fanfic_name = En busca de un sentido

chapter = Capítulo cuatro: Parte del mismo equipo

author = skull02

Rating = AP

Type = Action

fanfic = Capítulo cuarto: Parte del mismo equipo

 

Un nuevo día empezaba y para Rick Hunter y Lisa Hayes éste tenía un significado especial, cada quien había pensado en cómo se enfrentarían ahora. Los dos días de separación habían tenido consecuencias en ellos, se extrañaban; pero no porque ya era una rutina pelear o molestarse mutuamente, sino por algo que ellos aún no habían notado, y era que se gustaban. La comandante Hayes se estremecía cuando el capitán Hunter la miraba directa y seriamente con sus ojos azules, fulgurantes cuando estaba enfadado, su cabello negro, rebelde y libre al viento; las facciones firmes y varoniles de su rostro, unido a la apostura de su cuerpo, delgado pero que se adivinaba musculoso cuando vestía su ceñido traje de vuelo, lo cual no variaba mucho cuando portaba su uniforme. Por su parte el capitán siempre, en algún momento, tenía que tragar saliva al estar frente a su comandante y coordinadora de vuelo, porque no podía sostenerse por mucho tiempo su vista ante esos ojos verdes, tan intensos cuando lo miraban, su hermoso rostro, de cutis nacarado, suave; sus cabellos color miel perfectamente peinados y arreglados de una manera elegante y sencilla; claro que también, de reojo y con mucho disimulo, su vista recorría su cuerpo, reconociendo que, aunque atlético por el ejercicio constante, era esbelto y de formas perfectas y proporcionadas, sin ser voluptuosa, si la comparaba con Minnmei, destacando sus bien torneadas piernas, pese a utilizar las faldas reglamentarias que llegaban hasta sus rodillas, las cuales se habían convertido en su punto débil. Ambos jóvenes se prepararon para el nuevo día, sin dedicarse siquiera un pensamiento.

 

El capitán, como todos los días, se vistió con su característico buzo de color plomo y salió a trotar mientras aún estaba oscuro, dirigiéndose a un parque cercano a su casa, al cual tenía por costumbres dar algunas vueltas, incluso en su bicicleta, antes de prepararse para ir a los cuarteles, los que complementaba con sesiones de boxeo en el gimnasio, bajo la orientación del sargento John Phillips, miembro de la policía militar y ex-campeón amateur; por su parte, la comandante había acondicionado una de sus habitaciones para su rutina diaria de ejercicios, la cual consistía en unas mancuernas, una bicicleta para spinning y pequeñas pesas, lo que complementaba con algunos ejercicios que había aprendido cuando en su adolescencia practicó ballet. Las responsabilidades y las presiones que ambos jóvenes estaban sujetos en sus deberes, hacia necesario que buscaran la manera de cumplir con los mismos, por lo que siempre procuraban mantener actividades físicas con la mayor regularidad que pudieran. Aunque ellos no los descubrieron, aquel día deseaban estar lo más tranquilos y relajados posibles.

 

Apenas había llegado a las instalaciones del escuadrón Skull, Rick distinguió la presencia de Max, quien daba indicaciones a uno de los técnicos del hangar. Cuando divisó a su amigo, despidió al subalterno y se dirigió a él con una sonrisa y el reporte y el detalle de las labores realizadas los días previos.

Rick: Gracias por cubrirme Max. Te lo debo.

Max: No es nada. Para están los amigos. Finalmente ¿Lograste lo que buscabas?

Rick: Al menos tengo ahora más claro mi deber. Soy un soldado, debo proteger a nuestra raza. Para eso hay que recibir órdenes y cumplirlas.

Max: Eso suena algo sombrío, jefe.

Rick: Tal vez, pero, por ahora, es lo mejor que tengo.

Max: ¿Has decidido algo sobre Minmei?

Rick: ¿Creerás no he pensado mucho en ella estos dos días?

Max: Vaya esa sí que es una buena noticia, aunque hubiera sido bueno que decidieras algo al respecto. Sabes que no me gusta meterme en tu vida privada, pero creo que esa situación sólo te provoca preocupaciones.

Rick: Tú sí que tienes suerte, conociste a tu pareja ideal y has formado una familia con ella. Me encantaría tener alguien asi a mi lado, pero esa persona no es Minmei. Pienso que si no la busco, ella tampoco lo hará.

Max (sintiéndose culpable y hablando con cierta dificultad): Puede que te moleste lo que voy a decirte, pero Minmei me llamó ayer para comunicarse contigo.

