fanfic_name = En la Tormenta
chapter = 25
author = Seferino Rengel
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta
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PARTE 25: VENDRÁN LLUVIAS SUAVES...
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Ya es suficientemente difícil convivir con otros seres humanos, pero la convivencia con seres que no son de esta tierra, y más aun, de este sistema planetario, ya es un choque demasiado grande, incluso para las mentes mejor preparadas, aunque a decir verdad, nadie esta preparado para eso.
Difícil de entender, realmente difícil. Los seres humanos son los seres superiores de su planeta por una única y exclusiva razón: ninguna otra criatura a podido realmente poner resistencia a su avance. Al comienzo el humano era un animal que estaba abocado a la extinción, sin ninguna esperanza de prosperar o sobrevivir, en un mundo de bestias mas poderosas. Con sus herramientas logro mas alcance y fuerza que muchos de sus contrincantes, y con el tiempo llego a ser superior a ellos.
Cuando aprendió a dominar las fuerzas de la naturaleza, se coronó como el máximo ser de su planeta. Desde las pequeñas serpientes hasta los inmensos mamut, ninguno pudo contra el avance de la tecnología humana. Y eso es lo que lo distingue del resto de los animales. El humano es él más valiente de todos los animales, porque los a vencido a todos... aunque también es el mas cruel de todos ellos.
La fragilidad de su cuerpo se compenso con medios ofensivos cada vez mas temibles. La lanza, el arco, el fusil, el cañón y finalmente las armas nucleares, le habían procurado armas de infinito alcance y casi infinita potencia. Con ellas el ser humano había conquistado su mundo, pero llegando a usarlas muchas veces contra si mismo. Los futuristas pregonaban que la guerra era la máxima actividad humana por excelencia, porque allí a la tecnología se le daba su mas basto alcance.
Pero ante el horror de ser a su vez dominado por otros seres, claramente superiores, el humano puso todo su corazón y su alma aplicarse en los avances en el campo de la destrucción. Si se les mostraba una fuerza igual o superior, el juego podía ser ganado.
En un radio de cinco kilómetros toda la selva esta completamente desolada. Es increíble, siempre que la chusma piensa en armas nucleares, considera las armas nucleares como mágicos instrumentos de destrucción. No es así. Esa arma no es nada mágico. Se trataba de un simple artefacto explosivo, aunque de gran tamaño. Gran parte del suelo selvático y los cacharros cruceros canibalizados quedaron totalmente destruidos, pero una gran cantidad de escombros fueron despedidos a decenas de kilómetros.
El suelo y los árboles, alrededor del punto de detonación, se pulverizaron en pedazos de tamaño molecular, quedando grandes focos de selva en llamas, que se empiezan a extinguir por la fuerte lluvia.
El Valkyrie de reconocimiento vuela a baja altura, tratando de evitar las nubes de polvo que se empiezan a expandir en el cielo ya oscurecido por la tormenta.
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Takeda mira las imágenes de la cámara del Valkyrie en tiempo real. Casi sonríe cuando una de las imágenes muestra el cráter en su máxima expresión, pero se resiste, ante la seriedad - y gravedad - de lo ocurrido.
En una de las muchísimas salas del portaviones, lo que queda del estado mayor esta analizando los resultados de la operación. El Almirante Sergetov continua en enfermería, luego de una operación de emergencia. Al parecer se encuentra estable, pero le espera una larga recuperación.
"¿La operación fue exitosa?" - pregunta el Capitán Schöeder luego de que el Valkyrie saliera de la zona.
"Hay muchos fragmentos en la zona, parece que la bomba cayo encima o muy cerca del crucero de Quamzin" - responde Hikari mientras se frota los ojos. Ya tiene mas de un día sin dormir, y apenas a pasado una hora desde el ataque.
"Si esa es la confirmación, entonces regresaremos a puerto. Aunque todavía estamos trasfiriendo los heridos hacia el Vulcan."
"Seria lo mejor Capitán."
"Señor" - dice un joven oficial, un Teniente de Fragata, entrando por la puerta.
"¿Si, Teniente?"
"Encontraron al Comandante Alekseyev, lo traen para acá."
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Los helicópteros de rescate continuaban hasta finales de la tarde recuperando a los pilotos del mar. Ramírez no tuvo que esperar mas de una hora para ser encontrada flotando en su balsa de salvamento, a un par de kilómetros de la costa, en medio de la lluvia.
El helicóptero se suspende a unos cuantos metros sobre ella, mientras dejan caer el cable de la grúa de salvamento, que termina en un arnés con el que ella misma haba practicado tantas veces, y nunca espero utilizar. Luego de estar bien asegurada, le hace señas al para-jumper en la puerta y la levantan.
En el helicóptero Sea Sergeant habían un par de pilotos mas, ilesos pero mojados, que fueron recogidos del mar igual que ella. Se sienta en una de las butacas plegables en una de las paredes, mientras uno de los PJ se acerca para examinarla. No tiene ninguna herida, salvo algo de frío - por lo que la cubre con una manta - y el susto de lo que sucedió.
