fanfic_name = En la Tormenta
chapter = 16
author = Seferino Rengel
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta
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PARTE 16: CATARSIS
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De alguna forma debería sentirse agradecido.
La junta de revisión había decidido, que sus acciones eran propias de una situación de combate. Aunque los oficiales de la revisión tenían una idea de cómo era el asunto. Se han producido mas de una vez este tipo de incidentes, sobre todo en las unidades de la Fuerza de Pacificación. Incluso habían tenido que juzgar y dar un fallo de culpabilidad para muchos oficiales que habían actuado con severidad contra los Zentraedi.
Esta recurrencia ha hecho que muchos de los pueblos Zentraedi en muchas partes, hayan llegado a decir que si es así como serán defendidos, mejor que los dejen solos.
Actualmente el Mayor de la Fuerza Aérea Gennadi A. Engel es subdirector adjunto del departamento de proyectos especiales de defensa, un cargo algo difuso para los revisores. En su uniforme de servicio tiene varias cintas representando varias condecoraciones, incluida la medalla de honor de las Naciones Unidas, varios otras condecoraciones por parte del ejercito ruso, y sobre todo, las dos cintas de sus condecoraciones de Héroe de la URSS y Rusia, mas la estrella dorada que tiene prendida a la solapa del uniforme, lo cual lo hace triple héroe.
Sin familiares salvo su esposa. Marina Bisyarina (hija del General Aleksei Bisyarin, jefe operativo del comando de la Spacy en Europa). Recientemente pidió la tutoría de la pequeña Nadeshiko Akatsuki, una niña que rescató en su ultima misión en Japón. Un expediente intachable de dedicación al deber, salvo algunas partes censuradas en su expediente, incluso muchas faltantes. La censura no seria rara, ya que se dedico a varios proyectos secretos en Rusia.
Cuando entro a la Spacy, prácticamente evadió todas las propuestas para asignarlo a algún departamento, incluido irse a trabajar en Alaska, en el proyecto del Gran Cañón. El entonces recién formado SVR (ex-KGB) envió a la Spacy un largo legajo sobre él, a solicitud del mando, quienes aun recelaban del joven....
Fue piloto del escuadrón Ángel SVF-500 y luego trasladado a la Isla de Ataria Sur como escuadrón asignado al Macross, por recomendación personal del Mayor Roy Focker. Combatió en el espacio hasta que, luego de su breve regreso del Macross a la tierra, estrello su avión sobre la cubierta del portaviones Prometheus, y ser asignado al proyecto de armas de reacción.
No podía faltar el informe psicológico. Al parecer es una persona muy tranquila, pero que salta en exabruptos casi incontrolables cuando se encuentra bajo presión. Al parece sufrió una aguda crisis nerviosas luego de la muerte de la comandante de su escuadrón, la Mayor Yelena Nikolayev... Una nota personal del psicólogo dice que Engel culpa a los Zentraedi (en especial a las Meltradi, las mujeres Zentraedi) por su muerte. Eso explica muchas cosas. Solitario por naturaleza, pero estimado por quienes le conocen. Es muy inteligente, y sabe seguir las ordenes hasta el final, aunque prefiere esperar antes de romper el protocolo. El reporte medico dice que fuma en exceso, no bebe, y tiene una lesión en la rodilla. Ligera miopía.
Al final la decisión es muy simple: A un héroe nunca se le juzga, a pesar de lo que haga. Aunque por supuesto esa no será la razón que aparecerá en el informe final...
... sus acciones eran propias de una situación de combate...
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Por alguna razón, los aislados parches de vegetación son raros y densos. Mas que todo en la zona de Norteamérica, donde se encuentran muchas de las grandes ciudades reconstruidas. En el lado asiático, de igual modo, muchas ciudades han nacido, extendiéndose bajo el amparo de la protección de las instalaciones militares que sobrevivieron y de algunas que han sido construidas a lo largo de estos dos años.
Solo han quedado unos pocos sobrevivientes en la tierra, solo existen una media de un millón de personas, que se encontraron así mismas agradecidas de sobrevivir, a pesar de la destrucción casi total que dejo solo desolación en donde una vez existieron grandes ciudades y bastos bosques.
A pesar de la ansiedad que les produce él haber vivido una guerra de esta magnitud, el espíritu humano prevalece. Y donde ahora descansa el Macross, la ciudad que lleva su nombre se ha extendido ampliamente. La gran nave vigila y defiende silenciosamente los hogares de miles de personas, calles y parques.
