba a otros mundos?

 

Lisa se rió suavemente y sacudió la cabeza.

 

- Eran 12 habitaciones y no había ningún ropero mágico… pero lo demás es correcto.

 

- ¡Vaya! – Rick estaba sorprendido.

 

- Mi padre siempre estuvo muy orgulloso de la propiedad familiar… la Hacienda Hayes es aun más antigua que el linaje militar de la familia. Fue construida en la segunda mitad del siglo XIX por un antepasado de bastante dinero y renombre. Compró una gran extensión de terreno en el bosque. Al parecer los Hayes siempre hemos sido algo retraídos, no nos sentimos particularmente a gusto en medio de las multitudes, preferimos la soledad. Se construyó la casa y desde entonces comenzó a pasar de generación en generación… con sus tesoros, sus misterios y leyendas y con toda la belleza natural que rodeaba a la finca… ya sabes, caballerizas, el bosque, un río, muchos árboles…

 

Rick vio como los ojos de Lisa resplandecían con las últimas palabras que le dijo. Él concluyó que aunque Lisa no tenía recuerdos particularmente bonitos de la casa, si tenía recuerdos memorables de los alrededores. Se imaginó a Lisa, a caballo, paseando por el bosque y el río y e hizo una nota mental de que algún día la llevaría de paseo a un bosque… cuando los bosques se recuperaran del holocausto.

 

- Eso es parecido a mi niñez… yo también vivía en una casa cerca de un bosque y pasaba mucho tiempo jugando en el río y trepándome a los árboles. – Rick recordó.

 

Lisa soltó una risita traviesa y asintió comprensivamente.

 

- ¡Mi padre odiaba que me trepara a los árboles!

 

- ¡Vaya, vaya! – Rick le sonrió. – No puedo creer que te gustara trepar árboles, Lisa.

 

- Y era increíblemente buena, Hunter… creo que podría vencerte en trepar cualquier árbol cualquier día que quieras.

 

Rick le lanzó una sonrisa brillante y retadora.

 

- De acuerdo, comandante Hayes, acepto el reto.

 

Lisa le sonrió y continuó tomando su desayuno. Se hizo un silencio entre ellos por unos minutos. Rick meditaba lo que Lisa le estaba contando. Era increíble pensar que a pesar de que ambos provenían de mundos tan distintos, ambos eran tan similares en tantas cosas. Lisa, por su parte, secretamente le agradecía a Rick el hecho de que él siempre se las ingeniaba para hacerla reír, aun bajo las peores circunstancias. Por alguna razón le vino a la mente una conversación que habían tenido en el Tac Net no hacía mucho tiempo. Los Zentraedi estaban atacando de nuevo y el escuadrón Skull había sido enviado a combate, con Lisa comandándolos desde la base.

 

- Líder Skull, se aproximan Pods en su dirección. – Lisa le había informado.

 

- ¡Entendido! – Rick le había contestado.

 

- ¡Ojalá se fueran a casa! – Ella había suspirado, hablando casi consigo misma, pero aparentemente lo había dicho lo suficientemente fuerte como para que él lo captara en su sistema de comunicación.

 

- Es poco probable.

 

- Tienes mucha razón.

 

- ¡Váyanse!

 

Rick lanzó la amenazadora orden hacía los Pods enemigos lo cual sorprendió a Lisa y la hizo reír. Ella sabía que Rick estaba bromeando con ella, tratando de romper un poco la tensión del momento y ella se lo agradeció.

 

- Lo siento comandante, no hicieron caso.

 

- No tienes más alternativa que hacerles frente. Sin embargo fue un buen intento, teniente. – Ella le había contestado, con una sonrisa en los labios y sintiendo cierta complicidad con Rick.

 

- ¡Gracias comandante! – Él le había devuelto la sonrisa.

 

Lisa se rió suavemente, recordando aquel incidente y Rick la miró interrogativamente, pensando que aun seguía recordando episodios de su niñez, totalmente ajeno al hecho de que él era el causante de la sonrisa que Lisa tenía en los labios.

 

- ¿Qué sucede Lisa? – bromeó. - ¿Sabes? Dicen que quien se ríe solo de sus travesuras se acuerda.

