fanfic_name = En la Tormenta

chapter = 32

author = Seferino Rengel

Rating = AP15

Type = Action

fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta

 

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PARTE 32: RESENTIMIENTOS

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Engel se siente bastante cansado. Hace ya una hora desde que Miria tuvo su 'ataque', pero ahora esta dormida. no han pasado muchas horas desde que pidió el rescate, pero se siente impaciente, a pesar de saber perfectamente que o pueden venir a rescatarlos hasta que limpien el espacio aéreo de enemigos. No se puede arriesgar la vida de cinco hombre por dos, y mucho menos tener 7 prisioneros en lugar de dos.

"Perdóneme Mayor."

La voz de Miria es como un susurro, incluso a Engel le pareció que tenia en ella cierto tono de... algo. Engel había recibido adiestramiento medico cuando entro en la fuerza aérea rusa, y actualizo sus conocimientos al unirse a la Spacy. Pero solo es conocimiento técnico, como poner inyecciones y primeros auxilios. Pero no llega a entender la sutileza del organismo, misma sutileza que hacia que la mujer delante de él pudiera estar a punto de arrancarle los ojos mientras le insultaba y momentos después estar temblorosa pidiendo disculpas.

"Solo descanse, en cualquier momento nos recogerán."

"Se que me voy a morir..."

"Nadie se muere por un rasguño. Se supone que es una fiera guerrera. No debería acobardarse por eso."

"No es a usted a quien le duele."

Miria se siente tan avergonzada que no quiere verlo a la cara. Siente esa vergüenza tan fuerte que incluso es mayor que el sentimiento de debilidad aun afecta todo su cuerpo. Mueve los dedos, pero estos responden como si pesaran toneladas. Aun no puede entender porque él no simplemente la abandona, sino que se esfuerza en ayudarla. Al principio tenia que reconocer que sintió miedo, pero ahora solo es confusión. Voltea la cabeza, y lo ve, mirándole fijamente con sus ojos azul brillante. Engel no parpadea, como si fuera alguna especie de... maquina.

"Me odia, ¿verdad?" - pregunta Miria.

"No siento cariño por usted."

"¿A sentido cariño por alguien?"

Engel no se esperaba esa pregunta, pero decide responderle.

"Mi esposa, mi hija."

"¿Porque la abandonó?"

"Ella me dejo a mi. Yo la amo, pero parece que ella no me ama tanto como pensaba. Max tiene mucha suerte de tener a alguien que lo ame tanto."

Se arrodilla a su lado, ahora parece inconsciente.

"Miria..."

Engel le pone una mano en la mejilla. Ella reacciona, aun adormilada, y pone su mano sobre la de él.

"Miria..."

"Mayor..." - susurra mientras le aprieta la mano.

"Estoy aquí Miria."

"Frío... tengo mucho frío."

"Lo sé. Tranquila. Ahora puedes dormir."

Miria cierra los ojos, mientras le sigue apretando la mano. Él se queda mirándola por un rato, pensando en lo extraño que es verla así, tan vulnerable. Esta mujer había sido la causante de tantas muertes, tanto sufrimiento. Ella había sido causante de la muerte de Yelena Nikolayev y Roy Focker.

Ahora esta aquí con ella, teniéndola completamente a su merced. Recuerda a la otra Zentraedi, como se sintió cuando... descargó toda su ira contra ella. Había fantaseado tantas veces en un momento como este, teniéndola para sencillamente matarla con sus propias manos, despedazarla y esparcir sus pedazos por el suelo.

Esto es suficiente para hacerle regresar a su mente ese deseo de venganza y ese odio a su corazón. Pone sus manos alrededor del cuello de Miria, y piensa en lo fácil que seria, lo rápido, poniendo algo de presión.

Pero una parte de su mente le decía que matándola no regresara a la vida a Lena y a Roy, y que se traería tantos problemas que probablemente terminaría muerto o completamente loco.

Ella abre los ojos. Engel no se había dado de cuenta que sus ojos son verdes, y que tiene algo que lo detiene en su intento de matarla. Aun adormilada, pero con esa lucidez que había recuperado. Sabe que es lo que él le intenta hacer, pero no se queja ni intenta defenderse, como si lo aceptara, solo levanta sus manos para volver a tomar sus manos.

Engel siempre había pensado que los Zentraedi tendrían la piel diferente a la de los humanos, pero Miria era tan parecida tanta mujeres humanas...

Miria hace ruidos entre gimiendo y gruñendo, como si estuviera luchando contra un dolor muy grande, o haciendo un gran esfuerzo ya que se esfuerza en apretar las manos de Engel, quien a soltado su cuello y solo tiene una de sus manos sobre la mejilla de la Zentraedi.

