fanfic_name = Lamentación de Otoño

chapter = 3

author = Evi

dedicate = Los que están leyendo esta historia y tan amablemente me han enviado comentarios de la misma. ¡Muchas gracias! :)

Rating = AP

Type = Adventure

fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO

 

 

CAPITULO III

 

 

Ya habían pasado casi tres meses desde los fatídicos eventos de la Lluvia del Terror y la última gran batalla. Las cosas a bordo del SDF1 no habían cambiado mucho, en cuanto a los civiles se refería, pero los altos mandos hacían todo lo posible por mantener la situación controlada. Se estaba trabajando muy duro en todos los frentes y el almirante Gloval se sentía satisfecho de las misiones que se habían asignado y los nombramientos que se habían hecho.

 

La misión civil a cargo del coronel Maistroff había tenido serios contratiempos con la planeación y urbanización de la Nueva Ciudad Macross, pero finalmente las cosas comenzaban a tomar forma. Ya se había comenzado con las labores de urbanización y se esperaba que los civiles se estuvieran reubicando en la nueva ciudad en nueve meses. Parecía mucho tiempo, pero había una razón perfectamente lógica para ello. Cuando se les había informado a las autoridades de Ciudad Macross de dicha resolución, los problemas civiles habían comenzado de nuevo, sin embargo se logró convencer a la población de la necesidad de tal medida y al final – milagrosamente – las personas lo habían comprendido. Los mandos del SDF1 se preguntaban si se había hecho una excelente labor diplomática o si bien, tal acuerdo se había logrado gracias a que Lyn Kyle estaba muy ocupado preparando una serie de conciertos de Minmai, por lo que no había nadie que liderara las manifestaciones. De cualquier modo, se estaba trabajando a toda marcha.

 

La misión científica, a cargo del doctor Lang, aunque de proporciones épicas era más sencilla de manejar que la civil. El Dr. Lang solía bromear que prefería pelearse con sus computadoras que con los habitantes de Macross. La recuperación ecológica del planeta era la primera prioridad de dicha comisión. Para ello constantemente se “sembraban” nubes en la atmósfera terrestre, con ayuda de los cazas VT y otras naves Robotech. Dichas nubes producían una lluvia constante que estaba, poco a poco, asentando la ceniza y el polvo que cubrían el globo terráqueo después del ataque de Dolza. Esa densa capa de material impedía la entrada de la luz del sol a la superficie terrestre, impidiendo así la restauración de la vida. Por lo cual, la prioridad número uno del doctor Lang y su equipo era el asentamiento de las partículas. Se había previsto que estas estarían totalmente controladas en un año, y era por eso que hasta entonces se reubicarían a los civiles fuera de la nave. Se estaban llevando a cabo acciones muy serias para reducir los niveles de radioactividad y contaminación en el sector en donde la Nueva Macross se ubicaría. Todo esto se englobaba en la misión que se había llamado “Operación Purificación Atmosférica de la Tierra” o simplemente OPAT.

 

Conjuntamente se estaban llevando a cabo trabajos para crear en torno a la Nueva Macross zonas de recuperación natural planeadas, en las cuales se había creado de manera artificial las condiciones naturales para la recuperación de la flora y fauna terrestre.

 

Y finalmente estaba la misión militar a cargo de la teniente comandante Lisa Hayes. El almirante Gloval estaba particularmente orgulloso del trabajo y desempeño de la comandante Hayes, a quien veía como a una hija. Cuando la había puesto al frente de esa misión, él sabía que Lisa se superaría a sí misma. Era una mujer de retos y este era el más grande que había enfrentado en su vida militar. Gloval le había dado carta blanca a Lisa para que organizara a su equipo de la manera que mejor le pareciera y ella así lo había hecho.

 

La elección del teniente Hunter como Comandante de Operaciones Militares no había sorprendido a Gloval. Le había parecido la elección obvia y la más acertada. El sabía que Lisa tenía un interés particular en el teniente Hunter, pero la había observado muchas veces en el puente, mientras le daba ordenes. Él sabía que a pesar de sus sentimientos, Lisa le exigía a Rick Hunter el doble que a cualquier otro piloto, lo cual terminaba por molestar al teniente y aquello siempre terminaba con Rick y Lisa discutiendo en el Tac-Net. Sin embargo Gloval sabía que el muchacho se había superado mucho y secretamente deseaba que Rick algún día supiera reconocer que su rápido ascenso en la milicia y sus promociones mucho tenían que ver con el apoyo incondicional de Lisa Hayes.

 

Gloval sabía que Lisa y Rick habían estado trabajando hombro con hombro durante esos tres meses. Rick había tomado muy seriamente su asignación y lo que había comenzado simplemente como una misión de vuelos de rutina y ubicación de armamento se había pronto expandido. Ahora la comisión militar además se encargaba de las decenas de zentraedis que cada día llegaban al SDF1, solicitando asilo. También se encargaban de los ocasionales enfrentamientos y rebeliones que sucedían entre los zentraedis desertores y en general la protección militar del SDF1.

 

Era un trabajo muy pesado y Gloval estaba consiente de que había veces que la comandante Hayes trabajaba hasta 40 horas continuas. Él jamás había visto a nadie con tanta devoción a su trabajo ni tanto amor al deber como Lisa.

 

El almirante Gloval sostenía un reporte en la mano, pero su mirada estaba clavada en la ventana de su oficina, en donde las gotas de lluvia golpeaban insistentemente, como lo habían hecho sin parar durante ya más de 8 semanas. Finalmente sus ojos regresaron al reporte que tenía en la mano y siguió leyendo con atención.

 

“Probables sobrevivientes en Sudamérica, Asia y África”, leyó una y otra vez.

 

Los sistemas de comunicación del SDF1 habían captado débiles señales de radio provenientes de dichos lugares. Esa mañana la nave de comunicaciones Ojo de Gato II había salido del SDF1 con el objeto de ubicar las transmisiones y en su caso, lanzar equipos de rescate. Lisa había querido participar en dicha misión, pero Gloval le había denegado el acceso, objetando que era ahí en donde la necesitaban, y era cierto.

 

Pero había otra razón para tal negativa… Gloval puso el reporte a un lado y sus ojos se dirigieron a la pantalla de su computadora, en la cual se leía con letras grandes y bien claras: “Misión Sahara I”. Miró el reloj que estaba en el muro frente a él y se preguntó en dónde estaría la comandante Hayes y porqué no se había presentado ante él todavía.

 

Por su parte, Lisa se encontraba en uno de los hangares del SDF1, recargada contra la pared y esperando pacientemente a que el VT-VF1S Skull-001 regresara de su patrullaje. Mientras esperaba, su mente comenzó a vagar y recordó todo lo que habían trabajado en los 3 meses anteriores. No había sido fácil, pero con la ayuda de su equipo las cosas siempre salían bien. Al principio Lisa había estado un tanto nerviosa de conocer a Miriya Sterling, pero tan pronto como ambas mujeres se encontraron cara a cara, congeniaron de una manera tal que Max y Rick tuvieron que pasar muchas noches jugando videojuegos en el camarote de los Sterling, mientras las chicas tenían noches “sólo para mujeres”.

 

Lisa se rió, pensando en lo gracioso que era el mostrarle a Miriya la forma de vida terrestre, ya que la Zentraedi parecía tener problemas entendiendo muchos de los conceptos que Lisa trataba de explicarle. Sin embargo, a pesar de ser un poco lenta en cuanto a las costumbres humanas, volando era otra cosa. Max y Miriya juntos formaban la mancuerna más peligrosa de la RDF.

 

El Skull-1 descendió y se detuvo cerca de donde Lisa lo estaba esperando en el hangar de la base. Rick salió de la cabina y brincó hasta el piso, se quitó el casco y se encaminó hacia Lisa.

 

- ¡Vaya comandante! No esperaba que estuviera aquí para recibirme. Eso solo puede significar dos cosas, o estoy en problemas o… - lo pensó un poco.- O en realidad no se que otra cosa pueda significar.

 

Lisa negó con la cabeza y comenzó a caminar al lado de Rick rumbo a los vestidores.

 

- ¿Cómo estuvo tu vuelo, Rick?

 

- Bien, tu deberías de saberlo, después de todo tu estuviste dándome instrucciones todo el tiempo el en Tac Net. Aun no comprendo porqué decidiste enviarnos al cuadrante 14, yo considero que el cuadrante 13 aun no estaba completamente cubierto.

 

- Estaba recibiendo reportes de la comisión científica. Los escuadrones de apoyo ya realizaron labores de reconocimiento en esa área, no tenía caso.

 

Rick se encogió de hombros, diciéndose a sí mismo que no debería de cuestionar las órdenes de su comandante. Pero él era una persona que necesitaba razones para aceptar las órdenes.

 

- Rick, el almirante Gloval quiere vernos.

 

- ¿Vernos? ¿A nosotros? - Lisa asintió con la cabeza. – Es decir… ¿A ti y a mí?

 

- Si, cuando ordené el regreso a la base recibí un mensaje suyo bastante claro diciendo que la comandante Hayes y el teniente Hunter se presentaran en su oficina en cuanto volvieras del patrullaje.

 

- ¡Vaya! ¿Por qué tengo el presentimiento de que ahora sí estoy en problemas?

 

Lisa sonrió levemente.

 

- Ve a cambiarte Rick, te espero en la entrada.

 

- Dame 10 minutos y estaré listo.

 

 

******

 

El almirante Gloval tenía la vista fija en la lluvia que golpeaba su ventana. Estaba absorto en sus pensamientos, fumando plácidamente su pipa. Ese era el único lugar de la nave en donde podía hacerlo sin que alguien le gritara que estaba prohibido. Alguien llamó a la puerta y él respondió, sabiendo precisamente de quienes se trataba.

