fanfic_name = Lamentación de Otoño

chapter = 13

author = Evi

dedicate = A mis queridas HH. ;)

Rating = AP

Type = Adventure

fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO

 

 

 

CAPITULO XIII

 

 

El día de trabajo había sido largo y pesado pero la noche había caído sobre Nueva Macross y la mayoría del personal del SDF1 se había retirado a sus hogares. En el Centro de Control de Comando las luces y los monitores se habían ido apagando poco a poco, hasta que solamente quedaban en aquel lugar las oficiales Sammy Porter y Kim Young.

 

Sammie estaba terminando sus reportes del día y Kim se encontraba enviando algunos diagnósticos de ultima hora que le habían sido solicitados por el departamento de ingeniería.

 

- ¿Vamos a salir a algún lado esta noche? – Sammie le preguntó a Kim después de que había cerrado su sesión en la computadora. - ¡Estoy exhausta! Realmente quisiera divertirme un poco.

 

- Si, igual yo. Hay que esperar a Vanessa y ya haremos planes.

 

- ¿Y dónde está ella? No la vi en toda la tarde.

 

- Fue con la comandante Hayes a una reunión con Gloval… no creo que tarde mucho.

 

Casi como si la hubieran invocado, la puerta de la sala inferior del puesto de control se abrió y Vanessa entró, arrojó una carpeta sobre la consola y se dejó caer en uno de los asientos vacíos.

 

- ¡No se cómo Lisa soporta estas jornadas! Tuvimos una reunión de tres horas… tuve que pellizcarme para no quedarme dormida y la comandante Hayes en estos momentos está entrando a otra reunión… no creo que esté libre antes de la media noche.

 

- Pero su turno comienza a las 0600 hrs. por la mañana. – Kim comentó. ¿Cómo le hace?

 

- Vanessa, Kim y yo estábamos planeando hacer algo divertido esta noche… tal vez ir a bailar o a un bar karaoke o algo… ¿Qué te parece?

 

- A mi me parece genial… ¿Ya terminaron su trabajo?

 

- Solo estoy esperando que se terminen de transmitir estos archivos. – Kim le informó. – Denme cinco minutos y estaré lista.

 

- Bien, entonces mientras podemos revisar esto.

 

Vanessa sacó de su carpeta un CD y lo agitó frente a sus amigas, al tiempo que les guiñaba el ojo.

 

- ¿Qué es eso?

 

- Me topé con Max en el pasillo, parece que finalmente nuestras amenazas surtieron efecto, porque me entregó el disco que le habíamos estado pidiendo desde el día de la cena de año nuevo.

 

- ¿El disco con las fotos?

 

- Sip, ese mismo.

 

Kim se apresuró a arrebatarle el disco a Vanessa e introducirlo en su computadora. Sammie también vino a mirar sobre los hombros de Kim. El Trío había organizado una cena de año nuevo que había resultado ser todo un éxito… la comida había sido buena, la música excelente y además se las habían ingeniado para tener una buena selección de los pilotos más atractivos de la RDF esa noche en la fiesta. Sin embargo, tal vez el logro más grande era que habían hecho que la Comandante Hayes y el teniente comandante Hunter asistieran a una fiesta de oficiales… era la primera vez para ambos y eso había sido todo un acontecimiento.

 

Max había sido el fotógrafo oficial de la fiesta, pues quería estrenar su nueva cámara digital, un regalo que Miriya le había dado en la navidad. Durante semanas el Trío había estado detrás de Max, pidiéndole una copia de las fotos de esa noche… y esas fotos eran el contenido del CD que tanta emoción les había causado.

 

- ¡Espero que esa foto que me tomó con el teniente Carver haya salido bien! – Sammy exclamó, juntando sus manos sobre el pecho y suspirando. - ¡Voy a imprimir una copia de esa fotografía!

 

- Y de la que te tomaste con el capitán Rusell, con el sargento Ward, con el teniente Klein, con el comandante Reiter… - Kim comenzó a contar con sus dedos.

 

- ¡Deja de criticarme, Kim! – Sammy le sacó la lengua, mientras Vanessa se reía divertida. – Yo sólo estaba tratando de ser sociable.

 

- ¡Ahora se dice así!

 

Sammy iba a darle un golpe a Kim, pero se detuvo cuando la primera fotografía apareció en la pantalla. Era una foto general del salón y las tres amigas comenzaron a comentar lo bien que había quedado la decoración y lo mucho que todo el mundo parecía haberse divertido.

 

Después vinieron algunas fotos de Miriya en todas sus poses, una foto bastante buena del Trío, luciendo como “si fueran artistas de cine”, según sus propias palabras y una foto de Claudia, mostrando un plato con una selección de bocadillos, los cuales estaba a punto de devorar. Después de varias fotos paparazzi de muchos de los pilotos presentes en la fiesta (que habían sido tomadas por Sammy cuando en un descuido le había robado la cámara a Max), venía una fotografía de Lisa y Rick.

 

Cuando aquella apareció en la pantalla, un tierno y sonoro “¡Ahhhh!” escapó de las gargantas de las tres amigas. Y no era para menos, pues la fotografía era bastante significativa. Max la había tomado desde la distancia, usando el zoom y sin que ellos se dieran cuenta, por lo que era bastante natural. Lisa y Rick estaban conversando en su mesa. Ella se reía espontáneamente mientras Rick, con una sonrisa en el rostro, parecía no poder quitarle los ojos de encima.

 

- ¡Se ven tan bien juntos! ¿No les parece? – Kim comentó.

 

- Cualquiera diría que son una pareja… de hecho hacen una pareja bastante atractiva… ¡Si tan sólo no discutieran tanto! – Sammy suspiró.

 

- Pues cuando están fuera de servicio no parecen discutir tanto. – Vanessa señaló. – Esa noche en la fiesta realmente disfrutaron la compañía el uno del otro… ¿Acaso fui la única que notó que en toda la noche no socializaron con nadie? Se la pasaron juntos durante toda la fiesta.

 

- Eso es cierto. – Kim asintió. – Incluso cuando el baile comenzó… aun me preguntó porqué no quisieron salir a bailar… ¿Acaso no les gustará? Yo intenté sacar al comandante Hunter, pero inventó mil excusas para negarse… al final fue Lisa quien me pidió que ya no lo torturara, me dijo que ese era su trabajo. – Kim soltó una risita. – Creo que a la comandante le divirtió bastante aquello.

 

- ¡Me preguntó que se sentirá bailar con el comandante Hunter! – Sammy sonrió soñadoramente.

 

- Creo que fue el único hombre con el que no bailaste esa noche, Sammy. – Kim le cerró el ojo.

 

- ¡Pues discúlpame por tratar de divertirme!

 

- Por lo menos Max tuvo más suerte que tú, Kim. – Vanessa comentó. – Él si pudo obligar a la comandante Hayes a bailar con él… una canción, pero algo es algo…

 

- ¿Y no vieron la cara del comandante Hunter mientras Max bailaba con ella? – Kim habló. – Yo estaba segura de que de un momento a otro se pondría de pie e iría a quitar a Max de por medio para él continuar bailando con Lisa… podría jurar que incluso se puso de pie para hacerlo… ¿Ustedes creen que al comandante le guste Lisa?

 

- Es difícil saber lo que un hombre piensa. – Vanessa respondió. – Pero si parece estar muy interesado en ella.

 

- Yo creo que sólo son amigos. – Sammy opinó. – No puedes pasar tanto tiempo con una persona que te gusta y a la que quieres sin revelarle tus sentimientos… y la comandante Hayes y el comandante Hunter ya han estado juntos por mucho tiempo.

 

- Eso es cierto. – Kim asintió. – Pero… ¿Acaso el comandante Hunter no tenía un romance con Minmai? ¿Alguien sabe que sucedió con eso?

 

- Pues a cómo están las cosas con la señorita Macross, sinceramente no creo que ella esté muy interesada en un piloto como el comandante… sobre todo teniendo a un hombre como Lynn Kyle a su lado. – Vanessa habló. – Y no es que el comandante sea mal parecido ni nada… pero es cuestión de status, supongo.

 

- Si… pero es demasiado obvio que Lisa si siente algo por el comandante… la conocemos desde ya hace muchos años y jamás la habíamos visto así… sobre todo como se comportó en esa fiesta… ¿No notaron que en toda la noche ellos no discutieron y que ella era todo dulzura con él? Esa es una Lisa Hayes que uno no ve todos los días.

 

- ¡Sólo quisiera que el comandante supiera apreciarla! – Sammy hizo un mohín. – Ella es una mujer increíble… no creo que el comandante encontrara un mejor partido en toda la RDF.

 

- No es cuestión de conveniencia, Sammy… es cuestión de amor. – Kim la reconvino.

 

- ¡Pero es que para mi es obvio que a él le gusta ella tanto como a ella le gusta él!

 

- Claro, de que le gusta, le gusta… solo hay que verle esa mirada. – Vanessa señaló a otra fotografía en donde Rick observaba a Lisa mientras ella hablaba animadamente con Claudia. – Sin embargo una cosa es la atracción física y otra muy diferente es el amor.

 

- ¡Pero si el comandante se diera tiempo para analizar las cosas se daría cuenta de que Lisa lo ama! Sería un hombre demasiado insensible si rechazara o no correspondiera esos sentimientos…creo que es obvio para todos los que los vemos juntos. – Sammy replicó.

 

Pasaron otra serie de fotografías y finalmente llegaron a otra que Max había tomado sin ser visto. En ella Rick se inclinaba sobre Lisa mientras ella le susurraba algo al oído. Por la expresión en el rostro del comandante Hunter, aquello era algo divertido, pues la sonrisa que tenía en los labios y la mirada en sus ojos hacían que su rostro brillara radiantemente.

 

- Miren esta fotografía y díganme si en realidad no piensan que hay algo entre ellos…

 

- Tal vez lo hay, y lo están ocultando. – Sammy se llevó un dedo a los labios, pensativamente.

 

- ¿Conocen a Lucy, la hija del capitán Hicks? Bueno, ella está trabajando después de la escuela en el supermercado de la colonia militar… ella me dijo que todos los viernes en la noche la comandante Hayes y el comandante Hunter van juntos a comprar su despensa… me preguntó si estaban casados o si vivían juntos, porque ella los ve muy seguido en la casa del comandante Hunter…

 

- Si, es cierto… - Vanessa asintió. – A mi me ha tocado ver salir al comandante de la casa de la comandante Hayes ya tarde en la noche…

 

- ¿Y qué hacías tú tarde en la noche por la casa de Lisa, Vanessa? – Kim y Sammy comenzaron a burlarse de ella.

 

- ¡Tenía una cita!

 

El relato de la cita de Vanessa pareció apartar su atención del tema de la telenovela Hunter-Hayes. Mientras seguían pasando las fotos y observándolas distraídamente, Vanessa les relataba de los pormenores de su cita. Finalmente se detuvieron otra foto de Lisa y Rick que Max les había tomado deliberadamente. Ambos posaban para la cámara y Rick había colocado su brazo casualmente alrededor de los hombros de Lisa. Era una fotografía excelente que no sólo capturaba el cariño que parecía existir entre ambos oficiales, sino también los hacía verse como la pareja tan atractiva que en realidad eran.

 

- El comandante Hunter es bastante guapo. – Kim comentó. – Aunque no creo que sea solamente por eso que Lisa se enamoró de él.

 

- ¡Es valiente, atrevido y muy varonil! – Sammy sonrió. – A pesar de que sea un degenerado a quien le gusta visitar las tiendas de ropa interior femenina.

 

Las tres amigas se rieron por un momento, recordando aquel incidente. Después fue Vanessa la que habló:

 

- Pues Lisa no está nada mal… véanla en esa fotografía y con esa sonrisa… su rostro es perfecto y sus ojos son hermosos… ¡No puedo creer que el comandante Hunter no se de cuenta de la clase de mujer que tiene a su lado!

 

- Los hombres son unos cabezas duras. – Kim suspiró, al tiempo que cerraba la fotografía y sacaba el disco de la computadora. – La única manera de que el comandante dejara su obsesión por Minmai y notara que es Lisa a quien realmente ama sería que ella se alejara de él… los hombres son así, nunca valoran lo que tienen sino hasta que lo ven perdido.

 

- Cierto. – Sammy y Vanessa apoyaron las palabras de su amiga.

 

- Bien, transferencia completada… ¡Vámonos de aquí! La noche es joven y tenemos que divertirnos.

 

Las tres amigas salieron del Control de Comando comentando los pormenores del día y haciendo planes para su escapada de esa noche. La relación entre Lisa y Rick comenzaba a ser uno de los temas de conversación favoritos de todos en la base… el fuego que había entre ellos era obvio para todo el mundo, excepto para ellos mismos.

 

 

 

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Los días se iban como agua para todos en el SDF1. El trabajo cada vez se hacía más pesado y demandaba de más tiempo y dedicación. Había todo un planeta que reconstruir y una civilización que levantar de las cenizas. Ahora que la recuperación ecológica estaba dando sus primeros frutos, era hora de comenzar a trabajar. Simultáneamente habían surgido una serie de problemas en varios sectores de los nuevos territorios bajo el nuevo Gobierno de la Tierra Unida.

 

Por un lado estaban los zentraedis, que a pesar de que habían sido recibidos por los humanos y absorbidos por la cultura terrestre, comenzaban a dar signos de hastío. Eran una raza genéticamente adecuada para la guerra y el estar inactivos y en paz comenzaba a causar trastornos en su comportamiento. Por fortuna la mayoría de ellos había elegido vivir en paz, pero esa minoría de “malcontentos”, como se les llamaban a los zentraedis rebeldes, estaban causando estragos y caos en lugares en donde apenas se había logrado restablecer el orden.

 

Era trabajo de los escuadrones Veritech el patrullar esas zonas y mantener a los malcontentos bajo control. Y era el comandante Rick Hunter quien había sido asignado como responsable de tal misión. Aquello era física y mentalmente desgastante para Rick.

 

Por otro lado estaban los grupos de personas que comenzaban a rebelarse contra el nuevo orden de la Tierra. Esos grupos separatistas que, motivados por movimientos pacifistas y anti-militares, habían comenzado a salir de las zonas resguardadas con el objetivo de fundar sus propias ciudades con gobiernos autónomos, sin percatarse de los peligros que eso representaba para todos.

 

El Almirante Gloval le había pedido a Lisa, como una tarea especial y específicamente asignada a ella por el almirante, que mantuviera un ojo vigilante sobre esos grupos separatistas. Aquello también había resultado agotador y hasta frustrante para la comandante, quien tenía que lidiar todos los días, de manera diplomática, con personas que lo único que buscaban era la oportunidad para atacar y criticar al Gobierno de la Tierra Unida y a los militares.

 

En las últimas semanas Lisa y Rick no habían tenido muchas oportunidades de estar juntos, a pesar de que trataban de estar en contacto y comunicación constante, ya fuera por el tacnet o por teléfono. Cuando sus horarios se los permitían, siempre procuraban cenar juntos. Ambos conocían las asignaciones y horarios diarios del otro, por lo que ya no era ni siquiera necesario hacer planes. Él esperaba por ella en su casa y ella hacía lo mismo. Incluso muchas veces Lisa había dejado la cena preparada para Rick antes de volver a su casa y viceversa… siempre había algún detalle, algo entre ellos que los hacía recordar que aunque no estuvieran juntos, siempre podían contar el uno con el otro.

 

 

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Aquella tarde Lisa estaba en la casa de Rick. Según su asignación del día él tenía que haber vuelto de su patrullaje a las 1800 hrs. pero Lisa sabía que habían surgido algunos problemas en una colonia Zentraedi cercana a Ciudad Monumento y que Rick seguramente no volvería sino hasta la noche.

 

Ella había ido a su casa a revisar que su despensa estuviera surtida, pues ni siquiera habían tenido tiempo de ir de compras como generalmente lo hacían los viernes. Había hecho una lista de las cosas que él necesitaba: leche, cereal, frutas, y había ido a comprarlas al supermercado.

 

Después le había preparado un platillo de espagueti con atún para cenar y se lo había dejado listo en el horno de microondas, con una nota en donde le indicaba que sólo tenía que calentarlo. Sabía que Rick llegaría cansado y sin ganas de preparase nada para comer y ella quería asegurarse de que por lo menos no se fuera a la cama con el estomago vacío.

 

Mientras Lisa lavaba los trastes, su mirada se posó en el calendario que Rick tenía al lado del refrigerador. Ya había pasado un mes desde aquella cena de año nuevo… había sido una noche muy especial para ella, no tanto como la navidad, pero había tenido lo suyo. Pero había sido la última vez que ella y Rick habían salido juntos. A partir del primer día del año las cosas se habían complicado mucho en la base con sus nuevas asignaciones y sus horarios.

 

Sin percatarse de ello, su mirada se posó en una fecha sólo dos semanas adelante… el día 14 de febrero. Lisa bajó su mirada, clavándola en la cazuela que estaba lavando y comenzó a pensar en lo que aquello significaba.

 

- ¿Qué vamos a hacer ese día? Seguramente todos van a salir… a tener citas… y nosotros… ¿Nosotros qué? ¿Sería demasiado optimista pensar que Rick me invitará a cenar? ¿Lo presionaría demasiado si yo lo invitara a cenar a mi casa?

 

Lisa volvió a mirar el calendario, preguntándose por milésima vez en aquella semana cual era exactamente la relación que ella y Rick tenían en esos momentos. Eran amigos, era cierto… pero ¿Qué clase de amigos? ¿Qué clase de amiga va por las noches a cocinar para su amigo, a revisar que su ropa esté limpia y su casa ordenada? Lisa sabía que ante los ojos de las personas podría parecer que ellos tenían una relación de pareja… aunque ella sabía que no era así. Después de la navidad y del año nuevo ella había tenido esperanzas… pero las obligaciones profesionales habían enfriado las cosas entre ellos una vez más.

 

Ambos habían hecho hasta lo imposible por mantener la calidez y cercanía de su amistad, pero había semanas, como aquella por ejemplo, en las que sus turnos de trabajo no coincidían. Rick regresaría de su patrullaje tarde esa noche, pero Lisa tenía que irse a la cama temprano pues su turno comenzaba a las 0600 horas el día siguiente. Y al día siguiente, para el momento en que el Escuadrón Skull estuviera agrupado y listo para despegar, ella estaría en alguna junta… quizás, con un poco de suerte, tendría la oportunidad de hablar con él por el tacnet por un minuto antes de su despegue… y por la noche una llamada por teléfono. Pero había sido difícil mantener la relación a buen ritmo, cuando el trabajo parecía estar asfixiándolos a ambos.

 

- Una cena de amigos no estaría mal. – Lisa pensó. – No creo que sea nada comprometedora… simplemente dos amigos que se reúnen para ponerse al día en sus asuntos… espero que ese día podamos salir temprano de nuestros turnos.

 

Lisa se limpió las manos en el delantal, se lo quitó, lo colgó al lado del refrigerador, revisó que todo estuviera en orden y salió de la casa de Rick. Para esas horas estaba agotada y lo único que quería era tomar un baño e irse a dormir.

 

 

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Apenas Lisa iba entrando a su casa, cuando escuchó el timbre del teléfono sonando insistentemente. Se apresuró a contestar la llamada, con la esperanza de que fuera Rick. Sin embargo no pudo evitar una mueca de frustración y desencanto cuando escuchó la voz del teniente Mitchell.

 

- Comandante Hayes, lamento molestarla a estas horas, pero el Almirante Gloval acaba de convocar a una junta de staff para mañana a las 1900 horas.

 

- ¿Junta de staff? ¿De qué se trata?

 

- No lo se, pero creo que tiene que ver con el proyecto ecológico del Doctor Lang. Necesito confirmar su asistencia.

 

- De acuerdo, a las 1900 hrs. Ahí estaré.

 

Cuando Lisa colgó el teléfono, suspiró profundamente. Lo que menos quería en ese momento era pensar en juntas. Fue a su habitación, se quitó el uniforme y se puso su bata de baño. Pensaba relajarse en el agua tibia y después irse directamente a la cama. El teléfono sonó una vez más mientras ella se dirigía al baño y regresó a contestarlo sin mucho entusiasmo.

 

- Comandante Hayes…

 

- Yo diría Chef Hayes… Lisa, acabo de entrar a mi casa y me he encontrado con una cena deliciosa esperando por mí… no tenías que molestarte pero admito que después del día que tuve hoy, esta sorpresa realmente me alegró.

 

- Te conozco Hunter… y se que te hubieras ido a la cama con una Petite Cola y unas galletas en el estómago.

