fanfic_name = Lamentacion de Otoño

chapter = 10

author = Evi

Rating = AP

Type = Adventure

fanfic = LAMENTACIÓN DE OTOÑO

por Evi

 

 

CAPITULO X

 

 

El teniente Hunter abrió la puerta de la habitación de la comandante Hayes y le hizo una reverencia al momento en que ella entró. Lisa soltó una risita divertida y vio como Rick prácticamente arrojaba su mochila sobre el sofá y corría a la cocineta.

 

- ¡Directita al comedor, señorita Hayes! – escuchó que le decía. – El desayuno está listo.

 

- ¿Desayuno? – los ojos de Lisa brillaron. – Pero… ¿Por qué?

 

- Bueno, porque la gente tiene que comer de vez en cuando. – Rick se asomó. – Y al parecer la comandante no siempre recuerda proveer su alimentación básica para el mantenimiento de la vida.

 

Lisa se rió otra vez, reconociendo en las palabras de Rick muchas de las que ella había utilizado para el reporte. Fue y se sentó en la barra de la cocineta para ver como Rick trabajaba afanosamente en preparar todo para el desayuno.

 

- ¿Necesitas ayuda?

 

- Nop… todo está bajo control. – Él le guiñó el ojo. - ¿No vas a ir al comedor?

 

Lisa se encogió de hombros. Le gustaba sentarse en la barra, era más acogedor que la mesa de su pequeño comedor.

 

- Bien, entonces comeremos aquí… es increíble que las habitaciones de los oficiales tengan tantas comodidades, las de los pilotos apenas y tienen espacio suficiente para la cama y un pequeño escritorio. No son apropiadas para alguien que sufra claustrofobia.

 

- Pronto ya no tendrás que sufrir por eso, Rick… no creo que falte mucho para que el RDF nos asigne nuestras propias casas en el sector militar de la Nueva Ciudad Macross.

 

- Cierto, pero aun entonces te apuesto que tu casa va a ser el doble de grande que la mía.

 

- Tal vez… pero eso no es un beneficio, si piensas en ello… voy a tener que limpiar mucho más que tu.

 

Rick se rió y puso frente a Lisa el desayuno.

 

- Bien señorita Hayes… le preparé un poco de avena, porqué recordé que cuando estábamos en su casa usted mencionó que ese era su desayuno favorito cuando era una niña… algo de jugo de naranja, fruta, pan tostado y mi famoso café Hunter. Las cosas no pueden ser mejores que esto.

 

- ¡Rick! – Lisa sonreía agradecida. – Tú… te acordaste.

 

- ¡Por supuesto que lo hice! – él se sentó frente a ella en la barra, con su propio plato de avena. – Hacía mucho que no preparaba avena, pero creo que quedó bien. La endulcé con miel, como dijiste que te gustaba.

 

- ¡Oh Rick! No había comido esto desde… desde hace muchos años.

 

Lisa probó una cucharada de su avena y Rick la observó expectante, casi conteniendo el aliento. Ella cerró los ojos como para captar mejor el sabor y sonrió de oreja a oreja al tiempo que dejaba escapar una exclamación de absoluta aprobación.

 

- ¡Hmmmm! ¡Deliciosa!

 

- Me alegro. – Rick sonrió y comenzó a comerse su plato de cereal. – Si, no está mal.

 

- Espero que hayas preparado más porque pienso comerme una olla entera de avena.

 

- Hay un poco más en la estufa, pero no te preocupes, cuando quieras más solo avísame y con gusto vendré a prepararla.

 

- ¡Vaya, vaya! ¿No será que el teniente está tratando de sobornarme para conseguir un ascenso? – Lisa bromeó.

 

- Pues no sabía que a la comandante Hayes se le podía comprar con un plato de avena… en todo caso, todo se vale cuando se trata de conseguir una casa más grande.

 

Lisa se rió, comentando que en tal caso era a Claudia a quien debería de estar sobornando y no a ella.

 

En el transcurso del desayuno, ambos comenzaron a conversar sobre el destino de lo que ya era llamado oficialmente el “Acervo Hayes”, todo lo que se había rescatado de la residencia familiar de Lisa. Había que revisarlo, clasificarlo, decidir que se iba a hacer con él. Ella le comentó que era su intención donar la mayoría de ese material a algún museo que pudiera ser abierto en la Nueva Macross, para que la mayor cantidad posible de personas pudieran tener acceso al acervo cultural de los Hayes.

 

Rick sonrió, pensando en un edificio de arquitectura neoclásica con la inscripción “Museo Hayes” sobre la entrada y algún indescifrable lema en latín. La idea de Lisa le pareció estupenda y en realidad no lo sorprendió demasiado, ya que él mejor que nadie sabía que ella era una persona generosa que no iba a guardar el acervo familiar solo para ella.

 

Sin embargo Lisa le comentó que había algunas cosas que si pensaba conservar… recuerdos de familia que eran muy especiales para ella. Rick le sugirió que tal vez podrían pasar los pocos días que les quedaban de licencia, clasificando el material. Cuando hizo la sugerencia, pensó que en realidad ellos no parecían tener vida propia… cuando no tenían trabajo, se lo inventaban.

 

A Lisa pareció agradarle la idea y el hecho de que Rick se hubiera ofrecido como voluntario para ayudarla significaba mucho para ella. La comandante Hayes, siempre impaciente, sugirió que comenzaran con la clasificación en el acto, pero la mirada de advertencia que Rick Hunter le dirigió la hizo recordar que el doctor le había ordenado que se cuidara y descansara. Al final Rick fue a la bodega en donde estaba almacenado el material y trajo algunas cajas a la habitación de Lisa: aquellas que contenían fotos y los videos caseros de los Hayes.

 

Al principio él estaba nervioso, pensando en como podría reaccionar Lisa a aquellas fotos y videos. Antes de abrir las cajas le dijo que si no estaba segura de querer seguir adelante con aquello, ese era el momento de detenerse, pero Lisa parecía estar de muy buen humor aquel día y le dijo que en realidad era algo que tarde o temprano debía hacer y era mejor hacerlo lo más pronto posible. Rick también le preguntó si quería que él se quedara, porque comprendía que era algo muy íntimo de ella y no quería importunarla, pero la mirada en los ojos de Lisa cuando le respondió fue más elocuente que sus palabras. Ella quería que él estuviera a su lado.

 

Comenzaron por ver todas las fotografías que había en una de la caja de seguridad. Algunas de ellas eran muy antiguas, de diferentes miembros del Clan Hayes, todos en uniformes militares que Rick reconoció de varias guerras. Aquello era todo un archivo histórico visual. Lisa le explicaba a Rick quien era cada personaje y su parentesco con ella. Era obvio que el Almirante Hayes se había asegurado de que ella supiera todo eso, lo cual era bueno, pues Lisa tenía un árbol genealógico que le daba un soporte familiar de abolengo que Rick no tenía. La única familia que él había conocido eran sus padres y Roy, y tal vez por eso se sentía tan fascinado con la genealogía de los Hayes.

 

Después Lisa le mostró algunas fotografías de sus padres. Había muchas del almirante Hayes en varias etapas de su vida militar. Él, como Lisa, se había graduado de la Academia Militar con el rango de Teniente Primero y de ahí había escalado hasta la cima. Parecía que Lisa estaba siguiendo los pasos de su padre y Rick se preguntó cuanto tiempo habría de pasar antes de que ella fuera nombrada Almirante de la RDF. Sonrió ante la idea de que entonces estaría desobedeciendo las ordenes de la Almirante Hayes, lo cual lo hizo sentir importante. Lisa lo miró, sonriendo en silencio para sí, no sabía que era lo que Rick encontraba tan divertido, pero el sólo hecho de verlo sonreír la hacía sentir bien.

 

Rick vio al almirante Hunter en uniforme de faena, cavando trincheras, comiendo raciones del ejercito en una tienda de campaña en compañía de varios soldados, recibiendo medallas al valor, siendo promovido a rangos cada vez mayores… aquellas fotografías habían capturado poderosamente la atención de Rick por alguna razón. Él podía ver mucho del almirante Donald Hayes en su hija. La misma entrega, la misma pasión, el mismo espíritu de lucha y de servicio. Al ver esas fotos comprendió muchas de las cosas que él admiraba tanto de Lisa y en silencio se prometió que iba a esforzarse por ser un soldado tan bueno como el almirante Hayes lo había sido… aunque él jamás aspiraría a tal rango.

 

Después pasaron a algunas fotos de los padres de Lisa. No eran muchas, pero ella se las mostró a Rick con una sonrisa en los labios y una chispa brillándole en los ojos verdes. Aquella pareja se veía muy enamorada y aquello hizo que Rick sintiera un calorcito especial en el pecho. Cuando el almirante Hayes estaba con su esposa, en aquellas fotos, parecía una persona diferente. Se veía relajado y feliz y Rick pensó que eso era lo que él anhelaba de la vida, el poder encontrar a una mujer que lo hiciera olvidarse de todo cuando estuviera con ella… alguien que lo hiciera tan feliz como el almirante Hayes se veía cuando estaba con su esposa. Estaba tan absorto en sus pensamientos que no se percató de que en esos momentos, sentado al lado de Lisa en el sofá de su departamento, él tenía en el rostro la misma sonrisa que Donald Hayes tenía en esas fotografías.

 

Y finalmente había algunas fotos en donde aparecía Lisa… Lisa cuando era bebé, Lisa de pequeñita, Lisa en su uniforme en su primer día de escuela, Lisa con sus padres en las afueras de la residencia Hayes… se veía tan bonita, era una niña preciosa, risueña, alegre… Lisa montando a caballo con su padre… Lisa tocando el piano, bajo la mirada complacida de su madre… Lisa acariciando a un precioso labrador dorado… Lisa riendo a carcajadas mientras una parvada de periquitos australianos de todos colores se posaban sobre de ella.

 

Pero súbitamente las fotografías terminaban…

 

- ¿Esas son todas? – preguntó Rick con visible desencanto.

 

- Si… - Lisa suspiró, todavía mirando una de las últimas fotos. – Mi mamá ya estaba muy mal para este entonces… ya la radiación y la quimioterapia estaban haciendo mella en su salud.

 

Rick miró la foto que Lisa sostenía y se dio cuenta de que aunque su madre sonreía, posando a lado de una Lisa de apenas 7 años, su mirada se veía triste y cansada y su rostro pálido. El teniente miró a su comandante al rostro. Lisa tenía la misma mirada triste y hermosa de su madre. El rostro de ella estaba tan cerca del de Rick, que él tuvo el impulso de salvar la distancia y besarla en la mejilla, pero se contuvo. Ella, ajena a todo, miró a Rick y sonrió.

 

- ¡Voy a guardar estas fotos como mi tesoro más preciado, Rick!

 

El le devolvió la sonrisa y asintió, sin decir palabra. Pero el brillo profundo de sus ojos azules le dijo a Lisa que él estaba probablemente tan emocionado como ella con esas fotos, aunque ella no podía comprender el porqué.

 

Ambos estuvieron unos minutos en silencio, observando las fotografías. Luego Lisa se puso de pie y caminó hacia la cocineta.

 

- ¿A dónde vas? – Rick le preguntó.

 

- Bueno… si vamos a ver esos videos necesitaremos palomitas de maíz, ¿no le parece teniente?

 

Rick sonrió y asintió con la cabeza.

 

Mientras Lisa preparaba las palomitas, Rick comenzó a poner las fotos de regreso en la caja de seguridad.

 

- ¡Tienes que prometerme que no te vas a reír! – Lisa hablaba desde la cocineta. – Hay cosas en esos videos que van a servirte para chantajearme de por vida.

 

- ¡No puedo esperar para ver todo eso! – Rick se rió.

 

Lisa seguía hablando, pero a Rick le emocionaba la idea de ver los videos familiares de los Hayes. Quería saber todo de Lisa, conocerla un poco más para así poder comprenderla. Jamás en la vida había sentido tanto interés por alguien, ni siquiera por Minmai… aun y cuando ella lo había llevado a conocer su ciudad y a sus padres, aquello no había sido de mucho interés para Rick… pero con Lisa las cosas eran diferentes. Se sentía fascinado por todo lo que ella le estaba mostrando.

 

Los videos familiares de los Hayes no eran para nada lo que Rick había esperado. Él pensaba que serían videos formales de una familia aristocrática luciendo sus mejores modales y toda la etiqueta de la alta sociedad. En lugar de eso encontró videos del almirante Hayes jugando con Lisa en la playa, un video de cuando Lisa cumplió 4 años, un video de un recital de piano de la señora Hayes, cosas tan comunes y cotidianas que hicieron que Rick sintiera como si hubiera conocido a los Hayes personalmente y de toda la vida. También había algunos videos tomados por la señora Hayes de algunas ceremonias especiales de promoción de su esposo, las cuales eran narradas con una deliciosa frescura por la madre de Lisa.

 

Rick solo despegaba los ojos de la pantalla para mirar a Lisa, buscando cualquier signo de dolor en ella, pero no lo encontró. Ella realmente estaba disfrutando aquellos videos. Tenía una sonrisa en el rostro y sus ojos brillaban intensamente.

 

Hicieron un alto a medio día para ordenar algo de comida, porque sinceramente ninguno de los dos tenía ganas de cocinar. Cuando la comida llegó, comieron en la barra sin prisa, comentando todo lo que habían visto en el día. La conversación se alargó bastante tiempo, pero fue una plática bastante amigable en la que ambos se encontraron compartiendo anécdotas de su niñez y riendo a carcajadas.

 

Ya era tarde cuando finalmente volvieron al sofá para seguir con lo que Rick llamaba “El Festival de Cine Hayes”. Vieron varios videos más, los cuales fueron bastante graciosos. Lisa había sido una niña muy traviesa y eso se reflejaba en esas grabaciones. Rick notó con cierta pena que todos esos videos eran también anteriores a la muerte de la señora Hayes, tal y cómo las fotografías. Parecería que para Lisa y su padre la vida había terminado el día que la madre de Lisa había muerto y eso hacía que Rick se sintiera melancólico pensando en todas las cosas que Lisa y el almirante perdieron en esos años.

 

En un par de ocasiones Lisa le preguntó a Rick si no se estaba aburriendo con esos videos, pero en todas esas ocasiones él el contestó negativamente. Estaban viendo un recital de piano de su madre, cuando le volvió a preguntar. Por toda respuesta Rick le pasó el brazo por los hombros y la atrajo hacia el, abrazándola para inmovilizarla contra su costado.

 

- ¡Ya estése en paz, comandante Hayes! ¡No me deja ver!

 

Lisa sonrió esa sonrisa que a Rick le encantaba y se permitió relajarse contra Rick, recargando su cabeza en el hombro del teniente y subiendo los pies al sofá. Él extendió sus brazos sobre el respaldo, permitiendo que Lisa se acurrucara contra él todo lo que quisiera. La música de piano seguía inundando el ambiente, provocando que Rick se relajara totalmente. Cerró los ojos, tratando de disfrutar más esa música tan hermosa, pero las imágenes que aquella melodía evocó en su mente eran muy diferentes de las que se podían esperar.

 

Comenzó a imaginarse cómo sería besar a Lisa ahí mismo, en ese sofá, en ese momento. Ella se sentía tibia y relajada contra su cuerpo y aquello le daba una sensación de paz y tranquilidad que lo embriagaba. Se imaginó a él mismo acariciándole el rostro a la comandante, levantando su barbilla con su dedo, para verla a los ojos y buscando sus labios con ternura… no, con desesperación. Rick sonrió, aún con los ojos cerrados y sintiendo que el corazón se le aceleraba. El perfume que desprendía el cabello de Lisa tampoco lo estaba ayudando para sacarse esos pensamientos de la cabeza. La música suave, el calor y el olor de Lisa, su cercanía física, la calma de aquella noche… era como si todo estuviera conspirando en su contra.

 

- ¿Qué se sentirá besarla sin prisas y sin presiones? – pensaba. – Sentir sus labios tan suaves… el sabor de su beso… sus manos acariciándome como lo hizo aquel día en el refugio…

 

Rick suspiró y se acomodó en el sofá. Lisa, todavía recargada en su hombro, sonrío al pensar que él se estaba quedando dormido y decidió no molestarlo. Pero nada más lejano de la realidad… Rick se estaba permitiendo fantasear un momento… fantasear con Lisa Hayes, con aquella mujer que él mismo se había prohibido pero que sin embargo se metía en sus pensamientos sin que él pudiera hacer nada para evitarlo.

 

Se imaginaba cómo se sentiría sentir el corazón de Lisa palpitando con fuerza contra su pecho, como si fuera un pajarito asustado… la manera en cómo el la abrazaría por los hombros, le acariciaría la espalda mientras sus labios hambrientos la besarían con pasión. ¿Qué se sentiría besarla en el cuello, en el lugar mismo donde su vida fluía? Rick sentía el aroma intoxicante de la comandante Hayes y aquello lo estaba haciendo perder la razón. Una vez más se encontró deseando a Lisa y aunque en lo más profundo de su mente una alarma se encendía, diciéndole que aquello era incorrecto, que él no podía tener esos pensamientos con su comandante, Rick se permitió por un momento el dejarse llevar por aquella fantasía tan placentera.

 

Poco a poco, y sin siquiera quererlo, Rick comenzó a caer en un sueño profundo y relajado. Lisa sintió como sus músculos comenzaban a soltarse bajo su peso, y cómo su respiración se hacía profunda y acompasada. Ella sonrió y hubiera querido quedarse ahí para siempre, pero la estática en la TV le indicó que era momento de ponerse de pie e ir a cambiar el video. Lisa se dio cuenta de que ya era tarde y era mejor enviar a Rick a dormir a su habitación, pero decidió prepararle algo de cenar. No lo iba a mandar a la cama en ayunas después de todo lo que él hacía por ella.

 

Lisa entró a la cocineta, justo en el momento en que Rick, suspirando profundamente en sus sueños, susurraba una sola palabra… pronunciaba un nombre, llamando a aquella persona casi con desesperación… pero ella no estuvo ahí para escucharlo.

 

 

- - - - - - - - - - - - -

 

 

Rick abrió los ojos adormiladamente cuando el aroma de un delicioso té herbal llegó hasta él. La primera imagen que vio, como salida de un sueño, fue el rostro de Lisa que le sonreía cariñosamente.

 

- ¡Hola! – lo saludó.

 

Él gruñó, se cubrió el rostro con el brazo y se acurrucó en los cojines.

