Fanfic Name / Nombre del Fanfic: En busca de un sentido

Chapter / Capitulo: capítulo quinto

Author / Autor: Skull02

Rating / Clasificacion: AP (All People = Todo espectador)

Romance

Fanfic: Capítulo quinto: Rutina 
 
Después del ataque zentraedi contra la tierra, la humanidad prácticamente había sido exterminada, los habitantes del SDF-1 y algunos pocos miles habían sobrevivido a la mortal lluvia de fuego. En las matemáticas de la supervivencia, el sacrificio de unos cuantos cientos justifica la salvación de billones; sin embargo, el destino tiene sus propias reglas, pues aquellos que habían sido entregados como carnada, sin haber tenido siquiera la oportunidad de oponerse y que estuvieron siempre a merced del enemigo en el espacio, fueron los que prevalecieron. Los militares y políticos del GTU habían pensado que enviando a la fortaleza espacial con todos sus ocupantes al espacio serían el señuelo que seguirían los zentraedis, salvándose así a la población mundial, pero sus cálculos fallaron de forma estrepitosa. Tal fue el fracaso, que cuando los residentes civiles de la astronave pudieron salir de ella luego del aterrizaje, simplemente fueron incapaces de emitir palabra alguna, el paisaje de destrucción y horror era imposible de describir, por donde quiera que mirasen, sólo habían ruinas donde antes hubieron florecientes ciudades; despojos de aviones, barcos y tanques estaban desparramados en la intemperie; la tierra estaba humeante y resquebrajada, como heridas abiertas. Lo más aterrador era el silencio, no había ninguno ruido del exterior fuera del rumor del viento, pero bien nadie pronunció una palabra ese día, las lágrimas que corrieron por las mejillas de los vivos eran más que suficientes, hombres y mujeres apretaban los dientes y se mordían los labios, de rabia, de impotencia, de desesperación, de duelo por ser ellos quienes debían presenciar la devastación, mientras el sol caía en el atardecer, como si quisiera guardar luto por un planeta al borde de la extinción. 
 
La comandante Lisa Hayes y el capitán Rick Hunter también presenciaron aquella escena, aunque para ellos tenía un significado distinto: Luego de haberla rescatado de los escombros de la base Alaska, ambos volaron en el Skull 01 hacia la nave, incrédulos ante terrible y desolado panorama. Lisa había comentado que hubiera sido muy triste si nadie más hubiera sobrevivido, pero ahora estaban en la superficie del SDF-1, junto con los demás habitantes de Macross; recordó que hacia más de cincuenta años, Primo Leví (1) había reflexionado que si bien el ser humano podía entender que la felicidad completa no existe, pocos eran lo que podían darse cuenta de lo contrario, de que la infelicidad tampoco podía ser completa. A su lado, Rick contemplaba la tierra, al igual que todos, familia, amigos y cualquier recuerdo que pudieran albergar luego de iniciar su aventura espacial les fue arrebatado, quedándoles en claro que nada volvería a ser como antes. Ambos se estremecieron y, como por reflejo, sus manos de buscaron y sus dedos se entrelazaron, fundiéndose en un apretón cálido y fuerte, en silencio. El mañana se adivinaba complicado, difícil y con mucho que hacer, pero supieron que podían contar el uno con el otro, además otras personas también estaban dispuestas a ofrecer su esfuerzo, su ingenio y su buena voluntad con los nuevos desafíos que se avecinaban. Cuando sus miradas se cruzaron, esbozaron una breve sonrisa, pues pese a la catástrofe, se dieron cuenta que dos cosas no pudieron destruirse: La esperanza y el coraje. 
 
Durante los siguientes tres años, ciudad Macross comenzó a construirse y crecer alrededor del SDF-1, el lazo que unía a sus antiguos habitantes no se había extinguido del todo, pues esa vieja nave les transmitía seguridad y confianza, a la par que otra nuevas aparecieron como ciudad Monumento o Nueva Detroit; sin embargo, los antimilitaristas habían procurado cortar al máximo toda relación con el RDF y el GTU, formándose otros asentamientos como ciudad Granito, en los que incluso se contaba con aquellos que zentraedis y meltrandis que, micronizados o no, eligieron por tratar de llevar una vida lejos de la violencia de la guerra a la cual estaban acostumbrados. La vida se reinstalaba lentamente, de forma imperceptible, las heridas estaban empezando a cerrar y una nueva oportunidad estaba en ciernes para la humanidad, acompañada del deseo de haber aprendido bien una dolorosa lección y de no repetir los errores del pasado. En todo ese tiempo, Rick y Lisa hicieron su parte, procurando mantener el orden y la paz en las nuevas ciudades y asentamientos, vigilantes de cualquier agresión que rompiera la frágil subsistencia del planeta. Ella, desde el puente de mando, mantenía el control de la fuerza aérea y distribuía las naves de la mejor manera posible; y él estaba en el campo, atento de cualquier evento extraño y presto para intervenir cuando fuera necesario. 
 
