fanfic_name = En la Tormenta
chapter = 29
author = Seferino Rengel
Rating = AP15
Type = Action
fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta
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PARTE 29: LÍNEAS
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Gracias a su alto rango, uno de sus privilegios le permiten la posibilidad de procurarse una casa elegante como prerrequisito. Las técnicas de construcción han recorrido un largo camino a través de los años (casas grandes necesitan unos cuantos días para construirlas, las más pequeñas en horas) y como resultado, la mayoría de los miembros de alto nivel de Spacy tuvieron el privilegio de diseñar sus propias casas.
Su casa es bella. Tiene una maravillosa vista de las colinas por un lado, un floreciente bosque en el otro, y la Ciudad Macross justo enfrente. La vista de esta ultima es especialmente espectacular, particularmente en la noche, cuando las luces de la ciudad forman una pintura agradable para la vista. Pero su vista siempre queda fija en esa gran dama que se mantiene orgullosa, ahora mas que nunca mientras se realizan las labores de restauración de la ciudad.
El estar alejado de su puesto tanto tiempo le había dado a entender que no es indispensable, y que de vez en cuando le hacia falta un descanso. Decidió ponerse hacer algo relajante. Empezó por revivir su viejo pasatiempo por el modelismo a escala. Desde hacia tiempo tenia planeado terminar esa replica de un A-7E Corsair II. Desde que se lo regalaron lo tenia allí esperando a que tuviera el tiempo para ponerle las manos encima.
Podía pasar todo el día aquí, trabajando en darle forma a este antiguo avión, que en sus días fue símbolo de esperanza para los pelotones norteamericanos durante la Guerra de Vietnam. No podía ponerse a hacer algo sin fumar. Él medico le había dicho que se abstuviera de fumar o beber, pero ¿qué es la vida sin un buen vaso de Whisky y su humeante pipa?
Pero que relajante le parece el simple acto de retocar con un pincel delgado algunos puntos de pintura en el pequeño asiento eyector. Con delicadeza y en sus manos tiene ya una imagen muy fiel del asiento que salvó la vida de muchos pilotos, antes, ahora y siempre.
Tenia que mantener su mente distraída, aunque fuera solo por un instante, de todas esas cosa que han pasado en estas ultimas semanas. El ataque, la muerte de tantos jóvenes, la gran preocupación sobre lo que pasara ahora. Por supuesto que no esperaba que con la muerte de Quamzin se terminara esto. No lo esperaba porque el hecho de que ganaran la gran guerra no es el fin de todas las guerras. Ninguna guerra es la ultima, y siempre trae consigo ese doble sentido tan opuesto, que es que la guerra es un acto horrible que hay que evitar por cualquier medio; pero que cuando uno se encuentra en peligro, debe combatir...
Alguien golpea el cristal de la ventana. Ve un puño golpeando el cristal para llamar su atención. Después la mano desaparece y desde la parte de abajo del marco aparece media cabeza y un par de ojos azules que le miran con el ceño fruncido. Gloval se ríe al ver lo que Engel hace. Luego se levanta para abrirle la puerta.
"Hola Gennadi. Pase."
"Comodoro, ¿cómo esta?"
Gennadi Engel pasa adelante, mirando la maraña de virutas de plástico, papel y herramientas encima de la mesa.
"Se mantiene ocupado." - dice Engel.
Gloval se ríe. "Siéntese."
Engel trae una silla cerca de la mesa y se sienta.
"¿Quiere un poco de té?"
"Si no es mucha molestia."
"¿Y sus lentes Gennadi? ¿De contactos ahora?" - le pregunta mientras le sirve el té.
"Gracias. Al principio, pero me canse de quitarme y ponerme los ojos y por fin deje que me operaran."
"Hasta se ve mas joven sin ellos... ¿y su brazo?" - pregunta Gloval.
"Esta bien, pero creo que no podré jugar béisbol por un tiempo."
"Me alegra saberlo, ¿y lo demás?"
"Bueno... ahm... estoy de vacaciones."
"¿En uniforme?"
"Bueno, es que soy como Rei Ayanami: sencillamente no tengo nada mas que ponerme a parte de mis uniformes. Además no me siento cómodo sin ellos." - dice Engel.
"Debería de vez en cuando ser menos rígido consigo mismo. Recuerde que él ejercito no lo es todo en esta vida. Es bueno que se tome un descanso de todo eso de vez en cuando. Por eso no todo el mundo va a tener tanta paciencia con usted como yo." - dice Gloval regresando su atención a su modelo.