 

- ¡Adelante comandante Hayes! Teniente Hunter, pasen por favor.

 

Ambos saludaron formalmente y Gloval devolvió el saludo.

 

- Señor, ¿en que podemos servirle?

 

- Bien, comandante… he estado siguiendo muy de cerca los reportes de su comisión. Ha hecho un trabajo excelente y quiero que sepa que me siento orgulloso de usted y que espero que su nivel de trabajo siga como hasta ahora.

 

- Gracias señor, puede confiar en mí. Usted sabe que el único orgullo que tengo es el de mi trabajo bien hecho.

 

- Lo se comandante… en cuanto a usted, teniente Hunter, me he dado cuenta de que la elección de la comandante de designarlo como Comandante de Operaciones Militares fue la mejor.

 

- Gracias, señor. – Rick siempre se ponía un poco nervioso cuando tenía que ver al almirante Gloval, pero el que lo estuviera felicitando lo hizo sentirse más nervioso aún. A la vez que sintió un enorme agradecimiento por Lisa y la oportunidad que ella le estaba dando.

 

- Ahora bien, sé que tienen demasiado trabajo tal y como están las cosas en estos momentos. Sin embargo ustedes han acumulado una experiencia invaluable en misiones de reconocimiento y recuperación. Según sus reportes, comandante Hayes, el día de hoy terminarían el cuadrante 14.

 

- Efectivamente, señor y así se hizo. El sargento Sterling y Miriya se encuentran en estos momentos realizando el informe preliminar.

 

- Bien, los felicito porque con este trabajo podemos decir que termina la primera etapa de su comisión. La siguiente es una misión especial con duración de otros tres meses.

 

- Estamos preparados para aceptarla, señor.

 

Gloval le entregó a Lisa una carpeta con el sello de “Material Clasificado” en ella. La comandante Hayes la miró con curiosidad y luego sus ojos se clavaron en Gloval, cuestionando en silencio aquello que tenía en las manos.

 

- Es la Operación Sahara. – el comenzó a explicar. – Hay una zona que hemos llamado el cuadrante noreste. Era una zona densamente poblada de la tierra y suponemos que en ese lugar podemos encontrar mucho material reciclable que sería de gran importancia para nosotros. El ataque Zentraedi se enfocó en las zonas con blancos militares y en las zonas más pobladas de la tierra. Sabemos que las posibilidades de encontrar sobrevivientes son nulas, pero el material reciclable es ahora lo que más nos importa. La construcción de la Nueva Macross está absorbiendo muchos recursos y en estos momentos cualquier material es importante.

 

- Lo comprendo, señor.

 

Rick miraba a Gloval y a Lisa y de pronto se sintió como un extraño en esa oficina, como si tal solo fuera un espectador. Lisa estaba hojeando los documentos que se le habían entregado, mientras Gloval seguía hablando.

 

- Es una misión que preferimos mantener en secreto porque los civiles han estado bajo control últimamente y no queremos que se alboroten otra vez sin razón. Y ustedes saben que pretextos no les faltan… el hecho de que vayan ustedes a una zona que fue tan poblada podría dar pie a que muchos de ellos comenzaran a exigir recuperación de cuerpos o de propiedades. Preferimos mantener la misión con un perfil bajo.

 

- Entiendo señor… así que usted quiere que nosotros salgamos en esta misión… pero ¿Qué pasará con el Comando y Control de Comunicaciones?

 

- Yo creo que las chicas pueden manejar las cosas perfectamente bien. – Gloval sonrió. – De todas maneras la teniente Grant será temporalmente transferida al Centro de Comando. En su ausencia, comandante Hayes, ella tomará el control.

 

- Bien. – Lisa suspiró aliviada. – Pero eso significa que partiremos pronto.

 

- Si, en cuanto se complete el abastecimiento de las naves y el convoy que la acompañaran, comandante. Pienso que todo estará listo en no más de 2 o 3 días. Teniente Hunter, usted y su escuadrón serán el apoyo militar de esta misión.

 

- ¡A la orden, almirante!

 

- Muy bien… entonces estudien sus instrucciones. Comandante Hayes, póngase en contacto con la teniente Grant, ella está a cargo del aprovisionamiento del convoy. Teniente Hunter, usted transmita las ordenes a su escuadrón. Prepárense para partir, consideren que estarán fuera del SDF1 por tres meses. Ahora pueden retirarse, se les ha otorgado un periodo de descanso hasta que comience la misión.

 

- ¡Si señor!

 

Ambos saludaron militarmente y salieron de la oficina. Ya en el pasillo Rick miró interrogativamente a Lisa, como esperando sus ordenes.

 

- Pues ya escuchaste al almirante… habla con Max y Miriya y después serás libre por un par de días.

 

- No… - Rick contestó. – Quiero estudiar la misión y las instrucciones que nos dieron… tal vez podríamos hacerlo juntos. Yo se que tu siempre haces ese trabajo y después te dedicas a darnos ordenes, pero creo que sería mejor para ambos si de antemano los dos supiéramos de que se trata todo esto. No que esté cuestionándote, Lisa pero…

 

- Lo se… bueno, si de esa manera evito futuras discusiones y desacuerdos, entonces me parece bien. Tal vez podríamos comenzar a revisar esta carpeta esta noche. ¿Te parece?

 

- Pues voy a buscar a los Sterling… te veo en tu camarote a las 2000, ¿de acuerdo? – Rick se alejó a toda prisa. - ¡Ah, y no vayas a cenar!

 

- ¡Me muero de hambre! - Lisa protestó.

 

- ¡Tenga un poco de autocontrol, comandante Hayes! – Rick gritó antes de dar vuelta en la esquina.

 

 

*******

 

 

Lisa había tenido suficiente tiempo para escribir su reporte del día, dar algunas ordenes en el módulo de control, - en donde, dicho sea de paso, de alguna forma el Trío Terrible ya sabía que Lisa había sido asignada a una misión especial y que Claudia estaría con ellas- y finalmente se dirigió a su camarote.

 

Cuando miró el reloj se dio cuenta de que tenía tiempo de tomar un largo y relajante baño, algo con lo que había estado soñando durante días, pues sus turnos de trabajo habían sido de 18 horas diarias. Apenas y había tenido tiempo para medio comer y medio dormir. Tenía ganas de tomar un baño tibio y no una ducha de 5 minutos. Pasó casi una hora relajándose en la bañera y después se vistió con ropa informal; algo cómodo para andar por el camarote.

 

No había mentido cuando le había dicho a Rick que tenía hambre, porque de hecho así era. Pensó en preparar algo rápido para cenar, pero al final simplemente decidió esperar. Puso algo de música tranquila y se sentó en el sofá de su pequeña sala. Se recargó pesadamente en el respaldo, dejando escapar un suspiro, y cerró los ojos. La carpeta con las instrucciones estaba frente a ella, en la mesita de café, pero Lisa no hizo siquiera el intento de echarles un vistazo. Estaba exhausta y pensó que los días libres que Gloval les había dado para que se prepararan para la misión le caerían de maravilla. La única preparación que necesitaba era dormir 8 horas continuas, aunque fuera sólo por una noche.

 

El sonido que hizo el reloj que tenía sobre su escritorio, señalando las 8 de la noche, y el sonido de alguien llamando a la puerta de su camarote fueron simultáneos. Lisa abrió los ojos y sonrió, pensando en la puntualidad del teniente Hunter.

 

- ¡Vaya señor, que puntualidad! - Lisa lo saludó, al tiempo que abría la puerta.

 

- Bueno, la puntualidad es una de las obligaciones de un buen soldado, ¿No es así, comandante?

 

Lisa se percató de que Rick aun vestía su uniforme, lo que le indicó que había venido directamente de la base.

 

- ¿Tuviste muchas ocupaciones, Rick? Siento que no tuviste tiempo de ir a tu habitación.

 

- No, en realidad no fui para allá… estuve un rato con Max y Miriya y después… bueno…

 

- ¿Si? – Lisa lo miró, al tiempo que volvía al sofá.

 

- Es que en realidad… fui a la ciudad.

 

Lisa lo observó en silencio, tratando de pensar en qué asuntos podría Rick tener en la ciudad. Desde aquel incidente fuera del Hotel Centinela hacía ya varios meses, ninguno de los dos había vuelto a la ciudad más que por causas de fuerza mayor. Alarmas de alerta inmediatamente se encendieron en la cabeza de Lisa… seguramente Rick había ido a encontrarse con Minmai.

 

- Es que… bueno, antes de salir en esta misión quería arreglar todos mis asuntos a bordo del SDF1… incluyendo este.

 

Diciendo eso, Rick puso sobre la mesa de café una bolsa de papel con un logotipo que Lisa reconoció como letras árabes.

 

- Rick… ¿Qué—?

 

- ¿La señorita ordenó comida libanesa? Porque aquí tengo su orden… servicio a domicilio, comandante Hayes. No sabía que elegir, así que pedí un poco de todo. Cómo dijiste que estabas hambrienta…

 

Lisa miró la comida que Rick estaba colocando sobre la mesita y sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas, sin saber por qué. Aquello había sido totalmente inesperado, un gesto bastante amable de parte de Rick. Había recordado lo de la comida libanesa… y se había tomado la molestia de ir hasta la ciudad para comprarla.

 

- ¡Oh Rick! No tenías porque molestarte…

 

- No fue ninguna molestia, Lisa. – Rick puso la carpeta sobre el sillón y fue a sentarse al lado de la comandante. – Pero no podemos dejar que esto se enfríe, ¿verdad? Todo se ve muy bien… ¡Adelante, no quiero que te mueras de hambre!

