chapter = 4
author = Evi
Rating = AP
Type = Adventure
fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO
CAPITULO IV
A Lisa no le había costado trabajo levantarse de la cama esa mañana. Se sentía ansiosa por comenzar la misión. No sabía si era por el hecho de que estarían colaborando en los esfuerzos de recuperación de la tierra o porque pasaría mucho tiempo al lado de Rick y lejos de Minmai, pero eso no importaba. Lo único realmente importante para ella era estar en el hangar a tiempo.
Se vistió con su nuevo uniforme de vuelo, que era más grueso y cómodo que el que generalmente se usaba en la RDF. Estos nuevos uniformes eran especiales para soportar el clima, las condiciones atmosféricas y la contaminación que había en el planeta. Lisa se miró en el espejo y sonrió, aprobando su apariencia. Se arregló el cabello con cierta coquetería, decidiendo que era más fácil dejarlo suelto que peinarlo como generalmente lo hacía. Ella no se percataba de ello, pero esa manera de llevar el cabello suelto suavizaba su rostro y la hacía ver muy joven y atractiva.
Tomó de encima de su escritorio una mochila militar en donde había colocado sus efectos personales y se la colgó en el hombro. Miró a su alrededor, asegurándose de no haber olvidado nada, y enseguida salió rumbo a la base.
Cuando llegó al hangar, los mecánicos ya se encontraban ahí, así como los operadores del Sahara 001 y algunos de los miembros del equipo de recuperación. Todos la saludaron militarmente y ella devolvió el saludo con gran formalidad. Con su mirada revisó alrededor del hangar, pero no logró encontrar a Rick.
- Espero que no se haya quedado dormido. – Pensó al tiempo que consultaba su reloj y se percataba de que de hecho aun faltaban 15 minutos para la hora en que el personal había sido requerido.
- Comandante Hayes, - uno de los operadores de la nave nodriza la llamó. – El almirante Gloval está en la línea 3 y quiere hablar con usted.
Lisa le dio las gracias y entró a la nave. Ahí se sentó frente a la consola de comunicaciones y tomó la llamada de Gloval, quien apareció en la pantalla luciendo aun un tanto adormilado.
- Almirante Gloval, aquí la comandante Lisa Hayes reportándose, señor.
- Buenos días Lisa. Tan puntual como siempre.
- Si señor.
- Espero que haya dormido bien. Le esperan días largos y difíciles… tenía planeado ir al hangar para desearle suerte en persona, pero hace apenas 2 horas que terminó una junta con el consejo y como comprenderá, no he dormido mucho.
- Le agradezco sus intenciones, almirante. Pero no se preocupe, todo está en orden aquí. Saldremos a tiempo y volveremos en 3 meses a entregar los resultados de esta misión que le aseguro serán satisfactorios para todos.
- Se que así será, comandante. Ahora, cuídense mucho. Les deseo mucha suerte.
Lisa saludó militarmente y Gloval le respondió el saludo antes de terminar la comunicación. Ella sonrió pero en ese momento vio a Rick entrando al hangar. Se le notaba un poco cansado y Lisa se preguntó si había dormido aquella noche. Sin perder tiempo salió de la nave nodriza justo para toparse con Rick, que en ese momento caminaba cerca de la escotilla, cargando su mochila con sus objetos personales.
- ¡Lisa! – Rick se sorprendió al verla. - ¡Y yo que pensé que por primera vez en mi vida te había ganado! No me digas que pasaste la noche en el hangar.
- ¡Claro que no! Llegue hace un rato. Estaba hablando con el almirante Gloval.
Lisa miró a todos lados y cuando vio que los que estaban presentes en el hangar estaban ocupados en sus propios asuntos, tomó a Rick del brazo y lo jaló, llevándolo a un lugar un poco más alejado y semi-escondido por unas cajas.
- ¿Qué sucede, Lisa? – Rick estaba confundido.
- Anoche el almirante Gloval me llamó… - Lisa bajó la voz – Rick, me dio luz verde para la misión cultural.
- ¿En serio? – Rick sonrió. – Pero… ¿el consejo?
- Bueno, no es algo oficial, pero me dijo que yo como comandante de esta misión tengo la facultad de tomar decisiones… y que a él no le importaría que volviéramos con algunos “souvenires”, como tú dijiste ayer.
Rick estaba bastante complacido al escuchar aquello. Puso su mano en el hombro de Lisa y lo apretó en un gesto de complicidad.
- Bien comandante, usted da las ordenes.
Uno de los elementos del personal de tierra se acercó a ellos, tomándolos por sorpresa. Hizo el saludo militar y se dirigió a Rick.
- Señor, ¿quiere que lleve su mochila a su habitación?
- ¿Eh? ¡Ah! Si… si, por favor.
Rick le entregó la mochila, que estaba medio abierta. Lisa sonrió, imaginando a Rick, medio minuto antes de salir de su habitación, metiendo en la mochila todo lo que encontraba a su paso. Pero la sonrisa de Lisa pronto fue borrada cuando pudo ver, por la abertura de la mochila, una portarretratos con una foto de Rick y Minmai juntos, frente a una fuente. El asistente se alejó y Lisa miró a otro lado, sintiéndose algo molesta.
- Y… ¿disfrutaste del concierto de Minmai anoche? – preguntó con cierta ironía. - ¿Pudiste despedirte de ella?
Rick la miró, sorprendido por lo inesperado de ese comentario. Sentía que estaba totalmente fuera de lugar y no sabía porque Lisa le estaba preguntando aquello.
- No.
Esa fue la única respuesta de Rick y Lisa no supo a cual de sus preguntas estaba contestando. El teniente Hunter bajó la mirada, como si esas preguntas le hubieran tocado una fibra sensible. Lisa lo miró y de pronto sintió rabia consigo misma. ¿Cómo podía comportarse de esa manera, cuando Rick no le había dado motivos? Bueno, fuera de esa fotografía…
- Lo siento Rick, no debí decir eso… no tengo derecho a meterme en tu vida y lo que hayas hecho o dejado de hacer ayer no es asunto mío. Discúlpame.
- Y tú, - él cambió el tema. - ¿Descansaste bien ayer? ¿Qué hiciste en la tarde? Espero que hayas podido relajarte un poco.
- Bueno, Claudia y las chicas estuvieron en mi habitación toda la tarde. Querían despedirse, ya sabes como son ellas… - Lisa sonrió.
En ese momento entraron al hangar Max y Miriya, que al verlos se apresuraron a ir a su lado. Miriya hizo gran algarabía al saludar a Lisa, comentándole de inmediato lo mucho que le gustaba su nuevo uniforme… y lo bien que Lisa se veía con el suyo.
Aunque Max estaba hablando con Rick, este no pudo ignorar el comentario de Miriya y sus ojos se clavaron en Lisa. La Zentraedi tenía toda la razón del mundo, Lisa se veía maravillosa con el uniforme blanco que traía puesto. Rick trató de disimular y se concentró en la conversación con Max, quien comentaba aspectos técnicos de la nave Sahara 001 y de la nueva nave de reconocimiento que Lisa pilotearía.
Lisa miró la hora y al ver que ya casi todo el personal estaba listo, dio la orden de que todos tomaran sus puestos. Se alejó un poco a hablar con los operadores del Sahara 001 y entregarles la ruta de vuelo. Miriya se acercó a Max y le susurró algo en el oído. El sargento Sterling sonrió y se sonrojó un poco, antes de que su esposa lo abrazara y lo besara con toda la pasión de la que una mujer Zentraedi era capaz. Rick dejó escapar un suspiro y se alejó en dirección a su VT Skull 1, queriendo darles algo de privacidad a los tortolitos.
De pie ante la escalera de su nave, los ojos de Rick se clavaron en Lisa, quien continuaba dando indicaciones. Todos la obedecían con rapidez y eficacia y él se encontró pensando en lo mucho que admiraba esa capacidad de liderazgo en Lisa. Era algo que parecía ser natural en ella. Se preguntó porque la comandante Hayes, esa mujer tan fuerte, decidida, autosuficiente y enérgica era tan diferente de Lisa, la mujer tímida, sencilla, de mirada triste y sonrisa soñadora. Él conocía a las dos y ambas le fascinaban. Sin embargo él quería encontrar el punto medio entre la comandante Hayes y la persona llamada Lisa. Creía que sólo ahí encontraría a Lisa Hayes, la mujer.
Lisa finalmente terminó de dar las órdenes y se acercó a Rick. Para ese momento ya Max y Miriya se encontraban a bordo de sus respectivas naves, esperando.
- Bien, es hora. – Lisa le dijo. – Ustedes tienen ordenes de cubrir tanto al Sahara 001 como al Viento del Desierto.