 

Rick Hunter se detuvo de golpe y lo miró fijamente por unos segundos, lo cual alarmó a Max. Si su mejor amigo se molestaba con él, pensó que lo tendría bien merecido. Hacía unos instantes dijo que no se metía en su vida privada y no le había dicho que la mujer que le quitaba el sueño le estaba buscando. Finalmente, Hunter se encogió de hombros y dijo: “Vaya, no me imagine que habrían cancelado algo de su agenda”. Sonrió con algo de tristeza, golpeando fingidamente a Max en el brazo, con lo que le dio a entender que nada había pasado.

 

En el puente, la comandante Lisa Hayes revisaba los planes de vuelo para el día y vio el nombre de Rick en la lista de líderes de grupo. “Espero que el descanso le haya servido” pensó una vez más. Antes de confirmar el programa, advirtió que había una orden para revisar y asegurar los sectores H5 y D7 del cuadrante noreste, solicitud que estaba visada por el propio almirante Gloval. Esa zona ya había sido declarada segura por el capitán Hunter, quien personalmente había confirmado dicho status apenas una semana atrás, además inteligencia había señalado que en esa zona nunca se produjeron disturbios o actividad sospechosa, ni se esperaban situaciones similares. Esta orden venía a trastocar una decisión que ella había tomado el día anterior, a raíz de la reunión con sus superiores y el GTU, la cual considero conveniente no sólo para la RDF sino también para Rick; sin embargo, resignadamente pensó: “Bueno, son las órdenes y él deberá obedecerlas”. La comandante Claudia Grant se acercó a ella y con un guiño le dijo: “Bien, muñeca, veremos que pasa en el día cero”. Lisa apenas sonrió ante ese comentario, pues ya se veía discutiendo otra vez por el tacnet y, para variar, con la misma persona. Por su lado, el trío y Claudia habían apostado cuanto tiempo demorarían en discutir nuevamente, Kim y Sammy consideraban que no pasaría de cinco minutos, Vanesa que sería al regreso del patrullaje y Claudia que pasarían dos días. La apuesta era una semana de cubrir a la ganadora en el trabajo adicional. Entre los pilotos y personal de tierra también había expectativa por el reinicio de hostilidades entre el rebelde piloto y la testaruda operadora.

 

Lisa confirmó los planes e ingresó los datos y las coordenadas para ser remitidas a la terminal del lider del escuadrón Skull. Cuando terminó de procesar la información y al acercar un pequeño dedo a la tecla enter, dudo. Esa fue una de las pocas ocasiones en que no estuvo segura de dar una orden, no se necesitaba ser un genio para adivinar la reacción del destinatario, imaginaba que se levantaría de su silla bufando furioso, mientras vociferaba que seguramente la comandante Hayes pensaba que era un idiota que no sabía distinguir entre zona segura y zona de riesgo, o quizás simplemente se había equivocado. “Genial, creerá que en lugar de imbécil, lo considero un incompetente”, se dijo entristecida. Ella se sentía hastiada de pelear con él, no hacía doce horas que se había prometido poner todo de si para llevarse mejor. Recordó la foto que había hurtado, a su mente regresó esa imagen de Rick con los ojos cerrados, como si en ese momento disfrutaba de un mundo privado y remoto. Cuando envió los datos, sintió que esa foto se destruía, se incendiaba y no quedaba nada de ella; secretamente y sin saber porqué, odio ese momento, odio haber enviado esas órdenes, odio haber tenido que aprobarla. Ella no se había dado cuenta, pero había quedado cautivada por esa foto de Hunter y se resistía a que la magia se pierda.

 

Max y Rick dejaron lo que hacían cuando la computadora de la oficina anunció que había un nuevo mensaje, el que sólo podía ser los planes de vuelo y sus posibles modificaciones, así como órdenes adicionales. Tenían solamente poco más de veinte minutos para leerlas y decidir su distribución a los equipos asignados para ese día. Rick había decidido liderar el Bermellón, mientras Max y Miriya se quedaban en tierra para terminar los informes que debían remitir al puente y a inteligencia, elaborar las propuestas del escuadrón para los próximos patrullajes y supervisar desde la torre el desplazamiento de las naves ese día. Los planes como siempre tenían el código de la operadora de vuelos y estratega, la comandante Hayes, y esta no fue la excepción. Max miró la pantalla y quedo en silencio cuando vio la orden de patrulla en el sector noreste. Pensó que el vendaval iba a desatarse, Rick explotaría y consideraba que no le faltaba razón, esa zona era por demás segura y no era justificado que se invierta tiempo, hombres y recursos. Los informes del capitán Hunter habían sido por demás claros, pero había que acatar la orden. Rick cruzó sus brazos y apoyo los codos en el borde del escritorio, bajo la cabeza para no seguir viendo el monitor, como si su interés fuera ahora el teclado frente suyo, inhaló y expiró pesadamente, como si hubiera recibido una mala noticia, en parte si lo era, porque creía que otra vez su trabajo no era tomado en cuenta y se desconfiaba de sus conclusiones. Pero no dijo nada, el silencio se mantuvo por una fracción de minuto y levantándose de la silla, simplemente exclamó: “Bueno, la dama ya puso la música, ahora hay que salir a bailar”. Sin decir más, se dirigió, seguido por Max, a la sala de reuniones del hangar, donde los pilotos esperaban a su jefe para conocer las tareas del día.