 

- Si… voy por unos platos a—

 

- ¡No! Permíteme…

 

Rick se dirigió a la cocina y Lisa lo observó con una chispa muy especial brillando en lo más profundo de sus ojos color esmeralda. Rick se movía con bastante seguridad en su cocineta, sabía exactamente en donde se encontraba cada cosa y eso hizo que ella sonriera al pensar en la familiaridad de todo aquello. Un calorcito muy especial comenzó a inundarle el pecho. Cuando Rick salió de la cocina, ella fingió estar mirando la comida.

 

- Bien… entonces, ¿Qué hay con la misión? Fue bastante inesperada, ¿No es cierto? ¿O tú ya lo sabías?

 

- No, fue una sorpresa para mí también.

 

- ¿Ya leíste el informe?

 

- De hecho te estaba esperando… si tú vas como comandante de operaciones militares, creo que lo justo es que lo leamos y analicemos juntos.

 

- ¡Vaya! – Rick sonrió. - ¡Gracias Lisa! Se siente bien el recibir ese trato tan preferente… y pensar que mi papá se emocionó tanto cuando terminé la preparatoria… era lo más a lo que cualquier Hunter podía aspirar… ¡Si me viera ahora! El viejo se sentiría muy orgulloso.

 

Lisa miró a Rick con curiosidad. En todo el tiempo que llevaba de conocerlo, era la primera vez que lo escuchaba hablar de su padre.

 

- Bueno, donde esté, tu padre debe de estar muy orgulloso de ti, Rick.

 

- Cuando gané los campeonatos amateurs del aire, parecía que hubiera ganado un Premio Nóbel o algo así… lo presumía a todos los que quisieran escucharlo… cuando recibíamos cartas de Roy, él las leía una y otra vez… estaba muy orgulloso de mi hermano también. Él decía que Roy llegaría muy lejos… es una lástima que Roy haya tenido que irse tan pronto… tanto él como mi papá tenían la idea de que morirían piloteando sus aviones… y así sucedió.

 

Rick se inclinó sobre la mesita, para servirse su cena. Lisa lo miraba insistentemente, sin saber que decirle. Ella también había perdido a su padre y sabía la clase de vacío que una perdida semejante dejaba en el alma… incluso cuando ella no fuera tan cercana a su padre. Solo podía imaginar el dolor que Rick debió sentir cuando el suyo murió, porque al parecer Rick y el señor Hunter eran muy cercanos.

 

- Supongo que morir volando es el destino de los Hunter.

 

Los ojos de Lisa se abrieron y una expresión de terror apareció en su rostro.

 

- ¡Rick, no digas eso! ¡Ni siquiera en broma!

 

Él la miró sorprendido. Lisa estaba asustada y Rick sonrió, tratando de calmarla.

 

- ¡Vamos, Lisa! Sólo lo dije en broma… yo no voy a permitir que me maten. Soy demasiado terco para ello. Si desobedezco las ordenes de mi oficial superior, ¿Crees que voy a obedecer las órdenes de la muerte? ¡Claro que no!

 

- Me temo que la muerte no da órdenes, Rick… ella simplemente toma lo que debe de tomar, sin hacer preguntas.

 

Rick guardó silencio, meditando las palabras de su comandante.

 

- No se lo que sucedió. – Lisa lo escuchó hablar, pero su voz era un susurro.- Es decir, tanto mi papá como Roy eran excelentes pilotos… y ambos murieron de una manera tan… no lo se… es decir, Roy estuvo en tantos combates y al final murió al ser herido en una simple escaramuza… y mi padre, con toda la experiencia en vuelo que tenía murió por un error en una maniobra mientras ejecutaba un acto que yo se podía hacer hasta con los ojos cerrados. ¡No tiene sentido!

 

- Eso es una prueba de que cuando vuelas debes de extremar tus precauciones, Rick… a veces el error más pequeño puede ser fatal. Yo se que mi actitud te molesta mucho, la manera en como me entrometo en tus vuelos y todo lo que te exijo… pero si lo hago es porque realmente me importas… no quiero que nada malo te suceda.

 

Rick miró a Lisa, quien evitó su mirada.

 

- ¡Gracias Lisa! – su voz era suave, casi como una caricia. – Yo no quiero que hablemos de cosas tristes… creo que esta cena es bastante buena como para echarla a perder con una conversación deprimente… mejor platícame algo de ti… cualquier cosa.

 

- Si no quieres tener una conversación deprimente, entonces es mejor que no te platique nada sobre mí. En realidad no hay mucho que yo pueda decirte de mi vida que en verdad valga la pena.

 

Lisa dijo aquello con tal sinceridad en sus palabras, que Rick sintió como una ráfaga de aire helado que tocaba su corazón. Miró a la comandante Hayes, leyendo en sus ojos verdes muchos de los pensamientos que en ese momento estaban cruzando por su mente. Rick quería decir algo inteligente, algo que la hiciera olvidar sus fantasmas, algo que la hiciera enojar… lo que fuera que lograra quitar esos pensamientos oscuros de su cabeza. Pero no supo que decir. Solamente se acercó a ella y cubrió su mano con la suya. Lisa lo miró a los ojos, sorprendida por su reacción. Él sostuvo su mirada y asintió levemente con la cabeza, dejándole saber, sin palabras, que todo estaría bien.

 

- Espero que algún día me cuentes un poco más sobre ti, Lisa.

 

- Algún día. – Lisa asintió, luchando contra las lágrimas que estaban a punto de escapar de sus ojos.

 

Rick suspiró y miró hacia el frente. Ya antes había visto a Lisa actuar de esa manera. Había sido aquel día en que habían quedado atrapados en un compartimiento del SDF1 mientras se llevaba a cabo la transformación modular de la nave. El día del estreno de la película de Kyle y Minmai. Lisa le había confesado que la razón por la cual se sentía atraída hacia Kyle era porque él se parecía mucho a un novio al que había amado y quien había muerto.

 

Rick sintió coraje cuando recordó a Kyle y en su interior rogó porque Lisa ya no estuviera enamorada de ese tipo tan nefasto. No sabía por qué, pero le molestaba pensar que Lisa pudiera tener sentimientos por él. La rabia que sentía en el pecho se hizo todavía más profunda cuando pensó en Karl Riber, el prometido de Lisa que había muerto. Lisa no sabía, pero él conocía toda la historia… Roy Fokker se la había contado después de lo que había sucedido en la Base Sara de Marte. Él sabía que Riber había salido de la Tierra rumbo a Marte, huyendo de la guerra.

 

Rick no estaba en contra de los pacifistas, de hecho él era el primero en apoyar la causa de la paz. Sin embargo consideraba que lo que Riber había hecho había sido egoísta… había pensado en su bienestar personal y había huido, dejando atrás a la mujer a la que supuestamente amaba. ¿Por qué no había actuado como un hombre y como un soldado? Era su deber quedarse en la Tierra, luchar por los que amaba… defender a Lisa, estar con ella. Pero él había preferido irse, dejarla atrás… no le importó nada más.

 

Rick sintió todavía más rabia al pensar que después de todo lo que había sucedido, después de la traición y después de tantos años de soledad, Lisa había estado dispuesta a morir por Riber. Rick tuvo que apretar los puños para controlar el enojo y la impotencia que le quemaban en el pecho.

 

- Yo no te voy a dejar, Lisa. – pensó, mirando a su comandante, quien sin darse cuenta, tenía la vista fija en la ventana. – No me importa lo que suceda, pero jamás te voy a abandonar…

 

Rick se sentía intrigado y fascinado por aquella mujer. Cada vez que la miraba a los ojos se preguntaba qué era lo que Lisa Hayes en realidad guardaba en su corazón. Dicen que los ojos son el espejo del alma… si eso fuera cierto, el alma de Lisa estaba muy triste.

 

- ¿Te gusta la comida? – finalmente preguntó Rick, tratando de romper el silencio. – Espero que si, porque me pasé toda la tarde cocinándola para ti. – bromeó.

 

Lisa miró a Rick, como si despertara de un sueño. Su atención se centró en el plato de comida que aun sostenía y que apenas y había tocado y trató de sonreír.

 

- Esta deliciosa, Rick… ¡Muchas gracias!

 

Rick entonces hizo algún comentario sobre su VT y algunas reparaciones que se le estaban haciendo. Cuando Lisa comenzó a hablar de los aspectos técnicos de los Varitechs, Rick supo que iba por buen camino. A la comandante Hayes le apasionaba tanto como a él todo lo que tuviera que ver con esas naves. Aquel no era un tema particularmente interesante, pero era seguro. Al menos la mente de Lisa podría apartarse de sus oscuros pensamientos.

 

Fue entonces cuando Rick supo que Lisa era piloto certificado de la RDF. Aquello fue toda una revelación para él. Jamás hubiera imaginado a Lisa volando un VT. Ella le explicó que si bien jamás había estado particularmente interesada en volar, aquello había sido parte de su entrenamiento. Rick comprendió entonces porqué era tan buena controladora aérea y porque los dirigía con tanta precisión en las batallas, simplemente porque ella conocía a la perfección el equipo que se manejaba. Aquella mujer lo fascinaba cada vez más y más.

 

Cuando terminaron de cenar, Rick se ofreció a lavar los platos mientras Lisa preparaba algo de café. Era momento de ponerse a trabajar. Ambos volvieron a instalarse en el sofá de la sala y Lisa sonrió cuando se percató de que Rick se había quitado la chaqueta y la camisa de su uniforme, quedándose solamente con su camiseta blanca. Se veía más relajado así. La comandante Hayes tomó la carpeta que Gloval le había dado y le entregó otra copia a Rick.

