2029: Fuga de Ciudad Monumental
Capítulo 1: Nuevos enemigos, viejas tácticas.
Jost
AP13/accion/aventura/universo_paralelo/crossover: The X-Files
Esta es la continuación de "1999:Rescate en Macross".
2029: Fuga de Ciudad Monumental.
Capítulo I: Nuevos enemigos, viejas tácticas
Disclaimer: Expediente X
es propiedad de Fox y 1013 Productions. Robotech es
propiedad de Harmony Gold.
Orbita Lunar.
"Bueno, parece que
por fin algo sale bien a la primera" pensó el capitán Gloval
mientras el SDF-1 terminaba de ejecutar la maniobra de transposición.
Era un
buen augurio que la fortaleza se materializara justo donde tenía que
haber
llegado en la primera transposición fallida, hacia... ¿cuántos
meses habían
pasado desde aquello?.
Primero habían estado
soportando a las tropas de Breetai y luego, aquella misión
que les había obligado a retroceder al siglo XX para evitar que Khyron
se
saliera con la suya. Habían conseguido que todo acabara bien, incluso
que los
agentes Mulder y Scully se reencontraran y volvieran a salvo a la Tierra.
-Maniobra finalizada, señor-
dijo Claudia Grant comprobando los instrumentos.
Acto seguido, Lisa Hayes conectó el radar de largo alcance.
Gloval se planteó
el contactar con el Cuartel General de la Tierra Unida. Habría
que informarles del desenlace de aquella azarosa aventura. Y de que gracias
al
doctor Lang, el SDF-1 era capaz de traspasar las barreras del tiempo y del
espacio.
-Capitán, sucede algo extraño- dijo Lisa Hayes.
Gloval se acercó a ella. Lisa le enseñó la pantalla.
-Son las estrellas- dijo la oficial- Las constelaciones no están donde deberían.
Tal vez habían errado la fecha de regreso. Sería cuestión de averiguarlo.
-Y también... -Lisa
estaba confusa- No hay rastro de naves zentraedi en ningún
sector.
Gloval sacó su pipa y se la llevó a los labios, como si fuera a fumarla.
La pantalla de Lisa, de súbito, detectó seis grandes objetos.
-Es curioso- comentó
Lisa, pensando en voz alta- Me siento más tranquila cuando
hay zentraedis que cuando estamos sin enemigos.
Gloval hizo un leve gesto de asentimiento.
Seis grandes objetos, si.
Pero el radar no los reconoció
como naves zentraedi. Gloval pensó que debían
tratarse de un modelo no identificado que no estaba en la base de datos del
ordenador.
Nave de mando de los Maestros de la Robotechnia.
"Es absolutamente imposible"
pensaron las tres mentes del Triunvirato al
unísono.
Imposible... las ruinas
del SDF-1 se hallaban en la Tierra... los Maestros de la
Robotechnia se habían pasado quince años de viaje para llegar
allí... y ahora
resultaba que el SDF-1 estaba a un tiro de piedra, ahí mismo... intacto.
¡La fábrica
de protocultura, donde Zor había ocultado la matriz que prometía
a
los Maestros la inmortalidad!.
SDF-1.
-Señor, una de las
naves se está separando de la formación- dijo Lisa con voz
neutra.
Era la rutina. Pero Gloval
no ordenó a los Veritechs despegarse ni decretar el
zafarrancho de combate. Antes quería ver que nuevo tipo de nave tenían
los
zentraedi, ya que, a juzgar por las lecturas del radar, sus dimensiones eran
muy
aparatosas. La flota enemiga se hallaba a 35000 kilómetros de la Luna,
y el
SDF-1 estaba en órbita detrás de la cara oculta.
Pasaron los minutos. Gloval y sus subordinadas se hallaban a la expectativa.
-Maximización total de la imagen- ordenó el capitán.
Claudia pasó la señal
del radar a la pantalla principal. La imagen se veía con
multitud de interferencias, pero la nave enemiga mostraba sus detalles.
A Gloval aquello le olía a chamusquina.
La nave no era el típico
crucero zentraedi de color verde oscuro. Parecía más
bien un gigantesco trozo de roca excavado de la tierra con formas regulares
y
con un relieve superficial muy barroco, de tonos violáceos.
Era en esos momentos cuando a Gloval más le apetecía fumar en pipa.
-Está a cinco mil kilómetros- dijo Claudia.
-Esperemos- dijo Gloval,
figurando que sabía lo que había que hacer y cuando
hacerlo.
