fanfic_name = En la Tormenta
chapter = 33
author = Seferino Rengel
Rating = AP15
Type = Action
fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta
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PARTE 33: TEMPESTAD
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Engel no se siente avergonzado por la pelea, pero esta empezándole a afectar el ciclo diurno, porque su reloj de pulsera le dice que es medianoche, pero el sol por encima del horizonte le informa a su cerebro de que es de día, y Engel esta acostumbrado a que si hay sol no hay sueño.
La muerte de varios de los pilotos, y la posible de muchos mas, le afecta mas que nada. Es uno de estos casos en que se alegra que fueran solo conocidos y no amigos de verdad.
Cuando joven pensaba, como todos, que era inmortal. Pero su idea de la muerte cambio cuando estuvo a punto de morir, y mas aun cuando sintió mas de cerca la caricia de la muerte sobre su nuca cuando Sabina perdió la voluntad de vivir...
Después de todas estas cosas que han pasado, se da cuenta que era lo que sentía Sabina, no solo haber matado, sino verse en la mira de los demás al ser causante de la muerte de alguien que era su compañero de armas. Como ella, había matado por accidente, y también por odio.
Pero piensa que tiene la fuerza para enfrentar la realidad, pero teme tener que buscar la salida que ella tomó. Sabina había muerto en sus brazos, en su intento de escape de la realidad. No importaba que hiciera todo lo posible para ayudarla, se había ido.
Quizá fue eso lo que le hizo salvar a Miria, el intentar remediar de alguna forma una situación parecida...
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A Hikari le temblaban las manos. Hubiera esperado cualquier cosa de Gennadi, menos que se cayera a puñetazos con alguien, por algo absurdo. Pero no debe pensar en eso. Es la encargada de la división de inteligencia, y debe trabajar.
Es media noche y van a comenzar el tercer ataque. Los Zentraedi no se han quedado en la misma posición, sino que continúan hacia el oeste, tratando de poner tierra entre ellos y la Spacy.
La tienda de mando esta solo funcionando con el personal esencial. Todos los demás, que cuentan armeros, mecánicos y personal medico, ahora están en alguna parte a medio camino entre aquí y Alaska.
"Capitán, reporte del Cat's Eye." - dice unos de los suboficiales. "Detectó un contacto en dirección nornoroeste con rumbo hacia el norte de la posición enemiga."
"¿Puede ser la tormenta?" - pregunta el Coronel Doherty.
"Es un blanco puntual y mantiene rumbo y velocidad a baja altura. Hay interferencia por las montañas y la ventisca pero el rumbo es firme hacia la posición."
"El transporte de tropas." - comenta Takeda.
"Si." - dice el Coronel con un suspiro. "¿Que hay de la tormenta?... ¡¿Sargento?!"
"El frente sigue hacia ellos, y a su velocidad... diría que estará sobre ellos en menos de una hora."
"¿Y entonces?" - pregunta Takeda.
"Díganle a Jenius que prepare a sus hombres."
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Max esta de un humor de perros, pero se siente entusiasmado de poder hacer algo para enfocar su rabia. Su Valkyrie azul se encuentra ya equipado con una pesada bomba y la carga de mísiles.
No esta para hablar con nadie, respondiendo en silencio a los saludos. Se siente tan avergonzado que no quiere ver a nadie a los ojos. Solo secos comentarios mientras se ajusta el cinturón y el casco con el viento helado se cuela en la cabina. Solo una inclinación de cabeza cuando le indican que su aparato esta en condiciones de vuelo.
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Engel aparece en la tienda de mando, sin siquiera saludar y, en lugar de estar vestido con su traje de vuelo, algo reglamentario durante una alerta, se encuentra desenfadadamente vestido con su uniforme de campo.
"¿No se preparara para salir?" - le pregunta el Coronel.
"No. Me imagino que es suficiente con los que han salido."
Doherty solo gruñe.
"Los prisioneros... ¿Alguien se habrá tomado la molestia de preguntarles algo?"
"No dijeron nada." - dice Takeda.
"Nos ordenaron sacarlos de inmediato." - agrega Doherty. "No tenemos tiempo para eso. Además mande al Teniente Jenius al mando del ataque."
"No me dijeron nada." - señala Engel.
"Jenius y Juutilainen se encargaran del ataque y la defensa aérea." - dice Doherty para indicarle una de la pantalla de una laptop sobre la mesa. "Atacaran el transporte mientras esta en las montañas y después le exigiremos a los Zentraedi que se entreguen."
Doherty espera la respuesta de Engel sobre su plan, pero esta nunca llega. Engel simplemente se da la vuelta y sale.
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En medio de las montañas el grupo Zentraedi se desplaza dando saltos entre vuelos cortos a baja velocidad y marchas a pie para evitar ser detectados.
El rugido de los Valkyries les sobresalta creyéndose descubiertos, pero los soldados siguen la orden de no atacar. Se quedan quietos cuando observan pasar los Valkyries sobre las montañas. Al no poseer colores que contrasten con el suelo las armaduras Zentraedi se confunde con el terreno, no mucho pero si lo necesario para no ser vistos por los pilotos a menos que supieran lo que buscaban
"Debemos..." - empieza a decir uno de sus pilotos.
"No. Sigan el plan. Delke podrá contenerlos mientras estamos aquí. Vamos."
A la orden del Zentraedi el batallón de Battlepods se aproxima hacia la ladera de la montaña, y se elevan hasta llegan hasta la cima, pero sin sobrepasar la montaña.
Cuando han aterrizado en la terraza rocosa, Zarn abre la cabina de su Glaug, siendo recibido por un clima mucho más calmado que el que sufre en su campamento. Salta de su cabina y escala a mano los últimos metros hasta la cumbre.
Desde su posición tiene una gran vista del valle boscoso, una montaña un poco mas alta a su derecha y un grupo de pequeñas colinas a su izquierda. Delante la hondonada y el bosque y entre el claro de los bosques observa por un momento el paisaje con la ayuda del equivalente Zentraedi de un par de binoculares.
Observa con atención los detalles del terreno, y entonces, muy alejado como para notarlo a simple vista, aparecen los confusos contornos del campamento enemigo, y con un poco mas de concentración, en el limite del aumento de su aparato observa las pequeñas figuras humanas caminando de un lado a otro.
Es su turno de jugar.
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El transporte Frandlar se mueve muy lentamente mientras sigue los contornos del terreno. Pero volando tan bajo le permite permanecer oculto de los radares de búsqueda de los Valkyries.
A varios kilómetros los propios Valkyries vuelan en formación abierta, a una distancia entre cada avión de unos quinientos metros. Max mira en todas direcciones que le permite su cabina, sin encontrar el transporte. Ha tenido que dividir su escuadrón en tres grupos, uno esta a gran altura para tratar de verlo, otro esta siguiendo la posible ruta de la nave Zentraedi, mientras otro esta cortando la línea de salida hacia el campamento Zentraedi.
"Max. Tengo un contacto al nordeste." - dice Juutilainen en la radio.
"¿De radar? ¿Dónde exactamente?"
"Entre las montañas... picos 2 y 8."
Max consulta el mapa en la pantalla derecha. Los Zentraedi están serpenteando entre las montañas, evitando ir en una ruta directa.
Eleva su VF a toda velocidad casi en vertical. En un minuto llega a los 6000 metros, para volver a volar en horizontal. Al nivelarse mira por encima de su hombro, y allí, casi oculto por una de las colinas, puede ver la figura verdosa del transporte.