Inmediatamente su mente regresa a los eventos de hace unas horas, sobre todo al Teniente Comandante Alekseyev, cuyo Valkyrie no vio regresar, aunque puede haberlo pasado por alto en medio de su propio drama. Nota que el helicóptero no esta dirigiéndose al mar, sino a tierra firme, de seguro a continuar su labor de salvamento.
En la radio del helicóptero solo se capta la señal de la baliza de socorro de un Valkyrie, pero nada mas. Con cautela, y protegidos por dos cazas, el helicóptero hacer círculos sobre los árboles, en busca del Valkyrie.
Lo primero que encuentran son los restos de un Glaug, bastante estropeado. Mas allá, entre los árboles encuentran el Valkyrie. Asomada por la portezuela y temblando de frío, Ramírez reconoce las inconfundibles franjas azules y rojas en el fuselaje. Es el Valkyrie de Alekseyev, tirado en el suelo en configuración Battroid.
También conoce la línea de disparos que atraviesan el pecho del Valkyrie. Un par de ellos perforaron la cubierta metaliza que protege la cabina. Viendo esto, ni siquiera quiere imaginar lo que le habrá pasado al Comandante dentro de la cabina...
Luego de volar directamente desde allí, el helicóptero aterriza bajo las ultimas luces de la tarde. Todos en el aparato están mortalmente silenciosos, y no es para menos, luego de haber recuperado y transportado el cadáver del Comandante Alekseyev.
Ramírez ayuda a los PJ a sacar delicadamente la bolsa con el cuerpo, ante la vista de los oficiales y operadores de cubierta. Por mas injusto que fuera para los otros pilotos muertos, el cuerpo del Comandante tenia, de cierta manera, prioridad.
Tiene muchas mezclas de sentimientos. No conocía mucho al Comandante fuera del ámbito profesional, pero le tenia en alta estima junto a los otros pilotos. Y que se preocupaba mucho de los pilotos jóvenes como ella. Tiene los ojos enrojecidos, no solo por la tristeza, sino también por la rabia y no le era fácil contener las lagrimas.
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Engel esta acostado en el camastro de su camarote. No puede dormir, a pesar de todo lo que a pasado. Mira fijamente el techo, pensando en como habrán salido las cosas. Piensa en que su decisión fue la correcta, no importa lo que hayan dicho en el alto mando. Era un trabajo que debía hacerse, y el tomó la responsabilidad de hacerlo.
El alto mando lo forman oficiales burocratizados, que nunca han entrado en combate, quizás lo mas que hicieron fue sentarse cómodamente a escuchar los reportes de batalla. Saber sobre operaciones militares no es lo mismo que estar en las operaciones. Lo que mas le molesta es la ingenuidad de las personas comunes.
"¿Engel? ¿Gennadi, estás despierto?"
Engel no hace nada al escuchar la voz de Hikari, llamándole.
"Tengo algo que decirte..."
Ella toca la puerta antes de continuar...
"Gennadi, hay algo sobre lo que quiero hablarte..."
Engel no responde, solo continua mirando el techo.
"Esta bien, voy a entrar..."
Un poco renuente, Hikari agarra la manija de la puerta, girándola, algo sorprendida de que se abriera. Engel gira los ojos para verla entrar.
"¿Que tienes que decirme Hikki?"
"Varias cosas... al parecer las fuerzas de Quamzin fueron destruidas."
"¿Al parecer? ¿Lo confirmaron?"
"No estoy segura."
"¿Si o no?"
"No."
Gennadi no dice nada, volviendo a mirar al techo. En ese instante tocan la puerta, al abrirla, Takeda recibe al marino que trae la comida para el Mayor, quien ni siquiera se mueve cuando la colocan en la pequeña mesa. Engel no se mueve tampoco cuando Takeda se sienta en el borde del catre y se queda mirando detenidamente la puerta cerrada.
"Encontraron al Comandante Alekseyev" - murmura Takeda luego de unos momentos.
"Pues me alegro por él."
"Gennadi... él esta muerto."
"Igual me alegro por él."
"¿Como puedes decir eso?" - pregunta mas enojada que sorprendida.
"Fue tan fácil que ya lo dije. No lo conocía muy bien, por lo que no lo voy a echar de menos. Eh visto morir a demasiadas personas como para preocuparme por eso."
Takeda se levanta para agarrar el plato de comida de la mesa y volverse para dárselo.
"Será mejor que comas."
Impasible, Engel se sienta y toma la comida, y solo se queda mirándola durante unos momentos.
"Estuve hablando con la Teniente Ramírez, y me explico lo que paso allá arriba... y de lo que piensa que paso después."
"Me importa muy poco lo que diga esa niña. Estoy obstinado de esta maldita gente que se la pasa quejándose, sin hacer lo que les mandan y cambiando de idea a ultima hora. A veces me pregunto si valió la pena salvar lo que queda del mundo."
