chapter = 7
author = Evi
dedicate = A todos los que han seguido la historia hasta ahora. ¡Felices fiestas!
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = HORIZONTES DE LUZ
Por Evi
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CELEBRANDO EL AMOR
Mientras Rick, Max y Miriya caminaban por la pista de aterrizaje rumbo al hangar del escuadrón Skull, el capitán Hunter continuaba con una conversación que había dejado pendiente esa mañana antes de despegar en su vuelo rutinario de patrullaje.
- Lo único que sé es que no puedo esperar para volar esas naves. Realmente la experiencia fue increíble.
- Cualquiera diría que pasaste el fin de semana en un parque de diversiones temático, jefe. – Max sonrió.
- Ya me darás la razón cuando los veas en persona y más aún cuando los vueles, Max.
- ¿Y qué piensa Lisa al respecto? Me refiero al hecho de que quieres ser piloto de pruebas y todo eso. – Miriya intervino.
Rick bajó la cabeza y caminó en silencio por un momento. Max y Miriya se miraron e intercambiaron una mirada de preocupación.
- Rick, no puedes decirnos que aún no le has dicho nada a Lisa.
- No precisamente… es decir, no se lo he dicho cara a cara pero… esta mañana antes de salir al patrullaje le dejé sobre su escritorio mi reporte… en él incluí la solicitud de permiso para… bueno, para llevar a cabo las pruebas de vuelo que se requieran. Me imagino que a estas alturas ya debe de haber leído esos documentos.
- ¡Está por arder Troya! – Max comentó sin mucho entusiasmo.
- No puede negarse, Max. – Rick miró a su amigo, pero su expresión contradecía sus palabras. – Lisa sabe que soy un piloto con mucha experiencia… además si estoy a cargo de este proyecto, lo más lógico es que yo— ¿No les parece?
- Las cosas no son tan fáciles, jefe.
- No puedes pensar solamente en ti, Rick… no ahora que estás con Lisa. Cuando me casé con Max una de las primeras cosas que aprendí es que una pareja siempre debe de actuar de común acuerdo.
- Y no lo cuestiono, Miriya… pero hay obligaciones que cumplir.
- ¿Obligaciones o caprichos personales, jefe?
- ¡Esto no es un capricho! – Rick se defendió. – Max, yo—
- Es sólo un consejo, jefe. – Max lo interrumpió. – Lisa y tú han estado solos demasiado tiempo. Tal vez al principio les cueste algo de trabajo adaptarse a la situación pero… piensa que ahora tienes un motivo más importante por el cuál vivir que sólo arriesgar tu vida en un vuelo de prueba. Por supuesto la decisión es tuya… pero que sea una decisión bien meditada, Rick.
- Bueno, supongo que no tendrás que esperar mucho tiempo antes de saber qué es lo que la almirante Hayes piensa al respecto.
Miriya le señaló a Rick el pizarrón de avisos colocado en la puerta del hangar. En él se leía claramente: “1032 hrs. Se recibió un mensaje de la almirante Hayes. Quiere ver al capitán Hunter en su oficina en cuanto aterrice.”
- Entre más pronto resuelva esta situación será mejor. – Rick habló con voz apenas audible.
- ¡Suerte, jefe!
- Y hazle caso a la almirante, Rick… créeme, no te conviene tener desavenencias con una mujer… mucho menos si esa mujer no sólo es tu oficial superior, sino además tu pareja.
- Lo tendré en cuenta, Miriya. ¡Gracias!
No pasó mucho tiempo antes de que el capitán Hunter se presentara en la puerta de la oficina de la almirante, llamando suavemente con los nudillos.
- ¿Lisa…? Almirante, ¿Puedo pasar?
Lisa levantó la vista de los documentos en los que estaba trabajando y miró a Rick, quien se acercaba casi cautelosamente al escritorio.
- Rick… pasa… toma asiento por favor.
Rick se sentó, estudiando atentamente los rasgos de ella, tratando de descubrir cualquier emoción o reacción que su solicitud pudiera haber provocado, pero no logró descifrar nada en lo absoluto. ¡Aquella mujer lo seguía intrigando y fascinando!
- Leí tu reporte y lo encontré preciso, muy imparcial y profesional, Rick. Te felicito por ello. Buen trabajo.
- Gracias Lisa… yo—en realidad estaba pensando sobre…
Rick guardó silencio, sintiéndose súbitamente nervioso y sin saber cómo preguntar lo que tenía en mente. Sin embargo, como siempre ocurría, Lisa le leyó el pensamiento.
- Vi la solicitud que hiciste, Rick.
- Sí… - Rick bajó la mirada, pero enseguida se obligó a mirarla a los ojos para demostrarle una seguridad que estaba lejos de sentir en ese momento. – Yo… como escribí en el reporte, el señor Stonewell enviará un prototipo para que sea probado por la RDF aquí mismo, en Ciudad Macross. Hasta ahora soy el único piloto que ha tenido contacto con estas naves, que ha estado en simulador e incluso ha volado en ellas. Pienso que lo más lógico es que sea yo quien—bueno… - Rick se encogió de hombros. – Quien sea el piloto de pruebas.
Lisa se puso de pie y le dio la espalda a Rick, mirando hacia ciudad Macross por el ventanal que tenía a sus espaldas.
- ¿Realmente tienes que hacer esto, Rick? – le preguntó suavemente después de unos segundos de silencio.
- Es mi deber, Lisa.
- Hay muchos otros pilotos en la RDF que podrían hacerlo.
- Cierto, pero soy el único con la experiencia necesaria y eso tú lo sabes. Además de estar al frente de este proyecto, pienso que soy de los pocos pilotos que tienen experiencia en combate aéreo, tanto en atmósfera terrestre como en el espacio. Lisa, la mayoría de nuestros pilotos son jóvenes e inexpertos. No podemos arriesgarlos a un vuelo de prueba. Yo soy comandante aéreo de la RDF y yo no pienso arriesgar a mis hombres. Sería egoísta e irresponsable.
- Los vuelos de prueba son peligrosos, Rick. Espero que estés conciente de ello.
- Lo sé. – Rick pasó saliva. – Roy fue piloto de pruebas para los VF-1… él me contó muchas cosas sobre esos vuelos… sé que es peligroso pero sé que alguien tiene que hacerlo. No tengo miedo, Lisa.
- No es necesario que sigas los pasos del teniente comandante Fokker, Rick. – La voz de Lisa era apenas un susurro. – Él fue para ti un mentor, un guía, fue tu hermano mayor… pero no es preciso que sigas su camino paso a paso. Tú te has destacado por tus propios méritos, Rick. Espero que comprendas eso.
Rick bajó la mirada y meditó las palabras de Lisa. Sabía que ella tenía razón, pero aquello significaba mucho para él. No pretendía estar a la sombra de Roy Fokker para siempre, pero a veces se sorprendía a sí mismo emulando las acciones de su hermano mayor.
- Es mucho más que sólo eso, Lisa.
Ella asintió pero ya no pudo decir nada más. Sentía que si lo hacía, su voz terminaría por quebrarse y ella no podría controlar sus lágrimas, las que ya le nublaban la vista. Se escuchó a sí misma, en medio de aquel ataque fatal de Khyron, pronunciar unas palabras que ahora resonaban en su cabeza como un eco… y dolían: “¡Si lo amas, déjalo...! ¡Rick es un piloto, volar es su vida!”
¡Era tan fácil decirlo cuando esas palabras iban dirigidas a alguien más! Pero en ese momento, para ella, era difícil aceptarlo… Rick había nacido para volar y ella no podía ni debía cortarle las alas. Lo había dirigido en mil misiones de combate, lo había visto enfrentarse al enemigo en más ocasiones de las que ella podía contar… ¿Por qué esto era diferente? Quería negarle a Rick la autorización que solicitaba pero, ¿Con qué argumentos? ¿Con el argumento de que ahora él estaba con ella y no quería perderlo? Eso sería egoísta de su parte… muy egoísta.
Aunque por otro lado sentía rabia con Rick… ¿Por qué quería arriesgar su vida de esa manera? ¿Acaso no se había detenido ni un momento a pensar que ahora ya no estaba solo? Ahora la tenía a ella… él ya no tenía nada que probar.
- ¿Lisa? – la voz de Rick la trajo de vuelta a la realidad. - ¿Estás bien?
La almirante se limpió los ojos. Aún no reunía el suficiente valor para darse la media vuelta y enfrentar a Rick cara a cara. Asintió con la cabeza y habló en voz baja.
- Todavía estoy estudiando su reporte, capitán. La respuesta a su solicitud se le hará llegar en tiempo y forma.
Rick hizo un gesto de preocupación y sin poder evitarlo se puso de pie y se acercó a Lisa por la espalda. Puso sus brazos en torno al cuerpo de ella, abrazándola contra sí. Lisa saltó; él la había tomado por sorpresa. Su cuerpo se tensó involuntariamente pero cuando Rick comenzó a hablarle al oído, se relajó en sus brazos, suspirando profundamente.
- Somos soldados y tenemos obligaciones que cumplir. – Rick usó sus propias palabras. – Debes confiar en mí, amor… quiero ser piloto de pruebas porque es algo que me emociona, no lo voy a negar. Pero también porque siento que es mi responsabilidad. Yo no podría asignarle una misión de este tipo a ningún otro piloto… ¿Me comprendes, no es así?
Lisa sólo asintió con la cabeza. Rick la apretó aún más contra él y hundió su rostro en el cabello color miel de la almirante, aspirando su aroma y dejándose intoxicar por él.
- Tengo motivos mucho más importantes por los cuales vivir que solamente ser un piloto, Lisa… volar era mi vida, pero eso ha cambiado… ahora mi vida eres tú.
- Rick… - Lisa puso sus manos sobre las de él y las apretó con fuerza.
- No intento probar nada… ser el piloto de pruebas del VY-4 sería un sueño para mi, pero voy a aceptar y respetar su decisión, almirante. Sé que lo que usted decida será lo mejor para todos… y no pienso cuestionar sus órdenes. Sé que usted tomará la decisión correcta.
Lisa sintió que no podía controlar las lágrimas que en cualquier momento escaparían de sus ojos. Rick la apretó con fuerza por un segundo antes de soltarla y dar un paso atrás. La observó en silencio y supo que Lisa necesitaba estar sola.
- Solicito permiso para retirarme, almirante.
- Puede hacerlo, capitán.
Rick caminó hasta la puerta y se detuvo antes de salir.
- Lisa… sabes que te amo, ¿No es cierto?
- Si… - Lisa se limpió el rostro y miró a Rick, obligándose a sonreír. – Lo sé.
Él le devolvió la sonrisa y asintió levemente con la cabeza antes de salir de la oficina. Lisa miró la solicitud que tenía sobre el escritorio. Se dejó caer pesadamente en su sillón y sus ojos se clavaron en el retrato de Rick que tenía cerca de ella. Decidió que se ocuparía del resto de los documentos que tenía que revisar ese día y ya en la tarde se encargaría de tomar una decisión respecto a la solicitud del capitán Hunter.
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Rick no volvió a ver a Lisa en todo el día. Cuando la buscó para ir a comer, fue informado que había salido a una inspección con el doctor Lang. Cuando la llamó a su celular, fue enviado al correo de voz y cuando fue a buscarla a su oficina al caer la tarde, la encontró vacía. El capitán regresó a su casa, pensativo y cabizbajo.
- Desde niño lo único que siempre quise fue volar. – Pensaba mientras caminaba. – Volar ha sido mi vida, mi pasión… volar es lo único que sé hacer. Siempre supe que viviría volando, que incluso moriría volando, como mi padre y Roy lo habían hecho. Pero ahora ya no estoy tan seguro… volar sigue siendo importante para mí pero… pero ahora tengo algo más importante por lo cual vivir… por lo cual morir… tengo a Lisa. ¿Cómo puede ser que esté anteponiendo mis necesidades a las suyas? Max tiene razón, ¿Y si esto no fuera más que un berrinche mío? Soy sincero cuando digo que no quiero exponer a mis hombres al peligro… pero al exponerme yo… le estoy rompiendo el corazón a ella. ¿Por qué soy tan tonto? ¡Me he pasado la vida entera haciéndola sufrir! Ella te ama, Hunter… no sé que vio en ti y no sé que sucedió, pero esa mujer maravillosa, hermosa, buena e inteligente te ama… ¡Y tú eres un maldito demonio que no sabe valorar lo que tiene! No la sabes valorar a ella… no puedes hacer eso… ¡No la puedes poner a ella en esta situación, donde tenga que tomar una decisión que implique tu propia vida! ¡Eres un estúpido, Rick Hunter! ¡Un completo estúpido!
Rick se detuvo a media calle y sacó su celular. Marcó varias veces el número de ella, pero no obtuvo respuesta. Desganadamente puso el celular de regreso en su bolsillo y caminó a su casa… esa noche no se sentía con la confianza de ir a la casa de ella, como ya era su costumbre.
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Lejos de ahí, en la penumbra de la oficina del almirante, Lisa observaba el paisaje nocturno de Ciudad Macross desde su sillón. El teléfono había sonado en un par de ocasiones y ella sabía que era Rick… pero no había contestado.
“Volar es su vida… Lisa, ahora mi vida eres tú… sé que usted tomará la decisión correcta…”
Lisa no podía dejar de pensar en esas palabras. Les daba vueltas y vueltas en su cabeza, sin poder llegar a una solución. Al aceptar la solicitud de Rick lo estaría poniendo en la línea de peligro… pero al negársela… se convertiría en una mujer egoísta que usaba su rango para frenar las aspiraciones del hombre a quien ella amaba más que a su vida.
- Pero… ¿Para demostrarle mi amor debo dejarlo que se arriesgue de esta manera? ¿O para demostrarle mi amor debo negarle este sueño?
Lisa leyó la solicitud por milésima vez en aquel día y suspiró pesadamente. No importaba que decisión tomara, sabía que la lamentaría tarde o temprano.
- No puedo frenarlo… no debo hacerlo… si lo dejo subir a esa nave y probarla, puede sufrir un accidente… pero puede no hacerlo… y si me niego, esa será una herida que tardará mucho más tiempo en sanar que la de un accidente aéreo… pero, ¿Y si muriera? ¿Moriría feliz porqué lo haría en un avión, como su padre y Roy? Rick, ¿Qué puedo hacer? ¿Mantenerte atado a la tierra y seguro a mi lado o dejarte volar, enviándote directamente a las manos del peligro?
Las palabras que alguna vez Claudia le había dicho cuando ella se había quejado de que cada vez que alguna situación peligrosa surgía era a Rick a quien se enviaba a resolverla sonaron en su cabeza: “¿Acaso no has pensado que se debe a qué él es el mejor?”
- Sí… es el mejor. – Lisa sonrió.
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El tiempo pasaba sin ser sentido. Lisa había permanecido en su oficina por horas, contemplando el paisaje nocturno y pensando en mil cosas diferentes, sobre su vida, sus responsabilidades, sus metas… y su nueva relación con Rick Hunter. Sin duda había que hacer muchos cambios y ajustes en su vida… su mundo había cambiado radicalmente en unas cuantas semanas y a veces sentía que no estaba preparada para todo lo que súbitamente se le había venido encima: el almirantazgo, la muerte de sus amigos, su vida sentimental… sin embargo estaba dispuesta a dar lo mejor de sí para hacer que las cosas salieran adelante. No era una tarea fácil pero ¿Alguna vez había habido algo fácil en su vida?
Lisa escuchó el suave sonido de la puerta cuando se abrió lentamente. Por un segundo su cuerpo se tensó en alerta, pero enseguida volvió a relajarse en su sillón, sin siquiera molestarse en darse la vuelta para ver quien había entrado… realmente no necesitaba hacerlo.
Rick se detuvo cuando vio la oficina en penumbra y el sillón de Lisa, que volteado hacia el ventanal a sus espaldas, la ocultaba de su vista. El capitán se pasó la mano por el cabello nerviosamente y enseguida se acercó con sigilo, como temiendo molestar a la almirante.
Llegó al lado del sillón y puso su mano en el alto respaldo del mismo. Lisa se veía muy pequeña en aquella silla tan grande y mullida. Rick la observó por unos segundos. El rostro de ella estaba sólo iluminado por la luz de la luna… ¡Y se veía tan hermosa!
- No contestabas tu teléfono. – Rick habló en un susurro. – Fui a tu casa y no te encontré… me preocupé.
Lisa levantó la mirada para encontrarse con la de él y para su sorpresa, la almirante le sonrió levemente antes de volver a clavar sus ojos en el paisaje de Ciudad Macross.
- Tuve mucho trabajo… creo que no me di cuenta de la hora.
En un impulso incontrolable, Rick se arrodilló frente a Lisa y tomó las manos de ella en las suyas. Sus ojos se encontraron en la oscuridad de la silenciosa oficina. Los de él, temerosos… los de ella sorprendidos.
- Lisa… yo en realidad… he venido a pedirte perdón.
- ¿Perdón? – Lisa sacudió la cabeza sin saber a qué se refería. - ¿Qué hiciste?
- Sé que ya hemos tenido esta conversación antes pero—en realidad todo el día me he sentido mal por muchas cosas… a veces siento que no valoro las cosas que tengo como debería… Lisa, a pesar de lo que pueda parecer tú eres lo que más me importa en la vida. Sé que la petición que te hice hoy fue demasiado y te coloqué en una situación en la que—es que… es sólo que no quiero presionarte. Sé que estás en un lugar bastante difícil, como almirante y todo… yo debería apoyarte y tratar de quitar un poco de peso de tus hombros… siento que no te estoy haciendo las cosas fáciles en absoluto y me siento mal por ello.
- Rick, no digas eso… yo no hubiera podido salir adelante ni sobrevivir estas semanas sin ti… tu has sido mi apoyo constante… no quiero que pienses que eres una carga o que estás haciendo las cosas más difíciles para mí, porque no es cierto.
- Lisa… - su voz estaba cargada de ternura. - ¿Por qué tienes que ser así conmigo? ¡A veces quisiera que me dieras una bofetada, que me dijeras que me comporté como el peor de los gusanos contigo! Te hice pasar por tantas cosas antes… ¿Por qué, Lisa? ¡Sólo dime por qué tienes que ser tan buena conmigo!
- ¡Porque te amo, tontito! – Lisa le acarició el rostro. – Rick, yo jamás, jamás podría golpearte o insultarte... Y tampoco puedo atarte a la tierra, sabiendo que tú corazón está en el cielo.
- No Lisa… mi corazón no está en el cielo… ¡Está aquí! – le besó las manos. – Aquí contigo; aquí en tus manos. A veces todavía me cuesta trabajo aceptar que esto es cierto… pero Lisa, tú eres lo único que yo quiero… lo demás no importa. Olvida la petición que te hice… en realidad no importa.
Lisa lo miró interrogativamente a los ojos, como queriendo leer ahí toda su verdad. Rick suspiró y supo que ella podía mirar el fondo de su corazón y descubrir sus secretos.
- Sí, admito que me emocioné con la idea… pero…
- No Rick. – ella lo interrumpió suavemente. – A mí sí me importa y me importa mucho… yo jamás te voy a frenar, yo quiero verte avanzar, quiero verte crecer… tienes el potencial para llegar muy lejos, Rick Hunter, siempre lo he sabido… y porque te amo tanto no puedo detenerte ni condicionarte.
El capitán Hunter no sabía qué decir o qué responder a las palabras de Lisa. La miraba insistentemente a los ojos, tratando de encontrar alguna manera de dejarle saber lo mucho que sus palabras significaban para él. Lisa notó, aún en la penumbra, que los ojos de Rick se humedecían y eso hizo que su corazón se enterneciera.
- La RDF necesita hombres como tú, Rick… hombres que no se vendan ni se compren, hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas. Hombres honestos que no teman hablar con la verdad, cuya conciencia sea leal al deber cómo la brújula lo es al polo norte… hombres que se mantengan leales y dignos de confianza aunque los cielos se desplomen… todas esas son cualidades que tú tienes… Rick yo no quiero detenerte… no voy a frenarte y no voy a dejar que tú lo hagas tampoco. ¡Tienes tanto que dar! Tienes un gran futuro por delante… eres el mejor, Rick Hunter… ¡El mejor!
- Lisa… - Rick no pudo evitar que una lágrima escurriera por su mejilla. - ¡A veces me siento tan indigno de ti! ¡Mereces tanto y yo te doy tan poco!
Lisa negó con la cabeza y sonrió suavemente, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a correr por su rostro.
- Nunca es poco cuando se da todo lo que se tiene, Rick. – Lisa murmuró, acariciando suavemente el rostro de Rick. – Mi padre solía decir que sólo merecen vivir quienes no tienen miedo de morir.
- Lisa…
- No niego que me aterra la idea de pensar que volarás esas naves que aún no han sido probadas… pero no es la primera vez que lo harás… nadie tiene tu experiencia y tu capacidad, Rick… sin embargo, con todo me aterra aún más el pensar que yo pueda ser el motivo de que tú te ates a la tierra, cuando sé que perteneces al cielo… jamás te dejaré perder tu entusiasmo y tu voluntad, Rick… porque quitarte la oportunidad de volar sería matarte en vida.
Los ojos de Rick se abrieron con la sorpresa de lo inesperado de las palabras de Lisa. Ella le besó las manos y con la cabeza señaló al escritorio, dedicándole una sonrisa tierna a su piloto. Rick miró lo que ella le señalaba y descubrió su hoja de solicitud para ser piloto de prueba del VY-4, sellado y firmado por la almirante Hayes y con las palabras “Solicitud Autorizada” estampadas a lo largo de aquel documento.
