fanfic_name = Horizontes de Luz

chapter = 6

author = Evi

Rating = AP15

Type = Adventure

fanfic = HORIZONTES DE LUZ

Por Evi

 

 

FEBRERO 2012

 

 

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NOTA PRELIMINAR: Según la cronología de Macross, las Industrias Stonewell Bellcom comienzan con la producción de los nuevos VF-4 en Febrero del 2012. Uno de los pilotos de pruebas de estas nuevas naves fue Hikaru Ichijo (Rick Hunter). El VF-4 Lightning III es el modelo de caza con el que Rick juega en el último episodio de la serie. También puede ser visto en la película de “Flashback 2012”.

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El capitán Rick Hunter caminaba por la pista de aterrizaje con su casco bajo el brazo, conversando animadamente con el comandante Max Sterling mientras se dirigían al hangar del escuadrón Skull después de un vuelo de rutina. Habían pasado un par de semanas desde el viaje que Rick y Lisa habían hecho a Ciudad Monumento. Las cosas parecían haber tomado su curso en Ciudad Macross y los trabajos de reconstrucción y rehabilitación de los espacios urbanos y militares que habían sido dañados durante el último y final ataque de Khyron avanzaban a pasos agigantados, demostrando una vez más el temple y el espíritu de la raza humana.

 

- … así que finalmente decidí solicitar el cambio de los paneles solares para evitar problemas… no se habían reemplazado en más de dos años, ya estaban algo gastados. Ya quedaron listos y anoche ya no tuve problemas con el sistema de calefacción.

 

Rick se refería a algunas reparaciones que aún estaban llevándose a cabo en su casa.

 

- ¡Vaya! Así que ya no tienes pretextos para terminar pidiendo asilo por las noches en casa de la almirante Hayes, ¿Eh, jefe?

 

- Sí… - Rick suspiró con fingida frustración. – Tengo que buscar nuevos pretextos.

 

Los dos amigos se rieron alegremente mientras entraban al hangar, en donde el jefe de mantenimiento los recibió con un efusivo saludo y una sonrisa, como siempre solía hacerlo.

 

- Capitán, hace rato trajeron una notificación para usted. – le informó a Rick. – Está sobre su escritorio, señor.

 

- Gracias jefe. – Rick se dirigió a su escritorio. – El Skull Uno está en la pista 3, pero todo está en orden, no creo que les dé muchos problemas.

 

- Nos encargaremos de él enseguida, capitán.

 

El jefe se detuvo a hablar con Max mientras él le informaba sobre algunas revisiones que quería que le hicieran a su Skull Dos. Rick aprovechó para ir a su escritorio, dejar su casco de vuelo y revisar el sobre cerrado que contenía la notificación que el jefe le había mencionado. No pudo evitar el sonreír cuando se percató de que venía de las oficinas centrales… que de hecho venía de la oficina de la almirante Hayes. Su sonrisa se hizo aún más grande cuando leyó aquella nota que en tono formal le solicitaba que se presentara en la oficina de la almirante a la brevedad posible. Pasó su dedo sobre la firma manuscrita de Lisa y dobló el papel.

 

- ¿De qué se trata, Rick? – Max le preguntó, al ver su sonrisa en el rostro.

 

- Es Lisa… también está buscando nuevos pretextos para ver a su capitán favorito. – Rick se encogió de hombros y sonrió esa sonrisa encantadoramente arrogante que le era tan característica.

 

- Ten cuidado, jefe. – Max soltó una risita y le guiñó el ojo. – Con las mujeres uno jamás puede confiarse. Sólo asegúrate de no terminar en el calabozo, ¿de acuerdo?

 

- No te preocupes… - Rick comenzó a dirigirse a la salida. - ¡Te veo de rato!

 

Max miró a su amigo salir corriendo del hangar y sonrió. Conocía a Rick desde hacía muchos años y jamás lo había visto tan feliz, tan relajado… ¡tan enamorado! Él y Miriya estaban muy contentos al ver a sus amigos finalmente juntos. Después de una historia de amor tan tempestuosa, Rick y Lisa merecían ese final feliz.

 

- O más bien este feliz comienzo. – Max se corrigió a sí mismo, mientras se dirigía al cuarto de descanso del escuadrón.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Rick, ya en su uniforme de diario, se presentó en la antesala de la oficina de Lisa y saludó a la sargento Hickson con familiar formalidad.

 

- ¡Buenas tardes sargento! Voy a pasar a ver a la almirante un segundo. – Le dijo, dirigiéndose a la puerta.

 

- ¡Capitán! – ella lo detuvo. – Permítame anunciarlo…

 

Rick se detuvo en seco y observó a la sargento con curiosidad. Él jamás era anunciado, a menos que Lisa estuviera con alguien más… ¿Por eso la formalidad del memorandum? El capitán hizo una mueca al pensar que tendría que asistir a una reunión… pero por otro lado, eso le daría la oportunidad de observar a Lisa mientras actuaba oficial e importante frente a los otros oficiales. ¡Y le encantaba verla así!

 

- Puede pasar, señor. – La sargento le sonrió. – La almirante Hayes lo espera.

 

- Gracias sargento Hickson.

 

Rick llamó a la puerta antes de empujarla y entrar con formalidad. Sin siquiera pensarlo, saludó a Lisa militarmente.

 

- ¡Almirante! Capitán Hunter reportándose a sus órdenes.

 

- Descanse capitán. – Lisa le respondió el saludo. – Tome asiento por favor.

 

Rick fue a sentarse frente al escritorio de Lisa, quien en esos momentos se ponía su gorra de almirante y la ajustaba en su cabeza. Él tuvo la oportunidad de mirar a su alrededor y percatarse de que estaban completamente solos. Antes de que pudiera hacer algún comentario, Lisa ya estaba hablando:

 

- Lamento haberlo hecho venir con tanta premura, capitán. Sé que acaba de regresar de un vuelo de patrullaje y que debe de estar cansado, así que no quiero alargar demasiado esta reunión.

 

- ¿Sí, almirante? – Rick se sentía a la vez curioso, pero divertido con la actitud tan formal de Lisa, sin embargo se obligó a actuar lo más formal que pudiera.

 

- Bien… capitán Hunter, creo que usted tiene conocimiento del llamado Proyecto VF-4, ¿No es así?

 

- Sí, el proyecto para reemplazar los viejos Veritechs VF1 por naves de nueva generación. Sé que es un proyecto secreto, sin embargo tengo información clasificada que recibí de primera mano hace algún tiempo de una capitana amiga mía, señora almirante.

 

Rick notó que los labios de Lisa se curvearon casi imperceptiblemente en una sonrisita que ella inmediatamente se obligó a borrar de su rostro.

 

- Incluso tengo un modelo de un prototipo del VF-4, almirante.

 

- De acuerdo. – Lisa siguió con su tono formal. – La producción masiva de los nuevos VF-4 comenzará pronto, capitán. Y necesito a un oficial de la RDF que sea de mi confianza y que tenga experiencia aérea y gran conocimiento de nuestras naves robotech para que sea mi asesor y coordinador de este proyecto. Revisé su expediente y me parece que usted cumple con todos los requisitos, capitán.

 

- ¿Almirante? – Rick preguntó ahora sí visiblemente sorprendido. - ¿Usted quiere que yo coordine este proyecto?

 

La almirante Hayes le extendió una carpeta cerrada con los logotipos oficiales de la RDF y las palabras: “Material Clasificado” impresas en la cubierta. Rick tomó aquel pesado paquete que ella le entregaba y la miró con curiosidad.

 

- Esa es toda la información que necesita, capitán. Quiero que la revise con cuidado y me haga llegar sus comentarios y correcciones a la brevedad posible. Además quiero que me asesore y esté conmigo durante las reuniones de trabajo que tendremos con los ejecutivos de la Stonewell Bellcom, la compañía que está manufacturando estos nuevos aparatos… el VF-4 Lightning III. Espero que comprenda que este es un proyecto clasificado, así que cuento con su discreción, capitán Hunter.

 

- ¡A la orden, almirante! – Rick hizo un rápido saludo militar. – Le agradezco su confianza y haré mi mejor esfuerzo para sacar adelante este proyecto de la mejor manera posible.

 

- Tendremos una reunión en 2 o 3 días, dependiendo de la agenda de los fabricantes y de su disponibilidad para volar a Ciudad Macross. Le haré llegar la notificación en tiempo y forma, capitán. Agradeceré su presencia en esa reunión y las aportaciones que usted, como uno de los pilotos más experimentados de la RDF, pueda hacer al proyecto.

 

- Cuente con ello, almirante. – Rick recogió la carpeta. – Creo que será mejor que comience a estudiar este material.

 

- Así es. – Lisa asintió con la cabeza. – Gracias por su apoyo, capitán… si no hay más que comentar, puede retirarse.

 

Rick se puso de pie e hizo un saludo militar que ella correspondió. Enseguida salió de la oficina y cerró la puerta tras de sí. La sargento lo recibió con una sonrisa.

 

- Ahora sí podemos decir que la almirante le asignó un gran paquete, ¿No capitán? – bromeó al ver los documentos que él cargaba.

 

- Sí sargento. – Rick miraba insistentemente la puerta cerrada.

 

Una sonrisa apareció en su rostro y se convirtió en una risita. Miró a la sargento y le guiñó el ojo.

 

- Voy a pasar a hablar con la almirante.

 

- ¡Adelante, señor!

 

Rick abrió la puerta sin siquiera molestarse en tocar y vio a Lisa, de pie frente a su escritorio, quitarse la gorra de almirante y sonreírle con ternura. Él arrojó el paquete al sofá más cercano y caminó resueltamente a donde ella lo esperaba.

 

- ¡Hola, preciosa! – la saludó, poniendo sus manos en las caderas de ella. - ¿Cómo ha estado tu día?

 

Se inclinó para besarla suavemente en los labios y ella le sonrió esa sonrisa lenta que siempre hacía que se le paralizara el corazón, al tiempo que le echaba los brazos alrededor del cuello.

 

- Un poco pesado… acabo de salir de una reunión con uno de mis capitanes.

 

- ¿Alguien que yo conozca? – Rick sonrió, recargando su frente en la de ella.

 

- Tal vez… es un joven apuesto, gallardo, simpático, inteligente, de cabello oscuro, sonrisa deslumbrante y los ojos azules más hermosos que he visto en la vida.

 

- ¡Vaya almirante! Al escucharla hablar así de ese piloto, cualquiera diría que está enamorada de él.

 

- ¡No tienes idea, Hunter! ¡No tienes idea!

 

La mano de Lisa se deslizó hasta la nuca de Rick, atrayéndolo hacia ella para besarlo en los labios. Él le respondió aquel beso que sin embargo terminó muy pronto.

 

- ¿Cómo ha estado tu día, amor? – ella preguntó, mirándolo a los ojos con un brillo muy especial en los suyos.

 

- Igual que el tuyo… - Rick no la soltó de su abrazo. – Tuve patrullaje esta mañana, regresé sólo para encontrarme con la noticia de que la almirante quería verme… y ya sabes cómo es la almirante. Tuve que responder a su llamado, de otra manera podría haber terminado en el calabozo… - Lisa se rió con ese comentario. – Tuve una junta con ella… y pues decidí que podía darme unos momentos para venir a reportarme ante mi oficial superior… y recordarle cuanto la amo.

 

- Rick… - Lisa sonrió con ternura antes de que él volviera a besarla.

 

- ¿Tienes mucho que hacer? – él le preguntó cuando se separaron. - ¿Quieres que vayamos a comer algo?

 

- Me encantaría, amor… pero tengo un almuerzo oficial en 20 minutos.

 

- ¿En serio? – dijo él, visiblemente decepcionado.

 

- Sí… con algunos funcionarios del GTU y el coronel Maistroff. – Lisa suspiró decepcionadamente. – Siguen los problemas con los reajustes internos del GTU, pero no entiendo porqué insisten en involucrar a la RDF. Nosotros somos militares, no políticos… esta mañana tuve una conversación muy seria con Maistroff, pero él no entiende razones. Comprendo sus pensamientos pero—siento que está equivocado.

 

Lisa y Rick habían cambiado posiciones. Ahora él estaba recargado en el escritorio y ella de frente a él. Rick masajeaba con firmeza pero delicadamente los hombros de ella mientras la escuchaba atentamente.

 

- Pero… ¿Todo bien contigo, Lisa?

 

- Sí, no te preocupes. – Ella le sonrió. – Me han dado unos cuantos dolores de cabeza con sus líos políticos, pero yo he dejado en claro la situación… estamos aquí para apoyar al Gobierno de la Tierra Unida, no para inmiscuirnos en sus líos internos… eso está fuera de la jurisdicción de la RDF y no voy a permitir que nos involucren… ya le puse las cartas sobre la mesa a Maistroff… siento que pronto voy a estar recibiendo una petición de su parte, solicitando su transferencia a Ciudad Monumento… sus aspiraciones políticas son más que obvias pero no le permitiré usar a la RDF como su propaganda personal.

 

Rick sonrió, sintiéndose orgulloso de ella y de la firmeza que estaba mostrando al frente de la RDF. Los comentarios que se escuchaban en los hangares y en los vestidores siempre eran los mismos: el personal militar de la RDF estaba contento de tenerla a ella como su almirante y aquello siempre hacía que Rick se hinchara de orgullo. Además del amor que sentía por esa mujer, había un respeto y una admiración que simplemente no podía poner en palabras.

 

- Entonces supongo que te veré hasta la noche, ¿uh? – Rick se escuchó algo triste.

 

- Supongo que sí. – Lisa recargó la cabeza en el hombro de él, mientras Rick seguía masajeándole los hombros y la base del cuello.

 

Lisa se permitió descansar por un momento, cerrar los ojos y dejar que él la consintiera por unos minutos.

 

- ¿Cómo está tu agenda, amor? – Ella preguntó después de un rato.

 

- Tengo entrenamiento con los nuevos pilotos en un rato… después de eso ya estoy libre. Si es que no sale ningún imprevisto, claro… pero el día ha estado tranquilo. ¿A qué hora piensas salir? ¿Quieres que te espere?

 

- No te preocupes… me voy a ir con Miriya. Me pidió que la acompañara al centro a comprar algunas cosas.

 

- Entiendo… ¿No vemos esta noche entonces?

 

Lisa se separó de Rick y le sonrió.

 

- Como siempre, capitán.

 

Él sonrió y casi por reflejo buscó los labios de ella con los suyos. Se estuvieron besando por varios minutos, acariciándose, sonriéndose y haciendo pequeños comentarios que los hacían reír suavemente. Diez minutos después, el intercomunicador se dejó escuchar y la sargento Hickson le informó a Lisa que tenía que acudir al almuerzo al comedor oficial. Lisa y Rick se besaron por última vez antes de salir de la oficina.

 

El capitán Hunter escoltó galantemente a la almirante Hayes hasta el comedor, en donde se despidió formalmente de ella con un saludo marcial… antes de besarle furtivamente la mano, asegurándose de que nadie los viera. Ella se dirigió al almuerzo oficial y él al comedor de oficiales, en donde comió algo ligero e inmediatamente regresó al hangar del Escuadrón Skull.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Ya eran las cinco de la tarde cuando Rick salió de la base. El día había sido largo y pesado y lo único que deseaba era relajarse un poco y descansar. Mientras viajaba en el asiento de pasajero de un jeep militar, conducido por Max, sus ojos se cerraron y se estiró perezosamente.

 

- ¡Qué día! – Refunfuñó. - ¡Necesitamos vacaciones, Max! ¡Urgentemente!

 

- Sí… las traemos retrasadas desde hace varios años. Te ves desvelado Rick… ¿No dormiste bien?

 

- Estuve dando vueltas toda la noche en la cama. – Rick aceptó con un bostezo.

 

- ¿Y eso por qué fue? ¿Porque no estabas con Lisa?

 

Rick hizo un sonido de enfado y se cruzó de brazos. Max tenía razón, últimamente le costaba mucho trabajo conciliar el sueño estando en su casa… no le gustaba pasar la noche sólo en ese lugar que se sentía tan frío y solitario. Pero a veces ya no se le ocurrían pretextos para irse a refugiar a casa de Lisa por las noches y aquello lo frustraba.

 

- Tuve que levantarme muy temprano hoy… llegué a la base a las seis de la mañana.

 

- ¿Y eso por qué? El patrullaje comenzó hasta las ocho.

 

- Sí, lo sé… pero tenía un examen médico.

 

- ¿Te sientes bien, Rick? – Max preguntó preocupado.

 

- ¡Muy bien! Jamás me sentí mejor… fue sólo un examen rutinario. Es sólo que estaba un poco preocupado… pero todo salió bien.

 

- ¿Preocupado por qué?

 

- No sé… - Rick miró el paisaje del lago Gloval y los restos del SDF1 mientras iban bordeándolo, dirigiéndose hacia la colonia militar. – Es sólo qué… bueno, siendo realistas Max… sinceramente me preocupaba esa noche… la que pasé con Minmei.