 

- Probablemente. – Rick se rió. - ¡Gracias Lisa!

 

- También te surtí la despensa… ya tienes leche y cereal para el desayuno…

 

- ¡Eres increíble!

 

- Si, lo soy. – respondió Lisa con una sonrisita. - ¿Cómo estuvo tu patrullaje?

 

Del otro lado de la línea el comandante Hunter gruñó y se dejó caer sobre el sofá.

 

- Terrible… los zentraedis rebeldes de la colonia de Ciudad Monumento han estado calentando los ánimos de los pacíficos… tuve que enviar un grupo de resguardo a la ciudad, solo para asegurarme de que todo estaría bien. Ya había dado la orden de volver al cuartel cuando recibimos una llamada del cuadrante 14; en una colonia de ese sector unos zentraedis habían robado algunas armas y estaban amenazando con iniciar fuego si no se les reubicaba en la zona 24 con privilegios de jefes de sector… eso no es competencia nuestra, pero no pudimos establecer contacto con el mando central… pedí que se enviara una misión diplomática el día de mañana… pero al parecer vamos a tener que escoltarlos.

 

- Debes de estar exhausto.

 

- Lo estoy… voy a comerme mi cena y luego a dormir… esperaba que mañana pudiéramos vernos… ¿Crees que sea posible?

 

- Iba a salir de mi turno a las 1800 horas, pero me acaban de notificar de una reunión de staff a las 1900 horas… no creo estar en casa antes de las diez.

 

- Lisa… ¿por qué nos están haciendo esto?

 

- ¿Qué cosa, Rick?

 

- No se… se que como soldado no puedo cuestionar mis ordenes y tu sabes que tal vez me quejo, pero al final trato de cumplir con mi deber… pero últimamente siento que cada vez que algo surge siempre somos tú o yo a quienes envían a resolverlo. ¿Todos los demás oficiales de la RDF tienen sus horarios tan pesados como los nuestros o nosotros tenemos suerte?

 

- No lo se Rick. – Lisa respondió suavemente, sin querer admitir que ella misma había pensado en eso muchas veces en los últimos días. – Supongo que necesitan gente experimentada… tu sabes bien el déficit de personal que tenemos en la RDF en estos momentos.

 

- Si, lo se… pero aun así… sólo quisiera que nos dieran un tiempo para descansar… de otra manera van a terminar por reventarnos.

 

- Si… - La voz de Lisa fue apenas un susurro.

 

- ¿Te importaría si mañana paso por tu casa en la noche? Aunque sea tarde… se que vas a estar cansada pero… aunque sea solo para saludarte.

 

- No, no hay problema Rick… ya sabes que esta es tu casa… había algo que quería decirte, - Lisa recordó la cena de San Valentín. – Pero mañana te lo digo en persona, ¿de acuerdo?

 

- Claro… entonces descansa comandante… mañana nos vemos. ¡Gracias por la cena!

 

- De nada… descansa tú también. ¡Y buena cacería mañana!

 

Ambos colgaron el teléfono. Lisa se dirigió a tomar su baño mientras Rick, en su casa, se dirigía a la cocina a cenar. Lo que Lisa le había preparado estaba sencillamente delicioso. Mientras comía, no podía dejar de pensar en todo lo que había sucedido en el mes que había transcurrido desde el Año Nuevo.

 

- Hace mucho que Lisa y yo no salimos a ningún lado. – pensó. – Quizás debería de invitarla… pero con los horarios que tenemos está un poco difícil… y con Miriya incapacitada y Max entrenando a los nuevos reclutas… las cosas no han sido fáciles en lo absoluto.

 

Rick miró hacia el calendario que tenía en el refrigerador y sonrió levemente, al tiempo que una idea se le vino a la cabeza.

 

- El día de San Valentín… ¿Por qué no? Tal vez sería una buena ocasión para salir, vestirnos elegantes y pasar un buen momento juntos… ¡La he extrañado tanto! Mañana mismo le voy a proponer la idea. Estoy seguro que le va a agradar… ¡Si tan sólo pudiéramos hacer algo con nuestros horarios ese día! Pero tal vez si ella habla con Claudia…

 

Rick sonrió satisfecho y una vez más se maravilló de lo deliciosa que estaba su cena. Aun y cuando Lisa no estuviera presente, él la sentía a su alrededor y así había sido en las semanas pasadas. Ella no tenía que estar físicamente presente para que él sintiera su calor y su presencia a su lado. Todo en su casa le hablaba de Lisa, él podía ver su mano amorosa en cada rincón y en cada detalle.

 

Mientras lavaba su plato no pudo evitar el preguntarse la misma pregunta que tantas veces se había hecho en los últimos días:

 

- ¿Por qué se preocupa tanto por mí? ¿Por qué se interesa tanto en mí, en cómo me fue en el día, en mis planes para el día siguiente? ¿Realmente le importo tanto?

 

Rick fue directamente al baño, en donde arrojó toda su ropa al cesto de ropa sucia, se dio una ducha rápida y sin más ceremonias se dejó caer sobre su cama, en donde apenas cerró los ojos cayó en un sueño profundo. Aquella noche sentía que cada gota de energía había sido succionada de su cuerpo.

 

 

 

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El día siguiente comenzó temprano para ambos oficiales. Rick pasó por casa de Lisa en la mañana, con la remota esperanza de que por alguna razón su turno hubiera sido movido y pudieran irse juntos al trabajo, pero el lugar estaba vacío. Lisa había salido a la base una hora antes. Rick caminó con desgano hasta la estación del teleférico y mientras era transportado al SDF1, junto con media docena más de oficiales, no podía dejar de pensar en lo que le había dicho a Lisa la noche anterior… a veces sentía que todo el RDF estaba formado sólo por cuatro personas: la comandante Hayes, el teniente comandante Hunter, el teniente Sterling y la sargento Parino-Sterling.

 

- Entre más entrega uno a este trabajo, más le exigen. – Rick pensó con cierta frustración. – A veces quisiera que simplemente pudiéramos tener una vida normal… pero Lisa tiene razón, no hay muchos oficiales experimentados en estos momentos.

 

Mientras caminaba hacia su hangar, después de salir del teleférico, Rick se sintió viejo… apenas tenía 21 años, pero sentía que estaba envejeciendo antes de tiempo. Sentía que había vivido demasiado… pero a la vez sentía la angustia de saber que aun le faltaba mucho por vivir y que la vida se estaba pasando sin que él tuviera tiempo para dedicarle a las cosas que eran realmente importantes… más allá de sus obligaciones militares y de su deber estaba su vida personal… y si como soldado era uno de los mejores, como hombre sentía que estaba fallando en todo lo que se podía fallar.

 

- Quisiera simplemente hacer un alto en el camino y ordenar mi vida y mis prioridades. ¡A veces me siento tan confundido!

 

Minutos después Rick se encontraba en la cabina de su Skull 1, revisando la asignación del día en su computadora de vuelo, mientras escuchaba la voz de Sammy en el intercomunicador, dando órdenes de despegue.

 

- ¡Va a ser un largo día! – Rick pensó, mientras se enfilaba a la pista.

 

- Delta 1 a Líder Skull… cambio…

 

La voz de Lisa hizo que una sonrisa apareciera en el rostro del comandante Hunter, sonrisa que se hizo más grande y sincera cuando vio el rostro de Lisa en su pantalla.

 

- ¡Buenos días Delta 1! ¿Cómo amaneciste el día de hoy?

 

- Muy bien Rick… sólo quería desearte un buen día… y que te vaya muy bien con tu misión de escolta.

 

- Gracias Lisa… no estoy emocionado de pensar que tendremos que estar lidiando con esos zentraedis rebeldes todo el día pero… - Rick se encogió de hombros. – Me da gusto verte…

 

- A mi también. –contestó ella con sinceridad. – Sammy está a punto de darte pista para tu despegue… entonces nos vemos en la noche, ¿de acuerdo?

 

- Ahí estaré, comandante… ¡suerte en todo, Lisa! Y no trabajes demasiado.

 

- ¡Buen vuelo y buena cacería! – Lisa le respondió con una sonrisa.

 

La comunicación terminó y ella se recargó pesadamente en su consola. También se sentía exhausta y emocionalmente desgastada.

 

- ¡Daría cualquier cosa por unas vacaciones! – Lisa pensó, al tiempo que se colocaba su diadema en la cabeza y ajustaba los audífonos y el micrófono. Un día más de trabajo había comenzado.

 

 

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Eran las 1900 horas cuando Lisa entró a la sala de juntas acompañada de Claudia. Ambas mujeres tomaron su lugar en la mesa de consejo y Gloval las saludó con un movimiento de cabeza. La junta comenzó y como se lo habían anticipado a Lisa, el asunto principal de aquella reunión era la evaluación que llevaría a cabo el doctor Lang de algunas de las zonas de recuperación ecológica.

 

- La revisión de estas zonas es asunto prioritario. – El doctor Lang explicaba, mientras mostraba imágenes en la pantalla. – Hace unos meses encontramos nada más que yermos desiertos… se llevaron a cabo misiones de reforestación y recuperación ecológica en todos los sectores que se muestran en el mapa. Dentro de los viveros y laboratorios del SDF1 se llevó a cabo la misión titánica de producir los elementos necesarios para el soporte de la vida en los diferentes ecosistemas. Hicimos estas zonas naturales protegidas de recuperación ecológica con la simulación de los diferentes ecosistemas terrestres en microcosmos. Es por ello que dichas zonas pueden parecer demasiado alejadas entre sí, necesitábamos la variación del clima, la temperatura, la humedad y otros factores que son determinantes para la vida. Ahora debemos de ir a evaluar los primeros resultados. De ellos depende la recuperación global que iniciaremos si nuestro experimento tuvo éxito.

 

- Va a ser una misión de 3 semanas. – El Almirante Gloval explicó al consejo. – Para ello se utilizará la nave Sahara 001, que probó ser excelente en este tipo de misiones de reconocimiento. – Gloval miró a Lisa y ella asintió. – Teniente Grant, ¿cómo van los preparativos de la nave?

 

- Hoy se completó el mantenimiento de la misma, almirante. En estos momentos se lleva a cabo el abastecimiento. Para mañana a las 1500 horas estará lista en un 100%.

 

- Excelente. – Gloval se dirigió al doctor Lang. – Entonces la misión puede comenzar como había sido originalmente planeado, pasado mañana.

 

Lisa sentía que estaba asistiendo a una reunión en la que su presencia no era necesaria. Obviamente todos en aquel lugar conocían los pormenores de la misión excepto ella y eso la hizo sentirse fuera de lugar.

 

- Comandante Hayes, - el Almirante habló, como si hubiera leído sus pensamientos – solicité su presencia en esta reunión porque necesito que haga las asignaciones correspondientes a los pilotos que serán los escoltas del Sahara 001 durante esta misión.

 

El coronel Maistroff le entregó a Lisa la carpeta que Gloval le había alargado. Lisa asintió con la cabeza y en cuanto tuvo la carpeta en sus manos la abrió para leer su contenido.

 

- ¿El teniente comandante Hunter? – la voz de Lisa hizo que varios de los oficiales la miraran con extrañeza. – Es decir… señor, el comandante Hunter está encargado de los patrullajes en las colonias zentraedis y creo que han leído los reportes, las cosas no son fáciles en esos sectores y pienso que la presencia del comandante Hunter es requerida aquí.

 

- Espero que no esté cuestionando las órdenes que se le han entregado, comandante Hayes. – el coronel Maistroff habló. – El doctor Lang específicamente solicitó al comandante Hunter como líder del grupo escolta dada su experiencia en este tipo de misiones.

 

- Creo que Hunter ha estado batallando con zentraedis rebeldes demasiado en estos días. – el almirante Gloval completó, encendiendo su pipa. – Será bueno para él cambiar de aires un poco… incluso los líderes de escuadrón necesitan relajarse de vez en cuando.

 

- Y pienso que no hay mejor hombre para estar al frente de los pilotos que nos custodiaran en esta misión. – Lang opinó. – Basándome en los reportes que tuve a bien leer y en las recomendaciones que me hicieron, pienso que el comandante Hunter hará un excelente trabajo.

 

- Eso no lo dudo. – Lisa respondió, sintiendo que se sonrojaba un poco. – Sólo me preocupa un poco el hecho de que el escuadrón Skull se quedará sin líder mientras él no está.

 

- El teniente Sterling quedará al frente del escuadrón Skull mientras tanto. – Gloval respondió. – Se que en estos momentos está a cargo de la instrucción aérea de los nuevos reclutas, pero en estas tres semanas se les programaran vuelos de simulador que estarán coordinados por la sargento Parino-Sterling. Mientras tanto el teniente Sterling tomará la posición de líder de grupo que le corresponde a Hunter.

 

- Bien… si todo ha sido arreglado. – Lisa habló casi entre dientes.

 

Claudia miró a su amiga y quiso que hubiera algo que ella pudiera hacer o decir para salir en su defensa, pero supo que no había nada. Lisa sintió la mirada de Claudia y cuando sus ojos se encontraron, la teniente Grant le dijo, sin palabras, que sería mejor simplemente acatar las ordenes… después de todo las decisiones ya habían sido tomadas por el consejo.

 

- Es escuadrón de apoyo deberá de estar integrado para mañana. Comandante Hayes, dígale al teniente comandante Hunter que esperamos un reporte preliminar mañana a las 1200 horas y el reporte completo antes de las 1800 horas. – el coronel Maistroff ordenó.

 

- Si señor.

 

Cuando salieron del salón de juntas, Claudia esperó a Lisa para caminar con ella hasta la salida de la base.

 

- ¿Porqué esa cara, cariño? – Claudia habló. – Se que va a ser difícil estar separada de tu piloto durante 3 semanas, pero dicen que la ausencia hace al corazón más cariñoso. ¡Deja que te extrañe, Lisa!

 

- No es eso, Claudia… es que anoche Rick me dijo algo que me ha estado molestando todo el día… el hecho de que siempre que algo surge, es a nosotros a quienes envían a hacernos cargo de la situación.

 

- ¿Y no se han puesto a pensar de que eso se debe a que ustedes son los mejores? ¿Crees que haya alguien más capaz que tu piloto para liderar una misión de esta naturaleza? El tiene la experiencia necesaria, las habilidades de mando… deberías sentirte orgullosa de eso.

 

- Y lo estoy… no sabes el orgullo que siento cada vez que veo al Skull 1 volando en los cielos o que veo a Rick descender de la cabina, orgulloso como todo un buen piloto de combate… se que él tiene un potencial muy grande y que llegará lejos… también se que las ordenes no se cuestionan ni se desobedecen, Claudia… pero me preocupa lo que él pueda pensar de todo esto.

 

- No debería… el es un soldado, debe recibir sus ordenes, cumplirlas y guardarse sus opiniones.

 

Lisa no respondió, solo suspiró frustradamente.

 

- ¿Estás preocupada por él? ¿Hay algo en particular que te moleste, Lisa? Cómo yo veo las cosas, es una buena oportunidad para que el muchacho se relaje. Ha estado manteniendo zentraedis rebeldes bajo control por semanas y creo que el almirante Gloval quiso darle una actividad menos extenuante.

 

- ¿No hubiera bastado con darle vacaciones?

 

- Lisa, amiga… - Claudia la detuvo para mirarla a los ojos. – Deja que tu piloto tome su decisión, ¿de acuerdo? Aquí estas, angustiándote sin saber siquiera que es lo que él vaya a decir de todo esto.

 

- Es que tengo una vaga idea de lo que va a decir, Claudia… por eso me preocupo.

 

- Pues diga lo que diga, no es asunto tuyo. ¿O prefieres que sea yo quien le entregue su nueva asignación? Puedo hacerlo si es demasiado complicado para ti…

 

- No, yo lo haré… creo que será mejor que vaya ahora mismo… se hace tarde y esos reportes deben de estar listos mañana al medio día.

 

- ¡Suerte Lisa!

 

La comandante Hayes se alejó con rumbo a la salida del Prometheus. Claudia se quedó en el pasillo, observándola por un buen tiempo con una ligera sonrisa en los labios. Era tierno el ver cómo Lisa se preocupaba por aquel chiquillo y cómo ella misma parecía no tener idea de cómo comportarse con él.

 

- Ya aprenderás… esto es algo que sólo se perfecciona con la práctica y sobre la marcha.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Lisa abrió la puerta de su casa e inmediatamente notó que había una tenue luz iluminando el pasillo, proveniente de la sala. Dejó su bolsa y su gabardina colgando del perchero que tenía al lado de la puerta y caminó lentamente hacia la sala. Cuando entró, sonrió enternecida al ver a Rick profundamente dormido en el sofá. Su mirada se dirigió al reloj de pared y se dio cuenta de que ya era tarde, casi las 11 de la noche.

 

Cómo sintiendo su presencia en la habitación, Rick se movió un poco y se estiró antes de abrir los ojos y parpadear repetidamente para ajustarlos a la luz tenue de la lámpara que iluminaba e lugar.

 

- ¡Lisa! – su voz adormilada hizo sonreía a la comandante. - ¿Qué hora es? Me quede dormido—lo siento, yo…

 

- Está bien, Rick. No te apures… es tarde. Lamento llegar a esta hora pero la reunión se prolongó más de lo que pensé.

 

- No te preocupes. – Rick bostezó. – Tuve tiempo de tomar una siesta… ya es ganancia.

 

- Si… - Lisa bajó la mirada, apretando fuertemente su carpeta en donde traía el sobre con la asignación para Rick.

 

- Te traje algo para que cenes. – Rick se puso de pie y la tomó de la mano para conducirla a la cocina. – Sabía que ibas a llegar tarde… iba pasando por el Café Seciele y recordé que la última vez que cenamos ahí te gustó el bagette de queso manchego y vegetales que pediste, ¿te acuerdas? Pues te traje uno… también tengo agua caliente para tu té, ¿Qué te parece?

 

- Gracias Rick. – contestó Lisa con una sonrisa sincera.

 

- Hey… - Rick le quitó la carpeta de las manos y la arrojó sobre la barra de la cocina. - ¡Me da mucho gusto verte, Lisa! Hacía días que no nos veíamos…

 

Lisa asintió y tuvo el impulso de acercarse a Rick y recargar su cabeza en su hombro. Se sentía muy cansada… agotada. Él la observó por unos segundos y puso su mano en el hombro de ella, masajeándoselo gentilmente mientras hablaba:

 

- Te ves cansada… ¿Qué tan malo fue el día?

 

Lisa se encogió de hombros y Rick decidió no hacer más preguntas. Había algo en Lisa que lo hacía sentir que ella estaba molesta… quizás demasiado cansada, él pensó. Le ofreció un asiento en la barra y puso el bagette frente a ella.

 

- Bueno, olvídalo… mejor come algo, estoy seguro que no has comido nada en todo el día. Déjame servirte el té… - Rick fue a sacar un par de tazas de la alacena.

 

- ¿Tú no vas a cenar nada?

 

- Cené en la base. – Rick le informó con una sonrisa.

 

- ¿No quieres un pedazo de bagette? Está muy grande Rick, no me lo voy a acabar… ayúdame con un pedazo.

 

- Hmmm… - Rick sonrió, mirando el bagette. – De acuerdo, pero un pedazo chiquito.

 

Mientras él servía el té, ella partía el bagette exactamente por mitad. Rick protestó, pero al final terminó aceptando el trozo que ella le ofrecía.

 

- Estaba pensando… - Rick comenzó a hablar, mientras se sentaba al lado de Lisa en la barra y comenzaba a comer. – Todavía no estoy muy familiarizado con todos los asuntos administrativos de la RDF pero… ¿No habría manera de solicitar unas vacaciones?

 

- ¿Estás cansado?

 

- Agotado… - él suspiró. – No me quejo del trabajo, tú sabes que siempre cumplo mis responsabilidades… pero esta mañana tuve que, literalmente, dejarme caer de la cama… aun mientras me estaba duchando, sentía que me estaba quedando dormido… siento que necesito un descanso y estaba pensando en hablar con Claudia pero quise preguntarte a ti primero… ¿Crees que haya posibilidades? Aunque sea un descanso de una semana…

 

- Sinceramente yo tampoco estoy muy familiarizada con esos procedimientos administrativos. – Lisa admitió con cierta timidez, al tiempo que pizcaba ajonjolíes con su dedo índice y se los llevaba a la boca.

 

- ¿Me vas a decir que en todo el tiempo que llevas en la RDF jamás has tenido vacaciones? – Rick estaba asombrado.

