2029: Fuga de Ciudad Monumental

Capítulo 3: El punto de partida

Jost

 

2029: Fuga de Ciudad Monumental.


Capítulo III: El punto de partida.


Portaaviones U.S.S. Eissenhower.

18 de julio de 1999.

Estaba comenzando a amanecer. Sería uno de esos amaneceres típicos del Oceáno
Pacífico, con un sol que comenzaba emerger suavemente por el horizonte, tiñendo
la oscuridad nocturna con leves fulgores anaranjados.

En el U.S.S. Eissenhower se vivía una tranquilidad lánguida.

Fox Mulder y Dana Scully se hallaban en una de las cubiertas inferiores del
buque, los dos juntos. El la puso una mano sobre el hombro de ella. Scully se lo
agradeció.

Ambos se necesitaban el uno al otro. Los dos lo sabían, y aún más después de lo
que había pasado.

-Quiero dejar el FBI- dijo Mulder a Scully, mientras miraban al mar.

Scully le dirigió una mirada comprensiva.

-Parece ser que la búsqueda de la Verdad ya no te motiva.

-La Verdad... -murmuró Mulder- La Verdad es que no existe la Verdad.

Scully besó en la mejilla a Mulder.

-Mulder, hay que sacar algo bueno de esto- dijo ella.

-¿Ah, sí?. Ponme un ejemplo.

-Los dos hemos aprendido algo.

-Deslúmbrame, Scully.

-Yo me resistía a creer que existían los extraterrestres. Tú creías en ellos.
Hemos descubierto que existen otras realidades más allá de lo que vemos. Eres tú
el que menos motivos tienes para estar decepcionado.

-Posiblemente- dijo Mulder devolviendo el beso a Scully- Pero yo pensaba que los
extraterrestres serían gente que ha aprendido de sus propios errores... y
fíjate...los alienígenas del mundo paralelo que te secuestraron tenían lo peor
del género humano; estaban sedientos de guerra y de conquista.

-Nadie dijo que la Verdad tuviera que gustar a todos- dijo Scully.

Mulder le dio la razón en silencio a su compañera.

-¿Y el Fumador?- preguntó Scully.

Mulder recordó la llegada del Fumador en aquel helicóptero procedente de Pearl
Harbor. Pensaba que hasta allí vendría algún chupatintas de Washington, pero les
habían enviado la negación personificada de lo que Mulder creía.

El Fumador había hecho unas cuantas preguntas a Mulder y Scully. No tomó ninguna
nota, por lo que los dos supusieron que tendría alguna grabadora oculta en la
gabardina.

Vivir para ver, había pensado Mulder ante la indiferencia del eterno Fumador.

-Creo que está en el hangar, revisando el Veritech en el que volvimos- dijo
Mulder.

El Veritech había dejado de ser objeto de atracción para los tripulantes del
U.S.S. Eissenhower. Ahora se hallaba en un hangar, junto a dos F-14 Tomcat en
revisión. La verdad es que el caza Veritech no desentonaba mucho allí, excepto
por su color anaranjado.

El Fumador estaba con el sargento Macek, un veterano mecánico de la Marina que
tenía fama de efectuar reparaciones imposibles, reciclando piezas, creando otras
nuevas e instalándolas en sitios donde originariamente no deberían estar.

Macek terminó de echar un último vistazo al que llamaba, cariñosamente, el
"cacharro" y se dirigió al Fumador, quien estaba fumando el último Morley´s de
su cajetilla.

-Una buena pieza- dijo Macek, mirando al Veritech.

-¿Qué puede decirme de él?.

-Que es la obra de un loco... o de un genio. Según se mire.

El Fumador no quería que aquel tipo confraternizara con él y sólo quería una
respuesta de experto. Macek pasó a ser más técnico.

-No funciona con queroseno. A decir verdad, no sé que tipo de combustible
utiliza. El metal del fuselaje es mucho más ligero que la aleación de nuestros
cazas F-14 y F-18. Los mandos... ni idea del software que utilizan. Es
totalmente incompatible con el nuestro. Según he logrado leer de su ordenador,
esto está fabricado a principios del 2008... ¿Le gusta la magia?.

El Fumador frunció el ceño.

-He de hacerle una demostración- dijo Macek, subiéndose a la cabina del
Veritech.