El rugido de un Valkyrie rompe el silencio entre los árboles. Luego un segundo aparato, mucho más cercano. Empezando a elevarse en volumen los golpes de hélices inconfundibles de un SH-85 'Sea Sergeant', volando a baja altura.

"Ángel 5-14 a Líder Ángel. ¿Cómo esta Mayor?" - escucha decir a su radio.

Engel toma la radio y se da cuenta que su boca esta tan seca como algodón. "Aquí líder Ángel... Estoy bien, pero Miria necesita que la saquen de aquí. No puedo ver nada de entre estos árboles, pero los escucho claramente. ¿Dónde está el helicóptero?"

"Le comunicare con ellos."

Hubo un minuto de silencio, hasta que la radio regresa a la vida con la voz del piloto del helicóptero de rescate.

"Aquí SAR 309. Tenemos su posición pero los árboles son muy densos en su ubicación, ¿puede moverse hacia el norte?"

"Negativo. La Teniente Farina no esta como para hacer patinaje artístico." - dice Engel, en un tono bastante sarcástico.

"Entonces no se muevan de allí."

Engel deja la radio a un lado y se arrodilla al lado de Miria. La toca en la mejilla y siente su piel helada, y no precisamente por el frío.

"Ya vinieron a buscarnos."

Engel se levanta, pero Miria le agarra del brazo.

"No me deje sola, por favor."

"Vas a estar bien. Solo quédate tranquila." - le dice mientras le da una ligera palmadita en la mejilla.

Habían pensado en el asco que le producía el siquiera acercarse a un Zentraedi, por todo ese lavado de cerebro sobre el aspecto de los extraterrestres, y ese libro de ilustraciones de H. R Giger que le habían regalado. Pero mirándola aquí y ahora, se siente diferente. Miria Farina Jenius se ve igual que una mujer; al tocarla, se siente igual a una mujer, e incluso tiene un olor indiscutiblemente humano.

El helicóptero continuo volando por encima de los árboles, alejándose hasta que encuentra un punto relativamente abierto entre los árboles a unos 50 metros de la posición del Mayor. Suspendido a 20 metros de altura el helicóptero empieza a bajar a un rescatista en rappel.

El para-jumper se acerca hacia ellos.

"¿Mayor Engel?"

"El mismo. Necesitamos sacarla."

"Déjeme revisarla. ¿Que me puede decir?"

"Tiene una herida muy fea en la pierna y perdió mucha sangre. No sé cuanta pero he hecho lo mejor que pude."

"Vamos a llevarla al claro. No puedo subirla por entre estos árboles." - dice el rescatista.

"Quédate tranquila, ya nos vamos." - le dice Engel a Miria.

El hombre se toma su tiempo para examinarla, ponerle un enésimo vendaje sobre la herida e intenta alzarla en sus brazos. Pero la Zentraedi no deja que la cargue.

"Déjeme a mí." - dice Engel mientras toma su lugar y la alza, sin tener ninguna negativa de la mujer.

"Vamos con cuidado." - dice el PJ mientras camina delante de Engel para evitar que tropiece.

El helicóptero esta dando vueltas alrededor del área, no quedándose en un mismo sitio mientras los dos Valkyries continúan patrullando el área inmediata. Aun no tiene completamente asegurada esta área.

Bajo las ordenes del rescatista el helicóptero empieza a bajar con la grúa una camilla color naranja.

"Recuéstela con cuidado." - le dice el rescatista a Engel.

Miria apenas se mueve cuando entre los dos la acomodan y la aseguran con correas.

"No me dejes sola..." - dice Miria con una voz que apenas escucha.

"No te preocupes, estaré detrás de ti."

Cediendo, la mujer se queda tranquila mientras empiezan a subirla. En pocos segundos el personal del helicóptero la reciben y la meten dentro el aparato, liberando la camilla y poniendo el arnés para subir a los dos hombres en tierra.

El rescatista y el Mayor son subidos juntos. Al Mayor lo jalan primero y luego a su salvador, y antes de que cierren la puerta el helicóptero ya se encuentra en movimiento. Uno de la tripulación le ofrece una manta térmica, y entonces se da cuenta de cuanto frío tiene.

 

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Una fuerte brisa ya esta barriendo el área del campamento, obligando a apuntalar las improvisadas tiendas de campaña. Las que están requiriendo mas protección son la de la enfermería y la de control. Si el viento comienza a golpearles con mas intensidad, deberán empezar la evacuación.

El viento ya es suficiente para hacer tambalear ligeramente con sus ráfagas más fuertes a los Valkyries, que cargados con todo su armamento, están puestos en configuración Gerwalk a la espera de al orden de despegar.

Max Tiene una sensación mayor de frío, pese a que la temperatura es la misma, y esa sensación desagradable en el fondo de su estomago no ayuda para hacerle entrar en calor. Su esposa fue derribada, por segunda vez. Esta preocupado, no por el hecho en si de ser derribada, sino que ella es la mejor piloto que había conocido, y le resulta imposible que hubiera una mejor que ella.