En aquel tiempo, parecían olvidados los momentos gratos que ambos compartieron, como si todas sus aventuras en el espacio hubieran sido borradas junto con la casi destrucción del planeta, pues sus riñas eran constantes y encarnizadas que ya se habían vuelto una autentica leyenda en la RDF. Habían pasado casi ya dos meses desde la entrevista que Rick y Lisa tuvieron sobre la elaboración de estrategias de defensa que el GTU requería, tiempo en el que entre ellos surgió una especie armisticio, las hostilidades habían cesado. Esta situación no paso desapercibida por el personal, que ahora especulaban sobre cuáles eran las razones de que las peleas habían cesado: sus comunicaciones por el tacnet eran impersonales y serias; en el hangar y en el puente era ahora más frecuente verlos juntos, conversando brevemente e intercambiando documentos. Muchos suponían que el descanso de dos días que tuvo el capitán había influenciado en este comportamiento, otros aventuraron que ése fue el punto de partida para un romance entre ellos, pero que querían mantener secreto; sin embargo, el trío descartó esta última posibilidad, debido a que nadie había podido “brindar información” de algún encuentro fuera de base o en actitudes sospechosas. Finalmente, la mayoría asumió que la antipatía era tal, que los condujo a ignorarse mutuamente; por lo que debían olvidar aquellas discusiones que tanto les divertía. 
 
Desde el momento que Rick tomó parte en la elaboración de los planes de defensa, decidió documentarse y prepararse para poder asistir eficientemente a Lisa (él conocía bien la exigencia de la comandante), pues si bien era oficial, nunca tuvo la instrucción teórica y doctrinal, la poca que conocía la había aprendido sobre la marcha, subido en la cabina de su VT y en base a su experiencia como piloto. Su dedicación y tesón fue motivo de agradable sorpresa y admiración por parte de Claudia Grant, pues Rick recurrió a ella para convertirla en su mentora, pues leía con interés los diferentes textos que ella le sugería para comentarlos juntos cada vez que sus ocupaciones lo permitían. 
 
Rick: Bueno, acabé de leer los informes tácticos sobre la Ofensiva del Teth y Dien Bien Phu, que me indicaste. Creo algunas cosas pueden ser útiles. 
Claudia: Me alegra verte tan comprometido en esta tarea, sé que Roy hubiera estado contento por ti. Siempre creyó que estabas destinado para cosas importantes. 
Rick: Vamos, mi único mérito es ser buen piloto. Pero ni siquiera eso soy, mi record no se compara con los de Max y Miriya. 
Claudia: Pero estas creciendo. Aunque creo que te equivocaste de guía. Debiste ir donde Lisa, añadió con cierta intencionalidad en sus palabras, lo cual no paso desapercibido para el piloto. 
Rick: Ella tiene múltiples ocupaciones: operadora de vuelo, encargada de las estrategias de defensa, coordinadora del alto mando y colabora con el grupo de desarrollo científico en el diseño de nuevos VT. Además me he enterado que va dictar clases en la Academia Robotech. Oye, ¿De donde saca tanta energía? Yo con pensar en todo esto, ya estoy cansado. 
Claudia: Para hacerlo hay que sacrificar horas de sueño, momentos de esparcimiento y tener novio, dijo con algo de tristeza por ella. 
Rick: ¿Ya ves? Entonces, ¿No crees que si hubiera recurrido a ella la estaría saturando más? 
Claudia guardo silencio, mientras contemplaba el atardecer de las ventanas de la cafetería de la base en la cual estaban. “Estoy segura que a Lisa le habría gustado que hubieras recurrido a ella”, pensó. 
 