El sargento bajó una palanca y volvió a repetir lo que había hecho media hora
antes; pasó el caza a modalidad G.

El Fumador disimuló bien su asombro. Sólo el hecho de que se le hubiera apagado
la punta del cigarrillo y no se hubiera molestado en volver a encenderlo
revelaba su perplejidad.

-¿Qué le parece?- preguntó el sargento, orgulloso, como si fuera un muchacho con
su coche nuevo.

-Fascinante- dijo el Fumador, manteniendo su compostura encendiendo de nuevo su
cigarrillo.

-Esto no lo hemos fabricado nosotros- dijo el sargento, bajándose del Veritech
transformado de un salto- Ni los rusos, ni los chinos...

-Gracias por la información- dijo el Fumador, dando la espalda al sargento
Macek, quien estaba decepcionado. Pensaba que aquel hombre vestido con traje y
corbata compartiría su entusiasmo por tener la oportunidad de ver un avión
excepcional como ése.

Se había equivovado.

El Fumador sabía que el Veritech haría buena compañía al OVNI que las Fuerzas
Aéreas tenían oculto en alguna base secreta del territorio de los Estados
Unidos. Quería ir a donde estaba Mulder. Preguntó por él a un vigía. Este se lo
dijo y se encaminó a la cubierta inferior.

Orbita terrestre.

Un fogonazo, que duró unas décimas de segundo.

El SDF-1 se materializó al instante, pero estaba descontrolado. Iba al triple de
la velocidad del sonido, en curso de colisión contra la Tierra. Al entrar en la
atmósfera, la fricción que produjo al contactar con la capa gaseosa que envolvía
la Tierra hizo que la fortaleza se enrojeciera.

En poco menos de un minuto, el SDF-1 descendió hasta las capas inferiores de la
atmósfera. Parecía un gigantesco meteoro.

Pronto comenzó a sobrevolar el Oceáno Pacífico.

Mulder y Scully oyeron que alguien bajaba las escaleras de la cubierta. Al ver
que era el Fumador, endurecieron la expresión de sus rostros

-Agente Mulder...- dijo el Fumador.

El radar del U.S.S Eissenhower detectó la presencia del bólido, que sobrevolaría
la zona donde estaba navegando.

El paso de la gigantesca masa procedente del espacio exterior levantó una onda
expansiva en el aire de tal magnitud que provocó una fuerte marejada en el mar.
Olas de cinco a seis metros hicieron que el portaaviones se zarandeara como un
barquito de papel a la deriva. Varios marineros sufrieron contusiones y golpes
al perder el equilibrio.

Mulder, Scully y el Fumador aguantaron los efectos de la onda expansiva de
milagro. Los dos agentes del FBI reconocieron la silueta del objeto que acababa
de pasar a menos de mil quinientos metros de sus cabezas.

Era la fortaleza espacial. El SDF-1.

El Fumador recobró dignamente el equilibrio. Con la mayor flema del mundo
preguntó a Mulder.

-¿Ha visto eso?.

-¿El qué?- preguntó con insolencia Mulder.

-No hemos visto nada- dijo Scully imitando la firmeza de Mulder- ¿Y usted?.

-Que casualidad- dijo el Fumador lacónicamente- Yo tampoco.

El SDF-1 logró aminorar la velocidad paulatinamente gracias a sus propulsores de
proa.

Pero no cayó en el mar. Aterrizó (mejor dicho, casi se estrelló) en mitad de una
isla perdida en el Océano. Una isla diminuta alejada del continente o de
cualquier archipiélago.

Puente del SDF-1.

-¿Están todos bien?- preguntó Gloval a su tripulación.

Nadie había sufrido ningún daño.

-¿Qué ha pasado, capitán?- preguntó Lisa, incrédula, al igual que sus
compañeros, por no tener ningún hueso roto.

Gloval se preguntó como era posible que el SDF-1 hubiera alcanzado ese nivel de
aceleración tras el salto dimensional. Paseó la mirada por las ventanas del
puente. La fortaleza espacial estaba rodeado por el océano.

Sonó el teléfono. Era el doctor Lang, que solicitaba permiso para subir al
puente. Gloval se lo concedió. Al entrar, Lang tenía un invitado. Gloval se
sorprendió al verle.

Era el mayor Simpson.

-Déme un informe de daños- dijo Gloval al científico.

