chapter = 16 - Epílogo
Rating = AP
Type = Adventure
fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO
por Evi
EPÍLOGO
La última vez que alguien había estado en aquel lugar todo se encontraba cubierto de bruma, bajo el manto de una lluvia eterna. Aquel lugar no había sido más que un montón de ruinas en medio de un desolado lodazal, en donde la vida había sido exterminada por completo.
Habían pasado ya más de dos años desde aquellos días y la Tierra había probado, una vez más, que era tan terca y tan voluntariosa como los valientes seres que la habitaban. Ellos estaban haciendo su mejor esfuerzo por reconstruir, por repoblar, por evitar a toda costa que la vida se extinguiera… la Tierra, por su parte, estaba haciendo lo propio y por todos lados la vida surgía en forma de plantas, de flores, de bosques completos… después del Apocalipsis, la vida se abría camino en medio de la devastación.
Lisa observaba con una pequeña sonrisa en el rostro aquel paisaje ante ella. La hierba verde se movía, tocada por el viento suave de la tarde. Los árboles habían retoñado y había parches de flores de diferentes colores en donde quiera que sus ojos se posaran. El agua fluía lenta, pero incansablemente a sus pies, por el arroyo que desembocaba en un pequeño estanque. Y frente a aquel estanque, las ruinas de la Residencia Hayes parecían un monumento, un legado en honor del valor y persistencia del ser humano. Y casi completando aquella imagen que a Lisa le parecía sacada de una tarjeta postal, un Veritech biplaza hacía guardia, impasible, la lado de la antigua mansión.
- La vida sigue su curso. – Lisa murmuró.
El sol de la tarde acariciaba su rostro, acentuando aun más sus bellos rasgos y haciendo brillar sus ojos verdes como si fueran dos esmeraldas acariciadas por el fuego. La suave brisa del verano revolvió juguetonamente sus cabellos color miel, pero a ella aquello no pareció importarle. Tan absorta estaba en el paisaje ante sí, que no parecía darse cuenta de nada más…
… hasta que sintió unos brazos fuertes cerrarse en torno a su cintura, mientras Rick la abrazaba por la espalda y escondía su rostro en su cabello, suspirando profundamente.
- ¿En qué piensas, amor?
Lisa no pudo evitar el sonreír con ternura, mientras se relajaba en el abrazo de Rick. No importaba cuantas veces lo hiciera, pero cada vez que él la llamaba “amor”, ella sentía que el corazón se le derretía inevitablemente. Puso sus manos sobre las de Rick, que se cerraban sobre su abdomen y se acurrucó contra su piloto.
- Pienso… en lo diferente que todo se ve… este paisaje es casi como el que recuerdo de mi niñez, cuando mamá todavía vivía y cuando mi padre pasaba tiempo con nosotras. ¡Todo es tan diferente a cómo era la última vez que estuvimos aquí!
- Si… - Rick recargó su barbilla en el hombro de ella y miró a su alrededor. – Entonces todo era destrucción y muerte… pero ahora… todo parece estar resurgiendo. La vida se abrió camino y la tierra nos está dando una segunda oportunidad. Las cosas sin duda son muy diferentes ahora.
- Lo son.
Lisa sonrió y cerró los ojos, mientras sus pensamientos volaban a Nueva Macross y a los recuerdos de todo lo que había sucedido en el último año… todo lo que la vida había cambiado desde la última vez que había visitado su residencia familiar. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando sintió los labios tibios y suaves de Rick besándole traviesamente el cuello. Lisa no pudo evitar un suspiro de satisfacción y la sonrisa que apareció en sus labios.
- ¡Rick…! – Lisa trató de protestar pero la risita que se escapó de sus labios la contradijo.
El capitán Hunter sonrió contra su piel y sus labios recorrieron el cuello de Lisa hasta llegar a su oreja.
- ¿Hay algún problema, Almirante Hayes?
Lisa se estremeció cuando sintió en su piel la vibración de las palabras de Rick. Giró levemente la cabeza, de manera que pudiera mirarlo al rostro, y cuándo lo hizo, los ojos azules del piloto atraparon los suyos, fascinándola con esa expresión traviesa y un poco arrogante que era tan característica de él. Lisa no contestó, sólo sonrió e hizo un casi imperceptible movimiento negativo con la cabeza.
- Me lo imaginaba…
Rick susurró las últimas palabras contra los labios de Lisa, mientras los reclamaba con apasionada ternura. Ella no intentó luchar contra aquello. Cerró los ojos y respondió al beso del capitán. Sin romper el beso, Lisa se movió de manera que quedó de frente a él y le pasó los brazos por el cuello. Él cerró sus brazos en torno al cuerpo de ella, apretándola posesivamente contra su cuerpo.
Después de unos minutos finalmente se separaron, lentamente, como si no quisieran hacerlo. Ambos suspiraron, intentando recuperar el aliento, y se miraron a los ojos, sonriendo. Ninguno de los dos hizo el más mínimo esfuerzo por alejarse del otro. Él la seguía sosteniendo firmemente contra sí, mientras ella le acariciaba distraídamente la nuca y el cabello. Rick recargó su frente en la de Lisa, sin que ninguno de ellos quisiera romper el contacto visual o la magia del momento.
- No puedo creer, - Rick habló casi en un susurro. – Que hayamos sido tan tontos como para perdernos de esto durante tanto tiempo…
- No fuimos tontos. – Lisa sonrió y su dedo índice derecho comenzó a trazar levemente el contorno del rostro de Rick, produciendo una corriente eléctrica en el cuerpo del muchacho, mientras su otra mano continuaba acariciándole el cabello. – Sólo estábamos asustados… confundidos—teníamos miedo.
- Si… - Rick sonreía, sintiendo que sus piernas se debilitaban con las caricias de Lisa. – Miedo a enamorarnos… miedo a sentir el amor… miedo a necesitar de alguien, a sentirnos amados y protegidos… teníamos miedo de ser felices, de disfrutar las cosas buenas de la vida.
- Tienes razón… habíamos vivido tanto tiempo a la sombra de la muerte, de la destrucción, del dolor y de la guerra que no conocíamos más… y el ser humano siempre le teme a lo desconocido.
Rick asintió y ella se acercó más a él, buscando su calor y su protección. Recargó su cabeza en el pecho del capitán y suspiró, mirando la antigua mansión que se levantaba orgullosa frente a ellos. Rick la abrazó con fuerza y recargó su mejilla en el cabello de Lisa, mirando hacia la misma dirección en que ella lo estaba haciendo.