 

- Rick, es tarde… mira, te preparé un poco de té y unos sándwiches… come algo para que ya te vayas a dormir a tu cuarto.

 

- No me quiero ir.

 

Rick replicó, como si fuera un niño chiquito, lo que hizo que Lisa soltara una risita divertida y se sentara a su lado, poniéndole la mano en el hombro y sacudiéndolo ligeramente.

 

- No te puedes quedar aquí… el sofá es muy incómodo.

 

- Cuando estábamos en la nave Sahara si me dejabas quedarme contigo. – Rick siguió con su juego.

 

- Bueno, pero allá yo era la oficial superior… ¿Qué dirían los demás oficiales si supieran que el teniente Hunter se está quedando conmigo?

 

- ¡Que en los departamentos de los oficiales hasta los sofás son más cómodos que las camas de los pilotos!

 

Lisa se rió abiertamente y Rick no pudo evitar reír también. Se quitó el brazo de encima del rostro y se incorporó, tallándose los ojos perezosamente.

 

- ¿Cuánto tiempo me dormí?

 

- Unos veinte minutos. – Lisa respondió casualmente mientras le servía el té. – Supongo que los videos en realidad si te estaban aburriendo.

 

- ¡Claro que no!

 

Respondió Rick, al tiempo que se encontró a si mismo admirando los movimientos finos y delicados de Lisa. Comenzó a recordar lo que había estado imaginando antes… y lo que había soñado después y no pudo evitar el sonrojarse profundamente. Le agradeció al cielo que Lisa estuviera tan concentrada en servir el té porqué no quería que lo viera así.

 

- Voy… voy a enjuagarme la cara.

 

Rick se puso de pie y salio huyendo al baño. Lisa lo siguió con la mirada y le sirvió su plato con comida. El agua del grifo corrió por un par de minutos y Rick volvió a la sala de estar con el rostro fresco.

 

- Siéntate Rick… es algo ligero, pero pensé que—

 

- ¡Está perfecto Lisa, gracias!

 

- Bueno, tú preparaste el desayuno, me tocaba la cena.

 

- Yo puedo preparar tu desayuno el día que quieras. – Rick sonrió, pero de inmediato se sonrojó al comprender el significado de aquello. – Es decir—uh… bueno…

 

- Yo entiendo. – Lisa asintió con la cabeza, tratando de ocultar su propio sonrojo y la pequeña sonrisa que tenía en los labios.

 

De ahí la conversación se centró en los videos que habían visto y en lo mucho que ambos los habían disfrutado. Aun faltaban algunos más de ver y decidieron verlos en esos días que aun tenían libres. Comenzaron a planear la manera como pensaban hacer la clasificación y catalogación del Acervo Hayes en los días siguientes. También hablaron sobre el reporte que tenían que entregar y sobre varios asuntos oficiales. Ya era tarde cuando Rick se despidió de Lisa en la puerta de su habitación.

 

Él hubiera querido besarle en la mejilla como despedida pero no lo hizo por dos razones. Primero, besar a su oficial superior en el pasillo donde estaban localizados los departamentos de todos los oficiales no parecía ser una buena idea… y segundo, después de lo que había soñado hacía unos minutos, no podía confiar en que podría controlarse al tenerla cerca de sí y recordando el capítulo sucedido en su última noche en la residencia Hayes, él prefirió no arriesgarse.

 

Se despidieron amigablemente, pero guardando sus distancias. Rick le hizo un saludo antes de doblar en la esquina del pasillo y Lisa agitó su mano como despedida. Cuando ambos se vieron solos, una pequeña sonrisa de satisfacción apareció en sus labios. Aquel había sido un buen día para ellos.

 

 

- - - - - - - - - - -

 

 

En los siguientes días, todos los esfuerzos y todo el tiempo tanto de Lisa como de Rick estuvieron centrados en la clasificación del Acervo Hayes. El trabajo era pesado, pero Lisa había decidido que quería hacerlo ella misma. Rick no quería que ella se esforzara mucho, pero ya había aprendido hacía mucho tiempo que una de las cosas que tenía en común con Lisa era esa terquedad absoluta que siempre provocaba choques entre ellos. Era inútil discutir con la teniente comandante Hayes.

 

El trabajo fue agotador y las horas parecían hacerse nada en cuanto ellos entraban al almacén en donde el material estaba resguardado. El resto del material cultural recolectado en la Misión Sahara estaba en una bodega separada, bajo el resguardo de la Comisión Científica, pero el Acervo Hayes era competencia exclusiva de la comandante.

 

Durante aquellos días la relación entre Lisa y Rick pareció recuperar la calidez y confianza que había tenido durante los días de la Misión Sahara. Aquella cordialidad se había visto dañada después de los acontecimientos sucedidos en la Residencia Hayes y el accidente que siguió a los mismos, pero ahora ambos jóvenes parecían determinados a hacer que su amistad tomara un nuevo aire. Las peleas no eran tan frecuentes y las risas comenzaron a hacerse más comunes entre ellos.

 

En más de una ocasión los Sterling fueron a ayudarles con el trabajo. Una ayuda que era siempre bien recibida por Lisa y Rick. Los cuatro pasaban grandes momentos de camaradería juntos y sus vínculos amistosos se hacían más fuertes y profundos mientras más pasaba el tiempo.

 

A veces era casi como si aquel grupo de cuatro personas en realidad estuviera conformado por dos parejas, porque aunque jamás lo admitirían, Rick y Lisa en muchos sentidos se comportaban como una verdadera pareja. Uno terminaba la frase que él otro había comenzado, muchas veces se comunicaban tan solo con un gesto o una mirada, ambos sabían cuales eran los gustos y las preferencias del otro en cuanto a comida y bebida, frecuentemente hacían comentarios y bromas que solo entre ellos entendían… si, la relación Hayes-Hunter era más estrecha y profunda de lo que ellos querían admitir y eso era algo demasiado obvio para quienes pasaban gran parte del día con ellos.

 

Max y Miriya sonreían e intercambiaban miradas pícaras cada vez que Lisa y Rick tenían algún detalle con el otro. Detalles que para ellos pasaban desapercibidos, pero no para el ojo vigilante de una guerrera Zentraedi que había sido entrenada para observar el comportamiento humano. El lenguaje corporal, los gestos, las miradas, todo hablaba en un idioma que Miriya sabía comprender y que Max había aprendido a leer a través de los comentarios siempre precisos y no siempre amables de su esposa.

 

- ¡Si Rick y Lisa pasaran más tiempo tratando de encontrar el valor para revelarse sus sentimientos y menos tiempo tratando de ocultar lo que es tan obvio, las cosas serían muy diferentes para ellos! – Le había dicho una noche a Max. - ¿Qué es lo que los detiene? Yo pensaba que ustedes, los humanos, estaban ansiosos por unir sus labios con la persona a quien aman… pero Rick y Lisa parecen ser la excepción que confirma la regla.

 

- Cierto. – Le había respondido Max, riendo divertido. - ¡No saben de lo que se están perdiendo! Pero ¿Sabes una cosa, Miriya? Ese tipo de personas, cuando por fin dan rienda suelta a su corazón, son las más peligrosas.

 

- ¿En qué sentido?

 

- Bueno… ¿Porqué explicártelo si puedo mostrártelo?

 

Max le guiñó el ojo a su esposa traviesamente y sin darle tiempo a reaccionar la tomó en brazos, levantándola del suelo y llevándola a la habitación, mientras ambos reían y compartían un beso traviesamente apasionado.

 

 

- - - - - - - - - - - -

 

 

La semana de descanso se había ido como agua y pronto era lunes por la mañana, el día en que la Teniente Comandante Lisa Hayes y el Escuadrón Skull al mando del Teniente Primero Rick Hunter debían presentarse ante el Consejo del SDF1 para entrarles el reporte de la Misión Sahara 1 y recibir sus nuevas asignaciones.

 

Los cuatro jóvenes esperaban pacientemente fuera del Salón de Consejo, vistiendo sus impecables uniformes militares. Max estaba recargado contra el muro y Miriya descansaba perezosamente en su pecho, mientras él le acariciaba el cabello. Rick se paseaba impacientemente de un lado a otro del pasillo, mientras que Lisa, recargada en el muro cerca de la puerta y sosteniendo la carpeta con su reporte, no podía evitar el sentir un poco de envidia por Max y Miriya… ¡se veían tan felices!

 

Finalmente la puerta se abrió y una asistente les indicó que podían entrar. Una vez en el salón de consejos, los cuatro miembros de la RDF saludaron militarmente, mientras que Lisa se reportaba ante el Almirante Gloval. En aquel lugar estaban reunidas varias personas, incluyendo al Doctor Lang, al Coronel Maistroff e incluso la teniente Grant, como asistente personal del almirante. Gloval les indicó que tomaran asiento y que procedieran con el informe.

 

Lisa introdujo un disco en la computadora que tenía frente a sí y el reporte, incluyendo fotografías, mapas, planos y gráficas, empezó a aparecer en las enormes pantallas alrededor de la sala. Todos siguieron con atención las explicaciones de Lisa, quien les habló del terreno que habían cubierto, del material tanto militar como cultural que se había recuperado y de los trabajos que se estaban llevando a cabo para entregar todo ese material al consejo clasificado correctamente.

 

Hubo un interés particular de los ahí reunidos por el Acervo Hayes. Lisa les explicó en qué consistía dicho acervo y el destino que ella le pensaba dar a esa herencia familiar. Todos estuvieron de acuerdo en la idea de Lisa de donar aquello a un museo, pero antes le pidieron que le permitiera a la Comisión Científica hacer una revisión del material con fines no solo científicos, sino estratégicos y de inteligencia. Después de todo, había sido propiedad de un Almirante de la RDF. Lisa accedió y se estableció que la investigación comenzaría ese mismo día, por parte del doctor Lang y su equipo.

 

Cuando se terminó de hacer el reporte y ya no hubo más preguntas ni comentarios, Gloval agradeció a la comandante Hayes y al Escuadrón Skull por una misión bien cumplida y enseguida, para sorpresa de Lisa y sus compañeros, el Almirante Gloval los llamó al frente, uno a uno, para entregarles sus insignias del nuevo grado que a partir de ese momento tan merecidamente ostentarían.

 

El cabo Miriya Parino-Sterling fue ascendida a sargento. El sargento Maximilian Sterling fue ascendido a Teniente. El Teniente Primero Rick Hunter fue ascendido a Teniente Comandante y finalmente la Teniente Comandante Lisa Hayes fue ascendida a Comandante. Aquello los tomó por sorpresa, pero fue una sorpresa muy bien recibida. Todos se sentían orgullosos y aunque tenían que actuar formales y apegados a la etiqueta militar, los cuatro tenían ganas de abrazarse y felicitarse mutuamente.

 

El Almirante Gloval por medio de Claudia Grant les entregó sus nuevas asignaciones. La comandante Hayes volvería a su puesto en el Centro de Comando y Control de Comunicaciones, del cual estaba a cargo. El escuadrón Skull había sido reasignado, las misiones de recuperación de material habían concluido y a partir de ese día el Skull estaría a cargo de la seguridad en la Nueva Macross y zonas aledañas. Sus misiones serían de patrullaje y apoyo a la seguridad del sector Macross. Las cosas estaban tranquilas, pero no querían problemas con los Zentraedis, por lo que una vigilancia constante era garantía de un desarrollo sostenido.

 

Cuando volvieron a sus lugares, Gloval pidió al Doctor Lang que hiciera un reporte del status de la Misión Científica del SDF1. Aquello era de particular interés para todos, así que la atención se centró en el doctor Lang y se hizo un silencio profundo y total cuando él comenzó a hablar:

 

- Después del cruento ataque total de Dolza a nuestra tierra, el planeta no está en condiciones de recuperar la cultura tan avanzada y la base tecnológica que alguna vez tuvo. – Lang comenzó, al tiempo que imágenes muy poco agradables aparecían en las pantallas. – El mundo que una vez conocimos ha desaparecido y no tenemos los recursos ni humanos, ni materiales ni naturales para reconstruirlo. Los recursos de nuestra tierra están totalmente agotados y no hay manera de recuperarlos… después del Apocalipsis que vivimos, la raza humana no puede siquiera pensar en un nuevo principio como civilización, porque simplemente no tenemos los medios que alguna vez nuestros antepasados tuvieron… en resumen, en el estado en que están las cosas, no podríamos siquiera dedicarnos a la caza, pesca o recolección.

 

El doctor Lang hizo una pausa dramática. Parecía que nadie en el salón de consejo estaba respirando. Después de unos angustiosos segundos, prosiguió:

 

- Pero aun tenemos la esperanza llamada SDF1 y la Ciudad Macross que alberga en su interior. Esta fortaleza, caballeros, representa el génesis de una humanidad devastada… nosotros somos lo único que queda de lo que alguna vez fue una civilización poderosa y orgullosa.

 

En las pantallas del salón se seguían proyectando imágenes para dar más impacto a las palabras del doctor Lang. Todos las observaban con atención.

 

- El cráter en el que el SDF1 descansa desde que cayó a la tierra hace ya varios meses ha podido ser adecuado y convertido en un lecho lacustre. Alrededor del Lago Gloval se han desembarcado lo que quedaba de la Ciudad Macross y la reconstrucción ha comenzado. Se han empezado a reestablecer los equilibrios ecológicos ahora que ya hemos podido, en tiempo record, recuperar la humedad que el planeta había perdido tras el ataque Zentraedi. Las lluvias comienzan a cesar y la tierra reverdecerá una vez más… en la Nueva Macross ya se están construyendo casas, calles, comercios y pronto comenzarán a reconstruirse las vidas de los sobrevivientes. Los motores del SDF1 se encargarán de proporcionar la energía que se requiere para que la ciudad funcione correctamente. Nuestros técnicos del SDF1 coordinarán la creación de una nueva base industrial dentro de la ciudad y la RDF se encargará de imponer el orden y la seguridad.

 

Lang hizo una pausa, para que sus palabras pudieran ser completamente asimiladas y comprendidas por los ahí reunidos. Después de todo era la primera vez en semanas que las tres misiones: militar, científica y civil se encontraban reunidas.

 

- La Nueva Macross se convertirá en un centro económico urbano en poco tiempo. – El coronel Maistroff comentó. – El SDF1 está siendo también el principal centro de cuidados médicos para todos aquellos sobrevivientes que hemos podido transportar hasta aquí. Los escuadrones de la RDF y los cuerpos civiles han estado trabajando contra reloj… hemos contado con la ayuda y colaboración invaluable de los soldados zentraedis que fueron parte de la Armada de Breetai y que sobrevivieron al último ataque… muchos de ellos han decidido quedarse con nosotros, algunos en su tamaño original y otros muchos han pedido ser micronizados.

 

- Yo quiero comentar y elogiar la labor de la comandante Hayes y su equipo. – Gloval comentó. – Después de todo han sido ellos quien por su propia iniciativa han tomado bajo su responsabilidad la salvaguarda del acervo cultural de la humanidad. El conocimiento acumulado y la sabiduría de la especie Homo Sapiens han sido rescatados de una extinción segura por este decidido grupo de jóvenes. Quizás en estos momentos ustedes no vean la verdadera dimensión de lo que han logrado con su misión Sahara… pero la humanidad y la historia se encargarán de agradecérselos.

 

Lisa, Rick, Max y Miriya sonrieron agradeciendo las palabras de Gloval, quien los saludó con un movimiento de cabeza y una pequeña sonrisa que dejaba entrever el orgullo que sentía por ellos.

 

El doctor Lang ya estaba hablando otra vez:

 

- Nuestro mundo quedó totalmente incinerado y yermo tras el ataque, marcado por cráteres y hendiduras… por todas partes hay testimonios de esa última gran batalla. – Imágenes de naves Zentraedis y veritechs que se habían estrellado contra la tierra aparecían en la pantalla… aquello era un espectáculo que Lisa y sus compañeros conocían demasiado bien. – La superficie del planeta está cubierta por chatarra que por generaciones va a ser un recordatorio de ese último día de la raza humana… no podemos desmantelarlos ni enterrarlos… solo el tiempo y los elementos se encargarán de acabarlos, pero no mientras los sobrevivientes de esta guerra vivamos… es por esto que hemos comenzado con un trabajo de reforestación que durará varias generaciones. Hemos comenzado con un programa de clonación de plantas y animales, utilizando la protocultura como base energética para ello. Con esto planeamos comenzar a rehabilitar los ecosistemas en un tiempo considerablemente más corto que el que se necesitaría para hacerlo naturalmente.

 

Gloval asintió. Los jóvenes militares estaban impresionados con todo lo que estaban escuchando y las imágenes que veían en las pantallas. La raza humana era terca, no sería tan fácil aniquilarla, eso ya lo habían demostrado.

 

- ¿Cómo van los avances en la construcción de Nueva Macross? – Gloval le preguntó a Maistroff.

 

- Bastante adelantados, almirante. Los edificios ya están en pie, ahora que la lluvia está amainando se piensa comenzar con la pintura de la ciudad. Al mismo tiempo se están transplantando todos los árboles y plantas que teníamos en las calles de Macross aquí en el SDF1. Nueva Macross será una ciudad en donde los recursos y la energía se utilizarán con eficacia. Tenemos calentadores solares, paneles fotovoltaicos y sistemas de reciclaje. Todo es cien por ciento ecológico. Estamos poniendo un especial interés en la colonia militar, la cual ha sido unida al SDF1 por medio de un sistema aéreo de agilización de transito. Estamos instalando las casas prefabricadas alimentadas con la energía de paneles solares guiados por microprocesadores.

 

- Bien, me interesa de manera especial que esa zona de la ciudad esté habilitada de manera prioritaria. Nuestros soldados se lo merecen.

 

La reunión se extendió por espacio de 3 horas, pero el tiempo se fue rápidamente pues todo lo que se tenía que informar sobre las misiones era interesante. Lisa y sus compañeros trataban de asimilar toda la información que se les presentaba. Ella ya pensaba en que iba a pasar la noche estudiando el CD que le habían entregado con toda la información.

 

Cuando finalmente ya no hubo preguntas ni comentarios, el almirante Gloval dio por terminada esa reunión y les indicó que podrían retirarse. Todos comenzaron a salir de la sala de juntas, algunos se quedaron conversando en pequeños grupos. Al parecer todos estaban impresionados por los avances y los logros obtenidos en un periodo tan corto de tiempo.