 

Lisa sacudió la cabeza, sin poder quitarse una pequeña sonrisa del rostro. Rick le dio un empujoncito juguetón en el brazo y sonrió.

 

- No creo que tenga muchas travesuras de las cuales acordarme, Rick… por lo general era una niña muy bien portada. Cuando era pequeña mi mamá pasaba mucho tiempo conmigo. Ella me enseñó a tocar el piano, a pintar, a esquiar…

 

- ¡Vaya Lisa! – Rick se rascó la cabeza. – Cuando me dices todas esas cosas me haces sentir como un vulgar piloto ignorante…

 

- No es mi intención, Rick…

 

Ella se apresuró a responder, con cierto remordimiento en su voz, pero cuando vio la sonrisa de Rick, supo que él estaba bromeando.

 

- ¡Sígueme contando! Oye, para mi es un honor servir bajo las ordenes de alguien como tú… puedo presumir que mi oficial superior es una mujer culta y refinada que se graduó con honores de la Academia Robotech, ha recibido más medallas de las que podría cargar y es toda una artista que toca el piano y pinta… eso sin mencionar sus aptitudes ecuestres y ¿qué más? Ah si, sus conocimientos sobre el difícil y antiguo arte de trepar a los árboles. – Rick le guiñó un ojo.

 

Lisa se sonrojó un poco, en parte por las palabras de Rick y en parte por ese guiño travieso. No estaba acostumbrada a ser adulada de una manera tan sincera… y mucho menos a recibir ese tipo de detalles de Rick.

 

- ¿Hay algo más que sepas hacer y que no me hayas dicho, comandante Hayes?

 

- No lo se…

 

- Ya saldrá en la conversación… me estabas diciendo de tu mamá… debe de haber sido una mujer increíble. – Rick miró el retrato familiar que Lisa tenía sobre su escritorio. - ¡Y muy hermosa además!

 

- Si, era muy bella… y tenía un carácter dulce y alegre. Mis recuerdos de ella son maravillosos… lo único que lamento es que no tuve mucho tiempo para compartir con ella. Siempre me he preguntado que tan diferente habría sido mi vida si ella no se hubiera ido tan pronto.

 

Rick no contestó; no podía imaginarse un escenario en el que Lisa no estuviera a su lado. Sabía que la muerte de la madre de Lisa era algo triste y no le gustaba que las cosas hubieran tenido que ser así, pero el destino había querido que su madre muriera joven para que Lisa entrara a la milicia, siguiendo la tradición familiar… y eso la había llevado hasta ese momento en el que él, Rick Hunter un simple piloto, estaba en esa habitación, compartiendo esa charla con la mujer más increíble que había conocido en su vida.

 

- Supongo que las cosas pasan por una razón. – Fue lo único que Rick pudo murmurar.

 

- Después de que mamá murió, mi padre trató de pasar todo el tiempo que podía conmigo, dentro de sus limitaciones militares, por supuesto… tal vez mi padre murió pensando que me había rebelado en contra de él y de su autoridad, pero nunca fue así. Siempre lo amé y lo respeté con todo mi corazón.

 

- Estoy seguro que él lo sabía, Lisa. El almirante Hayes debió haber estado muy orgulloso de su hija.

 

Lisa notó que Rick la miraba con una luz brillándole en los ojos. Ella se preguntó que significaba aquello. Era casi como si el orgullo del que Rick hablaba estuviera brillando en sus propios ojos.

 

- ¿Está Rick orgulloso de mí? – Lisa se preguntó.

 

- ¿Qué hacías con tu padre, cuando él iba a visitarte?

 

- Salíamos a recorrer la propiedad a caballo… y después pasábamos horas en su estudio, leyendo libros o jugando ajedrez. Todos los recuerdos que tengo de mi papá son de esas horas que pasábamos en su estudio. Tenía una colección tan grande de libros, mapas y objetos históricos ahí, que era impresionante. Los Hayes los habían recopilado por generaciones. Incluso mi padre envió a algunos oficiales a que digitalizaran toda la biblioteca de los Hayes. Quería tener un acervo de fácil manejo para enviar en misiones espaciales. Aquel proyecto tomó bastante tiempo… recuerdo que los oficiales estuvieron trabajando en la biblioteca durante meses.