- Prométeme que vas a ser muy cuidadoso, Rick… que no vas a tomar riesgos innecesarios y que… que tendrás mucha precaución cuando estés allá arriba.
- ¡Te lo prometo, Lisa! ¡Te lo juro! – Rick acarició el rostro de ella. - ¡Por primera vez en mi vida tengo una razón por la cual vivir! Una razón por la cual volver a la base cada día… una razón por la cuál abrir los ojos cada mañana… una razón para respirar… moriría por ti, Lisa y eso lo sabes… pero más aún, quiero vivir por ti.
- Me prometiste que llegaríamos a las estrellas juntos. – Lisa susurró.
- A las estrellas y más allá, amor… ¡Juntos!
Lisa sonrió y Rick le devolvió la sonrisa, al tiempo que tomaba su rostro entre sus manos y la besaba una y otra vez, en los labios, en las mejillas, en la frente, en los ojos, en todos lados. Lisa reía alegremente, pero sus ojos estaban llenos de lágrimas. Rick finalmente detuvo su ataque de amor y sin soltar su rostro, la miró a los ojos, limpiando con sus pulgares las lágrimas que se asomaban en ellos. No le gustaba verla llorar, pero cada vez que sus ojos se llenaban de lágrimas, como en aquel momento, brillaban y se enternecían de una manera tal que la hacían ver más hermosa, si aquello era posible.
- Vas a estar ahí, ¿No es así? En cada uno de los vuelos… vas a ser tú quien me guíe desde la torre de control, ¿Cierto? Porque no puedo hacer esto sin ti… Delta Uno.
Lisa le echó los brazos alrededor del cuello a Rick y se abrazó a él casi con desesperación. Él la apretó contra su cuerpo con todas sus fuerzas.
- Siempre, capitán Hunter… ¡Siempre voy a estar ahí!
- Siempre has estado, amor… ¡siempre!
Estuvieron abrazados por un momento que pareció durar una eternidad. Ninguno de los dos dijo nada más, simplemente se dedicaron a sentir el calor del otro, su respiración, su presencia cálida y ese abrazo que estaba lleno de promesas y de esperanzas para el futuro. Cuando se separaron, Rick buscó los labios de Lisa con los suyos y la besó con cariño y ternura.
Era más de media noche y ambos debían reportarse temprano en la mañana en sus puestos, así que decidieron que era hora de volver a casa… y lo harían juntos, porque ahora habían aprendido que ya no tenían porqué vivir sus vidas de una manera solitaria… ahora se tenían el uno al otro y poco a poco ambos comenzaban a convencerse de la idea de que estaban juntos para llegar tan lejos como el destino se los permitiera.
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Algunos días después el comandante Sterling entró al gimnasio de la base. Ya era tarde y el lugar estaba prácticamente vacío. En la parte más retirada del local, Max pudo escuchar el sonido de alguien que estaba teniendo una sesión de entrenamiento bastante intensa con un saco de arena. Sonrió y fue hacia allá, sólo para encontrarse con el capitán Hunter que practicaba sus mejores golpes y movimientos de boxeo.
- No pensé que todavía estuvieras por aquí. – Max le habló, mientras se acercaba para detenerle el saco de arena a Rick. – Ya es tarde.
- Lisa está en una reunión. – Rick jadeó, sin dejar de golpear. – Pensé que mientras la esperaba podría venir a estirarme un poco.
- Sí, porque me imagino que ahora vas a necesitar estar en la mejor forma física de tú vida, ¿No jefe? – Max le guiñó el ojo.
Rick se rió pero no perdió su ritmo.
- ¿Qué hay de ti? ¿No deberías estar en casa con tu esposa y tu hija a estas horas?
- Sí, pero necesito que el líder Skull me firme algunos documentos… las autorizaciones necesarias para el vuelo de patrullaje de mañana. Fui a tu casa, pero no te encontré… así que cuando me dijeron que todavía andabas por aquí decidí buscarte para que esto quede listo de una vez.
- ¡Oh, sí… claro!
Rick se detuvo y se acercó a una banca de madera. Se quitó los guantes, tomó una toalla y se la puso alrededor del cuello, se secó el rostro sudoroso y mientras trataba de recuperar su aliento, tomó agua.
- Tengo el ligero presentimiento de que en la casa del capitán Hunter los únicos habitantes en estos días son las arañas y las hormigas.
- Nah… la fumigaron hace poco. – Rick sonrió.
- ¿Hace cuanto que no duermes en tu casa, Rick? – Max le preguntó con una sonrisa pícara.
- No sé… en realidad… - Rick contó con los dedos. – Anoche no pude volver a mi casa porque estaba lloviendo… la noche anterior terminé muy cansado porque tuve un día muy pesado y me quedé dormido en casa de Lisa antes de que ella siquiera hubiera vuelto de la base… y antes de eso… ¡Ah, sí! La noche anterior me tuve que quedar con ella porque vimos una película de sustos y—
- ¿Película de sustos? – Max se rió.
- Sí, de fantasmas y esas cosas—bueno, ella estaba un poco asustada y yo…
- ¿Lisa estaba asustada? – Max soltó una carcajada.
- Bueno… me quedé con ella por seguridad, ¿sabes?
- ¿Por seguridad de quién?
- ¡Oye! – Rick se defendió. - ¡Lisa pone esas películas para que nos asustemos y así tener un pretexto para que yo me quede en su casa! ¡Ya voy conociendo sus técnicas!
- Sí… seguramente esa es la razón. – Max seguía riéndose. – ¡Estoy seguro que la almirante Hayes estaba muy asustada… aterrada!
- De acuerdo, de acuerdo… a mí me asustaron los fantasmas… a ella le asustó no tener mi protección esa noche… te digo que fue una trampa. ¡Lisa haría cualquier cosa por tenerme cerca!
- ¡Te estás proyectando, Rick Hunter! – Max no podía dejar de reírse.
- ¡Hey! – Rick comenzó a reírse también. - ¡Más le vale que no se burle de mí, comandante! Podría decidir no firmar esa orden y entonces—
- ¡Está bien! ¡Está bien! – Max trató de acallar su risa sin mucho éxito. – Sólo firma estos papeles y te dejaré en paz, ¿De acuerdo?
Rick firmó los documentos que Max le presentó, soltando un gruñido como de fastidio, aunque la expresión divertida en su rostro lo delataba ante su amigo.
- Te agradezco que estés comandando al escuadrón Skull en estos patrullajes, Max.
- Ni lo menciones… no puedo perder la oportunidad de ser el Líder Skull, aunque sea sólo temporalmente. ¿Cuándo vas a volver con nosotros?
- En unos días… ya sabes que he pasado todo mi tiempo en el simulador de VY-4… todavía me faltan varias horas de simulador que cumplir antes de poder llevar a cabo el primer vuelo de prueba.
- ¿Ya está programado?
- Sí… para la próxima semana. – Rick sonrió, mientras se ponía su sudadera.
- ¡Eres un demonio con suerte, jefe! Ser el primer piloto de la RDF en volar un VY-4… realmente debe de ser emocionante.
- Lo es… ¡Muy emocionante!
- Aún no puedo creer que Lisa te haya autorizado para ser piloto de pruebas. Pensé que las cosas iban a ser algo más… difíciles entre ustedes en ese aspecto.
- A decir verdad Max, yo también. Pero lo hablamos y—bueno, llegamos a un acuerdo. Pensé que íbamos a terminar peleando y discutiendo, como solíamos hacerlo antes… pero no fue así. Dialogamos, analizamos las cosas… no lo sé. Fue algo bueno, supongo.
- ¡Muy bueno, jefe! Yo esperaba una situación tensa entre ustedes… sin embargo la manera en cómo resolvieron las cosas, bueno… dice mucho del grado de madurez de su relación.
- Sí… - Rick sonrió. – Max, entre más conozco a Lisa y más me acerco a ella siento que la amo más… que me enamoro más de ella. ¡Se preocupa tanto por mí! Pero se preocupa de una manera que no me limita, sino que me motiva… ella misma me dijo que no puede atarme a la tierra sabiendo que mi corazón está en el cielo… volar ha sido mi vida pero… ahora las cosas parecen haber cambiado. Yo hubiera aceptado una negativa de su parte, ¿Sabes? Pero ella no me negó esta oportunidad… sé que está tratando de ser fuerte aunque por dentro está aterrada… pero sé que voy a sacar esto adelante y ella se va a sentir muy orgullosa de mí.
- Bueno Rick, dudo mucho que a Lisa le asusten los fantasmas pero el ponerte en peligro, eso sin duda sí es algo que la aterra. Sólo trata de poner las cosas en sentido opuesto… ¿Cómo te sentirías tú si fuera Lisa la que fuera a llevar a cabo este vuelo de prueba?
Rick miró a su amigo con sorpresa en los ojos y luego bajó la vista, meditándolo por un segundo. Sus hombros se contrajeron y su cuerpo se sacudió un poco al tiempo que él dejaba escapar un gruñido y sacudía la cabeza, como para sacarse ese pensamiento.
- No—no lo sé, Max… no quisiera pensar en eso… yo jamás dejaría que ella se arriesgara… yo jamás la pondría en peligro…
- Cierto… ahora puedes entender sus sentimientos, ¿no es así?
- Sí… - Rick clavó su vista en la pared. – Pero voy a estar bien… voy a tener mucho cuidado… y voy a llevar a cabo un vuelo perfecto, por ella.
- Supongo que ahora entiendes porqué te exige tantas horas de simulador antes del primer vuelo.
- Sí… - Rick se comenzó a secar el cuello con la toalla. – Al principio pensé que estaba exagerando pero ahora comprendo la situación y entiendo que lo único que ella quiere es que esté totalmente preparado y que conozca los sistemas VY-4 a la perfección cuando suba a la cabina de esa nave. ¡Dios santo! ¡Lisa piensa en todo!
- Se preocupa mucho por ti, Rick… porque te ama.
Rick sonrió con ternura y asintió con la cabeza. Era increíble pero cierto, ahora él tenía un amor tan puro, incondicional y profundo en su vida que a veces por las noches, pasaba horas contemplando a Lisa dormir, tratando de asegurarse de que aquello no era un sueño. Ella era real, era su ángel, su diosa… su mujer.
- ¿Ya has pensado lo que harás el 14 de febrero? – Max lo sacó de sus meditaciones. – Ya sólo faltan un par de días. ¿Vendrán con Miriya y conmigo al Café Karaoke?
- Yo—no sé, Max. Ese día Lisa y yo tenemos que trabajar… en realidad quiero sacarla temprano de aquí y cumplir con algo que le debo desde hace meses. Pienso llevarla a un día de campo al bosque que está al norte de Ciudad Macross… como se lo prometí desde hace tanto tiempo.
- ¡Vaya! Suena estupendo… pero podrían ir con nosotros y después irse al bosque ¿no? Una lunada con una fogata bajo las estrellas… ¿No sería romántico?
- Sí… - Rick sonrió. – Suena tentador…
- ¡Vamos jefe, se van a divertir! Sólo un par de canciones… ¿Qué dices? – Max y Rick ya se dirigían a la puerta del gimnasio.
- Podría ser… ¿Crees que a Lisa le gustaría?
- ¡Le encantaría! Sobre todo si tú cantas para ella. – Max se detuvo en la puerta y le dio un codazo juguetón a su amigo.
- Yo—no sé si… - Rick se talló la nariz y se sonrojó un poco.
- Bueno, piénsalo. ¿De acuerdo? Si te decides llámame por teléfono y nos vemos en el Karaoke a las cuatro en punto. ¡Va a ser divertido!
Max le palmeó la espalda a Rick y levantó las hojas que traía en su tabla de trabajo.
- ¡Gracias por las firmas, jefe! ¡Saludos a la almirante! Creo que no necesito decirte buenas noches, porque se que son buenas aunque yo no te lo diga.
- ¡Max! – Rick le lanzó una mirada precautoria, pero terminó riéndose.
El comandante Sterling se alejó por el pasillo, riéndose alegremente. Rick lo vio desaparecer al dar vuelta en la esquina del corredor y enseguida miró su reloj. Se sobresaltó un poco al darse cuenta de que Lisa ya debería de haber salido, así que sin más preámbulos comenzó a correr hacia el edificio principal.
Iba cruzando los jardines del la base, cuando vislumbró a lo lejos la figura inconfundible de su almirante Hayes. Su corazón se aceleró y sus piernas corrieron aún más de prisa.
- ¡Lisa…! ¡Almirante!
Rick se detuvo ante ella y se inclinó sobre sí mismo, recargando las manos en sus rodillas y tratando de recuperar el aliento.
- ¿Qué sucede, Rick? – Lisa sonrió al verlo aparecer de esa manera. - ¡Parece que te estuviera persiguiendo el mismo demonio!
- No… no… - Rick jadeaba. – Se me hizo tarde… estaba en el gimnasio… pero llegó Max y—
- Echémosle la culpa a Max entonces. – Lisa sonrió.
Rick levantó la mirada y le correspondió la sonrisa. Se acercó a ella y ambos miraron alrededor, asegurándose que no hubiera nadie cerca. Pero era de noche y el lugar estaba vacío. Rick puso sus brazos en torno a Lisa y la besó en los labios con cariño. Ella se rió en medio de aquel beso y empujó un poco a Rick.
- ¡Vaya capitán! Veo que necesita un baño.
- Apesto, ¿verdad? – Rick se sonrojó un poco.
- Nah… digamos que—es tu perfume natural. – Lisa sonrió, al tiempo que tomaba su rostro entre sus manos y lo besaba profundamente. - ¿Por qué no vamos a casa para que tomes un baño? Mientras yo prepararé la cena.
Rick sonrió y buscó la mano de Lisa. Sus dedos se entrelazaron y comenzaron a caminar rumbo a la salida de la base, comentando sobre los pormenores de su día y las actividades y compromisos que tenían que cumplir el día siguiente.
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La habitación de Lisa estaba en penumbras. Era más de media noche y aunque todo estaba en silencio, ninguna de las dos personas que descansaban en la cama podían dormir esa noche. Rick, recostado de espaldas, subía y bajaba perezosamente su mano por la espalda de Lisa. La tela de su pijama de franela se sentía suave al tacto y hacía que el cuerpo de ella, acurrucado en su pecho, se sintiera tibio y delicado. Él tenía los ojos abiertos, clavados en el techo… la cabeza de ella descansaba justo sobre su corazón.
Lisa estaba inmóvil pero él sabía que seguía despierta porque su mano, de manera traviesa, quizás incluso inadvertida, se había deslizado dentro de su camisa y le acariciaba suavemente el pecho directamente sobre su piel. Aquel silencio no era incomodo en lo absoluto y el estar así con Lisa le provocaba a Rick un sentimiento de pertenencia absoluta… como si aquel fuera su sitio en el universo.
Esa noche, cuando él se había salido de bañar, había encontrado a Lisa en el jardín trasero, mirando el cielo y sollozando suavemente. Él sabía que estaba recordando a Gloval y a las chicas… no tenía ninguna razón en específico para afirmarlo, simplemente lo sabía… tanto como sabía que una vez a la semana, Lisa dedicaba la tarde para ir a llevarles flores al cementerio. No era la primera vez que la había visto llorar por ellos y dudaba que fuera la última.
Había tenido el impulso de ir a su lado y reconfortarla, como tantas veces lo había hecho, pero había decidido dejarla a solas un momento… si Lisa había salido al jardín había sido buscando un poco de soledad. Un momento privado con ellos… con su familia. Rick había aprendido a respetar su duelo, a estar a su lado y sostenerla cuando sentía que desfallecía… pero también había aprendido a respetar su privacidad y su silencio.
Momentos después Lisa había entrado a la habitación, en donde él se entretenía estudiando algunos manuales de procedimientos de los VY-4. Lisa se había deslizado bajo las cobijas sin decir ni media palabra… y él había decidido apagar la luz. Tan pronto como lo había hecho, ella se había acurrucado en su pecho… y él había comprendido que era entonces cuando ella necesitaba su compañía y su protección.
Mientras recordaba todo aquello, la voz de Lisa lo sacó de sus pensamientos y lo trajo de vuelta a la realidad.
- Hoy me entregaron una carpeta con algunos documentos que debía autorizar. – Comenzó a hablar en un susurro. – Debieron de hacerse efectivos desde hace semanas pero—bueno, ya sabes…
- Lo sé. – él le prestó toda su atención.
- Estaban dirigidos al Consejo del GTU… asuntos oficiales… y estaban firmados por el almirante Gloval… el GTU los regresó porque necesitaban que ahora yo los ratificara… como aún no procedían… pues necesitaban que se volvieran a autorizar… - Lisa hizo una pausa y Rick acarició su frente suavemente con sus labios. – Cuando leí esos documentos… Rick, no pude evitar el imaginarme a Claudia redactándolos… palabra por palabra, era su estilo… ¡Era ella! Era una excelente navegante… pero era igualmente buena en esos asuntos administrativos… por eso el almirante siempre le pedía que le redactara sus documentos…
Rick sonrió levemente, sin saber que debería de responder… simplemente recordó a Claudia y cómo ella siempre lo atemorizó un poco. De alguna manera ella también había sido su hermana mayor y no en pocas ocasiones le había llamado la atención, incluso lo había aconsejado y hasta ayudado… sobre todo en lo referente a sus problemas personales con Lisa. Sin embargo era obvio que Lisa no esperaba una respuesta de su parte, pues siguió hablando:
- Cuando tuve que estampar mi firma… al lado de la del almirante… yo—no lo sé… fue extraño…
- Me lo imagino, amor…
- Los extraño, Rick… a veces trato de ser fuerte y aparentar que no duele… pero duele mucho. Sé que ahora te tengo a ti y tú lo eres todo para mí pero… a veces por las noches los recuerdo… cuando estoy sola en mi oficina sus rostros aparecen frente a mí y yo… yo no sé sí…
Lisa ahogó un sollozo en el pecho de Rick y él la apretó contra sí. Una expresión de profunda preocupación apareció en su rostro. Por un lado, no le gustaba ver llorar a Lisa… pero por el otro, sabía que debía sacar todo lo que llevaba dentro.
- Ellos están bien, princesa. – La voz de Rick sonó tierna y tuvo un efecto calmante inmediato en Lisa. – Cuando pasamos por el entrenamiento de la RDF, ellos nos enseñaron muchas cosas… lo que jamás nos enseñaron fue a manejar el dolor que se siente al perder a nuestros seres queridos en una guerra.
- Cierto… - Lisa susurró, bebiéndose sus propias lágrimas, tratando de controlarse. – Fue muy injusto, Rick… muy injusto.
- Lo fue… pero la guerra nunca es justa… y por lo menos nos queda el orgullo de pensar que sus muertes no fueron en vano… con su muerte nos dieron la oportunidad de vivir a todos… de vivir un presente en el que la guerra ya ha terminado.
- Es verdad.
Lisa se acomodó nuevamente en el pecho de Rick y un nuevo silencio se hizo entre ellos. Él no estaba muy seguro de que ella siguiera despierta o se hubiera dormido. A veces no sabía cuál era la mejor manera de actuar en su relación con Lisa. Jamás en su vida había tenido una relación sentimental verdadera, con sus derechos y obligaciones… y lo que ahora existía entre él y la almirante era muy verdadero, muy cierto, totalmente correcto y muy profundo e intenso. Sin embargo, Rick pensó, todo sería más fácil si alguien le hubiera entregado algún instructivo o un manual.
Una sonrisa apareció en el rostro del capitán con ese pensamiento. Suspiró profundamente y murmuró, rogando al cielo que lo que iba a decir no estuviera fuera de lugar y no fuera tomado por Lisa de una manera equivocada.
- ¿Crees que podrías salir temprano del trabajo pasado mañana, amor?
Lisa se movió un poco y Rick supo que estaba despierta.
- ¿Pasado mañana?
- Sí… quizás a las tres o cuatro de la tarde… ¿Crees que podrías?
- Tal vez… si mañana saco algunos compromisos que tengo pendientes tal vez podría—pero, ¿Porqué?
- ¿No sabes que día es?
Lisa hizo rápidos cálculos mentales, pero de entrada la fecha no le dijo nada. Rick soltó una risita y la besó en la frente.
- No tienes idea, ¿No es así, Hayes?
- ¿Catorce de febrero? – Lisa habló suavemente, pero de pronto comprendió lo que él trataba de decirle. - ¡Oh! Es el día de—
- Sí, lo es. – Rick sonrió. – No te preocupes, a mí tampoco me decía nada esa fecha, hasta que Max me lo señaló. Espero que no pienses que soy poco detallista, es sólo qué… bueno, a decir verdad jamás la he celebrado en mi vida y—pues no tengo mucha experiencia en estas cosas.
- Yo tampoco. – Lisa respondió con sinceridad.
Se movió un poco, levantando su cabeza y recostando su pecho sobre el de Rick, para mirarlo directamente a los ojos. En la penumbra de la habitación, Rick le sonrió y le comenzó a acariciar el cabello, sin dejar de mirarla al rostro.
- Tenemos una cita pendiente, almirante… desde hace varios meses. No sé usted, pero a mí me pareció que ese día podríamos… pues hacer lo que le prometí hace tiempo. Usted sabe que soy un hombre de palabra que siempre cumple sus promesas.
- Lo sé. – Lisa sonrió. - ¿Y qué cita es esa, amor?