La Capitán Hikari Takeda se encuentra agotada, sintiendo como sus piernas tiemblan debido a las muchas horas dentro de la cabina. Regresa de una larga patrulla de combate Ciudad Bjorn donde se habían producido múltiples incidentes con Zentraedi renegados. Es en momento como este cuando entiende lo inútil que es la política de Gloval ... «Fuerza no letal»
Lo que más le irrita es eso, la decisión de Gloval por mantener a los Zentraedi contentos a costa de la vida de sus propios soldados. La fueza de pacificación es solo una forma de mantener ocupadas a las tropas, mas que realmente mantener la paz. Ella se chupa los dientes mientras hace una aproximación final a la base. Le cuesta algo mantener el control, perdiendo combustible y con las alas agujereadas.
En pocos minutos toca la pista, correteando hasta quedar detenida delante del hangar. Le cuesta mucho salir de la cabina, bajando lentamente por la escalerilla para tocar por fin la tierra. Ha terminado el día, pero esta mas cerca el comienzo de un nuevo día que seguro presagia cosas pésimas para ella y sus colegas.
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Por su parte, el Comodoro Gloval se encuentra sentado en su escritorio, de cara al gran ventanal. Saca su pipa y la enciende, para luego continuar con su papeleo. Saca lentamente la pipa de su boca y la pone en el cenicero a su lado.
"Teniente Ichijo reportándose señor."
"Por favor, adelante."
"Gracias señor". – dice Ichijo, entrando.
"Teniente, iré directamente al punto". – dice Gloval, girando su silla. "Desafortunadamente ha sucedido lo que me temía. Los Zentraedi están empezando a rechazar la cultura."
"Quizás sea una casualidad aislada señor."
"En realidad no es así. Solo es el principio". – comenta Gloval, poniéndose de pie.
"No entiendo señor."
"Esto ha sucedido en otras localidades. Las Fuerzas de Pacificación no se dan abasto en este asunto. Por ello he decidido que se deben reasignar a los Zentraedi cerca al Macross para poder vigilarlos". – explica, acercándose a la ventana, para contemplar por un largo rato la ciudad ante él.
"Sinceramente, espero que se equivoque señor, pero lo que decida, serán ordenes cumplidas para mi y todos los oficiales."
"No esperaba menos de usted, gracias."
El Teniente hace un saludo, para luego salir, dejando de nuevo solo a Gloval. El Comodoro toma su olvidada pipa y regresa a mirar la ciudad. Siente una sensación en el fondo del estomago, bastante desagradable. Aun no esta preparado para aceptar el horror. Pero espera, de un momento a otro que entren en bandada los oficiales del Estado Mayor, cantándole al unísono ‘se lo dije’ y luego lo echen de la oficina.
Suspira mientras considera sus opciones, muchas de ellas van desde convocar a la ley marcial a suspender la orden que había dado hace mas de un año, de no utilizar fuerza letal para detener a los insurrectos. De hecho, se han producido incidentes, donde los oficiales y jefes de escuadrón han desobedecido a la orden, el resultado: los Zentraedi han atacado con mayor ferocidad.
Es consiente también que muchos Zentraedi abandonan las ciudades, sobretodo los que aun conservan su tamaño original. Ellos están cada vez más descontentos con el estilo de vida humano y dejan las ciudades para vagar en el desierto. Pero la cuestión es que no puede dejar que esos Zentraedi continúen yéndose así como así, sabe que ellos se unen con las fuerzas de Quamzin en algún lugar al norte de Canadá, pro por alguna razón, a pesar de poder viajar más rápido que la luz y uno de los ejércitos mejor equipados que haya existido, pareciese que el mundo a crecido en esa medida. Infinitamente.
¿Que hace para poder luchar contra las fuerzas de Quamzin sin exponerse a la purga, la catarsis que traería entre la población Zentraedi? Por alguna razón se siente agradecido que todos los miembros de la fuerza Antiunificación hayan perecido en el holocausto. Nunca se a alegrado por la muerte. Toda vida es valiosa, pero a estos no los extrañaría. Sentía compasión por esa gente, aunque no mucha, se dice a si mismo, mientras observa como los últimos rayos del sol iluminan la ciudad.