- No te preocupes Lisa, Max y yo planeamos ayer la organización del escuadrón. Ellos cubrirán los flancos del Sahara 001 y yo te cubriré a ti. Ahora, no se si tu quieras ser puntera o prefieres que yo vaya al frente.
- Supongo que sería mejor que tu fueras al frente, conmigo detrás y enseguida la Sahara 001 flanqueada por Max y Miriya.
- ¡Excelente! – Rick sonrió, sabiendo que esa era exactamente la formación que él había planeado. – Entonces no hay más que decir. ¡Estamos listos!
- Bien… yo te daré las coordenadas e instrucciones correspondientes desde el Viento del Desierto, ¿de acuerdo?
- Muy bien… Lisa, no quiero que me tomes este comentario a mal, no lo hago con malas intenciones ni con afán de ofenderte, es solo una pregunta honesta, ¿si?
- ¿De qué se trata, Rick?
- ¿Estás segura de querer pilotear la nave de reconocimiento? Porque si te sientes más a gusto en el puente del Sahara 001, entonces…
- Está bien, Rick. – Lisa levantó su mano para que no siguiera, pero su voz sonó amable. – Te agradezco la preocupación, pero voy a estar bien. Como te dije, estoy entrenada para esto. Además es un cambio en la rutina que siento que será muy positivo para mí. Lo único que me preocupa es lo que vamos a encontrar allá afuera.
- No te preocupes por nada, Lisa. Ya hemos estado allá afuera juntos, ¿recuerdas? Yo se que todo va a salir bien. Además, recuerda que el escuadrón Skull te está escoltando. No podrías pedir nada mejor que eso.
- Cierto, no podría hacerlo. – Lisa sonrió. – Bien, ahora menos plática y más acción. ¡Vámonos!
Lisa se dirigió a su nave, en donde dos de los miembros del personal de tierra la esperaban para ayudarla a subir y sellar la escotilla. Rick la observó mientras hacían eso y sonrió con orgullo al ver a Lisa frente a los controles de esa nave de reconocimiento. Enseguida abordó su propia nave y mientras se colocaba el casco en su lugar, el personal de tierra vino a hacerse cargo de los procedimientos. Rick encendió su VT y enseguida se concentró en su sistema de comunicación. De inmediato el rostro de Lisa apareció en pantalla y un sentimiento de familiaridad le recorrió el cuerpo.
- Aquí líder Skull reportándose, listo para la misión. El escuadrón Skull está listo y en posición, en espera de órdenes, comandante.
- Aquí la comandante Hayes desde Viento del Desierto, misión Sahara 001… todos los sistemas se reportan listos para partir. Puente de SDF1, solicitamos la autorización para dar por iniciada esta misión.
- Entendido, Viento del Desierto. – La voz de Claudia se dejó escuchar. – Su autorización ha sido confirmada. Tienen permiso para partir en cuanto así lo dispongan… Lisa, - su voz tomó un acento cálido y cariñoso. - ¡Cuídense mucho! Los estaremos esperando, Sahara 001.
- Volveremos pronto Claudia… ¡Cuídense mucho ustedes también!
Enseguida Lisa dio la orden de partida y los 3 VTs del escuadrón Skull fueron los primeros en despegar, seguidos por la nave Viento del Desierto y finalmente la nave nodriza. Una vez que todas las naves estaban en el aire, Lisa pasó el mando aéreo al teniente Hunter, quien ordenó la formación de crucero. La mañana era oscura y lluviosa y ante ellos solo se abría un horizonte eternamente gris. Aun así, la misión Sahara 001 dio inicio llevando consigo las esperanzas de poder rescatar un poco de la cultura que había sido destruida por los zentraedis en la última batalla.
***********
Lisa estaba en su habitación a bordo del Sahara 001. Aquel lugar no era espacioso ni tenía tantas comodidades como el camarote que tenía en el SDF1, pero ya se había acostumbrado a vivir en aquel reducido espacio en donde solo se encontraba su cama, el escritorio con la computadora, un pequeño librero adosado al muro y un pequeño baño adyacente.
La lluvia golpeaba insistentemente el cristal de la ventana que estaba ubicada junto al escritorio, pero Lisa no se percataba de ello. Tal vez estaba ya muy acostumbrada a esa lluvia incesante o tal vez estaba demasiado entretenida en su trabajo en la computadora. El sonido que la trajo de vuelta a la realidad fue el de la manija de la puerta al abrirse. Lisa no tuvo siquiera que mirar a la compuerta, para saber que quien había entrado a su habitación era Rick.
El teniente Hunter se dejó caer pesadamente sobre la cama, dejando escapar un gruñido. Una vez ahí se recostó, con sus brazos debajo de su cabeza a manera de almohada y miró a Lisa.
- Te dije que me esperaras para hacer ese reporte, Lisa.
- Estabas muy entretenido hablando con Max. – Lisa no levantó su vista de lo que estaba escribiendo. – Creo que es bueno que te distraigas un rato… además ya casi termino.
Rick suspiró y se sentó a la orilla de la cama. Dado lo pequeño de la habitación, en la posición en la que estaba, quedaba muy cerca del flanco derecho de Lisa. Leyó en la pantalla lo que ella estaba escribiendo y aprobó con un movimiento de cabeza.
- Si, parece que lo tienes todo cubierto.
Rick se puso de pie y sin más explicaciones salió de la habitación. Lisa miró en dirección a la puerta por un segundo pero enseguida volvió a su trabajo. Estaba enviando el reporte semanal al SDF1, un trabajo que generalmente hacía con Rick, pero aquella noche Rick y Max habían estado departiendo alegremente en el comedor. A Lisa le alegraba comprobar que esos dos se habían vuelto tan buenos amigos. Después de la muerte de Roy Fokker, ella pensaba que un amigo como Max era exactamente lo que Rick necesitaba. Ella había estado platicando con Miriya, pero cuando la Zentraedi decidió ir a su habitación a tomar un baño, Lisa supo que era el momento de ir a trabajar en el reporte.
Había pasado un cuarto de hora, cuando la puerta se abrió otra vez y Rick entró, llevando consigo dos tazas humeantes de café.
- Bueno, si no me vas a dejar ayudarte, por lo menos me ocuparé de que no decaiga el ánimo.
Lisa agradeció el gesto de Rick. Una de sus leyes más sagradas era nunca rechazar una taza de café. Lo probó y se dio cuenta de que Rick le había puesto justamente la cantidad de azúcar que a ella le gustaba. Aunque aquello no la sorprendió, ya que en el tiempo que habían estado a bordo del Sahara 001 habían pasado tanto tiempo juntos que habían llegado a conocerse bastante bien.
- ¿Está bien de azúcar?
- ¡Perfecto Rick, gracias!
- ¿Y bien?
- Acabo de enviar el reporte al SDF1… supongo que eso es todo por ahora.
- Si… - Rick se sentó en la cama. – Entonces, ¿cuáles son las órdenes para mañana?
- El Sahara 001 permanecerá en esta posición por otros dos días. Aun hay mucho que explorar en los alrededores y este es un buen sitio para dejar establecida la base. Los niveles de contaminación son nulos y la comunicación con el SDF1 es perfecta.
- Así que otros dos días de patrullaje y regresar a la base Sahara. Me parece bien.
Lisa tomó unas hojas de papel de sobre su escritorio y se las entregó a Rick. Él las observó con cuidado y asintió.
- Todo se ve bien. – era la ruta de vuelo del día siguiente – Ya casi terminamos de cubrir esta sección… ¿nos moveremos más hacia el noreste cuando terminemos aquí?
- Probablemente, todo depende de las lecturas que obtenga en los sistemas y en lo que podamos encontrar en estos dos días. Pero si apruebas la ruta de vuelo de mañana, entonces terminamos por hoy.
- Aprobadas. – Rick dobló la hoja y la puso en la bolsa de su uniforme. – Aun no puedo creer que ya pasó un mes desde que salimos del SDF1. ¡Estas semanas se han ido volando!
- Si, lo se. Supongo que cuando te mantienes ocupado el tiempo vuela… sin embargo el SDF1 está muy complacido con nuestro trabajo. Hace 2 días enviaron una nave almacén a recoger el material de reciclaje que juntamos en la sección IV. Recibí un informe detallado de tal operación ayer. Estaban muy complacidos con el material, en especial con lo que rescatamos de las naves Zentraedi.
- Es bueno tener a Miriya con nosotros… la identificación y catalogación de dichos materiales es mucho más sencillo gracias a ella.