La comandante Hayes siempre se caracterizó por su elevado profesionalismo y dedicación, razón por la cual su opinión y concurso eran requeridos. Era cierto que ella había renunciado a muchas cosas, cosas que para una mujer joven y atractiva resultaban naturales, salir de compras, disfrutar la vida nocturna y tener una pareja. Ella se había recluido en el deber desde hacía mucho tiempo, siempre rodeada de informes, planos y reportes, cargando su laptop y una carpeta con documentos, esa era su costumbre. Al finalizar el día, solamente tenía energía para prepararse una cena ligera, revisar algunas labores pendientes, una ducha caliente y a dormir, única actividad que podía sustraerla de sus múltiples ocupaciones. Aquella noche, Lisa tuvo un sueño extraño, se encontraba en un auto, en el lado del copiloto, detrás de ella escuchaba las risas y juegos de dos pequeños (niño y niña) que, arrodillados, miraban fuera del vehículo a través de parabrisas posterior. Cuando miró por el que estaba a su lado, vio un hermoso prado, muy parecido al que rodeaba la finca de la familia Hayes, el pasto crecido ondeaba por el viento y las ramas de los árboles distantes se mecían a su ritmo. Cuando el auto se detuvo y ella gritó “¡Oh, no! Ya se escaparon”, al sentir la portezuela posterior abrirse y ver de reojo que los pequeños habían saltado y empezaban a correr. Quien había estado conduciendo también lo había notado, pues casi de inmediato descendió mientras reía. “Dos niños no pueden corretear por el campo sin vigilancia”, pensó frunciendo ligeramente el ceño, cuando quiso salir se percató que algo le sucedía, pues parecía haber recibido un suave golpe en su estómago, pero por dentro; al bajar su miraba se percató que su vientre estaba abultado y era debido a su estado de gestación. Salió del vehículo con cuidado, el sol brillaba radiante en lo alto, tanto que al levantar la vista éste la hirió encegueciéndola ligeramente, pues solamente pudo notar la silueta de un hombre que llevaba bajo el brazo derecho al varoncito, que pataleaba feliz, mientras con otro cargaba cariñosamente a la pequeña, sentada sobre su antebrazo y que lo abrazaba del cuello. “Mamá, mamá”, dijeron los pequeños, ella se enterneció cuando los escuchó y más cuando revoloteaban a su alrededor, persiguiéndose alternadamente. “Vaya, el embarazo siempre te pone más sensible. Me encantas, Lisa. ¿Ya te dije que te amo con desesperación?”, fue lo que el recién llegado le dijo mientras la abrazaba contra su pecho, con fuerza y delicadeza, mientras ella hacía lo propio rodeando su cintura con sus brazos. Lisa sintió la cálida protección que el hombre le obsequiaba, mientras le acariciaban el cabello. Lamentablemente, sonó su reloj despertador y no pudo ver quien era ese hombre, cómo era su rostro, sus facciones, encontrándose sola en su cama, como siempre; ingenuamente, llevó una mano a su vientre y comprobó que éste se mantenía plano y marcado por el ejercicio. Al sentarse en la cama, dio un suspiro y se preparó para el nuevo día. 
 
La reunión entre los líderes del GTU y la RDF terminó una hora después de lo previsto, empezaba a anochecer en ciudad Macross. El coronel Strassman hizo saber a Lisa que deseaba conversar con ella al final de la sesión, por lo que ambos oficiales se encontraron en la puerta y comenzaron a caminar por el pasadizo, junto con los demás miembros de ambos organismo, mientras platicaban de asuntos irrelevantes, hasta que lograron alejarse del grupo: 
Strassman: Bueno comandante, creo que ahora esta tranquilo. He revisado los reportes de sus planes de defensa y realmente no podía esperar menos de la hija de Donald. Bien hecho. 
Lisa: Gracias, coronel. Sus palabras realmente significan mucho. 
Strassman: Es la verdad. Eres de nuestras mejores oficiales. 
Lisa: El mérito no es sólo mío, agregó algo azorada. 
Strassman: Natalie me comunicó que había pedido ayuda al capitán Hunter, lider del Skull. 
Lisa: Es cierto, señor. Muchas de las observaciones y detalles de los planes han sido facilitados por Hunter. Su experiencia en combate y conocimiento de la geografía son muy útiles. 
Strassman: Si, es verdad. Con Henry hemos considerado útil que lo convoquemos oficialmente a las sesiones de seguridad y estrategia, eso te aliviará un poco la carga; además, él confía en Hunter. He leído su expediente: Uno de nuestros mejores pilotos y jefes de escuadrón, varias misiones de riesgo exitosas, un buen puñado de medallas y recomendaciones. Aunque no logra desprenderse de cierta tendencia a la insubordinación. 
El coronel hizo el comentario sin mirar a Lisa, mientras caminaban por el exterior del cuartel general. Ella recordaba que había escrito algunos informes, en los primeros hacía notar, veladamente, su falta de apego a las reglas, hasta aquella en que, sin dudar, apoyo su asignación como líder y luego para su promoción como capitán, pero tuvo que cortar sus pensamientos. 
Strassman: Sí. Es necio y rebelde. ¿Sabe lo que más me sorprendió en su expediente, comandante? 
Lisa: No, señor, replicó pensando que tal vez haría algún comentario sobre sus informes. 
Strassman: Que conocí a su padre. Fue hace muchos años… 
Lisa: ¿Conoció al padre de Hunter, señor? 
 