- Gracias Rick… gracias por traerme de vuelta a casa otra vez.
- De nada. – su mano subía y bajaba distraídamente por la espalda de ella, cómo queriéndole asegurar que todo estaba bien. – Yo te había prometido que algún día volveríamos… y que reconstruiríamos este lugar, ¿recuerdas?
- Si… gracias por cumplir tus promesas.
- Yo siempre cumplo mis promesas, almirante.
Lisa sonrió y sus pensamientos volaron de regreso a Nueva Macross y a los eventos de los últimos seis meses… esos interminables seis meses que habían transcurrido entre el ataque de Khayron al SDF1, aquella fatídica mañana de invierno, hasta el día presente. Las cosas no habían sido fáciles para ella, aunque en realidad, siendo totalmente honestos, las cosas jamás en su vida habían sido fáciles para ella. Nuevas responsabilidades le habían sido encomendadas y de pronto, sin saber siquiera cómo o porqué, se había encontrado a sí misma detentando el rango que durante tanto tiempo había sido de su padre… una vez más había un Almirante Hayes dentro de la RDF. Aquello la llenaba de orgullo pero a la vez la aterrorizaba. Era demasiada autoridad, demasiada responsabilidad… demasiada confianza depositada en una sola persona.
Si, las cosas no habían sido fáciles… pero había algo que lo había cambiado todo. Algo que había sido su fuerza y su sustento durante todos esos meses de dolor, de reajustes y de adaptación a esa nueva vida que había comenzado tan abruptamente aquella mañana de invierno… ese algo era el amor de Rick Hunter.
- Me alegra que finalmente hayas decidido tomarte estos días libres, Lisa. – Rick parecía estar leyendo sus pensamientos. – No habías tenido descanso desde… - lo pensó un poco. – ¡Lisa Hayes, creo que en realidad nunca habías tenido descanso!
- No, creo que no. – Ella sonrió contra su pecho, tratando de llenarse los pulmones con ese aroma que tanto le encantaba, el olor del cuerpo de Rick. – Me alegra estar aquí contigo. Tú también necesitabas un descanso.
- ¡Urgentemente!
Rick rompió el abrazo y le sonrió a Lisa, al tiempo que la tomaba de la mano y la conducía a un árbol cercano, en donde se sentó sobre la hierba, recargando su espalda contra el tronco del árbol y con un movimiento de su mano le indicó a Lisa que se acercara.
Ella no objetó su invitación. Se acercó al piloto y se sentó justo entre sus piernas. Rick colocó sus brazos en torno a ella y Lisa recargó su espalda contra el pecho de él. Ambos se relajaron y suspiraron profundamente. La hierba se movía, acariciada por la tibia brisa de la tarde y el cielo azul, totalmente despejado, era surcado de vez en cuando por bandadas de aves, que se alejaban haciendo toda clase de sonidos.
- Esto es tan diferente de la otra vez, cuando todo estaba tan frío, tan devastado… y tan lluvioso. – Lisa comentó.
- Si, es verdad… la lluvia parecía que jamás terminaría. Pero finalmente volvió a salir el sol… ¡es tan hermoso!
Lisa sonrió y aunque Rick no podía verle el rostro, él sabía que lo había hecho. Así de bien habían llegado a conocerse.
- ¿Qué sucede? – Él también sonrió.
- Nada… - Lisa levantó su rostro para mirarlo a los ojos. - ¿Por qué crees que ha sucedido algo?
- Te conozco, Hayes. – Rick le tocó la punta de la nariz con el dedo índice, provocando cosquillas en Lisa, quien arrugó la nariz, mientras él se reía divertido. – Sé qué estás pensando en algo… o tramando algo.
- No puedo esconder nada de ti, ¿no es así?
- Nop… nada en lo absoluto, almirante. Entre usted y yo no existe la información clasificada. Entre nosotros sólo existe la política de transparencia de información.
- Por supuesto. – Lisa se rió. – Sólo estaba pensando en que la lluvia no era tan mala después de todo… al menos fue un buen pretexto para estar contigo en aquella noche lluviosa en Nueva Macross, ¿Recuerdas?
- Hmmm… - Rick cerró los ojos. – El té era muy bueno.
- ¿El té? – Lisa lo miró, fingiendo estar ofendida. - ¿Eso es todo lo que recuerdas de esa noche, Hunter? ¿El té?
- Bueno… eso y que tú estabas algo—
Lisa lo miró con unos ojos que le indicaron, sin ninguna duda, que en caso de no elegir bien sus palabras, aquello se convertiría inmediatamente en una corte marcial.
- … algo mojada.
La Almirante Hayes no pudo evitar soltar una risa divertida. Rick siempre sabía cómo sacarla de sus casillas… y cómo salir con la respuesta perfecta. Él la abrazó juguetonamente, sacudiéndola un poco, mientras pegaba su mejilla contra la de ella y le hablaba con ternura:
- ¡Claro que recuerdo esa noche, amor! Recuerdo cada palabra que dijimos… recuerdo cada expresión de tu hermoso rostro… recuerdo cada latido de mi corazón mientras hablábamos… ¿Crees que me olvidaría de algo así? ¿Acaso crees que me olvidaría de la noche en que supe que una mujer tan hermosa, inteligente y gentil como tú estaba enamorada de mí?
- ¡Oh Rick!
- Pues señorita Hayes, resulta que la única manera de olvidarme de esa noche es precisamente recordando otra noche aún más especial… una que pasamos en una cabaña, en aquel bosque…
Rick le guiñó el ojo y le sonrió de una manera que hizo que Lisa se sonrojara, aunque no pudo evitar el sonreír también. Rick se rió y la abrazó estrechamente contra sí. Ella se relajó en sus brazos y comenzó a jugar distraídamente con las manos de él.
- Sucedieron tantas cosas desde la última vez que estuvimos aquí. – ella comentó distraídamente. – A veces todavía despierto por la noche pensando que todo esto… es un sueño.
- Es un sueño, Lisa. – Rick le besó la mejilla. – Al menos para mí ha sido un sueño… pero uno real… porqué tú eres real. Lo más real que hay en mi vida. Sólo lamento que me haya tomado tanto tiempo el darme cuenta de ello.
