chapter = 14
author = Evi
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO
por Evi
CAPITULO XIV
Había días en la vida del Comandante Rick Hunter, cuando él se detenía por un momento y trataba de analizar y de comprender la situación que vivía y el papel que le había tocado representar en la comedia de la vida. Era joven, más sin embargo llevaba sobre sus hombros las responsabilidades de un adulto experimentado. En cualquier otra circunstancia, él sería tal vez un estudiante universitario, sin responsabilidades y con el único interés de divertirse mientras pudiera, mientras le llegara el momento de crecer y enfrentar la vida. Pero el mundo ya no funcionaba de esa manera, y ahora él se encontraba en una posición en la que se le habían otorgado demasiadas responsabilidades y obligaciones. A veces se sentía exhausto, cansado y agotado físicamente, pero sobre todo se sentía moralmente deshecho.
Sobre todo en días como aquel, en el que, tras aplacar una rebelión en una colonia Zentraedi, uno de sus pilotos del escuadrón Skull había sido seriamente herido… y acababa de recibir la notificación del hospital militar de que su piloto había quedado parapléjico de por vida. Rick había suspirado aliviado, al saber que por lo menos estaba vivo… pero ¿Qué era un piloto que no podía volar? Tal vez aquello era mucho peor que estar muerto…
Ahora estaba en su oficina, anexa al hangar del Skull 1, revisando los historiales de diferentes pilotos que esperaban ser asignados a un nuevo escuadrón. Tenía que elegir al nuevo integrante el escuadrón Skull… otro piloto al que seguramente enviaría al matadero.
Rick puso las carpetas que estaba revisando a un lado y revisó la pantalla de su computadora. En ella aparecía su horario del día. Después de revisar su reloj, se dio cuenta de que tenía sólo 20 minutos libres antes de salir en una misión de entrenamiento con algunos pilotos novatos que le habían sido asignados la semana anterior. Ellos habían sido entrenados por Max y Miriya, pero ahora era el momento de salir en una verdadera misión de patrullaje. Los informes que tenía a la mano indicaban que estarían patrullando la colonia Zentraedi # 23, cerca de Ciudad Monumento. Era una zona que hasta ahora se había mantenido tranquila, pero Rick sabía que muchas veces las más tranquilas podían ser las más explosivas.
Rick se recargó en el respaldo de su silla y cerró los ojos, exhalando ruidosamente el aire de sus pulmones. Aquel día había tenido que trabajar un doble turno, ya que el escuadrón Fantasma, que era quien debía llevar a cabo el patrullaje de esa zona, estaba estacionado en Ciudad Granito después de que un grupo de zentraedis rebeldes hubieran atacado la base el día anterior y dañado los Veritech del Fantasma. Un mantenimiento de emergencia se les estaba dando a las naves en esos momentos, pero no estarían en condiciones de volar, al menos por ese día.
El comandante Hunter volvió a hojear los expedientes que tenía ante sí, sin poderse decidir por ningún piloto en particular. Todos ellos eran jóvenes, inexpertos, llenos de vida y de ilusiones… eran lo que él había sido aquella mañana que había llegado a la Isla Macross hacía ya tanto tiempo.
- ¿En qué me he convertido? – Rick se preguntó con frustración. - ¿En qué me han convertido?
Puso los expedientes a un lado y comenzó a calzarse sus guantes, mientras pensaba que más tarde pasaría por casa de Max y le pediría ayuda para elegir al nuevo piloto del Skull. Después de todo Max estaba entrenando a esos nuevos reclutas, si alguien podía hacerle recomendaciones precisas, ese era el teniente Sterling. Después de tomar esa decisión, agarró su casco, que estaba sobre el escritorio y se dirigió a la pista de vuelo, donde su grupo de nuevos pilotos lo esperaban con una sonrisa nerviosa en los labios, sintiéndose a la vez emocionados y atemorizados por su primer vuelo de patrullaje.
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Lisa había salido del Centro de Comando tarde esa noche. Sin haber sido avisada con anterioridad, a las 1800 horas se le habían hecho llegar instrucciones desde el Puente, en las que se le ordenaba que dirigiera las maniobras de un grupo estratégico que en esos momentos se disponía a salir de Nueva Macross con destino a Ciudad Monumento, llevando una importante carga de material industrial. Aquel transporte de material se había mantenido en secreto por precaución ante los ataques de rebeldes zentraedis. El escuadrón Azul había sido asignado como escolta del convoy y Lisa había tenido que dirigir aquella misión de transporte. Todo había transcurrido sin incidentes que reportar, pero para la hora que Lisa salió del SDF1 ya eran más de las diez de la noche.
Al día siguiente tenía que reportarse temprano, antes de las 0700 horas, pues tenía algunas misiones que coordinar a partir de las 0800 horas. Mientras caminaba de regreso a la colonia militar, Lisa no podía dejar de repasar sus asignaciones del día siguiente ni de pensar en los reportes del día. Le podría haber pedido a alguno de sus asistentes que hiciera esos reportes, pero siendo la perfeccionista que era, siempre prefería hacerlos ella misma.
- Me pregunto cómo le habrá ido a Rick con su vuelo de esta tarde… - pensó. – Espero que bien… después de lo que sucedió esta mañana con el cabo Walter…
Un velo de tristeza pareció cubrir el rostro de Lisa por un segundo. Se sentía mal al pensar que la carrera militar de un joven tan prometedor como Walter había quedado truncada, pero también le preocupaba Rick y lo que pudiera estar sintiendo. Sabía que una de las cosas que hacían del comandante Hunter un líder de escuadrón tan respetado y querido era precisamente el hecho de que él tomaba responsabilidad por sus pilotos, se preocupaba por ellos y por lo mismo, cuando cosas así sucedían, afectaban profundamente al comandante.
Lisa decidió pasar por casa de Rick, para ver cómo estaba y ofrecerle su simpatía. Cuando llegó al número 251 de la Calle del Parque, se detuvo en seco y dudo un momento entre llamar a la puerta o usar su llave. Había luz proveniente de la cocina, así que Lisa decidió simplemente entrar.
- ¿Rick? – lo llamó tentativamente al cruzar el umbral. – ¿Estás aquí?
Lisa notó que no había nadie en la cocina e inmediatamente sus ojos encontraron a Rick, acostado en el sofá de la salita, con sus brazos debajo de la cabeza y su mirada fija en el techo. Ni siquiera se había percatado de la presencia de Lisa sino hasta que ella apareció parada frente a él.
- ¡Lisa! – se incorporó rápidamente. – No te escuché llegar…
- Si, no te preocupes. – Lisa se sentó a su lado en el sofá. – Sólo quería saber cómo te sientes… si todo está bien.
Rick bajó la mirada y la clavó en la alfombra, al tiempo que recargaba sus codos en sus rodillas y frotaba nerviosamente sus manos.
- Me pasé el día entero peleando con zentraedis revoltosos… en el hospital, en donde uno de mis hombres fue confinado a una silla de ruedas de por vida y después tuve que elegir quien será la siguiente víctima para el matadero antes de volar por el resto del día con un grupo de mocosos bien entrenados pero demasiado arrogantes… supongo que todo está tan bien como puede estar.
- ¿Ya cenaste?
Lisa intentó cambiar el tema, pues sabía que de todas maneras no había nada que ella pudiera decir que lo hiciera sentir mejor… y que en todo caso, siempre que ella trataba de poner las cosas en perspectiva, terminaban discutiendo.
Rick negó con la cabeza. Después de salir de la base había pasado a casa de Max y se había tomado un refresco con su amigo, pero tenía hambre y Lisa así pareció comprender, porque de inmediato se dirigió a la cocina y comenzó a prepararle algo rápido de cenar. Había algo de comida congelada en el refrigerador, así que solo fue cuestión de ponerla en el microondas mientras ella preparaba algo de té.
Rick seguía sentado en el sofá, absorto en sus pensamientos. Lisa lo observaba desde la cocina, pensando que en los últimos días Rick parecía estar más callado y taciturno que de costumbre. Lisa se entretuvo en lavar algunos trastes sucios que se habían acumulado en el lavadero y luego, de manera automática, revisó la despensa para asegurarse de que nada le faltara al comandante Hunter. Se hizo la nota mental de que al día siguiente, si salía temprano de la base, pasaría a darle una limpiada a la casa que ya comenzaba a acumular polvo. No podía criticar a Rick por ser tan descuidado, ella sabía mejor que nadie que el piloto apenas y había tenido tiempo para dormir en esos días.
De pronto Rick parpadeó, como si hasta entonces hubiera recordado que Lisa estaba en su casa. Se puso de pie y fue a la cocina, se recargó en el marco de la puerta y la observó por un minuto, mientras ella ponía platos y vasos sobre la mesa.
- ¿Cómo estuvo tu día, Lisa?
- Igual que de costumbre. – ella se encogió de hombros. – Juntas, horas interminables en el Centro de Comando, reportes… lo usual.
- ¿Y saliste hasta esta hora?
- Si, tuve que dirigir una misión de último momento.
Rick tomó asiento en la mesa, pues Lisa así se lo había indicado con un movimiento de mano. Enseguida procedió a servir la cena. Rick la miró con admiración, preguntándose, como frecuentemente lo hacía, cómo era que Lisa podía hacer tantas cosas durante el día y aun así tener tiempo para él.
Lisa se sentó frente a Rick y ambos comenzaron a comer en silencio. Últimamente las peleas y discusiones por cualquier tontería se habían hecho más frecuentes, por lo que ambos habían acordado, por su cuenta, que cuando se sintieran demasiado frustrados para hablar, lo mejor sería permanecer en silencio y así evitar discusiones inútiles.
Después del cumpleaños de Lisa las cosas habían empeorado en el cuartel. Rick había decidido no solicitar sus vacaciones en ese momento, pero aunque lo hubiera hecho aquellas le hubieran sido negadas. En esos momentos ningún oficial del SDF1 podía darse el lujo de un descanso… y la cena de cumpleaños de Lisa, aquella que él tantas veces le había prometido, jamás había llegado. Ya habían pasado semanas desde ese día que habían compartido en la reserva ecológica del doctor Lang, y desde entonces no habían vuelto a tener un solo día libre, mucho menos tiempo para salir a cenar.
Cuando terminaron de comer, Lisa comenzó a lavar los platos mientras Rick guardaba las cosas, secaba los trastes y los ponía en su lugar. Todo aquello lo hacían de manera tan automática y rutinaria que era bastante obvio que aquellas cenas tardías eran ya una costumbre entre ellos. Cuando Lisa terminó de lavar, se secó las manos en el delantal, lo colgó al lado del refrigerador y fue por su saco que había dejado en la sala.
- Bien Rick, se hace tarde…
- Gracias por venir, Lisa… - Rick le contestó de la manera más sincera que pudo. – Y gracias por estar al tanto de todo.
- Sabes que siempre mantengo un ojo sobre ti, Hunter. – Lisa le sonrió débilmente.
Él bajó la mirada, sin sentirse completamente seguro de que aquello fuera bueno. Apreciaba lo que ella hacía por él, pero sentía que no podía corresponderle y eso lo hacía sentir inútil.
- Lamento mucho lo de Walter. – ella comentó en un susurro, mientras se detenía frente a la puerta de entrada de la casa.
Rick seguía en silencio. Lisa dio un paso al frente y puso su mano sobre el hombro de Rick. Esto lo obligó a mirarla a los ojos.
- Te veo mañana.
- ¿Vas a estar de servicio en la mañana?
- Si, desde las 0700 horas.
- Espero que puedas ponernos en el aire. – Rick forzó una pequeña sonrisa, aunque su petición había sido bastante sincera.
- Cuenta con ello.
- Entonces descansa, Lisa… ¡Buenas noches!
- Buenas noches para ti también, Rick.
Rick extendió su brazo y frotó el brazo de Lisa cariñosamente, al tiempo que le regalaba una sonrisa cansada. Lisa asintió con la cabeza y salió de la casa de Rick, dirigiéndose a la suya, mientras que por el camino no podía dejar de pensar en todos los sentimientos, temores y frustraciones que esa noche había visto en los ojos del comandante Hunter.
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Habían pasado algunos días desde aquella noche en que Lisa había ido a casa de Rick. Los turnos de trabajo parecían hacerse cada vez más largos y más pesados y nadie en el SDF1 parecía poder llevar una vida normal, en particular los comandantes Hayes y Hunter, que siempre se encontraban encabezando la lista cuando se trataba de nuevas asignaciones. Rick y Lisa apenas y se habían visto en los pasillos de la base y su comunicación más frecuente era a través del tacnet.
Era cierto que Lisa frecuentemente pasaba por casa del muchacho, cuando tenía tiempo, para mantenerla en orden. Ella sabía que en los últimos días él había estado volando en misiones de patrullaje hasta de 18 horas seguidas y a ella le preocupaba que él por lo menos tuviera una casa limpia y una despensa bien surtida cuando llegara a su casa. Ella no tenía tiempo de cocinar, pero se encargaba de llenarle el refrigerador de comida congelada y otras cosas que, si bien la hacían cuestionar su aporte nutricional a la dieta de Rick, por lo menos eran comida… mucho mejor que las papas y Petite Cola con las que él parecía creer que podía sobrevivir.
Lisa iba entrando a su estación de trabajo, después de haber asistido a una junta con el equipo encargado del convoy de abastecimiento que saldría a Ciudad Monumento esa noche, cuando Vanessa la llamó:
- Lisa… es decir, comandante Hayes, llegó un mensaje del Almirante Gloval. Quiere verte en su oficina a la brevedad posible.
- ¿Problemas? – Lisa se sobresaltó de inmediato.
- No creo, sonaba bastante tranquilo. Pero no dijo nada más.
- De acuerdo, gracias Vanessa.
Lisa iba saliendo del puesto de control, cuando un mensaje entrante del comandante Hunter apareció en la pantalla de Vanessa.
- ¡Aquí líder Skull! El patrullaje no ha tenido contratiempos ni eventualidades que reportar. Solicito autorización para llevar a mi escuadrón de vuelta a la base.
- Autorización concedida, comandante Hunter.
- Gracias… nuestro tiempo estimado de arribo será en una hora… Vanessa, ¿Estará Lisa por ahí?
- Lo siento comandante, pero la comandante Hayes acaba de ser citada por el almirante en su oficina. Si usted se hubiera reportado un minuto antes…
- ¡Vaya, que suerte la mía! Bien… vamos de regreso. Cambio y fuera.
Rick cerró la comunicación con el puente, pensando en lo mucho que extrañaba a Lisa, como siempre lo hacía cuando pasaban días sin verse. Recordó que aun le debía una cena y aunque sabía que era imposible llevarla a cenar en esos días, decidió que por lo menos podría pasar por algún restaurante y comprar algo para cenar. Podría esperar a Lisa en su casa y quizás, si ella volvía temprano de su turno, tendrían algo de tiempo para ellos.
Él deseaba contarle todas las cosas que había visto en su patrullaje, todo lo que había sucedido en esos días, quería decirle que los arbustos que ella había plantado en su jardín delantero habían comenzado a florear… simplemente tenía ganas de relajarse en el sofá, teniéndola a su lado por unos momentos.
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En el SDF1, Lisa entró a la oficina de Gloval después de que él le indicara que podía hacerlo. Hizo un formal saludo militar al tiempo que se reportaba con el almirante. Él no pudo evitar el sonreír.
- ¡Descanse, comandante! Vanessa me informó que ha tenido un día muy ajetreado.
- Lo rutinario, señor.
- Si… pero para usted la rutina es mucho más que la obligación diaria. No hay muchos oficiales que lleven la obligación a los extremos que usted lo hace, comandante Hayes. Usted es una mujer llena de pasión y de convicciones.
- Le agradezco sus palabras, almirante. – Lisa se ruborizó un poco, pues no estaba acostumbrada a recibir cumplidos.
- El viejo Donald estaría muy orgulloso de su hija. – Gloval encendió su pipa. – Siempre me dijo que él esperaba grandes cosas de ti, Lisa… pero creo que tú has excedido todas sus expectativas. Muchos cuestionaron mi decisión cuando te elegí como la Primera Oficinal del SDF1 pero ahora veo que mi elección fue la correcta.
- ¿Señor? – Lisa lo miró interrogativamente, sin saber a qué venía todo aquello.
- Bueno, soy sincero. – Gloval sonrió enigmáticamente. – Confío en ti Lisa y conozco tu potencial… por eso tengo una nueva asignación para ti.
- ¿Una nueva asignación, almirante? – Lisa se sintió nerviosa. - ¿Y de qué se trata, señor?