Strassman sonrió mientras le entregaba, en silencio, una fotografía y se sentaba en una de las bancas que estaban en la entrada del edificio. Lisa ocupó el otro extremo, mientras contemplaba aquella foto, aparecían en ella varios hombres teniendo como telón de fondo a un tanque y el desierto: algunos estaban subidos en los engranes, los otros de pie, todos sonrientes y algunos haciendo muecas, casi al centro reconoció al coronel, joven, con el cabello, bigote y barba negros, con la misma mirada penetrante y decidida, pero uno de los que estaban sentados era el vivo retrato de Rick, claro que no tenía los ojos azules, pero sí las mejillas y el cabello negro rebelde, pudiendo ser su hermano mayor. 
 
Pasados los mediados de 1980, empezó a narrar Strassman, yo era capitán y formaba parte de la Fuerza Delta. Estaba destacado en África, cuando nos movilizaron a Somalia para la extracción de un líder terrorista escondido en Mogadiscio. El jefe de la misión nos convocó a los líderes de equipo y nos reseñó el plan, uno de los tenientes dijo que la operación sería muy difícil, pues se tenía conocimiento que la población protegía al rebelde. El jefe se limitó a decir que se trataba de milicianos, que a lo sumo responderían con piedras y palos. “¿Y cómo se pelea contra un enemigo que esta dispuesto a usar piedras y palos contra automáticas y artillería liviana?”, le pregunté y dijo que inteligencia y la CIA habían informado que, a lo sumo, habría resistencia leve y aleatoria, tanto que la operación fue calculada en cuarenta minutos. Partimos en tanquetas y humwes con apoyo aéreo de Apaches y Black Hawke. La misión fue un desastre, no capturamos al objetivo y toda la ciudad comenzó a cazarnos, nuestra prioridad fue sobrevivir. Estuvimos envueltos en batalla urbana por casi veintiséis horas, esparcidos por toda la ciudad, luchando como podíamos. Luego de diez horas, mi equipo logró establecer un área segura y trate de reagrupar a todos, pero la mitad de la gente estaba herida, varios graves, no teníamos medicinas y el parque se acababa. Llamé a la base por apoyo y les di mi posición, dijeron que no podían enviar a nadie, que había que estar loco. “Pues manden un demente”, grite. Media hora más tarde, recibimos una señal, “Marquen humo verde. Ayuda en camino” dijeron, cuando pedí que se identifique, solamente dijo: “Señor, ¿pidieron un demente, o no?”. Marcamos la zona y vimos un Huey Bell (2), lo cubrimos con todo lo que teníamos, pero la recepción fue muy fuerte, tanto que el piloto tuvo que sacar su revolver para darse cobertura, a duras penas trasladamos a los cinco más graves, mientras los artilleros pateaban cajas con medicinas y pertrechos. Lograron irse en una maquina que ya estaba humeando por los disparos. Ese demente era el teniente Jerome Hunter. Gracias a él tres de los heridos pudieron salvarse y nosotros pudimos continuar en la lucha, sin su apoyo hubiese sido una carnicería. Después que logramos llegar a zona segura, me comentaron que por milagro logró hacer aterrizar su helicóptero, más si había sido herido en el hombro. Ya en la base, quise buscarlo, pero el jefe de la misión, en persona, me pidió informes. Al preguntar por Hunter, dijo que había ordenado diez días de arresto por llevarse un Huey sin autorización. Al final lo acompañé en el calabozo, pues le rompí dos dientes al jefe de un puñetazo. Como la misión fue un fracaso, la prensa no tardo en reportarlo, enviaron al general Stuart Graham, una leyenda en su época por sus misiones como boina verde y miembro de los Marine Corp. Apenas llegó, ordenó que nos liberen de inmediato y envió al jefe a labores administrativas. 
 
