fanfic_name = En la Tormenta
chapter = 7
author = Seferino Rengel
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta
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PARTE 7: LOS JUEGOS DE LA GUERRA
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Desde la muerte de Roy, Engel ha estado mas sumido en lo que hace,
tanto que se a aislado de todo lo que sucede fuera del laboratorio,
solo en los fugases reportes al Capitán Gloval y en sus idas y venidas
a su habitación a salido de allí.
En algunos días, incluso no ha salido, quedándose a dormir en la
silla de la oficina. Ha tenido que concentrarse tanto en el nuevo
trabajo que prácticamente impuso al equipo trabajar en aislamiento de
todo lo que sucede. Hace dos días que se dio la orden de diríjase a la
región de Ontario pero mientras se encuentren en nivel de alerta, nadie
debe salir a celebrar.
Al menos eso es lo que piensa Engel, quien baja corriendo los dos
tramos de la escalera. El lugar mas que un laboratorio parece el
interior de un submarino, mas que todo por la penumbra de algunos
pasillos y por los estrechos pasillos. El lugar choca completamente con
el resto del ambiente en el Macross, con largos y amplios pasillos
iluminados.
En dos semanas han logrado empezar a hacer su trabajo, sobre todo
fueron traídos tres mísiles RMS desde el hangar del Prometheus hasta
aquí. Uno se encuentra abierto exponiendo el núcleo de reacción,
mientras que el segundo se encuentra completamente desarmado sobre una
mesa. Cuándo la puerta se cierra a sus espaldas, solo llega a sus oídos
el siseo del sistema de climatización y la voz de alguien cantando '¡Oh
Canadá!, tierra de nuestros ancestros...'
Engel tantea con las manos enguantadas el núcleo de
superdimensiónal. Es increíblemente frío al tacto, y el aspecto pulido
de su superficie le da la apariencia de ser de cristal, pero es de
metal de increíble dureza. Es una pieza de precisión absoluta, una
décima de milímetro de desnivel y solo es una pieza de metal bonita.
Pero en la perfección es una obra de arte, incluso parecía una joya de
gran tamaño. Y uno se pregunta como algo tan bello puede ser tan
mortal.
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En la orbita terrestre, las naves Zentraedi han estado simplemente
como espectadores impasibles de lo que sucede con la nave. Esto
exaspera al limite a Quamzin quien discute con Laplamiz sobre por qué
él no puede atacar el Macross.
"No entiendo lo que esta pasando, pero mis ordenes son las de no
atacar hasta que regresen nuestros espías". - dice Laplamiz sin mirarle
y cruzada de brazos.
"¿Es que no te das cuenta que la nave a regresado a su planeta?. Es
el mejor momento para atacarlos."
"Ya hemos hablado de eso. Estoy de acuerdo contigo, pero tenemos
órdenes."
"Ordenes estúpidas."
"Es cierto. Pero son órdenes y yo me limito a cumplirlas". - y sin
mas Laplamiz corta la trasmisión sin esperar otro comentario de
Quamzin.
Después, se queda en silencio un buen rato, pensando en las ordenes
que le dieron. Desde hace días ha estado pensando en el motivo de estar
allí sin hacer nada, mientras la nave enemiga se encuentra sobrevolando
su planeta. La actitud de los micrones le ha parecido extraña. Desde
que llegaron a su planeta solo han estado sobrevolando varios centros
de población, sin disponerse a defenderse mas activamente o colocarse
en una posición.
Si hubiera sido ella, se hubiera resguardado en un punto, y hacerlo
invulnerable a los enemigos. Pero no es ella, y es difícil entender el
modo de pensar de estos micrones. Quizás esas sea la razón que tiene el
Comandante Supremo Bodolza al enviar espías a la nave. Aunque no cree
que tenga utilidad practica.
Antes de pensarlo mas, se abre la puerta del centro de control.
Antes de terminar de voltearse, se da cuenta de quien es.
"Que oportuno que estés aquí Miria, necesito tu ayuda con Quamzin...
otra vez". - dice Laplamiz cuando Miria se detiene en el centro de la
habitación. En un momento se da cuenta de algo. Al parecer Miria dice
algo ininteligible en voz baja.