Ella sólo sonrió y Rick comenzó a besarle la línea de la mandíbula, hasta llegar a su oreja. Lisa se limitó a cerrar los ojos y dejarse consentir. ¡Había soñado con aquello tantas veces! Y ahora que Rick estaba con ella, que era suyo y solamente suyo, ella había jurado que no desaprovecharía ningún minuto, ningún segundo que pudiera pasar a su lado. Pues cada momento al lado de él era un momento que le robaba directamente al paraíso.
- ¡Me gustas tanto, Lisa! – Rick le susurró al oído. - ¡Te amo tanto!
- ¡Y yo a ti, amor!
- Cuando recuerdo esos tiempos en los que ambos estábamos tan cerca… pero nos tratábamos de mantener tan lejos… siento rabia al pensar en todo el tiempo que desperdiciamos… en toda la felicidad que dejamos pasar…
- Supongo que las cosas pasan cuando están destinadas a suceder…
- Tal vez… pero aún me preguntó que hubiera sucedido si ambos hubiéramos sido más sinceros aquella noche lluviosa… ¿Qué tan diferentes hubieran sido las cosas?
- No lo se…
Inconscientemente ambos comenzaron a recordar aquella noche y todo lo que había sucedido entre ellos desde el momento en que habían llegado a casa de Rick, después de que él la había ido a buscar a casa de Claudia.
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Habían pasado meses desde la última vez que Lisa había estado en casa de Rick. Durante todo ese tiempo él había tenido un sentimiento de vacío y pérdida que sin embargo no lograba comprender. Su casa se sentía fría, había perdido la calidez y el sentimiento de hogar. Ahora era sólo un refugio, un lugar en donde comer y dormir… nada más. Pero la presencia de Lisa en su casa aquella noche le había devuelto el calor y la había vuelto hacer sentir acogedora.
Para Lisa el estar una vez más en casa de Rick después de tantos meses le hacía tener sentimientos encontrados. Por un lado la alegría de estar ahí con él aquella noche… por el otro, el pensar en el motivo por el que ella se había mantenido ausente y distante todo ese tiempo… Lisa recordó la última vez que había estado en aquel lugar… y lo que había visto.
Rick le indicó que se sentara en la sala mientras él preparaba el té. Lisa tuvo el impulso de ir con él a la cocina, pero se detuvo al recordar que aquel ya no era un lugar en donde ella pudiera moverse con libertad. Escuchó a Rick buscando la tetera en la alacena y tuvo que morderse la lengua para no indicarle que buscara en el anaquel inferior, a la izquierda. ¡Así se bien conocía su espacio! Lisa miró alrededor y se percató de que aquel lugar, aunque limpio y ordenado, se sentía frío y extraño… se sentía tal y cómo su propia casa.
El tiempo que Rick estuvo en la cocina, ella lo pasó tratando de preparar algún discurso en su cabeza, una manera de revelarle sus sentimientos a Rick y terminar de una vez por todas con esa incertidumbre que le estaba corroyendo el pecho.
- ¿Qué podría decirte para hacerte comprender, Rick? Si lo único que se es que te amo… que siempre lo he hecho… y que siempre lo haré. – Lisa había pensado.
Rick entró a la sala con dos tazas de té y le entregó uno a ella. Se sentó a su lado, en el sofá y le dio un trago a su bebida. Aquel té era realmente bueno y él tuvo que admitirlo. Sin embargo Lisa no parecía interesada en probar su bebida. La observaba con cuidado, sin tomarla. Al parecer incluso la presencia de Rick le era indiferente en esos momentos. Estaba demasiado absorta en sus propios pensamientos.
- ¿Te sientes bien? – él le preguntó con sinceridad. – Te ves un poco… pálida.
- Estoy bien.
Lisa sabía que aquello era consecuencia del vino. Ella no estaba acostumbrada a beber de esa manera y se sentía algo mareada. Rick la observaba insistentemente, tratando de descubrir el motivo de su malestar y pensando que hacía mucho tiempo que no había tenido un momento privado con ella. Desde aquella mañana, en que ella le había entregado sus fotografías habían sido pocos los momentos que habían compartido juntos. Generalmente habían sido conversaciones impersonales en la base, durante algún receso o charlas en el teleférico o en el elevador en un par de ocasiones en las que habían coincidido. Pero desde aquel día jamás habían vuelto a comer juntos, ni siquiera a tomar café juntos… mucho menos se habían visitado.
Rick no sabía cómo acercarse a Lisa después de que ella le había devuelto las llaves de su casa. Había querido ir a ella y preguntarle sus motivos, pero siempre le había faltado el valor… y el tiempo. Porque era indiscutible que las actividades de ambos habían sido un factor determinante en el deterioro de su amistad.
Rick recordó que el único momento de privacidad que ambos habían tenido en esos meses había ocurrido en la nave de Breetai, cuando ella lo había invitado a tomar té a su habitación porque quería decirle algo… algo que en aquella ocasión había quedado en el aire.
- Lisa… yo—quería pedirte perdón. Creo que me extralimité esta mañana y actué como un tonto. Estaba cansado y un poco molesto, pero no tenía derecho a hablarte como lo hice y lo lamento.
La disculpa de Rick sonó sincera y sentida y Lisa no tuvo el valor de verlo a los ojos. Sólo asintió con la cabeza e hizo tiempo, tomando un poco de su té.
- No te preocupes Rick… yo también tengo que pedirte disculpas por lo que ocurrió con Minmai… acepto que me comporté como una arpía y—y me extralimité en mi autoridad al enviarte tras Khayron cuando ya habías cumplido tu misión. Lo siento mucho y espero que puedas disculparme.
- Ya pasó. – Rick respondió. – Debemos dejar el pasado atrás.
Lisa lo miró. Él se había recargado en el respaldo del sofá y tenía su vista clavada en el muro frente a ellos. Ella sabía que estaba recordando los eventos de aquel día y a Minmai. Pero en realidad Rick se preguntaba los motivos que Lisa tendría para actuar de esa manera aquella mañana. ¿Estaría acaso celosa?
“Dile lo que sientes”. Las palabras de Claudia resonaban una y otra vez en la cabeza de Lisa, pero ella no podía reunir el valor que le hacía falta para hablar con Rick y revelarle sus verdaderos motivos y sus sentimientos. Se maldijo a sí misma por haberle pedido a Claudia que le sirviera vino esa noche… tal vez si estuviera más sobria podría pensar mejor las cosas y decidir que hacer. Sin embargo sabía que durante años de sobriedad jamás había podido dar el paso definitivo que la acercaría a Rick, o la apartaría de su lado para siempre.
