fanfic_name = En al Tormenta

chapter = 20

author = Seferino Rengel

Rating = AP15

Type = Adventure

fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta

 

-----------------------------------------------------------------------

PARTE 20: EL EFECTO MARIPOSA

-----------------------------------------------------------------------

 

Ya había perdido la noción del tiempo que he tenido trabajando en esto. Todo debido a las fuertes bajas que se a producido en la también reducía lista de la Fuerza de Paz, cuyos pilotos literalmente caen como moscas ante los continuos ataques terroristas de los Zentraedi leales a Quamzin.

Cada vez mas le ha parecido que la política de Gloval es la de mantener a los Zentraedi contentos a costa de la vida de sus propios soldados. Muchos estúpidos afirman que esto es lo que mantiene a una gran cantidad de soldados lejos de Quamzin, pero otros como ella alegan que es un acto de suma cobardía...

La Capitán Takeda mira su reloj... hacia ya veinticuatro horas que ha estado allí, aunque nadie lo hubiera deducido por su aspecto. Su larga falda verde oscuro aun esta bien planchada, al igual que su chaqueta, y su camisa casi tan blanca como cuando salió de la lavandería. Es sábado por la mañana, y mas aun, es 24 de diciembre, ella no debería esta aquí.

"¡Maldita sea!". – exclama cansada Takeda, golpeando la mesa. "¿Esta es la forma de dirigir una operación?" Takeda se cruza de brazos, al mismo tiempo que se recarga contra el respaldo de su silla. Observa por un momento lo que sucede a su alrededor... por enésima vez.

Mientras mira la gran pantalla incrustada en la pared piensa que no tiene donde pasar la noche de Navidad. La ultima la había pasado en una fiesta que se dio a los oficiales, aunque no la paso bien, la mitad había decidido quedarse con sus familias. Y como ella no tiene familia, fue una de las que se tuvo que quedar en la fiesta. Quizás esta noche pueda pasarla en casa de Engel, aunque lo piensa un poco, al parecer no le agrada a Marina, quien sabe por que razón.

De todas formas en menos de un minuto se encuentra levantando uno de los teléfonos en la mesa. Engel tiene este fin de semana libre, comprensible, ella misma lo tenia, pero las cosas se han complicado y desde ayer solo a tenido una breve siesta de unos tres cuartos de hora.

"Diga...". – dice la voz de Marina del otro lado de la línea.

"Buenos días Marina, ¿Cómo estas?"

"Ah, Takeda... muy bien, gracias. ¿Qué deseas?"

"Bueno, llamaba para hablar con Gennadi. No se si me lo pudieses comunicar un momento."

"Creo que no va a poder."

"¿No puede?"

"No. Esta me dijo que tenia un asunto ‘urgente’ fuera de la ciudad, no me dijo exactamente a donde iba, pero que tenia que partir de inmediato, para regresarse el domingo en la noche."

"Que raro... no dijo a donde iba."

"No, me vino con una de las suyas de que era algo demasiado importante como para esperar. Alguien le llamo en la tarde, recogió algo de ropa y salió, diciéndome solo eso."

Takeda frota un poco sus ojos. Por alguna razón le pican los ojos, los que tiene vidriosos. Y sintiendo la nariz húmeda, se toma unos segundos en decir cualquier cosa.

"Gracias Marina, solo quería saber que tan ocupados tendrían la noche, ya sabes para la cena de navidad."

"Bueno, de todas formas ya me invitaron en la cena de navidad del club de oficiales."

"Bien, muchas gracias, cuídate."

"Hasta luego". – dice Marina, colgando inmediatamente.

 

-----------------------------------------------------------------------

 

Esa tarde de sábado, todo el mundo se siente relajado, mas que todo porque solo cubrirán turno de medio día. Mas que todo la gente piensa en los regalos y en las fiestas de la tarde. Sobre todo le calza bien a él grupo de persona que siempre espera hasta ese día para salir corriendo a comprar los regalos para sus hijos.

En muchas partes, sobre todo en Ciudad Onogi, las calles están llenas de personas abrigadas contra las intermitentes nevadas de la estación. Por alguna extraña razona, hay muchos mas Santa Claus en las calles que en los días previos, casi uno en cada esquina, lo que es la delicia de los niños y niñas. Eso no es raro para nadie, pero lo seria si la gente supiera que son Zentraedi.

