fanfic_name = En la Tormenta

chapter = 31

author = Seferino Rengel

Rating = AP15

Type = Action

fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta

 

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PARTE 31: FUERZA MAYOR

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El Queadlunn de Alma es bastante ágil para no poseer aerodinámica para volar a baja altura, recurriendo a la pura fuerza bruta de sus motores para desplazarse y mantenerse en el aire. el rugido de los motores trabajando a su máxima capacidad le dan una sensación de poder y placer que nada en esta vida le puede dar. Esta vez Miria Farina no se le escapara.

La famosa piloto as de aces de las fuerzas de Laplamiz al lado de la cual había luchado en el pasado y quien la había humillado. Si no lo hubiera constatado por si misma nunca hubiera creído a Miria capaz de pasarse al enemigo. Habría esperado eso de mujeres de menor voluntad y poca dignidad, pero no de ella.

Alma piensa que Miria es hábil, pero ella lo es más.

Miria se lanza en picada hacia el terreno, entrando en un angosto valle, flanqueado por altos precipicios, mientras el Queadlunn la sigue como si estuviera atada a ella por una cuerda. Alma dispara, pero sus disparos dan contra las paredes rocosas. Miria serpentea de arriba a abajo, haciendo casi imposible que la otra Zentraedi le acierte.

Al ver que no puede escapar eternamente, Miria pasa a modalidad Gerwalk y su VF rojo pierde velocidad para que la Queadlunn pase de largo. Miria aterriza bruscamente en el fondo del valle, teniendo a la armadura de combate arriba y frente a ella. Dispara hacia arriba, fallando miserablemente los primeros disparos, pero mientras la otra Zentraedi se aproxima su puntería mejora y varios disparos bien colocados terminan por hacer que se estrelle entre los peñascos. Lanzándose de nuevo al aire, Miria se coloca encima de la Queadlunn, y descarga una nueva ráfaga de disparos, obligándola a ponerse a la defensiva.

El sonido del percusor del cañón golpeando un cartucho vacío, le avisa que no tiene municiones. Esta desarmada a parte de sus cañones láser, que no le serian de mucha utilidad contra esta armadura que conoce tan bien.

Elevándose para salir del valle gana cada vez velocidad para tratar de poner la mayor distancia entre las dos. en este momento no siente que sea humillante escapar, solo piensa que puede regresar por ella mas tarde. Abajo, Alma logra ponerse de pie, mirando hacia arriba hacia Miria que esta escapando. Viendo que no podrá darle alcance, dispara un misil detrás de otro, para completar una salva de mas de una decena que se elevan dejándola envuelta en una nube de humo.

Miria reacciona a la alarma del sistema de alerta regresando de nuevo para volar a baja altura y tratar de perder a los mísiles. Varios pasan casi rozando su ala mientras vuela para tratar de acercarse a la montaña. Al cruzar tras ella, varios mísiles no pueden seguirla y se estrellan contra el borde. Varios mísiles mas la sigue pero son engañados por el terreno y terminan estrellándose contra las empinadas laderas.

Ella conoce perfectamente como se comportan esos mísiles, y sabe que lo ultimo que podía hacer es ganarles en velocidad, porque su VF solo alcanza dos y media veces la velocidad del sonido máximo a nivel del suelo, mientras que esos mísiles pueden ir cómodamente a seis. Puede engañarlos para que la pierdan con el terreno, pero su guía infrarroja es otro asunto. Si logra mantenerse volando bajo y puede ocultarse tras una de las pequeñas colinas...

Hay una fuerte sacudida, y después el cielo y la tierra empiezan a cambiar de lugar rápidamente. Cada luz en sus paneles se enciende. Su Valkyrie empieza a girar sobre su eje mayor, siéndole difícil poder controlar sus movimientos, pasando a modalidad Gerwalk para intentar detener la velocidad de caída. Aun esta muy por encima del suelo como para intentar buscar un punto para aterrizar. Debajo esta el bosque y muchos mas allá las montañas.

Implacablemente Alma toma altura para caer desde arriba. Miria la observa hacer su looping a toda velocidad, regresando para acabarla. Por un momento estira la mano para tomar las anillas del asiento eyector, pero su mente recuerda la ultimas vez que lo hizo. Recuerda lo indefensa que se sintió en ese instante, y por primera vez había sentido miedo en combate. Ahora mismo siente el mismo miedo, y se horroriza ante la idea de darle una nueva oportunidad a su enemiga para matarla.

El bosque se aproxima a su encuentro, mientras las turbinas sobrecalentadas tratan de mantener al mínimo su velocidad de caída.

Alma se encentra ya cayendo hacia Miria, viendo claramente la inconfundible forma del Valkyrie rojo. Al fin la tiene, a la mayor piloto que los Zentraedi han tenido, la traidora que abandonó a los suyos. La computadora de combate esta mostrándole todos los datos de los movimientos de Miria y calcula el mejor momento para disparar, calibrando sus armas para disparar. Alma siente ya el placer de su triunfo...