 

La teniente Grant se acercó a Lisa y sus compañeros aun antes de que ellos se pusieran de pie.

 

- ¡Muchas felicidades a todos! – les dijo con alegría. – Sin duda estoy ante los jóvenes más prometedores de la RDF.

 

- Gracias. – replicaron los cuatro al unísono.

 

- Comandante Lisa Hayes… hmmmm… y usted, teniente comandante Hunter… ese era el rango de Roy. – Claudia sonrió con tristeza.

 

Rick inclinó la cabeza, sintiéndose a la vez orgulloso y melancólico al pensar en aquello. En su mente tuvo un pequeño diálogo con Roy, mientras Claudia seguía hablando con Lisa y los Sterlings.

 

- ¡Mira hasta donde he llegado, hermano! – Rick pensaba. – Jamás me imagine que las cosas serían de esta manera y yo creo que tú tampoco. ¿Ya tenías esto planeado cuando me invitaste a acudir al lanzamiento del SDF1 hace ya tanto tiempo? Conociéndote hermano, supongo que de una u otra manera ya tenías en mente la idea de hacerme parte de la RDF. Sin embargo te fuiste muy pronto, pero aquí estoy yo, continuando con tu obra. Y no estoy solo… ¿Qué dirías si supieras que la comadreja parlanchina se ha convertido en alguien tan importante en mi vida como lo eres tú? Todo lo que soy hasta este punto de mi vida se los debo a ustedes dos.

 

- ¡Esto es fantástico, Claudia!

 

La voz de Lisa hizo que Rick volviera a la realidad. Vio a la comandante y a los Sterling inclinados sobre un plano que Claudia había extendido sobre la mesa y él se acercó a investigar de qué se trataba. Era el plano de la Nueva Macross y del sector militar. Como asistente de Gloval, Claudia había sido nombrada responsable de ubicación de militares, lo que significaba que ella era quien asignaría las casas para todo el personal de la RDF.

 

- ¿Qué opina usted, comandante Hunter?

 

Rick miró a su amiga sin poder procesar aun la idea de su nuevo rango militar… y sin saber qué era exactamente lo que le estaba preguntando.

 

- ¿…Uh?

 

- Claudia está asignando las casas que ocuparemos en la colonia militar. – Lisa le señaló al plano. – Esta es el área de pilotos solteros y esta es la casa que tú vas a ocupar, Rick.

 

El comandante Hunter miró al plano y vio un pequeño cuadro color rojo con su nombre. Para él cualquier casa era igual, lo que le interesaba era saber que tan lejos su casa estaría de la de Lisa. Recorrió el mapa con su mirada y localizó el área designada para los oficiales del SDF1. Ahí estaba la casa de Lisa, no muy lejos de la de Claudia. Hizo rápidos cálculos mentales y supuso, correctamente, que su casa no estaba alejada más de un kilómetro de la de la comandante Hayes. Aquello no era tan malo. Además viviría a solo una cuadra de los Sterling.

 

- ¿Y cuando vamos a mudarnos?

 

Claudia se rió y Rick se preguntó que había dicho que fuera tan gracioso.

 

- ¡Impaciente como todos los pilotos, Hunter! Bueno… aun no hay una fecha establecida, pero no será dentro de mucho tiempo. Unas semanas solamente. Lo que si les puedo asegurar es que pasaremos la navidad en nuestras nuevas casas, de eso no hay duda.

 

La navidad estaba cerca, pero hasta que Claudia lo mencionó ellos parecieron percatarse de ello. En ese mundo post-apocalíptico el tiempo parecía haberse alterado. Sin embargo los habitantes de Macross harían hasta lo imposible por volver a retomar el curso de la vida.

 

Claudia les habló, de manera casi confidencial, de dos nuevas ciudades que se estaban formando lejos del SDF1 y totalmente independientes a él: Ciudad Monumento y Ciudad Granito. Y al parecer ese era sólo el comienzo, pues grupos de sobrevivientes comenzaban a reunirse más allá de las fronteras de Macross y su jurisdicción para reconstruir lo que quedaba de algunas ciudades aledañas que si bien habían sido dañadas por el ataque, aun tenían esperanzas de restauración.

 

Todas aquellas noticias subieron el ánimo de los jóvenes militares casi tanto como el ascenso que habían obtenido y el hecho de que la Misión Sahara hubiera sido un éxito. Claudia podría haber seguido hablando por horas, pero el coronel Maistroff le pidió que lo acompañara a otra junta que tenían con los cuerpos civiles de Nueva Macross y la teniente Grant se tuvo que retirar.

 

Lisa, Rick y los Sterlings salieron de la sala de juntas. La comandante Hayes y el teniente comandante Hunter tomaron la delantera, comentando todos los sucesos del día y sin percatarse de que Max y Miriya se habían quedado unos pasos atrás y cuchicheaban algo, al tiempo que intercambiaban sonrisas traviesas.

 

- ¡Hey, jefe! ¡Comandante Hayes! - Max finalmente los detuvo.

 

- ¿Qué sucede?

 

- Miriya y yo estábamos pensando… ¿Qué les parecería una cena hoy por la noche, para celebrar nuestros ascensos y el buen término de la misión y todo lo demás que se tenga que celebrar?

 

- ¿Piensas cocinar, Max? – Rick bromeó… aunque en realidad esperaba que Miriya no decidiera hacerla de chef.

 

- De hecho estábamos pensando en salir a cenar. – Miriya respondió.

 

- Si, a un lugar elegante… creo que nos lo merecemos. ¿Qué dicen? ¿Nos acompañan?

 

Rick y Lisa intercambiaron miradas. Aquello no parecía una mala idea y de hecho les emocionaba la posibilidad de pasar una noche en compañía de sus compañeros. A Rick en particular le parecía una idea excelente, tan solo al pensar que se cumpliría la fantasía que había tenido hacía unos días, de ver a Lisa con uno de esos vestidos formales que tenía en su guardarropa.

 

- Pues… yo creo que es una buena idea. – Rick habló. - ¿Tú que dices, Lisa?

 

- Es que… mañana tenemos que reportarnos en nuestros puestos muy temprano y…

 

Ella trató de buscar un pretexto. No era que la idea no le emocionara, sino que no estaba acostumbrada a que la invitaran a salir de esa manera y en realidad no sabía como reaccionar.

 

- ¡Vamos Lisa! – Rick le puso la mano en el hombro. – Te prometo que yo mismo me encargaré de que estés tempranito en tu cama.

 

Max y Miriya no pudieron contener la risa. Rick y Lisa los miraron sin saber qué era tan gracioso, pero cuando se dieron cuenta de la manera cómo los Sterling habían tomado ese comentario, ambos se sonrojaron.

 

- ¡Eso no es lo que quise decir! – Rick murmuró entre dientes, lanzándole a Max una mirada precautoria.

 

- De acuerdo, me parece una buena idea. – Lisa trató de sonreír y no hacer mucho caso del comentario previo.

 

- ¿Qué les parece a las 2000 horas en el restaurante que está cerca de la MBS? Me han dicho que la comida ahí es deliciosa y que la música es muy buena también.

 

- Suena bien.

 

- ¡Ahí nos vemos entonces! ¡Es una cena formal! – los Sterling comenzaron a alejarse rumbo al hangar. - ¡Comandante Hayes, que tenga un buen día! Rick… ¿vienes?

 

- En un momento los alcanzo.

 

Max y Miriya se retiraron y Rick quedó en el pasillo, frente a Lisa, quien lo miraba con interés, esperando lo que te tuviera que decir.

 

- Lisa, solo quería decirte que te felicito por la manera en que presentaste el reporte. ¡Fue excelente!

 

- Gracias Rick… pero el crédito también es tuyo, tu me ayudaste con todo esto.

 

- Pero tu eres la que al final de paras frente a todos esos tipos… yo no podría hacerlo. También quiero felicitarte por tu promoción, Comandante Hayes.

 

- Bueno, también yo quiero felicitarlo, Teniente Comandante Rick Hunter. – Lisa no pudo ocultar el orgullo en su voz.

 

- Gracias Lisa. – Rick sonrió y bajó su mirada.

 

- Estoy un poco nerviosa sobre la cena de esta noche… es que no se que ponerme.

 

Rick miró a su comandante y le sonrió traviesamente.

 

- Pero comandante Hayes, si vi que en su guardarropa tiene algunos vestidos con los que seguramente se vería fantástica esta noche.

 

- ¡Vaya! – Lisa se sonrojó un poco. - ¿Crees que debamos ir muy formales?

 

- No tan formales… bueno, yo solo tengo un traje… así que no tengo muchas opciones.

 

El localizador personal de Lisa comenzó a sonar y ella miró el mensaje que tenía, al tiempo que hacía un gesto de resignación.

 

- Bueno, el deber llama… debo volver al centro de comando. ¿Tienes patrullaje, Rick?

 

- No… de hecho primero tenemos una reunión en la que se nos explicarán las nuevas asignaciones de los escuadrones que estaremos apoyando en el sector Macross. Supongo que ya debería irme yo también.

 

- Entonces te deseo un buen día… ¡Y buena cacería, piloto!

 

- Espero verte en la Tac Net más tarde Lisa.

 

- Y si no, nos vemos esta noche en el restaurante.

 

Lisa comenzó a alejarse rumbo a su zona de trabajo, pero Rick se quedó parado donde estaba, sus ojos clavados en Lisa.

 

- ¡Comandante Hayes! – la llamó antes de que ella diera vuelta en la esquina del pasillo.

 

- ¿Si?

 

- ¿Estaría bien si paso por ti a tu habitación alrededor de las 1930 horas?

 

Una sonrisa lenta, sincera, salida directamente del corazón apareció en los labios de la comandante. En ese momento quiso decir muchas cosas, pero no encontró el valor ni la fuerza para hacerlo. Al final solo asintió con la cabeza y apenas y pudo murmurar su respuesta:

 

- Ahí te espero.

 

Rick le sonrió radiantemente y se dio media vuelta, alejándose a toda prisa en dirección contraria. Lisa lo miró hasta que desapareció del pasillo. Suspiró profundamente y luego, con el corazón latiéndole en la garganta, se dirigió sin prisas al centro de comando.

 

 

- - - - - - - - - - - -

 

 

El día pasó lento pero sin grandes contratiempos. Lisa tuvo que ponerse al día con todos los reportes y procedimientos del centro de comando. Pasó gran parte del día leyendo informes y revisando mil y un documentos.

 

En algún momento escuchó a Vanessa a sus espaldas, dando instrucciones de vuelo al escuadrón Skull y al escuchar la voz del comandante Hunter en el tac net sintió que su corazón se detenía por un segundo. Tuvo el impulso de ir a la consola de Vanessa y pedirle que la dejara dirigir ese vuelo de patrullaje, pero no lo hizo, sabiendo que esa no era su obligación.

 

Sin embargo no podía ocultar la sonrisa que aparecía en sus labios cada vez que Rick se comunicaba con Vanessa. Recordaba aquellos días que ya parecían tan lejanos, cuando era ella quien le daba las instrucciones al teniente Hunter, quien lo guiaba en combate… quien le picaba su ego, sabiendo que esa era la única manera de forzarlo hasta el límite, a que diera todo lo que él podía dar… a que llegara tan lejos como ella sabía que él podía llegar.

 

Ahora, al escucharlo en la red de comunicaciones, dando órdenes y dirigiendo a su escuadrón, tan confiado, tan seguro de sí mismo, tan profesional, Lisa no podía menos que sonreír con orgullo y con la firme y absoluta certeza de que Rick Hunter iba a llegar muy lejos dentro de la RDF. El cielo era el límite… ¿O quizás las estrellas?

 

 

- - - - - - - - - - -

 

 

Aquella tarde Lisa fue a su departamento lo más temprano que pudo. Había tenido que cumplir con algunas asignaciones de último momento, pero había trabajado rápido y para sorpresa del Coronel Maistroff y orgullo de Claudia, la comandante Hayes había entregado aquellos documentos en manos del Almirante Gloval solo dos horas después de que le habían sido requeridos.

 

Ahora estaba en su cuarto, de pie ante su guardarropa tratando de decidir qué vestido ponerse esa noche. Tenía que ser formal, pero no quería que fuera llamativo. No tenía mucho de donde escoger, solo 3 o 4 vestidos, todos ellos regalos de Claudia en varios cumpleaños y navidades. Todos ellos nuevos, sin haber sido usados jamás.

 

Había uno negro… pero era demasiado formal. ¿El rojo? Demasiado llamativo… había uno azul y otro verde, esos eran bonitos y un tanto conservadores. Pero Lisa no estaba segura de que esos colores fueran apropiados para salir de noche. Aquello parecía una misión imposible.

 

- ¡Es una cena! – se dijo a sí misma. - ¡Simplemente una cena!

 

Finalmente eligió un vestido color plumbago que ella misma había comprado poco después de haber sido asignada al SDF1. Jamás había tenido la ocasión de usarlo, pero le había gustado el color y el hecho de que el vestido, a pesar de ser formal y elegante, no era demasiado llamativo o revelador… pero tampoco era lo que se pudiera llamar conservador. Le llegaba debajo de las rodillas y dejaba al descubierto sus hombros y sus brazos. Lisa pensó que en realidad ella no estaba acostumbrada a usar ese tipo de ropa, pero esa noche decidió intentarlo.

 

Acomodó su vestido en la cama y enseguida entró al baño, en donde pasó casi 45 minutos relajándose en el agua tibia. Aquello era delicioso y por un momento deseo que no tuviera que salir esa noche.

 

 

- - - - - - - - - - - - -

 

 

Eran las 1930 hrs. en punto, cuando alguien llamó a la puerta de la comandante Hayes. Ella sabía perfectamente quien era, así que ni siquiera hizo el intento de ir a abrir, simplemente le indicó que entrara.

 

Rick entró al departamento, mirando alrededor. Estaba un poco nervioso y era bastante obvio en la expresión de su rostro. Se frotaba las manos insistentemente, deseando que no le sudaran tanto.

 

- ¿Lisa? – la llamó. -¿Estás lista?

 

- Si… espérame solo un segundo. – le contestó desde su recamara. - ¡No tardo!

 

Aun desde el recibidor, Rick podía oler el perfume suave y delicado de Lisa y aquello le paralizaba todos los sentidos. Cerró los ojos y respiró profundamente, queriéndose embriagar con ese aroma.

 

- ¿Cómo estuvo el patrullaje del hoy? – Lisa le preguntó desde la habitación.

 

- Bien… tranquilo. Me asignaron a un grupo de 5 nuevos pilotos y voy a tener que entrenarlos este mes. Hoy volamos solo como reconocimiento, era la primera vez que salían con sus VTs a campo y—

 

Rick se quedó mudo a media frase, cuando vio a Lisa aparecer en el recibidor. Sin poder evitarlo parpadeó repetidamente, como para convencerse de que no estaba soñando y luego sacudió la cabeza y exhaló el aire que por unos segundos había retenido en sus pulmones. Lisa estaba hermosa esa noche… preciosa como jamás la había visto en su vida. Él siempre había sabido que ella era una mujer muy bella… pero ahora se daba cuenta de que “hermosa” no era una palabra lo suficientemente buena para describirla.

 

El vestido color plumbago que llevaba puesto hacía resaltar sus ojos verdes y la suavidad de su piel. Los ojos de Rick se pasearon por la curva del cuello y los hombros de su comandante y finalmente se encontraron con aquel par de esmeraldas que lo observaban fijamente.

 

- ¡Te ves muy guapo con ese traje, Rick! – Lisa comentó con sinceridad.

 

- Yo—no, tú te ves preciosa…

 

Lisa soltó una risita y se sonrojó, lo que solo hizo que, a los ojos de Rick, se viera aun más bella, si aquello era posible.

 

- Pues estoy lista.

 

Rick sacudió la cabeza tratando de salir de su asombro y enseguida se apresuró a tomar un delicado abrigo blanco que estaba sobre el respaldo del sofá y a colocarlo en los hombros de Lisa. Le ofreció su brazo, el cual ella aceptó con una sonrisa que hizo que el cielo se abriera para el comandante Hunter. Él le regresó la sonrisa con la misma calidez y espontaneidad y ambos salieron del departamento de Lisa, comenzando a intercambiar las experiencias de su día de trabajo.

 

 

- - - - - - - - - - - -

 

 

Cuando Rick y Lisa entraron al restaurante, Max y Miriya ya los esperaban en la mesa. El jefe de meseros los condujo a donde estaban los Sterling. Ellos no se habían dado cuenta de su presencia y Lisa sonrió con ternura cuando vio a Max hablando al oído de Miriya, mientras ella, con sus ojos clavados en la flor que sostenía en su mano, sonreía pícaramente.

 

- ¡Buenas noches! – Lisa los saludó.

 

- ¡Oh! ¡Buenas noches! – Max se puso de pie, como activado por un resorte. – ¡Lisa… es decir, comandante Hayes!

 

- ¡Lisa! –Miriya interrumpió a su esposo. - ¡Te ves hermosa!

 

- Gracias… - sonrió Lisa, al tiempo que Rick galantemente le ayudaba a quitarse el abrigo y le acomodaba la silla.

 

- Bien, - Rick les sonrió a sus amigos. - ¡Directo al grano! Señores, estoy muy orgulloso de lo que hemos logrado. Este ascenso que obtuvimos no fue gratis, solo nosotros sabemos cuanto nos ha costado llegar hasta aquí.

 

Lisa sonreía, asintiendo a las palabras de Rick y observando las sonrisas orgullosas en las caras de los Sterling.

 

- Rick tiene razón. – Lisa prosiguió. – Muchachos, yo se los digo con sinceridad, ustedes son el mejor equipo que existe en toda la RDF, al único al que confiaría mi vida… espero que podamos seguir trabajando juntos por muchos años más.

 

Mientras Lisa hablaba, Rick había llenado las copas con la champaña que los Sterling ya tenían lista para la ocasión.

 

- ¡Pues por nuestro ascenso! – Max levantó su copa. – ¡Por el Escuadrón Skull, el mejor de la RDF… y por la Comandante Hayes, la mejor oficial del SDF1!

 

Los cuatro jóvenes militares brindaron alegremente y se felicitaron por todos los logros obtenidos y por el éxito de la misión. Un mesero se acercó a tomarles su orden para la cena y después de que todos ordenaron, Max y Miriya intercambiaron miradas traviesas y fue el teniente Sterling quien comenzó a hablar:

 

- Bueno… es que pensamos tener esta cena no solo para celebrar los ascensos… de hecho ya lo habíamos pensado desde antes…

 

- ¿Qué sucede, Max?