 

Uno de los principales escuadrones de la RDF era el Skull y estaba llamado a convertirse en unidad de elite. Su leyenda inició con las proezas de su primer lider, el comandante Roy Fokker, y su fama creció en las batallas libradas en el espacio defendiendo al SDF-1 y a los refugiados civiles, destacando, entre otros, los pilotos Rick Hunter y Max Sterling, uniéndoseles después Miriya Parino. Su símbolo era el cráneo y las dos tibias cruzadas, que recordaba a la bandera pirata, que destacaba en los trajes de vuelos de sus integrantes. Estaba conformado por 24 naves VF-1, divididas en 6 equipos: Bermellón, Atila, Luxor, Trueno, Renko y Sable. Su sala de reuniones había sido instalada dentro del hangar destinado a sus naves. Aunque la construcción era precaria y simple, también era funcional y austera, su mobiliario consistía, aparte de las banderas del GTU, de la RDF y de la unidad, en una pantalla acrílica, un proyecto de transparencias, una mesa con dos sillones y un pequeño podio con una terminal en su estrado, además de una treintena se carpetas individuales para los pilotos, dividas en dos grupos separados por un pasadizo intermedio. No existía ningún lujo en ese recinto, solamente en uno de los extremos del frente, al lado del estandarte del escuadrón, había una mesa algo vieja y apolillada, pero que para cada uno de sus miembros era un lugar sagrado. En ella se conservaban algunos objetos como cascos, guantes, medallas y algunos efectos personales que habían pertenecido a quienes habían caído en combate. Alrededor de la mesa estaban pegadas, en desorden, fotografías de jóvenes pilotos saludando, solos o en grupo, bien reunidos al lado de una nave, en una batahola, muchos de los cuales ya no estaban con ellos. Ese pequeño altar servía para recordar a los amigos, el deber que habían asumido al integrarse al RDF y sentir que quienes partieron no lo hicieron en vano. Entre esas fotos, para Rick siempre destacaba una algo sucia y descolorida, era aquella que se tomó con Roy Fokker, Max Sterling y Ben Dixon en un parque artificial del SDF-1, cuando salieron a pasear en grupo un día nada especial, luego de un día de patrullaje más. La foto fue consecuencia de una reacción totalmente espontánea, tanto que ni siquiera recordaba quién lo sugirió, solo tenía que los cuatro estaban contentos y reían, lo cual fue captado por la cámara; se les veía despreocupados como amigos que salen en grupo en busca de diversión, sin nada que evidenciara que estaban en guerra y que ellos estaban directamente involucrados en ella. Esa foto no solamente ponía nostálgico a Rick, sino también a Max, quien lamentaba que sus dos buenos amigos no conocieran a su esposa y a su hijita Dana. Ambos sentían que la vida, el destino o como quiera que se llame no era justo, pues muchas vidas fueron cegadas y la posibilidad de que eso se repita no estaba descartada. Por eso cada miembro del legendario escuadrón respetaba ese altar y cuando partían al combate siempre lo miraban, no porque ellos también podrían formar parte del mismo, sino para que aquellos que habían tomado la delantera les infundan coraje y valor, que les ayuden a dar su cien por ciento y cumplir con su deber.

 

Cuando Rick y Max llegaron a la sala, en esta ya los esperaban veinte pilotos, quienes se pusieron de pie al ver a sus jefes para saludarlos, cuando el sargento Campbell anunció su llegada. Rick encendió la terminal y de inmediato la luz se apago y en la pantalla colocada en la pared apareció un mapa con la ruta, coordenadas y áreas materia de vigilancia y patrullaje, procediendo a explicar los objetivos e información que debían que recoger y entregar a los lideres de grupo para que el plan de vuelo fuera conocido por los pilotos con sus respectivas asignaciones. La charla no duró mas de quiince minutos y casi al terminar, el capitán Hunter bajo del podio y asumió la posición de firmes, junto con Max a su lado, diciendo: “Atención. Oficiales en la sala. ¡Saludar!” Las carpetas traqueteron cuando sus ocupantes se ponían en pie para dirigir su saludo a quienes estaban haciendo su ingreso: el coronel Strassman, quien caminaba en medio de los hombres con su característico paso cansino, y siempre acompañado por la comandante Delacroix. Las miradas de los pilotos se abrieron desmesuradamente cuando reconocieron al legendario guerrero y todos ellos procuraron el porte más erguido que pudieron, aunque algunos de los varones, disimuladamente, admiraban a la bella oficial pelirroja que lo acompañaba. El coronel se limitó a responder el saludo: “¡En descanso! Capitán, continúe Ud.”. Hunter se limitó a despedir a sus hombres para que se dirijan a sus naves y se preparen para el despegue.