"Comandante, vine a solicitarle permiso para hacerme una espía
Micrón". - dice Miria, al darse cuenta que no la escucho ala primera
vez.
Las palabras de Miria extrañan muchísimo a Laplamiz, que la cosa le
parece...
"Inconcebible, que la mejor piloto de las fuerzas Zentraedi se
convierta en espía, simplemente no tiene sentido."
"Laplamiz, no tengo otra alternativa, y lo sabes."
"Entiendo". - dice Laplamiz, deduciendo acertadamente las razones de
Miria para esta locura.
Aun así le da su consentimiento.
Luego de que Miria sale de la habitación, Laplamiz se queda
nuevamente en silencio, observando el espacio a través del gran
ventanal de la nave. Pasa un largo rato acariciando el borde de su capa
hasta que se le cansan los dedos, luego se golpea distraídamente la
barbilla hasta que recuerda algo que le dijo una oficial hace un
tiempo.
Desgraciadamente para esto necesitara la ayuda de Quamzin.
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No había pasado ni 24 horas desde la llegada del mensaje del
Gobierno Autónomo de Ontario, cuando Macross ya se encuentras
sobrevolando la región. Esta vez, las celebraciones por parte de los
civiles fueron nulas. Al parecer están disponiéndose a solo empacar y
bajarse de la nave, ni esperar a que suceda otro percance que les
obligue a quedarse un día mas en esta nave.
Pero el destino es cruel y hace que los mejores planes se vallan a
la basura. Cuando el Macross entra en el espacio aéreo de la ciudad de
Ottawa, luego de un breve sobrevuelo sobre el lago Ontario, ya ha caído
la noche, de hecho mucho del personal y las personas a bordo de la nave
se encuentran cenando y preparándose para ir a dormir, ignorantes que
en el espacio exterior, las fuerzas de Quamzin, empiezan un precipitado
reingreso atmosférico para atacarles.
"No podemos arriesgarnos a iniciar una batalla aquí. Misa, ordena
alerta roja para todos los pilotos". - ordena Gloval.
Antes de que se aproximen lo suficiente, los escuadrones de Valkyrie
ya están en el aire. Es el primer ataque de importancia luego de la
muerte del Mayor Focker, y el segundo en que el Capitán Engel no
participa. Este ultimo se encuentra enclaustrado en el laboratorio de
armas de reacción, preocupado pro lo que sucede en el exterior y más
aun, por la inutilidad de su trabajo en este momento. Deja lo que hace,
o sea, nada, y se dirige por las escaleras, pasillos y ascensores, en
ese orden, hasta la torre del Macross, y más que todo hasta el CIC
(centro de información de combate).
Alrededor de él, los operadores contemplan sus consolas y envían
instrucciones a las naves caza, hablando a través de sus auriculares,
con voz suave para no interferir con los demás. La habitación esta en
penumbras, solo iluminada por las luces parpadeantes de las pantallas y
por la tenue iluminación rojiza. Hacia arriba puede verse la gran
ventana en forma de burbuja y justo en lo alto, el puente de mando de
la nave, donde debe de encontrarse el Capitán Gloval.
De lado al ventanal hay una gran pantalla plana mostrando la
situación, a vista de pájaro de las zonas que rodean al Macross. Engel
tiene la vista fija en ella, donde puede seguir el desarrollo de la
batalla, así como la vida y muerte de muchos pilotos, que en la
pantalla son simples puntos que se desvanecen.
Aunque la batalla parece concentrada en un sector, puede ver como
desde un lado de la imagen, un solitario punto hacer recorridos en
zigzag, como si tratara de esquivar el fuego enemigo y sobre todo de
eludir, tal vez evitar la confrontación. En eso, un segundo punto
atraviesa la imagen, como si le imitara.
"¡¿Qué demonios esta pasando allí?!". - exclama exasperado un
oficial mirando lo mismo.