 

Max miró a Miriya con una sonrisa en el rostro y ella tomó su mano, al tiempo que su mirada iba de Rick a Lisa y luego de regreso a su esposo.

 

- ¿Recuerdas que te dije que me he estado sintiendo mal, Lisa? – Miriya habló con la emoción apenas contenida en su voz.

 

- Si, recuerdo que lo mencionaste cuando estuve en el hospital… ¿Qué sucede Miriya? ¿Todo está bien?

 

- Es que… - Max dudó un poco entre cual sería la mejor manera de decirlo, pero decidió que simplemente se los diría sin anestesia. – Creemos que Miriya puede estar esperando bebé.

 

Rick y Lisa se quedaron mudos de la sorpresa. Sus ojos estaban clavados en Miriya, quien sonreía con una ternura que jamás habían visto en el hermoso rostro Zentraedi. Max la tomó de la mano y la besó amorosamente, mientras ambos esperaban alguna reacción por parte de sus oficiales superiores.

 

- ¿Esperando bebé? – Rick casi tartamudeó. – Es decir… ¿Embarazada?

 

Max y Miriya asintieron, sin poder contestar con palabras a causa de la emoción desbordada que sentían en esos momentos. Fue Lisa quien reaccionó, lentamente una enorme sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro y abrió los brazos para recibir a Miriya, quien emocionada como estaba, sentía la necesidad de compartir ese momento con alguien más… con otra mujer.

 

- ¡Felicidades! ¡Miriya, cuando me dijiste que te sentías mal jamás se me ocurrió que esto pudiera haber sucedido! Pero… ¿Están seguros?

 

- Todavía no. – Max admitió. – Pero ya es demasiado obvio…

 

- Pero es que deben de ir al hospital de inmediato. – Rick habló, sintiéndose contagiado por aquella alegría y emoción. - ¡Deben de asegurarse!

 

- Esa es la cuestión, jefe. Miriya y yo estamos casi seguros y sabemos que esto debe de ser confirmado por un médico del hospital militar. Pero queríamos hablar con ustedes primero porque queremos saber cual sería la mejor manera de proceder… es decir, en caso de que nuestras sospechas sean confirmadas, nuestro bebé sería el primer ser mestizo entre humanos y zentraedis y lo último que yo quiero es que tengan a mi esposa durante nueve meses metida en un laboratorio, haciéndole estudios… y tampoco quiero que una vez que nazca mi bebé, lo tengan sometido a exámenes médicos y estudios, como si fuera un bicho raro.

 

- Lo entiendo, Max. – Lisa asintió. – Y estoy totalmente de acuerdo contigo… supongo que va a ser inevitable que algunos estudios se hagan, pero yo soy de la idea de que esta situación debe de manejarse de manera natural, dejando que las cosas sigan su curso… debo admitir que estoy impresionada, jamás pensé que esto pudiera ser posible… yo—

 

- Yo no estoy tan sorprendido. – Rick soltó una risita. – De hecho me parece que ya se habían tardado demasiado.

 

Max y Miriya sonrieron y Lisa le soltó un golpe juguetón a Rick en el brazo.

 

- No me refería a eso, Hunter… - se rió. – Más bien al hecho de que una concepción entre dos razas diferentes… bueno, no es tan sencilla cómo una concepción entre humanos.

 

- Si claro… tu encárgate de lo técnico, Lisa. – Rick le guiñó el ojo. – Pero en términos de relaciones humanas, ¿Qué podemos decir, verdad Max?

 

- Bueno jefe… cuando dos personas se aman…

 

- Y cuando tu pareja es tan bueno presionando labios… y cuando en aún mejor en—

 

- Amor, no creo que quieran escuchar los detalles. – Max la detuvo, con una risita nerviosa.

 

- ¿Pero cuándo sucedió? – Lisa se estaba riendo.

 

- Pensamos que durante la misión Sahara…

 

- ¡Vaya! – Rick también se rió. - ¿Demasiado tiempo libre y un clima muy frío?

 

- ¿Qué acaso pensaron que ustedes eran los únicos que podían divertirse? – Miriya le replicó con agudeza.

 

Las sonrisas desaparecieron de los rostros de Rick y Lisa. Ambos se miraron y se sonrojaron profundamente, mientras escuchaban las risas divertidas de los Sterling.

 

- ¡Ya en serio! – Max se quitó los lentes para limpiarlos con la servilleta, pues con tanta risa se le habían empañado. – Lisa, ¿Qué nos recomiendas hacer?

 

- Bueno… voy a hablar con Gloval mañana mismo. Le voy a explicar la situación y le pediré como favor muy especial que no se le de gran publicidad a este asunto y que se respete tanto su vida privada como el derecho que ustedes tienen de decidir que tanto van a colaborar con los médicos, en cuanto a exámenes y pruebas. Yo los voy a apoyar en todo lo que se pueda. Todo va a salir bien, no se preocupen.

 

- ¿Ves Max? Te dije que Lisa nos sacaría de todas nuestras dudas… es bueno ser amigos de la Primera Oficial del SDF1. – Miriya le sonrió a Lisa.

 

La comida les fue servida y mientras cenaban, continuaban conversando sobre aquel posible embarazo, sobre las posibilidades que eso abría para el entendimiento entre ambas razas, sobre todas las teorías científicas que aquel embarazo echaría por tierra y las muchas otras que surgirían. También hablaron sobre el nombre del futuro bebé, sobre la decoración de su habitación una vez que sus casas les fueran entregadas, sobre los planes que Max y Miriya tenían ya para su vástago.

 

La conversación era amena, agradable y muy amistosa. Los lazos emocionales y afectivos que se habían ido formando entre los cuatro militares en los últimos meses parecían estarse solidificando de manera definitiva aquella noche. Varias personas se detuvieron a mirarlos mientras ellos hablaban animadamente. Eran dos parejas bastante atractivas, se veían bien juntos y sobre todo, había alrededor de ellos un aura especial que irradiaba alegría y esperanza para quienes los veían.

 

En un momento, entre la cena y el postre, Lisa y Miriya se disculparon para ir al tocador de damas. Rick y Max se pusieron de pie para despedirlas y luego volvieron a tomar sus lugares.

 

- ¡Esta vez si que me sorprendiste, Max! – Rick le palmeó la espalda a su amigo. - ¡Eres un demonio!

 

- ¿Qué te puedo decir, Rick? Estoy tan feliz que no puedo siquiera expresarlo… tu sabes que yo quede huérfano durante la guerra y el tener a mi familia ahora es algo que yo simplemente… no se, a veces siento que debo de caer de rodillas y agradecer al cielo por todo lo que me ha dado. Tengo a Miriya, ahora tendré a mi bebé, tengo un buen trabajo, tengo vida y por si fuera poco, tengo amigos tan maravillosos como tú y la comandante, Rick. ¿Qué más se le puede pedir a la vida?

 

Rick sonrió y le palmeó el hombro a Max en un gesto que más que amistoso era fraternal.

 

- Tu sabes que los sentimientos son mutuos, amigo. Yo no podría pedir mejores compañeros de vuelo que Miriya y tú… porque mucho más que ser solo mis camaradas de armas, son mis amigos y eso sinceramente es algo que no se puede expresar en palabras.

 

- ¿Y qué hay con Lisa, jefe?

 

- ¿A qué te refieres? – Rick fue tomado fuera de guardia por el comentario de su amigo.

 

- Creo que tu sabes a qué me refiero, Rick… ¿Cómo van las cosas con ella? Porque no me vas a decir que no hay nada entre ustedes… los hemos estado observando… incluso aquí esta noche… y discúlpame amigo pero creo que es más que obvio que por aquí hay fuego.

 

- No lo se, Max. – Rick suspiró con cierta frustración. – Es que sinceramente no se en donde me encuentro parado, cuando se trata de Lisa…

 

- Rick, creo que tu mejor que nadie sabes que lo que tu creías que había entre Minmai y tu ya hace tiempo que se terminó.

 

- ¿Lo que yo creía que había? - Rick preguntó con cierto reclamo.

 

- ¿O acaso alguna vez hubo algo?

 

El comandante Hunter bajó la cabeza, sin saber como responder a aquella pregunta.

 

- No estoy ciego, Rick… creo que he estado muy cerca de ti todo este tiempo y me di cuenta de cómo fueron las cosas con Minmai… y cómo son las cosas con Lisa. Esto es real, amigo… ¿No te has puesto a pensar en que llegará un día en el que ambos se arrepentirán de todo el tiempo que están perdiendo ahora? Es que a ustedes les gusta sufrir… pelean todo el tiempo, pero siempre están juntos… se cuestionan mutuamente, pero siempre están buscando la aprobación del otro… se gritan a todo pulmón, pero sus ojos se acarician… Rick, si eso no es tortura, entonces dime tú qué es.

 

Rick guardó silencio y rogó porque las chicas no regresaran del baño en ese momento. Sentía que el corazón le palpitaba con fuerza y estaba luchando por decirle algo a Max… pero no parecía reunir las fuerzas suficientes para hacerlo. El teniente Sterling lo sabía; a través de los años y después de pelear juntos en tantos combates, había aprendido a escuchar todo lo que Rick callaba.

 

- Se ve preciosa esta noche, ¿No lo crees, Max?

 

- Lisa es una mujer hermosa, jefe… esta noche esta espectacular, pero su belleza va mucho más allá que simplemente un vestido bonito.

 

- Es que… Max, desde hace días he pensado… pero no se si sea un buen momento…

 

- ¿Si?

 

- Max, - Rick lo miró a los ojos, tratando de aparentar una seguridad que estaba lejos de sentir. – Hace meses, cuando la rescaté de la Base Alaska… pensé que la había perdido… en ese momento supe que lo que siento por ella es algo diferente a cualquier cosa que haya sentido por nadie más en mi vida… ¿Qué es? No lo se… pero esa mañana estuve a punto de… de decirle…

 

- ¿De decirle qué?

 

- Pues… ¡No lo se! Ni siquiera sé que es lo que le iba a decir… pero le iba a decir algo.

 

- Pero no lo hiciste.

 

- Obviamente no… pero—

 

- Pero quieres intentarlo otra vez esta noche.

 

Rick miró a su amigo durante un momento y luego bajó su mirada y asintió levemente.

 

- ¿Crees que debería?

 

- Rick, si estás seguro de las cosas, entonces hazlo… porque no se vale que mañana te arrepientas de lo que puedas decir hoy.

 

- Es que me asusta, Max… Lisa me asusta…

 

- No Rick, ella no te asusta… te asustas tu mismo. Te da miedo el enfrentar las realidades y el hecho de que en el momento que aceptes tus sentimientos por Lisa, inevitablemente vas a crecer, vas a madurar… y eso es lo que en realidad te asusta.

 

- No lo se… es que a veces pienso que Lisa… que ella no corresponde a mis sentimientos. Ha habido veces en las que me he tratado de acercar pero… ella es muy obstinada.

 

- ¡Por Dios, jefe! ¿Cómo quieres que ella te reciba si aun cargas sobre tus hombros a ese bulto que tu mismo te has impuesto y que se llama Minmai?

 

- Ese es un capítulo cerrado en mi vida.

 

- Entonces es hora de comenzar con el siguiente… ¿Estás listo, Rick? Porque si lo estás, esta misma noche podrías tener entre tus brazos al amor de tu vida.

 

Rick suspiró profundamente, clavando su mirada en Lisa, quien regresaba del tocador en compañía de Miriya. Ambas mujeres conversaban animadamente y se reían de vez en cuando. Lisa jamás había estado más bella y Rick se apresuró a acomodarle la silla cuando llegó a su lugar.

 

- ¿Sucedió algo interesante mientras no estábamos? – Miriya preguntó casualmente.

 

Max miró a Rick y le sonrió, pero el comandante Hunter desvió su mirada y no pudo evitar el sonrojarse un poco.

 

Pero antes de que alguno de ellos pudiera hablar, el restaurante se vio inundado por una multitud de personas vestidas de etiqueta. Todos entraron hablando ruidosamente y fueron dirigidos a una sección privada del lugar, por el personal del restaurante. Aquello captó la atención de Max y Miriya, así como de los demás comensales. Ese fue el momento que Rick aprovechó para poner su mano sobre la de Lisa para captar su atención. La comandante Hayes clavó sus ojos esmeraldas en el azul profundo de los ojos de Rick de manera interrogativa.

 

- Lisa… - su voz fue casi un susurro. – Después de la cena… ¿podríamos ir a tu departamento? Necesito hablar contigo…

 

- Claro Rick, no hay problema… - Lisa le respondió en el mismo tono. - ¿Estás bien?

 

- Si, muy bien… es que quiero decirte algo, pero no aquí…

 

- Me parece bien… todavía tengo la caja de chocolates que Miriya y Max me regalaron… ¿Tu que dices?

 

- Suena bastante tentador, comandante. – Rick sonrió.

 

- ¡Es Minmai!

 

Lisa sintió un golpe en el estómago cuando escuchó a varias personas pronunciar aquel nombre. Sin poder evitarlo cerró los ojos, como queriendo esconderse y escapar de aquel momento. Y Rick, casi como un reflejo, dio media vuelta para poder mirar hacia donde aquellas personas se dirigían.

 

Max y Miriya intercambiaron miradas de preocupación y decepción, mientras que Lisa no podía menos que darle la espalda a aquella escena. ¿Era posible que en ningún lado pudiera escapar de esa mujer perfecta, de la señorita Macross?

 

Minmai iba entrando al restaurante acompañada de Kyle, quien la mantenía pegada contra su cuerpo, al tiempo que apartaba a los fotógrafos y periodistas que se acercaban a ella. La mayoría de los comensales se habían puesto de pie para ir a ver a la estrella de Macross, a la señorita Lyn Minmai, la gran heroína de la última batalla de la Guerra Robotech.

 

Minmai y Kyle acababan de estar en una conferencia de prensa en la estación de televisión MBS, en la que habían anunciado oficialmente el inicio de los conciertos a beneficio de la reconstrucción de Ciudad Macross. Además habían anunciado el inicio de una gira que los llevaría a todas las ciudades que estaban siendo reconstruidas en los alrededores. Las personas ahí reunidas aplaudían y lanzaban vítores a la cantante, como si fuera ella, con sus propias manos, quien estuviera reconstruyendo las ciudades, quien hubiera vencido a los zentraedis en la última batalla.

 

Rick no quería ver más. Había visto la manera cómo Kyle la abrazaba, cómo ella sonreía y saludaba a todos… lo feliz que se veía y lo mucho que todo el mundo la quería. ¡Quien necesitaba el amor de un piloto si podía tener todo eso y más!

 

Los gritos y el escándalo parecieron aplacarse momentáneamente cuando la voz de Kyle se hizo escuchar por encima de todo el alboroto:

 

- Todo lo que necesitan saber ya se dijo en la conferencia de prensa… creo que ya quedo claro que todo lo recaudado en los conciertos irá para obras de beneficencia y para apoyar los trabajos de reconstrucción… si el mando del SDF1 y la RDF se quedan de brazos cruzados mientras la tierra sigue su curso inexorable hacia su extinción total, ese es su problema… con esto estamos demostrando que somos nosotros, la sociedad civil, los que tomaremos en nuestras manos la responsabilidad de la reconstrucción, porque al parecer fue una tarea que le quedó demasiado grande a la RDF. ¡Muchas gracias y por el bien de todos, esperamos que asistan al concierto inaugural con el que iniciaremos la gira!

 

- ¡Ese estúpido! – Rick murmuró entre dientes. - ¿Por qué habla si no sabe lo que dice? En este momento bien podría enfrentarlo y decirle una o dos verdades, sobre el trabajo que la RDF y los oficiales del SDF1 estamos llevando a cabo, yo—

 

- ¡Olvídalo Rick! – Lisa lo calmó. – Tú sabes que no vale la pena.

 

- ¡Es que no es justo! – Miriya estaba protestando. - ¿Por qué en esta sociedad se le brindan tantos honores y tanto respeto a personas que lo único que hacen es cantar? Comprendo que la cultura es importante pero… ¿no creen que exageran?

 

- Si amor… pero la gente en su mayoría se identifica más con personas como Minmai, que representan un ideal que con personas como nosotros.

 

- Pero nosotros, los soldados… ¿Qué representamos? Yo pienso que representamos el espíritu de servicio, de entrega… ¡Nosotros somos reales! ¡Demonios! Si cualquiera de nosotros daría la vida sin pensarlo para salvar la vida de cualquiera de esos que están vitoreando a esa cantante… ¿Haría ella lo mismo?

 

Lisa había estado atenta a las palabras de Miriya, sintiendo que eso era exactamente lo que ella sentía en esos momentos. Pero los ojos de la comandante pronto se clavaron en Rick, quien muy a su pesar y quizás hasta en contra de su voluntad, miraba sobre su hombro… sus ojos azules se habían oscurecido y parecían ausentes y lejanos. Estaban clavados en Minmai, quien en medio de la multitud ferviente de sus fanáticos, ni siquiera se percató de qué él estaba ahí.

 

Cuando Rick por fin pudo obligarse a romper el hechizo y reunió las fuerzas suficientes para apartar sus ojos de Minmai y darle la espalda, su mirada se encontró con los ojos verdes de Lisa que lo miraban con una mezcla de tristeza, decepción y… ¿comprensión? Rick bajó la mirada y Lisa le palmeó la mano un par de veces de una manera abierta, sin rencores, sin envidia. Simplemente dejándole saber sin palabras que ella estaba ahí.

 

- Bueno, - Max estaba comentando. – No podemos dejar que esto nos arruine la noche, ¿verdad?

 

- Supongo que no. – Lisa suspiró. – Sin embargo yo debo de retirarme… mañana debo reportarme en mi puesto a las 0600 porque tengo que dirigir algunas operaciones de recuperación que iniciaran a esa hora.

 

Lisa se puso de pie y Rick se apresuró a ayudarla, al tiempo que le colocaba su abrigo sobre los hombros.

 

- Fue una velada llena de sorpresas. – Rick habló. – Max, Miriya, mis más sinceras felicitaciones… estamos aquí para lo que se ofrezca. Saben que pueden contar con nosotros incondicionalmente.

 

- Gracias jefe… - Max le sonrió a Rick y sin que las chicas se dieran cuenta, le hizo un guiño. - ¡Y espero que esta sea una buena noche!