Los tres Sea Sergeant apenas se dan abasto para buscar y recuperar a los pilotos caídos. Con todo el control del trafico radial en la zona no puede enterarse realmente de la condición de su esposa, si ha sido rescatada o si ya ha muerto.

Trata de mantenerse pendiente de su trabajo, porque ahora debe cumplir las funciones del Mayor Engel y las suyas propias. Le corroía el alma pensar que Miria podría estar indefensa en sus garrar, posiblemente sufriendo hasta morir, y el miserable tendría una excusa que todos creerían, menos él. Había escuchado algo sobre lo que paso hace unas semanas en Brasil sobre como mató a un oficial superior, ¿pero porque no se le juzgaba?

Levanta la vista y observa como la figura del helicóptero aumenta de tamaño hasta que la silueta azulada llena gran parte del cielo. El batir de las hélices se vuelve casi atronador, pero en medio de su admiración, parece que solo causan un tenue susurro mientras muerden el aire. No le importa que el aire helado se abalancé a sus ojos, Max continua con la vista clavada en el aparato.

El helicóptero se posa con agilidad en el terreno, mientras un grupo de enfermeros se dirige hacia el aparato, un poco agachados ante la ráfaga de sus hélices. Max también corre hacia el aparato, sintiéndose aliviado de por fin tenerla cerca, pero angustiado de su posible estado.

Con cuidado bajan la camilla y entre varios la llevan hacia la tienda de la enfermería. Al verla por fin, siente que su alma se le cae a los pies. Nunca en su vida imagino ver a su Miria en un estado semejante. Se había alejado de ella solo unas horas y parecía una mujer diferente, incluso le cuesta aceptar que sea ella. Mientras camina al lado de la camilla alcanza a tomarle la mano. Sus dedos están helados, y sin ningún signo de vida, solo su aliento condensándose en la mascarilla transparente de oxigeno le da una idea de vida en su cuerpo.

Mansamente se detiene cuando una enfermera le impide el paso a la tienda de la enfermería. Por unos momentos se queda mirando desde afuera a través de la lona entreabierta, como el grupo medico le quita su traje de vuelo para atender sus heridas.

Siente una rabia profunda al ver así a Miria. Ella siempre había sido fuerte y hacia cualquier cosa para ocultar sus debilidades... pero ahora se veía tan vulnerable y débil...

Con esa rabia en su corazón se vuelve hacia el helicóptero, desde donde el Mayor Engel camina en dirección hacia la tienda de mando. Ese miserable no tiene ni un rasguño. Engel camina sin vacilar, sin ningún tipo de impunidad. Su estado es completamente distinto al de Miria.

Siente que algo en su interior se desgarra, y siente como la rabia del momento se convierte en un deseo de venganza.

Gennadi Engel le había hecho esto a su Miria.

Tan profundo es su deseo de hacerle pagar por lo que le hizo que sin pensarlo saca su pistola de su funda y empieza a caminar hacia Engel.

Se siente invisible mientras camina a través de los soldados que van de un lado a otro en preparación para el siguiente ataque, sin siquiera darle una segunda mirada.

Esta a solo unos metros, podría darle fácilmente, pero quiere ver su rostro, que sepa quien y porque lo hace. Pero Engel esta de espaldas. Levanta el arma para apuntarle; esta decidió a volarle la cabeza y mandar su alma, si es que tenia alguna, al mismísimo infierno...

Antes de que su dedo pusiera suficiente presión en el gatillo, una mano y después un cuerpo lo toman por sorpresa. No opone resistencia cuando el Teniente Juutilainen le quita el arma de las manos.

"¡Dios mío, Max! No hagas esto hermano." - le susurra Juutilainen mientras trata de empujarlo disimuladamente a otra parte. "Acuérdate de tu hija, y Miria todavía esta viva y te necesita."

Max nota como se le nubla la vista y sin contenerse empieza a llorar, recargándose en el hombro de su amigo. Juutilainen solo le da una palmada en el hombro, tratando de consolarlo.

Eddie Juutilainen conocía muy bien a Max, desde que ambos eran miembros del escuadrón Skull, como para saber como reaccionaria. De hecho cuando se entero que traían a Miria lo busco, y por suerte lo había encontrara antes de que cometiera una locura.

 

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"Mayor... ¿esta herido?" - dice Doherty al ver a Engel.

Engel repara por primera vez que su traje de vuelo esta manchado con la sangre de Miria. Mucha sangre.

"Estoy bien... no es mi sangre." - dice, tratando de restarle importancia.

"Bien." - dice el Coronel, imaginando mil y un formas de como esa sangre llegó allí. "Tratamos de interrogar a los prisioneros. Aunque no lo crea atrapamos a un general, pero no dice mi pío."