Los movimientos son rápidos, los dos puntos llegan hasta el Macross,
se mantiene fijos unos segundos y luego se van por el lado contrario al
que llegaron. Al parecer los dos vehículos enemigos llegaron,
literalmente tocaron al Macross y siguieron de largo. A Engel le
hubiera gustado que uno o dos Valkyrie los persiguieran, pero en ese
instante, el centro de control se encuentra en Código Uno, o sea, solo
están vigilando lo que puede ir mal.
La fuerza enemiga esta vez se apoya mas en cinco cruceros que en la
fuerza de sus cazas, lo cual demuestra que los planes son de ir por la
cabeza, en lugar de la cola, quieren destruir al Macross con toda su
potencia de fuego.
En lugar de atacar directamente, Gloval decide que lo mejor es
defenderse, por lo que ordena activar la recientemente configurada
barrera omnidireccional a pesar de que no pueden dispara con ella
activada, aunque ahora que hemos encontrado un lugar para los civiles
la prioridad es protegerlos.
La nave se rodea de una fluorescencia verde amarillenta. En un
primer momento las cosas van de maravilla, los disparos enemigos dan de
lleno contra la barrera y los daños al Macross son cero. Pero aun así,
los Zentraedi continúan con sus disparos, llegando, sin proponérselos,
a sobrecargar el sistema. La barrera pierde estabilidad, mientras que
ahora la prioridad de los Valkyrie, es la de inutilizar a las naves
atacantes, ya que de un momento a otro algo le va a pasar a la barrera.
Pero todo es inútil, la orden de retirada es dada a todos los grupos
de ataque. La barrera explota y manda una onda de ráfaga que se
extiende rápidamente y destruye varias naves Zentraedi. La nave de
Quamzin escapa sin daño cosa que no ocurre con las demás, y
lamentablemente, muchos de los Valkyrie corren la misma mala suerte.
Toda la nave se estremece violentamente y todos quedan segados por
el repentino y fugaz resplandor del exterior. Luego todo queda en
oscuridad, mientras el Macross parece caer, para luego venir un choque
mas violenta, que tira a todo el mundo al suelo. Engel cae de bruces y
se golpea contra el filo de una de las consolas.
La explosión, equivalente a la detonación de un arma nuclear de casi
126 megatones, estremece con una violenta onda de choque a miles de
kilómetros de distancia, y arrasando completamente todo en un radio de
50km. El Macross había caído en el cráter formado por la detonación. El
cráter donde anteriormente estaba la ciudad de Ottawa.
La esperada y evidente llamada del gobierno Autónomo de Ontario no
tardo en llegar. Apenas el Macross tiene energía y empieza a alzarse
por lo aires, cuando el resignado Capitán Bruno Gloval levanta el
teléfono de su despacho para hablar.
La Región Autónoma de Ontario llamaba a la nave solo para decir que
ahora se niega a tomar a los civiles.
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Pareciese que incluso sin hacer nada, Engel regresa una y otra vez a
la enfermería. Incidentalmente, es la doctora Natasha Mieklin quien le
revisa y sobre todo, le examina los ojos con su linterna, luego de
cocerle la herida de la frente. Mientras la doctora le examina, se
pregunta si ella seguirá algún protocolo que aprendió en la escuela de
medicina. Uno, regañar al paciente; dos iluminarle los ojos con la
linterna... increíblemente fue el único que salió herido en el centro
de información de combate.
Es casi medianoche cuando regresa a su habitación. Enciende el
televisor, solo para encenderlo, ya que dentro de poco cerrara la
emisora. Lo único que se encuentra es un reportaje, en vivo, sobre el
estado de Lynn Minmay, que esta hospitalizada por algo que nadie dice
que tiene.
Pero en vez de hablar de la salud de la cantante, lo que escucha es
una airada conferencia contra la guerra y que es una locura sin
sentido. Engel solo se asoma para ver quien hablar. Luego se pregunta
si ese sujeto es un retardado mental o es que no se ha enterado el muy
tarado de que estamos luchando contra extraterrestres que no se
rendirán por su retórica hippie de paz y amor.