 

- ¿Y cumplieron con lo que tu padre les había asignado?

 

- Si… se llevaron una copia a la Base de Alaska, otra quedó depositada en la caja fuerte de la propiedad. Mi padre digitalizó todo lo que tenía, sus libros, documentos, música, películas… ¡absolutamente todo!

 

Lisa se puso de pie y fue a mirar por la ventana. Un prolongado silencio siguió y Rick supo que era todo lo que ella le contaría sobre su familia y su casa. Él había aprendido a leer las señales de su comandante y sabía exactamente que podía esperar de ella. Él puso la bandeja del desayuno a un lado y fue a pararse detrás de Lisa.

 

Ella miró el reflejo de Rick detrás de ella en la ventana, pero no se movió. Antes bien puso sus brazos alrededor de su propio cuerpo protectivamente, abrazándose a sí misma y bajó su mirada. Rick no podía saber exactamente que pensaba, pero si sabía que en esos momentos, estando tan cerca de lo que alguna vez fue la orgullosa Residencia Hayes, el escenario de sus travesuras infantiles y de sus recuerdos más queridos, Lisa había comprendido la tragedia del holocausto de la tierra en un nivel totalmente nuevo y se sentía desprotegida y totalmente abatida.

 

Rick sabía que él era una de las pocas personas - ¿Quizás la única? – que había visto a Lisa mostrarse débil y vulnerable y eso hacía que sintiera un compromiso con ella.

 

- Pero no es solo una cuestión de compromiso… es algo que quiero hacer, Lisa. ¡Si tan solo me permitieras entrar un poco más en tu corazón!

 

Sin pensarlo siquiera, Rick dio un paso al frente y puso sus brazos protectores alrededor del cuerpo de Lisa, abrazándola por la espalda de una manera casi posesiva. Lo imprevisto de su acción tomó a Lisa totalmente por sorpresa. Sus ojos se abrieron sin poder creer lo que Rick estaba haciendo, pero la fuerza con la que Rick la estaba sosteniendo le dijo a Lisa que no podía escapar de ese abrazo. Finalmente solo cerró los ojos y se recargó contra el pecho de Rick, dejando que él la sostuviera. Él cerró los ojos y ocultó su rostro en el cabello suave y sedoso de la comandante Hayes.

 

- Yo tenía ocho años cuando mi mamá murió.

 

Lisa lo escuchó murmurar en su oído y la vibración de las palabras de Rick la hicieron sentir una corriente eléctrica recorriéndole el cuerpo.

 

- Cuando era niño solía ayudarle a mamá con las tareas de la casa… solía ayudarle en la cocina… le gustaba hacer pastel de manzana y yo le ayudaba a pelar las manzanas que habíamos ido a recoger al huerto… vivíamos en una pequeña granja. Jamás he olvidado esa sensación de seguridad y alegría que me daba la cocina de mamá, con el calor del horno, el aroma del pastel horneándose, mi mamá manteniendo el lugar impecable, sonriéndome…

 

- ¿Es por eso que te gusta cocinar, Rick? ¿Te recuerda a tu mamá? – Lisa susurró.

 

- … tal vez. – Rick tardó un poco en contestar, como si jamás se le hubiera ocurrido.

 

Inconscientemente Lisa se acurrucó contra Rick y él la abrazó más estrechamente, si eso era posible. Lisa observaba su reflejo en la ventana, pero Rick mantenía su cara oculta en el cabello de ella, totalmente perdido en su suavidad y su aroma.

 

- El día que mi mamá murió…

 

Rick hizo una pausa y Lisa supo que era tal vez la primera vez en su vida que hablaba de ello. Puso sus manos sobre las de Rick y las apretó con fuerza. Esto pareció darle el valor de continuar.

 

- … era un día cálido y soleado… para mí era imposible pensar que no la volvería a ver… que ella jamás volvería a ver el campo, los dientes de león en la pradera… el cielo tan azul… mi papá trató de sacarme adelante, pero jamás volví a vivir en un hogar… con mi papá estábamos siempre viajando, viviendo en un remolque, sin pertenecer a ningún lado realmente.