 

- Bueno… supongo que me he mantenido ocupada.

 

- Veo que mis posibilidades son pocas. – Rick recargó su mentón en su mano.

 

- Voy a investigar en el área de Personal y te prometo avisarte en cuanto sepa cómo se debe de llevar a cabo el trámite…

 

- Gracias Lisa… es que realmente me siento exhausto. Siento que si no descanso pronto, esto podría tener repercusiones incluso en mi desempeño aéreo… es difícil mantener la concentración cuando tu mente se rehúsa a mantener la misión en foco y tu cuerpo simplemente no responde con la precisión con que debería.

 

- Tienes razón.

 

- Esto de estar teniendo que mantener a esos zentraedis rebeldes bajo control es extenuante… tú también deberías de solicitar tus vacaciones, Lisa… siento que te has dejado exprimir demasiado.

 

- Rick… - Lisa decidió arrojar la bomba cuanto antes. – antes de que hagamos planes… hay algo que tengo que decirte.

 

- Si, lo sé… me lo dijiste ayer en el teléfono. ¿De qué se trata? He estado curioso todo el día.

 

- Bueno, no es lo que originalmente te iba a decir, es que nuevas ordenes me fueron entregadas y—lo otro realmente ya no importa…

 

- ¿Nuevas ordenes? – Rick pasó saliva nerviosamente. No le gustaban esas palabras y no le gustaba la actitud de Lisa.

 

- Si, en la junta de esta noche… en dos días saldrá una misión científica a hacer una evaluación preliminar de los proyectos de recuperación ecológica que se están llevando a cabo… una misión de tres semanas.

 

Rick no hizo comentarios, pero sus ojos no se apartaban del rostro de su comandante. Se sentía nervioso, estaba seguro que ella le diría que la habían puesto al frente de esa misión o algo por el estilo. Lisa no hizo más comentarios, simplemente tomó la carpeta que estaba sobre la barra, la abrió y le entregó a Rick un sobre cerrado.

 

El comandante Hunter la miró interrogativamente y enseguida se apresuró a abrir el sobre y leer su contenido. Era su nueva asignación, firmada ni más ni menos que por el Almirante Gloval, el coronel Maistroff y el Doctor Lang. Los ojos de Rick se movían rápidamente mientras leía y los ojos de ella estaban clavados en su rostro, tratando de estudiar sus reacciones.

 

- Pero—es que esto… - Rick balbuceó. - ¿Qué hay de mi trabajo aquí? ¿Quién va a dirigir el escuadrón si a mi me reasignan?

 

- Max va a estar al frente del Skull en tu ausencia y Miriya se encargará de los nuevos reclutas en sus ejercicios de simulador.

 

- ¡Vaya! – Rick dobló la carta y la puso dentro de la bolsa de su chaqueta. – Así que ya todo está bajo control… todo está arreglado. Un día me dicen que mi trabajo con los zentraedis rebeldes es excelente y al día siguiente me mandan a una misión ecológica. ¿Quién entiende al ejército?

 

- No puedes cuestionar tus órdenes, Rick… tu mismo me has dicho que el trabajo con los zentraedis te tiene físicamente agotado y mentalmente desecho.

 

- ¿Entonces me envían a una misión ecológica para que me relaje? ¿De eso se trata? ¡Vaya! Recuérdame que le de las gracias a los de Recursos Humanos, son tan eficientes que no sólo dan vacaciones antes de que uno las solicite, sino que además incluso planean el itinerario… ¿No me enviaron folletos turísticos de las zonas que visitaremos?

 

Lisa no contestó, sólo bajó la mirada, sabiendo que esa era exactamente la reacción que esperaba de Rick.

 

- Te gustó salir en la misión Sahara, ¿no?

 

- Era diferente, Lisa… ¿Tú no vas a participar en esta misión?

 

- No…

 

- Pues yo no quiero ir sólo…

 

- Te serviría para descansar y relajarte un poco. – Lisa argumentó débilmente.

 

- ¿Eso es lo que piensas? ¿Acaso tu tuviste algo que ver en estas ordenes, Lisa?

 

- ¿Yo? – ella lo miró sorprendida. - ¡Claro que no! Lo creas o no, estas son ordenes que fueron emitidas por el alto mando… a mi sólo me pidieron que te las transmitiera por ser tu oficial superior. Si tienes algún problema, es con ellos con quien debes de dirigirte, no conmigo. Son ellos los que dan las ordenes… a mi sólo me toca lidiar con los pilotos. – Lisa terminó su frase con amargura escurriéndole en las palabras.

 

- ¡Ah, vaya! – Rick habló con sarcasmo. – Así que ahora yo soy un piloto con el que debes de lidiar… ¡Eso es excelente!

 

- ¡Rick! – ella lo llamó, pues él ya se había puesto de pie y comenzaba a retirarse de la cocina. - ¡No has terminado de cenar!

 

- De pronto se me quitó el hambre, comandante.

 

Lisa trató de controlar su rabia respirando profundamente.

 

- ¡Rick Hunter! – su voz sonó más autoritaria de lo que ella hubiera querido. - ¿Sinceramente crees que yo tengo que ver en tus nuevas ordenes? ¿Crees que eres tan importante que yo me paso el día entero sentada en mi puesto de control tomando café y pensando en nuevas formas de torturarte?

 

Lisa había salido detrás de Rick y fue a alcanzarlo a la sala, en donde él ya se estaba poniendo su gabardina sobre su uniforme.

 

- ¡Lo que me molesta es que siempre somos nosotros, Lisa! ¿Por qué no pueden enviar a alguien más? Eso de que somos los mejores, los más experimentados… esas son solo excusas tontas para justificar el hecho de que tal vez tu y yo somos los únicos estúpidos que jamás cuestionan las ordenes y siempre sacan adelante la misión… ¿Por qué no podemos, por una vez en la vida, rechazar una misión y simplemente descansar un poco?

 

- ¡No me gusta escucharte hablar así, Hunter! - Lisa lo reprendió. – Somos soldados, tenemos deberes y obligaciones…

 

- ¿Qué son más prioritarios incluso que nuestras vidas personales?

 

- A veces un soldado no puede darse el lujo de tener vida personal.

 

Rick suspiró con frustración y se encaminó hacía la puerta.

 

- Ese es tu problema, Lisa… jamás has conocido un mundo más allá de la RDF y la milicia…

 

- ¡Por lo menos se cuál es mi lugar en este mundo y cumplo con mi obligación!

 

- ¿Por qué contigo todo es obligación, Hayes? – Rick estaba exasperado. - ¿Por qué no puedes hacer las cosas por gusto o por pasión? ¿Por qué no puedes dejar de ser un soldado y permitirte el lujo de ser simplemente una mujer de vez en cuando?

 

- ¿Y qué quieres que haga? Yo no emití esas ordenes, Hunter… no está en mis manos revocarlas… si tanto te molestan puedes ir a hablar con el Almirante…

 

- Me molestan las órdenes, pero sabes que las voy a cumplir, como siempre lo hago… lo que me enfurece es que tú trates de justificar todo esto, Lisa… ellos serán los altos mandos, pero no siempre tienen la razón y tú lo sabes mejor que nadie… ¿Por qué te pones de su lado? Yo se que tu no puedes cambiar la situación, pero al menos el sentir que tu opinas cómo yo, eso sería suficiente para sentirme mejor… para al menos saber que hay un corazón latiendo dentro del militar sin sentimientos que pretendes ser.

 

- ¿Qué se supone que eso significa?

 

- ¡Significa que aunque tú no lo quieras aceptar tú también llegas a cansarte, tú también llegas a fastidiarte y a cuestionar lo que se te dice, lo que se te ordena! Pero prefieres tragarte tu frustración y tu rabia antes de admitir que las cosas podrían ser diferentes… - Rick estaba bastante alterado.

 

Rick se detuvo en la puerta al darse cuenta de que Lisa ya no había respondido a su última acusación. Miró sobre su hombro y vio a la comandante de pie en el pasillo, mirándolo con una expresión que más que de enojo era de decepción o quizás de tristeza. Rick bajó su mirada y se sintió culpable… ¿Por qué le estaba gritando a Lisa si no era ella quien había dado esa orden? Tuvo el impulso de darse la media vuelta y disculparse, pero la voz de Lisa hizo que se detuviera.

 

- Quieren que presentes un reporte preliminar mañana al medio día y el final antes de las 6 de la tarde… mañana antes del final de la jornada se te harán llegar tus instrucciones y toda la información que necesites.

 

La voz de Lisa había sonado tranquila, profesional… distante. Rick sintió una vez más que la rabia y la impotencia le inundaban el pecho. Tenía ganas de tomar a Lisa por los hombros, sacudirla y pedirle que dejara de ser un soldado por un momento… que se diera cuenta de que ella necesitaba el descanso tanto como él… quería pedirle que ambos se desaparecieran por una semana, que fueran a algún lugar tranquilo donde estuvieran solos… donde pudieran relajarse y olvidarse de todo y ser simplemente ellos.

 

- Tengo que irme. – Rick se escuchó a sí mismo decir. – Es tarde y mañana tengo que comenzar la jornada temprano para poder entregar los reportes a tiempo, comandante.

 

Lisa asintió a las palabras de Rick y él abrió la puerta. Todavía se detuvo por un segundo antes de traspasar el umbral, pero no tuvo el valor de hacer lo que quería hacer. Al final solo cerró la puerta detrás de sí y comenzó a caminar por la calle, con la cabeza baja y las manos en los bolsillos.

 

- Tanto tiempo sin vernos… y las cosas tenían que ser así. ¿Por qué siempre terminamos discutiendo por cosas que salen de nuestro control? ¿Por qué Lisa tiene que ser tan terca? ¿Por qué me molesta tanto esta misión?

 

Rick siguió caminando hacia su casa, al tiempo que en alguna parte de su cerebro, una pequeña voz le respondía: “Porque pasarás tres semanas sin verla, ese es el porqué.”

 

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

 

El día siguiente pasó sin novedades. La comandante Hayes estuvo todo el día en su puesto de control y ni siquiera quiso salir a comer cuando Miriya pasó por ahí al medio día y la invitó a ir con ella al comedor. Lisa argumentó que tenía mucho trabajo, pero Miriya sabía cuál era la razón de la actitud de la comandante. Aquella mañana Rick había hablado con Max y el teniente Sterling le había pasado el informe completo de esa conversación a su esposa.

 

Miriya sabía que Rick pretendía estar enfadado, cuando la verdadera razón de su rabia y su frustración era el hecho de verse alejado de Lisa por tanto tiempo. Ella así lo comprendía y Max estuvo de acuerdo con ella. Pero los Sterling sabían que no importaba cuantas pistas y cuantas indirectas – y no tan indirectas – lanzaran en la dirección de Hayes y Hunter, ellos estaban tan cegados el uno por el otro, que no se percataban de lo que ocurría a su alrededor… incluso más, estaban tan enfocados el uno en el otro que ni siquiera se daban cuenta de lo que ocurría entre ellos.

 

Rick por su parte había pasado el día en la Base Prometheus, encargándose de la organización del grupo de escolta de la Misión de Recuperación Ecológica, la MRE como todos la llamaban. Había hablado con Max aquella mañana, dándole instrucciones precisas sobre el escuadrón Skull y los patrullajes que estaban efectuando en zonas zentraedis. Después había tenido una junta con los miembros de su grupo de escolta y había pasado el resto del día supervisando el mantenimiento de los Veritech que serían utilizados en la misión.

 

Los reportes habían sido entregados a tiempo, tal y cómo se le había ordenado e incluso había recibido un mensaje en donde se le hacía un reconocimiento por su eficiencia y profesionalismo. Sentado frente a la computadora en la sala de oficiales adjunta al hangar del Escuadrón Skull, Rick no podía dejar de pensar que todo aquello lo había aprendido de Lisa. Era ella quien le había enseñado a hacer esos reportes breves, precisos y sustanciosos. Reportes profesionales y sin datos inútiles… ella le había enseñado a redactarlos, a darles un buen formato, una presentación profesional… era ella quien se había convertido en su mentora, su maestra y su guía después de que Roy había muerto.

 

- Esta misión ecológica será un paseo en el parque. – Rick pensaba, mientras jugaba distraídamente con un lápiz. – Simplemente es extraño, en el momento en que le comenté a Lisa sobre lo cansado que estoy y lo mucho que me estaba estresando con los patrullajes, esta misión aparece, como caída del cielo… no se porqué, pero presiento que ella me recomendó… quizás quería que me relajara un poco y—y yo le agradezco pero yo no quiero que las cosas sean así… prefiero pelear con zentraedis rebeldes todo el día sabiendo que por la noche al menos escucharé su voz… que estar en este día de campo, sabiendo que ella está lejos.

 

Rick gruñó con rabia contenida, partió el lápiz por mitad y lo arrojó al cesto de basura.

 

- ¿Por qué tiene que ser tan terca? ¿Por qué todo tiene que hacerse a su manera?

 

Rick se congeló en su asiento cuando se percató de la solitaria figura que se encontraba de pie en la puerta de la oficina, mirándolo con ojos tristes y sosteniendo una carpeta contra su pecho.

 

- Lisa… - Rick balbuceó, sabiendo que lo había escuchado.

 

- Si aun piensas que esto es cuestión mía es que todavía no me conoces, Rick. – La voz de Lisa era triste y él sintió que algo se le rompía dentro del pecho cuando la escuchó. - … después de todos estos años aún no me conoces.

 

- Tal vez por que tú no quieres que te conozca… - Rick le respondió en voz baja, poniéndose de pie y acercándose a ella. - … porqué tu no has dejado que te conozca… si tan sólo me dijeras de una vez por todas todo lo que en realidad traes adentro, tal vez entonces yo podría llegar a conocerte mejor.

 

Lisa negó con la cabeza y respondió casi en un susurro, sin poder ver al comandante a los ojos:

 

- Tal vez si pusieras más atención a los detalles podrías darte cuenta de la situación… pero tú sólo escuchas lo que quieres escuchar e interpretas las cosas a tu manera.

 

- Pues si tú fueras más clara en lo que en realidad quieres decir, en lo que sientes y en lo que piensas, yo no tendría que interpretar las cosas.

 

- Si todo esto es por tu nueva asignación, por esas ordenes que consideras tan poco dignas de ti…

 

- ¡No es eso Lisa, y tú lo sabes!

 

- Lo único que sé es que los mandos del SDF1 no están supeditados a lo que nosotros queramos o podamos hacer… el mundo no gira en torno a ti… ordenes son ordenes y punto.

 

- Pues tal vez yo no nací siendo soldado cómo tú. – Rick levantó el tono de su voz. – Tal vez yo no tengo un concepto del deber como tú lo tienes… ¡El mundo no gira en torno a mí, gira en torno a ti, Lisa Hayes!

 

- ¿Y qué significa eso? – Lisa le respondió ofendida, al tiempo que agitaba la carpeta con las órdenes de la misión frente al rostro de Rick. - ¡Yo no soy la que está cuestionando ordenes y comportándose como un niño berrinchudo, Hunter!

 

Rick apretó los dientes y los puños, tratando de controlarse. Sentía que estaba temblando y no sabía si lo que sentía era rabia, frustración o simplemente las ganas de abrazar a Lisa y suplicarle que no lo obligara a cumplir esas órdenes que lo mantendrían alejado de ella por tres semanas. El comandante Hunter quería decir algo… necesitaba decir algo, pero no se atrevió. Su boca se abrió en un par de ocasiones, pero su voz murió en su garganta.

 

Finalmente lo único que pudo hacer fue extender la mano y tratar de arrebatarle la carpeta a Lisa; ella fue más rápida y no le permitió tomarla. No iba a permitir que él se comportara de esa manera. Rick dio un paso al frente y tomó a Lisa por la muñeca, jalándola hacia él con cierta brusquedad, para impedir que se alejara de ahí. Sus ojos se encontraron y por un momento ambos se perdieron en la mirada del otro… los ojos de ambos brillaban, consumidos por la rabia, la frustración y el fuego que en ese momento los estaba quemando por dentro. Después de un momento que pareció durar una eternidad, Lisa se soltó bruscamente, liberándose de la mano que le aprisionaba la muñeca y en un arranque de rabia, arrojó la carpeta al suelo.

 

Rick miró la carpeta, sorprendido de lo que Lisa acababa de hacer y enseguida sus ojos se clavaron en la comandante Hayes, que se había dado la media vuelta y se alejaba de ahí como si fuera un huracán en acción. Rick quiso seguirla, pero se contuvo. En lugar de eso pateó la carpeta con las ordenes de la misión, haciendo que los documentos quedaran regados por todo el hangar y, para desquitar la rabia y la frustración que llevaba dentro, le tiró un fuerte puñetazo al fuselaje de su Skull 1, al tiempo que gruñía salvajemente.

 

Después de aquella tormenta, el comandante Hunter simplemente recargó su frente en su Veritech y suspiró profundamente.

 

- ¿Qué voy a hacer contigo, Lisa Hayes? – murmuró, sintiendo un nudo en el estómago.

 

Miró las hojas que estaban regadas en el suelo y lentamente se inclinó a recoger una de ellas. Inmediatamente pudo darse cuenta de que aquellas órdenes no venían de Lisa, pues la presentación era muy inferior a la que la comandante Hayes solía hacer. Rick comprendió que quizás era cierto, y que Lisa no había tenido nada que ver con su nueva asignación. Tal vez ella estaba tan contrariada como él… pero eso no era el asunto… lo que realmente lo molestaba era pensar que ella no quisiera admitir lo que sentía.

 

- Tengo que reportarme en la base a las 0500 horas. – Rick murmuró, leyendo el documento que tenía en la mano. – No tiene caso… Lisa no va a cambiar su postura ahora que está tan molesta conmigo. Creo que lo mejor será ir a casa y dormir. Estoy cansado y mañana será un día muy largo.

 

Rick recogió el resto de las hojas y las colocó dentro de la carpeta. Miró hacia la puerta por la que Lisa había salido y suspiró con frustración.

 

- Desearía que nos hubiéramos despedido en mejores términos, Lisa.

 

Sacudió la cabeza y decidió que lo mejor era olvidarse del asunto y enfocarse en la misión que tenía frente a él. Ya tendría tiempo de aclarar las cosas con Lisa cuando volviera y ella estuviera más tranquila.

 

- Ni siquiera tuve la oportunidad de invitarla a cenar para el día de San Valentín.

 

Rick tomó su mochila militar, se la echó al hombro y salió del hangar, caminando lentamente, casi arrastrando los pies. Sin detenerse en ningún lugar, fue directamente a su casa, en donde pensaba ducharse, cenar y dormir todo lo que pudiera aquella noche.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Cuando Lisa salió de la base, decidió caminar hasta su casa. Ya era un poco tarde y la noche era fría, pero no tenía ganas de llegar a su casa, encontrarla vacía y pasarse el resto de la noche atormentándose con sus pensamientos. Caminó despacio, sin prisas e intentó no recordar todo lo que había sucedido con Rick en las últimas horas. Trató de pensar en cosas diferentes, en las noches que solía pasar mirando las estrellas con su telescopio en la terraza de su casa paterna, en el libro que estaba leyendo… cualquier cosa que lograra mantener su mente lejos de Rick.

 

Pasó por la casa del comandante Hunter y se sorprendió un poco al darse cuenta de que las luces aun estaban encendidas. Su primer pensamiento fue que él ya debería de estar durmiendo, pues su misión comenzaría temprano la mañana siguiente. Se quedó de pie en la banqueta, mirando hacia la casa, obligándose a no acercarse y llamar a la puerta.

 

- No puedes dejar que se vaya sin siquiera desearle un buen viaje. – una voz pareció hablar dentro de su cabeza.

 

- ¿Pero por qué siempre tengo que ser yo la que tiene que buscarlo y arreglar la situación? Yo no he hecho nada para disgustarlo… ¡Dios santo, si ni siquiera se exactamente qué fue lo que lo molestó tanto!

 

Lisa se dio media vuelta y aun miró la casa de Rick sobre su hombro por un segundo. Después bajó la mirada y sacudió la cabeza.

 

- No tiene caso… - susurró mientras intentaba alejarse de ahí.

 

 

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Dentro de la casa, Rick estaba cenando sin mucho apetito. Delante de él sólo había un sándwich mordido y una Petite Cola, pero él parecía estar perdido en otro planeta. Se entretenía en equilibrar un tenedor en su dedo índice derecho, mientras su barbilla estaba apoyada en su mano izquierda. Aunque su mirada estaba clavada en el tenedor, su pensamiento estaba muy lejos.

