fanfic_name = En busca de un sentido
chapter = capítulo uno
author = skull02
dedicate = Para todos quienes siguen a estos queridos personajes, un pequeño tributo de mi parte.
Rating = AP
Type = Action
fanfic = EN BUSCA DE UN SENTIDO
Capítulo primero – Un alto en el camino
Otro día de patrullaje había terminado y el capitán Rick Hunter simplemente se desplomó en la cama de su pequeño departamento. Habían sido varias semanas de arduo trabajo, además de tener que redactar informes sobre las misiones cumplidas, encargarse de las labores administrativas propias del escuadrón Skull y de las charlas sobre técnicas de vuelo a los jóvenes estudiantes de la Academia Robotech. Para su suerte, siempre contaba con el apoyo del teniente segundo Max Sterling y su esposa Miriya Parino, eficientes colaboradores y mejores amigos.
Aquella noche se encontraba afligido y pensativo por los problemas de su vida personal. Desde hacía un tiempo, al regresar a la base luego de una batalla, procuraba descender de su VT lo más rápido posible para encerrarse en su pequeña oficina en los hangares y dedicarse de lleno al papeleo. La razón era que ya no podía soportar como otros pilotos iban al encuentro de sus seres queridos que los esperaban ansiosos en los alrededores de la pista de aterrizaje, ya sea que estos fueran civiles o militares. Lo más significativo para él era cuando Max y Miriya corrían buscándose para luego besarse, a veces apasionadamente y otras con toda delicadeza, más de una vez los escuchó jurarse amor eterno y agradecer estar con vida, luego irse juntos a su casa para abrazar y jugar con la pequeña Dana. Pero lo peor era cuando, luego de una batalla, debía escribir cartas de pésame a los deudos de los caídos en combate, “…ejemplar sencillez, caballeroso comportamiento, franca valentía y cuantas cualidades personales pueden adornar a un piloto estaban reunidas en su recordado hijo…”, “… la determinación y el esfuerzo de su esposo Bryan siempre serán recordados en todos los pilotos que lo conocimos y respetamos, siendo ahora inspiración para los más jóvenes…”, “… en el momento decisivo de la batalla, su hermana Clara, sin importarle su seguridad personal, voló en auxilio de dos naves que fueron impactadas…”.
En las últimas ocasiones, terminaba de escribirlas reprimiendo a duras penas su rabia e impotencia por no haber podido haber hecho algo más para que todos los escuadrones vuelvan. Luego era invadido por la tristeza. ¿Quién lo esperaba a él luego de haber arriesgado la vida?, ¿Qué persona le hacía sentir que estaba vivo y que la sangre corría por sus venas?, ¿Acaso tenía a alguien especial que derramaría una lágrima si es que no regresaba? Por un momento pensó en Minmei, pero al instante sonrió con ironía: Él jamás sabía qué estaba haciendo la hermosa y siempre pretendida cantante y actriz, bien podría estar en una sesión de fotos para luego ir corriendo, acompañada por Lynn Kyle, a un estudio de grabación para algún nuevo CD, o de compras en alguna tienda exclusiva o bien podría estar simplemente descansando; sin olvidar que ella y su entorno repudiaban a las fuerzas armadas y declaraban siempre que podían contra ellas.
Mientras se dirigía a su oficina, aún resonaba la voz de la comandante Lisa Hayes en el tacnet recordándole que no olvide entregar sus informes atrasados del día anterior, lo que cumplió lo más pronto posible, evitando cruzarse con su oficial operadora. Con la comandante todo era discutir por cualquier cosa y herirse mutuamente, además parecía que siempre estaba detrás suyo esperando a que cometa un error o falta para restregárselo en la cara. Sin embargo, debía reconocer que, en algunas ocasiones y cuando no peleaban, podían llevarse bastante bien. ¡Pensar que tiempo atrás tuvo que besarla cuando fueron hechos prisioneros en la nave de Bretai!