 

Lisa no dijo nada. Sabía que Rick no estaba buscando sus palabras, sino simplemente quería que lo escuchara. Además, la manera en como ella mantenía las manos de Rick en las suyas era algo más elocuente que cualquier palabra que pudiera decir. Un prolongado silencio siguió a aquel relato. Lisa no podía dejar de pensar en las cosas que estaban sucediendo y en la conversación que ella y Rick acababan de tener.

 

Finalmente, Rick rompió el silencio, al tiempo que levantaba su mirada, para observar su reflejo en la ventana y el rostro de su comandante.

 

- ¿Alguna vez pensaste en volver a casa?

 

Lisa se sobresaltó un poco, pero enseguida bajó la mirada y movió la cabeza en un gesto que no era ni afirmativo ni negativo. Luego se encogió de hombros.

 

- No tendría caso. – susurró.

 

- Lisa, - La voz de Rick hizo que lo mirara a los ojos. – algún día, cuando tengas tiempo… ¿me enseñarías a jugar ajedrez?

 

Lisa se sorprendió con la extraña petición de Rick, pero cuando vio aparecer una sonrisa en su rostro, no pudo evitar sonreír también. Rick la soltó de su abrazo y ella se dio media vuelta para mirarlo de frente.

 

- ¡Cuando quieras, Rick!

 

El asintió y miró hacia donde estaba la bandeja con los restos del desayuno. Era como si estuviera buscando un pretexto para salir de ahí.

 

- Yo… voy a llevar esto al comedor… si no te molesta, me gustaría volver aquí y pasar un tiempo contigo… no te molestaré, te lo prometo.

 

- Está bien, Rick. Yo no tengo ningún problema con eso. – Lisa respondió con sinceridad.

 

- Bien… no tardo.

 

Rick tomó la bandeja y prácticamente salió corriendo de la habitación de Lisa. Ella suspiró profundamente al tiempo que ponía sus brazos en torno a su cuerpo y sonreía. Todavía podía sentir el calor del abrazo de Rick y lo increíblemente maravilloso que se sentía estar en sus brazos. Se preguntó porqué él siempre actuaba así. Tenía el mal hábito de salir corriendo cada vez que ella sentía que se habían acercado un poco.

 

Lisa se sentó en la cama y rogó porque Rick volviera pronto.

 

 

*********

 

 

Después de literalmente arrojar los platos sucios a la cocina, Rick corrió a la habitación de los Sterling y llamó a la puerta. Casi inmediatamente Max abrió y sonrió al ver a su amigo.

 

- ¡Hey Rick! – Lo saludó alegremente, mientras con la mano le hacía la seña de que entrara. – Así que sobreviviste, ¿eh?

 

- Apenas… - Rick sonrió, pero su sonrisa se desvaneció cuando vio a Miriya frente a él, con sus manos en la cintura y mirándolo acusadoramente.

 

- ¿Hablaste con ella? – le preguntó.

 

- Si… ya se siente mejor… Miriya, no me mires así, te aseguro que Lisa está sana y salva.

 

- Claro que lo está.

 

- Bien, - Max intervino. – es bueno saber que Lisa se siente mejor.

 

- Si, pero por eso estoy aquí… hay algo que quiero hacer con Lisa y—

 

- ¡Ya era hora! – Miriya interrumpió.

 

Rick se sonrojó y Max soltó una risita, pero decidió salir en defensa de su amigo.

 

- Amor, vamos a escuchar a Rick…

 

- Si bueno… - Rick todavía estaba apenado. – Es que estuvimos hablando sobre la finca rural de su familia, en donde pasó su niñez y todo eso y al parecer no está muy lejos de aquí… así que estaba pensando… bueno—

 

- ¡Eso sería grandioso! – Max ni siquiera esperó a que Rick terminara. - ¿No te parece, Miriya?

 

- ¡Claro! Rick, tu no te preocupes por nada, Maximillian y yo podemos hacernos cargo.

 

Rick pasó su vista de Max a Miriya varias veces, preguntándose cómo es que podían estar tan conectados. No estaba seguro de que los Sterling en realidad supieran de lo que estaba hablando, pero Max aclaró sus dudas de inmediato.