 

- ¡Oh…! – Max asintió. – Sí, comprendo…

 

- Ahora que estoy con Lisa, quiero que todo se haga de la mejor manera… esa noche con Minmei fue un error, Max… ¡Gracias a Dios no tuvo consecuencias! Cuando me entregaron los resultados de los análisis… en particular los efectuados en ese departamento… ¡No sabes el alivio que sentí!

 

- Eso te enseñará a tener cuidado, Rick… Minmei es una chica muy linda pero todos sabemos que—pues tú no fuiste su primera pareja, en el plano íntimo… y dudo que hayas sido la última.

 

- Sí… lo sé… había veces que me llamaba en la madrugada, cuando todavía estábamos en el SDF1… me contaba las aventuras que había tenido con algunos chicos de la base. Eso fue antes de que llegara Kyle… no me engaño, la vida de una artista es demasiado alocada… por eso tenía miedo.

 

- ¿Qué dijo Lisa?

 

- Habíamos hablado de eso… ¡Es tan fácil hablar con ella de cualquier cosa, Max! Fue ella quien sugirió que me hiciera estos exámenes… claro que yo no me iba a negar. En la mañana que le llamé por teléfono para decirle que todo había salido bien—

 

Rick no terminó su frase, pero Max pudo imaginar el alivio que ambos debieron haber sentido al tener esos resultados negativos en los exámenes médicos de Rick… por lo demás, él sabía que su amigo estaba en excelente estado físico.

 

- Pues ahora no hay ya razón para que Lisa y tú no—ya sabes. – Max sonrió.

 

- Bueno, tampoco voy a salir corriendo a “consumar el acto”. – Rick se rió, entrecomillando con los dedos sus últimas palabras y poniendo especial énfasis en ellas. – La verdad… es que quiero algo especial.

 

- ¿Tienes algo en mente?

 

- Mil cosas… pero—no quiero apresurar nada, Max. Ella y yo estamos en un momento de nuestra relación en donde estamos conociéndonos en un plano más intimo… no sé… estoy feliz, muy feliz. ¿Has sentido que de pronto estás en un momento de tu vida en donde todo parece ser perfecto? – Max asintió con la cabeza. - ¡Pues ahí me encuentro yo en este momento!

 

Rick clavó su vista en el paisaje urbano de Ciudad Macross y sonrió para sí mismo. Max lo miró de soslayo y sonrió, pero no hizo ningún comentario. Una canción estaba sonando en la radio y ambos oficiales comenzaron a llevar el ritmo de la misma, Rick golpeándose la pierna con la palma de su mano y Max golpeteando el volante con sus dedos.

 

- Esa canción me gusta. – Rick comentó de pronto. – Cada palabra se aplica a lo que siento por Lisa… ¿Te has dado cuenta de que cuando estás enamorado todo a tu alrededor parece hablarte de ello?

 

- Si. – Max se rió. – Y tienes razón, esta canción es bastante apropiada para ti… ¿Sabes? Deberías de aprendértela y cantársela a Lisa un día… seguro la sorprenderías con eso.

 

- ¿Cantar? ¿Yo? – Rick se rió divertido. – Nah… jamás podría.

 

- Miriya y yo vamos a clubs de Karaoke todo el tiempo… algún día deberían de acompañarnos, es divertido.

 

- No sé.

 

Rick sonrió, pero su mente estaba ocupada escuchando aquella canción, que Max le informó, se llamaba “In my heart”. Sonrió cuando la canción terminó, sin siquiera percatarse de que había estado cantando las últimas estrofas en voz baja, provocando con esto una risita de parte de su amigo.

 

- No está tan mal, jefe. Deberías intentarlo. Sé que a Lisa le encantaría oírte cantar algún día. ¿Por qué no vamos a mi casa y practicamos un poco? Tengo un Karaoke conectado a la televisión y todo.

 

- No Max… en realidad… - Rick se rascó la nariz para ocultar su sonrisa.

 

- Mira, de cualquier forma Miriya está con Lisa… fueron al centro comercial a comprar algo de ropa para Dana. ¡Mi bebita está creciendo como loca! Deben ser sus genes zentraedis…

 

Rick notó cierta preocupación en la voz de Max y se rió divertido, imaginando por un momento a una Dana gigante jugando a la casita… ¡usando a Max y Miriya como muñecos y su propio hogar como casa de muñecas!

 

- No sé que estarás pensando Rick, pero saca esos pensamientos de tu cabeza. – Max le advirtió alegremente.

 

- Lo siento Max… creo que tienes razón, en realidad si me voy a casa voy a pasar la tarde tirado en la cama viendo el techo… tengo que revisar un material que Lisa me entregó pero… quiero relajarme un poco… eso si, te advierto que no quiero cantar.

 

- Bien, entonces unos juegos de video no nos caerían mal. ¿Qué dices?

 

- Suena mejor… ¿Sabes? Necesito algo de práctica… ¡Lisa me gana siempre!

 

Max se rió mientras enfilaba el jeep hacia su casa y los dos amigos seguían conversando sobre lo bueno que era que sus respectivas chicas se llevaran tan bien y salieran juntas. A ambas les servía mucho el tener una amiga en la cual confiar y con quien pasar tiempo libre, hablando de cosas de mujeres.

 

 

* * * * * * * * * *

 

En otro lugar de Ciudad Macross, Lisa Hayes y Miriya Parino Sterling estaban sentadas en una terraza techada de la Plaza Macross, el centro comercial más grande de la ciudad, tomando un refresco después de haber pasado algún tiempo visitando cuanta tienda de artículos para bebé pudieron encontrar en la plaza. Mientras ellas tomaban su bebida con toda la calma del mundo, la pequeña Dana, que apenas comenzaba a caminar, jugueteaba en los alrededores bajo la mirada vigilante de las dos mujeres.

 

- ¡Es preciosa! – Lisa comentó después de un momento. – Tienes una hija muy linda, Miriya. ¡Debes de sentirte tan orgullosa!

 

- Lo estoy, Lisa. Me siento orgullosa de mi hija y de mi esposo. ¡Estoy feliz de tener una familia! Eso es algo que yo jamás hubiera soñado tener en mi vida, siendo una guerrera zentraedi. Ahora pienso que nunca hubiera querido vivir sin esto.

 

- Te entiendo.

 

Lisa sonrió, realmente pensando que ella entendía a Miriya más de lo que la antigua guerrera zentraedi podía comprender. Para Lisa el tener una familia también había sido un sueño inalcanzable, hasta ahora. Como leyendo los pensamientos de su amiga, Miriya preguntó:

 

- ¿Cómo van las cosas con Rick? Por la cara de felicidad que ambos traen, me imagino que todo va viento en popa.

 

- Si… todo bien. - Lisa sonrió tímidamente. – Antes cuando pensaba en él, siempre tenía sueños e ilusiones… pero ahora que estamos juntos, él se ha encargado de superar todas mis expectativas. ¡Es un hombre maravilloso!

 

- ¿Y qué hay de Minmei? – Miriya preguntó a quemarropa con su característica sinceridad.

 

- Bueno… - Lisa lo dudó un poco. - ¿Qué hay de ella?

 

- No sé. – Miriya se entretuvo en tomar su refresco con su popote y luego clavó sus ojos profundamente verdes en los esmeralda de Lisa. – Si yo fuera tú, no tendría ningún problema en salir a buscarla y estrangularla, ¿Sabes? Si yo supiera que Maximilian estuvo con otra mujer… - Miriya soltó un gruñidito que hizo que Lisa sonriera.

 

- Sí, lo sé… pero el pasado es el pasado, Miriya. Ya lo hemos superado. No niego que ha sido difícil y hasta doloroso pero—vamos saliendo adelante.

 

- Me da gusto escuchar eso. De otra manera el capitán Hunter tendría que vérselas conmigo. ¡No sé porqué jamás me escuchó! Lisa, Max y yo siempre le dijimos que tú eras la mujer que él amaba… ¡Era tan obvio! Las relaciones humanas son suficientemente complicadas para mí… ¡Pero a Rick jamás lo entenderé! No sé cómo puedes hacerlo tú.

 

- Con mucha paciencia… y mucho amor. – Lisa sonrió.

 

- ¿Y cómo van las cosas entre ustedes en el aspecto físico?

 

Lisa se detuvo en seco. Aunque estaba acostumbrada a esos comentarios tan directos de parte de su amiga, aún así todavía la tomaban por sorpresa de cuando en cuando. Lisa se sonrojó un poco y sonrió levemente.

 

- Vamos bien. – Respondió. – Las cosas han ido un poco lentas pero… pero vamos muy bien.

 

- Entiendo… tú siempre has sido una estratega excelente, Lisa. Entiendo que quieras explorar y conocer el terreno enemigo antes de lanzarte al combate cuerpo a cuerpo.

 

- Si lo pones de esa manera… - Lisa soltó una carcajada espontánea.

 

Miriya le sonrió traviesamente y le guiñó el ojo.

 

- No niego que a veces es difícil controlarse. – Lisa comentó, mientras movía su agua mineral con el popote. – Pero no estamos preparados para dar el siguiente paso… al menos no lo estábamos la última vez que—

 

- ¿Y lo han intentado otra vez desde entonces?

 

- No precisamente… aunque no voy a negar que… hemos estado explorando el terreno. – Lisa le devolvió el guiño a su amiga, pero a diferencia de ella, se sonrojó profundamente.

 

- ¡Eso es bueno! Es sólo cuestión de tiempo, Lisa.

 

- Sí… - sonrió soñadoramente. - ¡Sólo cuestión de tiempo!

 

Dana se acercó a Lisa y le jaló su suéter, balbuceando algunas palabras medianamente entendibles, mientras le señalaba a unas flores que crecían en una jardinera cercana.

 

- ¿Qué sucede, mi amor? ¿Te gustaron esas flores? ¡Vamos a verlas!

 

Lisa tomó a la pequeña en los brazos, se puso de pie y la llevó a que viera las flores que le habían llamado la atención, mientras hablaba con ella y le enseñaba los diferentes tipos y colores de flores que había. Miriya las miró y no pudo evitar una sonrisa. Lisa tenía un talento natural con los bebés. Observó a Dana mientras se reía con alguna cara rara Lisa le había hecho. La almirante le hizo cosquillas a la pequeña en el estómago y Dana se carcajeó, antes de abrazar a Lisa por el cuello y darle un sonoro y húmedo beso en la mejilla.

 

- Maximilian tiene razón… - Miriya pensó. – Lisa es una gran mujer y algún día será una madre excelente. ¡Me alegra tanto que ese cabeza dura de Rick haya finalmente abierto los ojos y se haya dado cuenta de las cosas! En cuanto a Minmei… ¡Quisiera ver que la estrellita se acerque a la almirante! Si ella no desea desaparecerla de la faz de la tierra… ¡Yo podría hacerlo por ella!

 

Miriya se rió de sus propios pensamientos, se puso de pie y recogió las bolsas que estaban en el suelo. Enseguida se dirigió a donde Lisa y Dana estaban y las tres siguieron con su expedición de compras.

 

 

* * * * * * * * * *

 

Al día siguiente, en la oficina del capitán Hunter en el hangar del Escuadrón Skull, él se entretenía estudiando los documentos del Proyecto VF-4 que Lisa le había entregado el día anterior. De cuando en cuando miraba el reloj que estaba sobre el muro y volvía a su trabajo. Había demasiadas especificaciones técnicas y muchos diagramas y diseños que revisar. Lo que estaba leyendo le interesaba mucho y era fascinante… pero con todo, no podía evitar el recordar la noche anterior.

 

Max y él habían pasado la tarde en casa de los Sterling, jugando juegos de video. Max se había asegurado de que tuvieran una buena dotación de Petite Cola, palomitas de maíz y dulces sobre la mesita de café de su sala. También se había asegurado de que Rick escuchara tantas veces la canción de “In my heart” que el capitán había terminado por aprendérsela. Habían jugado durante horas, mientras hablaban de mil temas distintos.

 

En algún punto de la conversación, Rick le había dicho que Lisa lo había puesto al frente del Proyecto VF-4 y aquello había dado paso a una larga e interesante conversación sobre las bondades de los viejos VF1 y las mejoras que una nueva generación de aviones podrían incorporar en sus modelos. Las observaciones precisas de Max ahora formaban parte de sus notas e incluso le había pedido a su amigo que algún día pasara por su casa para que le enseñara los documentos de Proyecto VF-4. Eran documentos clasificados, pero Rick sabía que Lisa no tendría ningún problema en autorizar que Max le auxiliara en su revisión de dichos documentos.

 

Después la conversación había girado en torno de uno de los temas favoritos de Rick en esos días: su Freelander. Había estado en contacto con los fabricantes y era cuestión de dos semanas más antes de que la camioneta le fuera entregada. Rick no podía ocultar lo feliz y emocionado que estaba… y lo agradecido que se sentía con Lisa por haberle ofrecido su ayuda. Max le había comentado que aquello era un paso muy grande dentro de su relación, el tener un automóvil juntos ya significaba algo.

 

Max le había preguntado si tenía algo planeado para el 14 de Febrero, que sería la siguiente semana. Rick se había quedado mudo… había pasado su vida entera en la más completa soledad, así que esa fecha en realidad no significaba nada para él. Ni siquiera había pensado que ahora que Lisa estaba con él, había muchas razones para celebrar.

 

- Se que es una fecha comercial y que el amor debe celebrarse y festejarse todos los días y no sólo cuando el calendario así lo marca, - Max le había dicho. – Pero creo que sería bonito para Lisa que tú hicieras algo especial para ella ese día.

 

Rick recordó las palabras de Max, mientras jugueteaba distraídamente con un lápiz. Tenía el codo recargado en el escritorio y su mano sostenía su mentón.

 

- Algo especial… - Rick pensaba. - ¿Qué podría ser?

 

Recordó que poco después Miriya y Lisa habían entrado riendo alegremente y los habían encontrado todavía en la sala, jugando y comiendo. Rick no podía quitarse de la cabeza la imagen de Lisa cargando a la pequeña Dana. ¡Se veía tan hermosa! Los Sterling les habían dicho que ya que todos estaban ahí, deberían quedarse a cenar. Y así lo habían hecho. Durante toda la velada, Rick no pudo quitarle los ojos de encima a Lisa, quien se había convertido en la persona favorita de la bebita. Mientras más pasaba el tiempo, Rick se percataba más y más de la clase de ternura que Lisa parecía destilar… de la ternura tan absoluta que le producía a él. Donde antes él sólo había visto a una oficial seria, responsable, estricta y amante del deber, ahora podía ver a una mujer romántica, apasionada, tierna, llena de amor y de alegría. ¡Lisa le gustaba tanto! ¡La amaba tanto! Y… la deseaba tanto.

 

La noche anterior, después de cenar con los Sterling, ambos habían caminado hasta casa de ella, conversando de los eventos del día. Se habían quedado unos momentos sentados en el parque, hablando específicamente sobre los resultados de los exámenes médicos de Rick. Desde que habían hablado por primera vez sobre esa noche que él había pasado con Minmei, Lisa había estado preocupada… aquella noche podía haber tenido consecuencias. Rick le había confesado que no había utilizado protección de ningún tipo… pero que sabía que Minmei se cuidaba, no iba a poner en peligro su carrera con un embarazo no deseado. Sin embargo a Lisa le preocupaba algo más… le había costado mucho trabajo el decírselo a Rick, pero ella temía que Minmei pudiera haberlo contagiado de alguna enfermedad… alguna infección, algo.

 

Rick se preocupó cuando ella finalmente tuvo el valor de decírselo. Agradeció la preocupación de Lisa y la manera en cómo ella parecía estar en todo, cuidarlo y velar por él en todo momento. Los resultados negativos de los exámenes de esa mañana eran un alivio para ambos.

 

Después de esa conversación, Rick había llevado a Lisa a su casa. Se hacía tarde y ambos estaban cansados. Se habían despedido en la puerta como si no quisieran hacerlo… buscando algún pretexto para alargar un poco más la visita… o para pasar la noche juntos. Al final se habían despedido y Rick había vuelto a su casa, en donde había pasado otra noche de insomnio.

 

- ¡Quisiera estar con ella día y noche! Bueno, por lo menos adelanté bastante anoche en este proyecto. – Rick pensó. – Pero aún así…

 

El teléfono de la oficina repiqueteó, sacando a Rick de sus pensamientos. Lo alcanzó desganadamente y al otro extremo escuchó la voz inconfundible de su almirante favorita. Su rostro se iluminó instantáneamente.

 

- ¡Lisa! – la saludó con entusiasmo, enderezándose en su asiento. - ¡Que gusto escucharte! ¿Cómo estás, amor?

 

- Muy bien… ¿Cómo estuvo tu patrullaje?

 

- Bien… todo tranquilo. Aunque admito que aún te sigo extrañando, Hayes. Cada vez que recibo una transmisión en el Tacnet, inconscientemente espero ver aparecer tu rostro en pantalla… o escuchar tu voz. Extraño esos viejos tiempos cuando tú eras mi controladora.

 

- Yo también… pero ahora tenemos algo mucho mejor que sólo una relación en el Tacnet, ¿No te parece, piloto?