"Por eso estoy aquí, señor." - aclara Engel, al mismo tiempo que su sonrisa se extingue detrás de un suspiro.
"¿Han sido duros estos días?" - pregunta Gloval, también dejando de sonreír también.
"Oh no, todo está bien. Ah... la Spacy esta patas arriba. Bueno, lo mismo de siempre. Pilotos que tienen como dos años volando que ni siquiera han hecho entrenamiento en salvamento y ni saben porque vuelan sus aviones."
"¿Habla en serio?"
"Como siempre... me hubiera gustado encargarme del entrenamiento de ese manojo de vagos." - Engel hace una pausa mientras juguetea con una cuchilla X-Acto. "Al menos me ayudaría a tener la mente ocupada."
"Le llevará algún tiempo sobreponerse." - susurra Gloval.
"¿Se me nota tanto?"
"De lejos."
Gloval hace una pausa para encajar el pequeño asiento en su lugar en la cabina.
"Tiene miedo de perder a su hija. Usted viene de una pelea por la custodia con su esposa y su cuñada."
"Ellas dicen que soy un padre inapropiado, que estoy obsesionado, que mi trabajo significaba más para mí que mi hija. Lo que pasa es que... ellas tienen razón."
"Aunque no lo crea he estado en su situación antes, no con una hija sino con mi esposa. Fui comandante de submarino, y como sabe las misiones de estos buques duran meses, lo mismo cuando me dieron el mando del Goddard. Llego un punto en que Miho ya no soportaba mis ausencias y al final decidió dejarme. No sé todavía que me dolió mas, no tenerla cerca en esos momentos o reconocer que ella tenia razón, porque ella la tenia. Pero lo que de verdad me dolió fue que cuando murió yo estaba en una misión, y nunca tuve la oportunidad de decírselo."
Gloval hace una pausa, para termina de ajustar las piezas de su avión armable. Contempla su modelo al que aun le faltan las semialas plegables y las armas, los cristales de la cabina y el resto de las calcomanías. Lo pone sobre la mesa y toma su pipa del cenicero, recargándola de tabaco, encendiéndola y soltando una gran nube de humo.
"¿Polina... trata bien a su hija?" - pregunta luego de un largo silencio.
Engel se toma su tiempo para contestarle. "Si, quiere a Yelena cono si fuera su propia hija. Sé que es de verdad, pero a veces me pregunto si no lo hace solo para ganársela y ponerla contra mí."
"Siempre buscándole el peor lado a las cosas."
"No me culpe, soy un infeliz ruso paranoico y siempre me he preparado para lo peor."
"¿Que hay de Nadeshiko? Ella también es su hija."
"Es gracioso, porque ella me a mí y a Hikari sus padres. Si supiera lo que se siente tener un hijo... son como pedacitos de uno. Creía que los SV eran como mis hijos porque los había ayudado a ser, pero esto es diferente. Nadeshiko esta viviendo con Hikari, que la quiere como su hija. Esta grande y preciosa, y es feliz. Si Yelena es feliz, estaré muy contento por ella sin importar que no pueda estar conmigo. Moriría contento si estuviera absolutamente seguro que las dos son queridas y que nunca les faltara nada.
"Miria cambio mucho al tener a su hija, pero ella no tuvo que enfrentarse sola a los cambios. Claudia tuvo que enseñarle a cambiar pañales; Kim a bañarla y amamantarla; Shammy y Vanessa a cocinar; y Misa siempre estaba para animarla a no rendirse."
"¿Pero que hacia usted?"
"¿Yo? Usted sabe que el líder está meramente a cargo para delegar las tareas."
Esto le saca a Engel una carcajada que le contagia a Gloval.
"Pero hablando en serio, la vida no es justa la mayoría de las veces. Lo peor que puede hacer es echarse a morir. Como le dije antes, puede que este lejos de su hija, pero si demuestra de verdad lo valioso que es como ser humano, no importa lo que ella diga, su hija solo tendrá corazón para usted."
"¿De verdad lo cree?"
"¿Cuándo me he equivocado antes?"
Engel sonríe. "Es verdad. Sabe, es la primera vez que hablo de esto con alguien, ni siquiera con Sergei Orlov ni con Hikari..." - Engel hace una pausa, recordando a Lara, pero ella no cuenta. "Creo que era algo que me hacia falta."
"Es cierto Gennadi. Muchas veces no es bueno quedarse callado. Hay cosas que se deben decir, así como hay cosas que es mejor ni pensar. Pero siempre y cuando se tenga a alguien en quien confiar, cualquier cosa que se puede decir, sin importar que sea buena o mala. Se lo digo por experiencia."