Hombre y mujeres acaban de perder su vida hace unas horas porque el
enemigo ataco. Pilotos que se encontraban tranquilamente sentados y
haciendo lo que siempre hacen, pero el enemigo los impulso a pelear,
atacando primero, sin razón aparente. Ahora esos pilotos yacen muertos,
sus familias lloran sus perdidas. Y ahora el sujeto dice que la guerra
es culpa de los militares, como si los extraterrestres no fueran los
atacantes. Le da tanta ira sus palabras que empieza a registrar
enloquecido las gavetas en busca de su arma, pero cuando la encuentra y
la carga, ya sus deseos de ir a meterle una bala en la cabeza a ese
idiota se han desvanecido.
Aunque Engel, en su mente bloquea la idea de que fueron los humanos
los que primero jalaron el gatillo. Su mente esta demasiado nublada
para darse de cuenta de esa sutileza.
A varios cientos de metros de allí, en la ciudad, los tres espías
Zentraedi, de nuevo tomándose el día en sus investigaciones, miran la
misma entrevista y se dan cuenta que muchas de las cosas que dice son
ciertas, e incluso están de acuerdo con él.
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El Macross se encuentra descansando sobre las frías aguas del
atlántico norte. A pesar de estar tan al norte, y sobre todo en esta
época del año, el mar esta muy calmado y el clima templado, en parte
debido a las consecuencias climáticas causadas por esta misma nave hace
ya mas de diez año.
Él animo alrededor de la nave ya era lo suficientemente sombrío, y
la ultima batalla sólo se agrega a eso. La esperanza de encontrar un
asilo seguro para los civiles se fue al diablo cuando la sobrecarga de
la barrera destruyo completamente una ciudad entera. Y no hablar de los
aprovisionamientos de ultima hora, hechos casi obligatoriamente por la
UNSpacy, que en un intento desesperado por iniciar el viaje del
Macross, a incluso llegado a enviar casi un centenar de pilotos.
"Pobres niños ilusos" piensa Engel mientras observa como los jóvenes
- muchos de ellos sonrientes - se forman en pulcras hileras sobre la
cubierta de vuelo del Prometheus.
Algunos parecen recién salidos de la adolescencia. Algunos se habrán
incorporado al ejercito en busca de aventura, aunque algunos se hacen
soldados porque no tiene otra opción, luego de casi cinco años de
guerra, muchos habrán perdido a sus familias, y alistándose en él
ejercito puede encontrar un lugar para sobrevivir.
A Engel no le entra en la cabeza que en estos tiempos esos reclutas
peleen por defender su nación, su identidad cultural y por su planeta.
Sabe que los chicos que alistaron de la población de Ciudad Macross lo
hicieron para la supervivencia de la nave y de sus familias.
Moscú fue destruido cuando esta misma nave cayo sobre la Tierra.
Cuando la Unión Soviética paso a ser la Región Administrativa Rusa
(posteriormente la Federación de Rusia), varias ciudades, incluyendo su
adorada San Petersburgo, fueron destruidas pro las mismas armas que
había ayudado a construir. Quizás había sido inocente o iluso al creer
lo que le decían sus jefes, pero ahora eso quedo atrás. Incluso, el
propio Capitán Gloval, que lo sabe todo, le a pedido su ayuda, aun
sabiendo parte de la verdad.
Decenas de helicópteros Sea Sergeant y aviones de aterrizaje corto
VC-33 literalmente traen miles de toneladas de suministros en poco mas
de dos días, los cuales son llevados al interior de la nave, sobre todo
cuando van por las calles de la ciudad, no se dejan de escuchar los
cuchicheos de toda la población civil, en la cual corre el rumor de que
pronto tendrán que abandonar la Tierra, quizás, para no volver jamás.
Engel continua inclinado contra el barandal de una de las cubiertas
de observación del Macross, cuyo cristal fue abierto para permitir
entrar el aire marino. Enciende un cigarrillo y se recarga un poco
hacia delante, mirando hacia abajo la cubierta del Prometheus. Piensa
que si cae, tardaría poco más de diez segundos en alcanzarla. Antes de
inclinarse mas, escucha los pasos de alguien acercándose.