Onogi es la ciudad mas cercana a Macross, estando a poco menos de veinte minutos de viaje en avión o casi hora y media en automóvil. Es una ciudad muy prospera, con multitud de comercios, zonas residenciales, sobre todo allí se encuentra una de las más grandes fabricas de dispositivos súper dimensiónales, en especial condensadores de reacción, utilizados en los sistemas de suministro de energía eléctrica a las ciudades en expansión y a las de rápido nacimiento. Aunque allí también se construyen los generadores en miniatura, destinados a darle energía a los vehículos militares que los requieren.

Muchos de los trabajadores, civiles, se encuentran mas que todo pensando en lo que harán en la tarde, solo deseando que el reloj de las dos de la tarde para irse a sus casas a hacer los preparativos para la Nochebuena...

Pero la calma es rota súbitamente. Desde la bahía, tan repentinamente como el rayo, un escuadrón de Regult salen del agua destruyendo todo lo que encuentran a su paso, y también, matando sin distinción a todo aquel que se atraviese en su camino. Ese escuadrón solo antecede a un grupo mas numeroso, el que se dedica a merodear de alguna manera todo el área industrial de la Ciudad Onogi.

Al frente de este se encuentra Quamzin, pilotando su Glaug. Esta molesto con todo el mundo, molesto con Oigul porque decía saber donde se encintraban los aparatos de reacción, molesto con Laplamiz porque esta retrazada y mas aun molesto consigo mismo por haberse olvidado de su casco. En la diminuta cabina de su Glaug de a dado ya varias veces en la cabeza contra el panel superior.

"¿Y entonces? Tenemos horas dando vueltas y no encontramos nada."

"Ese generador debe de estar por aquí, estoy seguro". - Oigul tratando de ignorar las exageraciones de su comandante, apenas tienen diez minutos dando vueltas sin rumbo, aunque de verdad se están tardando mucho.

"Escúchame Oigul, tu incompetencia te va a costar la vida". – dice Quamzin, sobando otro golpe que se a dado.

Por todos lados, los Regult y los soldados de a pie Zentraedi se dedican a revidar fabrica por fabrica, tratando de encontrar lo que buscan. La relativa lejanía de Onogi con las bases de la UNSpacy dificulta que muchos Valkyrie lleguen inmediatamente al lugar, mientras los Zentraedi se encentran cada vez mas cerca de su objetivo final. Los otros Zentraedi están corriendo por la calle, cargando algunas cosas que habían robado de la ciudad. Molesto por la incompetencia de sus subordinados, Quamzin sale de su Glaug y se pone también a buscar.

"Estos micrones están mejor preparados...". – reconoce para sí mismo mientras piensa en que lugar debería estar guardado ese condensador de reacción.

En ese instante un Valkyrie aparece como de la nada, empezando a dispararle. Quamzin levanta su fusil y comienza a dispararle al caza, que imprudentemente se mantiene en modalidad caza volando a baja altura. En pocos segundos, los impactos que hace dan de lleno contra la nariz y la cabina de aparato, matando en el acto al piloto.

"... Pero aun no están a mi altura."

Del lado de la costa, el grupo Valkyrie del escuadrón Skull y el escuadrón Ghost se encuentra llegando a toda velocidad, el enemigo busca algo en especial. Es probable que busquen refacciones para sus naves. Había que contenerlos hasta que lleguen refuerzos desde las ciudades cercanas. Pero al acercarse en grupo no llegan a darse cuenta que está yendo directamente a la trampa que ha preparado Laplamiz.

"Estén alertas". – anuncia la comandante Zentraedi.

Ella observa como se aproximan los cazas directamente en dirección hacia los despojos del crucero que ese encuentra en el agua y donde ella y su escuadrón de Queadlunn-Rau color magenta están escondidas.

"Ataquen". – dice al momento que despega su propia armadura del suelo, hacia los cazas que están directamente encima de ellas. En cuestión de segundos, las Zentraedi derriban o dañan a un tercio de los cazas, incluso antes de que estos se replegaran para poder reagruparse.

En su Valkyrie, Miria maniobra para esquivar y devolver los disparos. Una ventaja para ella es que conoce esas armaduras tanto como su propia vida. Hubiera preferido no llegar a esto, pero debe hacerlo. Cuidadosa y rápidamente pasa a configuración Battroid tratando de dispararle en los propulsores a cada Queadlunn que se atraviesa en su camino, tratando de no matar a sus antiguas camaradas.

Se acerca hasta casi chocar contra una armadura, que pasa a solo metros de ella. Casi tan cerca como para que Laplamiz pueda ver claramente a Miria a través del cristal, aun descubierto, de la cabina del Valkyrie.