El fuerte golpe es suficiente para aturdir a Alma. No puede asimilar lo que ha pasado, cuando se encuentra dando vueltas mientras cae hacia el bosque. Entonces reacciona dándose cuenta de lo que pasa: El otro Valkyrie la ha embestido con tal fuerza que ahora los dos aparatos caen hacia el bosque. Es demasiado tarde cuando logra reencender sus motores para equilibrarse y cae de golpe contra los árboles, terminado por estrellarse contra el suelo varios metros mas abajo.

Engel tiene mas suerte, porque realmente nunca pierde el equilibrio y se encuentra ya buscando por encima de los árboles y disparando contra la Zentraedi que solo trata ahora de esquivar los disparos. Con la armadura boca abajo, muchos de los disparos dan de lleno contra los motores gemelos sobre su espalda, y penetran la armadura y dañando sus motores. Al encenderlos, sencillamente sueltan un chorro de humo negro y su vehículo de combate ahora esta inutilizado para volar.

Sintiéndose desesperado ante el derribo de su compañera, Zarn se lanza contra Engel con la intención de envestirlo, pero no logra tomar por sorpresa al Mayor, quien logra esquivarlo, pasando a modalidad Fighter y elevándose, mientras Zarn le dispara mientras trata de darle en su ascenso.

Mas allá, casi llegando al bosque, el Valkyrie de Miria sencillamente se le sale de control. Duda en eyectarse, pero cambia de opinión al pensar que puede tener una oportunidad de salvarse por ese medio, su Valkyrie se desploma, obligándole a quitar su mano de la anilla y tomar la palanca. Las patas de su VF golpean la copa de los árboles, empezando a girar durante las ultimas decenas de metros hacia el suelo, golpeando contra todo en su camino, árboles, rocas, termina rodando por el suelo antes de quedar apoyado contra el grupo de árboles que pudieron resistir el peso de su aparato.

Engel ve como el Valkyrie de Miria se desploma a un par de kilómetros, pero vuelve su atención hacia el Glaug, que empieza a disparar con su enorme cañón frontal. El Zentraedi se le viene de frente, aparentemente dispuesto a estrellarse contra él como un kamikaze.

Zarn intenta centrarlo en su mira, pero su aparato brinca violentamente, por lo que dispara cuanto puede para darle con alguno de sus disparos. El Valkyrie se le viene encima, incluso puede ver la transparencia del cristal de la cabina y detrás a su piloto. Puede darle...

Engel le dispara con las ultimas balas que tiene, acertándole todas en diferentes partes de la armadura de combate. Pero él ultimo disparo del Zentraedi antes de precipitarse le da en una de sus alas, convirtiéndola en una masa de laminas que terminan desgarrándose y volando en todas direcciones. Una de esas es hacia la entrada de la turbina, donde una pieza entra y es triturada por las aspas del motor, desgarrando los alabes y haciendo estallar toda la parte frontal de la turbina.

Envuelto en una espesa nube de humo negro, Engel se da la vuelta, olvidándose del Glaug que a duras penas se mantiene en el aire, aunque para la rabia del Mayor, bastante completo y con capacidad de vuelo. Se enfila hacia las montañas al sur, intentando alejarse lo más posible de los enemigos. Apagando la turbina dañada, apenas tiene propulsión para mantenerse en el aire.

Pasa por encima del sitio donde se estalló Miria, observando su aparato en un claro entre los árboles. No hay mas nada que hacer, tira de la anilla de eyección, y en segundos se encuentra flotando lentamente sobre la copa de los árboles, mientras que el tercer avión de combate que le habían confiado se estrella mas allá, convirtiéndose en una bola de fuego.

Mientras cae mira en todas direcciones, sin observar ya al Glaug. Antes de tocar el suelo, se siente inquieto al caer tan cerca de la posición enemiga, aunque esta se encuentra del otro lado de las montañas. Llega a tierra suavemente e inmediatamente libera el arnés de su paracaídas. Un aterrizaje de pie perfecto como en su época de muchacho en el DOSSAF, y le trae tantos recuerdos. Con rapidez, aprovecha la cubierta de tela gigante y corre para protegerse debajo de unos árboles. Puede que no haya visto a nadie, pero un paracaídas blanco y rojo es visible desde mucha distancia. Enrolla su paracaídas en una bola y le pone unas cuantas piedras encima, toma su radio de supervivencia.

"Aquí líder Ángel. ¿Alguien me escucha?" - llama.

"Adelante Líder Ángel. Este es Ángel 5-14. Escuchándole fuerte y claro." - Era la voz del Teniente Millard Johnson.

Voltea hacia arriba a tiempo para ver su Valkyrie color cobre pasar rugiendo sobre las copas de los árboles a casi 300 nudos. Aparentemente le habían dado, por lo que no podía contar mucho con él.

"¡Millard! ¿Cómo están las cosas allá arriba?".