 

- ¡Claro que sí! – Rick sonrió, mientras inadvertidamente comenzaba a escribir el nombre de Lisa en su cuaderno de notas. – Estoy trabajando en los documentos del Proyecto VF-4… pienso que te tendré un reporte preliminar listo esta noche, si no hay ningún imprevisto que atender.

 

- Me alegra escuchar eso, Rick… precisamente por eso te hablaba. Mañana vienen unos representantes de las industrias Stonewell Bellcom. Quieren reunirse con nosotros para revisar el proyecto, escuchar los comentarios que tenemos, hablar sobre los presupuestos preliminares… todo eso. Quisiera que estuvieras en esa reunión conmigo.

 

- ¡Será un honor, almirante! ¿A qué horas es la reunión? Para programar mi agenda.

 

- A las 1600 horas en el salón de conferencias del edificio central.

 

- ¡Perfecto! – Rick anotó los datos. – No te voy a decepcionar, amor. Creo que mis anotaciones y mis comentarios serán de utilidad… le voy a pedir a Max que los revise conmigo y—estaba pensando que tal vez en la noche podríamos revisarlos tú y yo.

 

- ¡Por supuesto! – Lisa contestó con una sonrisa. – Te veo en mi casa después del trabajo entonces… yo tengo otra junta con los representantes del GTU en unos momentos, así que deséame suerte.

 

- ¡No la necesitas, mi vida! Yo sé que tan sólo con tu capacidad y tu inteligencia vas a sacar esa junta adelante, sin necesidad de suerte. De todas maneras sabes que estoy aquí, pensando en ti.

 

Rick se sacó sus placas de ID del cuello y besó la de Lisa.

 

- Lo sé. – Ella sonrió al otro lado de la línea. - ¡Cuídate mucho, Rick! Te veo en la noche.

 

- ¡Va a ser una tarde muy larga! ¡Suerte amor!

 

- Pensé que no la necesitaba.

 

- La suerte no es para tu junta… sino para que sobrevivas la tarde sin mí.

 

- ¡Siempre tan arrogante, capitán!

 

- Debo de estar a la altura de las circunstancias, ¿No le parece, almirante?

 

- Siempre lo estás, Hunter… ¡Te amo!

 

- Y yo a ti, Hayes.

 

La llamada terminó y ambos, en distintos puntos de la base militar, se recargaron en el respaldo de su asiento, suspiraron profundamente, con una sonrisa en los labios y se permitieron relajarse por unos segundos, antes de volver a su trabajo.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Rick, instalado en el comedor de la casa de Lisa, miraba instantemente el reloj como queriendo hacer que el tiempo transcurriera más de prisa. Pero cada vez que sus ojos se clavaban en él, se daba cuenta de que apenas habían pasado dos minutos de su última consulta. Suspiró pesadamente y volvió a su trabajo. Estaba escribiendo su reporte para la junta del día siguiente en la laptop de Lisa. Sobre la mesa tenía los documentos del Proyecto VF-4, sus notas, algunos comentarios y diagramas que Max le había dado y miles de hojas de papel con diferentes dibujos y anotaciones. Su reporte estaba casi listo.

 

Se había dado un tiempo para preparar algo de cenar; nada complicado sino más bien ligero. Sabía que Lisa regresaría con hambre y muy cansada y quería que por lo menos encontrara la mesa puesta. Y de hecho, en la barra de la cocina, donde sabía que Lisa prefería tomar sus alimentos, estaba lista con los platos y vasos. En una charola había algunos sándwiches de atún y lechuga y en una jarra un té frío, tal y cómo a ella le gustaba. También había unas manzanas en un frutero.

 

Cuando Rick escuchó el sonido de la puerta al abrirse, brincó en su asiento. Eran más de las nueve de la noche y estaba esperando a Lisa desde las siete. Su reunión se había prolongado más de lo esperado. Vio aparecer a Lisa en la sala, quitándose su gabardina militar y suspirando profundamente. Arrojó su carpeta sobre un sillón de una manera muy poco delicada y Rick encogió sus hombros involuntariamente. Lisa se notaba exhausta y algo molesta.

 

- ¿Por qué tan enojada, abejita trabajadora? – Rick le preguntó.

 

Lisa abrió los ojos, como si la voz de él la hubiera asustado. A pesar del tiempo que llevaban juntos, ella aún no se acostumbraba a llegar a una casa en dónde él la estuviera esperando. Había vivido toda una vida en la más absoluta soledad y los viejos hábitos no eran fáciles de olvidar.

 

- ¡Rick! – su semblante cambió y una pequeña sonrisa apareció en su rostro. – No sabía que estabas aquí.

 

- ¡Hey! Te dije que te vería en la noche, ¿recuerdas?

 

Rick se puso de pie y caminó hacia ella, le puso las manos en los hombros y se inclinó para besarla levemente en los labios, mientras le frotaba los brazos.

 

- ¡Estas helada! ¿Regresaste caminando?

 

- Necesitaba pensar un poco. – Lisa inmediatamente se acurrucó contra el pecho de Rick, buscando no sólo su calor, sino también su compañía.

 

- ¿Problemas con los del consejo?

 

Lisa negó con la cabeza, pero Rick sabía que las cosas habían estado bastante difíciles entre el GTU y la RDF últimamente. Acarició la espalda de Lisa y la abrazó por un momento antes de sugerirle que se fuera a cambiar y que mientras él serviría la cena.

 

Momentos después Lisa entró a la cocina vistiendo unos pantalones deportivos color gris y una sudadera verde militar. Rick le sonrió y le ofreció asiento. Los dos se sentaron a cenar, pero no comentaron nada del trabajo. Era hora de relajarse y de olvidarse del mundo exterior por unos momentos.

 

Minutos más tarde los dos estaban en el sofá de la sala, viendo las noticias de la noche en el MBS. Rick estaba recostado de espaldas, sobre los cojines del sofá. Lisa descansaba cómodamente sobre su pecho, totalmente relajada. La mano izquierda de Rick, la más próxima al respaldo del sofá, subía y bajaba perezosamente por la espalda de ella, mientras que su mano derecha, que descansaba sobre el sofá, sostenía el control remoto. Lisa por su parte, se entretenía recorriendo distraídamente el pecho de Rick y su brazo con su mano izquierda. Le acariciaba los músculos del pecho, trazándolos con sus dedos… y los músculos de su brazo. Rick llevaba puesta una camiseta blanca. Se había dado una ducha y se sentía fresco y relajado. Ambos estaban tan absortos en las noticias que estaban viendo, que sus caricias eran lo más natural del mundo, ni siquiera prestaban mucha atención a lo que estaban haciendo.

 

- En una entrevista concedida por la almirante Hayes a este noticiero, tras la reunión que sostuvo esta noche con dirigentes del GTU, la almirante apuntó que la RDF no se inmiscuirá en política. Apuntó que la RDF, como siempre, apoyará y respaldará al gobierno legalmente constituido, pero que de ninguna manera intervendrá en asuntos internos que sólo corresponden al GTU. Cuando se le cuestionó sobre la participación que el almirante Gloval siempre tuvo en el consejo, ella respondió que se tiene que entender que las situaciones son diferentes. El almirante Gloval estuvo al frente en un periodo de transición, en donde se buscaba reorganizar el gobierno de la Tierra Unida. Pero ahora que dicho gobierno ha sido legal e institucionalmente constituido, la única función de la RDF es proveer el apoyo necesario, más no involucrarse en asuntos políticos de ninguna manera. Cuando se le cuestionó sobre los crecientes rumores de que el Coronel Maistroff busca un puesto dentro del consejo del GTU, ella se limitó a responder que los oficiales de la RDF conocían cuales eran sus funciones y que cualquier pregunta sobre las aspiraciones del coronel debía ser hecha directamente al él para no dar pie a especulaciones infundadas… en otras noticias—

 

Rick apagó la televisión y ambos estuvieron en silencio un rato. Ella seguía trazando sus músculos con sus dedos, sintiéndose fascinada por el cuerpo tibio y fuerte del piloto, sus brazos fuertes y su pecho. Rick la observaba en silencio, sonriendo, percatándose por primera vez en la noche de la manera en que ella lo estaba acariciando, con tanto cariño y casi con devoción. El piloto se estremeció cuando los dedos de ella acariciaron suavemente los músculos de su brazo y fue hasta entonces que ella pareció reaccionar. Levantó su mirada para encontrarse con los ojos de él, que la observaban con una mezcla de ternura y admiración.

 

- ¿Cómo lo haces, Lisa? – preguntó en voz baja.

 

- ¿A qué te refieres?

 

- ¿Cómo puedes manejar tantas cosas a la vez y no volverte loca? Con lo poco que yo tengo bajo mi responsabilidad, a veces siento que la carga sobre los hombros se vuelve muy pesada… no puedo comprender cómo tú manejas tantas cosas a la vez… lo del consejo, estos asuntos con el GTU, a Maistroff, los proyectos de la RDF… ¡Todo!

 

Rick guardó silenció por unos segundos y luego su mano acarició el cabello de Lisa con delicadeza.

 

- … y aún tienes tiempo para mí.

 

Lisa sonrió una pequeña sonrisa inexpresiva y recargó su cabeza en el pecho de él, suspirando profundamente y sin hacer comentarios. Rick sabía que estaba preocupada y lo único que deseaba era que se tranquilizara un poco y que descansara. Ambos se quedaron inmóviles y en silencio por un buen tiempo.

 

- Lisa… - la voz de Rick fue apenas un susurro. Ella levantó la mirada para verlo a los ojos. – Yo… yo no quiero irme esta noche… en realidad no tengo pretexto, sólo quiero estar contigo.

 

- Yo no quiero que te vayas. – Ella le respondió en el mismo tono de voz.

 

Y como queriendo darle más énfasis a sus palabras, Lisa se movió un poco, sin perder jamás en contacto visual con el capitán y suavemente lo besó en los labios. Él cerró los ojos y se dejó besar por ella. El beso, que había comenzado siendo tierno, se hizo más profundo cuando ambos abrieron sus labios y comenzaron a devorarse mutuamente. Las manos de Rick estaban en la espalda de ella, apretándola contra sí, queriendo sentirla a plenitud. Ella no se resistía a lo que él pedía de ella. Sobre el cuerpo de Rick, Lisa sentía cómo los músculos de él se tensaban bajo su peso y un calor delicioso que parecía nacerle en el centro mismo de su cuerpo comenzó a inundarla. Las preocupaciones y los problemas del día parecieron desvanecerse poco a poco, a medida que su beso y sus caricias se tornaban más íntimas y desesperadas.

 

Finalmente se separaron, despacio casi como si les fuera doloroso hacerlo. Ambos entreabrieron los ojos y una sonrisa satisfecha apareció en el rostro de él. Estaban cansados y necesitaban el sueño. Además, el saber que esa noche dormirían en brazos del otro era un pretexto más que suficiente para irse a la cama.

 

- Es hora de dormir, amor. – Rick le anunció, acariciando su rostro con el dorso de su mano.

 

- Rick…

 

- ¿Sí?

 

- En estos momentos… sinceramente no sé que haría sin ti.

 

- ¡Estoy muy orgulloso de ti, Lisa!

 

Lisa sonrió tímidamente y se acomodó sobre su pecho, recargando su cabeza en su hombro para hundir su rostro en el cuello de él, perdiéndose en su aroma, sintiéndose embriagada por su cercanía y su presencia, sintiendo su calor… Rick suspiró y la abrazó con fuerza.

 

- Yo tampoco sé que haría sin ti. – Rick pensó. – Sin tu presencia, sin tu calor… sin tu amor. ¡Lisa, estuve a punto de perderte en tantas ocasiones! Y ahora… ahora siento que mi vida sin ti… simplemente no sería vida.

 

Rick la dejó relajarse en sus brazos por un buen tiempo. Cuando sintió que su respiración se volvía rítmica y profunda, supo que se había quedado dormida. El día siguiente estaría bastante pesado. Tenían reunión con los fabricantes del VF-4 además de sus obligaciones de rutina. Rick pensó que después de salir el trabajo, iría a caminar un poco con Lisa, a dar una vuelta al parque por lo menos, para que ella se relajara.

 

Se incorporó lentamente, cuidando de no despertarla. La tomó en sus brazos y la levantó con cuidado, llevándola a la cama. Lisa se acurrucó contra él, pero no abrió los ojos. Él la puso sobre la cama, la cobijó y enseguida se metió debajo de las sabanas, acercándose a ella y abrazándola por detrás. Cerró sus ojos y suspiró el aroma del cabello de Lisa. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro… ¡Se sentía tan bien pasar la noche a su lado! Él siempre había estado sólo… pero Lisa había hecho que instantáneamente su soledad terminara de una vez y para siempre.

 

- ¡Duerme bien y descansa, mi amor! – Rick susurró. - ¡Te amo, almirante Hayes!

 

Rick besó la mejilla de Lisa con ternura. Ella se acurrucó contra su cuerpo y él, con una sonrisa en los labios, se permitió cerrar los ojos y finalmente entregarse al sueño… un sueño pacífico y relajado lleno de ilusiones y de planes para el futuro.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

La almirante Hayes estaba cómodamente instalada en el sillón de su escritorio, observando perezosamente el paisaje de Ciudad Macross en el ventanal a sus espaldas mientras jugaba distraídamente con sus placas de ID que traía al cuello. Por la sonrisa en su rostro era obvio que estaba recordando algo agradable… estaba recordando el despertar que había tenido esa mañana.

 

Todavía estaba oscuro cuando ella abrió los ojos e inmediatamente sonrió al sentir el pecho de Rick contra su espalda y la manera en cómo se movía rítmicamente con cada respiración. Sintió su aliento en el cuello pero sobre todo sintió su mano, que traviesamente se había deslizado debajo de su sudadera durante la noche y descansaba suavemente sobre la piel de su abdomen.

 

Lisa sonrió al recordarlo e involuntariamente su mano se posó sobre el punto exacto en donde la de Rick había estado esa mañana y sintió mariposas en el estómago al recordar la sensación cálida de tu mano. No sabía porqué, pero algo tan simple y sencillo como el contacto de la mano de Rick significaba mucho para ella… ¡Estaba tan enamorada!

 

Como si lo hubiera invocado con el pensamiento, un toquido en la puerta hizo que Lisa automáticamente metiera sus placas debajo de su uniforme y se diera la vuelta para mirar a Rick, que ya había entrado a la oficina y le sonreía. Ella le devolvió la sonrisa y se puso de pie.

 

- ¡Que puntualidad, capitán! – Lisa lo saludó. - ¡Cualquiera diría que está tratando de impresionarme!

 

- No podría culparme por intentarlo, almirante. – Rick llegó a su lado y la beso suavemente en los labios. - ¿Todo listo?

 

- Todo listo. – Lisa tomó su carpeta de encima de su escritorio. - ¡Vamos!

 

La almirante Hayes y el capitán Hunter salieron de la oficina y se dirigieron a la sala de juntas en donde ya los esperaba David Stonewell, hijo de director de las Industrias Stonewell Bellcom, un par de los diseñadores del nuevo VF-4, un ingeniero y el administrador de la compañía. Las cinco personas se pusieron de pie en cuanto Lisa entró a la sala, seguida de Rick y fue el más joven del grupo, el heredero de la compañía, quien se adelantó a saludar a Lisa, ofreciéndole galantemente la mano.

 

- ¡Almirante Hayes! ¡Es un honor el finalmente conocerla! Con todo respeto madame, jamás me dijeron que fuera usted tan absolutamente hermosa.

 

Lisa sonrió y se ruborizó un poco al momento de que el joven se inclinaba respetuosamente para besarle la mano. Rick hizo un gesto de disgusto y sus ojos comenzaron a brillar intensamente cuando los clavó directamente en ese joven apuesto y bien vestido que todavía mantenía la mano de Lisa en la suya.

 

- Soy David Stonewell y ellos son parte de mi equipo… estamos muy interesados en escuchar sus opiniones sobre el proyecto y las mejoras que pudieran salir de esta reunión.

 

- Bienvenido a Ciudad Macross, señor Stonewell…

 

- Llámeme David, por favor.

 

- Bien… - Lisa se movió un poco, indicándole a Rick que se acercara. – Permítanme presentarles al Capitán Richard Hunter, uno de mis oficiales más experimentados y experto en los equipos robotech que maneja actualmente la RDF. El capitán Hunter conoce el funcionamiento de nuestros actuales VF1 en vuelos de rutina y en combate… es un héroe de guerra condecorado y mi oficial de más confianza… es mi asesor en este proyecto y el oficial ejecutivo del mismo por designación expresa del almirantazgo.

 

Rick sonrió arrogantemente al escuchar la manera en cómo Lisa lo había presentado. Involuntariamente sacó el pecho, adquiriendo una apariencia y actitud formalmente marcial.

 

- ¡Mucho gusto, capitán Hunter! – David Stonewell lo saludó con una sonrisa.

 

- Supongo que tenemos mucho de qué hablar. – Fue la respuesta de Rick.