- Si, es cierto. – Lisa seguía tomando su café. – Es increíble que ya haya pasado un mes, tienes razón. Parece que fue ayer…
Lisa comenzó a recordar todo lo que habían hecho en ese mes. Habían explorado una amplia zona del cuadrante noreste, habían recuperado toneladas de material de reciclaje, tanto terrícola como Zentraedi, el cuál era recogido periódicamente en puntos establecidos, por personal del SDF1. Pero lo que Lisa más recordaba era la cantidad de ciudades y pueblos totalmente arrasados que habían visto durante su exploración. Ella jamás podría acostumbrarse a ese tipo de escenas, sin importar cuantas veces las viera. Por otro lado, gracias a Rick, Max y Miriya, ella había podido recuperar una gran cantidad de material cultural, que se encontraba a resguardo en la bodega de la nave.
- ¿En qué piensas, Lisa?
La voz de Rick la sacó de su meditación y simplemente se limitó a mover su cabeza y a volver a la computadora.
- En nada, realmente… solo pensaba que hace unos años un libro era lo más común del mundo y ahora… cada vez que encontramos uno para mí es como un tesoro.
Rick asintió con la cabeza pero enseguida hizo un gesto de fastidio cuando vio que Lisa cargaba uno de los programas que utilizaban para escanear el terreno.
- ¿Qué haces? ¿No se supone que es responsabilidad de los operadores de esta nave entregarte la información sobre el terreno cada mañana?
- Si bueno, es que pensé que podría ahorrarme un poco de tiempo si—
- ¡Olvídalo, Hayes! – Rick se puso de pie y poniendo sus manos en los hombros de Lisa, la obligó a ponerse de pie también. - ¿De dónde sacas tanta energía? En serio Lisa, cuando era chico pasaban en la televisión un anuncio de un conejito que usaba unas baterías que jamás se le acababan… “Y sigue, y sigue, y sigue…” ¡Por Dios, Lisa! ¡Ese conejito eres tú!
Lisa se rió con aquel comentario tan espontáneo de Rick. Ella sabía que a él le sacaba de sus casillas el hecho de que ella se la pasara la vida “buscando algo que hacer”. Rick la acusaba de que cuando no tenía trabajo, se lo inventaba. Y era frecuente que le preguntara, en medio de su irritación, qué le habían dado de comer cuando era niña para volverla una mujer tan hiperactiva.
- ¡Está bien, está bien! – Lisa admitió su derrota. – Eso es todo por esta noche.
- Bien… me gusta que me haga caso, comandante.
Ambos intercambiaron los lugares que habían ocupado hasta hacía unos segundos. Rick se sentó en la silla frente al escritorio y Lisa en la cama.
- Parece que el teniente Rick Hunter ya no necesita llamar a la puerta de mi habitación. – Lisa le sonrió.
- ¿Qué? Fuiste tu quien me dijiste que entrara sin tocar, ¿te acuerdas?
- Si, pero sólo porque tocas cada 20 segundos, Hunter.
- Bueno… siempre tenemos mucho trabajo que hacer… creo que no tenemos muchas opciones.
Lisa se rió y siguió tomando su café. Era cierto, ella le había dicho a Rick que cuando fuera a su habitación, no tocara la puerta, simplemente entrara. Desde entonces había dejado la puerta sin seguro día y noche. Rick le había dado la misma libertad en su habitación, pero hasta ahora Lisa no recordaba haberlo visitado ni una sola vez. Generalmente pasaban el tiempo en la habitación de Lisa que era más espaciosa que la de Rick… increíble, pero cierto. Ahora Rick se sentía más familiarizado con la habitación de Lisa que con la suya propia, a la que sólo iba a dormir. El resto del tiempo se la pasaba en su VT o con la comandante Hayes.
- Todavía estoy emocionada por las últimas noticias recibidas del SDF1. – Lisa comentó.
- ¿Sí? – Rick estaba cargando en la computadora un juego de video. - ¿Sobre los sobrevivientes civiles?
- Si… al parecer no fuimos los únicos que salimos ilesos de la Lluvia de la Muerte… se han localizado ya otros sobrevivientes en varios lugares del mundo. Son muy pocos, pero ya se han enviado naves de apoyo y rescate.
- Es bueno saber que hay más personas vivas allá afuera… sin embargo este cuadrante fue destruido por completo.
- El fuego Zentraedi se concentró en las áreas más densamente pobladas de la tierra, esta fue una de ellas… por eso hay sobrevivientes en zonas menos densas.
- Sip… ¿Puedo jugar un rato?
Lisa miró hacia la pantalla de la computadora. No tenía caso negarle el permiso a Rick, pues el juego ya estaba cargado y listo para comenzar. Era un juego de combate en VTs y Lisa se encogió de hombros, sabiendo perfectamente que Rick necesitaba liberar algo de adrenalina.
- Adelante, diviértete un rato.
- Pero… - Rick la miró. - ¿Y tú que vas a hacer?
- Leer.
Lisa se subió a la cama, acomodó sus almohadas en forma de respaldo y alcanzó el libro que se encontraba sobre su mesita de noche: “Belleza Negra”.
- ¿Otra vez ese libro de caballos? – Rick preguntó, mirando sobre su hombro mientras su juego comenzaba. - ¡Debes de haberlo leído mil veces en las últimas semanas!
- Tú sabes cuanto me gustan los caballos y además este no es un libro cualquiera, mi mamá solía leérmelo cuando era niña.
- Supongo que sí te gustan tanto los caballos sabrás montarlos, ¿cierto?
- He montado a caballo desde que tenía 4 años. – Lisa sonrió a los recuerdos. – Mi papá me enseñó… teníamos unos caballos en la propiedad. Yo solía pasar horas en el establo cuando era chica… sobre todo después de la muerte de mamá.
Rick asintió con la cabeza, sin quitar los ojos del juego que acababa de comenzar. Lisa supo que había perdido su atención y simplemente se recostó en las almohadas y comenzó a leer. El silencio se hizo en aquel lugar, un silencio que era solo interrumpido por los sonidos del juego de Rick.
- ¿Lisa? – Rick la llamó después de que, sin darse cuenta, había estado jugando por más de una hora. - ¿Lisa?
Se dio vuelta en la silla para mirar hacia la cama, en donde la comandante Hayes dormía profundamente sobre su costado y hecha un ovillo. Rick sonrió con ternura y se acercó a ella. Con cuidado la cobijó y acomodó las almohadas. Tomó el libro que Lisa aun tenía en sus manos y antes de ponerlo de vuelta en la mesa de noche, lo hojeó rápidamente.
- Pues algún día espero que podamos ir a cabalgar juntos, Lisa… porque a mi también me gustan mucho los caballos.
Puso el libro a un lado y sonrió otra vez. Se sentó en la cama, justo al lado de Lisa y con mucho cuidado y delicadeza hizo a un lado los mechones de cabello que le caían sobre el rostro. Lisa no se movió. Él la observó por un largo rato, su mano todavía acariciando su cabello suave y castaño.
- ¡Debes de estar agotada, Hayes! – pensaba. – Has trabajado demasiado… deberías de tomarte un descanso.
Con el dorso de su mano acarició suavemente la línea de la barbilla de Lisa hasta llegar a su oreja. Las yemas de sus dedos tocaron suavemente la piel de su rostro. ¡Era tan suave y tan delicada! Su mano bajó por su cuello hasta su hombro y Rick tuvo que obligarse a sí mismo a detenerse en ese momento. En los últimos días había notado esa atracción cada vez más poderosa que sentía hacia Lisa, pero trataba de controlarla, sabiendo que ella jamás se involucraría con un simple piloto como él y que además él tenía a Minmai… o más bien ella lo tenía a él, porque él en realidad nunca la había tenido a ella.
- Dulces sueños, Lisa. – Rick se inclinó para susurrar esas palabras en el oído de Lisa. - ¡Descansa!
Sonrió dulcemente cuando Lisa hizo unos soniditos, como si le estuviera respondiendo las buenas noches. Se aseguró de que su cobija estuviera bien colocada y que ella no pasaría frío y apagó la computadora. Una vez en la puerta, miró a Lisa una vez más antes de apagar la luz y retirarse a su habitación a descansar.
***************
Pasaron algunos días…
Los patrullajes y la búsqueda de material se estaban volviendo un asunto rutinario para Lisa y el escuadrón Skull. Al principio ella había estado emocionada con la idea de volar su propio avión y de recorrer aquel terreno, pero después de ver todo lo que habían visto en esas semanas, aquel trabajo ya no parecía tan excitante.
Era cómo si cada día la misma historia se repitiera. Cómo si aquello fuera una pesadilla interminable. Todos los días debían de salir, parar horas sobrevolando un desierto sin fin bajo una lluvia eterna, solo para encontrar los restos de alguna nave Zentraedi o algún aparato de origen terrícola. A veces llegaban a las ruinas de alguna ciudad, en donde los edificios destruidos y algunos autos convertidos en chatarra eran los únicos testigos de la vida que alguna vez había fluido por las venas de esa ciudad. Se tomaban notas, se transmitían coordenadas, se recuperaba material, se exploraba alrededor y luego volvían al Sahara 001, que generalmente estaba ubicado en algún lugar libre de contaminación.