 

En su aparato de sonido se escuchaban algunas de las canciones clásicas de Minmai, y él ocasionalmente, de manera distraída, tarareaba en voz baja algún fragmento de la canción o incluso llegaba a canturrear alguna línea.

 

- Minmai… - Rick pensaba. - ¿Dónde estarás y cómo estarán las cosas contigo? Espero que Kyle te esté tratando bien…

 

Pero los pensamientos del comandante pronto volvieron a Lisa. No podía quitarse de la mente la imagen de Lisa, saliendo del hangar del Skull 1 después de arrojarle las ordenes al suelo. Jamás la había visto actuar de esa manera y aquello a la vez lo había atemorizado e intrigado. Lisa no era la Reina del Hielo que todos creían… dentro de ella había una mujer hecha de fuego. Sólo que era una lástima que la comandante Hayes mantuviera a Lisa Hayes bajo ese estricto control.

 

- Cuando se enoja sus ojos brillan como si estuvieran hecho de fuego… de un extraño y mítico fuego verde. – Rick sonrió levemente. – Hacía tanto que no nos veíamos, que no pasábamos tiempo juntos… ¿Por qué siempre tengo que echar a perder las cosas? ¿Por qué tuve que reclamarle cosas de las cuales ella no tenía la culpa?

 

El comandante Hunter suspiró dejando salir toda su frustración y movió la cabeza como resignándose ante lo inevitable.

 

- Admítelo Hunter, la vas a extrañar, eso es lo que en realidad hace que te sientas tan molesto… ¿Por qué tenía que hacerla enojar? Ahora ni siquiera podré despedirme de ella…

 

El timbre de la puerta sonó, sacando a Rick de sus pensamientos. Se sobresaltó y el tenedor cayó al suelo.

 

- ¿Quién podrá ser a estas horas?

 

Cuando abrió la puerta, sintió que el corazón se le detenía por un segundo y se le aceleraba a mil el siguiente al ver a la comandante Hayes de pie en su portal.

 

- Lisa… - Rick tartamudeó. – Lisa, pero… tú no tienes que tocar, tienes la llave…

 

Ella hizo un movimiento con la cabeza y un gesto fugaz apareció y se esfumó de su rostro en un segundo cuando escuchó la canción que sonaba en el fondo. Rick estaba escuchando a Minmai otra vez. Sin embargo la letra de aquella canción le llegó al alma como si fuera una espada atravesándole el corazón.

 

“… esperas el momento de felicidad mientras el cariño se transforma en amor y el afecto en ternura… el amor verdadero deja una marca eterna…” (Runner – Macross)

 

Lisa reconoció la canción, era la misma que la Señorita Macross había cantado el día de la boda de Max y Miriya… aquella canción que ella había escuchado en la Base Alaska y cuya melodía había hecho que su corazón volara de regreso a Rick aquella vez.

 

- ¿Lisa? – Rick le habló con cierta preocupación, pues la comandante no parecía percatarse de que él estaba parado frente a ella. - ¿Te sientes bien?

 

- Rick… - ella finalmente lo miró al rostro, como si despertara de un sueño, pero inmediatamente apartó sus ojos de los suyos y los clavó en el suelo. – Pasaba por aquí y vi la luz encendida, yo—yo sólo quería desearte un buen viaje… y una buena cacería, piloto.

 

Una pequeña sonrisa fugaz apareció en los labios de Rick y con la misma velocidad se esfumó.

 

- Lisa, yo—

 

- Buena suerte.

 

Rick miró a Lisa y sintió una vez más la rabia y la frustración inundándole el pecho, mientras ella le extendía cortésmente la mano.

 

- ¿Un apretón de manos? ¿Otra vez? – Rick pensó con amargura. – Lisa, lo último que deseo es darte un apretón de manos… quiero—necesito mucho más que eso, ¡Por favor!

 

Sin embargo, por más que lo intentó, aquellos pensamientos jamás se transformaron en palabras y terminó por aceptar el saludo que ella le ofrecía.

 

- Gracias… - fue la única respuesta que su cerebro pudo proporcionarle. - ¿Por qué no entras? Hace frío… estoy cenando, ¿Gustas algo?

 

- No. – Ella lo detuvo. – En realidad ya me tengo que ir y tú debes dormir, Rick. Así que… buenas noches.

 

Rick bajó la mirada y sacudió la cabeza. Cuando habló, su voz no era más que un murmullo.

 

- ¿Por qué las cosas siempre tienen que ser de esta manera entre nosotros?

 

- Somos soldados. – ella le respondió en el mismo tono. – Esta es la manera en que las cosas funcionan para nosotros.

 

- No me refiero a eso, Lisa… es sólo que—oh, simplemente olvídalo. No tiene caso.

 

- ¿A qué te refieres entonces? – preguntó Lisa, mirándolo al rostro.

 

- Lisa, tú—es que… - Rick se detuvo y sus ojos se clavaron en aquellas esmeraldas de fuego por un segundo, pero enseguida desvió su mirada. – Tú simplemente no haces las cosas más fáciles para mí, Lisa…

 

- Rick… - Lisa trató de buscar las palabras correctas para expresar lo que sentía en ese momento, pero al no hallar la manera de hacerlo, optó por salir huyendo. – Ya te dije lo que había venido a decir… buenas noches, comandante Hunter.

 

- ¡Lisa! – Rick la llamó al tiempo que ella se daba media vuelta y se alejaba de la casa.

 

El comandante Hunter intentó seguirla, pero apenas dio dos pasos cuando su voz racional lo convenció de que aquello no era lo correcto. Su corazón le ordenaba que saliera tras ella, que la abrazara, le dijera cuando la quería, cuanto la iba a extrañar… pero su mente lo obligaba a quedarse donde estaba, argumentando que a veces quedarse quieto es el mejor movimiento que se puede hacer en esos casos.

 

Rick finalmente se dejó caer en el suelo duro y frío. Se sentó en el escalón justo fuera de su casa, apoyó sus brazos en sus rodillas y escondió su rostro en el hueco que se formaba.

 

- Lisa… - aquel era el único pensamiento que parecía ser procesado por su mente en ese momento.

 

 

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La noche transcurrió dolorosamente lenta… angustiantemente lenta para ambos comandantes. Lisa había intentado dormir sin éxito y al final había terminado con una taza de té caliente, instalada en el sofá de la sala, mirando la ventana. Había tantas cosas que ella deseaba decirle a Rick antes de que se fuera, pero sabía que si no había reunido el valor de hacerlo en tantos años, menos lo haría en una noche.

 

- La vida de un soldado es tan azarosa. – pensaba. – Uno nunca sabe en que momento las cosas pueden cambiar irremediablemente. Yo lo se, he perdido a mis seres queridos en el ejercito… mi padre, Riber, Roy… ¿Por qué no puedo simplemente ir a casa de Rick y decirle lo que siento? No espero que el me declare un amor eterno y que me diga que siempre me ha amado… pero si tan sólo pudiera hacerlo escuchar… eso sería suficiente.

 

Lisa bajó su mirada y por un largo momento observó el líquido ámbar dentro de su taza. Como un susurro vinieron a ella aquellas palabras que tantas veces se había repetido cada vez que sentía que se estaba acercando demasiado a Hunter.

 

“Huye del amor, antes de que este huya de ti.”

 

- Pero… ¿Cómo ignorar esto que siento? ¿Cómo cerrar los ojos al hecho de que… de que Rick Hunter es la razón por la que vivo día a día?

 

Finalmente Lisa puso su taza de té sobre la mesita y regresó a su habitación. Sabía que no podría dormir aquella noche y decidió que podría aprovechar el tiempo adelantando algo de su trabajo del día siguiente.

 

No muy lejos de ahí, en casa de Rick, él se encontraba en la penumbra de su habitación, acostado en su cama con sus brazos debajo de su cabeza y mirando fijamente al techo como lo solía hacer frecuentemente. De vez en cuando giraba un poco la cabeza para mirar al reloj que tenía sobre su mesita de noche. Las horas pasaban y él no podía conciliar el sueño, por más que lo quisiera. Cada vez que sus ojos se entrecerraban, la imagen de Lisa aparecía en su mente y aquello lo hacía volverlos a abrir.

 

- Lo más frustrante de todo esto, - pensaba- es darse cuenta de la clase de pasión que existe en ella… de ese fuego interno que podría llegar a ser mi perdición… de esa fuerza que ella tiene dentro de sí… y saber que todo eso simplemente lo enfoca a su trabajo. ¿Por qué no puede comprender que en la vida hay otras prioridades? Se que su trabajo es importante y no podría pensar en una mejor persona para hacerlo… todos los pilotos le debemos la vida y estamos agradecidos con ella… pero ¿por qué Lisa no se permite enfocar algo de ese fuego, esa pasión y esa energía a algo más?

 

Rick cerró una vez más los ojos, sintiendo los párpados pesados por el sueño, pero su mente se rehusaba a dejar de pensar en la comandante Hayes.

 

- El día que Lisa se enamore… - una pequeña sonrisa adormilada apareció en los labios de Rick. - ¡El hombre que llegue a conquistar su corazón será un maldito demonio con suerte!

 

Finalmente Rick se movió un poco, quedando sobre su costado y jaló su cobija hasta cubrir sus hombros. Se estaba quedando dormido.

 

- Pero ella… jamás… ella sólo vive para su trabajo…

 

La respiración de Rick comenzó a hacerse rítmica y profunda. Sólo podría dormir un par de horas antes de que su despertador sonara, pero después de una noche de insomnio, de remordimientos y de frustración, aquellas dos horas de paz eran bienvenidas.

 

 

 

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Todavía no amanecía cuando Rick, enfundado en su gabardina militar y con su mochila al hombro, salió de su casa. Cerró la puerta y le puso llave lentamente, como si le costara trabajo hacerlo. Enseguida comenzó a caminar cabizbajo hacía el SDF1. Tenía tiempo suficiente como para caminar hasta la base en lugar de tomar el teleférico. No había dormido muy bien y se sentía agotado, pero sabía que pasaría el resto del día en la cabina de su nave y quería estirar las piernas mientras pudiera.

 

Rick se detuvo cuando se encontró a sí mismo frente a la casa de Lisa. Todas las luces estaban apagadas y él casi pudo imaginarla durmiendo en su cama. Una ráfaga de aire frío de la madrugada lo golpeó con furia, alborotando su cabello rebelde y sacudiendo los faldones de su gabardina. El comandante Hunter se mantuvo erguido, impasible ante el viento, sus ojos clavados en la puerta de la casa de Lisa Hayes. Jamás en la vida sus ojos habían lucido más tristes.

 

Sacó de la bolsa de la gabardina una fotografía de él con la comandante, una de las que Max había tomado en la fiesta de año nuevo. La miró por un momento y se acercó al buzón. Estaba a punto de ponerla ahí, cuando lo pensó mejor. Volvió a ver la foto en la que él y Lisa aparecían juntos y felices y sonrió casi con tristeza al recordar aquella noche. Puso la fotografía en el bolsillo del pecho de su gabardina y después, con el dedo índice de su mano derecha, recorrió el nombre de ella que se encontraba en su buzón.

 

- ¡Hasta pronto, comandante Hayes!

 

Con una ternura poco característica en él, Rick se besó la punta del dedo y lo colocó sobre el nombre de Lisa. Luego se dio media vuelta y continuó con su camino hacia la base Prometheus, en donde en menos de una hora su nueva misión comenzaría.

 

 

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Cuando Rick se cambió y estuvo listo, salió a la plataforma de vuelo en donde todo era movimiento. Los técnicos iban y venían, los pilotos ya habían abordado sus naves y habían personas hablando en pequeños grupos. Las órdenes se podían escuchar por los altavoces de los hangares. Rick se detuvo en medio de aquella conmoción, con su casco debajo del brazo y miró a su alrededor.

 

Una pequeña sonrisa triste apareció en sus labios cuando vio la nave Sahara 001 en la pista, lista para aterrizar. Aquella nave le traía muy buenos recuerdos… recuerdos de Lisa y del tiempo que habían pasado juntos a bordo de esa nave. Sus pensamientos fueron interrumpidos cuando una voz lo llamó a sus espaldas.

 

- ¡Comandante Hunter!

 

Rick se dio media vuelta sólo para encontrarse de frente con el doctor Lang, quien le sonreía amistosamente.

 

- ¡A sus órdenes, señor!

 

- Comandante Hunter, me da mucho gusto que haya aceptado unirse a nuestra misión ecológica. Como le dije al almirante Gloval, necesito a un hombre con experiencia y sobre todo con mucho corazón para que sea el líder militar de la misión. Usted siempre fue mi primera opción… tuve que discutir con la comandante Hayes por usted.

 

- ¿Lo hizo? – Rick parpadeó un par de veces. - ¿Y por qué fue eso, señor?

 

- Pues al parecer usted es un elemento muy valioso. La comandante presentó toda clase de razonamientos de por qué era mejor que usted se quedara en Nueva Macross… pero al final el mismo almirante Gloval lo asignó a mi misión. Serán 3 semanas muy relajadas, comandante… espero que las disfrute. Vamos a estar visitando diferentes zonas de recuperación ecológica. Usted tiene experiencia en campo en este tipo de misiones. Necesito un comandante capaz de guiar al equipo de escolta en vuelos de reconocimiento, pero le aseguro que no tendremos contratiempos. Bien comandante, lo veo allá arriba.

 

El doctor Lang le hizo un saludo militar que Rick respondió, aunque su cerebro había dejado de escuchar las palabras del doctor desde hacía un rato, desde que le había dicho que Lisa había intentado detener su reasignación.

 

- ¡Lisa…! – Rick susurró. – Entonces es verdad… tu no tuviste que ver nada en esto… yo realmente pensé que tú… que—

 

- ¡Atención a todos los pilotos, favor de abordar sus naves! El escuadrón de escolta comenzara a despegar en 10 minutos. Nave Sahara 001, favor de reportar su estatus al puente… la cuenta regresiva—

 

Rick levantó la vista al enorme reloj que había en el puesto de vuelo y se dio cuenta de que aun tenía un par de minutos que podría aprovechar para llamar a Lisa… aunque fuera solo para despedirse de ella.

 

Se dio media vuelta y entró corriendo al hangar que ya estaba despejado, pues todo el mundo se encontraba ya en la pista. Cuando estaba a punto de cruzar la puerta de salida, prácticamente chocó contra una persona que iba entrando con igual prisa. Rick tuvo que poner las manos en los brazos de aquella persona para evitar el impacto, pero aún así ambos terminaron estrellándose contra el muro.

 

- ¡Lo siento…! – ambos tartamudearon al mismo tiempo, antes de reconocerse. - ¡Rick! ¡Lisa! ¿Qué haces aquí? – sus voces se confundieron, pues ambos hablaron al mismo tiempo.

 

- Yo—es que yo iba a…

 

- Comandante Hunter, favor de reportarse en Skull 1, el resto del escuadrón de escolta favor de llevar sus Veritech a la pista… las ordenes de despegue comenzarán a darse en T-6 minutos.

 

Rick y Lisa miraron hacia arriba, como si con ello pudieran ver a quien estaba dando esa orden. Ambos sabían que en esas circunstancias no había tiempo que perder, cada segundo contaba.

 

- Yo sólo quería darte esto… - Lisa le entregó a Rick una mochila pequeña. – Y desearte un buen viaje.

 

- ¿Qué es esto? – Rick preguntó con curiosidad.

 

- Llamémosle un paquete de supervivencia. – Ella le sonrió con cierta complicidad. – Te puse algunos dulces, un libro, un juego de video portátil… algunas cosillas para que te mantengas ocupado.

 

- ¡Lisa! – Rick sonrió y ella podría jurar que sus ojos se habían llenado de lágrimas. – Yo… sólo quería decirte que lo—

 

- Está bien, Rick. – Lisa le impidió seguir, colocándole un dedo sobre los labios. – Ya habrá tiempo para hablar… creo que es hora de que te reportes en tu nave.

 

Rick la miró a los ojos. Ella aun mantenía su dedo sobre los labios de él y Rick aprovechó para tomar su mano y apretarla con fuerza.

 

- ¿Estamos bien, Lisa? – le preguntó con inquietud y ansiedad. – Eso es lo único que quiero saber antes de irme.

 

Ella asintió con la cabeza, sus ojos verdes escudriñando profundamente en el azul intenso de los ojos del comandante Hunter.

 

- Comandante Rick Hunter, última llamada… favor de reportarse en su puesto de vuelo inmediatamente… repito…

 

- Tengo que irme. – su voz se escuchó triste pero resignada. – Voy a cumplir mis ordenes, Lisa… tal y cómo un soldado debe de hacerlo.

 

- Hablé con Claudia. – Lisa comenzó a caminar rumbo a la plataforma de vuelo, con Rick a su lado. – En cuanto vuelvas de esta misión podrás solicitar tus vacaciones. Te prometo hacerme cargo de todos los trámites administrativos… son sólo tres semanas Rick, y vas a estar mucho más relajado que en tus patrullajes diarios en las colonias zentraedis.

 

- Gracias Lisa. – Él le respondió con sinceridad. – ¿Crees que podamos hablar aunque sea por el tacnet mientras estoy en esta misión?

 

- Supongo que sí… estaremos en contacto.

 

- Y cuando vuelva… ¿quisieras salir a cenar conmigo?

 

- Claro. – Lisa le sonrió con ilusión pero con tristeza a la vez.

 

- Entonces no hagas planes para tu cumpleaños… déjame encargarme de eso, ¿de acuerdo?

 

Lisa no podía creer que él recordara que su cumpleaños estaba por venir. Aquello le pareció sumamente significativo y considerado de su parte.

 

- De acuerdo. – ella susurró su respuesta.

 

La plataforma de vuelo estaba completamente despejada, sólo el Skull 1 esperaba pacientemente por su piloto. Rick miró a su escuadrón en posición de despegue y luego a Lisa, quien de pie ante él, lo miraba con tristeza.

 

- Me alegra que hayas venido. – Él murmuró.

 

- ¡Buen viaje, Rick… y buena cacería!

 

Lisa le dedicó un saludo militar que él correspondió en el acto. Sus ojos se encontraron y él tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para romper aquel contacto visual. Se dio media vuelta e inmediatamente abordó el Skull 1. Lisa no lo perdía de vista… él la miró desde la cabina de su nave y con un gesto le agradeció por su paquete de supervivencia. Ella le sonrió y agitó su cabeza, cómo diciéndole que no tenía nada que agradecer. Rick sacó de su uniforme la foto que pensaba dejar en el buzón de la comandante, pero en lugar de eso la colocó en el tablero de su nave.

 

Comenzó a recibir instrucciones de despegue pero antes de enfilar hacia la pista volvió a mirar a Lisa, quien se encontraba fuera del hangar. El viento jugaba con su cabello y con su gabardina haciéndola verse frágil y hermosa. Aquella era una imagen que Rick jamás podría olvidar.

 

- ¡Buena cacería para usted también, comandante Hayes! – Rick susurró.

 

El Skull 1 tomó pista y ella lo siguió con la mirada. Cuando finalmente despegó, Lisa sintió cómo una lágrima rebelde se le escapaba y era barrida por el viento del amanecer.

 

- ¡Cuídate, por favor… y regresa a salvo!

 

 

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Las semanas que Rick estuvo fuera, participando en la misión del doctor Lang parecieron ser las más largas que Lisa había pasado en Nueva Macross… o que Rick había pasado en la RDF. Las horas parecían alargarse eternamente y el calendario no tenía ninguna prisa. A pesar del trabajo interminable que Lisa tenía en el Control de Comando, siempre había horas de hastío en las que ella se encontraba a sí misma simplemente mirando hacía el cielo y preguntándose por Rick.

 

Para el comandante Hunter las cosas no eran más sencillas, incluso se podría decir que eran peores. El patrullar las zonas de recuperación ecológica había resultado ser una tarea más sencilla y relajada de lo que él había esperado. Era un trabajo interesante, pues era bonito poder ver la recuperación terrestre, los ecosistemas volviendo a la vida gracias a los científicos del SDF 1 y la tierra respondiendo tan noblemente a los esfuerzos humanos por renovar lo que alguna vez había sido.

 

Pero Rick tenía que pasar horas simplemente sentado en la cabina de su Veritech en modalidad Guardián, viendo como los equipos científicos trabajaban sin parar, tomando muestras, haciendo evaluaciones… y mientras tanto lo único que él podía hacer era pensar…

 

Y por las tardes, cuando el equipo científico y el escuadrón escolta volvían a la nave Sahara 001, Rick se encontraba sólo en su habitación, con una larga noche por delante y con nada que hacer más que seguir pensando.