"Los Zentraedi se están replegando hacia el norte..."

"Bien, ahora has una llamada y ve a ver si pueden sacarme de aquí."

"Entendido. Ahm, Mayor..."

"Dime."

"El Valkyrie de la Teniente Jenius esta como a 300 metros al norte de usted."

Engel mira en esa dirección como si de verdad esperada verla. "Bien Millard, regresa a la base y diles lo que nos pasó."

"Cuente con eso." - dice el piloto para romper la orbita sobre los árboles y dirigirse hacia la base.

Ahora Engel tiene sus propios problemas. Saca su pistola HK USP y se asegura que este lista. Puede que un arma de 9 mm no parezca mucho frente a un enorme Zentraedi de 9 metros, pero un buen disparo a la cabeza es tan eficiente como uno de un fusil de 5.56mm en el pecho, aunque también podría servirle en el peor de los casos, ya que no quiere verse en el caso de ser prisionero de guerra; suficiente con todos los POW que había capturado Quamzin.

A pesar de ser un arma relativamente antigua, la prefiere sobre cualquier otra. Motivos sentimentales, ya que era el arma de mano de su amada Sabina, quien prefería las pistolas extranjeras sobre las propias armas soviéticas.

Mientras camina por el bosque encuentra un sutil parecido con los bosques de las afueras de San Petersburgo, solo que sin mucha nieve, donde hizo su primera practica de combate. El clásico entrenamiento de ganar la posición controlada por el enemigo. Apenas era un muchacho de 16 años, junto con sus amigos Sergei, Zenia y Sabina. Eran chicos que pensaban que su entrenamiento solo seria un paso en un camino que les llevaría hacia otras cosas.

Pero también le hace recordar una caminata mucho más distinta. Ese recorrido entre los árboles de la isla Mayan, donde le acompañaba un miedo mucho mayor al que esta sintiendo ahora, porque era casado por seres humanos iguales a él mismo.

No se escucha mas nada que el sonido de las ramas meciéndose en el viento. El silencio solo ayuda a tensar sus nervios, pero en minutos logra acortar la distancia hacia el punto de caída de Miria. Por un momento se pregunta que hace, porque ese Valkyrie rojo es como una invitación para que lo maten a uno. Quizás esa idea del que a los 'camisetas rojas' siempre son los que salen muertos no sea del todo un invento.

El lugar esta silencioso, ni siquiera el ruido de una hoja. Desde la dirección en la que se acerca, ve al Valkyrie con la panza frente a él, observando sus turbinas humeantes. Al parecer Miria las apagó antes de tocar tierra.

Con pistola en alto rodea por debajo de la nariz, para llegar a la cabina. Se siente algo estúpido por su actitud, si aparece un Zentraedi tendía 5 veces su estatura y con dificultad se escondería detrás del Valkyrie y mucho menos entre los árboles hasta cierta distancia.

El cristal de la cabina esta roto, y Engel se encuentra ya caminando encima de los cristales, sobresaltándose por el ruido de los más pequeños crujiendo bajo las suelas de sus botas.

Entonces percibe un olor bastante conocido para él.

Miria esta todavía atada al arnés de su asiento de eyección. Por la forma en que había caído su VF, el cuerpo de la Zentraedi esta de costado, con sus dos brazos caídos en esa dirección. Engel la mira detenidamente y se fija en una parte de del pantalón de su uniforme completamente empapada de sangre. La Zentraedi esta inconsciente.

Luego de mirarla unos momentos, se decide y guarda su arma. Se sube al marco de la cabina y le quita el casco. Sabe que debe moverla en su condición, pero si la deja allí se va a desangrar. Suelta sus arneses, dejándola libre. Pasa su mano por su cintura y la levanta sin ningún esfuerzo, sorprendido de que sea una mujer tan frágil y liviana.

Con cuidado la pone sobre el suelo.

Engel duda por un momento en lo que debe hacer.

 

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Queadlunn descansa sobre el suelo, aun boca abajo. Zarn aterriza a su lado, acercándose para darle un ligero empujón y voltear la armadura femenina para que quede tendida de espalda.

Incluso antes de que se enderece, Zarn salta fuera de su cabina y se acerca para auxiliarla.

Al abrir la cabina, se encuentra con Alma, desmayada y con el cristal de su casco roto. Le quita el casco, y parece más pálida que nunca. La golpea ligeramente en la mejilla, pero la mujer no reacciona. Empieza a sentir desasosiego porque no sabe que hacer en estos casos. Sabe que hacer en otros casos, pero no como tratar a un herido, mucho menos cuando es alguien como ella.

Libera primeros sus brazos de los mandos y después tira de su cuerpo esperando que sus pies no se atoren en los pedales. Pero sale fácilmente y con delicadeza la toma entre sus brazos y sube con ella a la cabina de su Glaug.