- Bueno… estaba pensando ir de día de campo al bosque… te lo debía desde hace algunos meses, ¿Recuerdas?
- ¿Cómo olvidarlo? – Lisa respondió con una sonrisa soñadora que hizo que el corazón de Rick se acelerara. – Pero Rick, ¿no crees que saldremos un poco tarde como para—?
- ¡No te preocupes, preocuponcilla! – Rick le hizo cosquillas en la nariz. – Tú déjalo todo en mis manos, ¿De acuerdo?
- De acuerdo… - ella sonrió con ternura. – ¡Sólo espero que no estés planeando una locura, Rick Hunter!
Él se rió pero no hizo ningún comentario al respecto. Antes bien, se inclinó para besarle suavemente los labios y habló:
- En ese caso será mejor dormir, amor. Mañana debemos trabajar muy duro para poder estar libres el catorce desde temprano.
Lisa no cuestionó la sugerencia de Rick. Había sido un día largo y lleno de actividad y se sentía agotada. El prospecto de pasar una tarde con Rick en el bosque le había dado nuevos ánimos y había acallado el dolor y la nostalgia que había sentido esa noche al recordar a Gloval y las chicas. ¡Ese era el poder curativo que el amor de Rick tenía sobre ella!
Rick se tendió de costado y automáticamente ella buscó su calor y su cercanía física. Él le puso la mano en la cintura y ella deslizó la suya debajo de los brazos de él, posándola suavemente en su espalda.
- Buenas noches, amor. – Lisa susurró, sintiendo cómo sus ojos se cerraban pesadamente.
- Descansa, mi cielo… ¡Te amo!
Ambos se besaron suavemente y en pocos minutos los dos se habían quedado profundamente dormidos, sintiéndose seguros y protegidos en los brazos del otro.
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Al día siguiente, cuando el inconfundible VT azul, el Skull Dos del comandante Max Sterling aterrizó en la pista después de un vuelo de rutina, el capitán Hunter lo esperaba recargado en la puerta del hangar, con unos audífonos puestos.
- ¡Vaya, no sabía que te gustaba escuchar música! Espero que estés escuchando algo que no sea Minmei… sé de alguien que no lo apreciaría demasiado.
- ¡Hola Max! – Rick se quitó los audífonos. – No, en realidad estoy escuchando… esa canción que traías en el jeep el otro día.
- ¿La que te gustó y le vas a cantar a Lisa mañana en el Karaoke?
Rick no dijo nada, sólo comenzó a caminar al lado de Max hacia la sala de descanso del Escuadrón Skull.
- ¿Estás todavía de prácticas en los simuladores? – Max preguntó, sin saber qué tema de conversación era el adecuado.
- Sí… sólo salí a respirar un poco de aire fresco… necesito completar doce horas de simulador el día de hoy si quiero salir temprano mañana… todavía me faltan algunas. Yo—pienso que sí vamos a ir con ustedes al Karaoke… pero Max, voy a necesitar tu ayuda para preparar lo que necesito para Lisa.
- Cuenta con ella, jefe. Claro que te va a costar… - Max le guiñó el ojo. - ¿Vas a cantar? ¡Vamos, estás escuchando la canción! ¡Sé que quieres hacerlo! No te preocupes, todo el mundo canta horrible ahí… en realidad nadie notará tus aullidos, a menos claro que los cristales de las ventanas se empiecen a romper y los oídos del público comiencen a sangrar… entonces comenzarán a corretearte con antorchas encendidas y lanzas oxidadas por las calles de Ciudad Macross.
- ¡Eso es muy reconfortante, Max! – Rick levantó la ceja tratando de pensar en qué parte de la ciudad podrían conseguirse antorchas y lanzas oxidadas en esos días. Luego sacudió la cabeza y continuó. - Estoy nervioso… quiero hacer algo especial para Lisa, pero—nunca había hecho esto.
- No te preocupes, jefe. Yo estaré ahí para apoyarte y para darte ánimos.
- Bien, de acuerdo… pero tengo dos condiciones.
- Escucho…
- Primero, si a la hora que tenga que cantar me acobardo, tú no vas a presionarme o a obligarme o como tu oficial superior te haré corte marcial y te mandaré directo al calabozo.
- De acuerdo… es justo. – Max se rió.
- Y segundo, si Lisa termina conmigo después de escucharme cantar… o si sus oídos comienzan a sangrar, será TÚ culpa, Max Sterling.
- Tomo toda la responsabilidad sobre mis hombros. – Max se carcajeó.
- Bien… - Rick sonrió. – Con esos puntos clarificados, te diré qué es lo que necesito que me ayudes a preparar…
- Te escucho, jefe… ¡Siempre es un honor servir a mi oficial superior y a mi almirante!
- ¡Tú sólo estás buscando una promoción! – Rick se rió y golpeó a Max en el estómago juguetonamente.
Unos minutos más tarde el capitán Hunter salió del cuarto de descanso del Escuadrón Skull y de regreso a la sala de simuladores. Traía los audífonos puestos y una sonrisa de oreja a oreja en el rostro… alguna vez le había dicho a Lisa que el haría cualquier cosa por ella. Pues al día siguiente se lo iba a comprobar… la amaba tanto, que estaba dispuesto incluso a hacer el ridículo por ella.
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Al día siguiente, desde las tres de la tarde, el capitán Hunter comenzó a pasearse impacientemente de un lado al otro de la entrada del edificio principal. Esa mañana se había asegurado de que un ramo de rosas frescas estuvieran esperando a la almirante en cuanto entrara a su oficina. Había tenido que levantarse muy temprano, argumentando que necesitaba horas extras en el simulador, había conseguido las flores y las había colocado, junto con una nota que había escrito a mano en una hoja membretada de la RDF. Como un detalle extra había doblado la nota en forma de avioncito y la había colocado sobre las flores. En esa nota le recordaba a Lisa cuanto la amaba y que la estaría esperando a las 1530 hrs. afuera del edificio.
Rick sonrió al recordar que esa mañana, en cuanto subió al simulador de vuelo, encontró en el asiento, perfectamente asegurado con el cinturón de seguridad, un pequeño osito de peluche vestido con chaqueta, gorro, bufanda y lentes de aviador. En el pecho de su chaqueta llevaba un logotipo bordado del Escuadrón Skull. Junto al osito había una carta en un sobre color lila con su nombre escrito en la elegante caligrafía de Lisa. El sobre y la nota en su interior estaban impregnados del suave perfume de ella. Ahora el osito descansaba sobre el escritorio en su oficina en el hangar del escuadrón Skull y la nota, que había leído mil veces y memorizado, estaba guardada en la bolsa de su chamarra.
El capitán Hunter miró su reloj… apenas habían pasado diez minutos, pero para él había sido como una hora. Sacó su teléfono celular y marcó el número de Max. Su amigo tomó la llamada de inmediato.
- ¡Hey jefe! Miriya y yo vamos de salida al club… ¿Qué sucede?
- Estoy esperando a Lisa… no creo que tarde mucho en bajar… oye Max, ¿Todo listo?
- Te lo confirmo por quinta vez en la última hora, Rick… ¡No te preocupes por nada! Todo está listo. ¿Tú cómo estás?
- Muy nervioso…
- ¡Vamos jefe, es sólo una canción! Has luchado en tantas batallas… esto es—
- Es mucho más que sólo una canción, Max… es que… yo no sé si hoy—bueno, si hoy pudiera ser el día… ¿sabes?
- Pues si ambos se sienten listos y preparados y si el momento es el correcto… no veo porqué no. ¡Es un hermoso día!
- Lo sé… esta mañana antes de salir le deje el desayuno servido… ¡Se veía tan hermosa en la cama! Me hubiera gustado quedarme ahí, contemplándola… hubiera querido que no tuviera que levantarse, que se quedara a descansar… supongo que es la emoción del día, no sé… es decir, antes yo veía a todos los demás pilotos entusiasmarse en este día pero yo siempre me sentí, no sé… fuera, ¿sabes? Cómo si esta fuera una festividad que no me perteneciera a mí… sé que el amor debe celebrarse todos los días y no sólo en esta fecha comercial pero… es contagioso.
- Sí, lo es… y si eso nos da la oportunidad de consentir a nuestras damas… no veo cuál sea el problema, Rick.
- No hay ningún problema… estoy un poco nervioso, eso es todo.
- Relájate, jefe… las cosas se irán dando.
- ¡Hey Max, Lisa viene saliendo! – Rick brincó y sus ojos se encendieron. - ¡Los vemos allá en un rato!
Rick guardó su celular y fue al encuentro de Lisa, que ya lo había visto y se acercaba a él sonriendo. El capitán Hunter se veía particularmente apuesto ese día con la ropa que llevaba puesta. Nada elegante ni llamativo, pero verlo vestido de civil siempre emocionaba a Lisa. Traía unos jeans, botas de campo, una camisa color verde militar y encima una chamarra color marrón.
- ¡Lisa! – él la saludó, tomándola de las manos e inclinándose para besarla suavemente en la mejilla, pues estaban en terrenos militares y sabían que debían cuidar su etiqueta. - ¿Estás lista?
- ¡Que guapo te ves hoy, amor! – ella le respondió con una sonrisita tímida.
- Usted no se ve nada mal, almirante. – Rick le devolvió la sonrisa.
Sabiendo que irían al bosque, Lisa se había vestido con ropa casual y abrigada. La tarde era fría, pero no tanto como otros días. Hacía semanas que había dejado de nevar, aunque a veces aún caían algunas lluvias ocasionales o incluso escarcha. Pero aquel día el cielo estaba completamente despejado y Rick agradeció al cielo por el buen clima que les había regalado.
- Bien… - Lisa comenzó a caminar rumbo a la entrada de la base. - ¿Vamos a irnos en un jeep o tienes otros planes?
- En realidad… primero haremos una pequeña parada… para ver a Max y Miriya por un momento.
- ¿Sí? – Lisa miró a Rick y levantó la ceja sospechosamente.
- ¡Tú no preguntes, Hayes! – Rick le pasó el brazo sobre los hombros y la atrajo contra sí. – Tú sólo sígueme y déjalo todo en mis manos.
Lisa iba a responder con un comentario irónico, en el sentido de que ahora sí estaba preocupada, pero decidió que aquel día prefería no discutir con él. En cuanto traspasaron la entrada de la base, ella deslizó su brazo alrededor de la cintura de Rick y así tomaron el rumbo del lugar en donde sus amigos los esperaban, mientras comentaban los incidentes y pormenores de la jornada y se agradecían mutuamente por los regalos con los que se habían sorprendido aquel día.
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No les tomó mucho llegar al lugar en donde los Sterling los esperaban. Era un pequeño club Karaoke localizado en una calle poco transitada de ciudad Macross. Rick se detuvo en la entrada y Lisa lo miró extrañada.
- ¿… y esto…? – Lisa no supo ni qué preguntar.
- Max y Miriya querían que pasáramos unos momentos con ellos… amor, espero que no te importe. – Rick la miró de frente. – Sé que hoy todo el mundo va a salir a cenar a restaurantes lujosos y yo quiero hacer eso contigo… pero cuando no haya tanta gente y podamos estar tranquilos… quizás un día de campo en el bosque y un café en un Karaoke no son la manera más romántica de celebrar este día, pero—
- ¡No! – Lisa lo silenció y lo besó suavemente en los labios. - ¡No sabes cuánto he esperado por poder pasar un día contigo en el bosque! Bueno… aunque sea medio día…
Rick sonrió y la tomó de la mano.
- Entonces entremos… entre más pronto salgamos de aquí, más pronto podremos irnos a donde queremos ir.
Entraron al lugar y se detuvieron en la puerta. Era un sitio pequeño y acogedor, decorado con posters de antiguos grupos musicales y algunos instrumentos aquí y allá. Había varias mesas y un pequeño escenario. En esos momentos no había más de una docena de clientes… los cuáles aplaudían emocionados y silbaban mientras una mujer… Miriya, cantaba en el escenario. Lisa y Rick se quedaron inmóviles en su lugar.
- ¿Miriya canta? – Lisa preguntó sorprendida.
- Pues eso parece…
La zentraedi podría ser buena para muchas cosas… pero cantar obviamente no era de sus habilidades, pero eso no la detenía. Se notaba que se estaba divirtiendo… y Max, quien la acompañaba con un sintetizador electrónico, también parecía estar pasando un buen momento.
Lisa y Rick avanzaron hacia una mesa de la primera fila, a la cuál llegaron justo en el momento en que los Sterling bajaban del escenario en medio de una ovación generalizada y una jovencita de no más de quince años tomaba el micrófono y comenzaba a cantar otra canción.
- ¡Hey! Miren quienes nos honran con su presencia… ¡Los Hunter-Hayes! – Max sonrió de oreja a oreja.
- ¡Llegaron justo a tiempo para ver mi actuación! – Miriya les dijo, emocionada. – ¿Qué les pareció?
- Bueno… fue… - Rick balbuceó.
- Muy interesante… - Lisa completó.
- ¡Siéntense! ¡Hey Ana, un latte de vainilla y un café negro sin azúcar por favor! – Max ordenó, sabiendo los gustos de sus amigos.
- ¿Vienen aquí a menudo? – Lisa sonrió, contagiada por la alegría general.
- Sí, es un lugar pequeño… pero nos divertimos mucho. – Max respondió.
- ¡Además ya tenemos público! – Miriya estaba emocionada y golpeaba sus muslos con las palmas de sus manos, llevando el ritmo de la canción que la chica estaba cantando. - ¡Esa niña es buena!
Todos escucharon la canción y no habían pasado más de dos minutos cuando la mesera apareció con los dos cafés y una enorme sonrisa en el rostro, dándoles la bienvenida a los recién llegados y animándolos a que subieran a cantar cuando quisieran.
- ¿Se anima, almirante? – Max le guiñó el ojo a Lisa. – Tengo la idea de que debes tener una hermosa voz para el canto, Lisa… es decir, si eres tan buena tocando el piano y todo…
- No, en realidad no, yo—
- ¡Sólo trata de ser modesta! – El capitán sonrió, pasándole el brazo sobre los hombros y atrayéndola contra sí. - ¡Canta precioso! – Rick le besó la sien.
Lisa negó con la cabeza, a la vez apenada y halagada por el comentario de Rick. Max le guiñó el ojo a su amigo y el capitán pasó saliva nerviosamente. Mientras Lisa se entretenía en escuchar al siguiente chico que subió al escenario y quien estaba cantando viejas canciones de la época del rock, Rick pensaba que debían salir pronto de ahí si querían llegar temprano al bosque… miró a Max, quien con un movimiento de cabeza lo animó… pero Rick negó, no sintiéndose preparado para aquello.
El chico en cuestión era tan bueno, que todos en el café estaban coreando sus canciones… incluso Miriya, se había puesto de pie y cantaba a todo pulmón. Rick estaba impresionado al pensar que la zentraedi hubiera asimilado la cultura humana de esa manera. Sintió la mano de Lisa deslizarse debajo de la suya y sus ojos se encontraron con los de ella, que le sonreía con amor. Rick no pudo menos que enternecerse y besar su mano, mientras le sostenía la mirada. Lisa parecía estar disfrutando el momento y eso lo alegraba.
Después del chico rockero, una joven pareja subió al escenario para cantar a dúo una canción bastante romántica. Rick miró su reloj, se había tarde… miró a Lisa y notó que casi se había terminado su café. Miró a Max, quien lo motivó con un movimiento de cabeza. Rick respiró profundamente… Lisa estaba bastante entretenida conversando con Miriya… el corazón del piloto se aceleró y para darse ánimos, tomó su taza de café negro y se la bebió de un trago. Se puso de pie y habló:
- ¡Vamos Max, antes de que me acobarde y cambie de opinión!
- ¡Así se hace, jefe!
Lisa estaba tan entretenida con Miriya, que no notó que los dos oficiales habían dejado la mesa. Cuando la joven pareja bajó del escenario, Max volvió a tomar su lugar frente al sintetizador y miró a Rick, asintiéndole con la cabeza y dejándole saber que estaba listo. Rick tomó aire y se acercó al micrófono… su voz hizo que Lisa saltara en su asiento… ¿Rick estaba… en el escenario?
- Antes que nada quiero que todos ustedes sepan que están a punto de escuchar al peor cantante que ha existido sobre la faz de la tierra. ¡Siéntanse afortunados, este es un momento histórico! – Rick comentó y arrancó algunas carcajadas. – Pero hay aquí una persona a quien amo con todo mi corazón y por quien no me importa estar aquí arriba hoy, haciendo el ridículo… Lisa, ahora podrás creerme, sin lugar a dudas, que cuando te digo que haría cualquier cosa por ti, te lo digo en serio… y cualquier cosa significa que incluso voy a hacer lo que no he hecho jamás y lo que no creo que vuelva a hacer en mi vida… ¡Porque te amo!
- ¡Rick!
Lisa se llevó las manos al pecho y sintió los ojos llenos de lágrimas, aunque una sonrisa de felicidad apareció en su rostro. Todos los reunidos en aquel Café Karaoke estaban aplaudiendo. Los ojos de la almirante y los del capitán se encontraron.
- Escuché esta canción hace poco… tenía que cantarla para ti, amor… ¡Y espero que no me odies por esto!
Rick miró a Max y él, sonriendo, comenzó a tocar las notas de aquella canción. Súbitamente Rick se sintió más tranquilo… de cualquier forma, ya no había marcha atrás. Y ahí, frente a toda esa gente hizo lo que jamás había hecho por ninguna otra mujer en su vida: cantó para ella.
In my life
(En mi vida)
I've had to try to make it on my own.
(He tenido que tratar de salir adelante por mí mismo)
Sometimes it's hard to be alone.
(A veces es difícil estar sólo)
In my mind,
(En mi mente,)
My loneliness would never seem to end.
(Mi soledad parecía que jamás terminaría)
Something is happening that I don't understand.
(Algo está pasando, algo que no entiendo)
In my heart, I feel the heat
(En mi corazón, siento el calor)
Of something burning deep inside of me.
(De algo que está ardiendo dentro de mí)
I’ll be the man that I could never be,
(Seré el hombre que jamás pude ser)
Now that I've found you.
(Ahora que te he encontrado)
In my heart, I realize
(En mi corazón, me doy cuenta)
You are the light that opened up my eyes.
(Tú eres la luz que abrió mis ojos)
You are the answer and the reason why
(Tú eres la respuesta y la razón de porqué)
I'm living my life for you.
(Estoy viviendo mi vida por ti).
Mientras Max tocaba un puente musical, Rick, que se había acercado a la orilla del escenario, bajó del mismo y se acercó a Lisa, se inclinó sobre ella sonriendo. Los ojos profundamente esmeraldas de ella se clavaron en los suyos y esa mirada le llegó al corazón.
- ¡Te amo, Lisa Hayes! – le susurró.
- Rick, yo—es que nunca… ¡Yo también te amo, Rick Hunter!
Rick le sonrió con ternura, tomó su mano y se la llevó a los labios antes de volver al escenario y continuar con la canción.
Through my eyes,
(A través de mis ojos)
I've seen a world that no one's ever seen.
(He visto un mundo que nadie más ha visto)
Seems like I've lived inside a dream.
(Parece que he estado viviendo en un sueño)
In my dreams
(En mis sueños)
I've never thought I'd have someone who cared.
(Jamás pensé que tendría alguien que se preocupara)
Then you walked in my life, and made me so aware.
(Entonces entraste en mi vida e hiciste que me diera cuenta de muchas cosas)
In my heart, I feel the heat
(En mi corazón, siento el calor)
Of something burning deep inside of me.
(De algo que arde muy dentro de mí)
I'll be the man that I could never be,
(Seré el hombre que jamás pude ser)
Now that I've found you.
(Ahora que te he encontrado)
In my heart, I realize
(En mi corazón, me doy cuenta)
You are the light that opened up my eyes.
(Tú eres la luz que abrió mis ojos)
And if my world should fall apart,
( Y si mi mundo debiera hacerse pedazos,)
I know that you will be there... In my heart.
(Yo se que tú estarás ahí… en mi corazón)
In my heart, I feel the heat
(En mi corazón, siento el calor)
Of something burning deep inside of me.
(De algo que arde muy dentro de mí)
[you're in my heart...]
[estás en mi corazón...]
I'll be the man that I could never be,
(Seré el hombre que jamás pude ser,)
Now that I've found you.
(Ahora que te he encontrado.)
In my heart.
(En mi corazón)
[you're in my heart...]
[Tú estás en mi corazón...]
Oh, I'll be the man that I'll never be. Yeah...
(Oh, seré el hombre que jamás pude ser. Sí...)
Open up my eyes.
(abre mis ojos)
baby baby baby
(mi amor, mi amor, mi amor)
[you're in my heart...]
[Tú estás en mi corazón...]
Livin', livin', livin' livin' my love for you.
(Viviendo, viviendo, viviendo mi amor por ti)
You are the one, girl.
(Tu eres la única, mi chica).
Rick había comenzado cantando nerviosamente y sintiéndose como un completo tonto… pero al ver el rostro de Lisa, su mirada, su sonrisa… todo lo demás pareció desaparecer. Era como si en ese momento sólo existieran ellos dos y esas palabras que él quería que ella escuchara de sus labios, aún en forma de una canción, comenzaron a fluir con facilidad… comenzó a emocionarse, a sentir lo que estaba cantando.