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No cumplió con su objetivo, pero el Comandante Zarn esta contento del resultado secundario de su ataque.
No había combatido a los humanos en persona, pero muchos de sus soldados vieron acción junto a Quamzin, incluida la Comandante Alma, y que tuvieron la suerte de regresar a su lado en lugar de morir junto a Quamzin o ser capturados. Ha escuchado que las cifras de prisioneros del ataque de Quamzin pasan de los 600. Carne de cañón, como los llamarían los humanos.
Se resistió al principio a mandar a sus soldados junto a ese idiota de Quamzin en el pasado, pero ahora agradecía que sus soldados hubieran tenido alguna experiencia contra sus adversarios, gracias a eso solo se perdieron treinta y siete de ciento cincuenta naves que utilizó para el ataque.
Todos se comportaron bien en combate, y lamenta muchísimo haber hecho que Alma regresara cuando tenia la superioridad, sobre todo al saber que había logrado derribar a la mítica Miria Farina, quien aparentemente no es tan gran cosa como pensaba. Para sus Zentraedi ahora era el momento de esperar a ver cual será su siguiente curso de acción.
"Usted cuenta demasiado con lo que creen los Micrones, ¿y si nada pasa como lo imagina?" - comenta el General Zerl.
"Lo harán, se lo garantizó. Solo hay que organizarse."
Zerl solo responde con un gruñido de afirmación pero desilusionado de verse nuevamente en la espera.
"Cometí un error de intentar decapitar al mando precipitando este ataque, pero ya no hay remedio, continuaremos y venceremos. Tenemos algo que ellos no, y es el tiempo. Para ellos el tiempo es algo que no consideran, viven obsesionado con los plazos, hacer las cosas según un programa. El tiempo es gratis, con el tiempo nos fortaleceremos. Mientras los Micrones se debiliten corriendo de aquí para allá, nosotros ganaremos sin cansarnos, veremos como reaccionan. Daré una pausa para ver que harán, como reaccionaran. Organizaremos nuestra nueva base y esperaremos que la Comandante Delke nos envié el destacamento de Gnerl que necesitamos. Desde aquí podremos darles ese golpe que los derribara." - explica Zarn.
Zerl no se acostumbra a su forma de hablar, con frases llenas de pausas como si fuera imposible para él decir mas de diez palabras sin pausar. Su voz es demasiado calmada, casi no alza la voz como hacia Quamzin, lo que le da un vago parecido con el Comandante Britai...
"Necesito hablar con Alma. Se puede retirar."
Zerl se esfuma.
"¿Y?" - pregunta Alma al quedar a solas.
"Y..."
"¿Porque?"
"Hemos pasado demasiado tiempo aquí, escuchándolos, espiándolos. Temo que mis soldados en algún momento decidan que es mejor rendirse y vivir cómodamente que intentarlo y eso es algo que no me puedo permitir. Quamzin no lo pudo hacer porque era demasiado impulsivo y no pensaba en el futuro. Ese maldito idiota en vez de regresar al espacio decidió que era más conveniente destruir la Fortaleza. Lo logro, pero pudimos haber regresado, reunir a la flota y arrasar todo este planeta."
"¿Pero estas decidido a arrasarlo?"
"Los humanos son una amenaza, por supuesto. Pueden destruir en poco tiempo lo que somos los Zentraedi. Hemos estado en el universo durante miles de años..."
"Pero los humanos apenas ahora están lanzándose al universo y mira lo que han hecho. Ni siquiera los Protodeviln..."
"Los humanos tienen una cultura, algo que no tenemos. Ese es nuestro defecto. Pero no podemos rendirnos ante ellos. No los arrasare, los utilizare. Aprendí muchos de ellos, aprendimos como reparar nuestros equipos y pensar como ellos. La flota cayó porque no tenían una información básica de lo que fue es la Protocultura. Dejarse atrapar por el canto de una mujer, que estupidez, una ingenuidad."
"No puedes cambiarlo, solo eres una estrella mas en el cielo."
"Puedo cambiarlo, solo me tomara mas tiempo. La 118ava Flota Bodolza era todo lo que..." - Zarn hace una pausa. "Primero controlare este planeta. Segundo, saldré al espacio y encontrare a la flota, y tercero, nos enfrentaremos con él Ejercito de Vigilancia, los mismísimos Evil o cualquiera que se atraviese en nuestro camino. Esos son mis planes." - termina de explicar el Comandante para luego pasar a otras cosas más inmediatas.