"¡Al ataque muchachos!" - exclama cuando se lanza hacia la nave, uniéndosele el resto del escuadrón.
Cayendo en picada centra la cruz en su HUD unida a una línea que le muestra la trayectoria de la bomba. El transporte sigue con su rumbo y velocidad...
De repente el enorme portón lateral se abre con un estallido, surgen casi cinco decenas de Pods Gnel disparándoles. Inmediatamente Max suelta su bomba, pero sus otros dos compañeros de ala son barridos por los disparos.
Antes de nivelarse, ve que su bomba golpea en el borde del platillo volador, estallando en la superficie y escorando la nave, que golpea un lado de la montaña. La nave empieza a deslizarse por la montaña, arañando el suelo mientras parte de su fuselaje se despedaza ante los golpes de las piedras.
Los Gnel se lanzan como dardos, evitando ser alcanzados por los disparos de los Valkyries. Max dispara un par de mísiles y un Gnel apenas puede evitarlo para finalmente terminar siendo alcanzado por uno y luego por el otro.
Abajo, el platillo volador continua rodando antes de terminar reposando en el valle. Del portón del platillo volador estrellado sale un trío de armaduras Queadlunn, quienes en lugar de unirse al combate, se elevan a toda velocidad hacia el cielo, sobrepasando las montañas y dirigiéndose hacia el sur.
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Apenas aflorando en la superficie del agitado mar, una antena esta extendida, esperando la señal.
Al parecer la recibe, ya que dos nuevos transportes Frandlar Tiluvo salen del agua, y al contrario de su primer colega que ahora esta destruido en las montañas, se elevan rugiendo a toda velocidad, elevándose para luego acelerar a la máxima velocidad que permiten sus motores en la atmósfera terrestre.
El estampido de los dos inmensos vehículos al romper la barrera del sonido es tan estruendoso que rivaliza con los truenos de la tempestad.
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"¡Contactos desconocidos, rumbo 0-8-5, directo hacia el campamento enemigo!"
Doherty casi salta al escuchar el chillido del operador del radar, y rápidamente se le acerca.
"¡¿Dónde?!"
"Desde el mar. Esta moviéndose a... ¡Mierda! Están moviéndose a Mach 2."
"A esa velocidad estarán con los Zentraedi en menos de diez minutos." - dice Takeda.
"¡Que todo el mundo salga para allá!" - ordena el Coronel por el intercomunicador, haciendo saltar a todos los pilotos que estaban ya cerca de sus aparatos.
Doherty se voltea y encuentra a Engel caminado hacia el. "¿Que hace aquí? ¡Vaya a atacar a los Zentraedi!"
"Coronel, señor, las bombas..."
"¡¡¡VÁYASE!!!"
Ante el grito del Coronel, Engel corre hacia un Valkyrie. O seria mejor decir huye, porque Doherty dio un paso y le amenazó con su puño.
Si no le da el permiso, pues mala suerte. De todas formas una de las bombas esta instalada en uno de los Valkyries. Sin tiempo de ponerse un traje de vuelo, Engel corre debajo del aparato para quitar el seguro de la bomba, subirse a la cabina y ponerse el casco mientras enciende el aparato.
Apenas a empezado a cerrar el cristal, cuando voltea hacia su izquierda, y de repente se queda paralizado al ver un grupo de armaduras de combate Flemenmik y Queadlunn-Rau literalmente cayendo desde el cielo.
"¡Todo el mundo a cubierto!" - grita alguien mientras todos los soldados a descubierto corren en varias direcciones.
Engel y varios de los pilotos que aun no se han levantado del terreno levantan los fusiles de sus Valkyries, que descansan en modalidad Gerwalk, y empiezan a dispararle a los Zentraedi. Un grupo de Battlepods se separa del grupo principal, mientras que otro sigue directo y disparando, pero siendo a su vez alcanzados por el fuego de los Valkyries.
Entonces al fuego de los Valkyries se unen las pesadas ráfagas de los Destroid Defender ADR-04-MK X que se encontraban escondidos en diferentes partes del bosque que rodea el campamento.
Atrapados en la cortina de disparos, un par de Flemenmik caen acribillados, siendo rematados en tierra por los disparos de varios Valkyries, uno de los cuales perece al verse atacado por otro Flemenmik, que a su vez en barrido por el fuego cruzado de los Destroid.
Debido al fuego antiaéreo la mitad de los Valkyries se encuentran atrapados en tierra al no poder despegar se limitan a disparar hacia arriba.
"Cúbrame." - dice Engel al piloto mas cercano e intenta elevarse en el aire, solo para verse esquivando los disparos de un Glaug.
Ante los ataques del Zentraedi, el Mayor decide regreso al suelo, suspendiéndose a unos metros de altura.
"Doherty no vamos a poder despegar si la antiaérea nos bloquea." - llama Engel por la radio. "¡Que traten de alejarlos para que podamos salir!"
Respondiendo a su petición, las ráfagas de la antiaérea empiezan a centrarse en blancos específicos y a empujarlos hacia un lado, dejando un pequeño espacio para que los Valkyries se levante.
"¡Arriba, vamos!" - ordena Engel, a la vez que los últimos Valkyries se elevan del suelo.
Teniendo mas libertad de movimiento los Valkyries inmediatamente se encuentran enfrentándose a los Zentraedi.
Una ráfaga de antiaérea pasa casi rozando la cabina de su Valkyrie, e instintivamente empuja la palanca hacia el lado contrario.
"¡¡¡Maldita sea Doherty, dígale a los Destroid que dejen de dispararnos!!!" - grita Engel que se asustó al ver lo cerca que pasa una segunda ráfaga.
Los Zentraedi empiezan a replegarse, mientras otros intenta atacar el campamento, para ser golpeados por los disparos de los Destroid. Engel tiene un poco de dificultad al maniobrar, debido a los 250 kilos agregados de la bomba bajo el fuselaje. Esta tentado a desengancharla pero, aunque no estallara a menos que la arme desde la cabina, va a caer sobre el campamento y lo ultimo que quiere es que uno de los disparos le de.
Engel se eleva y se aproxima hacia los Zentraedis. Sin su traje anti-G siente todo el peso de sus maniobras. Una ráfaga de disparos se concentra en él, pasando a modalidad Fighter y evitando los disparos haciendo un medio rizo en ascenso.
Estando de cabeza, Engel logra ver a su atacante y se da cuenta que es un Glaug, y no cualquiera, sino el Glaug que lo había atacado ayer. Lo reconoce por los balazos que le había dado en la caperuza roja. Completando el rizo se lanza en picada justo hacia el Glaug, que solo levanta los brazos para empezar a disparar.
En el Glaug, Zarn mira como el Valkyrie se le viene encima, esquivando los disparos ladeándose de arriba abajo. Esa irritante manera de evadirse ya la había visto antes...
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"¡Jenius, regrese de inmediato!" - pide la voz del Coronel Doherty en la radio.
"Tengo problemas aquí." - responde Max.
Los Pods suben y bajan como si estuvieran en una montaña rusa, haciendo pasadas de disparos contra los Valkyries, que disparan a diestra y siniestra contra los rápidos artefactos alienígenos.
