chapter = 11
author = Seferino Rengel
Rating = AP15
Type = Adventure
fanfic = Super Dimensional Fortress Macross: En la Tormenta
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PARTE 11: EL CAMINO DE LA VIRGEN
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Esa noche, todo los tripulantes de la nave, hombre mujeres, niño, civiles y militares se apiñaban en sus casas ante los televisores y ante los monitores en los lugares públicos. Durante todo el día los pormenores de la celebración llenaban las imágenes de las pantallas y en las voces en la radio. Ante toda esta oleada de medios de comunicación, Engel se pregunta como es que no se había enterado de todo esto.
Lo que no podía negar es que es una celebración por todo lo alto, si estuvieran en la Tierra todo esto costaría una millonada, pero claro, este en un evento ‘militar’. En el exterior, en él frió vació del espacio, dentellaban fuegos artificiales que ilumina al Macross con sus múltiples luces de colores.
¿Qué pensaría el enemigo? Seguramente estaría demasiado confundido, como en la Guerra cuando las tropas estadounidenses utilizaron el LSD como arma química, los enemigos estaban demasiado ‘flipados’ para oponer resistencia. Es que incluso a muchos de los tripulantes militares y civiles del Macross les cuesta mucho aceptar esto. Muchos se pellizcan para saber si están despiertos.
Pero Engel piensa, como muchos, todo esto es puro teatro. Y su acto más extravagante fue el vuelo en el espacio de Max y Miria en un Valkyrie biplaza, donde varios escuadrones se formaron para hacer una ‘guardia de honor’. Como esperaba, todo esta siendo transmitido a la Tierra, donde de seguro el mando de la UNSpacy están tan confundido como los enemigos.
Repentinamente, en medio de la formación de Valkyrie, múltiples rayos multicolores iluminan el cielo. El Valkyrie de Max pasa entre los Battroid alineados afuera de la proa del Prometheus mientras disparan salvas hacia el espacio. Después de un suave contacto en la cubierta (de la manera contraria, de proa a popa, algo que le impidieron hacer al Mayor el día de su accidente), su caza desciende por un elevador hacia el hangar.
Luego de su vuelo de presentación, los novios ya se encuentran en el salón de ceremonias, donde se lleva a cabo la muy ensayada ceremonia de boda. Seguramente han practicado muchísimo esta parte, porque le cuesta creer que la piloto enemiga haya podido por si sola aprender y entender todo lo que se hace sin una detallada explicación.
Allí ya estaba arreglado un enorme pastel de bodas, con la figura del Macross. La pareja intercambio votos en una ceremonia bastante normal para las circunstancias y después cortan el pastel de bodas, mientras los dos sonríen felices. El grupo de ‘afortunado’ reunidos en la sala de ceremonias, aplauden exclamando felices ‘vivan los novios’.
Incluso Bisyarina se encuentra aplaudiendo cuando todo el montaje llega el clímax, mientras Engel, como aislado en una burbuja del resto del universo, se mantiene impertérrito balanceando delante de sí un vaso medio vacío de ponche. Se a puesto su uniforme de servicio, azul oscuro y con franjas rojas. Su uniforme no luce ni una sola arruga y mucho menos una mota de pelusa. Aunque toda la pulcritud de su uniforme contrasta con su expresión y mas que todo por los ojos enrojecidos con los que mira al grupo de personalidades.
"Damas y caballeros, hoy es un día muy especial, es que la celebración de una boda, es la unión de dos almas. Quiero presentarles al hombre que nos honra en esta ocasión tan especial, nuestro invitado de honor, el Capitán Bruno Gloval". – dic el anunciador, tan viviricente como siempre ante los nuevos aplausos del publico.
Cuando los aplausos terminan, el Capitán, carraspea como siempre lo hace cuando habla en publico y dirige una mirada a Max y Miria.
"Bueno, para empezar quiero felicitar con todo mi cariño a Max y Miria, ya que esta boda lleva intrínseca un sacrificio histórico. Como todos sabrán, Miria era una guerrera Zentraedi quien destruyó muchos de nuestras naves. Viene de una cultura que hemos llegado a temer y odiar. De hecho fueron los Zentraedi los causantes de nuestra situación actual y es por ello que no podemos regresar a la Tierra con nuestros seres queridos a nuestros hogares. Ellos han causado dolor, destrucción e interminable sufrimiento". – termina gruñendo Gloval, alzando un puño hacia delante para darle énfasis a sus palabras.
Todos en la sala quedan impactados por las palabras que empieza a decir Gloval. Todos en la sala quedan silenciosos ante la sorpresa, incluido Engel, aunque mas que todo no dice nada al haber escupido el agua que bebía ante la impresión de lo que dice.
"¡Capitán, por favor!". – exclama Max saliendo de la impresión, desde la mesa de honor.