 

Después de las despedidas de rigor mientras Rick pagaba su cena y la de Lisa, ellos salieron del restaurante. Max y Miriya se quedaron un poco más… para ellos todavía faltaba el postre y ¿Por qué no? Quizás un poco de baile para bajar la cena antes de volver a su departamento.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Rick y Lisa caminaban en silencio por las calles de Macross. La mayoría de las manzanas habían sido ya desmanteladas para ser transportadas fuera de la nave, por lo que había grandes espacios vacíos en donde antes hubiera tiendas y edificios llenos de luz y de movimiento.

 

Rick mantenía sus manos en los bolsillos de su pantalón, casi como si fuera caminando sólo. Lisa, a su lado, sabía que él estaba pensando en ella, en la Señorita Macross. Aquella noche lucía espectacular… aquella noche había sido el centro de la atención de todos, anunciando sus conciertos, dejándole saber al mundo que no solo ella había inspirado la victoria final sobre los Zentraedi, sino que además ahora ella tomaría en sus manos la responsabilidad de inspirar la reconstrucción… e incluso de financiarla.

 

Lisa bajó la mirada, sabiendo que nadie podía competir contra eso. Max tenía razón, las personas se identificaban con Minmai porque ella representaba sus sueños… ¿Qué podía una simple militar de la RDF hacer para competir con eso?

 

Lo que Lisa no sabía y ni siquiera imaginaba, era que los pensamientos de Rick eran muy diferentes a los que ella pensaba.

 

- ¿Cómo puedo hacerlo? – Rick se cuestionaba. – Todo iba tan bien… estaba dispuesto a hacerlo… Max tiene razón, Lisa es hermosa sin importar la ropa que traiga puesta… su belleza viene de adentro… pero si ahora le digo algo estoy seguro que no me va a creer, no después de que no fui lo suficientemente hombre como para mantener mis ojos en quien debía esta noche… ¿Por qué Minmai tuvo que aparecerse? Y aun más, ¿Porqué soy tan estúpido que enseguida me dejé llevar? Lisa pensó que la presencia de Minmai me había afectado, y tal vez lo hizo, pero no tanto como otras veces… es solo que no pude evitarlo, yo… soy un tonto. Y si ahora voy a su departamento y le digo lo que le quería decir, va a pensar que lo hago por despecho… yo no quiero que las cosas sean así, quiero que cuando Lisa escuche lo que tengo que decir, no tenga dudas… no quiero que se sienta amenazada… quiero tener una oportunidad contigo, Lisa… pero no así, no bajo estas circunstancias… ¡Perdóname preciosa! Solo dame un poco de tiempo… tiempo para poner en orden mis pensamientos… pero sobre todo tiempo para romper esos muros que has construido a tu alrededor… tiempo para derretir esas capas de hielo que cubren tu corazón.

 

Rick sabía que sentía algo por Lisa, aunque no estaba seguro de qué sentimiento era en realidad. Podía ser una amistad profunda, cariño, admiración… podía incluso ser amor, él no lo sabía pero quería darse la oportunidad de explorarlo a su lado. Esa noche había pensado en pedirle esa oportunidad… pero el encuentro con Minmai cambió las cosas y lo hizo dudar una vez más. No de lo que sentía ni de lo que quería… no de él, sino de la reacción de Lisa. No podía olvidar lo que había sucedido en la Residencia Hayes. No podía olvidar la manera en que Lisa lo había abofeteado después de que él la había besado. Aquella bofetada era el golpe más fuerte que había recibido en su vida, uno que le dijo que la comandante Hayes no estaba interesada en él de la manera que él había creído.

 

Sin siquiera sentirlo, llegaron a la puerta del departamento de Lisa. Ambos se detuvieron y ella lo miró a los ojos.

 

- ¿Quieres que hablemos?

 

- Lisa… yo—

 

Rick dudó. Sabía que él le había dicho que tenían que hablar, pero ahora había perdido todo su valor y sentía que necesitaba un poco de tiempo. Las cosas jamás funcionarían entre ellos si él se apresuraba a dar un paso esa noche, porque bajo las presentes circunstancias, aquel sería un paso en falso.

 

- Yo no sabía que tienes que estar de servicio a las 0600 horas… no quiero desvelarte y en realidad lo que te tenía que decir no era tan importante.

 

- Está bien Rick, si necesitas hablar no me importa desvelarme un poco… ¿Estás seguro que estás bien?

 

- Si, muy bien… y necesito tener esta conversación contigo pero… creo que mejor otro día, cuando el tiempo sea más cómodo.

 

- De acuerdo, como tu quieras. – Lisa se detuvo un segundo, pero luego se atrevió a continuar. – Es sobre ella, ¿verdad?

 

Rick la miró a los ojos sorprendido. Sintió que el corazón se le paraba por un segundo y que la sangre se le congelaba en las venas. Bajó su mirada y movió la cabeza en un gesto que no era ni afirmativo ni negativo.

 

- Es sobre mi vida en general, Lisa… hay cosas que quiero que sepas pero… este no es el momento. ¿Te importaría si lo dejamos para otra ocasión?

 

Lisa negó con la cabeza, sintiéndose a la vez aliviada de no tener que escuchar a Rick hablar sobre Minmai y sus frustraciones durante horas, y decepcionada al pensar que el comandante Hunter estaba a punto de decirle buenas noches. Quería quedarse con él un poco más.

 

- Lisa…

 

Rick puso sus manos en la cintura de la comandante Hayes y la miró fijamente a los ojos, provocando que ella sintiera sus piernas débiles bajo el peso de su cuerpo. Tuvo que buscar apoyo en la puerta a sus espaldas, de otra manera seguramente hubiera colapsado.

 

- Solo quería decirte que te ves preciosa esta noche. – las palabras de Rick eran sinceras. – Espero que volvamos a salir juntos a cenar muy pronto… solo tú y yo.

 

- Por supuesto. – Lisa apenas pudo susurrar.

 

Rick asintió y sin más dio un paso al frente, cerrando sus brazos en torno al cuerpo de Lisa y atrayéndola a él en un abrazo fuerte y cálido que tuvo el poder de enviar a la comandante directamente a la orbita lunar. Ella puso sus brazos alrededor del cuello de Rick y correspondió a aquel abrazo, mientras él escondía su rostro en el cabello de Lisa, embriagándose con su aroma y su cercanía física.

 

- Muchas felicidades por su ascenso, Comandante Hayes. – fue lo único que Rick pudo pensar en decirle cuando finalmente la soltó.

 

- Muchas felicidades a usted también… Teniente Comandante Hunter.

 

Rick dio un paso atrás, sonriendo cálida y sinceramente. Ella levantó su mano para despedirlo, al tiempo que le respondía la sonrisa.

 

- ¿Vas a estar libre mañana al medio día? – Rick le preguntó casualmente. - ¿Crees que podríamos encontrarnos en la cafetería para almorzar juntos?

 

- Claro que sí… yo te aviso de mis horarios mañana temprano.

 

- Oye, si vas a estar en el puesto de control desde las 0600, tal vez puedas dirigir nuestras operaciones. Nuestro patrullaje comienza a las 0800… se que vas a estar ocupada, pero tal vez puedas… no se, dirigir el despegue por lo menos.

 

- Cuenta con eso, Rick.

 

- ¿En serio? – los ojos del comandante Hunter brillaron con emoción.

 

Lisa sólo asintió con la cabeza y le sonrió.

 

- Esa es toda la motivación que necesito para levantarme de buen ánimo por la mañana… ¡Duerme bien y descansa, Lisa!

 

- ¡Tu también Rick!

 

El comandante Hunter se llevó la mano a la frente, haciendo un saludo irreverente y despreocupado. Lisa movió su mano como despedida y él dio media vuelta y se alejó de ahí. La comandante Hayes suspiró profundamente y entró a su departamento, sintiéndose a la vez satisfecha y frustrada pero súbitamente recordó las buenas noticias de los Sterling y aquello fue suficiente como para apartar su mente de los pensamientos oscuros que se infiltraban en ella.

 

- La vida se abre camino después de todo. – Lisa pensó. – El amor realmente obra milagros. Solo hay que tener fe.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Al día siguiente temprano en la mañana, Rick se dirigía a la pista de vuelo. La mañana era fría pero ya no estaba lloviendo y en las alturas, entre las nubes, se vislumbraba un cielo azul pálido que era un cambio muy bien recibido para el joven líder Skull.

 

- ¡Hey jefe! – La voz de Max llegó hasta él y casi enseguida su amigo estuvo a su lado. - ¡Buenos días!

 

- ¿Qué hay Max?

 

- Pues… quería informarte… Miriya va a ir con Lisa al hospital, estábamos cambiándonos hace cinco minutos cuando Lisa la llamó… quería ver si no te importa.

 

- ¡Claro que no! – Rick sonrió. – Espero que Miriya se de cuenta de que si los exámenes salen positivos, vamos a tener que dejarla en tierra por unos mesecitos.

 

- ¡Eso no va a ser posible, Rick! Tú conoces a Miriya, y no creo que aceptara eso…

 

- Bueno, creo que la propia naturaleza se encargará de hacer que tu esposa conozca sus límites, Max. – Rick le palmeó la espalda. - ¿Porqué no vas con ella al hospital?

 

- Pero… ¿El patrullaje…?

 

- ¡Olvídate de eso, viejo! Oye, no todos los días tienes la oportunidad de recibir la noticia de que vas a ser papá… así que desaparécete… tu esposa te necesita.

 

Max sonrió y le dio un abrazo fraternal y cariñoso a Rick.

 

- ¡Gracias jefe! Eres el mejor líder que podría tener… - de pronto se detuvo, como si hubiera recordado algo. – Oye… y ¿qué sucedió anoche? ¿Hablaste con Lisa?

 

Rick bajó la mirada y negó con la cabeza. Pudo escuchar el suspiro frustrado de Max y cuando levanto sus ojos, vio a su amigo moviendo la cabeza de un lado a otro, claramente desaprobando su actitud.

 

- ¿Qué sucedió esta vez, jefe? ¡Si estabas tan determinado!

 

- Si, lo se… pero Max, viste lo que pasó con Minmai… y viste cómo reaccioné a ella. Soy un estúpido, lo se… pero ¿qué querías que hiciera? ¿Qué llevara a Lisa a su departamento y le hiciera una gran confesión de amor que no he tenido el valor de hacerle desde aquella mañana después de la ultima batalla?

 

- Bueno, creí que eso era lo que iba a suceder.

 

- No Max… es que me da miedo… no se si esto es amor o simplemente admiración y no quiero echar las cosas a perder.

 

- Pero anoche parecías estar seguro de las cosas.

 

-Tal vez… pero luego vino Minmai y—

 

- Te hizo dudar… otra vez.

 

- ¡No! ¡Claro que no! No fue eso… - Rick volvió a bajar la mirada. – Max, ella vio mi reacción cuando Minmai se apareció en el restaurante. Ella estaba segura de que yo quería hablar sobre Minmai, llorar porque no me hace caso, tú sabes… si yo le hubiera comenzado a hablar de amor en ese momento, Lisa hubiera creído que estaba despechado y que ella era mi premio de consolación.

 

Max miró a su amigo en silencio por algunos segundos y luego asintió con la cabeza.

 

- Ese es un buen punto… pero Rick, ¿Cuánto tiempo vas a esperar para decírselo?

 

- No se, Max… quisiera saber pero no lo se… supongo que hasta que esté seguro.

 

- No es que yo sea un experto, jefe pero… en cuestiones del amor, uno nunca puede estar seguro de nada. No dejes pasar demasiado tiempo, porque podrías arrepentirte.

 

- Lo se… lo se muy bien, pero—creo que anoche no era el momento.

 

- Espero que el momento llegué, Rick… solo piensa en todo el dolor, la muerte, la soledad, la guerra que has experimentado… ¿No crees que es hora de dejarte sentir un poco de amor, de alegría, de seguridad? Sólo piénsalo comandante… somos soldados, no tenemos la vida comprada… podríamos estar fuera mucho antes de lo que pensamos.

 

Rick bajó la cabeza pero no pudo contestar nada. Max se encogió de hombros y le puso una mano a Rick en el hombro.

 

- Jefe, muchas gracias por este permiso…

 

Rick solo asintió con la cabeza y Max enseguida se alejó de ahí silbando alegremente. El comandante se percató de que todos sus nuevos pilotos estaban en sus naves, esperándolo para despegar. Se apresuró a subir a su Skull 1 y de inmediato la voz de Lisa lo saludó.

 

- Delta 1 a Skull 1. – Lisa usó los códigos que habían utilizado en el espacio, hacía ya tantos ayeres, y que se habían vuelta como una broma personal entre ellos.

 

- Aquí Líder Skull. – Rick le respondió. – Es una hermosa mañana, comandante… ¿Durmió bien?

 

- Muy bien teniente comandante. – Lisa le respondió con una sonrisa. – Y me alegra saber que es un buen día porque el patrullaje será largo.

 

- ¿A qué hora nos vemos para ir a comer?

 

- ¿Te parece a las 1400 horas?

 

- ¡Perfecto! – Rick le correspondió la sonrisa. – Ahora solicito permiso para llevar a mi escuadrón a los cielos, comandante.

 

- Permiso otorgado Líder Skull. Pueden despegar a discreción por la pista uno.

 

- Lisa… Max irá contigo y Miriya al hospital, lo envié a que se encuentre con ustedes.

 

- ¡Excelente, Rick! De hecho voy de salida para allá… solo quería ponerte en las nubes primero.

 

- Créame comandante Hayes, - Rick pensó. – Usted siempre me pone en las nubes.

 

- ¡Cuídate mucho! – Lisa le dijo cuando era el turno de despegar del Skull 1. - ¡Buena cacería!

 

Cuando Rick cerró su comunicación con la comandante Hayes y en su lugar apareció el rostro familiar de Vanessa, sintió como si hubiera perdido algo. Extrañaba aquellos días en los que Lisa era su responsable directa. Intentó no pensar en nada y enfocarse en el vuelo del día. No podía darse el luo de permitirse esos pensamientos y esos recuerdos cuando tenía la responsabilidad de cinco nuevos elementos en sus manos. Después de todo más tarde se reuniría con Lisa para comer. Por ahora debía enfocarse en su patrullaje, nada más importaba.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Cuando Rick fue al centro de comando y encontró a Lisa en el pasillo exterior, caminando de un lado para otro como león enjaulado, él supo que había noticias. Apenas lo vio, Lisa se apresuró a salir a su encuentro, con sus manos recogidas sobre su pecho y una sonrisa que lentamente iba iluminando rostro.

 

- ¡Oh Rick!

 

- ¿Es… sobre Miriya, verdad?

 

Lisa asintió con la cabeza, cerrando los ojos y apretando las manos sobre su pecho ardorosamente. Rick sonrió de oreja a oreja.

 

- ¿Entonces es cierto?

 

- Creo que vamos a ser tíos. – Lisa bromeó.

 

Rick comenzó a reír alegremente y pronto Lisa se unió a él. Ambos estaban muy contentos; los Sterling se habían convertido en amigos muy cercanos y muy queridos para ellos… en caso de Rick, en sus mejores amigos. No sólo eran ellos quienes cuidaban sus espaldas cuando estaban volando, sino incluso en tierra y fuera de horarios de servicio, parecía que los Sterling siempre mantenían un ojo vigilante en él… y en Lisa. El hecho de que hubieran sido bendecidos con el milagro de la vida era algo que Rick encontraba maravillosamente increíble.

 

- ¡Así que el viejo Max va a ser papá! – Rick sonrió. - ¿Y qué dijeron? ¿Cómo fue que les dieron la noticia?

 

Lisa hizo un ademán con la mano para indicarle a Rick que se dirigieran al comedor y mientras caminaban ella comenzó a contarle todo lo que había sucedido aquella mañana. Ella había prácticamente confirmado sus sospechas desde antes de que llegaran al hospital, pues Miriya se había sentido algo mal aquella mañana mientras esperaba a Lisa. Pero sobre todo, la comandante había notado una luz profunda y muy especial brillando en los ojos de la Zentraedi. Esa luz que sólo aquellas mujeres que llevan una vida dentro de sí parecen tener.

 

Mientras comían, Lisa le relató lo que había sucedido en el hospital. El doctor que la había atendido mientras ella había estado enferma era quien los había recibido. Lisa les había pedido prudencia con aquella noticia. Se habían llevado a cabo algunos exámenes para no dejar ninguna duda al respecto… y no había pasado mucho tiempo antes de que el médico regresara con los resultados.

 

Rick reía alegremente escuchando a Lisa relatarle las reacciones de Max y Miriya a la noticia. Mientras habían estado esperando, ella le había estado hablando a la Zentraedi sobre el embarazo y cómo era que ella estaría creando vida dentro de sí. Miriya parecía a la vez fascinada y aterrada con la noticia. Cuando su estado fue confirmado, la orgullosa y valiente comandante quadrono se había soltado a llorar. Había sido muy emotivo y Rick deseó con toda su alma haber estado ahí.

 

Lisa le comentó que les había dado el día libre a los Sterling y que tras volver del hospital había ido a hablar con el Almirante Gloval, quien había recibido la noticia con una mezcla de entusiasmo y temor. Lisa le había explicado que en el hospital llevarían a cabo una serie de exámenes para asegurarse de que tanto madre como hijo estuvieran bien y el embarazo progresara normalmente. Gloval había hablado inmediatamente con el doctor Lang, quien se había mostrado sumamente entusiasmado con aquella noticia. Lisa les había pedido que no perturbaran a Miriya con exámenes y pruebas inútiles. Después de todo, la Zentraedi iba a ser madre y necesitaba su privacidad.

 

Lisa tenía la impresión de que el doctor Lang no iba a aceptar aquella petición tan fácilmente, pero ella iba a estar al lado de Miriya todo el tiempo, viendo que la Zentraedi no fuera expuesta a más de lo que ella estaba dispuesta a cooperar. Rick se sentía orgulloso de Lisa y de la determinación que mostraba con aquello.

 

- Debe ser hermoso. – Lisa finalizó. – Tener un bebé… un hijo, un pedacito de vida creado directamente dentro de tu cuerpo… con el hombre que amas.

 

Lisa apoyó su barbilla en su mano y miró hacia el ventanal del comedor. Tenía una pequeña sonrisa en los labios y su mirada perdida en el infinito. Rick notó esa ternura tan especial en sus ojos; era amor, puro amor. ¡Lisa tenía tanto que dar! Sin embargo recordó las palabras de Lisa en la casa de su padre, cuando le había dicho que ella no tenía esperanzas de tener un hijo que siguiera con “la saga de los Hayes”.