 

- Esta es para ti… pensé que sería mejor si cada quien tuviera su propia copia.

 

- ¡Gracias Lisa! Realmente piensas en todo.

 

Pasaron las siguientes dos horas leyendo aquel informe a profundidad, comentando las órdenes que se les daban y discutiendo los puntos básicos de la misión. Ambos se comportaban de una manera profesional y madura, lo cual los sorprendió agradablemente. A pesar de que tuvieron diferencias, como siempre lo hacían, hablaron sobre ellas, llegaron a un punto medio y tomaron decisiones pertinentes. El reloj marcaba la media noche cuando finalmente cerraron las carpetas. Sobre el sofá y la mesita de café habían esparcidas gran cantidad de notas, dibujos de mapas, croquis y organigramas.

 

- Bien, - Rick se estiró perezosamente. – Parece que hemos terminado y todo está listo, comandante… eso significa que podemos dedicarnos a descansar.

 

- Si, el almirante tendrá todo listo a tiempo… va a ser un viaje largo, Rick… tres meses.

 

- No me preocupa… en realidad no hay nadie que se preocupe por mí o que me espere aquí en el SDF1, así que ¿Qué más da? Yo podría ser asignado a una misión al mismo infierno y nadie lo notaría.

 

Lisa lo miró, sin poder decidir si había dicho todo eso en broma o si en verdad lo pensaba. Rick estaba recogiendo todas las hojas que estaban regadas por todos lados.

 

- Habemos personas que si nos preocupamos, Rick.

 

- Mi punto exactamente, comandante. – Él respondió sin titubear. – La única persona que se preocupa por mi será mi oficial superior en esta misión.

 

Lisa sonrió de oreja a oreja cuando escuchó aquellas palabras. Rick la miró a los ojos y le sonrió, reafirmando con esa sonrisa y con su mirada cálida y juguetona lo que sus labios habían dicho.

 

- Bien, entonces todo está en orden, comandante. – Rick siguió hablando. - ¿Eso es todo? ¿No hace falta nada más?

 

La sonrisa desapareció del rostro de Lisa y fue reemplazada por una expresión de incertidumbre. Se notaba preocupada.

 

- ¿Qué pasa, Lisa?

 

- Es sólo que… hay algo que ha estado molestándome desde hace semanas y ahora con esta misión… no se qué podamos hacer al respecto.

 

- ¿De qué se trata?

 

- Estamos explorando diferentes sectores y recopilando material de reciclaje así como artefactos y pertrechos militares… y es una actividad necesaria… pero he estado pensando en todo lo que hemos perdido como cultura y como civilización y cómo es que no estamos haciendo nada para rescatar lo que debería de ser una prioridad: el legado cultural de nuestro mundo.

 

Rick puso todas las hojas a un lado y se sentó junto a Lisa, meditando sus palabras. Era algo que en realidad él también había considerado en alguna ocasión, pero no había vuelto a pensar en eso jamás.

 

- Yo quisiera hacer algo al respecto. Lo que trato de decir Rick, es que podemos recuperar todo el material militar que sea necesario… pero hay muchas ciudades que fueron destruidas y en donde tal vez podríamos recuperar algo de material cultural. Después del ataque de Dolza solo Dios sabe cuantas especies animales y vegetales se habrán extinguido definitivamente… se que ese es trabajo del Dr. Lang, pero también imagina todos los libros, las obras de música clásica, la historia de tantos pueblos que se perderá definitivamente porque cuando finalmente haya una misión de recuperación cultural, esas cosas de seguro ya no existirán.

 

- Yo… pienso que tienes razón, Lisa. ¿Qué podemos hacer al respecto?

 

- Bueno, es algo que me ha preocupado desde hace semanas… pero ahora, después de estudiar nuestra asignación a esta misión, pienso que bien podríamos combinar un poco de recuperación militar, lo que es la prioridad, con la recuperación cultural. Después de todo ahora sabemos que lo que realmente venció a nuestros enemigos fue la cultura de nuestra raza… concentrada en una canción. – La voz de Lisa pareció cambiar de todo cuando pronunció las últimas palabras.

 

- ¿Piensas hablar con el almirante al respecto?

 

- Si… he hecho pienso escribir un informe y una solicitud de aprobación de dicha misión y entregar ambos documentos por la mañana.

 

- Pero es más de media noche y estás cansada… ¿no podría esperar?

 

Lisa sonrió, agradecida por la preocupación de Rick.

 

- El almirante Gloval es un hombre al que le gustan las cosas directas y al grano. Mi informe solo consistirá de una página, será suficiente. No creo que me lleve mucho tiempo, Rick.

 

- Bueno… ¿Qué te parece si te ayudo? Tú me dictas, yo escribo en la computadora.

 

- En realidad no es necesario, yo—

 

- ¡Insisto, comandante! No tiene porqué ser tan autosuficiente, en especial cuando tiene a uno de sus subordinados para evitarle el trabajo.

 

Sin más Rick se puso de pie y fue al pequeño estudio en donde estaba el escritorio de Lisa y su computadora. Colocó una gran cantidad de papeles sobre el escritorio, cubriendo “accidentalmente” un retrato de Lisa y Riber. Ella lo había seguido y se encontraba de pie detrás de él. Rick movió los dedos rápidamente, calentándolos para la misión que tenía pendiente y enseguida le lanzó a Lisa una sonrisa brillante y espontánea.

 

- ¡A sus órdenes, comandante Hayes!

 

Lisa movió la cabeza, como desaprobando la actitud de Rick, pero no pudo evitar el devolverle la sonrisa.

 

- De acuerdo, Hunter… si lo que quieres es trabajar…

 

En la siguiente media hora, Lisa redactó su reporte y elaboró la solicitud, mientras Rick lo escribía todo en la computadora. Ocasionalmente hacía alguna observación o sugerencia. Lisa caminaba de un lado a otro de su pequeño estudio, meditando perfectamente bien las palabras que utilizaría en esos documentos. Fue concisa y directa, tal y cómo el Almirante Gloval lo pedía. Finalmente Lisa se inclinó sobre el hombro de Rick para leer la última frase y sonrió satisfecha.

 

Rick por su parte sintió que se paralizó al tenerla tan cercana. Sus cabellos castaños le rozaban suavemente en el rostro y su aroma era intoxicante. Rick suspiró profundamente y cerró los ojos, queriendo llenarse los pulmones de aquel aroma tan especial. Lisa parecía estar relajada y tranquila. Estaba bastante conforme con el documento que tenía ante ella.

 

- ¡Gracias Rick!

 

Sorpresivamente la comandante Hayes, desde la posición donde se encontraba detrás de Rick, le rodeo los hombros con sus brazos en un breve pero fuerte abrazo. Él cerró los ojos, dejándose consentir por un momento. Cuando Lisa lo soltó, la miró con cierta chispa de complicidad brillándole en los ojos, y giró la silla para quedar de frente a ella.

 

- Bueno, y supongo que me permitirás acompañarte mañana a entregar este reporte y solicitar el permiso.

 

- Pero Rick, debes descansar… la misión está por comenzar y tu—

 

- ¡Exactamente, señorita Hayes! Usted también debe de descansar… - la reprendió. - Y su tu vas a hacer esto, entonces es mi deber ir contigo. Después de todo el almirante nos llamó a los dos juntos para darnos estas órdenes, ¿no es así? Creo que es bueno que ellos sepan que ambos estamos de acuerdo y apoyamos esta petición. Así que no se hable más, voy a ir contigo, Lisa.

 

Lisa lo miró a los ojos. No sabía si sentirse contenta o molesta por su actitud tan sobre protectora y autoritaria. Pero decidió que tal vez Rick no tuviera tacto para decir las cosas, pero lo hacía con buenas intenciones… y tal vez ella debería de dejar de ser tan autosuficiente, como Rick le había dicho esa misma noche. Recordó aquel rescate que él había llevado a cabo para sacarla de la Base Alaska… a pesar de que había tenido esa misma actitud y había desobedecido sus ordenes, Lisa sabía que estaría por siempre en deuda con él por salvar su vida en aquella tumba de hielo.

 

- De acuerdo. – aceptó finalmente. – Entonces mañana a primera hora tenemos que llevar esto a la oficina del almirante… ahora sólo debo imprimirlo.

 

Lisa se acercó a imprimir el reporte y Rick se hizo a un lado. Sus ojos fueron directamente a un cuadro que había en la pared, al lado del escritorio. Se sorprendió al darse cuenta de que ahí estaban todas las medallas que Lisa había ganado durante su carrera militar… eran muchas… aquello era impresionante. Sin embargo se dio cuenta de que había en un rincón del escritorio una pequeña caja de metal, que él reconoció de inmediato. En esas cajas era en donde se entregaban las medallas.

 

- Parece que todavía no cuelgas tu última medalla. – Comentó Rick.

 

- Oh, no… esa medalla no es mía… de hecho debí devolverla al almirante desde hace tiempo, pero se me ha olvidado.

 

Rick tomó la cajita metálica y la abrió. Dentro brilló magníficamente una medalla. En ella se leía: “Otorgada por el RDF a la C. Lyn Minmai por los servicios prestados y su valor bajo fuego”

 

- ¿Es de Minmai?

 

- En realidad ella no la aceptó… al parecer eso iba en contra de la posición pacifista de Kyle y por tanto dañaría la imagen pública de Minmai… ella declinó la medalla.

 

- ¿Lo hizo?