Piensa que estos son buenos pilotos, y no los mediocres con los atolondrados con los que se habían encontrado antes. Están atacando según un plan: no dejarles moverse de su sitio. Claramente es parte del plan mayor para evitar que atacaran el verdadero blanco, que eran los verdaderos transportes de tropas que están ahora en el campamento.
Siente rabia al haber caído en la trampa, y ahora solo puede hacer lo posible para sacar a sus hombres de aquí y regresar a la base.
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Los dos transportes apenas se han posado en el suelo cuando sus portones se abren y empiezan a subir las tropas.
La tormenta ya empieza en el área, con ráfagas tan fuertes que los Zentraedis más débiles les cuesta moverse. Con dificultad las tres Queadlunn verdes aterrizan. Una camina directamente hacia el grupo de Queadlunn negras que hacen su camino hacia el transporte.
"¡Comandante Alma!"
La ahora consciente Comandante va a pie, marchando con dificultad pero con firmeza, para no dar imagen de debilidad. Sin Zarn ahora es la comandante.
"¿Dónde esta el Comandante Zarn?"
"Cubriendo nuestro repliegue." - responde Alma, resistiéndose a pensar que esto es una retirada. "Ahora esta atacando la base microniana."
"¿Es que esta loco? Eso es suicida."
"Eso es precisamente lo que es." - responde, con una voz muy distante. "Terminemos de embarcar y esperaremos por él."
"Si no tenemos una señal después de que regrese el grupo señuelo, nos iremos sin él."
"Que así sea. El Comandante ordenó sacar a todos con todo el equipo." - dice.
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Los Destroid Defender mantienen a los Battlepods lejos, incluso mas de la mitad de las aguerridas armadura de combate han caído del cielo. Pero también han caído la mitad de los Valkyries, por lo que la lucha sigue siendo pareja.
La ultima vez el Glaug se le había escapado. Pero Engel no le dejara irse por que lo matara o lo hará prisionero. Sin mísiles todo se reduce al cañón, pero tiene la preocupación de la bomba. La bomba no entorpece sus movimientos, pero a nadie en su sano juicio, ni siquiera él, le gusta estar cerca de una bomba atómica.
Pierde altura mientras vuela a la altura de los árboles. Puede soltarla, pero el Zentraedi detrás de él pareciera buscarle revancha.
Zarn no cree en las casualidades, si este era el mismo piloto que había herido a Alma, lo mataría. Pero debe reconocer que esta combatiendo muy bien... o quizás sea solo la poca experiencia que tiene Zarn combatiendo contra humanos experimentados lo que le da esta impresión.
Cada vez que hace un viraje, su Glaug pierde altura, mientras que el Valkyrie se mantiene en el mismo nivel. Esta poniéndole en dificultades, porque le es imposible colocarse detrás para poder dispararle. No hay remedio, deja de huir aleja lo suficiente para regresar y se lanza directamente hacia el Valkyrie.
Nuevamente los dos se dirigen de frente uno contra el otro, pero esta vez Engel es más rápido y varios de sus disparos dan certeramente en uno de los brazos del Glaug, que termina desprendiéndose.
"Zarn, las tropas ya están a salvo, regresar..." - escucha la agradable voz de Alma en la radio.
"El segundo grupo enemigo se esta acercando." - escucha una segunda voz, no tan agradable de uno de los pilotos.
"¡Retrocedan!" - ordena Zarn descuidando por un segundo el combate.
Ese segundo es suficiente para que Engel se le lance encima, y antes de que Zarn logre escaparse, la mano del Valkyrie lo agarra por una de las patas y lo lanza hacia tierra. Girando al caer, el Glaug golpea al Valkyrie y tambien cae. El impacto es suficiente para que la bomba nuclear se suelte del gancho y empiece a caer, perdiéndola de vista.
Zarn logra enderezarse y cae parado, pero el Valkyrie de Engel, sin control, le cae encima. Zarn suelta los controles y cae al suelo, pero Engel ni siquiera suelta sus controles, y pone su Valkyrie en pie, cargando contra el Glaug. Sin miramientos apunta el fusil directamente sobre la cabina, empezando a disparar, rasgando la caperuza roja. Apartando el fusil empieza a golpearla con los puños de su aparato.
La caperuza se abre, y en el proceso golpea con fuerza la nariz del Valkyrie hacia arriba. El golpe es tan violento que Engel pierde el casco, y Zarn sale de la cabina y aprovecha del aturdimiento del ruso para golpear la nariz del Valkyrie hacia abajo, haciendo que el aparato caída a tierra.
El Zentraedi descarga todo su peso para mantener al Valkyrie pegado del terreno, mientras con una mano le lanza un golpe al cristal de la cabina. El primer golpe apenas astilla el cristal, pero el segundo tiene mas suerte y los fragmentos de cristal saltan por todas partes, y Engel pone las manos para evitar herirse.
El Zentraedi estira la mano para alcanzarle, y Engel, le lanza el casco que rebota en la cara del Zentraedi. Zarn solo retrocede ligeramente. Engel saca su pistola y le dispara. El primer disparo rebota en el metal del casco del Zentraedi, pero otro tiene mejor puntería y golpea el cristal, debilitándolo lo suficiente para que un tercer y cuarto disparo lo rompan y entren respectivamente.
Zarn retrocede al sentir los cristales cortándole el rostro y una de las balas le roza la mejilla. Engel sigue disparando, trancando de darle en la cara, pero sus últimos disparos rebotan en el casco y en el hombro derecho del gigante. Engel esta tan eufórico que tarda en comprender que su arma ya no dispara, pero de todas formas el Zentraedi se a alejado y cae hacia atrás mientras se quita el casco. Engel mira por su fusil, que había perdido en la caída.
El fusil esta entre él y Zarn, los dos se lanza por él, pero Engel es mas rápido, apropiándose de él.
"Es una lastima." - dice Engel para si mismo mientras sonríe.
Zarn esta preparado para aceptar su destino, limpiándose el rostro y esperando que el micron lo acabara. En ese momento llega a notar la victoria en el rostro del enemigo. Tan pequeño, tan frágil, tan diferente pero tan parecido. Esta tan cerca que puede incluso ver el color azul brillante de sus ojos. En sus seis años en este planeta, nunca había encontrado a un humano parecido. En otras circunstancia le hubiera deseado conocerlo...
Engel es menos apasionado que Zarn, y mas practico, ya que se concentra solamente en darle un buen disparo para reventarle la cabeza como un melón.
Muy a su pesar, Zarn cierra los ojos, esperando que el micron termine su parte en la pelea.
Hay disparos, pero provienen del cielo. Un Flemenmik aparece lanzando una ráfaga entre Zarn y el Valkyrie de Engel. El polvo de las descargas ocultan de la vista de Zarn el Valkyrie, cuya silueta se eleva con rapidez.
El traje de combate aterriza a su lado, mientras Zarn trata de levantarse.
"Comandante, ¿esta bien?" - le pregunta el piloto.
Zarn solo tiene ojos para el Valkyrie que se aleja hacia el campamento enemigo. Esta tentado a correr hacia allí y acabarlo, pero su parte de la misión esta cumplida. Se recuerda a si mismo, con rabia, que debe apegarse a los planes.
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El VF-1 de Engel se aleja al campamento. Engel no ve rastros de mas Battlepods. Reduciendo la velocidad, se encuentra a otro Valkyrie.
"¡Hey! Mayor, ¿Cree que pueda regresar?" - pregunta el piloto del VF -una chica- quien examina los daños de su caza.