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El General Zerl había pasado gran parte de su tiempo en la Tierra viviendo en el calor de la selva sudamericana. Se acostumbro a observar el sol sobre el cielo y sentir el calor en la humedad del aire. Pero por primera vez se encuentra temblando, y no precisamente de miedo.
Había visto esas manchas blancas desde el espacio cuando llego a la Tierra junto con la 7ma División Acorazada de Quamzin Kravshera. Pero al ver que solo cubría una pequeña parte del planeta, no se imagino nunca que estaría en esos sitios. Siente el frío colarse por el tejido de su traje térmico y pegarse directamente en sus huesos.
En el espacio hace frío, pero no de esta clase, donde una ráfaga de tiempo llega y pareciera clavarle mil agujas en la piel. Pero debía estar aquí, a pesar de estas penurias. Debía mostrar que al menos era fuerte. Mientras luchaba junto a Quamzin en ningún momento llego a pensar en quejarse. Ahora puede hacerlo sin esperar ser asesinado, pero no lo hace porque se mostraría débil ante el Comandante Zarn, quien parece haber sido hecho para vivir en este tipo de ambiente. Ni siquiera tiene puesto guantes mientras escarba en la nieve. Mucho menos esa mujer y su segundo comandante que le siguen de un lado a otro.
Ahora tiene una posición envidiable, porque ahora es el comandante de la 2da Fuerza de Combate, nombre que le a dado el comandante Zarn al conglomerado de batallones que lograron salir a sangre y fuego de la trampa de las fuerzas de la Tierra cuando atacaron el sitio donde se escondía Quamzin. Hay una tercera fuerza, que se encuentra en el envidiable clima del sudeste asiático. La 3era Fuerza de Combate esta compuesta íntegramente por lo que quedo de la flota de Laplamiz en la Tierra, comandadas por la Comandante Delke, quien luego de estar toda su vida siendo pisoteada por oficiales de mayor rango ahora se encuentra a cargo de esa fuerza. Por supuesto la fuerza insignia, la 1era Fuerza, la dirige el y su grupo mixto que esta estacionado en alguna parte de la Antártida.
Quamzin había reclutado a cerca de 10 000 Zentraedis, grandes y micronizados, para construir una fuerza de choque para aplastar a toda la humanidad. Pero su muerte causó que la fuerza Zentraedi se fragmentara en grupos individuales muchos mas pequeños. Los Zentraedis realizan ataques descoordinados, separados. Este irracional modo de operación independiente crea literalmente cien diferentes frentes de combate. Un pequeño grupo de 20 Battlepods podría atacar una pacifica granja a un kilómetro de distancia, otro grupo enfrenta una fabrica a 60 kilómetros al oeste de eso, mientras que a 1600 kilómetros de distancia una fuerza mayor de asalto ataca una base de la UNSpacy, de las cuales ninguna de estas acciones tiene la mas mínima conexión. Para la Spacy no hay ningún grupo u organización para observar, anticipar, o para coordinar una defensa, lo cual es una ventaja para las fuerzas de Zarn, que hasta el momento han sido discretas salvo el fracaso en Ciudad Macross.
Zarn cometió un grave error al tratar de decapitar a la Spacy y luego comenzar pensar (la palabra para Zerl era soñar) utilizar esa confusión para lanzar todo lo que tenían para acabar con las fuerzas de la Tierra. Zarn hablaba sobre algo llamado Pearl Harbor junto con una explicación que solo él mismo entendería.
El Comandante Zarn lo ha designado a operar desde una posición al norte de América, muy, muy al norte. Tan al norte que el sol, en esta época del año, se desplaza apenas rozando el horizonte sin llegar a ocultarse.
El cielo esta descubierto, con solo algunas nubes apareciendo desde el norte.
Un sitio perfecto, según el Comandante Zarn. Pero Zerl espera que sea cierto.
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Desde arriba, a cinco mil metros de altura sobre los valles, el paisaje es majestuoso e igualmente extraño. Pero no es eso lo que esta en su mente.
El Teniente Fujiwara y sus dos hombres alas están en un largo vuelo desde una de las bases mas boreales de la Spacy, ubicada al oeste de Groenlandia. Si hubieran tomado la ruta polar, dirigiéndose en dirección hacia el polo norte, hubieran estado ya sobrevolando el norte del Yukón. Pero el aviso de un frente de tormenta les a obligado a sobrevolar un poco mas hacia el sur, internándose sobre el norte de Canadá y en una ruta mucho mas larga.
"Muchachos, miren hacia abajo." - dice el Teniente por la radio a sus compañeros.