 

Mientras más se alejaban del SDF1 la comunicación con Nueva Macross se había hecho más difícil. Los primeros días Rick y Lisa habían tenido la oportunidad de hablar en un par de ocasiones por el tacnet, pero ahora él tenía suerte si lograba enviarle un correo electrónico en los momentos en que el Sahara 001 abría comunicación, ya que se prefería mantener la radio en silencio para evitar que los grupos rebeldes zentraedis captaran esa comunicación y pudieran establecer la posición de la misión científica.

 

Una noche particularmente aburrida, Rick había salido al pequeño comedor del Sahara 001 a cenar algo antes de regresar a su habitación y pasar el resto de la noche jugando con el videojuego de bolsillo que Lisa le había dado.

 

El comedor era un espacio reducido en donde solamente había un par de mesas comunitarias. Rick no era una persona a la que le gustara socializar ni fraternizar mucho, él siempre se había sentido feliz teniendo un grupo pequeño de amigos y no necesitaba más, pero esa noche los muchachos del escuadrón estaban jugando a las cartas cuando él tomó asiento. Enseguida se arrepintió de haberlo hecho y pensó que hubiera sido mejor llevarse la comida a su habitación, pero ya era demasiado tarde.

 

Los pilotos saludaron a Rick y lo invitaron a jugar con ellos, pero él rechazo la invitación, argumentando que estaba cenando. Por un momento todos volvieron a su juego y Rick se apresuró a terminar su cena.

 

En el comedor sonaban las canciones de Minmai y el comandante Hunter no pudo evitar pensar en ella y preguntarse qué habría sido de su vida. Hacía ya muchos meses que no la veía. Sabía que estaba de gira, que había estado dando conciertos en todos lados y apoyando los esfuerzos de reconstrucción… sabía lo que se publicaba en las revistas o lo que escuchaba en la televisión… pero aun así se sentía preocupado por su amiga. Jamás había confiado en Kyle y le molestaba el pensar que era él quien manejaba la carrera artística de Minmai. Había habido fuertes rumores de un romance entre ellos pero…

 

- ¡Comandante Hunter! – uno de los pilotos lo sacó de sus pensamientos. - ¿Por qué no nos cuenta de sus aventuras con Minmai?

 

- ¿Qué? – Rick pareció despertar de un sueño. - ¿A qué se refieren…?

 

- ¡Vamos comandante, no sea tímido! – otro se rió. - ¡Todos en la RDF saben que usted es novio de Minmai!

 

- No somos novios… - Rick se rascó la cabeza nerviosamente. – Sólo somos amigos.

 

- ¡En serio comandante, cuéntenos un poco de ella! ¿Es tan bella en la vida real cómo se ve en la televisión y en las revistas?

 

- Es muy bella. – Rick sonrió.

 

- Y… ¿Usted y ella…? Ya sabe… - otro de los pilotos le guió el ojo. - ¿Qué tan buena es la Señorita Macross en ese departamento?

 

- ¡Hey! – Rick protestó, sonrojándose.

 

- ¡No sea tan humilde, señor! Todos sabemos que en una ocasión estuvo atrapado con ella por muchos días en un compartimiento del SDF 1… todos hemos escuchado las historias que se cuentan sobre ese… encuentro.

 

Los pilotos se rieron ruidosamente y Rick se sintió contrariado. Se puso de pie para abandonar el lugar, pero uno de ellos le cerró el paso, le puso la mano en el hombro y lo obligó a sentarse en medio de todos.

 

- ¿En serio jamás fueron novios usted y Minmai? Porque dicen que siempre se veían muy acaramelados…

 

- Dicen que usted se unió al ejercito por ella… ¿Es cierto?

 

- Dicen que ella le compuso a usted la canción de “Mi novio es un piloto”.

 

Rick se había sonrojado profundamente y mantenía su mirada en las cartas que estaban sobre la mesa. El corazón le latía con fuerza al escuchar todo lo que sus subalternos le estaban diciendo.

 

- Si… - susurró después de un momento. – Alguna vez tuvimos una relación que era más que amistad… pero eso fue hace mucho.

 

- A mi me contaron que en la última batalla, antes de que ella comenzara a cantar, le dijo a su representante, el antimilitarista estúpido ese, que ella no cantaba más que para usted, comandante Hunter.

 

Rick sintió un dolorcillo en el corazón al recordar las palabras de Minmai aquella vez. Cómo él le había revelado los sentimientos que siempre había tenido para ella… cómo ella había estado a su lado mientras la Tierra era destruida, cómo le había cantado al planeta mientras este agonizaba… cómo había llorado por sus padres y más tarde le había dicho que cantaría sólo para él… sobre todo recordó la manera en cómo se habían besado. Él había puesto todo su corazón en aquel beso, tratando de que ella pudiera sentir lo que tal vez él no había podido expresarle con palabras… el amor tan incondicional que siempre le había tenido.

 

- Aquel beso… - la voz de Rick fue apenas audible. - ¡Ya ha pasado tanto tiempo!

 

- Ya dejen en paz al comandante. – un teniente salió en su defensa. - ¿A ustedes les gustaría que alguien les hiciera recordar algo así?

 

- ¡Debe ser terrible amar así a una persona y no poder estar con ella! – uno de los sargentos habló. – El pensar que tu novia de pronto salta a la fama y que con ello tu te quedas atrás… y verla convertida en una estrella tan famosa sabiendo que jamás podrá ser tuya…

 

- Si, pero con todo, ella no es el único pez que hay en el mar. – otro sargento sentenció. – Estoy seguro que el comandante Hunter debe de tener todo un harem… ¿No es así, comandante?

 

Rick miró al sargento, sin estar seguro de qué era lo que le había preguntado, pues no estaba poniendo atención. Su mente se había quedado atrapada en los recuerdos de los momentos que habían precedido a esa última batalla.

 

- Yo… tengo que irme. – Rick se puso de pie. – Sigan con su juego, caballeros… y no se desvelen demasiado, mañana comenzamos temprano.

 

- ¡Si señor!

 

Rick salió del comedor y los pilotos siguieron comentando a sus espaldas todos los chismes que circulaban entre ellos sobre la famosa historia de amor entre Rick Hunter y Lynn Minmai… y los crecientes rumores de que ahora el comandante Hunter estaba saliendo con alguien de los altos mandos de la RDF.

 

- ¡Ese maldito demonio con suerte! – el teniente se rió de buena gana, al tiempo que todos volvían a su juego de póquer.

 

 

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Rick se dejó caer en su cama, soltando un gruñido de frustración. Abrazó su almohada y escondió su rostro en ella. Por un buen rato estuvo inmóvil. Después se dio media vuelta para quedar sobre su espalda y poder mirar al techo, el lugar en el que todas sus dudas parecían resolverse.

 

- Minmai… - susurró. - ¿Qué sucedió con nosotros? Me pregunto si alguna vez me quisiste… si en algún momento tuve alguna oportunidad contigo… ¿Qué hubiera sucedido si no hubieras ganado ese concurso de Señorita Macross? ¿Qué hubiera sucedido si aquella vez que estuvimos atrapados nosotros hubiéramos—?

 

Sus pensamientos lo llevaron a recordar muchos episodios de su vida con Minmai… y sobre todo el beso, aquel beso antes de la batalla.

 

- ¡Te amo! – él le había dicho con una sinceridad y una pasión con las que él jamás le había dicho esas palabras a nadie más en su vida.

 

Rick cerró sus ojos, sintiendo como su cuerpo entero se estremecía y era recorrido por una descarga eléctrica al recordar aquel beso.

 

- ¡Lisa! – su voz se escuchó casi como un gemido, cómo una súplica.

 

E inmediatamente sus ojos se abrieron desorbitados. ¿Había escuchado bien? ¿En medio de aquellas sensaciones que el recuerdo de aquel beso le había provocado en el cuerpo… había mencionado el nombre de Lisa?

 

Rick se dio vuelta para descansar sobre su costado y abrazó su almohada. En su mente parecían mezclarse las imágenes de esas dos mujeres que lo hacían perder la cabeza…

 

Lyn Minmai, hermosa y exitosa… quien era famosa, adorada por las multitudes y venerada por los zentraedis… quien desde el primer momento lo había hecho sentir una ilusión que jamás había tenido en su vida con anterioridad. Minmai, quien destilaba sensualidad y femineidad en cada movimiento, en cada sonrisa coqueta, en cada mirada asesina… esa chica por quien gustoso arriesgaría la vida una y otra vez.

 

Y luego también estaba Lisa Hayes… la mujer más complicada, incomprensible y autoritaria que había conocido en su vida… pero a la vez la más valiente, fuerte e inteligente. Aquella mujer que lo hacía perder sus estribos, que siempre lo presionaba, lo empujaba, lo obligaba a superarse, a llegar un poco más lejos cada día aunque aquello significara continuas discusiones y peleas. La mujer que lo intrigaba, que lo hacía permanecer noches enteras despierto, tratando de entenderla, de descifrarla… aquella mujer que era un misterio, un enigma… quien había estado a su lado en los peores momentos de su vida, siempre lista a tenderle una mano amiga, a dejarlo llorar en su hombro, a darle un consejo y a prestarle toda la ayuda que él necesitara de una manera incondicional y sincera… Lisa, una mujer llena de orgullo y dignidad. Una mujer que era admirada, temida, respetada… una mujer con un exterior de hielo que escondía el fuego que ardía en su interior… Lisa Hayes, la mujer por quién él había arriesgado la vida tantas veces, sin importarle la muerte. Una mujer por quién él daría la vida sin pensarlo dos veces.

 

Rick suspiró profundamente e intentó enfocar sus pensamientos en otras cosas. Comenzó a recitar de memoria todas las especificaciones técnicas de su VT-VF1S una y otra vez hasta que poco a poco fue quedándose dormido y comenzó a soñar… soñó con Minmai mientras ella cantaba sus canciones… pero era a Lisa a quien él veía… sintió un beso quemándole los labios… pero en la nebulosa realidad de sus sueños, no pudo ver el rostro de la mujer que lo besaba de esa manera… aunque sus labios susurraban una y otra vez aquel nombre que se escuchaba casi como una oración o una suplica… el nombre de la mujer que, desde hacía ya tanto tiempo, era la única dueña de su corazón.

 

 

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En Nueva Macross las cosas no parecían mejorar para Lisa. El 14 de febrero siempre había sido una fecha sin significado para ella, pero este año, al ver a las parejas tomadas de la mano por la calle, al escuchar la música de Minmai sin cesar en todos los lugares en donde se le ocurría poner un pie, al pasar el día entero viendo a todas las personas a su alrededor recibir flores, regalos, chocolates y cartas de amor, ella no podía menos que pensar en Rick.

 

Ella jamás esperaría que él hiciera algo así por ella… no lo imaginaba llegando al puente con un ramo de rosas y un globo que dijera: “Te amo”. Sin embargo no podía dejar de imaginarse cómo serían las cosas si ellos… si al menos pudieran caminar por la calle tomados de la mano… si hubieran salido a cenar ese día… si al final él la hubiera sorprendido con una flor, cómo lo había hecho cuando estuvo enferma en el hospital.

 

Sentada en su puesto de mando, Lisa pretendía estar muy ocupada mientras a su alrededor, Kim, Vanessa y Sammy no dejaban de hablar y de comentar sobre los regalos e invitaciones que habían recibido aquel año. Para ellas era casi como una competencia anual… y este año parecía que era Kim quien llevaba la delantera. Lisa no podía evitar sonreír para sí al escucharlas tan felices y entusiasmadas. Ella misma se sentiría así si Rick Hunter…

 

- ¡Olvídalo! – se regañó a sí misma. – Debes de dejar de hacerte ilusiones de cosas que no van a suceder jamás, porque al final tu misma te estas hiriendo… Rick es tu amigo, pero su corazón… tu bien sabes que pertenece a otra mujer y tú no puedes competir contra eso.

 

A la hora del almuerzo, Lisa estaba más que feliz de poder encontrarse con Claudia, quien al parecer era una de las únicas personas a bordo del SDF1 que eran tan inmunes como ella al Día de San Valentín.

 

- Roy siempre odió este día. – Claudia le comentó, mientras enfriaba su sopa con la cuchara. – Siempre le pareció que era un inútil alarde de consumismo.

 

- ¿Jamás salieron a cenar ni a celebrar en esta fecha? – Lisa preguntó con interés.

 

- No… en alguna ocasión nos quedamos en casa y tuvimos nuestra celebración particular ahí. – Claudia le guiñó el ojo. – Pero… no, en realidad jamás fuimos una pareja de demasiadas celebraciones.

 

Lisa bajó la mirada, concentrándose en su plato de comida como si aquello fuera lo más interesante del mundo. Claudia la observó por un momento y sonrió al notar que a pesar de que Lisa siempre había tenido una mirada triste, ahora había una luz brillando en sus ojos… aun y cuando el comandante Hunter estuviera tan lejos.

 

- Me alegra que al menos hayas podido arreglar las cosas con tu piloto antes de que él se fuera. Se necesita mucho valor para dar el primer paso, Lisa.

 

- No creo que las cosas se hayan arreglado del todo. – ella comentó.

 

- Pero eso por lo menos les dará la excusa perfecta para hablar cuando el regrese en un par de semanas.

 

- Si… - Lisa sonrió. – Me dijo que quería que hiciéramos algo para mi cumpleaños.

 

- Hmmm… interesante, el chico no solo sabe cuando es tu cumpleaños, sino que lo recuerda además… eso se ve prometedor.

 

- No te burles de mí, Claudia. – Lisa respondió un tanto defensivamente. – Yo—no quiero hacerme ilusiones. Mira lo que sucedió esta vez, y así pasa siempre… cada vez que parece que las cosas han mejorado… algo sucede.

 

- Ya te lo he dicho muchas veces, cariño… es simplemente tensión emocional entre ustedes. Hay demasiada atracción, demasiada energía… debe de haber un medio de escape y si ustedes no son lo suficientemente valientes como para… ejem… proporcionar esa válvula de escape, pues todo el fuego y el vapor deben de salir de alguna manera, ¿no es así?

 

- ¡Vaya! Así que la causa de nuestras peleas es el amor… interesante concepto. – Lisa respondió con cierto sarcasmo.

 

- Lo único que digo es que el día en que finalmente se rindan a lo que sienten… bueno… no se de cuantos grados richter estaremos hablando.

 

Claudia le guiñó el ojo a Lisa y ella se sonrojó profundamente.

 

- ¡Claudia!

 

- Te conozco Lisa… por más que quieras ocultarlo, eres una mujer apasionada… te he visto dirigir demasiadas batallas… te he visto golpear demasiadas consolas cuando esa pasión y ese fuego te consumen… te he escuchado gritar y dar órdenes de combate… y él, bueno… el muchacho puede ser algo lento pero es un piloto de combate, creo que no hay nada más que decir… fuego contra fuego.

 

Claudia se rió ruidosamente y Lisa se sonrojó aun más.

 

- ¡Vamos Lisa, no tienes porqué avergonzarte! Eso que sientes es algo hermoso, cariño. Conmigo no necesitas fingir, porque yo sé exactamente como te sientes… ya he pasado por eso antes. Ahora, si tan solo dejaras de comportarte como una oficial orgullosa y le dejaras saber al muchachito lo que sientes por él… Roy siempre me lo dijo, es un buen chico, pero no es muy bueno tratando de expresarse. Y no creas que te estoy presionando… si hago esto es porque me importas, Lisa… y porque no quiero que el día de mañana te arrepientas de todas las cosas que ahora te estas perdiendo… somos soldados, cariño… tú sabes bien lo que eso significa.

 

- Lo se Claudia… y te agradezco el interés… es sólo que—

 

Lisa fue interrumpida por el sonido de su localizador personal. Miró el mensaje en la pantalla y suspiró resignadamente.

 

- Bien, de vuelta a las trincheras.

 

- Lisa, - Claudia la detuvo. – aprovecha lo que tienes… no dejes que el tiempo se te vaya porque… tu sabes que el tiempo jamás ha estado del lado de los soldados.

 

- ¡Gracias Claudia! – Lisa le agradeció sinceramente.

 

Cuando la comandante Hayes salió del comedor, Claudia suspiró y sonrió para sí misma.

 

- ¡Hacen una bonita pareja! No se a qué le tienen tanto miedo… no se porque fingen no saber lo que es tan obvio para todos… yo se lo he dicho mil veces a Lisa… incluso se lo dije a Rick aquella vez en el Parque Observatorio… están tan cercanos que no se ven… pero se que el día en que finalmente estén juntos… ¡Ese día será el fin de Nueva Macross! – Claudia se rió. – El día que finalmente admitan que se aman no quedará piedra sobre piedra en esta ciudad… una vez que abran las compuertas de su amor, va a ser imposible detenerlo.

 

 

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Otra semana pasó lenta en Nueva Macross. Aquella noche Lisa caminaba lentamente por el puente del Prometheus camino a su casa. El clima estaba frió y el aire nocturno presagiaba tormenta. Un auto se detuvo a su lado y la voz familiar de Max la saludó:

 

- ¡Buenas noches comandante!

 

- ¡Max! Buenas noches… ¿Dónde está Miriya?

 

- En la casa… ¿Vas para la colonia? ¿Quieres que te lleve?

 

Lisa abordó el jeep de Max y este se puso en marcha enseguida. Él notó lo triste y abatida que la comandante se veía y sonrió para sí mismo sabiendo exactamente cual era la causa de aquel estado de ánimo. Rick había estado igual cuando Lisa había abandonado el SDF 1 para ir a la Tierra. En aquella ocasión él había tratado de subirle los ánimos a su amigo llevándolo a jugar videojuegos. Esta vez decidió intentar algo diferente con Lisa.

 

- No estés triste, comandante… ya falta poco para que Rick regrese… yo también lo he extrañado mucho.

 

Lisa miró a Max, sorprendida de la manera en que él parecía haber leído sus pensamientos. Aunque por otro lado era más que obvio lo que le ocurría.

 

- La misión ha sido alargada por tiempo indefinido. – Lisa le explicó a Max. – Hoy recibí la notificación.

 

- Oh… - Max no supo que decir que pudiera hacer que Lisa se sintiera mejor. – Al jefe no le van a gustar esas noticias.

 

- Si, lo se.

 

- Pero… ¿Por qué ellos…?

 

- No se… al parecer los trabajos de evaluación están tomando más tiempo del planeado. La misión ha sido todo un éxito hasta ahora…

 

- Me alegro por ellos pero… bueno. – Max se encogió de hombros. – Lisa, ¿por qué no te quedas a cenar con nosotros? A Miriya y a mí nos daría mucho gusto que nos acompañaras y además ella quiere enseñarte el cuarto del bebé… ya comenzamos a decorarlo. Pusimos todo lo que Rick y tú nos regalaron en navidad para nuestro pequeñito.

 

- ¿En serio? – A Lisa se le iluminó el semblante. - ¡Que ternura!

 

- ¿Vienes entonces? Esta mañana pasé mucho tiempo cocinando mientras Miriya estaba en el simulador con sus pupilos… es comida italiana. ¿Qué dices, comandante?

 

- No quisiera causarles molestias Max, yo—

 

- Ninguna molestia… hey, mira… estamos en la casa de los Sterling… creo que no hay escapatoria así que comandante Hayes, considérese secuestrada por esta noche.

 

- ¡Que insubordinación! – Lisa se rió por primera vez en semanas. - ¡Creo que te está afectando el juntarte tanto con el comandante Hunter, Max! Solías ser un muchacho tan obediente…

 

- Bueno, algo se pega…

 

Max le abrió la puerta del jeep a Lisa caballerosamente y la invitó a entrar en la casa, donde fue calurosamente recibida por Miriya, quien ya comenzaba a mostrar sus primeros signos de embarazo. Lisa pensó que la Zentraedi se veía muy linda con la ropa suelta y con un osito bordado en el pecho que estaba usando esa noche.

 

En una escapada que los Sterling se dieron a la cocina, mientras Lisa veía las fotos del Año Nuevo, Max le informó a su esposa sobre el retraso en la misión de Rick y lo triste que Lisa se veía cuando la había recogido afuera del Prometheus. Miriya le aseguró a Max que ellos harían que ella se sintiera mejor esa noche.

 

Cuando volvieron a la sala, Lisa sonreía soñadoramente mientras observaba con interés las fotografías en las que ella y Rick aparecían juntos. Tal vez era su imaginación, pero en cada foto en la que estaban juntos ambos se veían… felices.