"Nos vamos dentro de media hora."
Engel no responde, ya esta atacando su comida. Después de dos días sin una comida normal y con toda la perdida de sangre de su herida, el cuerpo le pide comida a gritos.
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El crucero a tenido que hacer un gran rodeo dirigiéndose al mar. Volar sobre la tierra los expone a encontrarse de repente sobre algún grupo militar, como tantas veces le sucedió en el pasado. Y también que sobre el suelo seria muy difícil ocultar una nave de tal tamaño, mientras que en el mar, solo le bastara sumergirla bajo las olas.
"¿Es que no podemos ir mas rápido?" - pregunta Quamzin, mas allá de lo que puede conocerse como furioso.
Pero este rodeo le obliga a volar lento, casi en el limite de la velocidad máxima subsónica, ya que el poco aerodinámico cuerpo del crucero crearía tanta turbulencia a velocidad supersónica que le escucharían a cientos de kilómetros a la redonda. Si tuviera un mapa, Quamzin sabría que en este instante se encuentra mar adentro de la costa del lado pacifico de Colombia.
Calcula dos, a lo mas tres días en llegar. Pero no importa, siempre y cuando llegue sin ser visto y destruido.
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La sombra del miedo a caído sobre la población de Ciudad Macross. Pero aun no se ve clara la amenaza, y solo se puede considerar como la calma antes de la tormenta. Arriba, las nubes grises se empiezan perder en la distancia, llevándole la fría lluvia y la nieve. Justo encima de la ciudad, el cielo lentamente se abre, dejando ver algo del cielo azul oscuro.
El ambiente que le recibe es triste, a los lados del camino, la nieve es bastante espesa, y el frío le llega directamente a los huesos.
Tan pronto ha bajado del avión, es 'acompañado' hasta el Macross, y llevado, primero a la enfermería para un chequeo completo de su hombro, que se niega a cicatrizar y luego ante una junta de revisión, en una de las salas de sesiones de información de la fortaleza, donde están presentes un buen numero de oficiales de alto rango, sentados tras una larga mesa rectangular.
"En vista de las conclusiones de este informe, y de la narración que hemos escuchando en este momento, nuestro reporte oficial está incompleto, de acuerdo con los nuevos hechos me veo obligado a reconsiderar algunas cosas."
Engel esta sentado en el extremo de la mesa. Con el brazo sujeto en un cabestrillo y se ve como si no hubiera dormido mucho, y de hecho no a dormido nada. Durante su vuelo de casi diez horas lo único que hizo fue preparar su informe.
"Insubordinación ante oficiales superiores. Desobediencia de ordenes directas del alto mando. Realizar indebidamente acciones unilaterales. Violar el reglamento sobre utilización de armas estratégicas en combate" - empieza a enumerar uno de los oficiales.
"Señores. ¿Puedo hablar libremente?" - dice Engel, luego de unos momentos de silencio.
"Puede hacerlo, Mayor" - dice el Coronel Maistrov, presenta también, en representación del ausente Comodoro Gloval.
"Gracias, señor" - dice, para entonces continuar. "Si vamos a combatir al enemigo, debemos usar todas nuestras herramientas. Debemos ir más allá. Debemos hacer lo que nuestros enemigos no serían capaces de hacer. Es solo a través de la fuerza que podemos hacer que nuestros enemigos nos teman, y eso asegura nuestra propia supervivencia. Indecisos, esa es la manera que ha tomado la Spacy..."
"Mayor..."
"No déjeme terminar señor. La decisión de amor y paz no funciona con esa gente."
"No hace falta que le recuerde que los humanos y los Zentraedi estamos unidos, y que solo una minoría de los primeros quiere continuar la lucha. Aun no hemos calculado si esto afectara de alguna manera esto" - explica uno de los oficiales, con insignia de Brigadier General.
"¿Y qué?"
"Llevamos tiempo tratando de consolidar esa alianza."
"Claro... ¿Y cuándo podemos esperar algún progreso real?... Si me permite preguntar, General señor. No me dieron otra opción."
"Es desafortunado que sucediera esto" - dice Maistrov, al parecer no muy convencido de lo que dice.
"No lo es. Las ordenes fueron claras: recabar información sobre la ubicación, localizar y utilizar la fuerza necesaria para neutralizar al enemigo. Dos veces fallo la localización y por culpa de gente que no cumplí con sus ordenes, muchos soldados murieron. Igual que como paso en el pasado al suspenderse las persecuciones de los insurgentes..."
"Y estamos de acuerdo con eso. Lo hemos discutido previamente. Pero lo que hemos cuestionado es la manera que a tomado."
"Sí, señor. Personalmente no creo que debamos abandonar esa línea de acción" - sugiere Engel.
"Ya hemos hablado de eso. Estoy de acuerdo con usted, pero esas son las ordenes."
"Órdenes desacertadas, señor."
"Es cierto... Pero son órdenes y nos limitamos a cumplirlas. Las órdenes vienen del más alto nivel Mayor, y nuestro deber es cumplir con ellas. ¿A quedado claro?"