Max, quien estaba acompañándolo con el sintetizador, sonreía al ver la manera en cómo Rick se había relajado y cómo los ojos de su amigo estaban fijos en los de la almirante mientras cantaba. Había que admitirlo, como cantante el capitán Hunter se moriría de hambre… pero era obvio que para Lisa en esos momentos no había una voz más privilegiada en el universo que la de Rick.
Todos los demás clientes del café estaban aplaudiendo, lanzando vítores y silbando… aquel lugar se había convertido en una olla de grillos. Para cuando Rick terminó su canción, Lisa tenía los ojos arrasados en lágrimas, que contrastaban con su sonrisa brillante. Miriya, de pie, era una de las principales instigadoras de aquel caos. Apenas terminó de cantar, Rick puso el micrófono a un lado y bajó del escenario de prisa para encontrarse con Lisa. Se arrodilló frente a ella, tomando sus manos en las suyas y la miró a los ojos.
- Eso fue para ti, y sólo para ti, amor… cada palabra te pertenece.
- ¡Rick!
Lisa puso su mano en la nuca del piloto, atrayéndolo hacia ella y besándolo ávida y casi desesperadamente en los labios, mientras el griterío generalizado proseguía. Max se acercó a Miriya y su esposa le sonrió.
- Misión cumplida, ¿No es así?
- Lo demás está en sus manos. – Max asintió.
- Bien… dejemos a los enamorados en paz… ¡Yo vine a divertirme y eso pienso hacer!
Miriya subió al escenario y mientras comenzaba a cantar otra vez, aclamada por su fiel audiencia, Rick y Lisa seguían totalmente ajenos a lo que ocurría en ese lugar. Se seguían besando con una pasión y un sentimiento tal que para nadie fue un secreto lo mucho que se amaban, que se adoraban mutuamente. Max los miraba, sonriendo y asintiendo la cabeza aprobatoriamente. Enseguida decidió que era preferible apoyar a su esposa y darles algo de privacidad a sus amigos. Después de todo, la merecían.
- - - - - - - - - -
Poco más tarde, la puerta del café se abrió y Rick y Lisa salieron, riendo alegremente. Iban tomados de la mano y dando traspiés, tratando de controlar la risa que los hacía casi doblarse sobre sí mismos.
- ¡Estoy lleno de sorpresas! – Rick no podía dejar de reírse. – No estuvo tan mal… al menos nadie me está persiguiendo con antorchas y lanzas oxidadas por las calles de Ciudad Macross.
- ¿Qué? – Lisa se rió aún más. – Rick en serio… deberías de dejar de tomar café negro… pienso que es peligroso para tú salud.
- ¡Y yo soy peligroso para la tuya!
Rick tomó a Lisa por la cintura y la apretó contra sí de una manera muy poco delicada, provocando que ella gritara y se riera aún más fuerte. Rick gruñó y le dio varias vueltas en el aire antes de volver a ponerla en el piso. Pero en cuanto hizo eso, la risa de ella desapareció de inmediato y fue sustituida por una de esas sonrisas que siempre lo dejaban sin aliento.
- ¡Gracias, Rick!
Lisa le habló en voz baja y con una seriedad que lo hizo dejar de reírse a él también. Él movió negativamente la cabeza y sin soltarla de su abrazo, le acarició suavemente el contorno de su rostro con la yema de su dedo, como si la estuviera estudiando.
- ¡Estuve tan cerca de perderte! – pensó. – Tan cerca de jamás volver a mirar tus hermosos ojos… tu sonrisa tan bella… tu perfección Lisa… tan cerca de no volver a sentir jamás tu calor, tu dulzura… Lisa… ¿En qué momento te convertiste en la sangre que fluye por mis venas?
- ¿En qué piensas, amor? – Lisa le sonrió, intrigada por el fuego que brillaba en sus ojos mientras la observaban.
- Pienso que—que aún tenemos una cita pendiente. – Rick le habló con voz tierna y recargó su frente en la de ella. - ¿Qué te parece?
- Me parece que estamos tardándonos demasiado.
Rick soltó una risita y la tomó de la mano, guiándola a un pequeño estacionamiento adyacente al café Karaoke.
- ¿Siempre es tan impaciente, almirante?
- Sólo cuando se trata de usted, capitán.
- Eso es mentira… - Rick la miró con una mirada que destilaba ternura. - ¡Me tuviste toda la paciencia del mundo durante mucho tiempo, Lisa!
- Cierto… por eso mismo lo digo… contigo ya se me acabó la paciencia.
Rick se rió alegremente y se detuvo para mostrarle algo.
- Bueno… como iremos al bosque, pensé que sería divertido ir en una de estas, ¿Qué te parece?
Frente a ellos estaba una cuatrimoto color verde militar, que Rick y Max se las habían arreglado para conseguir en la base. Lisa sonrió de oreja a oreja y sus manos se unieron en su pecho. Rick se alegró al verla tan emocionada.
- ¿Sabes conducir cuatrimoto? – Lisa preguntó, yendo hacia el aparato y tocándolo con curiosidad.
- Jovencita, - Rick le habló en un tono de voz que pretendía ser condescendiente pero que terminó siendo simplemente gracioso. – Está hablando con el capitán Rick Hunter de la RDF… si puedo volar un Veritech, puedo conducir cualquier aparato sobre la faz de la tierra.
- Esas son demasiadas palabras, Hunter… yo quiero ver algo de acción.
Lisa ya había ocupado su lugar en la parte posterior de la cuatrimoto. Rick se acercó sonriendo y tomó su sitio. Apenas estaba arrancando su vehículo, cuando sintió las manos de Lisa deslizarse por su cintura para cerrarse sobre su estómago y su mejilla posarse suavemente en su espalda.
- Esto me está gustando. – Rick pensó. – Esto de celebrar el 14 de febrero definitivamente me está agradando bastante.
Rick arrancó la cuatrimoto y se dirigió hacia los límites de Ciudad Macross. En pocos minutos se encontraban ya en un camino vecinal y con rumbo hacia el bosque que se encontraba no muy lejos, al norte de la ciudad. Un bosque a donde debieron haber ido hacía ya varias semanas… pero Rick iba a cumplir todas sus promesas incumplidas… porque él había vivido su vida solo por mucho tiempo… pero ahora ella estaba ahí… ella se preocupaba, ella se interesaba… ella lo amaba. Y como él mismo se lo había dicho esa tarde con la canción que le había cantado, ahora él estaba viviendo su vida por ella.
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Mientras la cuatrimoto iba avanzando entre el bosque de pinos, siguiendo el curso de un arroyo que fluía tranquila y musicalmente entre los árboles y las rocas, Rick iba hablando:
- … es sólo que jamás pensé encontrar un osito de peluche vestido de aviador en el simulador. – se rió. – A todos les gustó mucho… pero es mío y ahora está cómodamente instalado en mi escritorio.
- Lo vi en el centro comercial el día que fui con Miriya… enseguida pensé en ti.
- ¡Gracias Lisa! Fue un detalle muy tierno… no había tenido un muñeco de peluche desde que era niño y tenía una hormiga bombero.
- ¿Una hormiga bombero de peluche? – Lisa se rió.
- Sí… mi papá me compraba juguetes raros como ése. – Rick no pudo evitar el reírse también.
- Bueno, me alegra que te haya gustado… tenía que corresponder por el caballo y el pingüino de peluche que tu me regalaste hace tiempo, ¿Recuerdas?
- Sí…
Rick recordó, aunque a veces quisiera que pudiera olvidar esos días, cuando las cosas entre ellos eran tan difíciles. Pero todo era parte del proceso de maduración. Gracias a esos días y a todo lo que habían vivido, ahora se encontraban en ese punto tan fuerte de su relación.
Por su parte, Lisa miraba alrededor, sin dejar de abrazar a Rick. ¡Aquel lugar era hermoso! Y la luz del atardecer pintaba el paisaje con sus pinceladas de colores dorados y rojizos, dándole una apariencia cálida y casi idílica, a pesar del frío que hacía.
- Jamás pensé que fueras a subir a ese escenario. – Lisa comentó.
- Yo tampoco… Max insistió mucho pero… a decir verdad jamás pensé que tuviera el valor… espero no haberte asustado demasiado.
- Viviré y lo superaré, no te preocupes por mí.
El comentario de Lisa provocó un gruñido por parte de Rick y una risa divertida de ella que se convirtió en un grito de sorpresa cuando el capitán hizo que la cuatrimoto se moviera en zigzag, sólo para que ella se apretara aún más contra él.
- ¡Vaya agallas las tuyas, Hayes! ¡Insultar al piloto en pleno vuelo!
Lisa iba a responder con uno de sus comentarios sagaces e ingeniosos, pero no tuvo tiempo de hacerlo, pues la cuatrimoto se había detenido y lo que vio ante ella la dejó sin aliento: era un rincón particularmente hermoso de aquel bosque, al lado del arroyo que en ese punto formaba un pequeño estanque. Había un pequeño claro en el brazo que formaba el arroyo justo antes de llegar al estanque. En ese claro, rodeado por pinos y piedras cubiertas de musgo, había una pequeña casa de campaña instalada y una carga de leña al lado. Desde ese lugar se tenía una vista privilegiada del bosque y del cielo pintado con los colores del atardecer, como si fuera el lienzo de un pintor impresionista.
- ¡Es hermoso! – Lisa murmuró, mientras aceptaba la ayuda que Rick le ofrecía para bajar de la cuatrimoto. – Pero… ¿Y este campamento?
- Digamos que tienes suerte de tener amigos que te quieran tanto, amor… hubo voluntarios que se ofrecieron a aterrizar su VT en este sitio hoy por la mañana para dejar todo esto aquí y que no tuviéramos que cargarlo.
- ¡Max y Miriya! – Lisa sonrió.
- Hmmm… sí, bueno… pienso que sólo están buscando una promoción. – Rick le guiñó el ojo, mientras iba a abrir la casa de campaña.
- ¡No seas malo, Rick! – Lisa se rió. – En todo caso, pienso que de hecho se merecen una promoción con todo lo que han hecho por nosotros.
- ¡Uh-oh! – Rick la regañó juguetonamente. – No debe dejar que sus sentimientos personales influyan con sus decisiones, almirante.
- ¿Eso también se aplica a cierto piloto rebelde y voluntarioso de apellido Hunter?
- Nah… él es la excepción que confirma la regla. – Rick le guiñó el ojo. – Bien… pues tenemos bombones y salchichas… hay té, sándwiches, chocolates… creo que no sufriremos por comida.
Rick sacó todo de la casa de campaña mientras Lisa miraba el paisaje y aspiraba profundamente el aire limpio y fresco del bosque. El sonido del agua y el ambiente en general la transportaban a su niñez, a esos años que había pasado en la residencia familiar de los Hayes.
El capitán Hunter la observaba de cuando en cuando, sonriendo para sí mismo. Ella estaba feliz y eso era todo lo que a él le importaba. La comida estaba desempaquetada y ahora estaba armando la fogata. Fue cuando Lisa se fue a sentar a su lado.
- Si tienes frío hay unas frazadas dentro de la tienda… tendré la fogata ardiendo en unos minutos, soy bueno encendiendo fuego.
Rick se detuvo en seco cuando sintió los brazos de Lisa deslizarse alrededor de sus hombros y su cuerpo descansar en su espalda. Un estremecimiento le recorrió el cuerpo cuando los labios de ella se posaron justo debajo de su oreja.
- ¡Sé que eres bueno encendiendo fuego! – Lisa susurró. – Gracias Rick… por todo lo que haces por mí.
El capitán sonrió, pensando que él debería ser quien le estuviera agradeciendo a ella por todo lo que ella hacía y había hecho por él durante tantos años. Se había hecho el propósito de recompensarla, de retribuirle su cariño, su paciencia, su amor… ¡Y eso era apenas el comienzo!
- De nada. – Fue lo único que pudo murmurar.
Lisa lo soltó y se sentó fuera de la casa de campaña, mirándolo armar la fogata y encender el fuego.
- Sé que me dijiste que no preguntara pero… ¿Vamos a pasar aquí la noche?
- Creo que eso depende más de usted que de mi, almirante. – Rick le guiñó el ojo.
Lisa se sonrojó pero una pequeña sonrisa traviesa apareció en su rostro. De pronto se sentía muy emocionada… ¡Todo era tan perfecto! Rick y ella, solos en el bosque, como tantas veces lo había soñado… ¡Era tan romántico!
- Me sorprende que hayas podido escaparte de la base tan temprano. – Rick comentaba. - Pensé que te iban a salir mil imprevistos.
- A mí también me sorprendió, para ser sinceros… a Maistroff no pareció agradarle demasiado la idea. Quería que tuviéramos una reunión esta noche… pero le pedí que esperáramos hasta mañana.
- ¿Reunión sobre qué?
- Sobre la misión de reconocimiento que fue enviada a la Selva del Amazonas después del último ataque… algunos datos han estado llegando y—
Lisa ya no pudo decir nada más. Un hermoso fuego ardía frente a ella, haciéndola entrar en calor inmediatamente… eso y la manera en que Rick, que ahora estaba sentado a su lado, le sonreía… y cómo su rostro brillaba con la luz del fuego… todo se conjugó para hacer que la almirante Hayes perdiera su concentración.
- ¿Y…? – Rick la animó a seguir.
- ¡Olvídalo! – Lisa sonrió. – No creo que hayamos venido hasta acá para hablar del trabajo.
- ¡Siempre tan comprensiva almirante! – Rick se acercó peligrosamente a ella. – Entonces venimos hasta acá para…
Lisa entrecerró los ojos cuando sintió los labios de Rick rozando suavemente los suyos. Sus manos instintivamente se cerraron en torno del cuerpo del piloto. Él sostenía el peso de su cuerpo con su brazo izquierdo firmemente anclado en tierra, mientras que su mano derecha se había posado suavemente en la cintura de ella y poco a poco comenzó a empujarla, con suavidad, para que se recostara sobre sus espaldas.
- ¡Rick! – Lisa rompió el beso y lo detuvo. - ¡Espera un segundo!
- ¿Qué sucede? – Rick estaba visiblemente desilusionado.
Miró a Lisa con curiosidad cuando la vio buscarse en los bolsillos de su chamarra y sacar de uno de ellos una pequeña cajita envuelta para regalo.
- ¡Feliz 14 de Febrero, amor! – Lisa le sonrió con dulzura. – Es… es la primera vez que celebro este día y… la verdad no sé si… - ella miró a Rick al rostro. – No quería que se fuera a romper si por accidente me acostaba sobre ella.
- ¡Lisa! – Rick sonrió a la vez enternecido y emocionado. – Pero… ¡Si ya me diste el osito! ¿Qué es esto?
- Ábrelo… pensé que te gustaría y que te sería útil.
Rick abrió la cajita casi desesperadamente y sonrió ampliamente cuando encontró en su interior un reloj militar de aviador en color negro. Era sin duda el reloj más increíble que había visto en su vida.
- Lisa, esto es—yo, no sé que decir…
- Dime que te gusta y me daré por bien servida.
Rick sonrió y levantó su mirada para encontrarse con la de ella. Se acercó furtivamente y la besó en los labios.
- ¡Me encanta! ¡Es increíble!
Sin perder tiempo se puso el reloj en su muñeca y lo observó por unos minutos, moviendo su brazo de un lado para otro para poder verlo en diferentes ángulos.
- Sé que tu viejo reloj se te descompuso y… bueno, vi este y—
- ¡Es perfecto! Lisa, ¿Cómo es que conoces mis gustos tan bien?
- Bueno… llevo años observándote, Hunter. Algo he aprendido.
Rick se rió y se acercó a besarla otra vez.
- ¡Gracias amor!
Lisa estaba bastante complacida de su reacción. Sin embargo, antes de que pudiera comentar nada más vio que Rick también buscaba algo en el bolsillo de su chamarra. La miró a los ojos y habló seriamente:
- Yo también tengo algo para ti, Lisa… no es valioso ni espectacular, pero tiene un valor sentimental muy fuerte para mí y quiero que tú lo tengas.
Lisa bajó la mirada y descubrió una caja bastante familiar en manos de su piloto. Era una de los estuches reglamentarios de las medallas de la RDF. Rick la abrió lentamente y dentro ella pudo ver una Medalla Titanium y una pequeña placa en la que se explicaba que se le otorgaba esa medalla al Teniente Richard Hunter por su valor al haber rescatado a la Comandante Elizabeth Hayes de la Base Sara de Marte, arriesgando su vida en tal misión.
- Rick… - Lisa sintió que sus ojos se llenaron de lágrimas. – Esto… yo no sé sí…
- ¡Lisa, escúchame! – Rick puso su dedo en la barbilla de ella, obligándola a mirarlo a los ojos. – Esta medalla fue mi primera medalla… me la dieron cuando te rescaté de la base de Marte… pero hoy yo te la quiero dar a ti, amor… te la doy porque tú me rescatarse también… me rescataste de mí mismo, de mi soledad, de mis miedos, de mis inseguridades y de mi vida tan vacía… y también te la entrego por el valor que tuviste al amarme a pesar de todo… por el valor que tuviste al aceptarme, al quedarte conmigo… al guiarme a pesar de mis protestas, al motivarme a ser cada día mejor… el valor que tuviste para comprenderme, para creer en mí, para no darte por vencida conmigo a pesar de todo… pero sobre todo, te la entrego por el valor que demostraste este día al escucharme cantar.
Lisa tenía los ojos llenos de lágrimas al escuchar las palabras de Rick, aunque su último comentario provocó que una risa espontánea escapara de su pecho.
- ¡Eres un tonto! – Lo regañó.
Rick sonrió, cerró la cajita y la puso en manos de su almirante.
- Hemos vivido mucho juntos, Lisa… y sé que aún nos queda mucho más por vivir. Pero sólo quiero que sepas que estar contigo es la aventura más grande de mi vida.
Lisa no hizo comentario alguno… ¿Qué podía decir? Los momentos más significativos de la vida generalmente dejan a las personas sin palabras y es entonces cuando el amor debe expresarse de otra manera… Lisa se dejó ir a los brazos de Rick y sus labios se unieron en un beso que más que una demostración física de afecto era una unión espiritual entre ellos.
Se estuvieron besando por un momento que pareció extenderse por una eternidad. Ninguno de los dos quería terminar aquel beso, no querían separarse, no deseaban alejarse… querían fundirse por completo, sentirse a plenitud. Fue un beso profundo de entrega total y amor incondicional.
Un beso que, sin embargo, terminó abruptamente cuando el estómago de Rick le recordó de una manera muy poco discreta que no había probado bocado desde aquella mañana. Lisa pudo incluso sentir la vibración del estómago de él, reclamando por comida, contra su propio abdomen mientras se besaban. Ambos se separaron y no pudieron evitar el reírse. Sin duda esa era la manera en cómo funcionaba su relación: había amor, había pasión, había deseo… pero también había diversión, comprensión, ternura y mucho afecto entre ellos.
- Me parece que sería bueno alimentar ésta pancita antes de seguir adelante, ¿No lo creé así, señor? – Lisa comentó con ternura, acariciando suavemente el estómago de Rick.
Él se dobló sobre sí mismo y se rió pues Lisa le había hecho cosquillas con aquella caricia.
- Sí, supongo que es lo más recomendable en estos momentos… - Rick le plantó un beso rápido y juguetón en los labios. - ¿Se te antojan unas salchichas asadas? Te voy a preparar mi especialidad, solía hacerlo cuando salía a acampar con Roy… es brocheta de salchichas asadas con bombones… ¡Te va a encantar!
- Rick, no vas a preparar eso… ¡No seas sucio! – Lisa se rió. - ¿Bombones con salchichas en la misma brocheta?
- ¡Ah! Espera a que lo pruebes y me suplicaras que te prepare más… - Rick ya estaba preparando las brochetas. – Los bombones derretidos sobre las salchichas les dan un sabor espectacular. Es una receta patentada que es considerado un platillo gourmet en varias partes del mundo. Es nutritivo, saludable y delicioso… ¡Ya verás!
- ¡Rick…! – Lisa se rió al escuchar al piloto fingir el acento de un chef francés. – Si no me matas con tus canciones, lo harás con tu comida.
- ¡Cero y van dos, Hayes! – Rick le advirtió con una mirada divertida. - Mientras tanto cómete un sándwich… estos son de queso manchego con lechuga y demás hierbas, tus favoritos.
Lisa aceptó el sándwich que él le ofrecía. Mientras Rick preparaba las brochetas, ella calentó el té. Mientras se comía su sándwich, lo compartía con él, quien teniendo las manos ocupadas, agradecía las mordidas que ella le dejaba tomar de su comida y el beso ocasional que las acompañaba.
Mientras conversaban de mil anécdotas de su infancia, ambos dieron cuenta de la comida que llevaban. Rick consiguió que Lisa probara su exótica brocheta, pero Lisa decidió que ella era más tradicionalista y que se comería sus salchichas y bombones en brochetas separadas. Rick, por su parte, se comió todas las salchichas con bombones que pudo, mientras Lisa le advertía que si seguía comiendo de esa manera le iba a doler el estómago.
Finalmente los dos, sintiéndose absolutamente llenos, se recostaron sobre una manta, afuera de la casa de campaña y al lado de la fogata, a mirar el cielo que esa noche estaba totalmente despejado y tan estrellado como hacía mucho no lo habían visto.