 

Rick se permitió perderse en sus fantasías por un breve momento, tratando de imaginar cómo sería el tener una familia, como Max: una esposa, un bebé, llegar a casa por las tardes y ser recibido por el abrazo cálido de una mujer y los besos tiernos de un pequeño. Y misteriosamente la imagen que vino a su mente fue la de Lisa sosteniendo a un pequeñín de cabello color miel y ojos azules.

 

- Rick, - la voz de Lisa lo trajo de vuelta a la realidad. – Creo que debo de regresar al centro de comando.

 

Aquello pareció no agradarle del todo al comandante Hunter, quien deseaba permanecer con ella por un poco más, pero Lisa tenía obligaciones que cumplir. Rick la acompañó de regreso a su puesto de trabajo, mientras ambos comentaban que sería bueno pasar por la casa de los Sterling más tarde. Se despidieron amistosamente en la puerta del centro de comando y Rick regresó a la base, en donde tenía que darles algunas clases teóricas a sus nuevos pilotos, mientras que Lisa volvía a su puesto como jefe de operaciones tácticas.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Había pasado una semana desde que el embarazo de Miriya se había confirmado y ella se había convertido en la Zentraedi consentida de la RDF cuando aquella noticia había sido difundida.

 

Muchas cosas habían sucedido aquella semana. Ese día en particular Lisa había acompañado a Claudia a un recorrido por las calles de la Nueva Macross y había quedado impresionada con lo que había visto. Ella conocía bien la determinación y la eficiencia de los habitantes de Macross y confiaba en el trabajo de la RDF, pero jamás esperó ver la ciudad que había visto. Era como si la guerra jamás hubiera ocurrido en aquel lugar. La ciudad era grande, con amplias avenidas llenas de árboles y flores. Las casas, edificios, escuelas y comercios lucían impecables. La ciudad entera olía a pintura y a tierra mojada.

 

Lisa sintió que todas las esperanzas renacían en ella cuando sintió la suave caricia del sol en su rostro. Aunque las nubes aun invadían gran parte del cielo de Macross, el sol se filtraba entre ellas por momentos, como retando a la tragedia y al destino y prometiéndoles un porvenir lleno de esperanza.

 

Visitaron la colonia militar, en donde las casas ya estaban casi listas. Claudia calculó que en menos de dos semanas se comenzaría con la reubicación de los habitantes de Macross. Lisa pudo ver por primera vez la que sería su casa… su casa al fin. Desde que se había unido al ejercito jamás tuvo un lugar que pudiera considerar suyo. Siempre había dormido en barracas. Al ver esa casita prefabricada con sus paneles solares sobre el techo, sus ojos se llenaron de lágrimas y una sonrisa apareció en su rostro.

 

Claudia le enseñó la casa que ella misma ocuparía, la que compartiría el Trío, la de los Sterling y finalmente llegaron también a una pequeña casa, un poco más alejada y marcada con el número 251. La que sería la casa de Rick Hunter.

 

- Es pequeña, pero bonita. – Lisa comentó.

 

- Es la casa estándar para los pilotos. Es pequeña pero supongo que ya tú le ayudarás a Rick a hacerla un espacio más acogedor.

 

Lisa había sonreído con aquel comentario de su amiga, pero no había dicho nada más. Cuando iban de regreso al SDF1, Lisa se sorprendió a sí misma pensando mucho más en los arreglos que ya tenía en mente para la casa de Rick, que en los que tenía para la suya propia. No podía esperar a llamar a Rick por la noche y contarle todo lo que había visto en Nueva Macross aquel día.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Apenas Claudia y Lisa habían entrado a la nave y se habían bajado del jeep, cuando un mensajero se acercó, saludó formalmente y le informó a la comandante Hayes que el Almirante Gloval le había pedido que se comunicara con él a la brevedad posible. Lisa se despidió de Claudia, agradeciéndole el paseo, y enseguida se dirigió al centro de comando, en donde apenas entró, pidió a Vanessa que la comunicara con Gloval.

 

- Lisa, me alegra que te hayas comunicado tan rápido. – El almirante apareció en la pantalla.

 

- A sus órdenes, almirante Gloval… ¿Qué puedo hacer por usted?

 

- Como sabrás, se están llevando a cabo una serie de conciertos para reunir fondos para la reconstrucción de Nueva Macross. – Gloval comenzó a explicar.

 

- ¡Oh no! – Lisa pensó. - ¡Dios, que no se trate de Minmai, por favor!

 

- Dos de esos conciertos ya tuvieron lugar dentro de lo que queda de la ciudad Macross pero mañana va a haber un magno concierto en el nuevo auditorio de Nueva Macross. Es un evento en grande con el que Minmai además iniciará su gira.

 

- Lo entiendo señor pero… ¿qué tiene que ver eso con nosotros? ¿Debemos proporcionar seguridad para dicho concierto?

 

- Si, de hecho… aunque el coronel Maistroff ya se ha encargado de ello, comandante. Lo que le voy a pedir a usted es más… personal.

 

- ¡Que no me pida que sea la guardaespaldas personal de la Señorita Macross, por favor! – Lisa rogó en silencio.

 

- Se nos ha pedido que mandemos una representación oficial de la RDF para que esté presente en el concierto. Yo les dije que esa noche tenemos una importante reunión con los altos mandos del SDF 1, pero se nos ha insistido que mandemos a una pareja de oficiales, a quien sea, pero necesitan que alguien esté ahí en nuestra representación.

 

- ¿Y esa pareja sería…?

 

- Quiero que vayas tú, Lisa.

 

La comandante Hayes bajó la cabeza y suspiró. Se hizo un silencio que fue roto por Gloval, quien siguió hablando:

 

- No tienes que hacer nada, solo hacer acto de presencia. Podría enviar a cualquiera, pero creo que tú sabrás representarnos. El señor Lyn Kyle, representante de Minmai está esperándote en la sala de juntas para entregarte los boletos. Puedes ir acompañada de quien tú gustes.

 

Lisa miró a Gloval y se preparó para hacer algo que muy pocas veces en su vida había hecho: cuestionar sus órdenes.

 

- Pero almirante… con todo respeto, pero no creo que los militares bajo estas circunstancias podamos darnos el lujo de alejarnos de nuestros puestos ni siquiera por una noche.

 

- Considéralo tú noche libre, Lisa.

 

- Señor… ¿Porqué yo? Es decir… quizás Max y Miriya disfrutaran del concierto… yo… en realidad no soy una persona de grandes multitudes y aglomeraciones, yo—

 

- Lisa, te lo pido como favor personal. Tampoco es una orden, así que si tú decides darle los boletos a alguien más, no lo cuestionaré, mientras sean militares y acudan con la consigna de representar a la RDF a ese concierto. Sin embargo preferiría que fueras tú.

 

- Entiendo. – Lisa asintió.

 

- Entonces ve a recoger tus boletos… al parecer el señor Kyle tenía mucha prisa.

 

Cuando Lisa cortó la comunicación con Gloval, se sentía frustrada y un poco molesta. No le gustaba la idea de asistir a ese concierto y mucho menos de tener que toparse con Kyle, sin embargo no había mucho que ella pudiera hacer.

 

Se dirigió a la sala de juntas, en donde Kyle esperaba impacientemente, caminando de un lado a otro de la sala, mientras hablaba por su teléfono celular, portándose muy poco amable con la persona al otro lado de la línea.

 

- Mira, tengo que irme. – dijo cuando vio aparecer a la comandante Hayes. – Paso por ahí en media hora y para entonces más te vale que ya tengas una respuesta… ¡esto es para hoy!

 

Kyle dio por terminada la comunicación y se acercó a Lisa, quien ni siquiera hizo el intento de sonreírle.

 

- Buenas tardes, señor Kyle. El almirante Gloval me pidió—

 

- Si ya se, seguramente ya le dijo todo… así que ahorrémonos las formalidades. Mire comandante, no me gusta estar aquí y tampoco me gusta que ustedes vayan a estar en ese concierto… me pone de malas. Pero publicidad es publicidad y ambos nos beneficiaremos de esto.

 

Kyle puso un par de boletos sobre la mesa.

 

- Claro que nosotros pensábamos que la presencia del Almirante Gloval sería más convincente, pero parece ser que su majestad no se digna a mezclarse con los mortales… y si usted es lo único a lo que se puede aspirar, pues ¿Qué le vamos a hacer?

 

- No piense que yo disfrutaré esta invitación, señor. – Lisa le contestó secamente. – Como militares tenemos que obedecer ordenes… aunque no nos gusten.

 

- ¿No me diga, comandante? ¿Y el almirante la obligó a ir al concierto? ¡Cómo no! Admítalo, esta es la única oportunidad de salir y vivir un poco de eso que está allá afuera y que se llama vida. No creo que usted sepa mucho de eso… pero habemos personas que de hecho sabemos divertirnos, que tenemos amigos y cosas que hacer que no implican estar preparando la próxima guerra.

 

- No voy a discutir con usted… sin embargo pienso que debería de tener un poco más de respeto si no por mí, por lo menos por la institución a la que represento… porque quiera o no, señor Kyle, muchos de nuestros hombres y mujeres murieron para que usted esté hoy aquí, sano y salvo.

 

- Pues qué generosos, pero yo no les pedí que lo hicieran… ustedes son soldados, ya saben que van a morir tarde o temprano y no espere que yo lo aplauda. Nadie los obligó a entrar al ejército. Si quieren morir, es su problema… sólo no vengan con sus tonterías sentimentales a decirme que morirían con gusto por mí, porque yo jamás se los pedí. Y sinceramente, comandante… usted puede morir por quien le de la gana… de todos modos no creo que nadie estaría muy interesado en morir por usted.

 

El teléfono celular sonó y Kyle lo contestó con enfado.

 

- ¿Y ahora qué? -- ¿Qué no pueden hacer nada bien? ¡Voy para allá!

 

Kyle le señaló los boletos a Lisa y salió de la sala de juntas sin siquiera despedirse, todavía pegado a su teléfono. Ella tenía una expresión estoica en el rostro. Le costaba trabajo contener la furia que sentía con Kyle. Tomó los boletos y su primer impulso fue el de romperlos, pero se detuvo al recordar al Almirante Gloval.

 

- ¿Por qué siempre tengo que terminar metida en los asuntos de Minmai? - Lisa pensó, metiendo los boletos al bolsillo de su uniforme al tiempo que regresaba a su puesto.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Ya era algo tarde cuando Rick regresó a su habitación después de un largo día de patrullaje y entrenamiento para sus nuevos pilotos. Estaba abriendo la puerta cuando Max y Miriya salieron del departamento vecino.

 

- ¡Hey Rick! – Max lo saludó. - ¿Apenas regresando de la base?

 

- Si… fue un día largo y pesado… ¿van a cenar?

 

-Si… ¿Tú gustas? – lo invitó Miriya.

 

- Gracias Miriya pero no… estoy cansado… ¿Han visto a Lisa? Es que yo no la he visto en todo el día y—

 

- ¿La extrañas? – Miriya le hizo un guiño.

 

- Es que—

 

Rick comenzó a frotarse la nuca y Max se rió divertido, pero casi de inmediato su semblante cambió cuando comenzó a responder la pregunta de su amigo:

 

- La vimos hace un rato… de hecho nos ofreció boletos para el concierto de Minmai de mañana en Nueva Macross… dicen que va a ser espectacular.

 

- ¿Lisa les ofreció…? Pero… ¿Por qué? He escuchado que los boletos para ese concierto los están vendiendo a precio de oro… ¿Cómo es que Lisa…?

 

- Parece que Kyle le dio esos dos boletos. – Max prosiguió.

 

- ¿Kyle? – Rick no pudo evitar sentir una mezcla de rabia y celos al escuchar aquel nombre. - ¿Qué tiene que ver Kyle con Lisa?

 

- Es una larga historia, pero supongo que preferirías escucharla directamente de ella… Lisa se veía un tanto molesta… parece ser que el encuentro con Kyle no fue muy cortés.

 

- ¡Ese desgraciado! Pero… ¿Y los boletos?

 

- Le dijimos que no iríamos. – Miriya respondió haciendo un mohín. – Creo que Maximilian y yo tenemos mejores maneras de perder el tiempo que acudir a un concierto de Minmai. Podría hacerle daño a nuestro bebé.

 

- Como ves jefe, Mir no es precisamente la fan número uno de Minmai. Pero ya no te quitamos el tiempo, Rick… te vemos mañana en el hangar. ¡Buenas noches!

 

Max y Miriya se retiraron y Rick se quedó de pie en el pasillo, sin saber si debía ir a ver a Lisa o mejor la llamaba por teléfono. Al final decidió llamara y con eso allanar el terreno.

 

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Lisa estaba en el sofá de su departamento, tratando de terminar un reporte en su laptop, aunque de vez en cuando se detenía a acariciar a su caballo de peluche que mantenía a su lado. Seguía pensando en el encuentro que había tenido con Kyle aquella tarde.

 

- ¿Qué se supone que haga ahora? – Lisa observó los boletos sobre la mesa de café. - ¿Qué invite a Rick a un concierto de Minmai?

 

El teléfono sonó y Lisa enseguida supo que era Rick cuando vio su número en el identificador. No lo había visto en todo el día y como siempre que eso sucedía, tenía la esperanza de que la llamara en cuanto llegara a su habitación.

 

- ¡Hola Rick, buenas noches! ¿Qué tal tu día? – Lisa contestó, tratando de sonar casual.

 

- Muy bien Lisa… algo cansado pero bien. Apenas voy llegando… ¿Y tú?

 

- Estoy trabajando en un reporte… ¿Sabes? Hoy fui con Claudia a visitar la colonia militar de Nueva Macross… me enseñó nuestras casas… son bastante bonitas, mucho mejor que estos camarotes del SDF-1 por lo menos. Cuando quieras podemos ir para que te las enseñe, he estado pensando en muchas cosas que podemos hacer para hacerlas un poco más confortables…

 

- ¡Eso está genial Lisa! – Rick no parecía muy interesado en aquello. – Oye, me topé con Max y Miriya en el pasillo… ¿Qué es eso de que Kyle te dio boletos para el concierto de mañana de Minmai? Esos son casi imposibles de conseguir… en la base, entre los pilotos no se habla de otra cosa.

 

Lisa guardó silencio. Al parecer los chismes viajaban muy rápido. Sus ojos se posaron en los boletos y suspiró con frustración. ¿Acaso Rick la estaba llamando para tratar de conseguir un boleto para el concierto?

 

- Tengo un par de boletos. – Lisa habló sin mucho entusiasmo.

 

- Dicen que va a ser un concierto espectacular… las personas casi consideran ese concierto como la inauguración oficial de la Nueva Macross. – Rick sonó un poco más entusiasmado de lo que él mismo hubiera querido.

 

Al otro lado del teléfono, Lisa hizo un gesto de al escuchar a Rick expresarse de esa manera. Ahí estaba el comandante Hunter, como de costumbre, corriendo de regreso hacia la Señorita Macross. Al parecer a él no le importaba nada de lo que ella tuviera que decir… y probablemente ni siquiera la hubiera llamado si no fuera por aquellos famosos boletos.

 

- Max y Miriya me dijeron que les querías regalar los boletos, pero ellos no aceptaron… ¿No piensas ir al concierto? ¿Todavía los tienes? ¿Por qué Kyle te los dio?

 

- Mire comandante Hunter, si estos boletos le interesan tanto, son suyos… yo no tengo ningún interés particular en asistir a este concierto y sería una pena que se desperdiciaran.

 

- Lisa… ¿De qué estás hablando? Yo no –

 

- Mañana se los haré llegar temprano a su estación de vuelo… ahora, si me disculpa tengo un reporte que terminar. ¡Buenas noches comandante, que descanse!

 

Lisa dio por terminada la llamada y Rick se quedó inmóvil por un momento, con el auricular pegado a su oreja, sin poder comprender la reacción de Lisa. Esas eran las actitudes que más lo molestaban de ella. Odiaba cuando se dirigía a él por su rango y cuando adquiría ese tono oficial con él.

 

- ¿Qué demonios le pasa? ¿Qué fue lo que dije esta vez?

 

Rick decidió que aquello no se iba a quedar así. Las cosas con Lisa habían ido viento en popa en los últimos días y no iba a dejar que un incidente, tal vez motivado por Kyle, hiciera mella en su relación. Sin siquiera pensarlo salió de su habitación, dirigiéndose a la de la comandante Hayes.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Lisa puso el teléfono a un lado y comenzó a teclear en su computadora como si su vida dependiera de ello, tratando con eso de evadirse de lo que acababa de suceder y de lo que sentía. Ella había esperado hablar con Rick aquella noche para decirle sobre lo que había visto en Nueva Macross, sobre las calles, las avenidas, los jardines… sobre sus casas. Pero al parecer lo único que le importaba a Rick era el hecho de que ella tuviera boletos para el concierto. “Boletos que se compran a precio de oro”.

 

Lisa hizo un mohín cuando recordó que aquella tarde en el Centro de Comando no se había hablado de otra cosa que no fuera el concierto. Al parecer todo el mundo iba a ir o al menos pensaban reunirse para verlo juntos en la transmisión especial que iba a hacer la MBS. Ella había incluso considerado la idea de regalarle los boletos al Trío, pero solo eran dos boletos, por lo que pensó que no sería correcto hacerlo.

 

Max y Miriya no los habían aceptado, a pesar de su insistencia. No los podía culpar, ella sabía que Miriya no tenía a Minmai en un muy buen concepto desde que se había enterado de que hacía algún tiempo, cuando su carrera apenas estaba despegando, durante una fiesta de cumpleaños había estado coqueteando con Max.

 

Lisa fue sacada bruscamente de sus pensamientos cuando el sonido de la escotilla al abrirse la hizo prácticamente ponerse de pie de un salto, al tiempo que se encontraba frente a frente con Rick Hunter, quien la observaba con el ceño fruncido y una expresión de fastidio en el rostro.

 

- ¿Cómo te atreves a entrar así?

 

Lisa le intentó reclamar, pero él ya estaba hablando:

 

- ¿Cuál es tu problema, Lisa?

 

- Mi problema es que tú crees que puedes entrar a mi habitación sin permiso, Hunter… no te di la clave para que vinieras aquí y te presentaras de esta manera cada vez que te diera la gana.