 

- Mi nueva cámara fotográfica es excelente, ¿no te parece, Lisa? - Max le comentó, mientras le ofrecía una taza de té. – Bueno, el fotógrafo también es increíble…

 

- Todas tus fotos son muy buenas, Max.

 

- Hey, - Miriya se sentó al lado de Lisa y le quitó el álbum de las manos. – Necesito espacio para las fotos que Max me tomó ayer en el parque… era la primera vez que usaba ropa de maternidad y posé para la cámara… tengo que quitar algunas fotos del álbum, Max… Lisa, ¿por qué no te llevas estas fotos donde sales tú?

 

- Yo… - Lisa se sorprendió. – Bueno… no se… ¿no les importa?

 

- Claro que no. – Max sonrió. – Llévatelas todas…

 

Miriya ya había sacado del álbum una docena de fotos en las que Lisa aparecía con Rick. Se las entregó a la comandante y ella le agradeció con una sonrisa al tiempo que las ponía dentro de su bolso y se hacía el propósito de colocar alguna de ellas en un portarretratos en su mesita de noche.

 

La noche transcurrió en calma y Lisa pudo olvidarse, al menos por un rato, de la tristeza y soledad que había estado acumulando en los últimos días. Había pasado muchas noches sola en su casa, odiando a Rick por lo que le estaba haciendo… odiándolo porque, sin que siquiera él supiera, se había convertido en una parte indispensable de la vida de ella.

 

La cena no pudo haber estado más deliciosa y la conversación fluía naturalmente. Lisa se dio cuenta, una vez más, de lo bien que se sentía con los Sterling. La conexión que se había creado entre ellos era mucho más que sólo un lazo afectivo basado en la amistad… Lisa había llegado a considerarlos su familia. No podía evitar mirar a Max y pensar que era el hermano pequeño de Rick… sabía que no había ningún parecido físico, ni siquiera de carácter pero ella así lo sentía. Y es que ella sabía el lazo tan estrecho que existía entre Rick y Max… eran dos huérfanos que habían sido hermanados por la guerra.

 

Más tarde, mientras Max lavaba los platos, Miriya le mostró a Lisa la habitación que estaban preparando para el bebé. La estaban pintando de un tono amarillo bastante agradable a la vista y ya habían comprado una cuna y varios otros muebles para bebé. Lisa estaba encantada mirando alrededor, tratando de imaginar la emoción que Miriya debía sentir al saber que llevaba una vida dentro… que esa vida era el resultado del amor que sentía por Max… y qué pronto tendría aquel pedacito de vida en sus brazos… y ella sería una mamá.

 

Ya se había hecho bastante tarde cuando Lisa anunció que se retiraba. Había sido una velada muy agradable y les agradeció la hospitalidad. Les prometió que pronto los invitaría a cenar a su casa y les prepararía una antigua receta de familia. Max se ofreció a llevarla a su casa, pero ella le dijo que prefería caminar un poco. Se despidió cariñosamente de sus amigos, se puso su gabardina y salió de la casa, apretando contra su costado su bolso, en donde llevaba su pequeño tesoro, las fotografías de ella y Rick.

 

Cuando pasó por fuera de la casa del comandante Hunter, no pudo menos que detenerse y mirarla por un buen rato. Estaba oscura, sola… se veía triste. Lisa buscó en su bolsa y encontró la llave de la casa, con su inconfundible llavero azul. Sin pensarlo mucho, fue hasta la puerta y la abrió. El lugar se sentía frío y abandonado y Lisa notó un olor extraño… el olor de las casas cuando no son habitadas, cuando les hace falta el calor humano.

 

- ¡Que desastre! – Lisa murmuró, mirando alrededor y notando que había polvo por todos lados y el ambiente se sentía húmedo y encerrado. – Debería de darle una limpiada a este lugar… Rick va a volver cansado y sería triste que llegara a un lugar sucio y húmedo.

 

Lisa sabía que aun faltaba un buen rato para que Rick regresara, pero se hizo el firme propósito de que en su día libre, que era sólo tres días después, iría a limpiar la casa… y después cada tercer día regresaría para mantenerla ordenada y lista para el regreso de Rick.

 

Antes de salir, Lisa no pudo evitar el entrar a la habitación del muchacho. La cama estaba sin hacer y su pijama había sido arrojada sobre el respaldo de una silla. Lisa sonrió suavemente y sacudió la cabeza, como reprobando aquello.

 

- ¡Oh Rick! ¿Cuándo cambiarás?

 

Con gran delicadeza y amor arregló la cama del comandante, deteniéndose un momento para abrazar su almohada y aspirar profundamente el aroma de Rick que ella aun podía encontrar ahí, aun después de semanas de ausencia. Después dobló la pijama y la frotó contra su rostro antes de colocarla en el guardarropa.

 

- Para el día que regrese quiero que encuentre la casa limpia y la despensa bien surtida.

 

Lisa se quedó un momento en el pasillo, observando a su alrededor. Todo en aquel lugar la hacía recordar a Rick y los momentos que habían vivido… la navidad que habían pasado juntos. Buscó su bolso, que estaba sobre la barra de la cocina y lo abrió, sacando de su interior las fotos que Max le había dado.

 

- ¡Rick…! – Lisa susurró con ternura, trazando con la punta de su dedo el contorno del rostro atractivo del comandante Hunter. – Espero que vuelvas pronto… ¡No sabes cuanto te he extrañado!

 

Sin poder contenerse y sin siquiera darse cuenta de lo que estaba haciendo, Lisa se llevó la fotografía de Rick a los labios y la besó el mismo amor y ternura con que lo hubiera besado a él.

 

- ¡Te amo! – murmuró, pero luego su voz subió de tono. - ¡Te amo, Rick Hunter! …. ¡Te amo!

 

Suspiró profundamente, deseando que tuviera el mismo valor para decir esas mismas palabras en ese mismo lugar y de esa misma manera… algún día que él estuviera presente.

 

Lisa salió de la casa del comandante Hunter y se dirigió a la suya. La noche era helada y las calles de la colonia militar estaban vacías a esas horas de la noche. En pocos minutos Lisa llegó a su casa y mientras abría la puerta pensaba que tal vez el hacerse cargo de la casa de Rick en su ausencia podría hacer que el tiempo se fuera más rápido para ella.

 

 

- - - - - - - - - - -

 

 

Durante los siguientes días Lisa hizo una costumbre el detenerse en casa de Rick por un momento antes de llegar a su propia casa. Un día se dedicó a limpiar la cocina, otro día a poner alguna decoración extra en la sala, al día siguiente, que era su día libre, se dedicó a limpiar la casa a conciencia, incluyendo el lavado de las sábanas y toallas del comandante. Dos días más tarde llegó a la casa del comandante en taxi, trayendo consigo algunos pequeños arbustos que diligentemente sembró en el frente de la pequeña casita prefabricada. Aquel lugar cada vez era más acogedor y especial, gracias a la mano de Lisa.

 

Una noche en particular, Lisa estaba agotada, pues el día había sido muy ajetreado y lleno de actividad. Pensó en ir directamente a su casa, pero a último momento cambió de idea y fue a la de Rick. En realidad no tenía nada que hacer ahí, pero le gustaba estar en aquel lugar. Se preparó una taza de café y se instaló en la sala. Ahí se puso a ver una de las películas que él tenía. Aquello hizo que se adormilara un poco. Cuando la película se terminó, Lisa se dirigió al dormitorio, en donde se tendió sobre la cama del comandante, tratando de descansar un poco sus ojos antes de volver a su casa… pero se quedó dormida.

 

No era la primera vez que dormía en aquella cama, pues ya antes había pasado ahí la noche de navidad… pero el estar ahí de esa manera, siendo la guardiana de la casa de Rick en su ausencia la hacía sentir especial. Sentía que de una u otra manera, había un lugar en el mundo en donde ella podía refugiarse y había una persona en el mundo que confiaba tanto en ella, que incluso le había dado acceso a su vida, entregándole las llaves de su casa.

 

Al día siguiente Lisa despertó fresca y relajada. Se duchó en el baño de Rick, desayunó en la cocina de Rick… y el resto del día fue incapaz de quitarse la sonrisa de los labios.

 

 

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Lejos, muy lejos de Nueva Macross, las cosas con Hunter eran muy diferentes. El comandante estaba más retraído que de costumbre. Cumplía cabalmente con sus órdenes y el doctor Lang no ponía en duda que era el mejor líder de escuadrón de la RDF, como bien se lo habían informado. Pero en cuanto la misión del día concluía, era raro ver al comandante. Hunter siempre había tenido la idea de que hay que conocer personalmente a los pilotos bajo sus órdenes. Durante las largas horas de patrullaje y el tiempo que debían de estar estacionados vigilando, Rick frecuentemente hablaba con sus pilotos, preguntándoles sobre su vida, sus familias. Todos los miembros del escuadrón estaban convencidos de que el comandante Hunter era un líder natural y se sentían orgullosos de servir bajo sus órdenes, pues él tenía para con ellos algo que era muy difícil encontrar en un líder militar: calor humano.

 

Sin embargo, fuera de las horas de servicio, Rick raramente socializaba con ellos. Prefería encerrarse en su habitación y mirar al techo durante largas horas. En esos días tuvo la oportunidad de pensar en muchas cosas, de recordar todo lo que había vivido desde aquella mañana en que había llegado a bordo de su Mockingbird a la Isla Macross. A veces todo parecía tan irreal que era como si estuviera recordando fragmentos de un sueño. Pero no importaba lo que pensara o lo que recordara, no importaba a donde fuera su pensamiento… al final siempre se encontraba a sí mismo con la imagen de Lisa en su mente.

 

Lisa… era ella quien había estado a su lado todo ese tiempo. No había sido Minmai, ni siquiera Roy Fokker… no, había sido ella. En las buenas, pero sobre todo el las malas. ¿O quizás solamente en las malas? Porque era un hecho que cuando las cosas iban bien, él corría al lado de Minmai… pero cuando las cosas se ponían difíciles, era a Lisa a quien siempre acudía. Y ella siempre estaba ahí, esperándolo, lista para apoyarlo, para darle consejo, para ayudarlo de la manera en que ella pudiera.

 

Muchas veces, durante las largas horas de vigilancia que Rick pasaba sentado en la cabina de su Veritech en modo Guardián, mientras los equipos científicos trabajaban en las áreas de recuperación ecológica, Rick se había encontrado a sí mismo pensando en el futuro… en un futuro en el que Lisa estaba incluida. Muchas veces al ver algún área particularmente hermosa, él pensaba en lo mucho que ella disfrutaría el estar en ese lugar. Últimamente Lisa parecía ser lo único que ocupaba su mente.

 

- Si tan sólo no fuera tan terca y voluntariosa… si me dejara acercarme y me permitiera demostrarle lo que siento por ella… si tan sólo no me atemorizara tanto… si no temblara ante el sólo pensamiento de… es que en estos momentos un movimiento en falso con ella sería fatal. Yo no se que es lo que siento por ella y quisiera comprenderlo… pero para ella lo único que parece existir es su trabajo. Si se interesa tanto en mí quizás es porqué trabajamos juntos, somos colegas y quizás ella me ve como su pupilo, tal y como Roy lo hacía… una mujer como Lisa no puede rebajarse al nivel de un tipo como yo.

 

- La misión ha sido un éxito. – El doctor Lang le informó al comandante Hunter aquella noche en que lo citó en su oficina. – Comandante Hunter, quiero agradecerle por el desempeño tan perfecto que usted y su escuadrón han tenido durante este tiempo. Se que se les ha exigido demasiado y que incluso, con el tiempo extra que le hemos dedicado a la misión, los hemos mantenido alejados de sus casas y sus familias por más tiempo del que originalmente se había planeado.

 

- Somos soldados, señor. – Rick le contestó marcialmente, de pie en posición de firmes ante el escritorio del Dr. Lang. – Nuestro deber es nuestra máxima prioridad.

 

- Pensé que diría eso, comandante… hay una última zona que necesitamos evaluar. Está en las inmediaciones de una cadena montañosa cercana al sector de Nueva Macross. La dejamos hasta el último precisamente por eso, por su cercanía a la ciudad. Nos moveremos a esa zona mañana a primera hora, pero quería informarle que requiero de su apoyo durante otra semana. Hace un rato hablé con el comando central y han autorizado este cambio de planes.

 

- ¿Una semana más, señor? – Rick sintió como si alguien le hubiera dado un puñetazo en el estómago.

 

- ¿Tiene algún inconveniente, comandante?

 

Rick bajó la mirada… si, había un inconveniente… uno bastante grande.

 

- La zona es la máxima reserva ecológica con la que cuenta Nueva Macross. En ese lugar se han instalado incluso algunos laboratorios, que aun no son 100% operables pero que una vez que pongamos a trabajar, serán los responsables de todos los programas de recuperación ecológica en este sector. En esta reserva incluso tenemos unas granjas modelo. Necesitaremos su apoyo, comandante, porque cerca de esa zona hay colonias zentraedis y usted mejor que nadie sabe cual es la situación con los malcontentos.

 

Rick mantenía la mirada clavada en el piso. Por más que intentaba ocultarlo, un gesto de frustración había aparecido en el rostro.

 

- Se que esto sale de los planes originales de la misión, pero ha habido imprevistos. Sin embargo los resultados han sido muy alentadores. Así que comandante, informe sobre esto a su escuadrón. Y no se preocupe, esta semana será casi como si estuvieran de vacaciones… como le digo, es una reserva ecológica modelo y se que les gustará el lugar.

 

- Si señor.

 

Rick salió de la oficina de Lang e inmediatamente informó a su equipo de la nueva asignación. Sus muchachos ya estaban algo cansados, pero todos eran jóvenes y sin compromisos, así que aunque ansiaban regresar al SDF1, la idea de que “aquella semana sería como si estuvieran de vacaciones” pareció agradarles bastante. Rick regresó a su habitación cabizbajo y cuando entró, lo primero que revisó fue el calendario que tenía sobre su escritorio y que tenía marcados, con grandes X rojas, los días que habían transcurrido desde el inicio de la misión… ya se encontraban a solo un par de días de uno marcado con un círculo azul.

 

- ¡Tenía tantos planes para tu cumpleaños, Lisa! – Rick pensó con tristeza.

 

 

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Lisa recibió las noticias del retraso de la misión científica del doctor Lang sin mucho entusiasmo. Había estado contando los días… incluso las horas que faltaban para que Rick regresara. Había tenido la esperanza de que aquel cumpleaños sería diferente, especial… pero simplemente había ocurrido lo que generalmente ocurría en esos casos… todos los planes se habían roto.

 

La comandante Hayes había arreglado sus horarios y había logrado que su cumpleaños coincidiera con su día libre. Aquel día con el que ella había fantaseado tanto durante las últimas semanas… un día que había pensado compartir con Rick.

 

La noche anterior, Lisa llegó a su casa después de hacer un alto en la de Rick para revisar que todo estuviera en orden, como ya era parte de su rutina. Una vez en su casa, arrojó sus zapatos dentro de su guardarropa, se puso ropa cómoda y comenzó a limpiar un poco. Se había preocupado tanto por la casa de Rick, que ella misma no había tenido mucho tiempo de limpiar la suya. Mientras lo hacía pensaba en lo que podría hacer el día siguiente… pero lo único que se le ocurría era quedarse en casa y dormir.

 

Max había llamado un poco más tarde para invitarla a cenar, pero ella había cortésmente rechazado la invitación. Más tarde Claudia también había llamado y había pasado un buen rato al teléfono, intentando convencer a Lisa de que tenían que salir a algún lugar a festejar. Pero Lisa no estaba de ánimo para eso. Poco más tarde, mientras Lisa estaba en el cuartito de lavado, encargándose de su ropa, escuchó el mensaje que Miriya dejó en su contestadora, diciéndole que no importaba si tenía que arrastrarla para sacarla de su casa, no importaba si gritaba, pataleaba o rasguñaba, ella misma se encargaría de hacerla salir la noche siguiente y todos iban a festejar su cumpleaños. Lisa se rió cuando escuchó el mensaje, y pensó hablarle más tarde a su amiga y decirle una pequeña mentira blanca, la única que sabía podría mantener a Miriya a raya, le diría que la noche siguiente estaría de servicio.

 

Y así lo hizo… Miriya no parecía creer las palabras de Lisa y a la comandante le tomó un buen rato convencerla de que estaría bien y de que no había necesidad de celebrar nada. Un año más de vida… ¿Qué había que celebrar?

 

Mientras hablaba con Miriya, Lisa había estado revisando distraídamente los cajones de su escritorio. Había muchos papeles que ya no necesitaba y comenzó a ponerlos en el bote de basura. Pero de pronto, debajo de esos papeles, escondida en el fondo del cajón, Lisa encontró una fotografía de ella con Karl Riber. La sostuvo frente a sus ojos, mirándola casi con incredulidad, mientras en el teléfono la voz de Miriya seguía insistiéndole que había que celebrar que estaba viva, que no había muerto en el Apocalipsis de la Tierra, que tenía amigos… Lisa ya no la escuchaba. Al final le dijo que tenía que colgar, que tenía una llamada del Puente en espera. Miriya gruñó y le dijo que estaba bien, pero que esa conversación aun no terminaba.

 

Lisa colgó el teléfono y por varios minutos estuvo mirando aquella fotografía. Recordaba cuando la habían tomado… el día en que Karl se había ido a despedir de ella. Más tarde le había mandado esa copia junto con una carta de despedida… una carta que debía de estar por ahí en algún lugar.

 

Lisa buscó afanosamente en el cajón y no le tomó mucho tiempo el encontrar el sobre amarillento. Con manos temblorosas sacó el papel que estaba dentro del sobre, lo desdobló ceremoniosamente y tuvo que tragarse el nudo que se le formó en la garganta cuando reconoció la escritura suave y elegante de Riber.

 

 

“Mi querida Lisa:

No se cuando volvamos a vernos, pero no quiero que esta carta suene como una despedida porque no lo es. Espero que muy pronto puedas estar conmigo en la Base Sara de Marte, tal y como es tu sueño. Voy a dar lo mejor de mí y tu padre se convencerá de que soy un hombre digno de su hija. Yo sé que tú harás tu mejor esfuerzo y que llegarás a ser la mejor de tu clase, como siempre lo has sido. No olvides que te amo y que pronto estaremos juntos… juntos para siempre. – Karl Riber.”

 

 

 

Cuando terminó de leer aquella pequeña carta, las lágrimas fluían libremente por su rostro, nublando ante sí la imagen de la fotografía que sostenía en la mano.

 

- ¿Por qué te fuiste, Karl? – Lisa preguntó en voz alta. -¿Por qué tuviste que morir en el lugar en donde habías ido buscando paz? Buscando tu seguridad… buscando…

 

Lisa comenzó a llorar sin poderse contener. Se sentó y apoyó sus codos en el escritorio, escondiendo su rostro en sus manos. Su padre siempre le había dicho que Riber era un hombre que no era digno de ella, que la había abandonado, sólo pensando en su propia seguridad y en sus intereses… su padre le había dicho que el hombre que la amara siempre regresaría por ella, sin esperar a que ella fuera a buscarlo. El hombre que la amara arriesgaría todo por ella… y jamás la dejaría atrás.

 

- Yo era sólo una niña… una chiquilla con ilusiones e ideas de cuentos de hadas en la cabeza… y Karl era mi príncipe encantado… se que fueron fantasías de adolescencia pero a veces me pregunto si esa relación no podría haber llegado a ser algo más…

 

Lisa se limpió las lágrimas y buscó a su alrededor. Encontró una pequeña caja con un portarretratos vacío en su interior. Hacia unos días había comprado uno similar para poner la foto de ella y Rick que ahora decoraba su mesita de noche, pero el paquete era de dos, así que ese le había sobrado y decidió darle un buen uso. Puso en él la foto de ella y Riber y desganadamente la colocó sobre el escritorio. Guardó la carta en el mismo cajón en donde la había encontrado y se puso de pie.

 

- Bueno… -pensó. – La vida sigue… con amor, sin amor o a pesar del amor tengo una vida que vivir… mi propia vida. Una vida en la que nadie más está incluido… nadie más. ¿A quién le importaría de todas maneras?

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

La luz grisácea del amanecer se filtraba tímidamente por las cortinas de la habitación de Lisa. En su cama, la comandante dormía plácidamente con una expresión angelical en el rostro. Cuando dormía, Lisa siempre se veía plácida, tranquila, joven y muy hermosa. De pronto un sonido fuerte, seco e insistente la sobresaltó, haciendo que sus ojos se abrieran de golpe y que su corazón se le acelerara en el pecho.