El coronel dio fin a su relato y se puso en pie, dando un par de pasos, seguido por Lisa, quien aún estaba sorprendida de que el refrán “de tal palo, tal astilla”, era cierto. 
Strassman: Después de eso, comenzamos a tratarnos, todos respetaban y confiaban en Jerome, por lo que pedimos que sea nuestro “taxista particular”. Estuvimos juntos en varias misiones en el Medio Oriente, hasta que se retiró para vivir con su esposa y su hijo recién nacido, para realizar su sueño de vivir en el campo y crear y dirigir un circo aéreo. 
Lisa: Sé de buena fuente que llegó a cumplir esas metas. 
Strassman: Hay muchos sueños y metas que cumplir, comandante. Por eso debemos esforzarnos. 
Cuando se despidieron, Lisa quedó gratamente sorprendida por el relato del coronel. Nunca se imaginó que el padre de Rick había pertenecido al ejército y que su carácter testarudo era un asunto genético, tanto que por un momento se compadeció de la mujer que tuviera sus hijos. Lisa se ruborizó y, sonriente, su puso a fantasear al recordar su sueño en el campo, pensando en que ese hombre fuera Rick y cómo serían aquellos niños, si dominaría la rebeldía de Hunter o la formalidad de Hayes, terminando por compadecer ahora a los pequeños, pues no tendrían la culpa de tener esos padres. Sin reconocerlo, Lisa estaba atraída cada día más por el piloto. 
 
En otra parte de la base, el capitán Hunter había estornudado repentinamente, pensando que alguien debía estar hablando acerca de él. Estaba en su pequeña oficina en hangar de escuadrón Skull, terminando de revisar los planes de vuelo para los días subsiguientes. “Tal vez Mimmei se ha acordado de mí”, se dijo, pero sólo pudo sonreír. La popular cantante se encontraba inmersa en la producción de su nuevo cd, pese a lo cual se puso en contacto cuando para salir en la noche. Rick sentía que era necesario conversar con ella seriamente acerca de la relación extraña que unía, que debían “poner los puntos sobre las íes”. Esa situación ya le resultaba embarazosa, no por el hecho de que siempre se especulaba eran pareja o no, sino porque realmente quería que ella fuera sincera con él; ciertamente, la apreciaba y la quería como amigo, pero como pareja, eso no era suficiente, no tenían planes ni metas comunes, menos aún compartían sus actividades. Bueno, en realidad, Rick inicialmente procuró interesarse por lo que ella hacía, a lo que desistió después debido a que ella no tenía tiempo, sino para llamarlo para ir a fiestas, recepciones y cenas, pero lo fundamental fue porque Mimmei nunca quiso comprender, o al menos escuchar, las razones por las que se mantenía en la RDF, ni la importancia del ejército para la sobreviviencia del planeta, lo cual hizo que comenzará a sentirse solo en medio del bullicio y del jet set. 
 
Rick pensaba que quizás, más adelante, podría encontrar una mujer que pudiera compartir sus sueños y que comprenda sus miedos, de una ternura tal que sintiera el deseo vivo de protegerla de todo y contra todos, pero también fuerte, con quien podría luchar lado a lado, cada día, tanto que si uno resbalaba, el otro lo ayudaría a continuar. A veces pensó que esa persona no existía, sino en su imaginación… Aunque tal vez no. Alguien golpeó la puerta, sacándolo de sus reflexiones: 
Rick: Adelante. 
Natalie: Buenas noches, capitán. 
Rick: Comandante. Adelante, por favor. 
Natalie: Espero no interrumpir, señaló al ver su ordenador encendido y los planos sobre la mesa. 
Rick: Para nada, estaba a punto de terminar. 
Natalie: Demasiado trabajo eh? Bueno, lamento comunicarle que le traigo más de eso, comentó algo divertida. 
Rick: Mientras no sea una misión suicida en busca de Khyron, dijo divertido. 
Natalie: No es eso. Como ya debes saber, oficio de enlace entre los oficiales involucrados para los planes de defensa de Nueva Detroit. El almirante Gloval y el coronel Strassman han estudiado con cuidado los planes elaborados por Lisa y conocen de tu asistencia en ellos, así que han decidido que te integres formalmente a las reuniones de estrategias y defensa de la RDF y el GTU a partir de la próxima sesión. Lisa también esta integrando otras comisiones y tu ayuda es necesaria para todos. 
Rick: Bueno, realmente me siento honrado con esa asignación. 
Natalie: Tienes pasta para ser un excelente líder, no sólo en combate, sino como oficial. 
Rick: Son demasiados halagos para quien aprendió lo poco que sabe, desde la cabina de un VT. 
Natalie: Que no te preocupe. Cambiando de tema, creo que podrías tutearme, tu trato formal me hace sentir vieja, ¿Sabes? 
El piloto se sintió sorprendido por el comentario de la pelirroja, ruborizándose ligeramente, mientras ella sonreía a sus anchas. Natalie era tan joven y hermosa, pero ahora estaba risueña. Cuando hubieron superado el momento, empezaron a conversar de muchas cosas. 
 