"¿En verdad? Ahora se me están ocurriendo 6 ó 7 formas para hacerlo hablar."

"No sé si a Rusia llego alguna vez las noticias sobre algo llamado la Convención de Ginebra."

"Que sepa no se aplica a los extraterrestres."

"Igual Mayor, no voy a permitir que agregue a su hoja de servicio la tortura."

"¿No cree que seria justo sacrificar unas pocas vidas por muchísimas mas?"

"Gennadi..." - dice Takeda, tratando de evitar que comience una discusión.

"Me encanta su humanismo, Mayor. Recuérdeme recomendarlo para que le den el premio Nóbel." - dice Doherty.

"¿Cuantos hombres perdimos?" - Pregunta Engel, cambiando el tema.

"Unos diez, y veinte de la Naval."

"¿Que haremos ahora?"

"Lo que vamos a hacer es seguir su plan original: destruir sus transportes de escape. La tormenta estará sobre ellos poco antes de la una, y pretendo hacerlo antes de eso."

"¿Porque no nos vamos ya?"

"Mayor, primero debemos esperar la confirmación del transporte de tropas, además el Ceres acaba de cancelar sus operaciones de vuelo, ellos están más al norte y ya la tormenta no les permite volar. Si las cosas siguen como van tendrán que sumergirse para evitarla. Saldremos dentro de una hora y media, por el momento estoy equipando un escuadrón para lanzarse en un ataque contra los transportes."

"¡Son muy pocos!"

"Si, pero será un ataque contra las naves, y después regresaran a toda velocidad. Mi intención no es entablar combate esta vez."

"Puedo hacerlo más rápido... más fácil."

"No me gusta su tono de voz, Mayor. Y mi respuesta es no. Vamos a hacer un ataque convencional, y la ultima opción es solo para casos de extrema desesperación. Nuestra intención es que se rinda, no continuar con un genocidio."

"Coronel, por favor..."

"Haga el favor de quitarse ese traje." - dice Doherty dándole fin a la conversación. "¡Retírese!"

Engel no discute nada mas, y sale dando grandes zancadas hacia las tiendas de su escuadrón. Apenas ha entrado a su tienda, ya esta quitándose su traje manchado de sangre.

"¿Gennadi?" - pregunta Takeda, entrando también.

"¿Que quieres?"

"Hablarte."

"No quiero saber nada más."

Engel no parece molesto, solo se quita su traje con mucha tranquilidad y sin importarle que Hikari este allí. Se pone su uniforme normal de campo gris claro. Sin decir otra palabra se tira en el camastro.

"¿Te vas a quedar aquí acostado?" - pregunta Hikari.

"Es claro que Doherty no me necesita. Se puede terminar esto así." - dice Engel chasqueando los dedos.

"Sé que a ti no te interesa lo que digan los demás, pero esas cosas no ayudan a tu reputación."

"¿Que reputación? Creo haberla perdido hace mucho tiempo."

"Nadie quiere trabajar contigo por esas actitudes que tomas. Además, por allí andan diciendo que no estas en prisión solo porque eres el oficial mas condecorado del ejercito.

"También he escuchado esos chismes. Que si soy un héroe que si se quitaba la chaqueta todavía tenia medallas en la camisa; que soy un asesino que disparaba por la espalda; que me acuesto con la Capitán Ayumi Tahara, con la Mayor Asami Kanno, contigo, con las chicas del puente del Macross... aunque debo reconocer que le tengo unas ganas increíbles a Kim Kabirov... bien... una larga lista de chismes infundados, que seria astronómica si no fuera porque mi circulo de conocidos es tan reducida. Aquí el deporte nacional es averiguarle la vida a los demás. Si me pusiera a hacerles caso a todos esas habladurías me volvería loco; y hay gente que no sabe vivir mas que para cuidar su reputación."

"Me alegra que seas consciente de eso, pero si a ti no te importa, a mi sí." - dice Hikari sentándose a su lado.

"Tampoco me importa lo que pienses. Me voy a quedar aquí acostado hasta que nos vayamos." - dice Engel mientras entrelaza sus dedos tras su cabeza, dispuesto a quedarse allí. "Acuéstate aquí. ¡Con tal!, así justificamos los chismes y además ya hemos dormido juntos."

"Pero no en la misma cama." - a Takeda no le gusta el tono con el que le habla, por lo que se levanta y empieza a salir.

"Hikari" - dice llamando la atención de la mujer. "¿Podrías averiguar como esta la Teniente Farina?"

"¿Te interesa?"

"Curiosidad."

"Me imagino que el esposo querrá agradecértelo."

"No quiero el agradecimiento de nadie. Lo único que hice fue traerla de regreso." - Engel explica a la defensiva. "Prefiero pensar que no hice mas nada. Solo averígualo."