¿Y después qué?
Toda aquella desolación, toda aquella destrucción, aquellos paisajes apocalípticos y aquel mundo totalmente devastado se resumían en un reporte frío e impersonal que la comandante Hayes redactaba – generalmente con la ayuda de Rick Hunter – y enviaba al SDF-1.
Después Lisa y Rick se quedaban con su dolor a solas. Mientras el resto de los miembros de la misión se dedicaban a la recuperación de material, a su clasificación y a su transportación, o bien departían amigablemente en el pequeño comedor del Sahara 001, y mientras Max y Miriya se retiraban a algún lugar privado a continuar con su romance, Lisa y Rick volvían a sus habitaciones solamente a esperar que aquella noche interminable pasara, para a las 0700 del siguiente día volver a comenzar la rutina.
Era por eso que sin proponérselo, sin darse cuenta, sin siquiera sospecharlo, Lisa y Rick poco a poco se habían ido acercando el uno al otro. Ambos necesitaban un amigo, alguien en quien confiar, alguien en quien refugiarse, alguien con quien compartir sus incertidumbres y sus miedos… alguien con quien sentir un poco de calor humano en medio de aquella destrucción.
Aquellas noches interminables era un poco más llevaderas si eran compartidas. Cierto, a veces peleaban y discutían por pequeñeces, pero habían notado que fundamentalmente, en las cosas importantes, siempre estaban de acuerdo. A veces era como si buscaran los temas más triviales para discutir, no porque tuvieran que hacerlo, sino porque disfrutaban haciéndolo. Sus peleas y discusiones, aunque ellos no quisieran admitirlo, eran una forma de liberar sus tensiones y de darle rienda suelta a ese instinto de competencia que parecía ser tan fuerte en ellos… pero no era una competencia destructiva, sino antes bien, parecería que ambos se impulsaban, a veces hasta se empujaban, tratando de llegar siempre un poco más lejos.
O quizás…
Quizás esas peleas eran una manera de liberar la tensión que existía entre ellos en un plano mucho más profundo y personal…
Aquella noche era particularmente lluviosa y el día que había terminado había sido bastante pesado. Habían visitado una ciudad que hasta hace poco contaba con casi un millón de habitantes… habían revisado cada rincón de la ciudad, la habían escaneado en busca de refugios que pudieran encontrarse bajo tierra, habían hecho todo lo que podían hacer, pero no habían encontrado un solo sobreviviente. Las personas que vivían en aquel lugar no habían tenido tiempo ni siquiera de correr a algún refugio cuando la lluvia de la muerte había acabado con sus vidas. No quedaba nada de los habitantes de esa ciudad.
En cambio los exploradores se vieron recompensados con una gran cantidad de material de reciclaje. Max y Miriya habían recolectado mucho material cultural para la comandante Hayes, mientras que Rick se había dado a la tarea de ser el guardaespaldas de Lisa mientras ella recorría la ciudad en su nave Viento del Desierto, una y otra vez. Rick sabía que no había sobrevivientes… él sabía que Lisa lo sabía… pero jamás hizo ningún comentario, simplemente se limitó a cubrir a su comandante y mantenerla a salvo.
En cuanto llegaron al Sahara 001, Lisa simplemente desapareció de la faz de la tierra. Rick esperaba que se presentara en la bodega, para ver el material que los Sterling habían rescatado, pero no lo hizo. Aquella noche Rick cenó solo, pues la comandante tampoco se apareció en el comedor. El teniente Hunter estaba preocupado por ella, y cuando terminó de redactar el informe del día – sin el consentimiento ni la aprobación de la comandante -, decidió ir a buscarla a su habitación.
Rick sabía que tenía el permiso expreso e incondicional de Lisa de entrar a su habitación a la hora que quisiera. Y él así lo había hecho por semanas, pero aquella noche no sentía la confianza de simplemente abrir la puerta y entrar. Finalmente decidió ser precavido y llamó a la puerta casi con timidez pero no recibió respuesta. Se quedó de pie afuera de la habitación por algunos momentos y después, con mucho cuidado abrió la puerta, solo lo necesario para asomarse al interior de la habitación.
Entonces pudo ver a Lisa, sentada a un lado de la ventana, con su vista clavada en el oscuro paisaje y su mente perdida sólo Dios sabía donde.
- ¿Lisa? – Rick la llamó, todavía sin atreverse a entrar. - ¡Lisa! ¿Te sientes bien?
La comandante Hayes lo miró y parpadeo, como si por un momento no hubiera reconocido a quien la llamaba. Enseguida sacudió su cabeza y con su mano se frotó las sienes.
- Pasa Rick, la puerta está abierta…
- Es que llamé pero no me contestaste… - Rick entró y cerró la puerta. - ¿Te sientes bien, Lisa? Esperaba verte en el comedor.
- ¿Ya cenaste? – Lisa estaba sorprendida, no había notado la hora que era. - ¡Tengo que hacer el reporte! Yo—
- ¡Tranquila! – Rick la detuvo, pues estaba a punto de salir corriendo de la habitación. – No te preocupes por nada, ya me encargue de todo.
- Pero Rick…
- Te he visto muy cansada últimamente… estoy un poco preocupado.
Rick no quiso admitirlo, pero en realidad estaba muy preocupado por Lisa. Últimamente la había notado decaída y muy desmejorada.
- Estoy bien.
Aquella respuesta era la que Rick esperaba, pero no la que quería. A veces podía odiar a Lisa por esa autosuficiencia. A veces deseaba que ella se mostrara vulnerable, que lo dejara cuidarla…
- ¡Lisa, si me dejaras cuidarte, encargarme de ti…! – Rick pensó.
Lisa se sentó en la cama y Rick se le acercó, ofreciéndole lo que traía escondido en la mano que hasta entonces había mantenido detrás de la espalda.
- Se que no es mucho. – Le dijo. – Pero también se que no es algo que ves todos los días y bueno… digamos que moví algunas influencias con los chicos en la sección de despensa…
Rick le presentó a Lisa una hermosa y brillante manzana roja. Lisa abrió mucho los ojos, mirando aquella fruta y luego a Rick, que le sonreía complacido.
- Pero… ¿de dónde…?
- Hay una docena en la bodega… son del SDF1, de las producidas en la nave… recordé que hace unos días mencionaste que tenías ganas de manzanas así que… - Rick se encogió de hombros.
Lisa sonrió lentamente y Rick sintió que el sol iluminaba aquella habitación con esa sonrisa. La comandante no se hizo mucho del rogar, tomó la manzana que Rick le ofrecía y comenzó a comerla ávidamente. Hacía semanas que soñaba con comer una manzana. De pronto se detuvo abruptamente y miró a Rick, quien la observaba con una sonrisa en los labios.
- ¡Oh, lo siento Rick! Parece ser que no tengo modales… ¿Quieres?
- Estoy bien. – Rick dejó escapar una risita. – Parece que cuando la comandante Hayes come, no conoce.
Lisa se rió y continuó comiéndose su manzana. Rick no sabía si debía traerle algo de cenar o no. La voz de la comandante lo trajo de vuelta a la realidad.
- No me había dado cuenta de la hora.
- Si bueno, te busqué por todos lados, pero parece ser que en cuanto llegamos corriste a esconderte, Hayes. ¿Todo está bien?
Lisa no contestó y Rick se reprendió por hacer una pregunta tan obvia. Las cosas simplemente no podían estar bien.
- Pienso que estas cansada y hasta fastidiada de esta misión, Lisa… pero ya vamos casi a la mitad, y creo que hemos dado buenos resultados… los comentarios que nos llegan del SDF-1 son positivos… eres la mejor comandante que pudiéramos tener, sin embargo…
Rick hizo una pausa y ella lo miró interrogativamente, preguntándose si ahora él no comenzaría a cuestionar su liderazgo.
- ¿Sin embargo…? – ella preguntó.
- No se… - Rick se rascó la cabeza. – Lisa, si tu decideras… ya sabes, volver a casa, nosotros seguiríamos adelante con esto… es que no se, te he visto triste y muy silenciosa últimamente y no quiero que te enfermes, yo—
Rick no sabía que más decir. Por un momento se arrepintió de sus palabras y esperó por el estallido por parte de Lisa, pero en su lugar la comandante Hayes solo bajó la mirada y murmuró:
- ¿Tan mal me veo?
- ¡No! – Rick se apresuró a contestar. – Tu jamás te ves mal, Lisa… solo te ves cansada.
- Estoy cansada… - ella admitió. – Pero no soy de las que dejan una misión a medias. Los Hayes jamás han desertado en una batalla… es solo que el ver todas esas ciudades me hace sentir un poco… no se, triste.
- Lo se… también a mi me han afectado mucho.