-Aunque la reentrada ha sido brusca, hemos tomado tierra muy suavemente. Apenas
hemos sufrido daño, capitán.

-¡Casi nos matamos!- protestó Sammie desde el fondo.

-¿Dónde y cuando estamos, doctor Lang?- apremió Gloval al científico.

-Compruébelo usted mismo- dijo Lang, muy seguro de sí mismo.

Gloval hizo un gesto a Claudia. Al leer los datos de la consola del radar, se le
pusieron los ojos como platos.

-Estas coordenadas... ¡Estamos en la isla Macross!.

Kim no pudo aguantar la risa. Una risa que se extendió a toda la tripulación del
puente. Tantos peligros... para acabar en el punto de partida.

-Tal como suponía- dijo Lang triunfante.

-¿Por qué hemos acabado aquí?- preguntó Gloval- ¿Qué día es hoy?.

-Capitán, estamos a dieciocho de julio de mil novecientos noventa y nueve, un
día después de que el SDF-1 se estrellara... bueno... exactamente... lo que
tengo que decirle es una buena noticia para el mayor Simpson. Estamos en su
mundo y en su época. Debería haber un portaaviones por las cercanías.

Lisa ajustó el radar y localizó un barco de guerra a treinta millas de ahí.

-Respecto a su primera pregunta, capitán- dijo Lang mientras Duke contenía una
sonrisa triunfal- Esto ha sucedido por no calibrar adecuadamente las piezas del
generador. Por así decirlo, me quedé corto al combinar el flujo de los reactores
de impulsión y eso hizo que la nave alcanzara tanta velocidad en el salto. La
energía principal procedía del núcleo de la bomba dimensional... como no
teníamos tiempo durante la emboscada, no cambié las frecuencias del núcleo y
ahora estamos en la época en la que la bomba estaba calibrada desde el
principio... que es donde nos hallamos.

-¿Podremos volver a nuestro mundo de una vez?- inquirió Gloval con tono cansado.

-Sin problemas, capitán. La interferencia que nos hizo plantarnos en el futuro
ya está suprimida al integrar la bomba dimensional en nuestros equipos de
impulsión. Ahora podemos hacer el salto a nuestro antojo. Pero tenemos una
cuenta pendiente.

La "cuenta pendiente" avanzó un paso y preguntó a Gloval si todavía guardan el
paracaídas y el bote hinchable salvavidas que tenía consigo poco después de que
los zentraedi le derribaran. Gloval dijo que sí.

-En ese caso, con su permiso, capitán, quisiera que algún Veritech me dejara
cerca del portaaviones, flotando en el agua para que me recogieran...

El doctor Lang le proporcionaría un localizador de señales adecuado. Sería
cuestión de tiempo de que el U.S.S. Eissenhower le localizara y le rescatara.

-Antes de ejecutar la transposición- dijo Lang al capitán- sería mejor que
elevara el SDF-1 a tres mil metros. A no ser que quiera llevarse la isla Macross
con la fortaleza como sucedió en Plutón.

Demonios, pensó Gloval, Lang era un auténtico pelmazo, pero tenía toda la razón.

Rick Hunter se encargaría de dejar al mayor Simpson donde él le solicitara. Duke
se despidió del capitán, del doctor Lang y de todas las jóvenes oficiales del
puente. Esperaba no volver a verles nunca más. No es que fuera mala gente...
pero si volvía a verlos significaba que el mundo "normal" de finales del siglo
XX y el azaroso mundo de las guerras Robotech se habrían mezclado de nuevo...

Puente del U.S.S Eissenhower.

-Rectifique el rumbo, almirante Barnes- insistió el Fumador al comandante del
portaaviones.

-Mi obligación investigar esa cosa y ver si es una amenaza para mi barco- dijo
el almirante, deseando poner bajo arresto a aquel personaje tan siniestro.

-Aquí no ha sucedido nada- dijo el Fumador, en tono de proclama.

-¿Porque usted lo dice?.

-Almirante, de momento me estoy mostrando respetuoso. Si no me obedece...

-¿Desde cuando un civil da órdenes a un militar?.

-Tendrá problemas... - dijo el Fumador aspirando una bocanada de humo.

El operador de radar Victor Meadows avisó al almirante Barnes. Tenía el
rastreador enfocado en la isla Macross (en aquel siglo XX no se llamaba así) y
según las lecturas, la "cosa" se estaba elevando sobre la isla.