- Se que ha pasado mucho tiempo y que las cosas entre nosotros no han estado muy bien últimamente, - se escuchó a sí misma decir. – Pero Rick… solo quiero que sepas que… que a pesar de todo…
- ¿Si? – Él se inclinó hacía ella con interés.
- Yo… yo—
Lisa miró a Rick al rostro y pudo ver un brillo en su mirada… un fuego que hacía mucho no veía en aquellos ojos azules que la fascinaban y la atemorizaban tanto.
- … yo te—te he extrañado mucho.
La capitana Hayes inmediatamente se arrepintió de sus palabras. No era eso lo que había querido decir, sin embargo era lo mejor que había podido. Rick asintió con la cabeza, sintiéndose decepcionado de lo que acababa de escuchar.
- Yo también te he extrañado mucho, Lisa… la casa se siente muy vacía sin ti.
Lisa dejó su taza de té sobre la mesita y se recargó en el respaldo del sofá, ladeándose un poco para observar a Rick de frente. Se sentía un poco adormilada y mareada y deseaba que él no se diera cuenta de su estado. Rick continuaba con su vista fija en el muro frente a él mientras seguía hablando:
- A veces cuando voy a la ciudad recuerdo cuando íbamos juntos y todo lo que nos divertíamos… últimamente he estado comiendo sólo en la base, pues Max y Miriya están muy ocupados con su bebita y con todo lo demás. Te he extrañado, Hayes… he extrañado a mi amiga.
- A su amiga, - Lisa pensó. – Sin duda eso es todo lo que puedo llegar a ser para él… aunque después de la manera en que me he comportado con él últimamente, creo que tengo suerte de que él todavía me considere su amiga.
- ¿Qué sucedió con nosotros, Lisa? – Rick suspiró e imitando a la capitana, se movió un poco en el sofá para quedar de frente a ella.
- No lo se. – esa era la única respuesta que ella podía proporcionarle.
- Yo tampoco… pero—a veces pienso y siento que me gustaría rescatar lo que alguna vez tuvimos. ¿Recuerdas los buenos amigos que éramos? ¿Tú crees que aun estemos a tiempo de rescatar un poco de eso?
- Seguimos siendo amigos, Rick… simplemente nos hemos distanciado un poco.
- Tal vez, pero esa es la cosa… no quiero estar distanciado. Te necesito, Lisa… necesito que alguien me mantenga con los pies bien puestos sobre la tierra… necesito tus palabras siempre oportunas, tus consejos… incluso necesito nuestras discusiones… extraño aquellas veces en que cenábamos juntos, compartiendo las experiencias del día… me gustaría ir contigo a comprar mi despensa, como solíamos hacerlo… extraño hablar contigo por teléfono en la madrugada, sólo para decirte que no puedo dormir o que vi algún programa interesante en la televisión. ¿Recuerdas cómo eran las cosas entonces entre nosotros?
- Jamás las he olvidado, Rick… yo también extraño todo eso.
- Y si ambos lo extrañamos… ¿Qué sucede con nosotros?
- Quisiera saberlo…
Ambos guardaron silencio y estuvieron un momento mirándose a los ojos, tratando de escudriñar en ellos las respuestas que simplemente no tenían a tantas preguntas que se negaban a ser formuladas.
- Te necesito en mi vida, Lisa. – La voz de Rick fue apenas audible. – Siempre has sido mi mejor amiga… y aunque se que no he sido el prototipo del amigo ideal, quiero que sepas que te quiero… que me importas mucho… y que me gustaría que me dieras una segunda oportunidad… quisiera volver a intentarlo, volver a ser tu amigo, Lisa… quisiera que dejáramos de pelear y de discutir… que volviéramos a compartir tiempo juntos como antes… ¿Crees que podamos hacerlo? Yo estoy dispuesto a intentarlo.
Lisa lo miró insistentemente a los ojos por un momento que para Rick fue una eternidad. Él esperaba que respondiera de inmediato a su oferta de paz, pero ella parecía estarlo pensando y eso lo alarmó un poco. Rick no podía estar seguro, pero por un momento le pareció ver los ojos de la comandante humedecerse levemente.
- Rick… - finalmente ella respondió en un susurro. - ¿Por qué ahora?
El capitán Hunter bajó la mirada, apenado. Él comprendía perfectamente lo que ella le estaba tratando de decir. Las últimas semanas no habían sido fáciles para ellos y él sabía que se había comportado muy mal con ella, inconsciente e incluso conscientemente. Había hecho todo lo que había podido para hacerla enojar, para molestarla… incluso para herirla.
Y lo peor es que no tenía excusas, no sabía porqué lo había hecho… no sabía porqué había invitado a Vanessa a desayunar esa mañana, no sabía porqué le había arrojado aquel informe a Lisa, sin permitirle siquiera hablar; no sabía porqué había cuestionado sus planes durante la operación para rescatar a Minmai o porqué había argumentado en contra de sus órdenes… no sabía porqué había dedicado aquel saludo militar a Minmai aun cuando Lisa, su oficial superior, estaba presente… lo único que sabía es que después de haber hecho cada una de esas cosas, su corazón le había reclamado… y él se sentía mal por todo ello.
- ¡Demonios, Lisa! – Pensó. - ¿Por qué las cosas tienen que ser así entre nosotros? ¿Por qué me enfureces tanto? ¿Por qué me enterneces tanto?
- Si me estás diciendo todas estas cosas sólo porque te sientes mal por lo que ocurrió esta mañana—
- ¡No es sólo eso! – Él la interrumpió. – Es… es todo lo que ha sucedido. No se que pasa entre nosotros, Lisa… pero yo te he extrañado mucho.
Lisa bajó la mirada y Rick la observó con interés, tratando de leer en su rostro sus pensamientos. Cuando Lisa levantó sus ojos de improviso, él se sobresaltó un poco, pues lo descubrió mirándola insistentemente.
- ¿Por qué fuiste a buscarme a casa de Claudia esta noche? ¿Por qué saliste de tu casa en medio de esta tormenta, Rick? ¿Por qué precisamente hoy?