 

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Los médicos le dijeron a Max que Miria había perdido mucha sangre, y que la ayuda del Mayor fue lo que la mantuvo con vida. Luego de 30 puntadas y una transfusión de plasma, Miria se encuentra estable, pero aun inconsciente.

El sistema inmunológico de los Zentraedi es mucho más resistente que el humano, por lo que ni siquiera a presentado signos de infección, pero la perdida de sangre la afecto mucho.

En cuanto a la sangre han tenido que administrarle plasma mientras encuentran a alguien en todo el campamento con el mismo grupo sanguíneo. Por desgracia él suyo es AB, (Miria tiene el equivalente a B) y él medico, diciendo que prefiere ir por lo seguro, porque nunca había tratado a un Zentraedi, y darle el mismo tipo sanguíneo. Increíblemente, a pesar de la gran cantidad de soldados aquí, solo hay una persona que tiene el mismo tipo sanguíneo que ella, a la cual no quiere ver ni siquiera en pintura.

Pero no importan los problemas, Max solo se sienta junto a su esposa. Toma su mano y la besa antes de ponerla contra su propia mejilla. Si todo sale bien la estarán sacando en el primer VC-33.

Takeda se queda parada en la puerta mirando la escena. Al verlos juntos en otras ocasiones, Miria lo trataba de una manera fría y distante, y Max siempre parecía tener menos carácter que ella. Se imaginaba que así debían ser también en la intimidad. Imaginaba que había sido solo un enamoramiento lo que los había unido, para casarse por intereses políticos. Había visto esos tipos de matrimonios, donde solo había enamoramiento al principio y no amor verdadero. Pero aquí Max parece un hombre muy enamorado, y muy en su corazón esperaba que Miria fuera igual.

Ella esta por retirarse, pero Max se voltea y la ve.

"¿Me buscaba, Capitán?" - pregunta Max.

"No... bueno, en realidad quería saber como sigue su esposa."

"No muy bien. Esta muy débil, perdió mucha sangre y es muy poco lo que pueden hacer aquí. Solo quiero que llegue rápido el transporte para que la lleven a un hospital."

"Si, a las once estarán llegando los VC. Si le digo que se como se siente es mentira, pero espero que su esposa se recupere de esto. Por usted y su hija."

"Gracias."

"El Mayor Engel..."

"No me hable de ese hombre, por favor." - interrumpe Max con una claro tono de rabia en sus palabras. "Es suficiente con esto. Si hubiera sido yo quien hubiera estado con ella, esto no le hubiera pasado."

"Engel no tiene la culpa de esto. Él la ayudó."

"Si, por interés, para que nadie dijera que fue su culpa. Yo no creo que una persona como él haga estas cosas por piedad o por compasión. La única razón por la que no esta muerta es porque no quería que lo acusaran también de esto, ¡y solo hizo lo mínimo para. ayudarla!"

"Usted no lo conoce tanto como yo." - dice Hikari, mintiendo porque no lo conocía tanto como para jurarlo.

"¿Que tan bien lo conoce?"

Hikari no le responde. Por alguna razón no puede mentirle.

"No trate de defenderlo, por favor señora." - Max se vuelve a su esposa, apartando algunos mechones de pelo sobre sus ojos. "Si el Coronel me necesita, dígale que estoy aquí.

"Se lo diré." - dice Hikari para salir de la enfermería.

 

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Las palabras de Max le habían dejado pensando...

¿Realmente conocía a Gennadi Engel?

Lo conoce desde hace años, cuando ella llego a la Isla de Ataria para unirse al escuadrón de la Mayor Nikolayev. En esos tiempos Engel parecía una persona triste, a la cual Nikolayev le subía el animo. Takeda siempre pensó que había algo entre Engel y Yelena, sobre todo la vez que los encontró abrazados. No fue hasta hace poco que Sergei le habló sobre la muerte de la primera esposa de Gennadi, Sabina.

Gennadi le había ordenado literalmente a todos no volver a mencionar a Sabina o lo que sucedió. Había sufrido mucho por la enfermedad y la muerte de su esposa.

Era una buena persona cuando estaba de buen humor; cuando estaban a solas a Gennadi le gustaba meterse con ella por los pequeños pechos que tiene, para inmediatamente decirle lo atractiva que son las japonesas; varias veces la había invitado a su cama y terminaba molesta con él; lo había visto dormir, y no precisamente porque hayan dormido juntos, cosa que nunca ha pasado. Si lo piensa bien solo conoce anécdotas de su vida. Que se había involucrado en un oscuro incidente donde dejo lisiada a la hermana de su segunda esposa; que había estado involucrado en una operación secreta en el pacifico donde se quedó con un Valkyrie muy modificado; que no creía en Dios.