Strassman: Creo que he venido en mal momento capitán.

Hunter: Para nada, señor. Es todo un honor tenerlo aquí.

Strassman: Gracias, pero realmente el honor es mío. Quería conocer a los miembros del Skull. Sus acciones allá arriba si fueron por demás sorprendentes. En verdad, se les debe mucho.

Hunter: Considero que hicimos lo que pudimos, señor.

Strassman: Eso no es cierto, ustedes lo dieron todo. Hay quienes así lo consideran, añadió mirando al grupo de fotos en la pared. Bueno, no quiero demorarlos, caballeros, así que me limitaré a presentarles a mi asistente, la comandante Natalie Delacroix.

Rick y Max instantáneamente, giraron hacia Natalie y saludaron militarmente, quien les devolvió el saludo. Para el capitán no paso desapercibido que aquella oficial era hermosa y sofisticada, pese a comportarse como corresponde a una oficial y asesora, dueña de dos bellos ojos pardos. Por su parte, ella se había sentido atraída por Rick, le parecía guapo y atractivo, por lo que le sostuvo la mirada con una leve sonrisa.

Rick: Señor, pido permiso para retirarme y continuar con mis órdenes.

Strassman: Puede continuar, capitán. Ya habrá ocasión para charlar. Por ahora seguiré con mi itinerario. Comandante. Dijo retirándose acompañado de Natalie, quien intercambio miradas con Hunter, lo cual no paso desapercibido para Max.

 

En el trayecto, ambos amigos se mantuvieron en silencio. Max recordó las órdenes recibidas y las palabras que había dicho Rick momentos antes, quien, aunque con la cabeza erguida, miraba el suelo, como si fuera un condenado que resignadamente va al patíbulo. Su preocupación residía en el hecho de que su amigo y jefe no se comportaba así ante ordenes que no tenían sentido. Por su parte, Rick trataba de convencerse que debía existir alguna buena razón para aprobar esos planes, consideró que estaba haciendo una tormenta en un vaso de agua. “Las decisiones de estrategia no son de mi incumbencia, esa es la tarea de Lisa y de los peces gordos”, pensó para sí, dando por zanjado ese tema. En ese instante, Max trató de dar un giro a la situación y distraer a Rick antes de que subiera a su nave.

Max: Hey. ¿Estas aquí, jefe?

Rick: ¿A que te refieres?, le respondió algo sobresaltado.

Max: Bueno, la comandante Delacroix es realmente hermosa, dijo en voz baja y mirando de reojo en sentido contrario a su amigo.

Rick: Cuidado, Sterling ¿O quieres dejar huérfana a mi sobrina? Miriya podría convertirse en una “auto-viuda”, bromeó.

Max: Vamos, no vas a decirme lo contrario.

Rick: Ahora que lo dices, hacía mucho tiempo que no veía una pelirroja, además sus ojos pardos son bonitos.

Max: No te decides entre dos y ahora agregas la tercera, dijo divertido.

El capitán Hunter miró con seriedad a su amigo y no pudo responder su comentario debido a que a su lado apareció Miriya. Rick cambio inmediatamente de tema, comentándole acerca de los planes de vuelo y del monitoreo que debían seguir en la torre.

 

Cuando llegaron a la pista, Rick Hunter subió al legendario Skull 01, revisó los instrumentos y probó los nuevos equipos con el jefe de técnicos encargado. Si existía algo que pudiera distraerlo efectivamente era la mecánica y los aviones, siempre que podía estaba en los talleres metido de cabeza en las reparaciones de las naves, procurando aprender lo más posible, mecánicos e ingenieros se sorprendían de los conocimientos prácticos del capitán, tanto que consideraban que si se quedara varado en el desierto, bien podría hacer que su nave vuelva a funcionar; para esto le servia el haber tenido que vivir solo y reparar el mismo su avión del circo aéreo. Sus ojos brillaron al ver las mejoras a su nave que, gracias a la intervención directa y confianza de Bretai, contaba con un sistema de radar era de última generación, pues se habían empleado parte de la tecnología de los pods de combate zentraedi, así como el los nuevos controles de misiles, pero la efectividad de esto último sólo podía ser probada en combate, lo cual no le agradaba, pues consideraba (con razón) que había visto ya demasiada muerte y destrucción. Esto lo pensó cuando la carlinga se cerraba, al tiempo que la computadora anunciaba que llegaban los planes de vuelo y las coordenadas que debían cubrir los diversos equipos, las cuales debía de distribuir entre los líderes y pilotos. Se limitó a verificarlas, al ver el código de la comandante Lisa Hayes y se dijo: “Es la mejor oficial que tenemos. Siempre ha sido responsable y su criterio es de lo mejor”. Sin habérselo propuesto, recordó aquella ocasión en la que ella lo derribó, hecho que para él nunca pasó de ser un desafortunado accidente, además, la decisión de la comandante en aquel momento había sido la correcta porque las naves enemigas fueron derrotadas, justo cuando estaban a punto de vencer. Aunque salió algo lastimado y estuvo hospitalizado, ese hecho le había salvado la vida, pues el comandante Roy Fokker falleció en acción, cuando lideraba al equipo Bermellón en una escaramuza. Más de una vez Rick se había preguntado que habría pasado si el hubiese estado en el lugar de su hermano mayor, su respuesta había sido: “Seguramente Roy y Max habrían lamentado mi muerte. Hubiera sido una hermosa explosión. Quizás Mimmei también habría llorado. En cuanto al resto, sólo significaría una baja más”. En ese momento, pensó: “¿Y para Lisa? No, yo soy sólo un piloto más”.