Fue su turno de bajar la mirada… quería decirle la verdad, que no era sólo el hecho de que se sentía mal y estaba arrepentido de su actitud y su comportamiento. Quería decirle que la verdadera razón detrás de sus actos eran las palabras que Vanessa le había dicho aquella mañana… que ella, la capitana Lisa Hayes, estaba enamorada de él. Rick quería verla a los ojos y descubrir algún indicio, alguna señal… algo, cualquier cosa que le confirmara aquella declaración. Pero lo único que veía en los ojos de ella esa noche era incertidumbre y tristeza.
Al no obtener respuesta, Lisa volvió a pensar lo peor. Minmai había aparecido momentáneamente en la vida de Rick y como una estrella fugaz, nuevamente se había retirado. Ahora él volvía a sentirse solo y regresaba a buscarla a ella, porque sabía que sin importar lo que pasara, Lisa siempre estaría ahí para recoger los pedazos de su corazón cada vez que la Señorita Macross se lo rompiera. Era el eterno ciclo que se repetía una y otra vez.
- Si me estás diciendo todo esto sólo por lástima o por—
- ¡No es eso!
Rick la interrumpió de una manera más agresiva de lo que él hubiera querido, pero enseguida su tono de voz se suavizó.
- Entiendo que estés enojada conmigo, Lisa… tienes todo tu derecho. Yo también me he sentido bastante enfadado contigo últimamente… jamás has sido una persona con la que se pueda convivir fácilmente… pero yo tampoco he sido el oficial más amable del SDF1… pero a pesar de todo, me gusta estar contigo… y cada vez que me haces enojar, cada vez que me siento furioso contigo, recuerdo los buenos momentos y—y extraño esos días. ¡Te extraño a ti!
- Yo también te extraño, Rick. – Lisa susurró.
Los ojos de ambos se encontraron y por un momento se perdieron en la mirada del otro. ¡Hacía tanto tiempo que no estaban juntos de esa manera! ¡Tanto tiempo desde la última vez que habían hablado sin discutir! El estar ahí juntos esa noche se sentía bien… se sentía correcto. Lisa pasó saliva y respiró profundamente. Sentía que el sueño se le estaba cargando en los párpados y que la cabeza le daba vueltas y no sabía si era el efecto del alcohol o la cercanía con Rick.
- ¿Entonces? – Rick preguntó después de un momento. - ¿Crees que podemos hacerlo, Lisa? ¿Crees que podemos recuperar la amistad que un día tuvimos?
- No va a ser fácil.
- Pero estoy dispuesto a intentarlo.
Lisa bajó la mirada. Rick le estaba ofreciendo una tregua… la oportunidad de enmendar los errores, de trabajar juntos para reconstruir esa amistad que alguna vez había existido y que ambos se habían dedicado a destruir durante las últimas semanas. No podía hablarle en ese momento del amor que sentía por él, aquello estaría totalmente fuera de lugar. Él quería una amistad… ella no podía ofrecerle amor a cambio. Lo único que conseguiría con eso sería alejarlo una vez más. Sin embargo aquello ya era un paso adelante… debía aceptar lo que él le ofrecía. Ya después tendría la oportunidad de demostrarle sus verdaderos sentimientos. Pero aquello era un buen principio.
- Yo también quiero intentarlo. – Lisa finalmente respondió, mirándolo a los ojos. – Yo también quiero recuperar nuestra amistad, Rick… tu bien sabes cuanto me importas y lo mucho que aprecio todo lo que has hecho por mí. Te pido disculpas por mi comportamiento de las últimas semanas… se que cometí errores y lo siento…
- No te preocupes, Lisa… yo quiero que comencemos en cero. ¿Qué dices? ¿Amigos?
Rick le extendió la mano a Lisa y ella le sonrió, tomando la mano que él le ofrecía y estrechándola con fuerza.
- Amigos…
Rick le devolvió la sonrisa y suspiró con cierto alivio. Una vez más, ambos se perdieron en la mirada del otro. Aquel apretón de manos se alargó por más tiempo del requerido. Era obvio que ambos querían decir algo más, pero ninguno tuvo el valor para hacerlo. Al final, fue Rick el que atrajo a Lisa hacia él de una manera bastante imprevista.
- ¡Ven acá! – le dijo, abrazándola con cariño. - ¡Te extrañé, Hayes!
- Y yo a ti, Hunter. – ella le contestó, cerrando los ojos y acurrucándose contra el pecho de Rick.
Por unos momentos ambos se quedaron inmóviles, Rick sosteniendo a Lisa, abrazándola contra su pecho y ella, con los ojos cerrados, escuchando el latir de su corazón. Finalmente Lisa rompió el encanto del momento, apartándose un poco de él.
- Se hace tarde, debo irme… mañana tenemos que reportarnos temprano y—
- ¡Espera! – Rick la silenció. – La tormenta aun no ha amainado y no pienso dejarte salir de esta casa con este clima… además no te ves muy bien… ¿Por qué no te quedas un poco más y descansas un rato mientras la lluvia cesa un poco?
- Rick… no quiero causarte molestias y tú…
- ¡Ninguna molestia! – él la tomó por los hombros y la volvió a estrechar contra sí. - ¡Vamos, descansa un poco!
Rick estaba recargado contra el respaldo del sofá y Lisa posó su cabeza en el pecho del muchacho y cerró los ojos. Él comenzó a frotarle la espalda con cariño, mientras ella sentía que comenzaba a relajarse en su abrazo. ¡Hacía tanto que no había estado en los brazos de Rick de esa manera! Miles de recuerdos se agolparon en su mente… recuerdos de los buenos tiempos cuando su amistad había florecido y se había hecho fuerte y profunda. Esos tiempos que ambos deseaban recuperar.
- Estaba pensando, - Rick habló después de un momento. – Deberíamos salir un día de estos… muchas veces quise invitarte a cenar a un restaurante bonito… pero jamás pudimos hacerlo… ¿No te gustaría?
- ¡Claro! – Lisa sonrió ilusionada.
- No se… quizás también podríamos salir de vez en cuando… ya sabes, a alimentar a las palomas en el parque… o a tomar un café en el Café Seciele, hace mucho que no voy por allá… tengo ganas de—
- Un café expreso con una buena rebanada de pastel de zanahoria. – Lisa recordó lo que él siempre pedía cuando iban a ese lugar.
- ¡Claro! – Rick sonrió, al percatarse de que a pesar de todo, ella seguía recordando aquellos detalles. – Y un moka con una rebanada de pay de queso para la señorita Hayes.
- ¡Que rico! – Lisa sonrió contra el pecho de Rick.