"Como el agua."
"Le dijeron que no disparara los mísiles, pero lo hizo..."
Vuelven a lo mismo, piensa Engel...
"Creemos que actuó correctamente, Mayor. Se le asigno esta tarea debido su experiencia previa y al conocimiento de esas herramientas, y a nuestro parecer, lo ha hecho admirablemente. Nos gustaría que tuviéramos mas oficiales como usted" - concluye el General.
Engel levanta la vista al escucharlos. Estaba seguro que mínimo le darían una baja deshonrosa o lo fusilaban. ¿Experiencia previa? se pregunta Engel. ¿Acaso ellos pudieron saber? ¿Que sucedió en la discusión previa?
En el pasillo, Claudia espera pacientemente, hasta que la reunión concluye, y uno por uno salen todos los asistentes. Engel es casi uno de los últimos en hacerlo, acercándose a su amiga, quien continua petrificada en un largo saludo a todo el mundo.
En lugar de saludar o hablar, Engel le da un fuerte abrazo con su brazo bueno.
"¿Como estas?" - pregunta ella, cuando el Mayor al fin la suelta.
"Bien" - responde distante.
"Pues no lo parece."
"Eso es lo de menos."
"Te mandaron a buscar. El Comodoro Gloval."
"Me lo esperaba, no estaba en la reunión. ¿Donde esta?"
"En el CIC. Te acompaño."
"No, no por favor. Llego solo. Gracias."
Engel se apresura para alcanzar el ascensor. Antes de hacerse la ilusión de subir solo, uno de los oficiales que estaba en la reunión mete la mano para evitar que la puerta se cierre.
"Palabras de consejo de un camarada, manténgase jugando de la forma en que lo hace" - dice en ruso el hombre luego de unos momentos.
"Gracias, Camarada."
"Oiga, en este momento, necesita toda la ayuda que pueda obtener."
"Debería haberlo mencionado antes."
"¡Oiga, lo salvamos, Mayor Engel! los rusos hemos tenido muy mala fama. ¿Por que cree que ninguno a llegado a altos puestos en la Spacy?"
"¿Y que tengo que ver con eso?"
"Solo un oficial de enlace que se retirara dentro de un par de años. Siga así y a lo mejor será el primer ruso en ocupar algún día la jefatura de la Spacy" - dice encogiéndose de hombros.
"No me haga reír. Entre mas alto suba, mas dura será la caída. Le tengo tanto miedo a las alturas que me mareo parado en una acera."
"Pero no olvide quienes son sus camarada. Para recordar en quien puede confiar."
"Eso de camaradas es para los comunistas y yo siempre odie a los comunistas" - dice Engel en el momento de abrirse las puertas del ascensor y empezar a salir.
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Dos años. Todo sigue igual que hace dos años, y todo tiene un aire surrealista debido a la oscuridad. Los pasillos siguen iluminados, aunque muchos siguen a oscuras debido a no estar utilizados. Con un ambiente distinto, llega a la familiar puerta del centro de información de combate del Macross, que se abre silenciosamente cuando pone la mano sobre el tablero.
"¿Si, quien es?" – pregunta el Comodoro Gloval, sentado en una de las sillas.
Allí todos los monitores están apagados, las sillas del CIC están vacías, solo el suave siseo del aire acondicionado y uno que otro murmullo de los sistemas hace presencia en la penumbra. Todo parece abandonado, mas que todos los que una vez estuvieron allí, recordando el sonido, las conversaciones, las luces, y todo aquello que le dio una vez vida a esta impresionante nave.
"Mayor Gennadi Engel reportándose como se le requirió. La Teniente Comandante LaSalle dijo que quería verme, señor."
"Adelante Gennadi" – dice, levantándose. "Mande a llamarle para hablar con usted."
"Dirá usted señor."
"Seguramente estará al tanto del Proyecto de Migración Estelar. Déjeme decirle que para dentro de un par de días estaremos dando a conocer al publico ese plan."
"Muy interesante señor."
"Y vaya que lo es. Si, el mundo es valioso, y vale la pena luchar por él" - dice Gloval, afincándose sobre una de las consola.
"La ultima parte Hemingway la dijo como pregunta."
"Nosotros sabemos la respuesta, Mayor. ¿Sabe? Nunca pensé que llegaría este momento de la historia, cuando finalmente la humanidad creciera y dejara atrás su cuna. Salir a buscar su hogar entre las estrellas."
"Jamás tuve esa duda."
"Claro, usted viene de una línea de tres generaciones dedicadas al espacio. Pero no me equivoco al creer que usted comprende mas que muchos el significado de todo esto, porque lo a experimentado con mucha mas intensidad..."
"Casi dolorosamente mas. Por eso se que la supervivencia de la humanidad depende de nosotros. No podríamos sobrevivir a un nuevo Apocalipsis como el que vivimos."