"Ah... sí... de alguna manera..." - dice Engel, sintiendo de repente un desagradable sentimiento de deja vu.
El campamento sufrió cierto daño, pero es su mayoría esta intacto.
Cuando Engel aterriza y pone pie en tierra, siente que sus piernas no pueden sostenerlo, pero igual trata de llegar corriendo a la tienda de mando. Al entrar se siente bastante molesto de encontrar allí a Max Jenius.
"El Teniente estaba explicando lo que sucedió..." - dice Doherty al verlo.
"Entonces habla." - dice Engel, queriendo tener el menor contacto con Max.
Max vacila un poco antes de comenzar a hablar. "Fue una trampa. El Transporte que fue al norte era un señuelo para alejarnos de los verdaderos que fueron a sacarlos..."
"¿Lo destruyeron?"
"Si, pero..."
"Nada de peros."
"¡¿Va a dejar que termine de hablar?!"
"¡Hable entonces!"
"Tuve que abortar la misión."
"¡¿Que?!"
"Perdí la mitad de mis hombres antes de poder regresar aquí. Mis mejores pilotos..."
¿Ha terminado ya o quiere que le de un pañuelo?
Por un momento, Max da la impresión de que iba a darle un puñetazo.
"Caímos en una trampa." - dice Max sintiendo que su puño cerrado esta temblando.
"¡Esa no es una razón, es una excusa!" - Exclama Engel.
"¡¡No estaba conmigo!!" - dice Max alzando la voz. "¿No se da cuenta que luchábamos en dos sitios?"
"Debiste ir por los Zentraedis entonces, así como vino para acá debiste ir a atacar a los transportes verdaderos."
"Yo le dije que regresara." - interviene Doherty.
"¡Fue una estupidez! Los Zentraedis huyeron por su culpa." - dice Engel alzando la voz.
"Derribaron a todo el escuadrón menos a usted y a otro piloto. Se alejaron, porque Jenius llego."
"¡No debían regresar, teníamos todo controlado aquí y no lo necesitaba!" - grita Engel señalando al suelo con un dedo.
"¿Controlar?" - Max se mofa con una voz muy calmada. "¡No controlaba nada! ¡Ni siquiera tiene control de su familia!"
Lo único que impidió que Engel se le fuera encima es que Doherty se interpone en su camino.
"¡Ya basta! Deje eso para después."
"¡No voy a dejar que este hijo de puta me ofenda!" - dice Engel tratando de empujar a Doherty.
"¡Solo digo lo que es cierto!" - aclara Max señalando al Mayor con el dedo.
"¿Que maldita verdad me vas a decir a mi si eres un enfermo que se revuelca con esa... asquerosa cosa extraterrestre."
"La única cosa asquerosa aquí es usted, maldito loco asesino..."
Al no poder alcanzar a Max con los puños, no lo piensa y mete la mano en su chaqueta...
"¿Que? ¿Me va a meter un tiro? ¡Aquí estoy pues!"
"¡Cállese Teniente! Sus asuntos los arreglaran después. Ahora usted y su gente se preparan para una misión de reconocimiento. Y usted Mayor, dígame donde esta la bomba."
"En el bosque."
"Sea mas claro Mayor, para usted serán juguetes, pero para mi no."
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Para Engel un piloto de verdad tiene que aprender a volar de todo. Él ha volado casi treinta tipos diferentes de aviones, que van desde el Sukhoi Su-29 en el que su madre le había enseñado a volar hasta la ultima versión modernizada del VF-1 Valkyrie; pasando por aviones como el acrobático a hélice Su-31; la versión espacial del Su-54, el Su-154; las familias del MiG-23, 27 y 29; el enorme transporte IL-76; incluyendo también helicópteros.
Muchos pilotos de aviones, sobre todo de caza, tienen una aversión contra los helicópteros, lo mismo en el caso contrario, así que es una rareza que un piloto vuele los dos tipos de aparatos. En realidad su entrenamiento de piloto no incluyó helicópteros, pero su Sabina fue quien le había enseñado, en los largos ratos de ocio que tenia durante sus días en Komsomolsk-na-Amure.
Por eso Engel respeta mucho a los pilotos de helicópteros, y acepta mansamente subir a uno al que no esta a los mandos.
Sobrevolando los árboles, guía al piloto del Sea Sergeant hasta el sitio donde cayó la bomba. Piensa que reconocería el sitio, pero pasan casi una hora dando vueltas hasta que por fin encuentran el sitio.
Ya eran pasada las tres de la madrugada cuando el helicóptero aterriza, bajando Engel junto aun grupo de soldados para ayudarle a buscar el aparato nuclear.
Engel no ha dormido desde que comenzó esta misión, y esta bastante cansado. Se sienta en el mismo sitio donde tuvo la pelea con el Zentraedi. Con un poco de atención encuentra los cristales de su cabina y del casco del Zentraedi. Se pone de pie cuando encuentra sangre entre las rocas. Incluso con el viento que sopla con fuerza moderada reconoce los rastros que salpicaron en la dura tierra. Interrumpida por el aparente fuego de los impulsores del Glaug al despegar, pero se nota que van en una dirección.
Sin avisar a nadie se interna entre los árboles, encontrando en minutos lo que buscaba. Mira hacia arriba y ve las ramas rotas por un objeto pesado pero de pequeño tamaño que había terminado cayendo entre los árboles.
Si el cansancio, los golpes y el combate no habían acabado con sus fuerzas, lo que hay aquí si lo hace.
Mejor dicho, lo que no estaba.
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Un VC-33 llegó a Ciudad Macross y aterrizó pasadas las seis de la tarde. Todos están cansados, tras un día que empezó mal y prometía terminar peor. Pero aun no había llegado el momento de descansar. Al entrar en el Cuartel General, encontraron todas las sillas giratorias de la sala de reuniones dispuestas en circulo.
"Bien, caballeros." - dice Gloval en cuanto estuviesen sentado. "No les felicitare por la operación. Causamos muchas bajas, capturamos parte del armamento y tomamos muchos prisioneros. Pero tuvimos muchas bajas. Lo que ahora nos interesa es ver que fue lo que hemos hecho mal." - tras esto, el Almirante enciende su pipa, empezando a fumar y terminando exhalando un par de chorros de humo por la nariz, como si fuera un verdadero dragón.
"Señor, el primer ataque cumplió su objetivo, pero no contamos con que utilizarían mas de un transporte de tropas. Inteligencia se equivocó suponiendo que usarían un transporte mas grande y no uno de esos pequeños que se supone que no podía maniobrar bajo el agua." - se queja el Coronel Doherty.
Takeda se sintió incomoda, pero no dice nada para defenderse.
"¿Eso hubiera sido una diferencia?" - pregunta Gloval.
"No señor." - responde Doherty con voz baja. "Ninguna."
"Nuestro error fue suponer que seria una sola nave bien defendida como en otras situaciones en lugar de varias pequeñas." - dice Takeda. "Los Zentraedi no tienen submarinos, usan sus naves grandes para eso, no podíamos suponer que usarían esos transportes de esa forma..."
"Eso ya no importa Capitána ¿Hubo alguna forma de que la fuerza de ataque pudiera ir directamente contra esos transportes? ¿Teniente?"
Max levanta la cabeza bruscamente y responde. "No señor. El Coronel nos llamó para defender el campamento. No teníamos mas bombas, perdí a varios de mis mejores hombre que llevaban las que quedaban y hubiera sido suicida tratar de derribar esos aparatos con solo nuestros mísiles, por no recordar que allí estaban casi todos sus Battlepods."