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No le agrada mucho quedarse en casa sin hacer nada, pero desde que es madre este tipo de cosas se ha vuelto algo muy rutinario. El estar sola en casa se ha vuelto de la misma forma, rutinario. Su hija es todo para ella. No había esperado que algo la hiciera sentirse así, feliz, contenta, abrazar a su hija, sentir su calor contra su pecho, es algo sencillamente maravilloso.
Era una de las mejores cosas que le ha pasado, y uno de los mejores legados que Max le había podido dar.
Es casi mediodía, pero el cielo aun continua encapotado. Los efectos de la lluvia de la muerte de Bodolza aun son patentes en el clima del planeta. Pero eso a ella no le importa. Todo lo que le importa es que su hija se encuentra sana, feliz y es algo que a ella le reconforta.
Unas cuantas decenas de metros de allí, viniendo desde la calle, la Teniente Zariá se encuentra caminando tranquilamente en dirección a casa de Miria. Hace ya varios días que no la ha visitado. Le parece maravilloso poder compartir abiertamente con su anterior oficial superior momentos de esparcimiento. Es extraño, Miria era Primera Oficial y ella Tercera, ahora aquella es Segunda Teniente y ella Primera. la UNSpacy tiene un orden de rangos inverso al de la milicia Zentraedi...
Mas que todo, debido a que ella se a dedicado a otras cosas. Hubiera sido piloto, pero debido a su herida (que le habían incapacitado desde hace varios años, y sobre todo, los problemas en su columna producto del disparo que le dio Gadras) se a dedicado a cuestiones mas holísticas, como por ejemplo, dedicarse a estudiar medicina, aunque solo se le permita ejercer con los propios de especie. Apenas esta empezando, pero a demostrado tener un talento para ello, aunque duda llegar a ejercer la medicina, ya que como algunos Zentraedi, decidió permanecer en el ejercito.
Le hubiera gustado entrado a trabajar en el departamento de armas de reacción, pero esta dominada por el Mayor Engel, quien se a resistido a los intentos de introducir Zentraedi en ese departamento.
Casualmente, Zariá continua su paseo y lo ve. Se encuentra revisando algo al lado de su casa, junto a una pequeña niña que parece estar a la expectativa. Jamás lo ha tratado y espera que nunca le toque hacerlo. Desde la primera vez que lo vio - en el hangar de vuelos Prometheus hace ya años - ha tenido la incomoda sensación de rechazo hacia el. Sensación que de seguro es mutua.
Olvidándolo, Zariá toca la puerta de la casa de Miria, dando una ultima mirada a Engel, quien ahora esta hurgando entre los arbustos.
"Zariá, ¿Como estas? Por favor pasa". - dice Miria tan pronto abre la puerta.
Minutos después, Miria se encuentra en la ventana, mirando fijamente hacia la casa de su vecino. Este esta agachado en el suelo, sosteniendo algo entre sus brazos.
"Miria... Es algo demasiado complicado para dejarlo así, y estoy empezando a pensar que es mi culpa". - dice Zariá, quien esta sentada en el sofá, a solo pasos de Miria, que continua en la ventana.
"Date tiempo". - solo eso dice mientras continua mirando.
Zariá se levanta y se acerca a la ventana, a tiempo para mirar como Engel se pone de pie, sosteniendo entre sus brazos un pequeño gato. Las dos se quedan allí mirándole un momento, viendo como la persona que a decidido acabar con la vida de una persona que no conoce, que casi acaba con la vida de Miria y Komiria, esta de acariciando pausadamente al gatito, mientras se lo enseña a la niña.
Es realmente extraño, que una persona así este haciendo eso, parece tan calmado e incluso cariñoso con la niña, levantándole gato con las dos manos como Miria en muchas ocasiones a levantado a su propia hija para mirarla de frente.
Las dos se sienten desconcertadas. Todo el tiempo entre los humanos nunca les había preparado para ver algo así. Para ellas, las personas son de una manera y nunca tienen dos caras, menos Engel, que se había mostrado tan transparente para con Miria.
Súbitamente Engel vuelve la vista, como si supiera que era observado. Casi inconscientemente Miria suelta el borde de la cortina, ocultando la vista, mientras el la miraba fijamente. Al volverse para mirar a Zariá a su lado, ve que esta tiene prácticamente la misma expresión, se había quedado mirándole fijamente, incluso, continuaba mirando luego de ocultarse de la vista como si estuviera sumida en un profundo pensamiento.