 

Inmediatamente se ocupó en acercarle galantemente la silla a Lisa para que tomara asiento y se apresuró a sentarse a su lado. Ella seguía hablando:

 

- Como ustedes comprenderán, las opiniones y comentarios del capitán Hunter son los míos propios, pues él es el experto aquí.

 

- En tal caso sus comentarios serán de gran ayuda para nosotros. – David Stonewell asintió. – Supongo que ya leyeron las especificaciones técnicas del nuevo modelo que estamos desarrollando… al almirante Gloval le gustó mucho y nos dio luz verde en este proyecto, por lo que tenemos listos los primeros prototipos totalmente operables… sin embargo quisiéramos escuchar lo que el capitán Hunter tiene que decir.

 

- Por supuesto. – Rick sacó su reporte de su carpeta. – Si mi almirante me lo permite…

 

Lisa, que estaba ocupada anotando algo en su agenda, levantó la mirada de golpe.

 

- ¿Oh? ¡Ah…! ¡Por supuesto capitán, adelante por favor!

 

- ¡Gracias almirante! – Rick le respondió jovialmente, provocando una sonrisa involuntaria en ella.

 

Así comenzó a desarrollarse aquella reunión que sería larga, pero bastante productiva tanto para la RDF como para las industrias Stonewell Bellcom.

 

* * * * * * * * * *

 

En otra parte de la base, en ese mismo momento, una escena muy diferente se estaba desarrollando. El comandante Max Sterling esperaba pacientemente a su esposa en la entrada de la base. El día había sido largo y ahora lo único que deseaban era ir a casa. Miriya había ido a recoger a Dana a la guardería y Max se entretenía en comprar una Petite Cola en una maquina expendedora. De pronto una voz familiar sonó a sus espaldas:

 

- Pero es que debo verlo… yo sé que a él no le importunaría mi visita. Si lo llama verá que él le dirá que puedo pasar.

 

- Señorita, debe de comprender. – El vigía trataba de razonar con ella. – Si no tiene un pase no puedo autorizar su acceso a la base militar. Es el reglamento.

 

- ¿Minmei? – Max se preguntó. - ¿Qué hace aquí?

 

Max tuvo el impulso de esconderse detrás de la maquina expendedora, pero era demasiado tarde pues ella lo había visto.

 

- ¡Ahí está Max! – Minmei le dijo al vigía. - ¡Pregúntele a él y le dirá lo mismo que estoy tratando de hacerle entender, que el teniente Hunter no tendrá objeciones en verme! ¿No es así Max? ¡Dile a este hombre quién soy!

 

- Lo siento Minmei… - Max había sido tomado por sorpresa. – No creo que te sea posible ver al CAPITÁN Hunter. – Dijo, rectificando el rango de su amigo.

 

- Pero es que debo de entregarle esto. – Minmei le mostró una cajita. – Lo pensé mucho, Max… lo que me dijiste en el funeral… quiero devolverle su medalla. Debo verlo por un minuto, no le quitaré mucho tiempo.

 

- El capitán está en una junta muy importante, Minmei. No puede ser interrumpido.

 

- ¡Pero si vas y le dices que soy yo, estoy segura de que podrá darme un par de minutos, es todo lo que pido!

 

- No creo que sea tan fácil. – Max negó con la cabeza. – La única ayuda que te puedo ofrecer es entregarle tu encargo al capitán por ti, si así te parece.

 

- ¡Es que sólo estaré en Ciudad Macross por hoy, Max! Salgo rumbo a Ciudad Monumento en unas pocas horas… ¡Debo ver a Rick! Estoy preocupada por él.

 

- ¿Preocupada? ¿Por qué?

 

- Anoche en cuanto aterrizamos en Ciudad Macross le pedí al chofer que me llevara a su casa, pero no había nadie… lo llamé varias veces pero nadie contestó… incluso hoy en la mañana volví a pasar por su casa, volví a llamarlo pero nadie contesta…

 

- Eso se debe a que el capitán Hunter rara vez pasa por su casa en estos días. Seguramente pasó la noche con la almirante Hayes, como de costumbre.

 

Max y Minmei miraron a la mujer de cabello verde que acababa de aparecer en escena llevando en brazos a una risueña bebé que jugaba con una jirafa de hule. Max sonrió ante la oportuna intervención de su esposa y Minmei hizo un gesto que bien podía haber sido de dolor o de indiferencia.

 

- Miriya, mi amor… ¿Recuerdas a Minmei?

 

- ¿Cómo olvidarla? – contestó secamente la zentraedi.

 

- ¿Así que Rick y Lisa aún…? – Minmei no supo cómo terminar su pregunta.

 

- Oh, desde que son una pareja formal todo ha ido viento en popa para ellos. – Miriya respondió, concentrándose más en su bebé que en la Señorita Macross.

 

- ¿Pareja formal? – Minmei preguntó, como si no supiera el significado de la frase.

 

- No debes de preocuparte por Rick. – Max habló, con una sonrisa en los labios. – De hecho, jamás lo había visto tan feliz...

 

- ¡Está muy enamorado de la Almirante Hayes! – Miriya intervino. - Besa el suelo por donde ella camina.

 

- ¿Y cómo podría ser de otra manera? – Max completó. - ¡Ella lo adora!

 

- Bien… - Minmei claramente quería escapar de aquella conversación. – Espero que puedan decirle a Rick que vine a verlo… tengo que volar de vuelta a Monumento en unas horas pero—

 

- La reunión seguramente va a demorar un poco. – Miriya habló.

 

- Pero no te preocupes. – Max tomó la cajita de manos de Minmei. – Nosotros nos encargaremos de entregarle esto a Rick en sus manos, Minmei.

 

- Gracias… - contestó desganadamente. – Me voy…

 

La Señorita Macross dio media vuelta y se alejó de ahí. Miriya la seguía con unos ojos que lanzaban fuego mientras Max sonreía un tanto divertido.

 

- ¿Cómo se atreve? ¿Qué acaso no entiende que Rick y Lisa ya son una pareja?

 

- Le va a tomar un tiempo entenderlo. – Max asintió, poniendo su brazo alrededor de los hombros de su esposa. – Pero aquí estamos nosotros para recordárselo cuantas veces sea necesario, amor.

 

Miriya le sonrió a su esposo y se dirigieron al estacionamiento de la base, en donde su minivan esperaba para llevarlos a casa.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Ya estaba oscureciendo cuando una joven pareja en ropas civiles salió de la base militar. Ambos iban conversando animadamente y riendo, mientras parecían no poder quitarse las manos ni los ojos de encima mutuamente.

 

- ¡No se cómo se atreve! – Rick iba diciendo. - ¡Hablarle así a mi chica… y en mi presencia!

 

- ¡Vamos, Rick! ¿Cómo podía saber que yo era tu chica? Además sólo intentaba ser amable.

 

- Demasiado amable, si me lo preguntas… ¡Voy a tener que ponerte un anuncio en la espalda, algo que diga que eres propiedad del capitán Hunter!

 

-¡Ahora resulta que soy de tu propiedad! – Lisa fingió enfado. - ¡Vaya agallas las tuyas, Hunter!

 

- ¡Le gustaste, Hayes! – Rick le picó las costillas traviesamente. - ¿No viste su cara de bobo todo el tiempo mientras estuvimos en la reunión?

 

- No… - Lisa respondió con una sonrisa, alejando la mano de Rick de su costado. – Estaba demasiado ocupada observando a mi capitán favorito mientras presentaba su reporte con tanta precisión y seguridad.

 

Rick se detuvo y ella hizo lo mismo. Él estaba sonriendo con una expresión de ternura y satisfacción en el rostro.

 

- Cuando me presentaste… - Rick comenzó a hablar. – Yo—Lisa, cuando estoy contigo siento que mi ego crece demasiado… ¡Es tan fácil sentirse arrogante y orgulloso cuando escuchas a tu almirante hablar así de ti!

 

- Yo sólo dije la verdad. – Ella le respondió con una sonrisa. - ¡Estuviste excelente, amor! Realmente magnífico.

 

- ¡Lisa!

 

Rick puso sus manos en la cintura de la almirante y la atrajo hacia sí, buscando desesperadamente sus labios. Aquel beso era travieso y juguetón y terminó cuando ella le hizo cosquillas y salió corriendo. Rick fue tras ella, tratando de alcanzarla mientras ella se escabullía entre los árboles que bordeaban el boulevard.

 

Tan enfocados estaban el uno en el otro y en sus juegos, que no se percataron del auto que estaba estacionado cerca de ahí y en cuyo interior se encontraba Minmei, quien había esperado pacientemente fuera de la base para poder hablar con Rick en cuanto saliera… pero jamás se imaginó que saldría acompañado de Lisa. Ahora ella no estaba segura de qué hacer. De lo único que estaba segura era de que Max le había dicho la verdad, Rick jamás se había visto tan feliz… ni tan enamorado.

 

- Acérquese a ellos, por favor. – Minmei le ordenó a su chofer.

 

- Cómo ordene, señorita.

 

El auto avanzó lentamente hasta que quedó al lado de donde Rick había atrapado a Lisa contra un árbol y ambos, sonriendo radiantemente y con la mirada perdida en los ojos del otro, conversaban en voz baja. Pero pronto sus labios se habían encontrado y ambos se besaban con ternura y amor.

 

Su beso fue interrumpido por el sonido de la portezuela de un auto que se abría cerca de ellos. Rick notó la expresión de sorpresa en el rostro de Lisa, que miraba sobre su hombro, y él mismo volteó a mirar y la misma expresión de asombro que Lisa tenía en el rostro apareció en el suyo.

 

- ¿Minmei? – Rick se enderezó, sin creer que ella estuviera ahí.

 

- Yo—iba pasando y los vi… pensé que tal vez quisieran que los llevara a algún lugar.

 

Lisa se había quedado inmóvil en su lugar pero su corazón pareció encenderse y calentarle el pecho cuando sintió que Rick le pasó su brazo por la cintura para atraerla hacia él y sostenerla firmemente contra su costado.

 

- En realidad preferimos caminar. – Rick habló.

 

- Aunque te lo agradecemos. – Lisa completó, tratando de ser amable.

 

- ¿En serio? Para mi no sería ninguna molestia si—

 

- ¡No hay problema! – Rick sonrió. – Lisa y yo tenemos que ir a comprar nuestra despensa y recoger la ropa de la lavandería… y después de una reunión bastante larga que tuvimos esta tarde, realmente queremos estirar las piernas un rato. ¿Verdad, amor?

 

Rick miró a Lisa a los ojos y le sonrió con ternura para posteriormente besarla suavemente en la sien.

 

- Yo—yo voy de regreso a Ciudad Monumento. – Minmei balbuceó, percatándose de que Rick ni siquiera le había preguntado qué estaba haciendo ahí o cómo estaba. – Llegué a Macross anoche, vine sólo por un día a firmar unos contratos con la MBS, para unos especiales que vamos a hacer…

 

Minmei no pudo continuar hablando. La manera en cómo Rick abrazaba a Lisa, casi posesivamente y la sonrisa que tenía en sus labios mientras la escuchaba… que sabía que era para Lisa y sólo para ella, habían terminado por hacer que ella simplemente quisiera alejarse de ahí. Había sido un error esperarlo… había sido aún más tonto el ir a hablar con ellos. ¿Por qué lo había hecho? Tal vez para convencerse de una vez por todas de que las cosas entre Lisa y Rick iban en serio… ¡Demasiado en serio, por lo que podía ver!

 

- ¡Me alegra saber que estás recuperando tu carrera, Minmei! – Lisa le dijo con una sinceridad que hizo que la Señorita Macross se sintiera apenada.

 

- Gracias, capitana Hayes.

 

- Almirante Hayes. – Rick rectificó, clavando sus ojos en los de Lisa y sonriéndole con orgullo.

 

- Yo… yo debo irme ahora. – Minmei se sentía nerviosa y fuera de lugar.

 

- Espero que todo esté bien contigo, Minmei. – Lisa habló con el mismo tono de voz amable de antes, sintiendo de alguna manera pena por la estrellita… ella había estado del otro lado muchas veces y sabía que no era fácil. – Te deseo suerte en todos tus planes y espero que todo salga bien.

 

- ¿Ya regresó Kyle? – Rick preguntó. - ¿Es él quien te está representando todavía?

 

- No… - Minmei se dio media vuelta y caminó a su auto, deteniéndose en la puerta del mismo. – No se qué será de la vida de Kyle y sinceramente no me importa. Ahora tengo un nuevo representante y estoy trabajando en un nuevo CD… incluso he escrito algunas canciones y vamos a comenzar a grabar pronto.

 

- ¡Me alegro por ti, Minmei! – Rick contestó.

 

La Señorita Macross clavó su mirada en la pareja frente a ella. Debía admitirlo, jamás había visto a alguien tan enamorado como ellos dos… la manera en cómo Lisa miraba a Rick, cómo le sonreía… la forma en como él la abrazaba, el fuego que brillaba en sus ojos… él jamás la había mirado así a ella y muy dentro de su corazón sintió envidia, aunque inmediatamente se reprendió a sí misma recordándose que Rick ya no le pertenecía.

 

- Bien… pues espero que puedan comprar mi nuevo CD en el verano… yo—estamos organizando algunos conciertos… vamos a salir de gira. Ojala puedan asistir a alguno de los conciertos… les mandaré invitaciones.

 

- Gracias, Minmei,

 

La señorita Macross entró a su auto, el cual enseguida arrancó. Ella miró a Lisa y Rick por la ventana y abrió la boca para decirles algo, pero no tuvo el valor… no tuvo el valor de decirle a Rick que aún pensaba en él… ni el valor de decirle a Lisa que lo cuidara, como la capitana se lo había dicho a ella aquella mañana en las afueras de la casa del piloto.

 

- ¡Debo irme! ¡Adiós!

 

El auto se puso en movimiento y avanzó lentamente hasta perderse al final de la calle. Rick miró a Lisa, quien mantenía la vista clavada en el lugar en donde el auto había desaparecido. La abrazó más estrechamente y la besó suavemente en la mejilla.

 

- Me alegra que Minmei se haya recuperado. – Lisa comentó.

 

- A mi también… pero no me engañas Hayes. Lo que en realidad estás pensando es que de donde demonios salió Minmei y porqué se apareció de esta manera… ¡Se te ve en los ojos!

 

Rick soltó una risita cuando Lisa lo miró al rostro e hizo un puchero. Acercó su rostro al de ella, sin poder quitarse la sonrisa del rostro y le besó la punta de la nariz traviesamente a la almirante.

 

- Admito que no puedo dejar de sentir un poco de… ¡No sé ni qué es lo que siento, Rick!

 

- Tú misma lo dijiste allá en Ciudad Monumento, Lisa… no vamos a pasarnos la vida sufriendo por cosas que ya quedaron en el pasado.

 

- Lo sé… es sólo que en teoría se dice muy fácil…

 

- Voy a poner las cosas en claro, Hayes… - Rick la miró a los ojos con una expresión seria en el rostro. – Minmei fue la primera mujer en la que yo estuve interesado, la primera mujer que sinceramente me gustó… no puedo negarlo. Pero USTED Almirante Hayes, usted fue la primera mujer a la que amé. Eso jamás va a cambiar. Tú eres la mujer que me gusta, la mujer que me encanta… tú eres la mujer a la que admiro, en la que confío, a quien deseo… ¡Eres la mujer que me ha vuelto loco! ¡Te amo, Lisa!

 

- ¡Oh Rick…! – Lisa soltó una risita nerviosa. - ¡Tú sabes que yo también te amo!

 

Rick, que todavía tenía sus brazos en torno a la cintura de la almirante, la atrajo contra su cuerpo y la besó a apasionadamente ahí, a media calle, entre los transeúntes que pasaban a su alrededor. Aquel beso profundo y apasionado le dijo a Lisa todo lo que necesitaba saber… ya no tenía dudas del amor que Rick sentía por ella.

 

Cuando se separaron, ella le sonrió con dulzura, decidiendo que no iba a darle a ese incidente más importancia de la que merecía. Tomó la mano de Rick y le sonrió coquetamente.

 

- Bueno, capitán… tenemos que ir por la despensa y la ropa… después podemos ir a mi casa y ahí podemos… no sé, hacer una demostración práctica de todo lo que hemos estado diciendo aquí, ¿No le parece?

 

- Hmmm… suena tentador. – Rick sonrió emocionado.

 

Lisa se acercó a besarlo justo debajo de la oreja y le susurró con una nota apasionada y profunda en su voz.

 

- No tienes que volver a tú casa esta noche, ¿Sabes?

 

Rick sonrió de oreja a oreja cuando la escuchó decir esas palabras. Cuando ella se separó de él, el capitán la tomó de la mano y comenzó a arrastrarla rumbo al supermercado mientras ella reía divertida… ¡Rick estaba determinado a llegar temprano a casa esa noche!