"Miria". – murmura Laplamiz al reconocerla.

Miria no la reconoce, por supuesto, pero antes de que pueda salir de la impresión del acercamiento, el Queadlunn serpentea en el aire, dejando visibles ráfagas de condensación en su camino, con el único objetivo de concentrarse en el Valkyrie rojo. Dispara una salva de mísiles de sus hombros, en dirección a Miria, que se suspende en el aire, levantando el fusil y empieza a dispararle a todos los mísiles que se aproximan, llevando el fusil a donde lleva la mirada, derribando a lo que puede y evadiendo a los demás. Laplamiz se suspende en lo alto, dándole la espalda al sol, mientras junta sus manos y empieza a dispararle con los cañones en los brazos de su armadura.

"¿Laplamiz?". – se pregunta Miria, al ver esa táctica, que se la había enseñado la comandante a ella misma.

Empieza a seguirla, pero Laplamiz lo que hace es rodear muy de cerca el crucero derribado, como si se escondiera de su perseguida. Miria no cae en el juego, levantándose para salir por encima del crucero, pero al hacerlo, se encuentra frente al Queadlunn-Rau de Laplamiz empezando a dispararle tan pronto aparece. Pero Miria se agacha y la ráfaga de proyectiles pasa a casi centímetros del fuselaje. Laplamiz no deja de dispararle, por lo que Miria le dispara, levantando el fusil por sobre su cabeza y prácticamente dispararle sin apuntarle.

Laplamiz desiste y se eleva, con lo que Miria pasa a modo caza para darle alcance. Pero al estar cerca de ella, Laplamiz perder velocidad de golpe, y Miria pasa de largo cambiando a modo Battroid para girarse y dirigirse directamente hacia su antigua comandante. Del otro lado de la zona industrial, Quamzin al fin encuentra su objetivo, al levantar precipitadamente una lona que cubre un condensado de reacción. Sin perder tiempo se hecha en la espalda las nada despreciables 15 toneladas del aparato.

"Cubre mi salida Oigul". – dice difícilmente mientras se acerca al portón del almacén.

Por suerte se encuentra solo metros de su Glaug, dejando aliviado el aparato cuidadosamente en el suelo, para después subir a la cabina y sujetar el Condensador con las pequeñas pinzas de carga.

"Muy bien... prepárense para largarnos de aquí inmediatamente". – dice luego detener bien asegurado el condensador.

A su orden, todos los Pod cesan sus ataques y se elevan al cielo, en retirada.

En el aire, Miria y Laplamiz están girando una alrededor de la otra, hasta que Miria cambia de dirección, alejándose de ella, arriesgándose a cometer el error de darle la espalda, pero cuando se vuelve para dispararle, recibe una llamada de Max.

"Miria, habla Max, ¿me escuchas? Cambio."

Laplamiz recibe una llamada de la misma naturaleza, empuñando una mano mientras mira la otra para ganar velocidad y altura.

"Enterada, te escucho fuerte y claro". – dice mientras observa como el Queadlunn de Laplamiz se aleja en el cielo. "¿Qué sucede?"

"Necesitan que los cubramos... ¡¿Qué?!". – exclama al ver algo en su pantalla. "Una nave aterriza en la ciudad."

De hecho un inmenso trasporte de tropas Quel-Quallie aterriza aparatosamente en medio de la fabrica.

"Atención micrones, le habla Quamzin el Destructor. Quiero desearles una feliz navidad. Y les dejo un regalo muy especial de Santa Claus. Espero que todos sus ridículos festejos sean tan calurosos como este". – anuncia Quamzin por la radio, mientras el transporte despega.

En ese instante, una docena de explosiones se producen en la ciudad en posiciones estratégicas. Han sido los santa Claus, cuyas mochilas están cargadas con los regalos de Quamzin, kilos y kilos de potentes explosivos. Los incendios habían comenzado a extenderse a los pocos segundos de la primer explosión y ya se había creado un infierno. En ese instante, todos los Valkyrie se encuentran persiguiendo al Quel-Quallie.

"Tendremos que regresar a apagar el fuego". – ordena Hikaru, sin volver la mirada de las llaman que rápidamente se expanden abajo.

A regañadientes los escuadrones cesan la persecución para apagar los fuegos en la ciudad, para gran satisfacción de Quamzin, quien estaba absolutamente seguro que eso seria lo que causaría su regalo de navidad.