- Como sabes, después de la última batalla todo fue un caos… nos enfocamos a lo más prioritario, que en su momento fue la reubicación civil, la recuperación ecológica y por supuesto, la vigilancia constante. Pero ahora que las aguas están tomando su curso una vez más, tenemos nuevas prioridades. Yo no puedo hacerme cargo de todo, Lisa y es por eso que necesito de tu ayuda, pues no hay nadie más capaz en esta nave que tú. Una de las prioridades que en este momento tengo ante mi es una completa reestructuración de la RDF. Nuestras tropas han estado bastante desorganizadas desde que volvimos a la tierra. Después de esa batalla fatal, los escuadrones quedaron deshechos, la cadena de mando severamente dañada y los rangos militares totalmente desorganizados. Necesito que tú, Lisa estés al frente de esta misión. Se que lo que te voy a pedir es demasiado, pero te pido que aceptes porque no confío en nadie más que en ti para que sea llevado a cabo eficientemente.
- Señor… - Lisa se sentía agobiada por aquello. - ¿Reestructuración total de la RDF? Pero… es que—claro que acepto la asignación pero no se…
Lisa sentía que era algo demasiado grande, que no podía siquiera imaginar la magnitud de la tarea que Gloval le estaba asignando, sentía que el peso que estaba poniendo sobre sus hombros rebasaría sus propias fuerzas.
- Debes de tomarlo con calma, Lisa… es cuestión de estrategias y no hay una mejor estratega en esta tierra que tú. Ahora, básicamente lo que quiero que hagas es una reestructuración de los escuadrones de combate. Quiero que además hagas una revisión a fondo del personal y sus rangos, para que podamos también reorganizar la cadena de mandos. Y en tercer lugar, quiero que supervises la creación de la nueva Academia Militar Robotech… los nuevos reclutas necesitan una preparación integral. En los últimos días hemos perdido demasiada gente nueva y todo se debe a que los estamos arrojando al ruedo sin las armas necesarias, sin la preparación necesaria.
- Son jóvenes bien entrenados, pero demasiado arrogantes. – Lisa usó las palabras de Rick.
- Exactamente… necesitan aprender algo de disciplina militar. Uno no se convierte en piloto de combate solamente piloteando un Veritech. Debe de haber una instrucción militar integral previa. Originalmente había considerado la idea de ponerte a ti al frente de la Academia… tú fuiste la mejor de tu clase y una de las mejores estudiantes que alguna vez se graduaron de la Academia Robotech, así que la elección era obvia… pero después de mucho meditarlo decidí que tu puesto está al frente de la RDF. Quiero que entiendas que si aceptas lo que te estoy asignando, tú estarás al frente de todas las misiones militares de la RDF de ahora en adelante.
- Lo entiendo, almirante.
- Yo solamente intervendré cuando la misión tenga algún interés especial para el alto mando. Pero tu estarás al frente de cualquier eventualidad rutinaria… tú serás la nueva comandante de operaciones militares con la autoridad y prerrogativas que eso implica, pero también con todas sus responsabilidades.
- Si señor, lo comprendo y acepto mi nueva asignación.
- No tenía duda de que lo haría, comandante. Aquí está una carpeta con toda la información que necesita. Le repito, básicamente será la Comandante de Operaciones Militares, deberá reorganizar los escuadrones, reestructurar la cadena de mandos militares y supervisar la creación de la nueva Academia Militar. ¿Cree que pueda manejarlo?
- Haré mi mejor esfuerzo, señor. – Lisa asintió.
- Se que así será… ahora, Lisa… me gustaría que a la brevedad posible te pusieras en contacto con tu comandante de campo… quien será tu segundo al mando. Necesitan organizarse porqué él podrá ayudarte mucho en lo que respecta al comando de misiones y la reorganización de escuadrones.
- ¿El teniente comandante Rick Hunter? - La voz de Lisa sonó con una mezcla de emoción y sorpresa, mientras leía los documentos que se le habían entregado.
- La elección era obvia, ¿no es así? – Gloval pareció sonreír. – En fin, ponte de acuerdo con Hunter… van a trabajar muy estrechamente los dos, así que creo que es saludable que se pongan las cartas sobre la mesa desde ahora. Su asignación le será entregada apenas regrese de su patrullaje del día. Él estará a cargo de todos los escuadrones en misiones de patrullaje y al frente de toda operación militar en campo.
- Trataré de verlo esta misma noche, señor.
- Bien… en ese caso puede retirarse, comandante Hayes. Sus órdenes son efectivas a partir de este momento. Cualquier duda no dude en consultarme.
- Gracias señor… le agradezco la oportunidad y la confianza.
- No me lo agradezca, comandante Hayes. Usted es la mejor, siempre lo ha sido… y eso usted lo sabe.
Lisa se sonrojó otra vez y saludó militarmente a Gloval antes de salir de la oficina. Una vez en el pasillo volvió a revisar su carpeta con las nuevas asignaciones. El trabajo era sin duda mucho más de lo que ella podía imaginar, pero decidió tomar un paso a la vez, convencida de que podría sacarlo adelante. El hecho de que estaría trabajando con Rick también le daba un valor agregado a esa asignación. De pronto se sintió muy orgullosa de sí misma… de lo que había logrado y hasta donde había llegado.
- ¡Quisiera tanto que pudieras verme ahora, papá!
Con ese pensamiento se dirigió al centro de comando, en donde lo primero que hizo fue pedirle a Vanessa que la pusiera en comunicación con el comandante Hunter.
- Lo siento mucho, comandante Hayes pero el comandante Hunter aterrizó en Prometheus hace 10 minutos y cómo su turno terminó, no creo que me sea posible localizarlo en la base… a menos que—
- Está bien Vanessa, no hay problema… creo que yo también me retiro por la noche. Tengo que ver a Rick para hablar sobre las nuevas asignaciones que tenemos.
Vanessa vio a Lisa salir a toda prisa del puesto de control, sin darle siquiera la oportunidad de preguntarle cuales eran esas nuevas asignaciones.
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Lisa fue directamente a casa de Rick, pero la encontró vacía y oscura. Pensó en entrar a esperarlo, pero decidió mejor ir a su casa, refrescarse un poco y volver más tarde. Por primera vez en muchas semanas, estaba en la colonia militar antes de que el sol se escondiera. Aquello era un cambio bien recibido por Lisa.
Entró a su casa y fue directamente al baño. Tenía ganas de tomar una ducha tibia, relajarse un poco y después comenzar a revisar la carpeta que Gloval le había entregado. Pero cuando estaba en su habitación, vistiéndose con un par de jeans y el suéter amarillo que Rick le había regalado en la navidad, Lisa escuchó la puerta de la casa abrirse y la voz de Rick llamándola:
- ¡Lisa! ¿Estás en casa?
- Estoy en mi cuarto. – ella le respondió, sintiéndose emocionada al escuchar su voz. – En un segundo estoy contigo.
Lisa terminó de arreglarse, pensando en cómo le daría las noticias a Rick. No quería que él volviera a hacer un numerito como el que había hecho cuando le había entregado sus ordenes para la misión científica del doctor Lang, sin embargo en las últimas semanas Hunter había demostrado una gran responsabilidad y había estado siempre listo al llamado del deber, por lo que Lisa pensó que tal vez aquella nueva asignación no le vendría tan mal.
Cuando Lisa salió de su habitación, encontró a Rick ocupado en la cocina, sacando varios recipientes de una bolsa de papel que traía consigo. Miró a Lisa y le sonrió:
- Comida japonesa, pensé que te gustaría.
- ¿Eh? – Lisa miró todo lo que él había puesto sobre la barra. – Pero—no te hubieras molestado, yo…
- No fue molestia, de hecho tenía ganas de comer algo diferente esta noche, algo que no fuera comida de la base ni comida de microondas. Iba pasando por este local y bueno—pensé que te gustaría. Siéntate y sírvete… ¿tienes algo de beber?
- Hay algo de agua mineral en el refrigerador.
- Bien… - Rick fue a sacar la bebida. – Max me recomendó este sitio, dice que es bastante bueno… algún día reacuérdame cocinarte mi famosa receta de pescado.
- Mientras no sea pescado radioactivo… - Lisa le sonrió.
- ¡Claro que no! ¿Por qué querría yo cocinarte un pescado radioactivo? – Rick se rió, al tiempo se sentaba al lado de Lisa en la barra.
- No lo se… uno nunca sabe… - Lisa se sirvió. - ¿Cómo estuvo el patrullaje?
- Tranquilo para variar… ningún incidente que reportar.
- Me alegro.
- Si… he estado algo preocupado en los últimos días.
- ¿Preocupado por qué? ¿Algo anda mal?
- No lo se… - Rick suspiró, mientras sus ojos se enfocaban en la comida en su plato y comenzaba a jugar con ella. – Es que… con todos los zentraedis malcontentos que tenemos en las colonias… hay muchos que se están micronizando y adaptando a nuestra cultura y costumbres pero creo que es un poco peligroso que los altos mandos de la RDF permitan que otros se queden en su tamaño natural… no es que tenga nada contra ellos, pero los altos mandos los está usando como fuerza de trabajo… ellos no están conformes con la situación, Lisa… temo una revuelta a mayor escala.
- ¿Crees que sería posible?
- Muy posible… hasta ahora no ha pasado a mayores. Los malcontentos nos han causado dolores de cabeza, atacando algunas zonas militares y creando problemas en sus colonias… pero ¿Qué pasaría si de pronto tomaran armas y fueran a atacar a la población civil de alguna ciudad?
- Esperemos que eso nunca suceda.
- Si… sería terrible… eso es algo que simplemente no podemos permitir. Debemos evitarlo a toda costa.
Lisa decidió que aquel momento era el indicado para hablar con Rick sobre sus nuevas asignaciones. Por unos segundos estuvo en silencio, eligiendo perfectamente bien sus palabras para no provocar una reacción inesperada de parte de Rick.
- Rick, hay algo de lo que tenemos que hablar… Gloval me pidió que tuviera esta conversación contigo hoy mismo e incluso te busqué después de tu patrullaje, pero ya te habías ido.
- ¿Nuevas asignaciones?
- Si, puedes decir eso.
- ¡Vaya! Pues ni modo… a ver, tú dispara Lisa… estoy preparado.
- Quiero que me escuches bien primero, todo lo que voy a decir… y que las quejas vengan después, ¿de acuerdo?
- De acuerdo… ¿Qué fue lo que Gloval nos asignó esta vez?
- Bueno… - Lisa comenzó a jugar con su comida de la misma manera que él lo estaba haciendo. – Gloval quiere que tú te hagas cargo de comandar y supervisar todos los patrullajes, vuelos de rutina y misiones militares como comandante de campo.
Rick miró a Lisa sin decir nada. Ella lo miró a él, esperando alguna reacción pero al no obtenerla, ella siguió hablando:
- Básicamente harás el trabajo que has venido haciendo, pero con un nombramiento oficial, con beneficios económicos, por supuesto… y esto además te pone en línea directa para obtener una promoción.
- ¿Comandante de campo, eh? – Rick habló en voz baja. – Eso quiere decir que yo estaría al frente de prácticamente todos los escuadrones de la RDF.
- Así es… tu serás su líder general y a ti deberán reportarse. Tú tendrás autoridad para tomar decisiones y voz y voto en el Consejo. Supervisaras los horarios de patrullaje diarios de cada escuadrón, la asignación de nuevo personal… en fin, yo te daré tu manual de procedimientos en cuanto lo tenga disponible.
Lisa guardó silencio, todavía esperando por el estallido Hunter, pero él parecía no haberse inmutado por lo que acababa de escuchar. Seguía picando su comida distraídamente con su tenedor.
- El líder general… - se rió con cierto sarcasmo. – Realmente deben de tener muchos problemas de falta de personal en la RDF para haber elegido a un tipo como yo para ser comandante de campo.
- No te menosprecies Rick. Fuiste la única opción del almirante Gloval y a mi parecer, la mejor opción también. Eres un buen soldado, Hunter… sigues siendo indisciplinado y voluntarioso, pero eres el mejor elemento que tenemos en la RDF.
- Pero… - Rick estaba un poco apenado con las palabras de Lisa. – En todo caso tengo que reportarme con mi superior… que en este caso… ¿Serías tú? ¿O acaso Gloval te dio alguna nueva asignación?
- Tengo nuevas asignaciones… pero efectivamente, yo seré tu oficial superior… de hecho el almirante me asignó la misión de dirigir y supervisar la total reorganización de la RDF.
Durante unos minutos Lisa estuvo hablando, explicándole a Rick todos los pormenores de su asignación y las responsabilidades que había que cumplir.
- Por lo mismo necesito que estemos en perfecta sincronía, Rick… tu vas a ser mi brazo derecho, mi hombre de más confianza… tenemos que trabajar juntos en esto.
- ¡Y lo haremos, comandante! – él se escuchó confiado, incluso emocionado con aquello. – No puedo creer que hayamos llegado tan lejos… pero Lisa, esto no va a ser fácil.
- No, no lo será. Pero creo que podemos sacar las cosas adelante.
- Bien, comandante Hayes… estando consciente de los riesgos y responsabilidades que este trabajo significa, acepto formalmente mi nueva asignación. – Rick habló con seriedad.
- Creo que es tu mejor oportunidad para hacer la diferencia, ¿no lo crees Rick? Con todos esos malcontentos por todos lados… no hay mejor hombre para encargarse de esto.
- ¡Gracias por el voto de confianza, Lisa!
- No lo agradezcas… otra cosa, debemos de tener listos los horarios de la semana… así que supongo que nos estaremos reuniendo frecuentemente para organizar todo.
- Pues ese es un gran plus de esta nueva asignación… pasaremos tiempo juntos aun durante horas de trabajo… cuando no esté patrullando, por lo menos tendremos excusas para darnos alguna escapadita a tomar un café o algo.
- Si, - Lisa sonrió aliviada. – A decir verdad esperaba otra reacción de ti, Hunter.
- Lamento lo que sucedió antes de la misión ecológica de Lang. No te voy a mentir Lisa, me siento muy cansado y a veces siento que nada tiene sentido… estoy hastiado de todo esto. A veces pienso que debería desaparecer, irme a algún lugar lejano y dejar que otros se preocupen… pero cuando esos pensamientos me entran a la cabeza, no puedo evitar el recordar a Roy y pensar que él murió tratando de defender una causa, un ideal… y siento que yo no puedo retroceder. Es algo que le debo a mi hermano.
- Es inspirador escucharte hablar así, Rick.
- Pues es cierto… cuando estoy a punto de explotar y de arrojar todo por la borda, escucho su voz, motivándome, incluso regañándome… y después te veo a ti, siempre tan devota a tu trabajo, tan comprometida… Lisa, te confieso que muchas veces me siento frustrado contigo, porque quisiera que no te enfocaras tanto a tu trabajo, que te dedicaras a vivir tu vida… pero cuando te veo me doy cuenta de que lo que haces es tan importante que—no lo se.
- Bueno… - Lisa no sabía que decir. – Gracias por el cumplido—creo.
Rick la miró y se rió.
- Jamás he sido bueno para estas cosas.
- Pero eres bueno en lo que haces, Rick. Eso es todo lo que importa.
Rick le sonrió y asintió con la cabeza.
- Trato de hacer lo mejor que puedo… entonces, comandante Hayes… a partir de hoy estaremos trabajando juntos. Lisa Hayes y Rick Hunter… al frente de los escuadrones de la RDF.
Rick le extendió la mano a Lisa y ella la tomó, sonriendo. Se estrecharon las manos ceremoniosamente, pero con una expresión medianamente divertida en el rostro.
- ¡Y qué Dios nos proteja! – Lisa se rió. – Espero que podamos llegar vivos al fin de esta misión.
Rick se rió otra vez, sabiendo que Lisa tenía razón. Iba a ser difícil el estar tan involucrados en la misión y no tener desacuerdos. Sabía que iban a pelear, a discutir y a tener sus desavenencias, pero esa noche él se hizo el firme propósito de que, en lo que fuera posible, trataría a toda costa de separar su relación personal de su relación laboral, aunque en aquellos tiempos y bajo esas circunstancias esa sería sin duda alguna la misión más imposible que ellos enfrentarían en su vida.
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Durante los siguientes tres meses el teniente comandante Hunter y la comandante Hayes se dedicaron en cuerpo y alma a la misión que se les había sido asignada. Fueron meses que pusieron a prueba el lazo amistoso que se había formado entre ellos, un lazo que probó ser más fuerte que las circunstancias y que incluso el mismo destino. Fueron tres meses en los que ellos no solo probaron que no había en todo el SDF1 personas más capaces para sacar adelante una misión de esa importancia que ellos, sino además también probaron que entre ellos, a pesar de las diferencias que pudiera haber, existía un respeto y una admiración mutua en el plano profesional que los llevaba a ser leales al otro a morir.
Había habido veces en las que las cabezas militares o jefes políticos cuestionaban los métodos poco ortodoxos de “ese piloto de circo”. En todas esas veces la comandante Hayes había dado un paso adelante y había enfrentado a esos funcionarios frente a frente, defendiendo ferozmente al comandante Hunter. Igualmente, cuando en alguna reunión de consejo alguien comenzaba a discutir con Lisa y a poner en duda sus resoluciones como jefa de reestructuración de la RDF, siempre era Rick quien saltaba a su defensa.