"Se lo que están pensando, ¿por qué estará escogiendo este momento para recordarnos cosas tan horrible? Y les recuerdo esta brutalidad, damas y caballeros, porque debemos aprender a perdonar a nuestros enemigos. No los perdonaremos ciegamente o por ignorancia sino porque somos personas fuertes y deseosas. No podemos culpar a los Zentraedi por este irrefrenable deseo de pelear. No conocen otra forma de vida y es su única forma de sobrevivir ni podemos condenar a los individuos de esa sociedad por la enfermedad masiva impuesta por la guerra, en cambio debemos ver su lado bueno. Algunos han solicitado abandonar la lucha y creo en la veracidad de su solicitud. Debemos responder con la misma integridad. Antes de la ceremonia se analizo la sangre de estos dos jóvenes... la sangre Zentraedi resulto ser exactamente igual que la humana. No hay razón para no poder convivir en paz así que permitamos que esta ocasión represente el futuro en el cual queremos vivir". – los aplausos de los presentes ahogan sus palabras. "Hay algo mas que quiero decirles."
A pesar de su petición, los aplausos continúan, esta vez con mayor fuerza. Finalmente, el Capitán puede continuar.
"Se que hay algunos que han perdido seres queridos durante la guerra y no pueden evitar sentir rencor hacia los Zentraedi, pero es necesario superar estos sentimientos. Debemos detener esta absurda destrucción."
Engel esta tentado a preguntarle si el habrá perdido algún familiar o ser querido ante esos extraterrestres o le conviene ser benigno. Por la mente del Mayor pasan otras cosas, incluyendo una escena donde ve el blanco vestido que esta usando Miria, completamente empapado de sangre, luego de apuñalarla varias veces con el cuchillo que esta junto al pastel... o el arma, «¡Dios! Llevo un arma» por un momento se horroriza cuando su arma parece de repente pesar toneladas en su bolsillo. «¿Por qué voy armado?»
Marina le toma delicadamente del brazo, dándole una breve mirada, pero el continua con la vista fija hacia la mesa de honor, no hacia Gloval, sino hacia Miria, que por un instante se da cuenta que es observada desde hace rato.
"Cada individuo debe desarrollar una actitud responsable respecto a la paz, debemos aprender de nuestros errores. Vivir con personas diferentes, de diferente nacionalidad es un reto. No estoy proponiendo cruzarnos de brazos sino extenderlos fraternalmente y si existe alguna solución pacifica, encontrarla juntos, como lo han hecho estos dos jóvenes. Los Zentraedi son gente fuerte e inteligente. Entonces permitamos que este día a través de su unión se simbolice nuestra aprobación. Sigamos su ejemplo, ¡Son los héroes de hoy!"
Cuando Gloval termina su discurso, nuevamente la muchedumbre estalla en una gran ovación, concentrándose en los novios. Gloval, impasible, se retira del palco, para dirigirse hacia la oficialidad y varios invitados que estrechan su mano y le muestran amistosamente su apoyo a sus palabras.
A pesar de la verdad en las palabras del Capitán, el Mayor no consigue ningún tipo de consuelo ni su amargura se disipa, como posiblemente pasa con algunos, que se abrazaban y dan la mano por el renaciente espíritu de unión y camaradería nacido por las palabras del comandante de la nave.
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La fiesta continua, mas que todo como una reunión social, mucho se aproximaban a los novios y les ofrecían sus felicitaciones. El Mayor esta de pie ante una mesa, con el bastón colgado de su brazo, con un pequeño plato en la mano, devorando el elevador de babor del Prometheus. Por alguna razón, quizás sea el destino, mientras estaba allí de pie, se acercan los tres ex-espías Zentraedi, acompañados por las tres controladoras del puente, vestidas de civil. Cuando ellos le reconocen, inmediatamente retrocede, quizás espantados aun por las vociferantes amenazas de muerte de su parte.
Los olvida y continua aprovechándose de la fiesta, hasta que siente una enérgica mano que se posa en su hombro. Se sobresalta por eso y voltea en esa dirección, solo para no encontrar a nadie, pero a su derecha, esta el Capitán Gloval.
"Mayor Engel, no esperaba que viniera". – dice Gloval.
"Bueno, señor, pasaba por allí y de repente encontré un sitio donde ofrecían comida y bebida gratis. No pude rechazar tal invitación."
"Debo decirme que me alegra mucho que viniera". – comenta sonriendo.
"En realidad no vine por voluntad propia, me obligaron. Porque hasta esta mañana no tenia de una mísera idea de todo esto."
"Espero que lo comprenda."
"Capitán. ¿Me da permiso de hablar libremente?"
"Adelante Mayor."
"Entiendo que todo esto es un movimiento político y de medios. Y estoy seguro que he llegado a sus mismas compulsiones. Pero quisiera saber si en verdad cree que los Zentraedi podrán darnos una vía a una solución pacifica". – pregunta en voz baja y en un tono como si fuera un reportero.
"Todo esto esta siendo trasmitido a la Tierra y en las frecuencias militares Zentraedi. Según lo que nos dijeron los disidentes, es nuestra cultura lo que los a motivado a revelarse a sus autoridades."
"¡Dios! Espero de verdad que no estén captando los programas de la TV por cable. Se nos echarían encima en segundos."
"Gennadi... ¡Oh! Señor". – exclama Marina, que llega en ese instante de alguna parte, al ver a Engel con Gloval.
"Teniente". – le devuelve el saludo Gloval para luego regresar a Engel. "¿No quisiera besar a la novia?"