Los escuadronen su unen a las brigadas de bomberos, y ayudar en las labores de rescate. Hikaru dispara proyectiles llenos de agua a los incendios, y Miria junto a muchos otros llevan a los sobrevivientes a un lugar seguro. Las labores contra incendios así como las tares de rescate se prolongan hasta el anochecer cuando, finalmente, los incendios finalmente son sofocados. Mientras mueren las ultimas llamas, las personas olvidan la navidad y solo piensan en dar gracias por estar vivos.

 

-----------------------------------------------------------------------

 

Las horas sin dormir, ya están afectando mucho a la Capitána Takeda, quien esta sentada aun ante la mesa de su cocina, con las luces apagadas, apoyando sus brazos mientras esta enlazando sus dedos y apoyando la nariz sobre ellos. No puede dormir, pero eso no significaba que estuviese del todo despierta.

Esta cansada, pero no tiene sueño, aunque ni siquiera se a quitado el uniforme. La fiesta de navidad de los oficiales en verdad de llevo a cabo, pero ella ni siquiera se acercó allí, solo salió directamente a su casa, comprendo algo de comida en el camino. Sacude la cabeza, haciendo que algo de su cabello le cubra los ojos. Es navidad y se olvido de comprarle su regalo a Nadeshiko, y también se olvido de comprarle las cosas que le había prometido a Engel.

«¿Por qué le sigo llamando Engel? Hace siglos que lo conozco y todavía le sigo llamando por su apellido»

Se lleva las manos a la frente mientras siente un dolor en el lado izquierdo de la frente, mientras cierra los ojos y su mente empieza a divagar en muchos pensamientos, y recuerda que mañana es domingo y que le parece extraña la idea que este año sea tan diferente que el de los otros. Tan abstraída esta en sus pensamientos, que pasa por alto el instante cuando el Macross se ilumina, cuan inmenso árbol de navidad.

Pesadamente se levanta, moviendo la mesa y haciendo caer al suelo un vaso de vidrio, que rebota solo para romperse luego de hacerlo dos veces más. Esta tan cansada que ni siquiera dice algo, solo camina algo tambaleante hasta la habitación, dejándose caer sobre la cama. Se queda acostada boca abajo por un buen rato, mientras muchísimas imágenes aparecen de nuevo en su cabeza. Cosas reales, imagen falsas, fantasías.

«Dormir, tengo que dormir, empiezo a pensar en bobadas»

Se voltea y se pone a ver el oscuro techo sobre ella, tratando de tener su mente en blanco. Piensa en levantarse y quitarse el uniforme, pero piensa en darse unos cinco minutos antes de hacerlo. Cierra los ojos, pero entonces quedando inmediatamente dormida.

 

-----------------------------------------------------------------------

 

El Mayor Engel no tiene muchas ropas civiles. Desde que es militar, mas o menos desde los 16 años, jamás se a sentido cómodo con otra cosa que no sea el uniforme. Todos los días religiosamente lustra sus botas hasta casi verse reflejado en ellas. Cuando esta correctamente vestido, se va al baño y se lava las manos y cara, se humedece el cabello y lo peina. Finalmente de regreso a la habitación, comienza a colgarse su insignia de rango, acomodando delicadamente las tres barras rojas que le distinguen como Mayor. Por alguna razón recuerda que de joven las insignias de rango del ejercito ruso van en las hombreras.

Acomoda del lado izquierdo de su pecho una de las tres estrellas doradas. Esta es especial para él, y aunque es idéntica a la otra, él puede ver la diferencia como la noche del día. Esta había sido la primera que ganó en combate, hace ya más de diez años. La segunda la había ganado como premio a la defensa de Arzamas durante la incursión de la Alianza Anti-UN. La ultima, la de Rusia, había sido mas una recompensa política que realmente militar.

Se pone su abrigo para escudarse del frío, aunque no es el que le vino con el uniforme de la Spacy, sino el capote de su uniforme de invierno que aun conserva. Se lo pone, por una parte porque es más abrigador que el otro, y por otra, porque es muy apropiado para el momento.

Abre uno de los cierres de su bolso de viaje y saca su pistola Heckler & Koch USP. La empuña mientras aprieta el pestillo del cargador, que sale haciendo un ligero ‘click’, lo toma con la otra mano y revisa que tiene sus 13 cartuchos. Luego mete el cargador en el brocal y lo hace entrar, comprobando que esta asegurado dándole un ligero tirón. Luego tira de la corredera para poner el primer cartucho en la recamara. No hace falta ponerle el seguro, porque este modelo de arma tiene un seguro de empuñadura, o sea, a menos que este empuñada y presionada, el arma no puede hacer fuego.