En alguna ocasión había ocurrido que, después de alguna pelea o discusión no resuelta, encontrándose en el salón de consejo, ninguno de ellos había dudado en apoyar al otro, en defenderlo, en tomar golpes para sí en nombre del otro, olvidando las diferencias que pudieran haber tenido hacía unos minutos, fuera de ese salón.
Tampoco faltaron las ocasiones en que, cuando uno de ellos estaba ausente, el otro lo defendiera con uñas y dientes, ante los ataques o cuestionamientos del consejo. Si algo había quedado claro en esos meses es que entre ellos existía una lealtad a toda prueba.
Era cierto que en más de una ocasión Rick había cuestionado las ordenes de Lisa, incluso las había desobedecido… también era cierto que había habido varias veces en las que Lisa le había llamado la atención a Rick sobre alguna decisión tomada… eran gajes del oficio, después de todo. Sus peleas, discusiones y desacuerdos eran frecuentes y en alguna ocasión Lisa había dejado hablando sólo a Rick, mientras él se tragaba su frustración… y a media noche se aparecía en la puerta de la casa de su comandante, amenazando con usar su llave o incluso tirar la puerta si ella no hablaba con él.
Pero más allá de todo aquello, Lisa y Rick se respetaban, se admiraban, se apreciaban y se defendían a morir. Nunca nadie escuchó al comandante Hunter cuestionando las decisiones de Lisa ni a ella hablando mal de él. Si tenían problemas, los mantenían lejos de los ojos y los oídos de los demás. Sin embargo para todos en el SDF1 era más que obvio lo que sucedía… las constantes peleas y discusiones de lo que ya llamaban “La telenovela Hunter-Hayes” no pasaban desapercibidas para el personal de la RDF e incluso era un tema de conversación común en los pasillos y vestidores de la base. Quizás eran Lisa y Rick los únicos que no se percataban de lo que estaba sucediendo, ni del hecho de que ellos eran las estrellas de ese reality show en que se había convertido su relación.
Mientras más tiempo pasaba, la situación laboral se complicaba más y más para ellos. Al principio habían acordado tener una reunión cada día a primera hora de la mañana para planear la agenda del día, los vuelos de patrulla y demás cosas que tenían que hacer. Aquellas reuniones comenzaron a hacerse imposibles cuando los turnos de patrullaje de Rick se llegaban a extender durante 18 horas y cuando Lisa debía presentarse ante el consejo apenas llegara a la base.
Rick pasaba horas asignando a los nuevos reclutas a sus escuadrones, revisando los reportes del día, volando sus propias misiones de patrullaje, manteniendo un ojo vigilante en la situación de las distintas colonias zentraedis.
Lisa por su parte tenía que dividirse entre su trabajo en el control de comando, las reuniones con el consejo, con los directivos de la nueva academia militar y con los diferentes lideres de grupo de los escuadrones de la RDF. Y cuando no estaba en reuniones, pasaba horas revisando reportes, aprobando los planes de estudios de la academia, redactando sus propios reportes, leyendo los currículos de los oficiales de la RDF que debían ser reasignados… en alguna ocasión estuvo durante 24 horas seguidas en el Control de Comando.
- ¡Se qué el trabajo es importante Lisa pero… ya nunca tenemos tiempo para nosotros! – Rick le había reclamado aquella noche en el teléfono.
- Rick… ¿podríamos discutir esto mañana? – la voz adormilada de Lisa se escuchó al otro extremo de la línea. – Tengo que estar en la base a las 0700 horas y… son las 3 de la mañana.
- ¿Discutir esto mañana? ¡Ja! – Rick habló con cierta ironía. – No lo se… ¿A qué hora cree que podamos vernos, comandante? ¿En los 20 segundos que tiene libre mientras sale de su reunión con el consejo a las 0959 horas y camina a la reunión con los directivos de la academia militar que tiene a las 1000 horas? ¿Cree que me pueda dedicar esos 20 segundos?
- Rick, no seas injusto… bien sabes que ambas reuniones son importantes.
- Claro, claro… ayer fue Gloval revisando las nuevas asignaciones y después la reunión con Maistroff para revisar los currículos… hoy cancelaste el almuerzo porque tenías que verte con el capitán ese… ya ni se su nombre… tal vez fue mi imaginación, pero me pareció verlos en el comedor de la base al medio día.
- Teníamos que revisar la carga de materias… ya te lo había dicho, Rick… decidimos hacerlo mientras comíamos. Ambos teníamos otras cosas que hacer más tarde… así que era o comer con el capitán o morirme de hambre por el resto del día. – Lisa trató de suprimir un bostezo.
- ¿Y yo, Lisa?
Ella tomó el auricular con ambas manos, no sabiendo que contestar a eso. Al final respondió de la única manera que parecía saber hacerlo en esos días: con fuego.
- ¿Y tú qué? Rick, te recuerdo que fuiste tú quien quedaste de pasar a cenar aquí conmigo hace 2 noches y nunca te apareciste.
- ¡Bien sabes que en el último momento recibimos esa señal de auxilio de la colonia Zentraedi # 23, y sabes bien que no es la primera vez que esos zentraedis causan problemas!
- Ahí tienes tu respuesta… son imprevistos de última hora, cosas que no podemos controlar.
- Y cómo no podemos controlarlas entonces dejamos que nos controlen a nosotros.
- Rick, sabíamos lo que estaríamos enfrentando cuando aceptamos esta asignación. – la voz de ella sonó seria y profesional.
Rick guardó silencio por un minuto y Lisa lo escuchó suspirar profundamente al otro lado de la línea.
- Lo se, lo se… pero es que es tan frustrante… a veces creo que la gente no logra ver más allá de ciudad Macross… su mundo es este pequeño pedazo de tierra. Pero si uno sale un poco más allá, ¿Qué es lo que encuentra? Destrucción, muerte… a veces por las noches cierro los ojos y lo único que puedo ver en mi mente son esas escenas de la chatarra espacial regada por los campos desiertos… a veces recuerdo el olor fétido de aquel refugio que encontramos cuando estábamos en la Misión Sahara… a veces… no lo se, Lisa. Es difícil.
- No niego que lo sea, Rick. – Lisa respondió con calma. – Y es por eso que es necesario tanto sacrificio de nuestra parte, para evitar que algo así vuelva a pasar y para curar las heridas de lo que ya sucedió.
- En eso estoy de acuerdo… pero mi pregunta es, mientras nosotros sanamos las heridas del mundo… ¿Quién cura las nuestras?
Lisa no respondió, simplemente no sabía cómo hacerlo. Por un momento ambos oficiales quedaron el silencio, con el auricular pegado a la oreja, escuchando simplemente la respiración del otro; tan sólo aquel sonido tenía un efecto calmante en ambos. Después de un largo silencio, fue Rick quien habló:
- ¿Vas a tener tiempo libre mañana o no?
- No se. – Lisa respondió casi en un susurro.
- Bien… no hay problema entonces. Creo que ambos sabemos nuestras prioridades. – Rick sonó más rudo de lo que él hubiera querido y se arrepintió en el acto.
- Rick, si tú piensas que te estoy evitando…
- No es eso, es sólo que—
- ¡Olvídalo entonces! – Lisa se escuchó bastante irritada. – Cómo al parecer tú eres la persona más importante del universo y mi agenda del día debe de girar en torno a ti, no me molesta cancelar alguna de mis reuniones… mañana a primera hora te llamaré para darte los pormenores de—
- ¡No se trata de eso, Lisa! Simplemente… ¿Sabes qué? Sólo olvídalo… mañana voy a patrullar el sector de Nueva Detroit todo el día… de todas maneras no podemos vernos aunque quisiéramos… ya no te quito más tu tiempo, Lisa. Te veo… cuando te vea.
- ¡Buenas noches, Rick! – respondió ella en el mismo tono indiferente y colgó el teléfono.
Rick miró su auricular casi como si esperara que Lisa volviera a hablar en cualquier momento. Después de unos segundos simplemente se encogió de hombros, mientras un gesto de frustración aparecía en su rostro. Fue directamente a su habitación y se dejó caer sobre la cama, sin siquiera molestarse en quitarse el uniforme.
- ¡Quisiera ir ahora mismo a su casa y pedirle que me deje dormir en su sofá… tan sólo eso sería suficiente! Lisa… ¿No entiendes que la causa de toda mi rabia es que es difícil estar sólo? Si tan sólo se nos fuera dado un poco más de tiempo… no pido mucho, 5 o 10 minutos al día… ¡las cosas se sentirían tan diferentes! Pero no… otra noche en la cual me voy a la cama estando en malos términos contigo, Lisa.
En casa de la comandante ella se cubrió los hombros con su cobija y se hizo un ovillo entre sus sábanas.
- ¿Quién se cree que es? – Lisa luchaba por mantener sus ojos abiertos. - ¡No voy a tolerar sus arranques inmaduros ni una vez más! Rick… ¡si tan sólo entendieras que yo no controlo mis horarios! Y que… cada día que no nos vemos siento que—que algo se me va muriendo dentro.
Lisa hizo un gesto y cerró los ojos. Estaba demasiado cansada como para pensar, así que decidió no resistirse y dormir… las cosas mejorarían con la luz del nuevo día.
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Al día siguiente la comandante Hayes llegó a su puesto de trabajo unos minutos antes de que su turno comenzara. Mientras se tomaba una taza de café y revisaba la agenda del día, escuchó a Sammy, en el control inferior, dando instrucciones al Escuadrón Skull que estaba a punto de despegar. Por un momento Lisa tuvo el impulso de abrir su canal privado de comunicación y desearle una buena cacería a Rick, pero se contuvo. Ella no había sido la que se había comportado terca e irascible la noche anterior así que no tenía por qué ser ella la que diera el primer paso. Tuvo que morderse el dedo índice para impedir que este, por su propia voluntad, abriera la comunicación.
- Se que estaba cansado… era ya muy de madrugada… pero no se porqué siempre tiene que terminar peleando.
Lisa se sentó en su sillón y trató de concentrarse en los documentos que traía en la mano, pero sin poder evitarlo, su mirada se dirigía a la consola de Sammy, quien estaba teniendo una discusión con Hunter sobre algunos códigos. Lisa sonrió y sacudió la cabeza.
- Algunas cosas simplemente jamás cambian.
Lisa revisó las asignaciones del día del comandante Hunter. Se dio cuenta que antes de su patrullaje de esa mañana, ya había tenido una junta con los jefes de mantenimiento en el hangar y que cuando volviera por la tarde estaba citado para dar un informe rápido de la situación en las colonias zentraedis ante el Consejo que sesionaba esa noche.
- Tiene el día totalmente lleno. – Ella trató de encontrar un espacio, sin éxito. - ¡Pobre Rick! Voy a tratar de arreglar los horarios para darle un día libre lo más pronto posible…
Su mirada se dirigió a una de las pantallas gigantes del centro de comando, justo a tiempo para ver la majestosa y familiar figura del Skull 1 elevándose por los cielos. Lisa no pudo menos que murmurar una pequeña oración en voy baja y desearle en su corazón la mejor de las buenas suertes a su piloto.
- Comandante Hayes… - Vanessa la sacó de sus pensamientos. – Nos están solicitando el informe de resultados de la última revisión del padrón de personal de la RDF en el departamento de sistemas… dicen que—
- Envíaselos por favor, Vanessa. – Lisa revisó sus notas. – Es el informe 009-23, está en—
- ¡Comandante Hayes! – Mitchell la llamó desde el nivel inferior. – Tiene una llamada del Almirante Gloval por la línea 3.
- Está en la carpeta de personal, - Lisa se dirigió a tomar el intercomunicador. - ¿Lo ves? Ese, el tercero… Almirante Gloval, aquí la comandante Hayes, señor…
El almirante comenzó a hablarle a Lisa sobre algunas modificaciones que serían necesarias en el plan de estudios preliminar que se había presentado para la Academia Militar, así como la revisión de los perfiles del primer grupo de reclutas que iniciarían con su preparación la siguiente semana. Lisa lo escuchaba, mientras tomaba nota de lo que él le decía… de pronto sintió su teléfono celular vibrando en el bolsillo de su uniforme. Lo sacó y vio el nombre de Max Sterling parpadeando en el identificador de llamadas.
Vanessa no pudo menos que sonreír con simpatía cuando vio a Lisa, sosteniendo en una mano el intercomunicador contra su oreja y en la otra el celular que vibraba insistentemente. Lisa tenía una cara de preocupación que daba lástima, mientras sus ojos se movían del intercomunicador al celular. Vanessa se puso de pie y con un gesto silencioso le pidió que le entregara el celular, a lo que Lisa accedió con una pequeña sonrisa de alivio.
- Si… no se preocupe Almirante… mañana a primera hora se habrán hecho las modificaciones necesarias y la revisión de los reclutas. Le enviaré mi reporte preliminar por la mañana… no se preocupe. Yo me encargo de todo.
Lisa cerró la comunicación con el almirante y se pasó la mano por la frente, quitándose algunos mechones de cabello que le caían sobre los ojos. Miró a Vanessa, quien todavía estaba pegada a su celular y suspiró con resignación, sabiendo que algún nuevo chisme seguramente era la causa del interés de su amiga en esa conversación con Max. En ese instante Vanessa colgó y le entregó el celular a Lisa, al tiempo que literalmente comenzaba a brincar por toda la estación.
- ¡Miriya y Max van camino al hospital!
- ¿Qué? – Lisa preguntó incrédula y escuchó la misma pregunta viniendo de la estación inferior, en las voces de Kim y Sammy.
- ¡Ya viene el bebé! – Vanessa estaba muy emocionada. - ¡Ya viene!
- ¿Qué te dijo Max?
- Sólo eso… quería hablar contigo, darte la noticia… ¡Pobrecillo, se oye tan nervioso!
Lisa no pudo evitar una sonrisa de oreja a oreja y sus manos se juntaron sobre su pecho con alegría. Max y Miriya por fin iban a tener a su bebé.
- Vanessa, voy al hospital. – Lisa se dirigió a la salida. – Por favor, trata de cambiar la fecha de mis reuniones del día de hoy, ¿Lo harías por mí?
- No hay problema, comandante…. ¡Déle nuestros saludos a Max y Miriya y manténgannos informadas!
Vanessa apenas alcanzó a gritar las últimas palabras antes de que la puerta del centro de comando se cerrara detrás de Lisa.
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Lisa entró corriendo al hospital e inmediatamente fue dirigida al área de maternidad, en donde se topó frente a frente con Max, quien miraba la ventana y golpeaba el suelo con la punta de su zapato nerviosamente. Lisa notó la taza de café que traía en la mano y el hecho de que a pesar de estar llena, parecía estar fría.
- ¡Max! - lo saludó al llegar. - ¿Cómo está Miriya?
- Comandante… ella está bien… bueno, tan bien como una mujer a punto de dar a luz puede estar. – Max se notaba nervioso, lo cuál era bastante poco común en él.
- ¿Cuándo empezó?
- Desde la madrugada, pero como ayer ella insistió en cocinar… pues al principio pensamos que era sólo una indigestión.
Lisa no pudo evitar el soltar una risita con el comentario tan sincero de Max.
- La están preparando para ingresarla al quirófano… el doctor Lang ya está ahí junto con su equipo de camarógrafos.
- ¿Miriya consintió que su parto fuera grabado?
- No se opuso. – Max se encogió de hombros. – Creo que algunas personas todavía tienen sus dudas sobre esto… creen que mi hijo va a ser un pequeño ser verde con orejas puntiagudas y ojos rasgados… bueno, admito que hay posibilidades de que herede el cabello verde pero—
- ¡No te preocupes Max, todo va a salir bien! Miriya es una mujer muy fuerte, una guerrera… además el dar a luz es algo natural… en poco tiempo estarás sosteniendo a tu bebé en tus brazos.
Max miró a Lisa y le sonrió con ternura. Por un momento se preguntó porqué Rick no valoraba a aquella mujer como debía. Era más que evidente que la comandante Hayes tenía un gran corazón hecho de oro puro, que además era sensible y cuando no estaba dando órdenes de combate, incluso se veía tierna. Max no pudo evitar el notar la manera en cómo sus ojos verdes brillaban con la emoción sincera que sentía en ese momento.
- Rick debe de estar completamente ciego, - pensó Max. – Para no darse cuenta de la belleza de esta mujer… interna y externa.
- Teniente Sterling. – una enfermera apareció en el pasillo. – Su esposa está lista… pase por favor, tiene que esterilizarse y ponerse una bata quirúrgica. Sígame.
Max asintió y miró a Lisa. Ella le sonrió y le puso la mano en el hombro.
- ¡Suerte! – le dijo con sinceridad y una sonrisa. - ¡Todo va a salir bien!
- Gracias Lisa… te lo agradezco mucho.