 

- ¡No estoy hablando de eso! ¿Qué sucedió hace unos minutos, en el teléfono?

 

- ¿Qué sucedió? – Lisa sonrió con cierto sarcasmo. – Al parecer te emocionó mucho la idea de que yo tuviera boletos para ese concierto tan espectacular… dos boletos, sección VIP, pase detrás del escenario después del concierto… es el paquete completo… ahí están, son todos tuyos.

 

Rick miró los dos boletos que Lisa le señalaba, pero pareció enfurecerse aun más.

 

- ¿De qué se trata, Lisa? Max me dijo que Kyle te había dado esos boletos… ¿Por qué lo hizo? No creo que ese cretino ande yendo por ahí regalando boletos VIP a todos los militares… ¿Sabes cuanto cuesta cada boleto? ¡Uno solo de esos que tienes sobre la mesa valdría el equivalente a un mes de mi salario!

 

- ¡Vaya! – Lisa se sentó otra vez y puso su laptop sobre su regazo, fingiendo que volvía al trabajo. – Pareces estar muy bien enterado de los precios de estos boletos. ¿Ya compraste el tuyo o estos te llegaron como caídos del cielo?

 

- ¿Por qué te los dio Kyle?

 

- Sinceramente Rick, no creo que sea de tu incumbencia… él tenía sus motivos para hacerlo.

 

Lisa siguió trabajando en su laptop y Rick tuvo que apretar sus puños para contener la rabia, la impotencia y la frustración que sentía en esos momentos. ¿Por qué Lisa tenía que actuar de esa manera? Y peor aún, ¿Por qué él sentía esos celos al pensar que Kyle le hubiera ido a regalar los boletos a Lisa? ¿Por qué a ella?

 

Rick suspiró profundamente, tratando de sacarse toda la frustración que traía en el pecho y se sentó en el sillón frente a Lisa, manteniendo la mesita de café de por medio.

 

- Mira Lisa, - trató de controlarse. – No vine aquí a pelear… ¡Maldita sea, ni siquiera se porqué estamos peleando!

 

Ella lo miró por encima de la pantalla de la laptop, pero no hizo comentario y volvió a su trabajo. Rick no sabía qué más podía decirle; de pronto le pareció una mala idea el haber ido hasta su habitación.

 

- ¿Estas molesto porque yo recibí boletos de Kyle y…?

 

Lisa iba a decirle que él no había recibido boletos de Minmai, pero se detuvo al darse cuenta de que aquello era demasiado cruel. Aun y cuando no terminó la frase, Rick pareció haber comprendido; bajó su cabeza y cerró los ojos.

 

- Tiene razón, comandante. – Rick se puso de pie y se dirigió a la puerta. – Supongo que nada de esto es de mi incumbencia… su vida privada no es asunto mío. ¡En fin! Buenas noches…

 

Rick puso la mano en el picaporte de la puerta, pero se detuvo cuando la voz de Lisa sonó distante y apagada a sus espaldas.

 

- Querían que la RDF estuviera representada en ese concierto… el almirante Gloval no podrá ir, así que tuvieron que conformarse conmigo.

 

Rick abrió mucho los ojos cuando escuchó aquellas palabras. Así que Lisa había recibido esos boletos con una orden expresa de asistir al concierto… él comprendió de inmediato el porqué parecía estar tan irritada. Y sintió rabia consigo mismo que, una vez más, había asumido erróneamente las cosas.

 

- A Kyle no le emocionó la idea, por supuesto… comenzó a soltarme toda su letanía pacifista de siempre… él—oh, simplemente olvídalo Rick. Mira, ahí tienes esos dos boletos. Has con ellos lo que quieras.

 

La voz de Lisa, calmada y serena una vez más, había terminado por desarmar a Rick. Giró sobre sí mismo y vio que Lisa seguía tecleando en la computadora, como si nada le importara en realidad. Rick bajó la mirada, recordando los últimos encuentros que habían tenido con Kyle; ninguno de ellos había sido precisamente cordial y de pronto se enfureció al pensar en las cosas que seguramente aquel tipo le había dicho a la comandante Hayes.

 

- Lisa yo… lo siento, no quise… es que… ese Kyle, ¿Qué te dijo? ¡Más le vale que no te haya insultado o agredido porque si lo hizo…!

 

- ¡Olvídalo Rick! No creo que debamos darle a este asunto una importancia mayor de la que tiene… toma los boletos y diviértete mañana en la noche.

 

Rick miró los boletos sobre la mesita y luego su mirada se clavó en Lisa. Ella seguía en lo suyo, casi pretendiendo que Rick no estaba ahí.

 

- ¿Y tú? – él preguntó después de un minuto. - ¿No irás al concierto?

 

Lisa solo negó con la cabeza, sin poder reunir las fuerzas suficientes para hablar.

 

- Pero…

 

- El personal del Centro de Comando va a retirarse temprano… me voy a quedar de guardia… cambié el turno con Vanessa… voy a estar supervisando el transporte de material del SDF 1 a donde se está construyendo la Ciudad Monumento.

 

- ¿Tú sola? ¿Toda la noche?

 

Lisa no respondió, pero Rick sabía de antemano cual era la respuesta. Miró los boletos una vez más y su mirada fue atrapada por otra cosa que estaba sobre la mesita de café. Era un plano de la Nueva Macross, en donde Lisa había trazado algunos círculos rojos, señalando seguramente lugares importantes dentro de la ciudad.

 

El comandante cerró los ojos por un minuto, odiándose a sí mismo. De pronto comprendió su error. Cuando los abrió, se acercó lentamente a la mesita y tomó los dos boletos.

 

- Debes de ir uniformado. – Lisa habló cuando lo vio poner las manos sobre los boletos, aunque nunca lo miró. – Ahí están los pases VIP y todo lo demás. Espero que disfrutes el concierto, Rick.

 

Él la miró por un momento. Su voz había sonado sincera cuando le había dicho aquellas últimas palabras, como si ella en verdad quisiera que él se divirtiera. Su comentario no había sido sarcástico, ella realmente le deseaba que pasara un buen rato en el concierto. Ella en realidad quería que él saliera y se distrajera un poco, con todo lo que trabajaba y se esforzaba, se lo había ganado.

 

Quizás lo que más molestaba a Lisa no era el hecho de que Rick, como todos los demás, estaba emocionado con aquella presentación tan especial de Minmai; lo que realmente la había hecho sentir triste había sido que a Rick no pareció importarle en absoluto lo que ella le había dicho, sobre Nueva Macross y sus casas. Como siempre, Minmai era la prioridad.

 

Rick puso sus boletos en el bolsillo de su uniforme y miró a Lisa.

 

- ¿Estás segura de que ese infeliz no te dijo nada ni te molestó de ninguna manera?

 

- Todo está bien, Rick… aun si lo hubiera hecho, yo se cuidarme y defenderme a mi misma.

 

- Lamento haber entrado así a tu habitación…

 

- No hay problema. – Lisa seguía forzándose a mantener los ojos fijos en la laptop.

 

Rick sacudió la cabeza y se dirigió a la puerta. Antes de abrirla, miró a Lisa sobre su hombro otra vez y una mirada llena de impotencia y confusión apareció en su rostro.

 

- Buenas noches Lisa… descansa.

 

- Buenas noches Rick, tu también. – Ella le respondió secamente.

 

Rick asintió levemente con la cabeza y sin más ceremonia salió de la habitación. Cuando Lisa se vio sola, miró a la puerta por donde Rick acababa de salir y suspiró casi dolorosamente. Miró a la mesita de café, donde habían estado los boletos.

 

- Ni siquiera tuve que decírselo dos veces.

 

Lisa sacudió su cabeza y apagó su laptop. Una vez que lo hizo, se dirigió a su habitación. Estaba cansada, no quería pensar en nada aquella noche y al día siguiente no solo tendría que cumplir con sus asignaciones del día, sino además trabajaría doble turno, quedándose de guardia en el Control de Comando en la noche.

 

Quería descansar un poco, tenía sueño y se sentía exhausta. Se fue directamente a la cama y se forzó a sí misma a no pensar en nada. Cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño que se sentía pesado en sus párpados, dedicándole un último pensamiento a Rick Hunter… el eterno enamorado de la Señorita Macross.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

Durante todo el día, el concierto de Minmai en Nueva Macross había sido el tema de conversación de todos en la base. Desde muy temprano habían comenzado a organizar los grupos de apoyo que estarían de servicio durante el concierto, vigilando la seguridad del mismo y a los habitantes de Macross, que por primera vez habían recibido la autorización de dejar la nave y bajar a tierra.

 

Las personas iban y venían. En la ciudad todo era movimiento y alegría y en los cuarteles militares todos parecían estar igualmente emocionados. No era el hecho del concierto en sí, sino que con eso todos comenzaban a recuperar un poco de la normalidad que sus vidas habían perdido con la guerra. En el radio, la televisión y el periódico no se hablaba de otra cosa. No había manera de huir de aquel evento tan importante.

 

Lisa había estado evitando a Rick todo el día. Cuando escuchó que el escuadrón Skull estaba por salir a su patrullaje del día, ella salió de la sala de control con el pretexto de ir a recoger unos documentos. Cuando supo que los Skull habían vuelto, utilizó la excusa de ir por un café. Ni siquiera tenía ganas de escuchar su voz por el Tac Net mientras Vanessa lo dirigía.

 

Cuando iba de regreso a la sala de control, se topó con Max y Miriya, que se dirigían a la cafetería.

 

- ¡Hola Lisa! – Max la saludó alegremente.

 

- ¡Hola Max… hola Miriya! ¿Cómo están? ¿Cómo te sientes?

 

- Estoy bien Lisa… pero con mucha hambre. Vamos a comer algo, no podía esperar a aterrizar después del patrullaje, me estoy muriendo de inanición.

 

Lisa se rió por primera vez en lo que pareció una eternidad. Los comentarios de Miriya siempre eran graciosos. Max puso la mano en el hombro de su esposa y sonrió.

 

- El problema es que Mir esta teniendo un extraño gusto por comida exótica… ayer se le antojó comer camarones cubiertos con chocolate.

 

- ¿Qué? – Lisa no pudo ocultar su sorpresa. – Miriya… ¿En serio te comiste eso?

 

La Zentraedi asintió con la cabeza, sintiéndose un poco apenada.

 

- Les faltó un poco de sal… pero no importó mucho, porqué de todas maneras no se quedaron en mi estómago por mucho tiempo.

 

Max se rió alegremente tanto del comentario de su esposa, como de la expresión en el rostro de la comandante Hayes. Aquello no tenía precio, el teniente Sterling pensó. Lisa miraba a la taza de café que traía en la mano con una expresión que le decía a Max que en cuanto llegara a su puesto de control, vaciaría el café en el bote de basura más cercano.

 

- ¿Qué pasó con los boletos, Lisa? – Miriya soltó a quemarropa. - ¿Por fin se los diste a alguien o te decidiste a ir al concierto?

 

Ella negó con la cabeza, su mirada todavía fija en su taza de café.

 

- Se los di a Rick.

 

Max y Miriya intercambiaron miradas.

 

- ¿En serio? No nos comentó nada…

 

- Si, bueno… espero que vaya y que lo disfrute. Yo no estoy de humor para estas cosas…

 

-¡Lisa, espera! – Max la detuvo. - ¿Porqué no vienes a cenar con nosotros hoy en la noche?

 

Ella miró a sus amigos. Miriya asentía entusiastamente a las palabras de su esposo. Lisa sonrió y sacudió la cabeza levemente.

 

- Me encantaría Max, y realmente se los agradezco… pero voy a tener doble turno. Tengo que dirigir un transporte de material a Ciudad Monumento hoy por la noche. Pero gracias de todas maneras… ahora tengo que volver a la sala de control. Miriya, cuídate mucho y… espero que encuentres algo apetecible que comer.

 

- Si… ¡me estoy saboreando un plato de fresas cubiertas con jugo de tomate… y un poco de miel y limón!

 

Lisa se detuvo y miró a su amiga, tratando de entender si estaba hablando en serio o si era una broma, pero al ver su rostro se dio cuenta de que de hecho, ese sería el menú del día para Miriya. Max sonreía indulgentemente; miró a la comandante y se encogió de hombros. Al parecer los antojos zentraedis eran bastante extraños.

 

- Bien, entonces suerte con todo Lisa… de todas maneras, si la misión es cancelada o cualquier cosa, la invitación sigue en pie.

 

- ¡Gracias!

 

Los Sterling se alejaron con rumbo a la cafetería. Lisa los miró por un momento, sonriendo para sí misma y sintiéndose un poco celosa de ellos. Hacían una pareja muy bonita y la manera en que ambos se amaban era algo que saltaba a la vista. Lisa suspiró y continuó con su camino hacia su puesto de control.

 

Cuando entró al elevador, dos jóvenes pilotos que iban conversando animadamente se detuvieron para saludarla. Ella correspondió el saludo, pero no dijo nada. Se concentró en observar los números del elevador, mientras los pilotos continuaban su conversación que, para variar, estaba enfocada al concierto de la noche.

 

- … pues si, eso fue lo que me dijeron… ¿Sabes cuanto cuesta cada boleto? Y esos en particular tienen pases VIP… dicen que el comandante los consiguió de alguien con un grado militar muy alto en el SDF 1.

 

Lisa miró sobre su hombro y se percató de que eran dos de los nuevos pilotos asignados al Escuadrón Skull. Enseguida supo que estaban hablando de Rick y los boletos que ella le había dado.

 

- Entonces ¿Qué va a hacer Laura?

 

- ¿Tú qué crees? ¿Tú rechazarías un boleto así?

 

Lisa sintió una estocada en el corazón cuando escuchó aquello. ¿Sería posible? ¿Acaso Rick había invitado a una chica a que lo acompañara al concierto? Bajó su vista sabiendo que ella no podía recriminarle nada… después de todo, ¿Quién era ella para arreglar la vida social de Rick Hunter?

 

- Dan me dijo que el comandante le había pedido un pequeño favor a Laura a cambio… pero no creo que aquello le disguste demasiado. – El otro piloto se rió.

 

- No… algunas personas tienen toda la suerte del mundo… boletos VIP para el concierto y una hermosa mujer… bueno, al menos mañana podremos enterarnos de los chismes de primera mano… entonces, ¿vamos a ir al bar esta noche a ver el concierto ahí?

 

El ascensor se detuvo en el piso de Lisa y ella salió cabizbaja y pensativa, dirigiéndose a su puesto sin detenerse a hablar con nadie. Llegó a su consola y tomó asiento, poniendo su taza de café a un lado. Ya estaba fría y ya ni siquiera le apetecía. Revisó en su computadora el registro de los avisos y mensajes que había recibido durante su ausencia, pero ninguno de ellos era de Rick Hunter. Tuvo el impulso de preguntarle a Vanessa si el comandante Hunter no había llamado o si no había preguntado por ella, pero se contuvo.

 

- No tiene caso. – Pensó.

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

La noche cayó finalmente sobre Nueva Macross, después de un día largo y lleno de entusiasmo y expectativa. El almirante Gloval había entrado a una importante reunión que se pensaba se podía prolongar hasta la madrugada y había ordenes expresas de no interrumpir, por lo que Lisa tuvo que autorizar algunos documentos para el uso de fuegos artificiales después del concierto.

 

Acabó de firmar los papeles y se los entregó a la asistente que se los había llevado justo cuando Vanessa se puso su abrigo, alistándose para salir de su turno.

 

- ¡Te agradezco mucho que hayas tomado este turno y que vayas a cubrirme, Lisa! – Vanessa le sonrió. – Te debo una… el día que lo necesites, ya sabes.

 

- Gracias Vanessa, no hay problema.

 

- Todavía no puedo creer que no vayas a ir a ese concierto… ¿Estás segura que no necesitas nada?

 

- Estoy bien. – Lisa le sonrió. – Ustedes vayan a donde tienen que ir y diviértanse.

 

- Bien… pues me retiro porque Kim y Sammie deben de estar ya muy impacientes.

 

- Vanessa… - Lisa la detuvo antes de que saliera. – Tu… ¿Tu sabes quien es una piloto llamada Laura? Me parece que es una de las nuevas asignaciones del Escuadrón Skull… pero no estoy segura.

 

- Laura… - Vanessa lo meditó un segundo. – No, no es del Skull… los nuevos pilotos de ese escuadrón son todos hombres… oh, Laura… si, todavía está en entrenamiento de combate, pero ya está asignada al Escuadrón Bermellón… si mal no recuerdo su asignación es efectiva a partir de la próxima semana. ¿Por qué Lisa?

 

- Solo curiosidad…

 

Vanessa se encogió de hombros, se despidió alegremente de la comandante y salió del puesto de control, dejando a Lisa completamente sola en aquel lugar.

 

La comandante Hayes suspiró profundamente y se recargó en su asiento, permitiéndose cerrar los ojos por unos segundos para descansar. La sala de control había quedado en silencio, el cual solo era interrumpido por el sonido ocasional de los aparatos de comunicaciones y alguna señal transmitida desde la ciudad, en donde el concierto comenzaría en menos de una hora.

 

Las luces de la sala también se habían apagado y el cubículo de Lisa era el único lugar levemente iluminado. Ella se sentía adormilada y comenzó a relajarse en su asiento. Tenía una leve jaqueca y esperaba que la noche pasara rápido.

 

- Control de carga a puesto de comando… aquí control de carga, cambio.

 

Aquella voz sacó a Lisa de sus pensamientos. Se enderezó en su asiento y tomó sus audífonos, se los colocó y ajustó su micrófono.

 

- Aquí Delta 1… - contestó automáticamente. - Adelante control de carga.

 

- Estamos listos para iniciar con el transporte de equipo a Ciudad Monumento. La carga está completa en un 97% y el convoy estará listo para salir a la hora fijada, en T menos 20 minutos.

 

- Entendido control… manténganme informada. La ruta y un informe metereológico les serán transmitidos en cuanto se reporten como listos para partir. Serán custodiados por el escuadrón Fantasma, quienes se reunirán con ustedes en las coordenadas que previamente se les entregaron exactamente a las 2025 horas.

 

- Entendido Delta 1… estamos en contacto…

 

Lisa clavó su mirada en la computadora y muy a su pesar ingresó el nombre de aquella jovencita y su escuadrón asignado. Inmediatamente apareció su ficha y su perfil en la pantalla de la comandante. Era una mujer simpática y atractiva, Lisa pensó.