Los dos descansaban cómodamente sobre sus espaldas, con una gran sonrisa en sus labios y sus manos entrelazadas entre ellos. A pesar de que la noche era fría, la fogata los mantenía calientes. El murmullo del arroyo, los sonidos nocturnos del bosque y su mutua presencia los relajaba y los hacía sentir seguros y protegidos. Hacía rato que Lisa había comenzado a señalarle a Rick algunas constelaciones en el cielo y a explicarle la historia de cada una y los nombres de sus principales estrellas.
Rick observaba el cielo y sonreía, interesado en lo que ella le estaba diciendo, pero aún más sorprendido al pensar que no había nada que esa chica no supiera. Sin embargo las estrellas pronto perdieron la atención del capitán, cuando sus ojos se clavaron en Lisa, que tendida a su lado, seguía hablándole de todas esas constelaciones y mundos que abundaban en el universo infinito.
- Una de las cosas que más me fascina, me enternece, me conmueve e incluso me sorprende de ella, - Rick pensó. – Es que no se da cuenta de lo hermosa y fascinante que es.
- ¿Qué sucede, Rick? – Lisa lo miró y sonrió.
- Nada… estaba pensando que quizás sería conveniente estudiar un poco de astronomía y aprenderme los nombres de todas las estrellas y constelaciones… eso es, si tú quieres ser mi tutora personal… te prometo ser un buen estudiante.
- Me parece bien, pero en todo caso tendré que evaluar tus adelantos periódicamente.
- Sí… - Rick se levantó, sosteniendo el peso de su cuerpo sobre Lisa con su brazo, mirándola al rostro y sonriéndole traviesamente. – Pero por cada estrella que sepa su nombre correcto me tendrás que corresponder con un beso. ¿Qué te parece?
- La idea suena bastante… tentadora. – Lisa sonrió con amor.
Rick soltó una risita y se acercó a ella, buscando sus labios.
- Si ése es el caso, - murmuró contra sus labios. - ¡Voy a memorizar en libro entero!
Los labios de ella se entreabrieron para recibir los de él. Las manos de Lisa se posaron en la espalda de Rick, debajo de su chamarra, recorriéndole la espalda de arriba a abajo sobre su camisa, mientras su beso se intensificaba y se hacía más profundo y apasionado.
Poco a poco y con la ayuda de Lisa, el capitán Hunter se despojó de su chamarra. Parecía que aquello había sido un movimiento casi inconsciente de parte de ellos, pues seguían besándose, totalmente entregados a los sentimientos y sensaciones que ese beso, cada vez más íntimo y profundo provocaba en ellos. La mano de él subió por el costado de Lisa, debajo de la chamarra que ella traía y ella se incorporó levemente, permitiendo que él la ayudara a quitársela.
Se separaron levemente y de inmediato los labios de él comenzaron a recorrerle la línea del rostro y el cuello. Lisa cerró los ojos, permitiendo entregarse a esas caricias. Ella estaba sentada, pero era sólo porque él la sostenía firmemente por la cintura, mientras mantenía su otro brazo firmemente anclado al piso. De otra manera Lisa pensaba que no sería capaz de sostenerse por sí misma. Las manos de la capitana comenzaron a acariciar el pecho de Rick, su abdomen que se sentía firme debajo de su camina, sus brazos fuertes.
- Lisa… - Rick le susurró al oído. - ¿Quieres que vayamos dentro de la casa de campaña? Pienso que aquí hace algo de frío y quizás… ahí estaremos un poco más calientitos.
Lisa sonrió a la vez reaccionando al hecho de que él le hubiera capturado el lóbulo de su oreja en sus labios y también a su comentario que había sonado a la vez tierno e ingenuo. ¿Más calientitos? Lisa pensaba que no se había sentido más calientita en su vida… pero asintió de todas maneras. Dentro de la casa de campaña había varias mantas y unos sacos de dormir. Seguramente ahí estarían más cómodos.
Ambos se movieron dentro de la tienda de campaña. Dejaron la puerta abierta para que la fogata les proporcionara la luz y calor que tanta falta hacían. Apenas estuvieron dentro, como atraídos por un imán, volvieron a buscar el mutuo contacto y los labios del otro.
Lisa no podía creer lo increíblemente tierno y delicado que Rick podía ser con ella… como en esos momentos. Él por su parte, disfrutaba y se emocionaba cada vez que Lisa hacía un movimiento audaz… como el meter sus manos en su camisa para acariciarle la espalda mientras se besaban. Él correspondió, colocando sus manos directamente sobre la piel del abdomen de ella, por debajo de su suéter. Lisa se estremeció, aquello la había tomado por sorpresa. Rick la sintió sonreír contra sus labios mientras murmuraba que le habían dado cosquillas. El capitán Hunter se rió, pero no dejó de besarla, antes bien, con el peso de su propio cuerpo la hizo que lentamente se recostara sobre sus espaldas y el se tendió a su lado. Se separó de ella, mirándola insistentemente al rostro. Sus ojos verdes se entreabrieron y sonrió con ternura, mientras acariciaba el rostro de él y colocaba su otra mano sobre la de Rick, que seguía recorriéndole traviesamente el abdomen.
Se sostuvieron la mirada por unos segundos, hasta que Rick abrió la boca para decir algo, pero Lisa le colocó su dedo índice sobre los labios para acallarlo. En esos momentos no hacían falta palabras. Lisa se incorporó levemente, buscando los labios de él que ya la esperaban. Las manos de Rick subían y bajaban por la piel desnuda de sus costados mientras se besaban, provocando descargas eléctricas en el cuerpo de Lisa. De pronto el suéter que llevaba puesto se estaba volviendo demasiado incómodo… y Rick así pareció entenderlo, pues de pronto se quedó completamente inmóvil y Lisa sintió como sus manos tomaban las orillas de aquella prenda y tiraban lentamente de ella. Lisa se separó un poco de Rick, lo suficiente para verlo al rostro; él la miraba con expectación pero con cierta timidez y nerviosismo que ella encontró adorables. Lo único que Lisa pudo hacer fue asentir con la cabeza, otorgando esa autorización que el silenciosamente la solicitaba.
Rick comenzó a subir el suéter de Lisa… lentamente, como si temiera hacerlo… ella tuvo el impulso de ayudarle, pero decidió que disfrutaría el momento. Lisa sentía su corazón tan acelerado, que le provocaba vértigo. Levantó sus brazos para permitir que Rick le sacara el suéter por la cabeza y cuando lo hizo, sus cabellos color miel cayeron como cascada en la piel desnuda de sus hombros. Rick se apresuró a abrazarla, acunándola contra su pecho.
- ¿No tendrás frío? – le susurró al oído.
- No… - el leve temblor de la voz de Lisa contradijo sus palabras, aunque ella misma no podía decidir si aquella reacción de su cuerpo se debía al frío o a la emoción de estar en los brazos fuertes de Rick.
Las manos del piloto comenzaron a recorrerle la espalda lentamente, mientras sus labios se posaban en sus hombros y la besaban con unos besos que se sentían como brazas de fuego contra la piel de ella. Casi como un reflejo las manos de Lisa comenzaron a jugar con los botones de la camisa de Rick. Con dedos torpes comenzó a desabrocharlos, uno a uno, sintiendo como él se estremecía con aquel contacto. No era la primera vez que sentían ese contacto piel a piel, pero si era la primera vez que sentían que algo muy intenso estaba por ocurrir entre ellos. Cuando la camisa de Rick se unió al suéter de Lisa en un rincón de la tienda de campaña, ambos se recostaron sobre sus costados para quedar de frente a su compañero. Ambos se apoyaban en un brazo, mientras que con la mano que tenían libre seguían acariciando, explorando… sus labios seguían unidos en un beso eterno.
El fuego seguía ardiendo magníficamente en el exterior de la tienda, pero a pesar de todo, Lisa sentía algo de frío.
- Está bien, amor… - Rick la abrazó estrechamente contra su cuerpo y le comenzó a susurrar en el oído sin dejar de acariciarla. – No tengas miedo… todo está bien.
- No tengo miedo. – Lisa le respondió, besándole el cuello. – Estoy un poco nerviosa, pero no tengo miedo.
- Nos iremos tan despacio como sea necesario… - Rick la colocó de espaldas y la cubrió con su cuerpo, sosteniendo su peso sobre ella.
- Rick… - Lisa sonrió pero sus ojos se humedecieron. - No sabes cuántas veces soñé con estar contigo en el bosque, al lado de una fogata… como esta noche.
- ¿Sí? – Rick la besó levemente en los labios y comenzó a acariciarle el rostro.
- Aunque jamás me imaginé que—que algún día estaríamos así… a punto de—
Lisa no pudo continuar, pues los labios de Rick ya habían encontrado los suyos y la estaba besando con tanta pasión y tanto amor, que ella sinceramente pensó que estaba a punto de enloquecer… ¿Sería posible que todo aquello realmente estuviera sucediendo?
Rick comenzó a bajar lentamente, besando el cuello de ella, sus clavículas, su pecho… Lisa no pudo evitar que su espalda se arqueara casi como un reflejo cuando sintió los labios de Rick besarle suavemente el abdomen. Sus manos instintivamente se posaron en la cabeza del piloto, acariciando sus cabellos oscuros con amor, mientras no podía evitar que su nombre escapara de su garganta.
- Lisa… - él susurró contra su piel. - ¡Eres tan perfecta! ¡Me gustas tanto! ¡Te AMO tanto!
- ¡… oh, Rick!
Él levantó la mirada para encontrarse con la de ella que lo observaba con una mezcla de amor, adoración y curiosidad. Él comenzó a jugar con el botón de sus jeans y una mirada traviesa pero llena de cariño apareció en su rostro.
- ¿Estaría bien si…?
Lisa asintió con la cabeza y él, con manos temblorosas comenzó a despojarla de sus jeans. Lisa estaba temblando levemente pero no sabía si era a causa del frío o de la emoción del momento. Estaba en ropa interior… y calcetines, en una tienda de campaña en medio del bosque, al lado de una fogata… y el capitán Hunter la estaba acariciando de una manera que la estaba llevando al cielo tan sólo con su contacto.
Lo último que él quería era hacerla sentir incómoda, así que en un movimiento que incluso lo tomó a él mismo por sorpresa, se despojó de sus jeans, quedando solamente en sus boxers. Se recostó al lado de Lisa y con cuidado jaló una frazada para cubrirlos a ambos mientras sentía cómo ella buscaba el abrigo de su pecho desnudo.
- ¿Estás mejor? – le susurró, abrazándola con ternura, acunándola contra su pecho.
- Estoy bien. – Lisa lo miró a los ojos y él pensó que jamás en su vida había visto los ojos de ella brillar de la manera en cómo lo estaban haciendo en esos momentos. – Estoy contigo…
- Y yo contigo, mi vida.
Rick le sostuvo la mirada, fascinado por el poder que esos ojos verdes tenían sobre su voluntad. Instintivamente él comenzó a acariciarle el hombro, el brazo, bajando hacia su costado y su cadera… su mano se deslizo por la pierna suave y firme de Lisa y ella se sonrojó profundamente, pero no rompió el contacto visual.
Lisa sintió que Rick comenzaba a temblar levemente y sus ojos habían adquirido un tono azul profundo que parecía arder con los reflejos de la luz de la fogata. Tímidamente al principio, pero con más seguridad mientras pasaban los segundos, ella comenzó a acariciarle el pecho, los brazos fuertes, el estómago bien marcado… le gustaba Rick, le gustaba mucho, demasiado… no podía pensar en un hombre más perfecto que él. Todo en su piloto era simplemente perfecto. Cuando la mano de Lisa comenzó a jugar con el elástico de los boxers de él, Rick comenzó a temblar de una manera bastante más perceptible. Lisa se detuvo en el acto y lo miró a los ojos.
- Tengo un poco de frío… - Rick sonrió tímidamente, tratando de justificarse.
- Yo también estoy nerviosa, amor. – Lisa susurró, buscando sus labios.
Rick la besó, como si su vida dependiera de ello. En cuanto sus labios se unieron, él intensificó aquel beso y se entregó por completo a él. No supieron en qué momento ella se recostó sobre sus espaldas y él se colocó sobre ella. Súbitamente ambos habían dejado de tener frío. Ahora un calorcito delicioso y reconfortante les había inundado el cuerpo; poco a poco ambos comenzaron a relajarse en aquel abrazo y con aquel beso, que había comenzado tan apasionado y que poco a poco se había vuelto dulce y tierno, sin por eso perder la chispa de la pasión inicial.
El capitán Hunter sentía las manos de Lisa recorriéndole todo el cuerpo, acariciándolo, explorándolo… él sentía cómo sus manos eran capaces de transmitirle el amor que ella sentía por él. En cada palmo de su piel, donde las manos de ella se posaban, él sentía energía, bienestar… placer. Él, por su parte, tenía que buscar el equilibrio entre mantener el peso de su cuerpo en sus brazos para no incomodar a Lisa, y acariciarla… aunque de cuando en cuando sus manos se alternaban para recorrer sus curvas femeninas y suaves, más que con sus manos él la estaba acariciando con su mirada, con sus labios… la sentía con toda su piel.
Por varios minutos ambos se entregaron a esas caricias, a esa exploración mutua. Los dos querían compenetrarse con su compañero, conocerlo, compartir esos sentimientos, ese placer y esas sensaciones tan intensas con el otro… de cuando en cuando sus labios se encontraban en besos que eran tan intensos y apasionados como tiernos y cargados de amor. Lisa se sentía totalmente cobijada por Rick, por su piel, por su peso sobre su cuerpo, por su aliento, su respiración y los latidos de su corazón… para él no existía en ese momento otro mundo en el universo que el cuerpo de Lisa. Jamás pensó que llegaría a experimentar alguna vez en su vida el amor tan total y absoluto que en esos momentos le estaba consumiendo el corazón, esa aceptación tan íntima… ese cariño tan desinteresado y ese placer tan profundo.
Lisa sentía lo mismo… después de tantos años de soledad y de haber vivido una vida en la que su corazón se había vuelto incapaz de experimentar ningún tipo de sentimiento… después de una historia de amor tan tórrida y llena de malentendidos y oportunidades desperdiciadas con Rick Hunter… después de tanto sufrimiento, tanto dolor y tanta soledad… para ella era un sueño estar en los brazos de Rick de esa manera… y escucharlo gemir suavemente en su oído que la amaba.
En las semanas previas habían compartido muchas cosas… habían alcanzado un grado de intimidad y de confianza mutua bastante profundo. Pero nada se comparaba con lo que estaban viviendo esa noche. Era la entrega total, la rendición absoluta de dos corazones que siempre habían latido juntos, aún y cuando ellos se hubieran empeñado en mantenerlos separados por tanto tiempo.
Rick escondía su rostro en el cuello de Lisa, tratando de controlarse un poco, pues sentía que aquellos sentimientos y sensaciones eran tan intensos que estaban rebasando su autocontrol y su voluntad. Respiraba profunda y entrecortadamente, mientras sentía cómo Lisa seguía acariciándolo con tanta ternura y cariño, que él no podía menos que agradecer al cielo por haberle enviado un ángel como ella. Porque eso era en lo que Lisa Hayes se había convertido para él: en su ángel que lo protegía y lo guiaba. ¡Un ángel que lo amaba de una manera que él mismo no creía merecer!
Lisa abrazaba íntimamente a Rick, le acariciaba la nuca y le recorría la espalda con su mano, trazando sus músculos. Lo besaba de cuando en cuando y sentía su aliento caliente en su cuello, y el corazón del piloto latiendo sin control, contra su pecho. Sentía cómo los músculos de Rick parecían contraerse súbitamente, respondiendo a sus caricias y podía sentir, sobre todo, lo mucho que él la deseaba en ese momento… tanto como ella lo deseaba a él.
Rick sintió que sus músculos se contraían involuntariamente cuando la mano de Lisa bajó demasiado en su espalda… y sintió cómo lentamente, como si quisiera comprobar su reacción, se deslizaba debajo del elástico de sus boxers. Instintivamente el brazo de él rodeó a Lisa y sus dedos comenzaron, torpemente, a jugar con el broche de su sostén.
Los ojos entrecerrados de Lisa se abrieron súbitamente y Rick se paralizó por un segundo cuando un sonido fuerte y penetrante los trajo de vuelta a la realidad.
- No contestes… - la voz de Rick sonó como un gruñido contra el cuello de Lisa, cuando reconoció el sonido del teléfono celular de la almirante… el teléfono satelital, para ser técnicamente correctos.
Rick se apretó aún más contra ella y la besó en el cuello con pasión descontrolada, como si con eso quisiera acallar el sonido del teléfono que seguía llamando insistentemente.
- Rick… - la voz de Lisa se escuchó decepcionada. – Es del cuartel general… es la alarma del canal privado del almirantazgo.
Lisa sintió cómo el cuerpo de él se relajaba sobre el suyo y escuchó un suspiro frustrado escapar de los labios de Rick.
- Dame un segundo, amor… - Lisa lo acarició y besó suavemente detrás de la oreja, justo donde sabía que a él le gustaba.
- De acuerdo… - Rick asintió, sabiendo que ella tenía razón. No podía dejar de contestar esa llamada. – Te alcanzo el teléfono.
Rick se movió hacia la entrada de la casa de campaña, en donde el teléfono sonaba dentro del bolsillo de la chamarra de Lisa. Lo tomó y se acercó a ella, que ya se había sentado y lo recibió con cierta prisa.
- Almirante Hayes aquí… ¿Qué sucede?
Mientras ella hablaba, Rick se había colocado detrás de ella y continuaba acariciándole los brazos y plantándole algún beso ocasional en el hombro. Lisa había capturado su mano y la mantenía fuertemente aprisionada en la suya… pero por la mirada en los ojos de ella y el tono oficial de su voz, Rick sabía que su noche romántica había terminado. Súbitamente había vuelto a sentir frío, pero lo primero que hizo fue tomar su camisa y colocarla sobre los hombros desnudos de Lisa, antes de abrazarla por detrás, arropándola con su cuerpo.
- No estoy en Ciudad Macross en estos momentos… Coronel Maistroff, envíe a los escuadrones que están de guardia, llame a las reservas… yo estaré en el cuarto de operaciones tácticas en… una hora. - Lisa miró a Rick y él asintió con la cabeza. - ¿El capitán Hunter? Bueno, él… - Rick volvió a mover afirmativamente la cabeza. – Sí, él estará en el aire en una hora también… ¡Ahí lo veré, coronel! Cambio y fuera.
Lisa terminó la llamada y suspiró profundamente, arrojando el teléfono sobre las mantas. Tomó la mano de Rick y la besó con cariño, mientras lo miraba a los ojos.
- Era una noche perfecta, amor… sé que te esforzaste mucho para esto y—
- Yo entiendo, Lisa… somos soldados. Nuestra responsabilidad viene primero. Y sé que en estos momentos no estamos de descanso, así que debemos acudir a cualquier llamada de emergencia.
- Lo sé… es sólo que… ¡Todo era tan perfecto!
La voz de Lisa murió en su garganta y Rick se acercó para abrazarla y besarla en medio de los ojos.
- Sí… iba a ser la noche perfecta… Lisa… lo que me haces sentir…
Rick buscó las palabras, pero no encontró ninguna que pudiera describir lo que Lisa provocaba en él. Ella asintió y tomó su rostro en sus manos, besándolo profundamente en los labios.
- Siento lo mismo, amor… ¡Te amo!
- Supongo que ya tendremos tiempo para esto. – Rick suspiró, mientras comenzaba a ponerse sus jeans.
- Rick… - Lisa lo detuvo. – Gracias… por ser tan comprensivo y paciente… y gracias por el mejor 14 de febrero de mi vida.
El capitán sonrió y se acercó a ella para besarla lenta y eróticamente en la garganta, provocando que ella gimiera su nombre.
- La espera valdrá la pena, amor… digamos que—éste fue un simulacro.
Lisa todavía se sentía mareada después de ese último beso, pero la manera en cómo Rick trataba de sonreír y sacarle el lado humorístico a la situación hizo que ella se relajara. Se prometió a sí misma que cuando ella y Rick finalmente pudieran consumar su amor, ella daría lo mejor de sí para hacer esa experiencia lo más satisfactoria e inolvidable para su piloto… ¡Se lo merecía!
- Ahora dígame, almirante… ¿Qué emergencia tan terrible es ésta que nos obliga a interrumpir una velada tan romántica? ¡Más vale que sea algo en verdad importante!
- El grupo de reconocimiento que fue enviado al Amazonas hace unas semanas, para revisar el área en donde la nave de Khyron fue reparada ha encontrado algunas colonias zentraedis en la zona. Al parecer son malcontentos que se quedaron con algunas cargas de protocultura y poseen un arsenal que Khyron había dejado atrás para cubrir la retaguardia en caso de algún imprevisto… grupos zentraedis rebeldes de las colonias problemáticas cercanas a Ciudad Monumento captaron las transmisiones militares y en estos momentos hay una revuelta en dichas colonias… un grupo de rebeldes tomó la base de la Policía Militar de Monumento y robó armamento y con esto entraron a la base de la RDF en la ciudad… lograron capturar un par de naves que aparentemente salieron con rumbo al Amazonas… ya se enviaron los primeros escuadrones tras ellos… pero se necesita proteger las instalaciones militares de Ciudad Monumento y los edificios del Gobierno de la Tierra Unida e interceptar las naves robadas… se están llamando a todos los refuerzos disponibles… Maistroff saldrá rumbo a Monumento en cuanto yo llegue a Ciudad Macross… te necesito en el aire, comandando a los escuadrones que están allá arriba.
- No hay problema… usted sabe que siempre estoy a sus ordenes, almirante.