"Es así. Mientras hablamos, los Zentraedi y el Ejército de Vigilancia todavía están luchando, y podrían regresar a la Tierra. Y puede estar seguro que cuando regresen, ya no representaremos un obstáculo. Aun, nuestras armas mas sofisticada no serian nada en una lucha a esa escala. Destruirán la Tierra y regresaran tranquilamente al espacio. Por eso, quiero que la humanidad colonice tantos planetas como sea posible para que la civilización de la Tierra se extienda y este segura de no ser destruida."
Gloval hace una pausa, para encender su pipa y dar unos pasos mas allá de las consolas, quedando a espaldas de Engel, que no voltea a mirarle.
"A si es. Y mas con todo lo que hemos vivido. No solo aquí con el Macross, si no en todos estos años. A veces me es difícil creer que hubiera conocido jamás cualquier otra existencia que la del encerrado y pequeño mundo del Macross. Siento como si todos esos años de la Guerra de Unificación hubieran sido parte de otro mundo, de otra vida."
Engel no dice nada, solo se recarga sobre una de las consolas, sin mirar a Gloval, que ahora contempla el cielo a través del inmenso cristal, jugueteando con su pipa.
"En esos días, todos éramos enemigos, incluso usted y yo llegamos a serlo al quedar en bandos opuestos. Pero ahora somos aliados. Enemigos que se vuelven no solo aliados, sino amigos. Y es algo que quisiera que entender."
"No entiendo..."
"Claro que si lo entiende Gennadi. Solo quisiera pedirle que reconociera quienes son los enemigos, y quienes son los amigos. Su abuelo formaba parte sin proponérselo, de los más encarnizados enemigos de los rusos. Pero luego, fue reconocido como un amigo verdadero."
Gennadi se vuelve al Comodoro, sorprendiéndose al verlo contemplarle fijamente, en medio de la nube de humo de su pipa.
"Odia a los Zentraedi porque mataron a Nikolayev. Y no solo usted a perdido un ser querido, perdí a mi esposa durante la Guerra de Unificación, al igual que usted la suya después. Aun no puedo olvidarla y por eso se que usted no olvidara su propio drama. Pero ahora debemos aplicar todas nuestras energía a esos proyectos, la colonización y la defensa. Somos unos privilegiados que estamos aislados de lo que queda del mundo. La gente esta asustada y enferma, y los pocos recursos no alcanzan, a pesar de que apenas somos un par de millones. Trataremos de enviar la mayor cantidad posible de personas fuera, en colonias autosuficientes para aligerar la carga del mundo. Pero si llega el día de combatir, me gustaría lanzarles todo lo que tenga a mano..."
Gloval camina, para ir a sentarse de nuevo en la silla, y es cuando Engel nota unos papeles sobre la consola.
"Usted va a trabajar en otro departamento. Lo lamento, pero por un tiempo no se encargara del departamento de armas de reacción. Lo dirigirá el Capitán Orlov, que cuando salga del hospital será ascendido a Mayor."
"Al fin lo consideran para un ascenso" - dice Engel, sonriendo.
"Usted seguirá en el departamento de proyectos de defensa. Recibimos algunas recomendaciones."
"Ya me imagino."
"Me acaban de enviar esto, no creí conveniente enviarlo a la junta de revisión. Es el reporte del Capitán Schöeder sobre lo que paso ayer" - dice Gloval levantando uno de los fólder.
"Me imagino que me hablara del Comandante Alekseyev..."
"¿Fue realmente lo que paso?"
Engel se toma su tiempo para contestar, levantando la vista hacia el cielo, mirando como las ultimas luces de la tarde se desvanecen del otro lado del inmenso cristal. Por primera vez contempla detenidamente un atardecer, sintiendo una cierta nostalgia por el final de este día.
"No importa que repita lo que paso, todo dice que fui yo."
"¿Lo fue?"
"De cierta forma si."
"Le han informado ya a la familia."
"¿Me lo pregunta o me lo dice'"
"Se lo digo."
Engel siente como si le hubieran dado un puñetazo en el estomago. Aunque después se siente estúpido, como cuando alguien quiere ocultar algo que en cualquier momento se descubrirá. De todas formas ya no tiene nada que decir de eso, solamente se levanta de la consola, con la intención de salir de allí.
"Señor" - dice a modo de despedida.
"A propósito Mayor" - dice Gloval.
Engel se detiene, mirando por sobre su hombro al Comodoro, en espera de su nuevo comentario.
"Felicitaciones."
Al oír esto, se voltea para interrogarle con la mirada.
"Por su hija, Mayor. No me diga que no ha..." - Gloval se interrumpe, al darse cuenta. Ahora es que se da cuenta de su error.
"Nadie me aviso nada."
"Vaya a visitarla Gennadi, tómese estos días para que este con su familia. Descanse que lo necesita."
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Siente que sus brazos y piernas le pesan toneladas. Su mente esta en otra parte cuando llega al hospital, sin siquiera hacer caso de la llovizna. Por alguna razón, esta vez, ese incipiente olor de hospital le sienta como relajante, pero casi soporífero.