 

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Lisa y Rick descansaban en la cama de la almirante. Ambos estaban tendidos de costado, Rick sólo llevaba puestos sus boxers y Lisa había decidido dormir en pantaloncillos cortos y una camiseta blanca de tirantes que generalmente usaba para hacer ejercicio. Ella estaba cómodamente instalada en los brazos de Rick, sintiendo su cuerpo fuerte y tibio pegado contra su espalda, sus piernas entrelazadas y la mano de él que acariciaba su brazo, recorriéndolo distraídamente de arriba a abajo con la punta de sus dedos mientras que de cuando en cuando se inclinaba para plantar un beso tibio y prolongado en el hombro desnudo de ella.

 

 

Se habían puesto esa ropa para una prolongada y muy íntima sesión de masaje mutuo que habían tenido esa noche, pero ambos habían terminado tan relajados, que ni siquiera se habían molestado en cambiarse para irse a dormir.

 

Se sentía bien estar así, tan cerca el uno del otro y de manera tan íntima. Aún y cuando todavía no se habían decidido a dar el siguiente paso lógico de su relación, a entregarse mutuamente y a hacer el amor, la intimidad entre ellos era ya bastante profunda. Y si todavía no habían consumado su amor no había sido por falta de deseo, sino porque ambos querían que fuera un acontecimiento especial y no sólo algo que sucediera entre la hora de la cena y la hora de ver el noticiero.

 

Lisa sabía que Rick estaba preparando algo, podía intuirlo… lo veía en sus ojos y en su sonrisa. Y aunque a veces el deseo los consumía, para ambos era aún más fuerte esa promesa silenciosa de resistir un poco más, y hacer de su primera vez algo inolvidable.

 

Eso, claro, no les había impedido el acercarse en un plano íntimo. Sus caricias, sus besos, sus exploraciones mutuas eran cada vez más audaces y más profundas. Pero aquello era bueno para ellos. Estaba reforzando su propia autoestima, estaba alejando sus miedos, sus temores y sus fantasmas. Los estaba acercando cada vez más en un plano que más que físico, era espiritual.

 

Además sabían que ese conocimiento íntimo que estaban teniendo el uno del otro los ayudaría a que su primera vez fuera tan especial como ellos deseaban que fuera, porque los haría sentirse menos nerviosos, más preparados… ¡Y ambos rogaban porque el día llegara pronto!

 

Sin embargo, en aquel momento ninguno de los dos pensaba en eso. Lisa no podía sacarse de la cabeza el encuentro que habían tenido con Minmei esa tarde. Sabía que no debía de dejar que eso la molestara, pero en un rincón de su cerebro, ella todavía se preguntaba… se preguntaba porqué la Señorita Macross había regresado. Pero sobre todo, se preguntaba que era lo que Rick estaba pensando en esos momentos. Sin embargo la voz suave de Rick en su oído pronto aplacó sus dudas y sus temores.

 

- ¿Crees que deba de ir, Lisa?

 

- ¿Qué? – Lisa había sido sacada de sus pensamientos de golpe y de momento no supo de qué estaba hablando Rick. - ¿A dónde?

 

- A visitar la planta de producción de las Industrias Stonewell Bellcom.

 

Lisa sonrió momentáneamente al percatarse de lo que su piloto en realidad había estado pensando mientras ella se torturaba con los recuerdos de su encuentro con Minmei. Esa tarde, durante la reunión que habían tenido con los fabricantes de los nuevos FY-4, se le había ofrecido a Rick la oportunidad de ir el fin de semana siguiente a la planta de producción para que pudiera observar por sí mismo los prototipos que ya se tenían listos. El capitán Hunter no había dado una respuesta, pero sabía que como encargado del proyecto y asesor de la almirante, no podía negarse a esa visita. El ver los nuevos prototipos en persona lo emocionaba… pero el pensar que estaría lejos de Lisa lo hacía dudar.

 

- Sólo son un par de días, Rick… yo quisiera que sí fueras a hacer esa visita. Estoy segura que ya viendo esas nuevas naves frente a frente muchas cosas te quedarán más claras, en cuanto al diseño y las aplicaciones de las que tenías tantos comentarios y sugerencias hoy.

 

- Sí, lo sé… es sólo que quisiera que tú vinieras conmigo. – Rick comentó con un suspiro, antes de besarla nuevamente en el hombro.

 

- Te acompañaría con gusto… si no tuviera esa reunión con el Consejo del GTU.

 

Rick hizo un ruidito con su garganta, pero no comentó nada más. Serían sólo dos días, podría resistirlos. Un prolongado silencio se hizo entre ellos. Ahora era Lisa quien acariciaba el brazo del piloto mientras sus ojos se entrecerraban. Estaba agotada.

 

- ¿En qué momento me hice adicto a ti, Lisa Hayes? – Rick murmuró.

 

Lisa sonrió pero no hizo comentario. Sólo se limitó a tomar la mano de él y besarle la palma. Aquello provocó una sonrisa adormilada en el rostro del capitán, quien suspiró profundamente y se inclinó sobre Lisa, quien lo miraba sobre su hombro. Sus labios se abrieron y se encontraron en un beso íntimo y profundo.

 

- Me gusta estar así contigo. ¡Se siente tan bien! – Rick comentó cuando el beso terminó, y su voz sonó grave y profunda, un indicio indiscutible de que estaba luchando contra el sueño que amenazaba con cerrar sus párpados en cualquier momento.

 

- A mí también me gusta estar así contigo, amor. – Lisa susurró.

 

Ambos sonrieron y comenzaron a quedarse dormidos, relajándose completamente en aquel abrazo tan íntimo y tibio.

 

- Te voy a extrañar, Hayes. – Rick refunfuñó.

 

Lisa sintió cómo la cabeza de Rick se recargaba pesadamente contra su cabello y sonrió, sabiendo que se había quedado dormido.

 

- Y yo a ti, Hunter…

 

Lisa cerró los ojos, pero antes de permitirse entregarse al sueño, todavía pensó un poco sobre los eventos de ese día… y cómo, quizás por primera vez en su vida, no se había sentido amenazada por la presencia de Minmei… recordó cómo él la abrazó, cómo la besó y lo tierno y cariñoso que él se había comportado con ella enfrente de Minmei. Sí, no podía dudarlo… esa tarde, frente a la Señorita Macross, ella había mirado a Rick a los ojos y había visto en ellos la luz del amor brillando para ella, para Lisa Hayes. Con ese pensamiento Lisa se quedó dormida, disfrutando no sólo de la cercanía física con su piloto, sino aún más, de su cercanía emocional.

 

 

* * * * * * * * * *

 

Al día siguiente Rick estaba en su escritorio, terminando desganadamente su reporte del patrullaje del día. Max se acercó a la puerta de la oficina y tocó levemente con los nudillos.

 

- Pasa Max. – Rick le indicó sin gran entusiasmo.

 

- Te ves cansado, jefe.

 

- No, no es cansancio… estoy un poco estresado, eso es todo.

 

- ¿Por tu viaje de mañana?

 

Rick asintió levemente con la cabeza y pretendió seguir con su reporte, pero no pudo evitar el hablar con Max, sin dejar de teclear en su computadora.

 

- Por el viaje, por la situación con el consejo del GTU… sé que esa situación tiene a Lisa bastante preocupada y no me gusta verla así. Quisiera poder hacer algo por ella, pero creo que está fuera de mis manos… y es frustrante.

 

- Sin embargo ella está manejando la situación de una manera extraordinaria. Ayer en las noticias dijeron que la Almirante Hayes estaba siguiendo los pasos del almirante Gloval con su actitud diplomática, centrada e inteligente.

 

Rick sonrió con orgullo al escuchar las palabras de Max.

 

- He pensado… sobre lo que hablamos el otro día… sobre celebrar el 14 de febrero…

 

- ¿Qué tienes en mente?

 

- Bueno… pensé en llevarla de día de campo. Ambos tenemos que trabajar ese día así que no creo que haya oportunidad de más cosas… además es algo que le debo desde hace tiempo. Quiero comenzar a redimirme con ella… espero que en este viaje pueda encontrarle algún regalo especial, pero no sé qué.

 

- Un día de campo suena bien. – Max sonrió. - ¿Planeas… ya sabes… dar el siguiente paso con ella durante ese día de campo?

 

Rick se sonrojó pero no contestó. Una pequeña sonrisa apareció en su rostro mientras fingía volver a su trabajo. Después de unos segundos movió la cabeza en un gesto que bien podía ser una afirmación… o una negación y se encogió de hombros.

 

- No sé… supongo que depende de cómo se den las cosas.

 

- Supongo que sí… Miriya y yo tenemos planeada una noche romántica, pero antes de eso pensamos ir a divertirnos un rato al Café Karaoke a donde siempre vamos. ¿Por qué no nos acompañan? ¡Les aseguro que se van a divertir mucho! Y después de eso podemos irnos a nuestras respectivas citas. ¿Qué dices?

 

- Lo pensaré. – Rick sonrió. – Max, sólo quiero pedirte un favor… bueno, darte las gracias primero por quedarte al frente del Skull durante mi ausencia.

 

- ¡Ni lo menciones, jefe! Para mi es un honor.

 

- Y segundo… en estos dos días que estaré fuera… ¿Podrían tú y Miriya…?

 

- ¡No te preocupes, Rick! – Max sonrió, dándole una palmadita a Rick en el hombro. – Te prometo que vamos a cuidar de Lisa mientras tú estás fuera. ¡Vete sin cuidado! Y cuando regreses, espero que me cuentes todo sobre esos prototipos.

 

- ¡Cuenta con ello, Max!

 

- ¿A qué hora te vas mañana?

 

- Temprano… supongo.

 

- Entonces mañana invitaremos a Lisa a cenar a la casa.

 

- ¡Te lo agradezco mucho Max! Ahora debo ir a preparar todo para mi viaje de mañana, incluyendo el reporte… ¡Gracias por todo!

 

- No te preocupes por nada… y cuídate mucho en tu viaje. ¡Oh, sólo una cosa más! – Max de pronto recordó la razón de su visita. – Minmei estuvo aquí ayer, buscándote.

 

- Lo sé… estaba afuera de la base cuando Lisa y yo salimos.

 

- ¿Qué? – Max replicó incrédulo. - ¿Estuvo afuera esperándote todo ese tiempo? ¡Vaya! Bueno… dejó esto para ti.

 

Rick tomó la cajita que Max le entregó y cuando lo abrió, dentro descubrió su medalla Titanium, la misma que hacía tanto tiempo le había dado a Minmei como regalo de cumpleaños en un arranque del que siempre se había arrepentido. El tenerla de nuevo en sus manos lo hizo sentir alegría y mucha emoción, sobre todo considerando el porqué le habían otorgado esa medalla en primer lugar: por rescatar a Lisa Hayes de la Base Sara, justo antes de que esta fuera destruida.

 

- ¿Cómo lograste que ella…?

 

- Tengo mis métodos. – Max le guiñó el ojo pero luego su voz se volvió seria y preocupada. - ¿Qué dijo Lisa del encuentro de ayer?

 

- Lisa es una dama… jamás dice demasiado, pero sé que se sentía algo insegura en la noche, entonces ella y yo—bueno…

 

Max se rió y Rick se sonrojó profundamente, aunque no pudo evitar la sonrisa que apareció en su rostro. Había sido una noche de mucha ternura entre ellos.

 

- Bueno jefe, no quiero torturarte más… me retiro… sólo recuerda lo que tienes, lo que casi perdiste… ¡No te dejes envolver, Rick!

 

- No lo haré. Minmei ya es cosa de un pasado muy remoto… Max, ayer que la vi no sentí nada por ella en lo absoluto. Mi amor integro pertenece a Lisa. De eso no tengo duda.

 

- ¡Me da gusto escucharte hablar de esa manera, Rick! – Max sonrió.

 

Hablaron un poco más sobre Minmei, sobre la misión, sobre los sentimientos de Rick para con la mujer que le había robado el corazón. Finalmente Max se retiró de la oficina y el capitán Hunter decidió terminar de preparar las cosas para su viaje del día siguiente y después ir a casa y terminar su reporte allá.

 

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

La puerta de la casa de Lisa se abrió y la almirante entró, cerrándola detrás de ella con un suspiro pesado que revelaba lo cansada que se sentía. Colgó su gabardina en el perchero al lado de la puerta y sonrió cuando notó la de Rick colgada en el mismo sitio. Su sonrisa se hizo aún más grande cuando dio la media vuelta y se encontró frente a frente con él, quien le sonreía, recargado en el marco de la puerta de la sala.

 

- Siempre pensé que los almirantes podían ir a casa a la hora que quisieran… ¿Qué debo hacer para tener a mi almirante temprano en su casita?

 

Lisa se acercó a Rick y automáticamente él abrió sus brazos y ella se recargó en su pecho y cerró los ojos.

 

- Podríamos mandar a los miembros del consejo muy lejos por un par de meses… eso ayudaría.

 

- Hmmm… si ese fuera el caso, preferiría que fueras tú quien se fuera muy lejos un par de meses… conmigo, claro.

 

Lisa se rió, pero no comentó nada. Rick le había puesto las manos en los hombros y se los masajeaba cariñosamente.

 

- ¿Problemas con Maistroff, eh?

 

Lisa negó con la cabeza.

 

- Son sólo diferencias de opinión. El sábado voy a dejar bien clara la posición de la RDF en este asunto. Y si tengo que hacer uso de mi rango para que mi decisión sea aceptada por el coronel, lo haré. Acabamos de salir de una guerra… lo que menos deseo es involucrar a la RDF en política en estos momentos.

 

- Entiendo y sabes que apoyo tu decisión, incondicionalmente. ¿Cierto?

 

- Lo sé… - Lisa lo miró a los ojos y sonrió. - ¿Por qué no eres mi segundo al mando, Rick?

 

El se rió y se inclinó a besarla suavemente en los labios.

 

- Ya olvídate de todo. – Le tomó la mano y la guió a la cocina. - ¿Tienes hambre? ¿Qué se te antoja de cenar? Te puedo preparar lo que quieras.

 

- No Rick, está bien… quisiera tomar una ducha primero. Y no quiero que te canses… mañana tienes que viajar muy temprano. Revisé las órdenes de vuelo, vi que tu despegue está programado para las 0700 horas.

 

- Sí… - Rick se sentó en uno de los bancos de la barra. – Entre más pronto me vaya más pronto regresaré. Espero estar de vuelta el domingo en la tarde.

 

- Prométeme que vas a volar con cuidado.

 

- Te lo prometo.

 

Rick sonrió, sintiéndose enternecido al pensar que después de tantas misiones, de tantos combates, de tantas horas de vuelo, ella se seguía preocupando por él y su seguridad. Le puso las manos en la cintura y la atrajo hacia él, recargando su cabeza en su pecho. Lisa lo abrazó y recargó su mejilla en su cabello.

 

- Fui a mi casa a hacer mi maleta… no es mucho lo que voy a llevar. – Rick le informó. – Espero que no te moleste pero tomé una de tus fotos… un portarretratos de los que tenías en tu estudio… en donde estás en uniforme…

 

- ¿Sí? – Lisa sonrió, sabiendo a qué fotografía se refería.

 

- Te ves preciosa en esa foto… y quiero ponerla en mi mesita de noche, en el hotel… o donde sea que me hospeden.

 

Lisa le besó la cabeza y él sonrió.

 

- Sé que sólo son unos días, Rick… pero te voy a extrañar.

 

- Te voy a estar dando lata en tu celular… y te prometo que te voy a saturar tu bandeja de entrada con todos los e-mails que te voy a estar enviando, Lisa.

 

- Cuento con ello, piloto.

 

Rick levantó la mirada y sonrió cuando sus ojos se encontraron con los de Lisa. Ella se inclinó para besarlo en medio de los ojos y él le respondió, frotando cariñosamente su espalda.

 

- Vete a bañar, amor. – Él le dijo. – Te voy a preparar un té de limón y una ensalada de fruta con yogurt. ¿Qué te parece?

 

- ¡Muy tentador!

 

Lisa se soltó de los brazos de Rick y ambos se sostuvieron la mirada y la sonrisa mientras ella salía de la cocina.

 

Cuando Lisa entró al baño, en su bata de baño y llevando su pijama en las manos, se detuvo en seco cuando vio que el lugar estaba alumbrado con varias velas aromáticas, dándole una iluminación tenue y muy especial. La tina estaba llena, lista para un buen baño de burbujas y había un reproductor de CDs, tocando suave música celta, de la que el capitán Hunter sabía que le gustaba a ella.

 

- ¡Rick! – Lisa sonrió, sintiendo cómo su corazón latía más de prisa.

 

- Pensé que necesitabas relajarte un poco. – Lisa escuchó la voz de su piloto justo detrás de ella y sintió sus brazos fuertes deslizarse alrededor de su cintura. – Tómate tu tiempo, preciosa… - la besó en el cuello. – Y disfrútalo.

 

Rick la soltó, pero cuando se iba a retirar, sintió la mano de Lisa cerrarse en torno a su muñeca, impidiendo que se alejara. Sus ojos bajaron a mirar sus manos y luego subieron lentamente hasta encontrarse con los de ella. Lisa sonreía tímidamente y le tomó un minuto el reunir el valor suficiente para decir lo que quería decir.