"Capitán". - avisa su asistente, la Teniente Segundo Marta Bohn
Meyer, tendiéndole una tabla de mensaje con una hoja con sujetapapeles.
"¿Qué?"
"Lo enviaron hace una hora, el Capitán Gloval ordeno que se lo
diera, señor."
Distraído el Capitán Engel toma la hoja y la lee lentamente. Luego
de unos segundos sus dedos se crispan arrugando el papel.
"¡No puede ser...!". - exclama entre dientes luego de leer el papel.
"¿Sucede algo señor?"
Pregunta la Teniente al ver que a Engel los nudillos se le han
puesto blancos y toda la sangre a escapado de su rostro. Engel solo le
devuelve la hoja de papel y empieza a andar hacia el Prometheus.
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En una de las secciones desiertas del Macross, los tres espías
Zentraedi se encuentran terminando de armas su Pod Regult. Con casi un
mes ensamblándolo, están felices por terminar al fin. Recuerdan como
antes de venir a esta misión, les dieron una rápida instrucción de cómo
montar este Regult armable, que fue guardado en piezas dentro de su
minúscula cápsula donde habían sido traídos a bordo.
A pesar de regresar a su 'hogar', los tres sienten un sentimiento de
insatisfacción al tener que regresar a la flota Zentraedi.
"Es difícil creer que para mañana vestiremos de nuevo el uniforme
Zentraedi."
Es lo único que dice uno de ellos, recordando todas las cosas que
lograron ver y experimentar en la nave.
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Engel se pasea de un lado a otro delante de la isla del Prometheus.
Golpeando insistentemente la dura cubierta con la punta de su bastón.
Luego de media hora de espera, un helicóptero Sea Sergeant aterriza a
unos metros de allí. A diferencia de otros helicópteros, este no trae a
cuestas ninguna caja de provisiones, pero si mucho personal.
Engel se queda tranquilo esperando a que el personal descienda,
sobre todo a un trío de oficiales que corren en su dirección,
cubriéndose los ojos con una mano mientras huyen del intenso viento que
forman las aspas del helicóptero. Los oficiales se quedan de pie,
formándose para saludarle marcialmente. Engel se fija mas que todo en
la oficial que se para en medio.
Ella tiene un largo cabello color trigo, recogido en una larga cola
de caballo - anudado con una cinta rojo brillante - desde la parte alta
del cabello ondeando hacia abajo moviéndose al compás de la brisa
marina. Los ojos de Engel se encuentran con los ojos negros de gata,
aunque no deja de reparar en un llamativo e inmenso lunar rojizo en su
mejilla derecha, casi tan grande como sus ojos.
"Primer Teniente Marina Bisyarina, Fuerza Aérea, reportándose". -
dice ella, sacándole de su trance y en un perfecto, rápido y elegante
saludo.
Engel devuelve el saludo en silencio, mientras continua mirándole.
"Teniente, llévelos al Macross". - dice Engel.
"A la orden, señor."
Todos empiezan a caminar detrás de la Teniente, pero Engel detiene a
la Teniente Bisyarina, mientras que con un ademán le ordena a la
Teniente Bohn Meyer que continué.
"¿Qué haces aquí?". - pregunta Engel, quien a podido liberar la
rabia contenida desde hace rato. "¿Es que no te das cuenta en lo que te
estas metiendo? ¿Es que nunca aprendes? Te seré honesto, estamos en
guerra contra extraterrestres. Si pudiera saldría corriendo de aquí sin
mirar atrás, pero yo tengo responsabilidades aquí, pero tu, tiene
tiempo de tomar ese...". - empezó a señalar al helicóptero, pero en ese
instante despega. "Un helicóptero y regresar a tu casa."
La Teniente Bisyarina se le queda mirando, parpadea un par de veces
sin decir nada hasta que el terminara de hablar.
"¡Hola Gennadi! ¿Cómo te va? ¡Cuánto tiempo sin verte! ¿Cómo van las
cosas por aquí?"