 

- ¿Estás pensando en llevar a la comandante Hayes a su casa, no es cierto?

 

- Bueno… si. – Rick se rascó la cabeza. – Es que pienso que sería bueno para ella… pero no se…

 

- ¡Claro que será bueno! – Miriya respondió. – Quizás un poco doloroso, pero ayudará a la recuperación.

 

- Si, al parecer el tratamiento a través del dolor es una terapia que es parte de la medicina alternativa Zentraedi. – Max bromeó y obtuvo un golpe en el brazo de parte de su amada esposa.

 

- En serio Rick, llévala ahí. Max y yo nos haremos cargo.

 

- Pensaba en salir hoy mismo… no creo que nos llevara más de un día… de todas formas Lisa va a ordenar que el Sahara 001 se mueva al noroeste mañana. Si ustedes lo escoltan, yo puedo ir con Lisa a la finca… puedo poner al Skull-1 en el área de almacenaje inferior y nos vamos en su Viento del Desierto.

 

- ¡Excelente! – Max sonrió. – Y no te preocupes por nada jefe… nosotros nos encargamos.

 

- ¡Un momento! – Miriya detuvo en seco los planes de sus compañeros. – Yo estoy de acuerdo en que Lisa vaya a su casa, y como dije, va a ser doloroso… Rick, ¿crees que podrás hacerte cargo TÚ de ella?

 

- Yo… pues si…

 

- Es que piensa la manera en que Lisa puede ser afectada por esto… por sus recuerdos familiares, por sus recuerdos en general de esa finca.

 

Rick bajó la mirada, sabiendo que la Zentraedi tenía toda la razón del mundo.

 

- Se que Lisa será fuerte y siento que será bueno para ella… su familia tenía una gran biblioteca que su padre mandó digitalizar. Pienso que recuperar ese material sería bueno para ella. Siento que le daría de alguna forma algo a qué aferrarse.

 

- Creo que Miriya tiene razón Rick. No dudo que Lisa sea fuerte pero… ha estado expuesta a demasiado dolor y demasiada destrucción últimamente… y el ir a su casa familiar en ruinas…

 

- Si, lo se… ¿Creen entonces que sea una mala idea?

 

Max y Miriya lo negaron con la cabeza. Rick entendió que sus amigos estaban tratando de que él tuviera todo bajo control de antemano, para evitar sorpresas o situaciones que no supiera como controlar. Sin embargo Rick sentía que él podía hacerse cargo de la situación.

 

- No se preocupen, les prometo que Lisa va a estar bien. Si ustedes se encargan de la misión hasta nuestro regreso, entonces todo estará bien.

 

- Tu sabes que puedes contar con nosotros, jefe.

 

- Bien… entonces debo de ir a secuestrar a cierta oficial superior.

 

- ¡Rick! – lo llamó Miriya. – Esto es bueno para ella… nosotros nos encargamos aquí…

 

- Gracias Miriya, aprecio lo que hacen por mi. Gracias por ayudarme a enfocar las cosas y por su apoyo y solidaridad.

 

- Por Lisa, cualquier cosa.

 

- Voy a hablar con Lisa… yo los busco un poco más tarde para ponernos de acuerdo.

 

Rick salió de la habitación y Max miró a su esposa:

 

- Ahora, que pueda sacar a Lisa de esta nave y llevarla a visitar la finca… eso es algo que no podemos dar por hecho.

 

- ¿Qué dices, Maximilian? Lisa no perderá la oportunidad de estar con Rick a solas…

 

- Tienes razón. – Max sonrió, poniendo los brazos en torno al cuerpo de su esposa y abrazándola con fuerza. - ¡Solo quisiera que Rick abriera los ojos y se diera cuenta de una vez por todas que es Lisa la mujer a la que en realidad ama!

 

- Lo hará, Max… ¡Más vale que lo haga!

 

Max se rió de buena gana y buscó los labios de su esposa. Ella no se resistió a sus deseos. Mientras Max la besaba, ella le quitó los anteojos y los puso en una mesa. Max sonrió en medio del beso y lo siguiente de lo que se percató fue de que Miriya lo había empujado hasta el sofá… y otra de sus famosas luchas libres de labios había comenzado. ***

 

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