 

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Durante el ataque la Spacy utilizó 100 aviones, siendo de ellos 96 VF-1 en todas sus variantes, 2 VFER-1 y dos ES-11D Cat's Eye. Una fuerza importante de 40 aviones vino del portaviones CVS-105 Ceres; 27 escuadrones se estacionaron en la base provisional al sur del campo de batalla y finalmente el resto de los aparatos realizaron un vuelo directo desde Alaska.

Luego de casi dos horas de combate, la base provisional se encuentra recibiendo los Valkyries que regresan de la misión. El Coronel Doherty no esta contando a los que regresan, pero se da cuenta que se han perdido casi un tercio de los aviones enviados. Una mala proporción para el primer ataque y pensar que ahora debe prepararse para un segundo ataque.

Los grupos de mantenimiento están corriendo por todos lados para revisar y apartar a los Valkyries mas dañados y reparar los que estén en condiciones más optimas para combatir.

Varios VC-33 se encuentran descargando con rapidez pero con seguridad varios mísiles AMM-1 embarcados en cajas de embalaje de seguridad. El Coronel se queda mirando como un grupo de armeros saca uno de su caja y entre cuatro reclutas levantan el misil y lo aseguran en el riel bajo el ala de un Valkyrie. Otros se encargan de una carretilla que lleva cuatro mísiles aire-tierra de 670 kg, los cuales quizás sean necesarios si deben atacar el transporte principal de tropas que se presume se encontrara con los Zentraedi.

"Cuando tengamos control aéreo vamos a empezar a lanzar los helicópteros de búsqueda y rescate. Uno de los pilotos ya tiene ubicado al Mayor, y a su esposa." - dice Doherty en voz alta para superar el rugido del Valkyrie recién armado que despegar y regresar a la zona de combate. Un poco mas allá un helicóptero de asalto AH-72 "Commanchero" se encuentra elevándose sobre sus cabezas y reuniéndose con otros dos de su misma especie y dirigirse al campo de batalla.

"Pero señor... tengo que buscar a Miria." - dice Max Jenius.

"Lo entiendo perfectamente, pero también es su deber tomar el mando ahora que el Mayor esta ausente."

"Pero..."

"Por el momento no puede. El Mayor ya tiene ubicada a su esposa, si necesita ayuda, él le dará la que necesite hasta que podamos rescatarlos."

"Siento mucho decirlo, pero no confió en dejar a mi mujer con él Mayor."

"No conozco al Mayor, pero conozco a la gente de su clase. Un soldado profesional, que ha estado toda su vida en él ejercito. Puede que sienta odio y resentimiento, pero no creo que sea un tipo que piense que va a tomar la justicia por su mano y que se la pase matando al que le caiga mal. No creo que cometa una estupidez."

"¡Si esta herida puede dejarla morir! No quiero que este con él."

"Por el momento es mejor que estén juntos."

"¡Necesito encontrar a mi esposa!" - insiste Max, exasperado y pateando el suelo.

"¡Su deber esta primero!" - exclama el Coronel. "La infantería estará aquí dentro de dos horas, y necesito a todos los pilotos para poder mantener el control del sitio. Ya tengo las manos llenas con los VF extras que pedí del Ceres solo para controlar a los prisioneros."

El Coronel le tiende un impreso que saca de su chaqueta.

"Hemos recibido el parte meteorológico de que la tormenta se mueve ahora hacia el sur y más rápido que antes, y quiero comenzar a organizar un segundo golpe antes de que no podamos volar por el clima, y sin él Mayor ahora usted es el responsable de dirigir el ataque."

Max se siente triste y a la vez enojado pero Doherty tiene razón, tiene que poner orden en el campo de batalla.

"Esta bien señor, iré y trataré de ganar la batalla, pero que le quede claro que lo hago por Miria."

Max se aleja dando grandes zancadas, apenas reparando en la Capitána Takeda, quien esta más tranquila al saber que Engel esta a salvo y que no le ha pasado nada. Pero aun esta preocupada porque haya caído tan al norte, muy cerca del frente enemigo.

 

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Cuando abre los ojos, se da cuenta que esta viva. Intenta moverse, pero siente un dolor punzante en la pierna que le hace chillar.

"No se mueva. Tiene una herida en la pierna." - dice, o más bien ordena, la voz de Engel.

"¡¡¡Me duele muchísimo!!!" - dice Miria mientras algunas lagrimas se escapan de sus ojos.

"¿Es su primera herida?" - pregunta Engel mientras se arrodilla para examinar su pierna.

"Nunca me había pasado nada así antes. ¡Me duele!"

"Es bueno que le duela."

"¿Que tiene de bueno?"

"Pudiera ni siquiera moverla. No se queje, se supone que es una brava piloto Zentraedi."

Miria esta incomoda por su cercanía, ni siquiera quiere que la toque.

"No se preocupe. No voy a hacerle daño."

"Menos mal." - dice Miria algo aliviada.

"Mucho. Espero." - dice Engel mientras aprieta con fuerza el nudo de los vendajes que puso para parar la hemorragia de la pierna de Miria y sacándole otro chillido que trata de reprimir.