 

La voz de Miriya lo sacó de sus pensamientos cuando le indicó que debían empezar las maniobras para despegue. Ese era el momento en que el capitán Hunter debía reportarse con el puente y solicitar autorización. Por un segundo, dudo de la decisión tomada el día anterior, pero al final cerró los ojos y respiró profundamente antes de abrir el tacnet. Al activarlo, la imagen de Lisa apareció de inmediato:

Rick: Skull 01 a Delta 01.

Lisa: Aquí Delta 01. Capitán Hunter, sus órdenes y planes aprobados le han sido enviados.

Rick: Recibidos y copiados. Procedo a distribución.

Lisa: Comentarios antes del despegue.

Rick: Ninguno, se procederá conforme a las instrucciones. Solicito autorización para despegue.

Lisa: Despegue autorizado, capitán.

Rick: Gracias comandante. Skull 01 fuera.

No bien terminó de hablar, Rick inmediatamente apago el tacnet, quería evitar a toda costa cualquier posible altercado con Lisa, realmente no deseaba eso. Apretó los ojos y al abrirlos, se comunicó por radio con las demás naves: “Muy bien caballeros, ya estamos enterados. Nos vamos y cuídense”.

 

Las naves despegaron y ya en el firmamento rumbo al horizonte. En el puente, con lo sucedido, Sammy y Kim ya habían perdido su apuesta, lo cual no fue advertido de primera intención, sino que todas habían quedado atónitas ante la respuesta del capitán Hunter: Ninguno, se procederá conforme a las instrucciones. Todas se miraron disimuladamente, sorprendidas por la conversación que habían presenciado. La más sorprendida fue Claudia, porque en el instante en que Delta 01 y Skull 01 conversaban, había terminado de tomar conocimiento del patrullaje en el sector noreste y, como todos ellos, lo considero por demás innecesario. “Si esto hubiera pasado hace una semana, Rick hubiera explotado. ¿Qué sucede?”, pensó mientras miraba de reojo a Lisa, descubriendo que su amiga tenía la mirada triste y preocupada, pero tuvo que dejar estos pensamientos porque sus deberes requerían toda su atención.

 

Pasado ya el mediodía, Lisa y Claudia se dirigieron al comedor de la base para almorzar. Cuando buscaban una mesa libre, mientras llevaban sus charolas, tropezaron con la comandante Delacroix.

Natalie: Lisa, que gusto verte.

Lisa: Oh. Natalie, como estás. Te presento a una amiga, la comandante Claudia Grant.

Claudia: Hola, mucho gusto.

Natalie pidió acompañarlas, a lo que ellas no se negaron. Cuando pudieron ubicarse en una mesa algo separada de las demás, prosiguieron su conversación.

Lisa: Pensé que el coronel Strassman ya había partido hacia ciudad Monumento.

Natalie: Lo más probable es que partamos mañana. El coronel ha querido quedarse y conocer al personal de defensa de ciudad Macross, por lo que ayer estuvo revisando los records de vuelo de los diferentes escuadrones y los expedientes de algunos pilotos.

Claudia: Vaya, pareciera que esta recogiendo información, dijo suspicaz.

Natalie: Bueno, creo que después de la reunión de ayer no debería sorprendernos. Uno de los asentamientos que se espera que desarrolle en poco tiempo es Nueva Detroit, sobretodo después que los reconocimientos de nuestras unidades han descubierto que, aparentemente, muchos de los sistemas de gaseoductos que conectaban las diferentes fábricas que ahí existían pueden refaccionarse. Creo que se entiende que si esta información se confirma, podría ser el inicio del desarrollo industrial de post-guerra.

Lisa: Pero esta información no fue comunicada en la reunión de ayer con el GTU, comento frunciendo ligeramente el ceño.