Engel se gira fastidiado por las palabras de Bisyarina. Da una
vuelta sobre si mismo y vuelve a mirarle con una falsa sonrisa.
"Hola Marina, cuanto tiempo sin verte ¿Cuánto? ¿Qué tal estas?"
"De maravilla. Veo que has agarrado el feo vicio de fumar. Pero
dime y tu. ¿La rodilla? Veo que la tienes herida ¿La espalda? ¿Ya
sabes...?"
"Oh bien, todo depende del tiempo que haga."
"¡Dios! ¿Qué te paso en la mano?". - exclama al verle los muñones de
los dedos cercenados.
"Gajes del oficio."
"Claro, claro, claro, claro... ¿Qué? ¿Qué hay de nuevo?"
"Lo mismo de siempre, ¿y tu?"
"Ahm... pues fíjate, me ha pasado algo curioso hoy. Ahm... estaba
llegando al Macross... un viejo amigo mío, alguien que nunca me llama,
que nunca me escribe, que no veo desde hace años se me aparece y me
habla de que nunca aprendo y que debo regresar a mi casa". - empieza a
contar Bisyarina.
"¿Me vas a escuchar o...?". - empieza a preguntar Engel, quitando la
falsa sonrisa que había mantenido hasta el momento.
"Espera... déjame contártelo. Es bueno. Ese amigo mío... camarada...
un día desapareció después de acostarse conmigo, desapareció de la faz
de la Tierra, aunque su excusa es que de verdad lo hizo..."
"Debes regresar, no necesito tu ayuda aquí."
"¿Luego de todos estos años, es lo único que se te ocurre decirme?
Te seguiré el juego. No puedo regresar, tengo ordenes."
"Serás una prisionera."
"Solo una oficial que tiene ordenes. Dígame Capitán Engel ¿cómo va
su trabajo? ¿No es el juego que jugábamos?"
"Si te lo digo no vas a salir de aquí."
"De todas formas no lo haré. ¿Tienes que ponerte tan melodramático?"
"Mejor entra. No tengo ganas de discutirlo por el momento."
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A eso de las cuatro de la tarde, un helicóptero Commanchero se posa
sobre una de las cubiertas del Macross, del que desciende una Mayor de
la Spacy, con ordenes a entregar directamente al Capitán Gloval. En su
despacho, Gloval lee detenidamente ese documento durante largo rato,
mientras la Mayor espera pacientemente cualquier respuesta del Capitán.
"Espero que haya entendido las instrucciones del Alto Mando, señor".
- dice ella, al ver que Gloval baja la pagina y la coloca sobre el
escritorio.
"Es un insulto... no para mí, sino para las miles de personas a las
que el Alto Mando a asesinado". - exclama en tono suave, pero sin
ocultar su disgusto, mientras mordisquea su pipa sin tabaco.
"Ese tema ya fue discutido Capitán Gloval. Personalmente comparto
sus pensamientos, pero esas son sus ordenes."
"Ordenes desacertadas, Mayor."
"Posiblemente. Pero son ordenes y solo hay que limitarse en
cumplirlas... si me disculpa". - dice ella, empezando a salir del
despacho. "Informare al alto mando que recibió las ordenes Capitán."
Gloval ni siquiera se despide, sencillamente coloca tabaco en la
pipa mientras piensa en la forma tan cruda en que fueron redactadas las
ordenes. Se pasea un momento de un lado a otro, pensando en lo
inmisericordes y miserables que son los miembros del Alto Mando al hace
esto a miles de personas.
Se detiene de nuevo delante de la mesa y lee por enésima vez el
documento con las ordenes. El Alto Mando de la UNSpacy le ordena que el
Macross debe dejar las zonas cercanas a la Tierra dentro de 24 horas y
mantener a los refugiados a bordo de la nave. Si no cumpliera las
ordenes en el plazo establecido el Macross y todo su personal militar
deberán enfrentar un ataque de la UNSpacy.
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Ya es bastante entrada la noche cuando en el cuarto de radar se
detecta una reacción de pliegue en una orbita cercana a la Luna.