"Con el debido respeto señor, preferiría cortarme la venas". – dice tranquilamente Engel, mientras coloca lentamente el plato sobre la mesa.
"La población no quiere que sus oficiales sean la representación de la intolerancia, Gennadi. Quieren que sean el ejemplo". – explica Gloval, yendo directo al grano.
"Ya... no sé si vale la pena... Señor podría pasarme el cuchillo."
"¿Podría intentar evitar el sarcasmo que es inapropiado, y está fuera de lugar?"
"¿Evitar el sarcasmo? Encantado de conocerle señor."
Los tres se encamina hacia los novios, que se encuentran sonrientes en medio de la sala. Max se encuentra conversando con su amigo Hikaru, con su esposa al lado. Cuando los oficiales en torno a los novios le ven, inmediatamente se quedan en un breve silencio. Se acerca hacia ellos, quedando a unos pasos de distancia. Le tiende la mano a Max, que saliendo de la impresión de ver acercarse a este oficial de reluciente uniforme, de ojos enrojecidos, le tiende la suya.
"Felicitaciones por su compromiso, Teniente, le deseo un gran futuro, muchos hijos e hijas, un larga vida y mis sinceras disculpas por no traerle un regalo". – dice Engel en tono sereno y amable, afianzando el apretón.
"Gracias señor, se lo agradezco mucho". – responde Max cuando Engel le suelta la mano, dándose cuenta que deliberadamente omite a Miria. Antes de que pensara en darse la vuelta, siente como el Capitán le pone una mano en el hombro y lo acarrea hacia Miria.
"Besa a la novia". – susurra, aunque parecía una orden.
"Señor, ¿Esta loco?"
Al llegar a Miria, esta le tiende la mano. Engel la mira. Piensa un segundo y luego le tiende la suya, pero nada mas. Siente una sensación extraña al tomarle la mano, casi como si se sintiera desorientado. Miria da un respingo al sentir su mano helada, pero como puede, también trata de parecer imperturbable.
En ese instante Engel casi queda segado por los flash de decenas de cámaras de los reporteros, que parecieron surgir de la nada. Por el rabillo del ojo ve como casi se le echan encima un par de cámaras de TV. De la impresión, Engel aun no le ha soltado la mano a Miria.
"Sonría Mayor". – susurra Gloval, aun sosteniéndolo.
Todos se sonríen unos a otros, Gloval cordial, Max acogedor, Marina nerviosa, Engel horrorizado y Miria complacida – aunque de cerca no lo parecía – mientras los fotógrafos continúan con su labor.
El Mayor intenta tranquilizarse para no perder el control ante las cámaras. Todo esto le tomo menos de un segundo procesarlo, antes de soltar la mano de Miria y hacer una ligera inclinación con la cabeza y retirarse.
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Engel camina furiosos consigo mismo por los pasillos de la nave, rumbo a donde guarda su SV-51 – lo considera de su propiedad -. Mientras camina presuroso en medio de la penumbra se da cuenta que ha dejado su gorra y su bastón en la sala de ceremonias, pero no tiene la menor intención de regresar allí. Abre la cerradura que el ha instalado en la puerta pequeña y entra. No enciende la luz, ya que la pálida luz de la tierra filtrándose por el ventanal es suficiente.
Sube por encima de varias de las cajas apiladas junto a la ventana para llegar a ella y quedarse allí mirando hacia la puerta y hacia los puntos brillantes de la flota Zentraedi. No ha pasado mucho cuando Marina entra allí, trayendo los objetos olvidados.
"Te estas perdiendo lo mejor de la fiesta". – dice acercándosele.
"Nunca en mi vida me había sentido tan ultrajado."
"Y decidiste huir, como lo hiciste conmigo."
"Si tu intención es hacerme sentir mal lo lograste. Aquí todo el mundo esta desquiciado, pero siempre la respuesta correcta en un mundo desquiciado es la demencia."
"¿Qué es lo que te pasa? Pareciera que te encantaría que no terminara esta guerra. ¿Tienes un plan secreto para ganarla? ¿Qué vas a hacer?"
Engel se vuelve hacia ella mientras abre y cierra su mano. Pero lo que hace es quitarle su gorra de las manos y lentamente colocársela, tomándose su tiempo para colocársela correctamente, sin quitarle los ojos de encima. Cuando considera que esta correctamente colocada, saca de su bolsillo otro nuevo cigarrillo y lo enciende, solo para que Marina se lo quite bruscamente y lo aplastarlo en el suelo.
«Todos los pilotos, ¡A sus puestos de combate! ¡Esto no es un simulacro! ¡Alerta roja! Todos los pilotos, ¡A sus puestos de combate! ¡Esta es una alerta máxima!» Resonó una voz por los intercomunicadores de la nave.
"¿Y bien, vamos a nuestra puesto de combate?". – pregunta Marina, al ver que Engel ni se mueve de su sitio.
"¿Consideras mi escritorio un puesto de combate?". – dice volteando a la ventana, donde se ven claramente los dramas de la batalla.