Estas ideas y recuerdos habían terminado por abatir a Rick, que permanecía acostado sin cambiarse de ropa. No tenía ánimo para nada, ni siquiera para cenar. Sus demonios lo habían alcanzado finalmente, desolado no pudo evitar que sus ojos se humedecieran al recordar a sus seres queridos que se habían ido. Pensó cómo habría sido si al regresar lo estarían esperando sus padres, tal vez su madre le reprendería, una vez más, por haberse convertido en un piloto de combate, lo cual no impediría que le preparé su cena favorita: estofado de carne de res con pasas y guindones. Ah! Pero ahí estaría su padre, piloto y veterano de guerra, quien, aprovechando que mamá se iba a la cocina, le pediría le cuente los detalles de la batalla y de las estrategias utilizadas, para luego platicarle acerca de las que él había librado. Una cosa era clara, haciendo uso de su rango, hubiera visto la forma de que su viejo se suba a un VT y disfrute la experiencia de volarlo. “¡Imbécil!” se gritó mientras se sentaba de golpe en la cama, limpiándose furiosamente los ojos con sus manos. Todo eso era simplemente imposible: su madre falleció cuando él era un niño y siendo adolescente vio morir a su padre al hacer piruetas en su viejo biplano de la primera guerra mundial en una función de su circo aéreo, desde esos días, Rick aprendió a vivir solo y a luchar cada día. Se puso de pie y camino nerviosamente por la habitación, tratando de regular su respiración para relajarse.
Sin pensarlo se dirigió a la cocina y cogió del frigobar una lata de cerveza. Nunca tuvo mucho gusto por el licor, pero había comprado un par en el supermercado siguiendo el consejo algunos compañeros (“una es buena para relajarse, jefe”, le dijeron). De vuelta al dormitorio, sonrió al recordar que había tenido algo de suerte, la cual envidiaron sus subalternos: el día siguiente le correspondía descanso y para el que venía se había programado una revisión exhaustiva a su VT para instalarle un nuevo sistema de armas y de radar, por lo que tendría que quedarse en la base. Max se había dado cuenta de que algo pasaba con su amigo, por lo que le sugirió que solicite permiso ese día, ofreciéndose a cubrirlo en el comando del escuadrón y llamarlo solamente si surgía alguna emergencia. Sin mucho entusiasmo se había dirigido al cuartel general, para su suerte no se encontró con la comandante Hayes (“cuando se entere de mi petición, seguro que me amenazará con una corte marcial. Otra pelea segura”, había pensado resignadamente), dándose con la sorpresa de que la superioridad estuvo receptiva a su petición, que consideraba bueno que uno de sus mejores pilotos y líder de escuadrón tuviera un día de descanso adicional, si es que ello no interrumpía las misiones a asignarse.
“Dos días de descanso. ¿Qué es lo que haré?” pensó Hunter y miró a su alrededor, “No quiero estar aquí porque simplemente no hay nadie”. Mágicamente, recordó que a unos cuantos kilómetros al noreste de ciudad Macross había crecido un pequeño bosque. Luego de varias rondas de vigilancia, dicha área había sido revisada y asegurada. “Hace milenios que no hago un campamento. Puedo pedir a primera hora un jeep a la base. Todavía esta abierto el supermercado, puedo comprar una bolsa de dormir, latas de comida, botellas de agua y otras cosillas necesarias”. Uniendo acción a lo pensado, salió rápidamente para hacer sus compras y al regresó, se detendría en casa de los Sterling-Parino para contarles su plan, además de pedirles no digan a nadie donde estaba. Después de varias semanas, nuevamente había sentido entusiasmo por algo.
A los pocos minutos de salir, el teléfono comenzó a sonar. Al otro lado, la comandante Lisa Hayes en vano esperó respuesta a su llamada, pese a intentarlo un par de veces más. Ella se había enterado de los dos días de descanso del capitán Hunter. Contrariamente a lo que éste pensó, ella se había alegrado porque sabía lo mucho que había trabajado sin mayores pausas. Como no tuvo respuesta, colgó el auricular.
Lisa Hayes era descendiente de una noble y antigua casta de guerreros, una de las mejores oficiales de la milicia, primer puesto y graduada con honores en la Academia Robotech y una líder natural. Ella había descubierto en el joven e irreverente Rick Hunter la existencia de un soldado excepcional, con la fuerza y la determinación capaces de conducir a otros pilotos hacia la victoria en una batalla desesperada, tanto que no dudo al estar de acuerdo con su promoción a capitán, cuando ésta le fue consultada. Pero también ese mismo hombre se había convertido en su Némesis. ¡Vaya si ella lo sabía! En todo el SDF1 no existía soldado u oficial capaz de sostenerle la mirada (excepto el almirante Gloval), solamente él era capaz de cuestionar sus órdenes y decirle, en su propia cara, que no las iba a obedecer, así lo pusieran delante de una corte marcial o de un pelotón de fusilamiento. En ocasiones, la comandante salía del puente rumbo a la pista de aterrizaje a terminar una pelea o hacerlo algún reclamo, mientras sus ojos verdes esmeralda parecían lanzar lenguas de fuego y mascullaba sin hacer mayor caso de quienes estaban en su camino; otras era el capitán quien saltaba del Skull 01 lanzando furioso al suelo su casco, encaminándose al puente resoplando como toro de lidia.