 

- Yo—estaba pensando que tal vez tú…

 

- ¿Sí? – Rick balbuceó, sintiendo que sus piernas se debilitaban.

 

- No sé… - Lisa desvió momentáneamente la mirada. - ¿Te gustaría…? – le señaló la tina con la cabeza y se sonrojó profundamente.

 

- … ¿Contigo…? – fue lo único que atinó a preguntar él.

 

Lisa bajó la mirada y asintió levemente con la cabeza. Rick parpadeó un par de veces sin poder creer que ella le estuviera proponiendo lo que le estaba proponiendo. Tuvo que pasar saliva para humedecer su garganta cuando vio a Lisa acercarse a la tina y su bata de baño caer pesadamente al suelo. Antes de que pudiera reaccionar, la almirante ya había entrado a la tina y reía suavemente al sentir las burbujas en su piel. Sin siquiera percatarse de ello Rick había dejado de respirar. Sus ojos estaban totalmente abiertos, clavados en Lisa… pero no podía moverse.

 

- ¿Vienes? – Lisa le preguntó con una sonrisa que hizo que Rick cuestionara su lucidez.

 

Aquello era un sueño… no podía ser de otra manera. Sin embargo no pasaron más de veinte segundos antes de que la camiseta y los pantalones de ejercicio de Rick se unieran a la bata de Lisa en el suelo… y el capitán estuviera dentro de la tibia agua junto con su almirante.

 

Los besos y las caricias no se hicieron esperar. Era como si ninguno de los dos quisiera hablar, como si no quisieran siquiera pensar… querían dedicarse a disfrutar el momento, a disfrutarse mutuamente sin cuestionarse y sin dejar que su mente racional tomara el control. El suave aroma de las velas mezclado con el de las fragancias del baño de burbujas, el sonido musical del agua y el de la música relajante, la iluminación suave y cálida… el rumor de los besos y las palabras de amor, todo era como una sinfonía de colores, aromas, sonidos y sensaciones que hacían que Lisa y Rick simplemente perdieran la cabeza y se dedicaran a gozar el momento… ese momento que era tan íntimamente suyo.

 

La tina era pequeña, lo que hacía que aquella aventura fuera aún más íntima para ellos. Después de unos momentos, Rick se recargó contra el respaldo y Lisa se anidó entre sus brazos, descansando su espalda contra el pecho de él. Él instintivamente cerró sus brazos en torno a su cuerpo, sus manos descansando sobre el abdomen de ella.

 

- ¡Qué delicioso! – murmuró él, sin saber si se refería al baño de burbujas o al hecho de estar con ella.

 

- Sí… - Lisa respondió, cerrando sus ojos y sonriendo mientras un suspiro de satisfacción escapaba de lo más profundo de su pecho. – Jamás pensé que algún día estaría así contigo, Rick.

 

Él sonrió para sí mismo y se inclinó para besar el hombro de Lisa, quien se estremeció involuntariamente con aquel contacto.

 

- Lisa… - la volvió a besar. – Eres mi mundo… - otro beso. – Mi amor… - seguido de uno más. - ¡Eres mi vida, Hayes!

 

- Rick… - Lisa sonrió y tomó las manos de Rick, besándolas cariñosamente.

 

Ambos se relajaron en aquel abrazo tan íntimo y tan tibio. Rick había capturado las manos de Lisa y las acariciaba, las masajeaba y las observaba con una mezcla de admiración y cariño, comparando su tamaño con las suyas y jugueteando con ellas. ¡Se veían tan pequeñas y delicadas en las suyas!

 

- Creo que comprenderás que después de esto no hay manera de que yo regrese a mi casa esta noche.

 

- Lo sé. – Lisa sonrió. – Jamás te dejaría hacerlo.

 

Rick soltó una risita y posó suavemente sus labios justo debajo de la oreja de ella.

 

- ¡No sabes las ganas que tengo… de hacerte el amor, Lisa!

 

Sus palabras sonaron vehementes, sinceras y llenas de pasión y ternura. Lisa abrió los ojos al escuchar aquello y sentir los labios de él atrapando juguetonamente el lóbulo de su oreja.

 

- Rick… - ella suspiró. – Yo… yo también te deseo.

 

- ¿Crees que podamos esperar un poco más, amor? – Rick le susurró al oído. – Quiero que sea especial, que sea inolvidable… ¡Te amo, Lisa!

 

- No te voy a negar que tengo miedo, Rick. – Lisa respondió en un susurro. – Pero quiero estar contigo… quiero fundirme contigo, amor. A veces siento que ya no puedo esperar más… pero sé que la espera valdrá la pena.

 

- Te prometo que así será, amor… - Rick seguía besándola. - ¡Te amo tanto! Tengo que ganarme este derecho… quiero merecerte, Lisa… aún no me siento preparado… no me siento digno de ti.

 

- Rick yo—

 

- Es la verdad, Lisa… después de todo lo que sucedió entre nosotros siento que… que debo redimirme, que debo de hacer que esto sea tan especial como sea posible.

 

- El estar contigo es especial para mi, amor. Pero entiendo… yo también tengo que superar muchas cosas… temores, miedos, culpas…

 

- Lisa… sólo quiero asegurarte que no tienes porqué estar nerviosa, amor. Va a ser especial… y va a ser sólo para ti…

 

- Yo lo sé… y no dudo que será el momento más feliz de mi vida pero… siento un poco de nervios. Será mi primera vez, Rick.

 

- Sí… - Rick sonrió contra su cuello. – Para mí también será la primera vez… la primera vez que haré el amor.

 

Lisa se relajó en los brazos del piloto, con una pequeña sonrisa llena de ternura en los labios. Él suspiró profundamente.

 

- ¡Te voy a extrañar, mi vida!

 

- Estos días pasarán rápido, amor… aunque no niego que también te voy a extrañar.

 

Lisa se dio vuelta, para mirar a Rick de frente y le habló apasionadamente:

 

- Ahora, capitán, permítame darle algo para que se lleve con usted y no me olvide…

 

Diciendo eso sus labios se unieron ardorosamente con los del piloto, quien se hundió un poco en el agua, cerró sus ojos y se entregó a aquel beso en el que puso su corazón y su alma.

 

Cuando el beso terminó y Lisa se separó lentamente de él, Rick se quedó inmóvil, sin siquiera poder abrir los ojos. Tenía una expresión de felicidad absoluta y paz profunda en el rostro. Ella sonrió notando lo simpático que se veía con el cabello mojado cayéndole sobre el rostro. Con ternura Lisa le apartó el cabello de su frente, para poderlo ver a los ojos, los cuales apenas y se entreabrieron para mirarla con amor.

 

- Otro beso así y no podré irme mañana a ese viaje, Hayes.

 

- Eso sólo algo para que tengas una razón para volver, Hunter.

 

- ¡Tengo todas las razones del mundo para volver, almirante!

 

Rick atrajo a Lisa hacia él y ella se rió suavemente, esa risa cristalina que siempre hacía que el corazón de él se alegrara. Lisa recargó su mejilla en el pecho desnudo del piloto y se permitió relajarse en su abrazo por unos minutos, en silencio, mientras con sus dedos delineaba los músculos bien definidos de su pecho, su abdomen y sus brazos. Rick sonreía, disfrutando del momento y acariciando la espalda, los brazos y el cabello de ella.

 

Finalmente decidieron que era hora de salir de la tina, pues el agua se estaba enfriando. Rick no pudo quitarle los ojos de encima a Lisa, que fue la primera en salir. Suspiró profundamente cuando la vio ponerse su bata de baño y comenzó a secarse el cabello. Rick salió después de ella, amarrándose una toalla en la cintura. Se acercó a Lisa y le puso las manos en la cintura, mirándola a los ojos y sonriéndole con una mezcla de ternura y pasión.

 

- Te llevo en la piel, Lisa… y te dejo aquí mi corazón. Ese te pertenece.

 

Se inclinó y la besó en los labios antes de que ambos salieran del baño y fueran a cambiarse. Él se puso unos pantalones de ejercicio color gris y una camiseta blanca con el escudo de la RDF bordado en el pecho, sobre el corazón. Lisa apareció en la cocina llevando encima solamente una desgastada camiseta de la Academia Militar que le llegaba a los muslos, y sus pantuflas amarillas. Rick sonrió pensando que Lisa se veía preciosa… se veía tan bella, tan joven… ¡Tan sexy!

 

Ambos se comieron la ensalada de fruta que él había preparado. Se sentaron en la barra y mientras se daban de comer mutuamente, hablaban del viaje, de la reunión de consejo de Lisa… pero también comenzaron a hablar de los planes que tenían para las semanas que venían. Querían salir un fin de semana, querían ir al cine juntos, querían salir a cenar a algún restaurante elegante. ¡Querían hacer tantas cosas!

 

Después de cenar ambos fueron a la sala, en donde Lisa puso música suave. No se molestaron en encender las luces, la suave iluminación azulada que provenía del alumbrado público era lo único que necesitaban. Cerca de la ventana, Rick abrazó a Lisa, escondiendo su rostro en el cuello de ella mientras le susurraba palabras de amor. Terminaron moviéndose suavemente al ritmo de la música, abrazándose estrechamente por momentos o mirándose profundamente a los ojos y de vez en cuando compartiendo un beso suave y lleno de promesas.

 

Ya era tarde cuando se retiraron a dormir y lo hicieron juntos, fundidos en un abrazo íntimo y cálido, con una sonrisa en los labios y con la certeza en el corazón de que ahora ya no estaban solos. De que ahora había amor, mucho amor en sus corazones… y que eran los dueños absolutos del amor que él otro tenía para dar. Esa noche sintieron que no había en el mundo nadie que fuera tan feliz como ellos lo eran al estar juntos. Para ellos, que jamás habían conocido la felicidad en sus vidas, aquella noche era un tiempo que parecían haber robado directamente del paraíso.

 

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Lisa abrió los ojos minutos antes de que la alarma sonara y estiró la mano para apagarla antes de que lo hiciera y despertara bruscamente a Rick, quien descansaba sobre el pecho de ella. Sonrió adormiladamente cuando lo vio dormir tan profundamente. Sentía su aliento en su pecho y la calidez de su respiración la tranquilizaba y la hacía sentir viva. Sin poder evitarlo acarició su cabello rebelde y trazó con la yema de sus dedos el contorno de su rostro. ¡Era tan apuesto!

 

Lisa suspiró, pensando en todas las veces que había despertado sola en esa cama, soñando con Rick… soñando con el momento en que él la miraría a los ojos, le diría que la amaba. Pero aquellos sólo parecían ser sueños… sueños inalcanzables, sueños imposibles. Y sin embargo ahora la realidad era mucho más maravillosa que cualquier sueño que ella pudiera haber tenido antes. Ahora ella y Rick estaban juntos… ¡Y él la amaba tanto como ella lo amaba a él!

 

Rick se movió un poco y comenzó a estirarse. Lisa lo miró enternecida… le gustaba estar ahí para verlo despertar. Se acercó para besarlo suavemente en los labios y Rick se quedó inmóvil por un segundo, aunque enseguida comenzó a corresponder aquel beso.

 

- ¡Buenos días, dormilón! – Lisa lo saludó cuando él entreabrió los ojos. - ¿Dormiste bien?

 

- Muy bien. – Rick se estiró pero enseguida volvió a acomodarse en el pecho de ella. – Pero el despertar fue la mejor parte.

 

Lisa soltó una risita y sintió cómo Rick comenzaba a acariciarle el abdomen y los costados. Ella correspondió acariciándole la espalda.

 

- ¿Qué hora es?

 

- Hora de levantarse, me temo. – Lisa miró el reloj.

 

- Tú no tienes que ir a la base sino hasta dentro de dos horas. – Rick habló, aspirando profundamente el aroma de ella, como queriendo embriagarse de él.

 

- No creerás que me voy a quedar aquí mientras tú sales de viaje, Hunter. Voy a ir a despedirte a la pista de vuelo… y voy a estar ahí esperándote cuando regreses.

 

Rick sonrió y levantó la mirada, perdiéndose en esos ojos verdes que el la penumbra de aquella mañana se veían casi negros.

 

- ¿Podría amarte más de lo que te amo, Lisa Hayes?

 

- Tú siempre me sorprendes yendo un poco más allá, Rick Hunter.

 

Rick capturó sus labios en los suyos y se besaron larga y profundamente por varios minutos, hasta que el reloj les recordó que el tiempo seguía su marcha y ambos tuvieron que abandonar la cama y prepararse para sus labores del día… un día en el que ambos tendrían que despedirse por primera vez desde que habían iniciado su relación de pareja.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

La almirante Hayes, sentada en su sillón detrás del escritorio, jugueteaba con la pluma fuente que traía en la mano, pero sin firmar ninguno de los documentos que se amontonaban sobre el escritorio. De cuando en cuando suspiraba profundamente y sus ojos se clavaban en un artículo que apenas había llegado a su escritorio esa mañana: un portarretratos con una fotografía del Capitán Hunter.

 

Alguien llamó a la puerta y Lisa dio un salto, cuando ese sonido tan súbito la trajo de vuelta a la realidad.

 

- ¡Adelante! – ella respondió.

 

La puerta se abrió y el comandante Max Sterling entró, haciendo un respetuoso saludo militar.

 

- ¡Almirante! Buenos días… vengo a reportarme a sus órdenes y a informarle que en ausencia del capitán Hunter, yo he tomado temporalmente el mando de los escuadrones aéreos.

 

- Descanse, comandante. – Lisa buscó un documento entre los muchos que tenía sobre el escritorio. – Efectivamente, aquí está el informe… sólo debo autorizarlo.

 

Lisa firmó aquel papel y se lo entregó al comandante Sterling.

 

- Gracias almirante… solicito permiso para hablar libremente.

 

- Adelante, comandante Sterling.

 

- Lisa… - Max le sonrió. - ¿Cómo estás?

 

- Bien… - ella le devolvió una sonrisa que tenía cierto dejo de tristeza.

 

- Me fue informado que Rick aterrizó en la base de la Stonewell Bellcom en Nueva Montreal hace unos minutos, sano y salvo.

 

- ¡Gracias a Dios! – Lisa murmuró. – Max, no quiero que Rick piense que cuestiono sus habilidades de piloto. Yo sé que tanto él como Miriya y tú son los ases y los héroes de la RDF… pero no por eso dejo de preocuparme.

 

- Yo te entiendo, Lisa… pero Rick va a estar de vuelta más pronto de lo que te imaginas. Además puedes usar este tiempo para relajarte un poco porque por lo que he visto, Rick se ha convertido en tu sombra.

 

- Sí… - Lisa sonrió soñadoramente. – No que a mí me incomode… Max, hace unas horas que se fue y ya lo extraño mucho.

 

- Es la primera vez que se separan, ya como pareja. Es normal… - Max tomó asiento frente a ella. – Me da gusto verlos tan felices… te voy a decir un secreto Lisa, he conocido a Rick por muchos años y jamás, nunca antes lo había visto tan feliz. ¡Parece alguien completamente diferente! Y no sólo eso, sino que está muy enamorado… creo que por ahí andan un par de ojos verdes que lo traen vuelto loco.

 

- ¡Max…! – Lisa bajó la mirada y se sonrojó, aunque no pudo evitar que una sonrisa apareciera en su rostro.

 

- Los vi despedirse en la pista hoy… - Max sonrió. – Miriya y yo estuvimos conversando… jamás habíamos visto una escena más tierna en las pistas de vuelo.

 

Lisa recordó cómo había acompañado a Rick hasta el Skull Uno y rompiendo todo protocolo militar, él la había mantenido abrazada todo el tiempo mientras caminaban por la pista. Ambos se habían hecho mil recomendaciones y se habían recordado mutuamente lo mucho que se amaban. Rick y ella se habían despedido al pie de la escalerilla del Skull Uno. Él le había asegurado que todo estaría bien y que volvería pronto. Ambos se habían besado larga y profundamente y luego ella había mantenido la mano de Rick en la suya mientras él subía a la cabina de su nave. Cuando sus dedos se separaron, ambos clavaron sus ojos en los del otro y Rick murmuró que la amaba.

 

Ella lo había despedido con un saludo militar que él había correspondido… y le había mandado un beso con la mano. Cuando el Skull Uno estaba por despegar, la última imagen que ella recordaba era a Rick besando sus placas de ID antes de despedirse de ella con un movimiento de mano.

 

Max no se atrevía a interrumpir la ensoñación de Lisa, aunque el sonido del teléfono celular de la almirante se encargó de hacerlo.

 

- ¿Rick? – Lisa se apresuró a contestar.

 

- ¡Hola Lisa! – él se escuchaba jovial y despreocupado. – El vuelo fue tranquilo y llegué a mi destino sin novedad. Sólo quería que lo supieras… te llamo más tarde desde el hotel para que podamos platicar mejor.

 

- Estaré esperando tu llamada.

 

- ¿Cómo estás, amor?

 

- Bien… mientras tú estás lejos yo me quedo en mi oficina en muy buena compañía. – Lisa le guiñó el ojo a Max, quien le sonrió.

 

- Dile hola a Max de mi parte entonces. – Rick soltó una risita.