"Siempre que el problema es mas grande que ti mismo huyes. Si te atas a algo es por obsesión o por obligación. ¿Acaso te obligue? ¿Por eso huiste de mi la ultima vez?"
Engel ni siquiera se mueve o dice algo, ya que es testigo de primera fila de lo que sucede en el exterior, puede ver como los cruceros Zentraedi se aproximan al Macross. Mientras enciende un cigarrillo, observa como el combate se inicia con ferocidad, las muy conocidas para Engel bolas de fuego son claramente visibles a un par de kilómetros.
En minutos el combate compromete seriamente la integridad de la nave, muchos cazas averiados, Pod y Valkyrie rodean al Macross. A lo largo y ancho del área de combate, los pilotos de Valkyrie usaron una inusual táctica para desarticular la ofensiva: destruir con láser la caja de energía de los Pod. Con este método decenas de Regult terminan flotando inertes en el vacío. Mientras la pelea se enardecía, los Zentraedi parecía que perdían la gran ventaja que había sido su marca y la batalla giro decisivamente a favor de Macross.
Un solitario Regult bastante cerca fue deshabilitado, pero aun mantiene su velocidad, haciendo una trayectoria que lo lleva directamente hacia la ventana donde esta Engel. Marina tira del brazo de Engel, que no hace el menor intento de moverse de allí, solo mira fijamente a la nave enemiga fuera de control que se les viene encima.
El Pod golpea con fuerza el cristal, pero debido a ser una aleación de aluminio transparente, logra resistir indemne el golpe, mientras que el Pod queda despedazado por el impacto, estallando efímeramente en el vació. Algunos fragmentos rebotan en el cristal, mientras la gigante figura calcinaba y mutilada de su piloto termina alejándose lentamente de ellos.
Tan súbito como comenzó, la batalla da fin. Una gigantesca masa de Pod flotan afuera, imposibilitados de hacer alguna otra cosa mas que esperar a ser rescatados, mientras que sus compañeros escapan dirigiéndose hacia los cruceros que escapan en dirección contraria.
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"Hay algo con esta gente que no me agrada."
"Hay muchas cosas que no le agrada con esta gente, ¿podría ser mas especifico?"
Esta conversación se esta llevando a cabo en uno de los pasillos de observación del Macross, justo del lado que da hacia los luminosos puntos del la flota Zentraedi, a un par de miles de kilómetros de distancia. Desde hace varias semanas han estado estáticos, como si no supieran que hacer. Como parte del Estado Mayor operativo de la nave, el Mayor Engel ha tenido acceso a mucha información, aun clasificada sobre los Zentraedi.
"Es que no me convence la sinceridad de los... disidentes. Incluso si dicen que colaboraran en todo lo que esta a su alcance". – explica el Mayor, caminando del lado de la ventana.
"Bueno Mayor, veo que no le a agarrado el hilo a la cosa". – replica a su vez el Capitán de las Fuerzas Aéreas Serguei Orlov.
"¿Sabes? Si me tuteas y me llamas por mi nombre de pila nadie te va a formar consejo de guerra, Serguei Alexandrovich."
"Esta bien, Gennadi Antonovich. Pero como estas por encima de mí en rango..."
"Ya, ya. De todas formas no me convence en absoluto esto. Pero creo que ordenes son ordenes y hay que cumplirlas... me refiero a lo e los disidentes."
"Esta bien Gennadi. Pero conste que no estas aquí por tu buen comportamiento hacia ellos". – dice el Capitán Orlov.
Se aproximan a hacia un marine, específicamente un Sargento que custodia una puerta sin ninguna marca ni seña de lo que contiene del otro lado. Engel esta a punto de abrir él la puerta, pero el Sargento se le adelanta, la abre y se cuadra como un robot.
Se había preparado para este momento, y no es que estuviera nervioso. Le propio Capitán Gloval le ha ‘aleccionado’ sobre lo que debe o no hacer. El Capitán se caracteriza mucho por su carisma y actitud cordial, lo que le hace más rotundo en sus afirmaciones. Si las palabras fueran dinero el Capitán seria un magnate, nada de desperdiciar palabras, nada de rodeos, nada de disfrazar las cosas con frases elaboradas.
En la sala están en una mesa unos cuantos oficiales, la ausencia del mismo Capitán Gloval, los Coroneles del Estado Mayor y de la Comandante Hayase son muy patentes. Frente a la mesa, en unas cuantas sillas están algunos de los disidentes Zentraedi. Le irrita ver a unos cuantos vistiendo el uniforme de la Spacy, sobre todo a Maria Farina con un uniforme con insignias de tercer Teniente. Sentada a su lado había otra Zentraedi, también de uniforme, juntas como si de alguna extraña razón las dos mujeres debieran estar cerca.
"Mayor, Capitán". – saluda uno de los oficiales mientras todos los demás se ponen de pie, incluyendo a los Zentraedi.
Engel solo tiene una carpeta entre manos (¿temerían que llevara su arma en el maletín? Porque la dejo en la oficina) la que deja sobre el escritorio. Aparte de el, se encuentran dos Capitanes, un Mayor y un Coronel. También están un psicólogo, un ingeniero en estructuras, un ingeniero de propulsión. El Mayor Engel hace las veces de especialista en armas y por no olvidar al ultimo miembro del equipo, la Doctora Natasha Mieklin.