Claudia: Eso podría dar a entender que la RDF tiene una agenda particular y reservada, poniéndose seria.

Natalie: Cierto. Por eso este encuentro no es casual.

Lisa y Claudia quedaron perplejas ante estas palabras, limitándose a mirar sorprendidas a Natalie, cuyo rostro había adoptado una expresión adusta.

Natalie: Esta orden viene directamente del almirante Gloval y del coronel Strassman. Y hay más, aparentemente, a consecuencia del calor del bombardeo enemigo, es posible que existan depósitos de gas natural y, tal vez, petróleo a quince o treinta kilómetros de esas tuberías. Existe un noventa por ciento de posibilidades de que esta información sea cierta. Es una fuente de energía importante la que se habría generado.

 

Sus dos interlocutoras conocían desde hacía tiempo al almirante, ellas y toda ciudad Macross pusieron sus vidas en sus manos, jamás habían dudado de sus decisiones y órdenes, era imposible que estuviera implicado en intrigas y oscuros objetivos. Ambas pensaron que si esta información se hubiese difundido, era posible que en algunos miembros del GTU despierten mezquinos intereses y pidieran participación directa en la exploración y estudio de esos pozos, lo cual devendría en desorden y retrasos, cosa a la cual no podían exponerse, debido a que Khyron, Azonia y muchos zentraedis y meltrandis violentos habían desaparecido, junto con una cantidad imprecisa de pods y armamento. Sí, la decisión de guardar silencio sobre estos posibles descubrimientos era la correcta, al menos por ahora, debido a la delicada coyuntura que se vivía.

 

Natalie: Creo que comprenden cuál es la situación en este momento.

Claudia: Sí, aunque no me agrada mucho.

Lisa: Eso es verdad, pero parece que no hay otra opción…por ahora.

Claudia se limitó a sonreír ante ese comentario. Lisa Hayes jamás dejaba de pensar y actuar como soldado, aunque ello nunca le impedía racionalizar las cosas, siendo ese uno de los motivos por los que el almirante Gloval pidió que fuera su primer oficial del SDF-1.

Natalie: No esperaba otra respuesta de ti, Lisa, agregó sonriente. Por eso es necesario que toda esa zona quede completamente asegurada.

 

Desde el instante en que la comandante Delacroix había mencionado Nueva Detroit y los antiguos gasoductos, Lisa comprendió porque se ordenó al escuadrón Skull patrullar y reportar la situación en el sector noreste. Aquella zona estaba bajo el control de ciudad Macross y era la región más próxima para Nueva Detroit, de producirse el desarrollo industrial esperado, el transporte terrestre debía recorrer ese sector; además, en caso de producirse un ataque, las naves debían desplazarse por ahí mismo. “El sector noreste puede convertirse en una de la puertas de acceso a Nueva Detroit, más aún cuando Macross situada entre ella y Monumento”, pensó Lisa.

Claudia: ¿Cuál viene a ser la participación de nosotras en este plan? Señaló, sacando de sus pensamientos a Lisa.

Natalie: Es necesario que se elaboren reportes detallados para el almirante y el coronel respecto a estas asignaciones.

Lisa: Si me permites preguntar. ¿Por qué esta orden no nos la ha dado el almirante?

Natalie: (sonriente) Supongo que debido a que esta va a ser una operación bastante grande, lo cual se verá en los próximos meses, por ello me han solicitado que sea oficial de enlace, mi deber será establecer comunicación con Uds. para remitir los informes al coronel y a otros oficiales. Lisa, el almirante Gloval y varios superiores han tenido muy en cuenta tu experiencia al asignarte la misión de elaborar los planes y estrategias de defensa de Nueva Detroit y la coordinación de las mismas con Macross y Monumento.

Claudia recordó que en la reunión del día anterior, el almirante Gloval sugirió que Lisa fuera encargada de elaborar planes de defensa para los nuevos asentamientos, propuesta que fue formulada como si se tratase de una formalidad más dentro de las labores de cooperación entre el GTU y la RDF. Cuando Lisa aceptó el encargo, recordó que el almirante y Strassman sonrieron satisfechos.

Lisa: Bueno, son varias sorpresas para un día. Entiendo que esta información no debe salir más allá de determinadas personas, o ¿me equivoco?

Natalie: Eso es cierto, pero algo que el almirante y el coronel dejaron en claro es que esto no tiene que ser una GESTAPO, ni cosa parecida. Ambos hicieron hincapié que hasta hace menos de cinco años la posibilidad de una agresión extraterrestre se hubiera considerado ficción, pero ahora, bien saben que tenemos que dar respuestas y soluciones en situaciones que no tienen antecedentes. Creo que ambos confían en el buen criterio de las personas que participan en esta operación.