Rick comenzó a pensar en las posibilidades… enseguida vino a su mente un bosquecillo que había sobrevolado no hacía mucho en uno de sus patrullajes. Seguramente a Lisa le gustaría visitarlo. Hizo la nota mental de que al día siguiente pasaría a revisarlo, y si veía que todo estaba en orden en aquel lugar, invitaría a Lisa… después de todo ambos tenían el siguiente día libre. Dejó escapar una risita al percatarse de que, inconscientemente, jamás había dejado de revisar las asignaciones de Lisa.
El capitán Hunter iba a comentarle algo a ella sobre la posibilidad de pasar el día libre juntos, pero cuando miró hacia abajo, se dio cuenta de que Lisa estaba profundamente dormida.
- Claudia no debió de haberle dado vino. – Rick pensó. - ¿Por qué estaría bebiendo Lisa? Que yo sepa, ella no es precisamente una bebedora social… ella es más del tipo de agua mineral y jugo de manzana. – Sonrió al recordar la bebida favorita de la comandante. – Bueno… tal vez estaban celebrando algo.
Sin poderse contener, Rick apartó unos mechones de cabello de la frente de Lisa y se inclinó para besarla cariñosamente en la frente.
- ¡Lisa Hayes! – murmuró. - ¡Tan hermosa como siempre! ¿En dónde se había metido, capitana?
La contempló por largo rato. Siempre le había gustado verla dormir, se veía tan bella y tan relajada… y siempre le había gustado sostenerla en sus brazos de esa manera. Siempre se sentía tan suave, tibia y siempre olía muy bien. Rick suspiró profundamente y sin poder evitarlo, acarició los labios de Lisa con la yema de su dedo.
- ¿Será cierto lo que Vanessa me dijo? ¿Podrá ser cierto… que tú me amas?
Rick se inclinó sobre ella, con cuidado, tratando de no perturbar su sueño. Sus ojos se entrecerraron y sin poderse contener, comenzó a buscar los labios de Lisa con los suyos. ¡Hacía tanto que deseaba besarla! Pero así, en la intimidad, sin público y sin que fuera una orden… pero cuando sus labios apenas rozaron los de la capitana, él se detuvo y se alejó al tiempo que en su rostro aparecía una expresión de dolorosa frustración.
- ¡Pero no así! – se dijo a sí mismo. - ¡No de esta manera!
Cerró sus brazos en torno a Lisa, acunándola contra su pecho en un gesto protectivo y cariñoso. Se acomodó contra el brazo del sofá, sobre los cojines, de manera que ella pudiera descansar con comodidad en su pecho. Luego entrecerró los ojos y decidió que aquella noche Lisa se quedaría con él. No pensaba despertarla… antes bien, él pensaba cerrar sus ojos y descansar… mientras trataba de descifrar los misterios y enigmas de esa mujer que sostenía en sus brazos esa noche. Esa mujer que lo fascinaba, lo enfurecía, lo enternecía, lo hacía perder los estribos, lo emocionaba… aquella mujer que lo volvía loco de más maneras de las que él mismo podía comprender. Ese enigma llamado Lisa Hayes.
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Lisa y Rick sonreían al recordar los eventos de aquella noche. Sentados debajo del árbol, en aquella pequeña colina frente a la residencia de los Hayes, aquellos recuerdos de esa noche lluviosa parecían lejanos.
- Recuerdo que cuando desperté en tus brazos la mañana siguiente, no sabía qué había sucedido… ni siquiera sabía en dónde estaba o cómo era que había llegado hasta ahí. – Lisa le dijo.
- Si… después de tanto tiempo de peleas y discusiones, también para mí fue una sorpresa el despertar con esta preciosidad de mujer en los brazos.
- ¡Oh Rick! – Lisa se sonrojó.
- Ambos estábamos muy felices ese día. – Rick le besó la frente. – Recuerdo que desayunamos juntos, pasamos a tu casa a que te pusieras tu uniforme, nos fuimos a la base juntos… y cuando volví del patrullaje comimos juntos.
- Si… nos pusimos de acuerdo para nuestra salida del día siguiente.
El rostro de Rick se ensombreció al recordar lo que había sucedido el día siguiente. Lisa lo notó y enseguida intentó cambiar de tema. Las cosas habían sucedido como debían suceder… ya no era hora de seguir sufriendo por todo aquello que ya había quedado tan atrás. Ella había decidido vivir cada día al tope, sin angustiarse por el pasado. Durante años ambos habían dejado que sus fantasmas y sus miedos los dominaran… pero ahora era el amor el que debía guiar sus vidas. ¡No más lágrimas y no más sufrimientos!
Lisa dio media vuelta y sin advertencia previa, se dejó ir sobre Rick, haciéndolo caer de espaldas sobre la hierba que se movía levemente, acariciada por el viento tibio de aquella tarde. Ella cayó sobre él, riendo juguetonamente y buscando sus labios. Los ojos de él se abrieron sorprendidos con aquel intempestivo ataque, pero enseguida decidió que no iba a luchar contra ella… después de todo sería insubordinación el resistirse a los deseos de una almirante. Cerró los ojos y se entregó a Lisa, quien lo besaba con amor, poniendo todo lo que tenía en aquel beso.
Cuando, después de varios minutos, se separaron, Rick entreabrió sus ojos, respirando agitadamente, tratando de recuperar el aliento, y miró a Lisa, quien le sonreía con ternura. Él le devolvió la sonrisa y su mano acarició levemente el cabello de ella.
- ¿Cuál fue el motivo de tan inesperado ataque, almirante?
- Los almirantes no necesitamos motivos. – Lisa le guiñó el ojo coquetamente y se inclinó para besarlo levemente en los labios. – Nosotros sólo damos órdenes.
- Es extraño… no recuerdo haber escuchado ninguna orden.
- Tal vez no estaba poniendo la atención debida, capitán… pero en todo caso, ahora le estoy dando una orden directa.
- ¿Y cuál orden sería esa, mi estimada almirante Hayes? – Rick sonreía divertido, acariciando el rostro de Lisa.
- Capitán… - Lisa clavó sus ojos verdes en los suyos, mirándolo profundamente con esa mirada de fuego que siempre lo hacía estremecerse. – Le ordeno que me bese… y más le vale que la orden sea cumplida correctamente, porque de lo contrario—
- ¿Me enviará al calabozo?