No podía conocer verdaderamente sus sentimientos y pensamientos verdaderos. Hacia cosas que nunca pensó que fuera capaz, como haber matado a esa Zentraedi en Japón. Él la había matado con toda la intención, Hikari misma había contemplado como él había descargado toda su ira y frustración en contra de esa Zentraedi.

Aun no se aclarado lo que paso el Brasil, con el esposo de su cuñada, pero con todo lo que ha pasado, no es muy difícil para ella imaginarse que lo que le llevo a matar a Alekseyev fue lo mismo que le hizo matar a la Zentraedi...

Caminando aquí, en medio de la helada brisa lo imagina en medio del bosque, aprovechando la soledad y el aislamiento para hacerle cosas horribles a Miria...

El rescatista dijo que Engel había cuidado de ella y la había cobijado en un refugio improvisado. Si la iba a torturar, ¿porque se tomo tantas molestias en lugar de solo dejarla en el suelo helado? Los únicos que saben que pasó son Engel y Miria.

"¿Cómo esta?"

Hikari se sobresalta cuando Engel le pone la mano en el hombro.

"Pensé que ya estabas durmiendo."

"No puedo dormir pensando en todos los que van a morir aquí."

"Nadie es indispensable, menos tu. Deja que los demás hagan su trabajo."

"¿Cómo esta Farina?"

"Mal. La tienen que sacar en el primer avión que salga."

"¿Que te dijo?"

"Sigue inconsciente..." - responde, por alguna razón se siente incomoda bajo la mirada de Engel.

"Adelante Hikari, pregunta lo que todos aquí quieren preguntar y que es un secreto a voces." - inquiere en un tono glacial.

"¿Hiciste todo lo que pudiste para ayudarla?"

"Demasiado. Pero sabes que soy del tipo de personas de las que se piensa que si hacen algo, es por algún interés oculto." - Engel la toma de los hombros y acerca su rostro a solo unos centímetros del suyo. "Sabes que Miria es la que mas culpa tiene de muchas cosas. La muerte de tantos y todos lo han olvidado."

"Pero la ayudaste."

"No la ayude porque sintiera compasión por ella, ni mucho menos lo hice por mi mismo ni para evitar que me culparan de que muriera."

"¿Entonces?"

Engel se aparta de ella, volviéndose para no mirarla, y antes que ella pueda decir alguna palabra, se dirige con largos pasos hacia la tienda de mando, entrando como un torbellino hasta donde se encuentra Doherty.

"¿Y bien señor?" - pregunta Engel.

"Lamento decirle que la tormenta se nos puede adelantar y estar sobre los Zentraedi antes de lo que pensábamos. Puede que hasta nos haga un favor y acabe con ellos por nosotros."

"Pensé que quería que no murieran."

"Bueno, creo que esto es lo que podría llamarse un 'acto de Dios' en todos sus sentidos."

"Una excusa muy cómoda."

"No espera que termine así, ¿O me equívoco?"

"Esto no a terminado. Mas adelante volveremos a encontrarlo y a volver a combatirlos. Un circulo vicioso, donde alguno de nosotros va a tropezar y no nos vamos a volver a levantar."

"Tome." - dice Doherty tendiéndole una hoja de papel.

"¿Que es esto?"

"La lista de bajas. Esta otra tiene el numero de prisioneros Zentraedi y los equipos que hemos logrado reunir. Aparentemente tenían intenciones de reunir muchas cosas aquí, tuvimos mucha suerte en darles donde mas les duele."

"Quizás la próxima vez no tendríamos tanta. En Brasil no tuvimos suerte, murieron tres cuartos de los pilotos y no logramos nuestro objetivo. En estos casos no me gusta confiar solo en la suerte."

"Usted a tenido mucha Mayor, aunque no la quiera."

"¿Que me quiere decir?"

"Nada importante." - dice Doherty tomando mas papeles de al mesa. "Las nuevas ordenes es empezar a trasladar al personal no esencial, mantener el plan de ataque aire-aire y proteger el traslado de los prisioneros."

"¿Cuándo nos vamos?"

"La tormenta estará aquí en seis horas. Los VC estarán aquí en cualquier momento..." - justo en es momento se escuchan los motores de los VC-33 en el aire. "Bien, cuando las cosas son ciertas. Sacamos a los heridos y al personal menos indispensable."

"Es la primera vez que veo que una misión tan improvisada termina así." - dice Engel, sacudiéndose las manos. "Estoy desilusionado."

Doherty mira su reloj, son las 11.06 de la noche, aunque el sol aun continua en el cielo. "A las doce lanzaremos el ataque. Descanse un poco, todavía tengo que solucionar algunas cosas. Retírese."

 

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Afuera un par de VC-33 apagan sus turbinas VTOL, a la vez que se abren sus puertas de carga de cola. La mayoría de las tiendas de campañas fueron desmontadas, y el personal se encuentra alistándose para abandonar el campamento.