Al llegar a la recepción se encuentra a Lilya, que se le acerca tranquilamente.
"¿Y que haces tu aquí?" - pregunta Engel dejando caer el bolso.
"Trabajo aquí. Te ves mojado y miserable. ¿No? " - dice ella, soltando una risita.
"Estoy demasiado cansado como para discutir contigo. ¿Y Marina?"
"Esta dormida, ayer fue un día difícil para ella. Fue muy difícil estar sola. No te preocupes, me encargue de todo. Y Nadeshiko se ha estado quedando con tu amiga Zentraedi..."
Con mucha desconfianza, Engel camina hacia el cuarto, encontrando, en medio de la penumbra a su esposa acostada en una cama.
"Marina" - la llama, como si no quisiera despertarla de verdad.
"Al fin llegarte" - dice ella, sin mucho animo.
Ella guarda silencio. Engel se lo esperaba, pero tampoco habla.
"Me alegro de ver que no llevas las cosas demasiado lejos" - dice ella por fin en tono sarcástico.
Engel piensa que se lo merece, tratando de buscar que decir mientras se le acerca.
"Lo siento, conejita. Tenia que terminar unas cosas..." – empieza a decir, acercándose para besarla, pero ella se aparta.
"Ya. Lo de siempre. No te preocupes tu, ya todo termino" - dice ella, con un tono que pasa de sarcasmo a la ira. "¡Maldita sea! ¡Me dijiste que estarías aquí!"
A Engel se le hace un nudo en el estomago. Se enfurece porque la había dejado sola...
"Todo antes de pensar en mi" - le reprocha exasperada. "No voy a discutir contigo ahora Gennadi. No me interesa el papel de esposa incordiante. Ya me lo se de otras veces."
Engel no sabe que decir. Los largos silencios de Marina se le meten en los oídos como chillidos estridentes.
"¿Como esta?" - pregunta.
"Ahora te interesa. Esta bien. Por cierto, se llama Yelena."
De nuevo se queda callada, mirando a su esposo bajar la vista.
"Al menos déjame dormir" - dice Marina.
"Conejita..."
"No, Gennadi. No. No me vengas ahora con esas."
El nudo que Engel tiene en el estomago se agranda por momentos. Nota por el tono de voz de Marina que no habrá mas discusión.
"Necesito respirar. No haríamos sino agravar las cosas."
Engel piensa decir algo mas, pero ¿que va a decir? ¿que no quiere estar solo en un momento como este? teniendo en cuenta la poca atención - y consideración - que le a dedicado, su necesidad parece egoísta, e injusta.
Cierra la puerta con cuidado, regresando a la sala de espera para dejarse caer en una silla, mirando fijamente los mosaicos del suelo, sin reparar siquiera en Lilya, que le contempla con curiosidad deteniendo se delante de el.
"Veo que no hace falta que alguien venga a hacerte la vida miserable. Te la haces tu solito."
"Me puedes hacer el favor de callarte Lara..."
"Recuerda que ese ya no es mi nombre."
Engel voltea para mirar su reloj, son las nueve de la noche. Hace solo un día que elimino a Quamzin... y Alekseyev. Pero en unos segundos se desentiende de sus recuerdos, desatendiendo los hechos mas recientes, desatendiendo todo lo que no tenga que ver con lo que esta pasándole.
Engel pasa bastante rato recargado del cristal de la guardería, viendo como una enfermera atiende a la pequeña Yelena, donde, por un tiempo, es el único bebe. Quería que le dejaran entrar, pero las enfermeras se lo negaron. Debe conformarse con mirarla, acurrucada bajo una manta, y su pequeña cabeza cubierta por un igualmente pequeño gorro que por sus bordes le deja ver algo de su escaso cabello, del mismo color del suyo.
Si tiene los ojos azules, se parecerá a su abuela, piensa. Al menos tendrá que avisarle que tiene una nieta. Solo ha hablado un par de veces con ella luego del final de la guerra. Como todos los cabecillas del gobierno, la ministra de la industria de defensa fue empujada, literalmente, hacia la instalación de reubicación en el refugio en la montaña Zhiguli.
Mira su reloj, un largo día de mas de treinta horas. Necesita dormir, pero todavía no. Se quedara un momento mas y acerca para mirarla mas de cerca. Al verla, siente como se le seca la garganta, y sus ojos se le nublan por las lagrimas. Se estruja los ojos, dándose cuenta que esta llorando.
"Mi turno termina en media hora, si quieres me esperas y caminamos un rato."
Lilya esta detrás, mirándole con curiosidad. Luego de hablar se aleja por el pasillo, pero se detenerse para mirarlo por encima del hombro.
"Otra cosa... Polina hablo hace rato, le contó que mataste a su esposo."
Engel aparta el rostro del cristal, se pasa la mano por la frente y deja escapar un hondo suspiro.
"Bueno Mayor, que pases una buena noche" - ella se despide para empezar a caminar de nuevo.