 

Rick sintió cierta rabia y frustración dentro de su pecho. No podía creer que Minmai fuera tan poco considerada como para rechazar una medalla otorgada por la RDF. El bien sabía que solo en ocasiones muy especiales se le otorgaba ese tipo de medallas a un civil. Aquello era todo un honor… y Minmai lo había rechazado. ¿Y por qué tenía Lisa esa medalla en su poder? Rick sintió aún más coraje cuando pensó en que probablemente Lisa había sido la encargada de entregar aquella condecoración… lo que significaría que era Lisa la que había recibido la negativa y viniendo de Kyle, podía imaginar que no había sido muy amable que digamos.

 

- ¿Rick? ¿En que piensas?

 

- No… en nada solo que… no se… solo estaba pensando en lo que significa ser un soldado, Lisa… en el hecho de que tu y yo podemos estar aquí esta noche, cenando juntos, estudiando una misión… y no se, pudiera ser que en dos o tres días ya no estuviéramos… uno nunca sabe cuando lo van a matar. Pero con todo, ser soldado es algo de lo que me siento muy orgulloso.

 

Lisa estaba de pie al lado de Rick, quien todavía estaba sentado en la silla del escritorio. Ella lo miró con preocupación. Era la segunda vez en la noche que él comenzaba a hablar de lo que ella interpretaba como un miedo a la muerte… quería reconfortarlo, pero no sabía como hacerlo.

 

- Si, lo se… para mí también es un orgullo ser un soldado.

 

- Yo no te llamaría simplemente “un soldado”, Lisa… ¡Mira nada más las medallas que tienes aquí! Pienso que algún día llegarás a ser almirante de nuestras tropas… como tu padre.

 

- Rick… - Lisa se sonrojó y desvió su mirada.

 

- Pero no te preocupes, yo me encargaré de que sigas teniendo los pies sobre la tierra… porque tengo la impresión de que entonces yo estaré desobedeciendo las órdenes de un almirante.

 

Lisa se rió y golpeó a Rick juguetonamente en el brazo.

 

- ¡Si lo creo, señor!

 

Rick atrapó la mano de Lisa contra su pecho, para evitar que lo volviera a golpear. Sonrió y la miró a los ojos con una mirada entre divertida y malvada.

 

- Eso de andar golpeando subordinados, ¿No se llama abuso de autoridad, comandante?

 

Lisa clavó su mirada en los ojos azules de Rick Hunter. El no desvió esa mirada, antes bien, sintió que se perdía en ese mar color esmeralda que eran los ojos de Lisa. Por un momento se percató de que no se veían tan tristes… Rick apretó la mano de Lisa contra su pecho y sintió su corazón acelerándose. Lisa sentía que las piernas no serían capaces de soportar su propio peso por más tiempo. Su mano estaba pegada al pecho de Rick y a través de la tela de su camiseta podía sentir su piel cálida y el latir rítmico y acelerado de su corazón.

 

Aquel momento pareció durar una eternidad. Fue Rick quien finalmente rompió la magia, soltando la mano de Lisa y poniéndose de pie.

 

- Ya es muy tarde, Lisa. Mejor me voy a mi camarote, no quiero importunarte más.

 

- ¿De qué estás hablando? Tu no me importunas, Rick… trajiste la cena, lavaste los platos, me ayudaste con el reporte… ¡Si eso es importunar, entonces espero que lo hagas más seguido!

 

Rick se rió, al tiempo que se ponía su camisa y su chaqueta militar. Lisa se acercó para acomodarle el cuello de la misma. Él la tomó por las muñecas y la miró directamente en los ojos.

 

- Lisa, - habló en voz baja- me agrada estar contigo… te lo dije cuando ibas camino a la tierra, pero ahora te lo digo de frente, he llegado a estimarte muchísimo y me alegra que vayamos a salir juntos en esta misión, porque yo no podría quedarme a bordo del SDF1 sabiendo que tu te irás por 3 meses… es decir, imagínate, yo aquí encerrado mientras tu estás allá afuera teniendo toda la diversión… ¡No sería justo!

 

Lisa se rió y asintió.

 

- Lo se… a mi también me alegra que seas tú el segundo al mando de esta misión. Si voy a pelear y a discutir con alguien, prefiero hacerlo con un conocido que con un desconocido.

 

Rick también se rió y en un gesto que a él mismo tomó por sorpresa, se acercó a Lisa y la besó en la frente. Aquello no fue un beso casual, Rick permaneció cerca de ella, con sus labios presionados contra la piel de la comandante por varios segundos. Lisa cerró los ojos. Los labios de Rick estaban besando su frente, sus manos mantenían sus muñecas aprisionadas. Sentía que estaba completamente bajo la voluntad del teniente Hunter… y la sensación le agradaba.

 

- Te veo en la mañana, ¿De acuerdo? - Rick la soltó y comenzó a caminar hacia la puerta.- Ahora ve a descansar Lisa, que bien que te lo mereces.

 

- Tu también Rick. – su voz era apenas un susurro.

 

- A las 0800 en la puerta de las barracas… ¡No vaya a llegar tarde, comandante Hayes!

 

Rick le guiñó un ojo a Lisa y salió del camarote, pero la voz de ella lo detuvo y lo hizo mirar hacia adentro una vez más.

 

-¡Rick!

 

- ¿Si?

 

- Gracias por la cena, Hunter… ¡Estuvo deliciosa!

 

Rick sonrió y asintió con la cabeza.

 

- La próxima te toca a ti, Hayes.

 

Lisa se rió de buena gana y Rick la saludó con un saludo que si bien era militar, más bien parecía una broma, por la expresión en su rostro.

 

- ¡Dulces sueños!

 

Rick cerró la puerta y Lisa se recargó en el muro, suspirando profundamente y pensando que si todo salía mal con la misión que estaban por comenzar, al menos habría valido la pena pasar aquella velada con Rick Hunter.

 

 

*******

 

La mañana siguiente, a primera hora, Lisa y Rick se dirigieron juntos al salón en donde sesionaba el consejo. Lisa se había adelantado y había enviado el reporte y la solicitud al Almirante Gloval por correo electrónico apenas se había levantado. Esperaba que para esas horas ya se hubiera leído la petición formulada y se hubiera deliberado al respecto. Recordando todo lo que había pasado en la tierra, cuando había estado con su padre en la Base de Alaska y lo reacios que se habían portado los mandos militares y políticos a las peticiones del SDF1 en aquella ocasión, Lisa se sintió nerviosa e insegura.

 

Aquello no pasó desapercibido para Rick. Desde que la había encontrado en la entrada de las barracas la había notado seria y distante. Era obvio para él que Lisa estaba nerviosa… y muy a su pesar, aquello le agradaba.

 

- Es maravilloso encontrar bajo esa oficial tan segura de sí misma a una mujer con debilidades que necesita ser protegida. – Rick pensaba para sus adentros.

 

Lisa y Rick llegaron a la puerta del salón de consejos y se detuvieron antes de tocar a la misma. Lisa respiró profundamente y Rick le puso una mano sobre el hombro.

 

- Todo va a ir bien, Lisa… aquí estoy.

 

Lisa asintió con la cabeza y enseguida llamó a la puerta, anunciándose a ella misma y al teniente Hunter. La voz del Almirante Gloval le indicó que entrara y las alertas se encendieron dentro de ella cuando reconoció cierto tono de frustración en la voz de Gloval. En la sala de consejo los esperaban varios de los oficiales del SDF1 y los dirigentes de las comisiones de Ecología y Asuntos Civiles.

 

- Comandante Hayes, Teniente Hunter… - los aludidos saludaron militarmente – Primero que nada, a nombre del consejo quiero agradecer su disposición para salir en la misión que se les ha sido asignada. Quiero informarles también que el abastecimiento de la flota ha sido completado y la misión programada para dar inicio a las 0500 horas del día de mañana.

 

- ¡Si señor, estaremos listos para partir!

 

- Bien, aquí está el informe final con las indicaciones precisas sobre su misión. Esperamos que se ajusten formalmente a estos puntos y que regresen sanos y salvos al término de la misma.

 

- Almirante, con respecto a la solicitud formulada por el teniente y por mí misma…

 

- Leímos su solicitud, comandante…. – Gloval hizo una pausa. – Todos aquí compartimos su preocupación y coincidimos con usted en que una misión de recuperación cultural es prioritaria. Sin embargo por el momento ordenamos que se sujeten a las órdenes de su misión. No tenemos tiempo ni recursos para hacer cambios de último minuto a las directrices que ya fueron aprobadas por el consejo. Agradecemos su interés, pero por ahora debemos de concentrarnos en cosas más importantes.

 

- Pero señor, nosotros—

 

- Lo entiendo, comandante Hayes. – Gloval levantó la mano, para hacer callar a Lisa. – Y esperamos que usted pueda entendernos a nosotros. La recuperación ecológica ha sido prioritaria, se han utilizado varios escuadrones VT para sembrar las nubes con lluvia, se está extrayendo agua del subsuelo… el cráter en el que descansa el SDF1 lentamente se está convirtiendo en un lago que sostendrá la vida de la ciudad Nueva Macross… por otro lado se está trazando la ciudad, se están ensamblando dentro de la nave casas prefabricadas en serie, se piensa sacar a los civiles en cuanto comiencen a verse los resultados de la misión ecológica… y ustedes, la misión militar, son quienes nos han mantenido protegidos todo este tiempo. Ustedes han recuperado material de reciclaje, se han encargado de los Zentraedis desertores, han mantenido a raya a aquellos que aun desean pelear. Enviarlos a esta misión de reconocimiento ya implica un sacrifico para la seguridad de todos en el SDF1. No podemos hacer esta misión más difícil de lo que ya es… Comandante Hayes, Teniente Hunter ustedes, junto con el sargento Sterling y Miriya, son los militares estrella de esta nave… necesitamos que esta misión se lleve a cabo, pero los necesitamos de vuelta tan pronto como sea posible.