Se hizo un pesado silencio entre ellos, silencio que Lisa aprovechó para comerse su manzana, mientras pensaba que de ninguna manera volvería al SDF 1 antes de terminar esa misión. Para ella el hecho de poder compartir ese tiempo con Rick, alejados de todo lo demás, era algo tan maravilloso que no iba a renunciar a ello. Cuando se terminó su manzana, se dio vuelta en la silla para alcanzar el cesto de basura, dándole la espalda a Rick. Cuando lo hizo, sintió las manos fuertes del teniente Hunter sobre sus hombros.
- ¡Rick! – Lisa susurró. - ¿Qué—?
- ¡Shhhh! No hable, comandante… se qué es lo que necesita… ¡está muy tensa! Déjeme darle un buen masaje…
Si Lisa quiso protestar o no, eso Rick jamás lo sabría, porque en el momento en que él comenzó a ejercer presión sobre los hombros de Lisa, ella se limitó a cerrar los ojos y a dejarse consentir. Rick sonrió de oreja a oreja y procedió a llevar a cabo su trabajo. Podía sentir los músculos de Lisa, totalmente tensos y hechos nudos debajo de su ropa. Comenzó a masajearlos firmemente con sus pulgares, aplicando fuerza y moviendo sus dedos en movimientos circulares muy lentos.
Lisa dejó escapar un suspiro, lo cuál solo motivó a Rick a seguir adelante. Le emocionaba saber que estaba haciendo a Lisa sentirse bien con ese masaje. Quería que ella se relajara, que disfrutara aquello.
- ¡Rick…!
La forma en que Lisa susurró su nombre, mezcla entre un pequeño gemido y un suspiro profundo hizo que el teniente Hunter perdiera la cabeza. Se inclinó sobre Lisa para susurrarle al oído:
- ¿Por qué no te recuestas en la cama? Así podré darte masaje en toda la espalda y seguro estarás más cómoda.
Lisa abrió los ojos y se movió hacia a un lado para poder mirar a Rick a la cara. Estaban separados solo por unos cuantos centímetros y a Rick le pareció adorable la expresión de terror en el rostro de Lisa.
- ¡Vamos Lisa! Te va a gustar, ya verás. Ven…
Rick la tomó de la mano y la llevó a la cama. Ella no opuso resistencia, pero era obvio que estaba nerviosa. Rick iba a sugerirle que se quitara el uniforme y se pusiera algo más cómodo, pero decidió no aprovecharse del momento e irse lento con la comandante Hayes. Lisa se recostó en la cama, boca abajo y Rick se apresuró a acomodarle algunas almohadas para que estuviera cómoda.
Enseguida continuó con lo que ya había empezado. Con la palma de la mano comenzó a aplicarle presión en la parte alta de la espalda, en particular los omóplatos. Después continuó con el masaje en los hombros de Lisa, que eran una parte que necesitaba especial atención. Al principio Lisa se sentía tensa, pero poco a poco no sólo los músculos se fueron soltando, sino que la comandante también se fue relajando. Cuando Rick se movió un poco más abajo, para masajearle la parte baja de la espalda, Lisa ya estaba ronroneando como si fuera un gatito y Rick sonreía al pensar que lo más probable fuera que ella ni siquiera se diera cuenta de que lo estaba haciendo.
- ¡Buen trabajo, Hunter! – se felicitó a sí mismo.
Sus manos se colocaron en la cintura de Lisa, la parte más estrecha de su espalda y ella involuntariamente saltó y su espalda se arqueó un poco. Rick dejó escapar una risita al comprobar que acababa de encontrar un punto débil en ella.
- No sabía que tuvieras cosquillas, Lisa.
- Un poquito… - las palabras de Lisa fueron amortiguadas por la almohada y su voz se escuchó un tanto adormilada.
- ¿Cómo te sientes?
- ¿Dónde aprendiste a hacer esto, Hunter?
Rick se encogió de hombros y pensó que era la primera vez en su vida que le daba masaje a alguien. No había aprendido en ningún lado, simplemente lo había hecho.
- ¿Te gusta?
- Siiii. – Lisa alargó mucho la palabra, haciéndola sonar casi como un gemido de placer.
Rick apenas podía controlarse. Puso sus manos en los costados de Lisa y comenzó a subirlas lentamente. Aquello también le provocó cosquillas, pero después de dos veces que Rick había subido y bajado sus manos, ella pareció acostumbrarse y se dedicó a disfrutarlo. Aun a través del grueso material del uniforme de vuelo, Rick podía sentir los músculos de Lisa respondiendo a sus caricias… porque para entonces más que darle masaje a Lisa, la estaba acariciando.
A la comandante no parecía molestarle aquello. Estaba acostada en la cama, boca abajo, abrazada a una de sus almohadas. Su rostro estaba volteado al lado contrario de donde Rick se encontraba ubicado.
Después de un momento Rick se detuvo. Lisa estaba muy quieta y su respiración era suave y rítmica. Él no podía verle el rostro, así que no sabía si estaba dormida o no y no se atrevía ni siquiera a hablarle, por temor a despertarla.
En un arranque de valor, Rick se tendió al lado de ella en la cama, recostándose sobre su costado. Apoyó su cabeza en su mano izquierda, y su mano derecha regresó a la espalda de Lisa, ya no para masajearla, sino simplemente para subir y bajar, frotándola con delicadeza. Rick sonreía complacido y de vez en cuando respiraba profundamente para llenarse los pulmones del aroma del cabello de Lisa.
Después de un momento Lisa se movió, pero Rick no lo hizo. Lisa volteó su rostro hacia Rick y él pudo comprobar que no había estado dormida. En su rostro ella tenía una pequeña sonrisa de satisfacción y una mirada adormilada que hicieron que el corazón de Rick se derritiera ahí mismo. Él le regresó la sonrisa, sin dejar de acariciarle la espalda. Sus rostros estaban tan cercanos, que cuando Lisa finalmente se decidió a hablar, lo hizo en un susurro:
- Gracias, Rick.
- Estabas muy tensa… ¿te sientes mejor? - él le respondió en el mismo tono.
- ¡Mucho mejor! Tus manos son mágicas.
Lisa se sonrojó cuando se escuchó a sí misma pronunciando esas palabras. Rick soltó una risita y asintió.
- Bueno, se hace lo que se puede… la próxima vez deberías ponerte tu pijama o algo menos grueso que el uniforme… creo que sería mejor.
- ¿Habrá una próxima vez? - Los ojos de Lisa resplandecían traviesamente.
- Habrá todas las próximas veces que usted quiera, comandante.
- ¡Hmmmm! Suena prometedor.
Ambos se sonrieron y los ojos de Lisa se clavaron en los de Rick. Ninguno de los dos rompió ese contacto visual. Sus sonrisas desaparecieron poco a poco de sus rostros y Lisa entreabrió sus labios pero ningún sonido salió de ellos. Rick la observaba insistentemente, sin hacer siquiera el intento de ocultar la fascinación que ella le producía en esos momentos.
- Me gustas, Lisa Hayes. – Rick estaba pensando. - ¡Me gustas mucho! Eres una mujer preciosa… aunque tengo la impresión de que tú misma no estas conciente de lo hermosa que en realidad eres.
- ¿En qué piensas, Rick?
La voz de Lisa sonó adormilada y aquello hizo que él corazón de Rick se acelerara. No lograba comprender ese efecto tan misterioso que Lisa tenía sobre de él.
- Bueno… - él no sabía que contestar. – Estaba pensando en que… sinceramente, no fue fácil para mí… tu sabes…
- ¿Qué?
- No se… cuando nos conocimos, no fue fácil para mi… el llegar a entender quién realmente eras, Lisa. Es decir… espero que no te molestes, pero a decir verdad me tomó algo de tiempo… hmmm… digamos que no me caíste bien de inmediato. Y admito que fue difícil el que usted me llegara a agradar, comandante. Y espero que no me envíe a la Corte Marcial por lo que acabo de decir…
Lisa sonrió con tristeza. Ella misma sabía que tenía ese efecto en las personas. Generalmente las intimidaba, las mantenía lejos de sí misma. No le gustaba acercarse a ellas, no le gustaba que los demás se acercaran demasiado. Había construido un muro de protección a su alrededor, se había colocado un caparazón de indiferencia sobre ella, porque temía ser lastimada.
- ¿Y ahora? – Lisa preguntó en un susurro. - ¿Te agrado, Rick?
- Te lo dije antes de que te fueras a la tierra, claro que me agradas… he aprendido a respetarte y te admiro mucho. Pero ¿sabes algo? A pesar de que fue difícil al principio, siento que he cruzado algunas de las barreras que has colocado a tu alrededor… y pasando ese caparazón con el que te proteges, he descubierto a una persona a la que he aprendido a querer. Y una vez que he estado dentro de tu zona segura Lisa, me he dado cuenta de que es muy fácil llegar a quererte.