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Gloval se encuentra en un ascensor, encerrado con Claudia, Misa y Ichijo. Los cuatro se encuentran en silencio, mientras llegan al nivel donde se realizara la reunión. Al salir, en silencio caminan por el amplio pasillo, encontrándose ante la puerta de la sala de reuniones del edificio del cuartel general. Al entrar se encuentra con el grupo de oficiales que había reunido para estudiar la situación.
"Lamento mucho hacerlo venir tan urgente, pero hay algo que necesitamos reportarle, Comodoro". – dice Exedor, luego de que todos toman asiento.
"Señor, basado en la conclusión en nuestro informe, que los humanos y Zentraedi son casi idénticos y que los dos son de algún modo descendientes de la Protocultura."
"Increíble". – exclama Gloval tras escuchar la explicación.
"Examinando los datos, encontramos comportamientos comunes, sobre todo un rasgo parece común en ambas especies: el amor por la guerra."
"Con el debido respeto, no estoy de acuerdo". – objeta Hikaru al escuchar eso.
"Podría explicarse". – pide Exedor.
"Los humanos no combaten por gusto, luchamos para protegernos cuando somos atacados. Y en los eventos pasados, no tuvimos alternativa."
"Esta en un error Teniente". – exclama un de los oficiales, poniéndose de pie. "Como sabe siempre ha habido guerras en la tierra aun antes de la guerra espacial. Y así como usted comprenderá, eso demuestra la naturaleza guerrera de los humanos."
Hikaru se queda un poco intimidado por su exposición, esta a punto de decir algo, pero él continua.
"¿Quiere un ejemplo? ¿Que sucedió cuando los pacificadores querían que acabara la Guerra de Unificación? Se formaron alianzas de naciones, pero estas fracasaron miserablemente."
"Es increíble que simplifique las cosas de esa manera." – dice Hikaru poniéndose de pie para enfrentarlo. "Los resultados de Exedor tuercen los hechos, la historia no es así."
"Los hechos no mienten, amigo."
"Un momento". – pide exclama Exedor, al ver que las cosas se salen de control. "Solo estamos explicando los resultados, por favor, no insertemos nuestras opiniones personales en el asunto."
"Humm, interesante". – murmura Gloval, quizás para apartar un poco la discusión al tema central. "Así que todos descendemos de la Protocultura... quien sabe cual sea nuestro destino. Quizás nunca lo sepamos."
"Perdóneme Comodoro, pero debo decir que muchos de los Zentraedi han abandonado las ciudades a un ritmo alarmante. Seamos iguales o no, la decisión que han tomado nos esta llevando a un camino y a un solo camino."
"Entiendo su punto, pero por el momento la decisión se tomara mas adelante."
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Marina suspira silenciosamente, mientras trata de meter todo su cabello dentro del gorro, aunque más que un gorro es una caperuza. Siempre ha pensado en cortarse esa larga coleta, aunque hace unas semanas la había recortado un poco, antes le llega mas debajo de la cintura. Aunque a veces le da la razón a las chicas que tiene el pelo corto, que se saltan el fastidio de tener que mantener sus largas cabelleras.
Deja de pensar en eso mientras termina de colocarse el traje a prueba de polvo. El área limpia donde se prueban y diseñan los motores de reacción es totalmente aséptica. Cuando esta correctamente vestida, pasa por los ventiladores y finalmente al área de integración de componentes, una amplia sala atestada de técnicos que llevan guantes y monos blancos, iguales al suyo.
Camina lentamente, mientras lleva bajo el brazo su computadora portátil junto a una carpeta con varios papeles. Prácticamente su único trabajo es tomar las turbinas y mejorarlas, tratar de simplificarlas y modificarlas. De hecho, al entrar en uno de los cuartos de pruebas, había una montada en un banco de pruebas.
Levanta su carpeta para ver el cronograma de trabajo. Esa es una de las costumbres que su esposo le a contagiado. Gennadi no puede hacer nada que no este en su agenda, siempre cumple los horarios, aunque siempre llega media hora ante de la hora. En lo único que no parece seguir un patrón es con su hija adoptiva. Nadeshiko es una niña muy tranquila, incluso realmente parece su hija, aunque con sus rasgos marcadamente japoneses, es fácil darse cuenta de que no hay parentesco. Al pensar en eso, Marina se toca distraídamente su vientre, pensando en como será su hija, porque sabe que es niña. Así lo habían decidido.