Durante la siguiente hora las preguntas son, por así decirlo, casi tediosas e irrelevantes, intercaladas por algunos ocasionales ‘no entiendo lo que me quiere decir’ de parte de los Zentraedi.
No parecen muy inteligentes, y Engel llega a pesar que tienen la mente de niños de primaria, incluso le sorprende que sepan hablar bien el idioma. Piensa que si suma todos sus coeficientes intelectuales, su planta de girasol es Stephen Hawking o Freeman Dyson. Al parecer son muy ignorantes sobre sus propios sistemas de armas, y el ser casi todos pilotos de combate no ayuda mucho a la situación estratégica de Engel, quien hace sus pocas preguntas en sus armas y naves. Concentra sus preguntas en Miria, que parece ser la oficial mas ‘inteligente’ de todos.
Incesantemente Engel mueve su taza de café de un lado a otro. Luego, se queda sentado con sus dedos entrelazados bajo su nariz y los codos apoyados en la mesa, mirando fijamente a los Zentraedi, mas que todo a las dos mujeres Zentraedi (¡¡¡Meltradi!!!). Miria Farina, vestida con un uniforme color púrpura claro, casi blanco, le habían dado un falso rango de Teniente.
Sabia mucho sobre ella, sobre todo que era la líder de escuadrón, y curiosamente pilotaba un caza Queadlunn-Rau de color rojo. Pero muchas pilotos de su escuadrón, sobretodo oficiales, pintaban sus cazas del color que querían, aunque pocas los pintaban con ese rojo incandescente. Había leído que era una mujer muy arrogante, pero pareciera que actualmente se le habían bajado los humos. Parece amable y condescendiente, dirigiendo se a el cómo ‘Señor’.
"Dígame Miria, ¿eres la mejor piloto de las fuerzas Zentraedi?". – pregunta el Mayor, sabiendo que deseaba esa pregunta, porque era una arrogante presumida bajo su mascara.
La otra Zentraedi le era irrelevante, incluso la había olvidado por completo, pero recordaba que su nombre era Zariá (curiosamente Amanecer en el idioma natal de Engel), vestida con un uniforme azul claro, con una larga cabellera color café rojizo que le resulta vagamente familiar. La mujer no le miraba, aunque tenia sus ojos fijos en alguna parte del estandarte detrás de los oficiales. No decía nada, aunque se limitaba a tener en su regazo un cuadernillo donde hacia unas anotaciones.
Suspira levemente mientras se pregunta si hubiera sido bueno traerse un cuadernillo de crucigramas, ya que muchas de las preguntas eran para asegurar repuestas contestadas hace tiempo. Siente el impulso de echar a correr de puro aburrimiento. Pero tenia que cumplir con su obligación, aunque le desagradara. Muchos confiaban en el, sobre todo el Capitán Gloval. No podía defraudarlo.
Al levantarse de la mesa, el Mayor va directamente hacia el Coronel, arrancándose el parche de nicotina de su cuello y susurrándole algo al oído. Luego este le susurra algo al Capitán a su lado y este finalmente va hacia el Marine, quien intercepta a la Zentraedi Zariá, pidiéndole amablemente su cuadernillo.
"Lo lamento, tengo ordenes". – se excusa el Marine.
"Entiendo que tenga ordenes. También lo haría". – dice ella, dándole mansamente el cuaderno y retirándose por la puerta detrás de sus compañero.
"Señor". – dice el Marine, tendiéndole el cuaderno al Coronel.
Este no tiene ni siquiera tiempo de abrirlo cuando Engel se lo arrebata de las manos. El Coronel se queda estático por la acción. De haber sido otro oficial, de seguro estaría a estas alturas siendo arrastrado a un calabozo, pero quizás sea la antigüedad de Engel o su mirada irritada lo que le disuadió a no hacer nada.
Por su parte Engel abre el cuaderno y se chupa los dientes al ver todo escrito en Zentraedi. Lo único que sabia el del idioma era el alfabeto y unas que otras palabras sueltas, pero es lo suficiente para entender lo que dice...
Nada interesante, solo notas garabateadas de lo que se dijo.
"No pensara que..."
"No es lo que piense, solo se hace."
"Creo que se excede en sus funciones Mayor. Recuerde que se salta la cadena de mando."
"No cabe duda que son unos imbéciles. No tienen la menor idea de lo que es el secreto y la seguridad". – comenta Engel el tono casi hiriente.
"Mayor por favor". – dice el Coronel, deduciendo que el comentario no se refería a el, aunque tenia sus dudas. Aunque no puede replicar cuando el Mayor rápidamente le saluda y sale por la puerta.
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La oficina de Engel es pequeña comparada con todos los espacios abiertos de la nave, incluso más oscura. Parece más un deposito que una oficina. Varios archivadores en un rincón, dos sillas en la otra esquina, en escritorio con su silla y justo detrás de él, en la pared, el emblema de las Fuerzas Aéreas de la UNSpacy. El escritorio es negro, al igual que la silla. Sobre él, solo esta la pantalla de la computadora, el teclado, el ratón, una pequeña pila de papeles pulcramente apilados, una lapicera llena de lápices.