"Nunca había pasado por aquí. Miren eso..." - dice uno de sus compañeros.
Justo debajo están los restos de decenas de cruceros Zentraedi. Durante la ultima batalla de la guerra el disparo del gran cañón había vaporizado cerca de un millón de cruceros con su único y espectacular disparo. Pero no todos habían sido vaporizados, muchos de ellos se precipitaron hacia la atmósfera, terminado en una franja de desechos espaciales de menos de 30 kilómetros de ancho y con una longitud que va desde el sur de la Isla Victoria hasta el norte del territorio de Québec.
En la base Zentraedi los soldados tratan de cumplir sus horarios. Con un sol que solo rosa el horizonte, los relojes han cumplido una función mas que decorativa. según el reloj son las horas nocturnas y parte de las tropas están durmiendo. Solamente los soldados de turno se encuentran en sus puestos, mas que todo de vigilancia.
Los soldados de guardia habían estado antes bajo las ordenes de Quamzin, por lo que se haban vuelto muy agresivos y dispuestos a tomar iniciativas para quedar bien con sus oficiales.
Tres Regult se elevan del valle, dejando largas estelas en el aire húmedo. Los pocos aerodinámicos "pollos caminantes" salen del valle con poca dificultad, prestos a interceptar a los Valkyries.
Llegando desde abajo y atrás, son invisibles para los pilotos humanos. Llevando sus radares apagados, no se dan cuenta de la proximidad de los aparatos hasta que...
Fujiwara es sacado de sus meditaciones por el insistente pitido de la alarma de mísiles.
"¡¡¡Rompan, rompan!!!" - ordena mientras tira de la palanca hacia un lado.
Antes de poder separarse, uno de los Valkyries es alcanzado directamente por uno de los mísiles, volviendo una bola de fuego.
"Teniente son tres." - dice el otro piloto mientras evade un par de mísiles.
"Me doy cuenta. Trata de distráelos."
"Virando para poder perder altura, el Teniente intenta poner algo de distancia entre los Regult. En raras ocasiones se había enfrentado a estos bichos, pero sabe que son poco maniobrables abaja altura. Tira de la palanca para enderezarse y poder cambiar de dirección, haciendo que uno de los Regult pase de largo mientras él trata de enfrentar al que viene mas atrás. Solo tiene su cañón, y deseaba con toda el alma haber tenido los mísiles.
Por un segundo tiene delante a uno de los Regult, y dispara una corta ráfaga con intención de darle, pero juraría que una sola le dio. El caso es que el Battlepod sigue volando y cambia de dirección para poder alcanzarle.
Su punto lo tiene un poco mejor, porque con una ráfaga de disparos logra dañar a otro y sacarlo del combate. Ve en todas direcciones y encuentra a su Teniente enfrentándose a dos Battlepods.
Fujiwara esta rodeado por los dos Zentraedis que no dejan de dispararle. Si al menos pudiera darles con unos cuantos disparos, lograría sacarlos de combate y tener tiempo de evadirlos.
Su punto se acerca y empieza a dispara, fallando todos sus disparos, y siendo objeto de los disparos del Regult mas cercano. Como un ave con un ala rota su Valkyrie se desploma del cielo en barrena, amenazando con estrellarse contra el fondo del valle.
El Teniente aprovecha la distracción y logra darle al Battlepod que derribó a su compañero. Solo queda con el otro. Levanta la nariz para enfrentarlo, pero una ráfaga de disparos golpea la cabina. Ve como los primeros dan en la nariz del avión y se aproximan hacia el cristal, destrozando el HUD, el panel de control y finalmente dándole en las piernas. Luego de eso, todo es oscuridad.
El otro piloto logra enderezar su avión, encontrándose con la vista del Valkyrie envuelto en llamas mientras cae y se estrella contra el suelo. En su caída había perdido su fusil, y solo tiene sus láser gemelos para defenderse pero que son inservibles para atacar. Con una rabia inmensa decide alejarse del sitio, aprovechando la sinuosidad del terreno para burlar al Regult que continua en vuelo.
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Las fotografías son de muy buena calidad, a pesar de no tener la resolución que deseaba para ver detalles.
Como la cabeza de la Oficina de Investigaciones Especiales de la Fuerza Aérea (la división de Inteligencia) podía relegar esta labor a los suboficiales técnicos, pero desde el incidente del primero de Marzo, cualquier información entrante sobre movimientos de tropas Zentraedi, por mas insignifícate que fuera, atraen la atención de los altos mandos, sobre todo si involucra fuerzas en Norteamérica, donde se encuentra gran parte del creciente conglomerado industrial.