Mientras Lisa hablaba, ambos se habían vestido a toda prisa y ahora mientras Lisa se ponía sus zapatos, Rick se ocupaba en apagar la fogata.
- Luego vendré por todo esto… - Rick miró alrededor. – Voy a encender la cuatrimoto…
- Rick… - Lisa lo tomó de la mano y lo detuvo.
- ¿Qué sucede, amor? – él se inclinó a su lado.
- Te amo… y tú lo sabes, ¿no es cierto?
- Yo lo sé, Lisa… ¿A qué viene eso, bonita? – Rick le acarició el rostro.
- Es que no quiero que pienses que—que el trabajo, mi responsabilidad o mi obligación es más importante para mí que tú, eso es todo.
- Jamás lo pensaría. – Rick la besó suavemente en los labios. – Yo sé cuales son nuestras responsabilidades, Lisa. Además, en estos momentos creo que lo mejor que puedo hacer es subir y perseguir zentraedis rebeldes y malcontentos toda la noche… para liberar un poco de esta adrenalina que traigo encima.
Lisa sonrió con el comentario de Rick y le permitió que la ayudara a ponerse de pie.
- Pues si este fue un simulacro… creo que podemos decir que cero y van dos, Hunter. – Lisa habló mientras subía a la cuatrimoto.
- No te preocupes, Hayes… bien dicen que la tercera es la vencida, ¿O no?
- ¡Eso espero! Porque sinceramente—
- Lo sé… - Rick se rió, tratando de no frustrarse demasiado. – Pienso lo mismo… ¡Exactamente lo mismo!
La cuatrimoto se puso en movimiento y Rick sonrió cuando sintió las manos de Lisa cerrarse en torno a su cintura, debajo de su camisa. Aquel contacto le provocó un sentimiento de bienestar y seguridad que lo hicieron relajarse un poco después de la experiencia tan intensa que ambos habían vivido esa noche.
Así los dos oficiales de la RDF salieron a toda prisa del bosque y con rumbo a Ciudad Macross. Mientras iban en camino, Rick no podía dejar de pensar en todo lo que había ocurrido entre ellos… y en que la próxima vez que lo intentaran, sería en un ambiente tranquilo y relajado, como Lisa lo merecía… sería en la cabaña en los bosques. Faltaban un par de semanas para el cumpleaños de Lisa. Sin duda valdría la pena esperar.
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Los días que siguieron al 14 de febrero fueron de gran actividad para todos los escuadrones de la RDF. Se trataba de la peor rebelión zentraedi y el incidente más importante desde el último ataque de Khyron. Para Lisa fue la primera oportunidad que tuvo de probar sus dotes de líder y sus legendarias habilidades como estratega. Y por orden misma de la Almirante, todos los escuadrones estuvieron volando día y noche por casi una semana, sofocando de una vez por todas los brotes de violencia y desmantelando redes organizadas de rebeldes que funcionaban en varias colonias. La prensa calificó aquella rebelión zentraedi como la última réplica de la Guerra Robotech y a la decisión de la almirante Hayes como un movimiento inteligente y un golpe maestro a los grupos rebeldes y no hubo nadie que no reconociera la mano fuerte y la voluntad firme que la almirante Hayes había mostrado en esa situación.
Fueron días de mucha tensión y de actividad constante, pero cuando el último reducto rebelde fue clausurado y el último malcontento puesto en manos de las autoridades competentes… y sobre todo, cuando el último Veritech aterrizó sano y salvo en la pista de la Base Prometheus, Lisa supo, sin lugar a dudas, que la guerra había terminado.
La almirante Hayes ordenó un descanso de tres días para todos los pilotos que habían participado en lo que ya era llamado la “Operación 14F”, mientras que los grupos de pilotos recién ingresados a la RDF quedaban de guardia y se dedicaban a las labores de patrullaje, que en los días siguientes fueron tranquilas y sin incidentes. Las decisiones tomadas por la almirante Hayes al calor del momento durante la rebelión habían resultado tan efectivas y contundentes, que cualquier duda que el Gobierno de la Tierra Unida hubiese tenido sobre su designación como almirante de la RDF se desvaneció después de aquella operación.
Por otro lado la almirante Hayes se ganó el respeto y el apoyo absoluto de sus tropas y la simpatía de la sociedad civil, quienes comenzaron a verla como una oficial capaz e inteligente y sobre todo, bastante carismática. Los ojos de Ciudad Macross comenzaron a voltear hacia la Almirante Hayes, colocándola inevitablemente en el centro del escenario.
Rick reía divertido cuando leía los periódicos cada día… porque no había un solo día en que no saliera un artículo o una entrevista con Lisa. A él le gustaba bromear con aquello, diciéndole a Lisa que súbitamente se había convertido en la celebridad local y que pronto comenzarían a hacer una película sobre su vida. Lisa pretendía ofenderse y terminaba quitándole los periódicos a Rick… se sentía un poco incómoda con tantas atenciones. Aunque Rick no perdía la oportunidad de decirle lo mucho que la admiraba y lo absolutamente orgulloso que se sentía de ella.
Días después Lisa tuvo que salir a Ciudad Monumento a rendir su informe ante el Gobierno de la Tierra Unida. Rick hubiera querido acompañarla, pero aquello fue imposible pues ese día llegaría a Ciudad Macross el convoy de Stonewell Bellcom que transportaría el primer prototipo VY-4 que sería probado por la RDF en los días siguientes.
La almirante Hayes voló a Ciudad Monumento en un trasbordador de la RDF, escoltada por el Escuadrón Skull, comandado por la teniente Parino Sterling. Max se había quedado en Ciudad Macross con Rick, para auxiliarlo con las preparaciones para el primer vuelo de prueba… aunque Lisa y Miriya sabían que ambos oficiales estaban tan emocionados como niños en una mañana de navidad con el nuevo juguetito que llegaría a Ciudad Macross. Ellas decidieron aprovechar los dos días que estarían en Monumento, encargándose de “cosas de mujeres”, como tan sintéticamente lo había puesto Miriya.
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Mientras Rick terminaba su vuelo de simulador del día, Max, que había sido su controlador durante el simulacro, le habló desde la cabina de sonido.
- ¡Tus registros de vuelo y tu puntaje son perfectos hoy, jefe! Estaba revisando tu expediente de vuelo… y me parece que has sobrepasado en un 20% las horas que te fueron requeridas por el almirantazgo.
- Sí, lo sé… - Rick se quitó su casco y bajó del simulador. – Pero si Lisa me pide 10 horas, yo le daré 12… si me pide 100, pues le daré 120… he decidido que siempre le voy a dar más de lo que pida, en todo.
Max se rió y salió de la cabina de control, alcanzando a su amigo que ya se dirigía a la salida del hangar.
- Bueno, uno jamás puede tener demasiadas horas de simulador… ¿Te sientes listo? Tu vuelo se llevará a cabo en unas 36 horas. ¿Cómo te sientes?
- Estoy preparado. – Rick sonrió. – Además, ¿Qué podría salir mal? La nave es perfecta, yo estoy preparado, conozco los sistemas como la palma de mi mano… y ella estará ahí para guiarme.
Max caminó a su lado en silencio por unos segundos.
- Siento mucho lo que ocurrió el 14 de febrero, jefe… sé que ustedes querían pasar una noche especial y—y luego todo este asunto con la Operación 14F surgió y… para Miriya y para mí fue bastante frustrante… ¡Me imagino cómo se sintieron ustedes!
- Sí, fue difícil… pero bueno, las cosas salieron bien con la rebelión. Ya tendremos tiempo de—pues de retomar las cosas.
- Cierto… siempre te las arreglas para terminar con la chica más famosa y popular de la ciudad, ¿Eh, Rick? – Max bromeó.
Rick miró a su amigo con una mirada asesina pero asintió.
- Sí… parece que ahora todo el mundo quiere saber todo sobre Lisa… ayer que iba a casa la vi en la portada de una revista… le habían hecho una entrevista y entre todo lo que le preguntaron, ¿Sabes cómo se llamó el artículo que publicaron?
- No sé…
- “Las Diez Recetas Favoritas de la Almirante Hayes”… - Rick se rió. - ¿Puedes creerlo? ¡Lisa estaba bastante confundida cuando le llevé la revista! Me dijo que había tenido una entrevista de una hora con ese periodista y le había hablado sobre la situación actual de la RDF, los proyectos que trae en mente… cosas así. A media entrevista yo hablé por teléfono para preguntarle si comeríamos juntos… el periodista aprovechó para preguntarle, a pie de página, que le gustaba comer… ¡Y sobre eso escribió su artículo!
- ¿Y compraste la revista?
- ¡Claro! Lisa se veía preciosa en esa portada…
Max se rió y le palmeó la espalda a su amigo.
- ¿Quieres que hagamos algo esta noche? Hay que aprovechar que estamos solteros, ¿No?
- Tal vez estemos solteros… pero tú tienes a una chiquita de un año que cuidar y yo tengo que estudiar e irme a dormir temprano.
- ¿Todavía estás estudiando los manuales del VY-4?
- Sí… bueno, esos y un libro de astronomía.
- ¿Porqué? – Max se rió. - ¿Desde cuando te interesa la astronomía?
- Desde que me di cuenta de que cada estrella que me sepa vale por un beso de la mujer más hermosa del mundo.
- ¿En serio? – Max le guiñó el ojo. - ¿Y cuánto valen las constelaciones?
- Oh… todavía no llegamos hasta allá. – Rick se rió. – Bueno, además quiero descansar bien para el día del vuelo.
- Sí, y como me imagino que cuando estás con Lisa no descansas mucho que digamos…
- ¡Max Sterling! ¡Te estás ganando un viaje con todos los gastos pagados al calabozo!
Max se rió y asintió.
- ¡De acuerdo, de acuerdo! Debo aprender a respetar a mis mayores…
- ¡Ja ja ja! – Rick se burló. – A tus mayores instintos de supervivencia son a los que deberías de respetar…
- Bien… ¿Qué te parece si paso por tu casa… es decir, por casa de Lisa y vemos una película?
- Excelente… sólo recuerda que ya vimos historias de leones, de abejas, de patos, de caballos, de perros… ¡Prácticamente de todo el reino animal! – Rick le guiñó el ojo a su amigo.
- De acuerdo… veré que puedo encontrar. – Max sonrió, sabiendo que ambos ya habían memorizado todas las películas animadas en existencia… supuestamente eran para Dana, pero él y Rick las disfrutaban bastante también.
Los dos amigos se separaron y quedaron de verse esa noche para divertirse un poco mientras sus chicas estaban ausentes.
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Esa noche, en el restaurante del hotel en donde la almirante Hayes y sus escoltas se hospedaban, Miriya observaba a Lisa mientras ella, con la mirada perdida en el infinito, había pasado la última media hora moviendo su café con una cucharita.
- Tengo la impresión de que tu latte caliente terminará siendo un café frapé. – Miriya comentó despreocupadamente.
- ¿Eh? – Lisa volvió a la realidad. - ¡Oh…! Sí… es que yo… sólo me preguntaba que estarán haciendo los chicos.
- Viendo caricaturas con Dana. – Miriya se encogió de hombros.
Lisa sonrió y le dio un trago a su café que en realidad ya se había enfriado bastante. Iba a pedir otro, pero la voz de Miriya atrapó su atención.
- Supe que el vuelo de prueba de Rick va a ser en dos días.
- Así es… por eso no pudo acompañarme, se quedó en Macross a prepararlo todo. Estoy un poco nerviosa…
- Rick es un piloto excelente… quizás no tan bueno como Maximilian o yo, pero es de lo mejor que hay en la RDF. No tienes porqué preocuparte, Lisa.
- Sí, lo sé… pero aún así…
- Nunca me contaste cómo les fue aquella noche en el bosque. – Los ojos de Miriya brillaron traviesamente.
Lisa se sonrojó pero una sonrisa apareció en su rostro y a pesar de todo, le dio un trago a su café, más que nada para ocultarse detrás de la taza de la mirada inquisitiva de su amiga.
- Fue una noche maravillosa. – Lisa habló. - ¡Muy romántica!
- Eso hasta antes de la orden de despegue, ¿No? A Max y a mí nos tomó por sorpresa… ya habíamos tenido algo de acción pero—apenas comenzábamos.
- ¡Oh, vaya! – Lisa se sonrojó aún más. No estaba realmente interesada en conocer los detalles de la vida íntima de los Sterling.
- ¿Qué hay de Rick y tú? ¿Habían…?
Lisa negó suavemente con la cabeza mientras sonreía tímidamente.
- Aún no…
- Sinceramente Lisa, no entiendo porqué están tardando tanto tiempo… cuando yo conocí a Max…
- Sí, lo sé… pero a decir verdad no me arrepiento de la manera en cómo las cosas se han dado entre nosotros, Miriya. Hemos tenido demasiada presión y complicaciones… siento que necesitamos un tiempo tranquilo, sólo para nosotros… no lo sé. He esperado tanto por esto que no quisiera que ocurriera ya sabes, en una tarde de domingo y sólo porque estamos aburridos.
- No hay nada de malo en eso… además, si dices que tienen demasiada presión, créeme, con eso liberarían muchísima tensión.
- No lo dudo pero…
- ¿Cuánto tiempo más planean esperar?
Lisa recargó su barbilla en su mano y sonrió para sí misma. ¿Cuánto más habrían de esperar? Ella esperaba que no mucho… después de lo que habían vivido el 14 de febrero era bastante difícil para ellos el controlarse. No habían tenido oportunidad de estar juntos íntimamente debido a las constantes alertas… y ahora con esa salida de ella… y con él preparándose para su vuelo de prueba. Lisa pensaba que por lo menos habrían de esperar un par de semanas más.
Cada noche cuando ambos se metían en la cama generalmente estaban tan cansados, tan exhaustos, que lo único que querían era descansar un poco… eso, claro, no les había impedido tener algunas tiernas sesiones de besos y caricias. Lisa se estremeció al recordar las caricias de Rick… tan íntimas y tan llenas de amor. Sonrió al recordar la piel de él… había memorizado cada milímetro de su piel… cada cicatriz de batalla, cada músculo, cada forma de su cuerpo… ¡De ese cuerpo que era su universo entero!
Miriya se puso de pie y le sonrió a Lisa:
- La dejo para que siga soñando despierta, almirante… con una bebita de un año en casa y un esposo que complacer es difícil tener una noche entera de sueño para mí misma… no pienso desaprovechar esta.
Lisa se rió y le sonrió a su amiga:
- ¡Descansa Miriya! Nos vemos por la mañana.
- Yo también te aconsejaría descansar, Lisa… cuando lleguemos a Ciudad Macross y Rick haga su vuelo de pruebas… después de eso no creo que puedas dormir mucho que digamos. ¡Aprovecha ahora mientras puedes!
- Gracias por el consejo… lo tomaré en cuenta.
Miriya se alejó y Lisa suspiró. La junta que había tenido ese día con el Consejo del GTU había sido particularmente buena y se sentía orgullosa y muy complacida… sin embargo, a pesar de sus logros y de sus triunfos, en ese momento en lo único que podía pensar era en Rick Hunter… en lo mucho que lo extrañaba y en cuanto lo amaba. Después de unos minutos decidió seguir el consejo de su amiga. Salió del restaurante y se fue a su habitación, con la idea de tomar un largo y relajante baño de burbujas y luego meterse en la cama y descansar.
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La almirante Hayes entró a su casa. Era de noche y todo estaba oscuro. Ella estaba agotada después de las actividades que había tenido en Ciudad Monumento y del vuelo de regreso. Le había sorprendido el llegar a la base y no encontrar a Rick esperándola, después de que habían pasado dos días intercambiando interminables mensajes y llamadas telefónicas y varios e-mails. Los Sterling la habían llevado a su casa y ahora lo único que deseaba era darse un baño y dormir.
Tenía la ligera sospecha de que Rick podría estarle preparando alguna bienvenida, alguna sorpresa de esas que eran tan típicas de él, así que entró a la casa oscura con cuidado, queriendo anticiparse a cualquier ataque de amor de su novio… “su novio”, aquella frase aún le parecía extraña y le provocaba una sonrisa en los labios.
Sin embargo todo estaba en silencio… y oscuro. Entró a la sala, pero no había nada fuera de lo normal. Dejó sus cosas en el estudio y entró a la habitación. No pudo evitar la sonrisa tierna que apareció en su rostro cuando vio a Rick sobre la cama, profundamente dormido. Estaba tendido de costado, abrazando la almohada de Lisa como si se tratara de ella misma. Sobre la cama había varios libros y papeles sueltos.
Lisa se sentó en la orilla de la cama y lo observó por un minuto. ¡Lo había extrañado tanto! Y se veía tan tierno y tan dulce así, dormido y tan tranquilo. Lisa le pasó la mano por el cabello, acariciándolo con ternura y sonrió cuando lo escuchó murmurar su nombre. ¿Sería posible que Rick Hunter incluso soñara con ella? Lisa dudo un momento entre despertarlo o dejar que siguiera durmiendo… pero las ganas que tenía de mirarlo a los ojos, de escuchar su voz y de ver su sonrisa fueron más fuertes que sus impulsos protectores. Se inclinó sobre él y lo besó levemente en los labios. Rick se movió un poco y se estiró, haciendo algunos ruiditos guturales con su garganta. Lisa lo contemplaba sonriendo, entre conmovida y divertida. ¡Siempre le había gustado verlo despertar!
- Ya regresé, amor. – Lisa susurró.
Rick se quedó inmóvil por un segundo antes de abrir desorbitadamente los ojos para mirar a Lisa y sentarse de golpe.
- ¡Lisa! – parecía como si mágicamente todo indicio de sueño hubiera desaparecido de él. - ¿Qué hora es? ¡Se me hizo tarde! Iba a ir por ti a la base, yo—
- ¡Tranquilo, amor… tranquilo! – Lisa lo atrajo hacia ella, haciendo que su cabeza descansara en su pecho. – Son más de las 2200 hrs. y los Sterling me trajeron a casa. Te quedaste dormido, ¿no es cierto?
- Sí… - Rick cerró los ojos y se dejó mimar por ella. – El día estuvo muy pesado… estuvimos preparando todo para el vuelo de mañana… el señor Stonewell, David y Jake están aquí. Estuvimos revisando protocolos, ultimando detalles… dando una última revisión general al VY-4… decidí ponerme a estudiar un rato, pero—pero tu almohada huele como tú y… me quedé dormido.
- Está bien, mi cielo… tienes que descansar para mañana. ¿Cómo te sientes?
- Estoy listo… Vas a estar ahí, ¿no es así?
- Todo el tiempo, Rick.
Él colocó sus manos en torno a la cintura de ella y la atrajo hacia sí.
- ¡Bienvenida a casa, amor! ¡Te extrañé mucho! ¿Cómo estuvo el viaje?
- Bien… las reuniones con el GTU fueron perfectas y el viaje en sí bastante tranquilo. Además Miriya y yo tuvimos un poco de tiempo para relajarnos un poco.
- Me alegro mucho. – Rick se acurrucó aún más contra ella. - ¿Me extrañaste tú también?
- Siempre te extraño, amor…
Rick sonrió pero no contestó nada. Lisa se separó de él y ambos se besaron suavemente en los labios. Había que madrugar y el día que tenían frente a ellos sería bastante pesado. Lisa le sugirió que se acostara y descansara mientras ella se daba un baño. Minutos después, cuando volvió a la habitación, Rick ya dormía profunda y plácidamente. Lisa se metió debajo de las cobijas e instintivamente buscó el calor de él. ¡Lo había extrañado tanto la noche anterior! Una sola noche era una tortura si no estaba a su lado.
Lisa estaba exhausta y había que madrugar. No pasó mucho tiempo antes de que ella ya durmiera profundamente al lado de Rick. Él se había acercado a ella y aún en sueños, la había abrazado estrechamente. Ambos durmieron profundamente aquella noche, sin preocuparse del vuelo tan peligroso que el capitán Hunter llevaría a cabo al día siguiente… y tan sólo entregándose al descanso y a la paz que les provocaba el estar juntos.
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El siguiente día inició antes del alba para Rick Hunter, quien se despertó con el sonido del reloj despertador y se apresuró a apagarlo antes de que fuera a despertar a Lisa. Sabía que ella había llegado cansada la noche anterior y quería dejarla dormir un poco más. La besó suavemente en la frente, se permitió el lujo de contemplarla por unos minutos antes de dejar la cama y dirigirse al baño.
Sin embargo, cuando terminó de bañarse, encontró a Lisa en bata y pantuflas, preparándole el desayuno en la cocina. Se acercó a ella y la abrazó con cariño, besándola en la mejilla.
- ¡Buenos días, preciosa! No tienes idea de cuánto te extrañe…
- ¡Que bien hueles! – Lisa le sonrió.
- Gracias… pero, ¿Qué haces, amor? Quería que te quedaras dormida un rato más.
- No… hoy tienes que desayunar bien, Rick. El vuelo que vas a llevar a cabo será bastante desgastante. No quiero que te vayas a sentir mal.
- No te preocupes. – Rick comenzó a servirse su café. – Hace dos días me hicieron el examen médico y todo salió bien. No tienes nada que temer, Lisa. Te aseguro que todo está bajo control. Tú leíste los informes, estuve en simulador más tiempo del requerido. Debo de apegarme al plan de vuelo que se designó para este primer vuelo, y lo he volado en simulador tantas veces que ya lo puedo llevar a cabo con los ojos cerrados.