Luego de contemplarla un momento, la guarda en uno de los bolsillos del abrigo. Ha aprendido por experiencia que allí NO es donde se debe de guardar, como pasa en las películas, porque es difícil sacarse una pistola de poco mas de un kilo del bolsillo, delante de otra persona con las misma intenciones que uno, pero por el momento es el mejor. Luego de esto, se coloca la gorra, pero luego de tenerla correctamente ajustada, decide no llevarla, dejándola caer sobre la cama.

Se para frente al espejo del armario e inspecciona su uniforme tan estrictamente como lo hubiera hecho un General, cepillando el polvo y retirando alguna que otra hilacha. Después se aleja un poco del espejo para asegurarse que sus botas y uniforme relucen como corresponde. Se contempla unos momentos mas, dándose a sí mismo una mirada severa. Suspira a sí mismo mientras agarra con una mano el borde del cuello del abrigo. Luego se acomoda los anteojos, perdiendo por un momento la mirada de sus propios ojos por el reflejo de la luz de la ventana.

Por fin sale dando largos pasos, hacia la puerta, saliendo por ella y dirigirse con el mismo paso por el pasillo mientras mira brevemente su reloj.

 

-----------------------------------------------------------------------

 

Takeda abre los ojos cuando la luz del sol entra por la ventana, pero los cierra inmediatamente, segada. Luego de unos minutos tiene la voluntad de levantarse. Se siente asquerosa, con ese uniforme puesto desde hace dos días. Tan habida de quitárselo esta que antes de llegar al baño ya no lo tiene puesto.

El agua de la ducha esta helada, pero esa es la idea, quedarse allí quieta unos minutos bajo la lluvia de agua fría, para ver si ese cansancio que lleva encima se espanta. Había sido algo que le había enseñado su amiga Yelena, quien ni siquiera tiritaba como ella lo hace ahora, pero que resulta. Luego de unos minutos cierra el agua, quedando helada y en silencio, temblando porque ahora siente mas frío todavía. Inmediatamente abre el agua caliente, sintiendo como se forma una espesa nueve de vapor que le envuelve casi al instante.

Nuevamente a pasado, otra vez Quamzin a atacado, y como siempre ha escapado. Y también, los grupos en lugar de seguirle se dedican a hacer otra cosa. No es que sea insensible al dolor de esas personas, y mucho menos ignorar su sufrimiento, pero tenían un deber que cumplir y no lo hicieron.

Sentía un sentimiento infinito de impotencia, una mezcla de sentimientos se arremolinan dentro de ella, frustración, desesperanza, dolor, pero sobre todo odio y furia. Un odio hacia Gloval por permitir que la situación llegara a estos extremos.

Y ahora Engel esta desaparecido, fuera de la ciudad según su esposa. Solo por curiosidad había llamado a la comandancia general de la Fuerza Aérea para ver a donde había ido, pero no pudo saber nada. Aunque se supone que tiene el fin de semana libre.

Espera hasta que el agua deja de gotear de su nariz para salir de allí.

 

-----------------------------------------------------------------------

 

Engel es consiente del incidente del día anterior. Pero ese suceso esta tan distante de su propia realidad que parece perteneciera un evento de otra vida y de otro universo. Hace frío, la nieve cae silenciosamente a su alrededor, y aunque son solo copos aislados, su cabello café rojizo esta cubierto de ellos. La nieve acumulada por la nevada de anoche parece brillar intensamente bajo la luz del recién salido sol matutino.

Ahora mismo se encuentra leyendo un periódico, donde aparece resaltada la noticia sobre el incidente de ayer en la tarde. El Mayor esta sentado solo en la banca de un parque, leyendo tranquilamente el diario. Casi no les hace caso a las personas que pasan, aunque levanta un momento la mirada cuando una muchacha pasa delante de él, llevando de la mano a una pequeña niña.

Luego de eso, continua sin prestarle atención a nadie mas, ni siquiera cuando alguien se sienta a su lado.

"Buenos días Gennadi Antonovich". – dice la mujer luego de sentarse.

"No entiendo que tiene de buenos, Lara". – responde, aun mirando el diario.

"Lilya Andreyeva... Lilya Andreyeva Litvak, si no es mucha molestia para ti."

"Pues si lo es."

"Aquí estamos. Dos viejos camaradas sentados sin saber que decirse. Años, Gennusha, años sin saber de mí, ¿no es verdad?"