Gloval se presenta con cara de pocos amigo en el puente unos minutos
después.
"¿Qué pasa?". - pregunta Gloval en un tono de voz sombrío.
"Una reacción de pliegue". - informa Vanessa.
"¿Podría calcular el numero?". - pregunta secamente.
Antes de que pudiera tenerse un nuevo dato sobre la reacción lunar,
el cuarto de radar también detectan un OVNI que despega desde unos
kilómetros de la nave.
"Humm. Misa, tenemos alguna patrulla fuera de la nave?". - pregunta
Gloval.
"No señor". - responde la Comandante.
Varios minutos después también registran otro OVNI que se encuentra
con el primero, como si hicieran un breve encuentro en orbita terrestre
y finalmente retirarse en dirección a la Luna.
"Desplieguen los grupos de ataque a alerta amarilla". - ordena
Gloval luego de un momento de silencio.
"Capitán, según el estimado son cuando menos mil naves saliendo de
la reacción lunar de pliegue". - informa Vanessa.
"Posiblemente la Spacy esta al tanto de este dato, ¿no hay
comunicación con el Alto Mando?". - pregunta Gloval.
"Aun no se han comunicado". - asegura Misa.
"Nos están arrojando a los lobos...". - exclama para si mismo.
"¿Pero que hará la Spacy?". - pregunta desde el fondo del puente
Shammy.
"Probablemente quieran que el Macross sea destruido para que ellos
puedan abrir negociaciones de paz con el enemigo. Somos para ellos
presindibles". - dice Gloval exteriorizando la idea que había tenido
reprimida durante días, para luego sentarse en silencio en su silla de
mando.
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En el espacio exterior, en la orbita lunar, y en la nave principal
de la flota Adaclos, los tres espías enviados al Macross se encuentran
dando su informe a un desconcertado Comandante Britai, quien no para de
hacer preguntas y de decir 'inconcebible' a cada nueva revelación que
le es dada por los informante y cada vez que mira uno de los pequeños
artefacto que estos trajeron. Los mira detenidamente para luego
pasárselos a Exedor.
Britai parecía asimilar modestamente cada dato que le estaban dando
los tres, pero de repente, Britai y Exedor se asombran al oír cómo los
hombres y mujeres conviven juntos sin conflictos.
"¡Basta! Su estilo de vida me tiene confundido". - estalla Britai
luego de oír lo suficiente. "¿Qué opinas Exedor?"
"Es interesante. Debería ir yo para corroborar las informaciones."
"Será un problema, tendrás que conformarte con el informe."
Luego de entregar su reporte, los tres espías vuelven a sus cuartos
y sacan todo el material que escondieron de Britai como televisores y
una muñeca de Minmay. Ellos llaman a otros soldados y les dan dulce y
les muestran la muñeca de Minmay. Al principio muchos están temerosos
al ver la muñeca, incluso no querían acercarse a la mesa donde la
muñeca canta y baila, pero luego, al prestar mas atención al canto, se
dan cuenta que no les mataría, y que incluso es agradable.
Muchos están ensimismados por él rustico canto de la muñeca, tanto
que pasan horas escuchando una y otra vez las dos canciones de la
muñeca, mientras que más y más soldados se unen al grupo, inclusive
comentándolo en pasillos, a escondidas de sus oficiales superiores.
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Al mismo tiempo que todo esto ocurre, en el Macross, el Capitán
Gloval se encuentra de pie en un palco, luciendo la chaqueta de gala de
su uniforme, mientras espera que las cámaras estén listas para
trasmitir su comunicado a toda la población civil.
"Atención, el Capitán Gloval dará un anuncio oficial en este
momento". - dice un locutor a la intervención del Capitán.
El Gloval da golpecitos a las paginas para acomodarlas, luego
carraspea ligeramente antes de mirar fijamente a la cámara.
"Aquí el Capitán Bruno J. Gloval, que tiene que darles un importante
mensaje a todos las personas a bordo del SDF-1 Macross. Como muchos
deben estar al tanto, desde que volvimos a la Tierra, hemos solicitado
al gobierno y fuerzas de defensa permiso para que ustedes abandonaran
la nave en el momento que lo desearan. Una y otra vez nuestras demandas
han sido ignoradas por causas que son completamente ajenas a ustedes.