Un avión de combate a escala 1:72 de un Sukhoi Su-27 cuidadosamente armado y pintado. Lo único que no encuentra en la mesa es el cenicero, que Marina guarda en una de las gavetas del escritorio. Todo es muy espartano, como el mismo, pocas posesiones materiales, pocos lazos en este mundo.
Pero, aunque parezca extraño, sobre uno de los estantes, hay una pequeña maceta de cristal (mas bien un frasco de vidrio), conteniendo dos plantas irreconocibles. Marina la levanta cuidadosamente, son solo dos tallo como de 15 centímetros, dos hojas en la mitad (que parecen comenzar a marchitarse), y un par de hojas del mismo tamaño, cruzada por dos más pequeñas.
Lo único que falta en la oficina Engel es el propio Engel, quien en ese mismo instante entra con las manos en los bolsillos, con su expresión seria de siempre. Se detiene en la puerta mientras Marina se da vuelta con la maceta en las manos.
"No deberías hacer esto, no eres mi secretaria". – dice Engel al ver cuan ordenada esta la oficina, lanzando su carpeta y el cuaderno sobre el escritorio.
"Solo cambie algunas cosas de lugar. Espero que no te importe". – dice ella, adelantando un poco la maceta.
"Para nada, solo no la pongo cerca de las tuberías". – dice él, tomándola de las manos de ella.
"¿Cómo te fue?"
"Lo mismo de siempre, variando excelente, mediocre y pésimo."
"Aunque parece que solo te encontraste con lo pésimo... ¿Por qué no cenamos?"
"Lo hacemos casi siempre."
"Hablo de comida de verdad, ¿desde cuando no comes una ensalada decente? ¿Qué tal si te preparo algo para hoy?"
"No sabia que cocinas."
"Hay muchas cosas que aun te falta conocer de mi". – dice Marina, abrazándole por la espalda.
"Marina..."
"Vamos". – dice mientras registra los bolsillos de la chaqueta de Engel. "Comprare algo y te preparare algo, ¿pirozhiki o jachapuri? ¿Sí?"
Engel solo suspira mientras pone la maceta sobre la repisa, justo debajo de una lámpara.
"Vamos, ¿me vas a decir que no quieres?". – le susurra ella en el oído, mientras saca su mano del bolsillo, junto a un manojo de llaves.
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Marina entra al apartamento de Engel. Lo primero que hace es encender las luces. Deja caer la bolsa de comida en la mesa de la cocina. Se quita la chaqueta del uniforme y la deja caer en una silla. Un apartamento pequeño, sala, pequeña cocina, habitación y baño. Lo único que encuentra en la nevera son unas cuantas cajitas de comida instantánea. Al parece Gennadi cocina como muchos, solo levantando el teléfono.
Media hora después la comida de verdad esta lista, distraídamente revuelve un poco mas la ensalada. Satisfecha por lo que hizo, Marina se toma unos minutos para hacer un poco de te. Todo esta silencioso, entra en la habitación, donde solo hay un closet con sus uniformes colgados, una pequeña mesa escritorio y una cama. Marina se deja caer distraídamente en ella, sonriendo al escuchar como chilla bajo su peso.
Pasea su mirada por allí, hasta que ve el escritorio. Siempre a sido algo entrometida por naturaleza, piensa mientras se levanta y se sienta en la silla del escritorio. Encima solo hay una computadora portátil, una caja pequeña, un montón de libros...
"¿Son suyos?"
Dice a sí misma mientras levanta un par de anteojos. Los examina detenidamente. Gennadi no usa anteojos, al menos no lo ha visto. En una de las gavetas hay un portarretrato, de plástico trasparente. Lo levanta para mirarlo fijamente. En él esta una mujer alta y delgada, corto cabello negro y anteojos.
Los mismos anteojos que están sobre la mesa.
Algo pecosa, vestida de un pulcro uniforme blanco con franjas rojas, con insignias de Mayor. Debajo, en la gaveta, esta un álbum de fotos. Aunque más que un álbum es una carpeta con unas cuantas fotografías, todas al parecer recientes. La misma mujer las adorna casi todas. En el reverso de una de ellas encuentra escrito en una pulcra caligrafía cirílica y en ruso ‘Te quiero mucho. Para ti, tuya sinceramente, Lena’
"Así que tú eres contra quien estoy compitiendo". – dice Marina, levantando el portarretrato para examinar mejor a la mujer.
Es una chica bonita, incluso tiene una sonrisa llamativa. Encuentra una donde están los dos juntos, Gennadi mira directamente a la cámara, pero Yelena lo mira a él, que es mucho más bajo que ella, abrazándole del brazo. Revisando encuentras una foto con Yelena en la cabina de un Valkyrie, con una mirada de asombro, al parecer la fotografiaron por sorpresa. Se ve incluso mas alta con su traje de piloto.