 

- ¿Cómo sabes que es Max?

 

- Pues más te vale que sea Max, Hayes… de otra manera vas a tener un novio muy celoso aquí… ¡Y no te gustaría saber lo que los novios celosos pueden hacer!

 

- ¿Tirarse en una cama a ver el techo y rabiar toda la tarde? – Lisa se rió.

 

- ¡Vaya almirante tan irrespetuosa la mía! Lisa Hayes, cuando vuelva voy a—

 

- ¡Uh-oh! – Lisa lo detuvo. – Nada de amenazas, Hunter. Aunque estés lejos aún puedo mandarte al calabozo por insubordinación.

 

- Le tengo una mejor propuesta, almirante… ¿Qué tal un arraigo domiciliario cuando vuelva? En su casa, por supuesto.

 

Lisa se rió y Max sonrió. Le alegraba verla tan feliz.

 

- Hey, preciosa ya llegaron a recogerme… te llamo del hotel en cuanto pueda, ¿De acuerdo?

 

- Cuídate Rick… ¡Te amo!

 

- Y yo te amo más. ¡Un beso!

 

Lisa terminó la llamada y suspiró soñadoramente; Max la miraba con una mezcla de diversión y ternura reflejada en su rostro.

 

- Sinceramente no se quién de los dos se ve más enamorado, Lisa. Pero bueno… antes de irme sólo quería decirte que Miriya y yo quisiéramos que nos acompañaras a cenar esta noche… sabemos que mañana tienes junta de consejo y que debes estar en tu casa temprano para prepararlo todo pero… nos gustaría que nos honraras con tu presencia.

 

- Gracias Max… tengo mucho que hacer pero… a decir verdad no deseo estar sola esta noche. Les agradezco la invitación y la acepto con mucho gusto. – Lisa sonrió emocionada.

 

- ¿A qué hora quieres que pasemos por ti?

 

- No se molesten… me gusta caminar después de un día de trabajo. Llego a su casa como a las siete, si les parece bien.

 

- ¡Perfecto! – Max se puso de pie y se dirigió a la puerta. - ¡Ahí la esperamos, almirante!

 

- ¡Gracias Max!

 

El comandante Sterling saludó militarmente antes de salir de la oficina. Lisa suspiró y tomó el retrato de Rick en sus manos, observándolo fijamente. Después de unos momentos lo volvió a colocar sobre el escritorio y se obligó a concentrarse en su trabajo.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Rick fue recibido cálida y formalmente en la pista de vuelo de Stonewell Bellcom por David Stonewell, el mismo que había conocido hacía algunos días en ciudad Macross y quien se había pasado toda la reunión coqueteándole a Lisa. Rick lo saludó formalmente, pero con ciertas reservas.

 

- Mi padre lo está esperando, capitán. – David comenzó a conducir a Rick rumbo a uno de los edificios. – Me da gusto que haya podido venir. Le aseguro que le gustará visitar nuestra línea de ensamblaje y ver los prototipos de los nuevos VF-4.

 

- Gracias, señor Stonewell. – Rick respondió un tanto secamente. – Esas nuevas naves reemplazaran a nuestros viejos y confiables VF1 y quiero dejar en claro desde ahora que la RDF necesita el mejor aparato que se pueda crear. Sus prototipos deben de superar a los VF1. Yo personalmente necesito estar seguro que este cambio será para mejorar.

 

- Yo le aseguro que así será, capitán. Se que es diferente leer reportes y ver bocetos en papel que ver las cosas en vivo… confíe en mí, en cuanto vea los VF-4, se enamorará de ellos.

 

- Realmente eso espero.

 

- Mi hermano murió en la última guerra. – David habló, capturando de inmediato la atención de Rick. – Sirvió bajo las órdenes del teniente comandante Fokker. Cayó víctima del fuego enemigo durante el primer ataque a la Isla Macross hace ya tanto tiempo… desde entonces mi padre, que es ingeniero aeronáutico, se dedicó en cuerpo y alma a desarrollar una nave de combate que fuera confiable, segura, maniobrable… ¡Lo mejor que se pudiera crear! En honor a mi hermano y para prevenir que más pilotos mueran. El resultado fue el VF-4 Lightning III.

 

- ¿Sirvió bajo las órdenes de Roy Fokker? – Rick repitió, sintiendo una súbita simpatía por aquella familia.

 

- Así es, capitán. Mi padre también era muy amigo del almirante Gloval… él mismo estuvo revisando algunos prototipos preliminares hace alrededor de dos años. Por todo esto le digo que no creo que usted encuentre ningún detalle incomodo en el VF-4… es una nave que más que diseñada con la cabeza, se hizo con el corazón. Mi padre ha puesto todo su empeño y toda su fortuna en este proyecto.

 

- ¡No puedo esperar a ver las naves prototipo!

 

- Su opinión es muy importante para nosotros, capitán. La almirante Hayes dejó bien claro que las decisiones que usted tome y los comentarios que tenga serán las directrices en las que ella se apoyará al momento de tomar la decisión final. Sabemos que tenemos que impresionarlo a usted para convencer a la almirante. Por eso el día de hoy usted, capitán, es nuestro invitado de honor.

 

David hizo una pausa y Rick sonrió, sintiéndose realmente halagado e importante, no por ser el invitado de honor, sino por el lugar que Lisa le había otorgado en ese proyecto. Jamás en su vida nadie lo había hecho sentir tan importante.

 

- La almirante realmente confía en usted, ¿No es así, capitán? No tengo duda de que usted debe de ser el mejor piloto de la RDF.

 

- No, en realidad no… hay mejores. Sin embargo la almirante Hayes y yo tenemos un largo historial… ambos confiamos totalmente el uno en el otro.

 

Mientras subían por el elevador a uno de los niveles superiores del edificio de oficinas, David le lanzó una pregunta a quemarropa al capitán.

 

- Me impresionó mucho conocer a la almirante. Había escuchado hablar de ella e incluso la había visto en los noticiarios… pero, con todo respeto, jamás pensé que fuera tan joven y bella. ¿Usted sabe si está saliendo con alguien?

 

Rick hizo un gesto de disgusto mientras volvía a sentir ese flujo caliente recorriéndole todo el cuerpo y haciendo que incluso la cabeza le doliera un poco.

 

- Señor Stonewell, la almirante Hayes es una mujer extraordinaria y su historial militar es sorprendente. Sus logros y éxitos profesionales son dignos de mencionar… fue la militar más condecorada durante la última guerra… la mejor de su generación en la Academia Militar. Todo en ella es sorprendente e impresionante. Por otro lado, su profesionalismo y su imparcialidad como líder de la RDF son incuestionables.

 

- No lo pongo en duda, capitán… sin embargo eso no la obliga a un voto de castidad, ¿No es así? Es decir… una mujer tan hermosa y agradable como ella…

 

- Si le estoy diciendo esto, - Rick lo interrumpió sintiéndose molesto de ese último comentario - es porque no quiero que lo que le voy a decir ahora cambie la opinión que tiene de la almirante Hayes… y que tampoco influya en el respeto profesional que se me debe como encargado de este proyecto por parte de la RDF. Incluso los soldados tenemos el derecho de tener una vida privada, ¿Sabe?

 

- Por supuesto, capitán.

 

- Bien… - Rick tomó aire. – La almirante Hayes… Lisa, ella es mi pareja. Estamos juntos y nuestra relación sentimental es muy fuerte.

 

- ¡Oh…! – David se sonrojó profundamente, se notaba sinceramente apenado. - ¡Lo siento mucho, capitán! Debe de pensar que soy un completo estúpido… yo aquí con mis comentarios fuera de lugar con respecto a la almirante… ¡Le pido disculpas!

 

- Está bien… - Rick y David salieron del elevador. – Sólo quiero clarificar las cosas para evitar malos entendidos. Y espero que no crea que mi posición al frente de este proyecto tiene algo que ver con mi relación personal con la almirante. Como le dije, ella es demasiado profesional en su trabajo.

 

- No capitán, jamás pensaría algo así ni de ella ni de usted. – David lo guió a una oficina al final del pasillo. – Tengo que admitir que en cuanto supimos que usted sería el oficial a cargo de este proyecto por parte de la RDF, investigamos un poco su historial… ¡Y es impresionante! Tanto mi padre como yo pensamos que fue un acierto de parte de la almirante Hayes el ponerlo a usted al frente.

 

- Gracias.

 

- Y bueno, debo decirle que usted y la almirante hacen una hermosa pareja. Me imagino que fue amor a primera vista, ¿No es así?

 

- No… no precisamente. – Rick se talló la nariz para ocultar la sonrisa que había aparecido en sus labios. – En realidad tal vez lo fue… aunque nos tomó cuatro años el admitirlo.

 

- ¿Usted cortejó a la almirante durante cuatro años? – David sonrió. - ¡Vaya que la almirante debe de ser una mujer bastante difícil de impresionar! Mis respetos para usted, capitán… fue una partida bien jugada, por lo que veo. ¡Y felicidades por estar al lado de una mujer tan increíble como ella! Usted sin duda es un hombre con suerte.

 

Mientras David abría la puerta de la oficina, Rick pensaba que las cosas en realidad habían sido un poco diferentes… no había sido él quien había cortejado a Lisa por tanto tiempo. Era ella quien durante todo ese tiempo jamás se había dado por vencida con él. Involuntariamente su mano tocó sobre la tela de su uniforme sus placas de identificación y sintió que su piel se calentaba en el punto donde aquellas descansaban sobre su piel.

 

- Padre, - David lo estaba presentando. – El capitán Richard Hunter de la RDF está aquí.

 

- ¡Adelante, capitán Hunter! – el señor Stonewell lo hizo pasar a su elegante oficina. - ¡Lo esperábamos!

 

El jefe de la dinastía de los Stonewell era un hombre ya grande de edad, de cabello y barbas encanecidas que le daban una apariencia noble y distinguida. Rick sonrió al estrechar su mano, sintiendo que aquel era un hombre en quien se podía confiar. Había algo en él que hacía que Rick se sintiera cómodo en su presencia.

 

- ¡No esperaba que fuera tan joven, capitán! Vaya, sin duda es usted un prodigio en el aire… con su juventud y experiencia.

 

- Mucho gusto, señor Stonewell y agradezco sus comentarios. En realidad he volado aviones desde que era pequeño. Tengo cuatro años sirviendo en la RDF.

 

- El capitán Hunter está muy interesado en ver los prototipos, papá. – David comentó.

 

- A mi me gustaría que hiciéramos una revisión de los documentos y enseguida, sí el capitán así lo dispone, podemos pasar a la línea de ensamblaje.

 

- Claro, me parece bien. – Rick aceptó, tomando asiento en el lugar donde David le indicó.

 

Así comenzó esa visita del capitán Hunter a las Industrias Stonewell Bellcom. Para Rick era triste pensar que sus viejos y queridos VF1 serían descontinuados después de tantos años de fiel servicio… pero por otro lado le emocionaba mucho estar a cargo de ese proyecto y ser el primer oficial de la RDF que estaría frente al nuevo prototipo VF-4. Sin duda era un momento histórico.

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Esa noche en su cuarto de hotel, Rick estaba acostado en su cama, en su ropa de dormir, mirando al techo. Recordaba los eventos del día y de cuando en cuando miraba su reloj. Finalmente alargó la mano para tomar el auricular del teléfono y automáticamente marcó el número de Lisa. La voz suave y musical de ella contestó casi inmediatamente haciendo que el corazón del piloto brincara de alegría en su pecho y una sonrisa apareciera en sus labios.

 

- ¡Hola amor! – Rick la saludó con voz adormilada, esa que a Lisa le parecía tan adorable. - ¿Cómo estuvo tu cena con los Sterling?

 

- Voy llegando de ella, Rick. – Lisa le contestó. – En realidad me la pasé muy bien, Max y Miriya son increíbles, me hicieron reír mucho… y la pequeña Dana, adorable como siempre.

 

- Me da gusto saber que estás bien… te he extrañado mucho, ¿Sabes?

 

- Yo también…

 

Se hizo un silencio entre ellos. Un silencio que no era incomodo en lo absoluto. Era como si ambos desearan simplemente escuchar la respiración del otro por un momento. Fue Rick quien volvió a tomar la palabra.

 

- ¿Todo listo para tu reunión de mañana?

 

- Casi… estuve trabajando en unas presentaciones toda la tarde. Ahora pienso tomar un baño y luego terminar lo que tengo pendiente. Pero no creo que me tome mucho tiempo.

 

- No… - Rick sonrió. – Al menos no tienes ahí a un piloto latoso quitándote el tiempo.

 

- ¡No sabes cuanto desearía tener a ese piloto latoso y encimoso aquí conmigo en estos momentos!

 

Rick sonrió con ternura.

 

- ¿Aunque no te dejara ni siquiera para que fueras a tomar tu baño?

 

- No me molestaría. – Lisa respondió con un acento coqueto que a Rick le encantó.

 

- ¡No me incites, Hayes! Puede ser peligroso.

 

Lisa se rió y Rick sonrió al imaginar el brillo de sus ojos verdes mientras lo hacía. Tan sólo ese pensamiento fue suficiente para inundarle el corazón de una cálida ternura.

 

- ¿Cómo te fue a ti, amor? ¿Cómo va la visita a Stonewell Bellcom?

 

- Bueno… tuve que poner en su lugar a David esta mañana y decirle que más valía que no se metiera con mi chica… fue algo difícil porque se puso rejego, pero al final terminó pidiendo misericordia, cuando lo tenía totalmente vencido en el suelo y le estaba aplicando una llave de lucha libre… me sentí generoso y lo perdoné, pero sólo porque no soporto ver llorar a un hombre.

 

- ¿En serio?

 

Rick pudo adivinar que Lisa estaba sonriendo de oreja a oreja. Conocía ese tono de voz.

 

- Sí, bueno… algo por el estilo.

 

- ¡Rick! – Lisa le habló con ternura. – Agradezco que seas mi caballero andante y que defiendas mi honor pero… yo me refería a aspectos más técnicos y oficiales de tu visita.

 

- ¡Ah, esos! – Rick sonrió divertido. - ¡Detalles, almirante! Con usted todo son detalles…

 

- Pues no se porqué, pero por el tono de tu voz puedo apostar que te entretuviste bastante en esa planta de ensamblaje.

 

- Bueno… no lo voy a negar. Los Stonewell han resultado ser anfitriones muy agradables. Incluso me llevaron a cenar a un restaurante muy elegante hoy. ¡Hubiera querido que estuvieras aquí! Nueva Montreal es un lugar precioso, Lisa… esta tarde visitamos las líneas de ensamblaje y vi los prototipos del VF-4… admito que tenía dudas y hasta ciertos prejuicios pero después de ver a esos bebés en vivo y a todo color… ¡Lisa, estoy impresionado!

 

- Me alegra escucharte decir eso. El almirante Gloval tenía muchas esperanzas en este proyecto.

 

- Sí, es impresionante… estuve hablando con uno de los pilotos de pruebas de la compañía… es nieto de Stonewell, ¿Sabes? Es un piloto muy joven… el señor Stonewell me dijo que la mejor garantía que podía darnos era que su piloto de pruebas era su propio nieto… que eso garantizaba que él confiaba en la seguridad y desempeño de sus naves de tal manera, que no le importaba que fuera su nieto quien los piloteara. Yo pienso que eso en realidad dice mucho de estas naves y su fabricante. El piloto, Jake Stonewell, es realmente bueno… hoy estuve en los simuladores también… te voy a entregar mi reporte completo en cuanto vuelva pero… pero estoy muy satisfecho, Lisa.

 

- ¡No sabes cómo me alegra escucharte decir todas esas cosas, Rick! Quizás utilice algunas de tus observaciones mañana durante la reunión del consejo, si el tema sale a colación.

 

- Me parece bien… pero… ya no hablemos de asuntos de trabajo… mejor dime cómo estuvo tu día, amor… no he podido olvidarme de… de ese momento tan increíble de la otra noche… el baño de burbujas y todo eso.

 

- Yo tampoco, amor. – La voz de Lisa se suavizó.

 

- Te voy a extrañar mucho esta noche, Lisa…

 

Por espacio de una hora ambos estuvieron hablando, compartiendo sus experiencias del día, riéndose al recordar episodios graciosos de las últimas semanas y haciendo planes para las que estaban por venir. Cuando finalmente terminaron la llamada, después de haber intercambiado frases cariñosas y besos a distancia, ambos tenían una sonrisa en el rostro.

 

Rick tomó el retrato de Lisa de encima de su mesita de noche y lo observó atentamente por varios minutos, antes de colocarlo suavemente sobre su pecho, abrazándolo casi posesivamente y cerrar los ojos para entregarse al sueño.

 

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

El día siguiente ambos estuvieron demasiado ocupados. Quizás en un esfuerzo inconsciente por hacer que el día pasara rápido y mantener sus mentes concentradas en mil cosas al mismo tiempo, para no extrañarse demasiado, Lisa y Rick en sus respectivos lugares habían tratado de adelantar todo el trabajo que les fuera posible, sin importar que fuera sábado.