Sin embargo no perdía la esperanza de que algo se lograra hasta los
trágicos eventos de la semana pasada."
Gloval hace una pausa para mirar su texto, mas por compulsión de
tener un salvavidas psicológico, ya que conoce de memoria cada palabra
del panegírico en sus manos, y sobre todo porque las siguiente palabras
son las mas duras y crudas de todo el discurso.
"Amigos, tengo muy malas noticias que comunicarles. Recibimos
ordenes de que esta nave y todos sus tripulantes deberán abandonar la
tierra de inmediato. Si no evacuamos de inmediato la Tierra nos veíamos
en la posibilidad de ser atacados por elementos de nuestras propias
fuerzas. Hay una posibilidad, así que hemos cargado provisiones."
Gloval hace de muevo una pausa. Todos en la nave toda la población
cuchichea sobre lo que acaban de escuchar. Incluso parte del personal
militar se encuentra comentado y murmurando, algunos maldiciendo.
"Nos preparamos para abandonar el planeta. Necesito
desesperadamente de su colaboración en este momento de grave
responsabilidad. Debemos esperar el día en que la Tierra nos acepte de
nuevo, entre tanto, sobreviviremos como podamos. Amigos, créanme que lo
siento."
Luego de decir esto, Gloval esta al punto de las lagrimas, pero se
contiene, mas aun al estar ante miles de personas, para las cuales él
es el sostén, no sólo psicológico sino físico. El responsable directo
de sus vidas. Antes de perder el control, aparece en cámara Minmay.
"Escuchen todos, el Capitán Gloval necesita de nuestro apoyo ahora.
La única forma de sobrevivir es manteniéndonos unidos. Todos que
debemos estar unidos porque el Macross es ahora nuestro hogar..."
Increíblemente las palabras de Minmay ayudan a la moral de las
personas. Muchas personas que estaban al borde de la desesperación
empiezan a vitorear y a enorgullecerse de ser un habitante de esta
nave.
"... jamás vamos a olvidar nuestro planeta, pero por ahora me
enorgullece ser una habitante de Macross."
Mientras ella habla, los enormes propulsores se encienden
desarrollando su máxima potencia en segundos, levantando las 22
millones de toneladas lentamente, ganando cada vez mas velocidad para
alcanzar las alturas.
"No importa que tan lejos estemos, nuestros corazones estarán en la
Tierra..."
Mientras Minmay habla, Lynn Kaifun, en un inusitado arranque de
honestidad se aproxima al Capitán.
"Capitán, respeto su honestidad, sabemos que hizo lo posible". -
dice Kaifun dando unas palmadas en el hombro de Gloval.
Afuera, los propulsores de sustentación son reemplazados
progresivamente por los impulsores horizontales. Para que el Macross
alcance la velocidad orbital, y progresivamente elevarse en su orbita,
rumbo hacia el espacio y hacia un destino en la inmensidad desconocida.
[Fin Capitulo 7]
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Notas / divagaciones del autor:
Laplamiz = Azonia
Britai (Kridanik) = Breetai
Exedor (Formo) = Exedore
Lynn Minmay = Lynn Minmei*
Lynn Kaifun = Lynn Kyle*
* El apellido Lynn es chino. Los chinos se nombran primero por el
apellido y luego por el nombre.
La esperanza de encontrar un asilo seguro para los civiles se va al
diablo cuando la sobrecarga de la barrera destruye la ciudad. Creo
que entenderán que Kaifun no es mi personaje favorito y el de muchos,
creo. Lo que mas me irrita de el es que pareciera que no entendía
que estaban luchando contra extraterrestres y no contra humanos.
Por supuesto, todavía no habían comenzado las deserciones ni el
contacto cultural...
Entra un nuevo personaje del pasado de Engel, Marina Bisyarina,
veremos que cosas traerá mas adelante...
- Show quoted text -
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feedback = Sí/Yes
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