Aun faltan poco más de tres meses, aunque quien le viera diría que esta a punto de dar a luz, cosa que siempre le dicen sus colegas al verla entrar. Incluso muchos bromean de cómo una mujer tan pequeña puede cargar de un lado a otro un bebe tan grande. Había sido un camino muy largo y difícil, han pasado dos años de intentos, pero al final, resulto que era cuestión de ella misma. Aun recuerda que tuvo que ir sola al medico a enterarse de que seria madre. Ese día Gennadi salió a una misión, y regreso varios días después con Nadeshiko.
Suspira mientras mira su reloj y regresa a su trabajo.
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La Capitán Takeda camina por la calle, en un recorrido muy familiar para ella. La ciudad no es muy grande, y por eso es mucho más fácil y cómodo dirigirse a los destinos a pie. Hubiera llamado, aunque siempre es muy puntual, si dice que llega a las cuatro y media es porque llega a esa hora, y son las cuatro treinta. Toca casi distraída el timbre.
Quien abre la puerta es Marina, que inmediatamente le mira detenidamente con sus ojos de gata.
"Buenas tardes... Marina."
"Buenas tardes Takeda, ¿Qué se le ofrece?". – pregunta Marina, en un tono no muy cordial.
Takeda duda por un momento ante el aparente mal humor de la mujer que aun le sigue observando. Bajando un poco su mirada puede ver claramente su abultado vientre, en el que tiene osada una mano.
"Pasaba... para ver como estaba Nadeshiko. Hace varios días que no la he visto."
"Aja... Gennadi es quien la va a buscar a la escuela. Pero aun no llega. Si quiere, puede esperarlo. O mejor venir mas tarde". – dice Marina, con la idea tacita de que se fuera.
"Ya estoy aquí, creo que lo esperare. Gracias."
Por alguna razón, Takeda se sentía infinitamente incomoda ante la mirada de Marina, quien le invita a sentarse. Mientras Marina le ofrece un café – que acepta por cortesía – cae en la cuenta que Engel casi nunca habla de ella, a pesar de ser los dos oficiales, y sobre todo, trabajar en sitios tan cercanos.
Marina es una mujer bajita, superando por poco el metro cincuenta. Lo que sí le había dicho Engel fue que Marina entro en la fuerza aérea, pero nunca llego volar aviones de combate, solamente llego a pilotar entrenadores y helicópteros Ka-52 durante su breve paso por la escuela de vuelo, antes de que sus superiores ‘decidieran’ que ella ‘debía’ ejercer su doctorado. También que es muy sencilla, nunca se maquilla, ni siquiera una sombra de lápiz labial pero si tiene unas largas y afiladas uñas francesas, de esas peligrosas. Quizás eso sea la idea de gata que se a formado Takeda en su mente.
"Gracias". – agradece Hikari mientras Marina le tiende la taza de café, para luego ir a sentarse en el sofá, justo frente a ella.
"Engel siempre me dice que llega a las cuatro y media". – comenta Takeda luego de unos segundos de silencio.
"No crea mucho en lo que dice Takeda, el a veces no sabe lo que dice."
"No lo dudo". – dice sonriendo. "Puede llamarme Hikari, al menos cuando estemos de civil."
"Claro Hikari. Aunque debiste haber llamado, aunque quizás nadie contestaba, apenas llegue de la base. Todo el mundo tiene la sensación de que voy a tener a la bebe allí y prefieren enviarme a casa."
"Engel debe sentirse feliz por ser padre."
Marina no le responde, solo toma otro sorbo de su café. La miraba fijamente con esos grandes y alargados ojos. No era la imagen que tenia de una rusa, de hecho Marina tiene sangre tártara en sus venas. Su cabello es bastante largo, muy largo, mas que largo y de un color castaño claro. El cabello lo lleva arreglado en una melena y para variar, lleva un listón azul en lugar del rojo con que siempre le ha visto sujetarse el cabello. Con un movimiento de su mano, lo aparta para que caiga por su hombro derecho y repose a su lado, sin llegar a tocar el sofá.
Mirándola mas detenidamente se fija en ese lunar que tiene en la mejilla derecha, de un color rojizo oscuro, y si uno lo mirar por un segundo, lo confundiese con un moretón, pero por su color y forma, es fácil notar la diferencia.