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Orlov se entretiene mucho leyendo el diario. No hay nada nuevo en las noticias, salvo por enésima vez las informaciones sobre ataques rebeldes en algunas ciudades en Centroamérica. La sección de deportes es literalmente microscópica, sin nada de interés. La única pagina que parece aun existir es la de las caricaturas, los crucigramas y el horóscopo.
Nunca a podido abrir un periódico sin irse a esta sección, como si de alguna manera pensara que se puede cumplir lo que le dicen. Y ayuda mucho el que su signo sea el ultimo. La astrología tiene que ver con la relación de los astros en el momento del nacimiento de una persona el cual es único para cada uno, y entonces ¿Porque meten una sola predicción a todas las personas de un signo zodiacal sin importar su año de nacimiento?
"Levántate, zángano, y deja de hacerte el muerto"
Orlov baja el periódico, encontrándose con Gennadi, que entra como Pedro por su casa, trayendo abrazada una canasta de mimbre con una sola mano, mientras la otra, aun la tiene colgada del cabestrillo.
"¿Como estas?" - pregunta Engel, acercándose a la cama.
"Al menos ya no me estoy muriendo."
"Te traje esto" – dice poniendo las canastilla que a traído en la mesita al lado de la cama. "Quería traerte un ridículamente enorme y exagerado ramillete pero los doctores me dijeron que causaría una erupción de fiebre de heno en todo el piso por lo que lo cambie por esta canasta de frutas."
"Gracias, no debiste hacerlo."
"Tienes razón, no debí. Me he estado aguantando para no comerme esas manzanas por todo el camino. Cuéntame, ¿para cuando estarás aquí?" - pregunta mientras se sienta en un pequeño banco.
"El medico dice que tendré que estar aquí por lo menos un par de días mas."
"Bueno, muévete con eso, que te necesito."
"Tu no necesitas a nadie. ¿Y el brazo?" - pregunta Orlov, señalándole el brazo.
"Un rasguño que no quiere cicatrizar. Tengo una suerte con las heridas, siempre que me las hago tardan mucho en curarse... Otra cosa, por allí hable con tu novia"- explica Engel, quitándole el periódico de las manos a Orlov.
"No te preocupes, Tatiana ya vino a visitarme."
"No me refiero a esa, me refiero a la otra."
"¿¡Como que la otra!?"
"Me refiero a Zenia. Estaba hablando con mi mamá y ella me contó que Zenia esta trabajando en la Luna y la pude contactar."
"¿Y como le va allá arriba?"
"Me dice que un mes mas allá y se volverá loca. Aparte de eso, que le va bien, en la medida de lo posible, porque están a punto de terminar el trabajo con el SDF-2."
"Bien por ella. ¿Cuéntame, como esta Yelena?"
"Esta mañana pasé por allá, pero aun estaba dormida, y no quería despertarla, ni a Marina."
"Al menos tu hija esta bien, que es lo mas importante."
"Claro que si." - dice al mismo tiempo que se levante. "Me tengo que ir. Tengo otras cosas que hacer."
Se aleja hacia la puerta, al mismo tiempo que que vuelve a colocar la gorra y le da un ligero golpecito para acomodarla.
"Que te mejores" - dice mientras sale, con voz distante.
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La luz del sol que se filtra por las aberturas en las nubes, bañándolas y formando esplendorosas franjas doradas y escarlatas sobre su superficie como de algodón. A lo lejos, se ve la silueta del Macross, en medio de esas hermosas luces de la mañana. Pero el Mayor Engel esta de pie, ignorando la belleza de la naturaleza desplegada ante el.
En lo alto, alineándose perfectamente con la pista, un avión de transporte VC-27 de fuselaje gris azulado se aproxima. Engel aguarda, solo entre los muchos, la llegada del avión que esta a punto de aterrizar, lleno de cadáveres. Pero hay uno que nunca lograra descargar de su conciencia.
Por primera vez desde que aguardaba la llegada de ese vuelo, repara en la belleza de aquel momento, en todo su esplendor. Es asombroso. Por un momento deja su mente en blanco y goza de la maravilla que se despliega ante sus ojos, dándose cuenta de la extraña mezcla de cielo nublado y los destellos del sol sobre las nubes. El mundo sigue allí con toda su imperfecta belleza. Sigue girando sobre su eje, y así seguirá, sin importar lo que hagan los humanos o Zentraedi, buenos, malos o indiferentes.
Pero ahora, muchos soldados vuelven a casa dentro de sendos ataúdes.
Siente mucho que murieran, pero de nada puede culparse ya que no fue su decisión que murieran.
Pero había enviado a uno en especial entre todos.
Jamás volverá a despertar sin haber soñado con el.
Nunca se lo perdonara.
Y nada puede justificarlo.
Pero tampoco puede cambiar nadie lo ocurrido.
El avión bañado por la luz dorada del amanecer, rueda ya por la pista. Unos hombres hacen señales con batutas para guiarlo hasta detenerse, y otros corren a bloquear las ruedas del tren de aterrizaje.