Lisa: Me alegra saber eso. Como se me ha encomendado presentar propuestas para sistemas de defensa que integren a Macross, Monumento y Nueva Detroit, he considerado que me apoye y asista el líder del escuadrón Skull. Cuando regrese de su patrullaje se lo plantearé.

Claudia se quedó sorprendida, mirando a su amiga. Esta sí que era una novedad: Lisa era una erudita en estrategia, así como en formación y desplazamiento de tropas, tal como lo demostró en el espacio como Primer Oficial; si ella había decidido contar con la ayuda de alguien, era porque esa porque esa persona podría brindarle datos o conocimientos que ella no dominaba. No, la comandante Hayes nunca hubiera pensado convocar a Hunter por condescendencia, sino porque reconocía su capacidad para esta importante labor.

Natalie: Vaya, creo que me ganaste, Lisa. Tenía pensado lo mismo. Piloto experto, conoce bien esas zonas, ha enfrentado a diversos tipos de naves enemigas; además de varias misiones de alto riesgo exitosas, un impresionante record de vuelo en VF-1, un líder nato…Aunque algo rebelde y poco respetuoso a la superioridad, pero eso sí: muy guapo y apuesto, con un par de ojos azules de ensueño, concluyó con tono pícaro.

Claudia, discreta, miró directamente a la comandante Delacroix y no podía decidir cuál de sus dos interlocutoras la había sorprendido más, pues esta última hizo un buen resumen del expediente del piloto, sin haber dejado de lado sus atributos personales. Por su parte, Lisa se sintió algo incómoda, pues consideró que los últimos comentarios no tenían nada que ver con el asunto que trataban.

 

La conversación concluyó en ese momento, pues el celular de Natalie sonó y ésta tuvo que despedirse. Una vez solas, Claudia continúo con la conversación:

Claudia: ¿Por qué no me comentaste que ibas a convocar a Rick en la elaboración de los planes de defensa?

Lisa: Tomé esa decisión en la noche, antes de dormir. Luego del ataque, la tierra ha cambiado mucho y cualquier información previa que exista no esta actualizada. Rick ha sobrevolado casi todo el territorio entre Macross. Monumento, Nueva Detroit, Granito y otros asentamientos, además ha elaborado diversos informes sobre dichas áreas para inteligencia y sus rutas han servido para crear la nueva base cartográfica de navegación.

Claudia: Ciertamente, la decisión es inteligente y oportuna. ¿Crees que acepte?

Lisa: Espero que sí. Además, es una oportunidad para que se pruebe y crezca como oficial. Aunque…

La comandante Hayes pareció dudar un momento. Había recordado su expresión cuando se comunicaron antes de despegar, no recordaba haberlo visto tan distante, como ausente y apático, sin reclamarle las órdenes impartidas; sus ojos aparecieron frios y estáticos, sin esa fuerza y fuego que despedían cuando estaba enfadado. Claudia comprendió su vacilación, por lo que cambió de tema de conversación.

 

Cerca de las cinco de la tarde, los equipos de reconocimiento reportaron a la torre que iban a iniciar el descenso, la cual culminó con el aterrizaje del Skull 01. Rick bajo de su nave totalmente cansado, se sentía exhausto y agradeció que fuera Sammy quien contestó el tacnet cuando se comunicó con el puente. El capitán Hunter solamente pensaba en recopilar los datos de los jefes de equipo y elaborar los rutinarios informes. Ya instalado en su oficina, cuando estaba empezando a revisar los mensajes enviados, alguien llamó a la puerta: “Hola Rick”, fue el saludo que le obsequió la comandante Lisa Hayes, quien lo miraba con su seriedad habitual, que más era una careta para disimular su nerviosismo por lo que podría suceder. “Comandante, pase por favor”, fue la respuesta de Hunter. El tono de su voz había sonado fría e impersonal, pero distante, como si existiera una barrera o un abismo entre ellos. Pese a esta reacción de Rick, Lisa sintió que, al menos, podría plantearle lo que había pensado. “Iba a empezar mi informe acerca del patrullaje al sector noreste. Espero que sea de utilidad, aunque creo no era necesario volver a revisar esa zona, al menos no tan pronto”, prosiguió. Lisa aprovecho el momento: “Al respecto, considero necesario que tengas una explicación”. Durante la siguiente media hora, se dedicó a narrar a Rick la reunión del RDF y el GTU, el posible desarrollo industrial de los nuevos asentamientos y los planes de Gloval, Strassman y otros altos oficiales, hasta su encuentro con Delacroix.