Tratando de no parecer una maleducada, aparta la vista de ella y la pasea por la sala. Es bastante pequeña comparada con otras casas que ha visitado. Allí solo hay una mesa con cuatro sillas, un sofá grande y dos pequeños, en el centro una pequeña mesa. Las paredes son d color azul y las dos ventanas están decoradas con cortinas de color verde claro. Aparte de eso no hay mas nada. Ni un retrato familiar, nada de decorados, ni siquiera un gato de porcelana. Incluso las baldosas del suelo no tienen esquemas de dibujo. Todo en la misma disposición que en sus ultimas visitas.
Todo muy austero. A decir verdad no es difícil explicarlo, Engel pasa casi todo su tiempo en el cuartel general, y Marina en el centro de pruebas. Nadeshiko pasa todo el día en el colegio, hasta la tarde. Hikari se imagina que esa rutina tendrá que cambiar cuando llegue la bebe, aunque será un poco complicado por el trabajo de los dos.
"Me han dicho que ahora no esta volando mucho". – dice Marina de repente, sacando a Takeda de sus pensamientos.
"¿Perdón?"
"Esta siempre en el cuartel general, en la parte de las Fuerzas de Paz."
"Oh, si. Aunque realmente soy subdirectora adjunta del departamento de Análisis, o sea, soy la encargada de una de las direcciones principales del departamento de pacificación."
"Interesante, ¿cuáles son las otras?"
"Bueno, las otras son Operaciones, Tecnología y Administración. Operaciones son casi todo el grueso del personal militar el terreno. Tecnología se encarga más de todo de la parte de comunicaciones e información y administración, bueno, la parte administrativa. Los de análisis tratamos de interpretar la información que operaciones consiguen y tratar de aportar luego datos para que los efectivos puedan tener conocimiento de la situación en sus misiones."
"Un trabajo bastante grande, ¿no te parece?"
"Así es, y no podemos equivocarnos en ese tipo de cosas."
"Espero que no se equivoque."
"Hasta el momento no me he equivocado, siempre trato de ser cuidadosa."
"A veces ser cuidadosa no es suficiente, tiene que ser inteligente."
"Estoy segura de serlo Marina."
"Solo no te equivoques..."
Antes de poder decir mas, un maullido viene del desde un lado del mueble. Una gatita sale meneando la cola, hasta que se mete debajo de la mesa pequeña. Luego de dar una vuelta sobre si misma, se siente justo al frente de Hikari, que mira como la gatita se sienta a mirarle.
"Gatita, gatita, gatita, gatita, gatita...". – dice Takeda mientras se inclina para cargarla y sin tomar aire entre palabra.
La gatita mansamente se deja agarrar. Cuidadosamente la pone sobre su regazo, acostándose, al parecer cómoda por su nuevo lugar. Luego de unos minutos el silencio casi se hace bochornoso, aunque Hikari trata de concentrarse en acariciar la gatita. Cuando llaman a la puerta, Marina casi alta a abrirla, aun que limitada algo por su estado.
Quien entra primero es Nadeshiko, quien se dirige directamente a Takeda.
"¡Obasan!". – dice la niña, dándole un abrazo.
"¿Cómo estas preciosa?"
"Bien."
Nadeshiko, es una niña bastante alta para tener 9 años. Lleva el cabello corto, de un color café claro, el mismo color de sus grandes ojos. Aun esta delgada, ya no demacrada y con ese aspecto de debilidad con que la conoció. A cambiado mucho desde que la encontraron hace varios meses, en los que Engel se a dedicado a cuidar de ella, sino como una hija, si como su pupila. Es una niña inteligente, sobre todo con el idioma, ya que ha aprendido a expresarse correctamente, e incluso, sabe una que otra palabra en ruso de Engel.
Aunque Engel la había adoptado, no le dejaba que le llamara padre. Aun recuerda como Engel tuvo que explicarle a la pobre niña que sus padres, hermana, familiares y amigos murieron ese día a manos de los bandidos humanos, y luego por los Zentraedi que aparecieron. Nadeshiko había llorado tanto y tan desconsoladamente, que lo único que pudo hacer Engel fue unirse a ella en sus lamentos. Ha sido la única vez que ha visto llorar a un hombre, y no solo a un hombre, sino a Gennadi Engel.
La gata había saltado del regazo del Takeda mientras la niña se le acercaba, pero luego de romperlo, la niña va y carga a la gata, quien maúlla al ser aprisionada con fuerza contra un cálido cuerpo humano. Marina entra abrazando el brazo de Engel, quien trae en una mano su maletín, y en la otra el bolso escolar de Nadeshiko.