Max siguió a la enfermera y Lisa se encontró a sí misma sola en el pasillo. Fue a sentarse en una de las sillas que estaban contra la pared y se preguntó si debería quedarse o simplemente regresar a su puesto y volver más tarde. De pronto la voz de Rick resonó en su cabeza, diciéndole que debería dedicarse un tiempo para vivir su vida. Lisa suspiró y pensó que el estar ahí con sus amigos, en ese momento tan importante, sin duda era más significativo que pasarse el día discutiendo con militares de alto rango y políticos.
- Un bebé… - Lisa sonrió con ternura. – Es todo un acontecimiento… y más aún porque es el primer bebé mestizo de humanos y zentraedis. Es sin duda un momento histórico y me alegra que Miriya haya dado autorización de que se documentara… sólo espero que el doctor Lang le de la privacidad que necesita.
Lisa cerró los ojos y se recargó en la pared detrás de ella. De pronto comenzó a soñar despierta… ¿Qué se sentiría ser mamá? Tener un pedazo de vida creciendo dentro de ella y luego darlo a luz, sostener a su hijo en sus brazos… ¿Qué se sentiría tener un hijo con el hombre a quién ella amaba? La imagen del comandante Hunter apareció en su mente de inmediato y no pudo evitar el sonreír. Un hijo de Rick… un hijo con Rick.
Después de un momento abrió los ojos, sin percatarse de la sonrisita que tenía en los labios. Se puso de pie y suspiró con alegría.
- Voy a llamar al centro de comando para avisarles que pueden localizarme aquí… y de paso voy por algo de desayunar.
Lisa se dirigió al ascensor y esperó pacientemente que este se abriera, tarareando una cancioncilla para sí misma. Cuando las puertas del elevador se abrieron, antes de que ella pudiera moverse de su sitio, el comandante Rick Hunter, aun en su traje de vuelo, salió del ascensor hecho un remolino. Se detuvo bruscamente y miró a su alrededor. Se veía tan confundido y desubicado como siempre y Lisa no pudo menos que sonreír. Él ni siquiera se había dado cuenta de su presencia, sino hasta que ella lo saludó.
- ¡Buenos días, comandante Hunter! Pensé que estaba de patrullaje.
- ¡Lisa! Yo… pensé que tú tenías juntas todo el día…
Ambos sonrieron muy a su pesar y Lisa sintió que se sonrojaba levemente al recordar lo que había estado pensando hacía sólo unos minutos. Por suerte Rick no pareció notarlo.
- ¿Dónde está Max? Apenas recibí la noticia y volví a la base… ni siquiera tuve tiempo de cambiarme. Dejé el escuadrón a cargo del sargento Bobby.
- ¿Sargento Bobby? - Lisa se rió. – Bueno… Max acaba de entrar con Miriya al quirófano… va a pasar un tiempo antes de que el bebé nazca.
- ¿Cuánto tiempo? – Rick estaba ansioso.
- No lo se… pueden ser minutos, pueden ser horas… eso depende del bebé.
- ¿Pero está bien?
- ¿Miriya? Claro que si, no te preocupes… todo va a salir bien.
- No se cómo puedes estar tan tranquila Lisa, yo estoy temblando… ¡y ni siquiera soy el papá!
- Bueno… eso es algo que a Max le gustaría escuchar.
- ¡Hey! – Rick se rió.
De pronto sus miradas se encontraron y súbitamente ambos recordaron que se suponía que estaban enojados. Rick bajó su mirada, sintiéndose un tanto culpable por la conversación de la noche anterior. Lisa lo miraba insistentemente, tratando sin éxito de descifrarlo.
- Siento mucho haberte llamado a esa hora anoche. – Rick comenzó a hablar. – Es que… me sentía mal y necesitaba hablar con alguien… no se cómo le hago, pero siempre me las arreglo para terminar echándolo todo a perder, Lisa. Soy un cabeza de ladrillo y lo siento mucho.
- No te preocupes Rick… creo que muchas de las cosas que dijiste estuvieron fuera de lugar… aunque creo que muchas de mis respuestas simplemente estuvieron a la altura de tus provocaciones y me disculpo por ello. Pero admito que tienes razón en muchas otras de las cosas que dijiste.
- Creo que en este momento me caería bien una taza de café… ¿Ibas a algún lugar en particular o quieres acompañarme a la cafetería?
- Iba a hacer una llamada al centro de comando y después iba a ir a desayunar algo.
- ¡Excelente! Entonces tenemos tiempo… tal vez podamos hablar sobre esto mientras comemos algo.
Lisa asintió y Rick llamó el elevador, que de inmediato se abrió ante ellos. Los dos jóvenes oficiales de la RDF entraron, mientras comenzaban a hablar tímidamente sobre los acontecimientos sucedidos en los últimos días en el trabajo.
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Mientras Lisa hacía su llamada a la base, Rick se ocupó de llevar a la mesa dos tazas de café y unos panecillos de manzana con canela. Cuando Lisa se sentó a la mesa, el comandante le sonrió tímidamente y antes de que ella pudiera decir nada, él ya estaba hablando sobre Max y lo emocionado que estaba al ver que su amigo había encontrado el amor y ahora tenía una familia.
- A veces me pregunto cómo le hace Max para mantener su vida tan balanceada… ser el mejor piloto de combate de la RDF, cumplir sus obligaciones militares y aun así darse el tiempo de vivir fuera del ejército… de tener una esposa, ahora incluso un bebé.
- Si… - Lisa asintió. – Lograr ese balance no debe de ser nada fácil.
- ¿Tú crees que algún día nosotros pudiéramos lograrlo, Lisa?
La comandante miró a Rick con una mirada interrogativa. No sabía a qué se refería con ese “nosotros”. Rick se frotó la nuca nerviosamente, captando por una vez en su vida, lo mismo que Lisa había captado.
- Es decir, tú comandante Hayes… y yo, Rick Hunter… nosotros como individuos… ¿Algún día crees que puedas alcanzar el balance entre tu vida militar y la privada?
- No lo se. – contestó ella con sinceridad. – Nací en una familia de militares, crecí entre militares, ahora soy una militar… supongo que esto es mi vida y para mí es difícil separar a la oficial de la mujer.
- Si… - Rick respondió distraídamente. – Eso es cierto… Lisa, se que muchas veces te he recriminado lo mismo y se que tal vez no sea de mi incumbencia… incluso se que esa fue la causa de la discusión de anoche por teléfono pero… me gusta ver a la mujer de vez en cuando.
Los ojos de Lisa se abrieron con sorpresa al escuchar las palabras de Rick, sin poder creer lo que estaba escuchando. Rick bajó la mirada y siguió hablando.
- A veces necesito a la amiga a mi lado… no a la comandante Hayes, ni a la primera oficial del SDF1… tampoco a la Oficial en Jefe de Operaciones Tácticas… a veces quisiera simplemente conversar con Lisa.
- Lo entiendo. – fue el turno de Lisa de bajar la mirada. – Se que mi actitud no es la que debería y no pretendo disculparme ni justificarme… son circunstancias, supongo… pero Rick, lamento si te he dado la falsa impresión de que te estoy evitando o de que no me preocupo por ti.
Rick no contestó. En los últimos días esos habían sido precisamente sus pensamientos. Sentía que se estaba alejando de Lisa… a pesar de que trabajaban juntos, había un muro entre ellos que él no parecía poder derribar. Al estar tan cercano a ella había conocido a la Comandante Lisa Hayes en toda su plenitud y aquello lo atemorizaba un poco. Él sabía muy bien que cualquier tregua que pudiera pactar con ella en aquel momento no duraría más de unas pocas horas, ese parecía ser el rango de tolerancia mutua que ambos habían alcanzado antes de que uno de los dos estallara.
Y no es que él no quisiera a Lisa, por el contrario… porque la quería tanto, no deseaba perder la amistad de la única persona que era cercana a él… de su mejor amiga y su compañera incondicional.
- A veces, cuando veo a Max me pregunto… - Rick finalmente rompió el silencio. - ¿Algún día tendré lo qué el tiene? Y no es envidia, sino admiración… ¿No te sientes igual, Lisa? ¿Tú no te preguntas si alguna vez tendrás la oportunidad de tener una familia?
- ¿Tú has pensado en ello, Rick?
El piloto se encogió de hombros e intentó sonreír.
- No creo que nadie quisiera formar una familia conmigo… soy un piloto de combate, podría morir en mi próxima batalla… ¿Qué mujer podría aceptar eso de mí? No tengo nada que ofrecer… Max tuvo suerte, encontró el amor en una compañera de armas, alguien que tiene sus mismos ideales y comprende lo que implica ser un soldado.
Lisa no podía quitarle los ojos de encima a Rick. Quería alargar su mano en la mesa y tomar la del muchacho, quería mirarlo a los ojos y decirle que ella comprendía… que ella estaba dispuesta a correr ese riesgo con él… que ella era su amiga, su compañera de armas… que ella, como él, tenía la idea de que jamás tendría la oportunidad de formar una familia.
- ¡Estoy aquí, Rick! – ella suplicaba en silencio. - ¡Por favor, mírame y date cuenta de las cosas!
- Bien, - Rick sonrió. – Entonces… ¿acepta mi ofrecimiento de tregua, comandante?
Lisa lo miró a los ojos y se forzó a sí misma a sonreír.
- Claro… acepto su oferta… por las 12 horas que seguramente durará.
- Lamento haberme portado como lo hice ayer por teléfono.
- Yo también lo siento mucho, Rick… creo que ambos estábamos totalmente fuera de contexto con nuestros comentarios.
Después de aclarar las cosas, ambos oficiales regresaron a la sala de espera del ala de maternidad. Estaban cansados y aunque tenían mucho de qué hablar y qué compartir, al final terminaron adormilándose en los mullidos sofás de aquella sala. Pero aquel silencio no se sentía incomodo… era un silencio compartido, el silencio entre dos personas que saben que no necesitan de las palabras para comunicarse sus emociones.
Pasó el tiempo… una o dos horas tal vez… no podían estar seguros. Ambos se sobresaltaron cuando vieron a Max aparecer con una sonrisa de oreja a orejea, en la sala de espera.
- ¡Niña! – Max anunció sin mayor preámbulo. – Miriya está agotada, pero muy bien… y mi hija… ¡Dios santo jefe! Tienen que ir a verla en cuanto la pasen a cunas… ¡es preciosa! - Max estaba orgulloso y se le notaba.
- ¿Niña? – Lisa se había puesto de pie de un salto. - ¡Felicidades Max!
La comandante Hayes fue a darle un cálido abrazo a Max que él reciprocó con alegría. Ambos estaban riendo alegremente y Rick no pudo menos que sonreír mientras se rascaba la nariz.
- ¡Vaya Max! Ahora si eres un papá…
- Lo soy jefe. – Max le dio un beso amistoso a Lisa en la mano cuando se separó de ella y se dirigió a Rick, quien había abierto los brazos para recibirlo. - ¡Jamás en mi vida había estado tan emocionado ni tan feliz!
Rick lo apretó con fuerza y lo golpeó en la espalda. Max respondió el abrazo de la misma manera, haciendo que Lisa diera un paso para atrás y levantara una ceja. ¿Por qué los hombres eran tan salvajes?
- Miriya está agotada. – Max seguía sonriendo cuando se alejó de Rick. – Creo que su entrenamiento como guerrera quadrono jamás la preparó para algo como esto… ¡Pero se comportó valientemente! Y cuando vi salir esa cabecita… ¡Dios santo! En ese momento supe que el mundo había cambiado por completo para mí…
Max no podía evitar las lágrimas que le habían súbitamente nublado la vista. Agachó la cabeza y se quitó los lentes para frotarse los ojos.
- ¡Es algo que no puedo describir, jefe! Es… es la vida misma.
Lisa puso su mano sobre el hombro del teniente y le sonrió con cariño. Rick simplemente no sabía que decirle a Max. El ver a su amigo tan conmovido y tan feliz lo hacía sentirse de la misma manera. Rick miró a Lisa, quien ya había abrazado a Max y le susurraba algo al oído mientras él escondía su rostro en el hombro de su comandante. Rick sonrió, sintiendo ternura por esa mujer. En momentos como ese era cuando él en realidad podía ver a la verdadera Lisa Hayes, la mujer sensible, tierna y adorable que tanto le gustaba.
- Gracias… - dijo Max cuando se separó de Lisa. – Gracias por quedarse aquí todo el tiempo y por estar al tanto de lo que sucede con nosotros. Jefe, comandante… para Miriya y para mi ustedes son nuestra familia… y espero que algún día podamos corresponderles.
- ¡Ni lo menciones, Max! – Rick habló, palmeándole el hombro. – Para nosotros es un honor el estar aquí en estos momentos.
- Tengo que regresar con Miriya y ver cómo está el bebé… creo que no podrán verlos por un rato, ¿por qué no van a descansar un poco? Deben de estar agotados. El horario de visitas empieza a las 5 de la tarde.
- Entonces regresaremos a esa hora. – Lisa sonrió. – Max, muchas felicidades y felicita a Miriya de nuestra parte.
- Gracias.
Max puso su mano en el brazo de Lisa y lo frotó amistosamente y luego de pasada le dio unas palmaditas a Rick en el hombro antes de desaparecer detrás de una puerta. Rick y Lisa se miraron y sonrieron.
- ¡Una niña! ¿No es hermoso, Rick? Siempre me he preguntado qué se sentirá ser mamá… tener a tu bebé y—
Lisa se detuvo abruptamente y se sonrojó. ¿Por qué le estaba diciendo esas cosas a Rick? Tuvo el impulso de taparse la boca con las manos, pero al ver la mirada enternecida y la sonrisa en el rostro del comandante Hunter, decidió que lo más recomendable en esas circunstancias era simplemente desaparecer.
- Tengo que volver a la base… yo—
Lisa se había dado media vuelta y estaba a punto de salir del lugar, cuando algo la obligó a detenerse. Miró a Rick y luego bajó la mirada para encontrarse con la mano del comandante… sosteniendo la suya.
- ¿Tienes que irte, Lisa? Es que… de todas maneras ya avisaste en la base que estarías aquí… y yo también tengo permiso… ¿Por qué no aprovechamos el tiempo y vamos a mi casa? Podemos comer algo… ver alguna película… descansar un rato y después venir a ver a Miriya. ¿No te gustaría?
Lisa no contestó de momento. Sus ojos se habían clavado en los de Rick y él conservaba la mano de Lisa en la suya. Aquello era demasiado para la comandante Hayes. Él le sonrió esa sonrisa a la que ella no podía resistirse. Finalmente sólo asintió levemente.
- Me parece buena idea. – se escuchó balbucear a sí misma.
Rick la soltó y con una inclinación caballerosa y casi teatral, le indicó el camino. Lisa sonrió y ambos salieron del hospital, caminando sin prisas, comentando sobre lo felices que estaban por Max y Miriya y dirigiéndose a la casa del comandante Hunter.
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Las semanas que siguieron al nacimiento de Dana Sterling fueron sin duda las más difíciles para el comandante Rick Hunter. Max tenía un permiso de 2 semanas y el de Miriya era aún más extenso. Esto provocaba que el trabajo se cargara en su totalidad sobre los hombros de Rick. Él siempre había contado con los Sterling para apoyarlo, ayudarlo y sacarlo de apuros cuando los horarios se le complicaban, pero ahora estaba trabajando con un grupo de pilotos novatos que le daban más dolores de cabeza que satisfacciones.
Muchas veces por la noche, Rick pensaba que cuando él se había enlistado en el ejercito, había aprendido rápido. No había muchas opciones, estaban en guerra y quien no aprendía bien las cosas, simplemente pagaría con su vida. Pero ahora las cosas eran diferentes. Hunter sentía que los nuevos reclutas eran perezosos, que se habían unido al ejército tan solo por la aventura y que no tenían el espíritu y la mística que aquellos reclutas de su tiempo habían tenido. Hacían falta jefes de la estatura de Roy Fokker, lideres que supieran motivar y hacerse superar a sus reclutas.
- ¿Y se supone que yo estoy al frente de ellos? – Rick pensaba. – Tal vez yo no soy el indicado para llevar a cabo este trabajo.
Sus horarios se habían vuelto tan pesados que había llegado a ocurrir que él no pasaba por su casa ni a cambiarse de ropa durante 3 o 4 días. En su pequeño anexo en el hangar del escuadrón Skull ya tenía mudas de ropa y otras cosas de uso diario. Aquella pequeña oficina se había convertido en su habitación y él a veces se preguntaba que caso había tenido que le asignaran una casa en la colonia militar, siendo que de todas maneras tenía que pasar la mayor parte de su tiempo en el Prometheus.
Los recuerdos de aquella tarde que había pasado con Lisa en su casa el día que había nacido Dana eran la única motivación que tenía en esos días. Aquella había sido una tarde tranquila y cordial, no habían discutido, no habían tenido desacuerdos… habían comido juntos, habían visto una película, habían conversado civilizadamente y luego habían salido a comprar algunos globos, flores y dulces para Miriya antes de regresar al hospital.