Los primeros en ser embarcados son los heridos. Increíblemente son muy pocos, reduciéndose solo al grupo de pilotos que fueron derribados o heridos durante el combate, un par del personal de tierra que resultaron herido en accidentes menores (él más destacable fue de un misil AMM que se soltó de su anclaje y le cayó en el pie a uno de los armeros).

Cuando se disipa el polvo helado levantado por los motores, el grupo medico sale cargando a Miria en una camilla, siendo seguida por Max, quien no se ha separado de ella. Siguió con ella hasta que la subieron con cuidado y la acomodan en el interior del avión. Hubiera deseado ir con ella, pero todavía tiene que terminar con su trabajo aquí. Habían momentos en que tenia que ponerse a elegir entre su trabajo y su familia, pero momentos como estos le hacían pensar en mandarlos al diablo y quedarse con su familia.

Mira hasta que los asistentes médicos y la tripulación la acomodaron para el viaje hasta Alaska. Se siente agradecido del cuidado con que la están tratando, evitando que se haga mas daño. Miria se sentiría avergonzada si supiera con que delicadeza la están tratando.

Se voltea para volver a su trabajo, pero se encuentra al Mayor Engel, de pie a un par de metros, contemplando a su esposa. Max Jenius siente como la sangre se le sube al cuello solo al verlo allí de pie, tranquilamente como si fuera inocente...

Sencillamente no puede contenerse y se le lanza encima.

"¡Hey!" - dice Engel, sorprendido.

Max le lanza un golpe, que Engel esquiva, pero un segundo golpe logra darle en el cuello. Si Engel no fuera tan robusto hubiera caído ante el golpe del muchacho, y antes de que Max pueda aprovecharse del momentáneo aturdimiento del otro hombre, Engel sencillamente le patea los pies y lo derriba.

Esto había durado unos segundos en los que ni el Teniente Juutilainen, ni Takeda ni nadie cerca de ellos había reaccionado.

"Si es su idea de un agradecimiento, espero que nunca nos peleemos."

"¡¿Agradecerle que maldito estúpido?! ¿Que le hiciera esto a mi esposa?"

"Teniente, recuerde que esta hablando con un oficial superior."

"¡Oficial superior a la mierda! Un hijo de puta es lo que es por querer matar a mi esposa."

"Si hubiera querido que muriera hubiera sido mas eficiente."

"Muy eficiente... No le bastaba con hacerle esto, sino que quería que sufriera..."

"En eso estamos de acuerdo." - dice Engel como si hubiera encontrado una idea. "Mire Max, tengo una pistola, puedo ir y pegarle un tiro para sacrificarla como a una perra atropellada para que no sufra. Nunca he soportado ver sufrir a los animales."

Absolutamente todos los que seguían con interés aquella discusión, que incluyen desde soldados rasos hasta oficiales, enmudecieron con ese último comentario del ruso.

Eso fue suficiente. Si Engel quería que Max estallara, lo había logrado. Max busca su arma, pero recuerda que la tiene Eddie, y al verse desarmado se le lanza encima a puño limpio. No piensa que probablemente no tenga oportunidad de ganarle a Engel, quien a pesar de ser de menor estatura, es de mas corpulencia.

Como para no darle excusa en la pelea, Max se quita los anteojos y los lanza a un lado, para empezar a lanzarle golpes a Engel.

Max le golpea con saña, y Engel no se queda corto porque, aunque trata de evitar que lo golpee al comienzo, finalmente cede ante sus instintos violentos y empieza a regresarle los puñetazos. Un golpe tras otro los dos hombres se pelean, y absolutamente nadie quiere acercarse, ante el temor de ser agredidos también y ante la curiosidad de conocer el resultado de esta pelea.

"¡Gennadi, por Dios!" - grita Hikari solo llevándose las manos a la cabeza.

Indudablemente esta pelea se esta inclinando a favor de Engel, a pesar de que Max lo ataca con agresividad. Pero ninguno de los golpes del Mayor son suficientes para derribar al enfurecido joven, que parece enfurecerse mas con cada golpe que recibe.

Max, con la nariz sangrarte, logra derribar a Engel de un empujón, y sujetarlo contra el suelo. En ese momento es cuando Max se da cuenta que no va a poder contra él en una pelea pareja, y estira la mano para agarrar una piedra cercana y logra estrellársela en la cabeza.

Finalmente Juutilainen y otro por un lado y un par mas por el otro, deciden darle fin a esto.

"¡Déjenme!" - grita Max mientras forcejea para que lo suelten.

"Esta me la vas a pagar." - le jura Engel en un tono amenazante y siniestro viniendo de él, a la vez que se lleva la mano a la frente.

"¿Que? ¿Me va a matar como mato al ruso? ¿O es un cobarde que solo mata por la espalda y se mete con mujeres?"