"Y fueron los mejores de mi vida."

"Lo sé, ¿dónde supones que he estado todos estos años?"

"Las alimañas son difíciles de matar."

"Estuve en el Macross todo este tiempo. Bonito lugar, mas que todo en los noticieros decían algo, y en la realidad, afuera, era diferente."

"Te felicito, aunque me agrada que no nos hubiéramos encontrado antes."

"Me sorprendiste cuando te volviste a casar, pensé que vivirías toda la vida con Sabina. Je, no te imaginaria nunca con la hermana de Polina. Espero que te haya gustado mi regalo de bodas."

Al escuchar esto, el Mayor levanta por primera vez su cabeza, mirando también por vez primera a la mujer a su lado. Ella no lo esta mirando, sino hacia delante con una expresión seria, sin siquiera sonreír. Se a recortado algo el cabello y se lo a teñido de rojo. Esta vestida de enfermera, porque supuestamente lo es. Incluso tiene ese olor a hospital que le impregna la ropa.

Y pensar que ese angelito tiene dos años en su mesita de noche.

"Fue difícil de encontrarlo a esa hora. Solo fui un momento, para llevarte mi regalo. Luego me tuve que ir. Me enferma ver tantos oficiales de las Naciones Unidas en el mismo sitio, por eso fue que me hice enfermera civil, prefiero vacunar a los niños y traerlos al mundo."

"Noble causa."

"Es una lastima lo de Sabina, era la mujer perfecta para ti. No entiendo porque te ligaste a Marina. Me hace gracia que la pobre niña no sepa que estuviste casado antes, ni Polina ni nadie se lo ha dicho, pero bueno, a la larga se enterara."

Por un momento se pone tenso al ver que ella saca algo de una bolsa de papel que tenia a su lado, lo que resulto ser un vaso grande de café con tapa, de hecho tiene dos allí dentro.

"Espero que no creas que voy a envenenarte". – dice ella tendiéndole uno. "Fuerte y con poco azúcar."

Engel lo toma sin vacilar, quitándole la tapa y tomando un sorbo.

"¿Te habías olvidado de mi? Aunque creo que no, si te dedicaste a robarte mi expediente". – dice ella, cruzando las piernas.

"Aun continuo soñando contigo."

"¿En serio? ¿Qué tal lo hago en tus sueños? Porque será en el único sitio donde volveras..."

"¡¡¡No me refiero a eso, ridícula!!! ¿Por qué piensas que todos los hombres solo piensan en acostarse con la primera mujer que se les cruza por el medio? De todas formas hay prostitutas de mas categoría que al menos cobran por lo que hacen."

"Esta bien, Mayor. ¿Sobre que sueñas?"

"No es de tu incumbencia."

"Si no sueñas que pones tus brazos alrededor de mi... ¿Sueñas con tus manos alrededor de mi cuello?"

"Si me sales con otra barbaridad de esa clase, te voy a meter un tiro aquí mismo."

A mujer vuelve a tomar su café, siguiendo con la mirada un pequeño copo de nieve hasta que alcanza el suelo, para luego continua.

"Te has vuelto alguien importante. Cualquiera pensaría que seguirías como piloto activo. Cuéntame ¿qué paso para que pasaras de piloto, porque eso eras, a ser alguien importante?"

"Eso no es de tu incumbencia. ¿Por qué no rehaces tu vida?. El mundo esta despejado. No sé, cásate y ten hijo."

"Gennadi Antonovich, si que sabes como hacer reír a las personas". – dice ella, pero no riendo. "Mi vida es para aspiraciones más importantes que solo ser una mas del montón."

"¿Y que? ¿Te lanzaras a presidente?"

"Mas que eso. Creo que has perdido contacto con los que realmente son tus camaradas. A los que realmente perteneces."

"Ahora pertenezco a otra parte. Todo lo demás quedo en el pasado."

"No hay pasado Gennadi, el pasado siempre es viejo, solo queda el porvenir, el progreso. La historia solo es un proceso que llega a un final. ¿Lo olvidas?... Así camaradas, vamos a reunirnos, y la última lucha nos permitirá enfrentar, porque será la batalla final, después todo será paz."

"Eres una estúpida bastarda. ¿De veras aun crees en esa basura?"

"La Unión irrompible de Repúblicas nacidas libres, que la Gran Rusia ha unido para estar de pie para siempre...". – empieza a cantar ella en ruso.