- Sí, lo sé… y sé que todo va a salir bien. – Lisa trató de sonreírle. – Sólo… prométeme que vas a ser muy cuidadoso allá arriba, ¿De acuerdo?
- Esto es un vuelo de pruebas de un sofisticado aparato militar, amor. – Rick le habló con seriedad. – Estoy consciente de que no se trata de un vuelo en el circo del aire de mi padre, no tienes que preocuparte por eso. Entiendo el plan de vuelo que se me ha asignado y pienso cumplirlo al pie de la letra. Conozco la nave, he estudiado los procedimientos de emergencia hasta el cansancio y me siento bastante capaz de controlar la situación si las cosas se ponen difíciles. Estoy entrenado para esto, Lisa… pero sobre todo, tú vas a estar ahí… eso me hace sentir confianza absoluta en que todo saldrá bien.
Lisa se acercó a él y lo abrazó con cariño. Él la sostuvo, abrazándola y acariciándola por un momento. Ninguno de los dos dijo ni media palabra. Cuando se separaron, Lisa le sonrió y le besó suavemente la mejilla.
- Tengo fe en que todo saldrá bien… porque tengo fe en ti, Rick Hunter. Ahora desayuna bien mientras yo voy a darme una ducha.
Rick asintió con la cabeza y le sonrió mientras ella salía de la cocina.
- Entiendo que esté preocupada… no niego que yo mismo estoy un poco nervioso pero… ¡Todo saldrá bien!
Rick tomó en sus manos sus placas militares que llevaba al pecho, las apretó con fuerza y las besó antes de volver a ponerlas debajo de su uniforme. Enseguida decidió que debía de cumplir las órdenes de su almirante, y mientras repasaba por última vez el plan de vuelo y los procedimientos y protocolos previos, disfrutó de uno de los mejores desayunos que había probado en su vida.
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El lugar designado para que se llevaran a cabo los vuelos de prueba del VY-4 era una zona desértica al sur de Ciudad Macross. Durante la Lluvia de la Muerte de Dolza esa zona había sido particularmente golpeada y aún no se había incluido en el programa de recuperación ecológica que coordinaba el doctor Lang. Así que un terreno desértico y deshabitado era sin duda el mejor escenario para los vuelos de pruebas que se llevaría a cabo en las semanas siguientes, empezando aquel día. Se había instalado una torre de control, hangares y una pista de vuelo. Todo estaba listo.
Dos VTs, uno rojo y uno azul custodiaban al un helicóptero blanco con la insignia de la RDF, de Ciudad Macross a la Zona-3, como ya llamaban a aquel terreno. En el interior del helicóptero, la Almirante Hayes y el Capitán Hunter viajaban en silencio. Sus manos estaban entrelazadas y mientras ella revisaba unos informes en una pantalla de plasma que había descendido del techo, él miraba hacia afuera, pensativamente.
- Los reportes del clima son perfectos. – Lisa le anunció después de unos minutos.
- ¡Excelente! – Rick le sonrió, mirándola a los ojos. - ¿Estás bien, Lisa?
- Sí… - ella trató de devolverle la sonrisa. – Todo está bien.
Rick la estudió con cuidado por unos segundos. Ella deseaba desviar su mirada, escapar de esos ojos azules que la fascinaban y la perturbaban tanto.
- Gracias. – Rick habló con un tono de voz bajo que la hizo estremecerse. – Lisa, sé que esto no es fácil para ti y te agradezco que me permitas hacerlo. Gracias por estar conmigo, por apoyarme, por dejarme volar… gracias por la libertad que me has dado.
- Jamás te aprisionaría o te atraparía, Rick… tú lo sabes.
- ¡Te amo tanto, Lisa Hayes!
Rick se acercó a ella, le puso su mano en la mejilla y la atrajo contra sí, besándola con amor. Lisa no se resistió a aquel beso. Durante tantos años había soñado con recibir un poco de afecto y cariño de Rick Hunter, ahora que tenía todo su amor, incondicionalmente, se había prometido a sí misma que valoraría cada pequeña muestra de amor que él le diera: un beso, una caricia, una mirada… incluso un pensamiento.
- ¿Revisaste los protocolos? – Lisa le preguntó cuando se separaron.
Rick sonrió, sabiendo que el que ella se preocupara por él de esa manera era también una prueba de amor.
- Lo hice, almirante. Además, los Sterling me irán escoltando durante el vuelo… nada puede salir mal, Lisa… ¡Te prometo que esta noche saldremos a celebrar este vuelo que será exitoso!
Lisa sonrió e iba a comentar algo, pero la voz del piloto les indicó que estaban por aterrizar, que se ajustaran sus cinturones de seguridad y permanecieran en sus asientos. La mano de Lisa volvió a encontrar la de él y ambos se sonrieron. Cuando el helicóptero se posó suavemente en tierra, Rick se puso de pie y le ofreció galantemente su ayuda a ella.
- Yo te prometo tener cuidado allá arriba. – Rick habló. – Si tú me prometes que no dejarás que David te conquiste y te aleje de mí.
- Pues David Stonewell no está nada mal… - Lisa bromeó. – Así que si te tardas demasiado en regresar…
- ¡Lisa! – Rick le advirtió con una sonrisa. - ¿Cuántas veces tengo que decirte que no me gusta que me hagas enojar? ¡Va una, Hayes!
Lisa se rió y besó traviesamente a Rick en los labios.
- ¡Eres un tonto! – le dijo. – Tú sabes que para mí no hay otro hombre en el mundo que tú, Rick Hunter.
- Lo sé… pero me gusta escucharlo. – Rick sacó el pecho orgullosamente y le ofreció su brazo a la almirante.
Salieron de la aeronave y se encontraron con que cerca de la torre de control los esperaban el señor Stonewell, David y Jake. Los tres hombres se acercaron a saludar respetuosamente a la almirante. Ella les correspondió el saludo mientras Rick, de pie a su lado, no podía dejar de observar el VY-4 que estaba en la pista, listo para despegar.
- Ya llevamos a cabo todas las pruebas previas al vuelo. – El señor Stonewell les informó. – No hubo contratiempos… los técnicos de la RDF evaluaron todos los protocolos y el funcionamiento de los sistemas. Capitán Hunter, la nave está lista y esperando por usted.
- Supongo que entre más pronto suba, más pronto bajaré.
Rick puso sus manos sobre los hombros de Lisa y la miró a los ojos.
- Es hora, amor… esto va por ti, no te defraudaré.
- ¡Cuídate Rick! – los ojos de Lisa brillaban con lágrimas contenidas. - ¡Te amo!
Él se inclinó y la besó ávidamente en los labios, sin preocuparse de las personas que estaban alrededor de ellos en la pista. Cuando se separaron, ambos se miraron a los ojos por un momento.
- ¡Suerte, capitán Hunter! – Lisa murmuró.
- Gracias… almirante Hayes.
Lisa dio un paso atrás y Rick le dedicó un formal saludo militar que ella respondió. Mientras ella se dirigía a la torre de control, él fue al hangar a prepararse para el vuelo. Los técnicos y demás personal de tierra se movían en un coordinado caos por la pista. Los Veritech del escuadrón Skull que estarían en el aire para cualquier eventualidad estaban por despegar.
- Todo saldrá bien. – David Stonewell le dijo a Lisa, mientras ella se colocaba su diadema con sus audífonos y micrófono. – El capitán Hunter está más que calificado para este vuelo. Además los VY-4 ya han sido probados por mi sobrino, Jake. No hay nada de qué preocuparse, almirante.
- Yo lo sé, señor Stonewell. Sin embargo hay que considerar que las pruebas que Rick—que el capitán Hunter llevará a cabo el día de hoy son pruebas militares que jamás se han efectuado con estas naves más que en simulador.
- Pero confiamos plenamente en nuestras naves. – El señor Stonewell, el padre de David, respondió. – Almirante, tal vez está fuera de lugar, pero no quiero desaprovechar la oportunidad de felicitarla por la manera en cómo manejó la situación con los zentraedis rebeldes la semana pasada. Ha demostrado que usted es la persona ideal para estar al frente de nuestras fuerzas de defensa. Sin duda demostró la mano firme y la voluntad férrea que siempre distinguieron a su padre, el almirante Hayes.
- Muchas gracias, señor Stonewell. – Los ojos de Lisa brillaron con gratitud y orgullo.
- Skull Uno a torre de control… - La voz de Rick se escuchó, captando de inmediato la atención de Lisa. – Estoy en la cabina del VY-4 y esperando órdenes de despegue… cambio.
- Aquí Delta Uno a Líder Skull. – Lisa respondió con una sonrisa. – Puede despegar a discreción, capitán. ¡Buena suerte y que Dios lo acompañe!
- Entendido. – Rick respondió. – Dios me ha enviado a un ángel, Delta Uno… ¡No hay nada que temer!
Lisa sonrió para sí misma, mientras le pasaba la estafeta de la comunicación a los controladores de vuelo. Vio cómo el VY-4 se elevaba majestuosamente por los aires en un despegue que fue simplemente perfecto y sin siquiera percatarse de ello, por encima de su uniforme apretó contra su pecho sus placas de identificación.
- El capitán Hunter es el mejor piloto que he conocido en mi vida. – Jake comentó. - ¡Que despegue más espectacular!
- Sí, es el mejor. – Lisa sonrió con orgullo.
- ¿Jamás ha sido derribado en combate? – Jake preguntó con genuina curiosidad, dejando bien en claro que Rick Hunter se había convertido para él en un héroe.
- Una vez. – Lisa sintió que los ojos se le humedecían. – Solamente una vez… una tarde sobre el Pacífico, hace ya muchos ayeres.
“Y desde entonces,” Lisa pensó. “Siempre he sentido esta angustia al verlo volar… sé que es el mejor pero… también sé que no es invulnerable. ¡Dios mío, protégelo y tráelo de vuelta sano y salvo!”
Sin embargo Rick probó que en realidad no había nada de que preocuparse, que el diseño del VY-4 y su respuesta en el aire eran perfectos y que tantas horas en el simulador y el estudio de los protocolos y procedimientos habían valido la pena. Durante casi dos horas el capitán Hunter estuvo en el aire siguiendo el plan de vuelo que se le había asignado para esa primera misión de una manera perfecta y precisa, sin cometer un solo error.
Lisa seguía los movimientos de la nave en la pantalla, gracias a las cámaras que habían sido instaladas tanto en el VY-4 como en los VTs del Skull. Cada vez que Rick llevaba a cabo alguna maniobra particularmente complicada, ella suspiraba aliviada y sonreía orgullosa. El verlo volar de esa manera, tan libre y con tanta pasión hacía que el corazón de Lisa se alegrara… aquella angustia bien valía la pena, porque ella sabía que no podía atar a Rick al suelo, no podía cortarle las alas y privarlo de lo que él más amaba en el mundo: volar.
Cada movimiento, cada maniobra, cada acción del capitán Hunter eran monitoreados por la torre de control. Se estaban obteniendo datos que posteriormente serían analizados por un grupo de expertos aeronáuticos de la RDF, sin embargo los Stonewell se notaban más que complacidos con el desempeño de su nave y la manera en cómo el capitán Hunter estaba sacando lo mejor de ella.
- El plan de vuelo ha sido cumplido en un 100%... – el capitán Hunter finalmente anunció en la radio. – Misión cumplida… solicito autorización para volver a la base y aterrizar.
En la torre de control todos miraron a Lisa, quien sonreía extasiada, mirando la pantalla frente a ella. Se ajustó los audífonos y el micrófono y tuvo que aclarar su garganta antes de hablar:
- Delta Uno a Skull Uno… entendido… regrese inmediatamente a la base. La pista está libre para su aterrizaje… ¡Felicidades, capitán Hunter! Su vuelo fue perfecto.
- ¡Gracias almirante! – Rick respondió alegremente. – Ahora lo único que me alegraría aún más el día sería que mi novia me estuviera esperando en la pista cuando aterrice. ¡Skull Uno, fuera!
Lisa se sonrojó profundamente mientras escuchó las risas y murmullos que el comentario de Rick había provocado en la torre de control. Se quitó los audífonos y miró a los Stonewell, quienes le sonreían comprensivamente.
- ¡Felicidades a ustedes también! – Lisa habló, tratando de mantener su compostura. – Este primer vuelo fue un éxito.
- Gracias almirante Hayes.
- Ahora… si me disculpan un momento…
Lisa salió de la torre de control, seguida de las miradas traviesas de todos los ahí presentes. Algunas risitas se escucharon entre los controladores de vuelo y los oficiales de comunicaciones.
- ¡Vaya! – David comentó. – Realmente el capitán Hunter y la almirante Hayes están viviendo un romance de cuento de hadas, ¿No es así?
- Es mucho más que eso, señor. – uno de los controladores respondió, mirándolo sobre su hombro. – No hay nadie en la RDF que no esté emocionado y feliz al ver este final después de haber sido testigos de la telenovela Hunter-Hayes por tantos años.
- ¿La telenovela Hunter-Hayes?
- Si, - otro completó. - ¡Esos dos tienen una historia increíble detrás de ellos!
- Una historia de amor en medio de una guerra. – una oficial puntualizó.
Los Stonewell sonrieron y miraron por la ventana a la almirante Hayes que, de pie en la pista de aterrizaje, miraba al cielo esperando la llegada de su piloto.
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Cuando el FY-4 aterrizó en la pista, lo primero que Rick vio fue a Lisa, de pie al lado del hangar, como tantas y tantas veces lo había recibido en las pistas de la base en Ciudad Macross. A veces para regañarlo, a veces para terminar alguna pelea que habían comenzado en el Tacnet, a veces para felicitarlo, a veces, las más de las veces, simplemente para preguntarle cómo había estado su vuelo y conversar con él unos minutos. Rick sonrió radiantemente cuando el VY-4 se detuvo por completo y sacó sus placas de identificación. Miró a Lisa y lentamente besó la placa de ella.
Lisa sonrió al ver a Rick hacer eso y sintió sus ojos llenos de lágrimas. ¡Había vuelto sano y salvo! Y por la sonrisa que traía en los labios, era obvio que estaba particularmente complacido con su desempeño durante aquel vuelo de pruebas… que dicho sea de paso, había sido perfecto.
Sin embargo la almirante no pudo evitar el reír cuando vio asomarse, de la cabina del VY-4, tan pronto como se levantó la carlinga, la carita simpática y regordeta del osito piloto que ella le había regalado el día de San Valentín.
- ¡Misión cumplida! – Rick imitó la voz del osito.
- ¿Qué hace ese oso en tu cabina? – Lisa seguía riéndose mientras Rick descendía de la nave.
- Necesitaba un buen copiloto y como él estuvo conmigo muchas horas en el simulador, pensé que haría un buen trabajo allá arriba… ¡Y lo hizo! Dile hola a tu mami, oso.
Rick acercó al osito al rostro de Lisa, como si la estuviera besando y ella se rió divertida. Cuando el oso estuvo en manos de ella y las manos del piloto quedaron libres, él puso sus brazos alrededor del cuerpo de ella y la atrajo contra sí, besándola apasionadamente en los labios. Lisa simplemente se rindió a aquel beso. Era bastante obvio que el capitán Hunter aún tenía sus niveles de adrenalina al límite, ella pudo sentirlo en ese beso tan apasionado que terminó cuando un par de Veritechs aterrizaron cerca de ellos.
El capitán Hunter se separó de Lisa, pero no la soltó. Los dos sonrieron al ver a Max y Miriya bajar de sus naves cuando estas se detuvieron y prácticamente correr a donde estaban ellos.
- ¡Vaya jefe! ¡Ese si que fue un vuelo impresionante! Esas horas en el simulador realmente sirvieron, ¿eh?
- Sí, en realidad sí. ¡Gracias por ser mi escolta!
- ¡Ni lo menciones, Rick! – Miriya respondió. – Alguien tenía que subir a cuidarte… aunque estoy de acuerdo con Maximilian, el vuelo fue perfecto.
Rick se sentía satisfecho y feliz pero era Lisa quien no cabía en sí del orgullo que sentía por él en ese momento.
Los Stonewell se acercaron al grupo y todos comenzaron a hablar al mismo tiempo de mil cosas diferentes, aunque todas relacionadas con el vuelo. Max y el señor Stonewell se enfrascaron en una animada conversación sobre algunos aspectos técnicos del VY-4, mientras Miriya y Jake hablaban sobre estrategias de vuelo. Uno de los oficiales se acercó a Lisa y le pidió que firmara unos documentos. Mientras ella lo hacía, David Stonewell tomó a Rick por el hombro y lo alejó unos pasos del grupo.
- ¡Muchas felicidades, capitán Hunter!
- Gracias David… en realidad fue un buen vuelo.
- Fue perfecto. – David asintió. – Pero te estoy felicitando por ella. – Señaló a Lisa con un movimiento de cabeza. – Rick, mi estimado amigo, tienes a un ángel en la almirante Hayes.
- Lo sé. – La mirada de Rick se enterneció al mirar a Lisa, que seguía ocupada hablando con el oficial y que se veía absolutamente adorable sosteniendo su osito de peluche mientras mantenía esa expresión formal y marcial en su rostro.
- ¡Deberías de haberla visto en la torre de control durante el vuelo! Ni un segundo quitó los ojos de esa pantalla… estaba al pendiente de todo… se notaba algo nerviosa, pero esa sonrisa de orgullo y la manera en cómo sus ojos brillaban cada vez que tú llevabas a cabo alguna maniobra… Rick Hunter, te voy a decir algo y es algo que jamás en mi vida le había dicho a nadie, pero jamás en todos mis años y mi gran experiencia había visto a una mujer tan enamorada de un hombre como ella lo está de ti.
Rick sonrió con ternura y miró a David, sin saber que decir en realidad. Sin embargo David estaba hablando otra vez.
- Espero que disfruten el tiempo que van a pasar juntos en la cabaña del bosque la próxima semana. ¡Y consiéntela, Hunter! Créeme que se lo merece. No encuentras mujeres así todos los días. ¡Cuídala mucho!
- Gracias David. – Rick respondió sinceramente, estrechando la mano de su amigo. – Realmente te lo agradezco mucho.
- No hay de qué.
- ¡Bien, atención! – el señor Stonewell estaba hablando. – Esta noche quiero llevarlos a cenar a todos al mejor restaurante de Ciudad Macross… ¿Qué dicen? ¡Tenemos mucho que celebrar!
A todos les pareció una idea estupenda. La almirante Hayes les dijo a los pilotos que tenían el resto del día libre, que podían volver a casa. Mientras todos se alejaban rumbo a los hangares, Rick se rezagó un poco y ella se quedó con él.
- ¿En qué piensas, amor? – Lisa se acercó y le pasó el brazo por la cintura.
- ¡Es preciosa! ¿No te parece? – Rick sonrió, mirando la nave VY-4 mientras era conducida al hangar por un grupo de mecánicos de la RDF y de Stonewell Bellcom.
- Sí, es una nave magnífica. Sin duda será un reemplazo digno de los viejos y nobles VT-1… ¡Acabas de hacer historia en la RDF, Hunter! El primer oficial en volar un VY-4.
-Sí… supongo que sí. - Rick asintió y acarició distraídamente la cabecita del osito que Lisa todavía tenía en las manos.
- ¿Cómo se llama? – Lisa preguntó juguetonamente.
- Yo le digo “Oso”.
- ¡Que original! – Lisa se rió divertida.
- Bueno, no tengo ganas de pensar… de hecho tengo sueño y quiero dormir. – Rick le sonrió. – Volvamos a casa… quiero dormir toda la tarde hasta que sea hora de ir a cenar con los Stonewell.
- Te mereces el descanso. – Lisa respondió, mientras se dirigían directamente al helicóptero que ya esperaba por ellos.
- ¿Vas a ir a casa y dormirte conmigo? – Rick le acarició el rostro con la nariz, hablándole como un niño pequeño.
- Lo siento amor, pero no puedo… tengo algunos compromisos agendados esta tarde.
- Lisa, trabajas demasiado. ¡Hasta los almirantes merecen descansar!
- Sí, supongo que tenemos el derecho de descansar, pero no tenemos el tiempo de hacerlo… te prometo que me voy a tomar unos días libres en cuanto pueda. Ahora tú sólo debes de prometerme que te irás directo a casa y descansarás. Mañana tenemos junta de evaluación del vuelo de hoy. Los datos ya fueron transmitidos a la comisión científica de la RDF y—
Rick la silenció con un beso.
- ¿Qué? – Lisa sonrió cuando se separaron.
- ¡Te ves preciosa cuando actúas tan formal y oficial!
- Rick…
Se subieron al helicóptero y tomaron sus lugares. En cuanto despegaron, Rick recargó su cabeza en el pecho de ella y abrazó a su oso. Ella comenzó a acariciarle el cabello, provocando que él se adormeciera. Por lo menos el breve trayecto que los separaba de Ciudad Macross se daría el lujo de descansar con Lisa… escuchando el latir de su corazón que para él era el sonido más hermoso y musical del universo.
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Rick se sentía cansado, muy cansado… ¡Agotado! El día había sido demasiado largo, con el vuelo de pruebas y todo lo que había venido después. Estaba cómodamente instalado en el sofá de la sala de Lisa, en camisa y con el nudo de su corbata a medio hacer. Su mano acariciaba distraídamente el cabello de Lisa, que estaba acostada en el sofá, con su cabeza en el regazo del piloto. La almirante dormitaba, haciendo obvio el hecho de que estaba luchando con todas sus fuerzas por no quedarse dormida. Pero la manera en cómo él le estaba acariciando el cabello la había relajado bastante y ahora sentía que ya no podía resistirse al sueño que se le cargaba en los párpados.