Rick no podía menos que sonreír cuando recordaba a la pequeña Dana. Era una nena preciosa y de muy buen carácter. No podía olvidar lo que sintió cuando Max la puso en sus brazos. Era la primera vez que él había sostenido a un bebé y aquello lo asustó. ¡Era tan pequeña y frágil! Había tenido miedo de que se le cayera o de que él la apretara con demasiada fuerza… pero Lisa, por el contrario, parecía tener un talento, casi un instinto natural para con los bebés. Había sido Lisa la única que había logrado que la bebé dejara de llorar cuando se había puesto algo inquieta. La imagen de Lisa sentada en el sillón, sosteniendo a Dana contra su pecho era una que Rick jamás podría olvidar.
Pero aquel día parecía haber sido sólo un oasis en el camino… quizás un espejismo. Porque al día siguiente ambos habían tenido que volver a la realidad. Una realidad hecha de patrullajes interminables, revueltas zentraedis que se deberían de manejar y mantener en secreto para no alarmar a la población civil, de vuelos demasiado largos por campos totalmente desolados… de una soledad que cada día que pasaba se hacía más y más insoportable.
- Al menos antes podía ir a hablar con Max o con Lisa cuando me sentía solo. – Rick pensaba, mientras volaba su Skull 001 sobre un llano desierto. – Ahora no hay nadie con quien pueda hablar… con Max de permiso y Lisa tan ocupada…
Lo que Rick no sabía era que la comandante Hayes estaba tomándose un tiempo extra cada noche para hacer los reportes de los patrullajes del día… reportes que por procedimiento le correspondían a él. Pero sin que Rick lo supiera, ella había tomado para sí esa responsabilidad. Ella sabía que Rick regresaba cansado, muchas veces incluso desanimado y deprimido. Lo último que quería era mortificarlo con esos reportes al final del día. Así que con los datos de patrullaje y los reportes preliminares que le eran transmitidos a Sammy durante los vuelos de rutina, Lisa armaba el reporte del día. Había veces que necesitaba un dato extra o aclarar algún punto. En esas ocasiones había llamado a Rick para preguntarle la información que necesitaba.
Y en todas esas ocasiones Rick y ella habían terminado discutiendo. Él le reclamaba que todo lo que pensaba era en su obligación y en su trabajo… que no le gustaba que lo llamara por la noche, después de un turno pesado, solo para hacerle preguntas irrelevantes sobre el patrullaje.
- ¡Pasamos muy poco tiempo juntos, apenas y tenemos la oportunidad de hablarnos durante el día y cuando por fin me llamas, es solo para saber los pormenores de la patrulla del día! – Rick le había reclamado en una ocasión.
Lisa había aguantado todo aquello, sin revelarle cual era la verdadera razón de su súbito interés en los patrullajes. Rick terminaba proporcionándole la información que ella requería, pero no por ello estaba feliz. El comandante Hunter odiaba lo dedicada que ella era a su trabajo, deseaba que algún día simplemente lo llamara para decirle que se escaparan, que pasaran el día en algún lugar lejano, acostados debajo de un árbol, mirando las nubes pasar… pero no, Lisa era demasiado profesional para eso. ¿Por qué no podía simplemente dedicarse a su horario de trabajo y luego ser una persona normal?
Una noche Rick se dio cuenta de que se sentía celoso… celoso del trabajo de Lisa. Celoso de que ella tuviera todo el tiempo del mundo para dedicarlo a sus obligaciones y tan poco para él. Rick sentía que todo aquello los estaba asfixiando, los estaba matando lentamente… los estaba separando.
Y a veces, en la mitad de la noche, Rick sentía esa rabia inundándole el pecho. La rabia de saber que Lisa estaba en su casa… mirando aquella fotografía de Riber, recordando los buenos tiempos… pensando en aquel hombre. En más de una ocasión Rick tuvo el impulso de ir a casa de Lisa cuando ella no estuviera y simplemente deshacerse de esa fotografía. Y es que desde que ella la había encontrado parecía comportarse diferente, más fría y distante con él.
Por su parte Claudia se encontraba preocupada por Lisa y la manera en que las cosas se estaban desenvolviendo entre su amiga y el comandante Hunter. En más de una ocasión había intentado hacer que Lisa entrara en razón, sin mucho éxito.
- Pero Lisa, tienes que decirle por lo menos lo de los informes que estás haciendo… después de todo, lo estás haciendo por él.
- Es que siento que se molestaría conmigo, Claudia.
- Tal vez… pero por lo menos se daría cuenta de lo mucho que te importa y lo mucho que tú haces por él. Además creo que no sería una mala idea que los dos hicieran esos reportes juntos al término de cada jornada. Eso les daría tiempo para ustedes.
- Llegue a pensarlo, pero Rick siempre regresa tan cansado… después de volar por 18 horas seguidas, creo que lo que menos desea es encerrarse conmigo a hacer un reporte.
- ¿Y por qué no dejas que sea él quien lo decida?
- ¿Qué caso tendría?
- Al menos aclararías la mente de tu piloto… Lisa, hay que afrontar la realidad, el chico es simpático y atractivo, pero no es muy brillante y las señales confusas que tú le envías no están ayudando de mucho.
- Pero Claudia…
- ¡No me interrumpas! – Claudia cortó la protesta de su amiga. – Él piensa que lo estás evitando, que no te preocupas por él… y todo lo que tu estás haciendo es trabajar horas extras en reportes que él debería hacer sólo para que él tenga un poco más de tiempo para descansar… ¡Rick ni siquiera sabe lo que estás haciendo por él! Es bueno hacer cosas por la persona a quien amamos… pero creo que no has entendido muy bien el concepto, cariño… cuando haces algo, ellos se deben de enterar. Tal vez tú sepas leer la mente, pero tu piloto no es ni un oráculo, ni un adivino… ¡Por Dios! Ni siquiera capta las indirectas… ni las directas. Lisa, por favor, no hagas las cosas más difíciles de lo que ya son.
- ¿Y qué debo de hacer?
- ¿Qué debes de hacer? Pararte frente a él y decirle que has estado trabajando de más por él… porque lo quieres, tonta… de otra manera, alguno de los dos terminará por tronar. Y tengo la impresión de que tu piloto está a punto de hacerlo.
Claudia se dio media vuelta y salió del puesto de control de Lisa. Aquel receso para tomar café había terminado y había dejado a la comandante con muchas dudas y preguntas sin contestar. Lisa miró los reportes sin terminar que tenía sobre su consola y pensó que tal vez Claudia tenía razón. Intentaría hablar con Rick lo más pronto que se pudiera… si es que el valor no la abandonaba antes.
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Lisa fue a casa de Rick y lo esperó por un par de horas. Aprovechó ese tiempo en relajarse un poco, ver algún programa en la televisión y después incluso salió al supermercado y regresó con una bolsa llena de frutas. Rick jamás volvió y Lisa decidió que lo mejor era irse a casa. Tenía que reportarse en su estación temprano en la mañana y necesitaba descansar. Escribió una nota rápida para Rick, dejándole saber que había estado ahí esa noche y que le dejaba algo de fruta para que comiera. Inmediatamente después salió de la casa.
No habían pasado más de diez minutos de que Lisa se había marchado, cuando la puerta se abrió y un agotado y desganado Rick Hunter entró a la casa, arrastrando los pies y con el cansancio reflejado en su rostro. Arrojó las llaves a la mesita de la sala y se dirigió automáticamente a su habitación. Al pasar por la cocina se detuvo en seco. Había algo en el ambiente… algo que era muy de Lisa. Entró a la cocina y sonrió levemente al encontrar la canasta llena de fruta y la nota de la comandante. Pero enseguida su sonrisa dio paso a la frustración.
- Esto es todo lo que puede haber entre nosotros en estos días… solamente visitas rápidas a casas vacías y pequeñas notas sobre la mesa. La casa se siente tan vacía y tan sola en estos días.
Rick tomó una manzana y la mordió. Fue a su habitación y se quitó sus botas y su chaqueta militar. Mientras se seguía comiendo su manzana abrió las puertas del guardarropa y sacó su pijama. Terminó de comer su fruta y se fue a darse una ducha. En menos de 10 minutos ya se encontraba tendido sobre su cama, mirando distraídamente al techo en la semioscuridad de la habitación.
- Al final siempre vuelvo a estar solo. – Rick estaba pensando. – Cuando era niño y mamá murió, Roy estuvo conmigo… pero luego se fue para nunca volver… y mi papá, el viejo también se fue… y me quedé solo otra vez… más tarde me reencontré con Roy y conocí a Minmai, pero él murió y ella… - el comandante sacudió la cabeza. – Después vino Lisa… solíamos estar tan cerca el uno del otro, aun con mis modales y mi bocota, ella siempre estaba conmigo… pero ahora otra vez estoy solo. Comprendo que su trabajo es importante y básico pero… no se, solo quisiera que de vez en cuando tuviera un poco de tiempo para mí.
Los ojos de Rick se cerraron en contra de su voluntad y comenzó a caer en un sueño profundo. La imagen de Lisa no se apartaba de su mente… Lisa, siempre Lisa… cargando a la bebé de Max… piloteando su VD01… hablando ante militares y políticos en alguna reunión… sonriéndole con alegría… acariciándolo con suavidad, como lo había hecho aquella vez en el refugio… aquella vez que le había dado el masaje más maravilloso de su vida.
Aun en aquel estado de duermevela en el que se encontraba, Rick podía sentir las manos de Lisa recorriéndole el pecho… era una sensación relajante que a la vez le provocaba reacciones muy intensas en el cuerpo. Subconscientemente Rick comenzó a soñar…
En sus sueños, Rick sintió una presencia en su habitación y el inconfundible aroma suave y delicado de Lisa inundándole los sentidos. Él abrió los ojos y la vio sentada a su lado en la orilla de la cama, sonriéndole con ternura. El fuego que brillaba en los ojos de Lisa hizo que el corazón de Rick se derritiera. Su pulso se aceleró cuando sus ojos se encontraron con los de ella al tiempo que se inclinaba sobre él para besarle suavemente la frente. Él cerró los ojos cuando sintió los labios suaves y tibios de ella en medio de sus ojos.
El calor de Lisa, su aroma y su presencia, todo lo hacía sentir una oleada de emociones recorriéndole el cuerpo y provocándole vértigo. Era demasiado para él, sentía que de un momento a otro su corazón le iba a estallar. Sentía como la ternura de Lisa lo envolvía y cuando ella por fin se enderezó, él la miró al rostro y lentamente, casi como si temiera hacerlo, Rick extendió su mano para tocar su mejilla con las puntas de sus dedos.
- Lisa… - él susurró. - ¿Quién eres tú en realidad? ¿Por qué siento esto por ti?
- Soy una mujer que sólo vive para ti. – la voz de Lisa parecía venir de muy lejos, como amortiguada por la distancia y la bruma que parecía envolver su sueño.
Rick se incorporó lentamente, clavando sus ojos en los ojos verdes de ella y sintiendo como su fuego le quemaba las entrañas. Él sintió desesperación en su pecho, algo que le decía que debía hacer algo para recuperarla, para mantenerla a su lado en esos momentos en los que sentía que podía perderla…
Sin poder contenerse, Rick puso su mano en el cuello de Lisa y la atrajo hacia él, sin romper el contacto visual. Cuando estuvieron cerca el uno del otro, él cerró sus ojos, buscando ávidamente los labios de su comandante.
- Lisa… - Rick murmuró aquel nombre que tanto significaba para él, contra los labios de ella.
Cuando sus labios tocaron suavemente los de Lisa, él no pudo contenerse más, no pudo pensar, no pudo razonar… en ese momento las emociones tomaron control sobre su voluntad haciéndole perder todo sentido de realidad. Sus labios hambrientos de amor, de cariño y de ternura devoraban los de ella, que respondía a aquel beso con la misma pasión y necesidad con que él la besaba. Rick sentía que estaba siendo completamente consumido por el amor que en ese momento sentía por ella… y que ella reciprocaba.
Cuando finalmente sus labios se separaron, Rick no pudo abrir sus ojos. Desesperadamente comenzó a besar el cuello de Lisa, sintiendo su pulso, la vida misma corriendo por el cuerpo de ella en aquel lugar tan sensible. Escuchó a Lisa suspirar profundamente y aquello solo lo motivó a poner más pasión y sentimiento en aquellas caricias. En algún lugar de su cerebro algo le ordenaba que se detuviera, que aquello no era lo correcto, que él no debería de estar haciendo aquello, no con la comandante Hayes, no en esos momentos y no bajo esas circunstancias. Pero él no podía detenerse, ahora que había llegado a ese punto, simplemente sentía que no podía parar… que quería más… que necesitaba más.
- Rick… - la escuchó susurrar en su oído, causándole un corto circuito en el corazón. – Amor…
Rick sonrió con ternura, sus labios aún contra la piel en el cuello de ella. No podía olvidar aquel episodio en la tienda de ropa, cuando ella lo había llamado “amor” y cuanto le había gustado escuchar esas palabras salir de los labios de Lisa, dirigiéndose a él.
- Lisa… - el respondió contra su cuello. – Yo… yo te—
Rick no pudo atreverse a pronunciar aquellas palabras… de pronto perdió la noción del tiempo y del espacio y un suspiro, casi un gemido escapó de su garganta cuando sintió los labios de Lisa en su cuello, justo debajo de su oreja. Aquello era demasiado para él. Sentía su cuerpo entero palpitando al ritmo de su corazón, sentía que estaba a punto de desvanecerse… su respiración entrecortada era el único sonido que parecía escuchar… eso y el sonido fuerte y acelerado de su propio corazón.
Todo lo que sabía era que en aquel momento se sentía amado y protegido. Era una sensación de paz y seguridad que jamás había experimentado en su vida. La presencia de Lisa era tan fuerte que sentía que aquellos sentimientos le consumían el corazón en una hoguera de emociones.
Rick cerró sus brazos en torno a Lisa, apretándola vehementemente contra sí mismo, murmurando su nombre como si se tratara de una oración… quería tenerla tan cercana de sí como pudiera… poco a poco él hizo que ella se recostara a su lado, sin romper el contacto físico entre ambos… sin que sus ojos dejaran los de ella por un segundo. Rick se inclinó, buscando desesperadamente sus labios una vez más, mientras dejaba que el peso de su cuerpo descansara sobre ella.
Sintió que el fuego que en ese momento le consumía las entrañas ardía con más fuerza y pasión cuando sintió las manos de Lisa deslizarse debajo de su camisa para acariciarle la espalda… tal y cómo lo había hecho aquella vez en el refugio. Él la besó aun con más urgencia y pasión, como si quisiera consumirla con el fuego de su corazón. Rick la necesitaba, la quería, la deseaba—la amaba. Y él sabía que ella compartía esas emociones con él, eso era obvio en la manera en como ella respondía a sus besos y a sus caricias.
Rick jamás imaginó que aquellos sentimientos y aquellas emociones fueran posibles. Lo que en ese momento sentía era algo tan poderoso, que sentía su piel arder en respuesta al roce más mínimo de la piel de ella. Y de alguna manera todo aquello se sentía tan verdadero, tan real… tan correcto.
- Rick… - su voz susurró en su oreja cuando su beso terminó, provocándole un shock emocional.
- Lisa…
Sin poder contenerse, él volvió a reclamar sus labios y ella correspondió a aquella caricia sin dudarlo. Rick quería convencerse de que aquello era real, de que Lisa era real. Sus manos recorrían el cuerpo tibio de ella y sentía como las suyas seguían moviéndose por su espalda, arrancándole las más deliciosas sensaciones que hubiera experimentado en su vida.
Aquello no podía ser un sueño… se sentía real, demasiado real. El cuerpo de Rick respondía a la sensación de tenerla entre sus brazos. Él podía sentirla respirar, sentía el corazón de ella acelerándose contra su pecho… Lisa era real, no era un fantasma ni un sueño… ella era real y estaba ahí, con él.
- Rick… - escuchó la voz suave y llena de pasión y ternura de Lisa susurrándole en el oído. – Rick… ámame...
Y de pronto, como si aquello hubiera hecho que Rick volviera de golpe a la realidad, abrió los ojos. Las palabras de Lisa habían sonado casi como una súplica y aquello hizo que el corazón del piloto se congelara.
- Lisa… - Rick susurró, mirándola a los ojos. – Lisa… yo… yo no puedo amarte… no puedo amarte porque… porque no se cómo amarte.
Y con esas palabras, aquella escena pareció desaparecer a su alrededor. Rick intentó mantener a Lisa en sus brazos, pero fue inútil. Ella se esfumó, como si hubiera sido devorada por la bruma de sus sueños y haciendo que él se sintiera sólo, vulnerable y perdido una vez más.