La vergüenza de su debilidad, mas su orgullo, la hacen tratar de rechazar la ayuda del Mayor, pero él termina su trabajo asegurando los vendajes.

Miria se queda con los ojos cerrados un momento. Acepta con calma, el hecho de que no puede levantarse sola. El orgullo y la vergüenza le impiden decir nada, y luego de un segundo mas, coloca su mano sobre la orilla del sito donde esta tendida para impulsarse. Al sentarse se da cuenta que se encuentra tendida en una especie de improvisada cama elevada, y que a sus espalda hay una especie de techo inclinado hecho con la tela de un paracaídas; además se encuentra cubierta por la manta térmica de supervivencia que tanto había insistido que trajeran todos, pero que muy pocos creyeron necesaria, incluso ella, pero que por suerte puso a ultima hora en su equipo de supervivencia.

"¿Que me pasó?" - pregunta sintiéndose mareada.

"Dejó que la volvieran a derribar. Esta perdiendo habilidad... y debió haberse lanzado en paracaídas."

"¿Usted me...?"

"Sí.."

"¿Porque?"

"¡No pregunte! ¿Sí? Estoy cansado, y lo ultimo que quiero es estar gastando mas energías en usted."

"¿Porque me ayuda si me odia? ¿Si soy una Zentraedi?"

"El que sea Zentraedi no tiene nada que ver... Me puede ser útil mas adelante." - insiste, improvisando esta ultima parte.

Miria lo piensa por un momento. ¿Cómo le puede ser útil en su condición?

"De todas maneras..." - Miria se detiene un momento para pensar lo que esta diciendo, pero al final se decide a decirlo, pero volviendo la cabeza para mirar en otra dirección. "Gracias."

Es curioso como él la hacia sentir. Débil... odia eso. Pero no completamente, tal vez ahí esta esa sensación de miedo que a veces la invadía al pensar en él.

"No me agradezca nada." - Engel la corta con su glacial tono marcial, al que ella ya se estaba acostumbrando. "Igual pude haberla dejado que se desangrara."

"Pero no lo hizo... y eso es lo que le agradezco."

Engel no le dice nada, solo se queda sentado sobre una piedra, escarbando distraídamente el suelo con la pequeña hacha del equipo de supervivencia.

Miria se siente tan avergonzada. Avergonzada de que él hubiera visto su debilidad. Avergonzada de no estar sola, avergonzada de pensar en que necesita de él.

"No es bueno que un niño crezca sin alguno de sus padres." - dice Engel de repente, como si hablara consigo mismo con una voz mas calmada.

"Cada vez que salgo en una misión con Max siempre temo que sea a él a quien le pase algo, nunca pienso en mi."

"La piloto as que no piensa que nadie puede derribarla. Creo que la derribó dos veces la misma compañera suya..."

"¡No lo diga!"

Engel se ríe. "No se preocupe, ahora su amiga esta en alguna parte alimentando gusanos."

"Pero lo derribaron a usted."

"No fui derribado... me lance en paracaídas.

Engel se queda callado otra vez, mirando hacia arriba cuando un distante sonido atraviesa la quietud del bosque.

"Sus compañeros huyen hacia el norte, lo más probable es que empiecen los rescates cuando tengan asegurada el área." - dice Engel. "Tiene suerte, una vez tuve que lanzarme en paracaídas en medio de un combate, pero mi paracaídas no se abrió, y estuve tres meses en el hospital y después seis meses sin poder volar."

Miria se siente curiosa, porque nunca habían cruzado mas de tres frases seguidas en las ultimas semanas. Mucho menos de hablar de cosas personales.

"¿Cree que tarden en rescatarnos?"

"Eso depende de cuantos están igual que nosotros. Recuerde que no somos los únicos en tierra ahora y deben de haber algunos de sus compañeros por allí."

"¿Cuánto puede tardar?"

"Por suerte ya saben donde estamos, un piloto nos localizó." - Engel revisa su bolsillo, reconfortado que su pequeña radio de localización este allí. "De cualquier forma pueden rastrearnos si nos toca movernos."

Miria se queda viendo el fuego que Engel ha encendido delante de ella. Amontonó varias ramas largas para hacer una fogata alargada, la cual la ha mantenido caliente.

"Pudo solo haberme puesto la manta encima." - dice sin mirar al Mayor.

"Vamos a pasar mucho tiempo aquí. Además, estoy acostumbrado a este clima. Nací en un sitio de la Tierra donde hace mucho frío. Cuando era un niño vivía en un sitio igual de frío, y ya de grande tuve mi primera practica de combate en la nieve."

"Solo he conocido el espacio. La flota siempre se desplazaba entre sistemas estelares y libraba batallas en el espacio exterior. Pero siempre me agradaba cuando llegábamos a un planeta. Y cuando llegue a la Tierra... creo que nunca había visto un sitio más hermoso en toda la galaxia."