 

- Si leyeron mi informe, - Lisa habló con voz resuelta – se pudieron dar cuenta que estamos proponiendo que la misión de recuperación y exploración se lleve a cabo simultáneamente con la misión cultural. Los VTs estarán afuera de todas maneras y no creo que—

 

- Comandante Hayes, ya escuchó al almirante. – El coronel Maistroff la interrumpió y Rick le lanzó una mirada asesina.

 

- Coronel, creo que ustedes no comprenden la importancia de la misión propuesta por la Comandante Hayes. – Rick no pudo contenerse. – Todos ustedes han sido educados en la milicia, pero hay mucho más cosas en el mundo que solo eso… Lisa—la comandante Hayes en su informe escribió algo muy cierto, fue nuestra cultura la que derrotó a los zentraedis, no nuestras armas.

 

- ¿Cómo se atreve a hablarme en ese tono de voz, insolente? – Maistroff estaba indignado. – Usted no puede venir aquí a hablarnos de esta manera… usted, jovencito, jamás pisó la Academia Robotech, su instrucción militar fue básica a bordo del SDF1 y si ha llegado hasta donde está ha sido por la recomendación del comandante Fokker y por sus maniobras acrobáticas de circo… ¡Qué sabe usted de lo que la vida militar en realidad es!

 

- Coronel Maistroff, - Lisa salió en defensa de Rick. – El teniente Hunter es uno de los mejores pilotos de combate con los que cuenta la RDF y un oficial condecorado además. Yo he sido su comandante desde el principio y se muy bien el valor y la capacidad que ha mostrado en batalla, así que no creo que sus comentarios sean relevantes para el asunto que estamos tratando.

 

- Comandante Hayes, - el coronel estaba sorprendido de la reacción de la siempre formal y respetuosa Lisa – creo que en su ansia por aventuras, ustedes han perdido la objetividad sobre esta misión… no van a ir a dar un paseo al parque, eso se los aseguro. Yo conozco su trayectoria militar, comandante y su impresionante árbol genealógico… yo serví bajo las órdenes de su padre… pero pienso que en estos momentos está reaccionando de una manera muy poco militar ante esta negativa, que es una orden directa.

 

- Lisa, prometo que en cuanto pase el estado de emergencia yo mismo autorizare esta misión cultural. – Gloval habló en tono paternal, tratando de apaciguar los ánimos. – Por ahora les pido que se enfoquen en lo que se les ha ordenado. ¿Entendido?

 

- Si señor.

 

- Bien… entonces preséntense en el hangar G3 mañana a las 0500. ¡Buena suerte!

 

Lisa y Rick saludaron militarmente y abandonaron la sala de consejo. Apenas estuvieron fuera, Rick soltó un gruñido y golpeó la pared.

 

- ¿Cómo pueden ser tan ciegos y no ver la importancia de esta misión, Lisa?

 

- Simplemente han establecido sus prioridades y como militares no comprenden que a veces uno puede doblar las reglas un poco… es una lección que solo recientemente yo he aprendido… de ti, Rick.

 

Él sonrió, a pesar de la rabia que sentía y cuando Lisa le regaló una pequeña sonrisa traviesa, Rick sintió que todo su coraje desaparecía.

 

- Gracias por tu apoyo, Rick… hicimos lo que pudimos.

 

- No Lisa, gracias a ti, por salir en mi defensa contra ese coronel Maistroff… ¿Quién se cree que es? Me sorprende la actitud del almirante, pensé que tendríamos su apoyo.

 

- Y lo tenemos, pero yo conozco al almirante. En estos momentos está muy presionado por el consejo y por todo lo que ha sucedido. Te aseguro que él solo está tratando de ver lo que es mejor para todos nosotros.

 

- Bueno… - Rick lo meditó un segundo - ¿Sabes? Estaba pensando… cuando estemos en esta misión y yo me encuentre explorando los restos de alguna ciudad, supongo que querré traerme algún souvenir, un pequeño recuerdo de mi expedición, ¿Lo comprendes?

 

- ¿A qué te refieres, Rick?

 

- Oh, tu sabes… - Rick sonrió arrogantemente mientras comenzaba a alejarse de aquel lugar. – Si de casualidad encuentro algún libro… o un CD, una pintura… ese tipo de cosas que a los turistas les gusta traer de sus viajes.

 

Lisa se quedó parada donde estaba, pero cuando comprendió lo que Rick estaba diciendo, sus ojos se abrieron y salió corriendo para alcanzar a Rick.

 

- ¡Rick Hunter! ¿Estás diciendo que—?

 

- Es lógico que los pilotos deseemos tener recuerdos de nuestros viajes… y creo que Max y Miriya me darán la razón.

 

- ¡Oh Rick! – Lisa sonrió.

 

- ¡No se preocupe, comandante Hayes! Con órdenes o sin órdenes, vamos a recuperar todo el material cultural que podamos. Ya la historia se encargará de darnos la razón.

 

- ¡Gracias Rick!

 

- ¿Realmente piensas que soy uno de los mejores pilotos de la RDF? – Rick preguntó con una sonrisa traviesa.

 

- Bueno… ¿Qué le parece si eso lo discutimos mientras desayunamos, teniente? Esta vez me toca invitar.

 

- ¡Jamás rechazaría una invitación suya, comandante! Además, así podré decir que cené con Lisa Hayes… y desayuné con ella.

 

- ¡Rick! – Ella se rió y lo golpeó juguetonamente en el brazo.

 

- ¡Y volvemos a la violencia!

 

- Después del desayuno pienso ir a inspeccionar nuestra flota para la misión. ¿Vienes conmigo?

 

- ¡Por supuesto!

 

Así ambos se alejaron con rumbo al comedor militar de la base. Después de todo sentían que la reunión no había sido una pérdida de tiempo total. Lisa se sentía agradecida con Rick y sorprendida al ver la actitud que él había tenido con ella desde que la había rescatado de la Base Alaska. Sentía que se estaban acercando y eso era suficiente para hacerla sentir emocionada y agradecida por estar viva.

 

 

*

 

Ya era algo tarde y Rick sabía que debía irse a dormir temprano porque tenía que estar levantado a las 0400 para poder estar a tiempo en el hangar. Sin embargo antes de dormir decidió ir a caminar un rato por el parque observatorio. Quería relajarse un poco y despejar la mente antes de su misión del día siguiente. Además sabía que tal vez pasaría mucho tiempo antes de que pudiera salir a pasear, ya que estando en la misión pasarían la mayor parte del tiempo en sus VTs o en la Nave Nodriza que les serviría de puesto de comunicaciones, carga y almacenaje y apoyo para la vida. Eso significaba que en esa nave se llevarían a cabo todas las acciones de comando de la misión, se almacenaría el material rescatado y ahí tendrían sus camarotes y comedores los miembros de la misión.

 

Después del desayuno había ido con Lisa al hangar G3 en donde las naves que componían la flota de la Misión Sahara se encontraban listas para partir. El abastecimiento había terminado y los mecánicos solo hacían las últimas revisiones y ajustes. La flota estaba compuesta de 6 naves: la Nave Nodriza Sahara 001, una nave prototipo de reconocimiento de una plaza tipo A2 Viento del Desierto, la cual estaría piloteada nada más ni nada menos que por la mismísima comandante Hayes y los tres VTs del escuadrón Skull a cargo de Rick Hunter. Un total de 25 personas participarían en la misión: la comandante de la misma, el subcomandante, los dos pilotos de apoyo, un médico, 3 operadores de la Sahara 001, 10 elementos a cargo de la recuperación y almacenaje de material, 5 mecánicos y 2 personas a cargo de comedores y demás acciones sanitarias dentro de la nave nodriza.

 

Los miembros de la tripulación habían sido citados cuando la comandante y subcomandante de la misma fueron a hacer la inspección. Lisa pudo conocer a su equipo de trabajo y ellos tuvieron la oportunidad de recibir instrucciones de la comandante. Todos se familiarizaron con los equipos que utilizarían y el lugar en donde vivirían durante 3 meses. Recibieron sus uniformes especiales para la misión, ya que debían protegerse contra la radiación y la lluvia que caía constantemente en el planeta. También recibieron algunas vacunas. Todo aquello fue tardado y ya era más de medio día cuando salieron de la base.

 

Rick se había despedido de Lisa, no sin antes comentarle lo sorprendido que estaba de que ella fuera a volar la nave de reconocimiento, a lo cual Lisa reaccionó respondiéndole con la arrogancia característica de cualquier piloto de VT que ella estaba totalmente entrenada para volar cualquier tipo de nave, que de otra forma jamás podría dar las instrucciones de vuelo desde el puente, sin saber como funcionaban las naves. Tampoco había desaprovechado la oportunidad de echarle en cara, medio en broma, que la primera vez que Rick voló un VT en la Isla Macross, ella tuvo que indicarle cómo hacerlo. Rick se había reído de todos esos comentarios, sabiendo que se los tenía bien ganados. Recordó que Lisa había sido la mejor de su generación en la Academia Robotech, claro que podía volar cualquier nave. Tal vez le faltaría experiencia, pero los conocimientos ahí estaban. Cada día que pasaba se sorprendía más y más con esa mujer. Era alguien fascinante para Rick. Todo un misterio que él sentía la urgencia de develar.