Rick abrió sus ojos lentamente. Su habitación estaba en penumbra, era la mitad de la noche y todo estaba tranquilo y en silencio. Aun en ese estado de duermevela que precede al despertar, Rick pudo escuchar la voz de Lisa susurrando su nombre en su oreja; aquello fue tan real que él podría jurar que incluso había sentido su aliento sobre su cuello.
- Lisa… - Rick murmuró.
Por un momento su mente vago entre el mundo de los sueños y la realidad cotidiana. Por un momento él aun pudo sentir el calor del cuerpo de Lisa contra el suyo. Sentía su piel impregnada con el suave aroma de ella… y por un momento aun pudo sentir la dulzura del beso de Lisa en sus labios.
- Lisa… - murmuró otra vez, sintiendo que su corazón se aceleraba. – Lisa… ¿Cómo podría ser? ¿Cómo podría yo amarte? Yo no soy el hombre que tú quieres o necesitas… yo no soy culto ni tengo un árbol genealógico como él tuyo… mi padre jamás fue oficial del ejército, yo jamás fui a la Academia Militar… yo no tengo nada que ofrecerte. Simplemente yo no soy Karl Riber.
De pronto Rick había sentido mucho frío. Se tendió para recostarse sobre su costado y torpemente abrió el cajón de la mesita de noche, de donde extrajo la fotografía de él y Lisa que había llevado consigo a la misión científica del doctor Lang. Estaba algo maltratada y gastada. Él la observó con calma, en la penumbra de su habitación, a la luz de la luna que se filtraba suavemente entre las cortinas. En aquella fotografía ella sonreía y aquello hizo que su corazón se acelerara.
- ¿Cómo puede ser posible? – pensó. - ¿Cómo puedo tener esta clase de sueños y de pensamientos con—con Lisa? ¿Cómo es que tuve ese sueño tan vívido cuando Lisa y yo jamás…?
Las imágenes de ese sueño tan intenso se iban desvaneciendo de su mente poco a poco, aunque su cuerpo aun no podía recuperarse de aquella experiencia vivida.
- ¿Por qué soñé contigo de esta manera, Lisa? – se preguntó, mirando la fotografía insistentemente. - ¡Es imposible! Esto no puede estarme sucediendo a mí… Lisa… Lisa, ¿Por qué te gusta torturarme de esta manera? ¿Por qué?
Los ojos de Rick estaban clavados en aquella imagen, como esperando una respuesta que jamás llegó. De pronto se sentía enojado, furioso con ella, por introducirse de esa manera en sus sueños… y furioso consigo mismo, por permitir que aquellas fantasías llegaran tan lejos.
- ¿Qué se supone que debo hacer? – Rick trataba desesperadamente de mantener su control. – No podemos continuar así… debemos salir de esta fantasía en la que hemos estado viviendo ya por tanto tiempo… no podemos permitir que esto llegue más lejos porque todo se está saliendo de nuestro control… esto tiene que terminar… esto debe de terminar.
Con esos pensamientos en mente, Rick no pudo evitar el caer en un sueño profundo una vez más. Pero esta vez ningún sueño interrumpió su descanso. Esta vez su cuerpo decidió que era momento de darle un respiro al comandante Hunter… después de todo el patrullaje del día siguiente comenzaría temprano y él necesitaba descansar y no pasarse la noche entera pensando en una mujer que, aunque lo hacía perder la cabeza, sólo vivía por las dos cosas con las que Rick no podía competir: el amor a su trabajo y la lealtad a un fantasma llamado Riber.
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La luz del nuevo día encontró a Rick somnoliento y cansado. A pesar de que había dormido toda la noche, no se sentía en su mejor momento. Había derramado su café en la mañana, había metido el pie a un charco lodoso sin darse cuenta, casi había perdido el teleférico a la base y por más esfuerzos que había hecho, no había podido recordar el nombre de uno de los mecánicos del Prometheus. Sin duda aquel no era su día.
- ¡Rick!
La voz familiar de Lisa lo llamó a sus espaldas mientras él, frente a su escritorio en la oficina adyacente al hangar, revisaba las asignaciones del día. Sintió que la sangre se le congelaba en el cuerpo cuando escuchó aquella voz. Recordaba perfectamente bien el sueño que había tenido la noche anterior y las reacciones que había provocado en él. Ahora sentía que no tenía el valor suficiente de mirar a la comandante de frente… no podía mirarla a los ojos.
- ¡Hola Lisa! – saludó él sin siquiera levantar la mirada de los documentos que estaba leyendo. - ¿Qué te trae por aquí?
- Yo… - Lisa se detuvo al notar que Rick parecía distante. – Yo sólo quería saludarte. Anoche pasé por tu casa y te dejé algo de fruta, yo…
- Si, te lo agradezco. – Rick la miró por un segundo, pero ni siquiera hizo el esfuerzo por sonreír. – Oye, ya te debo mucho por todo lo que me compras de despensa. Luego me pasas la cuenta.
- Olvídalo. – Lisa se sintió un poco lastimada al escuchar aquello dicho de esa manera tan seca e impersonal.
- Bien… voy a salir a mi patrullaje en 15 minutos, sólo estaba revisando las asignaciones.
- Está muy bien que seas precavido. – Lisa trató de mantener esa conversación tan fría que Rick había iniciado. - ¿Todo en orden?
- Si… todo bien. ¿Qué tal tu día?
- Pues, lo mismo de todos los días. – Lisa comenzó a caminar a su lado hacia la pista. – Trabajo, reuniones… la misma rutina.
- Si, me imagino. – Rick bajó la vista. – Supongo que tienes todo el día ocupado.
- No se cuales sean los imprevistos de la jornada pero yo tengo planes de estar en casa para la cena. ¿No te gustaría pasar por ahí cuando salgas de la base?
Rick la miró y sin querer, sus ojos se encontraron con los de ella. Estaba perdido… sintió cómo su corazón se aceleraba en un instante y las manos le comenzaban a sudar.
- Yo—no se, es que… no se a qué hora vaya a desocuparme… yo—
- Bien, no importa. – Lisa se encogió de hombros. – Si sales temprano, ahí te espero.
Rick le agradeció con un movimiento de cabeza. Ella bajó la mirada, sintiéndose de pronto fuera de lugar. Era obvio que Rick no quería hablar con ella esa mañana y ella se preguntó porqué había ido a buscarlo… él no parecía estar muy contento de su presencia en el hangar y Lisa pensó que tal vez él deseaba mantener su espacio territorial en su hangar y su presencia ahí era una amenaza a ese espacio.
- Te veo más tarde, Rick… te deseo un vuelo tranquilo y que regresen sin contratiempos.
- Gracias Lisa. – fueron las únicas palabras que él pareció poder pronunciar.
La comandante Hayes se dio media vuelta y comenzó a alejarse. Rick la siguió con su mirada, sin poder quitarse de la mente la sensación de sus labios en los suyos, de su corazón latiendo contra su pecho, de su aroma, de sus manos sobre su espalda… todo en esa mujer lo hacía volverse loco de deseo, ahora podía admitirlo. Hacía mucho que sabía que Lisa le gustaba… pero ahora sabía que además la deseaba como mujer… y la necesitaba como amiga.
Estuvo a punto de llamarla, pero el jefe de mecánicos apareció frente a él, pidiéndole que le firmara algunos documentos. Rick lo hizo casi automáticamente, mirando sobre los papeles a Lisa, que salía del hangar.
- ¡Estúpido como siempre, Hunter! – se dijo. – Parece que lo has hecho otra vez…
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El patrullaje de aquel día fue particularmente largo, pesado y lleno de incidentes. Ninguno grave en sí, pero un día lleno de pequeños problemas tiene el mismo efecto en una persona que un día con un gran problema. Rick había llevado su escuadrón a un sector que no habían patrullado con anterioridad. Era una zona que había recibido un impacto directo durante la Lluvia de la Muerte y el daño ecológico y humano en ese territorio había sido devastador, así como devastador había sido el efecto que aquello había producido en el comandante Hunter ese día.
Cuando Rick salió de la base en la noche, se sentía triste, cansado, vacío… incluso asustado. Decidió caminar hasta la colonia militar, a pesar de que ya era tarde. Necesitaba relajarse y distraerse un poco. Había miles de pensamientos contradictorios llenándole la cabeza, yendo y viniendo, mezclándose en torbellinos y produciéndole una fuerte jaqueca.
Había tanta muerte, tanta destrucción, tanto daño hecho a la Tierra…
Cuando pasó por afuera de la casa de Lisa, se detuvo automáticamente y la observó con una mirada distante y vacía en sus ojos. Sin siquiera saber porqué se acercó a la puerta y llamó con insistencia, a pesar de que las luces ya estaban apagadas. Al no obtener respuesta se dio media vuelta para retirarse, pero apenas había dado un paso, cuando la puerta se abrió y Lisa apareció frente a él en su bata de dormir.
- ¡Rick! – su voz más que un saludo fue una exclamación de sorpresa. - ¿Qué… qué haces aquí a esta hora?
- Es tarde. – él admitió, mirando su reloj. – Lo siento Lisa… no—yo no debí venir… no quise despertarte y—
- No me despertaste. – ella se apresuró a responder. – Estaba leyendo… pero pásate, no te quedes afuera… ¿Qué sucede?
Rick entró a la casa y movió la cabeza negativamente, sin saber siquiera que decir.
- ¿Apenas vienes de la base? – Lisa preguntó, aunque sabía que cuando ella había salido del trabajo el escuadrón Skull todavía no volvía. - ¿Cómo estuvo tu día?
Rick seguía sin responder. Lisa estaba un poco alarmada con aquella actitud tan extraña del piloto. Por un momento se quedó frente a él, en silencio, esperando una respuesta o al menos tratando de pensar en qué podía decirle… después decidió que utilizaría el arma infalible en Rick: la comida.
- ¿Ya cenaste? ¿Quieres que te prepare algo?
- ¿Eh? – Rick pareció volver de un sueño. – Oh… no, no Lisa… yo en realidad debería irme, yo—
- ¡Vamos Rick! Me sobró algo de comida esta noche, no me tardaré más de 30 segundos en ponértela en el microondas para que cenes. Ven, vamos a la cocina.
Rick la siguió dócilmente y se sentó en la barra mientras ella se movía por el lugar, sacando platos, abriendo el refrigerador, metiendo la comida al horno de microondas. Rick la observaba con atención, sin poder quitarle los ojos de encima. En menos de 3 minutos, ante él tenía un plato de comida caliente y una taza de café, justo como a él le gustaba. Lisa se sentó a su lado en la barra, acompañándolo con un vaso de jugo de arándano.
Rick clavó su mirada en la comida y comenzó a comerla lentamente. Lisa lo observaba pero no hacía comentarios. Sabía que si Rick tenía algo que decir, lo haría cuando quisiera hacerlo. Había aprendido a jamás presionar al muchacho, a darle su espacio y su tiempo.
- Ella jamás me cuestiona. – Rick pensaba. – Jamás me obliga a hablar si no quiero hacerlo… aun ahora, aunque me aparecí en su casa a mitad de la noche y sin decir media palabra, ella está aquí conmigo, haciéndome compañía… sin cuestionarme.
Rick la miró de soslayo. Lisa miraba fijamente el interior de su vaso de jugo, que mantenía entre sus dos manos. El silencio entre ellos se había prolongado ya bastante y comenzaba a hacerse pesado. Fue Rick quien finalmente habló:
- El patrullaje estuvo difícil. Supongo que leíste algunos de mis reportes preliminares durante el día.
- Lo hice. – Lisa asintió, sin dejarle saber que de hecho el reporte final estaba casi listo. Solo hacían falta algunos detalles que no creyó prudente preguntarle a Rick en esos momentos.
- ¿A veces no te sientes fastidiada de todo esto?
Lisa lo miró y luego bajó su mirada. Lo que menos deseaba en ese momento era tener una discusión con Rick sobre su lealtad al ejército. Tratando de evitar polémicas, simplemente se encogió de hombros.
- Tantas revueltas zentraedis… es cuestión de tiempo antes de que salgan de control y los altos mandos y los políticos no ven la urgencia de la situación. Los zentraedis no están conformes con los arreglos que se hicieron… están siendo usados como fuerza de trabajo, se les han dado muchas responsabilidades y obligaciones pero muy pocos privilegios…
- Ese es un tema que se ha tratado mil veces en consejo sin mucho éxito. – Lisa respondió en voz baja.
- ¡Exacto! ¿Y sabes por qué, Lisa? Porque todos los que están allá arriba son unos ciegos que no ven más allá de sus narices… ellos piensan que el mundo entero se llama Nueva Macross y no se han tomado la molestia de salir de la ciudad y ver la verdadera situación de la tierra… ¡Claro! Nueva Macross es bella, moderna, es el epítome del triunfo humano sobre la adversidad… pero a sólo 5 kilómetros de aquí hay una fosa común de zentraedis, en el sitio donde su unidad de transporte se estrelló contra la tierra tras el disparo del Gran Cañón… dicen que los restos se cuentan por cientos… en el sector sureste que patrullamos hoy hay zonas en que la tierra se abrió por completo, como si fuera una herida gigantesca en la faz del planeta… aquella grieta es tan grande que ciudades enteras desaparecieron dentro de ella… día tras día estamos en contacto con la muerte, la destrucción, con la verdadera cara del planeta… día a día pierdo hombres tratando de aplacar revueltas que los altos mandos están provocando… cada día que vuelvo con un hombre menos… cada día que vuelvo a casa sabiendo que maté a algún Zentraedi rebelde, cuyo único delito era buscarse una vida mejor, una vida como se la prometieron… cada día que algo así sucede me pregunto qué estoy haciendo con mi vida y cuanto tiempo más esto tendrá que continuar.
- Te entiendo. – Lisa asintió.
- Últimamente me he sentido desgastado… vacío… sin propósito. A las personas no parece importarles lo que uno hace por ellas. Siempre exigen más, y mientras más les entregamos, mientras más les damos, mientras más nos sacrificamos y esforzamos por ellos, siempre piden más. Piensan que por ser soldados somos personas sin necesidades y sin sentimientos… los civiles no están ayudando mucho. Todos parecen estar encerrados en ese pequeño mundo ideal llamado Nueva Macross… nadie quiere ver más allá.
Lisa asintió, sabiendo que Rick tenía toda la razón en sus palabras. El piloto siguió comiendo en silencio, pensando en que, a pesar de todo, Lisa siempre tenía tiempo para él… sin embargo él sabía lo ocupada que ella siempre estaba y de pronto se sintió culpable de quitarle ese tiempo que era tan valioso para ella. No podía aparecerse en su casa cada vez que sintiera esas dudas o esa frustración. Debía aprender a manejar sus propias emociones y a equilibrar su vida. Lisa no era un salvavidas siempre listo para sacarlo a flote cuando se estuviera ahogando. Ella tenía sus propios problemas, sus propias frustraciones y sus propias responsabilidades… él no podía demás obligarla a cargar con las suyas.
Rick se puso de pie y Lisa lo miró desconsolada. No quería que se fuera… no así. Lisa estuvo a punto de detenerlo, de pedirle que se quedara un poco más, que podían hablar si él quería y si no… simplemente podrían sentarse en el sofá y acompañarse mutuamente en esa noche de soledad. Pero antes de que ella pudiera decir nada, Rick ya se estaba despidiendo.
- No quiero importunarte, Lisa… y te agradezco la cena… lamento haber dicho todo lo que dije, pero creo que tenía que sacármelo del pecho.
- Sabes que estoy aquí siempre que quieras hablar, Rick.
- Lo se.
- ¿Vas a estar bien?
Rick se detuvo en la puerta, su mano se detuvo sobre el picaporte y recargó su frente sobre el frío material.
- A veces siento que necesito un poco más de espacio. – Rick susurró. – A veces creo que no hay futuro para mí en esta tierra, Lisa… cada vez que salgo de patrullaje lo hago pensando que ese podría ser el último, que en cualquier momento podría morir… haber sido sobreviviente se siente más como una carga que como una bendición.
- No puedes decir eso, Rick. – Lisa le respondió con suavidad, luchando contra el impulso de acercarse a él y abrazarlo por la espalda. – Hay vida, tenemos una segunda oportunidad… oportunidad que les fue negada a millones de personas más. Yo también me he preguntado ¿Por qué nosotros? ¿Por qué no ellos? ¿Qué nos hace tan especiales que fuimos nosotros los que recibimos esta oportunidad de sobrevivir?
- ¿Y cuál es tu respuesta a esas preguntas?
- No lo se. – Lisa bajó la mirada y respondió con sinceridad.
Rick asintió con la cabeza y luego habló:
- Volar es mi pasión… desde niño siempre quise volar, llegar al cielo… alcanzar las estrellas. Pero en estos momentos no tengo motivación e incluso volar se siente como algo tan… inútil.