De repente Engel tira la hacha contra uno de los troncos, quedándose clavada.

"Eso ya no podrá ser así. Tu y tus compañeros solo a traído caos y destrucción a mi mundo. Trajeron su guerra a mi planeta, mataron a casi todos los seres humanos en este mundo." - dice con el mismo tono de voz con que le había hablado al comienzo.

"No tengo la culpa de sus desgracias. Llegáramos o no los Zentraedi, igual la humanidad se hubieran autodestruido. Nosotros luchamos contra él Ejercito de Vigilancia porque se interpone nuestra propia existencia. Los Zentraedi no luchábamos por religión ni por esclavizar a nadie." - dice Miria, levantando la voz para darle énfasis, pero extrañamente su voz no sale con la intensidad que quería, se siente cansada.

"¡Sí! Los humanos somos culpables por nuestras propias desgracias. Antes de que llegaran ya estábamos en un camino de autodestrucción. Ustedes solo precipitaron el proceso. Apenas nos enteramos de que venían y nos empezamos a matar entre nosotros. ¡¡Y listo!! El mundo se acabó. Sigo aquí luchando porque creo que tengo que hacer algo para evitar que lo que queda de la humanidad se monte otra vez en el camino de la autodestrucción."

"Pero usted insiste en eliminar a todo el que se atraviesa en su camino con armas nucleares..."

"Hace unos años estuve al mando de una operación contra una posición de la Alianza que debía ser destruida a toda costa." - empieza a decir Engel con algo de calma en su voz. "Debíamos hacer un bombardeo de precisión, pero si todos nuestros intentos fallaban, debíamos utilizar armas nucleares para acabarla. La destrucción de ese emplazamiento era tan importante y vital que la guerra se acorto literalmente en dos años. Por eso nunca dudo ni un momento en utilizarlas las veces que sea necesario."

"¿Porque usted?"

"¿Porque yo? Porque alguien tiene que asumir esa responsabilidad... ¡y cumplir con su deber! Porque todos estos niños no entienden que lo que esta en juego es la extinción de la humanidad. No entienden, la realidad."

"Max siempre piensa en eso también, no pasa un solo día en que no se preocupe de eso."

"Jenius es un piloto extraordinario, pero es aun un niño. Usted también lo es, porque tres años no son suficientes para entender un mundo que requiere años de entrenamiento."

"Se lo suficiente. Max no solo es mi esposo, ha sido mi maestro y me ha enseñado tantas cosas como para saber que hay algo mas que la guerra, que existe esperanza."

"Su esperanza no es la misma esperanza con la que sueñan sus compañeros en las ciudad, los rebeldes ni mucho menos los propios humanos. Hay tantas formas de esperanza como personas."

"¡Deje de decir eso!" - exclama Miria en un tomo de voz mas bajo que el que quería utilizar.

"¿¡Que!?"

"¡Ellos ya no son mis compañeros!"

Engel no le responde. Miria se resigna a este final de la conversación...

"A pesar de lo que piense... no quiero matar Zentraedis, me gustaría que se dedicaran a cualquier cosa, hay tantas cosas por hacer en el mundo. Estoy contento con todos los Zentraedis que han escogido vivir en paz, a tener hijos y a ser ciudadanos respetables. Pero están los que luchan, y si siguen insistiendo en pelar entonces tengo que hacerles frente. Si mi misión exige tener que matarlos, no solo a ellos, sino a humanos también, pues que malo para ellos. Quiero que me responda algo, usted, Miria Farina la piloto as de las fuerzas Zentraedi, no Miria Jenius la madre y esposa, ¿se rendiría ante el enemigo?"

Miria lo piensa un momento, dándose cuenta que solo hay una respuesta a esa pregunta, tan predecible que sabe que Engel solo quiere que ella se lo diga.

"No, la Primera Oficial Miria Farina jamás se rendiría sin luchar, y lucharía hasta morir."

"Eso es lo que piensan los soldados a quien combatiremos. Luchan por luchar y no porque tengan una causa para hacerlo."

"Las razones que teníamos era él Ejercito de Vigilancia..."

"Una guerra de medio millón de años y en la que no hay ningún progreso aparente. Solo piénsalo Miria: medio millón de años es un enorme abismo de tiempo. Cuando comenzaron la guerra los humanos aun estaban corriendo desnudos y colgándose de las ramas. Hace cien mil el humano empezó a evolucionar hasta lo que es hoy. ¿Que hubiera pasado si los Zentraedi hubieran llegado en ese momento? ¿Cuándo la humanidad no sabia nada ni de sí misma?"

Engel habla para sí mismo, ignorando por completo a Miria.

"Pareciera que el destino quiso que fuera en este momento cuando los humanos pudieran entender la tecnología. Como si todo esto estuviera planeado."

"Max me contó que los humanos creen en un ser superior, un Dios creador del universo y que él planeó todas las cosas."

"¿Max cree en Dios?"