Aquella prudencia excesiva dio a la nave enemiga unos minutos preciosos.
Nave de combate número 3 de la armada de los Maestros de la Robotechnia.
El SDF-1 se hallaba a tiro.
La gigantesca nave que se
había separado de la formación se aprestó al combate.
De su superficie emergieron docenas de cañones escamoteables que se irguieron
como pinchos programados por el ordenador de la nave. Un breve cálculo
de
coordenadas bastó para asegurar el blanco.
Segundos más tarde,
cada cañón disparó. Una descarga por separado podía
destruir
un caza Veritech partiéndolo de dos.
Las descarga simultánea
de doscientos cañones como ése podía aniquilar por
completo un crucero de la flota del ejército de la Cruz del Sur.
SDF-1.
-¡Nos disparan, señor!- exclamó Sammie sabiendo que era tarde para remediarlo.
A Gloval apenas le dio tiempo
para activar la defensa ojo de alfiler. Pero de
nada serviría. Aquella nave tenía el triple de alcance de un crucero
zentraedi
convencional. Y el ataque de aquellas descargas iba dirigido a toda la
superficie del SDF-1.
Si Gloval hubiera tenido
desplegadas todas las baterías lanza misiles del equipo
Reflex sobre la cubierta todas hubieran quedado destruidas y el daño
habría sido
mucho mayor.
Las explosiones asolaron
toda la cubierta exterior de la fortaleza. Adentro, los
habitantes de la ciudad Macross aguantaban el ataque a salvo en los refugios,
ya
que en la ciudad estaba declarada la alerta preventiva.
Las antenas de radar y la
mayor parte de las secciones de los portaaviones
Dédalo y Prometeo no sufrieron excesivo daño. Pero aquel fue el
peor ataque
lanzado contra el SDF-1 desde que los zentraedi atacaron la isla Macross.
Gloval ni siquiera quiso
oír el informe de daños. Sólo quería contraatacar
a
toda costa, y utilizó la única arma que garantizaba el éxito
total.
-¡Preparen la transformación
modular!- ordenó a pleno pulmón Gloval, furioso
consigo mismo por no haber podido prever una andanada tan devastadora.
El SDF-1 comenzó
a moverse por dentro. Poderosos engranajes unieron secciones,
dividieron otras, mientras varias esclusas se abrían y cerraban a la
vez.
Claudia dijo que los reactores
principales estaban dañados y que eso retardaría
el proceso de transformación total.
"Cincuenta segundos más de lo normal" pensó Gloval. Cada segundo era vital.
Le hubiera encantado hacerlo
como en el "blitzkrieg" de los anillos de Saturno,
clavando una de las dos extremidades del SDF-1 en el crucero zentraedi y
reventándolo a base de misiles.
-Transformación modular terminada- dijo Kim.
Por lo menos, la nave enemiga
no había aprovechado para atacarles en ese momento
tan critico.
El hacer blanco no estaba
asegurado al cien por cien. Habría que utilizar toda
la potencia disponible, y el objetivo se hallaba en el límite del alcance
del
arma principal.
-Cinco... cuatro... tres...
dos... uno... -Lisa entonaba trémula la cuanta
atrás, con todas las luces rojas de alerta de la consola iluminándose
sin parar.
-¡ABRAN FUEGO!- exclamó Gloval.
La traza de energía
que salió proyectada de los "hombros" de la gigantesca
fortaleza recorrió la distancia de mil kilómetros en menos de
un segundo.
Una expresión de
asombro y miedo inundó a Gloval y a su tripulación. El rayo de
energía del SDF-1 pareció rebotar contra la nave enemiga... como
si una barrera
le impidiese entrar en su fuselaje y la repeliera.
Un susto momentáneo.
Aquella resistencia se desvaneció
en segundos. La nave sucumbió al rayo, volando
en miles de pedazos e iluminando al gravemente herido SDF-1.
Gloval respiró hondo. La amenaza había sido conjurada.
Ordenó que el comandante
Fokker y varios escuadrones de Veritechs más salieran a
escoltar al SDF-1.
Los daños habían
sido cuantiosos. Mientras acababan de recabar información de
todos los sectores de la nave, sonó el teléfono de la consola
del capitán
Gloval.
-¿Capitán?- le preguntó una voz. Era el del doctor Emile Lang.
-Dígame, doctor.
-Los mecanismo de impulsión apenas pueden rendir a un cuarenta por ciento.
Gloval soltó un bufido.
-¿Alguna buena noticia?- preguntó retóricamente.