 

La junta que Lisa había tenido con el consejo había durado varias horas y por primera vez en su vida, ella se alegró de ello. Todos notaron que la almirante Hayes entró al salón de juntas con una sonrisa en el rostro, a pesar de lo tensa de la situación. Lo que nadie supo fue que el motivo de esa sonrisa era la llamada despertador que había recibido esa mañana desde Nueva Montreal y el enorme ramo de rosas blancas que la almirante había encontrado en su oficina con una nota firmada por el capitán Hunter, deseándole suerte en la junta y recordándole lo orgulloso que estaba de ella y lo mucho que la amaba. Esos eran motivos suficientes para sonreír a pesar de las circunstancias.

 

La junta de hecho había ido mejor de lo que Lisa había esperado. Había hablado en privado con algunos de los miembros del Consejo del Gobierno de la Tierra Unida y les había expuesto sus puntos de vista con antelación. Además se había encargado de enviar reportes completos de la situación actual de la RDF al GTU, por lo que todos estaban al tanto de cuál era el status del ejército después de la guerra.

 

El coronel Maistroff expuso algunas diferencias que aún tenía con la almirante Hayes, sin embargo la mayoría de los miembros del consejo de la GTU apoyaron la postura de Lisa y su visión pacifista y humanitaria. Entre los acuerdos que se tomaron en la junta fue que la RDF, tal y como la almirante Hayes proponía, fuera una fuerza de apoyo al gobierno legítima e institucionalmente constituido de la Tierra Unida, sin tener ingerencia directa en los asuntos políticos y los problemas internos de dicho gobierno. Ellos eran militares, no les correspondía hacer política. Su misión era entrenar, mantenerse alertas y salir a defender a la humanidad cuando sus servicios fueran requeridos. Ellos no podían meterse en asuntos que no les incumbían según sus propias leyes, estatutos, reglamentos y etiquetas militares.

 

El coronel Maistroff no estaba muy de acuerdo con la postura de la almirante Hayes, sin embargo aceptó ser el representante de la RDF ante el Consejo del Gobierno de la Tierra Unida… “representando los intereses y estando al pendiente de las obligaciones de la RDF, más sin tener ingerencia en asuntos internos del GTU y en caso de querer ocupar un puesto administrativo o ejecutivo en el GTU, deberá solicitar previamente la licencia, ya sea temporal o definitiva, de su comisión en la RDF”, Lisa había ordenado con firmeza.

 

Los acuerdos tomados no habían sido completamente del agrado de Maistroff, pero él también tenía que admitir que habían sido mejores que los que él esperaba que se tomaran ese día. Jamás se atrevería a admitirlo en voz alta, pero muy dentro de él comenzaba a pensar que Lisa Hayes podría llegar a ser una almirante bastante buena después de todo.

 

Al término de la reunión, el representante general del GTU los invitó a todos a comer al restaurante más exclusivo de Ciudad Macross. Lisa quiso declinar la invitación, pero no le fue posible hacerlo… hubiera querido que Rick estuviera a su lado en dicha comida, pero tampoco eso fue posible. Al final estuvo varias horas hablando con los miembros del consejo en un ambiente más relajado mientras comían… e incluso llegó a establecer varios acuerdos importantes que posteriormente serían formalizados.

 

Después de la comida Lisa regresó a su oficina y pasó el resto de la tarde trabajando arduamente en varios documentos que tenía pendientes. Fue una tarde muy provechosa, pues prácticamente adelantó el trabajo de toda la semana que estaba por venir… lo cual le permitiría tener días más relajados. O al menos eso esperaba…

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Lejos de Ciudad Macross, en Nueva Montreal, Rick también había tenido un día bastante ocupado. Quería volver a casa al día siguiente, tan temprano como le fuera posible, por lo que la agenda de ese sábado estuvo pesada, pero muy interesante.

 

Estuvo visitando las líneas de ensamblaje de la Stonewell Bellcom y revisando a fondo los diseños de los VF-4 en vivo, asesorado por David, quien a pesar de todo se había redimido con Rick y habían llegado a congeniar bastante bien. Después de una mañana de demasiados tecnicismos, habían ido a comer. Por la tarde iba a pasar con Jake Stonewell a los simuladores de vuelo VF-4 y eso lo tenía particularmente emocionado.

 

- Realmente no tengo ninguna queja en contra de estas naves. – Rick comentaba mientras comía. – Después de tantos años de volar los VF-1 y de confiar mi vida a ellos en batalla, no niego que tenía mis prejuicios en contra de estos nuevos modelos. Sin embargo me han convencido.

 

- Me alegra escucharte decir eso, Rick… nosotros también teníamos nuestras dudas y prejuicios hacia el nuevo almirantazgo de la RDF. El proyecto iba muy adelantado con el Almirante Gloval y cuando él falleció, bueno… - un sincero gesto de dolor apareció en el rostro de David. – Mira, no niego que este es un contrato multimillonario con la RDF y el dinero siempre es bastante convincente. Pero después de todo lo que has visto aquí, creo que tú mismo te habrás dado cuenta de que no estamos haciendo esto sólo por el dinero.

 

- Sí, lo sé.

 

- La almirante Hayes y tú son personas nobles que nos han dado nuestro lugar como compañía y aún como seres humanos… el trato con ustedes ha sido cordial y amable y estoy muy agradecido, Rick… agradecido con ella por darnos la oportunidad de seguir en este proyecto, aún después de la muerte del almirante Gloval y agradecido contigo por haber venido hasta aquí a evaluar el proyecto y a ver con tus propios ojos lo que se está haciendo.

 

- Para mí ha sido un honor. En cuanto vuelva a Ciudad Macross presentaré mi reporte ante la almirante Hayes y ella se encargará de presentar su decisión al consejo. Sinceramente no creo que haya ningún problema… es cosa de días, quizás semanas… pero este proyecto será aprobado y saldrá.

 

- Nosotros estamos a la espera de que la RDF nos dé luz verde. En cuanto lo haga, comenzaremos con la producción masiva de VF-4… pensamos que tendríamos el primer lote listo para mediados del verano, agosto a más tardar.

 

- ¡Eso sería excelente!

 

- Hay algo que quiero ofrecerte, Rick… - David lo dudó un poco. – No creas que estoy tratando de comprarte ni nada por el estilo… digamos que es una manera de agradecerte lo que haces por nosotros.

 

- ¿De qué se trata?

 

- Mi padre y yo estuvimos conversando anoche y—bueno, a ambos nos parece realmente estupendo que tú y la almirante Hayes sean una pareja, ¿Sabes? Y bueno, comprendemos que a veces debe ser difícil para ustedes encontrar tiempo para relajarse y disfrutar su noviazgo… mi padre me pidió que como muestra de agradecimiento, te ofreciera un viaje a una cabaña que tenemos en los bosques de Nueva Montreal… es una cabaña de la compañía, a donde vamos a relajarnos un poco de vez en cuando… es un lugar bastante bonito y la cabaña en sí es de lujo. Pienso que la almirante y tú disfrutarían bastante un fin de semana en ese sitio.

 

Rick miró a David con incredulidad.

 

- Como te digo, no estoy tratando de ganarme tu buena voluntad con regalos… es una muestra de aprecio y de agradecimiento.

 

- Bueno… no sé qué decir… - Rick balbuceó. – Yo… yo no sé si debería…

 

- No es mucho… pero es algo que pueden disfrutar juntos. Y en estos tiempos, donde no hay muchas opciones para salir a descansar, después de que la mayoría de los lugares turísticos fueron destruidos…

 

- La verdad es que estaba pensando en llevar a Lisa a algún lugar tranquilo para su cumpleaños.

 

- Pues esta cabaña es el mejor sitio, Rick…

 

El capitán Hunter sonrió, haciendo rápidos cálculos mentales. Ese año, por fortuna, el día del cumpleaños de Lisa caería en sábado. Podrían arreglar que el viernes estuviera libre para ellos y quizás el lunes siguiente también… un fin de semana de cuatro días era una buena idea.

 

- Pues no quiero abusar de tu confianza, David pero… si hubiera manera de que pudiera usar esa cabaña del viernes 2 al lunes 5 de marzo, realmente te lo agradecería muchísimo.

 

- ¡Hecho! – David sonrió, apuntando las fechas en su agenda electrónica. – Es tonto preguntarle esto a un piloto de la RDF pero… ¿Necesitarán algún medio de transporte?

 

- No, está bien… muchas gracias. – Rick sonrió tímidamente. – De hecho pienso que en esos días vamos a estar estrenando una camioneta Freelander que compramos.

 

- ¡Excelente! Pues de Macross hasta la cabaña deben ser unas 8 o 10 horas por carretera…

 

- Sí, pero bueno… quiero estrenar la Freelander y además… 10 horas para conversar con Lisa… pienso que es bueno.

 

- Cierto… bien, capitán Hunter, délo por hecho. Ya nos encargaremos de que la cabaña esté lista ese día para recibir a la almirante Hayes como ella se lo merece.

 

David firmó la cuenta que un mesero ya les había presentado, con cargo a la compañía y le sonrió a Rick.

 

- Ahora, si no dispone de otra cosa, me parece que los simuladores de vuelo están esperando por usted, capitán. Mi sobrino Jake está muy entusiasmado con pasar la tarde con usted en esos simuladores.

 

- ¡Pues vamos entonces! – Rick respondió con una sonrisa.

 

 

 

 

 

* * * * * * * * * *

 

 

Era media tarde y el clima tan benigno de los días anteriores parecía haberse desvanecido de súbito. El cielo estaba gris y amenazaba con tormenta mientras Rick Hunter volaba de regreso a Ciudad Macross.

 

Sin embargo, el clima contrastaba con la sonrisa que él traía en los labios y la alegría y emoción que traía en el corazón. Había sido un buen fin de semana y ahora estaba volando de regreso a la mujer que amaba.

 

No podía dejar de pensar en lo emocionante que había sido para él estar la tarde anterior en los simuladores del VF-4. Había encontrado que en realidad esas naves no eran muy difíciles de pilotear, muchas de las características de los viejos VF-1 habían sido mejoradas, se les habían implementado muchos avances tecnológicos y los controles no era muy diferentes a los de los VF-1. Había pasado horas en los simuladores con Jake Stonewell y había llegado a dominar bastante bien aquel nuevo modelo de aeronave, al menos en el simulador.

 

Sin embargo lo más emocionante de todo su viaje había ocurrido esa mañana, cuando el señor Stonewell lo había llevado a la pista de vuelo, en donde un prototipo de VF-4 biplaza estaba listo para despegar. Jake lo pilotearía, pero para Rick el poder volar en esa nueva nave había sido sin duda el broche de oro a su visita a las industrias Stonewell Bellcom. El VF-4 se había elevado suavemente, produciendo una emoción indescriptible en el veterano piloto… y el vuelo había sido emocionante, sobre todo cuando Jake le había permitido pilotear la nave estando en el aire. Las horas que había pasado en el simulador el día anterior habían valido la pena, pues Rick pudo controlar el VF-4 y pilotearlo como si fuera su Skull Uno, sin ningún problema ni contratiempo.

 

Cuando habían aterrizado, el capitán Hunter había elogiado el funcionamiento de aquel aparato ante los Stonewell, quienes sonreían satisfechos.

 

- Como ya le hemos dicho capitán, en cuanto la RDF nos dé luz verde, comenzaremos la producción masiva de estos aparatos. Mientras tanto, me comprometo a que en dos semanas, tres a lo mucho, tendremos listo un prototipo que llevaremos a Ciudad Macross para que con él la RDF comience a llevar a cabo sus pruebas preliminares.

 

Rick no podía quitarse esas palabras de la cabeza… las pruebas preliminares… los primeros vuelos de prueba que los pilotos de la RDF llevarían a cabo en ese nuevo modelo. ¿Y quién sí no él era el más indicado para efectuar esas pruebas preliminares? ¡El quería ser el piloto de pruebas del VF-4 tanto como Roy Fokker lo había sido de los VF-1!

 

El capitán Hunter decidió que iba a hablar con la almirante Hayes lo más pronto posible, solicitarle su aprobación y autorización para que él fuera el piloto de pruebas del VF-4. Rick sabía que tal vez iba a necesitar convencer a Lisa… pero ella no podía negarse a su petición. Se requería un piloto experto para aquella misión y fuera de Max y él mismo, no se le ocurría ningún otro piloto lo suficientemente capacitado para llevar a cabo esos vuelos de prueba.

 

Rick suspiró cuando súbitamente recordó el ofrecimiento que los Stonewell le habían hecho de su cabaña en el bosque y sonrió al pensar que a Lisa le encantaría pasar su cumpleaños en ese lugar.

 

- ¡Va a ser muy especial! Yo me encargaré de que sea el mejor cumpleaños que hayas tenido en tu vida… al menos hasta ahora, Lisa. ¡No te lo imaginas!

 

La sonrisa de Rick se hizo más grande cuando se dio cuenta de que acababa de entrar al espacio aéreo de Ciudad Macross. Abrió el canal de comunicación y se reportó a la torre de control del Prometheus.

 

- Aquí Skull Uno a Prometheus… capitán Rick Hunter solicitando permiso de aterrizaje.

 

- Aquí Delta 1 desde torre de Prometheus…

 

Rick no pudo evitar soltar una risita emocionada cuando escuchó aquella voz y aquellas inconfundibles palabras. Como reflejo automático alargó su mano para encender la pantalla del tacnet y la imagen de Lisa apareció frente a él.

 

- Permiso concedido, Skull Uno. – Lisa le sonrió. – La pista está libre para su aterrizaje.

 

- Misión cumplida, Delta Uno… - Rick le devolvió la sonrisa. – Voy de regreso a casa.

 

Minutos más tarde el inconfundible VT insignia del legendario Escuadrón Skull aterrizó suavemente en la pista. La tarde era gris, fría y airosa, pero Lisa no parecía notarlo. Para ella aquel día se había vuelto perfecto en cuanto había divisado aquel VT acercándose a la pista. Era extraño, pensó, que hubiera llegado a tal punto de que incluso el sonido del Skull Uno le era familiar… ella podía reconocer el sonido de sus motores sobre cualquier otro VT… ¡Así de bien había llegado a conocer a Rick y a todo lo que lo representaba!

 

Cuando el capitán Hunter salió de la cabina del Skull Uno y pisó tierra, lo primero que vio fue a la almirante Hayes, en ropa de civil, de pie a un lado de la pista. Llevaba puesto un abrigo largo y su cabello se movía, agitado por el frío viento de aquel atardecer. Tenía sus manos enfundadas en los bolsillos de su abrigo y le sonreía cariñosamente.

 

- Bienvenido a casa, capitán Hunter. – lo saludó con cierta formalidad.

 

Pero Rick no estaba para formalidades. Se quitó su casco y lo arrojó hacia arriba, a la cabina del Skull Uno y enseguida corrió a donde Lisa lo esperaba, la tomó en sus brazos y la giró en el aire. Ambos reían alegremente. Cuando la puso en el suelo buscó sus labios casi desesperadamente, besándola con pasión.

 

Los técnicos que se habían acercado a hacerse cargo del Skull Uno sonrieron entre ellos al ver aquella escena, pero decidieron no interrumpir a los dos enamorados.

 

Cuando Rick y Lisa se separaron, ambos se miraron a los ojos como si quisieran leer en ellos todo lo que había sucedido en ese fin de semana, mientras estaban lejos el uno del otro. Ambos estaban sonriendo.

 

- ¡Te extrañé, Lisa! – Rick habló, sin soltarla.

 

- Y yo a ti, Rick… ¿Cómo estuvo tu vuelo? El clima ha empeorado en el transcurso del día, esperaba que aterrizaras antes de que se soltara la tormenta.

 

- Todo bien, preciosa… venía de regreso a casa, a encontrarme contigo. Ninguna tormenta me hubiera detenido, ¿Sabes?

 

Lisa sonrió y le acarició el rostro. ¡Dios, había extrañado tanto a ese chiquillo voluntarioso y rebelde! Él sonrió y cómo si estuviera leyéndole el pensamiento, le plantó un beso de una manera muy poco delicada y un tanto salvaje.

 

- ¿Qué sucede, Rick?

 

- Vamos a casa. – él le respondió vehementemente. – Y no hablemos de nada que tenga que ver con el trabajo, ¿De acuerdo? Sólo… sólo quiero estar contigo, Lisa. Ya habrá tiempo de entregarte mi reporte y eso me dará la oportunidad de solicitar audiencia con la almirante en la semana. ¿Qué te parece el plan?

 

- ¡Perfecto!

 

Rick la besó una vez más y luego ambos abandonaron la pista de aterrizaje, en dirección del hangar del Escuadrón Skull. Había mucho que decir y muchas cosas que comentar, pero era domingo en la tarde, no se habían visto en dos días… y ya habría tiempo de ponerse al corriente en la semana. Por ahora lo único que deseaban era llegar a casa antes de que la tormenta comenzara y pasar las pocas horas que le quedaban a ese fin de semana juntos, disfrutando su mutua compañía y su amor. * * *

 

 

 

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