Una mas con Gennadi, en una rara foto vestidos de civil. Ella con un suéter y una falda que le llega justo a las rodillas, calzada con unas botas negras. Es una mujer muy alta y delgada, comparándola bien, tiene mejor figura que ella. Es un poco desgarbada, sobretodo por ese cabello corto algo alborotado. Cuando va a poner las fotos de nuevo en la gaveta, ve un libro en el fondo, y de los extremos se nota que contiene un sobre. Curiosa y sin inhibiciones saca el sobre y cuidadosamente lo abre. Al instante reconoce la misma letra de una de las fotos.
"Querido Geni". – empieza a leer Marina. "Esa carta la escribí para decirte lo que no pude decirte antes. Si la lees supongo..."
Marina pasea su vista lentamente por las palabras. Sus dedos se crispan por lo que lee, sintiendo una leve aprehensión en la boca del estomago. Lentamente comienza a leerla lentamente, sin poder sacarse esa sensación al leerla de nuevo.
"... Debes vivir para vencer a nuestros enemigos. No importa lo que tengas que hacer, pero encárgate de que nunca mas se vuelva a repetir. Tuya Sinceramente, Yelena Arkadieva Nikolayev."
Al terminar de leerla la deja caer sobre la mesa, llevándose las manos al rostro por unos segundos. Luego de recobrar la serenidad, aunque con los dedos torpes por el súbito temblor en ellos, guarda la carta de nuevo en su sitio. Justo cuando llega a la cocina y encuentra el agua de la tetera completamente evaporada, se abre la puerta principal, entrando la figura de Engel.
"Hola, Marina". – saluda, dejando su maletín en una de las sillas.
Marina se queda callada. Tratando de enjuagar una sutil lagrima que esta apunto de salir. Engel estaba a punto de quitarse la chaqueta, pero se queda mirando a Marina, que parece paralizada ante la mesa de la cocina.
"¿Qué te pasa?". – pregunta acercándosele, viendo como la tetera continua al fuego sin nada dentro.
"Nada, solo... me siento bien". – responde ella dándose la vuelta para enfrentarlo.
"Si te sientes mal..."
"No te preocupes, nunca me he sentido mejor". – dice ella, aunque no deja de notar la mirada de desconcierto en su rostro. "Creo que la comida ya esta fría, tendré que calentarla otra vez."
Engel se queda callando, mirando como ella pone los platos, dentro del horno microondas. Pero ella aun no se vuelve para mirarle. Pero el continua sin decir nada, prefiriendo quedarse callado.
Y aun continua silenciosos mientras comen. Marina distraídamente balancea en la punta de sus dedos un vaso medio lleno de vino. La mira mientras el liquido se mueve de un lado a otro. A Engel le había sido algo complicado conseguirse esa botella de vino, que de hecho esta vacía, y no es porque el haya bebido, sino mas bien porque Marina ha bebido una copa tras otra.
"El jachapuri me da mucha sed". – dice ella.
"Si, pero has bebido demasiado, y puedes perder el control, borracha."
"Al contrario, muchos recuperamos el control al beber. Además, ya no soy la joven muchacha que dejaste abandonada."
"No te abandone, recuerda que me comisionaron..."
"Si, tu y tus trabajos secretos. Sabes, te perdí la pista luego que te fuiste, incluso siendo hija de un General, no pude saber a donde te fuiste. Solo me decían que fuiste asignado en una base en Siberia. Siempre que le dicen a uno eso, piensa que fue porque hiciste algo malo. Pero a la final resulto que era todo lo contrario. Hiciste algo demasiado bueno y ‘blink’ te metieron en uno de los proyectos mas secretos de la Rodina."
"Si, soy muy propenso a que me pasen es tipo de cosas."
"Quisiera que no hubiera mas secretos entre nosotros... Geni."
"Nunca me habías llamado así."
Engel mira mas detenidamente el rostro de Marina. Ese lunar rojizo en su mejilla izquierda parece mas rojizo que nunca. Ella solo continua agitando la copa, que ha vuelto a llenar. Por el rubor de sus pómulos se da cuenta que esta ebria. Ella cierra los ojos mientras sigue con sus movimientos. El esta sentado con sus dedos entrelazados bajo su nariz, sus codos apoyados en la mesa, solo mirándola.
"Geni... ¿sabes que eres el único hombre con el que he estado? A mis veintitantos años y eres el único hombre con el que he compartió momentos agradables. Seguramente no soy la única mujer, aunque me agradaría que fuera la ultima."
"Marina, ya se a lo que quieres llegar. Y no es el momento oportuno para esas cosas."
"¿Qué mejor momento que este? A lo mejor para mañana estaremos muertos, con toda seguridad perderemos esta guerra y nuestros huesos flotaran en el espacio hasta que ya no haya un cielo y una tierra. Por lo menos hagamos lo que dejamos a medias hace años."
Engel se queda callado solo mirándola, sin saber que decir.
"¿Me sigues amando como antes?". – pregunta mientras deja de agitar la copa.
"Conejita, no es cuestión de que te ame o no, es todo lo que esta pasando..."