Lisa estaba saliendo de la base, mirando el firmamento mientras pensaba en las palabras de Strassman, sin poder dejar de sonreír. Cuando estaba llegando a la salida principal, pudo ver a Rick y Natalie aparecer por un corredor lateral, conversando animadamente. Ellos estaban adelante suyo y proseguían su marcha, mientras ella se detuvo en seco, para luego desviarse por el primer pasadizo que había cerca. Recargada contra la pared, apretó contra su pecho las carpetas que llevaba consigo. “¿Por qué me siento así? ¿Qué me sucede?”, se preguntó. No tenía ninguna respuesta que darse, así que espero un tiempo prudencial para salir del cuartel, pese a que no tenía motivo alguno para hacerlo. 
 
Cuando estuvo fuera, Lisa estaba desconcertada y meditabunda, sin percatarse que alguien se aproximaba a ella. 
Rick: Comandante, ¿Cómo está? 
Lisa: Ah. Hola. 
Luego de salir de la base, Natalie subió a un jeep que la esperaba para conducirla al hotel donde se hospedaba, y fue a los pocos instantes que Rick a Lisa, quien se sorprendió por este encuentro, aunque notó en ella cierta turbación y tristeza. 
Rick: Vaya, siempre saliendo tarde. 
Lisa: Tú también estas saliendo, ¿No? 
Rick: Mi patrulla termino tarde, no tenía opción. 
Lisa: Bueno a veces asi es el trabajo. 
Rick: Parece que has tenido un día complicado. 
Lisa: La verdad sí. Solamente quiero ir a casa. 
Rick: Si lo deseas, puedo acompañarte. 
Lisa: No es necesario, tomaré un taxi aquí mismo. 
Rick: Esperaré a que a que lo tomes. 
No pasó mucho tiempo cuando llegó un taxi y Lisa se subió al mismo, despidiéndose de Rick, quien se quedó solo e la vereda, viendo alejarse al vehículo. “Lisa esta triste. ¿Porqué?”, se preguntó mientras empezaba a caminar, aunque sin dejar de renegar por su actitud de suficiencia, al no aceptar que la acompañe. Mucho tiempo había pasado sin ver esa mirada en ella, esa que simplemente lo derretía y hacía nacer en él la necesidad de protegerla y consolarla. Aún después de llegar a su casa, esta pregunta no lo abandono, pero fue más allá, al recordar esa mirada, quería saber qué había detrás de ella, qué pensaba, qué era lo que podía ponerla triste o alegre, qué era necesario hacer que comparta sus temores, planes, ideas, metas, sueños, hasta locuras. Sin habérselo propuesto, Rick estaba decido a saber las respuestas. 
 
(1) Sólo a manera de información, Primo Leví (Turín, 1919-1987) nacido en una familia judia, químico de profesión, sobreviviente de Auschwitz, escribió su testimonio y reflexiones sobre los campos de exterminio nazis en tres libros: “Si esto es un hombre”, “La tregua” y “Los hundidos y los salvados”. La cita corresponde al primero. 
(2) El Huey Bell es el tipo de helicóptero que vemos en todas las películas de la guerra de Vietnam, con sus artilleros en cada puerta y transportando soldados. 

Continue / Continua: Yes / Si

Feedback / Comentarios: Yes / Si

Author email / email del autor: ccen04ARROBAyahoo.com