"Por eso ordene que el Mayor Engel fuera por los transportes. Pero ni siquiera pudo salir de la zona del campamento por el ataque sorpresa de un escuadrón de Battlepods." - explica Doherty. "Perdimos la totalidad del escuadrón menos a Engel y otro piloto."
"Mayor, ¿cree que hubiera podido mantener el combate si Max hubiera ido por los transportes?"
Engel mira por un momento a Max, y después a Doherty antes de contestar. "Solo quedaban tres o cuatro Battlepods cuando el Teniente llegó..."
"¿Si o no?" - hoy Gloval no esta en su modo mas comprensivo.
"¡Si! ¡Podía contra ellos pero escaparon antes de poder hacer mas!"
"¿Porque envió al Teniente en lugar del Mayor al ataque?"
"Necesitaba tener al Mayor en reserva en caso de tener que utilizar alguna de las armas pesadas."
Gloval sabe que el Coronel se refiere a las armas reflex. "¿Se necesitaron?"
"No, bastaban las FAE." - responde Doherty refiriéndose a las bombas de combustible-aire.
"¿Cree que bastarían?"
"Si las otras naves eran como la que atacó el Teniente, no hacia falta mas." - explica Doherty mirando a Engel.
"La Naval envió varios submarinos, pero pudieron escaparse también de ellos. Solo nos queda el consuelo de haber eliminado esta base de avanzada." - dice Gloval dando énfasis en la palabra 'solo.' - dice Gloval. "¿Algún comentario?"
"Si hubiéramos tenido todas la unidades preparadas para este tipo de operaciones, hubiéramos tenido mejores resultados." - dice Doherty.
"Tiene razón, la mayoría de los pilotos solo son eso, pilotos, no tiene entrenamiento especializado. Tres meses solo alcanza para que sepan volar y apenas combatir. De todas formas ya se estaba considerando eso desde antes. ¿Algo mas?"
"Debemos seguir investigando, no podemos dejar esto así. ¿Era fuerzas aisladas o eran parte de algo mas? Hay que comenzar los interrogatorios a los prisioneros." - dice Takeda.
"Un trabajo mas para la Oficina de Investigaciones Especiales." - comenta Gloval, haciendo un recorrido con su vista a los presentes, luego mira el reloj. "Bien, espero mañana sus informes. Doherty, Engel, Jenius, Takeda... el resto puede retirarse."
Los oficiales que estuvieron en la operación salen sin perder tiempo.
Gloval los observa hasta que la puerta se cierra.
"Ahora Mayor, la bomba." - dice Gloval, encendiendo su pipa.
Engel empieza a hablar como si estuviera continuando algo largamente discutido. "No debíamos perder tiempo, el Coronel no me estaba dando el permiso para usarla, y era vital acabar con los transportes..."
"¡Usted actuó sin permiso y sin pensar en las consecuencias!" - dice Doherty, liberando la carga de rabia que había mantenido contenida durante la reunión.
"Eso ya no importa. Ahora, Mayor, quiero que me explique que contingencias hay ahora para el caso de la perdida de una de estas armas." - pide Gloval.
"Recordara que la ultima vez pudieron manipular el arma porque eran de un diseño primitivo..."
"¿La ultima vez?" - pregunta Doherty.
"Cuando estábamos en le Macross, perdimos una. Un par de espías Zentraedi pudieron desarmarla y configurarla para usarla y estuvieron a punto de destruir la nave."
"¿No me diga que también le robaron esa arma?" - pregunta Max con bastante sarcasmo en su voz.
Engel no le hace caso y continua hablando, "También se robaron otra que usaron contra nosotros en Brasil. Y según la Zentraedi que las modifico, había una tercera que se uso en una prueba y una cuarta que enviaron a su comandante."
Doherty da un suspiro. "O sea, que no solo las usa como si fueran fuegos artificiales, sino que las dejan por allí mal puestas y vienen los Zentraedi y se las roban, ¡maravilloso!"
"Esas armas que perdimos antes eran de modelo muy básico, las teníamos que construir rápido, y no tenían los seguros que tiene las de ahora. Esa que perdí tiene un armado electrónico y no mecánico, y precisamente esta construida para que no pueda ser manipulada desde el exterior."
"¿Me asegura que no pueden utilizarla?" - pregunta Gloval.
"Es mas fácil que terminen dañándola que hacerla funcionar. Esas bombas luego de ensambladas son encajonadas en silicón solo dejando por fuera las conexiones. Si intentan fundir, romper o cortar la cubierta pueden terminar dañándola."
"Ha dicho que lo pudieron hace antes, ¿que impide que lo haga ahora?" - pregunta Max, tratando de buscar algún fallo en el argumento de Engel.
"He sido claro, y creo que una explicación mas detallada no lo puede entender un niño que apenas sabe leer y escribir."
"¿Me esta diciendo ignorante?" - pregunta Max, molesto.
"Por favor, francesito, claro que eres un ignorante." - dice Engel riéndose de él.
"No me falte el respeto." - dice Max, sin ocultar el odio en sus palabras. "Si ser inteligente me hace como usted preferiría quedarme bruto e ignorante."
"Sus asuntos los resuelven de esa puerta para afuera." - dice Gloval sin paciencia. "Ahora, por el momento mantendremos este incidente cubierto, si admitimos que tenemos una arma perdida, va a cundir el pánico. Si ellos dan un ultimátum sobre que poseen una, lo vamos a negar."
"¿Que si una mañana desaparece una ciudad?" - dice Max, casi ahogándose en sus palabras.
"Tendríamos entonces un buen motivo para patearlos hasta la nebulosa mas cercana."
A ninguno de los presentes le gusto la manera en que dijo eso.
"¿Piensa que es mejor que lo hagan? Un maldito casus bellis. " - dice Doherty.
"Diga lo que quiera, pero si lo hacen hay que... aprovecharlo."
"Gente como usted le dan mal nombre a los oficiales como nosotros. No me extrañaría que un día de estos lo maten." - dice Max.
"¿Es una amenaza? Me molesta la gente hace insinuaciones y nunca dice lo que piensa, para ellos todo es un juego. A veces me pregunto porque tuve que ayudar a salvar a este maldito mundo."
"¿Que espera entonces para dejarlo? ¡¡Metase un tiro y su problema se acaba!!"
"¡¡¡Cállense los dos!!! este es un asunto muy serio. Jenius, puede ser procesado por los artículos 90, 114 y 117 del código militar, pero lo voy a dejar solo como una amonestación... y una restricción de sus deberes por una semana" - dice Gloval, perdiendo completamente la aptitud de gentileza que muestra la mayor parte del tiempo. "Engel, le recuerdo que a violado nada menos que..." - Gloval se toma su tiempo para ver una hoja en su mesa. "81, 91, 94, 108, 121, y... cualquiera que se me ocurra del 134."
"No se olvide del 119 que estoy seguro que aparecerá de repente." - dice Engel con sarcasmo. Podría citar el contenido de todos esos artículos de los que se le acusa, recordando los que ya trae arrastrando. Esta muy conciente de sus condiciones legales.
"No se pase de gracioso Mayor. Tiene suerte que no este armando una corte marcial ahora mismo para usted. Su caso lo voy a discutir mañana... y no lo voy a dejar solo como una amonestación."