"¿Y antes? Fácil hubiera sido que me buscaras. Pudiste buscarme, pero no lo hiciste. Lo que pasa contigo es que huyes de esas cosas, te anclas a responsabilidades que son mas cómodas de manejar para ti. Te gusta vivir en un ambiente controlado. Sabes, calzas a la medida en el ejercito, ese es tu elemento, nada de responsabilidades sorpresivas, nada de improviso. Te gusta que las cosas funcionen como un reloj. Te gusta que las cosas ocurran a la hora o que se ajusten a un plan. ¿Nuestra boda no entraba en tus planes?"
Engel continua inmóvil mientras Marina hace una pausa, poniendo de golpe la copa en la mesa para seguir.
"Creo que mi error fue hacerme todas esas ilusiones. Desde que llegue me tratas como una desconocida, y eso es como si me maltrataras. El error mío fue quererte demasiado..."
Se interrumpe cuando unas lagrimas nublan su vista, suspirando mientras se las seca con el dorso de la mano.
"Estas borracha Marina, no estas para nada lucida. Será mejor que te lleve a tu habitación y descanses, mañana tenemos trabajo."
"Claro, en el momento cumbre haces algo para salir del problema."
"No me estoy librando de ti, solo que... creo que deberíamos discutir eso en mejor momento. Tenemos un enemigo que..."
"Eso me importa poco en este momento. Estoy segura que si fuera otra persona de verdad me harías mas caso."
"Mejor vamos a tu casa". – dice Engel levantándose.
"Preferiría quedarme."
"No, aquí no te vas a quedar..."
"Si es una orden, Mayor..."
"No es... una orden, pero no es el momento, mejor espera a mañana."
"Perfecto. Tu ganas. Mañana hablaremos pero me siento demasiado mareada para regresar a mi habitación. ¿Me dejas quedarme aquí aunque sea por esta noche?"
Engel se queda algo pensativo por un momento.
"Esta bien, pero espero que no ronques."
"Sabes que no ronco". – dice ella sonriendo.
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En la penumbra Engel esta sentado en la silla de su escritorio. Lentamente estira la mano para encender la lámpara, luego la gira para que la luz no le de a Marina, quien se había echado la almohada encima. Por la mente de Engel pasa la idea de que ya dos mujeres han dormido en su cama, mientras abre la gaveta del escritorio.
Saca el portarretrato de Yelena y lo contempla mientras se recarga en la silla. Lo levanta y pasa varios minutos mirando a la mujer en la fotografía. Luego lo pone en la mesa y lo contempla un rato mas. Luego alcanza su pequeño maletín y mete la carpeta con las fotografías de la gaveta, incluyendo el sobre en el libro.
Luego regresa a su pose meditabunda, mirando fijamente la foto de Yelena. Cierra los ojos, mientras llegan a su mente recuerdos casi incoherentes de muchas cosas, sus días con Marina, en sus operaciones secretas, huyendo del mundo. Luego sus días mas recientes viajando entre planetas. Todo esto le agobia, no solo su situación, sino todo lo que ha vivido.
Su vida se a vuelto una elaborada trama, una trama que seria su prisión por toda la eternidad, una prisión de barrotes invisibles y, por lo mismo, mucho mas reales. Se cubre el rostro con las manos, recordando las palabras de Marina.
Ella tiene razón, solo busca las responsabilidades que mejor se adapten a su situación, y cuando las atrapa, hace lo imposible por no separarse de ellas. Se destapa los ojos para mirar a unos centímetros frente a él la fotografía de Yelena, sonriendo, radiante...
Casi se cae de la silla cuando súbitamente Marina pasa sus brazos para envolverlo. Llego silenciosa, ni siquiera la había escuchado levantarse. Ella le aprisiona con mucha fuerza, recargándose en el, mientras sus largos mechones de cabello caen hacia delante, cubriéndole el rostro. El continua inmóvil, con la mirada fija en Yelena, mientras Marina lo abraza con cada vez mas fuerza.
"Háblame Gennadi. Quiero que me digas lo que sientes ahora. Dímelo, que te escuchare."
"Solo necesito algo mas en mi vida. Sabes, he visto morir a muchos. En medio de la batalla me preguntaba cuales de mis compañeros debían de ser los que acababan de morir; que familias recibirían la terrible visita; que rostros no volvería a ver; que voces no volvería a oír. Morbosamente me preguntaba que sucedería cuando muriera. No tengo familia, nada que me tenga fijo a este mundo. Creo que si muriera mañana no le importaría a nadie. Solo soy otro ser humano, solo entre los muchos, si muriera el cielo no cambiaria de color ni la tierra temblaría, nadie me recordaría, nadie dejaría flores en mi tumba."
"Me tienes a mi."
"Tu misma me dijiste que te abandone. Creo que no tengo una buena excusa para eso, solo, paso. Nada mas."
"Comencemos de nuevo. Vamos a comenzar de nuevo, hagámonos una nueva vida. ¿Es lo que deseaste?"
"Si. Tienes razón". – dice Engel mientras acaricia con sus dedos los largos y finos cabellos de Marina que caen sobre su pecho. Distraído, abstraído, aun los ojos fijos en Yelena.
[Fin Capitulo 11]
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Notas / divagaciones del autor:
"El Camino de la Virgen" es el nombre que los japoneses dan al pasillo que la novia pasea durante la boda. En teoría, es el último "camino" que la novia pasea siendo virgen...
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