 

El capitán Rick Hunter escuchó en silencio y con mucha atención a su comandante. Cuando ella concluyó, dijo: “Si los informes científicos son correctos, en verdad es necesario tener bien vigilado ese sector. Pero ¿Yo en que puedo ayudarte? Tú eres la mejor estratega y la cartografía de esa zona esta a tu disposición”. Lisa giró distraídamente hacia la ventana de la oficina, contemplando como empezaba a caer la noche y se preparaban las naves para el patrullaje nocturno, aunque en realidad lo que quería era evitar que Rick viera el leve rubor de sus mejillas causado por sus palabras, pues no esperaba que se expresará así de ella, aunque fuera sólo respecto de su trabajo. Después del almuerzo, no pudo dejar de pensar en cómo le propondría a Rick para que participe en el proyecto. Hacía ya mucho tiempo que no se ponía nerviosa, pero realmente necesitaba contar con él para elaborar las estrategias de defensa para los complejos industriales que se desarrollarían, pero más que eso, no quería que volvieran las peleas, estaba harta de lastimarlo y que la lastime. Reponiéndose giró hacia él y prosiguió: “Para mi es importante contar con tu apoyo. La cartografía que dices ha sido elaborada prácticamente en función a tus reportes y a tus planes de vuelo, además estas en contacto permanente con la geografía de la zona y nadie como tú conoce el poderío y capacidad de las naves enemigas. Esa información solamente la conozco a través de informes y en la consola de mi ordenador en el puente, pero tú la tienes de primera mano. Por favor, ayúdame”.

 

Rick se sintió que algo incómodo por el comentario, se rascó la cabeza con expresión confundida, ante lo cual Lisa tuvo que morderse ligeramente los labios para evitar una sonrisa. “Bueno, si considera que debo ayudarla, cuente conmigo comandante”. Ambos jóvenes, por breves segundos, se miraron directamente, los ojos verdes de Lisa estaban atentos hacia su interlocutor, estudiando sus reacciones, pues se sentía preocupada, al ver que Rick se esforzaba por mantener una mirada neutra, pero en ella se reflejaba tristeza, desazón, lo sentía indefenso y vulnerable, como si estuviera viendo en ese momento aquella foto con Dana, hubiese querido tener el valor suficiente para preguntarle qué era lo que pensaba en ese momento, qué le estaba sucediendo, si ella podía ayudarlo, pero solamente pudo mantenerse en silencio, a la expectativa. El rompió el contacto al bajar la vista, realmente en esos dos días había extrañado a Lisa, sobretodo su mirada, intensa y profunda, tanto que parecía haber un secreto oculto en ellos, algo que estaba allí invitándolo a saber que era. No, él no debía intentarlo, ¡ni siquiera podía pensarlo! Ambos eran soldados y ella su superior, si bien no era una orden lo que había recibido, así lo tomaría. “Es mi responsabilidad velar por la superviviencia de nuestra raza. Es mi deber y mi decisión”, pensó para sí con cierta amargura.

 

Lisa se puso inmediatamente de pie, seguida por Rick. Al instante le entregó la carpeta que traía consigo. “Bueno, capitán. Gracias por aceptar. Quisiera que revises estos planes preliminares y que me los entregues en dos días con tus sugerencias y comentarios”. Mientras hablada, revisó su contenido: CDs., planos y algunos folios escritos. Esa sí que era una supermujer, no habían pasado dos días de la reunión y ya había bosquejado algunas ideas, el profesionalismo de Lisa siempre lo impresionaba y esta no era la excepción. Luego ambos de despidieron formalmente, como correspondía a dos oficiales.

 

Mientras Lisa se retiraba al puente, no podía dejar de pensar en la conversación sostenida con Rick, pese a sentirse algo aliviada porque no se produjo ningún enfrentamiento ni malentendidos. “Que bueno que comprendiera lo sucedido y que haya aceptado esta asignación. Pero, ¿qué le sucede? Tal vez sean ideas mías, pero parecía triste… tal vez el patrullaje estuvo pesado… no, estaba triste, ¿porqué? Esta cambiado, distinto. ¿Qué te sucede, Rick?, ¿se puede cambiar en cuarenta y ocho horas?”. Por su parte, Rick había dejado al lado de su ordenador la carpeta recibida, ya la estudiaría más tarde en casa; sin embargo, no pudo reanudar sus labores por pensar en Lisa, pues, aunque no quiso darse por enterado, lo cierto era que la había extrañado… y le gustaba y le provocaba ternura, más aún cuando vio su mirada preocupada. Haciendo gala de mucho esfuerzo, logró no seguir recordándola, aunque por momentos su mente traía imágenes de ella gritándole, o bien sonriendo ante alguna broma, o llorosa por algún evento triste.

 

La noche en ciudad Macross había caído como un manto negro, las luces artificiales parecían ser más hitos de guía para las personas que se desplazaban. Confundidos en el gentío, Rick y Lisa tomaban su camino, sintiéndose ajenos al resto, meditando en los sucesos del día, pero sin darse cuenta que la reacción de uno había tenido impacto en el otro. No en vano, ellos eran una mancuera.

 

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