- Vuelas para mantener la seguridad de la tierra. Vuelas para darles un mundo seguro a las personas que sobrevivieron… un mundo en donde podamos reconstruir nuestra civilización.
- Ese es el problema… que tal vez yo no quiero volar por esas personas… para mi es difícil imaginar a la multitud, yo necesito enfocar mi vista en alguien en particular… alguien por quien valga la pena salir día a día a arriesgar la vida… alguien por quien yo estuviera dispuesto a morir en la próxima batalla.
Rick miró a Lisa sobre su hombro. Ella había bajado su mirada y estaba inmóvil y en silencio.
- ¿Y si ese alguien fueras tú? – Rick se preguntó en silencio. – Lisa… pídeme que me quede un poco más… dime que no me vaya… Lisa, en este momento necesito que me saques adelante… sin ti siento que me voy a ahogar.
Lisa no podía hablar. Las palabras de Rick le habían llegado hondo en el corazón. Rick estaba dispuesto a morir por aquella quien le diera sentido a su vida… y Lisa sabia perfectamente bien a quién se había referido el piloto cuando había dicho aquello. Sin duda Rick Hunter estaba pensando en Minmai, su amor platónico.
Lisa sabía que Rick tenía que hablar, sacarse todo aquello del pecho. Sin embargo no era momento de presionarlo, Rick estaba vulnerable en ese momento y Lisa pensó que lo mejor sería darle su espacio, no asfixiarlo… pues si ella intentaba acercarse demasiado, sólo terminaría por fastidiarlo y alejarlo de ella.
- Deberías ir a descansar. – Lisa por fin habló. – Seguramente las cosas se verán mejor por la mañana.
Rick bajó su mirada, sintiéndose un tanto frustrado con la actitud de Lisa. Sin embargo comprendía que ella estaba cansada y que el día siguiente sería bastante pesado para ambos.
- Con tantas responsabilidades encima y con tantas preocupaciones y asignaciones del trabajo, ¿por qué Lisa debería de preocuparse de mí y de mis problemas? ¡Debes de crecer Hunter! No puedes venir corriendo a ella cada vez que te sientas mal… debes ser un hombre… salir adelante por ti mismo.
Lisa notó que Rick se había quedado inmóvil y que no había respondido a lo que ella le había dicho. ¿Era acaso que el muchacho todavía tenía algo más que decir? Ella dio un paso al frente y levantó la mano para ponerla sobre su hombro. Sus labios pronunciaron el nombre de Rick, y estaba a punto de decirle que no se fuera, que podían seguir hablando si él quería. Pero antes de que su mano se posara sobre el hombro de él, Rick ya había abierto la puerta.
- Siento mucho haberte importunado, Lisa. – le dijo. – Se que estás cansada y que aquí estoy yo, quitándote tu tiempo… manteniéndote despierta… lo siento.
- Está bien… tú sabes que a mi no me importa.
Rick se dio media vuelta para mirarla y asintió levemente con la cabeza, aceptando el hecho de que ella siempre parecía estar dispuesta a dedicarle el poco tiempo que tenía libre. Jamás la había escuchado quejarse por una llamada inoportuna, por una visita a deshoras, por una conversación que se hubiera prolongado la noche entera. El trabajo para Lisa era su vida… pero fuera de sus obligaciones militares, él parecía tener la posesión exclusiva del tiempo de la comandante.
- Quizás la estoy asfixiando. – Rick pensó. – Debería dejarla descansar, darle su espacio… después de todo ella está tan cansada, agotada y exhausta como yo, aunque nunca lograré hacer que lo admita.
Sin darse cuenta, los ojos de ambos se habían encontrado. Rick no podía dejar de recordar el sueño que había tenido la noche anterior. Incluso aquel día, mientras patrullaba, era ese sueño todo en lo que él podía pensar.
- Buenas noches, Lisa. – susurró con cierta nota de dolor en su voz. – Te veo mañana.
- Descansa Rick… espero que te sientas mejor.
Él asintió y salió a la calle. Miró a Lisa una última vez y aun tuvo el impulso de volver y por lo menos tomarla de la mano… pero últimamente le era muy difícil incluso acercarse a ella.
- ¡Dame la mano, maldita sea! – Rick pensaba. – En estos momentos hasta tu estúpida costumbre de agradecerme todo con un apretón de manos sería mejor que esto… sería mejor que irme a la cama sabiendo que me estoy muriendo por besarte… y que no puedo hacerlo… no debo hacerlo.
Lisa se ajustó su bata en torno a su cuerpo y se alisó el cabello, provocando con ese movimiento una sacudida en el cuerpo de Rick. Aquel silencio se estaba prolongando por más de lo que cualquiera de los dos podía soportar. Finalmente Rick sacudió su cabeza, sintiéndose furioso consigo mismo y se dio la media vuelta para comenzar a alejarse de ahí. Lisa lo observó desde el umbral, hasta que desapareció en la esquina. Suspiró con tristeza y cerró la puerta, pensando en lo distantes que ella y Rick parecían estar últimamente… y sabiendo que no había nada que ella pudiera hacer para mejorar la situación.
Regresó a su habitación y se dispuso a cambiarse de ropa y ponerse su uniforme militar. Aunque no se lo hubiera dicho a Rick, la verdad es que cuando él había llegado ella estaba durmiendo, porque habían surgido algunos contratiempos y le habían dado permiso de ir a su casa a dormir y cambiarse por 3 horas… para ella era hora de volver al trabajo.
- Si él hubiera querido quedarse otro rato… - Lisa pensaba. – Hubiera llamado a Claudia, seguramente ella me hubiera ayudado.
Lisa terminó de vestirse y salió de su casa, en el fresco de aquella noche de verano, dirigiéndose a la estación del teleférico y sin saber que, apenas ella había dado vuelta en la esquina, Rick Hunter había aparecido ante su puerta otra vez y se había quedado parado frente a ella por unos minutos antes de reunir el valor suficiente para tocarla con los nudillos… y no obtener respuesta. Rick pensó que Lisa ya estaba dormida y decidió no molestarla más.
Mientras Lisa caminaba solitaria en su camino hacia la base, en la calle paralela Rick se dirigía lentamente a su casa, con sus manos en los bolsillos del uniforme. Ambos caminando en la misma dirección, tan cercanos uno del otro y sin embargo tan distantes.
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El día siguiente había empezado mal para ambos oficiales de la RDF. Lisa había trabajado toda la noche y su turno aun seguiría por otras 4 horas más. Temprano en la mañana había tenido una junta con Maistroff y otros oficiales sobre las observaciones que ella había hecho a la carga de materias de la Academia Militar. Lisa tenía un enfoque más práctico y progresista sobre la educación militar, mientras que Maistroff y los otros, educados en la vieja escuela, tenían ideas demasiado ortodoxas… ideas que seguramente habían funcionado con sus abuelos, pero que ya no eran muy útiles en un mundo post-apocalíptico.
Gloval había llegado al final de la junta, y como siempre, y solo para añadir fuego a la enorme fogata en la que la RDF se estaba convirtiendo últimamente, el almirante había apoyado las decisiones de la comandante Hayes. Todavía en el pasillo afuera del salón de juntas, Lisa y Maistroff habían discutido. Ella lo había puesto en su lugar, sin importarle mucho el rango que el Coronel ostentaba. Pero había vuelto a su estación hecha una furia.
Rick por su parte no había dormido muy bien la noche anterior. Ese día se sentía particularmente cansado y distraído. Y cuando había entrado a su hangar, había descubierto a un grupo de sus nuevos reclutas pasando algunas fotografías, manipuladas digitalmente, de algunas de las oficiales del SDF1. Rick sabía que aquellos muchachos eran jóvenes e inmaduros y que eso era lo que los chicos de esa edad hacían para divertirse… soldados con demasiadas hormonas en el cuerpo. Pero él jamás iba a tolerar que en el hangar del escuadrón se dieran ese tipo de situaciones… y mucho menos si entre esas fotografías había algunas de Lisa quien, al parecer era bastante popular entre las tropas.
Rick había confiscado las fotos y les había llamado la atención a los reclutas de una manera muy poco amable. Había entrado al hangar justo a tiempo para escuchar a uno de ellos hablar de “La reina del hielo Hayes” en términos bastante insultantes y peyorativos. Rick lo había tomado por la solapa del uniforme y prácticamente le había escupido las palabras en el rostro, haciéndole saber que todos y cada uno de los pilotos que había peleado – y sobrevivido- a la Guerra Robotech le debían la vida a la comandante Hayes. Les dijo que ellos eran demasiado inmaduros como para entender lo que los pilotos veteranos habían pasado en esa guerra y que de ahora en adelante, o se comportaban a la altura del nombre del Escuadrón Skull, o él mismo firmaría su expulsión irrevocable del escuadrón.
Rick había destruido las fotografías y las había arrojado a la basura. Pero apenas se había dado media vuelta, cuando algún otro recluta ya estaba haciendo algo que merecía otro sermón. Sin duda aquella no había sido la mañana de Rick.
Cuando por fin fue hora de iniciar la patrulla, se sorprendió encontrarse con Lisa en el tacnet, ya que últimamente eran siempre Sammy o Vanessa las que dirigían sus operaciones. Lisa se veía cansada esa mañana y un tanto seria.
- ¡Buen día comandante Hunter! – lo saludó. - ¿Todo en orden?
- Claro que si… ¿Vas a ser nuestro control aéreo el día de hoy, Lisa?
- No, sólo estoy cubriendo por Sammy mientras ella salió a atender una llamada. Ella estará con ustedes en el aire… la pista 3 está libre para su despegue, Líder Skull.
- Entendido. – Rick respondió, mientras observaba molesto a los reclutas tomando pista de manera desordenada y pensando que debía hablar con ellos al volver del patrullaje del día. - ¡Estos nuevos reclutas me van a matar uno de estos días!
- ¿Me decía, Skull 1?
Rick levantó una ceja, preguntándose porque Lisa parecía estar particularmente distante aquella mañana.
- Olvídelo comandante Hayes… la verdad es que no tiene importancia. – Rick le contestó algo molesto.
Lisa parpadeó un par de veces, sin poder comprender la molestia de Rick. Se encogió de hombros y antes de que pudiera decir algo más, Rick ya estaba dando por terminada la comunicación.
- Skull Líder, estoy en el aire… mantengo canal de emergencia abierto para comunicación. Transmitiré mi primer reporte preliminar a las 0910 horas… cambio y fuera.
- Aquí Delta 1… ¡Buena suerte Skull 001!... – Lisa dudó un segundo antes de cerrar su comunicación, pero después decidió que en realidad no tenía nada más que decirle a Rick. – Cambio y… fuera.
Lisa se sentó en su sillón y cerró los ojos, permitiéndose descansarlos un momento. La noche había sido larga, la mañana pesada y ahora solo deseaba ir a descansar un poco. En ese momento entró Vanessa acompañada de Sammy, quien le traía un café a Lisa.
- Negro y sin azúcar, como lo pediste. – Sammy le informó. – No sabía que tomaras así el café, Lisa… según recordaba tu eres de café latte y con dos de azúcar.
- Necesito algo que me mantenga despierta. – Lisa sonrió, pensando que si aquello lograba mantener despierto a Rick, quizás en ella también obrara el milagro.
- Oh… comandante Hayes. – Vanessa informó, revisando sus mensajes en pantalla. – Tengo una notificación del Almirante Gloval… quiere que se reporte a las 1700 horas en una reunión especial sobre la reestructuración de la RDF.
- ¿Maistroff va a estar presente?
- Hmmm… me temo que sí. – Vanessa revisó la lista de notificados.
- ¡Excelente! Bien, no se puede huir del deber. Vanessa, voy a mi casa a dormir un par de horas, a comer algo y regreso al medio día, ¿de acuerdo?
- ¡No hay problema, comandante! Nosotros nos encargamos de todo por aquí.
Lisa salió del centro de comando, mientras Vanessa y Sammy, detrás de ella, seguían con la conversación que habían tenido mientras habían ido por el café… el chisme más nuevo entre los pilotos, sobre unas fotografías bastante reveladoras que estaban circulando entre los diferentes hangares de la base…
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Eran las 1000 hrs. en punto cuando el Escuadrón Skull recibió una llamada de auxilio en la zona industrial adyacente a la ciudad de New Pórtland. Media docena de zentraedis, bastante molestos por sus condiciones laborales en una planta industrial, se habían atrincherado en una bodega y estaban amenazando con volar las instalaciones si no se accedía a sus demandas.
- ¡No se hasta cuando se darán cuenta de la situación! – Rick pensaba mientras volaba a atender la llamada. – Primero las colonias zentraedis, ahora las plantas militares… son los civiles el próximo blanco de estos zentraedis rebeldes… y cuando eso suceda espero que no haya víctimas que lamentar.
La situación era más complicada de lo que el comandante Hunter había anticipado y lo que comenzó como una llamada rutinaria pronto se convirtió en una batalla campal de zentraedis contra Battloids.
En Nueva Macross la comandante Hayes fue inmediatamente requerida en el Control de Comando para que se encargara de aquella situación. Se envió un jeep militar por ella. En su casa, apenas había terminado de desayunar y de tomar un baño cuando recibió la llamada de alerta. Para el momento en que el jeep llegó por ella, Lisa ya estaba en su uniforme, esperándola fuera de su casa. Mientras iban en camino no podía dejar de pensar en Rick, quien era quien estaba al frente del escuadrón que había acudido a la llamada de auxilio.
Lisa entró hecha un torbellino a su puesto de control y mientras Vanessa le daba un reporte de la situación, Lisa ya se había colocado sus audífonos y micrófono y estaba abriendo comunicación directa con el Líder Skull.
- Delta 1 a Skull 001, responda por favor, cambio…
- Delta 1 aquí Skull 1… - Rick suspiró aliviado al escuchar la voz de Lisa del otro lado de la línea y ver su rostro aparecer en pantalla. – La situación es bastante difícil en este sector, comandante. Según informes hay por lo menos media docena de zentraedis aquí, dispuestos a matar o morir, pero están llegando refuerzos.
Lisa no perdió tiempo, comenzó a leer los informes de satélite que le estaban llegando e inmediatamente le comenzó a pasar instrucciones de combate al Líder Skull. Era tal y como en los viejos tiempos. Sin embargo la situación se tornaba complicada cuando los involucrados en los disturbios eran supuestos aliados a los que no podían herir, sin importar lo difíciles que se pusieran.
Un Zentraedi particularmente molesto tomó una enorme pieza de metal y se dejó ir con todo contra uno de los nuevos reclutas del Skull. Rick vio la escena en cámara lenta, cuando el Zentraedi golpeó al Battloid, que cayó fulminado y cuando el guerrero lo iba a terminar, otro Battloid, que apareció de la nada, disparó a quemarropa sobre el agresor, derribándolo de inmediato. El cuerpo sin vida del Zentraedi cayó pesadamente de espaldas.
Rick no tuvo tiempo de reaccionar a aquello, había sucedido demasiado rápido. Los demás zentraedis se dejaron ir sobre el piloto que había disparado y fue cuando Rick se interpuso entre ellos. Al menos tres zentraedis atacaron al Skull 001, mientras el comandante Hunter, tratando de defenderse y dar ordenes al mismo tiempo, solo podía ver cómo aquellos gigantes, totalmente fuera de sí, daban cuenta no sólo del piloto que había disparado, sino además del piloto al que originalmente habían derribado.
- ¡No! – Rick pensaba. - ¡Uno no puede estar luchando contra quienes nos han ofrecido la paz! ¡Esto no debe de ser de esta manera!
Lisa trataba de poner un poco de orden en el caos que se había generado en la radio, ya que todos los pilotos gritaban y maldecían y aquella batalla se había convertido en todo un zafarrancho.
- ¡Están muertos! – algunos pilotos gritaban. - ¡Los mataron!
- ¡Alto el fuego! - Rick trataba de controlarlos sin éxito. - ¡Alto el fuego he dicho!
Con una pericia increíble y movimientos precisos y contundentes, Rick se quitó de encima a los zentraedis que lo aprisionaban y se interpuso entre los dos bandos, inmovilizando de inmediato al jefe de los agresores, quien seguía gritándoles a sus compañeros, ordenándoles que volaran la fábrica cómo lo habían planeado. Sin embargo algunos zentraedis ya habían emprendido la huida y con el jefe bajo control, no fue tan difícil poner a los demás en resguardo.
Después de más de tres horas de combate feroz, Rick finalmente pudo reportarse a la base.
- Líder Skull a Delta 1… la batalla ha terminado. El líder rebelde y 4 de sus hombres han sido puestos bajo resguardo y serán entregados a las autoridades de New Pórtland. Las casualidades de la batalla… un Zentraedi y dos pilotos de la SDF.
La voz de Rick sonó seca, sin emoción cuando reportó lo último. Lisa asintió, sabiendo cuanto afectaba a Rick perder a alguno de sus hombres. Perder a dos y que ambos fueran nuevos reclutas… sabía que aquello lo iba a hacer sentir muy mal.