La Capitána Hikari Takeda pasea una a una las imágenes en la pantalla. Solo se ven montañas y parches de bosque en medio de extensos campos nevados. Desde arriba se ve espectacular, sobre todo porque son imágenes en colores. Con un juego de botones puede mover las imágenes hacia cualquier dirección y ampliarla o reducirla sin tener que quitar la vista de la imagen.
"¿Cómo sabe que es lo que busca?" - pregunta el Comodoro Gloval mientras juguetea con su pipa apagada. Es un área de no fumadores.
"Aquí es muy fácil, porque estamos viendo una zona apartada, donde cualquier cosa artificial esta fuera de lo común. Como sabe muy al norte los bombardeos orbitales fueron casi nulos, por lo que estas zonas continúan intactas. Vea aquí." - dice Takeda poniendo un dedo sobre la pantalla. "Este es un crucero Zentraedi estrellado. Muchos cayeron a tierra en esta zona del norte de Canadá. Vea esto, aquí siguen una línea este oeste y entre las montañas aun hay pilas de escombros de estos cruceros."
"Me imagino que esta zona estará bajo vigilancia."
"Si y no... muchos de esos cruceros se despedazaron cuando se estrellaron, pero otros cayeron casi intactos. Como sabe tenemos patrullas sobre esa área, pero es tan grande que es muy difícil tenerla toda cubierta, sobre todo porque no hay suficientes efectivos para mantener patrullas constantes. Por eso tuvimos que hacer la campaña del año pasado."
"Recuerdo la campaña de bombardeos. Le dimos a los cruceros que se veían más intactos."
"Si, los que más posibilidades tienen de contener equipo intacto, Battlepods, armas, bombas, cosas por el estilo."
Takeda hace una pausa, mientras examina la imagen de adelante hacia atrás y de arriba a bajo, para no perder ningún detalle.
"Cuando estaba en Japón me enseñaron a leer mapas de satélite, porque no había tiempo de confeccionar mapas a escala para todos los pilotos, que debían conocer el terreno al dedillo." - dice mientras se detiene en una parte de la imagen y la agranda. "¿Que le parece esto?" - le pregunta a Gloval.
Gloval se pone sus anteojos de lectura y observa la imagen. Al amplificarla se ve fixelada, pero se nota claramente una forma. "Parece una armadura de combate, si no me equivoco."
"Una armadura Queadlunn-Rau." - dice Miria, quien esta junto a ellos. "Volando rápido y bajo."
"¿Cómo sabe que es una?" - pregunta Hikari.
"La sombra, la forma desde arriba. Mire... el aparato es negro."
"No hay muchos reportes de Quad... armaduras de combate negras. Siempre son púrpuras o verdes."
"Es cierto." - dice Miria. "Muy pocas oficiales tienen permiso de personalizar sus unidades, todas son verdes, solo los grupos especiales tienen otros colores. Laplamiz volaba un Queadlunn púrpura, las mías eran rojas, una antigua colega mía, Chlore, eran doradas. El resto debían de ser verdes."
"¿Siempre vuelan en línea recta?"
"Las Queadlunn son rápidas, pero pierden maniobrabilidad en una atmósfera si van a mucha velocidad, y si vuela bajo no creo que puedan hacer giros muy bruscos."
Takeda agarra una regla y la pone sobre la pantalla, alineándola justo sobre el pequeño punto y sigue una línea recta. "Este conjunto de ruinas entre las montañas."
"Es cerca de donde la patrulla reporto ser atacada." - dice Gloval. "Si están allí pueden alcanzar cualquier punto de Norteamérica en menos de cuatro horas." - comenta Gloval.
Takeda amplifica la imagen, y entre un par de cascos destrozados se ven con claridad decenas de armaduras de combate y Battlepod Regult dispuestos en ordenadas líneas y columnas sobre la nieve, aparentemente recién llegadas que se preparan para entrar en alguno de los cruceros.
"Allí mismo están." - dice Takeda.
"Deben de haber varias decenas." - murmura Max quien se ha unido al grupo.
"Y podrían haber muchas más." - dice Gloval.
"¿Serán los mismos del ataque?" - pregunta Miria.
"Probablemente."
"Takeda, prepárese para dar un briefing informativo en quince minutos." - ordena Gloval.
"Sí señor."
"Claudia, contacta con el Coronel Doherty para que este aquí inmediatamente."
"A la orden." - dice Claudia y se prepara a salir.
"¿Cuantos oficiales tenemos con experiencia en combate ártico?" - pregunta Takeda.