 

Rick se recargó en uno de los barandales del puesto de observación y miró hacia el exterior. Todo seguía oscuro y nublado. La lluvia continuaba… aquello era como una interminable noche lluviosa a la que seguramente seguiría un otoño largo y frío. Por alguna razón, las palabras que alguna vez Lisa le había dicho resonaron en su cabeza:

 

- Tenemos suerte, Rick… estuvimos en medio del Apocalipsis y vivimos para contarlo.

 

- ¿Y quién hubiera dicho que seríamos nosotros los encargados del nuevo génesis del planeta? – Rick pensó.

 

Rick notó con cierta nostalgia que sus pensamientos frecuentemente eran oscuros y sombríos, sobre todo desde que Roy había muerto. Hacía apenas dos años él era un joven alegre y despreocupado que viajaba de pueblo en pueblo con un circo aéreo. Lo único que ocupaba su mente eran los aviones y ganar tantos campeonatos aéreos como fuera posible. No solo era bueno para su ego y autoestima ganar esos campeonatos, sino que además ayudaba a su padre a sostener el circo.

 

- No puedo creer que ahora mi mejor amiga sea la hija de un almirante. – pensó. - ¿Qué diría mi viejo si lo supiera? Yo, Rick Hunter… un simple granjero. Jamás fui tomado en serio por nadie, creo que ni por mi mismo.

 

Recordó lo que había sucedido esa mañana en el Salón de Consejo, cuando el coronel Maistroff lo había cuestionado, echándole en cara el hecho de que él nunca había asistido a la Academia Robotech y que sus conocimientos militares eran básicos… Rick hizo un gesto cuando recordó las palabras del coronel: “… ha llegado hasta donde está por sus maniobras acrobáticas de circo.”

 

- He tratado de dar lo mejor de mí. – Rick pensó en voz alta. – Me he esforzado mucho, he dado todo lo que tengo para ser un buen piloto de la RDF… yo solo soy un granjero, un payaso que trabajaba en un circo del aire… pero he puesto el corazón en esto… volar el Skull-1 jamás ha sido un acto de circo para mí.

 

Pero luego recordó la manera en como Lisa había saltado al ruedo, defendiéndolo ferozmente: “… el teniente Hunter es uno de los mejores pilotos de combate con los que cuenta la RDF… se muy bien el valor y capacidad que ha demostrado en batalla…”

 

Rick sonrió con cierto orgullo y gratitud brillándole en sus ojos azul cobalto. Jamás pensó que Lisa fuera a enfrentarse a un coronel para defenderlo. Siempre pensó que Lisa tenía un respeto absoluto por los rangos militares y la firme creencia de que uno no cuestiona las palabras de sus superiores. Le gustaba descubrir esas nuevas actitudes en Lisa. El comprendía que viniendo de un linaje militar de 100 años, para ella no era muy fácil deshacerse de sus costumbres y prejuicios, pero lo estaba haciendo y eso le agradaba.

 

- Espero que sepas que eres una líder excelente, Lisa. – Rick pensó. – Se que no lo parece, pero el saberte ahí, vigilándome, guiándome y cuidándome cada vez que entro a combate es suficiente para mí para tener la firme certeza de que sin importar lo que pase, saldré vivo.

 

Rick recordó la imagen de Lisa en la pantalla de su VT, con su mirada dulce, triste y serena. Ella era capaz de transmitirle una paz y una seguridad que no sentía con nadie más, a pesar de sus frecuentes discusiones y diferencias de opiniones. Se sentía tan conectado con ella, que frecuentemente sabía lo que ella iba a decirle aun antes de que lo hiciera… y con ella sucedía lo mismo. Ella parecía leer su mente.

 

Rick fue sacado de su meditación por un grupo de soldados que paseaban por el parque, escuchando música de Minmai en un reproductor de CDs. Rick los miró pasar, mientras comentaban del concierto que en esos momentos se estaba llevando a cabo en la Ciudad Macross y al cual no podían asistir porque los militares aun no eran muy bien recibidos en la ciudad.

 

- ¿Concierto? – Rick pensó. - ¿Ahora mismo?

 

Las notas de una conocida canción de Minmai llegaban hasta él desde el lugar en donde los soldados se habían sentado para departir amigablemente mientras disfrutaban de unas papas fritas y la correspondiente Petite Cola.

 

“To be my love, to share my dreams, my hero, he must take me where no other can, where we will find a brand new world. A world of things we've never seen before where silver suns have golden moons. Each year has thirteen Junes. That's what must be for me... To be in love...”

 

(“Ser mi amor, compartir mis sueños, mi héroe debe de llevarme a donde nadie más pueda, en donde encontraremos un mundo totalmente nuevo. Un mundo de cosas que jamás habíamos visto antes, donde soles dorados tengan lunas plateadas y cada año tenga trece junios. Eso es lo que debe ser para mí… estar enamorada…”)

 

 

Rick suspiró, recordando un tiempo ya muy lejano cuando Minmai había cantado esa misma canción para él por primera vez. Su mente regresó a esa época donde las cosas parecían tan sencillas y la vida era simple.

 

- Debe de ser maravilloso encontrar a alguien con quien puedas compartir tus sueños, tus esperanzas, tus ilusiones… alguien con quien puedas salir a buscar mundos nuevos… debe de ser increíble el estar enamorado y ser correspondido.

 

Rick dio media vuelta y sin pensarlo mucho se dirigió al ascensor que lo llevaría directamente a Ciudad Macross. Sabía que estaba uniformado, pero no le importó. Quería ver a Minmai una vez más antes de partir.

 

- ¿Qué caso tiene, Hunter? - él mismo se reprendía. – No podrás acercarte a ella, no mientras ese perro guardián de Kyle esté cerca… y aunque lo hicieras, a ella no podría importarle menos. Jamás te ha llamado, nunca se preocupó siquiera por saber si habías sobrevivido al último ataque… cuando estuviste en el hospital fue a verte solo porque Roy se lo pidió y cuando lo hizo, simplemente se quedo dormida… ¡Pero es tan hermosa!

 

Los pasos de Rick lo llevaron hasta el anfiteatro de Ciudad Macross, el mismo en donde se había llevado a cabo el Concurso de Belleza Miss Macross. Ese era el lugar en donde todas las desgracias de Rick habían comenzado. Desde lejos pudo escuchar la voz de Minmai y sus canciones siendo coreadas por cientos de fanáticos. Decidió quedarse atrás, mirarla desde el barandal que rodeaba el anfiteatro a nivel de calle, el mismo desde donde Roy había estado viendo el concurso de belleza. Y tan pronto acabara el concierto, él se retiraría antes de que la gente notara su presencia.

 

Cuando llegó al anfiteatro, Minmai bailaba por el escenario al ritmo de “Stage fright”, sin duda una de sus canciones más famosas. La multitud enardecida aclamaba a su ídolo. Los reflectores la seguían por el escenario y ella, sonriente como siempre, se detenía a lanzar besos y recibir las flores que sus admiradores le daban. Rick sonrió soñadoramente, pensando en el tiempo en que Minmai era solo una chiquilla de quince años y todo lo que habían pasado juntos. ¡Parecía tan lejano!

 

Rick estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de que Minmai había comenzado a cantar otra canción. Cuando por fin su mente comenzó a procesar la letra de la canción, sus ojos involuntariamente se llenaron de lágrimas.

 

“I always think of you. Dream of you late at night. What do you do when I turn out the light? No matter who I touch, it is you I still see. It's touch and go but no one touches me. It's you I miss. It's you who's on my mind. It's you I cannot leave behind. It's me who's lost. The me who lost her heart, to you who tore my heart apart. If you still think of me, How did we come to this? Wish that I knew it is me that you miss. Wish that I knew it is me that you miss.”

 

(“Siempre pienso en ti. Sueño contigo en lo profundo de la noche. ¿Qué haces tú cuando apago las luces? Sin importar a quién toque, eres tú a quien todavía veo. Acaricio y me retiro, pero nadie me conmueve. Eres tú al que extraño. Eres tú quien está en mi mente. Eres tú a quien no puedo dejar atrás. Soy yo la que estoy perdida. Soy yo la que perdió el corazón, eres tu el que lo hizo pedazos. Si todavía piensas en mi, ¿Cómo es que llegamos a esto? Desearía saber que soy yo a quien tú extrañas. Desearía saber que soy yo a quien tu extrañas.”)

 

- Minmai… si eres tu la que está en mi mente… tú a la que no puedo dejar atrás. Si, fuiste tú quien me dejó atrás, con el corazón destrozado… ¿Pensarás en mí todavía? ¿Realmente te importo o te importé alguna vez?

 

Rick se dio media vuelta, sintiéndose arrepentido de haber ido hasta allá solo para ver a una persona a la que él no podría importarle menos. Se escondió en un rincón oscuro cuando un par de muchachos pasaron cerca de él. Lo último que necesitaba era meterse en líos en la ciudad y el estar uniformado entre toda esa gente no le daba confianza.

 

Fue entonces que escuchó la voz de Kyle en el micrófono. Rick cerró los ojos, no queriendo mirar a ese hombre, pero muy a su pesar su mirada se clavó en él. Estaba en el escenario, la lado de Minmai, quien sonreía a sus fans y se aferraba al brazo de su primo. Él comenzó a hablar sobre los grupos pacifistas a los que se estaba apoyando con ese concierto y sobre la ineptitud e ignorancia del ejército. Terminó su intervención con una línea de la canción que había sido la más popular en la nave desde el ataque de Dolza: “¡Mírenos remontar el vuelo! El amor lo conquista todo y ganaremos esta batalla, esta última batalla. ¡Vamos a ganar!”