"... Creada en la lucha de la voluntad de las personas, ¡Unida y grandiosa, nuestra tierra rusa!...". – competo Engel, deteniéndose al darse cuenta de lo que acababa de decir. La cosa la había dicho como un reflejo condicionado. Finalmente cierra el diario y lo dobla, dejándolo sobre su regazo, para enfrentarla.

Por primera vez los dos se miran a los ojos. Engel ve en los de ella la furia natural que poseen, el odio, que casi le detienen el corazón, pero Engel es un soldado antes que todo lo demás. En cambio ella mira fijamente los de él, en ellos el sosiego ha desaparecido. El azul es el color del hielo. Hay peligro allí, peligro incluso para ella. El momento parecía una eternidad mientras sostenían sus miradas, como queriendo saber quien seria el primero en apartarla.

"Parece que aun no olvidas la lección de la Rodina". – dice ella, con lo que parece la mueca de una sonrisa en los labios.

"No caeré en ese juego. No otra vez."

"¿No lo éramos todos?". – pregunta ella, casi soltando una carcajada y volteando la vista hacia otro lado. "¡Diablos! Esa si estuvo buena Gennadi. Aunque pensándolo bien, yo nunca me uní a los Jóvenes Pioneros."

"¿Cuál es la maldita razón para que este aquí?". – estalla Engel, molesto ya de tanto rodeo.

"No te obligue, que yo sepa viniste por iniciativa propia y nadie te trajo a punta de pistola."

Engel suspira y vuelve a tomar su café. Ella continua.

"Hace poco hable con la gente de allá arriba. Me dijeron que parece que van a reorganizarse. Eso te deja en una posición muy curiosa, ¿no lo crees Gennadi Antonovich?"

"¿Cómo fue que me dijo Polina? Rusia seguía siendo Rusia y la dureza con que tratan a los traidores no es invento del régimen anterior...?"

"Eso es lo de menos."

"Ahm, lo de menos. Sabes, tu posición también es algo curiosa, ¿cómo es posible que estando en Ciudad Macross también estén conectada con los antiguos jefes."

"Me llamaron. Yo también les daba por muertos. Pero fue un error. Lastima que no nos pudieron contactar antes."

"A mi no me metas en tu paquete."

"No trates de evadir tu responsabilidad. Parte de la cruz es tuya. Así que la cargas."

"A mi no me vengas con eso. Date la vuelta y regrésate con ellos. A mi no me veas con tu cara falsa. Sé exactamente lo que eres". – dice, poniéndose de pie y enfrentándola. Ella se queda sentada, aun con la pierna cruzada y con el café cerca de los labios.

"¿Quién soy?"

"Eres una estúpida, una sinvergüenza y una farsante además de una maldita idiota."

"¿En ese orden?"

"Debería matarte aquí mismo."

"Matarme no solucionaría tus problemas, te crearía nuevos. Mejor siéntate y serénate un poco". – dice Lilya, dándole palmaditas al asiento.

De mala gana, el se sienta nuevamente, acomodando un poco el diario y sacudiendo los copos de nieve.

"Vamos Gennadi, una y otra vez rodeando el mismo asunto. ¿Qué seria de nosotros si nuestro buen camarada no estuviera entre nosotros? Tenemos un enemigo común. Los Zentraedi te hicieron tanto daño a ti como a mí. Creo que al menos estamos de acuerdo en eso. Si no me equivoco. ¿Qué opinas de tener la libertad de hacer, sin dar cuentas a nadie?"

"Opinaría que necesitas tratamiento, urgente. Te seré franco... Lilya, podemos continuar nuestras vidas. Tu regresaras a tu doble empleo, y yo al único que tengo. Ahora son oficial de las fuerzas armadas de las Naciones Unidas. Sé que té molesta que lo sea, pero esa es la realidad. Si deseas matarme aquí y ahora, no discutiré contigo en eso. No te tengo miedo y sé que tu tampoco a mí, aunque tengo mis dudas sobre eso."

"Eres un imbécil si crees que te tengo miedo". – dice ella, gruñendo cada palabra y agarrandole el brazo. "Eres solo un perro al que se le perdió la correa y solo es cuestión de tiempo para que..."

Delicada y lentamente ella suelta uno por uno sus dedos, regresando su mano a su regazo. Engel solo mira su mano antes de levantar el rostro para mirarle. Luego de eso los dos se quedan callados otra vez terminando de beber sus cafés, ella ligeramente risueña y él inexpresivo.