Lisa sonrió y se sonrojó un poco. Las palabras de Rick eran muy sinceras y su mirada, que se mantenía clavada en los ojos de ella, le demostraba toda la verdad detrás de sus palabras. La mano de Rick seguía subiendo y bajando lentamente por su espalda, dándole a Lisa una sensación de seguridad que no había experimentado jamás en su vida.
- No creas que para mí fue muy fácil acercarme a ti, Hunter. Pero tienes razón en lo que has dicho… soy una persona muy difícil… aun sin percatarme de ello, tengo el hábito de alejar a las personas de mí, de mantenerlas a una distancia segura.
- ¿Por qué?
- Porque de otra manera, son las personas las que terminan alejándose de mí… y al final yo siempre me quedo sola.
- Lisa…
La voz de Rick era dulce y cálida cuando pronunció su nombre y ella sintió que todo su cuerpo se estremecía cuando la mano de Rick se movió de su espalda a su cabello, acariciándoselo con cariño.
- Mi mamá murió cuando yo era muy chica… mi padre jamás estuvo conmigo y cuando por fin nos estábamos acercando, murió… y Karl… - Rick hizo un imperceptible gesto de disgusto. – Creí que las cosas iban a ser diferentes para mí, pero un día el me dijo que se iba a la Base Sara de Marte… - Lisa ahogó un sollozo. – Hay quienes dicen amarme, pero al final todos se van y yo me quedo sola otra vez.
Rick sintió que su corazón se le rompía al escuchar las palabras de Lisa.
- Yo era la hija de un almirante y eso jamás ayudó mucho tampoco… había personas que se acercaban a mí sólo para usarme para llegar a mi padre. Fue así como perdí mi confianza en la amistad… cómo vez, estoy acostumbrada a estar sola, de todas maneras ese parece ser mi destino.
El teniente Hunter limpió con su pulgar la lágrima que corría por el rostro de la comandante y le sonrió con cariño.
- No te preocupes Lisa, ya sabes lo terco e insoportable que soy… así que va a estar difícil que te deshagas de mí, comandante. ¡Es una amenaza!
A pesar de todo, Lisa dejó escapar una risita. Rick suspiró y rodó sobre sí mismo para tenderse sobre su espalda en la cama. Puso sus brazos debajo de su cabeza, a manera de almohada y suspiró profundamente, al tiempo que sus ojos se clavaban en el techo.
- Supongo que no somos muy diferentes, respecto a nuestros padres… yo perdí a los míos también… igual que tu, mi mamá murió cuando yo era muy chico. Mi padre tenía su circo del aire, viajábamos mucho y había veces que él tenía que ausentarse para conseguir algo de dinero extra… entonces me quedaba con Roy. – Rick meditó las cosas por unos momentos y luego miró a Lisa – Es extraño pensar en lo similares que somos, Lisa… quiero decir, mi madre y tu madre murieron jóvenes, ¿de alguna enfermedad, supongo?
- Si, cáncer.
- Mi mamá también… ambas nos dejaron siendo apenas unos niños… ambos tuvimos que crecer solos… y años después, ambos vimos morir a nuestros padres delante de nuestros ojos de una manera violenta… tu durante el ataque a la Base de Alaska… y yo cuando el viejo se estrelló en su avión…
Lisa no hizo comentarios al respecto, pero se sorprendió profundamente al darse cuenta de que lo que Rick estaba diciendo era verdad. Sintió una nueva y poderosa conexión con Rick. Entre más lo conocía, más sentía que ellos eran muy parecidos… que eran tal vez demasiado parecidos y quizás esa era la causa de todas sus peleas.
- Una de las cosas que más odio en la vida es que las personas me tengan lástima. – La voz de Rick hizo que Lisa volviera de sus pensamientos. – Contigo es diferente, somos tan parecidos que no podemos tenernos lástima… estamos en igualdad de circunstancias.
- Si, supongo que así es.
- ¿Cómo eran tus padres, Lisa? – Rick le sonrió.
- ¿Mis padres? – Lisa le levantó un poco, apoyando su cabeza en su mano derecha, para poder mirar a Rick al rostro con mayor facilidad. – Bueno, mi mamá era una mujer muy culta y muy inteligente… le gustaban mucho las artes. Desde que era pequeña me enseñó a tocar el piano y a pintar.
- ¡Vaya comandante, usted nunca deja de sorprenderme!
- Bueno… - Lisa se rió. – Y mi padre, como sabes él era militar… un hombre muy serio y estricto, amante del orden y de la disciplina. Supongo que tengo en mí más de él que de mi madre.
- Pero en algún lugar ahí adentro deben de estar tus genes maternos, luchando por salir, Lisa.
Lisa sonrió y se puso de pie. Rick la observó abandonar la cama y se sintió decepcionado. Estaba disfrutando esa conversación y la cercanía física con Lisa. Pero la comandante sólo fue a su librero y volvió a la cama, trayendo consigo un portarretrato que le entregó a Rick. El se sentó, apoyando la espalda contra la cabecera y lo observó con cuidado. En él aparecían los padres de Lisa y ella misma, cuando era sólo una chiquilla de unos 5 o 6 años, Rick calculó.
- Tu mamá era hermosa, Lisa. – Rick habló con sinceridad. – Se parecía mucho a ti.
- ¿Lo crees?
- ¡Lo afirmo! Y tu padre… jamás conocí al almirante Hayes, pero sin duda era un hombre que inspiraba respeto… y tú… - Rick sonrió, pero no completó la frase.
- ¿Qué hay de tus padres, Rick? ¿Cómo eran ellos?
- Pues… eran personas normales. Mi mamá era ama de casa, siempre quería que todo estuviera reluciente en la casa. Siempre preparaba comida deliciosa para nosotros. Era una mamá y una esposa modelo… y mi papá… bueno, digamos que si conociste a Roy Fokker, entonces conociste a mi padre. Eran muy parecidos en cuanto a su forma de ser. No se si Roy lo heredó de él o si mi padre adoptó a Roy porque le recordaba a sí mismo.
Lisa sonrió, recordando al comandante Fokker, quien también había sido como un hermano para ella. Un hombre al que no le habían importado las barreras que ella había construido a su alrededor, él había entrado a su vida de una manera imprevista. Ese era el estilo de Roy, aún cuando volaba. Para él jamás existieron los límites y Lisa siempre lo había querido por eso. Él no solo había sido el novio de su mejor amiga, él había sido también su hermano mayor y esa era otra de las cosas que ella compartía con Rick.
- Estoy segura que tu padre me hubiera agradado mucho.
- Si… mi padre tenía el don de agradarle a las personas.
- ¿No tienes fotografías suyas?
Rick miró a Lisa con una mirada de decepción y ella se arrepintió de haber hecho esa pregunta, recordando que Rick no tenía nada de su vida en la tierra. Él había sido atrapado en medio de la guerra, siendo sólo un civil que se encontraba de visita en la Isla Macross cuando todo comenzó. El teniente Hunter se movió un poco, para sacar un pequeño estuche de cuero negro de una de las bolsas de su uniforme, parecido a los que se usan para guardar tarjetas de presentación. Se veía viejo y muy gastado.
- Era de Roy. – Rick explicó, viendo la expresión en la cara de Lisa.
Rick sacó de su interior un par de fotografías. Una era de él, siendo un niño de 8 años, posando con Roy frente a un viejo avión amarillo, en un campo de dientes de león. Lisa sonrió enternecida cuando vio esa fotografía. La otra, una foto pequeña y muy maltratada, mostraba a dos jóvenes en un puente rural. Rick le entregó la foto a Lisa y ella la observó con cuidado.
- Son mis padres… la única foto de ellos que conservo, gracias a Roy.
- Tu padre se parece mucho a ti, Rick. – Lisa comentó.
Era un hombre joven, aproximadamente de la edad de Rick, de cabellos oscuros y ensortijados y una enorme sonrisa en el rostro. A su lado se encontraba una hermosa joven de cabellos castaños y con los ojos azules más brillantes que Lisa hubiera visto en su vida. Era obvio que los ojos de Rick eran herencia materna.
Rick observaba la foto con nostalgia. Desde que Claudia le había entregado esas fotos, él no había vuelto a mirarlas, aunque muchas veces las llevaba consigo, tal vez como amuleto de buena suerte o tal vez porque temía perder lo último que conservaba de sus padres. Su mirada se movió de la foto a Lisa, quien estaba embelesada con aquella fotografía y de pronto Rick comprendió por qué los ojos de Lisa le gustaban tanto, se parecían mucho a los ojos de su madre. El color era diferente, pero Lisa tenía los mismos ojos serenos, tristes y hermosos de su madre.