"No queda mas nada que decir hasta mañana." - dice Engel levantándose y saliendo sin siquiera pedir permiso ni despedirse.
"¿Algo mas que necesite preguntarme, señor?" - pregunta Takeda.
"No Capitán. Puede retirarse." - le despide Gloval.
"¿Puedo retirare también señor?" - pregunta Doherty.
"Descansen y preparen sus informes para mañana en la tarde."
"Así será señor. Teniente, que su esposa se mejore."
"Gracias Coronel."
Cuando Takeda y Doherty se retiran, Max habla.
"Le da muchas concesiones." - dice, esperando como mínimo una corte marcial para el Mayor. "¡Es un asesino, trato de matar a Miria!"
"¿Ella se lo dijo?"
"No."
"Seria mejor darle el beneficio de la duda."
"No puedo." - dice Max levantándose y agitando las manos. "Él no va a perder ni una oportunidad de hacerle daño. ¿Que cosas le habrá hecho...?"
Max se recarga contra la ventana, mirando por un momento hacia las luces de la ciudad.
"Solo lo sabe Miria" - Gloval. "Se que no ha ido a verla. Tómese estos días y páselos con ella y su hija."
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"¿Vas por Nadeshiko?" - pregunta Engel a Hikari cuando llegan frente a su casa.
"Ya es tarde. Voy a dejar que duerma."
"Eres una madre tan considerada."
"No lo digas. Pero ya varios me han dicho: 'que bonita es tu hija, se aparece tanto a ti'."
"¿No has dicho quien es el padre?"
"Mejor entra, hace frío y tienes que descansar."
"¿Quieres acompañarme un momento?"
"Quisiera, pero estoy demasiado cansada. Descansa y mañana hablamos." - dice Hikari, agarrando su bolso de viaje.
Sin que Hikari pudiera evitarlo, Engel la toma de los hombros y la abraza. Se quedan de pie allí unos momentos, hasta que alguien detrás de ellos, tose disimuladamente. La japonesa se voltea, y se encuentra con una mujer vestida de enfermera que les da una gran sonrisa.
"Hola, Geni. No me avisaste cuando venias, pero vengo y te encuentro." - dice Lara Kuznetsova, alias Lilya.
Engel se aparta de Hikari, quien da un paso hacia atrás, alejándose de él. Lara aprovecha el espacio para acercarse a Engel, abrazándose de su brazo.
"Gennya, no seas mal educado, preséntame a la señorita que viene contigo" - pregunta Lara.
"Hikari, ella es... Lilya Litvak". - dice Engel, tratando de no mirar a los ojos de Lara.
"Hikari Takeda." - dice estrechándole la mano. La mujer le da la suya, pero aun abrazándose a Engel con la otra.
"Él no me habla de sus amigos... y amigas."
"Nunca lo hace, lo de él es trabajo, trabajo y trabajo, en ese orden." - comenta Hikari.
"Siempre a sido así." - dice Lara acercándose mas a Engel.
Hikari se siente incomoda y fuera de lugar. "Tendrán mucho de que hablar. Nos vemos mañana... Mayor."
Takeda se da la vuelta y se va, sin volver la mirada.
"¿Que quieres? Estoy muy cansado." - dice Engel mientras abre la puerta.
"Una visita. No te he visto en días y pensé en venirte a ver. Creo que me haces falta."
"Yo no te hago falta."
Lara entra primero. "Me gusta. Muy de ti, nada de lujos."
Siendo un matrimonio, a la pareja Engel le tocó una casa relativamente grande, con un recibidor, una cocina-comedor, un espacioso baño, dos dormitorios, y una terminando en un pequeño cuarto que funciona como trastero, pero también como su oficina casera. La decoración y el mobiliario es muy básico, limitándose solo a lo mas necesario.
"No trato de impresionar a nadie."
Ella se voltea para mirarle, y por primera vez lo examina con luz brillante. "¿Que te paso? ¡Te peleaste!"
Engel le aparta la mano cuando le puso un dedo sobre la gasa de la frente.
"¿Crees que alguna vez salgas ileso de alguna misión? Eres casi voluntariamente propenso a los accidentes. Te caíste de una bicicleta, te lanzaste de un avión sin paracaídas, eres un imán para los cristales, te diste una vez con un martillo en el dedo, te rompiste dos dientes y la nariz jugando hockey...".
"Ya entendí, gatita."
"Humm, gatita, tiempo que no me decías así, ¿como le dices a la asiática?"
"Se llama Hikari, y es solo una amiga."
"Eso mismo dicen todos, 'amiga' resume muchas cosas, sobre todo con la que te acuestas de vez en cuando. ¿o para que mas la traias? No pensaba que te gustaran las mujeres así, flaca y con esos pechos tan pequeños. Pero eso no te detiene."
"Aunque te cueste creerlo, no todos los hombres estamos con mujeres solo para acostarnos con ellas."
"Lo sé. Eres un hombre muy idealista para esos." - dice cuando llega a la cocina y empieza a revisar la nevera. "¿Como te fue en la misión?"
"No te interesa."
"Este pueblo es muy pequeño, que no te sorprenda que te nombren en unos cuantos chismes."
"¿Que escuchaste?"
"Que mandaste a la Zentraedi... Miria, creo, al hospital."
Engel no responde, y ella continua revisando la casa.
"¿Disfrutaste maltratándola?" - pregunta ella luego de un minuto de silencio.
"Mas que a ti no."
"Eres tan lindo conmigo. Por allí te traje un regalo."
"No gracias..."
"Marina mandó una carta para ti. ¡Que boba! No puedo creer que hayan mujeres así. Búscala en mi bolso."
No era necesario que se lo dijera, Engel ya estaba revisando el bolso cuando le decía lo de Miria. Contiene lo usual, o lo que suponía usual en el bolso de una mujer: lápiz de labios, pintura de uñas, papeles, un par de toallas femeninas, una caja de pastillas anticonceptivas (completas, pues la abrió y revisó), un localizador, dinero, la carta de Marina (en realidad es un sobre mediano de color blanco) y una pequeña pistola.
"¿La abriste?" - dice Engel.
"¿Que tipo de mujer crees que soy? ¡Claro que la abrí! Pero la deje de leer luego de tanta cursilería."
"¿Como es que tu tienes esto?"
"Nunca he confiado en los buzones. Me sorprende que no les pongan ni cerraduras, porque puede venir cualquier bella hija de vecino a revisarte las cartas. Por cierto, ¿quien es Ayumi Tahara?"
"Mañana voy a mandar a poner una portezuela para el correo." - dice impertérrito.
Engel revisa un juego de fotografías. Es su bebé. Siente algo en el fondo del estomago cuando la ve. Pequeña, vestida completamente de blanco. La bebé estaba mirando en otra dirección cuando le tomaron la foto. Se ve tan graciosa abriendo la boca sin dientes, y estirando los brazos como si esperara que la cargaran.
"Es idéntica a ti, pero es preciosa." - dice Lilya acercándose y mirando por encima del hombro de Engel.
"Si para esto viniste, muchas gracias."
"¿Me tienes que tratar mal? Hemos sido amigos desde hace tanto tiempo..."
"¿Que me dice que no sigues trabajando para al Alianza?"