Rick habló, al tiempo que intempestivamente tomaba a Lisa por la cintura y la hacía rodar por la hierba, de manera que ahora fuera él quien quedara sobre de ella. Lisa gritó, a la vez sorprendida y divertida por lo imprevisto de la reacción de Rick. Pero antes de que pudiera responderle a su cuestionamiento, los labios del Capitán Hunter ya habían encontrado los suyos.
Ambos se entregaron a aquel beso. Rick sostenía el peso de su cuerpo sobre su brazo izquierdo, mientras su mano derecha acariciaba el costado de la almirante. Lisa por su parte, acariciaba la espalda del piloto con una mano, mientras que los dedos de la otra se enredaban en el cabello del muchacho. El suave sonido del viento al colarse entre los árboles y la hierba, y el ocasional ruido de los pájaros que sobrevolaban el lugar eran los únicos sonidos que interrumpían la paz y la calma de aquel momento.
- ¡Lisa…! – Rick susurraba vehementemente contra sus labios. - ¡Te amo!
- ¡Y yo a ti, Rick! – Lisa respondía, al tiempo que atraía al capitán nuevamente contra sí para continuar con aquel beso.
Cada vez que ella se encontraba en los brazos de Rick de aquella manera, no había defensa posible, ella no podía oponer resistencia. La orgullosa almirante Hayes se rendía por completo a los deseos de aquel joven y arrogante piloto, el único hombre que había sido capaz de penetrar todas sus defensas, de destruir sus murallas y derretir el hielo que durante tanto tiempo había mantenido aprisionado a su corazón.
Cada vez que él la abrazaba, una paz profunda le embargaba el corazón y la hacía sumergirse en un mar de sentimientos y sensaciones que sólo él sabía provocar en ella con el más mínimo toque de sus labios y de sus manos sobre su piel… aun más, una simple mirada de esos ojos azules era capaz de enviarla a la luna y de regreso. Era Rick Hunter y sólo él quien hacía correr la sangre en sus venas, quien hacía fluir la vida en su cuerpo.
Lisa no tenía defensas posibles ante él; estaba indefensa en sus brazos, totalmente entregada a su amor. Pero Rick sabía como tratarla, con ternura y cariño, pero a la vez con el amor apasionado y profundo que sentía por ella.
Él jamás pensó que llegaría a sentir esos sentimientos por alguien… porque al amar a Lisa él se había encontrado a sí mismo… él se había entregado totalmente a ella, en cuerpo, alma y espíritu, él le pertenecía exclusivamente a ella, era suyo. Él sabía que ahora que la había encontrado, no podía vivir sin ella. Lisa era su razón de vivir, su motivo para abrir los ojos cada mañana; era ella el porqué de su vida… cada latido de su corazón, cada bocanada de aire, cada parpadeo, cada pensamiento, todos le pertenecían a ella. Él sólo vivía por ella y para ella. Lisa era su vida entera, alguien que había llegado a ser tan importante para él, que ahora se había vuelto indispensable… “como el aire que respiró”, - pensó Rick.
Ambos se separaron después de aquel beso en el que habían puesto su alma y su vida entera. Rick escondió su rostro en el cuello de ella y Lisa lo acarició con ternura y cariño, mientras ambos trataban de recuperar el aliento y normalizar su respiración. Después de unos segundos, Rick se levantó un poco, para contemplar el rostro de esa mujer que se había convertido en el amor de su vida. Su respiración aun estaba un poco agitada y ella le sonrió cariñosamente, apartándole el cabello de la frente.
- ¿En qué piensas, amor? – ella lo cuestionó con esa voz tierna que sólo él conocía.
- Pienso en ti… - Rick se inclinó para besarle la frente. – En lo dulce que es beber de tu aliento y lo hermoso que es escuchar el murmullo de tu respiración.
Lisa lo miró a los ojos, sonriendo conmovida. Rick podía ser un romántico incorregible cuando se lo proponía… ese era un aspecto de él que ella apenas estaba descubriendo y aquello le encantaba. Rick la contemplaba extasiado, preguntándose en silencio, por milésima vez, por qué había desperdiciado tanto tiempo… por qué había estado tan ciego durante todos esos años… pero sobre todo, recriminándose todo el sufrimiento que le había causado a Lisa y prometiéndose una vez más, que iba a pasarse la vida entera compensando ese sufrimiento con amor… con todo el amor que sentía por ella.
Lisa sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas cada vez que él la miraba de esa manera, con una sonrisa llena de ternura y con ese fuego ardiendo en sus ojos… en esos momentos entre ellos hablaba el amor. ¡Había tantas promesas en esa mirada!
- Lisa Hayes… ¿Qué me hiciste?
Rick habló con una voz llena de amor y de pasión, mientras acariciaba con ternura el rostro de ella. La ternura de su caricia contrastaba con la pasión que ardía en sus ojos.
- ¡Te amo, Lisa! ¡Te adoro! Me gustas tanto… ¡Eres tan bella, tan perfecta y tan hermosa! Por dentro y por fuera…
- ¡Yo también te amo, Rick Hunter!
Ella puso su mano en la mejilla de Rick, atrayéndolo hacia sí para besarlo levemente en los labios. Rick sonrió y cuando se separaron, se alejó de ella, no queriendo incomodarla con el peso de su cuerpo. Se incorporó y se sentó en la hierba, al tiempo que Lisa también se incorporaba. Ella se movió hasta quedar a espaldas del piloto y lo abrazó alrededor de los hombros, recargando su barbilla en su hombro. Rick sonrió de oreja a oreja. Le encantaba sentirse así, completamente rodeado por ella. Lisa lo besó en la mejilla, mientras el aire jugueteaba con sus cabellos.
Lisa pensó que aquella escena no podía ser más perfecta… que el estar ahí en ese momento y con Rick era lo más correcto. Estaba de vuelta en su antigua casa, pero esta vez con el hombre a quien amaba… y quien la amaba de una manera que jamás creyó posible. Esas ruinas de la vieja propiedad familiar guardaban para ella recuerdos de los buenos tiempos pasados al lado de sus seres queridos, pero también guardaban recuerdos tristes, de despedidas y de promesas no cumplidas.
Para Lisa el estar ahí con Rick era como cerrar un ciclo. Era volver a casa y descubrir, por fin, que las cosas habían caído en su lugar. Que la vida, aunque no es perfecta, no tiene porque ser dolorosa. Estar ahí con Rick era una manera de enfrentar sus fantasmas y las sombras del pasado y exorcizarlas, alejándolas para siempre de su vida. El estar ahí con el amor de su vida era una manera de volver a su padre y a su madre y dejarles saber que – al fin – ella estaría bien, porque estaba con él.