 

- Al parecer a Rick le gustan las mujeres jóvenes…

 

En el sistema de comunicaciones, Lisa escuchó que el concierto estaba por comenzar, que el auditorio estaba a su cupo máximo y que incluso el área especial que se había habilitado para zentraedis no micronizados estaba totalmente llena. Aquel concierto prometía ser un éxito.

 

Cuando Lisa escuchó que la transmisión de MBS estaba a punto de iniciar, sintió el impulso de abrir dicha transmisión en su consola, pero se contuvo. No tenía caso hacerse más daño a ella misma. En lugar de eso abrió una carpeta que tenía debajo de algunos otros documentos. Eran los planos de su casa, que Claudia le había entregado el día anterior. Tomó un lápiz y lentamente comenzó a trazar sobre los planos algunas líneas y a hacer algunas anotaciones. Estaba planeando la manera en que iba a acomodar su casa y la decoración que le pondría. En esos momentos esa era la única cosa que en realidad la motivaba, el pensar en su casa… su propia casa.

 

De pronto la transmisión desde el control de carga la hizo volver a su trabajo. Pasó unos minutos dando órdenes y transmitiendo información. Una vez que el convoy saliera, lo único que tenia que hacer era vigilar el progreso de la misión a través de su pantalla, pero aquello era algo rutinario y ella sabía que iba a ser una noche tediosa.

 

Sin embargo, parecía que el destino no quería que Lisa se perdiera el concierto de Minmai. La transmisión del mismo comenzó a causar interferencia en los canales que ella estaba utilizando para el control de la misión de transporte. Lisa intentó de enfocar su transmisión, pero no pudo resistirse y de pronto se encontró a sí misma mirando frente a frente a Minmai, quien hermosa como nunca, se paseaba con gracia por el escenario, entre los juegos de luces y la emoción desbordada de sus fieles admiradores, cantando una nueva versión de “My time to be a star”, la canción que la había lanzado a la fama y con la que había elegido abrir el concierto aquella noche.

 

Lisa brincó de su asiento cuando el sonido característico de la puerta de la sala de control al abrirse la tomó por sorpresa. Se dio media vuelta para mirar, sobre el respaldo de su silla a la persona que había entrado y que estaba de pie en la penumbra, sin atreverse a avanzar. Lisa tuvo que entrecerrar los ojos para enfocar y reconocer a quien estaba ahí a sus espaldas.

 

- … ¿Rick…?

 

La voz de Lisa se escuchó más como un suspiro de alivio que como una pregunta.

 

- Si, soy yo… - el comandante Hunter se acercó lentamente. – Lisa, lamento lo que sucedió anoche.

 

- Pero… yo pensé que estarías en el concierto…

 

Desde su asiento, Lisa tenía que mirar hacia arriba para poder verlo al rostro. Él evitaba el contacto visual y era obvio que se sentía apenado. Su mirada se clavó en la pantalla, en donde Minmai seguía cantando entusiastamente… eso era algo que nadie podía discutirle, era una persona que se entregaba por completo a su público. Rick pasó su mano por la pantalla pero enseguida miró a Lisa.

 

- No… - Rick le contestó en un tono frío y sin emoción.

 

- Pero Rick… pensé que te emocionaba la idea de ir a ese concierto… pensé que querrías ver a Minmai después de tanto tiempo… después de todo ustedes son amigos y—

 

- ¿Amigos? – contestó Rick amargamente, recargándose en la consola y dándole la espalda a la pantalla en donde estaba siendo transmitido el concierto. – Pues no me lo pareció así la última vez que nos vimos. ¿Recuerdas aquella noche cuando teníamos planes de ir a cenar a Ciudad Macross y cómo nos recibieron esas personas? ¿Recuerdas la actitud de Kyle y la de… ella?

 

- Si… - Lisa bajó la vista sintiéndose algo apenada de todas las cosas que había pensado de Rick durante todo el día.

 

- No tenía ganas de ver a Minmai… después de todo ella está muy feliz con Kyle… y él, siendo el pacifista que es… yo creo que lo mejor es alejarse por ahora… además, no creo que para ella sea conveniente que la vean con un soldado como yo. Eso podría dañar su imagen, ¿no es así?

 

Lisa lo miró sin saber que decir. Aquellas palabras de Rick habían destilado veneno cuando las había pronunciado. Era obvio que el comandante estaba bastante perturbado con todo aquello.

 

- Discúlpame Rick… yo sinceramente creí que querías ir a ese concierto.

 

- No… si insistí tanto con lo de los boletos fue porque estaba preocupado… supe que Kyle te los entregó y no me gustan los modales ni las maneras de ese tipo… me daba rabia el pensar que pudiera haberte insultado.

 

Lisa movió negativamente la cabeza.

 

- Nada que una militar veterana no pueda soportar.

 

Minmai comenzó a cantar “We will win” en el concierto y por un momento tanto Lisa como Rick miraron la pantalla. Aquella canción llevaba consigo una carga emocional muy fuerte para todos los sobrevivientes de la guerra Robotech. Lisa notó que Rick tenía los ojos llenos de lágrimas y ni siquiera quiso saber porqué. En cambio ella recordó que había sido precisamente la idea de Rick el usar aquella canción como arma contra los Zentraedi y aquello había marcado la diferencia entre la victoria y la derrota. Lisa se sentía orgullosa de Rick, sabía que estaba destinado a ser un militar que haría historia, un líder para la raza humana.

 

Súbitamente Rick apagó la pantalla del concierto y suspiró, al tiempo que bajaba la mirada y hablaba casi para si mismo.

 

- Es que a veces no puedo creer lo tonto que soy… ¿Por qué no puedo simplemente terminar con esto?

 

- Pero Rick, si ella te gusta… si la amas… tú mismo se lo dijiste antes de aquella batalla… - Lisa sentía que su corazón se rompía con cada una de sus palabras.

 

- Me va a tomar algún tiempo salir de esto, Lisa… es que no se que es lo que debo de hacer… el día que la vimos en el restaurante… ¿Realmente crees que no nos haya visto? Incluso aquella vez en ciudad Macross… su actitud…

 

Rick movió negativamente la cabeza, pero no hizo mayores comentarios.

 

- Lo siento mucho, Rick. – Lisa murmuró.

 

Una nueva transmisión llegó desde el convoy de transporte que ya se había reunido con el Escuadrón Fantasma que los escoltaría. Lisa suspiro aliviada, sabiendo que eso le quitaba a ella un gran peso de encima. Rick la observaba dar órdenes y transmitir información de esa manera tan profesional y eficiente que ella tenía de hacerlo, y con esa seguridad que hacía que cualquier persona bajo el mando de la comandante Hayes se sintiera totalmente cubierta y protegida en todos sus flancos.

 

El líder de la misión le informó a la comandante Hayes que todo estaba bajo control y que en unos minutos harían contacto con la base temporal que había sido instalada en Ciudad Monumento. Lisa sonrió, pensando que después de todo, aquello no había sido tan tedioso como ella había esperado. La comandante Hayes terminó de dar algunas instrucciones y finalmente cerró la comunicación. Se quitó sus audífonos y movió la cabeza y se echó el cabello hacia atrás, en un movimiento muy característico de ella que Rick había aprendido a adorar.

 

- Estaba pensando, comandante… ¿Tiene planes para mañana?

 

- Pues tengo que trabajar…

 

- Es que mañana es mi día libre. – Rick le informó. – Y estaba pensando que si tuvieras tiempo me gustaría ir a la ciudad a ver las casas.

 

Lisa sonrió por primera vez aquella noche pero su sonrisa no duró mucho.

 

- No lo se Rick…

 

- Estoy segura que Vanessa no tendrá objeciones de pagarte el favor mañana… entre más pronto mejor, así no se acumulan intereses.

 

Lisa soltó una risita y asintió con la cabeza.

 

- Si, puede ser posible… pero aun así no estaría libre antes del medio día. Tengo que ver al Almirante por la mañana.

 

- ¿Podríamos salir de este lugar por unos momentos? ¿No hay problema si abandonas tu puesto?

 

- No creo… la estafeta de la misión de transporte ya fue transferida a la base de Ciudad Monumento… aunque de todas maneras prefiero llevarme en localizador… pero ¿a dónde quieres que vayamos?

 

- Es que hay algo que quiero que veas.

 

Rick la tomó de la muñeca y la condujo a la puerta del cuarto de control. Salieron de ahí y una vez en el pasillo, miró a la comandante y le guiñó traviesamente el ojo.

 

- ¿De que se trata esto, Rick?

 

- Pues… parece que esta noche somos los únicos en la base… quiero que me acompañes al hangar del Skull 1, tengo algo que te va a gustar.

 

- ¿Y qué es?

 

- No sea curiosa, comandante. Recuerde que la curiosidad mató al gato.

 

- Curioso, siempre he tenido el presentimiento de que en mi caso vas a ser tú quien terminará matándome a mí.

 

- Sin embargo yo jamás la he derribado en combate. – Rick se rió.

 

Lisa se sonrojó un poco y decidió no hacer más comentarios al respecto.

 

Cuando salieron del ascensor en los hangares del Prometheus, Lisa detuvo a Rick. Había algo que necesitaba preguntarle pero no sabía como hacerlo.

 

- No es que quiera inmiscuirme en tus asuntos Rick pero… sobre el concierto… escuché decir que le habías dado un boleto a una chica llamada Laura… a cambio de un favor especial.

 

Rick se rió y una mirada bastante traviesa apareció en su rostro.

 

- ¿Celosa comandante?

 

- ¿Qué? Yo… no, por supuesto que no… simple curiosidad… es que no quiero que haya chismes de que esos boletos se estaban vendiendo cuando fueron cortesías ni nada de eso.

 

- Oh, la verdad es que si le di los boletos a Laura… a cambio de un favor. Pero ella estaba muy contenta… ella y su novio habían estado tratando de conseguir boletos sin éxito, así que yo llegué justo a tiempo.

 

- ¿Su novio? – Lisa preguntó interesada.

 

- Si, Dan… ¿Lo conoces? Es uno de mis nuevos pilotos en el Skull… cabello rubio con un peinado a-la-Fokker, ojos azules, desgarbado…

 

- ¡Oh! – Lisa sabía de quien hablaba. – Daniel Phillips… el teniente Phillips.

 

- Si, él… Laura es su novia, está en entrenamiento básico en estos momentos pero antes estuvo asignada al proyecto científico del doctor Lang como personal militar de apoyo… estuvo trabajando en los proyectos de recuperación ecológica, pero solicito su transferencia para estar junto con su novio… bueno, ahora su prometido.

 

Lisa sonrió de oreja a oreja al darse cuenta de que todo había sido un malentendido. Ella había sacado sus propias conclusiones sin siquiera conocer la historia completa. No se sintió tan culpable por ello, pues Rick había hecho lo mismo el día anterior, asumiendo cosas que nunca habían sucedido entre ella y Kyle. Aun así le preocupaba la clase de favor que Rick le había pedido a cambio de los boletos. Un escándalo era lo que menos deseaba la RDF en esos momentos.

 

- Les pedí que fueran uniformados, pero no te preocupes Lisa… hacen una gran pareja, son dignos representantes de la RDF. Además, sinceramente no creo que la prensa esté muy entusiasmada en el ejército cuando tienen ahí a Minmai… Dan y Laura son muy discretos, - Rick notó la preocupación de Lisa. – Te aseguro que no dirán nada a nadie.

 

- Pero… Rick, no deberías de haber comerciado con esos boletos.

 

El comandante Hunter le guiñó un ojo y la condujo al hangar del Skull 1.

 

- No comercié con ellos… simplemente los cambié por algo mejor.

 

Dentro del hangar, Rick fue a una esquina detrás de algunas cajas y le hizo a Lisa un movimiento con la mano, invitándola a acercarse. Cuando ella lo hizo, el sacó de detrás de aquellas cajas una más pequeña de plexiglás y cubierta con algunas mangueras. El comandante Hunter sonrió, observando aquella caja como si contuviera un tesoro y luego fue a ponerla sobre una mesa de trabajo al lado de Lisa.

 

- ¿Qué es esto?

 

- Es para ti, Lisa.

 

Ella miró dentro de la caja y sus manos inmediatamente fueron a cubrir su boca. Sus ojos se iluminaron y una sonrisa deslumbrante apareció en su rostro mientras sus manos bajaban lentamente hasta unirse sobre su pecho. Dentro de la caja había media docena de macetas con flores de diferentes clases y colores, mantenidas por medio de un sistema de microclima.

 

- Pero Rick… esto…

 

- Bueno, se que no es mucho… pero recordé lo que me dijiste, que te gustaba mucho la jardinería y que esperabas algún día poder tener un pequeño jardín en tu casa… pensé que este sería un buen comienzo. Como te dije, Laura trabajó en el proyecto de recuperación ecológica, para ella no fue realmente difícil conseguir esto… así que yo diría que todos salimos ganando con este negocio, ¿no?

 

- Rick… - Lisa sentía los ojos llenos de lágrimas y no sabía que decir.

 

El comandante Hunter tomó una de las macetas en sus manos, era una planta con hojas verdes aterciopeladas y hermosas flores azules. Sonrió y le entregó la maceta a Lisa, quien la recibió con gusto, acariciando aquellas flores como si se trataran de un bebé.

 

- Cuando estabas en el hospital y te lleve aquella rosa, ¿te acuerdas? Ese día me dijiste que hacía mucho que nadie te regalaba flores… así que pensé que teniendo estas plantas no necesitarás que nadie te regale flores, porque ellas te las van a regalar todos los días… te las mereces, Lisa.

 

- Gracias Rick… - su voz era un susurro, mientras ella escondía su rostro detrás de las flores. – Son muy hermosas… yo, siento mucho haberme comportado como lo hice… supongo que estaba algo estresada y…

 

- Y yo estaba enfrente… no hay problema Lisa, después de todo yo también me comporté como un tonto… ¿Entonces mañana podemos ir a tu casa y sembrarlas de una vez? Laura me dijo que cuanto antes las transplantemos al suelo será mejor y hay que aprovechar la humedad.

 

- Claro Rick… - le respondió con una sonrisa.

 

- Y bueno, ya que estamos por allá, me gustaría que me llevaras a ver mi casa también. ¿Te parece?

 

- Por supuesto que sí.

 

Lisa no podía articular muchas palabras. Esas actitudes de Rick eran las que la hacían quedarse sin aliento. El comandante Rick Hunter había sacrificado su única oportunidad de verse con Minmai y de verla actuar en vivo, en el concierto más grande de su carrera hasta ese punto, a cambio de unas flores para el jardín de la comandante Hayes. ¿Qué podía ella decir a eso? ¿Cómo se lo podía agradecer?

 

Rick se alejó un poco, hasta una terraza de observación que estaba cerca del hangar. Lisa lo observó mientras él se recargaba en el barandal y su vista se perdía en el hermoso espectáculo de Nueva Macross que se levantaba orgullosa bajo la sombra protectora del SDF 1. Lisa puso la maceta dentro de la caja de plexiglás y se dirigió a donde Rick estaba.

 

Él la miró llegar y sonrió, señalándole hacia un rincón de la terraza, en donde había dos sillas reclinables, de las que generalmente se encontraban a los lados de las albercas. Estaban bastante maltratadas y Lisa tuvo la seguridad de que él las había sacado de algún depósito de chatarra, pero aun así sonrió al verlas.

 

- ¿Qué te parece? ¿Tienes ganas de relajarte? La noche está muy bonita… mira, incluso hay estrellas… y en una hora más o menos van a comenzar los fuegos artificiales. ¿Te interesa?

 

Lisa sonrió con ternura y se acercó a Rick al tiempo que le rodeaba el torso con sus brazos y le daba un cálido abrazo amistoso. Ambos se sostuvieron la mirada por un segundo y enseguida él fue a sentarse a una de las sillas, sacó una bolsa de debajo de ella y le sonrió a Lisa. Ella sonrió al reconocer la bolsa, era de una tienda de conveniencia cercana a la base.

 

- Salí muy tarde de mi patrullaje, no pude preparar nada más. No es mucho, pero pensé que tendrías hambre… traje jugo, galletas, papas fritas, pastelitos, Petite sodas, todo lo que se me antojó… ¿No tienes ganas de comer comida chatarra esta noche? – Rick le hizo un guiño.

 

- ¡Lo que sea estará bien!

 

Lisa se sentó en la otra silla y atrapó en el aire la lata de jugo de manzana que Rick le había arrojado y la levantó triunfalmente. Él levantó su dedo pulgar y se rió alegremente. Ambos comenzaron a comer lo que Rick había llevado, mientras conversaban alegremente sobre las casas de la colonia militar, sobre lo que habían hecho en el día y sobre lo que planeaban hacer al día siguiente. La noche era fría, pero aquello parecía no importarles. Recostados en las sillas de alberca, sus ojos estaban fijos en las estrellas sobre ellos, mientras hablaban sobre los planes que tenían para sus casas y sobre la manera en cómo celebrarían la ya próxima navidad.

 

Cuado los primeros fuegos artificiales explotaron en el cielo, sin previo aviso, ambos saltaron asustados, luego se miraron a los ojos y se soltaron a reír. Aquello fue el cierre perfecto para una noche perfecta. Rick no podía dejar de observar el rostro de Lisa, mientras ella disfrutaba de los fuegos artificiales. La manera en como aquellos se reflejaban en los ojos verdes de la comandante y como la luz iluminaba sus rasgos finos y elegantes hacían que aquello fuera un espectáculo digno de admirarse.

 

Rick levantó sus ojos al cielo, en donde una sinfonía de luz se llevaba a cabo como si fuera una celebración al triunfo del valor humano y a la vida. Pensó que aquella noche él no podría encontrarse en un mejor lugar y con una mejor compañía.

 

“Jamás olvidaré en donde me encontraba la noche en que Nueva Macross comenzó a existir… en el hangar de mi viejo Skull 1 y con Lisa Hayes. Creo que no podría ser más apropiado… después de todo, fueron ellos quienes estuvieron conmigo aquella mañana, la primera después de la destrucción de la tierra.” Rick pensaba.

 

Había momentos que eran atemporales, momentos que se quedaban grabados para siempre en la mente y el corazón de las personas sin ningún motivo en particular… para Rick Hunter ese fue uno de esos momentos. * * *

 

 

- - - - - - - - - -

 

 

 

State = Continuará/To Be Continue

feedback = Sí/Yes

email = evi021ARROBAgmail.com