Se abre el portón de cola. Una banda de música, formada al pie de la pista para solemnizar la ocasión, empieza a tocar las notas de Bach. Asoma un féretro, el primero de muchos otros como sabe perfectamente. Uno por uno, los féretros son depositados en el frío asfalto de la pista con suma delicadeza.
Mientras observa ese proceso, el Mayor piensa en los acontecimientos de los últimos dos días. ¿Podría haber previsto lo ocurrido de haber hecho las cosas de otro modo? No acierta a ver que podría haber hecho. De nada sirve lamentarse, porque por mas que lamente sus muertes, aquellas personas no eran sus allegados.
Cuando hubieron depositado el ultimo ataúd en la pista, el Comodoro Gloval da la señal para empezar la ceremonia que se había organizado. Un redoble de tambor anuncia el comienzo de la ceremonia. Como si fuera una señal de Dios, en ese instante empieza una suave llovizna.
Junto al Mayor están los pocos familiares que tenían los difuntos, y desgraciadamente, muchos de los otros están ausentes, tocando al ejercito encargarse de su descanso final en el caso de los que no tiene a ninguno. De los que pueden asistir, se encuentra la Teniente Coronel Polina Bisyarina Alekseyeva, de pie del otro lado de la pista.
El accidente - no lo considera un asesinato, menos un crimen - había sido catalogado como eso, un accidente, sin dejarle repercusión alguna en su hoja de servicio. ¿Y que de las repercusiones psicológicas? ¿Que siente respecto a esto? Medita por unos momentos, mirando como su anterior comandante llora ante el ataúd de su esposo. Engel nunca había visto llorar a Polina. Ni siquiera cuando sufría en el hospital con sus quemaduras. Nunca se imaginaba que ella pudiera hacerlo.
Camina hacia ella, llevando entre sus manos la bandera plegada. No puede cambiar el pasado, pero solo puede entregarse al futuro.
Su conciencia le dice que tiene que sentir algo, y busca alguna emoción autentica. Después de considerarlo por varios segundos, no encuentra ninguna. No siente pena ni remordimiento. Alekseyev no significaba nada para el... pero si para Polina. ¿Que sentía por haber matado a Nikolái Alekseyev, dejar a su niño huérfano y a su esposa viuda?, la única respuesta que se le ocurre es: Nada.
Exactamente lo mismo que sintió al matar a la Zentraedi.
Y eso, mas que hacer que su conciencia le atormentara, le causa miedo.
¿Que pensaría Yelena si pudiera verle? ¿Que pensara su pequeña Yelena?
"¿Porque tenias que hacerme esto?"
Repite Polina, esta vez Gennadi logra escucharla sin saber que decir.
"¿Que te hice para que me hicieras esto?" - llora, cerrando los ojos y tomando a Gennadi de los hombros. "Así me agradeces todo lo que he hecho por ti."
Engel aparta la vista del rostro de la mujer, como un niño ante su madre. Se siente tan indefenso como uno, mientras Polina lo sacude.
"Si no fuera por mi no serias nadie. He tenido que soportar lo que me has hecho sufrir, pero esto no te lo perdono."
Para Engel no existen las personas a su alrededor. Pero todas ellas se han quedado en silencio. Incluso la suave lluvia parece haber desaparecido para el.
"¡Di algo!"
Rápidamente piensan que decir. Algo que tuviese sentido. Piensa en decir 'Perdóname', pero se da cuenta de cuán estúpido hubiese sonado. Polina lo empuja ligeramente para apartarse de él, sin tomar la bandera de sus manos. Polina continua mirándole unos segundo mas, y por fin Gennadi se vuelve por ultima vez para mirarla, pero ninguno dice nada. Ella no expresa ninguna emoción mas. El silencio es la emoción mas fuerte de todas.
Ella se aleja caminando, dejando a Engel sumido en sus ideas.
[Fin Capitulo 25]
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Notas / divagaciones del autor:
Y con este capitulo concluye... la "primera temporada" (2004) Pero aun estan los siguientes capitulos de la "segunda temporada" (2006) Espero que apresien el trabajo de investigacion, porque he sido leal a uno de los primero consejos a la hora de escribir fanfics: Escribe sobre cosas que entiendas. Si no entiendes algo, tu historia no será atractiva.Espero que de verdad se note, y que les guste, porque lo escrito ya no se puede cambiar, y reconosco quehay metidas de pata y verdaderas estupidecez.
Un abrazo para Mikhail Eduardovich, por todos sus charlas sobre la vida (civil y militar) en los tiempos de la Union Sovietica. Martina Kaminski por sus comentarios y concejos. Jason W. Smith por el que considero el mejor fanfics de Robotech que se haya escrito: "Attention on Deck!" (en ingles: http://www.robotech-aod.com/; en español: http://www.angelfire.com/on/AODES/aod.html) Y como no, a Carla Fox por permitirnme publicarlo en su site.
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