Para una pelea siempre se necesitan dos. Y, obviamente, ellos eran una mancuerna perfecta, debido a que nunca una palabra quedaba sin su correspondiente respuesta irónica o ácida. En varias ocasiones, ella terminaba la riña imponiendo su rango, ante lo cual el piloto sólo podía tensar sus músculos, respirar profundamente, saludar y retirarse rápidamente, para luego escucharse el sonido de un puño estrellándose contra la pared, ante cuyo sonido ella se estremecía. Pero en las otras, era él quien las terminaba cuadrándose a pocos centímetros delante de su superior, saludándola muy marcialmente, con la barbilla erguida y conteniendo la respiración, siendo entonces ella quien se retiraba, para luego cerrar en puño sus pequeñas manos y levantarlas a la altura de sus hombros, mientras, con dificultad, reprimía un grito. Esa era la vida que ambos compartían, una peligroso juego del gato y el ratón, en el cual sus roles intercambiaban con frecuencia. Sus peleas y riñas eran la delicia del personal militar, cada encuentro era seguido y comentado amenamente por todos. Hasta el almirante Gloval alguna vez hizo un comentario al respecto a la comandante Claudia Grant.
Lisa se recostó en su cama, mientras uno de sus antebrazos cubría sus ojos. Al sonar su teléfono, con el otro brazo tanteo buscarlo, cuando lo alcanzó escucho la voz de Claudia, su mejor amiga:
Claudia: Hola muñeca, ¿Qué estas haciendo?
Lisa: Trataba de descansar un poco.
Claudia: Mm. Y yo que quería que vinieras a tomar una taza de café.
Lisa: Hoy no, por favor. Mañana será un día difícil. No todos tenemos la suerte de tener dos días de descanso seguidos.
Claudia: ¿Lo dices por “tú” piloto?, dijo con voz juguetona.
Lisa: Vamos, no empieces, respondió descubriéndose el rostro y apoyándose con un codo.
Claudia: Bueno, bueno. Creo que se lo ha ganado. Ha tenido varias patrullas dobles seguidas.
Lisa: Espero que sepa aprovecharlo.
Claudia: Tal vez sí. Tengo entendido que es medio novio de la superestrella Lynn Minmei. ¿No?
Extrañamente, Lisa sintió como si una aguja hubiera hincado su costado, pero aún así respondió:
Lisa: La verdad no lo sé. No es asunto mío. Aunque si quisiera saber donde estará en caso se presente alguna emergencia.
Claudia: Por favor. Déjalo respirar. Tienes que darle su espacio. No lo presiones, contestó nuevamente con voz juguetona.
Lisa: Oye, dijo poniéndose a la defensiva, mi interés es solamente porque se trata de un líder de escuadrón. Bien sabes que si se produce alguna emergencia, él deberá estar al frente de su grupo y dirigirlos en batalla.
Claudia: Esta bien. No te enfades, risueña añadió, no me refería a otra cosa.
Lisa: Reconozco que Rick se ha ganado ese descanso.
Claudia: ¡Así me gusta! Replicó, pero antes de que Lisa diga algo, concluyó: Es bueno que una oficial superior se preocupe por sus subordinados.
Lisa: Hoy sí que estás imposible amiga, añadió con un suspiro.
Claudia: Bueno muñeca, no te quito más tiempo. Hasta mañana.
Lisa: Si. Hasta mañana.
Nuevamente en la soledad de su habitación Lisa se preguntaba porqué su mejor amiga siempre hacia comentarios en doble sentido en relación con el capitán Rick Hunter; poniéndose de pie se dirigió al baño para tomar una ducha caliente y luego dormir. Había olvidado el efecto que el nombre de Minmei le provocó minutos antes. En ese momento, Hunter regresaba a casa con sus compras y tranquilo porque Max y Miriya le habían apoyado, aunque ella no le aseguró que guardaría silencio si la comandante le pedía su ubicación: “creo que sería bueno que ustedes dos estén solitos y puedan conversar”, le digo con una sonrisa, igual a la su esposo. Rick simplemente se encogió de hombros y se retiro meneando la cabeza: “Si Lisa se entera de esto, ella misma me fusilaría”. Cuando entró, vio que habían llamadas perdidas en el contestador de su teléfono, se dijo que si sería alguna urgencia, habrían llamado también a Max, por lo que decidió arriesgarse y borrarlas. Luego de ordenar las cosas compradas en unos morrales, se ducho y cambio rápidamente para poder descansar y esperar el nuevo día.
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