"Siempre me dice que siempre hay algo más grande que nosotros mismos... pero si, dice que Dios siempre esta allí, aunque nunca responda."

"Le diré la respuesta uno de los grandes misterios del mundo: Dios no existe. Lo que ellos llaman Dios creador de la humanidad solo fueron... cosas de la evolución. El Dios de las religiones solo ha sido la excusa para esclavizar y aterrorizar a la gente. Conozco a muchos que dejaron él ejercito por miedo a que Dios los mandara al infierno por matar al enemigo. Claro que existe algo más grande que nosotros, pero esas solo son las fuerzas que crearon el universo y que lo mantienen. No es magia, son las mismas cosas que hacen volar los aviones y los hacen salir a ustedes de sus cámaras de clonación."

"No es como las demás personas." - dice Miria mirando mas allá hacia el bosque.

"Claro que no. Soy ruso, y además desde hace mucho he dejado de tratar de hacer que las demás personas me entiendan."

 

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Muchos de los soldados Zentraedis piensan estar ya en la tormenta, pero solo se trata de las primeras ráfagas de las ventiscas. Solo se han movido unas cuantas decenas de kilómetros mas al norte, pero pareciera que habían cruzado la galaxia. El terreno cambió completamente, encontrándose ahora sobre suelo totalmente cubierto de nieve, y debido a la falta de instalaciones, parte de las tropas deben estar dentro de los Battlepods, los apretados transportes ligeros de tropas y, los desafortunados, a descubierto.

Si la Comandante Delke no llega en las siguientes horas, Zarn tendrá que empezar ayudar a enterrar a los soldados que están empezando a congelarse. Ha sido la peor derrota, y todo por un estúpido error. Si sobrevive a esto... mejor solo debería pensar en sobrevivir a esto para pensar mas adelante.

Como cualquier oficial dispuesto a ganarse a sus tropas, el propio General recorre el improvisado campamento, asegurándose que la artillería y los Battlepods estén preparados para repeler un nuevo ataque. En los ojos de los soldados, a pesar su actitud férrea, veía miedo. Si alguna vez a sentido miedo es ahora. Estaba asustado tanto como ellos, pero Zarn no tiene tiempo ni derecho a tener miedo.

Esta la opción de rendirse, lanzar las armas al suelo y caminar con las manos en alto; o como hace los humanos, mostrar una bandera blanca... no, no podía hacerlo. No será prisionero, porque sabe que pasara el resto de sus días como prisionero de guerra, encerrado, porque sabe que nunca podría encajar en la cultura humana. Para él, ningún soldado que haya luchado por tantos años puede siquiera pensar en cambiar esa forma de vida.

Luego de dar vueltas por allí, regresa al sitio donde esta su Glaug. Puesto de espaldas al viento, su cubierta protege a Alma del frío. Sumado a su miedo de ser capturado, esta la preocupación por Alma. Ella no ha despertado desde que la rescató a pesar de no parecer tener ninguna herida. Intentó despertarla, pero no reaccionó. No podía hacer más nada que seguir preocupándose, porque los encargados del cuerpo medico por mala suerte formaban parte de la tropa de Zerl, y quizás todos estén muertos o hechos prisioneros.

Debe esperar al Delke para esto también.

Como si fuera un acto de fe, todas sus esperanzas están depositadas en ella.

 

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Traer los tres batallones de 15 Destroid Spartan MBR-07-MK II cada uno recayó en la fuerza conjunta Zentraedi-Spacy. Un trasporte medio de tropas aterriza a cierta distancia en el valle, descargando los Destroid que en minutos alcanzan la posición del blanco.

Los Spartan no encontraron resistencia cuando llegaron al campo de batalla, y los Zentraedis que se reúnen allí son en su mayoría heridos, y algunos prisioneros bajo la custodia de los Valkyries que continúan revoloteando por los alrededores.

Doherty vuela en un helicóptero para evaluar los daños y el estado de los Zentraedi capturados. Hay muchos heridos, por lo que supone que los oficiales los abandonaron. Por alguna razón no le sorprende esta indiferencia hacia los soldados. Quamzin era conocido por llegar incluso a matar a sus propios soldados, no le sorprendería que tuviera discípulos suyos por allí.

Volando a baja altura abre la puerta del helicóptero para mirar mejor. Un fuerte olor le recibe. El olor del napalm quemándose. Por alguna razón recuerda esa línea de la película 'Apocalipsis Now' sobre el olor del napalm en la mañana...

Si lo pensaba concientemente, podía percibir el olor a carne quemada. Es espantoso, hubiera preferido que se hubieran utilizado bombas normales que estar friéndolos, incluso pensaba en utilizar las clásicas bombas de combustible aire. Pero había que pensar en la relación masa / destrucción, y las bombas incendiarias eran más efectivas contra los Battlepods que las bombas convencionales, mientras que las de combustible aire son efectivas contra tropas y vehículos de tierra.