Lisa le entregó la fotografía a Rick y él la puso dentro de la cartera otra vez, dejando esta en la mesita al lado de la cama. Se volvió a mirar a Lisa, de frente y directamente a los ojos y le puso las manos en los hombros. Lisa fue tomada por sorpresa por la actitud de Rick, pero su mirada era tan penetrante que ella supo que había algo serio que quería decirle.
- Lisa, - le dijo con un tono de voz grave y profundo. – Quiero que sepas que a mi no me importa que tu padre haya sido un almirante o que tú te hayas graduado como la mejor de tu clase… no me importa que seas la primera oficial del SDF 1, no me interesa que seas mi oficial superior o mi jefa… no me podría importar menos si eres la líder de esta misión o si algún día llegas a ser la almirante de toda la armada… nada de eso me importa en lo más mínimo… sólo me importas tú… tú, Lisa Hayes.
- Rick… - Lisa tenía los ojos llenos de lágrimas y no sabía que decir. La actitud de Hunter la había tomado por sorpresa. - ¿Por qué— me dices eso?
- Porque siento que hemos cometido errores entre nosotros y no quiero que haya malos entendidos… si tan solo me dejaras ser tu amigo, Lisa… se que no he sido precisamente la persona que uno podría considerar un buen amigo, te he cuestionado, me he burlado de ti, te he desobedecido, he buscado los pretextos más tontos para pelear y discutir contigo… si, yo se que he sido un tonto… pero jamás cuestiones mi lealtad a ti, Lisa. Yo me voy a quedar a tu lado… yo podría dar mi vida por ti y tú bien lo sabes y no es porque seas mi oficial superior ni por ser una persona muy importante a bordo del SDF 1, sino porque eres mi amiga… espero que tu también puedas considerarme tu amigo algún día.
- Pero ¿qué dices, Rick? – Lisa estaba llorando. – Si tú eres mi amigo… claro, tengo a Claudia y las chicas pero… contigo es diferente… Rick, yo—
- ¿Si?
Lisa se dejó ir a los brazos de Rick, quien la recibió con sorpresa, pero con gusto. Abrazó a Lisa con fuerza y ella escondió su rostro en el pecho de Rick, al tiempo que él le frotaba la espalda y le acariciaba su cabello color miel.
- Yo te quiero mucho, Rick. – Lisa murmuró en medio de su llanto, contra su pecho.- Espero que lo sepas.
- Lo se, Lisa… creme que lo se. El sentimiento es mutuo…
Rick iba a preguntarle por qué estaba llorando, pero enseguida se dio cuenta de que aquello era una pregunta tonta. Ella estaba sola en el universo, tan sola como él mismo. No hacía mucho que había perdido a su padre delante de sus propios ojos y al parecer nadie a bordo del SDF 1 comprendía que Lisa era un ser humano con sus debilidades y sus necesidades. Todos la veían como una súper mujer que podía hacerse cargo de la misión militar del SDF 1 tan sólo horas después de haber perdido a su padre, sin haber tenido tiempo ni de descansar ni de llorar su pérdida.
Y ahora estaban ahí, en una misión que los había llevado a todas esas ciudades totalmente arrasadas, donde no había habido sobrevivientes, donde el holocausto de la Tierra era tan tangible… ¿Y todavía se preguntaba por qué lloraba Lisa?
Rick la apretó fuertemente contra sí, dejando que se desahogara todo cuanto quisiera. Quería que ella supiera que ahí estaba protegida, que él estaba ahí y que no se iría. Sentía que el desierto interminable en el qué la tierra se había convertido era poca cosa comparado con el desierto que Lisa llevaba en su interior. Ella estaba perdida, ahora lo comprendía. Si actuaba siempre tan seria y segura de sí misma era para ocultar el hecho de que se sentía sola y desorientada. Si era tan estricta y apegada a las reglas y los manuales era porque ella sentía que la rutina era lo único que hacía que su vida siguiera adelante sin sobresaltos.
- Yo quiero que las cosas sean diferentes entre nosotros ahora. – Rick pensaba. - ¿Por qué he sido tan tonto? Lisa… ¿Por qué siento que te quiero tanto?
- Rick, discúlpame… - la voz de Lisa se escuchaba apagada contra su pecho. – Soy una tonta, debes de pensar que soy una—
- ¡Shhh! No digas nada, Lisa… todo está bien. Aquí estás segura y protegida…
Rick le habló en un tono de voz que hizo que ella comenzara a relajarse en sus brazos. El hecho de que él continuara acariciándole la espalda y los brazos era también algo que le daba seguridad. Lisa cerró los ojos y se acurrucó contra el pecho de Rick, dejando que él la consintiera. Sintió como Rick se recostó en las almohadas, para que ella pudiera acomodarse mejor contra su pecho y él pudiera abrazarla de una manera más cómoda. Lisa recargó su cabeza de manera que su oreja quedaba justo sobre el corazón de Rick. Aquel sonido fuerte y acompasado, el sonido de su vida, era algo que le producía una paz y una seguridad a Lisa que ella no podía explicar.
- Rick… - ella susurró.
- ¿Qué sucede? – Le respondió él en un susurro igualmente.
- Gracias…
- No tienes nada que agradecer.
- La manzana… el masaje… espero regresar el favor pronto.
La voz de Lisa sonó adormilada y Rick sonrió, al tiempo que cerraba los ojos. Que Lisa le regresara el favor era algo que no iba a rechazar. Se hizo silencio en la habitación, solo interrumpido por el rítmico golpeteo de las gotas de agua contra la ventana. Pasaron varios minutos y Rick abrió los ojos. Aún tenía a Lisa en sus brazos y ella estaba inmóvil. Él la miró, tratando no perturbarla y comprobó, con cierto orgullo, que Lisa estaba dormida. Cuidadosamente movió su brazo y alcanzó un control que estaba sobre la mesita de noche, con él bajó las luces de la habitación, cuidando de que no quedara en oscuridad total, pero si en una suave penumbra que no molestara el sueño de Lisa.
Él mismo se sentía agotado y se movió un poco, decidiendo que era hora de irse. Pero cuando se movió, Lisa pareció resentirlo. Ella también se movió e hizo unos pequeños sonidos adormilados con su garganta. Lo último que Rick quería era perturbarla. Sonrió y dejó caer su cabeza sobre la almohada, al tiempo que volvía a poner su brazo en torno a Lisa. La sensación de tenerla así, durmiendo sobre su pecho, le daba un sentimiento de paz y una calidez que no recordaba haber sentido antes. Lisa se había acomodado de una manera que casi parecía que ese era su lugar en el universo, ahí en los brazos de Rick Hunter, un simple piloto de la RDF.
- Bueno… supongo que no hay problema si me quedo un rato más.
Sin poder contenerse, ladeó un poco su cabeza y besó a Lisa en la frente. Luego alcanzó su mano, tomándola delicadamente en la suya y llevándosela a los labios. Besó la mano de Lisa con una delicadeza y una devoción que eran poco características del teniente Hunter. Miró a Lisa, que dormía profundamente, con una pequeña sonrisa en los labios. Eso lo hizo sonreír. Por un momento se quedó contemplando el rostro de Lisa en la semioscuridad de aquella habitación, mientras su mano masajeaba con cariño la mano de Lisa. Finalmente colocó con cuidado la mano de su comandante sobre su pecho y la abrazó con delicadeza.
- Dulces sueños, Lisa…
A pesar de que trató de mantenerse despierto, aquello era tan relajante, que poco a poco Rick comenzó a caer en un sueño profundo y reparador. Su cabeza cayó sobre su pecho, recargándose en el cabello de Lisa y su aroma pareció calmarlo aun más. Su respiración se hizo profunda, acompasándose con la respiración de Lisa. La lluvia comenzó a arreciar afuera, pero ninguno de ellos se percato de eso, ya que ambos estaban profundamente dormidos en los brazos de la única persona en el mundo que realmente comprendía todos los fantasmas que ambos llevaban dentro.
*************
La noche pasó sin ser sentida. Una suave luz grisácea entraba por la ventana del camarote, iluminando apenas las siluetas de las dos personas que dormían en la cama. Rick estaba acostado boca arriba, cómodamente anidado entre las almohadas, mientras que Lisa descansaba plácidamente sobre su pecho, hecha un perfecto ovillo. Él tenía la boca entreabierta y sus brazos protectivamente alrededor de ella, como si fuera la cosa más natural del mundo. Ella por su parte tenía una pequeña y pacifica sonrisa en el rostro. Su brazo izquierdo estaba estirado a lo largo del pecho de Rick, permitiendo que su mano descansara plácidamente en el hombro derecho del piloto. Parecía que nada podría interrumpir aquel sueño relajado y tranquilo…
… hasta que el sonido del intercomunicador hizo que Rick entreabriera los ojos y automáticamente estirara la mano para alcanzarlo.