-Le agradecería que
bajara a mi laboratorio, señor. Si se confirman mis
sospechas, me temo que estamos metidos en un grave problema.
Nave de mando de los Maestros de la Robotechnia.
EL Triunvirato acababa de comprobar que los terrícolas venderían caro el SDF-1.
Ahora que lo tenían
tan a mano... No podrían escapar. No importaba que la
fortaleza quedase destruida, con tal de que recuperasen la matriz de
protocultura.
Se imponía un cambio de estrategia.
Por de pronto, el Triunvirato
suspendería las acciones militares sobre la
Tierra; más en concreto sobre la zona de Ciudad Monumental.
Cuartel General del ejército de la Cruz del Sur.
En el centro de mando se
vivía una especial intensidad. Desde hacía tres cuartos
de hora, la nave de los Maestros de la Robotechnia que orbitaba la Tierra se
había desplazado para reunirse con la flota que estaba en la cara oculta
de la
Luna.
Era raro, pensaba el general
Rolf Emerson. Raro, pero por lo menos daba un
respiro al castigado ejército de la Cruz del Sur el cual se había
visto muy
dañado por las incursiones de los biorroids. Por lo menos, el 15º
escuadrón
seguía intacto.
Entró la oronda figura
del comandante Anatole Leonard. Los oficiales que estaban
sentados frente a las consolas se levantaron de sus asientos y se cuadraron,
saludando militarmente. Leonard respondió a los saludos.
-Buenos días, señor-
dijo Emerson a Leonard después de cuadrarse y saludarle el
también.
-Informe, general.
-Lo que ve- dijo Emerson
señalando una gran pantalla a donde llegaban los datos
de la defensa orbital.
Leonard estudió bien la pantalla.
-Un cambio de pauta- observó el comandante supremo.
-Sí, señor.
Parece como si algo les hubiera traído hacia la cara oculta de la
Luna.
-¿Y CUANDO SE SUPONÍA
QUE IBA A AVISARME DE ESTO?.- dijo Leonard con visible
irritación, para que todos los oficiales presentes le oyeran.
Emerson desvió la
mirada. Al comandante siempre le gustaba estar informado de
todo al instante y las relaciones entre ambos distaban mucho de ser cordiales.
-Pensábamos que la
nave en órbit terrestre sólo se estaba reubicando, señor-
se
excusó Emerson.
Leonard leyó bien
los datos que ofrecía la pantalla... al otro lado de la
Luna... que interesante.
-Podríamos adelantar la ofensiva final- dijo Leonard, sonriendo con malicia.
"¿La ofensiva
final?" pensó Emerson "¿Con las comunicaciones con la
base lunar
interrumpidas?".
-¿No le parece una buena idea?- preguntó Leonard, ante el silencio del general.
-No, señor. Tenga en cuenta que nuestra flota necesita tiempo para...
Leonard hizo un gesto con la mano, interrumpiéndole.
-General... ¿No le
he dicho ya que tenemos entre manos una guerra y no un
ejercicio de diplomacia intergaláctica?.
Laboratorio del doctor Lang.
SDF-1.
-Explíquemelo de
nuevo, a ver si le entiendo- dijo Gloval llevándose la mano a
la frente- ¿Quiere decir que no estamos en el año 2009?.
Lang se lo volvió
a explicar de forma más simplificada. Gloval recordó como
Mulder le había hecho llegar a la conclusión de que en el 1999
en el que estaban
no se estrellaría el futuro SDF-1, porque aquella era una realidad diferente.
Lo
que contaba Lang estaba en la misma línea... pero era bastante más
peliagudo.
-Según mis cálculos,
estamos en nuestro mundo- dijo Lang- Aunque veinte años más
tarde.
Por eso Lisa decía
que las constelaciones no estaban en su sitio. Hasta ahí
Gloval lo entendía. Pero, ¿Por qué habían llegado
hasta ahí?.
Lang revisó sus notas e hilvanó su teoría.
-Logré conseguir
que nuestros elementos de impulsión generaran antimateria para
desplazarnos en el tiempo y en el espacio para desbaratar los planes de Khyron.
El problema es... que hay un factor externo que nos ha hecho llegar hasta aquí.
-¿Y cual es?.
-La bomba dimensional zentraedi.