Aun le horroriza la idea del Mayor Engel de soltar una nuclear y acabarlos de una vez. Por suerte el Comodoro Gloval es un hombre de sentido común y decidió un ataque convencional... pero aun tiene dos ingredientes para un ataque nuclear: tres ojivas tácticas en el campamento y alguien que esta dispuesto a usarlas.

Hiroshima, Nagasaki y Tsuchizaki durante la Segunda Guerra Mundial; el destructor Tsiolkovsky, las ciudades de Kryve Ozero y San Petersburgo durante la Guerra de Unificación; y Brasil hace solo nueve semanas. El Coronel Doherty no quería tener el dudoso honor de ser quien ordene una nueva matanza nuclear, a pesar de que el Mayor Engel ya ha tenido la distinción de tener dos de seis oportunidades de hacerlo.

Cuando aseguren el área y empiecen las labores de rescate, se lanzara hacia el norte. No le gustó usar tanta violencia en este primer ataque, porque ahora las fuerzas restantes pensaran que no hay mas opción aparte de la muerte. Pero ahora el objetivo a cambiado, si los reportes del transporte de tropas de rescate son ciertas, ese será el blanco, y debe hacer todo lo posible para destruirlo no dejarles medios de escape a los rebeldes.

"Regresemos." - ordena al piloto y luego de girar para evitar una de las columnas de humo se dirige a su campamento base.

 

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Siente mucho frío en sus piernas y brazos, no importa cuan abrigada se sienta.

No tiene idea del tiempo, ni siquiera es conciente si ha estado dormida.

Cierra los ojos por un momento, mientras un copo de nieve aparecido de la anda cae sobre su rostro.

Abre un poco los ojos y mira hacia el extraño cielo. En su cenit es de un color oscuro, parecido al de la noche más oscura, bajando la vista hacia el horizonte cambian gradualmente del negro, pasando por el azul en todas sus intensidades hasta un color blanco indefinido donde el sol parece querer juntarse con la tierra.

Se siente cansada a pesar de no estar haciendo nada.

Golpetea su pecho con sus dedos, sintiendo una extraña sensación en sus dedos, como si fueran de piedra, pero al frotarlos están tan suaves como siempre.

Quiere caminar, ponerse de pie y tratar de llegar a su casa.

Extrañaba su casa, su esposo y a su hija. Su pequeña Komiria. en la indecisión por encontrar un nombre le puso Komiria, que significa simplemente "pequeña Miria" en su lengua natal.

Su pequeña bebe debe estar extrañándola también, tan pequeña e inocente, sin idea de donde esta su madre ahora. No podía entender como había padres capaces de abandonar a sus hijos, si son las cosas más hermosas que hay.

No hay nada mas para ella que su bebe, si debía elegir entre Max y Komiria, no dudaría ni un segundo en quedarse con ella.

Tiene que llegar a su casa, antes de que se haga de noche.

Tiene que pasar por Komiria a la guardería...

No, a casa de Kim...

No, a casa de Marina...

No, esta en casa de Claudia...

No, la dejó con Zariá... pero Zariá esta trabajando en la Luna, ¿cómo llegó su hija hasta allá sola?

¿Dónde esta su hija? ¿Quién tiene a su bebé?

Se apoya en un brazo para sentarse, sin hacer caso del dolor en su pierna.

Tiene que llegar a casa y buscar a su hija.

Pone su pie bueno en el suelo, pero al tratar de poder el otro, el dolor es demasiado fuerte y cae al suelo.

No importa, si tiene que llegar a su casa arrastrándose, lo hará.

"¡Quédese quieta!" - dice Engel mientras se acerca para ayudarla.

"¡Deje me en paz! Tengo que llegar a mi casa."

"¡¿No se da cuenta lo que esta haciendo?!"

"¡Tengo que ver a mi hija! ¿Quién tiene a mi bebé?"

Engel trata de agarrarla, pero la mujer le lanza golpes sacando fuerzas de alguna parte.

"¡Usted no quiere que vuelva a ver a mi niña!" - dice Miria mientras comienza a llorar.

"Su hija esta bien." - dice cuando por fin logra sostenerle las manos.

"¡¡¡No!!! Usted es un hombre malvado, me va a matar y después va a matar a mi bebé."

"Quédese quieta. Esta desvariando."

Miria empieza a llorar como una niña, mascullando algunas palabras en Zentraedi y deja de forcejear, pero continua temblando. A pesar del frío tiene el rostro bañado en sudor. Ha perdido mucha sangre y el frío no esta ayudando mucho. La recuesta con cuidado, para revisar de nuevo su pierna, notando como la herida sigue sangrando y filtrando sangre entre los vendajes.

Mientras busca nuevas gasas en su botiquín, por primera vez Gennadi Engel se siente realmente preocupado por la vida de Miria Jenius.

 

[Fin Capitulo 25]

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Notas / divagaciones del autor:

State = Continuará/To Be Continue

feedback = Sí/Yes

email = rseferinoARROBAgmail.com