- Teniente Hunter aquí… - habló adormiladamente, sin siquiera hacer el intento por abrir los ojos.
Al otro lado de la línea sólo se escuchaba el silencio. Después de unos segundos una voz vacilante, que Rick reconoció enseguida como la de Max, habló:
- ¿Rick? Debo de haberme equivocado… se suponía que iba a llamar a Lisa.
Rick murmuró algo incomprensible pero enseguida sus ojos se abrieron y su mirada bajó para encontrarse con Lisa, quien comenzaba a moverse un poco, como preludio a su despertar.
- Es que… - Rick no sabía que contestar.
Se sonrojó cuando escuchó una risita en el intercomunicador.
- Bueno, llamaba a la comandante porque ya es tarde y ninguno de ustedes se ha presentado en la plataforma de vuelo… Miriya y yo pensamos que nos habíamos equivocado con la orden del día pero… creo que surgió un imprevisto para ustedes, ¿no es así, jefe?
- ¡Max! – Rick protestó en un susurro, tratando de no despertar a Lisa. No quería que ella escuchara aquella conversación. - ¡No es lo que tú piensas!
- ¿Y qué si lo fuera, Rick? – la voz de su amigo se escuchaba alegre y traviesa. – Nosotros podemos encargarnos del reconocimiento del día, si quieres… no hay necesidad de que vengan, podrían tomarse el día libre.
- ¡Max, escúchame! – Rick estaba un poco molesto – En media hora estaremos ahí, ¿de acuerdo? Por favor no hagas suposiciones erróneas… te veo en un momento.
- De acuerdo… ¡dale mis saludos a la comandante!
Rick escuchó otra vez la risa ahogada de Max y colgó el intercomunicador con un gruñido entre molesto y apenado. Enseguida sus ojos se dirigieron a Lisa, quien ya se había despertado y lo miraba insistentemente, como si no creyera que en realidad él estuviera ahí con ella.
- Buenos días, Lisa… - su voz le temblaba.
- Rick… - la de Lisa era apenas un susurro. – Pero… ¿qué—?
- Anoche… supongo que nos quedamos dormidos cuando estábamos platicando… Lisa, lo siento, yo no quería—
- ¡Por favor, Rick! – Lisa lo miró decepcionadamente. - ¡Por favor no me pidas disculpas!
Rick se encontró con sus ojos verdes que brillaban con cierta humedad que él no pudo realmente identificar si era el hecho de que acababa de despertarse o eran lágrimas. En todo caso la comandante Hayes se veía hermosa con el cabello despeinado y esa expresión todavía adormilada en su rostro. Por un momento ambos se sostuvieron la mirada. Estaban nerviosos y no sabían que decir para romper la tensión del momento.
Finalmente Lisa se percató de que todavía estaba sobre el pecho de Rick y se movió lentamente, como si no quisiera hacerlo. Se sentó en la cama, dándole la espalda al teniente. Cuando ella hizo eso, Rick instintivamente alargó su brazo, como queriendo detenerla. Sintió frío en el espacio que hasta hace unos momentos había estado tan tibiamente ocupado por Lisa. Era una sensación como de pérdida que hizo que su corazón palpitara con fuerza.
- Lisa… - Rick se acercó a ella por la espalda y puso su mano sobre su hombro. – Quiero que sepas que nada de lo que sucedió anoche fue un error… ¡nada!
- Rick… es que…
- ¡Lisa! – él la obligó a que se diera vuelta para que lo mirara a los ojos. – Esta noche fue la mejor de mi vida, y lo digo en serio… y creo que tu también pasaste un buen momento… tal vez no debí ir tan lejos y volver a mi habitación cuando tu te quedaste dormida… tenía intenciones de hacerlo, pero creo que estaba demasiado cansado y el tenerte así, tan cerca en realidad me relajó mucho… Lisa, tal vez no debí haberme quedado… pero no me arrepiento de haberlo hecho… y espero que tú tampoco lo hagas. En todo caso puedes darme una bofetada, degradarme, enviarme a corte marcial, lo que tú quieras… pero para mí esto no fue ningún error.
Lisa levantó sus ojos para ver a Rick a la cara. Sus palabras estaban llenas de una sinceridad que la asustó y en su mirada pudo ver lo mismo: sinceridad. Ella no quería que él le tuviera lástima, y el pensar que él había pasado la noche con ella por lástima era más de lo que ella podía soportar.
- ¿Por qué te quedaste conmigo? – le preguntó.
- ¿Por qué? Por dos razones, Lisa… porque te veías preciosa durmiendo sobre mi pecho y no quise molestarte… y porque… porque no quería estar sólo… porque estando contigo me siento seguro.
Rick desvió su mirada, esperando la reacción por parte de Lisa. Casi esperaba que ella lo abofeteara en cualquier momento, pero en lugar de eso sintió la mano suave de Lisa sobre su mejilla, obligándolo a verla a los ojos. Cuando lo hizo, Lisa se acercó a él lentamente, provocando una reacción en cadena en todo su cuerpo. Sin romper el contacto visual, ella se detuvo a solo milímetros de su rostro y luego, con una ternura infinita, ella acarició su cabello ensortijado que le caía sobre la frente y de pronto, con la misma ternura, los labios de su comandante se posaron en medio de sus ojos.
Rick cerró los ojos y un suspiro se le escapó directamente del alma. Sin poder evitarlo, cerró sus brazos en torno a la cintura de Lisa, apoyando su cabeza en el pecho de ella. Lisa lo abrazó con fuerza, acariciándole el cabello y la espalda. Ella apoyó su mejilla en la cabeza de Rick y por un momento que pareció durar una eternidad ambos estuvieron así.
- Max habló. – La voz de Rick se escuchó amortiguada contra el pecho de Lisa. – Al parecer se nos hizo tarde para el trabajo… no debí contestar tu intercomunicador, pero pensé que estaba en mi camarote y… bueno…
- Está bien, Rick. No te preocupes. ¿Qué le dijiste a Max?
- Que estaríamos ahí en unos minutos… Lisa, - Rick la miró a los ojos. – Si estás muy cansada ¿porqué no te quedas hoy aquí y te relajas un poco? Nosotros podemos hacernos cargo de todo.
- Rick… - ella sonrió y sus ojos brillaron como dos esmeraldas iluminadas por la luz del amanecer. - ¡No me perdería este vuelo por nada del mundo!
- ¿Estás segura?
Lisa asintió con la cabeza, todavía sonriendo y todavía acariciando el cabello de Rick.
- ¡Afirmativo, teniente!
Él le devolvió la sonrisa y sin mucho entusiasmo se separó de ella. Tomó sus manos y las besó con cariño al tiempo que la ayudaba a ponerse de pie. Sus ojos se encontraron y ella le regaló una sonrisa tímida pero traviesa.
- Voy a cambiarme de uniforme. – Rick habló sin poder evitar su sonrisa. - ¿Te veo en el hangar?
- ¡En 15 minutos, teniente! ¡No se demoré!
- ¡A la orden, comandante!
Rick la saludó formalmente, pero sin poder quitarse la sonrisa de los labios. Enseguida se dio media vuelta para retirarse, pero se detuvo sobre sus pasos, se volvió a mirar a Lisa y sin pensarlo dos veces regresó a su lado, se inclinó y la besó suavemente en la mejilla.
Lisa lo miró a los ojos y esta vez él no salió corriendo como generalmente lo hacía después de darle alguna muestra de cariño. Ambos se sostuvieron la mirada un momento y Rick sonrió, asintió con la cabeza y habló:
- ¡15 minutos, comandante!
Se dio media vuelta y se alejó de ahí caminando sin prisa, y dándose un tiempo para lanzarle a Lisa una última mirada antes de cerrar la puerta.
Cuando Lisa se vio sola en su habitación, volvió a la cama y se dejó caer sobre de ella, abrazándose a la almohada en la que Rick había descansado toda la noche. Tenía su aroma impregnado en ella y Lisa respiró profundamente.
- ¡Oh Rick! – murmuró. - ¿Qué rumbo van a tomar las cosas ahora?
Se sentó en la cama y sus ojos se posaron en el pequeño estuche de cuero que Rick había olvidado sobre la mesita. Lo alcanzó y miró las dos fotografías una vez más. Una pequeña sonrisa de triunfo apareció en su rostro al tiempo que se ponía de pie y colocaba aquellas fotos en el escritorio al lado de la computadora. Esperaba tener un tiempo para restaurar aquellas fotografías y regresárselas a Rick, seguramente él apreciaría el detalle.
Sacó un uniforme limpio de su guardarropa y se dirigió al baño. En unos minutos apareció de vuelta en la habitación, limpia, bien peinada y con una expresión radiante en el rostro. No, ella no renunciaría a volar con Rick aquel día por nada del mundo. ***
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