"Hola Hikari...". – llega a decir el, antes de dejarse caer en el sofá.
Se le ve cansado, con grandes ojeras. Con los anteojos colgando de la solapa del uniforme. Casi nunca lo utiliza, aunque debería. Al quitarse la gorra, Takeda nota que en la frente una gasa estéril como si se cubriera una herida. Y al parecer le molesta, por que la tantea antes de dejar descansar sus manos en su regazo. Aunque cuando estiro el brazo para posarlo en el vientre de su esposa, pudo ver un vendaje saliendo por la manga de uniforme.
Seguramente algún accidente, ya que a veces entra a los laboratorios, al campo... o a lo mejor se resbalo saliendo dela ducha. De todas formas, ella continua mirándole. El no habla, solo tantea el vientre de su esposa, quien sonríe, por primer vez en la tarde. Se ve muy feliz, a pesar de su cansancio.
Takeda se queda en silencio, mientras termina su café sonriendo para si misma. Esta feliz por Engel, que después de todo lo que a pasado es bueno ver que tenga algo que le de felicidad. También le da una sensación de insatisfacción, quizás de envidia, aunque no sabría explicar verdaderamente por que. Aunque quizás sea porque Engel ahora tiene una verdadera familia, al contrario de ella, que a quedado sola en el mundo.
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No se había atrevido a caminar muy seguido por aquí, mas que todo por la sensación de ser descubierta. Su trabajo como enfermera le a mantenido ocupada durante todo este tiempo. Camina con paso firme a pesar de los tacones altos. Con su uniforme blanco de enfermera y el abrigo azul oscuro marca el paso caminando en la acera contraria.
En su bolso de manos solo trae un lápiz labial, pintura de uñas, sus documentos y pasases de servicio, así como una pequeña pistola Walter P5 de 9mm. Esta ultima cosa no cree utilizarla en un futuro próximo, pero es mejor estar prevenida que lamentarse. A decir verdad tiene ganas de utilizarla. Sobre todo con el ocupante de esa casa de allí enfrente.
Apenas llega frente a ella la puerta se abre. Acelera un poco el paso para quedar darle la espalda. Aunque se haya cambiado el color del cabello, tiene la incomoda sensación de ser descubierta. A decir verdad no había pensado en este evento. No esta asustada, solo algo... ¿incomoda se podría decir? Lo mas seguro es que también este armado, aunque puede que no, pero mejor no corre el riesgo.
Por el rabillo del ojo espía en esa dirección. Esta de pie en la entrada, intercambiando algunas palabras con una mujer de cabello claro, también de uniforme. Le reconoce de hace tiempo, ¡Su esposa! Pero luego sale una pequeña niña llevando uniforme escolar. ¿Su hija? No, tiene mucha edad, y cuando lo conoció no estaba casado ni tenia hijos... bueno, aunque con los hombres nunca se sabe.
Quien lo diría: Gennadi Antonovich un hombre de familia...
Le ve colocarse su gorra, mientras su esposa se la acomoda, a pesar de que él opone poca resistencia. Que lindo, un matrimonio feliz...
Voltea rápido cuando el se voltea y sale hacia la calle, donde lo espera un pequeño jeep militar. Brevemente el Mayor levanta la vista y la mira sin siquiera detenerse, sin prestarle atención. Luego continua caminando hasta subirse en el asiento del acompañante. Seguramente se dirige hacia su trabajo, en la base militar que esta en el desierto. El jeep pasa al lado de ella, mientras su ocupante solo mira hacia delante, mientras ella solo mira ligeramente hacia la izquierda y el suelo. No en una actitud de sumisión ni vergüenza, menos de miedo, sino para oculta sus ojos de la vista.
Hombre de familia, oficial de la Fuerza Aérea de las Naciones Unidas, traidor. Le hubiera gustado regresarse sobre sus pasos y dejarle una sorpresa para cuando regrese en la noche. Se detiene un momento en la calle para pensarlo, pero luego continua su camino.
No, ella no es parte de los planes. El objetivo es él. Pero estaba dispuesta a aceptar los daños colaterales...
No, la violencia tiene su lugar, al igual que la cirugía. Mientras camina de nuevo hacia su trabajo, se da cuenta de una revelación que le hace sonreír a sí misma: la vida de Engel pende de un hilo y ella es la dueña única de las tijeras.
[Fin Capitulo 16]
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