"¡Cállate Max!" - dice Juutilainen mientras trata de arrastrar a Max fuera del alcance del Mayor.

"¡Maldito francecito hijo de puta! ¡Ven acá!" - le grita Engel, quien se mira la mano ensangrentada y forcejea contra los que lo tienen sujeto, quienes sencillamente no pueden con él y lo sueltan.

"¿Que? Muy valiente porque sabe que no me van a soltar." - le dice Max, riéndose de él.

"¡Suéltenlo!" - grita Engel amenazando a Juutilainen y a su otro compañero.

"¿Que diablos esta pasando aquí?" - ruge el Coronel Doherty haciendo que todos voltearan a verlo.

Todos quedan paralizados ante la imponente presencia del afroamericano de casi dos metros de altura, menos Engel, quien sigue caminando hacia Max con intenciones de agredirlo de nuevo. Pero Doherty da unos pasos y logra detenerlo agarrandolo por el hombro. Engel esta a punto de golpearlo para que lo suelte, pero el Coronel es mucho mas fuerte que él, y logra someterlo.

"¡Esto era lo único que me faltaba, Mayor! ¡Y usted también Teniente! ¡Que se pusieran a pelear como niños!"

"¡Déjenme que lo voy a matar!" - grita Max mientras lo siguen arrastrando hasta alejarlo de allí.

"Cállese Teniente, ya tiene suficientes problemas. ¡Y usted no se queda atrás Mayor!"

"Él empezó todo." - dice Engel limpiándose la sangre que cayó en su ojo.

"Él empezó todo." - Doherty repite burlándose de Engel e imitando su acento ruso. "Es una excusa demasiado infantil para usted..." - se voltea a ver a todos congregados allí, descuidando sus tareas. "¡¡¡Regresen a trabajar!!!"

Su grito es suficiente para que todos regresen inmediatamente sin volverse a dar una ultima mirada a la escena.

Doherty agarra a Engel por el cuello de la chaqueta y lo levanta del suelo. Engel resopla como un toro rabioso al verse tratado así por este gorila, pero trata de mantener la compostura y pararse derecho. Hikari se había mantenido apartada de todo, sin creer todavía todo lo que había pasado, entonces saca de uno de sus bolsillos un pañuelo y se acerca para limpiar la herida sangrante de Engel.

"¡¡¡Váyase de aquí Capitána!!!" - le ordena Doherty.

"Coronel yo..."

"¡¡¡Piérdase de mi vista!!!"

El Coronel espera que Takeda se aleje, y cuando esta satisfecho de que todos están en sus trabajos, agarra a Engel de nuevo por la chaqueta para apartarlo del camino de los soldados que suben al VC. Pero esta vez Engel forcejea con brusquedad para que lo suelte.

"¡¡Usted no es nadie para tratarme así!!" - dice cuando Doherty lo suelta.

"¡Soy el oficial al mando aquí, y si me provoca patearle el culo lo hago!"

"No quiero discutir con usted."

"Vamos a hablar ahora. ¿Se esta dando cuenta que le esta haciendo honor a su reputación?"

"¿Que reputación? Solo los maricas hijos de puta andan preocupándose por su reputación."

"Cuide su tono Mayor."

Engel sigue resoplando y chupandose los dientes, teniéndose que tragar la rabia que amenaza con salírsele como la sangre de su frente.

"Se lo que pasó aquí." - dice el Coronel.

"¡Usted no sabe nada!

"Claro que si. El Teniente le culpa por el estado de su esposa, discuten, se pelean como dos niños."

"Me alegra que tenga las cosas tan claras Coronel. Entonces no quisiera seguir discutiendo con usted." - Dice Engel retirándose.

"Espere un momento." - dice Doherty poniéndole la mano en el hombro.

"Quíteme las manos de encima."

"¿También va a pelear conmigo? Guarde su agresividad para el enemigo. Aquí no todos están en su contra."

"Entonces dejemos esto hasta aquí por el momento. O nos quedamos aquí hablando, o seguimos trabajando."

"Entonces váyase a que le cosan esa herida." - le ordena Doherty, cerrando el ultimo acto de este incidente, por el momento.

 

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En alta mar la tempestad asota con fuerza las aguas.

El tan esperado transporte logística de tropas "Frandlar Tiluvo" sale finalmente del mar, empezando a elevarse hasta estar a unas cuantas decenas de metros de altura, para luego reiniciar su avance hacia la cercana costa.

El viento tiene suficiente intensidad para hacer estremecer el casco de la relativamente pequeña nave, pero esta sigue avanzando a la máxima velocidad que puede mientras sigue los contornos del terreno.

Moviéndose como un mítico platillo volador, la nave aumenta su velocidad para entrar en la zona de montañas mas allá de la costa y poner rumbo hacia el campamento tratando de ocultarse en las montañas.

 

[Fin Capitulo 32]

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