"Estoy cansada ya de eso. Me gusta vivir aquí. Se come mejor. No has visto el resto del mundo. En Rusia las leyes son tan rígidas que existe la ejecución sumaria para los ladrones, sobre todo los de comida. Imagínate que nos harían con nuestros brillantes curriculum. ¡Nos arrancarían la piel con cortaúñas!"
"Nosotros es mucha gente."
"A mi por haberle hecho un favor a la Alianza, y sobre ti pesa un cargo por intento de asesinato, dos cargos de asesinato en segundo grado, insubordinación, intimidación y hasta agresión. No te han fusilado porque eres un oficial muy útil. Pero imagínate lo desamparada que me siento siendo solo una fracasada enfermera."
"¿Y que hay de tu novia Polina?"
"Polina me ama menos que a ti. No dudaría en venderme barata y hasta me daría ella misma un tiro en la nuca."
"¿Y que tengo que ver con eso?"
"¡Eres tan cruel conmigo!" - exclama con un falso tono de angustia. "¡Tan desamparada y sola en este mundo! ¡Somos compañeros y tenemos que estar juntos, como uno, para tener fuerza!"
Engel solo se ríe antes de contestar. "¿Cuanto tiempo estuviste practicando eso?"
"Lo pensé mientras venia para acá. De todas formas tu no me vas a abandonar."
"¿Porque?"
"Porque me necesitas. Esas japonesas deben ser muy buenas en la cama, pero no es lo que buscas."
Engel trata de ignorarla mientras lee. Si la ignora tal vez se vaya.
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Max entra con sigilo en la habitación de hospital. Miria esta fuera de peligro, y solo esta dormida. Viéndola dormir no puede evitar la tentación de acariciar su cabello, como tantas veces había hecho. Dormida se ve mas hermosa que nunca, incluso mas que cuando se conocieron.
Le da vergüenza pensar que la primera vez que la vio sus intenciones eran menos nobles, pensando en la manera de llevarla a la cama. Cuando se volvieron a encontrar en la sala de videojuegos, se había enamorado de verdad. Ese sentimiento no se había empañado al saber quien era, mas bien se reforzó, y tiene una intensidad que mantiene aun en este momento.
Max había quedado huérfano durante la guerra y tener a su propia familia ahora es algo que siente que debe agradecer al cielo. Tiene a Miria y su bebé, tiene un buen trabajo, y por si fuera poco tiene amigos maravillosos como Hikaru, Misa y Claudia. Un rumbo en su vida, una identidad como persona. Esas eran las cosas que Miria le había dado, la alegría de tener a alguien con quien hablar y tener una comprensión que va mas allá de las palabras. Max sabe que cualquier sentimiento o emoción de Miria son verdaderos, siendo a veces terriblemente francos y demasiado inocentes.
La idea de perderla no la puede aceptar. Que la derribaran antes había sido un duro golpe para su moral, pero que ahora fuera de nuevo derribada y quedara herida seria demasiado para ella.
Pero ahora su mente solo puede pensar en un culpable, alguien a quien culpar, vengarse...
Pero no puede hacer algo de lo que mas tarde se arrepienta. No puede dejar a su esposa y a su hija abandonadas. Hay otras maneras. La venganza no es la solución, y eso solo haría que se rebajara a su nivel.
No quiere despertarla, pero quiere estar a su lado cuando despierte, que lo primero que vea sea su rostro, y el sentimiento de que se encuentra a salvo. En la penumbra toma su mano y la acaricia. Su mano es cálida, como debe de ser.
Acaricia su mejilla y recuerda esos momentos que han compartido, como pregunta por cada cosa insignificante de la vida; cosas que para él son tan triviales. En sus recuerdos no puede olvidar también los malos entendidos, confusiones, discusiones y hasta peleas. Tampoco puede olvidar la desagradable parte donde otras personas, sobre todos quienes perdieron parientes y amigos en la guerra, la observaban, la insultaban.
Un día ella había decidido no salir de la casa. No tenia miedo a las personas, sino que tenia a lo que pudiera pasar si ella llegaba a dejarse llevar por sus instintos. Fue la primera vez en que la había visto temblar de miedo... no no era miedo, terror; nunca había tenido miedo en ninguno de sus casi dieciocho años de vida, pero estaba aterrada de verse reflejada en sus ojos. Aunque ella no quisiera, él siempre trataba de protegerla, sobre todo en el ejército. Ella es muy buena piloto, la mejor, y que se ha ganado a pulso el respeto y admiración de muchos.
Con igual furtividad con la que había llegado, sale de la habitación. El choque de verse de nuevo a la luz le hace ver todo borroso, pero no puede dejar de notar la inconfundible figura de su amigo.
"¿Sigue durmiendo?" - pregunta Hikaru Ichijou.
Max suspira antes de afirmar con la cabeza.
"Mejor así. Estas hecho un desastre." - dice Hikaru mirando detenidamente los moretones en la cara de su amigo. "Ve a casa y descansa, mañana estarás mejor."
"No me voy a sentir bien si sigue aquí."
"Ella no se va a ninguna lado, y este es el mejor lugar donde puede estar. Piensa también en tu hija. Lo ultimo que necesita es que acabes peor. Solo ve como estas, ese no es el Max que conozco" - dice Hikaru tratando de arreglar un poco el uniforme de Max, que desaliñado.
Max hace su propio esfuerzo por lucir mejor, acomodándose el uniforme, y echando hacia atrás un par de mechones de su rebelde cabello.
"Te acompaño, es muy tarde para que estés solo." - Hikaru lo guía dándole una palmada en la espalda. "¿Has comido algo?"
"No."
"Vamos a comer."
"Es muy tarde."
"Nunca es tarde cuando hay hambre, y mas si se esta golpeado y cansado."
"¿Acaso alguien te ha golpeado? Y no pareces que trabajaras mucho."
Hikaru sonríe. Pasadas las diez los dos muchachos salen del hospital. Por un rato los dos caminan por las calles, sin rumbo fijo. Finalmente entran en un pequeño restaurante. La comida es buena y silenciosa, interrumpida por un ocasional comentario sobre la comida. Max come bastante a pesar de no pensar realmente en alimentarse.
"No quiero ir a mi casa." - dice Max.
"¿Porque?"
Max no le responde, pero Hikaru ya sabe la respuesta.
Hikaru no puede dejar de preguntar, "Eddie me contó lo que paso allá. Tu en verdad..."
Max responde con brusquedad. "Si, y no me hubiera arrepentido, y no creo poder contenerme si llego a tenerlo delante de mi. Miria ni siquiera a sufrido gripe, ni siquiera se sintió mareada cuando estuvo embarazada, y ahora estuvo a punto de morir..." - Max golpea su puño contra la mesa, volando un vaso, ya vacío, que Hikaru alcanza a tomar antes de que rodara al suelo.
"¿Has pensado que quizás hizo lo que pudo?"
"Él la desprecia. Siempre busca una excusa para... bueno... para perjudicarla. ¡Él se aprovechó de esto!" - dice casi llorando.
"Espera que se recupere, y pregúntale, y si lo hizo pueden pedir que se haga justicia. Que tomes venganza vas a terminar preso y ella se va a quedar sola con una bebé pequeña."
"¡Crees que no lo pienso! Que daría para tratar de ignorarlo. Pero no puedo. Solo Dios sabrá que le habrá hecho..."
"No pienses en eso. Piensa solo en darle gracias a Dios de que este bien. Pero ahora tu te vas a quedar en mi casa, mañana tendrás la mente mas despejada e iremos a verla al hospital, ¿si?"