"Realmente muy pocos, y ninguno de los pilotos ha volado mas arriba del circulo polar."
"Entenderá que no solo se trata de enviar una misión de combate y atacarlos."
"Si, lo entiendo perfectamente. Hay que preparar un teatro de operaciones completo..." - Gloval se detiene para pensar. "Tenemos poco tiempo si queremos tomarlos por sorpresa, por que quizás ellos ya deben suponer que estamos al tanto de sus movimientos."
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Si alguna vez Alma vio realmente molesto a su amado Comandante es en este instante. Zarn vocifera y nadie se atreve a replicar, aunque algunos oficiales bajo el mando de Zerl primero ven a su comandante antes de empezar a recoger todo para la evacuación.
¿Realmente Zarn esperaba que funcionara? Alma confía en su comandante, pero hay momentos en que dudaba un poco.
"General, la Comandante Delke acaba de informar que uno de los transportes ya se encuentra en camino para recogernos." - dice Alma.
"¿Cuánto tiempo tardara?"
"Medio día o un poco más."
"¡¡Todo esto es su culpa Zerl!! Sus fuerzas todavía piensan que están bajo el mando de Quamzin..." - exclama Zarn apuntándole con el arma en su mano.
"¡¡No me culpe...!!" - se defiende Zerl, sin inmutarse por la amenaza.
"... Piensan que estamos robando comida. ¡Estamos en guerra, y no quieren entender que existe una cadena de mando!"
"¿Que quería que hicieran?"
"¡¡¡Tragarse su maldita a agresividad y pensar en seguir los planes!!!"
Zerl no hace ningún otro comentario cuando los cuerpos de los tres pilotos son arrastrados en la nieve y puestos uno encima de otros en un hueco en la tierra congelada mas allá.
"Seremos descubiertos. Este sitio era seguro, podíamos entrar y salir por entre las montañas sin que pudieran encontrar este punto entre las cordilleras. Si hubiera pasado en un sitio mas alejado nunca buscarían aquí, pero a sus pilotos se les ocurrió derribarlos encima de nosotros, y allí es donde comenzaran la búsqueda."
Zarn se calma un poco. Mira las manchas de sangre en la nieve. Pero eso es ahora parte del pasado y el futuro trae consigo muchas mas muertes, posiblemente la suya propia.
"Haga algo útil: prepare a sus soldados para salir a lo que el transporte llegue. No quiero excusas y cualquier falta de disciplina la pagara con su vida."
"¡Sí General!"
Zarn lanza su arma al suelo, molesto por el giro de los acontecimientos. Tardo varios días transportar las tropas de una manera tan discreta, y ahora debe replegarse en solo horas. Quizás si se mueve con la suficiente rapidez posiblemente ya no se encuentre aquí en el caso de que la Spacy ataque.
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El Coronel Eugene Doherty es una persona paciente, pero las fotografías llegan de una manera desesperantemente lenta.
Le entregan las fotografías impresas. Como oficial de la vieja escuela, esta mas familiarizado con el papel y la única pantalla que tiene real importancia es el visor frontal de su Valkyrie.
Es una imagen parecida a la que le mostraron hace un rato. Una montaña y nieve por todos lados. Los cruceros Zentraedi amontonados a lo largo de un valle luego de haberse estrellado y rodado por las laderas.
"Bueno, parece que estos muchachos están preparándose para salir." - comenta Doherty señalando la parte donde se encuentran los Regult.
"¿Porque no se ha ido aun?" - pregunta Max Jenius.
"Me imagino que no habrán llegado volando. Los hubiéramos detectado saliendo del valle. No, a menos que hubieran llegado a pie, que lo dudo mucho. Por mar... si, deben de haber llegado por mar."
"En el ataque de hace unas semanas también habían llegado por mar. ¿Podría tratarse del mismo grupo?" - pregunta Gloval.
"Desde que murió Quamzin nos hemos enfrentado a unidades sueltas que no responden a un comandante... Por eso hemos tenido tanto éxito en cazarlos, porque no están coordinados y los atrapamos uno por uno."
"Podría ser solo uno de los ejércitos que formaban parte de Quamzin, solo que más grande." - comenta Miria.
"Pero se esta tomando muchas molestias, primero atacando la ciudad y luego instalándose aquí." - dice Doherty, destacando lo ultimo dándole unos golpecitos a la fotografía.
"Eso no importa por el momento. De todas de formas si los atrapamos les podemos preguntar." - dice Gloval. "¿Esta todo preparado para salir?"