 

Rick se dio media vuelta y se alejó de ahí a toda prisa, mientras detrás de él la multitud enardecida ovacionaba de pie el discurso de Kyle, y las notas de “We Will Win” comenzaban a resonar en el aire.

 

- ¡Fue una tontería el haber venido!

 

Sin más preámbulo se dirigió al ascensor que lo llevaría de vuelta a la sección militar de la nave. Por fortuna no se topó con nadie y no se metió en problemas, a pesar del uniforme. Mientras subía en el elevador, se recargó en la pared y cerró los ojos, respirando pesadamente, como si le costara trabajo hacerlo.

 

- Antes de entrar en combate, le dije que la amaba… ella vino a buscarme después, se despidió de mí con un beso y me dijo que ella también me amaba. ¿Y después qué? ¿Acaso eso no significó nada para ella? Fui yo quien le sugirió al almirante Gloval utilizar la música de Minmai como una distracción para los Zentraedi… muchos salimos a luchar, muchos perdieron la vida… pero al parecer la única heroína de esa batalla fue Minmai. ¿Y dónde quedo yo en todo esto? ¿Dónde quedamos nosotros?

 

El ascensor se abrió y Rick salió al pasillo, pero ahí mismo se detuvo. Se talló los ojos como si le dolieran, aunque en realidad estaba tratando de evitar el llanto. Ahora, que estaba tan solo y que se sentía tan vulnerable, era cuando más necesitaba de alguien quien se preocupase por él. No pedía amor, sabía que hay veces en la vida en que no se puede aspirar a tanto, pero un poco de simpatía y cariño no estarían mal. El simple hecho de saberse querido por alguien haría toda la diferencia del mundo para él.

 

Súbitamente sus pensamientos volaron hacia Lisa Hayes y su rostro apareció en su mente. Sin siquiera percatarse de ello, sus pasos comenzaron a llevarlo en la dirección del camarote de la comandante Hayes.

 

 

*******

 

 

Lisa estaba mirando a la ventana de su camarote, mientras se cepillaba el cabello recién lavado. Se había hecho el firme propósito de irse a la cama temprano, sabiendo que al día siguiente tendría que madrugar y que, como comandante de la misión, debía ser la primera en reportarse en el hangar.

 

Su mente estaba muy lejos. Esa noche había recibido una llamada del Almirante Gloval. Al principio había pensado que se trataba de alguna nueva indicación o alguna aclaración sobre la misión que tenían encima, pero en lugar de eso el almirante se disculpó por lo que había sucedido con el consejo en la mañana.

 

- Se que debí salir en su defensa, comandante. Yo siempre he tenido fe ciega en sus capacidades y sus decisiones. Las cosas han estado muy tensas con el consejo y lo último que quería era un nuevo enfrentamiento o una discusión bizantina que no nos llevaría a nada. Sin embargo yo comprendo que en estos tres meses la comunicación entre el Sahara 001 y el SDF1 puede ser difícil, quizás hasta imposible y usted, como comandante de la misión, tendrá toda la autoridad necesaria para dar las ordenes que crea pertinentes o hacer los cambios necesarios a las directrices que se le entregaron… siempre y cuando eso no afecte a la misión, por supuesto.

 

- ¿Qué quiere decir, almirante?

 

- Digamos que… yo no me molestaría si nos trajera algunos recuerdos de su viaje… no se, algunos libros o CDs por ejemplo.

 

Lisa sonrió al recordar esa comunicación y se dijo a si misma que jamás debía de dudar del almirante Gloval. Él siempre encontraba la manera de salirse con la suya.

 

Lisa tenía prendido un pequeño radio en la cocineta, pues había estado escuchando las noticias de MBS mientras cenaba y se había olvidado de apagarlo. De pronto las notas de una canción de Minmai llenaron su camarote. Ella suspiró sintiéndose frustrada. Al parecer ni siquiera en su habitación estaba a salvo de Minmai. El presentador anunció la canción como una presentación en vivo desde el Anfiteatro de Ciudad Macross.

 

- ¿Presentación en vivo? – Lisa pensó, mientras se dirigía a apagar el aparato. – Si Rick sabe de esto… seguro que ira a verla.

 

Con ese pensamiento sintió que le daban una estocada en el corazón. No sabía porqué, pero el solo pensar en Minmai y Rick juntos hacía que le doliera el alma. ¿Cómo podía ella siquiera pensar en competir contra la Señorita Macross? Minmai era joven, bonita, carismática, graciosa, en fin, era todo lo que un hombre buscaba en una mujer… era todo lo que ella no era.

 

Cuando su mano se posó sobre el radio, por más que lo intentó, no pudo lograr reunir la fuerza de voluntad suficiente para apagarlo. La canción que estaban tocando le llegaba al corazón.

 

- ¿Cómo es posible que esto me suceda a mí? – pensó. – Minmai es como una sirena que hechiza a todos con su canto.

 

“Now that I'm sure I've found the man in my life, I spend the days alone, chasing a dream. Why do I hope and pray that he will care? He never stops to see I'm even there. Why do I love him so? He lives in a cloud. Why can't he hear my heart, when it's shouting aloud? If he could only see how I feel deep inside, He might come home and stay here by my side. Here by my side...”

 

(“Ahora que estoy segura de que he encontrado al hombre de mi vida, paso los días solitariamente, persiguiendo un sueño. ¿Por qué tengo esperanzas y rezo para que a él le importe? Él jamás se detiene para siquiera ver que yo estoy aquí. ¿Por qué lo amo tanto? Él vive en una nube. ¿Por qué no puede escuchar a mi corazón, cuando le grita con fuerza? Si tan solo él pudiera ver mis sentimientos profundos, tal vez el vendría a casa y se quedaría aquí a mi lado. Aquí a mi lado…”)

 

Lisa apoyaba el peso de su cuerpo contra la barra de la cocina, sosteniéndose con sus brazos. Mantenía su cabeza agachada y su cabello lacio, recién cepillado, caía sobre sus hombros como si fuera una cascada. De pronto su cuerpo se sacudió ligeramente mientras un suspiro casi doloroso escapó del fondo de su corazón.

 

- Rick… - murmuró. - ¿Por qué no puedes escuchar a mi corazón cuando te grita con tanta fuerza? ¿Por qué no puedes venir y quedarte aquí a mi lado?

 

Casi como si lo hubiera invocado, alguien llamó a su puerta. Ella no sabía porque, pero tenía la esperanza –muy remota- de que fuera Rick, de que viniera a decirle lo mucho que le importaba, que no había ido al concierto de Minmai porque ella ya no significaba nada para él. Que ahora ella, Lisa Hayes, era la única mujer en la que estaba interesado.

 

Lisa soltó una risita burlona cuando se percató de sus propios pensamientos. Apagó el radio y se limpió los ojos con la manga de la bata de noche que estaba usando. Enseguida fue a la puerta, arreglándose el cabello de la mejor manera que pudo y asegurando su bata alrededor de su cuerpo. Cuando abrió la puerta, como salido de sus sueños, el teniente Hunter estaba frente a ella, todavía en su uniforme militar.

 

- ¡Rick! – lo saludó con sorpresa pero a la vez con alegría. ¿Qué sucede?

 

- Yo— es que… yo vine porque—

 

Rick estaba tartamudeando; con su mano se rascaba torpemente la cabeza. Sus ojos estaban clavados en Lisa, quien se veía preciosa con el cabello suelto, cayéndole sobre los hombros y aquella bata blanca con pequeñas lunas azules. Rick sintió que se estaba volviendo loco.

 

- ¿Quieres pasar?

 

- ¿Qué? No… no Lisa, gracias. Es que ya debes de ir a dormir, mañana hay que levantarse muy temprano… yo también quiero irme a descansar… yo solo… bueno…

 

- ¿Sucede algo malo, Rick?

 

- No, claro que no… nada malo. Yo solo… pues… quería darte las buenas noches… y decirte que me siento muy orgulloso de servir bajo tus órdenes en esta misión.

 

- Gracias Rick. – la voz de Lisa era suave y llena de cariño.- Significa mucho para mí.

 

- Si, bueno… entonces nos vemos en el hangar a las 0500… duerme bien y descansa, Lisa… te lo mereces y lo necesitas.

 

- Tu también Rick.

 

El teniente Hunter se sentía más torpe que de costumbre y no sabía porque. Lo único que sabía es que esos ojos verdes lo trastornaban y que el aroma de Lisa recién bañada lo hacía volverse loco… y aquella bata tampoco estaba ayudando. Trató de acercarse, trató de alejarse, trató de hacer mil cosas diferentes, lo que puso en evidencia su torpeza. Finalmente sólo se llevó la mano a la sien, presentando sus respetos a Lisa con el saludo militar, lo cual la decepciono un poco… pero no tanto como a él, quien inmediatamente se sintió como un estúpido.

 

- Buenas noches, comandante Hayes.

 

- Duerme bien… teniente Hunter.

 

Rick se dio media vuelta y se alejó de ahí. Lisa lo miró hasta que dio vuelta en la esquina del pasillo. Sonrió con tristeza y regresó al interior de su camarote.

 

- Jamás te vas a dar cuenta de que yo estoy aquí, Rick Hunter… ¿Porqué eres tan distraído y tan ingenuo? ¿Por qué te amo tanto?

 

Lisa se dirigió directamente a su cama. Quería dormir y por unas horas olvidarse de que había una misión pendiente, pero más que nada, olvidarse de que había un Rick Hunter que se la pasaba persiguiendo un sueño, un espejismo… un fantasma, sin siquiera percatarse de que ella era real… de que ella estaba ahí. ***

 

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