 

- ¿Pero qué…?

 

Alguien estaba llamando insistentemente a la puerta. Lisa se sentó en la cama al tiempo que el timbre se dejaba escuchar. Ella bostezó y miró el reloj que tenía sobre su mesita de noche. Apenas eran las siete de la mañana.

 

- Es mi día libre… - Lisa pensó, al tiempo que se ponía su bata y sus pantuflas y se arreglaba el cabello, mientras caminaba hacia la puerta. - ¿Habrá problemas en la base? ¿Por qué no me llamaron por teléfono? Tal vez lo hicieron y no lo escuché…

 

Cuando Lisa abrió la puerta sus ojos se agrandaron y su boca se entreabrió, sin saber que decir. Ahí, parado frente a ella se encontraba el comandante Hunter, en su uniforme de vuelo, sonriéndole divertidamente.

 

- Creo que estoy soñando… - Lisa pensó, al tiempo que se tallaba los ojos.

 

Rick se inclinó caballerosamente y le entregó lo que hasta entonces había mantenido oculto detrás de su espalda: una rosa blanca.

 

- ¡Feliz cumpleaños, comandante Hayes!

 

Lisa tomó la flor que él le ofrecía, sin saber exactamente qué hacer. Aquello simplemente no podía estar ocurriendo, porque Rick estaba en una misión científica muy lejos de Nueva Macross y no regresaría hasta la siguiente semana. Los ojos verdes de la comandante estaban clavados en el rostro de Rick pero ella ni siquiera estaba respirando.

 

Rick dio un paso al frente y abrió sus brazos. Casi como un reflejo, ella buscó el calor de su pecho y dejó que él la sostuviera, apretándola cariñosamente contra él.

 

- ¡Feliz cumpleaños, Lisa! – Rick murmuró contra su cabello. – Lamento haberte despertado…

 

- Rick… - Lisa no sabía qué más podía decir en ese momento. – Rick… pero… ¿Cómo…? Si tu…

 

Rick sonreía, sus ojos estaban cerrados y sus manos subían y bajaban por la espalda de Lisa. Ella se sentía tan calientita y suave en su bata de dormir, que él tuvo problemas al dejarla ir. Finalmente sólo la miró a los ojos y habló:

 

- ¿Podemos pasar? ¡Esta helando aquí afuera!

 

- Si… claro… pasa, adelante… pero…

 

- Nos enviaron a la zona principal de recuperación ecológica. En realidad no está muy lejos de aquí. – Rick comenzó a explicarle, mientras ella aun no podía creer que aquello fuera real. – Se instalaron laboratorios en ese lugar, pero todavía no son operativos. No se ha designado una misión científica porque tienen miedo de los ataques de zentraedis malcontentos. Estuve pensando mucho y hablé con el doctor Lang sobre la posibilidad de mantener un grupo permanente de científicos y militares en la zona para echar a andar los laboratorios y proyectos científicos y ecológicos.

 

- ¿Un grupo permanente?

 

- Si, como si esa zona fuera… ya sabes, una zona modelo. Muchos de los proyectos deben de ser probados en campo, no en laboratorio.

 

- ¡Vaya! – Lisa sonrió. – Comandante Hunter, me impresiona.

 

- Bueno, uno hace lo que puede. – Rick se encogió de hombros pero sonrió. – A Lang le gustó mi idea y habló con el almirante Gloval hace un par de días… creo que a Gloval también le agradó la idea porque enseguida asignaron a un escuadrón permanente al mando del teniente Philliphs… de todas maneras él y Laura, su novia, ya tenían cierta experiencia en asuntos ecológicos. ¿Qué te parece?

 

- Suena maravilloso pero… ¿Qué haces tú aquí?

 

Rick fingió estar indignado con la pregunta de Lisa, se dio media vuelta y comenzó a caminar hacia la puerta.

 

- Está bien, si no quieres que esté aquí, me voy…

 

- ¡Rick! – Lisa se rió y lo detuvo por el brazo. - ¡Sabes a lo que me refiero!

 

- Si… - él la miró traviesamente. – Bueno… es que tuve que traer al escuadrón escolta de regreso y tengo que llevar al nuevo escuadrón a la zona… sólo llevarlos y ya estaré libre… ¿Qué te parece?

 

- ¿Hoy mismo?

 

- Sip… hoy mismo.

 

- Pero… las asignaciones… y todo el papeleo… ¿En dos días?

 

- Bueno, Claudia ayudó bastante. – Rick le guiñó el ojo.

 

- ¿Claudia sabía? – Lisa parecía estar escandalizada. – Pero… ¿Cómo es que no me dijo nada?

 

- Tal vez salía de su jurisdicción, comandante.

 

Rick se acercó a ella y le puso las manos en los hombros, lo que fue suficiente para que Lisa se olvidara de cualquier protocolo militar que Claudia hubiera omitido.

 

- El Escuadrón Verde estará volando en una hora y tengo que ir al frente de ellos, comandante Hayes… y estaba pensando… no se, que tal vez una visita de una oficial de alto rango como usted a la zona ecológica sería… pues, digamos que motivante para las tropas.

 

- ¿Aja…? - Lisa sonrió sarcásticamente. - ¡No me diga, comandante!

 

- Si, bueno… son ordenes del alto mando. – Rick le sonrió. – Usted debe de ir a entregar la estafeta del nuevo escuadrón a la misión científica que ahora, al parecer, se quedará estacionada permanentemente en la zona de recuperación. Y yo vine porque me han encomendado la misión de ser su escolta personal en esta misión. Según nuestras órdenes, estaremos de vuelta al anochecer.

 

- Pero… - Lisa no sabía que decir.

 

- Lamento interrumpirla en su día libre… que también es el día de su cumpleaños, comandante Hayes pero esta misión es imperativa.

 

- ¿Qué se supone que tengo que hacer exactamente?

 

- Solo ir y decirle a Lang que ahí le manda Gloval. – Rick se rió. – Pero el resto del día podemos visitar la reserva ecológica… yo estoy perfectamente bien entrenado para ser su guía de turistas, madame. Y… hay caballos. – Rick le guiñó un ojo.

 

- ¡Oh Rick! – la voz de Lisa se enterneció. - Tú planeaste todo esto, ¿verdad?

 

Rick sacudió la cabeza y sonrió.

 

- No iba a dejar que tu cumpleaños pasara así nada más… y digamos que tienes amigos en los altos mandos que también están interesados en que tengas un buen día.

 

- Claudia… - Lisa sonrió. - ¿Y el almirante Gloval?

 

- ¡Exacto! Ahora señorita, ¿Porqué no va a cambiarse? Tenemos que estar volando en menos de una hora.

 

- Rick… - Lisa ocultó su rostro detrás de la rosa. - ¡Gracias!

 

- No me lo agradezcas. Es trabajo, no diversión… espero que todavía siga en pie la cena que tenemos pendiente.

 

- Por supuesto.

 

Lisa lo miró a los ojos y él le sonrió con ternura.

 

- ¡Te extrañé mucho, Hayes! – Rick comentó, al tiempo que con suavidad colocaba un mechón del cabello de Lisa detrás de su oreja.

 

- Yo también te extrañe Rick… - Lisa sintió que los ojos se le nublaron con lágrimas.

 

- ¡Anda! Vete a cambiar… - Rick la apresuró. – Y aparte de tu uniforme, empaca algo cómodo… hoy vamos a ir a cabalgar.

 

Lisa sonrió y prácticamente corrió hacia su habitación, mientras le decía a Rick que se preparara un café o algo. La puerta del cuarto de Lisa se cerró de golpe y Rick suspiró satisfecho. Un café no le caería nada mal. Fue a la cocina y puso a hervir agua. Mientras esperaba que hirviera, él comenzó a caminar alrededor de la casa de Lisa, contento de estar en ese lugar tan familiar otra vez.

 

Parecía que conocía cada espacio, cada rincón, cada objeto que la comandante tenía en cada habitación. Rick pasaba la mano suavemente por los muebles, por las sillas… era la casa de Lisa… estaba de regreso a ese lugar en donde se sentía tan seguro… y con esa persona que le daba un sentimiento de paz y de alegría que no podía encontrar con nadie más.

 

De pronto algo atrapó su atención. Sobre el escritorio de Lisa había algo que él no había visto antes… una fotografía de Lisa con Karl Riber. Rick hizo un gesto de disgusto y tomó el portarretratos en su mano, observándolo con atención. Lisa era todavía muy chica cuando esa foto había sido tomada… Karl se veía mucho más grande que ella. Rick lo observó y suspiró con frustración al notar el parecido que efectivamente tenía con Kyle.

 

- ¿De dónde habrá sacado Lisa esta foto? No la tenía cuando arreglamos la casa… demonios, no la tenía cuando me fui a esa misión. ¿Por qué la habrá sacado ahora?

 

Rick volvió a poner el portarretratos en el escritorio y regresó a la cocina, en donde con desgano comenzó a preparase un café. De pronto se sentía cansado y desanimado otra vez, tal y como lo había estado en los días anteriores.

 

- ¿Por qué? – se preguntaba una y otra vez. ¿Por qué esa foto? ¿Por qué ahora y… y por qué siento esta rabia y esta frustración?

 

Lo que él sentía en realidad eran celos mezclados con un miedo profundo e inconsciente. Miedo a que de un momento a otro Lisa lo apartara de su lado… miedo a que en esas semanas en las que prácticamente no se habían visto y en esas otras en las que él había estado lejos, Lisa se hubiera dado cuenta de que ella no lo necesitaba a él… que podía seguir adelante por ella misma, como siempre lo había hecho… que Lisa se hubiera dado cuenta de que él era una carga para ella… un problema.

 

Lisa entró a la cocina sonriendo radiantemente, pero su sonrisa se desvaneció cuando vio a Rick, recargado sobre la barra, tomándose su café, con una expresión ausente y distante en sus ojos.

 

- ¿Rick, qué pasa?

 

- ¿Estás lista? – él le preguntó sin mucha emoción. – Toma, te preparé el latte que te gusta. – le dijo, entregándole un vaso térmico. – Te lo puedes tomar en el camino.

 

- Rick… ¿Te sientes bien? – Lisa estaba preocupada por él, pues de pronto se notaba débil y agotado.

 

- Estoy bien… es solo que quiero terminar con esta misión y descansar un poco… eso es todo.

 

- Bien… - Lisa sabía que había algo más. Rick se había comportado muy diferente hacía sólo unos minutos. – Entonces vámonos.

 

Rick vio como Lisa caminaba hacia la puerta y se odio a si mismo por ser tan estúpido. Una vez más estaba actuando como un tonto con Lisa.

 

- ¡Lisa, espera! – Él la alcanzó en la puerta. – Estoy bien, sólo me siento cansado, eso es todo… ¿De acuerdo?

 

- De acuerdo. – Lisa lo miraba a los ojos, tratando de descifrarlo sin éxito.

 

- Sobre lo que ocurrió antes de que me fuera a esta misión y—

 

- ¡Olvídalo Rick! Eso ya quedó muy atrás.

 

- Si… bueno… Lisa… ¡Feliz cumpleaños!

 

Rick utilizó esa excusa para abrazarla una vez más. Ese abrazo tomó por sorpresa a la comandante Hayes. Él la abrazó con tal fuerza que literalmente le sacó el aire de los pulmones.

 

- ¡Lisa! – Rick pensaba. - ¡Lisa...! ¿Qué voy a hacer contigo? Lisa… ¿cómo puedo llegar a ti?

 

- Rick… - ella habló apenas, sin aliento. - ¿Qué sucede?

 

- Te quiero mucho, Lisa. – él susurró suavemente. – Eres la mejor amiga que tengo…

 

- Yo también te quiero mucho, Rick. – Lisa murmuró con una voz que hizo que Rick se estremeciera.

 

Lisa sintió cómo él la liberaba de su abrazo y ella se odió a sí misma por no tener el valor de decir las palabras que podrían cambiar su vida entera… las palabras que la quemaban por dentro, que luchaban por salir… ella quería decirle a Rick que lo amaba… cierto, lo quería mucho… pero lo amaba aun más.

 

- ¡Vamos! – Rick le ofreció galantemente el brazo. – Vamos a volar un VT-F1D de doble plaza, ¿qué te parece? Te prometo que vas a tener un buen cumpleaños…

 

- Ya es un buen cumpleaños. – Lisa le respondió con una sonrisa. – Tú estás aquí.

 

Rick le devolvió la sonrisa y enseguida le abrió la puerta del jeep militar, ayudándola a subir y cerrando la puerta galantemente antes de tomar su lugar en el asiento del piloto.

 

- Aunque en realidad no se que haya que celebrar. – Lisa comentó mientras Rick ponía el auto en marcha. – Es un año menos de vida… un año más de edad.

 

- Bueno, celebremos que te estás convirtiendo en un modelo clásico… y ya sabes, los clásicos nunca pasan de moda. – Rick le hizo un guiño.

 

Lisa soltó una carcajada y un golpe sobre el brazo de Rick al mismo tiempo. Sin embargo comprobó una vez más de que ese piloto tenía la boca demasiado grande… y siempre se las arreglaba para poner una sonrisa en sus labios.

 

En poco tiempo ambos oficiales estaban camino al Prometheus, de donde saldrían hacia la zona de recuperación ecológica… Lisa sabía que sería un día para recordar… el primer cumpleaños memorable que tendría en mucho tiempo.

 

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Una vez en el Prometheus, Rick se adelantó a preparar el VT biplaza que los llevaría a él y a Lisa a la reserva ecológica y de regreso. Rick le había comentado a ella lo extraño que sería no volar su Skull 1 en aquella ocasión. Ambos pensaron en el milagroso escape de la Base Alaska y sonrieron al pensar que no sería tan malo hacer el viaje hasta la reserva de la misma manera en que lo habían hecho en aquella ocasión… sin embargo sabían que por protocolo y conveniencia era mejor utilizar el biplaza.

 

Mientras Rick se adelantaba a preparar la nave, Lisa se quedó en el pasillo conversando con Claudia, quien había ido a desearle un feliz cumpleaños. Cuando Rick estuvo fuera de su alcance, Lisa le reclamó juguetonamente a su amiga el que no le hubiera dicho nada, pero Claudia le respondió que había decidido darle su propia versión de una fiesta sorpresa. Le pidió que disfrutara su día y se relajara y sobre todo, que tratara de arreglar las cosas con Hunter.

 

Lisa entró al elevador, en donde dos pilotos se cuadraron formalmente al verla. Ella les respondió el saludo, pero permaneció impasible, mirando fijamente los números del elevador, mientras los pilotos proseguían con su conversación a sus espaldas.

 

- Pues sí, como te decía, estoy muy contento de que el comandante Hunter haya logrado este arreglo. Creo que ya todos estábamos deseosos de volver a casa.

 

- Es un buen comandante, me alegra que me hayan asignado a su escuadrón.

 

Lisa sonrió para sí misma cuando escuchó aquello, sintiéndose inmediatamente orgullosa de su piloto, como Claudia insistía en llamarlo.

 

- Es un poco reservado el comandante Hunter, pero un líder excelente.

 

- Cierto… no se porqué será tan taciturno y callado… con la suerte que tiene con las mujeres… si yo fuera él, lo proclamaría a los cuatro vientos. No todos los pilotos de la RDF pueden presumir que han tenido un romance con Minmai.

 

Al escuchar aquello Lisa hizo un mohín de disgusto y silenciosamente rogó por que el elevador se moviera más de prisa. Lo que menos quería en esos momentos era escuchar los chismes que corrían sobre Rick y la Señorita Macross.

 

- ¿Recuerdas lo que nos dijo aquel día que estábamos jugando póquer?

 

“¿Y desde cuando Rick juega póquer?” Lisa se preguntó.

 

- No fue tanto lo que dijo… fue la manera en cómo lo dijo. Es increíble que ella le haya compuesto una canción y todo… supongo que aquel episodio en que quedaron atrapados en la nave fue muy significativo para ella…

 

- Si, ese Hunter es un demonio. Y cuando recordó aquel beso…

 

- ¡Si los ojitos nada más le brillaron! - el otro piloto se rió.

 

La puerta del ascensor se abrió y Lisa salió hecha un torbellino… justo a tiempo para perder la siguiente parte de la conversación entre los pilotos:

 

- Pero cómo él dice, ya es cosa del pasado… ¿notaste que en la consola del Skull 1 traía la fotografía de otra mujer?

 

- Si… durante las horas que estábamos estacionados, sólo vigilando el perímetro, el comandante se pasaba todo el tiempo mirando a esa foto. Yo lo veía desde mi cabina. Una vez por curiosidad me asomé a su cabina cuando su nave estaba en pista… la chica era preciosa.

 

- ¡Un demonio! Te digo que ese Hunter es un maldito demonio con suerte.

 

Fuera del ascensor, Lisa se detuvo por un momento para tratar de calmarse un poco antes de encontrarse con Rick.

 

- ¡No puedo creer que unos chismes como esos te afecten tanto, Hayes! – se reprendió. – Todo lo que ellos dijeron tu ya lo sabes, ¿de qué te sorprendes? – Tal vez del hecho de que aun a pesar de todo el tiempo que ha pasado… él sigue hablando de ella… pensando en ella…

 

- ¡Lisa! – Rick se acercó a ella con una sonrisa. – Todo está listo, el escuadrón Verde ya está en el aire y sólo nos están esperando… el Veritech ya está en la pista y acabo de empacar nuestro almuerzo, cortesía de la teniente Grant… así que estoy listo para despegar a su discreción, comandante Hayes. – Rick la saludó formalmente, pero con una sonrisa.

 

- Si… - Lisa trató de devolverle la sonrisa. – Claro… vamos, no hagamos esperar a los verdes.

 

Comenzaron a caminar hacia el VT color anaranjado y crema que los esperaba en la pista, listo para despegar. Rick no podía quitarle los ojos de encima a Lisa… siempre le había encantado cómo se veía cuando traía puesto su uniforme de vuelo. El que había usado durante la Misión Sahara había sido un poco diferente, pero verla con el clásico le traía muchos recuerdos.

 

- ¿Qué? – Lisa sonrió coquetamente cuando de improviso miró a Rick y lo descubrió examinándola de la cabeza a los pies.

 

- Uh… - Rick se sonrojó y comenzó a rascarse la cabeza. – Yo… no, es que—hace mucho que no te veía con… con ese uniforme de vuelo, yo solo estaba… recordando cuando fue la ultima vez, es todo.

 

Lisa asintió con la cabeza. Ya había pasado mucho tiempo… desde aquel milagroso escape de la nave de Breetai hacía ya muchos ayeres. Lisa miró la nave frente a ella y no pudo evitar el recordar el peligro de aquella aventura, la emoción del escape… aquellos besos…

 

- ¡Es grandioso volar contigo, Lisa! Me da gusto que hayas aceptado acompañarme en este viajecito.

 

- Vas a tener que explicarme cómo le hiciste para que Claudia aceptara colaborar contigo.

 

- Te lo dije, hay gente allá en los altos mandos interesada en que la Comandante Hayes tenga un buen cumpleaños.

 

Lisa abordó el VT-F1D y Rick tomó su lugar en el puesto del piloto. La carlinga se cerró sobre ellos y Rick le pidió a Lisa que ajustara su cinturón de seguridad. Una vez que ella le dio la indicación, el comandante Hunter despegó sin problemas. Lisa sonrió, pensando que Rick era sin duda el mejor. Miró a su alrededor y la sonrisa se hizo aun más grande cuando vio el paisaje debajo de ella: la ciudad Nueva Macross en toda su gloria. Rick notó su emoción y sobrevoló un par de veces la ciudad antes de encontrarse con el Escuadrón Verde y enfilar hacia la zona de recuperación ecológica. Rick le informo a Lisa que era solo una hora de vuelo y ambos pasaron esa hora conversando de todo en general y de nada en particular.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Una vez que aterrizaron en la pista de la zona de recuperación, Lisa no perdió tiempo y fue a hablar con el doctor Lang. Él le informó de los pormenores de la misión y de lo buena que había resultado ser la idea del comandante Hunter. Lisa le entregó formalmente los nombramientos, acreditaciones y demás documentos del nuevo Escuadrón Verde. Hablaron un poco sobre los programas de recuperación y sobre todo lo que habían encontrado en las semanas que habían estado evaluando las diferentes zonas ecológicas.