Cuando llegó a los tres mil metros de altitud, el contacto se desvaneció.

-¡Recupere el contacto!- vociferó barnes.

-No está, señor- después de unas cuantas pasadas del radar, el hecho ya era
oficial. El SDF-1 se había desvanecido.

-Envíemos una patrulla de reconocimiento- sugirió el coronel Gerald Wise.

De pronto, Meadows recibió en la consola una señal de otro tipo. La señal de
auxilio de un piloto derribado.

-Podría ser el mayor Simpson- opinó el operador de radar.

El Veritech de Rick Hunter al haber volado a baja altitud, había pasado
inadvertido para el radar del portaaviones.

-Un helicóptero de rescate para esas coordenadas cuanto antes- dijo Barnes con
voz autoritaria. Si rescataban al mayor Simpson, el día habría terminado bien.

-Sí, señor- dijo el coronel Wise.

Barnes dirigió una mirada de desprecio al Fumador.

-Como vuelva a decirme lo que tengo que hacer- dijo al Fumador, que seguía
impasible- Le encierro en un calabozo. ¿Me ha oído bien?.

Mulder y Scully se hallaban en el puente, presenciando la escena. Se aliviaron
al saber que posiblemente el mayor Simpson estaba vivo. Daba igual como había
logrado volver.

-El Fumador hará que todo esto nunca lo sepa nadie- dijo Mulder.

-¿Tú crees?.

-Estoy seguro. ¿Te has fijado como se encaraba con el almirante?.

Scully dirigió una mirada a Mulder.

-Mulder... - dijo ella- Cuando me dijiste que querías casarte conmigo...
¿hablabas en serio?.

El pensó que ella estaba dormida cuando se lo propuso.

-Sí, y lo mantengo- dijo Mulder, esperanzado.

Scully le abrazó y le dio un beso en los labios.

Otra historia que terminaba bien aquel día.

A siete kilómetros del U.S.S. Eissenhower.

El helicóptero de rescate echó un cable, y Duke se asió a él. Un torno se
encargó de enrollarlo y en un minuto, Duke había sido rescatado del mar.

-¿Qué tal, señor?- le preguntó un oficial médico practicándole un primer examen
y alzando la voz para hacerse oír entre el ruido de las aspas al batir en el
aire.

-Bien, gracias.

El helicóptero puso rumbo de vuelta al U.S.S. Eissenhower. Menos mal que el
doctor Lang le había dado un señalizador. Si no, no hubieran podido encontrarle.
El oficial médico le habló de lo sucedido, algo acerca de un gran meteoro que se
había estrellado en una isla y se había desvanecido en el radar. Los
helicópteros de reconocimiento enviados sólo habían encontrado evidencias de un
gran impacto, pero nada más. Duke fingió interés por la historia.

Ahora era tiempo de descansar. Se preguntó si Mulder y Scully se hallarían en el
portaaviones. Le encantaría hablar con ellos, pues serían los únicos que le
creerían.

Resultaba triste pensar que el mundo futuro del SDF-1 sería una continuación de
la guerra contra los zentraedi. Duke deseó mentalmente a Gloval y compañía toda
la suerte del mundo. La iban a necesitar.

Y resultaba llamativo, pensaba Duke, que de todo aquello que había pasado, se le
hubiera quedado algo en la cabeza... una cancioncilla. La había oído dentro del
SDF-1, sonando en un transistor, mientras estaba hablando con el doctor Lang en
su laboratorio antes de subir al puente... se titulaba "It´s you" y la cantaba
Min Mei. Se le había pegado, y Duke comenzó a canturrearla distraídamente.

"I always think of you

dream of you late at night.

What do you do

When I turn out the light?

No matter who I touch,

It is you I still see.

It´s touch and go,

but no one touches me...

It´s you I miss,

It´s you who´s on my mind..."

Era de letra simple y romántica.

-¿De quien es esa canción?- preguntó el oficial médico.

-Uff... ni se lo imagina- dijo Duke, cansado.

-¿Dónde la ha oído?.

-Ni se lo imagina- repitió Duke, sonriendo- La oí en Bosnia, hace cuatro años.

La primera mentira que Duke dijo en su mundo. Y probablemente vendrían muchas
más.

No había nada como volver a casa.