"Ahora usas anteojos, veo que los años te están pegando con mucha fuerza". – dice ella luego de unos minutos y agitan do la cabeza enérgicamente de un lado a otro, como si intentara quitarse algo del cabello. "¿Aun piloteas? Me contaros que eres un piloto as."

"Puede que si, han pasado siete años, eso es mucho tiempo en nuestras vidas. Eres enfermera y yo soy un Mayor. ¿Qué es exactamente lo que quieres de mí?"

"Dos veces Héroe de la Unión Soviética y Héroe de Rusia, lo que te hace triple héroe. Dice que los héroe deben de llevar sus estrellas doradas encima todo el tiempo."

"Nunca llegaras a esa categoría. Pueden decir que soy un traidor, pero ¿cómo pueden llamar traidor a alguien que ama mas a su país que a su gobierno. Lilya Andreyeva, ahora el gobierno que existe es el de las Naciones Unidas. No lo han dicho, pero incluso ya se comenzaron los planes para la colonización de planetas fuera del sistema solar. Proyecto de Emigración Estelar. Ahora no solo somos humanos en el planeta, tenemos enemigos. Unos enemigo nuevos, enemigos que no le importan si somos rusos, polacos o marroquíes."

"Puede que si, puede que no. No me pongo a pensar en temas tan profundos. Y tu no deberías estar inmerso en ellos. Los soldados no son para hacer o ejercer la política solo para cumplir ordenes."

"En eso estoy de acuerdo contigo, pero tampoco hay que dejarse ser la herramienta de los que no saben lo que están haciendo."

"Gennadi Antonovich, eres un desertor y un traidor que no tiene nada que envidiarle a tus odiados Zentraedi, incluso te les pareces."

Engel no la mira, regresa su mirada hacia delante, sacudiendo de nuevo su diario.

"Sabes, puedo matarte cuando se me plazca... Pero no hoy". – dice ella, con un tono muy diferente al que a usado en toda la conversación, poniendo énfasis en cada consonante.

"La muerte se a llevado a tantos de mis camaradas... y la muerte ha tratado de llevarme a mi con bastante frecuencia. Tarde o temprano ganara, venga de ti o de cualquiera. Ye he olvidado como temerle."

"Dime, ¿a que le temes?". – pregunta, volviendo a su tono calmado.

"No a ti". – dice con un frío tono de desafió.

"Pero todos los hombres temen algo. ¿Temiste en el combate?"

"Sí, al principio. La primera vez que me dispararon estaba horrorizado. Pero solamente el primer disparo. Después de eso, aprendí que la única seguridad posible consistía en eliminar el peligro. No hay donde correr. El hombre teme mas a la cobardía que al peligro. Temen traicionar su hombría, y a sus camaradas...". – se interrumpe, preguntándose que es lo que esta diciendo y poniéndose de pie.

"Gennadi, tu has traicionado a tus camaradas. ¿Acaso no lo ves?. Té despacio por lo que has hecho. No puedo comprender ni perdonar la traición, pero eres el hombre más valiente que he conocido. Espero que puedas afrontar tu destino con la misma valentía, ahora es importante que te enfrentes a tu traición y a ti mismo, con el mismo coraje, de manera que tu vida pueda terminar tan honorablemente como la viviste."

"No siento culpa. Esa gente de la Alianza que murió no eran mis amigos, los conocía pero eso no los hace mis amigos Puede que tú la sientas, pero no yo. Me enfrento a mí mismo cada día."

"Ay de ti". – dice Lilya levantándose. "Eres exactamente la persona con la que pensaba encontrarme. Espero que me invites a la fiesta de fin de año. Llevare las bebidas y recordaremos viejos tiempo."

"Olvidare quien eres por un tiempo, solo por un tiempo. Después... o si te sigues metiendo con mi familia..."

"Soy una persona honorable en ese sentido, a pesar de lo que otros digan de mí. Creo que esa pobre mujer que es tu esposa realmente no te conoce. No tiene la culpa, mucho menos tu niña. ¿Realmente es tu hija? No recuerdo haber sabido que tenias hijos, de esa edad cuando trabajamos juntos."

"Dejémoslo ¿si?". – pide Engel, empezando a caminar.

"¿Y si no lo hacemos?". – pregunta Lilya caminando a medio paso detrás de el.

"¿Es necesario que te pongas tan dramático?"

"¿Y por qué no? Sacrificio. El camino de tu salvación."

 

 

[Fin Capitulo 20]

=======================================================================

State = Continuará/To Be Continue

feedback = Sí/Yes

email = rsefernoARROBAgmail.com