Pensé que al estallar se desintegraría sola
llevándose consigo a ese piloto del siglo XX. Me temo que al estallar
ha
provocado una interferencia en la línea espacio temporal, haciendo que
el SDF-1
se cuele por ella y trasladándonos hasta este futuro. Y capitán,
puede decirle
sin dudas que éste es nuestro mundo. La nave que nos atacó estaba
equipada con
robotechnología mucho más avanzada que la de los zentraedi, y
no digamos en
comparación con la nuestra.
-Ni siquiera sabemos si
son zentraedi- murmulló Gloval. Procuraba traducir
aquello en aspectos militares. Un mundo futuro y un enemigo futuro poderoso.
El
SDF-1 no soportaría un ataque combinado de la flota enemiga.
-¿Alguna solución?.
-Hemos de volver a nuestro tiempo- sentenció Lang.
Era más fácil decirlo que hacerlo.
-Necesito subir al puente,
capitán- dijo el científico- Si la interferencia de
la bomba nos ha hecho llegar aquí, es casi seguro- "probable"
era la palabra
acertada, pensaba Lang- que la bomba dimensional zentraedi se halle en la
Tierra. Si la encontramos, deberíamos traerla aquí. Acoplando
el núcleo de la
bomba a nuestros generadores de antimateria, podríamos anular la interferencia
y
volver a casa.
Era mejor que nada, pensó Gloval.
-¿No podríamos intentar otra transposición?- sugirió el capitán.
-Podríamos perdernos
en el hiperespacio. O aparecer en Plutón... o en el otro
extremo de la galaxia.
Ora vez Plutón no, por favor.
Gloval llenó de tabaco su pipa y la encendió. Allí no estaba prohibido fumar.
-Veálo así,
capitán- dijo Lang interpretando el silencio de Gloval como un
asentimiento tácito- Esto nos enseñará a no jugar más
con el tiempo.
Dependencias de la Policía Militar de la Cruz del Sur (GMP).
Celda número 7.
La obligación de todo preso, pensaba Duke, era intentar la fuga.
El mayor de la U.S. Navy
tenía ahora algo a su favor. La comandante Satori le
había encerrado en aquella celda. Una hora más tarde, se personaron
dos
centinelas para trasladarle a una sala de interrogatorios.
Antes de que le esposaran,
Duke cogió desprevenido a uno de los guardias. Se
abalanzó sobre el que estaba más cerca de él, le arrebató
su pistola y se la
apuntó en la sien. Con un brazo le apretaba el cuello, y con otro hacía
un gesto
obvio; o me dejan salir o me cargo a este infortunado.
El otro centinela le dejó pasar.
Duke salió de las dependencias sin soltar a su rehén.
-¿Hablas inglés, no?- le preguntó Duke.
El otro asintió.
Duke vio una extraña moto sin ruedas aparcada a diez metros de él.
Era de noche, una noche
con el cielo limpio y estrellado. Duke se acercó a la
moto. Parecía una Harley Davidson por su gran manillar.
Se montó en ella,
sin dejar de apuntar a su rehén. La moto funcionaba pulsando
un gran botón rojo. Al presionarlo, Duke descubrió que la moto
se elevaba varios
centímetros sobre el suelo. ¡Una moto aérea!.
Aceleró girando uno
de los mangos del manillar. Perfecto, ya tenía un medio de
transporte. Dejó atrás a su rehén y enfiló hacia
la primera salida que
encontrara. Logró salir del recinto por una entrada reservada a camiones.
El
centinela que estaba de guardia en la garita le había dado el alto y
después de
que Duke se saltara la barrera a toda velocidad le disparó con un fusil
mientras
se alejaba en la oscuridad.
Y la cuestión era... ¿A dónde ir?.
Enfiló hacia un espeso bosque.
La única diferencia
entre aquella situación y la que viviera en Bosnia en 1995
era que allí le perseguían serbios rabiosos armados con metralletas
rusas. Duke
oyó sirenas detrás de él. Le perseguían un par de
furgonetas con las siglas GMP
pintadas en los lados.
Nave de mando de los Maestros de la Robotechnia.
El Triunvirato, pensaba,
reflexionaba. Para empezar, sería mejor apoderarse de
la fortaleza y para ello habría que imitar las tácticas que los
zentraedi usaron
durante la Primera Guerra Robotech. Bueno, para eso tenían a los biorroids,
¿no?.
Pero entre los cientos de
biorroids que envarían para atacar al SDF-1 habría uno
especial. El que pilotaba el clon de Zor Prime. Cuando llegara al SDF-1, sus
recuerdos ancestrales se reactivarían y le guiarían al lugar donde
se hallaba la
matriz de protocultura.
Continuará...