La cena con los Stonewell aquella noche había sido bastante agradable. La conversación fluida y amigable, la comida abundante y deliciosa. El restaurante era muy elegante, de muy buen gusto y discreto además… la música había sido bastante romántica también, tanto que Lisa y Rick habían terminado bailando un poco antes de ir a casa. Pero ahora ambos estaban agotados.
Rick sonrió al pensar que esa tarde, cuando Lisa lo había mandado a casa con órdenes expresas de ir a dormir un rato, él la había desobedecido. Se sentía importante al pensar que hora estaba desobedeciendo las órdenes de una almirante. Rick soltó una risita, pero luego pensó que su desobediencia obedecía a una buena causa: había pasado un par de horas arreglándolo todo con los horarios y demás, para que Lisa y él pudieran tomarse los días libres necesarios para ir al bosque, a la cabaña de los Stonewell, y celebrar su cumpleaños. ¡Sería toda una sorpresa para ella!
Y además, después de eso había ido a la Plaza Macross a comprarle algunos regalos de cumpleaños… ¡Docenas de ellos! Sí, seguro la iba a sorprender con todo lo que tenía planeado para ese día tan especial. Se lo había prometido desde el año anterior, ese iba a ser el mejor cumpleaños de su vida. ¡Y pensaba honrar esa promesa! Sonrió satisfecho al recordar un regalo en particular…
- El señor Stonewell me dijo hoy, después del vuelo… - la voz de ella era apenas audible.
- ¿Sí? ¿Qué te dijo, amor?
- Que… durante la Operación F14 yo había demostrado la misma mano firme y la misma voluntad que mi padre… ¡Me sentí muy orgullosa, Rick!
- ¡Y yo me siento orgulloso de ti, chiquita! Y ¿Sabes qué? Pienso que allá arriba, tu padre no debe de caber en el cielo del orgullo que siente por su hija… por la Almirante Elizabeth Hayes.
- Almirante… - Lisa se rió. - ¡Todavía suena tan extraño!
Rick la miró y sonrió al ser testigo del preciso momento en que ella se quedaba profundamente dormida en su regazo. La contempló un momento, mirándola insistentemente al rostro con una expresión de ternura y adoración en el suyo. Era como si quisiera memorizar su rostro… cada una de sus líneas, de sus facciones.
- ¡Eres preciosa! – murmuró. – Un ángel por dentro y por fuera… ¡Te amo!
Rick se movió con cuidado de no despertarla y la tomó en sus brazos cuidadosamente. La llevó a la habitación y la colocó en la cama. Lisa ya traía su bata, así que no fue necesario despertarla para que se cambiara de ropa. En cuanto a él, simplemente arrojó sus pantalones y su camisa sobre el sillón más cercano y se metió a la cama. El día había sido largo y había que descansar pues había obligaciones que cumplir antes de tomarse esos días libres que sin duda serían los mejores de su vida hasta ese punto.
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Habían pasado ya un par de días desde el ya legendario primer vuelo del VY-4. Mientras la almirante Hayes y el capitán Hunter se reunían con la comisión científica de la RDF y con los representantes de Stonewell Bellcom, para evaluar los resultados obtenidos en ese primer vuelo, afuera de la sala de juntas, en los pasillos, los hangares y las pistas de vuelo de la base de la RDF en Ciudad Macross, todos los pilotos comentaban de los rumores que habían escuchado respecto a esa nueva nave y las cosas increíbles que podía realizar.
Cuando los Stonewell salieron de Macross, la almirante Hayes se despidió de ellos, agradecida por su ayuda y disponibilidad. Ellos salieron con la consigna de que el siguiente mes regresarían, para el segundo vuelo de prueba. Se llevaban con ellos un reporte de ese primer vuelo con algunos ajustes y mejoras que podrían implementársele al VY-4. La almirante Hayes aún debía de tener unas reuniones de evaluación tanto con la RDF como con el GTU, pero ya era sólo cuestión de horas para que se autorizara el inicio de la producción masiva de los VY-4 para los escuadrones de la RDF.
Aquello estaba manteniendo a Lisa bastante ocupada. Rick había tenido que participar en cuanta reunión con la comisión científica había sido requerido, pero ahora la parte política estaba en manos de Lisa. A veces por las noches Rick la observaba trabajar y se preguntaba de dónde sacaba tanta fuerza, tanta energía y tanta pasión por lo que hacía… y cómo todavía tenía tiempo para dedicarle a él, para escucharlo, para estar al tanto de cómo iban las cosas para él.
Rick deseba que el tiempo volara para que por fin llegara el cumpleaños de Lisa y él pudiera llevarla a la cabaña del bosque, en donde ella podría dedicarse a descansar. Él no iba a permitir que ella moviera un solo dedo estando allá. Se iba a dedicar a consentirla y a mimarla… ¡Le iba a dar el mejor cumpleaños de su vida!
El que Lisa estuviera tan ocupada también le daba tiempo a él de prepararlo todo para sus días libres. Tenía planeada una pequeña fiesta de cumpleaños muy íntima, en donde sólo ellos dos estarían invitados. Le había comprado muchos regalos, ya los tenía envueltos todos… había tenido tiempo incluso de escribirle una carta muy larga y muy sentida, en donde había vaciado su corazón.
Se había metido al gimnasio por horas, tratando de estar en su mejor forma física, para ella. Había hablado con David Stonewell, quien le había prometido que todo estaría listo en la cabaña para el día de su llegada.
Y lo más importante de todo, había arreglado todo en la base para que no se les fuera a molestar, a menos claro que se tratara de una emergencia de proporciones catastróficas. Los Sterling tenían todo cubierto en lo que tenía que ver con los escuadrones aéreos y las actividades de patrullaje de esos días. La sargento Kelly Hickson, asistente de Lisa, se había encargado de limpiar la agenda de la almirante. Rick había reunido todo su valor y sobre todo toda su paciencia, para ir a hablar con el Coronel Maistroff. Le había explicado que Lisa realmente necesitaba ese descanso, que le estaban exigiendo demasiado y ella estaba dándolo todo y un poco más.
Misteriosamente y tomando a Rick por sorpresa, Maistroff había estado de acuerdo con él. Después de la Operación F14, al parecer Lisa se había ganado una posición de más respeto y dignidad ante los ojos del coronel. Él mismo tenía que admitir que Lisa Hayes era humana y que necesitaba un tiempo para ella. Aunque la relación de Maistroff con Rick aún era bastante tensa, ambos coincidían en que Lisa necesitaba un descanso. Así que el capitán Hunter salió de la oficina del coronel con el acuerdo de que él se encargaría de todo durante esos cuatro días y que no molestaría a la almirante a menos de que fuera absolutamente necesario.
A esas alturas, todo el mundo en la base sabía del fin de semana romántico de la almirante y el capitán Hunter… todos, excepto la principal interesada, que tan absorta estaba en sus obligaciones, que no se había ni siquiera detenido a pensar en el comportamiento tan misterioso y furtivo de su piloto en esos días.
Sin embargo el capitán Hunter no era el único que sabía cómo sorprender al objeto de sus afectos. Lisa también tenía un as bajo la manga siempre que lo necesitaba… como aquel día.
Rick había salido de patrullaje con el escuadrón Skull ese día en la mañana y había vuelto tarde, pues se les había ordenado que cubrieran el siguiente turno por el escuadrón Índigo que había tenido algunos problemas mecánicos con sus VTs. Después de un turno doble había ido a buscar a Lisa, pero le habían informado que la almirante estaba en una inspección de rutina con la comisión científica y no volvería a su oficina hasta las 1800 horas. Rick había ido a comer al comedor de oficiales y se había sorprendido al darse cuenta de lo solitario que todo parecía si ella no estaba a su lado. Algunos oficiales se habían acercado a hablar con él, sobre todo a preguntarle sobre su vuelo de prueba. A pesar de que él no estaba autorizado a dar información al respecto, sí podía al menos contarles un poco de lo que sí estaba autorizado a decir. Estuvo en aquel lugar un par de horas, hablando sin parar con la audiencia de oficiales que se reunió a escucharlo.
Habían terminado contando viejas historias de guerra y anécdotas que habían ocurrido mientras viajaban por el espacio. Rick agradeció esa conversación, pues además de que siempre era interesante fraternizar un poco con los demás oficiales, además era bonito recordar a los viejos amigos, aquellos que ya se habían ido.
Salió del comedor y volvió a su oficina, en donde se entretuvo en escribir algunos reportes del patrullaje del día. De cuando en cuando miraba el reloj… el que Lisa le había regalado. De pronto sonrió al percatarse de que faltaban sólo unos días para su tan esperado viaje al bosque y Lisa no había descubierto la sorpresa todavía.
De pronto el llamado insistente de su teléfono celular lo hizo saltar, pero una sonrisa apareció en su rostro, pues era el tono de Lisa. Se apresuró a tomar la llamada.
- ¡Vaya, ya era hora señorita! – él contestó. - ¿Dónde te has metido, Hayes? ¿Te estás escondiendo de mí?
- De ninguna manera, Hunter… el día ha estado terrible pero esperaba que pudieras ayudarme con algo.
- ¿Sí? Bueno… eso depende de que tan personal sea la ayuda que me está solicitando, almirante.
- Bastante personal, capitán.
Rick se estremeció cuando escuchó a Lisa pronunciar esas palabras en su oído… ¡Literalmente en su oído! Dejó el celular a un lado y sintió cómo los labios de Lisa atrapaban el lóbulo de su oreja y su mano se deslizaba por su pecho.
- ¡Hayes! – Rick gruñó.
- ¿Hunter?
Rick giró la silla de su escritorio y sorpresivamente tomó a Lisa por la cintura y la hizo sentarse en sus piernas. Ella soltó un gritito, pero no opuso resistencia. Rick ya la estaba besando profundamente en los labios, su lengua explorando cada rincón de su boca y sus manos recorriendo desesperadamente sus brazos y su espalda. Lisa no iba a permitir que él ganara esa batalla. Correspondió a aquel beso con la misma intensidad. Aquello fue una batalla de pasiones que ninguno de los dos parecía querer ganar… o perder.
Cuando finalmente dejaron de besarse, Rick recargó su frente en la de ella y le sonrió con los ojos apenas entreabiertos.
- ¡Si vuelves a hacer eso no voy a poder controlarme, Lisa Hayes!
- ¿Hacer qué? – preguntó inocentemente ella.
- Llegar así, de improviso… ¿Sabes la fuerza de voluntad que he necesitado para controlarme en estos días? ¡Gracias a Dios por todo el trabajo que hemos tenido que hacer! De otra manera…
- Bueno… - Lisa comenzó a besarlo traviesamente en el cuello. – Supongo que ambos estamos de acuerdo en eso entonces…
- ¡No estás haciendo las cosas fáciles, Hayes! – Rick gruñó otra vez.
Lisa se rió y lo besó levemente en los labios para luego mirarlo a los ojos.
- Nunca dije que las quisiera hacer fáciles… ¿O sí?
- ¡Si no te amara tanto, podría odiarte! – Rick sonrió, mientras dejaba que ella siguiera consintiéndolo con sus besos y caricias. - Hemos tenido días terribles, amor… creo que no tengo ni que decirte lo mucho que—lo mucho que te deseo. – Rick bajó la voz. – Lo mucho que quiero estar contigo… y—hacer el amor contigo. Después del 14 de febrero todo se nos complicó.
- Lo sé… me siento igual que tú, Rick.
- Lisa… - Rick la miró a los ojos. – Te prometo que va a ser algo especial… te prometo que esta espera valdrá la pena… y sobre todo te prometo que ya no tendremos que esperar mucho más. ¡Confía en mí!
- Siempre lo he hecho, amor.
Ambos se sostuvieron la mirada un minuto, hasta que Lisa se puso de pie, sonriéndole con amor. Lo tomó de las manos e hizo que él también se pusiera de pie.
- Rick, tengo que terminar con un asunto antes de poder retirarme por hoy, pero necesito unos documentos que dejé en la casa… estaba pensando si pudieras llevarme por ellos.
- ¡Claro, no hay problema! Vamos…
- Bien… - Lisa sonrió una sonrisa que era a la vez traviesa y emocionada.
Fueron por un jeep militar y salieron de la base. Mientras Lisa hablaba de algunos protocolos militares, él no podía dejar de pensar en que ya era algo tarde y esperaba que ella estuviera desocupada para esa hora.
Estaban a punto de dar vuelta por la esquina de casa de Lisa, cuando ella le pidió que disminuyera la velocidad, con el pretexto de ver unas flores en una casa por la que iban pasando. Él lo hizo y ella le sonrió con una sonrisa que hizo que las alarmas de Rick se activaran en su cerebro.
- ¿Qué sucede Lisa?
- No sucede nada… ¿Por qué habría de suceder algo?
- Conozco esa mirada… y conozco esa sonrisa… algo estás tramando, Hayes. ¿De qué se trata?
Lisa negó con la cabeza pero la sonrisa que tenía en sus labios lejos de borrarse se hizo más amplia y radiante.
- No es nada, Rick… es sólo que—me parece que hay alguien esperando por ti en casa.
- ¿Alguien esperando… por mí?
Rick no tuvo mucho tiempo para pensarlo, pues en ese preciso momento dieron vuelta en la esquina y lo primero que el piloto vio fue, en la entrada de la casa de Lisa, una hermosa y soberbia camioneta Freelander negra que relucía como monedita nueva. El jeep frenó en seco, provocando que Lisa, aún con el cinturón de seguridad, se fuera de boca.
- ¡Hey! – protestó ella con falsa indignación.
- ¡Lisa! – Rick la miró con ojos desorbitados. – Pero… pero creí que tu habías dicho que—que necesitabas que te ayudara con algo… yo—
- Así es, capitán. – Lisa bajó del jeep y le mostró la llave que pendía de su dedo índice. – En realidad esperaba que un piloto de pruebas tan experimentado como usted pudiera llevarme a ver de lo que es capaz este juguetito. ¿Qué dice?
Una sonrisa radiante apareció en el rostro del piloto, mientras se bajaba del jeep e iba a donde Lisa estaba. La tomó por la cintura y la levantó del suelo, haciéndola girar por los aires. Los dos reían alegremente, disfrutando el momento. Cuando la puso en el suelo, ambos se besaron.
- Pero Lisa… ¿Cuándo…?
- Esta mañana. – Lisa se acercó a la camioneta y le pasó la mano por encima. – Tu estabas de patrullaje, así que fueron a entregármela a mí… quería darte la sorpresa. ¿Qué te parece? ¿No es hermosa?
- ¡Es bellísima! – Rick la observaba por todos lados, visiblemente emocionado. – Lisa, ¡Es increíble! ¡Mucho mejor de lo que pensé que sería!
- Sí, sabía que te iba a gustar. – Lisa sonreía, emocionada al verlo tan emocionado. – Bien Rick… aquí están las llaves… ¡Felicidades por tu primer auto!
- ¡Oh no! – Rick se acercó a ella y la atrajo hacia él por la cintura. – NUESTRO primer auto, Lisa Hayes.
Rick se inclinó para besarla en los labios, pero antes de que él pudiera profundizar aquel beso, ella lo separó de sí lentamente.
- Vamos a cambiarnos, amor… creo que esta camionetita quiere salir a estirar las llantas un poco.
- ¡Esa es una orden que no pienso desobedecer, almirante!
Lisa jamás había visto a Rick cambiarse tan rápidamente. Ella había entrado a su habitación y se había despojado de sus zapatos y el saco de su uniforme, cuando Rick ya había salido otra vez de la casa, vestido ahora de jeans y una sudadera, a explorar su Freelander. Cuando Lisa salió de la casa, 10 minutos después, se detuvo en la puerta y se rió cuando vio a Rick, en el asiento del conductor, prendiendo y apagando las luces de la camioneta, las direccionales, las preventivas, activando los parabrisas… haciendo lo que cualquier niño con juguete nuevo haría.
Cuando él la vio aparecer se bajó de inmediato y se apresuró a ir a su lado y tomarla de la mano para guiarla al lado del pasajero.
- ¡Permítame, madame! – le abrió la puerta galantemente y se inclinó para hacerle una reverencia antes de que subiera. - ¡Por aquí por favor!
Una vez que ambos estuvieron dentro, Rick la puso en marcha. El motor ronroneó como un gatito y el capitán se rió emocionado.
- ¡Es perfecta, Lisa! ¡Es simplemente extraordinaria!
- Sí… ya mañana podrás llevar a Max a dar una vuelta.
- ¡Se va a morir cuando la vea! – Rick miró a Lisa y la tomó de la mano. – ¡Gracias amor! ¡Gracias!
- No tienes nada que agradecer, Rick… ambos pagamos por ella.
- Bien sabes que sin tu generosa ayuda esto hubiera estado fuera de mis posibilidades… ¡Así que no me contradigas, Hayes! ¡Si yo digo gracias, es gracias y se acabó!
Lisa se rió y Rick, aunque intentó sonar atemorizante, terminó riendo también. Ambos se inclinaron y sus labios se encontraron en el punto medio, justo sobre la palanca de velocidades. Se besaron levemente y cuando se separaron, Lisa habló:
- Demasiada palabrería, capitán Hunter… ¡Muéstreme de lo que este aparato es capaz!
- ¡A la orden, almirante!
Rick arrancó la camioneta y sin pérdida de tiempo comenzaron a recorrer las calles de Ciudad Macross. Él no sabía qué lo emocionaba más, si el hecho de que esa Freelander fuera un sueño hecho realidad para él, o el hecho de que ahora el viaje a la cabaña en el bosque ya parecía más real… ya no tanto sólo un plan a futuro, sino algo que ocurriría en sólo un par de días más. ¡Esa camioneta había llegado justo a tiempo!
Después de un recorrido de prueba por las calles de Macross, Rick enfiló hacia la carretera. La Freelander respondía perfectamente bien y además era muy cómoda y bonita. Ambos estaban muy emocionados con aquello. Su recorrido duró más de lo que ellos mismos hubieran anticipado, y terminó siendo ya de noche, en el mirador en la carretera Macross-Monumento. Un lugar desde donde se veía la ciudad en todo su esplendor. Como ya estaba oscuro, las luces de la ciudad, destacando contra la oscuridad de los valles circundantes, eran como un cofre lleno de piedras preciosas de diferentes colores y tamaños. Y las estrellas brillaban magníficamente en el cielo esa noche.
Ambos bajaron de la Freelander y se acercaron a la orilla del mirador. Rick había dejado los faros encendidos y en el radio sonaba una canción bastante romántica. Él no pudo evitar el poner su brazo en torno a los hombros de ella y atraerla contra sí. Ella se abrazó instintivamente a él y sonrió satisfecha.
- ¡Todo es perfecto! – Lisa murmuró. – Rick… en estos momentos siento que las cosas simplemente no podrían ser mejores.
- Podrían, amor… ¡Eso déjamelo a mí! – Rick le guiñó el ojo.
- De acuerdo. – Lisa lo miró con adoración en sus ojos verdes.
- Creo que sabrás que vamos a tener que estrenar muy pronto esta camionetita, ¿No es así, Lisa?
- ¡Claro que sí! ¡Cuando quieras!
- Bien… me alegra escucharte decir eso.
- ¿Por qué lo dices?
- ¡No sea curiosa, almirante! – Rick le tocó la punta de la nariz traviesamente. - ¡Hey, mira allá arriba! Esa estrella que brilla frente a nosotros, ¿La ves?
- Sí… - Lisa miró la estrella que él le señalaba.
- Esa es Sirius, la estrella más brillante del cielo… forma parte de la constelación del Canis Major.
- ¡Vaya! – Lisa sonrió sorprendida. - ¡Parece que alguien ha estado haciendo su tarea!
- Sí, pero ¿Cuál es el punto? – Rick hizo un puchero. - ¿No se supone que por cada estrella que me supiera tú--- mmmphh…
Rick no pudo finalizar su frase, pues Lisa ya lo estaba besando en los labios. Aquel beso que comenzó siendo travieso y juguetón comenzó a profundizarse y a volverse apasionado y cargado de todo el amor, de todo el fuego y de toda la energía que ambos estaban tratando de controlar dentro de ellos.
Ahí esa noche, teniendo como fondo a Ciudad Macross y el cielo estrellado sobre sus cabezas, y escuchando las canciones suaves y románticas en el radio, ambos desearon con todas sus fuerzas que el tiempo volara… ya estaban muy cerca de llegar al punto de su relación a donde ambos ansiaban llegar… a donde ambos se habían dirigido con paciencia, pero con constancia… al momento en que ambos se fundirían en un solo ser por siempre y para siempre.
Pero además esa noche los dos tenían mucho que agradecer. La vida, que tanto se había ensañado con ellos durante tanto tiempo, por fin comenzaba a darles un respiro y ahora parecía que el mundo era un lugar perfecto. Las cosas no eran fáciles, nunca lo habían sido, pero iban bien. Los dos caminaban juntos por buen camino y eso era lo único que importaba: que más allá de todo, ambos se tenían el uno al otro. Ya no caminaban solos por un camino que antes había parecido tan largo e interminable y que ahora se presentaba ante ellos tan lleno de promesas y sueños que cumplir. * * *
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La versión más actualizada de esta historia se encuentra en: http://www.fanfiction.net/~evi021
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