 

Finalmente el comandante Hunter le informó al doctor Lang que según las ordenes de Gloval, él llevaría a la comandante Hayes a revisar la zona para que ella pudiera emitir un juicio correcto en las reuniones de consejo. El permiso para Rick fue otorgado inmediatamente y poco después, ambos vestidos en ropa de civiles, salían de la nave Sahara 001, listos para buscar un poco de aventura que los pudiera relajar en esos momentos.

 

De antemano Rick les había pedido a algunos de los participantes en la misión que le prepararan dos caballos para la misión de reconocimiento de la comandante Hayes. Ellos habían argumentado que era mejor que se llevaran un jeep, pero Rick había insistido, así que cuando salieron, encontraron a un joven científico de la misión, sosteniendo pacientemente las riendas de dos caballos, con una expresión de fastidio en el rostro.

 

Rick fue a recibir las riendas que se le entregaban, mientras el joven se alejaba murmurando entre dientes que él no se había unido a esa misión científica para cuidar los caballos de la comandante. Rick soltó una risita, pero Lisa no se percató de nada de aquello, pues sus ojos estaban clavados en los dos hermosos animales que golpeaban nerviosa e impacientemente el suelo con sus patas delanteras.

 

Rick sonrió al ver el rostro de Lisa iluminarse de una manera como pocas veces lo había visto. Una sonrisa de absoluta felicidad apareció en sus labios cuando se acercó a tocar la cabeza de uno de los caballos. El noble animal sacudió su melena suavemente y clavó sus enormes y dulces ojos en los de Lisa.

 

- ¡Son preciosos! – dijo Lisa al tiempo que acariciaba la melena clara del aquel caballo color chocolate. – En nuestros establos teníamos uno que era exactamente igual a este.

 

- ¿Es ese el que quieres montar entonces? - Rick le entregó las riendas.

 

- ¡Absolutamente! – ella recibió las riendas que él le entregaba y antes de que Rick pudiera hacer ningún otro comentario, Lisa ya había montado su caballo.

 

- ¡Vaya! – Rick estaba sorprendido.

 

Lisa lo miró sonriendo.

 

- ¡Hace tanto que no montaba a caballo! Y este lugar es hermoso… ¡es como un sueño!

 

Rick estaba asegurando las alforjas con la comida en los flancos de su caballo. Hacía mucho tiempo que él tampoco montaba y por un segundo se sintió un poco nervioso, particularmente al ver la destreza con que ella se movía con su caballo… esa era la comandante Hayes que él conocía, la mujer que sabía dar ordenes de manera precisa y que siempre mantenía el control de cualquier situación y acontecimiento.

 

El comandante Hunter montó su caballo y se acercó a Lisa con precaución.

 

- Bien… pues comandante, tu marca el camino.

 

- Rick… hace mucho que no hacía esto… ¡muchas gracias!

 

- Nada que agradecer… mejor vámonos para aprovechar el día.

 

- ¡Adelante! – Lisa hizo trotar a su caballo, mostrando de una vez por todas, la excelente jinete que era.

 

- ¿Habrá alguna cosa en este mundo que ella no sepa hacer? – Rick sonrió para sí, lanzándose en persecución de Lisa.

 

Durante horas recorrieron todos los rincones de la reserva ecológica. Ambos estaban maravillados de lo que el trabajo preciso, dedicado y entregado del equipo científico de la misión había logrado con aquel lugar en un periodo de tiempo tan corto. Los árboles, las plantas, las flores, incluso los animales eran un logro de proporciones gigantescas para el equipo del doctor Lang.

 

Finalmente ambos desmontaron cerca de un pequeño cuerpo de agua y se sentaron a comer lo que Claudia había preparado para ellos. Rick abrió las alforjas y sacó la comida, mientras Lisa les quitaba los bocados a los caballos para que ellos también pudieran saborear un delicioso almuerzo de hierba fresca y agua del manantial.

 

Rick la observaba de cuando en cuando, sin poder dejar de pensar en la fotografía de Karl Riber que había visto esa mañana. Desde ese momento algo le molestaba en el pecho, como si una espina se le hubiera clavado y lo lastimara cada vez que recordaba la fotografía.

 

- ¿Por qué? – se preguntaba. – Pensé que ella ya había superado lo de Riber… nunca habla mucho de él… pero bien dicen que de lo que menos hablamos es en lo que más pensamos.

 

Rick se imaginó a Lisa sola en su casa por la noche, sentada en la sala en penumbra, con una taza de su té favorito en la mano, viendo antiguas fotos de Riber. El solo pensamiento de aquello le provocó un gesto de rabia e impotencia que no pasó desapercibido para Lisa, quien ya se encontraba a su lado.

 

- ¿Porqué esa cara, Rick? Claudia es una excelente cocinera, te aseguro que la comida es de primera… ella se ofendería si supiera que le estas haciendo caras a su comida.

 

Rick la miró y a su pesar sonrió.

 

- Bueno, pero Riber está muerto. – pensó con cierta satisfacción. – Y Lisa está aquí… conmigo. –pero enseguida su mirada se volvió triste y sombría. - ¿Cómo puedo competir contra un muerto? ¿Cómo luchar contra los recuerdos de Lisa?

 

- Rick… ¿Te sientes bien? - Lisa le puso la mano en el hombro, mostrándole su sincera preocupación.

 

- Si… muy bien. Solo estoy un poco cansado, eso es todo.

 

Mientras Rick le ofrecía a Lisa un plato con comida y comenzaba a servirse el suyo, Lisa lo observó con cuidado. Efectivamente, se veía cansado… de hecho se notaba agotado y ella pensó que las vacaciones de las que habían hablado antes no le caerían nada mal ahora. Decidió comentar sobre ello apenas tuviera la oportunidad. Pero había algo más en Rick… algo que la hacía sentir inquieta y ansiosa. No podía saber exactamente de qué se trataba, pero se temía que tuviera que ver con la conversación que había escuchado esa mañana en el elevador.

 

- Seguramente está pensando en Minmai. – Lisa suspiró. – No me puedo imaginar a Rick con los demás pilotos, jugando póquer y hablando sobre sus aventuras amorosas con la señorita Macross, pero supongo que eso es lo que los pilotos hacen cuando están solos…

 

Lisa lo miró una vez más. Él estaba sentado cerca de ella, comiendo en silencio con su mirada fija en su plato de comida. El paisaje ante ellos era espectacular, pero él estaba tan ensimismado en sus pensamientos que ni siquiera se detenía a admirar lo que tenía frente a sí.

 

- Si… está pensando en ella.

 

La comida de pronto le había sabido amarga a Lisa y tuvo que hacer un esfuerzo para pasarse el bocado que traía en la boca, pues sentía un nudo en la garganta. Bajó su mirada y ahora el esfuerzo fue sobrehumano cuando trató de impedir a toda costa que las lágrimas que súbitamente le habían nublado la visión escaparan de sus ojos.

 

Rick la miró de soslayo y pudo notar como Lisa agachaba la cabeza y su semblante adquiría ese aire de tristeza tan característico de la comandante Hayes. Él podría haber jurado que incluso había visto lágrimas en sus ojos.

 

- Me imagino que debe de estar recordando los cumpleaños que pasó al lado de… de él. – Rick pensó amargamente, sin permitirse siquiera pensar en aquel nombre que le estaba resultando tan desagradable. - ¿Hasta cuando el fantasma de ese hombre la va a dejar en paz?

 

Tuvo ganas de acercarse a Lisa, de abrazarla y decirle que debía de dejar que el pasado se fuera… que aquel hombre jamás la había merecido, que la había abandonado cobardemente, que no valía la pena torturarse por una persona que en realidad jamás la había amado.

 

- Yo jamás te dejaría atrás. – Siguió pensando. – Yo jamás te abandonaría Lisa… y creo que te lo he probado una y otra vez… y lo seguiré haciendo cuantas veces sea necesario. Tú te mereces mucho más que esto, Hayes… te mereces un hombre que esté dispuesto a morir por ti. – La miró una vez más y luego bajó su mirada. – Yo estoy dispuesto a hacerlo… pero mi pregunta es, ¿yo te merezco?

 

Lisa lo vio bajar la mirada y poner su plato de comida a un lado. El comandante Hunter estaba totalmente perdido en sus pensamientos y Lisa sintió la necesidad de hablar con él, preguntarle qué era lo que le sucedía, por qué estaba tan pensativo aquel día. Pero no pudo hacerlo… ella sabía la clase de respuesta que él le daría y lo que ella menos quería era pasar el resto de su cumpleaños escuchándolo hablar sobre Minmai.

 

- ¡Si tan sólo te dieras cuenta de lo mucho que yo te quiero, Rick! Se que amas a Minmai y es algo que ya he aceptado de ti… no lo he superado, pero lo he aceptado. Pero yo te amo… se que no soy la estrella que ella es… se que yo no soy famosa, yo no tengo carisma ni soy simpática… se que yo jamás podría competir con sus encantos ni con su belleza y comprendo porqué estás tan ilusionado con ella… pero al menos yo soy real… yo estoy aquí… Rick, ¿cómo podría yo competir con ese cometa que es Minmai, que entra y sale de tu vida como un fantasma?

 

Lisa levantó su mirada justo en el momento en que Rick volteaba a verla. Los ojos de ambos se encontraron y en ellos había miedo, incertidumbre… y mucho dolor. Ambos desviaron la mirada al ver reflejado en los ojos del otro lo que ellos mismos estaban sintiendo en ese momento.

 

- Está pensando en Minmai…

 

- Está pensando en Riber…

 

Los dos terminaron de comer en silencio. La comida había estado deliciosa pero ellos en realidad no la habían disfrutado mucho. Aquello hubiera ofendido a Claudia, si se hubiera enterado de ello. La teniente Grant había pasado toda la noche cocinando. Había estado muy emocionada cuando Rick le había anunciado sus planes y lo había ayudado en todo lo que había podido. Claudia sabía sin lugar a dudas que Rick y Lisa eran almas gemelas que debían estar juntas aunque ellos insistieran en estar separados. Pero su comida no había servido de mucho, no cuando ambos volvían a ser atormentados por fantasmas con los que no podían luchar.

 

- Siento mucho el ser tan mala compañía el día de hoy, Lisa. – Rick finalmente se disculpó, mientras arrojaba distraídamente piedritas al agua. – Se supone que este día debería de ser especial para ti y aquí estoy yo, sin nada que decir.

 

- Estás cansado Rick, yo lo comprendo.

 

Rick bajó la mirada. ¿Por qué ella tenía que hablarle así? Si, ella lo comprendía, siempre lo había hecho… ella lo comprendía mucho mejor de lo que él se comprendía a sí mismo.

 

- Un poco…

 

- Pero ahora podrás tomar tus vacaciones. Te dije que me iba a encargar del papeleo y estuve platicando con Claudia, yo—

 

- Está bien Lisa, no te preocupes. – Rick forzó una sonrisa. – No se si sea prudente tomar vacaciones en estos momentos.

 

- Pero pensé que tú…

 

- Si, se que lo dije antes pero—si tu no tomas vacaciones, yo tampoco lo haré.

 

Lisa ladeó la cabeza y lo miró interrogativamente.

 

- Es simple, Lisa… me doy cuenta de que a veces me comporto como un chiquillo berrinchudo cuando en realidad soy un soldado, un oficial de la RDF y debo estar a la altura de las circunstancias. He pensado mucho en ti y en todo lo que haces día tras día… digamos que—bueno, que tú eres mi modelo a seguir. Con todos los malcontentos que hay y con Max y Miriya asignados a otras misiones, es mi obligación hacerme cargo del escuadrón. No puedo dejarlos solos ahora.

 

- ¿Estás seguro de esto, Rick?

 

- Si, lo estoy… tal vez pida uno o dos días de licencia para descansar ahora que regrese a la base… pero como te dije, si tu no pides vacaciones, yo tampoco lo haré.

 

Ella sonrió suavemente y él tomó la oportunidad para acercarse a ella y poner su mano en el hombro de Lisa, obligándola a mirarlo a los ojos. La mirada profunda y penetrante de esos ojos azules pareció suavizarse en cuanto se encontró con los ojos tristes de Lisa.

 

- Feliz cumpleaños, comandante Hayes. Aun le debo una cena y su regalo, ¿de acuerdo?

 

- No te preocupes Rick… el que te hayas aparecido en mi puerta esta mañana…

 

- ¿Si?

 

Lisa sonrió y sacudió la cabeza. Tuvo que bajar su mirada para evitar que él se diera cuenta de que se estaba sonrojando ligeramente. Quería decirle que el tenerlo ahí con ella era el mejor regalo de cumpleaños que ella podría haber recibido, pero no se atrevió a decirlo.

 

- Tenemos un par de horas más. – Lisa suspiró, poniéndose de pie. - ¿Quieres que sigamos cabalgando?

 

- Si tú quieres. – Rick le respondió con una sonrisa forzada, pues él hubiera preferido quedarse ahí con ella por un rato más.

 

Rick comenzó a recoger los platos y los restos de comida, mientras Lisa fue por los caballos. Él no podía dejar de mirarla… de admirarla. Se veía preciosa con la ropa que traía puesta y se preguntó porqué Lisa no salía de su uniforme más seguido y se permitía simplemente usar ropa civil y comportarse como una chica, no como una oficial del ejercito. La manera en cómo le hablaba a los caballos, como los acariciaba y como los besaba hizo que Rick sintiera celos de esos animales. Se rió para sí mismo y fue a colocar las alforjas en su caballo.

 

- Bien… todo está listo, comandante Hayes. Creo que todavía podemos dar otra vuelta por la reserva antes de volver.

 

- Si… no se cuando volvamos a tener la oportunidad de estar en un lugar como este.

 

- Te prometo que algún día iremos de día de campo al bosque, Lisa. – Rick habló con sinceridad. – Si algún día durante mi patrullaje encuentro algún bosquecillo, te prometo que iremos juntos, ¿de acuerdo?

 

- Eso me gustaría mucho, Rick.

 

Lisa le respondió con una pequeña sonrisa que hizo que el corazón del piloto se derritiera ahí mismo. Lisa Hayes le gustaba mucho, cada aspecto de su personalidad era fascinante… y esa ternura que pocas veces mostraba era una de las cosas de ella que más conquistaba a Rick. Cuando la veía así, tan tierna, tan vulnerable, tan delicada sentía la urgencia de tomarla en sus brazos y protegerla del mundo entero… aunque claro que él sabía muy bien que ella jamás le permitiría hacer eso. Era demasiado autosuficiente como para admitir su propia vulnerabilidad.

 

Lisa estaba poniendo su pie en el estribo de su montura, cuando Rick dio un paso al frente, puso sus manos en la cintura de ella y con un movimiento rápido la impulsó hacia arriba, ayudándola a montar. Ella lo miró con un gesto de sorpresa en el rostro. Lo inesperado de aquella acción había enviado una corriente de electricidad a través de su cuerpo. Rick le sonrió y le hizo un guiño antes de ir a montar su propio caballo. Lisa lo siguió con la mirada y luego sonrió para sí misma. Cualquier cariño, cualquier caricia, cualquier mirada que ella pudiera robarle al piloto eran su tesoro más valioso.

 

- ¡A aquel árbol del otro lado de ese llano! – Rick gritó, asustando un poco a Lisa y poniendo nervioso a su caballo. - ¡El último en llegar es un Zentraedi micronizado!

 

Rick ya había salido a todo galope. Lisa soltó una carcajada y salió tras el piloto.

 

- ¡Miriya resentiría ese comentario! – le gritó.

 

- ¿Y quién se lo va a decir? ¿Tú?

 

- ¡Puede ser!

 

- ¡Vamos Hayes, contigo todo son amenazas! ¡Muéstrame un poco de acción!

 

Lisa espoleó a su caballo y rápidamente se puso a la par de Rick. Sus miradas se encontraron por un segundo antes de que ambos fijaran sus ojos en la meta que se encontraba delante de ellos. Los caballos corrían a todo galope y el viento que les daba de lleno en el rostro parecía, por un momento, borrar toda la incertidumbre y las dudas que ambos llevaban en el alma.

 

Cuando les faltaban solo unos metros para llegar al árbol en cuestión, Lisa hizo que su caballo cambiara de rumbo, dejando a Rick detrás.

 

- ¡Demasiado fácil, Hunter! ¡La meta es la cima de aquella colina!

 

- ¡Lisa! – Rick le gritó. - ¡Eso es trampa!

 

Pero ella ya no respondió, pues se había adelantado demasiado. Rick detuvo su caballo y la miró. Se veía hermosa con su cabello flotando libremente al viento. El piloto hizo un gesto de falso fastidio y murmuró entre dientes:

 

- ¡Ya veremos quien gana, comandante Hayes! ¡Voy a vencer! Yo, Rick Hunter voy a ser quien al final sea el ganador.

 

Lisa había desaparecido de la faz de la tierra y Rick se preguntó qué camino habría tomado para llegar a la cima de la colina. Prefirió no preocuparse por ella, después de todo sabía cuidarse sola, y mejor enfocarse en él mismo. Le tomó bastante tiempo encontrar un camino por el que el caballo pudiera subir sin problemas y cuando finalmente alcanzó la cima, soltó un gruñido cuando encontró a Lisa de pie, sosteniendo las riendas de su caballo, al lado de un precipicio y observando el horizonte.

 

- ¡Rick! – ella le sonrió. - ¡Ven a ver esto!

 

La cima de la colina estaba iluminada por los tonos anaranjados y dorados del atardecer. Rick desmontó su caballo y se acercó a Lisa. Sus ojos se clavaron en el imponente sol color fuego que, formando un círculo perfecto en el cielo, estaba descendiendo rápidamente.

 

- Es el primer atardecer que veo desde que…

 

Lisa no terminó su frase, no tenía que hacerlo, él sabía perfectamente bien a lo que ella se refería.

 

- ¡Es hermoso! – murmuró él con una voz apenas audible.

 

Lisa lo miró y sonrió. Rick no pudo menos que acercarse a ella por detrás y en un movimiento atrevido y no premeditado, puso sus brazos en torno al cuerpo de Lisa y recargó su barbilla en el hombro de la comandante. Aquello la tomó por sorpresa, pero enseguida una sonrisa apareció en sus labios y se permitió a sí misma relajarse en los brazos de Rick.

 

- ¡Feliz cumpleaños, Lisa! – el susurró con un tono de voz que hizo que ella se estremeciera.

 

- Gracias Rick. – le respondió en el mismo tono. – Este ha sido uno de los mejores cumpleaños de mi vida.

 

Rick frunció el entrecejo con incredulidad. Sentía que aquel día no había sido exactamente perfecto. Él había estado distante… ella había estado distante. Sentía que las cosas podían haber estado mucho mejores entre ellos y aun así ella lo consideraba “uno de los mejores cumpleaños de su vida”.

 

- Puede mejorar. – se dijo a sí mismo. – El próximo año me encargaré de que tu cumpleaños sea el mejor de tu vida.

 

- ¿En qué piensas? – ella lo cuestionó.

 

- En que… bueno, en que todavía tenemos una cena pendiente.

 

- Claro.

 

Lisa cerró los ojos y se acurrucó contra el pecho de Rick. El espectáculo ante ella era impresionante, el primer atardecer desde el Apocalipsis, pero ella prefería perderse en la sensación de estar, aunque fuera por un momento, en los brazos de su piloto. Sabía que pronto estarían volando de regreso a Nueva Macross, sabía que Rick pasaría la noche escuchando canciones de Minmai y recordando los buenos momentos que había pasado con la estrellita… sabía que el corazón del piloto tenía dueña y que ella no podía competir contra eso. Pero también sabía que en ese momento, por un fugaz instante, ella podía pretender que Rick Hunter era suyo… y de nadie más.

 

Rick sonrió cuando sintió a Lisa relajarse en su abrazo. Hacía mucho que deseaba tenerla así en sus brazos… desde aquel primer amanecer que contemplaron juntos desde la cabina del Skull 1… aquel amanecer que había sido un nuevo comienzo… una nueva oportunidad que ninguno de los dos parecía querer tomar, a pesar de que la vida misma se las había dado. Porque ambos seguían atados a los fantasmas del ayer… fantasmas que quizás sólo existían en su imaginación.

 

Lo que tenían entre ellos era real, pero a pesar de tantas promesas que se habían hecho, ninguno de los dos parecía tener el valor de simplemente dar un paso al frente y decir esas palabras que lo cambiarían todo… esas palabras que harían que el dolor y la frustración de una vida de soledad se desvanecieran al viento. * * *

 

 

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