La comandante Hayes ordenó que el Escuadrón Skull regresara a la base. El comandante Hunter le informo que solo esperarían el arribo de la autoridad civil para hacer entrega de los consignados y enseguida se pondrían en camino de vuelta a la base.
- Me gustaría verte cuando llegue. – Rick habló, cambiando a un canal privado. - ¿Crees que podamos vernos, aunque sea unos minutos?
- Tengo una reunión pero puedo verte antes.
- De acuerdo. – Rick asintió. – Lisa… gracias. Aunque no lo creas, el solo hecho de escuchar tu voz en una batalla hace que las cosas sean más fáciles.
Lisa sonrió, realmente conmovida con aquel comentario de Rick. Le agradeció sus palabras, le pidió que se cuidara mucho y le dijo que lo esperaría a su regreso.
Cuando Lisa cerró la comunicación, una oficial de comunicaciones apareció con un memorando de parte de Gloval. La reunión que originalmente se había planeado para las 1700 hrs. se llevaría a cabo en ese preciso momento en el salón de juntas de Prometheus.
- ¿En este momento? – Lisa suspiró con frustración.
- Si comandante. El coronel Maistroff me pidió que la escoltara a la reunión.
Lisa movió la cabeza, sin poder creer su mala suerte. Tomó su carpeta y siguió a la oficial. Miró su reloj y se dio cuenta de que aun faltaban un par de horas para que Rick volviera. En su corazón rogó al cielo que aquella junta no se demorara tanto.
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Rick regresó a la base puntualmente a la hora estimada de arribo. Tenía una jaqueca muy fuerte y sabía que tenía que visitar al doctor de la base, pues en la trifulca se había golpeado la cabeza y sentía que podía tener alguna herida.
Bajó del Skull 001 y sus ojos escanearon el lugar, tratando de encontrar a la comandante Hayes. Le pareció muy extraño que no estuviera esperándolo, pero luego recordó que en realidad no habían definido el lugar en donde se verían. Decidió cambiarse e ir a buscarla al centro de control.
Cuando se quitó su casco se dio cuenta de que, de hecho, tenía un golpe en el lado derecho de su cabeza. Estaba hinchado, le dolía y sentía que le palpitaba. Pasó por el consultorio del médico de guardia del Prometheus, quien le informó que era una leve concusión. Ahí mismo hizo que se le tomaran algunas placas de rayos X y se le hicieran algunas pruebas rutinarias para examinar su fuerza, sensación, balance, reflejos y memoria. El temor del médico era que estuviera produciendo sangrado interno, pero al parecer Rick tenía una cabeza bastante dura. Aquello no pasaría de una fuerte jaqueca.
El médico le dio una prescripción que debía de seguir por un par de días y después debía volver a visitarlo. Le ordenó que fuera a su casa y durmiera, pues el medicamento era fuerte y podía provocarle algunas reacciones secundarias y el descanso era el mejor medicamento contra ese tipo de golpes.
En contra de las indicaciones del médico, y a pesar del mareo producido por el golpe y los medicamentos que ya comenzaban a surtir efecto, Rick fue al Centro de Comando a buscar a Lisa. Vanessa le informó que la comandante no se encontraba, que había salido a una reunión y no había vuelto aún. Rick se sintió molesto, recordando que Lisa le había dicho que estaría ahí… si no quería verlo simplemente podría habérselo dicho.
- ¿Se siente bien, comandante Hunter? – Vanessa le preguntó al ver cómo Rick trastabillaba un poco al caminar. - ¿Quiere que un jeep lo lleve a su casa?
- Estoy bien. - Rick contestó molesto. – Hoy perdí a dos de mis hombres… a dos chiquillos imberbes a quienes había regañado esta mañana por ser irresponsables e irrespetuosos… ahora tengo que ir a mi casa a escribir esas malditas cartas de condolencia para sus padres, diciéndoles que sus hijos eran de los mejores soldados de la RDF, cuando sabemos que no era así… y que lamentamos su perdida… y mañana mismo tengo que volver a revisar expedientes para asignar 2 nuevos elementos a mi escuadrón… a mandar a otros dos al matadero. ¿Por qué no habría de estar bien?
Rick salió del Control de Comando sin siquiera despedirse y sin hacer ninguna otra parada, se fue directamente a su casa.
La cabeza le dolía y las imágenes de aquel día se le mezclaban en la cabeza provocándole nauseas. Llegó y se dejó caer en el sofá de la sala. La luz mortecina de la tarde se filtraba en la casa. Rick cerró los ojos, quería dormir y olvidarse de todo. Se sentía cansado, asqueado… totalmente hastiado de todo. En esos momentos hubiera dado lo que fuera en el mundo porque Lisa estuviera con él… porque pudieran hablar, compartir un poco de tiempo… ella sabría que decir para hacerlo sentir mejor. Ella sabría cómo consolarlo, cómo cuidarlo… ella sabría cómo hacerlo olvidar el mundo por una noche. Pero ella no estaba allí. Él estaba sólo… sólo como nunca se había sentido antes.
- ¿Por qué siempre termino persiguiendo a la mujer equivocada? – Rick se preguntó en voz alta.
Casi cómo una burla del destino, en ese momento en alguna casa cercana comenzaron a escuchar canciones de Minmai. Alguno de sus vecinos tenía una parrillada, a juzgar por el olor que llegaba hasta la casa de Rick y las voces y risas distantes y apagadas… y esa música sonando sin parar. Si, sin duda alguien de los alrededores estaba disfrutando de aquella hermosa noche de verano.
- Minmai… - Rick pensó con dolor. – A veces pienso que esa ilusión que tuve contigo fue lo más real que he tenido en mi vida… al menos contigo siempre supe en donde estaba parado… con Lisa jamás he podido estar seguro de cuál es mi lugar o mi situación… al menos tú jamás peleabas conmigo, jamás discutíamos, jamás terminábamos gritándonos el uno al otro, con ganas de asesinarnos mutuamente. ¡Las cosas eran tan fáciles cuando tú y yo estábamos juntos!
Rick, con los ojos cerrados, escuchó aquellas canciones por varios minutos. Todas ellas le traían recuerdos de un pasado que jamás fue fácil… pero que sin duda era menos doloroso que el presente que estaba viviendo en esos momentos.
- Nuestra relación jamás fue buena, Minmai… pero era una ilusión que me motivaba a salir adelante día tras día… se que siempre has sido un fantasma para mi pero… a veces es más fácil amar a un fantasma que a un ser de carne y hueso.
Rick hizo un gesto de disgusto y la imagen de la fotografía que Lisa tenía sobre su escritorio vino a su mente de inmediato.
- ¡Ya no quiero saber nada!
Rick se puso un cojín sobre la cabeza y trató de no pensar en nada. Se sentía mareado, tenía mucho sueño y estaba agotado. Lo único que quería era dormir y olvidarse de todo aunque fuera por unas horas.
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Lisa se detuvo fuera de la casa de Rick y suspiró profundamente. La casa estaba oscura y en silencio y por un momento ella se preguntó si Rick no habría ido a algún otro lugar… con los Sterling tal vez. Ella esperaba que así lo hubiera hecho, porque no sabía el estado en el que Rick se encontraba y sabía que Max era quizás la única persona a la que Rick escuchaba y quien podría ayudarlo en esa situación.
Lisa había salido de la junta más tarde de lo planeado, después de una ronda de interminables discusiones con Maistroff, y había corrido al Centro de Control para encontrarse con la noticia de que el comandante Hunter la había ido a buscar y que, según las palabras de Vanessa, “se veía algo perturbado… como si estuviera… bueno—borracho.”
Ella sabía que Rick jamás tomaba de más, que el alcohol no era algo que le gustara particularmente y que en todo caso, jamás se presentaría en ese estado en el Centro de Comando.
- Aunque después de lo que ocurrió el día de hoy… no se que esperar de él. ¡Se ha estado comportando tan extraño en estos días!
Lisa decidió probar suerte y sacó la copia de la llave de la casa de Rick. Abrió la puerta y entró sigilosamente. Todo estaba silencio y en penumbras. Ella ni siquiera lo llamó. Pensó que había dos opciones, o bien no estaba en casa o estaba dormido. Cuando pasó por la sala escuchó el sonido rítmico de la respiración de Rick. Ahí estaba, sobre el sofá, durmiendo profundamente con un cojín sobre el rostro y la mano colgando sobre la alfombra. Lisa lo miró y sonrió con ternura.
- ¡Rick! – susurró. - ¿Cómo puedes dormir así? Te va a dar tortícolis… ni siquiera te quitaste los zapatos.
Lisa se sentó al lado de Rick en el sofá y con cuidado le quitó el cojín del rostro.
- ¡Despierta bello durmiente! Tenemos que llevarte a la—
Lisa se detuvo en seco cuando vio una venda en torno a la cabeza del comandante. Una venda que Vanessa había olvidado mencionar esa noche. Lisa se inclinó con gran preocupación y pasó los dedos por la venda.
- ¡Rick! – habló en voz baja, con cierta urgencia. - ¿Qué te pasó?
Rick gruñó y se movió un poco mientras se despertaba.
- ¡Minmai…!
La voz de Rick había sido apenas un susurro, pero Lisa estaba tan cerca de él que para ella fue perfectamente audible.
- ¿Minmai? – Lisa repitió, sintiendo una vez más un dolor fuerte y profundo clavándosele en el pecho.
Los ojos de Rick se abrieron lentamente y lo primero que vio fue a Lisa, sentada a su lado, mirándolo con una expresión de tristeza y preocupación en su rostro, iluminado apenas por las luces de la calle que se filtraban por la ventana.
- ¡Lisa, no puede ser! ¡Estoy soñando otra vez! – fue lo primero que pensó, mientras trataba de incorporarse.
Lisa se movió un poco, para darle espacio. De pronto ya no sentía tanta preocupación por Rick y su cabeza dura. Pero cuando vio que el piloto se inclinaba sobre sí mismo, se llevaba las manos a la cabeza y dejaba escapar un gemido de dolor, entonces su rabia desapareció de inmediato y ese instinto de protección que tenía para él apareció una vez más.
- ¡Rick! ¿Qué te pasó? ¿Qué tienes?
- Estoy bien… solo un poco… mareado. – él le contestó con una voz que no parecía ser la suya.
- ¿Te hirieron durante la batalla de hoy?
- Tuve suerte, ¿eh? – la miró al rostro. – No había muchas opciones, o una concusión o la muerte… creo que no me fue tan mal. El doctor dice que tengo la cabeza muy dura.
- ¡Oh Rick!
- Jamás habíamos estado en New Pórtland. – Rick siguió hablando y Lisa pensó que la medicina le estaba provocando un extraño estado de delirio a Rick, pues sus palabras no parecían ser muy coherentes. – Dicen… dicen que Minmai va a estar ahí la próxima semana… creo. ¿Sabías que está de gira?
- Lo he escuchado. – Lisa respondió diplomáticamente, poniéndole unos cojines en la espalda para que se recargara.
- Me gustaría ir a verla… hace mucho que no la veo… ¿escuchaste su nueva canción?
Lisa pretendió no haber escuchado ese último comentario. Después de tanto tiempo, ¿Acaso Rick todavía pensaba que ella andaba por ahí comprando todos los CDs de Minmai y escuchándolos por las noches, después de un largo día de trabajo, cómo seguramente él lo hacía?
- Dicen que es muy buena… ¿sabías que una vez me compuso una canción a mi?
- Rick… deberías descansar. – Lisa quiso cambiar el tema. – Creo que el medicamento te esta haciendo efecto.
- Si… tengo sueño.
- ¿Quieres que te ayude a ir a tu habitación?
Rick negó con la cabeza y clavó sus ojos en los de Lisa. Ella sintió que con aquella mirada él le estaba escudriñando el alma.
- ¿Por qué Lisa?
- Lo siento Rick… - ella se disculpó, sabiendo a lo que él se refería. – Se que iba a ir a recibirte pero Gloval—
- Si, yo lo se. – Rick se dejó caer sobre los cojines y cerró los ojos. - Lo que quiero saber es ¿Por qué siempre nosotros? ¿No hay alguna manera de que los que están arriba se den cuenta de que nos están matando día a día con esto? Porque con cada hombre que cae, un poco de nosotros muere también.
- Lo se Rick… y siento mucho lo de tus pilotos. Tu sabes que yo—
- Si, si… todos lo sabemos. Pero… ya han sido tantos años Lisa… tantos años… parecería que han sido 20 años… hubo un tiempo en el que me sentía inspirado, en el que creía que podríamos hacer grandes cosas, que nuestro trabajo era importante… ahora ya no estoy tan seguro… ahora ya no hay metas, ya no hay sueños, ya no hay motivos… estoy cansado… siento que ya he dado todo lo que podía dar. Siento que ya no puedo dar nada más.
- Rick tú eres el mejor piloto de la RDF y lo sabes. Es natural que te sientas así, pero no puedes darte por vencido ahora… no cuando te necesitamos tanto. La RDF te necesita…
- Lisa, yo jamás planeé esto… yo no estoy en la RDF por mi propia voluntad… eso fue algo que todos parecieron planear para mí… cierto, yo accedí al final y no me arrepiento de lo que he vivido ni de lo que he logrado… pero esto no es lo que yo quería de mi vida. Luché en una guerra, di todo de mí… pero ahora… ya nada tiene sentido. Me siento vacío.
- Tal vez porque entonces tenías a Minmai a tu lado. – Lisa pensó con amargura.
- Cuando pasan cosas como las que sucedieron hoy… no puedo evitar el preguntarme si cuando sea mi turno de morir… si acaso moriré una muerte gloriosa y digna… o moriré en vano, cómo esos chiquillos lo hicieron el día de hoy.
Lisa bajó la mirada sin saber exactamente que contestar a esas palabras de Rick. Él la miró y extendió su mano para tocar la de ella. Aquello fue como un shock eléctrico recorriendo el cuerpo de Lisa. No esperaba que él tuviera ese gesto cariñoso con ella, no después de lo mal que las cosas habían estado entre ellos en las últimas semanas.
- ¿Podrías quedarte aquí conmigo un momento? – Rick preguntó en voz baja.
- Por supuesto… todo el tiempo que quieras.
- Es solo que—tengo tanto sueño.
Rick cerró los ojos y Lisa lo observó por un buen rato. Poco a poco fue cayendo en un sueño profundo que pareció hacerse más tranquilo cuando ella comenzó a acariciar su cabeza, pasándole los dedos por entre el cabello rebelde. Aquello pareció relajar a Rick, pues sus músculos se soltaron y una expresión más tranquila apareció en su rostro.
Lisa lo contempló por un momento, viéndolo dormir. ¡Se veía tan joven y tan guapo! Apenas tenía 21 años, pero ya había vivido demasiado y Lisa entendía perfectamente bien sus razonamientos, sus miedos, sus dudas… solo deseaba que ella supiera cómo acercarse a él, cómo reconfortarlo… cómo hacerle saber que ella estaba ahí, que siempre lo había estado y siempre lo estaría… incondicionalmente.
Lisa miró la mano de Rick, que aun mantenía aprisionada a la suya, como si estuviera aferrándose a un salvavidas que lo sacara a flote en medio de esa tormenta que en esos momentos estaba atravesando en su vida.
Lisa se llevó la mano de Rick a los labios, besándola con cariño. Luego se inclinó a besarlo en la frente y así, a solo centímetros de su rostro, lo observó con calma. ¡Le gustaba tanto!-- ¡Lo quería tanto!
… ¡Lo amaba tanto!
Ella se puso de pie y fue a instalarse al sofá contiguo, preparándose para pasar la noche ahí, al lado de Rick Hunter. Lo observó por unos minutos antes de que el sueño comenzara a cargarse en sus párpados.
- Te estoy perdiendo, Rick… no se porqué, pero siento que te estoy perdiendo.
Ese fue su último pensamiento antes de que sus ojos se cerraran definitivamente y ella pudiera dormir por primera vez en más de 40 horas. * * *
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NOTAS:
* Algunas de los acontecimientos en este capítulo fueron inspirados por el radio-drama “MACROSS CLASSIC”, en donde se menciona que en esos “dos años perdidos”, Misa Hayase se dedicó a supervisar la reestructuración de la UN SPACY, mientras que Hikary Ichijo coordinaba los patrullajes en la Tierra herida. En el mismo radio drama se menciona que estos fueron 2 años que pusieron a prueba el lazo afectivo entre nuestros héroes, a la vez que permitieron una evolución lenta en la relación entre ellos.
* * El siguiente capítulo es el final. Les agradezco mucho a todos los que han seguido esta historia con tanto entusiasmo. ¡Gracias por mantenerme motivada a lo largo de los meses que he estado escribiendo! Es mi primer trabajo extenso con Lisa y Rick, pero me ha dado muchas satisfacciones y les agradezco a todos ustedes.
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