Aunque aun había luz de día, el cielo comenzaba a adquirir un tono cobalto que hacía resaltar la enorme luna llena que había aparecido sobre el horizonte. Era una tarde magnífica.
- Aquel día, bajo los restos del SDF1 me prometiste las estrellas, Rick… me prometiste que algún día llegaríamos juntos.
- A las estrellas juntos… a las estrellas y más allá. – Rick sonrió al recordar sus palabras.
- Así es… pero lo que nunca me dijiste fue que cumplirías esa promesa tan pronto.
Rick sonrió y ladeó un poco su rostro para mirar a Lisa a los ojos.
- ¿Crees que la he cumplido?
Los ojos verdes de Lisa brillaban con esa luz que solamente Rick podía producir en ellos; ese brillo tan especial que sólo él conocía, porque era suyo y de nadie más. Era el fuego que su amor producía en lo más profundo de ella.
Lisa recordó aquel fin de semana que habían pasado en una pequeña cabaña de madera en un bosque no muy lejos de Ciudad Monumento… aquella había sido la primera vez que habían estado juntos en su intimidad y era un recuerdo que ninguno de los dos podría olvidar mientras vivieran. Si había un cielo, probablemente era muy parecido a ese fin de semana en el bosque.
- Si… - ella le sonrió provocativamente. – Y con creces…
- Bueno, almirante Hayes, - Rick se puso de pie y le ofreció las manos a Lisa para ayudarla a levantarse. – estamos aquí… tenemos una semana de absoluta libertad… somos las únicas personas en kilómetros a la redonda y no tenemos nada que hacer más que dedicarnos él uno al otro.
Rick había puesto sus brazos en torno a la cintura de Lisa y la había atraído hacia él, mientras que ella instintivamente había deslizado sus brazos alrededor de su cuello.
- Así es, capitán Hunter… ¿Le importaría darme un reporte del estado de esta misión?
- Hmmm… - Rick pegó su frente contra la de ella, mirándola a los ojos y comenzando a moverse lentamente casi como si estuviera bailando con ella. - ¿Por qué decírselo si puedo mostrárselo, almirante?
Lisa sonrió, esa sonrisa lenta que Rick adoraba; esa sonrisa que parecía alumbrar el universo e iluminar su mundo entero… esa sonrisa a la que él jamás podía evitar responder con otra sonrisa… o con un beso.
El tiempo de dudar, de temer y de sufrir ya había quedado atrás. La guerra, la pérdida de sus seres queridos, la destrucción de su planeta, el dolor y la tragedia habían marcado sus vidas durante mucho tiempo. Pero ahora estaban juntos, ahora por fin se habían dado cuenta de que el corazón necesita un hogar y que ellos eran el hogar el uno del otro, un refugio, un faro, un ancla en la vida del otro. Por mucho tiempo habían temido abrir sus corazones, permitir que el amor fluyera, que el amor sanara tantas heridas que ambos llevaban en sus almas.
Pero todo había cambiado una fatídica mañana en la que Lisa se había ido a despedir de Rick, a decirle que era su destino volar a las estrellas… y que era un destino que iba a cumplir… aunque eso significara tener que decirle adiós y alejarse de él, otorgarle una libertad que él no deseaba, porque su vida sin Lisa – ese día lo comprendió – no era vida. Aquel día el mundo cambió para ellos… pero entre las cenizas y las ruinas de un mundo que una vez más había sido devastado, ellos encontraron el amor.
El amor… un amor tan poderoso, que se había convertido en la vida que fluía en sus venas a cada momento del día. Un amor en el que confiaban ciegamente, en el que creían de tal manera que se había convertido en su única fe. Un amor que los había hecho entregarse el uno al otro sin miedos, sin reservas y sin límites. Un amor tal, que si por él exigieran el sacrificio de su vida misma, ni Rick ni Lisa dudarían en entregarla el uno por el otro.
Ahora Rick conocía una verdad innegable, el amor de Lisa era la fuerza que había sido capaz de despertar al héroe que él llevaba dentro. Porque había sido ella quien lo había guiado, motivado, enseñado… quien había confiado y creído en él aun en los momentos en los que ni él tenía confianza en sí mismo.
Y Lisa, la orgullosa Almirante Hayes, por su parte había comprendido finalmente que el amor no es una debilidad, sino una fuerza… porque si el amor era su debilidad más grande, eso la convertía en la persona más fuerte del mundo.
Lisa y Rick se miraban, totalmente absortos en uno en el otro. Había miles de promesas y de declaraciones de amor en esas miradas. Sin embargo Rick había hecho un juramento aquel día, el último de ciudad Macross; había jurado que jamás, pasara lo que pasara, daría por hecho el amor que sentía por Lisa. Se prometió a sí mismo que no pasaría un día sin que le profesara su amor y le recordará lo mucho que la amaba y todo lo que ella significaba para él.
- Te amo, Lisa Hayes… te amo y te amaré por toda la eternidad…
Rick murmuró aquellas palabras contra los labios de Lisa, mientras sus ojos se cerraban y sus almas se fundían en un beso de amor profundo y sincero. Sus siluetas se destacaban contra el magnífico fondo del lago, el cielo azul cobalto, las ruinas de la residencia Hayes, el VT biplaza en modalidad guardián y la enorme luna llena que lentamente comenzaba a ascender en el cielo.
- F I N -
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Aquí llegamos al final de "Lamentación de Otoño". Esta historia me deja con muchas satisfacciones y muchos recuerdos muy bonitos. Y sobre todo, con muchas amistades maravillosas. Quiero agradecer a todas las personas que tuvieron la paciencia de llegar hasta aquí conmigo y a todas aquellas que se tomaron el tiempo de dejarme algun comentario o enviarme algún mensaje. ¡A todos ustedes muchas gracias porque me mantuvieron motivada durante este largo viaje! Esta historia resultó un poco más larga y compleja de lo que originalmente había planeado y hubo momentos en los que sentía que se me iba de las manos. Por eso, llegar a este punto es un logro del que me siento bastante satisfecha. Trabajar con Lisa y Rick fue mágico, un verdadero honor y privilegio. Y compartir este mundo con todos ustedes fue una experiencia maravillosa. Esta historia fue toda una aventura.
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State = Fin/The End
feedback = Sí/Yes
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