"Si, pudimos reunir varios escuadrones y el portaviones Ceres se dio la vuelta para regresar al norte y apoyarnos. Pudimos reunir pilotos con entrenamiento ártico, pero me temo que dejan mucho que desear."
"Si, no hemos tenido necesidad de vernos implicados en algo así. Bien, De los últimos detalles y prepárense a salir cuando estén listos.
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Con calma, Miria levanta su mano derecha. La estudia. La abre y cierra lentamente, varias veces, mirando como la luz aparece y desaparece entre las ranuras entre sus dedos. Estaba casi sana. Casi no había cicatrices. Nada que la hiciera recordar, al menos físicamente, lo que había pasado.
Miria Farina, la piloto as de la flota de Laplamiz. Teniente Miria Jenius, una de las mejores pilotos de las fuerzas de la Spacy. Miria, la madre y esposa. Esos eran los papeles de su vida, A pesar de tener el cuerpo de una chica de 18 años, ella a vivido cada día de esos años, desde que salió de su cámara de clonación.
Los Zentraedis salen de su cámara de clonación con un cuerpo de 15 años, y con un conocimiento básico para vivir. El desarrollo es lento para un Zentraedi a tamaño 'natural', que envejece varias veces mas lento que un humano micron.
Desde que tomó su decisión de vivir con los humanos, a sentido cada uno de los cambios de los últimos dos años. A tenido que aprender tantas cosas desde entonces. Max a sido no solo su esposo, sino un gran maestro, y el apoyo de muchas personas también a sido útil. Al principio su orgullo le exigía hacer todo ella misma. Pero en el primer momento todo era confuso, no sabia que era cocinar... recuerda la vez en que por poco incendia su casa, pero Max siempre la comprendió y le enseño con infinita paciencia.
Cuando tuvo a Komiria sintió por primera vez miedo. Le daba miedo quedarse con ella sola. Le daba miedo hacer algo indebido que la dañara. Una vez Komiria empezó a llorar y no había nada que pudiera hacer para que dejara de hacerlo. La frustración fue suficiente para que se dejara caer en un rincón y empezara a llorar por su desesperación.
Con el tiempo a aprendido mucho más, lo suficiente para entender que debe y no hacer. Pone atención a cada cosa que le dicen e intenta pedir ayuda. Se pone a pensar en lo diferente que es ahora, sin su orgullo, la humildad llega a ser buena en momentos, sobre todo cuando debe tratar con otras personas, mas aun con las aquellas que tiene ideas equivocadas sobre los Zentraedi.
Pero había casos que le hacían regresar a sus viejos días. La gente que llegaba al punto de insultarla. Mas de una vez se contuvo de entrarle a puños a muchos, sobre todo a su vecino que le miraba... bueno, con una mirada que simplemente no le gustaba.
Lo ultimo había sido su derribo. Nunca la habían derribado. Max la había vencido en combate, pero no la había derribado. En sus innumerables batallas regresaba con un agujero en una que otra parte de su aparato, pero siempre regresaba y siempre eliminaba a quien se atrevía siquiera a atacarla. Pero ahora había sido derribada, su aparato destruido; herida, no de gravedad pero herida; e incluso se encontró por un momento indefensa ante una piloto Zentraedi con la clara intención de acabar con su frágil existencia. Recuerda que ella misma lo hubiera hecho, solo por diversión, saboreando con perverso placer lo que hacia.
Su cuerpo le sigue doliendo, pero esta nuevamente en condiciones de pilotar de nuevo. Desea estar volando cuando sus ex-amigas aparezcan.
Un ultimo beso a su hija, un ultimo abrazo. Cuando salía a una misión siempre tenia la seguridad de regresar, incluso planeaba de antemano lo que tenia que hacer luego de regresar de una misión. Pero ahora las cosas son diferentes. La conciencia de que podría morir es mas clara que nunca, casi al punto de hacerle imposible el pensar que puede haber un mañana. Es la misma sensación que sentían los pilotos humanos en la guerra, donde muchos combatían pensando que era la ultima batalla.
Mientras esperaba en la base para la hora del despegue, se permite escaparse al baño, y sin poder evitarlo empezar a vomitar. En cualquier otra persona seria producto de los nervios, pero en su caso es el síntoma de algo peor: miedo y terror. Esta aterrorizada de que pueda morir a manos de otra Zentraedi y que su hija quede sola en el mundo. Pero tiene que controlarse, si el miedo la domina de verdad van a matarla.
Cuando logra recuperar la compostura regresa a la sala de briefing, pero siendo aun seguida por ese miedo.
[Fin Capitulo 29]
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