"Claro..." - responde Max.
"Deja de preocuparte por ese tipo. ¿Con tal? Su mujer lo dejo y en su país no lo quieren ni en pintura. Puede que tenga todas las medallas del mundo y toda la educación que se te ocurra, pero al final tu eres mejor persona que él. Pero te apuesto que no maltrató a Miria... déjame terminar. Si la odiara de verdad no la hubiera ayudado o sencillamente hubiera hecho menos de lo que hizo."
"Lo veo casi todos los días cuando salgo de mi casa. Él tipo me mira como si el fuera un príncipe o algo así y yo un simple campesino. Y no me gusta como la mira a ella."
"¿Has pensado que esas no son miradas de odio?"
"No querrás decir que...?"
"Envidia, Max. Envidia. Fíjate bien: tienes esposa e hija, y vives feliz; el esta solo. Pero no una envidia de que quiera destruirlos, mas bien se siente mal al ver a los demás felices y él esta sufriendo por lo que no tiene."
"¿Y como sabes?"
"Ancestrales poderes místicos... o quizás sea porque él se lo contó a Claudia, y Claudia se lo contó a Misa, y Misa me lo contó a mi."
Max se ríe, pero no de las palabras, sino por el tono en que las dice. A lo mejor solo necesita reírse un poco.
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Engel no tiene animo para espantar a Larissa. Su táctica de ignorarla surtió efecto, pero no el que deseaba. La mujer ahora esta dormida. Hubiera preferido que se acostara en otra parte, pero había aprovechó que él había ido al baño, y como si esta fuera su casa, se había quitado la ropa, quedando solo con su camisa y se había metido en su cama.
Se olvida de ella, y como el sueño no le alcanza, se sienta a escribir su informe. Pretende hacer un resumen cronológico detallado hora a hora, sin siquiera omitir las veces que había ido al baño.
Desde que dejó su puesto en el departamento de armas, se ha dedicando a escribir manuales técnicos, por lo que pasa mucho tiempo aquí. La habitación es un caos controlado, teniendo muchos manuales apilados uno encima de otro. Varios modelos del VF-1 en distintas configuraciones están en una repisa, además de los modelos de presentación del VF-4 y VF-5.
Casi las cuatro de la mañana termina de escribir un informe de quince paginas, y se levanta para ir a la cocina. Se detiene ante la puerta de su propio dormitorio, donde la tenue luz exterior de la calle se filtra por las persianas.
Al mirarla recuerda todas las cosas que pasaron juntos. Recordando los buenos y malos momentos. Recordaba esos largos paseos en bicicleta; los malos momentos en que tenia que ocultar su relación de Sabina; los tiempos como pilotos en que volaron juntos. Pero lo mas fuerte era cuando estuvieron juntos en aquélla misión final, cuando se pudieron dar un tiempo para ellos mismo antes de que todo se volviera un caos.
Y le hacia recordar cuando le susurraba al oído para que nadie les escuchara, sintiendo que cada respiro rivalizaba en intensidad con la maquinaria que les estaba rodeando.
En la cocina calienta café, y de regreso ve que Lara se dado la vuelta. Siempre ha sido una mujer con la que es incomodo dormir.
Esta tan interesado en terminar su reporte, que no piensa en acostarse. Pasadas las cinco esta listo su informe, lo imprime, firma y pone en un sobre marrón. Cruzas sus brazos sobre el escritorio y recarga su cabeza con la intención de descansar los ojos unos minutos...
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Se esfuerza en abrir los ojos, pero sus párpados luchan como si tuvieran voluntad propia. Al no poder abrirlos, deja de intentarlo.
"Mi amor..."
Siente una mano sobre su brazo. Voltea con los ojos entre abiertos, pero solo es una silueta oscura sobre el fondo blanco. La voz es conocida, pero suena tan distante como si estuviera al final de un largo túnel.
"¿Cómo te sientes?" - escucha la voz de Max de nuevo.
"Cansada." - dice Miria muy decaída mientras intenta sentarse.
"¡No te muevas!" – le advierte Max. "Te va a doler si te arrancas esa intravenosa... y te va a doler más cuando te la vuelvan a poner."
Max le ayuda a Miria a ponerse en una posición cómoda y le acomoda las almohadas detrás de la espalda."
"¿Estás mejor?"
"Mucho mejor, gracias. "¿Qué pasó?" - pregunta sin poder recordar realmente que sucedió.
"¡¿No lo recuerdas?!"
"No."
Max esta un poco preocupado buscando las palabras. no es algo fácil de decir, mucho menos a una Zentraedi.
"Fuiste derribada... Pero vas a estar bien. Estaba tan preocupado que... discúlpame... solo es que... no me habría perdonado que te sucediera algo." - trata de explicar con voz entrecortada.
"No te preocupes, todo va a estar bien." - suspira Miria mientras se mantiene quieta en medio de la cama, mirándole.
"Eso... debería decirlo yo..." - balbucea Max, debatiéndose entre la pena y la alegría.
"Lo sé, solo quiero descansar." - dice Miria de esa forma tan... Zentraedi de decir las cosas, nada de delicadeza ni nada de brusquedad.
"Esta bien, no te molestare mas..."
"No digas eso, no me molestas."
"Claro que no." - dice tomándole la mano.
"¿Nuestra bebé?"
"Esta bien, las chicas la cuidan como si fuera de ellas."
Estira la mano para posarla en la mejilla de su marido. "Me alegra que este en buenas manos. Me odiaría si quedara desamparada."
Miria cierra sus ojos, la luz es demasiado molesta para su vista. Max se levanta para cerrar las persianas. El sol matutino esta filtrándose en la habitación.
"¿Porqué tengo tanto sueño?"
"Son los medicamentos, cariño... antibióticos, analgésicos, antinflamatorios... te recetaron una farmacia entera."
Max se queda callado por un rato, reuniendo el valor para hacer la pregunta que le ha torturada la noche.
"¿Que pasó?" - pregunta aun de pie ante la ventana y mira hacia afuera por las delgadas rendijas.
"No lo recuerdo." - responde Miria automáticamente.
"¿No lo recuerdas o no quieres recordarlo?"
"No entiendo porque me preguntas. Solo me derribaron, ¿o no?"
"Nena, no estas aquí solo por eso..." - Max se acerca una vez mas a ella, tomándole ambas manos. "Pero no importa. Estas aquí conmigo y eso es todo lo que importaba."
Envuelve sus brazos alrededor de su delicado cuerpo, apretándola contra si con fuerza. Quiere sentirla cerca, para poder protegerla.
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Engel abre los ojos y mira el reloj de su laptop. No había descansado los ojos unos minutos, sino que había dormido por mas de dos horas. Larissa se le acerca por detrás y le pone una mano en el hombro, y pasea sus dedos hasta llegar a su cuello. Engel se estremece con ese delicado toque que envía un escalofrió a través de su cuerpo.
Engel se endereza, y ella aprovecha para inclinarse, abrazarle y colocar su cabeza al lado de la suya, y frotando su mejilla contra la suya, apartándose para susurrarle algo en el oído.
Lara finalmente se aparta, y al voltearse, Engel se da cuenta que esta vestida con su uniforme de enfermera.
Engel no le dice nada, y tampoco hace nada cuando ella se inclina y le acaricia la mejilla por unos momentos antes de salir.
[Fin Capitulo 33]
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